Está en la página 1de 107

GEORG KÜHLEWIND

LA VOLUNTAD SUAVE
De lo pensado al pensar; de lo sentido al sentir;
de lo querido a la voluntad

Traducción de Jaime Vergara Antuña

Editorial Rudolf Steiner S.A.


Guipuzcoa, 11-1°izda 28020
Madrid - España Telf. 91-553-14-81

1
Título del original: Der sanfte Wille. Vom Gedachten zum Denken,
vom Gefühlten zum Fühlen, vom Gewollten zum Willen (Verlag
Freies Geistesleberi & Urachhaus GmbH, Stuttgart 2000)
Traducido por: Jaime Vergara Antuña

Tema de la portada: Miroku Bosatsu (Maitreya Bodhisattva), s. X


(madera), Templo Koryuji (Japón), foto: Artephot-Ogawa. ©
Nouvelles Images S.A. éditeurs 1997
Diseño portada: Guillermo Costa

©2001- Editorial Rudolf Steiner S.A.

ISBN n° 84-89197-61-X Depósito Legal: M-189 70-2001.

Impresión: Grefol 5.L. Fotomecánica: Montytexto


Maquetación: Lola López de Cuéllar

2
ÍNDICE
Introducción: la historia de este libro …………………………….4
Indicaciones prácticas para el lector …………………………………..7
Primer preludio ……………………………………………………….8
I.Del pensamiento al pensar…………….……………………………….9
Pensamientos sobre el pensar …………………………………………..9
Primer grupo de ejercicios: la purificación de la vida del pensar y
representar …………………………………………………………………11
Pensamientos sobre el lenguaje: las palabras, las frases,los
conceptos, el presente y el comprender ………………………………14
Caminos que conducen a la experiencia de la presencia………….18
Segundo preludio………………..………………………………………..25
II.Del pensar al sentir …….……………………………………………..26
Pensamientos y sentimientos, pensar y sentir…………………….. 26
Ejercicios para el sentir cognoscitivo ………………………………….28
Tercer preludio ………………………………………………………….…43
III.Del sentir a la voluntad………………………………………..….…44
Pensamientos sobre la voluntad …………………………………….…44
Pensamientos sobre la voluntad en los ejercicios de atención …..49
Ejercicios de la voluntad ………………………………………………...51
Ejercicios para la voluntad suave ……………………………………..54
Cuarto preludio ……………………………………………………..63
IV. La esencia espiritual del ser humano …………………………..64
El trasfondo cósmico de la voluntad suave ………………………….64
La meditación ……………………………………………………………..69
Meditacíón sobre una frase …………………………………………….69
Meditación sobre una imagen ………………………………………….73
Meditación sobre la percepción ………………………………………..75
Meditación sobre una pregunta o meditación de investigación….76
Notas………………………………………………………………………..80
Apéndice
Meditaciones……………………………………………………………….86
La inversión de la voluntad y el encuentro con el poder del
lógos…………………………………………………………………………88
Arte y cognición ……………………………………………………….…95
NOTA
Los corchetes encierran las notas del traductor y las añadiduras de éste al original.
El traductor agradece a Javier Lantero y a Carlos Pérez su colaboración en la revisión
de la traducción.

3
INTRODUCCIÓN: LA HISTORIA DE ESTE LIBRO

Cuando se hacen ejercicios de atención durante años,


durante décadas, se tiene una experiencia similar a la de
la lectura repetida de un libro exigente: una y otra vez
destellan nuevos descubrimientos, nuevos aspectos o
facetas del hacer o del texto. Cuando esto sucede uno se
siente deudor, pues aún no pudo incluir los
descubrimientos posteriores en las descripciones
anteriores. En este libro me gustaría poner algún
remedio a ello en lo que se refiere a la ejercitación (el
camino del conocimiento, el sendero interior). Al mismo
tiempo tendré que repetir muchas cosas esenciales que
ya describí en obras anteriores... también para ahorrar al
lector la búsqueda en éstas.

Cuanto más tiempo ejercita uno, tanto más claramente


se experimentan los movimientos de la consciencia
durante el ejercicio; éstos se vuelven transparentes para
la atención activa misma. Primero se hacen patentes los
movimientos del pensar, luego los del sentir, por último
la actividad de la voluntad, apareciendo siempre los tres
mezclados y juntos (por ejemplo, la voluntad participa
siempre en los ejercicios), pero uno de los tres tiene la
primacía. El sentir y el querer sólo se vuelven
transparentes cuando empiezan a devenir cognoscitivos,
esto es, cuando el pensar se disuelve dentro del sentir, o
el sentir, ya cognoscitivo, se disuelve dentro de la
voluntad.

Mis reflexiones sobre los tipos de voluntad del ser


humano comenzaron hace tiempo (lo demuestran el
ensayo "Die Umkehr des Willens" [La inversión de la
voluntad] del año 1986, en Goetheanum, 9 de febrero, ver
Apéndice 2, y el escrito "Die Schulung der
Aufmerksamkeit" [La ejercita ción de la atención] en el
volumen Die Freiheit erüben [Practicar la libertad], 1988).

4
En 1996, mi amigo Hartwig Volbehr planteó el problema
de cómo podían entenderse antropológicamente los
ejercicios Ki (descritos aquí en el capítulo Ejercicios de la
voluntad, ejercicio 36), que él conocía desde hace tiempo.
De este modo comenzó un trabajo de investigación
experimental y meditativa cuyo resultado, en gran parte,
es este libro. Por este impulso y también por la
cooperación surgida desde entonces quisiera expresar al
Dr. Volbehr mi muy cordial agradecimiento.
Para llegar a la experiencia clara, cognoscitiva, de la
voluntad, las etapas precedentes tienen que ser
recorridas muy intensamente. Cuando el ejercitante no
experimenta el pensar vivo, puro —esto es, libre de
formas — , que entra en el sentir ya predispuesto, el
sentir es vivido como luminoso y feliz, sí, pero no como
cognoscitivo. Lo mismo pasa en la relación del sentir y el
querer.
Fue un largo camino investigar la voluntad suave en su
carácter original y el resultado está en condiciones de
repercutir provechosamente en el inicio del camino del
conocimiento. Mirándolo bien, cada ejercicio sólo es reali-
zable con la voluntad suave y es bueno saber esto aun
cuando al principio aún no se pueda usar totalmente
esta voluntad: resplandecerá a lo largo de la ejercitarían.
Lo que se llama "experiencia corporal" resultó ser la
experiencia, la sensación, de una envoltura sensitiva que
"rodea" el cuerpo (difícilmente se puede describir lo no
espacial si no es con imágenes espaciales). A la vez, el
sentido de los" ejercicios corporales" —por ejemplo,
fijarse en la respiración— resultó ser "hacer salir", "traer
a la consciencia" al sujeto que hace los ejercicios y los
observa, los experimenta, y que de ningún modo es el
cuerpo o la sensación: estos últimos son objetos que el
sujeto experimenta. En realidad, cualquier objeto podría
prestar el servicio de indicar el sujeto; sin embargo, en la
vida cotidiana, los objetos son vistos, entendidos y
valorados, ordinariamente, conforme a su utilidad, de

5
modo que se "olvida" al sujeto, ya que es "secundario".
En los ejercicios, los objetos son escogidos sin referencia
a su utilidad, conservan la función original de todos los
objetos, esto es: llamar la atención sobre el verdadero
sujeto.
La voluntad suave está libre del "sentirme" [o sentimiento
del "mí"], en contraste con las actividades de la voluntad
dura, que actúa por medio de la envoltura de egoidad,
por lo general a través del sentido del tacto1, y por eso
mismo pierde efectividad en cada sentido, está
amortiguada.
El estilo deseado o ideal de las actividades diarias se
prepara en los relativamente breves momentos de
ejercitación. Si en los ejercicios uno logra experiencias,
los resultados alcanzados en los períodos de ejercitación
se extenderán poco a poco a la vida cotidiana. Ésta se
rige hoy en nuestra civilización por el principio de la
utilidad y, de este modo, por la voluntad dura de la
egoidad. De esta manera, el mundo ha sido llevado al
borde de una catástrofe, digan o piensen lo que quieran
de ello los tecnócratas. Sólo veo una esperanza de evitar
la ruina en caso de que la mentalidad cambie, es decir,
de que convirtamos la voluntad dura en suave. Esto sería
metanoesis, el "cambiad vuestra mente" de Juan el
Bautista, la nueva orientación de la existencia humana.

6
Indicaciones prácticas para el lector
Este libro, como algunos anteriores, no es fácil de leer;
su "contenido" pleno sólo se desarrolla en el hacer,
mediante el hacer del lector, mediante su propia reflexión
y meditación. En el texto se hallan "Reflexiones" y
"Reflexiones/Meditaciones'7. Las primeras son
pensamientos que se profundizan, se prosiguen, se
siguen pensando; las segundas son textos meditativos,
que también se pueden y se deberían reflexionar antes de
meditarlos. Estos procesos están descritos aquí en el
capítulo La meditación y en varios de mis libros
anteriores. Su finalidad es ayudar a la persona que lee a
conseguir llegar, por breves momentos, a un nivel
superior de pensar y de cognición, más allá del pensar
cotidiano (pensar de pasado, pensar dialéctico, pensar
discursivo). Todo saber, toda supuesta comprensión de
los resultados de la investigación espiritual por medio del
pensar cotidiano es, en mi opinión, más bien obstáculo,
acumulación de lastre. Por desgracia.

Budapest, septiembre de 1999


Georg Kühlewind

7
PRIMER PRELUDIO

Vivimos en un mundo de significados; sin embargo, estamos


convencidos de que vivimos en un mundo de cosas. Pero
cada cosa tiene significado... ¡dígaseme una cosa que carezca
de significado! En cuanto podamos nombrarla, ya no carece
de significado. Primero captamos el significado mediante el
pensar, al menos lo intentamos. A veces también creamos
nuevos significados.

Pero no sabemos cómo pensamos.

Sólo adquirimos consciencia de lo ya pensado.


Para el niño pequeño, para los seres humanos arcaicos, para
individuos angelicales2 tales como Santo Tomás de Aquino,
la realidad consiste en los significados y reside en ellos.
Éstos anteceden a las cosas individuales tanto en la
actividad humana como, según la tradición, en la divina:
primero existe la idea de la cosa, luego la cosa, primero el
significado, luego el signo. Esto se aplica también a los
pensamientos si es que se manifiestan en signos.

Los significados son inmateriales. Los signos consisten en


materia configurada, tal como las ondas de aire, la tinta, los
gestos corporales. Por eso el comprender se efectúa también
de manera inmaterial, el significado inmaterial no puede ser
"comprendido" mediante procesos materiales. También el que
comprende en nosotros es inmaterial.

Los signos materiales, al ser leídos, se convierten en


significados inmateriales. El pensar, los pensamientos, el
que piensa son inmateriales.

El primer objetivo sería experimentar el pensar. Pues el ser o


ente pensante mismo, mediante el cual se crean y se
comprenden los significados, permanece al principio oculto.

Es ya hora de experimentar la luz que hace visibles todas las


cosas, la luz del significado, la luz de la palabra.

8
DEL PENSAMIENTO AL PENSAR

Pensamientos sobre el pensar

Tal como al hablar no tenemos consciencia de la actividad de los


órganos de la voz, tampoco sabemos cómo pensamos. De lo que
adquirimos consciencia es del pensamiento ya pensado, el cómo
se efectúa nos está oculto. Esto puede tener dos clases de
causas. Durante el proceso del pensar no estamos conscientes...
esto ya sería motivo suficiente para permanecer a oscuras acerca
de su cómo. La otra causa podría ser que somos absorbidos por
el pensar —somos idénticos al proceso— a tal punto que no
queda ninguna instancia que observe.

Reflexión 1: Nos despertamos en la consciencia cuando el pensar


ya ha terminado y está parado: en lo pensado.

La lógica como ciencia trata de formular las leyes, el cómo, del


pensar... posteriormente. Pensamos ya lógicamente sin haber
estudiado lógica, tal corno somos capaces de hablar
correctamente la lengua materna incluso sin conocimientos
gramaticales. Además, y per eso mismo, la lógica se refiere a las
formas lógicas o los movimientos del pensar — de todos modos, a
un pensar conceptual — ya aparecidos sin ella, lo mismo que la
gramática se refiere a la lengua ya hablada. Por eso, la lógica no
puede ser definitiva ni estar acabada nunca: pues el ser humano
puede producir siempre nuevas secuencias lógicas.

Reflexión 2: Primero existe el pensar lógico, luego la lógica como


ciencia. Primero existe la lengua, luego su gramática explícita.

El que el pensar exista como proceso es una deducción de la


circunstancia de que lo pensado crece y se modifica. Podemos
darnos cuenta de ello porque disponemos de la facultad de
autorreflexión, esto es, podemos dirigir nuestra atención sobre el
pasado del pensar (de la consciencia, en general). Esta facultad
nos está dada sin trabajo personal, empeño propio o aprendizaje.
Miramos el pensar pasado, ya congelado, desde el presente. A
éste nunca lo vivimos conscientemente, por regla general, aunque
desde él miremos el pasado y el futuro. Al mirarlos, los elevamos
al presente... por un instante homeopáticamente breve. Pero sólo

9
nos damos cuenta de ellos cuando — incluso las imágenes del
futuro— están separados de nuevo del presente, del proceso del
pensar y representar, y están ante la mirada interior, como algo
ya hecho, para una atención que mira desde el presente.

Reflexión 3: Sólo el presente es realidad. (También aprovechable


como tema de meditación).

La presencia de espíritu [o "presencia de ánimo"]


(Geistesgegenwart) es un breve destello de dos elementos:
espíritu y presencia (Gegenwartigkeit), o intuición y presencia,
súbitamente y sin discurrir o pensar. Uno puede preguntarse:
¿qué nos impide estar presente de espíritu siempre, o por lo
menos a voluntad? Esta extraordinaria vivencia podemos
observarla posteriormente de manera autorreflexiva: algo "se nos
ocurre", por ejemplo, la singular solución de una situación
peligrosa, y es perceptible que la solución ha "llegado", no hemos
trabajado en ello, no hemos discurrido sobre la solución... por lo
general, tampoco hubiera habido tiempo para eso. ¿Por qué suce-
de esto sólo en un peligro o en otras situaciones extremadamente
importantes? La observación muestra que en el momento del
peligro estamos totalmente concentrados, la atención está
completamente en la situación. ¿Será quizá al menos una parte
de la dificultad de estar siempre presente de espíritu el que
nuestra atención en la vida cotidiana esté tan distraída? ¿El que
el pensar se mueva por rutas prefabricadas, con conceptos
hechos, y trabaje entremezclado con otros elementos anímicos,
tales como el deseo, el prejuicio, la idea preconcebida, y otras
cosas por el estilo? En ese caso, para la eliminación de los
obstáculos serían necesarios dos pasos: la intensificación de la
facultad de concentración y la purificación del pensar.

Reflexión/Meditación 4:
¿Qué quiere decir "esto" a diferencia de "eso"?

Intentemos primero la purificación del pensar... se verá que ésta


y la concentración tienen la misma finalidad. Con el pensar sobre
el pensar, por esclarecedor que pueda ser, permanecemos en un
único nivel con la consciencia diaria, sólo multiplicamos los
objetos del pensar, pero nada cambia en la calidad de éste.
Sólo mediante la ejercitación puede efectuarse un cambio... todas
las facultades nacen así.

10
PRIMER GRUPO DE EJERCICIOS:
LA PURIFICACIÓN DE LA VIDA DEL PENSAR Y REPRESENTAR

La "purificación" era en todas las tradiciones el primer paso para


el desarrollo de facultades cognoscitivas intensificadas. Puesto
que, en nuestra época, el pensar/representar es la única facultad
anímica autónoma, la ejercitación comienza con la purificación
de estas funciones.

Ejercicio 1

Tomamos un tema sencillo para pensar/representar, por ejemplo,


lo que haremos mañana o probablemente todavía hoy; o lo que
hemos hecho ayer; o lo que debería ser el próximo paso en la
educación de nuestro hijo, o el siguiente paso en la solución de
un problema. No debe ser un tema atractivo, interesante.
Empezamos formándonos ideas, representaciones, y procuramos
evitar todas las asociaciones que aparten de la línea o trama del
asunto. Esto se puede expresar también así: procuramos pensar
continuamente —no de manera intermitente, con
interrupciones— y permanecer siempre en el terna. Procuramos
prestar atención también a los sentimientos concomitantes, no
dejando que influyan en el pensar/representar; el proceso debe
transcurrir lo más objetivamente posible. Los matices de los
sentimientos concomitantes deben ser percibidos, pero no deben
perjudicar el proceso del pensar. Este ejercicio puede durar de
cinco a diez minutos.
Cuando ha terminado, echamos una mirada retrospectiva a su
desarrollo, registramos las digresiones e interrupciones, también
los sentimientos que han surgido al mismo tiempo, y aclaramos
cuándo o dónde se han presentado durante la historia vivida
interiormente.

Ejercicio 2

Repetimos el primer ejercicio, pero ahora con un tema que nos


interese mucho, atractivo. Posteriormente comparamos el primer
ejercicio con el segundo y registramos las diferencias en el
número e intensidad de las distracciones y en la calidad e
intensidad de los sentimientos. La finalidad, en ambos ejercicios,
es lograr la continuidad del proceso.

11
Ejercicio 3

El segundo paso en la purificación del pensar consiste en que,


como ejercicio, evitamos en el pensar los elementos de
percepción. Pues en toda percepción sensorial hay un elemento
material, que es impenetrable para el pensar: donde el
pensar/representar encuentra lo material, rebota. La materia en
sí, sin tener en cuenta sus cualidades, no es pensable, el pensar
sólo la toca como por fuera3.

Reflexión/Meditación 5: La materia no es pensable.

EI ejercicio consiste en que escojamos, para el pensar, un tema


que no contenga elementos de percepción. Así, por ejemplo, la
frase del preludio: "No sabemos cómo pensamos"; o una dé las
cuatro primeras reflexiones; o una verdad o ley filosófica,
matemática o lógica. Procuramos seguir pensando estas frases
"abstractas", evitando imágenes de percepción. Cuanto más
concentradamente (más continuamente) lo hagamos, el proceso
se volverá tanto más transparente para el pensar. Tras este
ejercicio, comparamos las experiencias de los tres primeros
ejercicios.

Ejercicio 4

Procuramos captar (comprender) el sentido de palabras


conjuntivas tales como "sí", "no", "pero", "o", "pues", "sin
embargo", "y", "así", "como", "cuando", "si", "sino", "siempre que",
"si no", "sin", etc. No se desean definiciones o explicaciones
mediante otras palabras —por ejemplo, "sí" significa
asentimiento—, sólo el gesto interior del comprender. Palabras
como éstas no contienen elementos de percepción, son como las
articulaciones de lo que uno dice, nada más que gestos
interiores. Es instructivo compararlas con las correspondientes
expresiones de otras lenguas ("pero":"aber", "but") y al mismo
tiempo también prestar atención a las diferencias en el
significado.

Reflexión 6: Los significados de todas estas palabras no pueden


encontrarse en el mundo de la percepción. ¿De dónde vienen y cuál
es su papel ?

12
Ejercicio 5

Procuramos captar el sentido de adjetivos tales como "bueno",


"bello", "grande", "pequeño", "largo", "lento", "oscuro", "redondo",
"angular". Puede verse que estas palabras pueden referirse a
percepciones (lo que no es válido a toda costa, véase: "una gran
idea"), pero no proceden del inundo de la percepción. Para ver
algo cuadrangular, el individuo tiene que haber captado ya los
conceptos "cuatro" y "angular". Los números son quizá el mejor
ejemplo de la relación entre lo captado mediante el pensar y el
mundo de la percepción.

Ejercicio 6

Procuramos expresar con otras palabras las frases del tercer


ejercicio. Luego traducimos, si es posible, las frases a una lengua
extranjera. Podemos probar este ejercicio de inmediato con la
frase anterior: "Procuramos expresar con otras palabras..." o con
la presente frase: "Podemos probar este ejercicio...".

Reflexión 7: ¿Qué traducimos?

13
PENSAMIENTOS SOBRE EL LENGUAJE: LAS PALABRAS,
LAS FRASES, LOS CONCEPTOS, EL PRESENTE Y EL
COMPRENDER

La reflexión 7 puede hacernos ver que el sentido de la frase al


traducir —pues traducimos el sentido, no las palabras— puede
existir, al menos por instantes, sin palabras y también fuera de
una lengua (durante la transición). Esto quizá no sea tan
sorprendente si tenemos en cuenta la próxima reflexión:

Reflexión 8: Cuando expresamos algo con una frase, en voz alta o


sólo interiormente, ¿cómo sabemos con qué palabra hay que
empezar, cuál será la segunda palabra, la tercera, y qué forma
gramatical es la adecuada?

Incluso uno puede decidir, dado el caso, en qué lengua se ha de


expresar eso. No pocas veces estamos descontentos con la
expresión... ¿qué comparamos entonces con la expresión? Si nos
ocupamos de esta pregunta resultará evidente que el sentido o
significado de la frase ya tiene que estar ahí antes de que pueda
elegir la lengua, las palabras, esto es, los signos para el
significado. Sabido es también que el comprender de un texto es
superior al comprender de las palabras; puede suceder que
comprendamos todas las palabras de una frase, pero no la frase,
o, al revés, que no comprendamos algunas palabras en la frase y,
sin embargo, que ésta sea comprensible e ilumine las palabras no
comprendidas... al tratar con lenguas extranjeras, esto pasa con
frecuencia. El sentido o significado existe sin palabras o de
manera supralingüística antes de la aparición de la forma del
signo, y durante el comprender, la persona que comprende llega
de nuevo a la forma espiritual del significado. También cuando
traducimos una palabra —o en la misma lengua la reemplazamos
por otra palabra— está claro que el significado lo podemos
separar del signo, de la forma fonética, y que el significado existe
independientemente del aspecto perceptible sensorialmente.
La próxima etapa de la purificación del pensar sería un pensar —
continuo— sin palabras. Esto, y más, ocurre en los instantes de
presencia de espíritu: como si el pensar transcurriese con
velocidad infinita, no paso a paso en el tiempo. La mayoría de los
adultos hoy en día no pueden pensar continua e

14
intencionalmente sin palabras, sin previo ejercicio. Pero los
ejercicios pueden llevar a ello.
Reflexión/Meditación 9: Las palabras vienen de lo sin palabras.

Detrás de las palabras hay conceptuaciones, esto es, una palabra


es un signo de una comprensión, de un concebir. Uno puede
también usar palabras sin entenderlas realmente, enteramente
conforme a su esencia — y esto sucede no pocas veces — , pero
también en este caso uno entiende por una palabra algo. Si
dejamos a un lado tal desatino, pensar con palabras quiere decir
pensar con conceptos. La conceptuación de las palabras
existentes en la lengua —en tanto que no se las emplee técnico-
científicamente — de ningún modo es unívoca, pueden ser
usadas de manera muy flexible, incluso para la denominación de
conceptos recién surgidos4. El ser humano puede descubrir
nuevos conceptos y denominarlos con antiguas palabras. Esto
muestra también que los conceptos pueden existir sin los signes.
Los primeros concepto le son dados al niño pequeño mediante la
lengua materna. Más tarde, el pensar se desprende de la lengua y
entonces es capaz de llegar a nuevos conceptos. De todo ello se
infiere que el ser humano es capaz de pensar sin palabras, pero,
no obstante, con conceptos. Por lo general pensamos —con o sin
palabras — con conceptos ya hechos, antiguos, no nuevos. De
ahí que el próximo paso en la purificación del pensar sería el
pensar no conceptual.

El adulto tiene un repertorio conceptual cuya mayor parte está


legado, está dado lingüísticamente. Estos conceptos tuvieron que
adquirirse, esto es, comprenderse, a lo largo de la vida del mismo
modo que los — en general no numerosos— conceptos
encontrados por uno mismo. El concebir (Begreifen), la formación
de conceptos, se efectúa mediante un pensar formador de
conceptos, que no transcurre conceptualmente. Este pensar
predomina en la infancia, y así concibe el niño los conceptos
presentados, deteniéndose el comprender (Verstehen), que es de
naturaleza continua. Donde el proceso se detiene (provisional-
mente), allí surge un concepto, una comprensión. En el adulto,
este proceso tiene lugar mediante conceptos antiguos entre los
que hay un hueco en uno o varios lugares: allí se efectúa un
nuevo comprender y se forma un nuevo concepto.

15
Un ejemplo de formación de conceptos: mostramos a un niño (de
3 a 5 años) unos objetos circulares, triangulares,
cuadrangulares, de distinto tamaño, materia y color, y también
otros que no tengan una forma conocida, denominada. Mientras
el niño no haya formado las conceptualizaciones de círculo,
triángulo, cuadrado, o los conceptos del color, no podrá clasificar
los objetos según la forma o el color. La formación de conceptos
se efectúa mediante la atención selectora: para captar el concepto
"círculo", uno tiene que apartar la vista de todas las demás
cualidades de la cosa (tamaño, materia, peso, color, etc.) y atraer
la atención sólo sobre eso, es decir, sobre la forma. De la minina
manera, o sea, estrechando la atención, se efectúa la formación
del concepto con respecto al color: un color nunca aparece solo.
La formación de conceptos es siempre un estrechamiento de la
corriente de atención. La historia de las palabras en cualquier
lengua muestra que las palabras expresaban anteriormente
conceptos más amplios, o sea, el concepto es tanto más amplio
cuanto más atrás nos remontamos en la investigación5.

Reflexión 10: ¿Es irreversible el encogerse de los conceptos?


¿Pueden los conceptos además crecer en cuanto al contenido?

Nos referíamos a un cambio en la vida de los conceptos, no a la


modificación en el significado de las palabras, que históricamente
puede seguirse de cerca mucho más fácilmente y que sólo en
parte es idéntica al encogerse de los conceptos y a la vez volverse
más precisos6.
Consideremos una vez más el fenómeno del comprender. Tiene
dos rasgos llamativos: se efectúa con la rapidez de un rayo, y no
puede repetirse, es decir, no podemos comprender dos veces lo
mismo... o el primer comprender tiene que ser relegado al olvido,
o en la segunda vez comprendemos algo nuevo o distinto. La
rapidez es debida al carácter inmediato y directo... el comprender
puede ser preparado durante largo tiempo, puede también
efectuarse paso a paso, pero —a cada paso— el acto es
finalmente instantáneo, tal como un encontrar. Se puede buscar
durante largo tiempo, pero no encontrar durante largo tiempo. El
comprender es inanalizable, pues todo analizar se basa en él,
también todo pensar. El verdadero pensar, el pensar más puro, es
el comprender. Normalmente breve —también esto hace que no
pensemos de manera continua —, está acompañado de un

16
sentimiento no corriente, como de felicidad o satisfacción: un
acontecer en forma de brinco.

Reflexión/Meditación 11: En el comprender tocamos nuestro cielo.


Lo que en el comprender deviene consciente — además de su
presentimiento— es el resultado, lo comprendido. Deviene
completamente consciente mediante la expresión verbal, y ésta
no siempre se efectúa rápido. Se necesita más o menos tiempo
hasta que del relámpago salga lo comprendido, entonces ya es
pasado. Evidentemente, el comprender tiene lugar en la
presencia. [El adjetivo] "presente" quiere decir dos cosas
distintas: por un lado, que el comprender no ocurre ni en el
pasado ni en el futuro, por el otro, que estamos presentes en el
acto. Esto lo sabemos debido a que es una experiencia —por
fugaz que sea—, de la que posteriormente, sin reflexionar sobre
ello, sabemos que es nuestra experiencia. Puede percibirse una
sutil diferencia entre la experiencia de un comprender y, por
ejemplo, la experiencia de una información en que no se efectúa
un primer e intuitivo comprender, tal como: "Es probable que
mañana llueva".

Reflexión 12: Procuremos describir la diferencia mencionada en


último lugar.

El que no experimentemos el presente como tal tiene que ver con


los dos rasgos mencionados del comprender: que éste pasa con la
velocidad de un rayo y que estamos dentro del rayo, somos
idénticos a él, mientras que nuestras experiencias ordinarias
ocurren siempre de manera dualista, en el intervalo sujeto-
objeto... al menos así lo parece, Podría ser también que, por un
breve instante, igual que en el comprender, también en cada
experiencia seamos idénticos a lo que, un poco más tarde, llegará
a ser lo experimentado, Pero esta cuestión sólo la puede resolver
la prueba, la eventual experiencia de la identidad y de la
presencia. Pues el objetivo es llegar del pensamiento al pensar o
de la representación al representar. Es evidente que el pensar
más puro es el comprender. Pero no lo podemos querer con
nuestra voluntad habitual, tenemos que dejar hacer, dejar que
ocurra... ¿cómo lo hacemos? La finalidad sería "prolongar" el
instante de presencia de espíritu o el instante del comprender y
al mismo tiempo tener la experiencia... no posteriormente.

17
Reflexión 13: ¿Qué afinidad guardan la presencia de espíritu y el
comprender?

Teóricamente, el pensar puro, el pensar más puro, es un


comprender continuo ininterrumpido, sin palabras, más allá de
las lenguas, más allá de los conceptos: un pensar genial. No
podemos producirlo intencionalmente y estamos contentos
cuando lo vivimos algunas veces. Lo que se puede notar en los
breves sucesos de presencia de espíritu y de comprensión es el
completo estado de concentración y al mismo tiempo de olvido de
uno mismo, que excluyen todo lo demás. ¿Será el ejercicio de
estos elementos un camino que conduzca al objetivo propuesto?

CAMINOS QUE CONDUCEN A LA EXPERIENCIA DE LA


PRESENCIA

Dejando aparte los raros instantes de presencia de espíritu,


¿cuándo estamos concentrados y con olvido de nosotros mismos?
Cuando es necesario, cuando sirve para algo, cuando queremos
resolver un problema, o cuando algo es muy atractivo,
estéticamente o bajo otro punto de vista. Son motivos exteriores,
que en el contexto de nuestra vida producen tal efecto sobre
nosotros y motivan nuestra voluntad. ¿Qué pasaría, qué se
podría lograr, si pudiésemos producir el estado de concentración
desde nosotros, sin causas o motivos exteriores, es decir, con
libertad? En ese caso sería completamente nuestro hacer y la
voluntad de la atención, como no acabaría en un propósito
determinado y como no tendría otro objetivo, podría llegar a
saber más sobre sí misma.

"Desde nosotros" quiere decir también que el tema de la atención


no sea dado mediante otros procesos, no sea una percepción,
sino una representación o un pensamiento, que no pueden ser
dados desde fuera, que tienen que ser producidos mediante la
atención misma, como recuerdo, fantasía, o pensar. En ese caso,
la atención se concentra en su propio producto. Llamamos a esto
"atención activa". Se puede vislumbrar la posibilidad de que,
durante este proceder, la atención pueda encontrarse a sí misma,
es decir, experimentarse, en su hacer, antes de que tenga un
objeto, antes de que se haya convertido en una imagen, un pen-
samiento, una cosa. El tema no debe ser ni atractivo ni

18
repugnante. Cuando es atractivo, no requiere ningún ejercicio de
poder interior para permanecer en él. Debe ser, además,
comprensible para el ejercitante, es decir, claro conceptualmente.
Este criterio sólo lo cumplen los objetos hechos por el ser
humano. En el capítulo La meditación se tratará de cómo se
procede con los pensamientos y las imágenes simbólicas.

Ejercicio 7

Elegimos un objeto sencillo, que nos sea familiar (un botón, una
aguja, una cuchara, un lápiz, un anillo, u otra cosa por el estilo),
lo observamos cuidadosamente si es necesario, luego lo ponemos
aparte o cerramos los ojos y procuramos representarnos el
objeto, tal como nos representamos un recuerdo. Esto lo
lograremos tanto mejor cuanto más "dejemos venir" la imagen, tal
como lo hacemos al recordar. Como si preguntásemos
interiormente: ¿qué aspecto tiene el objeto? Primero dejamos que
la imagen aparezca brevemente; la segunda o tercera vez procu-
ramos retenerla. Pues cuando "traemos" a la memoria, por
ejemplo, la imagen de la tarde pasada, no la construimos ni
trabajamos en ella. Acompañamos la imagen del objeto con
pensamientos, describimos su forma, sus propiedades, su
materialidad, etc.; luego procuramos representárnoslo en su
función (la cuchara, "cuchareando") y, por último, si las "etapas"
anteriores —se transforman continuamente una en otra — se
ejecutan bien, sin distracciones, procuramos concentrarnos en la
idea del objeto, en aquello que el inventor tenía presente
interiormente: en la función, sin el objeto materializado7. La
duración de este ejercicio, cuando las dificultades iniciales están
superadas, debería ser de unos tres a cinco minutos.

Se pueden hacer las siguientes experiencias, incluso sólo con la


imagen de representación. La primera es que no basta dejar que
la imagen aparezca una vez si queremos retenerla más tiempo,
pues desaparece fácilmente enseguida y otros temas asociados
absorben la consciencia. Cuando querernos retener la imagen,
ésta tiene que ser producida constantemente, es decir, tiene que
ser "alimentada" permanentemente mediante una corriente de
atención. El "dejar venir" significa en este caso un permanente
dejar-surgir mediante una corriente de atención suave, ligera,
fácil, no enérgica o luchadora, que "quiere duramente" Ésta entra
en la imagen, que de ese modo nace y permanece. Por ahora

19
tenemos bastante con la imagen que somos capaces de retener
durante algunos minutos. Tras cada ejercicio echamos una
mirada retrospectiva a su desarrollo.
Puede llamarnos la atención que en la consciencia aparezca sólo
la imagen —sin contar las distracciones—, pero no la corriente de
atención.

Comentario del ejercicio 7

Podemos esquematizar el proceso de concentrarse en una imagen


de representación:

Llevamos la atención de manera absolutamente consciente sobre


la imagen, pero el movimiento, el afluir a la imagen, permanece
fuera de la experiencia: no vivimos conscientemente cómo surge
la imagen, sólo la dificultad de retenerla.
Sin embargo, si crece la intensidad de la corriente de atención,
empiezan cambios tanto en la imagen como en el hacer, en el
producir y retener la imagen. La imagen se vuelve más viva, más
intensa, el hacer es sentido cada vez más como real, uno tiene la
impresión de estar haciendo algo... esto no sobreviene al
comienzo de la ejercitación.

Cuando podemos consolidar estos cambios en la ejercitación, es


decir, cuando son observables con regularidad encada ejercicio,
podemos dar un nuevo paso. Miramos el objeto otra vez, esta vez
con una mirada global, tal cual miramos un rostro humano, sin
entrar en detalles (la forma de la nariz, del mentón, etc.): pues la
mayoría de las veces no podemos dar cuenta de los rasgos
paticulares. Esto no nos impide reconocer la cara, incluso poder
representárnosla, porque tenemos, precisamente, una impresión

20
global, más sintiente, de ella. Miramos el objeto con tal mirada.
Esto conduce, por lo general, a una imagen aún más viva, y
podemos notar que el movimiento de atención adquiere un leve
matiz de sentimiento.

Ejercicio 8

Si el poder de la atención sigue creciendo, podemos vivir nuevos


cambios en la ejercitación. La imagen se vuelve cada vez más
luminosa — tanto más cuanto que la dejamos hacer—, se
agranda y se acerca a nosotros. Estas son formas de expresión
que no traducen exactamente la vivencia, sólo dan a entender el
sentido en que se mueve el cambio. El ejercitante reconocerá y
corregirá estas tentativas de descripción en la experiencia,
entonces sabrá lo que se quiere decir con ellas. Uno tiene la
sensación de que la imagen y el ejercitante se acercan uno al otro
cada vez más, hasta coincidir completamente, es decir, uno se
vive a sí mismo idéntico a la imagen. La imagen de ningún modo
es ya estática durante esta vivencia: lo que uno vive como
identidad no es una cuchara, sino un "cucharear", no es una
taza, sino un "tazear", un verbo, un funcionar. Al principio, esto
puede sentirse como extraño, pero si se prosigue la ejercitación,
se aclarará cada vez más qué es lo que uno vive como identidad.
En este grado del estado de concentración uno pierde las
palabras y los conceptos, los elimina, queda un puro " eso", un
movimiento que podría conducir al concepto, y es con este
movimiento de la atención que piensa-representa con lo que uno
se siente idéntico, con la idea de origen, la esencia del objeto: uno
se convierte en su comprender creador. Hemos llegado al
pensar/representar puro.

Comentario del ejercicio 8

La experiencia descrita tiene una semejanza con las vivencias en


el teatro o el concierto, donde, absortos, seguimos los sucesos en
el escenario o el suceder de la música, hasta quedar conmovidos
por la ficción — ¿es una ficción? —, sólo que en el ejercicio faltan
la atracción estética, lo ofrecido desde fuera, nosotros hacemos
todo. Precisamente éste es el valor o la fuerza del ejercicio y con-
duce al siguiente paso, que en la vivencia estética difícilmente

21
puede ocurrir. Y es que en el trasfondo de la vivencia de
identidad está el hecho de que la atención es nuestra esencia
anímico-espiritual8. Por eso mismo no la vivimos
conscientemente de ordinario, pues somos idénticos a ella. Sólo
adquirimos consciencia —allí donde la atención se convierte en
una forma— de su objeto respectivo. Si la atención se vuelve
inusitadamente intensa, la identidad con el objeto se presenta de
manera consciente. Sobre todo, cuando el objeto mismo ya
consiste en atención, tal como en la imagen o el pensamiento —
"atención activa"—y nada está dado desde fuera.

Ejercicio 9

La atención puede crecer en intensidad ilimitadamente. Si crece


más allá de la vivencia de identidad, sobreviene de nuevo un
cambio en la vivencia. Ahora llegamos a ser el movimiento de la
atención entrando en la "imagen", pero esto lo vivimos antes de la
"imagen" —cuando aún no está "formada"—, que ahora, tal como
se describió antes, es el signo vivo de un significado vivo —que
hemos llamado idea de origen—, un signo no separado de su sig-
nificado. Esto sólo ocurre de ordinario en el niño pequeño
durante la adquisición del lenguaje y en la consciencia arcaica,
donde el pensar y el hablar son idénticos sin separación. "Antes
de la imagen" no quiere decir un preceder espacial ni temporal,
todo el proceso sucede en la presencia; a pesar de ello, la
atención que se mueve hacia la imagen es vivida todavía en
estado libre de formas; es decir, se vive a sí misma y de ese modo
se convierte en uno- mismo, en yo autoconsciente. Esta vivencia
se puede llamar también "yo-soy".

Aquí, el pensar/representar es vivido en su moverse más puro,


sin conceptos, sin imágenes (antes de la imagen), es decir, en su
moverse formador de conceptos, formador de formas. Éste era el
objetivo principal de esta serie de ejercicios. A la vez y de manera
inseparable de ello, el ejercitante llega, al menos por un instante,
a la vivencia del yo-soy, a la primera experiencia puramente
espiritual posible, que destella como un comprender. Sólo
mediante la experiencia de la presencia propia se puede
experimentar el presente — el ahora eterno— y la presencia de
todos los demás seres. De no ser así, no habría quién pudiera
experimentarlos. Así, nuestra esquematización reviste la
siguiente forma:

22
Esta experiencia es equivalente al nacimiento del "testimonio
verdadero" —así se llama en el Nuevo Testamento9—; es la
entidad humana, que no está mezclada de manera automática
con las funciones anímicas, con el pensar, las emociones, los
impulsos volitivos, sino que puede mirarlas —por lo menos, el
pensar— y utilizarlas. Este yo-soy o uno-mismo es la experiencia
del ser espiritual propio, por eso es independiente del éxito, del
fracaso, de la aprobación, del rechazo, de la opinión de otros
seres humanos, también es invulnerable ante las emociones
desbordantes. En vez de ellas empieza a despertar el sentir
cognoscitivo y a desempeñar un papel creciente en la vida. El
destello de esta entidad —el verdadero conocimiento de sí
mismo— se llama en la Antroposofía "alma autoconsciente" y,
cuando es duradera, "yo espiritual".

Mediante los ejercicios del pensar y representar conseguimos dos


cambios. Uno concierne a nuestra vida interior: en la experiencia
"ello piensa" no sólo es desarrollado un yo-soy o uno-mismo que
ya no está mezclado con el pensar/representar, sino que también
puede conducir esta facultad de pensar que no le pertenece. El
testigo la administra.

Por otro lado, los temas, si son sencillas cosas útiles hechas por
el ser humano y debido a que no son usadas conforme a su
finalidad, sino como temas de ejercicio, reciben significado y
sentido. Se puede decir que se les asigna una nueva dignidad, un
nuevo carácter sagrado, debido a que guían por los caminos de
su función, de su idea de origen, el pensar del ejercitante, y de
ese modo son asimilados al hacer creador-de-sentido del ejercicio
mismo.

23
También la visión del mundo cambia dramáticamente con esta
experiencia: todas las cosas en el mundo son vividas como un
devenir, como proceso o acontecimiento, ya nada como un
estático "es". Éste es el mundo del niño pequeño en ana edad que
difícilmente se puede determinar y también el de las culturas
arcaicas, en que los seres humanos experimentaban todo como
acontecimiento, fuese una roca o una montaña.
Sólo ahora sabe el ser humano por experiencia lo que quiere
decir "ello piensa en mí", que es también el secreto del buen
pensar ordinario, dejamos hacer y nos limitamos a los gestos de
conducción orientadores, suaves, tal como un pastor que
encauza hacia el rebaño a las ovejas que se desvían a la derecha
y a la izquierda. Cuando experimento "ello piensa", soy un testigo
presente no mezclado con la función anímica del pensar, es decir,
un ser espiritual.
Rigurosamente, mediante la serie de ejercicios descrita se efectúa
una dilatación del autorreflexionar: al autorreflexionar dado
[como facultad], que sólo se puede volver hacia el pasado del
pensar/representar, se añade ahora el experimentar la presencia.
Mediante esta experiencia fundamental, la consciencia se acerca
al poder, de ordinario supraconsciente, que orienta el pensar y lo
mantiene dentro del margen de lo lógico, y que es un sentir de
tipo cognoscitivo, el sentir de lo lógico, de la evidencia, del
comprender o no comprender... el camino que conduce al sentir
cognoscitivo tiene su comienzo aquí. Al ejercitante puede
traslucírsele también, por presentimiento, que detrás de este
dejar-pensar está oculta una supraconsciente voluntad del
pensar una voluntad que no sabe de antemano lo que quiere,
una voluntad improvisadora.

Reflexión/Meditación 14; El testigo verdadero no atestigua a


posteriori.

24
SEGUNDO PRELUDIO
No sabemos cómo pensamos porque, normalmente, no
experimentamos el sentir que guía el pensar.
Este sentir sólo lo sentimos en su efecto, no por dentro, sólo su
exterior. El sentir que gobierna el pensar y que actúa
ocultamente en el percibir permanece detrás de las nubes del
cielo interior.
Si el sentir cognoscitivo no se utiliza, no se usa de manera
consciente, cae en su mayor parte en formas no cognoscitivas,
sin significado. La primera de estas formas es el "sentirme" [o
sentimiento de "mi"]. Sobre éste se superponen otras formas
habituales, que al principio son irreversibles y subconscientes
porque en ellas no entra el verdadero yo.
Los sentimientos con forma, esto es, las emociones, impiden la
cognición, incluso en el sentir. Estas formas carecen de
significado, no comunican nada, no son mensajes. Pueden ser
disueltas a lo largo de los ejercicios o — pocas veces— a lo largo
de la vida y convertirse en la facultad, libre de formas, del sentir.
Así comenzamos a vivir el sentir por dentro, en el comprender
sintiente. Un sentimiento —no una emoción— es tan
comprensible para el sentir como un pensamiento para el pensar.
Sólo que el comprender en el sentir es una experiencia, mientras
que comprender un pensamiento sólo se convierte en experiencia
si uno disuelve las palabras, penetra a través de ellas y de ese
modo vive lo que encubren al sólo aludir a la experiencia. Habría
que atravesarlas, poder disolverlas. Se disuelven en el sentir.

25
II
DEL PENSAR AL SENTIR
Pensamientos y sentimientos, pensar y sentir

Los ejercicios del pensar son posibles porque el pen-


sar/representar es autónomo. Podemos pensar lo que queremos
pensar/representar, al menos durante cierto tiempo, mientras las
asociaciones no mermen esta autonomía y hagan que la
consciencia se aparte de su propósito. Lo que ha sido descrito
como purificación del pensar o su concentración puede
interpretarse perfectamente como una aspiración a la
continuidad. La continuidad del pensar resulta interrumpida por
la aparición de elementos que no son del pensar sino
asociaciones, también por elementos de la percepción, que para
el pensar no son "legibles" o transparentes, y además por
palabras y conceptos como puntos de detención del comprender
continuo. Mediante la eliminación gradual de estos elementos
durante la concentración hemos llegado al pensar puro, al
movimiento del pensar formador de conceptos, que aspiramos a
mantener en flujo.
Si comparamos estos procesos con el sentir, la primera diferencia
es que en el sentir no tenemos autonomía, rio podemos sentir a
voluntad lo que queramos ni podemos escoger de la paleta de
sentimientos uno para llenar la consciencia, tal como sucede con
una imagen o un pensamiento durante el ejercicio de
concentración. Cuando sentimos algo, son casi siempre motivos
externos, incluso representaciones o procesos corporales, los que
producen el sentir. En el sentir no podemos crear nada nuevo,
mientras que esto es posible en el campo del pensar.
El objetivo de los ejercicios en el sentir es desarrollar un sentir
cognoscitivo. Habitualmente, por "sentir" entendemos las
emociones, las agitaciones del sentir no cognoscitivo, tales como
el enfado, la envidia, los celos, la depresión, y otras cosas por el
estilo, que nos dominan. Es decir, podemos regular, en parte, su
aparición en nuestro comportamiento, pero no podemos decidir
sobre su presencia o ausencia. Los sentimientos cognoscitivos
sólo aparecen en la periferia de la vida del sentir, respecto a

26
vivencias estéticas o, en el mejor de los casos, en la profesión, por
ejemplo, entre terapeutas o pedagogos.
Detrás del pensar hemos descubierto, como poder orientador, el
sentir de lo lógico. Cuando se quiere ejercitar el sentir
cognoscitivo no se puede saltar por encima del pensar puro: sólo
desde este lado se puede desarrollar de manera consciente el
sentir cognoscitivo. Esto no se refiere al sentir estético, cuyo caso
es otro, sobre el cual volveremos.
El origen del pensar está en el sentir cognoscitivo, esto se puede
vislumbrar en virtud del sentir de la evidencia y de lo lógico; la
observación del niño pequeño y el estudio de las culturas
arcaicas lo confirman. El niño pequeño recibe mediante el sentir
cognoscitivo el significado de los primeros cientos de palabras y
de las formas gramaticales10. Las obras técnicas, médicas,
arquitectónicas, de los pueblos arcaicos, que se realizaron sin
una ciencia analítica basada en el pensar, ponen de manifiesto
una perdida facultad de manejar con éxito las realidades, dadas,
de la naturaleza.
Cuanto más continuo se vuelve el pensar, tanto más se convierte
en el sentir cognoscitivo del cual procede, se disuelve en el sentir,
se vuelve "global" —recordemos la mirada global a una cara—, se
vuelve menos agudo y analítico, pero tanto más abarcante. El
camino que conduce al sentir cognoscitivo pasa por el pensar
puro concentrado. Éste es el sentir primordial, tanto en el ser
humano individual como desde el punto de vista de la historia de
la consciencia.
Surge la pregunta: ¿cuándo se ha perdido este sentir, adónde se
ha retirado? Nuevamente, la respuesta puede observarse en el
niño pequeño y también desde el punto de vista histérico-
evolutivo: cuando el niño o los seres humanos en una cultura
empiezan a hablar en primera persona (yo, me, mi) de su cuerpo,
con el que se han identificado, aparece un nuevo sentir, que no
es cognoscitivo, el "sentirme". El empleo de los pronombres de
primera persona es la señal de esta identificación y de la
formación del sentirme. Este último cubre el cuerpo como un
manto de sentir, sin llegar a conocerlo11. Con el sentirme comien-
za la transformación del sentir cognoscitivo en no cognoscitivo y
de ello resulta lo que llamamos emociones (formas del sentir de
carácter no cognoscitivo). La ejercitación con respecto al sentir
consiste en procurar liberar las fuerzas sintientes que están

27
aprisionadas y con forma en las emociones, es decir, volverlas de
nuevo libres de formas y, de este modo, cognoscitivas.
Reflexión 15: Sólo las fuerzas libres de formas pueden llegar a
conocer formas o incluso crearlas.
Las emociones se desarrollan en una polaridad: bueno- malo, es
decir, bueno-para-mí, malo-para-mí, están teñidas de egoísmo,
intensifican el sentirme, aun cuando parezcan ser indeseables,
tales como el enfado, el odio o la tristeza. Uno las disfruta en
cierto modo, de lo contrario no las exageraría ni se abandonaría a
ellas12. Las fuerzas sintientes cognoscitivas son, por su esencia,
tan objetivas como el pensar, que, por principio, existe más allá
de la polaridad bueno-o-malo-para-mí; la verdad es neutral ante
el deseo.
Reflexión 16: Busquemos una experiencia del sentir que no forme
parte de un extremo de la polaridad.
Es casi imposible denominar las vivencias del sentir cognoscitivo
— los poetas lo procuran, de distintas maneras—, no hay
nombres generalizados para ellas. Incluso las emociones sólo se
denominan muy globalmente, pues existen, por ejemplo, tantos
matices de enfado como entre los árboles que son clasificados
como "hayas" existen innumerables individuos distintos. No
acostumbramos a diferenciar los matices de las emociones. Por
estas razones, los ejercicios tendrán que efectuarse, en su
mayoría, sin palabras. Y sin embargo al principio se practicarán,
precisamente, en lo diferente.
Lo que en el campo del pensar se llama "concepto" o "idea" puede
llamarse en el ámbito del sentir "forma de sentimiento o del
sentir" o "idea del sentir", de manera análoga a las expresiones
"idea musical" o "idea pictórica".

EJERCICIOS PARA EL SENTIR COGNOSCITIVO


Ejercicio 10
Traemos a la memoria emociones del mismo nombre que
hayamos experimentado —por ejemplo, diversos disgustos o
personas con quienes hayamos estado enfadados— y procuramos
tener la sensación de las diferencias entre los casos; diferencias

28
no sólo en la intensidad, sino sobre todo en la calidad. Pues
nuestro enfado no tiene el mismo estilo ni el mismo matiz en los
distintos casos. No importa cómo denominemos las diferencias,
podemos caracterizarlas con el nombre de la persona o del lugar
o del momento o darles un nombre cualquiera. A continuación,
traemos a la memoria otro tipo de emoción —por ejemplo, celos—
, comparamos dos o tres de tales vivencias en su "sabor", y luego
regresamos al primer tipo (enfado). Acto seguido nos ocupamos
de nuevo del segundo género de emociones —celos—, y así
sucesivamente, alternando siempre. En el primer regreso, las
diferencias de calidad serán, seguramente, más claras, más
plásticas, y puede suceder que en las repeticiones ulteriores
aumenten todavía de claridad. Hacemos este ejercicio,
sucesivamente, hasta que las vivencias de la calidad se repitan.
Los días siguientes lo probamos de nuevo. La diferenciación irá
en aumento.
Ejercicio 11
Procuramos experimentar las diferencias entre dos vivencias del
sentir cognoscitivo. Pueden ser sentimientos estéticos; podemos
elegir como ternas dos poemas, dos novelas, dos piezas
musicales, cuadros, u otras cosas por el estilo. Podemos
comparar dos estilos en la literatura, en la música, etc.; incluso
dos verdades que sintamos como verdades. Lo hacemos del
mismo modo que en el ejercicio 10.
Ejercicio 12
Las personas familiarizadas con las matemáticas, las ciencias
naturales o la lógica ya conocen el sentimiento de "por lo tanto'7.
Una prueba o un silogismo se desarrolla mediante premisas
llamadas "aceptadas" o fácilmente aceptables, tal como: A implica
B, B implica C, por lo tanto (se infiere) A implica C (no sin
condiciones). Como ejercicio, uno puede recorrer diversas
demostraciones y saborear este sentimiento en cada una y luego
en el comparar.
Ejercicio 13
Tomamos una vivencia del sentir del ejercicio 10, por
consiguiente, una emoción, y la comparamos con un sentir
cognoscitivo del ejercicio 11 ó 12. Esta diferencia es mayor en

29
calidad que en ambos ejercicios precedentes, pero éstos son
necesarios para la experiencia cabal.
Observación
En estos ejercicios empleamos la voluntad suave: dejamos venir
el recuerdo de las emociones y de las vivencias del sentir
cognoscitivo, y cuanto con mayor serenidad lo hagamos y cuanto
más las repitamos — las dejemos venir otra vez tanto más vivas
se vuelven. Preparamos este "venir otra vez" mediante las
imágenes mentales, imágenes del recuerdo al originarse las
emociones. Cuanto más vivas sean estas imágenes, tanto más
llenas de calor vital surgirán las vivencias del sentir.
Ejercicio 14
Tomamos nuevamente del pasado una escena emocional y
procuramos apreciar la intensidad de los sentimientos vividos
entonces y a la vez tener de nuevo la sensación cualitativa de
ellos, es decir, por ejemplo, el enfado específico en la pasada
situación. Cuando hemos encontrado lo cualitativo procuramos
averiguar basándonos en el sentir si nuestro comportamiento de
entonces, interior y exterior, fue proporcionado, adecuado, a la
situación. ¿No ha sido, tal vez, exagerado, no nos hemos
abandonado "un poco" (por motivos ocultos)? Por lo general
descubrimos posteriormente que nuestra agitación ha excedido el
grado adecuado de correspondencia.
Reflexión 17: ¿Qué es el grado adecuado de correspondencia en
una agitación?
En esta reflexión uno puede llegar a resultados sorprendentes.
Ejercicio 15
Uno puede procurar reducir la agitación al recordar una emoción.
Uno se da cuenta además de que la agitación misma, aún cuando
su causa no sea en absoluto personal —"no sucedió conmigo" — ,
lleva consigo un componente de sentirme, de egoidad, y que lo
excesivo ha surgido mediante este componente. Si a estos
ejercicios han precedido los ejercicios del pensar y representar o
éstos se simultanean con los ejercicios del sentir, la creciente
proximidad de la experiencia del uno-mismo — o esta misma —
ayuda a aplacar las agitaciones del sentir.

30
Repetimos la reducción de la emoción en diversos recuerdos, y
por lo general de la agitación difícilmente queda algo que no se
pueda seguir reduciendo más.
Ejercicio 16
El ejercitante habrá notado seguramente que en todos los
ejercicios del sentir se despierta y emplea un sentir cognoscitivo.
Ahora haremos uso consciente de él. Traemos nuevamente a la
consciencia sintiente un suceso emocional del pasado, lo
reducimos en la medida de lo posible y luego procuramos tener la
sensación de la calidad de la emoción que ha quedado y, con un
pensar concentrado que se ha desarrollado hasta la identidad con
el tema, nos sumergimos en esta calidad. Cuando este ejercicio
está bien preparado desde ambos lados — el del pensar y el del
sentir—, vivimos cómo el movimiento del pensar, más firme, al
sumergirse en la fluidez borboteante de la emoción, se disuelve
en ésta, se convierte en un sentir, que primero tiñe, por decirlo
así, la emoción y luego la transforma en una experiencia cog-
noscitiva. Esta cognición es muy difícil de expresar con palabras,
tampoco deberíamos intentarlo al principio —a fin de que la
vivencia quede libre de deformaciones—, sino simplemente dejar
que la vivencia del "¡ya caigo! ¡entendido!" en el sentir se ponga a
resonar y vaya extinguiéndose. Con el repetir reiterado, ya
llegarán las palabras.
Este ejercicio tiene múltiple valor. Por un lado aprendemos que
incluso una emoción es cognoscible, es decir, disoluble; esto no
significa el descubrir racional de una causa, el surgir de
conocimientos intelectuales, sino la tranquilización de las
emociones y su transformación en gestos interiores más
luminosos, más transparentes, cognoscitivos. Por otro lado
aprendemos a manejar las emociones, si bien, al principio, las
pasadas; pero esto es una preparación para tener una relación
diferente también con las emociones presentes. Aprendemos
además, en la práctica, que el pensar concentrado puede
transformarse bastante fácilmente en inteligencia sintiente.
Ejercicio 17
Remontándonos a la concentración del pensar y representar,
procuramos seguir aumentando la intensidad de la atención más
allá de la descrita vivencia del yo-soy, del llegar a ser uno-mismo.
Si la atención, como movimiento entrando en el tema, se ha

31
despertado "antes" de la imagen (o del tema), permanecerá
continuamente despierta durante la intensificación ulterior, es
decir, el yo-soy adquirirá duración —se transformará en "yo
espiritual" durante el ejercicio— y, en cualidad, se convertirá
cada vez más de pensar puro, vivo, en matices del sentir. La
transición es continua, es decir, no hay "etapas o niveles",
peldaños, pisos, que no permitirían una estancia intermedia. Sólo
por la estructura del lenguaje estamos obligados a hablar de
etapas o niveles, porque no podemos describir una continuidad
en su transición continua. Por esa razón, en las descripciones
tradicionales y otras se habla con respecto al mundo espiritual
de varios niveles de consciencia —cuatro, siete, nueve, doce, o
más— o de varias esferas cósmicas numerables.

Podemos esquematizar de nuevo los sucesos:

Bajo 1 y bajo 2 se pueden colocar, respectivamente, la primera y


la segunda vivencias del yo que llevan una denominación ("yo
espiritual" y "espíritu de vida", respectivamente). Esta "segunda"
vivencia es, comparada con la primera, un despertar anterior
(anterior, medido desde el tema), no habiendo que entender
"anterior", de nuevo, ni temporal ni espacialmente. Damos por
supuesto que 2 es una experiencia puramente sintiente, un
sentir inteligente y un uno-mismo que se siente, no como objeto,
tal como sucede en el sentirme, sino que, de manera análoga a
cómo en la primera vivencia del uno-mismo la atención pensante
pura se experimenta a sí misma, en la segunda se experimenta la
atención sintiente, donde está disuelto el pensar puro.

32
Para este sujeto que puede manifestarse durante el ejercicio, el
tema se muestra de manera no dualista, como identidad en
forma de una forma de sentimiento, tal cual se podría percibir el
mundo entero si este tipo de cons- ciencia tuviese duración. Así
vive el mundo el niño pequeño en una época temprana de su vida
— antes de que viva todo como acontecimiento—, como formas de
sentimiento o del sentir,, y también las culturas arcaicas tuvieron
esta experiencia.
Se puede conceptuar la segunda vivencia del yo y también las
experiencias entre la primera y la segunda como la percepción de
la fuerza que mueve la corriente de atención de manera que el
movimiento se convierta en el tema antepuesto. La fuerza motriz
del pensar/representar es el sentir. Si uno quiere dibujar una
imagen o pintar un cuadro, el lápiz o el pincel tiene que ser
guiado por el sentimiento del tema, de lo contrario la imagen o el
cuadro resultará una chapuza. Incluso una corriente de pensar
sólo se vuelve viva cuando es sostenida por un sentir cognoscitivo
como fuerza motriz.
Ejercicio 18
Si en el ejercicio de concentración se ha llegado varias veces a las
experiencias 1 ó 2, ya sólo raras veces ocurrirá que se sucumba a
una emoción. Pero desde antes, tras los ejercicios con situaciones
emocionales pasadas, se pueden intentar ejercicios con
emociones que probablemente acontezcan. Si sé que en un futuro
próximo voy a tener una conversación acalorada, puedo
prepararme para ella. No diseño un modo de comportamiento,
sino que procuro preparar mi estado de concentración, a saber,
concentrándome en temas que no tengan nada que ver con la
conversación. Si existe la disponibilidad de la atención, me
propongo entrar voluntariamente en la emoción que
probablemente me espera, salir a su encuentro, tal como se entra
en un mar con grandes olas. No espero hasta que el oleaje me
alcance, sino que entro activamente en él. El resultado puede
consistir en que viva plenamente la emoción, sí, pero que ella no
me domine o no me domine del todo... mi cabeza permanece por
encima del agua. Puedo también tratar de acordarme —por los
ejercicios precedentes con situaciones pasadas— del "ahorro" de
la intensidad emocional y procurar aplicar todas las experiencias
de tales ejercicios a las emociones presentes, actuales. De este

33
modo comienza una fase de la ejercitación que tiene lugar en la
vida cotidiana.
Observación
Cuando pensamos/representamos algo por medio de los
ejercicios de concentración, primero elevamos por un momento a
la presencia de la consciencia un pensamiento o una
representación del pasado, y esto se logra por lo general sin
dificultades. Éstas sólo comienzan, en realidad, cuando
queremos retener el recuerdo. El que podamos traer al presente
algo del pasado muestra que nuestra naturaleza, la atención,
está presente sin que la experimentemos directamente. Desde
esta presencia supraconsciente disponemos de lo pasado, de las
imágenes, de los pensamientos, de los objetos. El sentir, empero,
no tiene en realidad pasado: cuando vivimos un sentir, o sea una
emoción, ésta está presente sin interrupción. De ahí que no se
pueda traer al recuerdo, es decir, a la presencia, una emoción,
simplemente como un pensamiento — como un objeto— sobre el
cual uno fija su atención, sino que se tenga que emplear el
pensar/representar para evocar la situación en que se ha vivido
la emoción. Esto es a veces bastante difícil y puede suceder que
no se logre.
Reflexión/Meditación 18: Los sentimientos sólo existen ahora.
Ejercicio 19
Ponemos un dedo índice en posición vertical y nos concentramos
de manera sensitiva en él. Abandonamos el pensar/representar y
procuramos sentir el dedo. No lo miramos y prescindimos de todo
lo que sabemos anatómicamente o de otra manera sobre el dedo.
Sólo prestamos atención a las sensaciones durante tres a cinco
minutos aproximadamente.
Si hacemos este ejercicio exactamente según la instrucción arriba
indicada, notamos que en absoluto experimentamos el dedo
mismo, no tenemos la sensación de él ni como totalidad ni en sus
partes (huesos, músculos, articulaciones, piel, nervios), sino de
una sensación que envuelve al dedo en todas las direcciones de
manera parecida a un vendaje, y los límites de esta envoltura no
están claros en el espacio, se desvanecen. Incluso se puede tener
la sensación de que el dedo es mucho más grueso, acaso también
mucho más largo, de lo como lo conocemos.

34
Reflexión/Meditación 19: Sólo de una sensación se puede tener la
sensación.
Ejercicio 20
Lo que en. el ejercicio 19 experimentamos como sensación puede
extenderse sucesivamente a todo el cuerpo. Primero tomamos un
"brazo colgando libremente, después los dos brazos. Si la
atención sensitiva oscila de uno a otro, nos ayudamos con la idea
o la imagen de que ambos brazos estarían unidos por un listón
de madera o una cuerda. Luego procuramos sentir de pie,
comenzando por los pies, y tratamos de hacer subir la sensación
lentamente por todo el cuerpo. La sensación no es cognoscitiva,
sólo es una vivencia concentrada del sentirme en que vivimos
desde la infancia.
Reflexión 20: Lo que se llama sensación corporal es una envoltura
sensitiva o de sensación que rodea el cuerpo.
En estos ejercicios se puede vivir, pura e intensamente, la
sensación del mí en tanto que ésta se refiera al cuerpo. También
existe un sentirme puramente anímico, tal como la envidia, la
vanidad, y cosas semejantes. Volveremos sobre el particular.
Con habilidad cada vez mayor en estos ejercicios se puede guiar
la atención incluso al interior del cuerpo. Se llega al mismo
resultado: tampoco en este caso percibimos partes del cuerpo,
sino la sensación que las envuelve.
Observación
El sentido de todos los ejercicios que atraen la atención sobre el
cuerpo o sobre partes del cuerpo es y era originalmente dejar que
al ejercitante se le aclare (empíricamente) que las experiencias del
cuerpo no las hace el cuerpo, sino un sujeto independiente del
cuerpo. Hasta qué punto se experimenta este sujeto, el testigo
mismo, durante los ejercicios depende siempre de la intensidad
de la atención. Cuanto menos desarrollada esté la envoltura de
egoidad, tanto más fácilmente destellará el ser o ente que
experimenta.
Ejercicio 21
Con la múltiple repetición de los dos ejercicios precedentes nos
percataremos paulatinamente de un segundo sentimiento: un

35
sentir que observa. Pues está claro lógicamente que ni el cuerpo
ni la sensación vivida son el sujeto de estas experiencias; pero el
sujeto real permanece por lo general oculto detrás de la
experiencia objetiva (detrás de todas las experiencias de objeto).
De ahí que en la tradición de todas las culturas antiguas fuese
un fin que el experimentador no corporal de los ejercicios
corporales, o de los ejercicios que incluían al cuerpo, se
descubriera a sí mismo.
Concentrando la sensación en el cuerpo o en sus partes se puede
captar bastante agudamente la calidad del sentirme. Ahora
procuramos prestar atención a la vez al sentir que experimenta, a
la sensación del sujeto. Luego podremos comparar ambas
sensaciones y elaborar cada vez más, sin conceptos ni palabras,
la diferencia en nuestra naturaleza sensitiva.

Ejercicio 22
Hacernos un ejercicio del pensar/representar, tal como el
ejercicio 7, y lo llevamos lo más lejos posible, por lo menos hasta
la experiencia de identidad: nosotros llegamos a ser el tema. Al
mismo tiempo procuramos sentir la calidad del experimentador
dentro del ejercicio, es decir, sin que se abandone la identidad.
Luego evocamos una emoción del pasado, nos sumergimos
intensamente en ella y a la vez procuramos vivir también en este
instante al experimentador en su calidad. Si resulta,
comparamos en el sentir, sin conceptos ni palabras, las dos
calidades de sujeto.
Ejercicio 23
Uno de los "ejercicios complementarios o colaterales" (esto es,
colaterales al meditar) que recomendaba Rudolf Steiner es
ecuanimidad. Igual que en algunas otras tradiciones,
ecuanimidad de ningún modo significa indiferencia o
comportamiento flemático ni tampoco que se eviten, repriman,
las manifestaciones exteriores de las agitaciones del sentimiento.
La esencia de este ejercicio es, más que nada, que se procure
evitar lo exagerado, transformando, en parte, lo emocional en
sentir cognoscitivo. Uno aspira a no dejarse arrastrar
automáticamente, como por un estímulo irresistible, a un ímpetu

36
emocional, sino a participar en tales situaciones con compasión,
simpatía y amor. El sentir cognoscitivo es tranquilizador y
sanador. La finalidad no es un frío desinterés, sino una
sensibilidad intensificada13.
Ejercicio 24
Un segundo ejercicio de los llamados ejercicios colaterales se
llama "imparcialidad". Como todos los ejercicios, también el
mencionado puede ser profundizado ilimitadamente y es, en este
sentido, como una introducción a un gesto interior: el asombro.
Imparcialidad quiere decir no sólo desprenderse de ideas
preconcebidas, opiniones arraigadas, pensamientos desiderativos
— de todo lo que pueda inducir a error al sano pensar
cotidiano—, sino también prepararse para un nuevo comprender.
Cuando nos confronta lo desconocido, lo sorprendente, lo increí-
ble, nuestro primer impulso es querer comprenderlo con
conceptos que nos son familiares. Con demasiada ligereza es
enviado entonces a un cajón preparado desde hace tiempo. Si
presenciáramos la resurrección de un muerto ¿la aceptaríamos
como tal? ¿O enseguida tendríamos listos algunos argumentos
que "explicaran" lo presenciado, lo redujeran a un proceso
natural y de este modo escamotearan su carácter milagroso?
El ejercicio puede ser muy exigente, por cuanto que el ejercitante,
al encontrarse con lo extraordinario, procura no aplicar sus
conceptos preparados al instante, su red conceptual ya formada,
sino retenerlos. Dicho de otro modo: detener su pensar. Esto es,
en sí, casi imposible, a no ser que al pensar conceptual lo
sustituya otra cosa: los inicios de un sentir cognoscitivo. Estos
inicios no equivalen a un conocimiento, sólo a la disposición o
disponibilidad no tendenciosa del sentir: un sentir vacío en que,
sin embargo, son perceptibles los gérmenes de una cognición
sintiente. Es obvio que esta fase de la ejercitación presupone un
amplio dominio de la vida del pensar y una preparación de la vida
del sentir cognoscitivo.
En este sentido, imparcialidad es disposición libre de formas,
libertad respecto de formas del pensar, del sentir y volitivas del
pasado, de todo lo antiguo que no se disuelve en facultades,
disposición para llegar a conocer algo como totalmente nuevo,
mediante un nuevo acceso... en cualquier nivel.
Observación

37
En una serie de conferencias con el título Die Welt der Sinne und
die Welt des Geistes [El mundo de los sentidos y el mundo del
espíritu]14, Rudolf Steiner muestra cómo la realidad del mundo
creado puede ser vivida en lo físico como "voluntad activa u
operante" detrás de la cual se experimenta " sabiduría activa u
operante" como sentido o significado, ambas, mediante la
facultad cognoscitiva intensificada. Esto significa, ante todo, un
yo o uno-mismo intensificado que está consciente de sí mismo,
de lo contrario, la "cognición superior" no tendría sujeto. Este
sujeto no está dado, tiene que desarrollarse mediante ejercicios
de consciencia desde la realidad dada del yo cotidiano, es decir,
desprenderse de la identidad con las funciones anímicas —
pensar, sentir, querer—, de manera que, por decirlo así, pueda
mirarlas desde fuera. El camino que conduce a este uno-mismo y
los frutos cognoscitivos de éste tienen inequívocamente carácter
sintiente, tal como también la realidad cobra carácter volitivo y
sintiente. "Activo u operante" (waltend) alude al carácter de
proceso de esta realidad.
Reflexión/Meditación 21: La realidad es sentible.
El camino descrito consiste en cuatro gestos interiores que
conducen gradualmente a la finalidad mencionada: Asombro
(Staunen), Veneración (Ehrfurcht) ante la realidad y la verdad,
Sintonía (ln-Einklang~Sein) con el acontecer universal (con la
realidad universal), y Entrega (Ergebenheit) al curso del universo.
Las tres primeras actitudes son de carácter sintiente, la cuarta
emana del sentir y toca la esfera de la voluntad. Este camino es
apropiado para el ejercitante que ha pasado por el pensar puro y
por ejercicios del sentir relacionados con el pasado y además los
ha emprendido en una situación vital actual.
Ejercicio 25
El asombro o admiración es la condición previa de cualquier
conocimiento original: el quedar libre de los elementos del
pasado. Con ello no se quiere decir, por supuesto, que éstos
hayan sido inútiles o que uno pueda simplemente olvidarlos o,
por decirlo así, borrarlos de la pizarra. Lo que es muy importante
aquí es el proceso de disolución de las vivencias en facultades...
dicho sea de paso, una cuestión básica de cualquier pedagogía.
El asombro no se puede causar mediante una decisión de la
voluntad, sólo es posible remover los obstáculos ante el asombro.
A ello conduce también el ejercicio de la imparcialidad, y la calma

38
o quietud interior. Ésta es, en su elaboración intensa, un silencio
interior, el enmudecer del diálogo interior que de ordinario
sostenemos constantemente con nosotros mismos, así como el
detenerse del flujo de conceptos con que vamos al encuentro de
todo lo que penetra en nuestra consciencia y con que juzgamos
rápidamente todo.
La imparcialidad es uno de los ejercicios que conducen a la
facultad del asombro, el otro es: la libertad respecto de
suposiciones. Aun cuando hayamos aprendido a evitar el uso de
nuestro repertorio conceptual, acarreamos sin querer y
tácitamente muchas suposiciones. Una de ellas es que, tal cual
somos ahora mismo, somos capaces de comprender el fenómeno
que se nos acerca. Todo nuestro pasado, nuestra educación, las
circunstancias de la vida, el estilo de vida, los influjos culturales,
forman parte de las "suposiciones", incluida la lengua en que
vivimos. Es evidente que la purificación del pensar, si tiene
suficiente calado, puede modificar incluso estas "suposiciones".
El asombro no es ni siquiera como un germen del comprender,
sino como la buena tierra — das "gute Land" de Lutero— en que
puede caer la semilla para germinar. Uno puede asombrarse de
todo si los obstáculos mencionados y tal vez: también otros que
hayamos acumulado a lo largo de la vida están removidos. El
niño pequeño aún no tiene estos obstáculos: el asombro es
natural para él. Cuando el asombro ha renacido en el adulto, éste
es capaz de comparar los diversos matices del sentir en el
asombro.
Ejercicio 26
La veneración o respetuosa devoción a lo que se ofrece al pensar
nace del asombro como una actitud natural ante lo que es mayor,
que uno no comprende y por eso tampoco puede producir. Sin
embargo, existe, sin mi intervención, e incluso se muestra: ésa es
la naturaleza de la creación, se muestra para ser comprendida.
Reflexión/Meditación 22: La creación no está oculta.
Tal como para el asombro, casi todo existe para la veneración. La
esencia de la veneración es, tal como en el asombro y en los dos
ejercicios siguientes, la retención de la intervención del pensar
autónomo. Se indica la virtud necesaria para cualquier cognición
superior: saber esperar. El esperar no es pasividad, tampoco un
probar, ni un presentimiento, y por eso es tan difícil; es una

39
disponibilidad o disposición sin finalidad, sin anticipar una direc-
ción, sólo un ofrecer sitio a lo que viene.
La veneración, tal como el asombro, del que se origina como
naturalmente, no es cognición, sino preparación, un retroceder
ante lo que se ha de llegar a conocer. El mismo movimiento hacia
atrás encontramos en los dos estados anímicos siguientes que
describe Steiner, pero también en la concentración profunda,
donde la atención puede experimentarse a sí misma cada vez
más allá antes de la imagen o del tema, es decir, se mueve hacia
atrás en dirección a su fuente.
Ejercicio 27
Ponerse en sintonía o concordancia con las leyes universales,
como tercera actitud anímica, es una adaptación, o con el
término de Tomás de Aquino, una adecuación (adaequatio), en la
dirección del llegar-a~ser-eso, del volverse-idéntico a lo que uno
se propone llegar a conocer. No sabemos a qué nos adaptamos,
sino que, en el sentido de Sto. Tomás, la adecuación es mutua: lo
que se llega a conocer se adapta a nosotros, a nuestro gesto
cognoscitivo, y nosotros, con este gesto, nos adaptamos a ello. Es
un mutuo irse acercando uno a otro, puesto que estos dos
componentes del mundo están sintonizados uno a otro15. Lo que
entonces llegamos a conocer es el resultado de los dos
movimientos. Esta adaptación es preparada en el sentir mediante
la sintonía con las leyes universales. El pensar es retenido para
que las cosas se manifiesten, y éstas sólo se manifiestan a la
mirada respetuosa. Entonces puede comenzar el escuchar, con el
cual el "cognoscente" va al encuentro del hablar de las cosas. La
sintonía deja que este hablar resuene, deja que el sentir sea
influido por las "cosas", el sentir que luego podrá guiar al pensar
en la expresión de lo escuchado. La cualidad de las cosas que se
vuelve activa en esta actitud anímica es su "verdad". En el
sentido de Tomás de Aquino —y según el uso lingüístico medieval
e incluso anterior—, verdad es la facultad de las cosas de revelar
su significado, porque ellas tienen un significado, es más: porque
ellas son significado, y éste resplandece, hacia el alma preparada,
como la luz de las cosas.
Reflexión/Meditación 23: La actualización [realización o devenir
reales] de las cosas es su luz misma (Tomás de Aquino).
Lo que arriba se llamó "ley universal" es la luz de las cosas.

40
Ejercicio 28
Entrega al curso del universo se llama la cuarta disposición
anímica. Las cuatro son necesarias antes del pensar y lo
preparan cuando ha de entrar en contacto con la realidad.
"Entrega" quiere decir que el alma espiritual, el alma
cognoscitiva, se deja moldear por lo que desde la cosa — ésta
puede ser también lo no material, un pensamiento— resplandece
hacia ella. Aquí debería uno recordar que la "cosa" es un
resultado de la adaptación mutua del "cognoscente" y de lo que
se llega a conocer. Lo que se deja moldear se puede llamar la
voluntad invertida, receptiva16. Con ésta afronta el niño pequeño
primeramente el mundo, y el adulto procura restablecer, con
consciencia del yo, esta voluntad moldeable. La persona se
abandona totalmente en la entrega, después de que ha hecho lo
posible para dejar que la realidad se acerque. Le resulta indi-
ferente que ella u otro reciba el conocimiento, incluso, que éste se
efectúe.
Observación
Las cuatro disposiciones anímicas descritas tienen rasgos
comunes: el ser humano retrocede ante lo que se le acerca, no
interviene, aprende a esperar activamente. Ésta es la mayor
actividad, el retener. Este esperar es el madurar personal, es
abandonar la mencionada "suposición", profundamente
enraizada, de que, tal cual soy, soy capaz y digno de comprender
todo, de llegar a conocer la realidad. El "retroceder" tiene dos
consecuencias: por un lado, el (futuro) verdadero yo o uno-mismo
sale de la mezcla con las funciones anímicas, llega a ser su
"testigo", el que las experimenta por dentro; por "fuera" uno no
puede experimentar las funciones anímicas, sólo usarlas, pues
uno está en ellas, sin distancia. Por otro lado, la atención
sintiente inteligente, con la que tienen que ver los cuatro estados
anímicos, se "vacía" más, paso a paso; dicho de otro modo: llega a
ser una atención sin objeto y no obstante activa. Éste es el
rumbo general de la evolución: una facultad se desarrolla en
objetos, temas, para después, libre de ellos, poder captar todos
los objetos e incluso crearlos. Las facultades están libres de las
formas con las que tienen que ver de manera receptiva o
productora.
Reflexión/Meditación 24: Las facultades están libres deforma en
su propio campo.

41
Para esta libertad es necesario, para poder sostenerla y para ser
su sujeto, un uno-mismo en cada nivel. Las "facultades" están
limitadas a un campo (por ejemplo, la música, la pedagogía); al
uno-mismo conduce la experiencia de la facultad general, la
atención vacía, de la cual nacen, por restricción o selección, las
distintas facultades específicas.
El camino descrito puede ser caracterizado también como el de la
pureza de las funciones anímicas. Pureza quiere decir estar libre
de formas, objetos, temas, pero sobre todo también estar libre del
sentirme, que es el fundamento de la egoidad y además el primer
objeto con el que La entidad del ser humano se mezcla en parte:
la "suposición" más tenaz de todas.
Al ser humano que ha desarrollado el vacío del sentir hasta la
" entrega al curso del universo" y a la vez ha realizado el uno-
mismo correspondiente en la atención vacía sintiente, el mundo
de la percepción le aparece transformado. Si a la realidad dada se
la llama "mundo físico", que percibimos con la ayuda de los
sentidos (no a través de ellos), no es en éste donde se opera una
transformación, sino que a la percepción sensorial se asocia, de
manera inherente, una realidad-existente de significado. Tal
como las letras, la impresión gráfica, no sufren una transforma-
ción cuando alguien ha aprendido a leerlas.

42
TERCER PRELUDIO

No sabemos cómo pensamos. De ese modo, todo nuestro saber


está truncado. Pero tampoco sabemos cómo hablamos, cómo nos
movemos, cómo ejercemos la voluntad, qué es el sentir, quiénes
somos... No experimentamos nuestra atención, con la que
experimentamos todo lo demás. No conocemos nuestra propia
biografía... de lo contrario no tendríamos problemas en la vida.
No sabemos nada de nuestro propio destino, no conocemos el
valor de las vivencias individuales, no sabemos nada de la vida y
la muerte, del universo, de su comienzo y su fin...
Lo que hagamos, no hagamos, pensemos, no pensemos, todo está
hecho con la voluntad: ¿qué sabemos de la voluntad?

43
III

DEL SENTIR A LA VOLUNTAD

Pensamientos sobre la voluntad

Cuando el sentir cognoscitivo está a punto de despertar o ya está


despierto, el mundo sufre un cambio en la mirada sintiente, en
todos los ámbitos sensoriales y en el pensar. Todo aparece como
voluntad sentible, no sólo las cosas sino también los
pensamientos. Las cosas quieren ser las cosas que son, e
igualmente los pensamientos e incluso los sentimientos. No es la
voluntad de las cosas, de los pensamientos y de los sentimientos:
ellos son voluntad, y esta voluntad pertenece, finalmente, como
toda voluntad, a alguien.

Cuando hacemos algo con materiales preexistentes, nuestra


voluntad está activa en el formar, modelar, ensamblar. Una vez
que la "cosa" —puede ser también un pensamiento — esté hecha,
el yo modelador, su voluntad, se desprende de la cosa hecha y
entrega lo formado a una voluntad permanente, guardadora,
operante, cuyo efecto sentimos, por lo general, como "ser", como
si la cosa, una vez creada, poseyese un "ser".

Los niños pequeños y los pueblos arcaicos tienen la vivencia de


esta voluntad formadora y guardadora en la creación; nosotros
podemos, primero, pensarla, avistarla con el pensar.

Reflexión/Meditación 25: Todo es voluntad.

Todo lo que tiene forma —incluso la forma del pensamiento, la


forma del sentimiento— está hecho de voluntad. En el percibir —
de carácter sensorial o espiritual — vivimos por un momento esta
voluntad, ésta refulge de todo lo que tiene forma, y moldea
nuestra atención a lo que percibimos. No podemos actuar con
nuestra voluntad en sentido contrario: si algo es azul y cuadrado,
no podemos verlo rojo y redondo, por más que nos esforcemos.

Los niños pequeños y los seres humanos arcaicos viven la


voluntad de las cosas porque la experimentan como luz que tiene
sentido, luz sentible, a la que presentan una voluntad invertida,

44
moldeable... "Hágase tu voluntad", ésta es mi voluntad; con ésta
se adaptan al curso del universo.

El adulto actual no puede querer la voluntad receptiva,


provocarla intencionadamente; ésta puede surgir en él cuando se
encuentra con lo que es mayor que él y se abre a ello. Esto ocurre
por lo general en un campo específico, tal como la música, la
dramaturgia o una ciencia. Así sucedía también en las culturas
arcaicas: uno era capaz de manejar los metales, otro las plantas,
un tercero las enfermedades, etc. El sacerdote-rey era
competente en varios campos.

La voluntad primordial receptiva tiene una cualidad observable


en el niño pequeño: lo que es recibido mediante ella, el niño lo
puede reproducir activamente. De ordinario llamamos a este
fenómeno "imitación". De ningún modo es un querer imitar
consciente. Lo que ha entrado en la voluntad receptiva
moldeándola, el niño lo puede reproducir. Así "aprende" a hablar.
Por un lado puede reproducir los sonidos, las palabras, las
frases, tan exactamente como los ha escuchado; por otro lado
experimenta en el sentir la intención del habla del hablante y de
ese modo, directamente, el significado de lo hablado, y puede así
"comprender" el sentido de las palabras y las frases, de los giros
gramaticales, y usarlos apropiadamente.

El adulto conserva la moldeabilidad infantil, que llega hasta la


corporalidad, en el terreno del hablar y cantar: una altura del
tono, un sonido nunca empleado o escuchado, una palabra de
una lengua extranjera, pueden ser reproducidos inmediatamente,
sin ejercitar, tan exactamente como uno los haya oído. La
pregunta, rara vez hecha, ¿cómo saben las cuerdas vocales, los
órganos de la voz, cómo se reproduce lo que se percibió con los
oídos?, se puede responder con la moldeabilidad de estos ámbitos
corporales: las cuerdas vocales, los órganos de la voz, ya
participan silenciosamente en la audición.

Lo mismo sucede en cualquier otro ámbito de facultades.-Quien


puede acoger la música con su voluntad cognoscitiva, moldeable,
llega a ser compositor. Quien la acoge con el sentir puede llegar a
ser músico.

En el hablar, el cantar, en toda actividad artística, se manifiesta


una peculiar voluntad doble. La voluntad consciente en la

45
atención está ocupada con el contenido de lo que uno dice, con la
música, con los temas del arte, está fijada sobre ello. La voluntad
corporal que traslada lo intencionado, mediante el hablar, el
tocar un instrumento musical, etc., al mundo de la percepción es
supraconsciente. No sabemos cómo operan los órganos de la voz,
tampoco cómo se mueven las manos y los brazos durante una
actividad artística, aun cuando hayamos aprendido de manera
consciente esta actividad; cuando ha llegado a ser facultad, la
actividad entra en lo supraconsciente.

Esta voluntad expresiva es la continuación de la voluntad


receptiva y a la vez reproductora infantil. En todas las actividades
mencionadas se puede notar bien la parte receptiva, la
inspiración configuradora. Así sucede también durante el hablar
artístico, mientras que, en la vida cotidiana, el contenido de lo
que uno dice puede proceder de diversas fuentes no inspiradas.
De todos modos, incluso aquí los movimientos de los órganos de
la voz que ejecutan el hablar siguen siendo supraconscientes.

La descrita voluntad expresiva, supraconsciente, doble, es usada


en las actividades de expresión corporal. La mayoría de los
movimientos corporales no sirven para la expresión, sino para
una finalidad. Podemos llamarla voluntad de trabajo o de
utilidad. Mediante ella movemos nuestras extremidades cuando
comemos con tenedor, cuchillo y cuchara, arrancamos la mala
hierba, conducimos el automóvil, etc. Primero aprendemos de
manera consciente estos movimientos, más tarde pueden
convertirse en rutina; así y todo, estos movimientos se diferen-
cian de los gestos expresivos en dos rasgos: la atención tiene que
permanecer siempre, al menos en parte, en el movimiento
corporal, y los movimientos no sirven para expresar o comunicar
algo, no tienen mensaje.

Ambos tipos de voluntad tienen en común que no sabemos cómo


se efectúa el movimiento corporal; en la voluntad de trabajo
conocemos la forma del movimiento y conocemos de manera
consciente el movimiento; en la voluntad expresiva o no
conocemos la forma del movimiento (hablar) o no estamos
interesados primariamente en ella (arte), estamos interesados en
el "mensaje", que falta en la voluntad de utilidad.

La voluntad expresiva, en contraste con la voluntad de trabajo,


no está acompañada del sentirme y no se vuelve automática. El

46
sentimiento del mí surge en la voluntad de trabajo mediante el
sentido del tacto. Éste actúa también., por ejemplo, mientras se
toca el piano, pero la atención se ocupa de los dedos sólo de
manera periférica, está fijada sobre la música. Cualquier
movimiento artístico es como jugar, sin esfuerzo y está
acompañado de una atestiguación implícita durante la cual el
testigo no es el planificador del movimiento17.

Hay actos interiores de la voluntad que no desembocan — o que


sólo secundariamente desembocan— en movimientos corporales,
tales como pensar, recordar, comprender, presentir, aprender,
resolver problemas. Evidentemente, uno no puede "querer" estas
actividades con una voluntad de finalidad, uno las deja hacer,
uno deja que el pensar se mueva, le da una leve, cuidadosa,
conducción, uno deja que los recuerdos vengan, tal como deja
que el comprender o un presentimiento vengan; la voluntad dura
(de utilidad) sería, y es a veces, una evidente traba. Las
actividades volitivas interiores son facultades específicamente
humanas que son tan poco hereditarias como el hablar. Estas
actividades interiores son guiadas por una voluntad receptiva, de
ahí que uno no pueda ni tenga que señalar a la voluntad lo que
ha de hacer, por ejemplo, lo que ha de pensar o recordar; si uno
lo hiciese, eso ya estaría pensado o recordado. Sólo aproxima-
damente indicamos la dirección a la voluntad. Así como las
facultades de actividades volitivas interiores, tampoco los gestos
expresivos son de naturaleza biológica, es decir, no son
hereditarios: sólo se desarrollan en el entorno humano normal y
su forma está condicionada culturalmente18.

En virtud de los rasgos característicos que se describieron aquí


debería poderse comprender por qué a la voluntad expresiva y a
la voluntad receptiva las llamamos voluntad suave, y a la
voluntad de utilidad o de finalidad o de trabajo, voluntad dura.

Tal como todo lo que tiene forma, también el cuerpo humano


consiste en voluntad. Las fuerzas volitivas que mueven el cuerpo
según la voluntad del yo se independizan del cuerpo físico por
influjo del yo. El yo es la fuente de los gestos comunicativos, que
son movimientos específicamente humanos, tales como el
contacto visual, el sonreír, el erguirse, el andar, el hablar.
Paralelamente a ellos se desarrollan las correspondientes
actividades volitivas interiores, en parte, anónimas.

47
Cuando la actividad expresiva se efectúa por impulso interior, no
inducida desde fuera o por una emoción, por la egoidad, está más
cerca del verdadero yo. Éstos son actos libres, creadores, que se
reciben intuitivamente (por amor). De ahí que estas actividades
sean siempre atestiguadas simultáneamente: el pensar es
comprendido, al cantar uno oye antes (y también
posteriormente), al señalar sabemos dónde señalamos, durante
cualquier actividad artística está activo antes un representarse la
actividad y posteriormente —si la vanidad no influye— una
revisión de la misma.

La unión original del yo con el cuerpo se efectúa mediante los


gestos expresivos. Todo lo demás que se pineda observar en el
niño pequeño en forma de reacciones pertenece al dominio del
cuerpo sensitivo, de un automatismo sintiente que gobierna los
procesos biológicos según el sentir, sin intervención consciente.
Su expresión corporal es el sistema nervioso vegetativo. Por
ejemplo, si sentimos peligro, cambian la química de la sangre y
del cerebro, el pulso, la presión arterial, etc.

La primera voluntad en el desarrollo del niño y de la humanidad


es la voluntad receptiva-imitadora; la segunda, la voluntad
expresiva; la tercera, la voluntad de finalidad.

La primera voluntad actúa en el niño pequeño, en la humanidad


primitiva y en los momentos de genialidad, La segunda voluntad,
en su doble función, puede ser usada diferentemente. Puede
actuar desde el yo de manera puramente comunicativa —es
decir, creadora—, pero también puede ser abusada en interés de
la egoidad. La tercera voluntad es siempre corporal y sirve para la
utilidad o el trabajo. El trabajo es inevitable desde la caída o
pecado original, el cuerpo no es sólo, como órgano de expresión,
signo de significados cambiantes, sino que también tiene
necesidades y a éstas va dirigido todo aquello a lo que se dedica
el ser humano como actividad no comunicativa. La voluntad de
trabajo puede "suavizarse", acercarse a la voluntad expresiva, al
hacerse rítmicos los movimientos y ser acompañados de música o
canto, o realizándose una actividad de la fantasía paralelamente
a los movimientos de trabajo. Representándose el éxito pueden
estimularse rendimientos corporales que serían imposibles sin la
imagen de representación. Con estas medidas, el ser humano
procura adjudicar un significado a la voluntad dura, asemejarla a
la voluntad suave. Volveremos sobre el particular,.

48
En los tres ámbitos, el del pensar, el del sentir y el del querer,
hay formas más o menos fijas, por lo general una mezcla de las
tres funciones anímicas. Así, en toda forma de adicción, el acto
de satisfacción está unido siempre, al comienzo, a una
representación; ésta evoca en el sentir el recuerdo del placer, por
lo que se provoca el impulso volitivo de realizar el acto
representado. Debido a que la adicción consiste en la repetición
del acto, las formas se vuelven cada vez más fijas y son cada vez
más difíciles de disolver.

PENSAMIENTOS SOBRE LA VOLUNTAD EN LOS EJERCICIOS DE


ATENCIÓN

Todo ejercicio es ejercicio de voluntad, incluso el ejercicio de


concentración (pensar/representar). El objetivo es incluir en el
ejercicio a la voluntad de modo que ésta no quiera el ejercicio
desde fuera. La ejercitación comienza con los ejercicios del
pensar/representar debido a que sólo esta actividad interior es
autónoma. Normalmente, no se empiezan estos ejercicios por sí
mismos, sino "con el fin de...". En ese caso la voluntad está
todavía fuera del ejercitar. Mientras esto continúe así, el ejercitar
será una obligación desagradable, aunque elegida por uno
mismo. En las actividades creadoras la voluntad está dentro, de
ese modo la actividad se convierte en alegría... el hacer, no el
resultado. Esta transformación puede efectuarse también en los
ejercicios de consciencia cuando el estado de concentración
alcanza cierta intensidad, cuando el pensar/ representar se
vuelve tan intenso que la mayor parte de la atención desemboca
en el hacer. Esto no sucede al comienzo.

La aparición de la alegría es al mismo tiempo la transición a la


actividad improvisadora de la atención. Esto significa que el
recordar pasa cada vez más a segundo término y da lugar al aquí
y ahora, donde cada pensamiento y cada imagen se han
transformado en pensar e "imaginar", en lo que tiene carácter de
proceso, aun cuando posteriormente pueda comprobarse que lo
improvisado no se distingue considerablemente de los ejercicios
precedentes en el contenido. Purificación significa moverse hacia
el estado- sin-objeto de una facultad hasta el extremo de poder
ésta mantenerse más o menos sin objetos; y estado-sin-objeto
significa atención receptiva —la voluntad invertida—,una
atención que está vacía y, no obstante, concentrada. Mientras las
formas subconscientes del pensar, sentir y volitivas sean

49
persistentes o simplemente existan, penetrarán en la consciencia
como asociaciones si ésta tiende a vaciarse prematuramente, es
decir, en un estadio en que aún no está suficientemente pura. En
los ejercicios de atención, después de cierto punto no hay nada
más a qué aspirar, sólo se trata de permitir que eso venga. Este
punto es difícil de describir o de determinar; su característica es
que la atención, sin "quererlo", permanece en el tema, o que el
estado de concentración empieza a crecer por sí solo. Esto tiene
por condición que se alcance cierto grado de identificación con el
tema, cierta exclusividad y profundidad de la atención en el tema,
análogamente a lo que podría pasar si la atención se abandonara
a un tema interesante, atractivo. Todo esto sólo son diversas
descripciones paralelas del mismo estado. Cuanto más intuitiva y
más pura se vuelva la atención, tanto más entrará la voluntad en
el pensar. Pero el pensar se disuelve en el sentir cognoscitivo: la
voluntad entra ahora en este sentir. Si la intensidad de la
atención sigue creciendo, el sentir se transforma en querer... en
voluntad receptiva, que entonces es moldeable como por fuera:
por aquello que, durante la meditación, puede experimentarse
como significado superior detrás del significado más inmediato
del pensamiento, imagen, objeto natural, etc.

Al principio, la intensidad y la pureza respecto de la atención


parecen ser contrarias. Comúnmente, la atención intensa puede
presentarse con respecto a un tema. Así sucede en los ejercicios
de atención hasta el punto crítico de la vivencia de identidad con
el tema. De ahí en adelante, el hacer — el proceso de atención—
se vuelve cada vez más interesante 'porque se experimenta. Con
ello, la corriente de atención experimentada se vuelve también
cada vez más pura. La corriente desemboca en el tema, pero la
experiencia ya tiene lugar antes de este desembocar, es decir, se
experimenta una atención cada vez más pura.

Reflexión/Meditación 26: La identidad alimenta el flujo de aten-


ción.

50
EJERCICIOS DE LA VOLUNTAD

Ejercicio 29

El segundo "ejercicio complementario o colateral"19 ocupa a la


voluntad. Consiste en que, en un momento fijado de antemano,
uno ejecute una acción corporal que sea "superflua", es decir,
que uno no realizaría por ninguna otra razón: no es útil. Por
ejemplo, uno saca su anillo del dedo y se lo pone otra vez, o uno
cruza diagonalmente la habitación y vuelve al punto de partida.
Lo mejor es fijar cada día el momento de hacerlo al día siguiente,
quizá incluso la acción que se va a ejecutar, pero ésta puede
seguir siendo la misma mientras no se efectúe de manera
rutinaria.

Como todo ejercicio, hay que realizarlo con la atención


concentrada. Esto significa que uno sigue su desarrollo de
manera cada vez más consciente. El que la actividad no tenga
una finalidad práctica contribuye a ello, pues de este modo la
atención no está bajo la presión del resultado, puede dedicarse
por completo al proceso. Mediante el estado de concentración se
excluye cualquier automatísmo, cualquier movimiento rutinario,
incluso durante el hacer repetido: uno planifica y controla los
menores detalles en la ejecución. Cuanto más concentrada se
vuelve la atención; tanto más se viven de manera transparente
todos los sucesos en la consciencia: el testigo verdadero se vuelve
cada vez más presente. Llegamos a experimentar: vigilancia,
plena consciencia, atención es voluntad. Cuanto más se
experimenta el pequeño acto de voluntad, tanto más crece la
sensación de que la voluntad que mueve la mano, las
extremidades, no es la voluntad del cuerpo, no se origina en el
cuerpo, en realidad tampoco es mi voluntad, yo sólo la guío por
los caminos elegidos por mí. De este modo, su calidad se acerca a
la de la voluntad expresiva: el hacer recibe sentido, significado.
Esto es independiente del asunto del hacer: que yo desabotone y
luego abotone un botón, o mueva un objeto de un sitio a otro
sobre el escritorio, es irrelevante. El sentido del hacer es difícil de
describir, pero dice poco más o menos: guiando la voluntad de
manera consciente, la administro, administro una fuerza de
voluntad que en realidad no me pertenece. De este modo, el ser

51
humano se adapta de manera consciente a la estructura
espiritual del mundo sin perder su autonomía o libertad.

Observación

La purificación de la voluntad comienza con no perseguir con el


acto volitivo ningún otro fin, lo dejamos acontecer por sí mismo.
En este sentido, todo ejercicio es ejercicio de voluntad. Cuanto
más intensa es la atención durante el ejercicio, tanto más
"inteligente'" se vuelve la voluntad, no tiene que ser guiada desde
fuera, mediante el representar o el pensar —como sucede con la
voluntad dura—, sino que el elemento conductor, que de
ordinario está fuera de ella, entra en la voluntad, se disuelve en
ella. Lo que ocurre espontáneamente al crear puede suceder más
fácilmente y por tanto más a menudo con este tipo de ejercicios
de la voluntad. De este modo se manifiesta en las creaciones
humanas lo cósmico como impulso temporal y cultural general y,
al mismo tiempo, lo individual del creador en la conducción y
configuración de la fuerza impulsora. En cada creación hay
comienzo, es decir, no está condicionada de manera causal, no se
origina de otra cosa, no es una continuación, es totalmente
autónoma. La libertad humana, la autonomía de la voluntad,
culmina en la meditación.

En lo creador se puede notar en cada caso un retorno a la


voluntad primordial, que imita inmediatamente lo que recibe.
Esta comprensión intuitiva ayuda a encontrar los ejercicios que
contribuyen a la vida creadora. La primera voluntad — dada— en
la existencia humana, la receptiva y reproductora, se ha dividido:
el recibir y el producir se han separado. Entre ellos, en la brecha
surgida, puede actuar lo individual, llevando lo recibido, de
manera individualizada, a la creación. En esta brecha está el
lugar de la libertad. En la descripción de Miguel Ángel de cómo
Dios crea a Adán (Capilla Sixtina) se puede ver este intervalo de
libertad entre los dos dedos índices de Dios y de Adán: se
señalan, pero no se tocan.

Sólo la voluntad creadora es autónoma, cualquier otra es


inducida desde fuera, desde fuera de la voluntad. Por eso, la
voluntad inducida desde fuera no es voluntad propia, en doble
sentido. Llegamos a la comprensión intuitiva empírica de que no
sólo no está en nuestro poder crear lo dado en la naturaleza, sino
que además sólo administramos el pensar, sentir y querer. "Ello

52
piensa, ello siente, ello quiere" llega a ser vivencia mediante los
ejercicios de voluntad.

Los ejercicios en el Óctuple Sendero del Buda son ejercicios que


disuelven hábitos; en ellos procuramos, como ejercicio, realizar
con la consciencia continuamente intensificada lo que en la vida
cotidiana hacemos por lo general de manera rutinaria, es decir,
no con plena consciencia. Naturalmente, todos estos ejercicios
son también ejercicios de voluntad y, en su mayoría, ejercicios
sociales. Los hábitos incluyen siempre los tres componentes,
pensar, sentir y querer, en un conglomerado congelado. El sentir
da el matiz de lo bueno-para-mí, el pensar/representar da la
forma, y la voluntad aprisionada suministra la fuerza motriz
compulsiva.

Todos los ejercicios de voluntad son al principio ejemplos de la


voluntad que está ligada a una finalidad, porque en la voluntad
expresiva no hay nada que ejercitar como acción volitiva. El
objetivo de los ejercicios de voluntad es la transformación
paulatina de la voluntad dura en suave. Esto es así también en el
ejercicio de concentración, ya que incluso esta actividad interior
tratamos de guiarla, por lo general, con la voluntad dura. Puesto
que la voluntad desempeña siempre un papel central en un
ejercicio, se puede interpretar cada ejercicio como camino que
conduce a la voluntad suave. Esta es la voluntad primordial del
ser humano.

Ejercicio 30: Relajación

La voluntad suave es relajada. Hay muchas técnicas de relajación


y casi todas operan con una concentración de la atención sobre
"partes del cuerpo'7. Las comillas significan que nunca prestamos
atención al cuerpo mismo, sino a una sensación, que envuelve
todo el cuerpo e incluso cubre las partes que están debajo de la
piel. No obstante, estos ejercicios producen un efecto sosegador
sobre la envoltura sensitiva al deshacer o mitigar en ella las con-
tracturas, los nudos, las obstrucciones. Estas últimas se forman
mediante experiencias anímicas —egoístas— del sentir y pueden
transmitirse fácilmente al cuerpo o a partes del cuerpo.

Si uno intenta concentrarse con la sensación en una parte del


cuerpo, pronto se da cuenta de que tampoco esto puede lograrse
con la voluntad dura, porque ésta tendría que ser guiada

53
mediante el pensar/representar, y una sensación no se puede
pensar o representar... hay que dejarla venir. Si uno consigue
que la sensación de una parte del cuerpo aparezca y puede
mantenerla y/o intensificarla mediante la atención "permisiva",
luego hacerla recorrer las diversas partes del cuerpo y por último
puede procurar tener la sensación de todo el cuerpo al mismo
tiempo, alborea lentamente la realidad del que experimenta u
observa, del testigo... el objetivo oculto de todos los ejercicios de
atención que están dirigidos sobre el cuerpo. El que experimenta
las sensaciones de manera observadora y no está implicado en
ellas se separa poco a poco del sentimiento de identidad con el
cuerpo, al principio casi compulsivo. Como quiera que suceda
esta separación del uno- mismo o su desprendimiento del pensar,
sentir y querer, es en este uno-mismo donde se alcanza la
verdadera relajación. Paralelamente a este camino del devenir
uno- mismo aparece la voluntad relajada, suave, con creciente
intensidad. Mientras el yo-ego esté comprometido en las
tensiones anímicas, las técnicas de relajación sólo producirán un
efecto provisional. En los ejercicios de relajación para actividades
artísticas es distinto; ahí, el elemento del arte respectivo, en que
uno entra, hace que la relajación sea duradera: mientras dure la
actividad artística.

EJERCICIOS PARA LA VOLUNTAD SUAVE

Ejercicio 31: Hablar

Cuanto más conscientemente hablemos — la plena consciencia


se refiere al contenido de lo que uno dice—, tanto más parece
estar activo en ello el pensar. El pensar lógico, dialéctico,
racional, tiene en realidad la tarea educadora de corregir en el
individuo y en la humanidad el divagar asociativo —teñido de
subjetividad— de la consciencia influida por lo subconsciente y
de devolverlo al pensar intersubjetivo, si bien abstracto, muerto,
susceptible de hacerse mecánico. Éste es el pensar conceptual,
que progresa de concepto en concepto, que argumenta. Pero,
como se ha explicado antes, el pensar puede además ser
acostumbrado a una actividad más intuitiva, formadora de
conceptos, y entonces el hablar puede fluir de esta fuente y ser
alimentado desde ella. Esto puede conseguirse primero por
breves espacios de tiempo en el hablar; la posibilidad depende, de

54
nuevo, del estado de concentración de la consciencia, de la
atención. Si la concentración está fijada sobre el tema de la
conversación, los estorbadores componentes del yo-ego, las
interferencias de la vanidad, del querer tener la razón, etc., se
vuelven cada vez más leves hasta que desaparecen totalmente. Si
este sucede, el pensar sin palabras, supralingüístico, fluye sin
estorbo y reviste también intuitivamente la forma más adecuada
en el hablar. Aquí queda especialmente claro que el estado de
concentración es una cualidad moral.

Ejercicio 32: Recordar

Un recuerdo sólo puede ser elevado a la consciencia mediante la


voluntad suave: uno deja que suban las imágenes, los
pensamientos, los sentimientos, de "entonces". No existe en
absoluto un recuerdo aislado, siempre es un tejido coherente de
varias cualidades anímicas. Éstas resultan tanto más vivas e
impregnadas de realidad cuanto más podemos ejercer el "dejar
hacer"; sólo la dirección en que tratamos de recordar algo es
indicada por la voluntad selectora20. De que la voluntad guiadora
y el recordar mismo son distintos sólo nos damos cuenta cuando
tenemos dificultades con la evocación: mediante la voluntad, que
"sabe" lo que hay que recordar, podemos decidir con certeza si la
palabra (el nombre, etc.) es la "correcta".

El ejercicio consiste simplemente en que procuramos traer a


nuestra consciencia escenas, sucesos, imágenes, del pasado.
Primero escogemos imágenes más bien estáticas del pasado
inmediato, tales como la imagen de una habitación o de un
paisaje. Dejamos que la imagen aparezca lo más exactamente y
llena de sentimiento posible. Con "sentimiento" no nos referimos
tanto a nuestra reacción en el sentir como más bien al matiz de
sentimiento que irradia la imagen... hasta donde ambos puedan
diferenciarse. Por eso es también conveniente evocar primero una
imagen global y luego, si acaso, "mirar" los detalles.

En lo ejercicios de recordación ayudará el convencimiento de que


todo lo que hemos vivido es recordable; en realidad, incluso
acontecimientos que no hemos vivido conscientemente, hasta la
"gran recordación" en la meditación profunda (ver al respecto los
ejercicios 37 y 41).

55
Los ejercicios "mecánicos" de recordación, que suelen ser
recomendados para el fortalecimiento de la memoria (repetición
de palabras o de números inconexos), emplean la voluntad dura
y no son favorables ni para una memoria que opere
orgánicamente desde el sentir cognoscitivo, ni para la
habituación a la voluntad suave; al contrario... repercuten
perjudicialmente.

Si nos hemos ejercitado en la recordación de imágenes estáticas


del pasado inmediato, podemos tratar de evocar procesos,
sucesos... nuevamente del pasado inmediato. Después de esto
seguirán recuerdos de un pasado más remoto, primero estáticos
y más tarde con carácter de proceso. Al principio conviene
recordar imágenes y sucesos en que uno no está implicado.
Cuanto más retrocedemos a épocas más remotas, tanto más
corremos riesgo de mezclar los recuerdos con nuestra fantasía. Si
en los primeros ejercicios con imágenes del pasado inmediato
prestamos atención al carácter de realidad de los recuerdos,
podremos diferenciar en los que se remontan más lejos la recor-
dación efectiva y la fantasía. Los elementos de la fantasía son
siempre más móviles y, en comparación con lo recordado
realmente, fácilmente variables.

Estos ejercicios no egoístas de recordación dan al ejercitante la


posibilidad de experimentar cada vez más profundamente el
proceso del recordar, puesto que el resultado no es la finalidad.
También se convierte en experiencia el que sólo la voluntad suave
está activa, y se obtiene un "sabor" de esta voluntad, con lo que
se vuelve cada vez más asequible y aplicable en diversas
situaciones.

En principio podemos recordar todo lo que hemos vivido. Nuestro


organismo dé la atención — el yo en el pensar, sentir, querer—
ha ejecutado cierto movimiento interior durante la vivencia de
una realidad dada: en alguna medida se identificó con la realidad
dada, llegó a ser lo vivido. En el recordar, este organismo repite lo
mejor posible el mismo gesto. Debido a que durante la vivencia el
movimiento no fue querido de manera consciente, sino que se
efectuó mediante la voluntad receptiva, esta "adaptación" a la
experiencia no puede ser repetida mediante la voluntad dura:
sólo podemos dejar que se haga la repetición mediante la quietud
interior, a ser posible, sin interrupción.

56
En los ejercicios de recordación se usan imágenes y sucesos que
provienen de la vivencia de nuestra presente existencia terrenal.
De la posibilidad de un "recordar" más allá de ésta —la "gran
recordación" — se tratará en el capítulo La esencia espiritual del
ser humano.

Ejercicio 33: Imitar

La "facultad de imitación" del niño pequeño se basa en la


voluntad receptiva y reproductora primordial, la primera
voluntad. Cuando el adulto quiere imitar a alguien o algo, tiene
que despertar en sí mismo esta voluntad. Esto lo hacen incluso
quienes saben imitar bien, por ejemplo, los actores.

La imitación consciente de un movimiento es un pequeño milagro


en el mismo sentido que la ya mencionada imitación de sonidos o
palabras. Pues la percepción sensorial del movimiento como
proceso físico-fisiológico no tiene analogía ni relación con los
movimientos reproductores de las partes del cuerpo. El que
durante el movimiento de un brazo percibamos la forma del
movimiento mediante el sentido de la vista y el sentido del
movimiento — a diferencia de la audición, durante la cual no
captamos sensorialmente el movimiento de los órganos de la
voz— no ayuda de por sí a los músculos, no contiene información
para que ellos reproduzcan lo visto. Evidentemente, los órganos
de la motilidad ya siguen suavemente los movimientos al ver, tal
como las cuerdas vocales y la laringe al oír.

Pero un buen imitador de una persona no parte de lo visto u


oído... ésto sólo sirve para captar la voluntad que se manifiesta
en el movimiento visible o en lo audible. Por eso, el imitador no
necesita en absoluto haber observado todo en la persona a la que
quiere imitar: si se capta la esencia de la voluntad, se "sabe"
cómo sonríe, gesticula, camina, etc. esta persona. Esto se capta
con la primera voluntad, que usualmente apenas está a la
disposición del adulto.

Los ejercicios de imitación comienzan con la imitación exterior.


Uno observa un movimiento de una persona o un movimiento en
la naturaleza y procura reproducirlo. Durante la observación es
idónea la mirada global, esto es, a ser posible la voluntad
receptiva, no la mirada analítica, con la que por lo general se
comienza como por costumbre. Con el imitar repetido pasa cada

57
vez más a primer plano el sentir que conduce el movimiento
imitativo; hasta que más tarde, por la creciente identificación con
lo "observado", aparece la voluntad receptiva. Puesto que no se
puede imitar con la voluntad dura, estos ejercicios son
apropiados para fortalecer la voluntad suave.

Ejercicio 34: Leer

Al leer una escritura fonética, primero son transformadas las


formas estáticas espaciales — en este caso, superficiales— en
imágenes acústicas21. Ésta es la condición previa de la lectura.
En realidad, al leerlas juntas, transformamos las formas
fonéticas temporales en palabras, éstas entrases y las frases en
unidades mayores que tienen sentido; y es en éstas donde han
tenido su origen las frases, palabras, fonemas (en este orden
descendente). También en la audición de un discurso leemos
juntos estos elementos.

Con textos informativos sencillos no tenemos dificultades de


comprensión. Pero sí las tenemos con textos exigentes, que
exponen nuevos pensamientos y además los suscitan. Este
suscitan tendría que ser respondido, de lo contrario tendremos la
sensación de haber perdido algo. Tales textos sólo se pueden leer
lentamente y con la voluntad suave, en este caso, receptiva. Sirva
de ejemplo de tal lectura un texto de la obra póstuma de
Thrasybulos Georgiades, Nennen und Erklingen [Nombrar y
resonar], (Góttingen, Vandenhoeck & Ruprecht, 1985, p. 55):

"Lo que constituye al ser humano vamos a llamarlo nous. Mi


tema es cómo actúa y cómo 'trabaja' nous. Nous actúa dándose
cuenta. ¿De qué se da cuenta? De dos cosas distintas: de la
duración y de lo que tiene carácter de cosa. La duración penetra
en nous. Lo que tiene carácter de cosa permanece fuera; es y
sigue siendo un afuera. La duración penetra en nous hasta el
extremo de que no se puede pensar nous sin duración. La
duración constituye a nous. Sin embargo, nous no es idéntico a la
duración. Ésta es su ancla, el suelo sobre el cual descansa, el
elemento en que vive y por el que está penetrado".

El ejercicio consiste en que el lector reflexione sobre las frases


(una tras otra y luego todas o algunas en su contexto). "Lo que
constituye al ser humano", nous, es la atención (Aufmerksamkeit)
o vigilancia (Wachheit) específicamente humanas (en inglés,

58
awareness), que se puede fijar sobre todo, también sobre lo que
tiene carácter de cosa. Lo que tiene carácter de cosa es todo lo
que se manifiesta a nous como acabado, con forma fija: por lo
tanto, objetos (ya sean éstos cosas perceptibles con los sentidos,
o pensamientos, sentimientos, fantasías). La duración no es
experimentada como objeto, tampoco nous. En realidad, las
dificultades de comprensión con respecto a procesos provienen
de que nous sólo puede avistar nítidamente lo que tiene carácter
de cosa, pero el proceso exigiría también la experiencia de la
duración, en caso de que ésta fuese comprendida realmente. No
obstante, la duración en cambios, procesos, es experimentada de
manera opaca, vaga. Tampoco se experimenta la atención o
vigilancia, siempre sólo sus objetos... con carácter de cosas...

La reflexión sobre las frases citadas puede proseguirse durante


mucho tiempo. Mientras reflexionamos está activa la voluntad
suave. Del mismo modo puede uno imprimir lentitud al estudio
durante el período del ejercitar y darle un sentido más profundo,
por ejemplo, si uno estudia matemáticas y/o ciencias. Este modo
de leer y estudiar es parte constitutiva de una actitud: lentificar
la vida22.

Hablar, imitar, recordar, estudiar, leer, son actividades de la


consciencia sobre las cuales tiene jurisdicción la voluntad suave,
durante las cuales la voluntad dura se convierte en obstáculo.
Los ejercicios descritos a continuación abordan, a modo de
ejemplo, actividades sobre las cuales tiene jurisdicción la
voluntad dura, pero procuran transformarla en dirección de la
voluntad expresiva.

35. Ejercicios con el cuerpo

Los procesos de trabajo corporal se hacen normalmente con la


voluntad dura. Si el trabajo es rítmico o susceptible de ser
ritmado, la introducción y el cumplimiento de un ritmo es
notoriamente útil para los que trabajan. Los numerosos cantos
que existen para algunos tipos de trabajo señalan en esta
dirección; igualmente, cualquier clase de actividad de la fantasía
con que se acompaña el trabajo. Con tales complementos
"acompañantes", la actividad se acerca a la actividad de la
voluntad suave. Es como si la situación se invirtiera: el canto, el
ritmo, los sucesos de la fantasía, serían el asunto principal, y el
trabajo corporal, el acompañamiento. La atención tiene que

59
seguir, en parte, en el trabajo, por ejemplo, en el escardar; pero,
en parte, está en el cantar o en los sucesos imaginados.
Cualquier trabajo corporal puede ser modificado de esta manera
en su funcionamiento y se efectúa de ese modo más fácilmente,
menos fatigosamente y más efectivamente.

El representar desempeña también un gran papel durante las


actividades deportivas y es muy especialmente eficaz al saltar y
en la carrera de fondo. Durante el tiro con arco Zen se emplean,
como es sabido, la voluntad suave y la atención representadora.
Con ello nos acercamos a un sector de ejercicios que inicialmente
tenían intención terapéutica y que más tarde se emplearon en las
artes marciales japonesas. Algunos ejercicios de Ki-jutsu nos
servirán de ejemplo. En ellos se ve que la voluntad suave, incluso
en sentido corporal, es más fuerte que la dura y que el
representar desempeña un papel central en ello.

36. Ejercicios Ki

A. Estos ejercicios se hacen entre dos. El compañero sujeta


nuestro brazo con las dos manos. Tratamos de soltar el brazo con
la fuerza muscular, lo que, si el compañero es suficientemente
fuerte —y debería serlo — , no se consigue. Tras múltiples
intentos infructuosos dirigimos toda nuestra atención sobre
nuestra otra mano, o sobre algo que vemos (un cuadro, un
paisaje, u otra cosa por el estilo), o canturreamos —con toda
atención — una canción, y soltamos nuestro brazo sin usar la
fuerza muscular. Cuando "sacamos" nuestra atención del brazo
sujetado, el compañero puede percibir que ya no estamos "ahí".
Todos estos ejercicios dan buen resultado cuando estamos
bastante concentrados, es decir, cuando podemos manejar
nuestra atención. Al soltarnos no empleamos la voluntad
ordinaria, que está muy conectada con el sentirme.

B.Nuestro compañero pone un bastón o un palo en posición


horizontal, con ambas manos, delante de sí. Tocamos con la
punta de nuestro dedo índice el otro extremo del palo y tratamos
de presionar, de empujar, hacia atrás a nuestro compañero por
medio del palo. Esto difícilmente se conseguirá. Ahora nos
ponemos sólo sobre una pierna, el otro pie lo elevamos. En esta
posición, empujar hacia atrás al compañero con la fuerza
muscular es inútil, él está de pie sobre las dos piernas, de
manera que, si presionamos, desde el punto de vista físico

60
tendríamos que tambalearnos hacia atrás. Ahora nos figuramos
que con el dedo índice que toca el palo estamos señalando algo
detrás de nuestro compañero; o que, desde atrás, a él lo están
tirando del cuello hacia atrás. De ningún modo queremos
empujarlo, sólo hacemos un gesto señalador con el brazo,
extendemos derecho el brazo... y nuestro compañero retrocede.
También podemos proceder de manera que nuestra atención la
dirijamos sobre la otra mano; de un modo sorprendente, el brazo
señalador se vuelve incomparablemente más fuerte.

C.-El compañero está de pie delante de nosotros, tratamos de


apartarlo hacia un lado con nuestro brazo y la mano, primero
con la fuerza muscular. Él ofrece resistencia, la empresa es, por
lo visto, físicamente difícil. Ahora nos representamos un ligero
movimiento hacia un lado con el brazo y la mano, tal como si
quisiéramos barrer hojas secas de una mesa. El compañero se
tambaleará hacia un lado o tiene que ceder.

Durante estos ejercicios es importante al principio intentar


primero la tarea siempre con la voluntad dura. Con ello
concentramos toda nuestra egoidad, el sentirme se concentra en
este lugar. La atención lo traslada a la otra mano (o a otro sitio),
y el brazo con que tratamos de hacer algo recupera la potencia
volitiva primordial, libre de egoidad.

Estos y otros muchos ejercicios Ki sirven sobre todo para


familiarizarse con el "sabor" de la voluntad suave en el cuerpo.
Después de algunos —si fuera necesario, numerosos— ejercicios,
uno podrá provocar y emplear incluso sin representaciones el
modo suave de movimiento. De estas experiencias puede surgir la
noción de que la voluntad humana primordial es la voluntad
expresiva y de que la voluntad dura es más débil porque el
sentirme —como fundamento de la egoidad — deja en la sombra
a la voluntad primordial, como si la amortiguara.

Observación

Cuando uno prosigue el ejercicio de concentración (ejercicio 7)


más allá de la segunda vivencia del yo-soy, es decir, prosigue
aumentando la intensidad de la atención, el uno-mismo o la
autoconsciencia perdura, pero se transforma poco a poco en una
consciencia volitiva. "Yo soy voluntad" sería la expresión

61
meditativa para eso. EI esquema del proceso tendría el siguiente
aspecto:

El proceso no tiene límites más allá de (3). La genealogía


antropológica de los tipos de voluntad puede, en virtud de lo
descrito, compendiarse así:

62
CUARTO PRELUDIO

No sabemos... apenas notamos lo bien obsequiados que estamos.


Pues dondequiera que no sepamos cómo se lleva a cabo lo que
hacemos es estar obsequiados. Pensar, sentir, querer —en
sentido cognoscitivo y en sentido creador—, estar sintonizados al
comprender, al bien (de no ser así, ni siquiera sabríamos lo que
es lo bueno-para-mí), tener sentidos, vivir en la luz, poder
autorreflexionar, tener a disposición una atención universal,
¿hemos hecho algo para ello, trabajado para ello? Así pues, todo
esto es obsequio y, a través de él, todo el mundo objetivo. ¿De
dónde? ¿De quién? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por qué hay tanta
miseria y amargura en el mundo humano, donde sin embargo
estamos tan bien obsequiados?

63
IV.

LA ESENCIA ESPIRITUAL DEL SER HUMANO

El trasfondo cósmico de la voluntad suave

Lo que "constituye al ser humano" —para citar a Thrasybulos


Georgiades— es su atención, su esencia espiritual. Por
"espiritual" entendemos dos cosas: lo que es espiritual está libre
de materia y es significativo. Los significados están libres de
materia23 y por eso también el comprender y el que comprende
están libres de materia.

Reflexión/Meditación 27: Del triángulo nace un tetraedro cuando el


verdadero sujeto puede experimentar los tres ángulos a la vez,
como desde arriba.

Lo que está libre de materia es inespacial e intemporal La esencia


espiritual del ser humano, inespacial, intemporal, está extendida
en todo el mundo de los significados (mundo rupa, "devachan"
inferior) y también en el mundo de las entidades-de-yo (mundo
arupa, "devachan" superior), quienes crean y comprenden los
significados24. Si la esencia espiritual fuese toda la realidad del
ser humano, éste sería como una continuación de las entidades
espirituales, estaría en completa dependencia de éstas. Esto es
evitado debido a que una parte de su espiritualidad es inherente
al cuerpo material y lo usa originalmente como su instrumento
de expresión en el mundo material, perceptible sensorialmente.

64
Por otro lado, la función de este cuerpo es aislar del mundo
espiritual al ser humano espiritual en tanto que esté unido al
cuerpo, llegar a ser una firme ancla para él a fin de que pueda
resistir el ser movido por el viento del espíritu.

Lo que hoy llamamos "facultad de imitación" es un residuo de


aquella primera cualidad del ser humano cósmico, que aún era
parte del cosmos espiritual. Todavía puede captarse el reflejo en
las culturas arcaicas, para las que todas las actividades,
incluidas las corporales, tales como el comer, el beber, la
procreación, el nacimiento y la muerte, eran sucesos sagrados, es
decir, signos de significados, tenían sentido. En la vida
gobernaban el sentido y el significado, no la utilidad y la
comodidad25. Todos los trabajos eran sagrados, es decir, estaban
orientados hacia el sentido, y por eso los movimientos eran
movimientos expresivos, estaban ejecutados mediante la
voluntad suave.

La profanación de la vida comenzó con la aparición de las


religiones —como signo—, adonde lo que tiene sentido se retiró y
donde siguió viviendo, pero ahora separado de la vida cotidiana.
Anteriormente también ésta era sagrada; aquí no tendría sentido,
pues, hablar de religión o de religiosidad. Andando el tiempo, la
vida cotidiana cayó más y más en el ámbito de la egoidad y por
consiguiente de la utilidad, y esto prendió incluso en la esfera
religiosa: el poder espiritual se mezcló con el mundano. Hoy, lo
religioso está marginado de la vida cotidiana y hasta los
movimientos restauradores (integrismos) están impregnados por
el principio de utilidad.

Si el "imitar" o volverse-idéntico se efectuara del todo, excluiría la


cognición, faltaría un testigo que, para seguir siendo testigo, no
acompañe, no tome parte. La separación respecto del mundo
espiritual o mundo de los significados reduce esta "adaptación" a
un grado homeopático — abstracción hecha de la esfera del
hablar y del cantar— y, mediante el ancla del cuerpo físico,
posibilita la inmovilidad del testigo y, de este modo, la cognición.

El ser humano era originalmente, en la época prehistórica, por


entero, sentido o aparato sensorial26, tal cual se puede decir esto
hoy del niño pequeño. Este único sentido era capaz de captar
inmediatamente a otra entidad-de-yo: éste es el sentido "más
grande" también en el ser humano actual. Pero hoy la actividad

65
del sentido-del-tú no es inmediata, sino que es mediada por otros
sentidos, tales como los sentidos del pensamiento, de la palabra y
el sonido, del movimiento (en la percepción del otro), de la vista y
del oído, y mediante la actividad interior de los otros sentidos (los
sentidos del equilibrio, del tacto, del calor, del gusto, del olfato).
La forma en que actúan hoy los diversos sentidos es el resultado
de varias modificaciones27. En particular son nuevas las
actividades activas: el sentido verbal percibió en tiempos
primitivos los signos de la naturaleza y de la divinidad, de igual
manera que el niño pequeño adquiere el hablar primero
pasivamente, cuando aprende a comprender con toda la
atención, sin hablar todavía. Los órganos corporales para el
sentido del-tú, el sentido del pensamiento y el sentido verbal no
se pueden local izar tan claramente como el ojo para el sentido de
la vista o el oído para el sentido auditivo; se extienden,
respectivamente, al cuerpo entero en reposo (sentido- del-tú), al
organismo vital en reposo (sentido del pensamiento) y al
organismo del movimiento en reposo (sentido verbal). Una parte
de estos organismos efectúa la actividad activa correspondiente:
la laringe, como parte del organismo del movimiento, el hablar;
una parte del organismo vital, el pensar. En los lugares del
cuerpo en que se siente placer, el sentirme se intensifica y se
vuelve "activo", tal como la laringe en el hablar28.

Mediante el sentirme, todas estas modificaciones sirven para la


independización humana y finalmente, como posibilidad, para
transformarse en verdadera entidad-de-yo, en verdadero uno-
mismo. Lo que se llama camino del conocimiento, ejercitación de
la consciencia, camino interior, es un intento de integrar —
mediante la metamorfosis de la egoidad, mediante el
fortalecimiento de la consciencia del yo— la parte espiritual del
ser humano que ha seguido siendo cósmica, un intento de elevar
la consciencia al ámbito hoy todavía supraconsciente. El
fortalecimiento de la consciencia del yo significa que necesita
apoyarse cada vez menos en realidades dadas (la sensación
corporal) para existir.

Ejercicio 37: Callar

El adulto puede observar que en su consciencia, por lo menos en


el estado de vigilia, nunca hay quietud (Stille). El ejercicio del
callar o del silencio (Schweigen) comienza con que el ejercitante
no hable "hacia fuera". En el ejercicio de la "Recta Palabra" (uno

66
de los ejercicios del Óctuple Sendero), el silencio externo es más
fácil prestando atención a las palabras del compañero29. Si la
recta palabra [o el recto modo de hablar] es ya un ejercicio muy
exigente y que se puede profundizar ilimitadamente, el silencio es
un escalón más difícil, pues aquí el ejercitante no tiene un
compañero al que podría escuchar. El silencio externo es sólo un
primer comienzo, que puede y debe proseguirse hacia dentro. Dos
rasgos deben mencionarse al mismo tiempo: ¿por qué es tan
difícil establecer la "quietud del interior del mar" (expresión del
Buda)? Porque con el diálogo interior mantenemos y
consolidamos nuestro mundo habitual... con cada acto del
pensar que se efectúa mediante las palabras de una lengua.
Estamos habituados a pensar con palabras, y esto nos clava a un
nivel de consciencia, al pasado, si no pensamos
intencionadamente de manera meditativa. Los textos poéticos
constituyen un grado intermedio entre los textos informativos y
los meditativos. La persona rutinaria se agarra con todas las
fuerzas al mundo-de-pasado, a la consciencia diaria, y de ningún
modo quiere desprenderse de este mundo, de esta consciencia.

La quietud de la consciencia no puede alcanzarse, por supuesto,


mediante un acto de la misma consciencia30, con ello sólo
cambiaría el contenido de la consciencia. El que el movimiento, el
ruido interior, se sosiegue más sólo puede ocurrir al elevarse el
nivel de consciencia; al dejar atrás el pensar verbal y comenzar el
"pensar" fluido, sin palabras, sin conceptos. La consciencia tiene
que subir por una continuidad de quietud creciente hasta llegar a
un completo silencio. Se suele encontrar descrita esta conti-
nuidad como algunas etapas discretas.

Mientras la consciencia no alcance el silencio total —el vacío—,


no se puede escuchar el suave susurro de la espiritualidad que
tiene lugar constantemente a través de la entidad espiritual
supraconsciente del ser humano. Pero la quietud interior puede
elevarse aun sobre el completo silencio, a la quietud "negativa",
que es más silenciosa que la intensidad de sonido cero, una
quietud receptiva en forma de cáliz; cuanto más profunda es,
tanto más alta es la inspiración que se puede percibir. La
quietud, a cualquier nivel que sea, no necesita ser de larga
duración en el tiempo, pues lo intemporal que llena de luz esta
quietud puede revelar muchísimo en menos de un instante.
Entonces la persona puede asimilar esto durante muchos años.

67
Si la quietud está presente, uno puede estar seguro de que a ella
acude el Espíritu Santo. Esta convicción es el trasfondo del culto
religioso silencioso de los cuáqueros. Es también una piedra de
toque de cualquier grupo humano si puede, o no, permanecer
diez minutos en silencio sin sentirse al mismo tiempo molesto: si
no es capaz de ello, no es una comunidad.

La gran quietud negativa, la espera sin propósito ni finalidad, la


inspiración que en ella aparece, muestran la esencia de la
voluntad expresiva, receptiva-reproductora. Alumbrándose con el
yo las raíces de ordinario supraconscientes del ser humano se
restablece la relación primordial con la espiritualidad. El que el
camino de la ejercitación se recorra siempre mediante la voluntad
purificada del individuo asegura el perfeccionamiento o despertar
del verdadero uno-mismo31. Al mismo tiempo, el cultivo de la
quietud es evidentemente un camino de purificación, de depu-
ración de todos los contenidos ya formados.

La experiencia muestra que el recordar, tratándose de las


experiencias de nuestra vida, puede efectuarse de la mejor
manera "dejando", dejando-venir. Pues bien, puede que a uno le
surja que también pueda recordar algo que de ningún modo
forma parte de las experiencias y sucesos de la vida humana,
sino que es sustancia de los procesos del intemporal mundo
espiritual; llamamos a esto la "gran recordación". Como es
sabido, según Platón, cualquier conocimiento con respecto al
mundo constituido existente es una recordación semejante; pero
la investigación espiritual (ver el capítulo Meditación de
investigación) la supera en todos los sentidos y puede "recordar"
verdades que no o ya no forman parte de nuestro concepto del
mundo existente.

68
LA MEDITACIÓN

Lo que en el silencio puede ocurrir más pasivamente, a saber,


que los cielos se abran porque el alma se abre, en la meditación
se persigue por vía activa. La meditación consiste en un
concentrarse en temas que tienen una cualidad especial: su
sentido informativo es como un velo detrás del cual está oculto
un significado más profundo o superior. Pero si uno lo avista, es
decir, se concentra en él, resulta ser por su parte el (siguiente)
velo de un significado aún superior; y así interminablemente.
Pues captar un significado superior no es un pensar o un
comprender en sentido corriente, sino una experiencia. En la vida
cotidiana, las palabras y conceptos encubren esta experiencia; en
vez de experimentar algo, echamos mano de la palabra o
concepto disponible correspondiente y nos ahorramos la
experiencia. Pero en la meditación sólo hay experiencias, o bien
no era una meditación. Las experiencias nos cambian... los
pensamientos o comprensiones de carácter corriente no, o sólo
muy moderadamente. A la persona cambiada —por la
meditación—, el "mismo" tema le dice en la segunda vez otra cosa
que en la primera vez. Lo que en una meditación era el
significado superior durante el experimentar, en la segunda se
convierte en la forma del velo. Al meditar avanzamos desde una
forma, a través de un vacío momentáneo, a una forma superior.
Todas las formas son preparativos de un significado superior32.

Ejercicio 38: Meditación sobre una frase

"La luz es el yo-soy: libre de formas".

El primer paso, que prepara el meditar, es la reflexión, un pensar


concentrado, profundizado, sobre las palabras de la frase y si
acaso también sobre las construcciones gramaticales. ¿Qué luz?
¿Cómo puede ser idéntica al yo-soy? ¿Qué quiere decir "libre de
formas" y cuál es la función de la libertad respecto de las formas?
¿Qué significa en esta frase la palabrita "es"?

La reflexión tiene tres funciones. En primer lugar, en ella se agota


el pensar, en el sentido de un cansancio y en el sentido de que
experimenta su propia impotencia en la frase. Mediante la

69
reflexión se procura evitar que el pensar empiece a moverse
durante el meditar, donde debiera callar. En segundo lugar, la
reflexión sobre las palabras y la construcción gramatical de la
frase se efectúa por lo general ya en el pensar sin palabras, que
luego se emplea en el meditar. En tercer lugar, en la reflexión
puede sobrevenir una nueva comprensión intuitiva, que llega a
ser la mejor entrada en el meditar, no sólo en virtud de su con-
tenido, sino también por la apertura a través de la cual ha
alumbrado.

La reflexión se transforma espontáneamente en reducción, donde


la frase aparece como una unidad; ya reduzca uno las palabras a
una última palabra que entonces representa la frase entera, ya
"cuele" uno las palabras cual si la frase fuera una única palabra.
Con la práctica en meditar se forma la capacidad de
experimentar la frase inmediatamente —sin previa actividad
interior— como una unidad en la cual la atención se puede
concentrar... ésta es la verdadera meditación. Si la frase sigue
siendo una serie de palabras, la persona no podrá concentrarse
en el sentido de la frase.

Es fundamental, durante el meditar, "olvidar" todas las


asociaciones, todo el pensar, todos los objetivos, incluso los
sentimientos en el plano de la simpatía-antipatía, convirtiéndose
la atención exclusivamente en el tema. Con un estado de
concentración suficiente, la frase —el sentido de la frase, que es
el tema— pierde por un instante su forma dada, como si se
hubiera derretido o se hubiera vuelto transparente, y una nueva
"forma", una comprensión intuitiva, un nuevo entendimiento,
surge como experiencia: la luz (en la frase arriba mencionada) se
convierte en una forma superior en el plano del "pensar" puro,
supra- lingtiístico. Si el ejercitante puede permanecer en este
"pensar", la experiencia cambia y pasa a un siguiente nivel de
vivencia.

Este "pensar" está mucho más cerca de lo gráfico que del pensar
cotidiano. También puede suceder que como nuevo significado
aparezca una imagen como "comprensión intuitiva". Pero esta
clase de imagen no se asemeja en absoluto a las representaciones
o a las fantasías: de ningún modo se pueden representar de la
manera corriente la luz y el yo-soy, son imágenes vivas, no
estáticas, que se derivan de un sentir. Cualquier imagen —
incluso las figuras geométricas— consiste en sentir cuando su

70
forma estática se anima. La plasticidad que alborea se
transforma en una experiencia sintiente. El sentir ya está
implicado de manera germinal en las palabras "luz", "es", "yo-
soy", "libre de formas", y se abre en la meditación que progresa.
Este sentir no tiene nada que ver con la estructura fonética de las
palabras, está instalado en el significado de las palabras.

En esta etapa, cuando la frase comienza a volverse sentible, el


ejercitante puede hacer con el sentir un segundo y superior tipo
de reflexión. Uno "reflexiona" sobre las distintas palabras con el
sentir, luego procura experimentar la frase entera como una
forma viva de sentimiento y, si da resultado, concentrarse con el
sentir en esta viviente "imagen de sentimiento". Como ya se ha
mencionado, no tenemos nombres para estas cualidades del
sentir, son de naturaleza cognoscitiva y ya inaccesibles para el
pensar. Durante la concentración en la frase entera con el sentir,
la forma de sentimiento puede derretirse de nuevo y una nueva
forma puede destellar en el sentir.

Cuando se ha experimentado la frase como forma de sentimiento,


destellan también las formas de sentimiento de las distintas
palabras. La "luz" llega a ser un sentir, la "forma" llega a ser un
sentir e incluso "libre" se convierte en un sentir en el contexto de
la frase. Uno reconoce el significado de la^ palabras como
sensibilidades, en su origen33.

La segunda etapa de la meditación se efectúa en el sentir


cognoscitivo. El resultado es una inspiración. En realidad, no hay
etapas, sino una transición continua34.

El meditador, cuando vive la frase como forma de sentimiento, se


experimenta a sí mismo como una singular declaración de
sentimiento, como uno-mismo a nivel del sentir cognoscitivo.
Pero además el mundo entero y la luz que "ilumina" el mundo,
que lo torna susceptible de ser experimentado, se convierten en
sentir. "Todo es sentir"... ésta es la experiencia. Este sentir, que
es el mundo, sólo lo puede experimentar mediante el sentir
alguien que siente. La supresión del estado de separación, que ya
hemos experimentado a nivel del pensar vivo, puro, sigue
intensificándose aquí: incluso ya en la vida cotidiana no estamos
separados en el sentir, pues una vivencia del sentir no es un
objeto, el que la vive no es un sujeto: él es el sentir.

71
En cada "etapa", uno puede repetir el mismo tema infinidad de
veces, cada vez con nuevas comprensiones intuitivas, nuevos
entendimientos de la misma calidad; tanto a nivel del pensar
puro como del sentir cognoscitivo. La elevación del nivel de
consciencia, así como cualquier "paso" dentro del meditar, se
efectúan de la mejor manera "espontáneamente", desde luego
nunca intentados desde la consciencia diaria; ésta no debe
inmiscuirse en el acontecer interior, que al mismo tiempo es
acontecer cósmico, un proceso en el mundo de los significados,
parte del cual es la esencia supraconsciente del ser humano. El
progresivo "despertar" de esta esencia supraconsciente equivale a
un progresivo devenir-autoconsciente y, así, devenir-cognoscitivo
en el mundo espiritual, el mundo de los significados y de las
entidades-de-yo.

La voluntad en el proceder meditativo es siempre la voluntad


suave. Uno deja acaecer... pero este dejar, dejar acaecer o dejar
hacer (Geschehen-Lassen),- es la mayor de todas las actividades
de la esencia humana. El silencio cada vez más profundo, para
que lo silencioso (das Leise) se vuelva perceptible, el no-hacer
(Nicht-Tun) cada vez más sosegado o quieto, para que eso pueda
acaecer... para eso se cultiva y se usa la voluntad suave. Cuanto
más pueda "mi voluntad" pasar a segundo término, tanto más
intensamente podrá experimentarse, en todo lo que tiene forma,
la voluntad que llamea hacia nosotros desde fuera, desde el
mundo físico, desde el mundo anímico, desde el mundo
espiritual. Poco a poco, la forma-de-sentimiento de nuestra frase
se convierte en una forma-de-voluntad. Luz llega a ser voluntad;
"yo-soy", "forma", "libre de formas", llegan a ser formas de
voluntad, y también quien las percibe, mejor dicho: las vive. La
voluntad sólo puede ser vivida mediante la voluntad receptiva, y
quien la vive se convierte en voluntad receptiva: se vuelve libre de
formas, para que pueda adaptarse a todas las formas y sin
embargo siga siendo un uno-mismo libre de formas. Ésta es la
paradójica cualidad fundamental de la entidad-de-yo: poder
llegar a ser todo y permanecer totalmente inalterada. A la vez,
uno se siente más cerca de la fuente de la voluntad,
paulatinamente idéntico a ella: en el pleno comprender, uno
experimenta a la entidad-de-yo cuya voluntad es ella misma.

Cuando alborea la naturaleza volitiva del tema de meditación, el


ejercitante puede procurar "reflexionar" sobre las palabras de la

72
frase conforme a su forma volitiva, para luego, en la profunda
quietud de la voluntad receptiva, en lo posible vacía,
concentrarse en la frase entera como voluntad. La purificación,
tal como la atención, puede intensificarse ilimitadamente. El
proceso de encontrar significado, la disolución de lo encontrado
como velo del nuevo encontrar, prosigue sin fin: he aquí el
enriquecimiento de la creación mediante la creación de nuevos
significados. Cada individualidad creadora, humana y no
humana, bebe en la misma fuente: lógos. Y cada creación es
individual, individualiza al creador, pues en la fuente no se bebe
nada acabado, con forma. Por último, la forma es dada por el
creador humano: por eso tienen las creaciones también un estilo
individual.

El camino no tiene fin. La perfecta purificación — de las formas


carentes de sentido, cuyo principio es el sentirme y la egoidad—
se convierte en lo dador-de-manera-crea- dora, en el "segundo
amor", el amor creador35. En éste se manifiesta la naturaleza de
lógos en su esencia, de la que ya Heráclito se dio cuenta: el crecer
por sí solo: a quien da, se le da (Wer gibt, dem wird). A quien da
más, se le da más. Regalar amor enriquece el amor.

Ejercicio 39: MEDITACIÓN SOBRE UNA IMAGEN

De la descripción de la meditación sobre una frase resultó


evidente que la unidad primitiva de un texto es la frase; desde el
significado de la frase se "eligen" las palabras, la gramática...
entre comillas, porque rara vez ocurre de manera consciente. El
origen es siempre la unidad. Los conceptos nacen mediante la
atención selectiva que, desde la unidad, se ha fijado sobre sus
partes. El que existan partes es ya un resultado de la atención
selectiva, que opera siempre por medio del abstraer —no tener en
cuenta — sucesos, con el fin de formar conceptos cada vez más
angostos, pero más agudos.

Al meditar con imágenes simbólicas, este proceso se recorre al


revés. Así como las frases meditativas no expresan, por lo
general, verdades dadas, sino que se actualizan a lo largo del
meditar36, así las imágenes simbólicas no representan
reproducciones de realidades dadas de percepción, sino que son
expresión irreductible de realidades espirituales que por lo

73
general están por actualizar (irreductible a otros modos de
expresión, tales como pensamientos o textos).

Como ejemplo procuremos representarnos esta imagen: un


desierto, tórrido y seco, y en él un rosal con una rosa roja en flor.

La primera vez, uno no puede ir a buscar tal imagen en el


recuerdo, sino sólo construirla —o dejar que se construya— de
sus elementos: primero, un paisaje desértico, luego, en un paraje,
el rosal que brota, con hojas y un capullo que se transforma en
una flor roja. Si usamos esta imagen repetidas veces como tema
de meditación, haremos bien en no suscitar la imagen del
recuerdo de representaciones hechas anteriormente, sino en
construirla siempre de nuevo, como la primera vez e incluso con
nuevos detalles. Aquí no podemos partir de la totalidad, llegamos
a ella en el construir. Cuando se ha llegado a ella podemos
reflexionar sobre los elementos, el desierto, la arena, lo
pedregoso, luego el crecimiento de la planta, etc., con lo cual la
irrealidad de la composición recibe un significado. Tras la
reflexión (agotamiento de las conceptuaciones) procuramos
mantener la imagen (a ser posible, sin pensar) simplemente con
un gesto interior de interrogación. Tal como la frase meditativa,
también la imagen puede revelarse como velo de un significado.

Puesto que toda imagen consiste en sentir —sólo mediante los


conceptos queda esto encubierto—, procuramos llegar al sentir
de la imagen. En la concentración — cuando es bastante
profunda—, uno puede aprender a perder las palabras, los
conceptos, y entonces sólo queda el puro eso, la experiencia del
movimiento que conduciría al concepto, queda la identidad con el
puro "eso". Para la imagen no existe un concepto, de lo contrario
no sería una imagen meditativa, sino sólo el emblema de una
conceptuación. En la meditación sobre una imagen, la
experiencia que conduce al siguiente significado está en el sentir.
En éste pueden abrirse significados que no son traducibles a
palabras o a pensamientos. El meditar, la meditación misma,
llega a ser la rosa que se abre en el desierto de la insensibilidad...
ésta es una formulación parcial, aproximativa; incluso con otras
mil, la imagen no estaría agotada o reproducida adecuadamente.

La imagen y sus elementos se han originado evidentemente


mediante una voluntad, y también su "mantenerse" es causado
por la misma voluntad. Cuanto más se intensifica el sentir de la

74
imagen, tanto más se metamorfosea este sentir en la sensación
de la voluntad de la imagen, que vive en la imagen. Como a
través de cualquier voluntad, uno se acerca a su fuente.
Finalmente, toda meditación conduce a un ser y, a través de éste,
a la suprema entidad-de-yo, de la que respiramos con el espíritu,
al lógos humanado.

Ejercicio 40: MEDITACIÓN SOBRE LA PERCEPCIÓN37

Para la meditación sobre la percepción tomamos siempre como


tema un objeto natural o fenómeno natural, cuya idea o
significado no es accesible para el pensar (a diferencia del
ejercicio de concentración con los objetos artificiales). En este
tipo de meditación procuramos despertar el sentir cognoscitivo en
el percibir, tal como destella, al principio, en el contacto visual y
funciona al ver una cara humana: ésa es una mirada global, y
reconocemos un rostro sin poder especificar sus detalles. Con
esta mirada global, receptiva, procuramos contemplar, por
ejemplo, un guijarro, una hoja, un árbol, una flor, evitando,
hasta donde se logre, todas las conceptuaciones. Esto significa
que ya tendríamos que dominar considerablemente el pensar, el
asociar, todo lo que podría "ocurrírsele a uno". Procuramos
prestar atención sólo al sentir y a la voluntad que emanan del
tema. Nos dejamos moldear por esta emanación que vive en el
objeto natural. Todo esto sucede primero durante la
contemplación del objeto. Con la práctica se puede intensificar el
sentir cognoscitivo a tal punto que se sienta el objeto en su
calidad sin ninguna percepción sensorial. Así sienten los seres
humanos arcaicos, que a menudo no saben qué aspecto tiene un
objeto natural porque no lo perciben con los sentidos; así sienten
también, de manera diagnóstica, algunos sanadores espirituales
con los ojos cerrados... el ver sólo estorbaría el sentir. Lo que se
siente es, en realidad, una voluntad: en la meditación sobre la
percepción, así como en los otros tipos de meditación, el pensar,
sentir y querer se transforman de manera continua uno en otro,
con lo cual la realidad natural queda fuera del dominio del
pensar puro. El contacto entre el que percibe y el tema comienza
en el sentir.

75
Cuando la experiencia del yo-soy está adquirida mediante los
ejercicios de atención activa, también puede llegarse a ella en los
ejercicios de percepción. Entonces, la atención se vuelve
duraderamente receptiva, se deja moldear por el tema de
percepción, se fortalece y se percibe a sí misma en el ser-
moldeada, como proceso, como proceso del sentir, como proceso
volitivo de naturaleza invertida. En casos excepcionales, el uno-
mismo puede también surgir primero en ejercicios intensos de
percepción.

Ejercicio 41: MEDITACIÓN SOBRE UNA PREGUNTA O


MEDITACIÓN DE INVESTIGACIÓN

Todas las comunicaciones del investigador espiritual tienen su


fuente en la meditación de investigación. Esto es: investigación
espiritual. Este tipo de meditación puede efectuarse mediante la
meditación sobre un pensamiento, la meditación sobre una
imagen o la meditación sobre la percepción. Esto depende de qué
forma de partida elija el investigador para su pregunta o su
problema. Esta forma (pensamiento, texto o imagen) es el tema de
su concentración.

Elegimos como ejemplo un problema psicológico.

La primera formación carente de sentido, carente de significado


(es decir, forma no comunicativa) en el ser humano es el
sentirme, el núcleo de la egoidad38. El sentirme es, en primer
lugar, como un abrigo que envuelve el cuerpo entero. Por lo
general es confundido con la sensación del cuerpo. Pero el cuerpo
lo puede sentir el ser humano moderno tan poco como un trozo
de madera o una piedra. El sentir cognoscitivo podría sentir el
significado del cuerpo o de las partes del cuerpo, pero
precisamente esto está impedido mediante la envoltura del
sentirme. El sentir, la sensación, sólo puede percibir un sentir,
una sensación, no cosas, cuerpos, objetos.

La sensación del mí es una experiencia, por consiguiente un


objeto de la atención aún carente de sujeto. Mediante ella se
originan en el alma otras formas carentes de sentido, formas de
adicción. En parte, éstas están ligadas a diversas funciones
biológicas del cuerpo, al convertirse tales funciones en fuentes de
placer, tal como en la gastronomía, el fumar, y otras cosas por el
estilo. La caída o pecado original en la Biblia es descrita como el

76
primer comer en forma de placer (sin significado), y el comer se
convierte entonces en el prototipo y símbolo de aquellos gestos y
comportamientos que no tienen función de expresión, que no son
comunicantes, dicientes, explicativos39. Estas formas, puesto que
están ligadas al cuerpo, uno las puede comprender sin
dificultades. Pero hay formas anímicas carentes de sentido que
no tienen nada que ver con el cuerpo, tales como la envidia, la
vanidad, la ambición de poder, el odio, el enfado, cuya
satisfacción es sin duda deleitosa, pero no es localizable en el
cuerpo, y que a lo más afectan al cuerpo en sus efectos. ¿Cómo
se originan estas formas? Éste será nuestro problema.

Elegimos como tema de meditación una imagen, pues los


procesos en la sensación no son accesibles para el pensar ni
sobre todo para el lenguaje, o más bien estos últimos son
demasiado torpes para describir la naturaleza de esta esfera
anímica. La imagen es una envoltura que envuelve el cuerpo
humano. Tiene un grosor indeterminado cuyo borde se derrama,
la superficie es como la de una nube, pero de momento no
muestra ningún pliegue. La imagen la tomamos de la experiencia
que hemos tenido en los ejercicios 19 y 20: del intento de tener la
sensación de un dedo o de todo el cuerpo. Sabemos también que
esta envoltura, ahora cerrada, ha surgido de una formación
radial, al haberse transformado los rayos —que al principio
estaban orientados desde un centro hacia fuera y hacia dentro,
de vuelta a este centro (de manera reproductora y receptiva) —,
parcialmente, en esta figura cerrada.

Construimos esta imagen mental y procuramos "reflexionar" con


el sentir sobre la transformación de la estructura radial en figura
de envoltura, con las consecuencias que están activas en la
relación del ser humano con el entorno. Luego nos concentramos
en la imagen.

Se puede percibir que la tendencia que ha producido la figura


cerrada sigue actuando en ella. Esta percepción depende del
sentimiento de la figura y de su efecto sobre el ser humano.
Primeramente surgen en la envoltura, correspondiendo a ciertos
lugares del cuerpo — alrededor de ellos se podría decir— nuevos
pliegues o inclusiones. Pero luego, independientemente del
cuerpo, nacen, de la envoltura unitaria, partes pequeñísimas,
como si un gran globo se transformara en una cantidad de globos
menores. Se siente que el movimiento que desde lo radial ha

77
originado la figura de envoltura sigue operando en esta última.
También se siente que este proceso seguirá rodando ilimi-
tadamente si no se intenta algo para contrarrestarlo.

Las formaciones anímicas carentes de sentido pueden clasificarse


por tipos, pero no son idénticas a pesar de que tengan el mismo
nombre, ni siquiera en la misma persona. Por ejemplo, la vanidad
puede referirse a la belleza de la cara, a un resultado deportivo o
a un éxito científico; y estas vanidades se diferencian mucho en
su esencia, en su sensación, sólo la denominación les es común.
Y así sucede también con otras formaciones; en parte son
biográficas, en parte, innatas como propensión. Sin la egoidad no
aparecen: todas apuntan sobre el sucedáneo del verdadero uno-
mismo, forman este sustitutivo, se transforman en él. Todas son,
finalmente, formas anímicas no comunicativas, usen o no el
cuerpo para su satisfacción.

Todas estas formas "sin sentido" aluden al yo sustitutivo o uno-


mismo sustitutivo. Su núcleo es el sentirme, y a este núcleo se
superponen los hábitos anímicos (hábitos del pensar, del sentir y
volitivos), la biografía externa que recordamos, y a él referimos
nuestras experiencias. El verdadero uno-mismo sería o es un
testigo que "mira" los impulsos anímicos, los experimenta
realmente, lo que significa participación en la experiencia y
conocimiento de ella, por consiguiente, a la vez, independencia.

Si en la meditación se ha llegado a la comprensión de la imagen,


se puede empezar —la transición ocurre espontáneamente, como
toda transición en la ejercitación— a prestar atención al sentir, es
decir, a reparar en el sentir que está siempre presente. Los rayos
de luz radiales, rectos, que alumbran y a la vez perciben lo
alumbrado, tienen una cualidad en el sentir; los "rayos" doblados
hacia atrás, que no tienen la sensación sino de sí mismos —esta
sensación nace mediante ellos, ellos son estas sensaciones—, tie-
nen otra cualidad, un oscurecimiento en el sentir. Comparada
con la luz, toda forma es oscuridad. Esta experiencia en el sentir
puede condensarse de manera aproximada en la frase
(meditativa): Ya nada es alumbrado. O: Ya nada es obsequiado.
Ésta no es una agradable experiencia en el sentir, todo el
carácter negativo, morboso — indigno de un ser humano— de la
egoidad pesa sobre el sentir experimentante. Para quien
experimenta esto, la egoidad ya ha perdido aquella función
positiva que tenía en fases anteriores de la vida. La experiencia

78
en esta meditación se asemeja a lo que está descrito como
encuentro con el "guardián del umbral"40.

El carácter sombrío y amenazador de la egoidad, del que uno no


se percata en absoluto en la consciencia diaria, se convierte
durante esta meditación, en una experiencia casi insoportable,
escandalosa, en la etapa sintiente. Parte de la conmoción es
causada por la comprensión intuitiva de ue semejante cosa
puede permanecer completamente oculta ante la consciencia
diaria. Pronto lo amenazador se perfila como cualidad volitiva y
esto conduce a otro cambio en el meditar: el tema, la imagen
inicial, se transforma en una figura volitiva, en algo o más bien
en alguien. Mediante la voluntad invertida es percibida una
voluntad que quiere este volverse-hacia-atrás de la luz
primeramente radial. Ahora se "investigan" los elementos de la
imagen conforme a su carácter volitivo, mediante la voluntad
invertida, que se deja moldear por ellos. Cuando luego se medita
la imagen como figura volitiva, en esta voluntad se manifiesta un
quién. La entidad que "inspira" la egoidad o las formas carentes
de sentido —pero aparentemente convenientes, en general, según
la utilidad— es experimentada por lo menos en la periferia, al
menos se experimenta que alguien hay ahí. Esta entidad volitiva
no es ni negativa ni positiva unívocamente (todas estas expresio-
nes están lejos de la complejidad de la experiencia). En los
instantes de la meditación, el uno-mismo tiene que inde-
pendizarse totalmente de las formas para poder tratar
apropiadamente a esta figura, a su voluntad.

Como se ve, la meditación sobre una pregunta o meditación de


investigación consiste en que el ejercitante o investigador ponga
la pregunta en forma meditativa (frase, imagen) para que dé una
orientación al acontecer y luego, con creciente quietud, aguarde
el acontecer que ha posibilitado y preste atención a él.

En el Apéndice 1 se encuentran más meditaciones.

79
NOTAS

1. El sentido del tacto está incluido en toda faena corporal y


transmite casi nada más que la sensación del lugar del cuerpo
con que se ha palpado. Uno sabe inmediatamente si palpa con el
pulgar o con el meñique. No pasa lo mismo con los otros órganos
sensoriales: por ejemplo, uno no siente los ojos al ver. Al palpar,
uno no sabe al principio casi nada sobre lo palpado, salvo que no
soy yo, es decir, que no es mi cuerpo. La dureza o la aspereza
sólo se experimentan moviendo el lugar del cuerpo que ha
palpado, por lo tanto, incluyendo el sentido del movimiento y el
sentido del equilibrio. Pero la envoltura sensitiva es estimulada
siempre al palpar: ella es lo que uno siente.

2. Para los seres angelicales, sólo los significados son realidad; la


realidad táctil, que para la mayoría de los seres humanos sirve de
norma, ellos no la conocen, no tienen nada con lo que puedan
palparla. En Tomás de Aquino encontramos explicitada,
precisamente, esta experiencia. Cuanto más verdadera es una
cosa, es decir, cuanto más manifiesta su esencia, su significado,
tanto más real es. Es como si Tomás no conociera la realidad
táctil: como los ángeles.
3.No conocemos las ideas, los conceptos, de los objetos natu-
rales, sólo tenemos nombres para ellos. Éstos señalan un con-
junto de fenómenos... no una función que comprendamos, tal
como sucede con los objetos que fueron creados por seres
humanos. Comprendemos "silla" no en virtud de determinadas
características externas, sino en virtud de la función; el aspecto
puede variar mucho. En "roble" no conocemos la función, nos
atenemos a la forma de las hojas, del ramaje, de la corteza, y
otras cosas por el estilo. Éstos son conocimientos (Kenntnisse),
que hay que distinguir muy bien de cogniciones (Erkenntnisse).
En las sustancias experimentamos una calidad (plata, vidrio,
agua) y lo genérico, la espacialidad y la masa (el peso). De la
calidad se ocupa la química; de las propiedades genéricas de las
materias, la física. Ni la calidad ni las propiedades genéricas nos
son comprensibles, pues no conocemos su función: definimos los
conceptos correspondientes y los elaboramos matemáticamente,
a ser posible, sin penetrarlos, lo que sí podemos hacer con las
cosas hechas por seres humanos... hasta entrar en la materia.

80
4.Así, el vocablo latino focus denominaba el fogón o el fuego de la
lumbre. Kepler empleó la palabra para "foco, centro, núcleo".

5.Así, por ejemplo, el vocablo griego thymós significaba: soplo,


aliento; fuerza vital, vida, alma, espíritu; mente; corazón, ánimo;
sentimientos, afectos; carácter, índole, modo de pensar, manera
de ser; impulso, afán, deseo, anhelo, apetito, ganas, simpatía,
inclinación, gusto, agrado, placer, gozo; voluntad; decisión,
determinación; valor, coraje; fuerza, energía; pasión; cólera, ira,
enojo. Lo que en el diccionario viene sucesivamente era todo junto
el significado; hoy, el significado primitivamente amplio se divide
en muchos conceptos.

6.Un ejemplo de desplazamiento horizontal del significado:


"subjetivo" significaba en el siglo XVII en inglés algo que forma
parte de la esencia de la cosa; de la realidad. En el siglo XIX se
convierte en expresión de lo que sólo existe en la consciencia, sin
corresponder a una realidad existente.

7.Instrucciones para el ejercicio de concentración se encuentran


en: G. Kühlewind, Vom Normalen zum Gesunden [en español: De
la normalidad a la salud, trad. de Jaime Vergara Antuña,
Editorial Rudolf Steiner & Mandala Ediciones, Madrid 1997],
capítulo 5.3.

8. Véase: G. Kühlewind, Aufmerksamkeit und Hingabe [en espa-


ñol: La atención y la entrega, trad. de Jaime Vergara Antuña,
Editorial Rudolf Steiner, Madrid 2000], capítulo 4.

9.Jn 5, 31; 8,13; 19, 35; 21, 24; 3 Jn 12.

10.G. Kühlewind, Der sprechende Mensch, capítulo III, 2.,


Frankfurt am Main 1991.

11.Véase: Kühlewind, Aufmerksamkeit und Hingabe [en español:


La atención y la entrega, ob. cit.], capítulo 7.

12.Véase: Kühlewind, Vom Normalen zum Gesunden [en español:


De la normalidad a la salud, ob. cit.], capítulo 4.3.

81
13.Véase allí mismo, capítulo 5.5.c.

14.R. Steiner, Die Welt der Sinne und die Welt des Geistes [en
español puede verse: El mundo de los sentidos y el mundo del
espíritu, trad. de Miguel López Manresa, Editorial Antroposófica,
Buenos Aires 2000], GA 134.
15.Véase: Kühlewind, Die Esoterik des Erkennens und Handelns,
capítulo IV, Stuttgart 1995.

16.Véase en el Apéndice del presente libro: "2. La inversión de la


voluntad y el encuentro con el poder del lógos".

17.Si en los movimientos de expresión corporal uno usa la


voluntad dura donde es pertinente la suave, el movimiento
resulta imperfecto, lleno de errores. Si el pianista fija su atención
sobre los dedos, sin duda no encontrará las teclas correctas, no
"se ajustará" a la música. Al tartamudear se emplea la voluntad
dura para el movimiento de los órganos de la voz, la consciencia
permanece en parte en el movimiento de éstos. El tartamudo
"olvida" el movimiento de los órganos de la voz cuando recita un
texto ajeno dado o cuando lo canta con una melodía.- En los
ejercicios Ki y similares se procura lo contrario: transformar la
voluntad dura en suave.

18.Sabido es que la inclinación de la cabeza y el movimiento de


la cabeza de un lado a otro significan en muchos países lo
contrario de lo que entendemos por ello en Europa occiden— tal
y central.
19.R. Steiner, Anweiseungen für eine esoterische Schulung,
capítulo 1, GA 42/245 [en español puede verse: R. Steiner y E.
Katz, Aproximación a los Ejercicios Preliminares, trad. de Juan
Berlín y Ana María Beckwith]. Véase también: Kühlewind, Vom
Normalen zum Gesunden [en español: De la normalidad a la
salud, ob. cit.], capítulo 5.5.b.
20.Sobre el mecanismo del recordar, véase: G. Kühlewind, Das
Leben der Seele zzvischen Überbezousstsein und
Unterbewusstsein [en español: La vida del alma entre el
supraconsciente y el subconsciente, trad. de Miguel López

82
Manresa, Editorial Rudolf Steiner & Mandala Ediciones, Madrid
1997], capítulo IV.
21.Véase: Kühlewind, "Das Wahrnehmen ráumlicher und zei-
tlicher Formen" [La percepción de formas espaciales y tem-
porales], en: Das Goetheanum, 20 de mayo de 1984.
22.Véase: Kühlewind, Die Diener des Logos, capítulo V, Stuttgart
1981.
23.Véase: Kühlewind, Meditationen über Anthroposophie, Thomas
von Aquin und Zen-Buddhismusf capítulo 1, Stuttgart 1999.
24.Rupa: forma; arupa: libre de forma (sánscrito). ['Devachan" es
una deformación de deva-loka].
25.Véase: Kühlewind, Das Licht des Wortes, capítulo 5, Stuttgart
1984.
26.R.Steiner, Das Ratsel des Menschen, conferencias del 12 de
agosto y 2 de septiembre de 1916, GA 170, Dornach 31992.
27.En el mismo lugar, conferencia del 12 de agosto de 1916.
28.En el mismo lugar, conferencia del 2 de septiembre de 1916.
29.Kühlewind, Vom Normalen zum Gesunden [en español: De la
normalidad a la salud, ob. cit.], capítulo 4.2.
30.Las expresiones "extinguir un contenido, vaciar la conscien-
cia" son indicaciones que tampoco pueden ponerse en práctica
mediante la consciencia diaria, sino que, mediante la voluntad
suave, se efectúan casi espontáneamente — podría decirse— a lo
largo de los ejercicios. Tal cual, mientras se hace música, no se
piensan las instrucciones, como por ejemplo "crescendo" o
"ritardando", sino que se ejecutan. Si uno las piensa, uno no se
ajusta a la corriente de la música.
31.Véase: Kühlewind, Aufmerksamkeit und Hingabe [en español:
La atención y la entrega, ob. cit.], capítulo 19.
32.Véase: Kühlewind, Vom Normalen zum Gesunden [en español:
De la normalidad a la salud, ob. cit.], capítulo 5.4.
33.En una frase meditativa, las palabras son usadas en su senti-
do original. El sentido original hace posible las acepciones de la
palabra. Por ejemplo, "en" puede usarse en sentido espacial,

83
temporal y "figurado" ("en paz"). Lo que posibilita todas las
acepciones es el sentido original; éste es lo que capta el niño
pequeño.
34.Véase también: Kühlewind, Die Wahrheit tun, capítulos "Über
die Reinheit des Strebens" y "Die zweite Stufe der Meditation",
Stuttgart 21982.
35.Véase: Kühlewind, Die Esoterik des Erkennens und Handelns,
capítulo VI.
36.Por ejemplo: "Pensando me siento idéntico a la corriente del
acontecer universal" (R. Steiner, Die Schwelle der geistigen Welt,
capítulo 1 [en español puede verse: El umbral del mundo
espiritual, trad. de Miguel López Manresa, Editorial Rudolf
Steiner, Madrid 1994], GA 17).
37.Véase: Kühlewind, Die Belehrung der Sinne, Stuttgart 1990.
38.Véase: Kühlewind, Aufmerksamkeit und Hingabe [en español:
La atención y la entrega, ob. cit.], capítulos 7,13 y 18.
39.En el cristianismo se intenta "redimir" el comer, restablecer
su significado, con el tomar el pan y el vino durante el servicio
divino.
40.R.Steiner, Wie erlangt man Erkenntnisse der hóheren Welten ?
[en español: ¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos
superiores ?, trad. de Equipo de la Editorial en base a una tra-
ducción de D. Francisco Schneider, Editorial Rudolf Steiner,
Madrid 1986], capítulo "El guardián del umbral", GA 10.

84
APENDICE

85
1. MEDITACIONES
Meditaciones sobre una frase

El mundo es luz.
La luz se ilumina a sí misma.
En la luz no hay nada.
Todo desaparece sin rastro en la luz.
Esto es luz.
¿Qué habría de alumbrar la luz? Yo soy la luz.
Sólo el yo-soy puede experimentar la luz.
El yo está libre de formas.
El uno-mismo es sólo ahora. Yo soy entre.
Todo es ahora.
La divinidad yo-soy actúa ahora.
En el ver, el sujeto y el objeto están suprimidos.
El que ve llega a ser realidad.
Flotamos entre el cuerpo y el espíritu sin experimentarlos.
Atención es identidad.
De la identidad nace la imitación.
Mí o yo.
Recordamos objetos.
Las imágenes provienen del ver.
Las palabras reemplazan la experiencia.

86
MEDITACIONES SOBRE UNA IMAGEN

El Nuevo Testamento incluye una profusión de imágenes, todas


las cuales pueden ser meditadas. Así, por ejemplo: el sembrador
(según Marcos 4, con todos los detalles del capítulo); la escena en
el estanque de Betesda, Juan 5, 2-9.
El Sermón de la flor del Buda: en vez de decir palabras, muestra
una flor.
En un paisaje existe un muro con una puerta cerrada.
Isaías 40, 3-4 comparado con Mateo 3,3.

87
2. LA INVERSIÓN DE LA VOLUNTAD Y EL ENCUENTRO CON EL
PODER DEL LÓGOS

En el capítulo "Ausblicke" [Perspectivas] de su obra Vom


Menschenratsel [En torno a los enigmas del Hombre], Steiner
escribe sobre la experiencia fundamental de pasar "del pensar a
la vivencia del pensar". "En la consciencia habitual no se vive el
pensar, sino, mediante el pensar, lo que es pensado"1. Esta
misma experiencia es postulada en la segunda parte de La
filosofía de la libertad2. Entregándose una y otra vez a
pensamientos mediante una voluntad, uno puede percatarse de
fuerzas anímicas "que sólo se pueden descubrir en el uso
consciente". Mediante la vivencia del pensar mismo se provoca un
despertar espiritual. Pero este esfuerzo volitivo hay que
distinguirlo de la voluntad cotidiana en su índole y dirección. La
voluntad ordinaria "emana del yo y se sumerge en el deseo, en el
movimiento corporal, en la acción. Una voluntad en esta
dirección es ineficaz para el despertar del alma respecto de la
consciencia ordinaria. Pero hay una dirección de la voluntad que,
en cierto sentido, es opuesta a la anterior. Es la que está activa
cuando uno trata de dirigir a su propio yo sin consideración
inmediata de un suceso exterior. Esta dirección de la voluntad se
manifiesta en los esfuerzos que uno hace para configurar su
pensar conforme al sentido, para perfeccionar su sentir, en todos
los impulsos de autoeducación. En una intensificación progresiva
de las fuerzas volitivas existentes en esta dirección está lo que
uno necesita para despertar de la consciencia ordinaria. Uno se
presta una especial ayuda en la persecución de este objetivo
contemplando la vida en la naturaleza con una más íntima
participación afectiva. Por ejemplo, uno procura contemplar una
planta de modo que uno no sólo registra en los pensamientos su
forma, sino que, por decirlo así, simpatiza con la vida interior que
en el tallo se extiende hacia arriba, en las hojas se despliega a lo
ancho, en la flor abre al exterior lo interior, etc. En semejante
pensar, la voluntad repercute suavemente; y es entonces una
voluntad desarrollada en la entrega la que dirige al alma, una
voluntad que no tiene su origen en ésta, sino que concentra su
acción sobre ésta. Es natural que uno crea al principio que su
origen lo tiene en el alma. Pero en la vivencia del proceso mismo
uno descubre que, mediante esta inversión de la voluntad, el
alma capta algo espiritual extraanímico".

88
"Cuando una voluntad está fortalecida en esta dirección y
aprehende de la manera indicada la vida de los pensamientos, del
ámbito de la consciencia ordinaria es destacada, de hecho, otra
consciencia, que es a la consciencia ordinaria como ésta es al
mecerse en los ensueños. Y tal consciencia contemplativa es
capaz de llegar a conocer el mundo espiritual viviéndolo»3.
En la contemplación de la naturaleza — según la intensidad de la
atención— está actualizada la postulada dirección de la voluntad:
una voluntad receptiva, aceptadora, que sale al encuentro de las
ideas cósmicas igualmente llenas de voluntad, cuyos signos
perceptibles son los fenómenos de la naturaleza4. Es como si la
voluntad humana dijese: «Hágase tu voluntad». Es una voluntad
espontánea, por paradójica que pueda sonar esta expresión.
En el percibir, en el arte, así como en la práctica y la recepción
del culto religioso, la voluntad ordinaria de la atención es vuelta
hacia atrás por un encuentro con idealidades superiores y más
poderosas... superiores a aquéllas con las que trabaja la
consciencia diaria y más poderosas que ellas. En la ejercitación
de la consciencia, la dificultad máxima, sobre todo al comienzo,
consiste en encontrar esta voluntad paradójica, ya que al
principio no hay una idealidad superior a la vista: los temas de
meditación sólo se convierten en ella cuando desvelan su
«sentido» a la atención meditativa. Pero para ello ya es necesario
el estado de concentración, precisamente, el gesto volitivo inver-
tido.
Esta atención concentrada se adquiere mediante ejercicios
previos, tales como el «control de los pensamientos» que toma por
tema un sencillo objeto artificial, la representación de éste,
pensamientos en torno de él y, por último, su idea funcional5.
Pues bien: encontrar en este ejercicio la voluntad «espontánea»,
receptiva, el elemento «fluyente», que ayuda a conducir y a
mantener la atención, parece ser el fundamental obstáculo de
entrada en la ejercitación. Porque sin la voluntad «invertida»,
difícilmente se puede actualizar la atención relajada, no forzada y
no obstante concentrada, una especie de «active relaxation»6, una
tranquilidad activa. Y también porque en la ejercitación de la
consciencia, la atención no tiene nada más que hacer: no hay que
mover los dedos, ni manejar un pincel, etc.
La inversión de la voluntad de la atención tiene lugar siempre, en
los casos descritos, en un punto donde el sujeto encuentra una

89
esfera intersubjetiva universal del lógos: por ejemplo, el lenguaje
de la música, el lenguaje de Shakespeare, el de la naturaleza, o el
del culto. Allí donde la vida humana .de las ideas está en
contacto con ideas mayores, se vuelve receptiva, "perceptiva", allí
la atención se deja instruir de nuevo, tal como fue instruida
durante la infancia en la época del aprendizaje del hablar:
mediante la palabra escuchada y su comprensión, se volvió inten-
cional, es decir, se convirtió en atención conceptual fijada siempre
sobre «algo» conceptual, sobre los puntos de cristalización de las
conceptuaciones dadas lingüísticamente. En la fase inicial de
consciencia, la palabra, el concepto y la cosa —si es que la
palabra indica algo perceptible— son todavía idénticos. Sin
embargo, en el alma consciente, donde el pensar se ha
independizado del lenguaje, el objeto natural, no comprendido
por dentro o en su función, queda enajenado del pensar: lo
reconocemos por atributos exteriores7. La misma actitud de
consciencia se ha extendido a lo creado por el ser humano, si
bien su idea funcional le es enteramente accesible.
En el «control de los pensamientos»8, la experiencia enseña que,
después de los primeros razonamientos e imágenes mentales de
tanteo —en torno a la figura, las propiedades, la fabricación del
objeto, etc.—, pasa a primer plano la función y, con ello, la idea
de la cosa, sin la cual ésta no existiría ni sería esa cosa, al no
saberse cómo funciona. Si el ejercitante no aprovecha por sí solo
esta posibilidad del pensar, hay que aconsejársela. Pues con el
destello del carácter ideal del objeto, importantes cambios se
operan en el ejercicio9. Desde un principio es bastante productivo
representarse y pensar el objeto no de manera estática, sino
funcionando.
De ese modo, la vida conceptual recobra la salud; su
nominalismo — pensar la cosa según sus atributos exteriores—
es superado mediante la recuperación de la idea funcional.
El objeto artificial es vivido en su dignidad: pues es una nueva
creación en este mundo, mediante el ser humano. Esta dignidad
y significación, que es nueva incluso para los ángeles, la describe
Rilke en sus "Elegías de Duino":
Estamos tal vez aquí para decir: casa,
puente, surtidor, puerta, cántaro, árbol frutal, ventana,
todo lo más: columna, torre... (Elegía IX)

90
Y más alto, las estrellas. Nuevas. Las estrellas del país
del dolor.
Lentamente las va nombrando la queja: Aquí, mira: el Jinete, la
Vara, y a la constelación más llena la llaman ellos: Guirnalda de
Frutos. Luego, más allá, hacia el Polo: Cuna; Camino; el Libro
Ardiente; Muñeca; Ventana.
(Elegía X)10

La esfera del lógos es rozada en su nivel más bajo. De este modo,


la consciencia encuentra un elemento antepuesto a ella, tal como
en el arte, si es que, en el ejercicio, la naturaleza verbal de las
ideas y su comprensión destella como experiencia. En este punto,
la atención puede metamorfosearse, invertirse y convertirse en
una atención receptiva. Puede experimentar que, si bien la
representación del objeto y el pensarlo consisten en la atención
misma, ésta puede producirlos por la gracia del lógos que está
activo en medio del alma. La atención retorna al elemento
fluyente de la esfera del lógos de donde nació.
De este modo, el ejercitante descubre un ser superior, una yoidad
superior, en su propia alma. Pues donde se pueden experimentar
la palabra o lo verbal, éstos tienen que tener una fuente, y ésta
sólo puede ser una entidad-de- yo. El encuentro con el yo
superior en esta vivencia, mediante este sencillo ejercicio, es la
fuente del nuevo sentimiento llamado «seguridad y firmeza»11.
Dimana de la vivencia del «yo soy», del ser espiritual propio, que
no requiere «pruebas» ni soportes. A la vez, el miedo a este
encuentro es el máximo obstáculo para «soltar» la atención, lo
cual se requiere a fin de que, por decirlo así, ésta pueda volverse
artística y no obstante —en contraste con el hacer artístico—
permanezca en lo imperceptible. Resulta evidente la ayuda
inapreciable que el arte ofrece al ejercitante y cuáles son los
límites de esta ayuda, por qué el arte no puede reemplazar la
ejercitación de la cognición: tiene otros objetivos, tiene que
manifestarse en lo perceptible.
La presencia de algo universal en el alma —el lógos— es
insinuada en el célebre fragmento de Heráclito: «Propio del alma
es un fundamento [lógos] que se acrecienta a sí mismo»12. En el
suplemento al capítulo X de La filosofía de la libertad!, Rudolf

91
Steiner describe la inmanente «contradicción» de la naturaleza
humana de poder tomar del elemento universal de las ideas
intuiciones individuales.
Para la meditación, la atención ya tiene que estar fortalecida a tal
punto que pueda acercarse al tema —primero comprendido sólo
literalmente— de manera expectante, esencialmente vacía y, no
obstante, concentrada: ya invertida y receptiva, expectante de lo
superior y libre de todas las representaciones correspondientes;
éstas serían una traba, para el encuentro. Para eso, la atención
tiene que haberse vuelto tan ágil y desinteresada como los dedos
de un pianista, que son guiados por la inspiración musical,
meditativa, y, sin embargo, permanecen «fluidos». San Pablo
formula la experiencia de la vida con consciencia, la vivencia de
la palabra viva, en su Epístola a los Gálatas (2, 20): «Y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí».
En el encuentro con lo superior, el alma humana se fortalece
para dar un paso hacia arriba en la escalera del cielo del lógos: el
encuentro suele ser doloroso, a veces extingue transitoriamente
la consciencia, la «visión»; así le ocurre a Dante varias veces («El
Paraíso» XIV, 76; XXIII, 35; XXV, 121; XXXIII, 76), pero la misma
mayor luz le brinda una y otra vez una nueva y superior fuerza
para contemplar. Beatriz le explica (XXX, 52):
Siempre el amor que mantiene inmóvil este cielo
acoge con semejante saludo
para tener dispuesto el cirio para su llama.13
El encuentro suele ser descrito como una lucha con el ángel (Gn
32, 24-29), durante la cual la voluntad humana y la atención
verbal son «invertidas» y consiguen de lo superior —consiguen
luchando— nueva figura y nombre. La esencia de tal lucha la
describe el poema «Der Schauende» [El contemplador] de Rilke (El
libro de las imágenes):
Aquél a quien este ángel ha vencido,
que tan a menudo renuncia al combate,
ése sale recto y erguido
y grande de aquella dura mano

92
que contra él se estrechaba, como dándole forma.
A ése las victorias no le atraen.
Su crecimiento es: ser el profundo vencido
de lo que es siempre mayor.
Wen dieser Engel überwand, welcher so oft auf Kampf verzichtet,
der geht gerecht und aufgerichtet und gross aus jener harten
Hand, die sich, wieformend, an ihn schmiegte. Die Siege laden ihn
nicht ein. Sein Wachstum ist: der Tiefbesiegte von immer
Grósserem zu sein.

NOTAS AL ANEXO "LA INVERSIÓN DE LA VOLUNTAD"


1.R. Steiner, Vom Menschenratsel [En torno a los enigmas del
Hombre], capítulo: «Ausblicke», GA 20,41957, p. 161.
2.[En español: R. Steiner, La filosofía de la libertad, trad. de B.
Sánchez de Munian, Editorial Rudolf Steiner, Madrid 1986.] Ver:
G. Kühlewind, Bewusstseinsstufen. Meditationen über die
Grenzen der Seele, capítulo: «Die zwei Bewusstseinsstufen in der
"Philosophie der Freiheit"», Stuttgart 31993.
3.R. Steiner, Vom Menschenratsel ob cit., p. 163 y sig.
4.R. Steiner, Die Sendung Michaels [La misión de Micael], confe-
rencia del 30-11-1919, GA 194, 41994; Die Welt der Sinne und
die Welt des Geistes, conferencia del 28-12-1911, GA 134 [en
español: Los misterios de la vida. El mundo de los sentidos y el
mundo del espíritu, trad. de Miguel López Manresa, Editorial
Antroposófica, Buenos Aires 2000]; Allgemeine Menschenkunde
ais Grundlage der Padagogik [Antropología general como
fundamento de la educación], conferencias del 23 y 27-8-1919,
GA 293, 91992.
5.Para el control de los pensamientos ver en el presente libro los
ejercicios 1,2,3 y 7. Ver además: Kühlewind, «Das Erleben der
Begriffe», en el semanario Das Goetheanum, 38/1985.
6.Aldous Huxley, The Art of Seeing, London 1974.
7.Georg Kühlewind, Das Licht des Wortes, capítulo 1, Stuttgart
1984.

93
8.Sobre algunos efectos de la iniciación ver: R. Steiner, Wie
erlangt man Erkenntnisse der höheren Welten?, GA 10 [en
español: ¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos
superiores?, trad. de Francisco Schneider y Equipo de la Editorial,
Editorial Rudolf Steiner, Madrid 1986]; y Die Geheimwissenschaft
im Umriss, capítulo: «El conocimiento de los mundos superiores»,
GA 13 [en español: La ciencia oculta. Un bosquejo, trad. de José
Llinas, Juan Berlín y equipo de la editorial, Editorial Rudolf
Steiner y Editorial Antroposófica, Madrid 32000].
9.Georg Kühlewind, Bewusstseinsstufen, ob. cit., capítulo:
«Konzentration und Kontemplation».
10.[Tomado de: Rainer María Rilke, Elegías de Duino. Los Sonetos
a Orfeo, trad. de Eustaquio Barjau, Ediciones Cátedra, Madrid
31993.]
11.R. Steiner, Anweisungen fur eine esoterische Schulung, GA
42/245, 51979.
12.[Tomado de: Los filósofos presocráticos I, "Heráclito", fragmen-
to 22 B 115, trad. de Conrado Eggers Lan y Victoria E. Juliá,
Editorial Gredos, Madrid 1978.]
13.[Tomado de: Obras Completas de Dante Alighieri, "La Divina
Comedia", trad. de Nicolás González Ruiz, Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid 51994.]

94
3. ARTE Y COGNICIÓN

Sobre su fuente meditativa

En primer lugar, los dos fenómenos espirituales parecen ser


fáciles de diferenciar: la cognición acontece en el espacio interior
de lo anímico-espiritual; el arte tiene que entrar, en cualquier
caso, en el mundo de la percepción, por consiguiente tiene que
ver siempre, en su manifestación, con la materialidad. El
"manifestarse" de la cognición o de sus resultados es, por lo
general, modesto estéticamente —puede ser, incluso, que no se
exprese en absoluto el resultado de la cognición—, en todo caso,
la manifestación es secundaria, se efectúa después de la
cognición. En el arte, el manifestarse es esencial, no existe nada
antes del manifestarse. Este manifestarse en la fantasía sintiente
puede ser también un contenido ya formado, como imagen,
poema o música, pero luego está dotado "de la vestimenta
sensorial-material".
A este respecto, el arte se muestra análogo al lenguaje: éste tiene
también dos lados. El lado interior es el significado, el sentido,
que luego se manifiesta hacia fuera como fenómeno acústico u
óptico. Sólo que el "lado interior" de un fenómeno artístico no es,
precisamente, algo (meramente) pensable; de lo contrario, el arte
sería superfluo.
Común a ambos, arte y cognición, es lo creador; ambos producen
lo nuevo. La raíz común se puede vislumbrar; hay que investigar
lo que nace de ella1.
Se debe a la fuente común que en ambos fenómenos espirituales
aparezca significado, sentido, lo diciente... en resumen: lo que
tiene carácter de lógos o de idea, algo que habla. Pero lo que dice
un arte no se puede reproducir en pensamientos con pfcl&bras
(con otras palabras), ni siquiera si se trata de un (buen) poema.
El arte se recibe mediante el sentir, incluso detrás de cada
fantasía artística se puede encontrar sentir. Y por eso el
fenómeno artístico que se pueda reemplazar por pensamientos o
requiera una explicación con pensamientos (una música
programática que no fuese aceptable sin conocimiento del progra-
ma) no es arte2. Pues el arte habla a lo "infantil" en el ser

95
humano, que percibe el mundo de manera sintiente-voli- tiva,
volitiva-sintiente (con una voluntad "invertida", que es modelada
por el objeto).
"Infantilidad" del sentir las ideas
En la consciencia arcaica, participante, que el niño pequeño
reproduce hoy en día en forma algo modificada, la naturaleza y el
mundo divino-espiritual (hoy llamado fuente interior de la que
procede todo lo nuevo) hablan al ser humano, al principio de
manera no separada, mediante un sentir-querer. Este sentir
orienta al ser humano arcaico en la naturaleza, en sus obras
técnicas (construcción, cerámica, etc.) y en sus rituales y ritos
religiosos que rebasan las necesidades biológicas. El percibir
arcaico era un completo darse cuenta de las cosas, en el cual lo
que tiene carácter de idea estaba incluido en el percibir mismo y
no por el separado camino del pensar (o de su precursor). El
espacio interior en que el pensar puede existir
independientemente del percibir se formó sólo más tarde
mediante conceptuaciones verbales dadas lingüísticamente que
no se refieren a ninguna percepción (por ejemplo, las
conjunciones). La autoconsciencia nace cuando el pensar ya se
ha separado del sentir y querer cognoscitivos y en el alma
consciente se forma una estructura capaz de autorreflexionar: la
consciencia [Bewusstheit] está de ordinario a nivel del pasado (de
lo pensado, lo representado, etc.), pero en el comprender nuevo
puede rozar el nivel de la presencia de espíritu, de la verdad, del
pensar vivo (de lo imaginativo)3.
El niño, en sus primeros años, es hoy todavía por entero sentido
[órgano sensorial], y este sentido global es, precisamente, el
sentir dirigido hacia fuera. De éste se diferencian más tarde los
distintos campos sensoriales, completamente separados en el
adulto, como consecuencia de la "instrucción" que reciben los
sentidos mediante el lenguaje y el entorno humano4. Además, ya
se sabe que en el niño las percepciones sensoriales permanecen
por largo tiempo impregnadas de sentir, hasta que, mediante los
conceptos cotidianos, los sentimientos se "desecan" de las
percepciones.
En el arte, el ser humano se basa en los sentimientós cog-
noscitivos o comunicativos, que se pueden comparar con el
elemento común, universal-comunicativo, del pensar. El pensar

96
está entonces, por decirlo así, disuelto en el sentir inteligente,
que percibe el arte, aún no está separado de él.
Las ideas sentidas son más abiertas, "más generosas", que las
ideas vivas; de ahí que se pueda pintar de varias maneras
"bellamente" un paisaje, ejecutar de distintas maneras
"bellamente" una pieza de música. La "belleza" es, como la verdad
y la bondad, una intuición o experiencia que se puede
fundamentar tan poco en el nivel del pensar de pasado
(discursivo) como las dos otras ideas básicas... como las ideas
básicas, en general.
Debido a que el arte habla desde el sentir y al sentir, en él se
manifiesta una "regresión", un regreso a "lo infantil", al nunca
estar activo, tanto en la actividad como en el percibir, sólo un
sentido, sino prácticamente todos los sentidos. De ahí que, al
contemplar arte, uno hable de "equilibrio", "movimiento", "colores
cálidos", "tonos duros", etc. En el arte aún podemos percibir de
manera infantil- sintiente, pero con ello sólo aludimos a una
cualidad de la consciencia artística, pues los "contenidos", las
cualidades del sentir en las artes, no son, precisamente, en
absoluto "infantiles".
Soportabilidad de las ideas
Si comparamos la naturaleza y el arte, a ambos se puede
encontrar como experiencias de la percepción sensorial. Ambos
irradian sentir y querer, es más, consisten en estos elementos,
sólo que el arte es como un trozo de naturaleza tocada,
domesticada, por el ser humano, hecha cercana al sér humano.
"Porque lo bello no es nada / más que el comienzo de lo terrible,
justo lo que nosotros todavía podemos soportar, / y lo
admiramos tanto porque él, indiferente, desdeña / destruirnos".
Así sintetiza Rilke su estética en la primera de las Elegía de
Duino. Y en la segunda añade: "Adónde han ido los días de
Tobías, / cuando uno de los más resplandecientes estaba junto a
la sencilla puerta, ante la casa, / un poco disfrazado para el viaje
y sin ser ya temible"5.
Así como el arcángel se le hace soportable al ser humano "un
poco disfrazado", así también la naturaleza en el arte. Así como
los elementos del lenguaje, los fonemas, la gramática, la sintaxis,
no provienen de la naturaleza, tampoco los elementos del arte: en
la naturaleza no se puede encontrar ningún tono musical puro

97
(tampoco entre los pájaros), ninguna combinación de colores
como en un cuadro pintado —incluso el naturalismo no lo ha
conseguido, y donde parece lograrlo surge la pregunta de si es
todavía arte o un notable terreno intermedio de imitación de la
naturaleza—, ni tampoco se puede ver un ser tal cual lo hace
aparecer una estatua: inmóvil-en movimiento.
El arte no es algo "dado" para la humanidad, es la creación de los
seres humanos: mediante el arte, éstos crean nuevos
sentimientos, nuevas formaciones en el sentir. El artista está
inspirado mediante un nuevo sentir y le confiere expresión en el
mundo de la percepción (la palabra "y" tiene aquí sentido
conjuntivo, sentido de: "a la vez"). Se podría decir que los objetos
naturales se originan debido a que una voluntad superior se
desliza en la materia perceptible sensorialmente; el arte se
origina mediante una voluntad humana que, guiada por la
inspiración sintiente, configura de manera inteligente la materia.
Las poderosas ideas a las que estamos expuestos al mirar la
naturaleza las contrarrestamos a causa de su grandeza, que no
soportamos, con conceptos muertos que son puestos
rápidamente sobre la percepción y neutralizan, matan, lo que
desde la naturaleza afluye hacia nosotros.
Génesis de la idea
En cualquier pensamiento, en cualquier idea se puede descubrir
una voluntad... ellos quieren llegar a ser este pensamiento, esta
idea. Cuando una nueva idea está en gestación, primero aparece
esta voluntad que la produce: como un ondular, como leve
formación de pliegues en el cielo azul de la consciencia
intensificada. Luego, de ello se forma un sentir, un poco más
perfilado que las ondas de voluntad, y del sentir mana una
corriente de pensar ya determinado, pero que todavía vive sin
lenguaje, sin palabras. Tan sólo su agua cristaliza en
pensamientos más o menos fijos que se coagulan en palabras.
Éstas dicen algo sólo al oyente o receptor que las despierta de
nuevo a la vida.
La génesis de una idea artística se efectúa de manera análoga.
Las dos primeras etapas son comunes. Ahora bien, después de
que se ha formado la nube de sentimiento sigue de inmediato la
formación —perceptible sensorial- mente— del fenómeno
artístico; se eluden el pensar vivo y la etapa del pensamiento. Si
una idea se ha concretado hasta el pensar vivo —que en sí es

98
todavía adecuado para una diversidad de posibilidades de
expresión—, de ella ya no nace una verdadera, buena obra de
arte. Para ello tendría que permanecer en el sentir (en el sentir
"objetivo"). El arte manifiesta siempre una forma del sentir en el
mundo de las percepciones sensoriales, cuya esencia original
dirige la palabra al sentir y al querer receptivo.
Meditación de investigación
Hace algunas décadas, la ciencia y el arte vivieron de una
conexión más o menos supraconsciente con las fuentes de las
ideas (incluso de las ideas artísticas). Estas conexiones — como
todo lo dado, lo obsequiado— amenazan volverse cada vez más
débiles y desaparecer por completo. La ciencia está hoy en un
nivel en que no llega a la realidad de la naturaleza y del ser
humano. Por ambas razones es oportuna una práctica
meditativa6.
Ésta consistiría en que el ser humano procure expandir,
mediante ejercicios de consciencia, su conexión precisa,
relámpago, con el nivel del comprender o de presencia de espíritu
que él actualiza en cualquier nueva comprensión y que aprenda a
articularse en este nivel superior (a practicar un pensar y un
percibir sin palabras), para así fortalecer e intensificar la
conexión. Más tarde podrá entonces expandirla también a niveles
superiores de consciencia (hoy normalmente supraconscientes,
como el del sentir cognoscitivo).
El camino de una meditación de investigación comienza poniendo
el tema (la pregunta por investigar o el problema) en una forma
que sea apropiada para meditar. Esta forma puede ser una frase
o una imagen. Para investigadores algo más avanzados, más
ejercitados, puede ser también una situación, una pregunta que
apenas esté formulada o no lo esté en absoluto, un "¿Cómo es
esto?" o incluso sólo un "¿Cómo?". El investigador se concentra
en el tema (en el sentido libre de palabras de la frase, en la
pregunta en forma de imagen) hasta que el tema se vuelve
transparente y la atención se convierte en un gesto receptivo. El
tema se disuelve entonces en un pensar vivo. A éste lo acompaña
siempre un sentir.
El paso siguiente consiste en que el investigador "prescinda" del
elemento del pensar vivo, fluyente, primeramente bien
desarrollado, dejando que este elemento se vuelva transparente y

99
trasladando la atención al sentir. Si uno puede moverse de
manera consciente en el sentir del tema —como de ordinario ya
se mueve uno en la transición al pensar vivo—, perfeccionará en
el sentir una forma de sentir que parece una nube, pero
característica y determinada como sentir, mediante una atención
que siente, no que piensa, no que percibe.
La etapa siguiente trae de nuevo un prescindir de lo ya
alcanzado, de la forma de sentir. Mediante la concentración en el
sentir, la figura del sentir puede cambiar de nuevo. Se puede
decir que el sentir se desvanece, pero que al mismo tiempo se
transforma en una voluntad, y ahora surge ante la atención (que,
correspondientemente, se transforma de sintiente en queriente)
una formación aún más general, "más indeterminada" en sentido
corriente, pero completamente determinada en sentido superior,
precisamente, una forma hecha de voluntad. Piénsese en la
intuición moral única del Nuevo Testamento: "Que os améis unos
a otros, como yo os he amado" (Jn 15,12]. Es una intuición en el
plano de la voluntad. Para realizarla en este mundo hay que
reducirla gradualmente —siempre mediante nuevas intuiciones
en el sentir y en el pensar vivo— hasta la consciencia diaria, a fin
de que resulte eficiente en el caso particular terrenal.
Este bajar es tan difícil de aprender como el subir. En el subir,
uno se encuentra en cada grado alcanzado con algo nuevo, y la
experiencia en un nivel superior no "corresponde" simplemente a
lo que se ha vivido en un nivel inferior, sino que añade cada vez
algo que es nuevo. Si uno quiere "hacer bajar" el conocimiento
volitivo, hay que cuidar ante todo de no reducirlo demasiado
pronto, por impaciencia, al grado de un texto; con ello puede
desfigurarse el sentido o incluso perderse completamente.
Búsquese con paciencia el nuevo sentir, del que luego mana el
flujo del pensar, y finalmente déjese uno inspirar la formulación
como texto meditativo mediante una, otra vez, nueva inspiración
sintiente-lingüística. Las experiencias espirituales sólo pueden
ser interpretadas hasta cierto punto adecuadamente mediante el
"lenguaje mímico" meditativo (texto, imagen, acto).
Si no se trata de conocimiento, de investigación, sino de
inspiración artística, que hoy es oportuna en un camino de
ejercitación de consciencia (puesto que las facultades traídas, o
adquiridas de manera no consciente, van en disminución hacia la
mitad de la vida), el camino de subida es el mismo que en la

100
meditación cognoscitiva. Como en ésta, el meditador debería
sentir una afinidad llena de expectación con el tema. El camino
hacia abajo se bifurca en el campo del sentir cognoscitivo. Porque
en la meditación artística debería efectuarse, de ahí en adelante,
el hacer; la inspiración sintiente no debe quedar reducida, más
hacia abajo, al flujo del pensar, sino que debería hacerse
extensiva a la voluntad inteligente artística y conducirla.
Crear artístico desde el querer y sentir que ven
Por consiguiente, cualquier educación o formación artística tiene
dos objetivos. Por un lado debería desarrollar la sensibilidad
sintiente específica para el campo de percepción del arte
respectivo. Por el otro, en el necesario acuerdo con la materia (el
instrumento, el pincel y el color, la arcilla y la piedra, el propio
cuerpo, etc.) tiene que cultivarse la "técnica" específica del arte
respectivo, de modo que, por ejemplo, la mano y mediante ella
todo el cuerpo se conviertan en órgano de la voz con el fin de
seguir la inspiración y poder implantarla, en su forma de sentir,
en el mundo de la percepción. Eso significa la educación de una
voluntad inteligente, "que ve", a la que no se anteponen los
objetivos, las formas de los movimientos, mediante el pensar o el
representar, sino que lleva en sí el "qué" del querer. En realidad,
"técnica" artística quiere decir este crear mediante la voluntad
"que ve" en el campo de percepción siempre específico7.
Esto requiere una doble preparación: el conocimiento del material
(el instrumento, el color, la arcilla, etc.) y la compenetración con
el sentido más importante (la vista en la pintura, el oído en la
música, la vista y el tacto en la escultura, etc.), mediante el cual
el crear artístico actúa a la vez activa y pasivamente, da y percibe
de mañera creadora... tal como en el hablar coinciden la
actividad y la pasividad (el articular y la percepción de lo
articulado).
El conocimiento del material consiste fundamentalmente en un
fusionarse del organismo sensorial —sobre todo, del sentido
dominante para el género artístico respectivo— con el utensilio,
con el instrumento (en muchas artes, el instrumento es el propio
cuerpo). El fusionarse quiere decir la expansión del sentido del
tacto y del sentido del movimiento al instrumento, acompañada y
guiada, respectivamente, por un sentir (el "sentir" de todo el
mecanismo del piano, del pincel, del color, del deslizarse del arco
sobre la cuerda, etc.). El instrumento mismo se convierte en

101
órgano sensorial y de movimiento, y la actividad, el hacer
artístico, resulta completamente penetrada de sentir, incluido el
instrumento. Sólo esto garantiza la calidad artística, el que con
ello se diga algo8.
En la meditación cognoscitiva, la cognición se concreta, en el
descenso, mediante el paso de la corriente de pensar vivo al
pensamiento formulado. A ello corresponde en el arte la
transición de la formación de sentimiento al mundo de la
percepción. La percepción resultante permanece ambigua, tal
como un texto meditativo. El camino desde el sentir pasa por el
sentido dominante —todos los demás sentidos resuenan— y
mediante éste surge activamente, de la forma de sentimiento, la
"imagen" que se manifiesta (también la "imagen acústica") y que
más tarde (o al mismo tiempo, como por ejemplo en el
espectáculo) actúa por el camino inverso sobre el que la percibe:
la imagen de percepción es recibida mediante el sentido
dominante, en que los demás resuenan, y mediante la múltiple
actividad sensorial el sentir entra en resonancia y le es dada la
forma correspondiente.
Tema sentible
En las épocas antiguas del arte, los temas eran sentibles, por eso
podían inspirar el hacer artístico. La "Madona con el Niño" podía
inflamar el sentir religioso al menos en momentos de abstracción
y ofrecer a la imagen y al pintor la base del sentir; del mismo
modo, un paisaje o un rostro. Cuando el percibir, el representar e
incluso la vida religiosa empezaron a hallarse privados de la
cualidad sintiente, del elemento sintiente, el tema se convirtió
más y más en pretexto para usar elementos (cualidades
sensoriales) que aún entrañaban sentir y podían producirlo. Pero
el tema mismo ya no inspiraba el sentir.
En el arte moderno se suprime el pretexto y ahora se trabaja con
los elementos, los recursos artísticos del genéro artístico
respectivo. Donde menos se logra esto es en las artes cuyo
elemento es el lenguaje. Ahí, el entretejimiento del "tema" con la
forma de expresión es máximo; por otro lado, el tema puede ser
tratado y recibido en varias capas por la polisemia vertical de las
palabras9.
En las artes plásticas, el que contempla puede ser fácilmente
desorientado por el tema (la figura plástica); pues puede dirigirse

102
a la obra de arte con la atención intencional (que está fijada sobre
algo conocido, dado), tal como se sugiere a menudo en las visitas
a las galería de pintura. "Ahí se ven dos vacas, un molino de
viento, un labrador que está arando", o cosas por el estilo. En el
arte moderno, no figurativo, uno no encuentra un "algo", a lo
sumo, manchas de color superficiales que en sí, evidentemente,
aún no constituyen una obra de arte. De esta manera, el que
contempla está (casi) obligado a activar una atención receptiva
(meditativa) sólo mediante la cual podrá recibir la declaración de
sentimiento de los cuadros (en rigor, esto es así también en un
cuadro figurativo)10.

Sobre el sentido del arte


Con el arte se transforma el mundo de la percepción. La
cognición en sí no cambia el mundo, sólo con la aplicación de los
conocimientos. La aplicación puede ser creadora de sentido o
carente de sentido: esto último sucede en todas las
transformaciones del mundo de la percepción que se efectúan por
motivos egoístas... incluso a escala de la humanidad. Forman
parte de ello todos los dispositivos técnicos que sirven a la
egoidad, a la comodidad, a los instintos humanos secundarios, y
no "hablan", es decir, no "comunican" nada.
Lo carente de sentido nace en el mundo a través del ser humano.
Sin embargo, a lo así nacido él puede posteriormente otorgarle
sentido al ponerlo al servicio de una vida con sentido, creadora
de sentido. El arte transforma el mundo de la percepción
"hablando", creando nuevos significados. En este sentido es el
epílogo de la antigua vida sagrada, donde todo tenía sentido... y a
la vez quizá el prólogo de una nueva época de la humanidad,
donde el ser humano dé un nuevo sentido a la existencia.

103
Notas al anexo "Arte y cognición"
1.El arte implica muchos conocimientos, en el aprendizaje y en la
práctica; pero su finalidad no es investigar en ellos, pues quiere
transformar con sentido el mundo de la percepción.
2.En muchas escuelas artísticas se cree hoy poder pasarse sin
exigencia de belleza. Se realizan objetos de arte "interesantes",
"poco comunes", "sugestivos"; por lo general requieren
explicaciones con pensamientos y además inducen a ello. Es por
lo menos discutible si aquí no hay un malentendido respecto a la
categoría "arte".
3.G. Kühlewind, Das Licht des Wortes, cap. 1: "Das Leben der
Bewusstseinsseele" [La vida del alma consciente], Stuttgart 1984.
4.G. Kühlewind, Die Belehrung der Sintte, cap. 2: "Die Sprache
und die Sinne" [El lenguaje y los sentidos], Stuttgart 1990.
5.[Tomado de: Rainer María Rilke, Elegías de Duino. Los Sonetos
a Orfeo, trad. de Eustaquio Barjau, Ediciones Cátedra, Madrid
31993.]
6.G. Kühlewind: Vom Normalen zum Gesunden [en español: De la
normalidad a la salud, trad. de Jaime Vergara Antuña, Editorial
Rudolf Steiner & Mandala Ediciones, Madrid 1997], capítulo 5. El
mismo, "Schulung der Aufmerksamkeit" [Ejercitación de la
atención], en Freiheit erüben, Stuttgart 1988. El mismo, Die
Belehrung der Sinne, ob. cit, cap. 8: " Wahrnehmungsübungen"
[Ejercicios de percepción].
7.Cuando uno habla, uno no indica a los órganos de la voz sus
movimientos mediante el representar o el pensar — tampoco
podría— y se desentiende totalmente de lo que hacen los órganos
de la voz. Esto no es sólo resultado de un hábito, pues tampoco
el niño pequeño sabe lo que tienen que hacer los órganos de la
voz para reproducir algo que ha oído. La formación artística se
esfuerza por conseguir una análoga actividad volitiva
supraconsciente.
8. Hacer versos y escribir prosa artística quiere decir trabajar con
cualidades del sonido y con representaciones del sonido,
respectivamente; la lectura silenciosa de textos artísticos requiere
por lo menos la representación del resonar (hasta el siglo IV e.c.
sólo se leía, en general, en voz alta).

104
9.La polisemia vertical de los conceptos verbales dados lin-
güísticamente puede experimentarse de la manera más fácil en el
lenguaje simbólico de los mitos y leyendas: un objeto o un ser
significa en su carácter gráfico muchas cosas que no se pueden
expresar de otra manera. Esta propiedad de las palabras se usa
en los textos exigentes (y también en los meditativos).
10.Estos dos tipos de atención los conocemos bien: una, en el
contacto visual (mirada receptiva, atractiva), la otra, en la mirada
del oculista en la misma dirección, pero intencionalmente dirigida
de manera observadora.

105
OTROS LIBROS DEL AUTOR:

De la normalidad a la salud
Caminos para el desarrollo de la consciencia
Hacia una consciencia del logos
La Ciencia de San Juan Evangelista
Trabajando con la Antroposofía.Con un prefacio de Jórgen Smit
La vida del Alma Entre el supraconsciente y el subconsciente
El Reino de Dios
Visión de futuro del Nuevo Testamento
La Renovación del Espíritu Santo
Visión de futuro del Nuevo Testamento
Navidades Los tres nacimientos del ser humano
La atención y la entrega La ciencia del yo

106
107

También podría gustarte