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Año de San José

Año de San José


Cántico de Ana
1 Samuel 2, 1-10

Presidente: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Todos: Amén
Oremos
Señor, Dios de sabiduría, tú que eres quien da la muerte y la vida, has querido esconder la
fuerza de la cruz a los sabios y a los poderosos; concede pues la victoria a tu Iglesia y haz que
engendre siempre nuevos hijos; guarda los pasos de tus amigos para que, confiados, avancen
hacia ti hasta heredar un trono de gloria, donde, juntamente con todos tus santos, puedan
gozar del banquete de tu reino por los siglos de los siglos. Amén

SALMO
1 Mi corazón se regocija por el Señor, hunde en el abismo y levanta;
mi poder se exalta por Dios; 7 da la pobreza y la riqueza,
mi boca se ríe de mis enemigos, humilla y enaltece.
porque gozo con tu salvación.
8 Él levanta del polvo al desvalido,
2 No hay santo como el Señor, alza de la basura al pobre,
no hay roca como nuestro Dios. para hacer que se siente entre príncipes
y herede un trono de gloria,
3 No multipliquéis discursos altivos, pues del Señor son los pilares de la tierra
no echéis por la boca arrogancias, y sobre ellos afianzó el orbe.
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quien pesa las acciones. 9 Él guarda los pasos de sus amigos,
mientras los malvados perecen en las
4 Se rompen los arcos de los valientes, tinieblas,
mientras los cobardes se ciñen de valor; porque el hombre no triunfa por su
5 los hartos se contratan por el pan, fuerza.
mientras los hambrientos no tienen ya
que trabajar; 10 El Señor desbarata a sus contrarios,
la mujer estéril da a luz siete hijos, el Altísimo truena desde el cielo,
mientras la madre de muchos se el Señor juzga hasta el confín de la
marchita. tierra.
El da fuerza a su Rey,
6 El Señor da la muerte y la vida, exalta el poder de su Ungido.
Año de San José Reflexión
No es extraño al antiguo testamento atribuir a mujeres la composición de cantos o
su interpretación. El cántico de Moisés tras el desastre del ejército de Faraón ahogado en el
mar que abrió sus aguas para que el pueblo de Dios pasara, es entonado por Miriam, hermana
de Moisés y de Aaron, mujer a la que la literatura rabínica popular le atribuye otras
admirables cualidades. Conocemos también la canción de Débora y Baraq y el cántico de
Judit y en el nuevo testamento el cántico de la virgen María. En esta ocasión es una pobre
mujer de pueblo que, como otras grandes mujeres claves en la historia de la salvación (Sara,
Raquel, Isabel, etc), es estéril y Dios actúa milagrosamente dándole en el don de la
maternidad una gracia todavía mayor: dar al pueblo un caudillo salvador o un líder. En la
historia del gran Profeta Samuel hay un comienzo que sorprende; Ana era estéril y en una
peregrinación suplica entre lágrimas a Dios que le conceda tener un hijo como remedio a la
maldición de su esterilidad, prometiéndole a Dios que lo traerá a su servicio y Dios le
concede ese hijo que será nada menos que guía de Israel y preceptor de dos grandes reyes:
Saúl y David.

El cántico de Ana asume las características de un salmo real, tal vez compuesto para la
victoria de un rey, es insertado en el primer libro de Samuel para introducir entre los
hombres carismáticos al gran Samuel, guía, gobernante, profeta, formador y preceptor de
reyes, amado y respetado siempre por el pueblo, que será el encargado de obedecer a Dios,
aún a su pesar, introduciendo una de las etapas más largas y problemáticas de la historia de
Israel: la época de la monarquía. Los versículos 1 a 4 claramente se refieren a una victoria
militar del rey en cuyo honor se compuso el canto: El rey, humildemente, o quien habla en
su nombre, reconoce que la victoria no ha sido suya sino toda del Señor a quien se debe la
Gloria y en quien el pueblo y el rey se regocijan. En los versículos que siguen el cántico hace
un contraste entre la humildad del rey y la soberbia del ejército contrario, humillado por la
derrota, pero no deja de hacer mención a la mujer estéril que da a luz muchos hijos, con lo
que el autor encuentra el pretexto para atribuirlo a la madre del gran profeta antes estéril y
ahora madre jubilosa de un gran caudillo que conducirá al pueblo por el camino de la alianza
reparando los daños causados por los hijos del sacerdote Elí. Los versículos finales vuelven
sobre la figura del rey que recibe fuerza de lo alto y es exaltado en su humildad.

Por la historia narrada y por la significatividad de los hechos narrados, este cántico adquiere
rasgos mesiánicos. De hecho, a manera de monición para la oración el libro de la liturgia de
las horas anota los siguientes versículos del evangelio de san Lucas tomando expresiones
que el evangelista pone en labios de la virgen María: “derriba del trono a los poderosos y
enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes” (Lc. 1,52-53). Muchas
mujeres, entre ellas Ana, son figura de aquella a quien Jesús llama «mujer». Es imposible
recitar estos versos sagrados sin contemplar a María en casa de Isabel, cantando su himno
de alabanza conocido como el «magnificat». Con estos sentimientos vamos a orar nosotros
con el cántico de Ana.
Año de San José
Terminado la reflexión, el que dirige invita a decir en voz alta las intenciones o
peticiones por la que se realizará el Santo Rosario. (Una de ellas el fin del Coronavirus y
por los médicos y personal de Salud)

Se inicia el Santo Rosario como de Costumbre repartiendo entre varios miembros de la familia
cada uno de los misterios que corresponden a cada día. (Lunes y Sábado: Misterios Gozosos,
Martes y Viernes: Misterios Dolorosos, Jueves: Misterios Luminosos, Miércoles y Domingo:
Misterios Gloriosos.) Al finalizar se hace la siguiente Oración:

Oración del Papa Francisco a San José


Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti
María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia,
misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén

Juntos dicen: El Señor nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la Vida Eterna.
Amén.

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