Comentario sobre “La comunidad Filosófica”

•Cátedra: Introducción a la filosofía

•Profesor: Sabellotti José Luis

•Alumno: Voltolini María Belén

Si bien se tienen muchas deliberaciones a la hora de escoger un texto el cual trabajar, y

que conllevan –a veces- un análisis muy detallado, fue grato descubrir entre tantos, el de
el filósofo Francés Michel Onfray, “La comunidad filosófica” y los apartados
seleccionados en pos de una universidad libre y popular. Pero además de agradecerle
por su aporte también debo tener en cuenta el hecho de que suscitó en mí el deseo de ese
“jardín nómada”, un jardín planteado por Epicuro pero fuera de las paredes, no solo
incluido en la realidad y que produjese una verdadera incidencia en ella.
Una comunidad filosófica que actúe en conjunto para conservar la libertad de
pensamiento y que se mueva sin restricciones. Una edificación cuya estructura,
revestida de derechos y que este constituida sobre la base de la amistad y la igualdad.
Sin jerarquías, donde el bien común sea la meta y entre todos los miembros de una
comunidad exista esa relación de fraternidad. Pues la filosofía no debe ser exclusiva de
un sector u otro, es decir, no a aspirar a la supremacía sobre los otros, sino al imperio
sobre sí mismo.
Aquí se plantea un contrato filosófico que origine un compromiso con uno mismo y con
los demás. “…Un proyecto de de edificación personal, de construcción activa y
transfiguración individual”
Se busca el que cada uno de los individuos sea libre de filosofar, por decisión propia, sin
ser sometido por una autoridad que restrinja este derecho, la libertad. Aquel que ha sido
el deseo más grande de la humanidad y por el cual se desencadenaron muchísimas
luchas históricas. La igualdad dentro de la comunidad en la que las personas, sin
importar su género ni edad –entre muchos otros aspectos- puedan compartir sus ideas y
entablar discusiones que les permitan alcanzar la felicidad y la transformación de sus
formas de ser.
“La filosofía política de Epicuro se concentra en tres máximas que afirman: 1) el
derecho no existe en sí mismo, en lo absoluto, sino en relación con la adopción de un
contrato; 2) en virtud de un derecho natural, cada cual reconoce lo que es útil para
evitarse perjuicios mutuamente; y 3) no hay daños ni injusticias sin que un contrato
haya sido adoptado previamente.”
En esta comunidad se persigue el aumento de la alegría del ser y además de evitar los
sufrimientos que son generados por las pasiones y los “deseos innecesarios” como
recomendará Epicuro. La búsqueda del placer y aquí debo agregar, al menos para mí, el
placer que se encuentra en el conocimiento de sí y de aquello que nos rodea, cuya
satisfacción es la más grata. Aunque también en esta búsqueda debo tener en cuenta no
solo esta suerte de satisfacción personal sino que la misma debe servir también a mi
comunidad, a mis amigos.
La amistad aquí cumple así un rol importante, “arquitectónico”, pues es esta la virtud
cardinal la cual crea a la comunidad y la preserva.
Más sin embargo, hoy en día nos es fácil reproducir con exactitud el jardín de Epicuro
ya que plantea cuestiones limitadas por nuestra época actual.
Por eso nos encontramos en la necesidad de adaptarla a nuestro presente y derrumbar las
paredes que nos aprisionan, estar en constante movimiento, llevarlo con nosotros
mismos a donde sea que vayamos y creando así pequeñas “utopías concretas”, que se
resistan a las trivialidades y hostilidades del mundo hoy.
Y aún así tampoco es posible llevarla a cabo estas experiencias con cualquier persona o
de cualquier manera, el mundo es tan grande, y no todos están dispuestos para ella.
En fin, lo que aquí se diseña –y la razón del manifiesto en particular- es una universidad
imbuida del derecho del que ya hablamos anteriormente, una universidad libre, cuya
finalidad es fomentar pequeñas revoluciones, ya que “pequeñas causas pueden generar
efectos más mas grandes, revoluciones concretas…” y que se fundamente esencialmente
en este jardín móvil. Revoluciones para el presente, revoluciones moleculares.