Nº 54

Península 1,95€
Asesoramiento científico: Asociación Española de Pediatría Canarias 2,10€
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e cial
EspSISTEMAS DE
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RETENCIÓN INFANTIL
Su seguridad es lo primero
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PRIMEROS DÍAS
CON EL BEBÉ
Resolvemos tus dudas
MATERNIDAD TARDÍA ALIMENTOS
Con precauciones FUNCIONALES
no todo son problemas Salud a cada

¡Al agua
bocado

con tu bebé!
Aprovecha los beneficios físicos
y emocionales del medio acuático Descubre la nueva
leche de continuación
,
Y ademas... Libra a tu bebé de los “malos humos” MÁS INFORMACIÓN PÁG.6

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Diversión saludable en la piscina
¡Al agua
con tu bebé!
La actividad acuática le relaja, le divierte,
fortalece su corazón, mejora su desarrollo
psicomotor y ayuda a reforzar vuestro
vínculo afectivo. Además, mientras el
bebé aprende a dominar el medio.
● Marisol Nuevo
D
isfrutar del agua es un placer y po-
der hacerlo con tu bebé es toda una
experiencia sensorial y gratificante.
Los bebés están dotados de un am-
plio abanico de reflejos y si a tu hijo, además del
medio terrestre, le ofreces otro como el agua, le
aportarás una gran cantidad de beneficios físicos,
emocionales e intelectuales, que serán muy posi-
tivos durante su crecimiento.
Un refuerzo en su desarrollo
Unir a la rutina clásica del bebé una actividad
acuática, significa potenciar su capacidad de
adaptación a los cambios, desarrollar sus habi-
lidades motrices y reflejos, reforzar el vínculo
afectivo con sus padres... Numerosos psicólogos
infantiles y pedagogos reconocen la importancia
de la estimulación acuática y, aún así, seguimos
sin prestarle la atención que se merece hasta que
el niño entra en la escuela.
La razón estriba en el error de relacionar la
actividad acuática para bebés con el aprendizaje
de la natación, algo que no se consigue hasta los
cuatro o cinco años. Antes de esta edad, los niños
son demasiado pequeños para desarrollar auto-
nomía en el agua y adquirir los movimientos de la
natación. Noemí Suriol Puigvert, fisioterapeuta
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TEMA DEL MES
especializada en Neuropediatría y directora del
centro acuático Lenoarmi, en Barcelona, explica
que “una cosa es el disfrute y el dominio del me-
dio acuático, y otra muy distinta aprender a nadar,
que tiene que ver con adquirir una técnica. Es im-
portante, pero hasta que nuestro hijo no controle
perfectamente el movimiento de sus brazos, sus
piernas y músculos en general, no podremos pen-
sar en que adquiera una técnica”.
Espacio pedagógico
Con solo unas semanas de vida, tu bebé ya pue-
de estar aprendiendo en el agua, si la piscina está
acondicionada. El líquido elemento es para ellos
lo más parecido a ese medio donde estuvieron
inmersos durante nueve meses y un espacio peda-
gógico de incalculable valor, ya que está cargado
de retos y oportunidades, de contacto y diversión.
Aprenderá a moverse instintivamente dentro del
agua, a flotar, a sumergirse, a superar miedos, a
relacionarse con respeto y sabiduría con el medio
acuático, a resolver dificultades psicomotrices…
Descubrirá cuáles son sus posibilidades y sus lí-
mites, siempre acompañado de sus padres, que se
convierten en sus guías y soportes en sus primeros
contactos con el medio acuático.
El objetivo fundamental de la experiencia en
el agua con el bebé se centra en reforzar el vínculo
de amor y confianza entre la madre y el bebé, ha-
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 ciendo que ambos compartan una experiencia ori-
En el agua, el bebé se ginal, única e irrepetible, fortaleciendo la relación
afectiva y cognitiva. Además, se crean situaciones
divierte y juega, pero de juego, dentro de un ámbito lúdico y recreativo.
también le sirve de Noemí Suriol explica que “en el agua nunca suena
el móvil, ni estamos pendientes de otros asuntos.
relajación Tenemos todos los sentidos puestos en nuestro
pequeño, en contacto directo piel con piel, com-
partiendo con él todas esas cosas que ocurren en
un rato y aprendiendo a comunicarnos casi sin
palabras. El contacto con nuestro hijo dentro del
agua nos ofrece la posibilidad de revisar nuestras
conductas y de aprender a encontrar soluciones
diferentes a problemas cotidianos”.

Estimulación por edades

Cada etapa del desarrollo del bebé tiene unos ob-
jetivos, pero para el programa Lenoarmi “lo más
importante es cada niño individualmente, porque
es esencial respetar su nivel de desarrollo y valorar
sus habilidades. Ofrecemos a los padres las herra-
mientas necesarias para que su bebé esté seguro
dentro del agua, aprendiendo a respetarle y a mo-
verse con habilidad”, reconoce Noemí Suriol.
● De 0 a 6 meses. Establecer un vínculo. Es el
primer contacto con el agua del bebé. Se trabajan
sobre todo las flotaciones y las inmersiones dentro
de un ambiente relajado que ofrezca seguridad.
¿Cómo? “En primer lugar, sostendremos al bebé
por las axilas y lo introduciremos suavemente en
el agua, hasta que se acostumbre a ella. Así, favo-
recemos un contacto seguro y placentero con el
agua, y permitiremos al bebé que se mueva con d

Una piscina para tu bebé

● La profundidad ideal para
que los padres puedan hacer
pie debe ser de 1,40-1,50 cm.
● La temperatura del agua
tiene que oscilar entre los 31-
32 ºC.
● El nivel de cloración debe
ser bajo, entre el 0,5 y el 0,6
por ciento, para que no dañe
sus ojos ni su piel.
● Los “vasos de enseñanza”
suelen tener unos seis por
cuatro metros y no deben
compartirse con niños
mayores.
● La zona de la piscina
y vestuarios debe estar
climatizada y cumplir con las
normas higiénico-sanitarias
establecidas.
● Conviene que haya un
máximo de ocho bebés por
clase y que la duración gire en
torno a los 20 minutos.

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El contacto piel con piel del
bebé y la mamá en el agua
refuerza su vínculo afectivo
d libertad dentro de ella, encontrando su propia
forma de hacerlo. Jugaremos a desplazarlo de un
lado a otro. Con nuestras manos bajo su cuerpo,
lo deslizaremos sobre el agua, boca arriba, boca
abajo, más deprisa, más despacio… De forma
que el pequeño sienta la caricia del agua sobre su
cuerpo. Este juego le ayuda a ser consciente de su
cuerpo, a sentirlo”, explica esta fisioterapeuta. Las
sensaciones son el principal camino del aprendi-
zaje durante los seis primeros meses de vida.
● De 6 a 12 meses. Flotaciones, inmersiones
y experiencia sensorial. A esta edad, el bebé se
muestra torpe en tierra, pero nos sorprenderá la
soltura con la que puede llegar a moverse dentro
del agua. Ahora su papel será mucho más acti-
vo. “Fuera empieza a mostrar interés por todo lo
que le rodea, a querer cogerlo todo… y en el agua
A los cinco años,
aproximadamente,
el niño ya podrá
aprender a nadar.
mostrará el mismo interés: nos serán de gran utili-
dad las pelotas de colores hacia las que dirigirnos,
los flotadores, los churritos… Los juguetes serán
un reclamo para el arrastre del cuerpo en el agua”,
asegura Suriol. Y además, empieza el trabajo de
supervivencia. El trabajo del vínculo, las flotacio-
nes y la supervivencia es acumulativo. Se despierta
ya la primera motricidad en el agua. Comienza la
adaptación al agua con las inmersiones.
● De 12 a 18 meses. Adquiere autonomía. Fuera
el bebé gatea y camina. Dentro del agua pode-
mos atrevernos con actividades más complicadas:
saltar a la piscina, soltarse del bordillo por unos
segundos o de papá y mamá ayudado por un me-
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TEMA DEL MES
dio de flotación... “En este momento, ya están lis-
tos para desarrollar habilidades de supervivencia
dentro del agua, como las que están adquiriendo
fuera de ella. En una misma sesión se trabaja la
motricidad, los desplazamientos y todo lo ante-
rior”, señala Noemi Suriol.
Beneficios para tu bebé
Al realizar una actividad acuática los bebés vi-
ven unos momentos únicos con sus padres en
los que el vínculo afectivo se consolida, refuerza
y enriquece. Además, multiplican su potencial
creativo, sus habilidades motrices, los reflejos y la
capacidad para superar dificultades de una forma
lúdica. Todo esto refuerza su seguridad y con-
fianza en sí mismos y en relación con sus padres.
Y además…
● Mejora su desarrollo psicomotor.Desarrolla
la coordinación, el equilibrio y el conocimien-
to del espacio. En el agua, el bebé encuentra la
posibilidad de moverse tridimensionalmente,
siendo mucho mayor la libertad y continuidad
de movimientos. Incrementa la fuerza gracias a
los ejercicios musculares y, a muy temprana edad,
comienza a tener nociones de desplazamiento y
distancia, lo que redundará en una mayor coordi-
nación motriz para gatear o caminar.
● Fortalece el sistema cardio-respiratorio. Los
ejercicios en el agua fortalecen el corazón y los
pulmones. Debido al trabajo respiratorio que se
realiza en el agua, se aumenta la eficiencia en la
oxigenación y el traslado de la sangre. Mejora la
resistencia del bebé y es beneficioso para el forta-
lecimiento de su sistema inmunológico.
● Ayuda a su desarrollo intelectual. El medio
acuático estimula la capacidad de juego del niño,
lo que repercutirá positivamente en aprendizajes
futuros. Se ha demostrado que los bebés que han
hecho natación durante los dos primeros años
de vida son más creativos y observadores al de- inmersión aprenderá a desenvolverse y a respetar
sarrollar una percepción mayor del mundo que el medio acuático. Saben que salir del agua impli-
les rodea. ca un esfuerzo y reconocen que necesitan ayuda.
● Desarrolla el vínculo afectivo entre bebé-mamá- ● Ayuda al bebé a relajarse. El programa de
papá. La actividad acuática compartida con los ejercicios suaves en el agua a una temperatura
papás genera situaciones ricas y profundas donde agradable relaja al bebé, estimula su apetito y le
se mezclan las reacciones innatas e instintivas del ayuda a dormir mejor, lo que mejora su carácter y
bebé con las propias vivencias de los padres que, comportamiento.
sin duda, ayudarán al conocimiento mutuo, ali- ● Refuerza su seguridad e independencia. Al sen-
mentando el amor. tir que sus padres tienen su atención centrada
● Inicia la socialización. Estimula la confianza en en él, el bebé disfruta en el agua al tiempo que
uno mismo y mejora la comunicación con los de- se siente más seguro. Así se incrementa con el
más. La convivencia en la piscina con otros niños tiempo su sentimiento de autoconfianza e in-
le ayudará a compartir y realizar actividades junto dependencia.
a otras personas. Así adquiere más confianza para
comunicarse en grupo, ya que estará en constante ¿Cuándo comenzar?
contacto con instructores y niños. Desde que nace, en casa, ya familiarizamos a
● Desarrolla las habilidades vitales de supervi- nuestro bebé con el agua cuando empezamos
vencia. Mediante las actividades de flotación e a bañarle a diario. Al principio, es recomenda- d
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 El medio acuático
ofrece todo un mundo
de sensaciones para
los bebés.

Juegos en el agua
Jugar es el camino de la estimulación. “Aprender a estar en el agua a esta edad no es un trabajo ni una técnica, sino el resultado de jugar, pasarlo bien e
integrar la habilidad mediante la relación que creamos y la diversión que compartimos”, explica Noemí Suriol. Estos son algunos juegos para compartir
con nuestro hijo en función de su edad:
Inmersiones bajo el agua. cuenta con el reflejo de la glotis, Aprenderán a no tener miedo estimular su autonomía e
Se pueden realizar a cualquier es decir, cuando se sumerge su al agua y a sentirla en su cara. independencia animándole a
edad. Hasta los seis meses, el bebé glotis se cierra automáticamente y Jugaremos a echarle agua por rodearnos para cogerse al bordillo
es imposible que le encima de la cabeza y a reírnos de nuevo. Al principio, se agarrará
entre agua, por tanto, con él. a nosotros, pero después irá
no se ahogará. Los Imitando a las medusas. cogiendo confianza.
niños que entran en A partir de los seis meses podrán Saltos.
contacto con el agua inclinarse sobre el fideo o el flotador Resulta divertido lanzarse a la
Foto cedida por Lenoarmi

pronto mantienen este y, cuando su boca esté pegada piscina para caer en brazos de
reflejo hasta los ocho al agua, podrán soplar y hacer papá o mamá. También podemos
o nueve meses. burbujitas… ¡les encanta! llevar algunos de sus juguetes
Chapoteos. Soltarse del bordillo. favoritos y lanzarlos al agua para
A cualquier edad. Desde los 12 meses, podemos que vaya detrás de ellos.

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El bebé debe asociar el
agua con algo positivo. Si
llora, dejad la actividad
para otro momento.
Hay que elegir una piscina
específica para bebés, con
personal cualificado
d ble usar su propia bañera, pero después podrás
meterle contigo, sujetándole bien y aprove-
chando el contacto piel con piel. En general,
se recomienda esperar hasta los tres o cuatro me-
ses de vida para llevar al bebé a la piscina, aunque
algunos centros no los aceptan hasta los seis o
siete meses, debido a las condiciones de las insta-
laciones principalmente.
Noemí Suriol asegura que “la mejor edad pa-
ra comenzar es cuando los padres lo deseen de
verdad y estén preparados para realizar la activi-
dad con placer y desde la calma que todo niño
necesita para desarrollarse. La actividad acuática
debe enfocarse como algo positivo para toda la fa-
milia y no únicamente para el niño”. Por lo tanto,
puedes empezar las clases cuando realmente te
sientas segura, teniendo en cuenta que, a partir de
los ocho o nueve meses, el bebé perderá algunos
reflejos innatos que, sin duda, serán muy útiles.
Los bebés menores de un año se adaptan al agua
más rápidamente que los niños mayores y cuanto
más tiempo estén apartados del agua, más proba-
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TEMA DEL MES
Toma
precauciones
● Antes de acudir a la piscina con tu bebé,
deberás consultar con el pediatra.
● No dejes nunca a tu bebé solo cerca del
agua, pues él no es consciente del peligro que
conlleva.
● Evita dar de comer al
niño antes de ir a la piscina
y elige un horario que no
interfiera con su sueño o
alimentación.
● Después del baño, seca al
bebé inmediatamente. Una
vez vestido, abandona el
pabellón para que no sude
y al salir se enfríe.
● Un bebé enfermo no debe bañarse.
Reanuda las clases cuando esté restablecido.
● Camina con zapatillas que no resbalen
para evitar caídas cuando lo lleves en brazos.
● Evita las comparaciones con otros bebés.
Cada uno aprende a su ritmo.
● Desconfía de piscinas de dudoso control
higiénico y sanitario.
bilidades existen de desarrollar sentimientos de
desconfianza.
La elección del horario debe decidirse en fa-
milia y en función de la rutina del bebé. Deberá
ser a una hora en la que no tenga que dormir ni
comer. Esto es importante para que las sesiones
de natación no perturben su ritmo diario habi-
tual. La duración de las clases dependerá de lo
que el bebé resista. Noemí Suriol aclara: “las
clases pueden durar alrededor de 20 minutos y
las primeras sesiones serán más cortas y podrán
ir aumentando progresivamente. El número de
sesiones a la semana dependerá de las veces que
quieran ir los padres, siempre que se haga desde
la calma y relajados. Mejor un día bien hecho que
dos corriendo”.
¿Qué hago si llora?
La desconfianza o el miedo a lo desconocido
es algo común en los bebés y se soluciona con
el tiempo. Noemí Suriol afirma que “las expe-
riencias han de ser siempre positivas, basándose
en la pedagogía del éxito. Nunca se va contra la
voluntad del niño: si llora, se cambia de actividad,
y si su actitud persiste, se le saca del agua y se deja
el baño para otro momento, reforzando las situa-
ciones de éxito dentro del agua para que el niño
siempre asocie el medio acuático con experiencias
positivas”.
Conviene familiarizarle con el agua antes de
llevarle a un centro acuático, por ejemplo, en la
bañera de casa. Una vez en la piscina, papá o ma-
má y el bebé serán dirigidos desde el principio por
profesionales. Y es que los bebés notan cuando
sus padres no están seguros porque tienen miedo
a que su bebé se les ahogue… y entonces su llanto
les incomoda. Para solucionarlo, “los padres nece-
sitan un profesional que les de seguridad y les in-
dique qué es lo que deben hacer. Desde la calma
y la tranquilidad, los padres van a coger más
confianza para tratar con su hijo. Cuando el
profesor interviene directamente, el objetivo
es más mecánico, más técnico. Por eso, es-
ta metodología es para todos. Cada familia
tiene una estructura que el profesional ha de
valorar y la clave reside en actuar respecto a
esta naturaleza. Vemos que cada hermano
es diferente, hay niños de secano y niños de
mojado, y debemos valorar a cada uno inde-
pendientemente. Sólo desde la observación
podemos encauzarles y ayudarles a crecer de la
forma más armónica y fluida posible. Hay que
reconocer a quien tenemos delante para poder
educarle”, asegura Suriol.
De todas formas, si ves que tiene frío, está
incómodo o llora demasiado conviene sacarle de
la piscina. Y si está enfermo, es mejor no llevarle
hasta que esté restablecido. ◙
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