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COMENTARIO DE TEXTO

Texto:

Lo primero que nos sorprende al estudiar el tema de la poesía es su ilimitación; parece


increíble que en el siglo XIX se pudiese hablar de objetos poéticos y no poéticos,
porque para el espíritu contemporáneo todo es poetizable, por consiguiente todo es
potencialmente poético. Observemos la diferencia que existe entre la poesía y otras
actividades del espíritu: la óptica, por ejemplo, estudia todo lo relativo a la visión; la
geología trata de la tierra y de las sustancias de que se compone; la psicología tiene por
tema el estudio de las operaciones y propiedades del alma humana. Pero, ¿cuál es el
tema de la poesía? ¿Es el alma humana? ¿Es el rayo de luz? ¿Es la roca? Tema de la
poesía puede ser la piedra que estudia el geólogo, la hierba que analiza el botánico, el
sentimiento cuyo mecanismo investiga el psicólogo, la estrella que observa el
astrónomo; o sea, que el tema de la poesía es el mundo entero. La realidad total.
Desde este punto de vista la poesía se aparece como la relación entre dos elementos:
uno, el hombre creador, el poeta, a un lado, y al otro lado, el resto del universo, sin
exclusión ninguna, el conjunto de todas las realidades concebibles, puesto que todas
ellas son susceptibles de ser transformadas en poesía. ¿No da esta idea un poco de
miedo? ¿No nos estremece el pensar en la desigualdad aterradora de los dos elementos
que concurren a la existencia de la poesía? Un hombre solo en su pequeñez individual,
en su ser pasajero, frente a la inmensa multiplicidad y variedad de realidades de este
mundo. Por muy desiguales que fuesen los encuentros entre David y Goliat o entre
Sigfrido y el dragón, todavía nos parece más desigual ese enfrentarse de un individuo
con el resto del mundo. Quizá la clave de que el hombre no resulte siempre derrotado en
ese encuentro la dio Pascal en su maravillosa frase: “L’homme n’est qu’un faible
roseau”, es decir, un ser débil y fragilísimo, “mais c’est un roseau pensant”, esto es, una
caña que piensa y que por la grandeza y poder de su facultad de pensar, puede
comprender todo lo frágil de su naturaleza.

Pedro Salinas, “El poeta y las fases de la realidad” (1940)


Propuesta de comentario.

1. Resumen.

A diferencia de otras actividades humanas, la poesía no se centra en un tema u


objeto específico, sino que se ocupa de la realidad en su conjunto. Esto provoca
una dramática desproporción entre la pequeñez del poeta y la inmensidad del
mundo. Para el autor, sin embargo, esta desigualdad se ve compensada por el
poder de la inteligencia, capaz de comprender y asumir los límites de la
naturaleza humana.

2. Comentario.

a) Tema.

La poesía como actividad abierta a todo lo existente.

b) Estructura.

La organización del texto es claramente argumentativa. Externamente se


divide en dos párrafos: el primero enuncia y desarrolla la tesis principal
(“todo es potencialmente poetizable”), mientras que en el segundo se amplía
este concepto para conectarlo con una reflexión más general sobre la
desigualdad entre el individuo y el cosmos y, finalmente, sobre la grandeza
del intelecto humano.

c) Comenta las principales características lingüísticas y literarias.

El texto de Salinas presenta rasgos propios del ensayo humanístico como son
la estructura argumentativa, la tendencia a la abstracción, el enfoque
subjetivo y el uso de un lenguaje marcadamente literario.
El carácter argumentativo del texto se refleja en la disposición del mismo
en torno a una tesis que se va desarrollando y ampliando de manera
coherente. Destaca, en este sentido, la presencia de numerosos conectores
que refuerzan la cohesión entre las partes del texto (“por ejemplo”, de
ejemplificación; “pero”, de oposición; “a un lado… al otro lado”, de orden;
“o sea”, de explicación o reformulación). Además, la argumentación se
apoya en recursos como la analogía (la comparación entre la poesía y las
ciencias, en el primer párrafo), los ejemplos de la tradición cultural (David y
Goliat, Sigfrido y el dragón) y la cita o argumento de autoridad (la frase de
Pascal), además de los recursos retóricos que proporcionan una mayor
expresividad al texto.
En cuanto al enfoque subjetivo, propio como hemos dicho del ensayo, se
plasma en el uso repetido de la primera persona del plural, que sirve unas
veces para expresar el punto de vista del autor (“lo primero que nos
sorprende…”) y otras para captar la atención del lector (“observemos la
diferencia…”). También se aprecia esta actitud subjetiva en la abundancia de
adjetivos con carácter valorativo (“parece increíble”, “desigualdad
aterradora”, “maravillosa frase”), y a veces enfático (inmensa
multiplicidad), y de un léxico marcadamente connotativo (“miedo”,
“estremece”, “fragilísimo”).
El texto posee, por otro lado, un elevado nivel de abstracción, debido a su
temática humanística. Se aprecia, en este sentido, un abundante empleo de
sustantivos abstractos, formados por derivación: pequeñez, inmensidad,
multiplicidad, fragilidad; otros pertenecen al ámbito de la reflexión
filosófica relacionada con el ser humano: alma, espíritu, individuo, ser,
realidad. Son frecuentes los enunciados con pretensiones de universalidad,
en los que se emplea el presente de indicativo con valor atemporal y el
artículo determinado con valor generalizador (“la geología trata de la
tierra”).
En cuanto a los rasgos literarios, Salinas muestra en este fragmento un
estilo elegante y cuidado. Su prosa combina de forma equilibrada claridad
expositiva con densidad conceptual, gracias al empleo, a lo largo de todo el
texto, de un léxico preciso y matizado (con términos infrecuentes, propios de
un registro culto, como “ilimitación” y “poetizable”) y de una sintaxis
flexible en la que alternan oraciones extensas con enunciados nominales y
sintéticos (“La realidad total”). Como recursos propiamente literarios
destacan las enumeraciones paralelísticas (líneas 5 a 7), las numerosas
interrogaciones retóricas y, ocasionalmente, el hipérbaton (“tema de la
poesía puede ser…).

d) Tipo de texto.

Se trata de un ensayo de crítica literaria.

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