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Facultad de Ciencias Médicas

Módulo | Lectura y escritura


académico-científica
en la Universidad

Material de
Trabajo N° 4
La escritura de
los conceptos
Universidad Nacional de Rosario

Facultad de Ciencias Médicas

Módulo: Lectura y escritura académico-científica en la Universidad

La escritura de los conceptos

El ingreso a la Universidad y el avance en la formación académica nos enfrentan a


discursos con un alto nivel de abstracción y complejidad que exigen competencias
lingüísticas específicas. Como estamos viendo en el desarrollo de estos encuentros, hay
prácticas propias del ámbito universitario que es preciso considerar para leer y escribir
sobre el saber que ofrecen los textos de estudio o las exposiciones orales.

Esta semana te proponemos indagar acerca de los conceptos y los modos de pensar y de
decir que intervienen en su formulación, comunicación y comprensión.

PRIMERA PARTE

UNO: Sobre los conceptos

En términos generales, podríamos señalar que todo proceso de conocimiento consiste en


operar sobre lo múltiple y lo complejo para organizarlo, abstraerlo, conceptualizarlo.

Se trata de un proceso al que recurrimos a cada paso de nuestra experiencia cotidiana para
comprender lo nuevo y del que, naturalmente, no escapan los mecanismos involucrados en
la producción de los saberes de la ciencia.

Pensemos, por ejemplo, en cómo procedieron los científicos naturalistas del siglo XVIII
cuando descubrieron en Australia el ornitorrinco, un curioso animal con cabeza de
cuadrúpedo y pico de pato que presentaba características de mamífero (aunque un animal
con pico de pato no podría mamar) y de ovíparo, con un aparato reproductor como el de los
pájaros y los reptiles.

Estos primeros investigadores reaccionaron por aproximación (analogía): relacionaron lo


que veían con un modelo de percepción y de clasificación previa y llegaron a la conclusión
de que esos extraños animales eran topos (los llamaron efectivamente watermoles) porque
1
establecieron como equivalentes entidades diferentes (topos –lo conocido- y ornitorrincos-
lo nuevo).

Sin embargo, como había algo de lo que estaba ante ellos que no se adaptaba a ese
esquema previo ofrecido por la idea de topo, se vieron en la necesidad de ir ajustando el
concepto. Hasta fines del siglo XIX, estos animales seguían estimulando la creatividad de
los científicos, que crearon la categoría de Ornythorynchus paradoxus y luego la de
reptantia en sus intentos de darle sentido a esa especie "tan singular".

La historia del “ornitorrinco” nos interesa aquí en más de un sentido. En primer lugar,
porque es una muestra clara de la capacidad de organización categorial en que se funda el
conocimiento humano, capacidad que implica un razonamiento que va en dos direcciones:
de lo particular o lo concreto a lo general o lo abstracto y viceversa.

DOS: La formación de los conceptos

Este proceso de generalización y abstracción conceptual, que soporta parte de las


operaciones que realizamos cuando pensamos, depende de agrupar entidades que
comparten propiedades para que no nos veamos confundidos ante cada cosa nueva con que
nos encontramos. Percibimos ciertos rasgos de una realidad nueva, la situamos en una
categoría e inferimos que es probable que posea los otros rasgos típicos de esa categoría,
unos rasgos que no siempre podemos percibir, pero que podemos asociar por analogía. Los
conceptos cumplen, así, dos funciones esenciales: la organización de la experiencia y la
hipótesis.
Pero ubicar un fenómeno extraño y nuevo en un concepto supone un proceso complejo que
incluye otras formas complementarias de pensar y que implica necesariamente un recorte,
un acto de reducción o selección. A saber:

a) Identificar: es decir, reconocer los rasgos característicos de algo. Por ejemplo:


Examinamos una sustancia como el amoniaco y reconocemos en ella su composición,
apariencia, olor, sabor y otras propiedades (masa molar, fórmula, punto de ebullición y
de fusión, densidad, etc.).

2
b) Relacionar: siguiendo con el ejemplo anterior, vincular el amoniaco con otras
sustancias como el oro o el oxígeno con las cuales comparte la condición de
“sustancias químicas, tipos de materia”.

c) Comparar: en este caso, lo que hacemos es relacionar dos sustancias y analizarlas a


partir de sus semejanzas y diferencias. Así, por ejemplo, el amoniaco es un compuesto
químico de nitrógeno, cuya fórmula es NH3: es un gas incoloro de olor desagradable,
cáustico y peligroso. Mientras que el oro es un elemento químico, un metal de
transición, blando, de color dorado, cuyo símbolo es Au.

d) Integrar: por ejemplo, analizar el oro como elemento que forma parte de la tabla
periódica de los elementos, o sea, lo consideramos como parte de un todo que integra.

e) Sintetizar: es decir, hacer una recapitulación sobre un tema ya presentado. Por


ejemplo, si trabajamos el tema “sustancias químicas” hacemos luego una recopilación,
una síntesis de los aspectos principales que señalamos al respecto.

En todas las situaciones anteriores lo que hemos hecho es seleccionar determinados


aspectos que nos interesaba examinar o destacar; por ende, hemos recortado una “realidad
diversa” y “compleja” para poder entenderla; realizamos, en definitiva, una reducción,
según los objetivos e intereses que nos hemos propuesto.

¿Qué cabe dentro de un concepto? ¿Cuáles son las propiedades definitorias que ubican una
entidad dentro de una clase o categoría? ¿Cómo seleccionar esos rasgos? 1

1
El problema de cuáles son los criterios para establecer las características comunes de los miembros de una
clase aparece claramente expresado en el elenco de animales de la enciclopedia china Emporio celestial de
conocimientos benévolos, incluido en el famoso cuento de Borges “El idioma analítico de John Wilkins”:

En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en a) pertenecientes al Emperador b)
embalsamados c) amaestrados d) lechones e) sirenas f) fabulosos g) perros sueltos h) incluidos en
esta clasificación i) que se agitan como locos j) innumerables k) dibujados con un pincel finísimo de
pelo de camello l) etcétera m) que acaban de romper el jarrón n) que de lejos parecen moscas.
Borges, J. L. (1974). “El idioma analítico de John Wilkins”. En Obras completas. Buenos Aires:
Emecé, p.708.

Como se advierte en este pasaje, la organización y clasificación del mundo empírico obedece a un criterio
que responde a un modo de pensar la “realidad”. En síntesis: las clases o categorías existen en función de los
puntos de vista que se adopten, es decir que no hay un criterio “único” en el sentido de “universal”, sino que
este depende de múltiples aspectos: el campo de conocimiento, la teoría adoptada, los objetivos perseguidos,
entre otros. En esta cita de Borges, el científico imaginario lleva a un extremo paródico la actividad
clasificatoria.

3
Estas preguntas nos llevan a una segunda cuestión que queremos recuperar del relato
ofrecido, porque las vacilaciones e idas y vueltas que originó el caso del ornitorrinco entre
los estudiosos dan cuenta también de que los conceptos no son universales fijos e
invariables sino que constituyen creaciones históricas de los sistemas de pensamiento que
los formulan.

Los conceptos científicos reducen estas determinaciones a un modelo que resulta relevante
en cierto momento histórico y desde cierta perspectiva: la perspectiva de una cultura, de
una disciplina, de una teoría, de un campo discursivo.

El ornitorrinco fue, durante décadas, un “mamífero”, “un pájaro”, “un reptil”, según las
propiedades que se iban reconociendo como válidas en sus diferentes conceptualizaciones.
Las disputas parecen haberse cerrado casi 90 años después de descubierto el animal, hacia
1885, cuando la comunidad científica acuerda definirlo como monotrema, un mamífero
primitivo con características reptilianas como la reproducción ovípara. Sin embargo, dada
la naturaleza tan extraña de esta curiosa criatura, nada garantiza que los avances y
evolución de las investigaciones en la zoología no traigan algún día nuevas clasificaciones
que obliguen a reajustar el concepto.

TRES: El carácter relativo de los conceptos

Hablamos, entonces, de la producción histórica y cultural de los conceptos como objetos


de conocimiento. Con esto queremos decir que los conceptos no son reflejos fieles de
distinciones y jerarquías existentes en la realidad, depositarios de un valor inalterable en
las distintas situaciones y disciplinas, y es por ello que no deben ser entendidos como
enunciaciones de verdades absolutas acerca del mundo.

Por el contrario, responden a (y resultan de) prácticas socioculturales e institucionales que


dominan un campo de conocimiento en una época particular.

Tomemos el concepto de “salud”. Todos sabemos que puede remitir a una disparidad de
concepciones. ¿Es la salud “la ausencia de enfermedad”? Podría serlo en un marco de
pensamiento que entienda el cuerpo como máquina (es el concepto racionalista de salud),
como algo sólido, estable, ajustado a normas, como un organismo mecánico para cuyo
correcto funcionamiento necesita reparaciones y control (que requiere, por ejemplo, de
operaciones o intervenciones). Un cuerpo cuyos órganos cumplen sus funciones, que está
4
sano cuando está firme (recordemos a propósito que “enfermo” proviene del latín infirmus
que podría traducirse como “no firme”).
O la salud ¿es el “estado de completo bienestar físico, mental y social”? Entender de este
modo el concepto implica ir más allá de la idea de una integridad o totalidad alcanzada por
un organismo que se basta a sí mismo. Esta segunda concepción supone un “estar bien” no
sólo a nivel orgánico, sino también a nivel psicosomático, es decir, que incluye la relación
con el entorno. Es esta la definición de la OMS, una definición autorizada y avalada por la
legitimidad de la institución que la sostiene, pero sin embargo, y como puede apreciarse, el
mayor problema lo constituye la imprecisión del término “bienestar”. ¿Si el individuo se
siente/está bien pero cursa una enfermedad? ¿Si siente un malestar pero no presenta
ninguna enfermedad o desorden?2

Podríamos avanzar un poco más y añadir un nuevo y diferente concepto: la salud como “el
equilibrio entre las fuerzas naturales y espirituales, entre los individuos y las comunidades,
un todo holístico de bienestar físico, moral, social, espiritual y el equilibrio cósmico, un
todo”, concepto que mantienen distintas organizaciones territoriales de pueblos originarios
y que destaca la idea de “equilibrio” porque, antes que una condición estable, supone un
balanceo oscilante entre fuerzas y comprende la capacidad de reacción ante enfermedades
manifestadas en el hombre y su ambiente natural, familiar y social. La salud se asocia, así,
a una nueva cuestión, la capacidad para enfrentar riesgos y cambiar.
Es claro que no estamos, en todos los casos, ante el “mismo” concepto. Las distintas
concepciones de salud determinan también, y consecuentemente, cómo se entiende el
concepto con el que de alguna manera forma un par: la enfermedad. Y algo más, tienen
impacto directo en los modos de la práctica médica: no será lo mismo curar “lo enfermo”
como efecto de los agentes físico-químicos que como el resultado de un desajuste entre el
individuo y el cosmos al que está unido y el grupo social al que pertenece.

En la misma línea pero en otra área de conocimiento, podemos preguntarnos ¿cómo


analizar la definición de delincuente como “amoral congénito”, si no la ubicamos en el
marco positivista, una corriente de pensamiento preocupada por cuantificar las causas
biológicas y psicológicas del comportamiento humano, en este caso, el criminal?
2
Estas y algunas de las reflexiones que siguen acerca del concepto de salud deben mucho a las
consideraciones de Bordelois, I. (2009). A la escucha del cuerpo. Buenos Aires: Libros del Zorzal, p.157 y
ss.
5
¿Cómo determinar cuál de los siguientes enunciados remite adecuadamente al concepto de
calor? “Fluido sutil e imponderable”, “energía cinética de moléculas que se mueven al
azar”, “sensación que se experimenta ante una elevación de temperatura”. No podríamos
decirlo con justeza. La pregunta inicial que deberíamos hacernos es: ¿cuál es la definición
de calor desde el punto de vista de la Física, la Química, la Biología, etc.?, para seguir
preguntándonos luego, cómo se concibe ese concepto en el interior de cada una de estas
áreas de conocimiento.

CUATRO: Escribir los conceptos

Como estamos viendo, conceptualizar lo múltiple implica nombrarlo. Y de allí la


importancia que tiene la definición en el proceso de producción de conocimiento. Ese
modo de decir interviene en la formación de los conceptos porque los hablantes no
podemos conceptualizar una noción independientemente de la lengua que la nombra y la
configura. Los conceptos tienen, entonces, una existencia dependiente del lenguaje. En
términos muy simples: el ¿qué es? no puede disociarse del ¿cómo decirlo?

En nuestro ejemplo inicial, puede verse muy clara esta cuestión, porque las
denominaciones que forman la serie dan cuenta del desarrollo en el proceso de
conceptualización del ornitorrinco: watermole, Ornythorynchus paradoxus, reptania (más
tarde lo llamarán platypus anatinus que podría traducirse como “con pies planos parecido a
un pato”).
La conceptualización siempre está mediada. Primero, por la lengua, porque conocer
implica necesariamente hacer comunicable lo que conocemos. A la vez, como señalamos
antes, la conceptualización también está mediada por el discurso de un determinado campo
disciplinar, por los diversos modos de nombrar y legitimar el saber en cada cultura y en
cada época.

Según se deriva de lo que venimos planteando, no podemos hablar entonces de la


definición como un formato u organización fija y repetible para todos los conceptos y
disciplinas. Cada dominio del saber posee sus propios modos de decir, esto es, sus propios
sistemas para formular, organizar y operar con sus conceptos.
Pero antes de ocuparnos de las distintas formas de la definición conviene hacer otro
señalamiento.
6
La modalidad lógico-científica de pensamiento busca ir más allá de lo particular y alcanzar
niveles de abstracción cada vez más altos. Los conceptos en el discurso académico no son
autónomos. Se inscriben en sistemas de enunciados en los que establecen relaciones con
otros conceptos que constituyen los sistemas formales abstractos que son las teorías
científicas.

Lo que queremos destacar es que los conceptos no son independientes del sistema que
integran y donde se organizan jerárquicamente. Es por ello que, para poder comprender
los conceptos centrales de cada campo de conocimiento, conviene recordar que los
conceptos se conectan y relacionan, y que atender a la organización discursiva que brinda
el texto global puede ayudarnos a interpretar esas conexiones y relaciones. (Ya vimos en
encuentros anteriores, cómo, por ejemplo, la distribución de la información en la frase y el
uso de determinados marcadores o enlaces nos permiten interpretar, entre otras, relaciones
de equivalencia, de analogía, de causa-consecuencia, de contraste entre conceptos).

CINCO: Sobre la definición


Señalamos más arriba que no es posible pensar un concepto por fuera de su definición (el
qué es no puede disociarse del cómo decirlo). Y, en efecto, el proceso definicional pone en
relación tres planos: un plano lingüístico (una palabra o expresión), un plano conceptual
(una idea) y un plano empírico (una cosa). Así, por ejemplo, si tuviéramos que definir
“estrella” podríamos distinguir: a) la palabra o el término “estrella”, b) la representación
mental que nosotros tengamos de lo que es una estrella, es decir, nuestro concepto de
“estrella” que se integra en el plano conceptual de la realidad y, por último, c) una
determinada estrella, como entidad física precisa o “real”, como fenómeno del mundo de la
experiencia.

Las distintas configuraciones que adoptan las definiciones enlazan, de algún modo, estos
tres dominios. Al construir la definición del concepto “estrella” podremos recurrir,
entonces, a una “entidad real”, a la “imagen psíquica” (la representación mental de la
entidad), y a lo “decible” (ese algo que quien emplea el término entiende por él, una
palabra que remite a algo que no es nombrable sino mediante ella).

7
Lo primero que debemos recordar es que toda definición tiene una exigencia formal:
establece una relación entre entidades que, en principio, podríamos describir como una
relación de identidad.

La definición es la expresión de una equivalencia cuyos términos, lo que se debe definir y


lo que define, son lógicamente sustituibles:

X es Y

Y es X

Las configuraciones verbales que puede adoptar esta relación de identidad entre entidades
son varias:
X es Y

-En la ciencia, una ley (X) es un enunciado conciso, verbal o matemático, de una relación
entre fenómenos que siempre se repite bajo las mismas condiciones (Y).3
-La dilución (X) es el procedimiento que se sigue para preparar una disolución menos
concentrada a partir de una más concentrada (Y).4

X consiste en Y

- La oxidación (X) consiste en una reacción química que se produce cuando una sustancia
entra en contacto con el oxígeno u otra sustancia oxidante (Y).
- Las glándulas salivales (X) consisten en dos porciones: una porción secretora (los
adenómeros) que elaboran las sustancias que constituyen la saliva y una porción
conductora constituida por tubos o conductos que transportan esta secreción hacia la
boca (Y).

X: Y

-Protones (X): partículas del núcleo que tienen carga positiva (Y).

3
Chang, R y W. College. (2002). Química. 7ª ed. México: McGraw-Hill, p. 7.
4
Op. Cit. p. 131.
8
- Principio activo o fármaco (X): la sustancia responsable de la aparición de un efecto
farmacológico que permite cumplir, después de administrar un medicamento en una
situación patológica, con la finalidad deseada (Y).

X (Y)

-Isótopos (X) (átomos que tienen el mismo número atómico, pero diferente número de
masa) (Y).

X -Y-

-El genoma de la célula (X) -la descripción completa de información genética de su ADN
(Y)- proporciona un programa genético que le informa a la célula cómo funcionar.

X, Y,

– Las fisuras dentales (X), roturas o fallas del esmalte (Y), son pequeñas grietas que
surgen en la superficie dental y que, muchas veces, resultan imperceptibles.

XoY

- Cuando la higiene bucal es deficiente, la película dental se coloniza por microorganismos


patógenos, dando lugar a la placa bacteriana (X), o biofilm (Y) (película dental
microbiana)5.

- El esmalte o sustancia adamantina (X) es una matriz extracelular muy mineralizada y de


escaso metabolismo, que se forma por síntesis y secreción de unas células llamadas
ameloblastos, que desaparecen cuando el diente hace su erupción en la cavidad bucal (Y)6.

5
Gómez de Ferraris, M. et. altri. (2009). Histología, embriología e higiene tisular bucodental. 3ª ed. México:
Editorial Médica Panamericana, p. 10.
6
Op. Cit.p. 9.

9
SEGUNDA PARTE

UNO: Sugerencias para la formulación de definiciones

Si tenemos en cuenta las propiedades que manifiestan las definiciones explicadas más arriba,
advertiremos por qué es inadecuada una definición como “La fotosíntesis es cuando…” porque en
este caso no se asocian formalmente dos entidades, algo que sí sucede si se formula: “La
fotosíntesis (X) es el proceso (Y)...”. En general, al enunciar “es cuando” se introduce un ejemplo,
que, como veremos más abajo, remite a una forma de razonar y de decir diferente.

Ninguna definición es adecuada si el término a definir es más básico que la expresión que lo define,
por ejemplo, “cachorro” es intuitivamente menos básica que “perro”. Nadie definiría normalmente
“perro” diciendo que significa “cachorro adulto”, mientras que sería bastante normal definir
“cachorro” diciendo que significa “cría de perro”.

De modo inverso, resulta inadecuado definir recurriendo a términos demasiado vagos o generales
como “es lo que”, “algo” o expresiones de bajo nivel de precisión: “El currículo es lo que los
educadores producen para promover el aprendizaje y el desarrollo humano”, “Un estereotipo es
algo preconcebido y cristalizado”, “El signo es una noción básica de las ciencias del lenguaje”.

Tampoco constituye una definición adecuada un enunciado formulado en estos términos: “La
enunciación es como que…/ es como si…”, puesto que la relación que se establece en este
enunciado no es de identificación sino de comparación.

Asimismo debe tenerse en cuenta también que lo definido no puede entrar como parte en la
definición, no es adecuado enunciar: “Un círculo es una figura circular” ni “La enunciación es el
acto de enunciar”, porque se caería en una tautología o reiteración que no hace avanzar la
explicación sino que, antes bien, la obtura.

Tampoco estamos definiendo adecuadamente si formulamos: “Los nervios vendrían a ser cordones
blancos que enlazan las diferentes partes del organismo con el sistema nervioso central”. La forma
verbal “vendrían” además de otorgarle carácter coloquial al enunciado, le añade un matiz de
imprecisión y posibilidad que no es propio de una definición académica.

DOS: Tipos de definiciones

Así, entonces y combinando los órdenes señalados más arriba (la palabra o expresión, la
idea y la cosa), podremos configurar distintas definiciones.

10
Una posibilidad es formular una definición que combine palabra-cosa y así mostrar
directamente el referente mediante un señalamiento directo al objeto que posee la
propiedad que se define o -como ocurre en los diccionarios ilustrados- mediante un dibujo
o representación icónica.

Eso (X) es un(a) (Y)


Eso (X) es una estrella (señalando una o más estrellas) (Y)

Este es el tipo de definición al que recurrió David Collins, su descubridor, al querer


explicar a sus colegas qué era ese extraño animal hasta entonces desconocido: esto es un
ornitorrinco.

Como se estará sospechando, este tipo de definiciones tienen sus límites. Supongamos que
definimos la blancura diciendo: Esto es blanco (señalando un papel). ¿A qué nos
referimos? ¿Al color, a la forma, a la estructura? Por eso, si bien pueden servir para ciertos
ámbitos y tienen una importante función didáctica, no siempre resultan productivas para
comunicar un saber en los textos académicos.

Otra posibilidad es formular una definición en la que se relacione palabra-palabra, es


decir, se sustituya una expresión cuyo significado se desconoce por otra cuyo significado
resulta más conocido. Los procedimientos más comunes para elaborarlas son recurrir al
origen o etimología de la palabra definida o brindar una expresión equivalente que pueda
ocupar en un enunciado el lugar del término definido, sin que por ello se altere
sustancialmente el significado.

La palabra “salud” proviene del latín salus (sustantivo derivado del adjetivo
salvus: entero, intacto) significa solidez, firmeza y también conservación,
salvación.
11
Ornitorrinco es un neologismo creado por el biólogo alemán, Johann Friedrich
Blumenbach (1752-1840), formado con el griego ὄρνις (ornis = pájaro) y ῥύγχος
(rhynchos = pico). Significa por tanto “pico de ave”.

La sustancia viva presente en los vegetales y los animales se denomina


protoplasma (gr. protos, primero; plasma lo formado), por lo tanto, la célula es
la mínima porción de protoplasma que posee existencia independiente.

De acuerdo con la traducción literal, la palabra “histología” significa el estudio


de la composición microscópica y la respectiva función del material biológico.

Los fisiólogos emplean el término homeostasis para referirse al mantenimiento


de unas condiciones casi constantes del medio interno.

Así se construyen habitualmente las definiciones de los diccionarios y que suelen contener
expresiones como “dícese de”, “se llama/denomina así a”, “significa”, etc.

Pero hay otro tipo de definiciones que son más elaboradas y con ellas entramos en un
capítulo más complejo porque comportan un mayor procesamiento cognitivo.

Se trata de las definiciones que presentan un concepto a partir del conjunto de atributos o
características que lo constituyen (sus propiedades definitorias).

Así, una definición de este tipo del concepto triángulo debe incluir:
extensión, figura, tres líneas, tres ángulos, la igualdad de estos tres ángulos con
dos rectos.

O la de ornitorrinco,
mamífero del orden de los monotremas, pies palmeados, con el cuerpo y la cola,
larga y aplanada, cubiertos de pelo gris muy fino, que vive en Australia y se
alimenta de larvas, de insectos y de pececillos.

En estas configuraciones, los conceptos se formulan, entonces, a partir de la presentación


de los rasgos específicos de una entidad.

En las Ciencias de la salud abundan este tipo de definiciones:

La membrana celular (también denominada membrana plasmática) es una


estructura elástica, fina y flexible que cubre la célula. Tiene un grosor de tan
12
sólo 7,5 a 10 nanómetros y está formada casi totalmente por proteínas y lípidos,
con una composición aproximada de un 55% de proteínas, un 25% de
fosfolípidos, un 13% de colesterol, un 4% de otros lípidos y un 3% de hidratos
de carbono.

El nódulo sinusal (o nódulo sinoauricular) es una banda elipsoide, aplanada y


pequeña de músculo cardíaco especializado de aproximadamente 3 mm de
anchura, 15 mm de longitud y 1 mm de grosor. Está localizado en la pared
posterolateral superior de la aurícula derecha, inmediatamente inferior y
ligeramente lateral a la desembocadura de la vena cava superior. Las fibras de
este nódulo casi no tienen filamentos musculares contráctiles y cada una de ellas
tiene sólo de 3 a 5 mm de diámetro, en contraste con un diámetro de 10 a 15 mm
para las fibras musculares auriculares circundantes.

Estas definiciones miran los conceptos “desde abajo”, es decir, se detienen en las
características esenciales de un concepto, recurren a la descripción de sus rasgos
distintivos o de sus funciones específicas.

Recordemos, a propósito, que muchos conceptos más que por sus rasgos estructurales se
definen por sus funciones. Pensemos, por ejemplo, en el modo en que se construyen
muchos de los conceptos en Histología, definidos justamente a partir de sus propiedades
funcionales porque más que poner de relieve el “en qué consisten”, se enfocan en el “para
qué sirven”, “cuál es su función o finalidad”:

Tejido epitelial: agrupación de células que tapiza y protege las superficies


internas o externas de los organismos o estructuras derivadas de superficies
embrionarias.

El tejido conectivo se denomina también “tejido de sostén”, dado que representa


el "esqueleto" que sostiene otros tejidos y órganos.

El diccionario de la Real Academia Española establece que la definición es “una


proposición que expone con claridad y exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de
algo material o inmaterial”. Este enunciado pone de manifiesto que la definición relaciona
entidades tanto en su identidad como en su diferencia. Entonces, una definición adecuada
deberá constituirse sobre una identidad en relación con la clase a la que pertenece el
concepto, pero al mismo tiempo sobre lo que distingue a ese ejemplar de los otros de la
clase.

13
Veámoslo en un ejemplo sencillo: “el hombre es un animal”. Está definición no está
completa, porque no logra establecer los alcances del concepto. Para ser una definición
adecuadamente formulada, necesita especificar qué distingue al hombre del resto de los
animales, o sea, necesita plantear la diferencia específica: “capaz de razonar y hablar”.
Ahora este enunciado sí se acerca a lo que constituiría una definición adecuada de
“hombre” para las Ciencias Naturales.

Y, justamente, estas definiciones suponen un razonamiento complejo que conlleva el


desafío de pretender conocer la realidad no sólo en su identidad:

El triángulo (X) es una figura (Y)

El ornitorrinco (X) es un mamífero (Y)

sino también en su diferencia

con tres líneas, tres ángulos, …

con pico de pato y pelo gris, …

Es decir, lo que los distingue y los vuelve específicos, en relación con los otros miembros
de la clase (figuras/mamíferos).

Como puede advertirse, estas configuraciones se sostienen en otros modos de


razonamiento secundarios. La descripción es uno de ellos. Tal como hemos visto en
encuentros anteriores, abarca un amplio dominio. Está claro que consiste en la presentación
de rasgos de un concepto: describir es delinear un concepto al presentar sus propiedades.

La descripción se distingue de la caracterización en cuanto que, en términos estrictos,


caracterizar es determinar los atributos peculiares de alguna entidad de modo que
claramente se distinga de las demás entidades.

Otra configuración complementaria de las que se vale la definición es la clasificación.

La clasificación resulta de un procedimiento inductivo: parte de entidades individuales y


las distribuye según sus cualidades o atributos comunes hasta llegar a lo más general. Se
trata de una forma de sistematización y organización que, avanzando "de abajo hacia
arriba", a partir de los individuos, como una vasta pirámide se sigue estrechando hasta

14
llegar al concepto límite más allá del cual no puede continuar. La tabla periódica de
Mendeleiev es, por ejemplo, otro producto de este procedimiento:

Según este sistema de clases y subclases, en Zoología, el león, por ejemplo, pertenecería a
la especie Felix leo, del género Felix, familia de los Felidos, orden de los carnívoros, filo
de los Cordados, del reino Animalia.

7
Imagen tomada de http://www.iescarlosbousono.com/wordpress/wp-
content/uploads/2008/04/11_presentacion_principales_grupos_seres_vivos.pdf,© Oxford University Press
España, S. A. Recuperado el 5 de noviembre de 2020.
15
Por otro lado, las definiciones pueden enumerar el alcance de un concepto. A diferencia de
aquellas que despliegan los rasgos de un concepto, las definiciones extensionales son
definiciones “desde arriba”, ponen en relación un concepto con otros conceptos, remiten a
la red de conceptos que integran una clase. De este modo, por ejemplo, el concepto de
triángulo se extiende, en general, a todas las distintas especies de triángulo:

El isósceles, el escaleno y el equilátero son triángulos.

Su configuración es la de una enumeración de elementos de una colección, de un conjunto


finito. Cuando se concibe la lengua como “el conjunto de enunciados”, como “una
colección de acciones -palabras, oraciones- emparejadas con significados”, o se define a
las válvulas del corazón como “la tricúspide, la pulmonar, la mitral y la aórtica”, se
conceptualiza extensionalmente porque se hace referencia al dominio de aplicabilidad de
un concepto, a los elementos que constituyen la clase. Otro caso:

Las proteínas, los hidratos de carbono, los lípidos y los ácidos nucleicos son los
componentes orgánicos de la célula.

Con respecto a la enumeración, no debe entenderse como una mera acumulación de


elementos o rasgos sino que implica una articulación entre ellos a través de enlaces que
muestren los vínculos que entablan.

La definición puede contener, entonces, una descripción (en el caso de la definición por
propiedades estructurales o funcionales) o una enumeración (en el caso de la definición
que presenta los miembros de la clase) que se vuelven, así, configuraciones
complementarias.

Aunque se proponga ser compleja y multilateral, lo cierto es que en una definición no cabe
todo. La definición recorta, delimita, selecciona, clasifica, determina, deja ver ciertos
perfiles y silencia otros. Se trata de una operación compleja, que suele aparecer
complementada por otras. Como acabamos de ver, identificación, descripción,

16
clasificación y enumeración son modos de pensar implicados en la definición que
permiten la formulación de conceptos.

TRES: Sobre el ejemplo

Uno de los modos de pensar que contribuye a la comprensión de los conceptos porque
hace que el pensamiento se mueva entre lo abstracto o lo general y lo concreto o lo
particular es la ejemplificación.

En términos sencillos podríamos decir que ejemplificar consiste en ofrecer una o más
entidades singulares como exponentes de un concepto que, por su grado de abstracción,
por ser complejo o desconocido, puede resultar incomprensible. Para comunicarlo, se
recurre al ejemplo, que reenvía directamente a algo más concreto, claro o conocido.
Entre las configuraciones verbales que adopta el ejemplo encontramos enunciados que se
abren con expresiones como estas o similares: “por ejemplo”, “es el caso de…”, “como…”
o “tal como…”:

- Los sustantivos ‘abstractos’, como “libertad”, se oponen a los ‘concretos’ porque


no aluden a una entidad con existencia material.

- El hombre ha creado importantes medios para aprovechar la energía térmica


proveniente del Sol, tal como ocurre con las instalaciones de energía solar térmica,
que se valen de la radiación solar para calentar agua.

En los textos didácticos o de divulgación de las distintas áreas de conocimiento, el ejemplo


es muy productivo. Su función concreta depende, en gran parte, del lugar en que aparece
ubicado en relación con aquello a lo que ejemplifica.

Si lo que ejemplifica está antes de lo ejemplificado el ejemplo será un recurso empleado


para construir el concepto. En un avance desde lo particular hacia lo general, se
constituye en la muestra individual sobre la que se sostiene la generalización. La historia
del ornitorrinco que aparece al inicio de este texto funciona de este modo porque permite a
quien está leyendo ir desde ese caso singular hacia lo general y construir conocimiento más
abstracto. En este caso, se presenta un representante de determinado concepto y se asume

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que lo que él representa como caso singular se encontrará también en lo general. Es por eso
que el ejemplo busca que se infiera una regla.

Si, por el contrario, el ejemplo se ubica después de una serie de ejemplos presentados
como prueba suficiente que permite la generalización de una regla, este ejemplo final opera
como ilustración de la regla.

Ejemplo 1: Parke, Davis & Co., Fabricantes de la droga, informaron que 62


pacientes graves de tos convulsa, de Cochabamba, manifestaron una clara mejoría y
volvieron a sus temperaturas normales, de uno a tres días solamente después de
comenzar el tratamiento con cloromicetina.

Ejemplo 2: En otro estudio, cinco niños de 8 a 26 semanas, gravemente afectados


por la tos convulsa, manifestaron una mejoría inmediata de las condiciones
generales en todos los casos, seguida por un rápido restablecimiento.

Regla: El antibiótico cloromicetina es sumamente efectivo para el tratamiento de la


tos convulsa.

Ilustración: Su efectividad se evidencia claramente en investigaciones actuales


sobre un grupo de pacientes graves de Brasil en los cuales los síntomas de la
enfermedad desaparecieron en períodos que iban de tres días y medio a seis días y
en los que, una semana después del tratamiento, no se halló ningún signo de la
infección.
Copy, I. (2010). Introducción a la lógica. Bs. As.: Eudeba. (Con adaptaciones).

Este texto contiene muchos ejemplos ilustrativos. Cada uno de los ejemplos de tipos de
definiciones que ofrecimos más arriba lo son. (Este mismo enunciado lo es).

Los ejemplos son empleados, entonces, para comunicar y simplificar un saber, pero su
importancia no se agota allí: también se utilizan para mostrar que un concepto está bien
fundado, es admitido, está autorizado por la disciplina. El ejemplo muestra algo cuyo valor
se reconoce como válido (es “ejemplar” en el otro sentido de este adjetivo). De lo

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contrario, no cumpliría su objetivo, se volvería inadecuado porque no serviría como prueba
de la validez y el alcance del concepto explicado.

El ejemplo y el caso

En relación con esto, es importante hacer un nuevo señalamiento: hay situaciones en las
que el ejemplo no solo sostiene lo general sino que propone de él una revisión, lo discute.
Lo muestra pero al mismo tiempo pone en cuestión su validez: en lugar de ejemplo se
habla, entonces, de caso.
Si retomamos el relato del inicio de este texto, advertimos que para los desconcertados
naturalistas de la época, el del ornitorrinco representaba un caso: era un ejemplar de la
clase mamífero (o aves o reptiles) que, sin embargo, se salía de la norma y obligaba a
revisarla.
Dentro del ámbito jurídico, se constituyen en casos los hechos cuya interpretación muestra
las lagunas, fallas o vacíos de una ley, cuando la validez y la extensión de una norma son
puestas en duda. Son casos los que llegan, por ejemplo, a las máximas instancias como las
cortes internacionales, porque se trata de situaciones singulares que ponen en evidencia
que la norma general debe ser ajustada, modificada o reinterpretada.

El caso se plantea como un exponente singular porque no se ajusta por completo a la regla
general. Para que tenga fuerza de caso, es preciso que, al mismo tiempo (a) evidencie
rasgos excepcionales, (b) presente propiedades que se comparten con las leyes generales
sobre las que se basa y (c) otras que lo pongan en discusión. De este modo, se integra a la
norma y, simultáneamente, muestra sus fallas o los límites de su alcance.

En gramática, por ejemplo, constituye un caso la palabra “ojalá” pues posee características
que la ubican entre las interjecciones (las interjecciones son palabras o expresiones que
comunican sentimientos e impresiones y que ponen de manifiesto diversas reacciones
afectivas o inducen a la acción) pero también otras que la aproximan a los adverbios y a los
verbos, entre ellas la de determinar el modo verbal (ojalá llueva y no ojalá llueve).

A modo de conclusión

-Los conceptos no son universales ni estables.

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-La definición no debe entenderse por fuera de la conceptualización. Formar un concepto y
configurarlo verbalmente son actividades simultáneas (ver en PRIMERA PARTE,
apartados CUATRO: Escribir los conceptos y CINCO: Sobre la definición).

- No existe un único modo de definir, hay muchas maneras de configurar definiciones.

- Junto a la definición, la ejemplificación constituye un modo de argumentar relevante en


la escritura académica.

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