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El Papa Juan Pablo II consagró al mundo al Señor de la Misericordia, encomendando el destino del mundo y de toda la humanidad a Dios, el Padre misericordioso. En su oración, pidió a Dios que sane la debilidad humana, derrote todo mal y haga que todos los habitantes de la tierra experimenten su misericordia para encontrar en Él, como Dios uno y trino, la fuente eterna de esperanza.
Descripción original:
consagracion al Señor de la Misericordia
Título original
CONSAGRACION DEL MUNDO AL SEÑOR DE LA MISERICORDIA HECHO POR SU SANTIDAD JUAN PABLO ll
El Papa Juan Pablo II consagró al mundo al Señor de la Misericordia, encomendando el destino del mundo y de toda la humanidad a Dios, el Padre misericordioso. En su oración, pidió a Dios que sane la debilidad humana, derrote todo mal y haga que todos los habitantes de la tierra experimenten su misericordia para encontrar en Él, como Dios uno y trino, la fuente eterna de esperanza.
El Papa Juan Pablo II consagró al mundo al Señor de la Misericordia, encomendando el destino del mundo y de toda la humanidad a Dios, el Padre misericordioso. En su oración, pidió a Dios que sane la debilidad humana, derrote todo mal y haga que todos los habitantes de la tierra experimenten su misericordia para encontrar en Él, como Dios uno y trino, la fuente eterna de esperanza.
CONSAGRACION DEL MUNDO AL SEÑOR DE LA MISERICORDIA
HECHO POR SU SANTIDAD JUAN PABLO ll.
Dios, Padre misericordioso, que has revelado tu Amor en tu
Hijo Jesucristo Y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo. Consolador, te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre. Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la tierra experimenten tu misericordia, para que, en ti, Dios uno y trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza. Padre eterno, por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. AMEN