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Lecciones de metafísica – José Ortega y Gasset

el hombre es un incesante, ineludible y puro hacer 6

el hombre hace Metafísica cuando busca una orientación radical en su situación.

. Por lo visto la vida del hombre se compone de situaciones, como la materia se compone de
átomos. la situación del hombre es la vida, es vivir. Y decimos que la Metafísica consiste en que el
hombre busca una orientación radical en su situación. Pero esto supone que la situación del
hombre – esto es, su vida – consiste en una radical desorientación. Pero nuestra definición
presupone una desorientación total, radical; es decir, no que al hombre le acontezca
desorientarse, perderse en su vida, sino que, por lo visto, la situación del hombre, la vida, es
desorientación, es estar perdido – y por eso existe la Metafísica. ( es su necesidad)

Lección 2: La vida es lo que hacemos y lo que nos pasa. La vida es circunstancial.– Vivir es sentirnos
forzados a decidir lo que vamos a ser.–

es propio de la esencia humana estar el hombre radicalmente desorientado.

eso que llamo estar el hombre orientado es lo que tradicionalmente se llama «saber lo que las
cosas son» o «conocerlas».

1ra definición: tendríamos que Metafísica sería el saber radical. Ahora bien, esta definición
supone que sabemos lo que es el saber, el conocer. De otro modo no se emplearía. Y, en efecto,
suponer como cosa sabida lo que es el saber y lo que es el ser de las cosas, en apoderarse del cual
se hace consistir el conocimiento, ha sido el uso constante de la Filosofía. La idea tradicional del
saber o conocimiento consiste en que el sujeto posea intelectualmente el ser de las cosas. Ortega
no estará de acuerdo con ello, pues “yo intento precisamente tomar los problemas filosóficos en
un estrato más hondo de cómo han solido ser atacados. Yo no doy por supuesto y entendido lo
que es saber y lo que es ser, y no hago consistir la Metafísica en partir sin más a averiguar lo que
las cosas son”.

(Ortega se pregunta qué es el ser y qué es el saber) Pues ahí está lo peregrino del caso: cuando
hasta ahora la filosofía estudiaba el ser, lo que estudiaba es el ser-de-las-cosas, y se preguntaba:
¿qué son las cosas?; pero no se preguntaba: ¿qué es el ser? ¿cómo es que existe en el universo
ese algo que llamamos saber, cuál es su sentido originario, en qué consiste él mismo?, antes de
averiguar si es posible o no, cómo funciona, etc.

(primero habría que definir qué es saber) Si «saber» y «ser» son los dos problemas fundamentales,
definir la Metafísica como saber radical es darla ya por supuesta, peor aún, es dejarse lo principal
de ella a la puerta y comenzar cuando ya todo se ha dado por resuelto. 7

( la orientación no es un saber, el saber es una orientación) Como veremos, la idea de orientación


es más radical, más honda y previa que la idea de saber y no viceversa. El estar orientado no se
aclara verdaderamente por el concepto de saber, la orientación no es un saber, sino al revés, el
saber es una orientación.
hay dos modos de estar orientado o de constarnos algo: uno, en que Ia orientación es efectiva, en
que efectivamente nos consta algo a cada uno de nosotros, al sí mismo de cada cual, pero este
modo supone siempre, inexorablemente, una previa desorientación, un previo no constarnos; y
otro, en que la orientación es ficticia, en que no es el sí mismo de cada cual el convencido sino un
pseudo-yo que nos viene del contorno social, el cual ha desalojado y suplantado nuestra efectiva
personalidad y actúa en,. nosotros. 9

( en realidad siempre estamos perdidos creyendo que estamos orientados) Y, en efecto, si analizan
ustedes su situación notarán que esa orientación en que se encuentran instalados tiene en la
última resonancia de su conciencia un carácter provisional. Se dan ustedes cuenta de que la han
adoptado precisamente para no hacerse cuestión de las cosas; diríase que precisamente porque
por debajo de ella, en su última autenticidad se presienten ustedes radicalmente desorientados,
perdidos.

Lo cual equivale, si fuese cierto este análisis que ahora sólo insinúo, lo cual equivale a que huyen
ustedes de su auténtico sí mismo y lo sustituyen por una personalidad convencional. (Entonces
siempre habría que cuestionarlo todo?)

(Descartes) Yo no sé si eso que llamo mi vida es importante, pero sí parece que, importante o
no, está ahí antes que todo lo demás, incluso antes que Dios porque todo lo demás, incluso Dios,
tiene que darse y ser para mí dentro de mi vida. (lo primero que hago es apersivirme)

Pero la vida es siempre un «ahora» y consiste en lo que ahora se es. El pasado de su vida y el
futuro de la misma sólo tiene realidad en el ahora, merced a que ustedes recuerden ahora su
pasado o anticipen ahora su porvenir. En este sentido la vida es pura actualidad. 10

Nada de lo que hacemos sería nuestra vida si no nos diésemos cuenta de ello, el dolor de muelas
no nos dolería.

¿qué es nuestra vida? pudimos sin esfuerzo, galanamente, responder: vida es lo que hacemos 11

Nuestra vida, según esto, no es sólo nuestra persona sino que de ella forma parte nuestro mundo:
ella – nuestra vida – consiste en que la persona se ocupa de las cosas o con ellas, y evidentemente
lo que nuestra vida sea depende tanto de lo que sea nuestra persona como de lo que sea nuestro
mundo.

La vida, en efecto, deja un margen de posibilidades entro del mundo, pero no somos libres para
estar o no en este mundo que es el de ahora 11

. Un símil esclarecedor fuera el de alguien que dormido es llevado a los bastidores de un teatro y
allí, de un empujón que lo despierta, es lanzado a las baterías, delante del público. Al hallarse allí
¿qué es lo que halla ese personaje? Pues se halla sumido en una situación difícil sin saber cómo ni
porqué, en una peripecia; la situación difícil consiste en resolver de algún modo decoroso aquella
exposición ante el público, que él no ha buscado ni preparado ni previsto. En sus líneas radicales la
vida es siempre imprevista. No nos la han anunciado antes de entrar en ella – en su escenario, que
es siempre uno concreto y determinado –, no nos han preparado. (Esto me parece como el pro-
yecto, o el estar arrojados de Heidegger). Yo creo que esta imagen dibuja con bastante pulcritud
la esencia del vivir. La vida nos es dada – mejor dicho nos es arrojada o somos arrojados a ella –,
pero eso que nos es dado, la vida, es un problema que necesitamos resolver nosotros ( me
parece que indica que se resuelve con la metafísica) Entonces, en la vida somos arrojados, y
como no sabemos nada del mundo nos hayamos desorientados, y ese problema que es resolver
la vida, se puede esclarecer y resolver con la metafísica. Asimismo la vida es lo que hacemos y lo
que nos pasa, pero no sería vida si no nos diéramos cuenta de ello. (podemos checar el ejemplo
de la piedra que adquiere conciencia)

vida. Esta no se siente nunca prefijada. Por muy seguros que estemos de lo que nos va a pasar
mañana lo vemos siempre como una posibilidad. quiere decirse que no es nunca un problema
resuelto, sino que en todo instante nos sentimos como forzados a elegir entre varias
posibilidades. (justo es lo que dice Schopenhauer, no somos libres de decidir sino que solo
elegimos entre posibilidades. La libertad es la ignorancia de la causalidad).

El gran hecho fundamental con que deseaba poner a ustedes en contacto está ya ahí, lo hemos
expresado ya: vivir es constantemente decidir lo que vamos a ser. ¿No perciben ustedes la
fabulosa paradoja que esto encierra? Un ser que consiste más que en lo que es, en lo que va a ser,
por tanto en lo que aún no es. Pues esta esencial, abismática paradoja es nuestra vida. Yo no
tengo la culpa de ello. Así es en rigurosa verdad. 13

Al entrar por esa puerta habían ustedes decidido lo que iban a ser: oyentes; y luego han reiterado
muchas veces su propósito, de otro modo se me hubieran ustedes a poco escapado ( Pero a mi me
parece que esa elección de la vida no siempre depende de mí, por ejemplo, si todos los alumnos
de esa conferencia se hubiesen salido antes de terminar, muy probablemente ortega se hubiese
ido también pues ya no habría publico a quien hablar -intencion primera al dar una conferencia-
aunque si bien, hubiese podido elegir seguir hablando a un sin publico. Es decir que nosotros si
elegimos sobre una cosa u otra en nuestra vida pero hay múltiples factores que nos interpelan). 13

El caso más extremo de esto es nuestra propia persona: en nada suele el hombre reparar menos
que en sí mismo y, sin embargo, con nada cuenta más constantemente que consigo. Yo existo
siempre para mí, pero sólo de cuando en cuando tengo conciencia propiamente tal de mí.

Todas las verdades evidentes tienen este carácter: que cuando por vez primera las descubrimos
nos parece que ya de antemano y desde siempre las sabíamos, pero no habíamos caído en ellas.
Estaban, pues, ya ante nosotros, pero estaban veladas, cubiertas. Por eso, la verdad se descubre;
tal vez, tal vez, verdad no sea sino descubrimiento, quitar un velo o cubridor a lo que en rigor ya
estaba ahí y con lo cual ya contábamos. 15

«Vivir es lo que hacemos y nos pasa, desde pensar o soñar o conmovernos hasta jugar a la Bolsa o
ganar batallas». Pero, bien entendido, nada de lo que hacemos sería nuestra vida si no nos
diésemos cuenta de ello. Todo vivir es vivirse, sentirse, saberse existiendo, donde saber no implica
conocimiento intelectual ni sabiduría especial ninguna, sino que es esa sorprendente presencia
que su vida tiene para cada cual: sin ese saberse, sin ese darse cuenta, el dolor de muelas no nos
dolería». En cambio, vivir es, por lo pronto, una revelación, un no contentarse con ser sino
comprender o ver que se es, un enterarse. (Es darme cuenta de que me doy cuenta, para mí esto
es adquirir conciencia)

– cuerpo y alma – dos construcciones intelectuales mías, dos hipótesis, dos teorías que yo he
hecho o recibido de otros para aclararme ciertos problemas que mi vida me plantea. Lo que existe
vitalmente para mí es, pues, mi teoría de las células y mi teoría sobre el alma, esto es, dos
convicciones mías, pero las células mismas y el alma misma no forman parte de mi vida. El salvaje
no tiene o puede no tener la idea de cuerpo ni la idea del alma y, sin embargo, vive. 15 (Supongo
que entonces lo que apercibimos son nuestras emociones, percepciones y sentidos).

Pero saber, tener conciencia, es un modo especial, y ya más o menos intelectual, del darse
cuenta, Por eso yo añadía inmediatamente a esos términos esta corrección: «donde saber no
implica conocimiento intelectual ni sabiduría especial ninguna, sino que se trata de esa
sorprendente presencia que su vida tiene para cada cual: sin ese saberse, sin ese darse cuenta, ni
el dolor de muelas nos dolería»

Cuando me duelen las muelas, el que me duelan no es un saber: saber no es dolor, pero sin duda
el hecho dolor implica un ingrediente que es existir para mí el dolor, darme cuenta de él en el
sentido de tener que contar con él. Además de ese simple y primario darme cuenta sin el cual el
dolor de muelas no me dolería, yo puedo reparar especialmente en él, atenderlo, tener de él
conciencia plena, clara y aparte, en suma, saberlo sensu stricto.

<<la vida es evidente, es un saberse a sí misma, un enterarse.» Como, según el refrán árabe, nadie
puede saltar fuera de su sombra, nadie puede saltar fuera de su vida y, por tanto, todo aquello
con que tengamos contacto, todo lo que para nosotros pretenda existir, tendrá en algún modo
que presentarse dentro de nuestra vida. 16

(Primer atributo) . Hemos precisado su primer atributo: la vida como enterarse de sí misma.
Según esto, cuanto forma parte de mi vida forma parte porque me entero de ello, y sólo en tanto
en cuanto me entero. Este enterarse no es conciencia, reparar, saber, sino el elemental darme
cuenta, que vamos a llamar «contar con».

(segundo y tercer atributo de la vida) En la próxima lección vamos a hacer con el segundo atributo
de nuestra vida lo mismo que hoy hemos hecho con el primero. Este segundo atributo fue
expresado por mí diciendo: la vida es circunstancial, vivir es hallarme yo – quiera o no – entregado
a una circunstancia. Es éste ya un atributo dramático. Pero lo es mucho más el tercero, que suena
así: la vida es decisiva. 17

La vida que me ha sido dada, resulta que , tengo que hacérmela yo 18 (para mí esto es que la vida
es acción inmersa en una circunstancia).

La vida da mucho quehacer. Y el fundamental de los quehaceres es decidir en cada instante lo que
vamos a hacer en el próximo. Por eso digo que la vida es decisiva, es decisión. Tenemos, pues,
estos tres caracteres: 1. la vida se entera de si misma; 2. la vida se hace a sí misma; 3. la vida se
decide a sí misma. 18 ( esto quiere decir que la vida no se hace libremente, sino que esta
determinada y por ello hay un campo de “decisión”).
(Cuarto atributo)El tener que decidirme implica que no estoy nunca decidido de antemano como
lo está el astro a quien le es dada decidida su órbita. Antes de decidir estoy, pues, indeciso,
perplejo, He aquí un cuarto atributo de la vida: la vida es... perplejidad, constante y esencial
perplejidad; 18

(Me parece que la pregunta abre esa reparación) ¿qué es nuestra vida, mi vida?, nos hemos
ocupado en asomarnos al anterior ahora, y en él nos hemos visto, encontrado, pescado. En el
primer ahora, nuestro hacer consistía en atender unas palabras; en este segundo ahora, lo que
hacemos es percatarnos, reparar en que antes estábamos haciendo eso. Este nuevo hacer se llama
reflexionar o reparar en sí.

En el primer ahora nuestro hacer consistía en atender unas palabras; en este segundo ahora lo que
hacemos es percatarnos, reparar en que antes estábamos haciendo eso. Este nuevo hacer se llama
reflexionar o reparar en sí. Al buscar “mi vida” me he encontrado en esta habitación atendiendo
unas palabras; he caído en la cuenta de eso.

Esto es lo grave a que antes aludía. El hombre al encontrarse no se encuentra en sí y por sí, aparte
y solo, sino, al revés, se encuentra siempre en otra cosa, dentro de otra cosa (la cual, a su vez, se
compone de muchas otras cosas). Se encuentra rodeado de lo que no es él, se encuentra en un
contorno, en una circun-stancia, en un paisaje. En el idioma vital de nuestra vida más vulgar
solemos llamar a la circunstancia, en general, mundo. Digamos pues, que siempre que me
encuentro, me encuentro en el mundo; pero, tengan cuidado, una vez más, de no dar a este
vocablo «mundo» significaciones sabias, sino esa, la más vulgar: mundo, es decir, todo lo
alrededor de mí, lo que me envuelve por todos lados. Esto quiere decir que al encontrarme me
encuentro prisionero.

Pero esto nos hace reparar en un pequeño error que hemos cometido al decir reflexionando sobre
lo que era mi vida me he encontrado primero a mí. Si me he encontrado en la habitación o,
hablando en general, en el mundo, mi percatación ha tenido primero que topar con la habitación,
con el mundo, y sólo después me he topado conmigo. Primero se encuentra la prisión y luego,
dentro de ella, el prisionero. . No formalicemos mucho este «primero» y este «luego», pero quede
aquí hecha esta advertencia. Al vivir, yo estoy siempre ocupándome con las cosas –materias o
personas– que me rodean, estoy atento a la circunstancia, y para encontrarme tengo que
suspender esa normal atención al contorno y buscarme en él, pescarme entre las cosas
desatendiendo éstas y reparando en mí. ( ortega tenia que hacer esta aclaración porque sino no
se seguía todo lo que había dicho, pues significaría que todo el tiempo tendríamos conciencia de
si mismos y no cabria la metafísica)

Es muy importante esta advertencia de que la conciencia de mí mismo es, esencialmente y no


accidentalmente, posterior a mi conciencia del mundo, o lo que es igual, que sólo reparo en mí
cuando me desatiendo del mundo.

Dentro de la enorme circunstancia que es el mundo, podemos movernos con cierta libertad,
podemos ir y venir, viajar, emigrar; pero no podemos escapar a su círculo total inexorable ( para
mi en ortega no hay libertad)

(En tanto que somos proyectados o arrojasos al mundo sin mas nos encontramos desorientados
por saber en donde o en que circunstancia o mundo nos encontramos, y cuando nos
desantendemos de este y queremos apercibirnos necesitamos de la metafísica para esa
orientación.)

Nuestra vida empieza por ser la perpetua sorpresa de existir, sin nuestra anuencia previa,
náufragos en un orbe impremeditado.»

circunstancia es también sociedad humana, el mundo es también «mundo» en el sentido social. Se


vive en el mundo universitario o en el mundo obrero o en el mundo elegante.

«Yo estoy en una habitación.» . «Estar» significa en este caso formar parte de un todo

Existencia sensu stricto significa, pues, ser ejecutivamente algo, ser efectivamente lo que es; en
suma, ejecución de una esencia.

Por eso tenemos que retroceder al más trivial, tenemos que volver al análisis de la palabra
«estar», que abandonamos por la otra más sabia y abstracta de «existir».

la realidad vital en su desnudez, lo que ella es cuando no es sino ella, cuando se quita de sobre ella
todo lo demás que hemos pensado sobre ella o con motivo de ella y que no es ella. 25

Yo espero que a estas alturas ninguno de ustedes confunda ya esa realidad que cada cual llama
«su vida» con su yo. Yo no soy más que un ingrediente de mi vida: el otro es la circunstancia o
mundo. Mi vida, pues, contiene ambos dentro de sí, pero ella es una realidad distinta de [ambos].
Yo vivo, y al vivir estoy en la circunstancia, la cual no soy yo. La realidad de mi yo es, pues,
secundaria a la realidad integral que es mi vida; encuentro aquélla – la de mi yo – en ésta, en la
realidad vital. Yo y la circunstancia formamos parte de mi vida

Ahora bien, la raíz y simiente de toda la Edad Moderna ha sido la creencia opuesta a lo que acabo
de decir. La Edad Moderna se formó en torno a la afirmación fundamental de que nuestra relación
primigenia con las cosas es el pensarlas y que, por tanto, las cosas son primordialmente lo que son
cuando las pensamos. Eso es lo que se ha llamado «idealismo» y toda la Época Moderna – en su
filosofía y en todo lo demás – ha sido esencialmente idealismo. 27

Esto insinúa a ustedes la importancia que puede tener esta sencilla averiguación que acabamos de
hacer según la cual, lo que las cosas son primariamente es lo que son cuando no pensamos en
ellas, antes de que pensemos en ellas: lo que son cuando contamos con ellas, esto es,,
simplemente las vivimos.

Colocado así el asunto se advierte desde luego que no podemos entender esos dos modos de ser
las cosas – el primario o lo que son cuando no pensamos en ellas, y el secundario, o lo que son
cuando sí pensamos en ellas – si no es confrontando el uno con el otro, comparando el, uno con el
otro.

Al final de la óptica, pues, no tenemos esta luz, sino una cosa muy distinta de ella que es el «ser de
la luz». Cuando tenemos esta cosa decimos que sabemos. Saber es posesión del ser de una cosa,
no posesión de la cosa, sino de su ser. Como esta posesión se verifica en un pensamiento que
piensa ese ser, decimos que ese pensamiento nuestro es verdad. 27

¿qué son las cosas? ¿Qué son las cosas cuando no tienen ser, esto es, cuando... no son?
que esta luz que me alumbra, es, cuando yo no pienso en ella, nada.

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