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Número 113 - Febrero/Marzo de 2020 - Distribución gratuita w w w. u n i v e r s o c e n tr o .

c o m
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EDITORIAL
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Exponer la U La prensa de ajos

A
l comienzo fue el mundo al revés. Se Los líos se veían venir desde que, dos años antes, habituales, profesores, administrativos, estudiantes. por P E D R O C A R L O S L E M U S • Ilustración de Elizabeth Builes
inauguraba la década del sesenta y Me- el rector Alberto Uribe habló de una conexión en- Dado que la propuesta surgió luego del comunica-
dellín discutía el modelo para ampliar tre protestas, consumo y venta de estupefacientes do, protocolo según Daniel Quintero, para el ingreso
la Universidad de Antioquia en bus- y robos. La expresión “orden público” estaba de re- de la fuerza pública, vale la pena preguntar si quitar
ca de una “ciudadela” para la creciente greso en los comunicados institucionales. La revis- cualquier protección le restaría poder y protagonis-
ciudad. En un principio la propuesta más aceptada ta Semana de junio de 2010 describía el nuevo filtro mo a la protesta violenta.
era llevar la nueva sede a un espacio alejado, con un en la Universidad: “Es más fácil entrar a una guarni- Pero la desconfianza también está dada por una
prudente retiro, no fuera que ese hervidero impre- ción militar que a la Universidad de Antioquia. Quie- nueva relación con la policía en un campus abier-
decible fuera a contagiar con ideas explosivas y ga- nes no tienen la exclusiva tarjeta TIP, que acredita a to. ¿Un CAI en el “aeropuerto”? ¿Agentes rondando
villas atizadas al corazón de la villa. La ciudad no quienes trabajan y estudian allí, deben tener un con- en bicicleta? ¿Una patrulla parqueada entre los blo-
era peligrosa para la creciente universidad, al con- tacto adentro que autorice, bajo su responsabilidad, ques? ¿Requisas con perros antinarcóticos?
trario, el campus podría enturbiar comercios, ser- el acceso del visitante. No basta con decir que la in- Se han señalado algunos ejemplos locales para
mones y familias. Al final, aparecieron las veintitrés tención es hacer una consulta en la biblioteca o asis- respaldar la idea. Lo que pasó con las UVAS hace
hectáreas que el Municipio vendió a la Universi- tir a una exposición en el museo”. unos años. Pero abrir un tanque de agua no es lo mis-
dad y se firmó el acuerdo de voluntades sellado con Hoy el Esmad y la idea de la universidad abierta mo que dar acceso y protección a una comunidad de
el correspondiente discurso: “El terreno, situado han vuelto. Acciones y propuestas al parecer extre- 35 000 personas en un espacio como la U. de A. Tal
aproximadamente a un kilómetro del Centro, tie- mas y enfrentadas. Y son obligatorias las preguntas. vez las experiencias de Carlos E. Restrepo y Surame-
ne innumerables ventajas para la universidad como La Universidad está cerca de un exitoso proyecto de ricana, con una fuente de Arenas Betancur y la sede
para el desarrollo urbanístico de la ciudad”. espacio público diverso en Carabobo Norte. Pero al de una de las instituciones económicas de la ciudad,
Menos de dos años después una malla protegía mismo tiempo tiene fronteras con líos varios, muy sean más pertinentes. En la Universidad argumentan
a la “Nueva Universidad de Antioquia”. Los peligros cerca de uno de los lugares del Centro con más ho- ser un espacio que requiere condiciones especiales,
iban y venían, los posibles contagios ahora eran de micidios, Estación Villa. Con la posibilidad de ser el una incubadora con reglas y temperatura propias, ap-
lado y lado. Tropeles, ideología, revolución contra “centro noche” para los habitantes de calle en el nor- tas para un grado de concentración y de tranquilidad,
atracos, cuchillos, comercios ilegales. Las razones te. Con la necesidad de la informalidad laboral por que no obligue a estar pilas en la biblioteca y mosca
para el cerramiento quedan claras en un artículo de todos los flancos. Es necesario mirar los riesgos más en el salón por si caen los gatos. Un ejemplo, en algu-
Ariel Escobar Llano, uno de los arquitectos del cam- allá de los grafitis sobre derribar muros y las muy nos casos los profesores son responsables del inventa-
pus, al recordar la idea original de Ignacio Vélez Es- parecidas frases oficiales sobre tumbar cercas y es- rio en sus oficinas. Les roban y les cobran.
cobar: “La Ciudad Universitaria fue concebida como tar más cerca. El trabajo tan difícil como dedicado Tal vez se puedan encontrar soluciones medias.
un parque, y los primeros años funcionó como un de Museo de Antioquia en una zona dura, puede dar Y la universidad sea menos vulnerable precisamen-
parque. De ahí que no estuviera cercada por mallas. cuenta de la tenacidad de los esfuerzos y los proble- te por ser más abierta al entorno. Pensar en un cie-
La premisa que el doctor Vélez Escobar quiso que se mas. La Plaza Botero es un referente turístico ador- rre distinto, más amable, si la palabra es posible, y
plasmara era que la universidad debía ser de toda la nado y aromatizado por ollas y plazas más duras. más poroso. Hasta ahora no hay un proyecto, ha sido
ciudad y que los domingos pudieran ir los padres de Riesgos y retos que hay que medir. solo un arrebato político en un momento difícil para
familia con sus hijos a distraerse y a disfrutar con el Desde adentro se mira con recelo a la ciudad y el alcalde. Por lo pronto vale la pena oír las palabras
ambiente. En realidad todo fue muy bello en el am- al vecindario. Viven de cerca las calenturas actua- de Carlos Castro Saavedra en 1968: “Personalmen-
biente de gestación de la Ciudad Universitaria hasta les protegidos por un filtro tranquilo, por el que te deposito mi fe en esta ciudad universitaria y sue-
que comenzaron a robarse los equipos y ese proble- ingresan en promedio entre mil y mil quinientos vi- ño con que llegue a ser grande en todos los sentidos,
ma fue el que determinó el cercamiento”. sitantes por día. No sería lógico que se tomaran de- libre, democrática, ajena al fanatismo, al personalis-
La Universidad ha construido, desde entonces, cisiones sin oír con mucha atención a los habitantes mo y a la política menor...”.
una dinámica propia que incluye muchos de los pro-
blemas sociales de la ciudad siempre adobados con
una buena porción de luchas políticas y grescas ideo-
lógicas. Seis días después de la apertura en la sede
norte, en mayo de 1969, El Colombiano daba cuenta
del primer tropel entre estudiantes y fuerza pública:
“12 horas de combate” y “160 lesionados”. Problemas
a su escala, como si fuera un laboratorio de la ciudad
con su dosis de control y silencio, con su ósmosis y
sus contagios permanentes.
Tal vez el más grande de sus tropeles, en junio de
1973, incluyó el asesinato de Luis Fernando Barrien-
tos, estudiante de economía, a manos de un “detec-
tive del DAS”. Ese día los estudiantes quemaron el
bloque administrativo y la ciudad entera vio el pena-
cho que salía del campus en el norte. El humo fúne-
bre de una universidad ardida. Lo que siguió fue el
blindaje de la nueva sede administrativa y su bautizo
como el búnker. Las directivas asumían el papel de
un pequeño y protegido “palacio presidencial”. En
1998 cayó el muro de la fortaleza y sonó de regreso

U
la idea de la universidad abierta. El rector de enton-
ces Jaime Restrepo Cuartas fue el revolucionario del n diente de ajo, cualquiera que sea, deja izquierda, y dos ventrículos, también uno a cada lado. fina coraza que no impide la trituración y que es resi-
momento: “La idea es volver a la Universidad sin ma- de ser uno en la prensa de ajos: se hace El corazón entero tiene la forma de un puño, y es si- duo aunque se mantenga entera. (La coraza del cora-
llas, abierta a todos, como era antes, integrada a la múltiple y se hace mejor. ¿Cómo mejor?: multáneamente la mano que ejerce la fuerza —el la- zón es el pecho, y, en el pecho, las costillas. Tampoco
cotidianidad de la ciudad”. se esparce, da su olor y su sabor; se estre- tido— y el acero implacable —la pura reacción—. Se el pecho ni las costillas pueden preservar un corazón).
Hace diez años el campus sufrió el más fuerte lla contra el acero y sale a través del va- excita y golpea; acelera y se rompe. Un corazón con- Liberado, el diente de ajo se lanza a la amplia unidad
blindaje de su historia. El gobernador Luis Alfredo cío para unirse a algo mayor que él. Tengo una prensa tiene ambas partes de la prensa de ajos, pero un cora- de la preparación, pero también parte de él permane-
Ramos impulsó los torniquetes de entrada y la tar- de ajos nueva. No la necesitaba, pues nadie necesita zón no es de caucho ni es de acero). ce en la prensa de ajos, recién utilizada y untada, en
jeta TIP para el ingreso de los miembros de la comu- una prensa de ajos, pero nunca antes había tenido una Se llama prensa de ajos —y hay que ser precisos en forma de minucias que no quedan en la parte supe-
nidad universitaria. El Esmad entró al campus en y ahora la tengo, así que cocino solo y con ajo. (El ajo esto si se va a buscar a un supermercado, pues también rior ni en la inferior del tamiz, sino en la mínima, casi
varias ocasiones y los penachos de papas bomba y Vista aérea de Ciudad Universitaria. Gabriel Carvajal Pérez, 1971. Archivo BPP. reduce la presión sanguínea y disminuye el riesgo de existe el mortero—, aunque podría prensarse lo que inexistente, parte lateral del orificio. Por más que se
gases lacrimógenos ya eran de mallas para adentro. enfermedades cardíacas). Entonces, decía, el ajo se fuera. Por el tamaño: una uva, una lenteja, un arán- lave, y no hay que haber lavado mucho para entender
deja triturar y sale a través del vacío para darse a algo dano. Pero también cualquier otra cosa, fruta o vege- esto, ese untado de ajo quedará residente en la prensa.
mayor que él: el plato, una nueva unidad. Luego, va tal; ya no importa el tamaño, pues todo es susceptible (Pienso en el tamiz untado de corazón: ¿llamaría a las
del plato al cuerpo, unidad mayor, si cabe hablar de de hacerse pedazos y encajar en la prensa. (El corazón moscas, como los residuos de comida, o a los buitres,
jerarquías entre todo lo que es uno. Enseña que, he- también se hace pedazos, pero ¿cómo sacarlo del pe- como la carne en descomposición? Si yo fuera mi co-
DIRECCIÓN GENERAL Y FOTOGRAFÍA – Juan Fernando Ramírez Es una publicación mensual cho pedazos, se engrandece (y hablo del ajo, no del cho y meterlo en el tamiz?). Ya ven que incluso el ajo, razón, no llamaría a nadie, pues no guardaría ningún
– Juan Fernando Ospina – Simón Murillo de la Corporación Universo Centro corazón. El corazón no cabe en la prensa de ajos). para el que ha sido inventado la prensa, no cabe entero nombre: preferiría permanecer en una prensa de ajos;
Número 113 - Febrero/Marzo 2020 Tiene un tamiz mi prensa de ajos, por donde, pre- —es decir, una cabeza de ajo— y se introduce en dien- y entre moscas y buitres, me daría igual).
EDICIÓN ASISTENCIA EJECUTIVA sionados por una palanca, salen a chorros los peda- tes —que son al ajo como los cascos a la naranja—. No sé si con el paso del tiempo —con la sucesión
– Pascual Gaviria – Sandra Barrientos 16.000 ejemplares
zos de ajo. Puede decirse que tiene dos partes: los ¿Cómo es saber, desde el nombre, para qué has sido in- de ajos— crezcan aquellos residuos, o si siempre per-
ASISTENCIA EDITORIAL
Impreso en La Patria mangos, por los que se sostiene la prensa, que son de ventado? ¿Cómo, aunque puedas contener mucho más manecerá untada la misma cantidad de ajo, el unta-
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
– David Eufrasio Guzmán caucho para no maltratar la mano que presiona, y el —aunque puedas contenerlo todo—, eres solo una do primero de este primer triturado, mientras que los
– Gretel Álvarez
acero brillante —espejo impedido— implacable para cosa? Es, imagino, un alivio y una carga. Como todos siguientes, impulsados por el agua, como llegan, se
COMITÉ EDITORIAL universocentro@universocentro.com
CORRECCIÓN DE TEXTOS la trituración. Una parte cuidadosa, donde se ejerce la los nombres, como cada destino. (Mi corazón guarda- van. Sé, sí, que el ajo primigenio perdura cuanto tiem-
– Fernando Mora Meléndez DISTRIBUCIÓN GRATUITA fuerza, y una brusca, que es pura reacción. Y entonces ba un nombre, pero ese nombre no era su destino). po se use la misma prensa de ajos. Y habrá noches en
– Gloria Estrada
– Andrés Delgado tritura, pero no es una trituración que arruina, sino Quien ha triturado antes un ajo sabe que de ningu- las que el rancio olor incomode, pero el ajo ahuyenta
– Maria Isabel Naranjo DISTRIBUCIÓN que multiplica. (Un corazón tiene cuatro partes, tam- na manera el ajo se entrega del todo. Queda dentro de a los vampiros, y a veces uno prefiere proteger la san-
– Andrea Aldana – Angélica, Gustavo y Didier WWW.UNIVERSOCENTRO.COM bién llamadas cámaras: una aurícula derecha y una la prensa, en el tamiz, la cáscara que lo encerraba, una gre, conservar entero el corazón.
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Ojos abiertos
en plena movilización fue baleado a corta dis- los milicos de vuelta a sus cuarteles pero entre- un compuesto de metales duros y tóxicos. Síli-
tancia en ambos ojos. gó su guerra sin cuartel a la policía que opera ce. Sulfato de bario. Plomo.
xvii. “Regalé mis ojos para que la gente alentada por una prometida impunidad. xxxi. Más parecido a una piedra, señala el
despierte” es lo que dijo ese joven cegado por xxvi. Circula un audio en el que el direc- estudio de una respetada universidad chilena.
por L I N A M E R U A N E • Fotografías de Elisa Torres la policía. “Por favor sigan luchando”. Eso nos tor de Carabineros promete a los suyos “todo Más a una piedra que a un huevo duro.
mandó a decir desde la clínica. el apoyo y todo el respaldo” y agrega que aun- xxxii. Algo huele a podrido en Dinamar-
xviii. De cuando exigir justicia cuesta un que se le obligue “no dará a nadie de baja por ca, sugiere un personaje secundario en la tra-
ojo de la cara. De cuando manifestarse pací- procedimiento policial. Todo el respaldo”, repi- gedia shakespeareana. “Es olor a lacrimógena
…que se sepa que en Chile nos estarán privilegio. Pero afuera cuesta entender- Sé, porque fui periodista, porque trabajé se enfrentan a un pueblo armado con ficamente cuesta dos. Alguien debe pagar por te como si no hubiera dicho lo mismo dos veces nomás”, responde la calle que corre entre tan-
robando los ojos mas no la VOZ lo porque es allá donde nuestros presi- en esos medios productores de mentira, piedras, los más exaltados, pero sobre todos esos ojos. antes, “dentro del ámbito legal”. Se escuchan quetas con los ojos cegados de gas y la cara cu-

i
dentes han vendido unas cifras de éxitos que hay una sobreproducción de noticias todo con los históricos utensilios de la xix. Acostumbrado a deslumbrar, ahora el aplausos, se escuchan vítores. La institución bierta con un trapo.
Afuera preguntan qué está pasando extraordinarios sin revelar las cifras de falsas difíciles de contrarrestar con las protesta: cacerolas y cucharas de palo, país rompe el récord mundial de daños ocu- confirma la veracidad de esa declaración, in- xxxiii. Algo olía mal desde hacía tanto
en Chile y ha habido tantas respues- nuestra extraordinaria desigualdad. verdaderas. Porque la situación es com- tal vez un tenedor. lares en enfrentamientos. Al presidente y a la sistiendo en el marco legal por el cual se rige. tiempo que acabamos por acostumbrarnos.
tas sucesivas. Treinta pesos y trein- iv. Mentir por omisión, nos decían pleja recurro a medios alternativos y a la xii. Esa declaración ha consistido en prensa solo parecen importarle las pérdidas xxvii. ¿Es apropiado dentro de un marco Pero la podredumbre era tanta. Provenía del
ta años de descontento y 47 años en casa, es igualmente mentir; si nos pi- prensa extranjera para complementar, echarle leña al fuego del descontento materiales y las cancelaciones de reuniones in- legal atacar cuando no es en defensa propia? palacio presidencial donde un gobierno dizque
seguidos de dicta-dura y dicta-blan- llaban mintiendo nos castigaban. y voy siguiendo a personas conocidas y que arde hace semanas por todo el país. ternacionales donde planeaba seducir al mun- ¿Disparar balines a los ojos? ¿Disparar armas democrático se negaba a representar los inte-
da y de una democracia fundada en prin- v. Mentir es otra manera de censurar desconocidas en sus recorridos, inten- Un descontento que nadie veía mien- do con un oasis que creía suyo. de fuego al cuerpo ciudadano? ¿Torturar? ¿Vio- reses de su ciudadanía, a escuchar sus quejas,
cipios dictatoriales. Afuera preguntan y la información, de cegarla. tando, con ellos, descifrar qué es lo que tras se cocinaba por años en esas mis- xx. devuélvenos los ojos, le exige al presi- lar en comisarías? ¿Meter una luma por una a negociar con ella sus demandas. “Es hedor a
la respuesta va cambiando porque no se vi. En mis años escolares, que fueron ocurre en nuestras calles. mas ollas. dente un cartel de ojos ensangrentados. Hay vagina? ¿Toquetear y desnudar mujeres? ¿De- privilegio nomás”, murmura la calle alzando
trata solo del pasado materializado en los años de la dictadura, se acusaba a El viii. La miopía que me impone la dis- xiii. Explicar en tantas palabras lo que tantas cosas que nos han robado. tener y agredir a menores de edad? ¿Es ese su spray y sus pancartas.
las protestas del presente sino de la im- Mercurio de mentir y era cierto que ese tancia no se condice con la celeridad de un cartel tirado en la calle resume en una xxi. ¿No se había retractado el presidente encarnizamiento lo que el director de Carabi- xxxiv. Ya los griegos lo habían advertido:
paciencia por los años de descontento y diario mentía. El Mercurio ocultaba in- las noticias. línea ingeniosa: el huevo se veía bonito por de su guerra declarada? ¿No había quitado a los neros llama respetar el procedimiento policial? hasta el mejor intencionado de los reyes deja
desconfianza por delante de nosotros si formación o la distorsionaba. El Mercu- ix. No se condice con la ira y la incer- fuera pero por dentro estaba podrido. milicos de las calles? Yo titubeo afuera donde xxviii. Todas esas preguntas son retóricas. de percibir lo que está pasando a su alrededor
las demandas de la calle no se resuelven. rio fabricaba hechos convenientes para tidumbre, el asombro, la admiración, la xiv. Esto nadie me lo pregunta pero me preguntan, yo asiento apenas y aclaro que Mientras tanto, el gobierno intenta en vano que y encandilado por su poder asesina a su padre
Si las manifestaciones no acaban por de- la propaganda del gobierno golpista. angustia que me produce leer los carteles esa frase me remite a los huevos que ti- quitó a los soldados pero delegó la violencia en la gente deje de protestar a golpe de perdigones. y comete incesto con su madre; cuando por fin
rrocar las bases del sistema abusivo que Vemos ahora con toda claridad, porque desplegados por las avenidas. Los raya- rábamos en el colegio en los supuestos los pacos. Digo los pacos o los policías o los cara- xxix. El presidente declara por esos mis- vislumbra lo que ha hecho se quita los ojos para
la dictadura nos implantó. hay más medios, más voces, porque hay dos con sus quejas y peticiones: el siste- finales de la dictadura. Cuando nos pro- bineros que son una institución sin líderes res- mos días que mandará leyes al Congreso para hacer literal su trágica ceguera. Pero esta no es
ii. Afuera cuesta vislumbrar lo que cámaras por todas partes, lo que hoy ma de pensiones y la salud, la educación, metieron que la alegría ya venía. Cuan- petables, una institución decadente y corrupta, fortalecer a las fuerzas policiales, a los fisca- una tragedia griega con reyes consecuentes. La
la gente ha esperado, lo que ha aguan- ocultan ese y otros medios comandados la constitución, la violencia desatada. es do parecía que las cosas iban a cambiar. atravesada por la deshonra y la cocaína. Una les, a los equipos ministeriales para que inter- ceguera de este presidente es de otra clase. Es
tado, los sistemáticos atropellos; cues- por empresarios comprometidos con un tanta la wea que no sé qué poner, confiesa Cuando no sabíamos qué esperar, por- institución que reúne el repudio ciudadano. pongan sus propias querellas criminales contra una ceguera de clase alta. Una ceguera elegida
ta ver que la gente cumplió en silencio, sistema que les asegura sus privilegios. alguien en su pancarta. Es tanto, tan re- que en ese colegio privado nadie tenía xxii. Entre las miles de frases que se escri- la calle. Anuncia un aumento de las sanciones para no tener que renunciar a sus prerrogati-
que se levantó temprano para llegar a Sobre los muros la gente ha hecho cre- pentino, tan veloz lo que sucede, que me de qué preocuparse. Solo el rector se ben y se vocean por las calles, pacos qliaos debe contra quienes arman barricadas, contra los vas. Una ceguera apenas metafórica: ni el pre-
tiempo al trabajo, que trabajó duro, que cer la nariz azul de Mercurio, el mitoló- quedo sin palabras. preocupaba por la imagen de su pres- ser la más repetida. Porque si los primeros le- encapuchados, contra quienes “propician el sidente ni sus ministros ni sus partidarios se
sumó horas extra, que pagó sus impues- gico mensajero de los dioses. x. No responder sino aullar: ¡Saca- tigiosa institución: nos correteaba exi- mas denunciaban los treinta pesos y los trein- desorden público”. Leyes que aumentan la se- quitarán los ojos. Esta tragedia de avaricia no
tos mientras veía que otros que ganaban vii. Quiero responder a quienes me ron a los militares a la calle! ¡Nos están giendo que regresáramos a las aulas ta años de lenta violencia económica, ahora los guridad ciudadana. Leyes que el Congreso se es griega sino chilena y va avivada por un coro
más evadían los suyos; cuesta ver que la preguntan por Chile pero ese primer día disparando!, digo como si yo misma es- porque si no nos iba a castigar. ¿Casti- carteles denuncian los veintitantos muertos, los negó a aprobar en el pasado. Esto me obliga a citadino que exige que el presidente renuncie y
gente se endeudó para educar a sus hi- es confuso y sé que hay manipulación tuviera ahí, entre la gente, apenas dos gar? Cientos de huevos frescos reven- dos mil y tantos heridos en hospitales, los más explicar afuera que no se trata de asegurar los pague por sus crímenes.
jos, que los endeudados siguen pagando en la cobertura de prensa. Esos sospe- días después. ¡Nos declararon la gue- tando sobre el pavimento. de doscientos casos de graves lesiones oculares. bienes públicos de todos los ciudadanos sino de xxxv. Renunciar para el presidente sería
a plazos imposibles, que los chilenos- chosos incendios simultáneos, esos sa- rra!, exclamo y escribo, ¡la guerra con- xv. Qué podían importarnos sus xxiii. El respeto de la calle es para un quil- violar los derechos humanos de los mismos, y como sacarse los ojos.
de-adentro viven para pagar y que de queos de supuestos delincuentes bajo chasumare! Como si no hubiéramos amenazas. No era a nosotros a quienes tro emblemático: desde hace mucho circulan que las formulaciones de estas leyes de seguri- xxxvi. Así se escribe esta trágica historia:
pronto comprenden que nunca termi- las órdenes de la izquierda chilena, cu- estado viviendo una larga guerra encu- el sistema iba a reventar. las pintadas que conmemoran a ese perro ne- dad, las vigentes y las por venir, dejan lugar a en un país de políticos ciegos solo el ciudadano
narán de hacerlo, que envejecerán en bana o venezolana. La televisión supri- bierta. Una guerra de baja intensidad xvi. En estos días convulsos he di- gro de pañuelo al cuello que en las protestas aún mayor desproporción en la violencia usada tuerto puede gobernar.
la miseria, que se suicidarán desasisti- me las imágenes de la violencia ejercida (que para los mapuche ha sido, por si- cho afuera que a los chilenos nos están estudiantiles de la pasada década atacaba a los contra una ciudadanía en su legítimo derecho xxxvii. Ya no queda muro sin escribir por
dos en sus casas porque no les alcanza por tropas armadas, escudadas tras pa- glos, de tan alto voltaje). El presidente reventando los ojos con balines dispa- miembros de la policía. Ya muerto de viejo, si- a manifestarse. las calles de nuestro Chile: esos muros que fue-
ni para comer. Eso no se percibe afuera, neles, sus cuerpos en chalecos antibalas, ha pronunciado la guerra con todas sus rados a la cara en vez de a las piernas, gue vivo en carteles y murales el llamado Ma- xxx. Ahora se descubre que los balines no ron la página en blanco de nuestra silenciosa
ese no tener ya nada que perder. sus rostros protegidos por cascos, tropas letras, la ha hecho manifiesta. donde no provocarían un daño tan fe- tapacos que nunca mató a nadie. son de goma, como se nos decía. No rebotan obediencia son ahora el medio más inmedia-
iii. Es el sistema lo que debe cam- militares y policiales entrenadas para xi. “Estamos en guerra contra un roz, tan irreversible. Es a la cara don- xxiv. ¿Cómo podría ser esto una guerra sino penetran. Un estudio exigido por médicos to de la comunicación callejera. Los anónimos
biar: caer con sus presidentes y sus fuer- aplacar a miles de ciudadanos que apa- enemigo poderoso, implacable, que no de apuntan sus armas. Dos centenares cuando los heridos son solo los civiles? que extrajeron esos balines de tantos ojos ro- autores colectivos escriben de manera incesan-
zas de orden y su tropa de empresarios recen en las calles por su propia volun- respeta a nada ni a nadie, que está dis- de ojos rotos que no volverán a ver. Dos xxv. Sí, sí, digo con creciente impaciencia tos revela que solo un veinte por ciento es cau- te y exigen que nadie borre los mensajes que le
evasores. El sistema debe caer con su tad para reclamar lo que les han robado. puesto a usar la violencia”. Los militares centenares de jóvenes tuertos y uno que afuera. El gobierno se vio forzado a llamar a cho mientras el restante ochenta por ciento es envían al mundo.
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españoles en las plazas. En estos días hemos conmemorado a


los ciudadanos que sufrieron disparos de frente.
xliv. Y los muros del mundo señalan este oprobio: en una
misma noche de viernes, en la Serena y en Shanghái, en Ber-
lín, Buenos Aires, Roma, Guayaquil, Madrid y por supuesto
Santiago de Chile, se proyectan frases escritas por artistas y
activistas chilenos-de-afuera para hacerle ver a la ciudadanía
global lo que está sufriendo de manera impune nuestra gente
en nuestras calles. 100 missing eyes but we can still see you, es la
advertencia iluminada sobre el costado del altísimo edificio de
la ONU en Nueva York, ese edificio cosmopolita con sus miles
de ventanas prendidas como ojos abiertos al mundo.
xlv. Y los chilenos-de-afuera que sumamos un millón de per-
sonas organizamos marchas y movilizaciones en centenares de
ciudades del mundo donde vivimos, participamos en asambleas
y cabildos, realizamos actos solidarios y velatones a los que asis-
timos con los ojos parchados. Acá y allá nuestras mejillas se cu-
bren de lágrimas rojas, allá y acá, los ojos se cubren con parches.
xlvi. Se dice que al presidente le tiembla un párpado. Se
dice que el presidente sufre de tics nerviosos. Se dice que el
presidente está encerrado en su palacio presidencial sin saber
qué hacer: los partidos de gobierno le exigen que imponga or-
den pero las Fuerzas Armadas han declarado que no volverán
a salir a la calle.
xlvi. Que nadie se sorprenda, digo, estando afuera, estan-
do lejos, a quien me quiera creer: el gobierno le ha exigido a
sus embajadores en el exterior que se reúnan (y de paso pau-
teen) con los medios extranjeros para que estos consideren el
punto de vista del presidente y sus ministros, para proponer
otra mirada sobre lo que está sucediendo. Que los medios del
mundo desvíen el ojo para privilegiar la postura del gobierno
chileno. Y algunos medios los desvían (pero otros no) desvir-
tuando lo que está sucediendo y no termina de suceder.
xlviii. Se suponía que esto no iba a durar, no podía durar,
la gente se iba a cansar y a volver a la normalidad. La calle res-
ponde tapando los escasos muros que quedan vacíos: no volve-
remos a la normalidad porque la normalidad era el problema.
xlix. El tiempo en Chile parece haberse detenido. El tiempo
en compás de espera mientras la calle exige una nueva consti-
tución creada por la calle, una que acabe con todos los nudos y
amarres y privilegios. La calle lo exige aspirando la bruma la-
crimógena como si fueran oxígeno. Y ya no son días, son se-
manas: no nos vamos hasta que renuncie el presidente, no
nos vamos a ir sin una constitución que podamos escribir con
nuestras manos. La calle clama, encapuchada, la calle avanza
con cascos ciclísticos para cuidarse la cabeza, la calle empie-
za a conseguir lentes antibalísticos para protegerse los ojos. La
calle va adquiriendo un aire galáctico.
l. Y un tono alienígena. Los manifestantes descubren que
pueden encandilar a los pacos con rayos verdes de pequeños lá-
seres comprados en la esquina. Esos rayos atraviesan la noche
extraterrestre de la protesta para impedir los disparos a los ojos.
li. Y si me preguntan afuera yo digo que la esposa del presi-
dente tuvo una extraña iluminación cuando habló de la necesi-
dad de “racionar la comida” y se le trabó la lengua en “racionar”,
esa palabra de otro mundo para ella. Una rara inteligencia la
suya cuando admitió que tendrían “que disminuir sus privile-
gios y compartir con los demás”. Cuento a quien no lo sepa que
la más célebre línea de esa filtración telefónica realizada desde
su encumbrado barrio planetario fue la curiosa idea de que el le-
vantamiento ciudadano era “como una invasión alienígena”.
lii. La calle furibunda flamea banderas chilenas en aveni-
das humeantes de lacrimógenas y levanta teléfonos celulares
entre guanacos y zorrillos para que nada, nada, nada, que-
de sin registro. Para que todo, todo pueda ser visto en otras
pantallas. Las cámaras como armas de mano en esta revuel-
ta. Las cámaras con sus pruebas fehacientes del excesivo ac-
cionar de los pacos.
liii. Un muchacho sufrió un ataque al corazón mientras le
seguían disparando a él y a los médicos que intentaron sal-
varlo. Las cámaras grabaron su muerte para la posteridad de
los tribunales.
liv. Algo tiene que cambiar, clama una mujer en un video
mientras se tapa un ojo con su mano obrera. Otra mujer, ta-
pándose el ojo con otra mano, dice estar viendo pequeños
xxxviii. El cuerpo ciudadano ha sido siempre impecable imagen-país. De su oasis ahora espejis- cambios. Yo sé que de todo esto algo bueno se va a lograr, insis-
el blanco de la violencia estatal, pero ahora, más mo. De su espejo ahora roto. Qué mal se ve afue- ten las voces esperanzadas de estas mujeres.
acorde con estos tiempos visuales y especializa- ra ese descontento pero qué peor el despliegue de lv. Algo tiene que cambiar, algo bueno tiene que salir de
dos la violencia debe ser espectacular. El blanco una fuerza policial armada contra una ciudada- todo esto, digo, afuera, haciéndome eco de esa esperanza po-
ya no es el cuerpo sino el ojo ciudadano. El deseo nía desarmada. Esos ojos hacen ver el exceso de pular pero superada por el escepticismo que cunde ante el
de dejar sus ojos, abiertos, atentos, para siempre violencia, la desproporción represiva. Esa es una anuncio de que los congresistas por fin despertaron y acorda-
despiertos, en blanco. de las noticias que recorre el mundo. Titulares en ron, encerrados en el Congreso y de espaldas a la calle, el cierre
xxxix. “Los estamos grabando, pacos qliaos”, todos los diarios del mundo. Titulares que hacen de la remendada normativa constitución que impuso la dicta-
aúlla una voz en uno de los tantos videos que cir- doler la vista del presidente. dura en 1980. Ese cambio que la calle ha venido exigiendo no
culan por las redes para que ojos ajenos puedan xlii. Y entonces insisto en que contra lo que solo en estas cuatro semanas sino en las últimas cuatro déca-
observar el ensañamiento policial. Esas fuerzas dice el gobierno en su agenda desinformativa, no das. El acuerdo y su procedimiento resulta dudoso, está lleno
ya no operan de manera invisible ni impune. Las hay comandos extranjeros ni ideologías organi- de amarres y de trucos leguleyos que hacen dudar de lo que se
cámaras aportan su e-videncia. zadas, que no es cierto que cientos de ciudadanos lee sobre el papel, de lo que se escucha decir a los abogados
xl. “Paco qliao” es tan difícil de traducir como se hayan vuelto terroristas. Que no corresponde constitucionalistas por la radio. A lo que se discute por las redes
“paco culiao”, pienso mientras trato de explicar- que se les apliquen leyes de seguridad, esas leyes de chilenos ansiosos e incrédulos dentro y fuera del país. Chi-
lo afuera. “Culiado” con todas sus letras resulta que el Estado lleva aplicándoles, con todo su rigor lenos y chilenas que discuten hasta altas horas de la noche, con
incluso difícil de pronunciar en el habla de la ca- y su fuerza, a los mapuche en su Wallmapu. los ojos rojos de sueño y de cansancio sabiendo que no es hora
lle chilena. xliii. Ha pasado exactamente un año des- de dormir, que esto recién comienza, que nuestros ojos chile-
xli. La imagen más icónica de la represión de que al comunero Camilo Catrillanca le dispa- nos, ahora, más que nunca, deben permanecer abiertos.
son esos ojos rotos que aparecen por todas par- raron a la cabeza por la espalda; por estos días,
tes haciéndole mala prensa a un presidente-ge- allá y acá, estamos conmemorando su asesinato *Visita www.universocentro.com y encuentra la galería completa de la
rente que se ha vanagloriado ante el mundo de su y derribando las estatuas de los conquistadores fotógrafa chilena Elisa Torres.
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podríamos tener ganas de leer su pasquín, un pe- Fanon con antologías de odas de Pablo Neruda a los los hijos de los albañiles negros que olían a fogón
riodicucho muy semejante, en el desgreño general mineros o en los versos patéticos del turco Nazim de leña. Y el bramar no es despectivo. Tenía una
y la diagramación deplorable, al semanario de los Hikmet. La metamorfosis fue más o menos rápi- hermosa voz de toro.
comunistas cuando todavía se llamaba Voz Proleta- da. Pero de una coherencia admirable. Y previsible. Esa noche supimos otra cosa de su vida que
ria, y que después se quedó en Voz, cuando pasó de Después de todo la izquierda ortodoxa no es más nos había guardado: estaba estudiando canto en
moda el cuento tártaro del proletariado de Lenin, que una prolongación del más ramplón pensamien- el Instituto de Bellas Artes y contaba con la ayu-
y los comunistas criollos por fin se dieron cuenta to católico, una secta religiosa con sus dogmas, sus da de algunos músicos destacados de la ciudad en-
de que los proletarios colombianos estaban muy santísimas trinidades, sus catecismos, sus himnos y tre los que se contaba Blas Emilio Atehortúa. De
ocupados trabajando para atender a sus rebuznos sus mártires. Todos hicimos el cambio. Casi sin dar- este modo, teníamos a Billy cuando no funcionaba
dialécticos, y no eran los mismos que padecían las nos cuenta pasamos de una iglesia a la otra como el tocadiscos de la casa de Hugo porque había olvi-
inclemencias de los zares en una nación donde aún en un hechizo. Billy pasó de la Juventud Obrera Ca- dado pagar la cuenta de la luz, lo que no era infre-
había servidumbre. Y dominaba Rasputín. Ningu- tólica, JOC, a la ideología de la Juventud Comunis- cuente, aunque era rico y contaba con el apoyo de
no de nuestros obispos más torcidos puede compa- ta, Juco, sin que tuviera que acabar de arrugarse el una madre acomodada que jamás vimos, pero que
rarse con el staretz. Claro que no. Porque aquí es vestido incongruente con el magro esqueleto. le mandaba a su proyecto de doctor en leyes unos
como si nos faltara aire para todo. Nunca hablaba de sí mismo. Por lo que vinimos almuerzos enormes que alcanzaban para todos.
No esperó que lo invitáramos a sentarse. Arras- a saber su nombre mucho más tarde. Y su biogra- Siempre y cuando Billy no llegara primero a la olla.
tró el taburete de una mesa vecina con inmensa na- fía, que nos reveló a menudos trancos, nos puso A medida que fueron pasando los días y a medi-
turalidad. Y se nos unió. Y se quedó por años con en evidencia algunas de sus cosas más personales da que él, quién sabe, progresaba en sus clases de
nosotros. Los suficientes para aprender a querer- cuando ya éramos mucho más que amigos, herma- canto, amplió el repertorio: añadió a las cosas de
lo como merecía. Hablaba con una timidez muy nos en la fraternidad de desamparados que fueron Robeson, que también interpretaba melodías rusas
semejante a la dulzura como si envolviera en algo- los nadaístas en una ciudad inhóspita, llena de ma- como los Boteros del Volga, alabaos del Chocó, y
dones la garganta de madera de macana. La ropa las inclinaciones y con claras tendencias a la de- aunque mi amo me mate a la mina no voy, ese aire
le quedaba como si fuera prestada por un tío muy gradación, y donde la poesía era una pérdida de famoso de Esteban Cabezas. Y Angelitos negros. Y
gordo y muy alto. Y olía a humo de fogón de leña. O tiempo y el trabajo productivo una pasión, el co- hasta algún lamento de Consuelo Velázquez. Era
mejor dicho, a pobre mondo y lirondo. mercio, la plata, en fin, la plata: “Chismes, catoli- un músico ecléctico en la práctica. Y atrevido en la
Muchos que lo conocieron después, cuando co- cismo, y una total inopia en los cerebros…”, en el teoría. Un tiempo le dio por convencernos de que
menzó a volverse famoso en la arquidiócesis por la lamento del poeta mayor de la provincia. “Cual si Beethoven había sido negro, por la vía de un cier-
insistencia del aparecer y por la voz poderosa que todo se cifrara en menjurjes bursátiles o en el ma- to antepasado belga que había vivido en el Congo.
saltaba muros, se van a escandalizar, y me van a ta- yor volumen de la panza”. Y de África le habría venido el estupendo sentido
char de inventón y de embustero: pero antes la ver- Se llamaba William Echeverri. Y se entendió, rítmico al sordo que canceló para siempre la anti-
dad que Platón. La cosa es que el hombre trató de por lo que a veces dijo cuando estuvo locuaz, que gua manera vivaldiana de la armonía y la inven-
catequizarnos en principio. Porque quizás pertene- era hijo de un albañil de Manrique Oriental. Y que ción, según nos dijo.
cía de corazón a la iglesia romana, o porque eligió tenía unas hermanas que amaba. Entonces no le Los nadaístas no acogimos al Negro Billy por
la evangelización como el camino más directo para gustaba que lo llamaran Negro. Y se defendía di- misericordia: él se acomodó con nosotros. Y nos
penetrarnos el corazón recién estrenado y ganar- ciendo, molesto con la semántica: “Yo no soy ne- sufrió por amor. Hasta la abyección. No sé por qué
se nuestra amistad. El que quiera creer que crea: gro, carajo. Yo soy café”. Y mostraba la media caña fue capaz de aguantar los maltratos de dariolemos
al Negro le salió el tiro por la culata. Y el director del brazo flaquísimo para corroborarlo. Después se sin matarlo. Yo nunca supe por qué se rebajaba a
del periódico de la Juventud Obrera Católica debió acostumbró. Porque lo de negro no era peyorativo, veces a siervo del hijo de Juan Lemos. Una vez le
quedar muy decepcionado del espía que nos envió sino más bien afectuoso. Hay que tener en cuenta oí decir que le gustaban los chicos rubios. Tal vez
para atraernos a la ortodoxia vaticana, y para que que en la Antioquia racista de entonces, a veces se fue un sadomasoquista. Y se dejaba vapulear por
renunciáramos a los embelecos darwinistas de la trataba de negro querido incluso a los blancos. Y puro placer por ese dandy tan raro que escribió
evolución del hombre a partir del aporte genético el Negro Billy acabó por ganarse el cariño de todo las sinfonías para máquina de escribir mientras se
de un mono despistado. ¿Fue Billy un infiltrado? el mundo, incluidos los policías secretos. Estos aca- desmoronaba por el puro placer de darnos el triste
Sin embargo, el que comenzó una evolución in- baron por dejarlo pasar como uno más por Junín espectáculo de su decaimiento. Me gustaría contar
esperada fue el enviado de los obispos, para seguir a pesar de la singularidad del pellejo y del aspec- la historia de la noche cuando gonzaloarango llevó
con la broma paranoide, o con la hipótesis conspi- to maltrecho. al Negro Billy a que le cantara una serenata a doña
rativa. El pensamiento de Billy comenzó a fluir en Un día el Negro Billy nos sorprendió poniéndo- Magdalena, su mamá. Pero apenas estaba empe-
una dirección que acabaría por revelar al otro, o al se de pie en medio de nosotros en una fiesta en la zando el bambuco julioflorezco cuando llegó la po-
mismo que el Negro llegó a ser y que quizás estaba casa de Hugo Escobar, en la calle Argentina con Su- licía y se llevó al profeta y a su jilguero.
contenido, empollándose en él, cuando se sentó a cre, contigua a la droguería Campillo. Hugo, muer- Yo no creo que el Negro Billy no haya sido el
nuestra mesa matinal en el Miami recién barrido, y to en un accidente en su camioneta Wartburg cerca gran artista que debió ser porque el mundo no es
con la pianola apagada todavía, de manera que po- de la Plaza de Toros, era un pichón de abogado de justo y el calvinismo paisa perverso. Billy cargaba
día escucharse por sobre el ruido de los automóvi- una belleza muy latina, de artista mexicano, se pa- un demonio que debemos respetarle: el demonio
les el zureo de los palomares recién instalados en recía a Jorge Negrete. Y hechizaba a las mujeres del amor de la noche que aqueja a muchos solitarios
los brazos de los árboles mayores del parque, por con los dientes perfectos y los modales refinados. esenciales. Y el del gusto por el aguardiente que es
un lustrabotas que solía vestir traje marinero con Me acuerdo que pertenecía al MOEC, una asocia- un enemigo lento pero eficaz. Yo acepto a mis ami-
galones dorados en las tapas de los bolsillos, pan- ción de izquierda obrero estudiantil, que produ- gos tal como son, con defectos y todo. Y me gusta
talones y zapatos blancos y gorra de dril con vise- jo un montón de mártires inútiles cuyos nombres imaginarlos elegidos, libres hasta donde se pueda,
ra de charol, y cuyo nombre olvidó para siempre la poco a poco se nos van olvidando. Y recuerdo que no determinados por completo por arcanos cuánti-
crónica de la ciudad de la eterna balacera. me sorprendí cuando noté que ostentaba un esca- cos o sicosociales. Billy fue el animal que fue.
Medellín era entonces una sociedad de lo más pulario de la Virgen del Carmen en el nido de mir- Yo creo que me quiso. Al fin de cuentas me tocó
racista y excluyente. Para empezar, tenía un ce- las del pecho tupido de sortijas. Pero para curar mi cargar con él y defenderle los derechos muchas ve-
menterio de los ricos, muy próximo a uno de los asombro, Hugo me dio un par de palmadas amisto- ces en aquellos años sesentas de su aparición in-

Alabaos para el Negro Billy


barrios de putas más famosos de la aldea preindus- sas en la espalda, y me dijo como con muchas ganas esperada en la calle Junín. Yo lo impuse en las
trial, y un cementerio para los pobres, llamado de de que lo comprendiera: “Es por si acaso”. Y puso en cafeterías sofisticadas y los restaurantes del postín
San Lorenzo, donde enterraban, para que descan- blanco los ojos. Consigno el dato como un ejemplo del Centro. Cuando no lo atendían, yo lo obligaba a
saran por fin, a los que habían vivido asados a la del carácter de los ateos antioqueños, cuyo ateísmo quedarnos sentados hasta que el sol comenzaba a

(1935 - 2019)
parrilla, en el acoso perpetuo de las más queman- se atenuaba en los temblores de tierra o cuando de- caer y el sistema se cansaba de la iniquidad de ne-
tes urgencias de la vida. De modo que la presencia bían montarse en un avión disimulando una ben- garle un puto café porque no tenía perfil, la cabe-
de un negro en el grupo de los nadaístas levantó un dición vergonzante. Tuvimos otro amigo agnóstico, za parecía un dulce de moras, llevaba esos vestidos
silencio de escándalo en la calle Junín. Me acuer- de escapulario: el poeta Mario Rivero. dos veces más grandes que él y era obvio por el aire
por E D U A R D O E S C O B A R • Ilustración de Daniel Gómez
do que los policías secretos que siempre nos esta-
ban rondando con sus sombreros grises y sus caras
Hugo era la hospitalidad encarnada. Su apar-
tamento de recovecos, como planificado por un
que no tenía un peso en el bolsillo. No sobra de-
cir que la ciudad cambió después. Y que los negros
de yo no soy, siempre estaban escogiendo entre no- arquitecto con graves problemas para entender y los zambos y los saltatrás y demás categorías del
sotros al que por el color de la piel era el más sos- el espacio, estaba adornado con litografías an- racismo acabaron por ser aceptados en todas par-

F
pechoso, ya que teníamos fama de demonios y él tiguas puestas al revés en las paredes, y amobla- tes con inmenso cariño cuando se enriquecieron
ue en los primeros albores del na- en suegro de dariolemos. Lo cual no es un pre- venía envasada en una botella verde retoño. O era negro como el diablo. A una señal Billy estaba do con escaparates pasados de moda y sillas rotas, en los avatares del narcotráfico. Pero es otro cuen-
daísmo cuando apareció el Negro Bi- mio para el padre de ninguna muchacha boni- esa ironía de la barística que se llamó el cuba- como un sapo abierto de brazos y piernas contra el era con mucha frecuencia el escenario de nuestras to. Renacentista, si usted quiere. El poder del dine-
lly en la calle Junín. Una mañana se ta por tolerante que sea y por abierto al mundo libre, mezcla contradictoria que combinaba el muro, sometido a una humillante requisa, que por celebraciones etílicas y herbáceas, y el lugar don- ro por la otredad aparente de lo racial.
arrimó a nuestra tertulia de poetas que parezca. ron de los piratas ingleses con la Coca Cola yan- alguna razón obviaba ese lugar privadísimo don- de nos quedábamos cuando nuestros padres nos Cuando se acabó el nadaísmo y los nadaístas
en el Miami, que era un bar de me- El Miami era el lugar donde nos encontrá- qui y que solía servirse con tres inquietos cubos de nuestro nuevo amigo cargaba su dosis de mari- echaban de la casa por poetas o por trasnochado- de Medellín nos fuimos a vivir a Bogotá o a USA,
sas trípodes de gruesas tapas redondas, don- bamos casi siempre los nadaístas por la maña- de hielo empujándose y cantando, y una rodaja huana, como después supimos. Y que los lectores res. Y una noche, Billy, mirándonos en una súpli- el Negro se me desapareció. Siempre que volví lo
de una pianola de moneda presidía iluminada na mientras acababan de acicalar el Astor. La de limón tahití, y cuyo uso prescribía el acom- pudibundos me perdonen el indirectazo del apunte ca de silencio, hambriento y con ese saco dos tallas busqué porque me gustaba su compañía y esta-
como una reina encinta. El Miami estaba situa- única cafetería de Medellín donde jamás le ne- pañamiento de un plato de crujientes papas fri- rabelesiano. Que además explica por qué a los na- más grande y esa camisa desleída, se paró en me- ba siempre muy bien informado en las cosas de la
do en la esquina de Caracas frente al Parque de garon un servicio a Billy. No porque los dueños tas, como doradas por un santo, y rociadas con daístas nos parecía siempre que la marihuana de dio del desorden de botellas y ceniceros ahítos, chismografía parroquial, y me permitía desatra-
Bolívar. En la acera opuesta quedaba el Calza- fueran suizos como dijo alguien. Sino porque mucha sal para mantener el nivel de consumo Billy era la más amarga del mercado. hizo mimí, mimí, varias veces, que era su modo de sarme en las cosas de la pequeña historia de la ciu-
do Pacífico donde compraban zapatos las niñas eran gente decente. Y allí se reunía los sába- en la clientela. Técnicas de la barística nortea- El periódico de los obreros católicos desapare- afinar, se pellizcó las chatas, y se puso a bramar dad. Pero en las transformaciones de la bohemia
de los colegios de la pequeña burguesía. Y en- dos, después del colegio, la cocacolería; los hi- mericanocapitaliimperialista. Supongo. ció de los antebrazos del Negro ya al segundo o ter- con un bramido poderoso, increíble en la pequeña de Medellín que alteraron la inseguridad y el mie-
seguida estaba la Farmacia Latina de don Luis jos de papi peinados a la gomina, calzados con Billy era moreno, delgado, con una sonri- cer día de tratarnos. O pongámosle una semana. caja de resonancia de ese costillar subalimentado, do propio, se me hizo más difícil de encontrar cada
Hurtado, un hombre de cabeza cana y corbatín, mocasines de plantisuela y medias de rom- sa de niño de lo más ingenua, y ya andaba un Y casi abruptamente cambió de lecturas. Comen- un spiritual de Paul Robeson, el gran bajo nortea- vez. Porque la gente de la noche de Medellín dejó
que nos alcahueteaba, muy ufano, la mala afi- bos, que iban a oír boleros de Lucho Gatica, poco encorvado, y con un hombro más bajo zó a leer, rencorosamente primero, a Frantz Fanon, mericano, que cantaba los sufrimientos de un río. de caminarla como hacía antes, cuando uno cami-
ción a los fármacos norteamericanos y alema- pasillos de Suramérica de una tristeza pedre- que el otro. Y traía una brazada de periódicos Los Condenados de la Tierra, un libro espantoso es- Electrizante. En tan deleznable encarnadura bra- naba la noche de Medellín y podía estar seguro de
nes que usábamos para ayudarnos a escapar de gosa, guarachas, y El hijo de nadie, una habane- de la Juventud Obrera Católica para la venta. crito con la furia del indignado sobre los críme- maban la rabia y la grandeza de espíritu, el pasado encontrar al Negro Billy saliendo de alguna som-
la realidad en un adormecimiento miserable. ra conmovedora del Niño de Utrera, mientras La astucia del publicista debió decirle que si to- nes de Francia en Argelia en tiempos de De Gaulle y el presente, la esclavitud antigua y la rabia de los bra. Pero ya no. Ya nunca más. Porque así son las
No sobra decir que el pobre de don Luis acabó consumían Costeñita, una cerveza mini que dos teníamos un libro bajo el brazo también con prólogo de Jean Paul Sartre. Y descansaba de más pobres de las laderas orientales de la ciudad, cosas, negrito.
10 # 113 # 113 11
Este texto es el primero de una alianza naciente entre

E
El pulso del cambalache
Armado en México sta es la hora de todos. Aparecen en la misma
cuadra siempre, en la carrera Bolívar, deba-
jo del metro. Pueden ser las cuatro y cinco, las
Universo Centro y Revista Bacánika.

El tiempo de segunda
cuatro y siete o las cuatro en punto, depende
de la marca de reloj que ellos empuñen. Algu-
no agita dos de cuarzo mientras camina, pero en la otra
mano tiene puestos otros tres de cuerda. De pronto apa-
rece uno con camisa de satín en la que cuelga un larguí-
por S I LV I O B O L A Ñ O R O B L E D O simo collar hecho de por lo menos treinta relojes, todos
de segunda mano y en distinta hora, algunos más lustro-
sos, y otro de plástico mugriento, pero con el segunde- por F E R N A N D O M O R A M E L É N D E Z
ro todavía muy orondo. Esta es la hora de todos. Ofrecen Fotografías de Juan Fernando Ospina
sus joyas al transeúnte que acaso no tiene tiempo de ver
relojes, o al coleccionista que busca rarezas suizas, japo-
nesas o alemanas. Y, como los discos de vinilo que hi-
bernaron por décadas, ahora vuelven a rondar los viejos
A las costureras de Caldas, peche; y esto desde que existen las neas, Durante los años que estuve por fue- Una vez, en una tabaquería del aero- relojes de cuerda con su tictac de tiempos idos.
que me enseñaron a fumar el peche la marihuana y los cigarrillos sin tro- ra de Colombia la gente que me quería puerto de Frankfurt, al regresar de un Este curioso comercio mueve a cientos de gentes, en-
apañado, o sea hacia adentro. fil, qué le vamos a hacer. Barba Jacob y no dejó morir mi relación con el pielro- congreso de traducción de poesía, en-

M
tre cambalacheros, anticuarios y otros gremios más fu-
Epifanio Mejía no desarmaban propia- ja. Era un ritual. Quien iba a visitarme contré que vendían Pielroja para liar, gitivos e innombrables, una especie de logia de Cronos
i Pielroja es mexicano, mente margaritas, sino los antecesores llevaba consigo una ofrenda de peches para armar, como se fuma el tabaco de que sabe, por ejemplo, que la casa suiza llamada Royce
luego ya no es. Lo había de los peches. Cuando no hay cueros es y de guaros. Cierro los ojos y veo a mis manera compulsiva en el resto del mun- ya no hace relojes y sus piezas se cotizan a buen precio,
soñado un par de meses eso o conspirarse la Biblia. Mejía Valle- amigos y familiares hacer esfuerzos por do. Recuerdo que me animé por un fu- como rarezas. O que el reloj Cornavin, hecho en Rusia,
antes de la emboscada: jo, como yo, a veces negaba dar un pe- complacer mi vicio, por complacer los turo más comercial de mi compañero, y en tiempos de Stalin, mediante una franquicia europea,
encontraba una canasta che para ese fin: “Fumátelo en pipa, sabores que más falta me hacían, y veo adquirí el producto. No es tan bueno ni era inexacto y poco confiable solo porque los rusos sa-
con peches en un supermercado. Los pa- güevetas, que no disfrutás ni el papel de qué manera el peche ha sido una ex- tan malo como el Pueblo, la marca más ben hacer máquinas fuertes como tanques, pero nunca
quetes estaban abiertos y tenían pocos ni...”. Daniel Santos, el Patrón, se perdía cusa para establecer vínculos, fortale- popular entre perroflautas y punkabes- mecanismos sutiles y diminutos, justos para medir uno
cigarrillos. A un lado decía: Hecho en en los templos de las calles empinadas cer promesas, para el arte de la amistad. tias. Pero nunca será un peche. Hace y otro segundo, como un yugo portátil que otros llaman
México. No los compré en mis sueños. al amparo de hinchas del DIM, el humo Primero las pacas venían con un fino unas décadas un imponente indio piel- calabozo de aire o bobo, según el diccionario lunfardo
No soy de ir a supermercados ni en la vi- del peche y la dama de los cabellos ar- papel que usaba para escribir poemas roja saludaba a los viajeros desde La Ma- que iluminó los bajos fondos del viejo Medellín.
gilia: analizo que en el paisaje onírico el dientes. Hasta el presidente Belisario y cartas de amor: este peche fue testigo. carena antes de aterrizar en el campo Uno se sumerge entre el gentío de mercachifles
almacén soy yo. Algo de mí ha sido com- Betancur hizo pública su afición por He dejado versos en Pielrojas en todas de aviación, hoy aeropuerto Olaya He- para contemplar las penurias ajenas con placer impu-
prado, imitado y ahora importado. Algo el indio, y era más godo que Fernando las ciudades a las que he ido. Cuando los rrera. Ya solo es una marca que se pro- ne. De pronto descubre que muchos de los que venden
de mí ya no es la mitad de lo que fue. VII. Recuerdo que también los fumaron jinetes del neoliberalismo llegaron y la duce en México y se lía en Bruselas. El relojes son hombres ya entrados en años, pensionados
Hubo una época en la que los viaje- Gonzalo Arango y Raúl Gómez Jattin, Philip Morris compró al indio se les hizo último Pielroja colombiano lo fumé el 12 acaso que apuran su ocio en estas ventas nimias. Y
ros eran recibidos en Medellín por un así como para ahondar en el humo del caro seguir pagando ese hermoso papel de enero de 2020 y ahora firmo esta me- cuando empieza a marearse de ver chécheres y alha-
monumental indio pielroja que corona- clisé (y dejo una idea de tesis ahí de gra- y las pacas comenzaron a ser envueltas moria con un fantasma en los labios, con jas pasadas de moda, ve irrumpir a un muchacho de
ba la plaza de toros La Macarena. Sím- tis: De la presencia del Pielroja en el en plástico. Antes progreso hoy retroce- miedo a que también nosotros seamos gorra que se acerca donde un cambalachero y le pide
bolo del matrimonio productivo entre el arte del siglo XX, concepto y objeto). so, pero el pueblo siempre quiere arte. comprados para volvernos a hacer. prestado su reloj para hacer una prueba, bajo la pro-
antioqueño agricultor y el industrial, la mesa de “si se lo daño, se lo pago.” Alcanzo a ver que
mirada altiva del indio significaba que es un reloj de correa naranja, de números grandes,
en esta tierra sucedían cosas. Un in- que luce juvenil pese a su marca, Fossil, de metal pa-
dio de western americano —porque no vonado. En segundos, el hombre se tira al piso con él
es chibcha ni embera pero indio, al fin y rastrilla el cristal de la joya contra el suelo de la ca-
y al cabo— coronaba la Plaza de Nues- lle. La multitud observa en vilo, escucha el crujido de
tra Señora. El rompepechos me ha acom- la mica: ¡en ella no aparece ni un rayón! Acto seguido
pañado desde 1999; ante mi compañero este repentista se incorpora, saca un frasquito del bol-
quiebro esta lanza ante la derrota del sillo y pone dos gotas en el metal de la caja. ¡Es ácido!,
gusto de lo propio. dice alguno, aterrado de la audacia de este mago de
En el mercado internacional de ci- calle. El corrillo se acerca para ver si el líquido horada
garrillos sin filtro el Gauloises es abu- el acero. Y tal parece que el cacharro supera el desa-
rridor; el Nazionali, seco; el Romeo y fío. El espontáneo limpia el líquido corrosivo con un
Julieta, negro; el Camel, aguapanela; y trapo. Nada ha trastornado la superficie de la máqui-
el Lucky, una Pepsi. Además de ovalado na. A ojos vistas es un reloj genuino.
y de arroz dulce, el Pielroja lleva (lleva- —Le doy doscientos por él —dice este Houdini del
ba) tabacos perfumados de Santander: Parque Berrío.
el buen peche deja los labios dulces y —Este no lo estoy vendiendo —dice el viejo, como
una que otra rama en los dientes. La au- si de pronto se intimidara por la atención de tanto pú-
sencia de filtro lo hace ecológico. Es usa- blico y evitara entrar en regateos. El del frasquito ni
do por quienes saben para la salud de las siquiera insiste, da media vuelta y se hunde de nue-
plantas. En las selvas colombianas es un vo entre la multitud del cambalache, en busca de otro
valioso material de trueque. Su emble- lance de fortuna.
ma es obra del maestro Rendón, del mo- Algunos de estos relojeros caminan lentos, como
vimiento de Los Panidas, que eran trece los relojes que atrasan para ahorrar tiempo; otros
antes de su suicidio. Hay quien afirma se quedan quietos o pendulean sus manillas de me-
que el poeta León de Greiff sintió cul- tal para antojar incautos. Ninguna mujer se acerca a
pa por sus versos suicidas: “…cambio mi curiosear pues parece que a ellas no les seducen los
vida, vendo mi vida / de todos modos la relojes de segunda. También he pensado que hay dos
llevo perdida…”; lo único cierto es que clases de personas: a los que les gustan los relojes de
no dejó de fumar Pielroja tras la partida pulso y a los que no les gustan. Roberto Arlt, hijo de
de su amigo. El aura romántica del indio Cronos, como buen cronista, en su viaje al Brasil es-
huérfano está impregnada en el papel de cribió: “Lo antiguo, entre gente antigua, está en su acordarse de Andy Warhol cuando le preguntaron por negocios. Y aunque su consumo es ínfimo, los dueños
arroz que ahora es mexicano. lugar; entre gente moderna, es una ridiculez. No me qué sus relojes no tenían la hora, y él respondió: “No del local han aprendido a tolerarlos pese a que ocu-
Nuestro peche hoy “es como el hacha hablen de antigüedades”. Y decía que en el Buenos Ai- porto un Tank para saber qué hora es, de hecho nunca pan hasta dos mesas, que sirven para darle cuerda al
de Rivadavia, a la que primero le cam- res cosmopolita no cabían las reliquias del pasado. le doy cuerda. Llevo un Tank porque es el reloj que se sitio. Cuando alguno de ellos levanta la mano para so-
biaron el mango y después el filo”, como Otro argentino, Ricardo Piglia, meditaba en sus dia- debe usar”. Acaso él mismo sabía que los quince mi- licitar la presencia del mesero, este tarda demasia-
dice Alejandro Dolina. Primero compra- rios: “Mientras más se piense en el pasado más lentas nutos de fama duran según la marca con que se mida. do, tal vez porque los de la logia no se perciben como
ron la Compañía Colombiana de Tabaco, se harán las horas y más raudo el paso de los años”. Y tal vez por eso tenía más de trescientos relojes, des- clientes. Se han vuelto invisibles, o son ya parte de un
luego cerraron producción, acabaron las Acá, en cambio, la gente podría saludar como el de Movado clásico a Rolex de oro rosa y Tank, de Car- ambiente temático en el que solo se habla de relojes.
fábricas, dejaron de comprarles tabaco a anticuario Bunny: ¿Qué hay de nuevo, viejo? Un se- tier. El tiempo puede ser oro, si se lleva una pulsera Cuando entres en esa penumbra, con el fondo de
nuestros campesinos y empezaron a pro- ñor se me acerca con dos preseas, un Pierpont, con vi- de alta gama, pero puede ser apenas un pavonado de esa música despechada, puede que escuches el estri-
ducir los peches en México. Cuentan que sos cobrizos, y un Mulco, dorado, de cuerda. Canta su cromo o un baño de níquel o un jaspeado de estaño. El billo de “reloj no marques las horas” o el de “el tictac
en su momento de gloria el divino Joan oferta, pero cuando regateo por el primero me abre los tiempo es cobre. El tiempo es pátina… del reloj pasa como los años”, de Tito Rodríguez. Si no
Manuel Serrat fue raptado por las mu- ojos: ¡Si es un Pierpont!, vuelve a decir, como si fuera estás en vena de oír, tal vez veas entonces, en el cen-
sas de este cigarrillo cuyas pacas debían obvio que es una antigualla de las más codiciadas. tro de la mesa, ese montón de relojes de pulso, de to-
enviarle a la Ciudad Condal. Hoy las es-
tilizadas siglas de la CCdeT que aún co-
Por lo pronto avanzo en mi baño de multitud, has- Un bar de relojes das las marcas, tamaños y procedencias. Ahora veo
ta una de las columnas del metro y encuentro a un re- Hay un bar en la calle Calibío, frente al costado un Rado extraplano y otros relojes enormes, como un
ronan el paquete de Pielroja mexicano lojero ambulante, armado de un palillo de dientes y sur del Palacio de la Cultura, donde sientan sus rea- Invicta, tres tornillos, que pesa novecientos gramos.
son una fantasmagoría. una bomba minúscula de echar aire; son sus únicos les, desde hace más de veinte años, una cofradía de ¿Quién puede llevar en la muñeca casi un kilo de re-
Papel célebre en la bohemia, el ham- adminículos para prestar los primeros auxilios a relo- relojeros. Estos, más que reparar piezas, se dedican a loj? La gente que le gusta lucir, me contesta Guillermo,
pa y las movidas marihuaneras de Me- jes decrépitos, mohosos, alcanzados de aire, a los que hacer tiempo mientras llegan compradores. A eso de el dueño de este lote, un hombre de palabras precisas,
dellín desde que tomara el lugar de los señalar el paso de un segundo les pesa un siglo. Pero las diez van tomando asiento, traen morrales escola- que habla duro y golpeado, aunque no esté bravo. Es su
Victoria y los Pierrot por 1924. A los un toque al muelle real de la cuerda o un soplido en el res llenos de guaches, que es como les dicen a los relo- manera de entablar ventas y cambalaches, un tono de-
camajanes, ahora neas, a veces les da engranaje los reanima a andar otro poco. Y como no jes de pulso, piden un tinto o una aromática; rara vez safiante en el que se escuchan frases como: “Vale cien
por fumarse los baretos en el papel del Producción de cigarrillos Pielroja en la Compañía Colombiana de Tabaco. Gabriel Carvajal Pérez, 1957. Archivo BPP.
coinciden en su manera de medir los minutos, hay que toman licor, como si temieran perder el pulso de sus y vamos, si quiere, a una joyería para que vea cuánto
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más le cobran”, “Esto es original, yo no vendo sino co-
sita buena”. Y cuando algunos de sus cofrades cogen
se lo busca —dice, y puntúa con una mueca a Alejan-
dro, mientras retira el pulso de mi brazo.
parece que era chiviado —dice otro con un retintín
de novedad.
Pasadizo en el tiempo —Sí —dice Anderson.
—Se va como agua este año.
y un mandril. Parece el sanctasanctórum de la relo-
jería y se llama la punzonera. La heredó de su padre,
una de sus piezas y la acarician demasiado sin lanzar —Aquí en este bar estamos desde chiquitos y de Nadie en la mesa habla de relojes de la gente más Varias veces, solo de paso, había visto la calle de los —¿A ustedes también les pasa? —pregunto. que tenía su relojería La Fe, en Bolívar con Maracai-
ninguna oferta, se las quita de las manos y les espeta: relojes no sabemos nada —refunfuña Guillermo des- decente, como Gandhi, que usaba un Zenith ruso, ni relojeros, un recodo con quioscos de metal, detrás de la —Sí —vuelve a decir el Negro—, a nosotros los que bo. Y, como los demás iniciados, don Otto, aprendió
“¡Mucho manoseo y ninguno compra!”. Con ellos tie- de su esquina. de Einstein, que tenía un Longines cuadrado y discre- iglesia de La Candelaria. Había observado a los hom- trabajamos con el tiempo también se nos va volando. a desmontar los mecanismos desde pelaíto, fascina-
ne la confianza de jugar al bravucón. “A veces le acep- Entonces me da por preguntar si alguno sabe qué to, obsequio de la casa suiza, en 1931, justo para el sa- bres que cambian las manillas o reemplazan los pasa- Anderson tiene un reloj italiano de acero pavona- do como tantos en creer que si se desbarata la máqui-
to su precio porque me da miedo de él”, dijo Alejandro, reloj usaba Pablo Escobar. Y es Guillermo el que pone bio que se devanó los sesos pensando en el tiempo, y dores dañados de las pulseras. Este, como tantos atajos do, un Pagani, con el tablero oscuro y una calavera en na de cuerda se puede acceder al misterio del tiempo,
uno de sus amigos, refiriéndose a su voz bronca y des- el móvil cerca de sus labios y lanza su pregunta a que siempre ponía trenes y relojes en sus ejemplos. del Centro, está lleno de pasadizos que nos llevan de un el centro que rige la marcha de las manecillas. Tam- el mismo que desvelaba a San Agustín.
parpajada, “aunque él no es mala gente”, comenta, Gúgol, el genio de la lámpara. Con el monóculo, el ojo de Guillermo parece otro lugar a otro, a manera de puertas dimensionales, di- bién la marca Chopard, de alta gama, lanzó por es- Una amiga de Otoniel, Luz Dary, que ejerce la jo-
“ha vivido de esto toda la vida, él es el rey de la mesa —Puede usted decirme —pregunta con tono ora- reloj. Siempre lo lleva colgado de una cadena. Me gus- ría H. G. Wells, para cruzar el tiempo o para perderlo. tos años el modelo Santa Muerte, con la cabeza de la yería en otro edificio del Centro, ha venido a consul-
y cuando no está presente con su arrume de relojes, cular— qué reloj usaba el difunto Pablo Escobar. ta ver el brinco del puntero, dice, para saber si está Llevaba en el bolsillo un viejo Victorinox con el tablero Katrina mexicana grabada con visos de tornasol, esa tar por un 46941, de la casa japonesa Orient. Dice que
sentimos que algo hace falta aquí en el bar”. Guiller- En la pantalla aparece un Rolex, Day Date, con bueno. Entonces hago mi oferta. descolgado y una hora incierta de un día ya borrado: el muerte encopetada que solo lucirá la gente estirada. no ha podido cambiarle el volante. De inmediato, el
mo me ajusta uno en la muñeca y afirma, “Mire cómo diamantes. Esta es la marca que obsesiona a muchos El hombre se dedica a vender relojes grandes, re- pretexto para entablar un diálogo con alguno de los que En el gremio siempre hay un mentor que susu- hombre abre la caja y le muestra a su pupila la mane-
le luce, es una prenda genuina”. Estoy buscando un famosos, como Paul Newman, cuyo Rolex Daytona al- dondos casi todos porque los cuadrados ya han pasa- allí ofician. Saqué mi joya abandonada y se la enseñé a rra al novicio los secretos. Paciencia y buen ojo son ra de ajustar aquella rueda flotante de los relojes au-
Mount Royal, le digo, un reloj de cuerda que me rega- canzó en una subasta, en Nueva York, la cifra de 15.5 do de moda. Le gusta decir trestornillos, porque este un muchacho de pelo bruñido y un acento de barriada. las principales virtudes, dice Anderson, lo demás tomáticos que a uno le recuerda la nave de la película
ló un tío, pero creo que ya no existe. millones de dólares, más comisiones. es uno de los rasgos que más vende. Muchos tienen —¿Qué le pasa a su reló, apá? —me preguntó. son pinzas y algo de malicia. Pero cuando no se pue- 2001: Una odisea del espacio. Ese modelo de reloj tuvo
—Sí se consigue —me contesta—, pero los Mount —También a Raúl Reyes, el guerrillero, cuando varios redondeles en el tablero para ver la altitud, si En un santiamén lo destapó, puso el tablero en su de hacer en el torno la pieza que necesita, Anderson su apogeo entre los años setenta y ochenta, cuando los
Royal no son de cuerda sino automáticos. Allá el señor lo abatieron, le encontraron un Rolex de oro, pero ya es de noche en Samoa o en qué fase va la Luna; lugar y lo pegó con la gota de un líquido. recurre a su maestro, don Emiliano Cubillos, que tie- japoneses irrumpieron en el mercado antes dominado
otros poseen barómetros y cronógrafos deportivos —¿Qué es eso? ne una colección de repuestos antiguos en la calle del por los suizos. Era muy común ver en las vitrinas sus
para medir registros de tiempo que algún obeso pro- —Pócima. viejo teatro Ópera. Además de él, hay por lo menos tableros coloridos, verdes, rojos y amarillos, metidos
pietario jamás consultará. En fin, tienen tantas fun- Luego me mostró la bobina, un diminuto hilo de veinte en el Centro, la mayoría, aunque se conocen, dentro de la ostra de un acuario, como prueba de resis-
ciones que incluso sirven para dar la hora. Y, pese a su cobre envuelto en forma de ovillo. no se frecuentan. Se ubican en oficinas recónditas de tencia. Y un pescador o un albañil lo llevaban con or-
gusto recargado, confieso que me gustó uno que tenía —Con este reló hay que tener cuidado al cambiar edificios como La Ceiba, Gran Colombia, Furatena o gullo a cumplir con sus duras faenas a la intemperie, y
en el tablero las esferas de Ptolomeo con la Tierra en la batería porque se le puede estropear el contacto con San Roque. Son la vieja guardia de un oficio que se re- hasta lo podían dejar como prenda en la cantina, si su
el centro del universo. la bobina. siste a oír la campanada final. euforia etílica superaba la suma de sus bolsillos.
Mientras contemplaba aquel batiburrillo de relojes Cambió la batería, pero aun así el reloj se rancha- La dama agradecida, después de la lección, le pre-
en la mesa pensé que ya es hora de que autoricen que ba en una hora inamovible. Entonces, Anderson puso gunta a don Otto cuánto le debe. Un beso y un abrazo,
los relojes midan su tiempo a su aire, cada uno, como otra gota en los piñones y la máquina, como si desper- Reloj con cacatúa precisa él. Enseguida abre la puerta del mostrador y
les dé la gana. En ese instante entra una venezolana tara de un letargo, echó a andar otra vez. Tenía varias inquietudes metafísicas que solo un abraza a Luz Dary.
a ofrecer un Swatch. Y Polo, uno de los infaltables, le —¡Tremenda pócima! —dije, con pose sabionda. maestro podría resolver. ¿Experimenta el tiempo del Para don Otto, estar sereno es la virtud relevan-
hace una propuesta que a ella no le suena mucho, pues —No, apá, esto es un lubricante. A veces, cuando mismo modo el hombre que le da cuerda a su reloj y el te de su oficio. Solo recuerda que haya perdido su pul-
los relojes llevan mucho tiempo guardados, los meca- que no tiene que dársela? ¿Cómo lo viven los que usan so de relojero una vez, cuando un cliente insidioso le
coge su joya y sale del bar. Polo es evangélico, pero tan
nismos se endurecen y no hay quién los mueva. relojes automáticos, los que hacen correr los segundos sacó la piedra.
astuto para los negocios que sus contertulios dicen que
Otra vez tenía al suizo en mi muñeca después de con solo mover su muñeca? ¿En qué nota avanza el —Me levanté del puesto, respiré profundo, pero
en estos trances simpre deja la biblia en la casa.
un lustro de no usarlo. reloj de cuarzo? ¿Será que suelta sus segundos como cuando intenté poner un piñón, no fui capaz. Me tuve
Alejandro cuenta que esta mesa hace parte de lo
—A mí este reloj me gusta como un putas —le diminutos cristales de arena? Según dicen los que ca- que ir a caminar con mi pitbull.
que antes se conocía como El Cambalache, un merca-
dije, para estar a tono con la calle—. Voy a hacer tiem- mellan en este mercado, el reloj de carga manual está —¿Pitbull? Pero si este perro no es propiamente
do de acera, en la calle Palacé justo al frente del Edi-
po aquí, para estar seguro de que sí quedo arreglado. volviendo. Si la ola continúa llegará un momento en un animal sereno.
ficio del Portacomidas, y que ha estado en diferentes
—No se preocupe —explicó sonriente—, que aquí que los humanos vuelvan a dominar el tiempo. Con la —Eso depende de cómo lo críes —replica el hom-
lugares de Medellín, de acuerdo con las presiones de
todos damos garantía. cuerda, es el dueño del reloj el que le ordena marchar bre al segundo.
los funcionarios del espacio público. Ahora muchos
Y mientras miraba correr los segunderos, pude y no al revés. Y entonces me cuenta que también tuvo de masco-
de los relojeros se ubican en los bajos del metro, al
presenciar la romería de clientes que buscaban a An- Iba pensando esto antes de entrar al taller de don ta una cacatúa. Una tarde que salió a dar una vuelta,
frente del antiguo edificio de la gobernación. Y dice
derson para que examinara sus tesoros. Anderson, o Otoniel Sánchez, en el tercer piso del edificio San Ro- el pájaro lo vio en la calle, desde el balcón de un quin-
que aquí llegan gentes antojadas de conseguir un gua-
el Negro, como le dicen sus colegas, recuerda que en que. Su local se llama D’Otto, como marca sofistica- to piso, se lanzó volando y se posó con precisión so-
che antiguo, otras, con el ánimo de cambiar el que
1994 el Municipio le propuso a don José, su padre, y da, pero todos aquí lo conocen solo como don Otto. bre su hombro. Desde entonces tuvo que salir con ella
ya tienen. A veces uno de los dos tratantes tiene que
a otros relojeros de acera, que pusieran una cuota de Estudió Educación Física en el Politécnico, aunque en a dar vueltas, no sé si en contra o en el mismo sentido
encimar dinero en el cambio y es posible salir tum-
dos millones y medio para construir quioscos de hie- esa materia ni siquiera llegó a oprimir un cronómetro. de las manecillas. En todo caso, cuando la cacatúa se
bado al creer que compraba una alhaja más fina. En
rro a lo largo del callejón. Desde niño observó al vie- Le atrajo más la mecánica diminuta de un Longines le perdía, sabía que ella volvería. Don Otto no parece
los setenta, Alejandro tenía una joyería en la aveni- que la del cuerpo humano en movimiento. Me enseña
jo desmontando las partes diminutas con sus pinzas sentir nostalgia por esto, antes repica como Salomón:
da La Playa y luego, después de la quiebra, se dedi- una caja negra en cuyo interior mullido, de terciope-
y, cuando este murió, en el 2011, ya sabía lo necesario “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo
có a vender telas a crédito, de puerta en puerta por los para continuar con el legado. lo, se alojan un centenar de punzones, varias pinzas del cielo tiene su hora”.
pueblos de Antioquia, como los libaneses: era un me- Un cliente llega con un Movado al que le falta un
chero, dice, dejaba la ropa a crédito y luego pasaba a eslabón. Hurga entre un montón de recortes de mani-
cobrar las cuotas cada semana. En una de esas dili- llas de metal y encuentra una que se le parece, ajusta
gencias lo asaltaron con changones, a él y a su her- el tamaño con una lima, la encaja y la ajusta en el pul-
mano. Por fortuna, sobrevivieron. Desde entonces se so del dueño. “Ni al desnudarme suelto el leve yugo;
dedica a los cambalaches, una vida dura, en la que sin reloj ya no sé dormir siquiera”, dijo en su poema
cualquier desliz también te puede dejar sin blanca. José María Valverde.
La venezolana ha regresado y elige a Javier, otro A simple vista, sin acudir a la lupa en el ojo, An-
de los asiduos de la mesa, para ofrecerle su reloj. Es derson examina ahora un reloj corroído por el agua
una trigueña joven, bien trajeada y con cejas delinea- de mar. El dueño, como el poeta Valverde, fue incapaz
das al modo permanente. Pide otra cantidad, Javier de deshacerse de su pulsera y se zambulló en las olas
examina el tablero, agita el guache con una mano e con plácida molicie. Me muestra el óxido de la sal en
intenta escuchar el tictaqueo de su mecanismo, en las ruedas. Y, como el dueño se negaba a perderlo, no
medio del bullicio y la música que este sábado arrun- hubo más remedio que reemplazar toda la máquina.
cha a La Montañita. Dice Skada en el latón de los minutos.
—Se lo doy en ese precio porque usted me cayó —Es la primera vez que veo ese nombre —apun-
bien —dice la mujer. ta el joyero—, porque entre más barato sea el reloj, la
Los demás se ríen. gente más lo quiere.
—No se preocupe que él no hace sino caramelear y Don Pedro, un relojero de Bello que acaba de lle-
no compra nada —dice Memo para darle coba. Y ante gar a este puesto, enseña las fotos de los relojes que ha
este desafío de la pandilla, el taimado Javier no tiene reparado en su taller. Me muestra un Seiko que le re-
más remedio que comprarle el reloj a la inmigrante. galó su esposa al dueño cuando eran novios.
Mientras la chica cuenta su dinero nos dice que su —El reloj ya está achacoso, pero el señor vive
esposo la está esperando para irse a Cúcuta. Con la cambiándole de pulso, de batería o brillándole la
venta del objeto él comprará el pasaje para regresar mica, como si no quisiera perder ese recuerdo.
a Maracaibo donde tiene a su madre enferma. Es un Luego me muestra otras fotos.
reloj de mujer y suponemos que ella era quien lo usa- —Siempre le tomo una foto a cada reloj después
ba. Por último nos ilustra que en el país de al lado, en de que lo arreglo.
la época de la bonanza petrolera, se lucían los relojes Antes, don Pedro era maestro de escuela, y aunque
más caros del mundo. Ahora muchos inmigrantes los no cumplía todavía con el tiempo de jubilación, se can-
han traído como un respaldo para encarar los malos só de la lucha en el magisterio y abrió su taller. Dice que
tiempos. Los bienes son para cubrir los males, rezaba cuando no sabe algo lo busca con los profes de internet.
un proverbio paisa. Para confirmar la teoría de los aprecios por los relo-
Cuando la marea de curiosos y antojadizos se re- jes, Anderson narra:
tiran, los relojeros se refocilan en sus puestos. Miran —Aquí una vez vino alguien con un Ferrocarril de
tras las puertas el ya lánguido movimiento de la calle Antioquia, pero cuando vi que tenía dañado el muelle
Calibío. Aún quedan tinterillos, de los que chuzan sus real y le dije cuánto valía el arreglo, dijo que él no le
máquinas Brother para redactar memoriales; vende- iba a meter tanto dinero a un reloj, que mejor compra-
dores ambulantes, travestis y lustrabotas. Aquí en la ba otro porque al fin y al cabo todos dan la hora. Nunca
mesa de La Montañita se mata el tiempo o se lo ve pa- más vino por él, lo arreglé y lo vendí.
sar, la diferencia horaria no importa mucho. Los relo- Don Pedro espera que su joven amigo le cambie la
jes no existen en horas felices, decía el poeta, y ellos rueda de la fecha a uno de sus relojes. Al final, cuando
parecen certificarlo. En épocas de la revolución in- el otro mueve el remontador para actualizar el núme-
dustrial, cuanto más se refinó la medición del tiem- ro, el exprofesor comenta:
po más se mejoró el control del trabajo. En cambio, a —Ya no faltan sino cuatro días para que se acabe
ellos, nadie les mide el paso del ocio. este mes, ¿no?
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Hípica limeña
una bodega que parece un Ikea. Monte-
rrico se conserva bien sin hazañas lite-
rarias ni hípicas, solo para los engaños
en el cronómetro vulgar de las carreras
y en el reloj más noble de la melancolía.
Triunfo de largo para Bosé en la
cuarta, de nuevo el favorito es el gana-
dor, celeste y blanco son los primeros vi-
por PA S C U A L G A V I R I A • Fotografías del autor sos en el espejo para alegría de quienes
evocaron al cantante con una apuesta en
su boleto. El orden de los tres primeros
ha dejado sesenta soles en nuestra mesa.
Ahora los televisores colgados de las
columnas hacen una extraña denun-
cia. La pista de grama del hipódromo
iba a ser reinaugurada con dos carreras
pero sufrió un saboteo en la madrugada
y quedó inhabilitada. “Luego de un in-
tenso trabajo de fertilización y mante-
nimiento la pista ha sufrido un acto de
sabotaje a las 00:30 horas de esta ma-
drugada. Rechazamos los actos vandá-
licos y hemos puesto la investigación en
manos de las autoridades…”. Nadie le
presta atención al anuncio, no hay co-
mentarios ni sorpresa. Le pregunto a
uno de los vecinos y contesta con un so-
noro, “Ahh, son unos desgraciados…”, y
me dice que nunca, en cincuenta años derrotas? ¿Hay una farsa montada para hombre menudo de unos setenta años, Han pasado las seis y se anuncia la úl-
de aficionado, le había tocado una char- que cinco turistas colombianos dejen dice llevar más de cuarenta entre hipó- tima carrera. No hay más de doscientas
latanería igual. Las tramas en medio de unos soles a cambio de este delicioso es- dromos. Lo imaginamos vestido de co- personas en el hipódromo Monterrico.
las carreras me recuerdan los modales pejismo? De verdad parece que estuvié- lores en su juventud de jockey. Al oír su El triunfo de Mrs. Hope mandó a mucha
de los apostadores en las canchas de fút- ramos jugando Monopolio. En su poema acento argentino lo visto con una V roja gente a la calle. La más atrevida de nues-
bol aficionado. Detrás de ese silencio Cómo ser un gran escritor Bukowski deja sobre la casaca blanca como homenaje a tra mesa, con rabia por ese triunfo ines-
tiene que haber una mafia pueril. caer el desorden de sus consejos: “Ve al River Plate. Quiere recomendarnos dos perado, decide irle al caballo que más
En la quinta de la tarde Jueves ganó hipódromo por lo menos una vez / a la buenas opciones: “Me gustan Bikala y promete dividendos según los números
de principio a fin, del partidor a la sen- semana / y gana / si es posible. / Apren- Numitor para la exacta, pero apostá se- de los monitores en el salón. Faltan más
tencia en un minuto y dieciocho se- der a ganar es / difícil, / cualquier es- gún tu gusto”. Acertar el ganador de las de cinco minutos para el cierre de las
gundos. Tenía algún chance como túpido puede ser un buen perdedor”. últimas cuatro carreras promete la bolsa apuestas y Andrei, un castrado castaño
antagonista de los favoritos en los 1400 Parece que en Lima los días de hipódro- más grande la tarde. La séptima tuvo un que no gana hace seis carreras, está mar-
metros. Muy pocos celebran, Hilandera, mo no dejan las heridas suficientes para favorito en meta y para la octava, Gine- cado como ganador en el boleto de nues-
la gran favorita, no llegó entre los cinco curtir a los escritores. bra, una buena opción, dio el golpe sobre tra compañera de suertes. La cuenta de
primeros, su casaca con una X negra era En la séptima del programa Absolu- la llegada. Todo el mundo aprieta su bo- la mesa ha sido lo mejor de la tarde. Los
una señal que no logramos descifrar. ta pasó por el espejo de meta con más leta y la mayoría tiene al número cuatro precios también están venidos a menos y
La herradura del escudo del Jokcey de nueve cuerpos de ventaja. La carrera como ganador en la novena. Numitor es celebramos con los últimos piscos.
Club sobre el piso del hall tiene la marca fue simple trámite, todos los pronósti- el gran favorito, doce de las veinte revis- Andrei dominó la recta de mil metros
de la primera carrera en Monterrico en cos la daban ganadora. Lo mejor estuvo tas y papeles que pronostican lo marcan de principio a fin. Apostarle al peor ran-
diciembre de 1960. Antes hubo dos hipó- en las descripciones del programa: “Una primero. “Bikala es buena, yo le creo, lo queado ha sido la mejor de estrategia de
dromos en Lima, los dos pequeños, en el hembra tordilla conducida por un jinete único malo es que el dueño es de la jun- la tarde. Los grandes favoritos no han lle-
centro de la ciudad, se fueron quedando con casaca azulina con una V amarilla”. ta directiva del hipódromo y puede hacer gado entre los cinco primeros. La gana-
cortos con la afición creciente en la pri- Esos rutinarios y arrugados programas sus jodas y pararla”, me dice mi nue- dora entre nosotros se cayó bajando por
mera mitad del siglo XX. Ahora los casi- llenos de tiempos y estadísticas por mo- vo consejero. Otra vez las trampas es- la tribuna mientras alentaba a su Andrei.
nos y las apuestas a las grandes ligas de mentos parecen describir pájaros desco- tán sobre la mesa y recuerdo el desgano No había ojos para las escalas. Cuando
fútbol han dejado a la hípica como una

E
nocidos, mariposas en vía de extinción. de quienes apuestan y rabian en la par- nos reíamos del segundo gran palo de
antigualla de fin de semana para quienes Por algo ese “tordilla” viene de tordo, te baja, viendo los televisores en silencio. la tarde apareció con un dedo aporrea-
l hipódromo ha logrado sepa- pequeño murmullo durante los últimos En la segunda de la tarde ganó Mashal, trifecta. Iba cuarta cuando faltaban 150 buscan el encanto de los bares viejos. un pájaro de “pico delgado y negro con Bikala salió disparada y fue prime- do, el pantalón mascado en una rodilla
rarse del carácter de la ciu- cien metros de carrera. Algunos aficio- otro gran favorito bajo una casaca roja y metros, era apenas una invitada a ver de La sexta es la más larga de la tarde, lomo gris aceitunado”. Van tres carre- ra hasta los 1150 metros en la carrera de y el tiquete ganador en alto. Cojea pero
dad, ir un poco más despacio, nados baten sus dedos con fuerza, cho- blanca con mangas verdes y casco rojo, cerca el remate entre Makura, La Jefa y 1900 metros para apenas cinco yeguas ras seguidas con triunfos para los fa- 1200. Numitor venía segundo hasta ese gana. Fue el mayor dividendo para nues-
perder la huella en la carrera can el pulgar contra el índice simulando verde y blanco. De nuevo se respira tran- Tiffany’s, pero la fusta y otras magias la en carrera. Karmi es la favorita de to- voritos, acertar esos tres nombres solo mismo momento. Faltando trescientos tra mesa de apuestas, los 63 soles (cer-
de todos los días. Y nos ocul- la fusta contra el anca. No ha sido sor- quilidad en el ambiente. Todo bajo el dejaron primera. Por fin un vecino nos dos. Faltando trescientos metros acele- pagó veintitrés soles. Este juego sin sor- metros Bikala le llevaba tres cuerpos al ca de sesenta mil pesos) son suficientes
ta la realidad, nos engaña igual que en presa para nadie, Go Nina Go era la fa- control de la veintena de programas y re- dirigió unas palabras: “Esto es emocio- ró y le sacó tres cuerpos a Chica Bonita. presas ni descalabros ni golpes de suer- segundo, pero de atrás apareció la apare- para que salgamos con una sensación de
sus taquillas y en los pronósticos de sus vorita. Al final todo el mundo ríe por la vistas que entregan los pronósticos. nante pero jodido, ¿eh?”. Aldahab pagó Todo según las previsiones y en nuestra te no deja más que seguir otro consejo cida Mrs. Hope y acabó con mi uno-dos. triunfo. No importa el balance general.
revistas. Es domingo en Lima y el sol del confirmación del pronóstico. Derrotas En las taquillas de apuestas del res- sesenta soles por cada sol apostado a los boleta hay aciertos para los tres prime- de Bukowski en el mismo poema: “Sólo Por primera vez en la tarde grité, alenté El ocaso acompaña al hipódromo con
mediodía deja ver un resplandor que le apacibles y triunfos menores. taurante también suenan las fustas. Los cuadros amarillos y verdes en su casaca. ros. Quedan 43 soles sobre la mesa y ce- toma más cerveza, más y más cerveza”. a mis binomios con ganas y solté un hi- una luz amarilla contra el muro de la tri-
ayuda a ese edificio dos tallas más gran- La mayor belleza del hipódromo moscos negros y redondos se posan so- Las cervezas y los piscos comienzan lebramos con la cerveza en alto como La penúltima del domingo encuen- jueputazo al final. Mi vecino se acercó a buna principal. Desde afuera ha dejado
de que el conjunto de sus aficionados. Monterrico está de espaldas a la pista, en bre los uniformes de las taquilleras que a animar nuestra mesa. El tiraíto viene si fuéramos los dueños de la yegua ga- tra al comedor del hipódromo un poco consolarme, entre vencido y efusivo me de ser ese club señorial y ahora parece un
Las tribunas, las escaleras, los amplios el paddock donde los caballos muestran los repelen con sus matamoscas. Parece y va, los tequeños de queso y los chicha- nadora. En la taquilla nuestra pagado- más bulloso. El whisky de los vecinos co- soltó la sentencia: “Le dije, se acomodan”. edificio burocrático de tercera, un minis-
salones que miran a la pista son un tra- su presencia y ocultan sus intenciones, que alentaran a los jinetes con los gol- rrones de pescado son nuestras mejo- ra preferida nos sonríe mientras dice, mienza a hacer efecto y los restos en los Acertar en la advertencia de que iban a terio cubano. Nos despide la garúa limeña
je con botones y escudos de otro tiempo. en el pequeño circuito de exhibición. pes contra su espalda y sus hombros. Tal res apuestas. En la mesa del lado beben “Qué buena suerte”. Ya era hora, le digo bolsillos ponen algo más de movimien- parar a Bikala compensa con creces su y un inesperado arco iris. En las afueras
Un vestido de domingo para los viejos Caminan de la rienda de sus ayudan- vez por eso sueltan sus miradas hostiles whisky y juegan cartas entre carrera y y resalto que ganó la lógica: “Esa no vie- to frente a las máquinas de apuestas. Las rabia por la derrota en las taquillas. Mrs. encontramos una ciudad de hierro de
que lo visitan con más nostalgia que ilu- tes mientras los jockeys conversan entre como la suerte. Cada vez le presto más carrera. En los altos del salón merodean ne todos los domingos”, me responde. golondrinas también parecen un poco Hope, una hembra castaña de cinco años donde se escapan gritos y olores dulzones.
sión por un golpe de suerte. ellos o con los dueños de los ejemplares. atención al ánimo de las cajeras que al decenas de golondrinas, vuelan sin rum- El piso del hipódromo no está tapi- más agitadas. ¿Dónde duermen las go- con el número uno en el partidor, fue el Los niños revolotean y chillan como go-
A la una y treinta sonó el timbre La escena no está exenta de tensión y los programa oficial y sus recomendacio- bo entre los aleros, salen a las tribunas, zado de colillas y los vasos de café no re- londrinas? ¿Qué encanto encuentran en ejemplar al que menos fichas le pusieron londrinas. La ganadora del grupo decide
para la primera carrera del día, una rec- colores de los cascos y las casacas de los nes. Bajo su vestido gris y su ceño frun- chillan bajo, con cuidado, y le entregan bosan la boca de las papeleras. ¿A nadie los techos de este edificio silencioso que los apostadores entre los catorce que co- gastar su botín en los mareos de dos má-
ta de mil metros sobre la pista de tierra. jinetes hacen pensar en las balotas de cido debe estar la suerte. un aire de fantasía a este de club veni- le importa ganar en este mundo tan lu- muere de lunes a jueves? El vecino más rrieron la novena del domingo. A todos quinas. Damos vueltas en esas ruidosas
En el salón del tercer piso, donde hemos una hermosa ruleta. Salvo nosotros, los Viene la primera emoción de la tar- do a menos. Se cuidan de no cagar so- minoso y tan frío? ¿Nadie sufre por las locuaz se acerca a nuestra mesa. Es un nos dieron con el palo de la tarde. ruletas sin apuestas ni ganadores.
llegado para acompañar a los socios por turistas con sus cámaras atosigantes, na- de, la trifecta: acertar los ganadores de bre los hombros de los presentes para no
nuestra dignidad de turistas, no hay die mira el corto desfile bajo unas diez las tres primeras carreras tiene un acu- prometer suertes improbables. El enjam-
más de treinta personas. Nos atiende ceibas que dan sombra al giro de proto- mulado de quince mil soles. Los favori- bre de golondrinas debería ser un atrac-
con timidez una mujer rolliza y risueña. colo. Las ceibas son la mejor muestra del tos han ganado las primeras dos y hay tivo suficiente para llevar público hasta
Nos entendemos a trechos, en un len-
guaje entrecortado a pesar de hablar el
primer esplendor del hipódromo. Fueron
sembradas para el futuro y apenas aho-
muchos espectadores con sus tiquetes
empuñados. Los mil metros de la terce-
Monterrico. Las montañas peladas a lo
lejos recuerdan la ciudad árida, la costa
Boston Bar Café
Cra 42 con Cll 54 • Caracas con Córdoba
mismo idioma. Nadie juega a la elegan- ra, en tiempos de declive, entregan el ra de la tarde tienen catorce ejemplares seca y pedregosa de los acantilados.
Atendido por John Jaramillo, su propietario
cia en ese comedor que parece la sala de fruto de sus troncos rotundos y sus raí- en disputa y un favoritismo bien reparti- Estamos en Lima, en un tiempo sus-
un aeropuerto de los años cincuenta, un ces serpenteantes. La naturaleza tiene do entre Tiffany’s, Nakura y La Jefa. Me- pendido, a finales de los años cincuen-
presumido aeropuerto de provincia con sus propios tiempos para el esplendor y dusa tumbó a su jinete en el partidor y ta, lejos del turismo y las novedades
sus techos altos y su piso lustroso. Las le entrega al hipódromo una imagen de corre sola en sentido contrario. Un bo- arqueológicas, protegidos por las an-
cuatro mujeres que reciben las apuestas opulencia. En la caseta de apuestas jun- leto de apuesta en nuestra mesa la te- tiguas porterías que hoy dan la bien-
en sus computadores serían entonces to al paddock están los jugadores recalci- nía como ganadora. Suerte cambiada, venida a los contados intrusos en el Bebidas
las encargadas de atender a los viajeros.
Solo que en este caso cuando desean
trantes, centrados en sus papeles, con un
lápiz en la oreja y otro en la mano. Más
podría llamarse. Nos reímos y brinda-
mos por el ojo de nuestra compañera de
hipódromo. Hay que agradecer la bien
cuidada decadencia, los modales des-
y comidas
suerte luego de entregar los tiquetes lo recelosos entre ellos que los propios ji- suertes. Un largo aaahhh de reproches cascarados de la nostalgia. París, por
hacen con algo de sorna. netes. Ni siquiera suben a ver las carre- y comentarios entre amargos y resigna- mal ejemplo, remodeló hace unos años
Go Nina Go pasó primera por el es- ras, se enteran de sus yerros o sus tinos dos por el triunfo de Aldahab marcan su insigne hipódromo de Longchamp y
pejo de meta. Desde la tribuna popular, en dos televisores opacos y gangosos. Pa- el primer gruñido de la tarde. La hem- según palabras de Savater, aficionado a
un poco más abajo y a la izquierda, con rece que jugaran maquinitas en una can- bra castaña ganó su primera carrera y los colores de la hípica, convirtió el es-
cafetería en vez de comedor, llega un tina sin música. acabó con la posibilidad de cualquier cenario de episodios de Zolá y Proust en
Arte Central

Juan Camilo Castaño Juan Camilo Castaño


Amnesia voluntaria III Amnesia voluntaria I
Foto original de Jorge Betancur, cortesía del periódico El Mundo. Foto original de Jorge Betancur, cortesía del periódico El Mundo.
Dibujo hecho con polvo recogido del interior del edificio Mónaco a partir de una foto sobre Dibujo hecho con polvo recogido del interior del edificio Mónaco a partir de una foto sobre
el cubrimiento de los carros bomba. el cubrimiento de los carros bomba.
2019 2019
*Fotografías de Julieta Duque
18 # 113 # 113 19

Variaciones
subimos el volumen de la música, bus- buscar, en un intento a la vez de en- mundo debe prescindir de nosotros, que por lo que dice Pessoa podemos enten-
camos un amigo o un amor para llenar tendernos, de regresar a la música ori- somos el único animal cuyos ruidos no der que los sueños y el mar son silencio,
de ruido nuestro mundo. ginaria, todos deberíamos ser Butes: encajan con la armonía del universo; porque en ambos se anula la conscien-
arrojarnos a las pasiones y a lo incom- y es por esto también que siempre que cia del tiempo, y que por eso para algu-
A fuerza de hacer oír prensible, a todo lo que el silencio de creamos que somos más importantes nos la soledad es ruido, porque marca

sobre el silencio
el ruido vuelve inaudibles las sirenas podría revelarnos, escuchar que el silencio, el silencio será verdugo. los segundos y proyecta los días repeti-
las voces. por una vez el mundo, el mar. Pero so- Esas cuatro ideas implican la insignifi- tivos por venir; y tal vez es por eso que
por J H O N I S A Z A • Ilustración de Hansel Obando J.T.M.
Kagge se limita a decir que huimos
mos hijos de Odiseo, y preferimos tapar
nuestros oídos con cera, prender la te-
cancia nuestra, y el camino para com-
prender la relación entre esto y el
ciertas formas de la soledad y el amor
mayor son silencio, porque ambos nos
del silencio por temor, pero me gus- levisión, subir el volumen de la lira de cosmos. Un peldaño más: en El marine- separan del mundo de los hombres, que
ta pensar que, como con todo en este Orfeo; acostumbrados a huir, no enten- ro, una obra de teatro de Fernando Pes- es todo ruido y luces, ambos eliminan la
mundo de espejos, se trata de algo que dimos que el silencio es el mundo sin los soa, se entiende que lo que está antes consciencia del tiempo, porque la sole-
otros habían vivido ya, y que ha llega- ruidos del hombre. y después de la vida carece de tiempo, dad nos conecta con las cosas y el amor
do a nosotros en forma de ficción: en la y el tiempo y su consciencia son ruido. nos vacía en otros, ambas, soledad y
mitología griega hay un par de anécdo- Solo el hombre, pequeño, Qué distinta sería la vida nuestra si no amor, nos hacen reconocernos insignifi-
tas sobre la relación entre los hombres cuyo humano latido estuviéramos atentos siempre al reloj, cantes y a la vez parte de algo más gran-
y las sirenas, la primera y más popu- en la tierra, es un sueño, la piel, los logros. Volvamos entonces: de que nosotros. En La ruta del silencio:
lar es la de Odiseo, quien siguiendo el ¡solo el hombre hace ruido! viaje por los libros del Tao, Iñaki Precia-
La palabra es abeja, Cansado de tantas imágenes, Demó- sino según ella misma indique”. Y es en cuando son las tribulaciones de la car- consejo ladino de Cirse se fue a la mar Alfonsina Storni do Idoeta dice que para el Tao el silen-
Pero el silencio es miel. crito se arrancó los ojos la cacería que uno va de un lado al otro ne, las formas del goce, los caprichos en busca de Ítaca y tomó una ruta que Hemos dicho que el silencio es ale- cio es quietud, y uno de los sinogramas
Jaime Torres Bodet para pensar con mayor lucidez. de la habitación, en veces allí en veces del rostro, del nombre y apellido, del llevó su nave y a los suyos hacia las si- jarse, luego, que es el cuerpo sin los del silencio traduce nirvana y otro, va-

E
allá, depredadores de ideas, hábiles ace- reflejo en el espejo lo que atrae nues- renas, los monstruos míticos mixtura ruidos del mundo, que es el verdugo, y cío, dice también que “el silencio es la
l mago Tzinacán cree que en Corren por los pasillos del tiempo chando sospechas e hipótesis, sin los lí- tra atención, lo que nos domina y entre- entre ave y mujer, que eran temidos por finalmente que es el mundo sin los rui- forma del cosmos”: porque solo en silen-
la palabra tigre se esconde el rumores sobre grandes exploradores mites turbios del asfalto, de la siempre tiene. De Maistre dice que lograr viajar su canto, dicen que escucharlas tenía un dos del hombre. Ya podemos usar es- cio le quitamos el reinado al ruido que
universo entero, cosas que que revelaron a millones los secretos de frágil libertad ajena, sin los límites del en nuestra propia habitación no es fácil, poder de imán que hacía que los morta- tas cuatro formas como escalera: que hemos sido desde que nacimos, y solo
están a lado y lado del mun- un mundo del que solo conocieron frag- espacio o el cuerpo, ser solo tiempo. porque la mayoría de nosotros llevamos les se arrojaran al mar en pos de ellas el silencio sea privación implica que por medio de él podemos hacer parte de
do: la hierba del sur y los mentos. Reinas y reyes del universo in- En nuestra habitación, dice, siempre mucho más tiempo siendo bestia, y para y quedaran a su merced. Odiseo, como en los límites del lenguaje inicia lo im- algo más grande. Ya lo ven, parece que
vientos del norte que la mecen, el sol finito encerrados en cáscaras de nueces: hay una cama o sillón en el que pode- aprender a viajar tenemos que ser alma. sabemos, se tapó con cera los oídos y se portante, debemos callar nuestra voz y la única forma de asumir una vida silen-
que calienta ambos, el río que alimentó Immanuel Kant nunca se alejó más de mos dejar de ser, porque todos tenemos Somos alma cuando dejamos que la mi- hizo encadenar al mástil para evitar lo por eso hay que alejarse, porque el rui- ciosa es yendo en contra de todo lo que
a la gacela que pasta en la hierba y que seis kilómetros de su natal Könisberg; un lugar en el que podemos no ser lo que rada pase del mundo atiborrado, a las que su pasión podría obligarle a hacer si do de los humanos no deja escuchar la hemos aprendido, porque nos educaron
el tigre devoró; baila el universo en esa Robert Burton se encerró durante vein- somos, alejarnos de obligaciones y ur- dos, tres ideas que nos roban, nos espo- las sirenas llegaran a cantar; en la histo- música del mundo, y porque solo cuan- para el ruido, y hoy el silencio es tanto
palabra. Corazón es extraña, porque al tidós años en la Biblioteca Bodleiana de gencias. Hay un poema de Borges que san, nos encantan, y nos obligan a me- ria de Homero Odiseo triunfa, pero en do hay silencio entendemos. Ahora sa- deseo apasionado como obligación.
pronunciarla pensamos en una masa de Oxford para escribir un libro; la impre- puede ayudarnos a entender la idea, se ternos dentro de nosotros como por un la de Kafka no. En El silencio de las si- bemos que para que haya silencio el
carne y sangre que no podría contener sionante Emily Dickinson decidió ence- llama El centinela. Se trata de un hom- embudo silencioso. Somos alma cuando renas Kafka nos hace ver que la historia El silencio no es un modo
en sí florecitas o piedras, pero en la que rrarse en su casa y no salir más hasta su bre que cuenta que está condenado a vi- nos alejamos del ruido de lo humano, y no podía ser del todo así, que todos los de reposo o suspensión
al mismo tiempo caben las muchas per- muerte. En la otra forma de la ficción, vir la vida de otro hombre que le obliga buscamos el silencio. griegos sabían que “el canto de las sire- sino de resistencia.
sonas a las que esperamos no olvidar, y Borges nos habló de un hombre que ais- a limpiarle los pies y comer para él, am- nas lo traspasaba todo, la pasión de los J.T.M.
las muchas tristezas. Nos parecemos a lado en las ruinas de un templo circular bos, sabemos, son y no son el mismo, El silencio no es ausencia o negación seducidos habría hecho saltar prisiones
la palabra ornitorrinco, es una y varias creó a un hombre digno, el único hasta comparten cuerpo, pero uno tiene un como enseñan los antiguos más fuertes que mástiles y cadenas”, en-
cosas, un amasijo, una mixtura graciosa ahora, de habitar el universo; nos habló nombre al que le ha amarrado un des- es privación tonces dice que las sirenas poseen un
y venenosa. Arrebol y bruma son lindas, de otro que, encerrado en una prisión, tino (levantarse, cumplir citas, escri- José Tolentino Mendoça arma más terrible que su canto: su silen-
no sé bien por qué, tal vez el que sean podía leer en la piel de un jaguar la es- bir libros, amar sin ser amado), el otro Dicen que es imposible para los hu- cio. Kafka cree que quizá las sirenas no
formas de la naturaleza les confiere critura de un dios y la excusa de la exis- es solo un hombre sin nombre: “Entra la manos el silencio absoluto. El siglo XXI cantaron y solo fingieron hacerlo, en-
algo, tal vez sea porque se ha hecho bue- tencia. Aves raras que parecen haber luz y me recuerdo; (…) / Me impone su permitió poner a prueba algo que an- tendieron que a Odiseo el astuto solo
na poesía con ellas. Ruido es fea, tantas tomado como mantra la advertencia de memoria. / Me impone las miserias de tes era impensable: los Laboratorios podría vencerlo él mismo, simularon
cosas son ruido: los inventos de los hom- Blaise Pascal: “Todas las desgracias del cada día, la / condición humana (…)”. Orfield crearon una cámara anecoica, que por sus cuellos emplumados salían
bres, los recuerdos de los amores malos, hombre se derivan del hecho de no ser El asunto es que De Maistre y Borges su- una construcción que permite absorber los efectos de las vibraciones internas, y
el sufrimiento, la consciencia de la in- capaz de estar tranquilamente sentado gieren que en alguna medida todos so- el sonido que incide sobre sus paredes. vieron los grandes ojos de Odiseo abrir-
justicia y la impunidad, la nostalgia, el y solo en una habitación”, y que exten- mos el centinela, todos querríamos, una Se logró con ella aislar las ondas sono- se paso junto con su alegría altiva al no
dolor, nuestra propia existencia. Silen- dieron a la posteridad una lección: si- mañana cualquiera, quedarnos en casa ras externas hasta en un 99,99 por cien- escuchar el canto que creía impregna-
cio, en cambio, es bella. Muchas cosas lencio es alejarse. mientras otro (que es y no es nosotros) to, el resultado de encerrarse allí ha ba todo, gozosas lo vieron creyendo que
son silencio. usa nuestra máscara y cumple con nues- sido más encantador que el invento mis- sus divertidas artimañas habían ser-
Silencio es la respuesta que damos a Otra historia cuenta que Demócrito tras obligaciones y tristezas. Quizá De mo: en ausencia del sonido externo, las vido; los monstruos decidieron perder
una pregunta que avergüenza; es la bre- había visto la perfección en una mujer, Maistre sospechó que la idea de Pascal personas se sienten desorientadas, ma- aparentemente y ganar íntimamente,
cha entre un testigo y un cómplice; la se arrancó los ojos, dicen, para que lo y la alternativa del viaje contaban indu- readas, ha habido reportes de desvarío, y lo vieron partir sin saber que lo había
forma del suspenso, y del dolor después bello fuera una imagen eterna en él. dablemente con dos problemas técnicos: Steven Orfield ha dicho que lo que su- derrotado el silencio. Quizá hay allí otra
del llanto; lo que antecede a las noticias En el siglo XVIII el filósofo Xavier i) la vida afuera obliga: no parece que cede es que justo en ese punto las on- de las razones por las que le huimos: el
trágicas, y a las grandes cosas; la rabia de Maistre escribió Viaje alrededor de vaya a estar fácil librarnos de las cargas das acústicas vienen desde dentro de silencio es el verdugo.
contenida; el lenguaje de los muertos. mi habitación, dijo que pretendía ofre- que nos esperan tras las puertas de nues- quien escucha, que ellos son el sonido;
Luis Villoro dice que el silencio anuncia cer “un recurso seguro contra el abu- tra habitación; y ii) la vida afuera parece dicen que nadie ha aguantado más de Silencio:
la cualidad sorpresiva de las cosas; a ve- rrimiento y un alivio a los males que ofrecer mayores goces que la vida den- 45 minutos allí; parece que escuchar el contemplar la nieve
ces el silencio está en el lugar de algu- soportamos”. Viaje es algo así como la tro. Quizá De Maistre sospechó ambos corazón latir, la sangre fluyendo y hur- hasta confundirse con ella
nas palabras que no quieren decirse, o confesión de un hallazgo: el francés en- obstáculos en la propuesta de Pascal, y gando, la respiración, a nosotros mis- J.T.M.
no deben, porque hay palabras que con- contró una nueva manera de viajar, de vio en el asunto de la bestia, el alma y el mos se ha vuelto, a fuerza del imperio Hay otra anécdota que se cuenta
denan y silencios que salvan; el silen- la que él mismo dice que es muy prove- cuerpo, una brillante manera de saltar- de los ruidos del mundo, una experien- después de la de Homero, pero que su-
cio es también la señal de la impotencia, chosa para los enfermos, que ya no ten- los. Verán: De Maistre cree que una bue- cia turbadora, dicen, de hecho, que el cede antes: los argonautas navegan en
como cuando vemos las tragedias aje- drán que temer a las inclemencias del na forma de explicar lo que nos pasa es cerebro empieza a crear sonidos en un busca del vellocino de oro, se encuen-
nas y no hacemos más que apretar los tiempo; para los cobardes y perezosos, pensándonos como si fuéramos un cuer- intento por completar lo que parece un tran con las sirenas, hay temor y tur-
dientes. El Tao enseña que la palabra que no encontrarán ladrones en el cami- po comandado por un alma y una bes- fallo: vivir es enturbiar, y quizá por eso bación entre todos pero no es la cera o
surge del silencio y a él se dirige: hace- no, precipicios ni barrancos; para todos tia que se rotan el timón; piense usted, se entiende también que silencio es el el mástil sino la música su recurso: Or-
mos silencio cuando hemos entendido los desgraciados y hastiados del univer- por ejemplo, cuando se encuentra leyen- cuerpo sin los ruidos del mundo. feo toca la lira para que la música de
y ya no necesitamos de las palabras, el so, para aquellos a quienes una morti- do algo: su cuerpo está dispuesto fren- los hombres sea más fuerte que el can-
silencio es la respiración de la mente; y ficación de amor o una negligencia de te a las letras, construyendo sentido, va En una obra de teatro de Pessoa, dice to de las sirenas, y funciona, pero suce-
solo sabemos que estamos íntimamente la amistad retienen, lejos de la peque- en la página 127 de La soledad sonora, y una de las mujeres que velaban de lo inesperado: uno de ellos se arroja
unidos al amante cuando disfrutamos ñez y perfidia de los hombres. El caso es lee la estrofa dos: El hombre que maña- al marinero muerto: cuanto más al mar, y se dispone a morir en él, mien-
más de su existencia, quieta y calma, que se encerró 42 días en su habitación, na ha de morir / presta atención al ave oigo, menos me pertenezco. tras persigue el canto y encanto de los
que de sus actos. Ya ven, silencio no es y aislado del ruido del resto de morta- en la pradera / porque su son hace mo- Hace poco leí un libro del editor y monstruos, su nombre era Butes.
algo, sino su ausencia, la negación de la les entendió que solo allí podía estar a ver el hacha / que clama por su cuello… expedicionista Erling Kagge, se trata La historia de Butes logra darnos la
omnipotencia de la palabra, y su límite: salvo de la envidia inquieta de los hom- y usted, digamos, sigue leyendo (estrofa de El silencio en la era del ruido, una es- respuesta que Kagge no, la razón por
“Solo el silencio nombra las cosas que bres, a salvo de rutas que llevan siempre tres: verso uno, dos, tres, cuatro), pero pecie de manifiesto sobre 33 de las mu- la cual huimos del silencio: el escritor
importan, lo sagrado”. Muchas cosas a algún lugar: el teatro, el café, la escue- al mismo tiempo usted sigue repitien- chas formas del silencio y del ruido, y a francés Pascal Quignard dice que quizá
son silencio, sin embargo, entre tantas, la, el trabajo, todo atiborrado de gen- do en su cabeza: Su son hace mover el la vez un manual para viajar, para eva- el problema de los occidentales es que
he querido pensar en una en particular, tes y tristezas, de injusticias o bellezas hacha / que clama... un hacha que cla- dirse del mundo. En la primera de las somos hijos de Odiseo y no de Butes,
la encontré en un libro del que ya les ha- que turban siempre el alma. De Maistre ma... Y mientras la bestia comanda su formas Kagge dice que cuando hacemos que el canto de las sirenas es el canto
blaré, el silencio es la forma del cosmos, supo que encerrados en nuestra habita- cuerpo, al que hace bajar el cursor o pa- que el mundo calle permitimos que el si- del mundo, de la mezcla entre la tierra,
decía, así que intentaré llegar a ella y a ción podemos encontrar un placer ma- sar la hoja, acomodar la espalda, girar lencio hable, los secretos del mundo se es- el aire y el mar, que arrojarse a ellas es
su comprensión, mientras vamos cami- yor: seguir los surcos de nuestras ideas, la cabeza, el alma sigue la música de conden en el silencio, dice que muchos de aceptar que no es el ruido de los hom-
nando en medio de otras cosas que tam- su rastro, “como el cazador que persi- las palabras, pensando en el hombre nosotros no queremos escuchar el silen- bres, la música de Orfeo, sino las vibra-
bién son silencio. gue a su presa, no por la ruta marcada, que mañana ha de morir. Somos bestia cio, le huimos, prendemos la televisión, ciones del cosmos lo que deberíamos
20 # 113 # 113 21
Palabrerías de bar
por C A M I L O J A R A M I L L O • Ilustración de Titania Mejía
Le llaman… Royale con queso. Royale con queso. Sí,
eso es. Ajá… ¿y cómo llaman a la Big Mac? Una Big
Mac es una Big Mac, pero ellos le dicen Le Big Mac. Le
Big Mac… ¿Y cómo llaman al Whooper? No lo sé, no
fui a ningún Burger King… ¿Y qué le ponen a las pata-
—¿No los odias? —Bueno, yo me acuerdo de que en Las mil y mariguanos. Y pienso —medio embriagado yo
tas fritas en Holanda en vez de kétchup? ¿Qué? Mayo-
—¿Odiar qué?
—Estos incómodos silencios. ¿Por qué creemos
una noches la primera historia es la del rey
Shahriar, que al llegar a la casa encuentra a la
también— que esas personas que echan paja sin
la intención de salvar el mundo, son las que es-
nesa… ¡Puaj, joder! Les vi hacerlo, macho; las bañan
en esa mierda”.
Caído
del zarzo
que es necesario decir tonterías para esposa durmiendo con un esclavo. tán salvando el mundo.
Olafo se muestra confundido. Trato de creer que es
estar cómodos? —Y pille a Cleopatra. —Vení, acaso por qué creés que Suiza es uno
por la traducción española.
—No lo sé, es una buena pregunta. —Los cuentos de Boccaccio también podrían de los países con mayores índices de suicidio a
—¿Y cuál es la gracia? —me pregunta.
Mia Wallace y Vincent Vega ser una reivindicación de la vida sexual del po- pesar de su tan nombrada calidad de vida y del
en Pulp Fiction bre —comienzo a ceder—, pero eso es literatura. nivel de desempleo más bajo del planeta. Los ri-
—Pues eso, viejo, que son diálogos que se parecen a Elkin Obregón S.

P
la vida misma, como vos y yo en este momento o como
—Y qué me dice de Henry Miller: caminan- cos la pasan mal, y la pasan mal porque son ma-
los de la mesa de allá. Eso tiene su mérito.
odría ser en cualquier parte. Pero esta do solo por las calles, sin un dólar en el bolsillo, y los amantes —continúa mi amigo.
Olafo espera, piensa.
vez estamos en el Parque del Periodis- de pronto zas, se encuentra una vieja, dice lo que Solo que yo ya no lo escucho, o lo escucho a
—En ese campo me parece más ingenioso Cantin-
ta, en el bar donde se edita un periódi- debe decir y mero polvo en un callejón. medias. Animado por mi nueva teoría, divago un
fas —me dice, triunfante.
co. Olafo, mi amigo de siempre, trata —… poco más y me zampo otro trago de cerveza. De-
Y remata con una cita que se sabe de memoria:
de convencerme de que los pobres tie- —Por qué creés que a los perros de raza los duzco que cuando el conde La Rochefoucauld es-
“¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno, ni lo otro, sino
nen mejor vida sexual que los ricos. dejan pasar días de hambre antes del coito. cribió que la verdadera elocuencia consiste en
todo lo contrario. Y como decía Napoleón: el que parte
—Pillate a los costeños —me dice—. A cada
rato inundaciones, falta de alimentos, escasez
de servicios públicos… ¿y alguna vez los han vis-
Y sigue y sigue…
De hecho, podríamos pasar así toda la noche
o cambiar de tema y hablar otro rato hasta que
decir todo lo necesario, y no en decir más de que
lo es, seguro no estaba pensando en los bares.
—¿Vos has visto Pulp Fiction? —interrumpo.
y reparte, le toca su Bonaparte”.
Qué fregado, mi amigo. Cómo no había pensado en
el mexicano, me lamento. Olafo se levanta de la silla y
ÁNIMO CÉLIMO
(Con final borgiano)

E
to quejarse por su vida sexual? ¡Nunca, papá! En nos echaran del bar. Entonces miro a la mesa —¿Pulp qué? ¿La del maletín que brilla? Ah,
va hacia el baño, a lo mejor con la certeza de haber ri-
ese campo se mueven sin reclamos. No he cono- del frente, y a la de más allá, y encuentro répli- me quedé dormido.
postado como un campeón. Sin embargo, mientras lo l Medellín de entonces era “anterior al balido y al
cido a la primera costeña que se queje de que su cas de lo que pasa entre Olafo y yo: hablan y ha- —Yo creo que es una película donde lo más
veo perderse tambaleante, pienso que Cantinflas es un llanto”. No existían la Avenida Oriental, el Edificio
marido, aunque borracho y perezoso, no sepa blan, asienten, niegan, se ríen. Están en lo suyo, interesante son los diálogos, y lo interesante es
boxeador de las palabras que gana por puntos. Un pu- Coltejer, el Museo de Antioquia. Aún no incordia-
responder sobre el colchón. sin pararles bolas a los demás, en una verborrea que no dicen nada.
gilista que busca agotar al oponente con sus laberin- ban los nadaístas, no se oía rock, no bajaban sille-
—No sé, hermano, suena raro —le digo. vibrante bajo el milagro de la media luz. Afue- Le cuento, por ejemplo, el diálogo entre Vin-
tos de retruécanos. Mientras que los hablantinosos de teros. Nuestros refererentes eran el Teatro Junín, el
—Tantos vallenatos cantando a la dicha sexual, ra, lo mismo; y en otros parques, igual, imagi- cent Vega y Jules Winnfield sobre las hambur-
bar no ganan ni pierden, tan solo hablan. Al otro día Astor, el Bosque de la Independencia. Y, por supuesto, el Par-
tantos mapalés y bullarengues no son carreta. no. En cada ciudad donde haya dos loros o dos guesas de París. Para más precisión, lo busco en
probablemente ni recordarán nada de lo dicho —todas que de Bolívar, escenario de esta historia mínima.
—Pero Olafo, ¿vos te das cuenta de lo que es- cacatúas y algo de alcohol. O una conquista, o el celular y se lo leo: “¿Sabes cómo le dicen al
esas filosofías de urgencia sacadas del bolsillo— pero Pues por esas calendas, alguien, llamado Célimo Mon-
tás diciendo? una conversación de esquina que de repente flu- cuarto de libra con queso en París? ¿No le di-
no importará porque el placer del boquiflojo está en el tes Zuluaga, anunció su propósito de dar vueltas en bicicleta
—¿Vos has leído la Biblia? —insiste—. ¿Te ye. El verbo revoltoso y espontáneo. La brillan- cen cuarto de libra con queso? Ellos usan el sis-
acto mismo de dejar la lengua absuelta, nunca en el re- al parque, durante cinco días sucesivos, sin apearse en ningún
has puesto a contar cuántos vulgares sirvientes te incoherencia de los borrachos. La gracia de tema métrico, así que no saben qué demonios es
sultado. Así que aunque parezca que Olafo me noqueó momento; la promesa de aquella hazaña nos congregó a todos,
se la juegan al patrón con la esposa? las tesis sin sentido. La dialéctica lenta de los un cuarto de libra. ¿Entonces, cómo lo llaman?
con su argumento cantinflesco, al final no importa. Ni y cada uno aportó su diaria tarea de ver y aclamar al héroe;
él saborea el triunfo ni yo vomito la derrota. Ni siquiera quien, firme el paso e inescrutable el rostro, cruzaba una y otra
se dio cuenta de lo que dijo. Caminante no hay camino, vez frente a su público, alentado por el “¡Ánimo Célimo!” que
se hace camino al hablar. entonábamos a coro. No fue suficiente ese grito, y nuestro pa-
Aprovecho que Olafo se demora en la fila del baño ladín se derrumbó antes de alcanzar la tierra prometida.
para seguir pensado. El arte de hablar mierda tiene sus Días después otro ciclista quiso enfrentarse al reto; pocos
categorías y algunas de ellas son espurias. Por ejemplo, fueron a verle, no hubo coros para él. En silencio, destinado al
las que requieren tribuna para desplegar su palabra. Me anonimato, llevó a cabo la imposible hazaña.
refiero a los políticos y a los curas, por solo mencionar Y sí, el final de esta historia le hubiera gustado al autor
algunos. El verdadero placer de la palabra es el que se argentino, si en tan remotos años hubiera habitado ya entre
da espontáneo, no el que nace de un púlpito o un guion. nosotros. Hay en la derrota una nobleza que la victoria desco-
Cuánta bajeza hay en quien aprende a disuadir con retó- noce. Palabras más o menos, Borges dixit.
rica adusta, quien ve en la palabra un arma para gritarla
en el ágora. En cambio, cuánta dulzura en la seducción
inesperada, en la labia que termina con el triunfo de un CODA
beso. O en el palique de los compadres al frente de sus Los grandes eventos culturales parecen funcionar muy
casas, con el dominó de por medio, mamando ron. No bien en los pueblos. Los casos son muchos, y el reciente Hay
joda —me digo con acento impostado—, cuánto de pri- Festival en Jericó es un estupendo ejemplo; por cierto, el pue-
mitivo y profundo hay en ese acto del parloteo. blo desbordó de sobra su capacidad de albergue. Pero al final
Un acto que no es ni mucho menos ñoño o insus- todos cupieron, y fueron felices.
tancial —canto emocionado mientras levanto la cer- Esta columna sugiere uno, todavía inédito. Un encuentro
veza—. Hay que ver cuánta profundidad esconde la de teatreros, a celebrarse en algún lugar más o menos distante
incoherencia de los borrachos, la lengua de un seduc- de la capital paisa. Asistirían elencos de campanillas, criollos
tor que se juega el polvo de su vida, la cháchara feliz y extranjeros. Pero también los muchos grupos que actúan y
en la fila de un teléfono público en La Habana. Cuántas crean por estos pueblos de Dios, sin más apoyo que sus ganas
frases profundas se lanzan sin saberlo, cuántas teorías y su talento, mientras Medellín los ignora sin remedio: por fal-
revolucionarias capaces de cambiar el rumbo de una ta de informantes.
nación. Paro la oreja y trato de escuchar lo que hablan
en las otras mesas; el resultado es divino: charlas sobre
la logorrea en el posmodernismo, salidas urgentes en
caso de un apocalipsis zombi, las ventajas innegables
de la copa menstrual, el parecido porcino de nuestro
presidente. Un mar de profundidad que a nadie le im-
porta, que se perderá con las olas.
Mientras levito en esta sensación mi amigo regresa
con dos cervezas en la mano. Estoy dispuesto a contarle
los resultados de mi análisis de borrachera, pero él, como
si este tema de las palabras hubiera sido un paréntesis no-
más, se adelanta y retoma su cháchara envidiosa:
—¿Te acordás de Chuchín, el Crespo? —me dice—.
Hermano, era el más pobre del pueblo pero se acos-
tó con todas. ¿O sería porque bailaba tan bien? Ah, lo
que hubiera dado yo por haber sido más pobre o por
saber bailar.
Y sigue, y sigue, y yo lo dejo hablar porque lo quiero,
porque es mi amigo, y porque de eso se trata. Porque a
veces soy peor, y hablo, y hablo. Libertad de palabras por
el placer del sonido. Acumulación verbal. Olafo facun-
dia y yo bebo, y pienso en la frase de Borges: “Que otros
se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgu-
llecen las que he leído”. Qué va, yo me enorgullezco de la
cháchara que se despilfarra sin remordimiento.
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Señorita, pero no doncella


La investigación
En el interrogatorio Montoya desconoció la promesa he-
cha a “la Londoño”, pero aceptó que había tenido trato carnal
con ella. Entre otras cosas, afirmó que las dos cartas fecha-
das en 22 de mayo de 1939 y 18 de noviembre de 1940 eran
de su puño y letra. Rechazó la paternidad del hijo de la se-
ñorita y aseguró que ella había tenido relaciones íntimas
con otros hombres, aunque en una de las cartas él escribió:
“También me dices que niego ese angelito siendo que él no
por F E L I P E O S O R I O V E R G A R A • Fotografías del Archivo Histórico Judicial de Medellín tiene la culpa de pagar lo que nosotros hicimos, no es que llo
(sic) lo niegue, pero tampoco estoy en el deber de contar lo
que he hecho contigo”.

Si alguno engañare a una doncella


que no fuere desposada, y durmiere
matrimonio debido al mucho amor que
decía tenerle. La promesa coincidió con
La denuncia
“El que obtenga el acceso carnal a una mujer mayor de ca-
con ella, deberá dotarla y tomarla el tiempo en que ella comenzó a laborar
torce años, empleando al efecto maniobras engañosas o su-
por mujer. en la casa de campo de los Olarte. Des-
percherías de cualquier género, o seduciéndola mediante
Éxodo 22:16. de el principio, Cantono, como era co-

L
promesa formal de matrimonio, está sujeto a la pena de uno a
nocido Montoya, hacía manifestaciones
seis años de prisión”. Artículo 320. Código Penal de 1936.
os gritos de dolor rompieron el a Londoño para que esta se le entregara
María de los Ángeles Londoño compareció en noviembre
silencio que reinaba en la casa carnalmente, con el compromiso de que
12 de 1940 ante el inspector de El Poblado para denunciar por
solariega del barrio Mesa Ja- se casaría con ella.
seducción a Jesús Montoya y para ser reparada por los perjui-
ramillo, al oriente de la plaza Entre las gentes de El Poblado se sa-
cios que él le había causado a su honra.
central de Envigado. María de bía que “la Londoño” estaba ennoviada
Una fórmula popular para explicar el significado del delito
los Ángeles Londoño sentía una hume- con Cantono, pero nadie dudaba de las
de seducción era: prometer para meter y luego de metido, no
dad cada vez mayor que corría entre sus buenas costumbres morales de la seño-
cumplir lo prometido. Frase que resumía la situación que atra-
piernas. Sabía qué le ocurría. Su vásta- rita. De hecho, los trabajadores de Mon-
vesaba Londoño, pues después de una promesa de matrimonio
go, el hijo de la deshonra, se abría paso terrey, al igual que los tres novios que
hecha siete años atrás, entregarse carnalmente a él, e incluso
en su útero. Pidió ayuda. Sus padres tuvo Ángela antes de Montoya, eran en-
haber dado a luz a un niño, Montoya no había cumplido su pro-
acudieron sin vacilación al consultorio fáticos en declarar su buena conduc-
mesa de llevarla al altar. Por esto, ratificó su denuncia el 13 de
del doctor Samuel Meza y Posada, quien ta moral. Montoya, por su parte, había
enero de 1941, dando inicio a la investigación contra Cantono.
asistió el parto de la señorita Londoño, estudiado hasta primaria en una escue-
Allegó como elementos materiales probatorios dos cartas fir-
cuyo único pecado era precisamente la del corregimiento y era chofer, oficio
ese, ser señorita, pero no doncella. madas por él y pidió que rindieran testimonio tres personas
bien pago en un momento en el que Me-
María de los Ángeles Londoño Zapa- para dar cuenta de sus buenas costumbres y honra. Testigos
dellín tenía solo 5807 carros.
que después coincidirían en la buena conducta moral de ella.
ta llegó al mundo cuando Medellín era La finca Monterrey tenía extensas
habitada por setenta mil almas, y aún áreas verdes que cubrían el sector en-
había quienes insistían en anteponerle tre el río Medellín y el camino norte-
el epíteto religioso de Villa de Nuestra sur contiguo al parque principal de El
Señora de la Candelaria. Era hija legí- Poblado. Un día de octubre de 1940, el
tima de Juan Nepomuceno Londoño y mes más frío y lluvioso del año para el
María Felisa Zapata, quienes tuvieron a valle de Aburrá, en una manga contigua
su descendiente en el por entonces co- a la casa de los Olarte, la señorita Lon-
rregimiento de El Poblado, el martes 9 doño perdió lo que más atesoraban las
de agosto de 1910, dos días después de mujeres de esa Medellín conservado-
la posesión en la presidencia de su pai- ra y mojigata: la virginidad. Puede infe-
sano, el republicano Carlos E. Restrepo. rirse que la hierba estaba húmeda, bien
María de los Ángeles, a quien cari- por las lluvias de temporada, bien por
ñosamente conocían como Ángela, fue la niebla o el rocío de la noche o la ma-
bautizada al día siguiente de su alum- drugada. Si Cantono fue caballeroso de-
bramiento en la recién construida igle- bió extender su saco como un lecho para
sia de San José de El Poblado, como era ambos, y allí, a media luz, los amantes
la costumbre por aquellos tiempos de consumaron su deseo. Por el temor a ser
inicio de siglo. Nació en el seno de una descubiertos y tachados de inmorales,
familia de “baja posición social” pero lujuriosos o fornicarios, el tiempo para
Fragmentos de las cartas escritas por Jesús Antonio Montoya.
“honorable y de conducta intachable”. el “gustico” no fue muy largo.
Se crio en el mismo corregimiento que Materializar el amor en un potre-
la vio nacer, y que desde los años veinte ro demuestra que no había otro espacio
del siglo veinte se conectaba con el Cen- más íntimo en donde pudieran estar jun-
tro de la ciudad por un tranvía eléctrico, tos, pues la estricta vigilancia paterna y Cantono nombró a Rafael Velásquez quejarse porque solamente se le dio gusto,
y por el Ferrocarril de Antioquia, que te- eclesiástica se colaba a la esfera de lo pri- Montoya como apoderado, y este pidió la quitándole una virginidad que le pesaba”.
nía una estación contigua a alguno de vado. La descripción del acto carnal es declaración de nueve testigos, cinco de Luego el concepto del juez se amplió y afir-
los meandros que otrora hacía el río Me- escueta. Es como si el mero recuerdo del los cuales reconocieron la buena conducta mó que: “Estos denuncios por estupro están
dellín por el valle. Aquel caserío estaba rompimiento del himen agravara la cul- moral de la señorita Londoño, pero acep- de moda porque son como un alivio para
conformado por pequeñas parcelas de pa y la deshonra que sentía la señorita taron que había tenido varios novios. Dos las madres solteras que buscan una justifi-
agricultores y ganaderos, y mayoritaria- Londoño. “Montoya logró hacerme suya afirmaron no saber nada. Dos testimonia- cación de sus actos y más frecuentemente
mente por fincas de recreo de la élite de en la forma carnal por sus muchas súpli- ron contra ella, una de las cuales resultó una buena remuneración por servicios que
Medellín que, aunque residía en lujosas cas y por el amor que decía profesarme, a ser prima hermana del acusado: “La Lon- en realidad no prestaron, sino que recibie-
casonas en el barrio Prado, acostumbra- la vez que con el compromiso de celebrar doño es demasiado confianzuda con los ron. En buen romance se llama esto ambi-
ba dar paseos los fines de semana a sus matrimonio a la mayor brevedad”, decla- hombres y tiene muy mala fama en cuan- ción acompañada de ingratitud”.
casas de campo en esa zona al surorien- ró catorce meses después ante el inspec- to a la moral (…) no se maneja bien”. Otro, En la sentencia del juez se entrevé su
te de la ciudad. tor de policía de El Poblado. quien era albañil de El Poblado, afirmó: postura a favor del hombre en detrimen-
Precisamente fue en una de estas Ángela no solo se le entregó por vez “De la conducta moral de la Londoño solo to de la mujer. Jesús Antonio Montoya no
fincas de recreo, en la Monterrey, pro- primera en aquella manga, también decir que desde hace unos doce años se ha- fue condenado y al momento del sobresei-
piedad de Luis Olarte y Laurete de Olar- permitió que él gozara de su cuerpo en bla mal de ella entre las gentes”. miento seguía comprometido con la seño-
te, que la señorita Londoño se vinculó varias ocasiones. Producto de esto, ella En las pesquisas fue posible determi- rita Ligia Agudelo. María de los Ángeles
al mundo laboral como dentrodera a la quedó embarazada y fue despedida nar que desde 1937 Cantono se encontraba Londoño, por su parte, tuvo que cargar el
edad de veintitrés años. Su trabajo era de la casa de los Olarte. El 15 de agos- comprometido con Ligia Agudelo. peso del deshonor de ser una madre solte-
tomado por oficio doméstico, dedicado to de 1940, a la edad de treinta años re- ra. Si antes de la denuncia estaba “vivien-
al arreglo del interior de las casas, bien cién cumplidos, la señorita Londoño dio do un infierno”, como en la carta fechada
distinto a las encargadas de la cocina y a luz a un varoncito en su casa. Para ese Concepto final el sábado 16 de noviembre de 1940 se lo
el lavado de la ropa. No se sabe cómo momento había cambiado su domici- El 30 de julio de 1942, el Juzgado Pri- había hecho saber a Cantono, después de
se conoció con Jesús Antonio Montoya, lio de El Poblado hacia la calle 19, cerca mero Superior de Medellín sobreseyó el la sentencia el infierno se hizo más gran-
pero al ser este nacido y criado en El Po- de la estatua de Cristo Rey, en el veci- caso, toda vez que “no hay prueba de ma- de, ahora hasta la misma justicia, en repre-
blado, y haber trabajado con varias fa- no municipio de Envigado. El parto fue En su denuncia, Londoño afirma tener dieciocho años, cuando niobras engañosas ni de promesa formal sentación de la República de Colombia, le
milias acaudaladas del sector, es muy más difícil de lo normal; fue distócico: en realidad tenía treinta. Tanto la partida de bautizo como los de matrimonio”. Y, además de esto, emitió había dado la espalda. Estaba sola, con un
probable que vivieran cerca o se hubie- la pelvis de ella era muy estrecha como testimonios del caso dan cuenta de que nació en 1910. su concepto sobre la actuación de la señori- hijo de casi dos años y con su honor y repu-
ran conocido en Monterrey. Entre ellos para permitir la salida natural del bebé. ta: “María de los Ángeles Londoño está su- tación al traste por el simple hecho de no
se forjó una relación muy cercana. Para El alumbramiento tuvo que ser atendi- friendo las consecuencias de sus propios estar casada y haber perdido la virginidad.
la época, Montoya tendría diecisiete do por un médico, quien después certi- y voluntarios actos, y no tiene derecho a Era señorita, pero no doncella.
o dieciocho años y, a pesar de ser me- ficaría su maternidad. La señorita tardó
nor, le prometió a la señorita Londoño unos días en recuperarse, como cuentan
unirse con ella bajo el sacramento del las vecinas que atestiguaron en su caso.
24 # 113 # 113 25
A la casa de los caimanes silenciosos
que le echamos a la hoja de coca, de ninguna ma-
nera consumimos este veneno”. Lección aprendida.
Nos habló de las historias del negocio: cuan-
do reinaba Pablo Escobar, pagaba a 180 pesos el
gramo de pasta. Y quien ofreciera más era hombre
muerto. Luego de morir Escobar, llegaron los nar-
cotraficantes en negocios individuales a comprar
pasta de coca y el precio subió a tres mil pesos el
gramo. Llegó una verdadera bonanza campesina.
Y cuando estaban en el pico de la demanda, llega-
por J U L I O C É S A R D U Q U E C A R D O N A • Ilustraciones de Cachorro ron las Farc y regularon el precio a balazos, el que
pagara más de dos mil pesos por un gramo de coca
era hombre ajusticiado por los justicieros.
Luego comimos un sancocho campesino en una
finca. Nos atendieron unas mujeres muy amables.
Pero sobre las paredes de aquella casa se exhibían
las pieles de cinco tigres, pieles desde la más gran-
de a la más pequeña, por lo que concluí, sin mucha
imaginación, que mataron a una familia entera de
fieras. Sufrí en silencio viendo las pieles: yo le es-
taba colaborando a los asesinos de tigres. No se
Animales, foresta, piedras y humanos, en las no- ven pieles de cocodrilo por aquí y le pregunté a la
tas de un viajero por el Guaviare durante un encuen- dueña de casa: “¿Se cazan cocodrilos por aquí?”,
tro Nacional de Caminantes. La selva y el río susurran “Sí, los del río Guaviare son pequeños y su piel es
apenas el peligro de bocas filudas y hambrientas. cara. No se meta sin protección al río. Los gran-

P
des cocodrilos están en la selva, lejos de aquí…”.
ara atrapar un cocodrilo hay que cazar Alguien de la familia soltó la carcajada y remató:
primero la carnada. “Para matar un caimán hay que estar armado. Y es
¿Viajar solo o acompañado? Sien- mejor no andar armado por aquí”.
do joven viajé solo, uno se mueve según He comido las sopas de varios continentes,
el viento. Luego con la familia, según el pero nada mejor que la sopa de plátano y yuca que
contento de la compañía. Esta vez calculé mal las comí en aquella finca de cazadores de tigres a una
vacaciones y tuve que salir a pasear a San José del hora al sur de San José del Guaviare.
Guaviare sin mi esposa, pero con setenta extraños. De vuelta a San José unos se fueron a recuperar
Setenta personas paseando juntas provocan que algo de sueño. Yo caminé al parque de San José a
todo esté “fuera de control”, con esperas e ineficien- ver bailar a los llaneros. Luego volví al hotel a escri-
cias por todo el camino. Por ejemplo, en la salida una bir mi diario. Hoy es miércoles, debí ir al taller de
viajera se durmió y llegó tarde al aeropuerto, cuando escritores, pero aquí me siento bien, sin obligacio-
el avión, con los primeros treinta acompañantes, ha- nes, conociendo el mundo que se me escondió por
bía cerrado las puertas. Tuvo que comprar tiquete en 35 años de trabajo de oficina. Soy un privilegiado
horario posterior y nosotros, que éramos los últimos que escribe en el poco tiempo que le deja el ocio.
en salir, tuvimos que esperarla más de una hora en
Bogotá. A muchos les dio rabia: “El colmo del desca-
ro”, “gente descuidada”. Mejor que yo no la conozca, Jueves
igual cualquiera se duerme. Más a mi edad. Amanecimos con la noticia de que alguien ha-
Por ahorrarse unos pesos los organizadores del bía ordenado cerrar Cerro Azul y que no se progra-
viaje enviaron a unos con tiquetes sin equipaje in- marían más visitas a la piedra. Quise saber quién
cluido, y amarraron las maletas de dos pasajeros en había ordenado cerrarla: “Alguien”, me contestó el
un solo paquete, para hacer una que no pesara más guía. “Por aquí es mejor no hacer muchas pregun-
de veintitrés kilos. Pero las maletas se “desamarra- tas, amigo”. Algún caimán impone el silencio de
ron” en la bodega del avión. Los empleados las tiran sus dientes de metal.
a la bodega sin contemplación y, obvio, se embola- Inmensidad y sabor. No es por lo inmenso como
tó una; otra hora perdida hasta que la encontraron. tal, sino por lo solitario de 130 000 personas con-
Desde la capital rumbo al profundo sur. Como viviendo en un territorio casi tan grande como An-
la vía al Llano estaba cerrada nos tocó dar la vuelta tioquia. Un repaso a la plaza de mercado muestra
por Boyacá, valle de Tenza, Sisga, la antigua carre- que producen plátanos y yucas, plátanos y yucas y
tera del proyecto hidroeléctrico Chivor. Hoy es una plátanos y yucas. Una papa es un sinónimo de dis-
trocha con miles de huecos nunca reparados. Quin- tinción en la sopa. Y parece que en el Guaviare solo
ce horas para llegar al Guaviare por vías alternas, los ricos comieran ensalada. Pero lo que más me
cuando se calcularon solo nueve desde Bogotá. asombra es la magnitud de estas soledades. El río
El valle de Tenza es precioso, con sus montañas Guaviare, tan ancho como el Cauca, inundó las ve-
redondas y miles de sembrados de diferentes colo- gas este año y muchas fincas están con el agua más
res. Pasamos al frente de la montaña donde está la arriba del cuello de un hombre mediano. “Junio y
mina de esmeraldas de Somondoco, paisaje de re- julio son terribles. Y en mayo el Guaviare estaba
cientes crímenes por la piedra. Un pueblo de calles seco”, me dijo un vendedor de plátanos. Descon-
desoladas donde la muerte camina con total liber- suelo, negocios inundados, pérdida de cosechas.
tad. Nos bajamos del bus a comer una arepa redon- “Y nos falta un mes”, completó un vendedor de ma-
da, tostada y llena de queso. Nadie en la calle. Comí racuyás. También se produce el limón mandarino
una, luego pedí dos, pero me acordé de que estoy y se engorda ganado. Las vacas del Guaviare son
solo. Llevamos dos horas de atraso por culpa de una hermosas con estos pastizales, limpias, mimadas.
dormilona que no quiero conocer y vamos a ajustar Las vaquerías han tumbado el monte.
muchas más. Comienza mi aventura por el sur vio- La gente aquí es pequeña como yo. Aquí no me
lento, el país de los cocodrilos, chigüiros, cerdos sal- miran raro; no soy enano, soy un descendiente de
vajes y exguerrilleros desempleados. indios. No fui a caminar hoy y aproveché y para ir a
la plaza a conversar con la gente. Son amables, pero
lanzándola al río, extendida y con los peces captu- sagrario, señales del camino. También ocultan a sus lo había denunciado en privado. Qué tal que el capturados, a mí me parece execrable. ¿Pero qué evitan ciertas conversaciones. Y cocinan las sopas
Miércoles rados. Puro surrealismo. También pintaron los te- enemigos la forma de hacer fuego, secreto nacional guía fuera un exguerrillero, pensé, o un parami- hace uno? Aguantar, éramos la mitad de setenta. Le más deliciosas del mundo. Y no es una exageración.
Llegamos a las cuatro de la mañana a San José lares, la adoración a La Danta, animal deificado; huitoto. Me llené de razones para llorar de felicidad. litar que tomara venganza unos metros más ade- pregunté aparte al campesino si la policía ambien- El cocodrilo que ordena silencio se manifiesta.
del Guaviare y a las seis salimos de caminada para veinte hombres llevan un inmenso madero sobre Pero Cerro Azul es un lugar abandonado por lante. Pero así soy de metepatas. La otra vez iba a tal no le suspendía el negocio por las capturas de Fuimos a una finca ecológica en la que nos lleva-
Cerro Azul, llamado también “la puerta del Chiribi- sus hombros. Otros muchos hacen la adoración a sus nuestras autoridades. Lo “cuidó” la guerrilla por denunciar a un vicepresidente y a un general de la animales salvajes. Se rio. “¿Policía aquí? No vienen rían a un paseo de ocho kilómetros por la selva.
quete”. Es una piedra de unos cincuenta metros de dioses con la fogata al frente. cincuenta años. Y yo no quiero agradecerle nada a República que posaron un helicóptero en Ciudad ni los caimanes…”, me dijo. A alguien le dicen aquí Es una finca de ochenta hectáreas que adquirió un
alto y setenta de ancho, redonda, con árboles enci- En la esquina de la piedra observo con sorpre- la guerrilla. Pero debo ser honesto con mi crónica. A Perdida y estaban paseando con más de veinte per- Caimán y estamos cerca de su casa. soñador en los años setenta. Sus herederos admi-
ma, llena de figuras pintadas por nuestros antepasa- sa la infidelidad o la poligamia dibujadas: la mujer eso vine por aquí, a conocer alguna verdad que me sonas de su familia de cuenta del erario público, El hombre nos cuenta cómo entró la policía a su nistran el lugar, cinco hectáreas de cultivos y un
dos hace doce mil años. La piedra tiene debajo una en embarazo que lleva de la mano a sus dos hijos, explicara más profundo la violencia. mientras nosotros habíamos subido cuatro días a parcela y quemó la estructura de su laboratorio. Y excelente parador turístico con restaurante y pisci-
cueva de cien metros de largo y algo más de uno con mientras el indio, con el pene erecto, trata de fecun- Una señora mayor unta su dedo con saliva y tra- pie. Un tiempo después el general resultó acusado más tarde, con exceso de detalles, nos capacita so- nas. Las hectáreas restantes son selva pura.
cincuenta de alto, por donde pasé sin agacharme dar a otra india que está al lado. ta de obtener un poco de la pintura que ha estado de paramilitar y el vice fue nombrado embajador. bre cómo se hace la pasta de coca, desde la reco- Para la caminata partieron el grupo de visitan-
mucho. Bueno, yo no era el único. Había una mu- Pregunté por qué parte de la piedra está cubierta allí por doce mil años. Una joven se sube por una ¡Qué peligro ser tan iluso! lección, montado sobre el tallo de la planta para tes en dos. El guía de mi grupo era un hombre alto,
chacha más pequeña. No era amiga de nadie y se con una pintura rojiza. El arqueólogo me felicitó por liana que está pegada de la piedra para que el no- No sé, pero intuyo que en pocos años no tendre- retirar la hoja con movimientos fuertes de las ma- mandón, con botas militares y, según él, experto
me hizo al lado para aprovechar mi linterna. Resul- la pregunta, casi nadie la hace: los incas invadieron vio le tome una foto. Alguien imagina sacar una laja mos Cerro Azul por culpa del turismo irresponsable. nos, el remojado en gasolina, pasando por el “sala- en supervivencia. Diez estrictas reglas nos impone
tó que el sueño de esa muchacha fue el que nos hizo el territorio de los huitotos, varios milenios después de la piedra para venderla en el mercado negro y el Luego fuimos a un cristalizadero de pasta de do”, o sea la cocción lenta del cemento, los ácidos antes de salir, sin dejar espacio a las chanzas o los
atrasar. Nadie quería hacer amistad con ella. Yo la de que ellos comenzaran a pintar su cotidianidad en arqueólogo pide no repetir ese tipo de propuestas. coca que la policía había quemado hacía dos años. que se le sueltan a la hoja y, por último, la acetona comentarios. Nos pide orinar los árboles “para ni-
puse en mi grupo de cercanos. Hasta creyeron que la piedra. Entonces, para no develar los secretos de No hay policía ni ejército ni alguien que cuide esta Como se quedó sin trabajo, el dueño aprovechó e para cristalizarlo. Después de toda la explicación, trogenarlos” como lo hacen los perros. Cero plás-
era mi hija. su nacionalidad, los avasallados repintaban las pie- inmensa joya nacional. Al rato veo a un guía cam- hizo una finca integral y ecológica para “educación” que no me parecía muy útil, nos pregunta: “¿En lo ticos, cero celulares, fila en el camino, con apenas
En los dibujos sobre la piedra descubrí que la dras para ocultar a sus enemigos la información es- pesino orinando sobre la base de la piedra. No tuve de los turistas. En su finca tenía cerdos “salvajes”, poco que ustedes han estado aquí, han visto droga- tres metros de distancia entre personas; hasta
atarraya, arma sin arpones usada por mi papá en tratégica. Debajo de aquella pintura pueden verse reparo en regañarlo. Me contestó que sus riñones chigüiros domesticados, loras verdes, hermosos dictos en San José?”. No habíamos tenido tiempo para preguntar había que levantar la mano.
los años de pesca en el río Cauca, fue utilizada por insectos, rutas de un tesoro, el interior de una fruta, eran más importantes. Le puse la queja al arqueó- papagayos con garras tan grandes como mis de- de mirar, pero nos dijo: “Y no los verán, porque no- En la selva y sin testigos, el tipo nos explica qué
nuestros milenarios antepasados, que la pintaron las pepas de la guanábana, la identificación de un logo. Este regañó al guía públicamente, cuando yo dos. A la gente le gusta tomarse fotos con animales sotros los campesinos, al ver todas las cochinadas pasaba antes de la firma de los acuerdos de paz: el
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campesino vivía en su finca y allí llega-


ban unos hombres a quitarle sus anima-
les, su gallina, a ponerlos a su servicio,
y nos muestra cómo ponen el fusil en
la nuca de los desplazados. El hombre
sabe cómo se pone un arma en la nuca.
Nos habla de las muertes y de los desa-
parecidos, comienza a decir unas verda-
des que parecían acercarse a la realidad
de una zona dominada por colonos ar-
mados en defensa de sus propiedades.
A la media hora de caminar llegan por
él unos hombres que le piden conversar
un poco más adelante. Nos deja solos
en el monte. Se lo llevan a una arbole-
da y discuten no sé qué, mueven las ma-
nos, lo cercan. Me separé un poco del
grupo para observar el diálogo, aunque
no podía oírlo. Nos pican los mosqui-
tos y la gente comienza a preguntar qué
pasa entre el follaje. No seríamos capa-
ces de salir solos de allí. Hubo propues-
tas de seguir. Me niego. Al rato el tipo
vuelve evidentemente congestionado y
nos guía hacia la finca de una manera
desordenada, incumpliendo varias ve-
ces las estrictas reglas que nos había im-
puesto. No volvió a hablar de los sucesos
de la guerra y de cómo esta se había ma-
nifestado en el territorio.
Por la noche fuimos a una reserva
indígena, tucanos occidentales. Son 87
familias (cuatrocientas personas) en un
resguardo de 302 hectáreas. Fueron re-
conocidos en 1987 con escritura pública
otorgada por el gobierno. La comuni-
dad está dentro de San José del Guavia-
re, y se sienten copados por los ruidos
crecientes de la ciudad. Nos invitaron
a comer pescado moquiado (cocinado “¿Quieres?”. Me señaló que sí y le dejé el eran imponentes, sin un fondo preci- visten de hilos de curare, pintados con
a fuego lento) y bailaron para nosotros plato. Trajo a su hermanito menor, em- so, oscuro, liso y pedregoso. El peligro colores sugestivos. Y para invitarnos a
una pieza en parejas en la que el gru- pacaron la ensalada en un vaso plástico de caer al vacío era real. Llovió fuerte y comer su plato tradicional nos pusie- tuboleta.com
po se desliza como una gran boa en los y devoraron la parte que quedó. Desa- se me mojó el celular. Nos metimos en ron una hoja hervida de plátano. Con
meandros. Tocan quenas y unas flautas parecieron de la mesa sin avisar. el agua fría y con lluvia. El piso era ás- la fragancia de la selva húmeda, el pla-
largas y chillonas. Su música es lenta y Los nukak makú fueron la última co- pero y sin lamas. Al momento llegó un to estaba marcado por el agua caliente
promueve el silencio. Van vestidos con munidad contactada en Colombia. Se- bombero que nos advirtió de las cre- y sobre él pusieron el pescado, el cual
faldones hechos de las fibras de una pal- guramente sirvió para la graduación de cientes en estas aguas y nos dio diez mi- desenvolvieron de otra hoja un poco
ma y sus tobillos son adornados con se- algún doctorado sobre esas familias nó- nutos para salir. Caminamos dos horas más clara. La hoja de plátano es un pla-
millas de colores. También bailaron los madas, pero ahora varios de ellos habi- entre el peligro, para bañarnos y jugue- to que no se repite, que no hace ruidos
niños. Las adolescentes parecían tener tan el parque de San José del Guaviare, tear solo diez minutos. ¡Valiente paseo! y, en mi caso, que no necesitó de tene-
vergüenza de su abrazo a los niños bai- extienden sus hamacas entre los árboles Le pregunté al bombero si había pasado dor porque desgarré la carne de la fie-
larines, que tocaban flautas y quenas y viven de la mendicidad. No se hizo lo algo antes: “Cada rato tenemos que ve- ra con mis dedos y uñas, como se hace
de una manera acompasada. Cuando necesario para darles bienestar y prote- nir por gente que se queda atrapada. No en la selva. La bebida fue un extracto
un niño baila su cultura, la induce a no ger su cultura. Son verdaderos herma- se confíen. Diez minutos no más”. hervido de piña, espeso y fibroso, que
perecer. Por un lado de la mesa, nues- nos menores. ¿Y por qué no vuelven a su Como no llegaba el transporte para resaltaba el azúcar. Tremenda combi-
tro antropólogo le preguntó al indígena lugar en la selva?, le pregunté al antro- volver a San José, comencé a contar- nación de sal y azúcar, que le daba un
mayor cómo hacían para que los niños pólogo. “La casa de ellos ya está tomada les a los compañeros de viaje la historia toque como los de mi abuela Inés, cuan-
recibieran y “protegieran” su cultura. por los grandes caimanes”. Ahí entendí de Guzmán el Bueno. Gozamos mucho, do mostraba el cariño a través de los
El indígena nos comentó que era difí- el término. Estoy en la casa de los cai- pero cuando llegó el transporte la gente sabores. Esta vez fue igual, pero el si-
cil aislarlos del reguetón urbano, el cual manes que promueven el silencio con se dispersó. No pude terminar la histo- lencioso plato de hoja de plátano marcó
mucho les gustaba y los llevaba hasta ronquidos de fusil. ria. Será otro día. Apenas llevaba cua- una inolvidable diferencia.
esconderse para escucharlo. De ahí el renta minutos contándola. Cuando la
riesgo de desaparición de aquellos rit- gente me preguntaba por lo que le había
mos propios. ¿Qué hacer para perpetuar Sábado pasado a Guzmán el Bueno, yo les decía: Martes
una música que resuena en el corazón Algo o alguien, seguramente Vulca- “Miren la enciclopedia. Así mismo ter- Bueno es conocer, aunque sea some-
de los pájaros? Comimos el pescado, el no, lanzó piedras al Guaviare y cayeron mina mi historia”. ramente, nuestros pueblos de la perife-
casabe que es el pan o la arepa de los in- superpuestas de maneras muy particu- ria, esa realidad olvidada de nuestros
dígenas, un delicioso extracto de piña lares. Son lajas de semillas líticas que gobiernos, que limpian la casa por don-
que no había probado y una ensalada de la erosión fue labrando para deleitar- Cierre del de pasa el dueño. Descubrir esos te-
aguacate. Luego nos ofrecieron sus ar- nos los ojos con obras de arquitectos soros escondidos que las mafias de la
tesanías. Me quedó sonando esa músi- modernistas. El caimán esperando su Encuentro Nacional guerra nos impiden ver cuando se pelan
ca como si la llevara adentro. Doce mil presa; una punta con cara de delfín; el los dientes entre ellos; poder reunirnos
años tienen mis barbas. camaleón vestido de lama y musgo para de Caminantes ante el vigoroso vómito ya petrificado
la ocasión; un pato; una pétrea ciga- Música en el Parque de la Goberna- de un antiguo volcán. Todo eso nos per-
rra que hace llorar al viento; una tortu- ción del Guaviare. Se desató el llanerío mitió este paseo a un paraíso de natu-
Viernes ga que ha dejado su cola expuesta al sol. y ahora el Guaviare baila sosteniéndose raleza como el Guaviare. Pero hay algo
Cuenta el mito fundacional del Ama- Todo eso lo he visto en las piedras del el sombrero y sacando polvo del piso. Lo más importante: conocer a los intermi-
zonas que la gran anaconda se deslizó Guaviare, sin necesidad de presionar la bueno era que no había borrachos. A los nables caminantes, ejércitos de hormi-
por la selva y depósito los pueblos en los imaginación. ¿Quién las puso allí? No borrachos y drogadictos de aquí se los gas con botas y capucha, gente siempre

Medellín - 19 de marzo
meandros de los grandes ríos. El último sobra decir que fueron el tiempo y la comen los caimanes que no vine a ca- dispuesta a colaborar; a animar a los de-
pueblo que depositó en la selva fue el de gravedad, cuando explotó la bomba que zar. Bailé con los indígenas, una danza más a continuar el camino pese al calor
los nukak. Y a ellos los llamó, creo yo hizo humanos a las larvas. Las piedras parecida a los movimientos de una ser- y la humedad.
que despectivamente, nukak makú, que de Los Andes son continuación de los ra- piente. Una india avergonzada de tener Seis días de grandes experiencias
en huitoto significa “hermano menor”. yos. Las del Guaviare descansan para que salir a bailar me acompañó durante pétreas en elogio de las dificultades, al
toda la pieza, enlazándome por los de-

La Macarena
Esta tribu indígena tiene unas caracte- saltar cuando la tierra vuelva a moverse decir de Estanislao Zuleta; el camino te-
rísticas especiales: pómulos salientes, de arriba abajo. dos a la costumbre de su tribu. Se llama rrible del río lleno de experiencias noc-
frente amplia, párpados asiáticos. Se Rosalba y me dijo que sabía poco espa- turnales y advertencias metálicas de
cortan, con el filo de una palma, el pelo ñol cuando le pregunté algunas cosas peligro; experiencias que no son otra
al ras sobre la frente. El arqueólogo me Domingo más de su comunidad. Olía a plátano y cosa que nuestra misma Colombia.
dijo con tristeza que esos niños que an- Fuimos a bañarnos a un charco que yuca. Pero yo creo que no quería con- Nunca encontré caimanes de ver-
dan por ahí en el parque de San José son formaron las piedras de un antiguo vol- versar para no desconcentrarse con el dad al lado de los ríos. Pero ellos me di-
nukak. Luego de su contacto con la civi- cán. No hay vida en esas aguas y el líqui- baile que lideraba. jeron que más adentro en la selva, lejos PULEP: TFY791

lización han sido condenados a la men- do tiene un olor a azufre. Para llegar allí de la pesca en el río Guaviare, tal vez
dicidad. Un niño indígena se me había había que pasar unos grandes canales habría mucho caimán silencioso tum-
arrimado ayer a la mesa donde estaba entre piedras volcánicas y los guías te- Lunes bando bosque y haciendo negocios cre- APOYA: MEDIOS ALIADOS: ENTRADAS EN:
comiendo y miraba mi comida con tan- nían que ayudar a los más viejos, niños Los tucanos orientales son silencio- cientes que se pagan a más de dos mil 102.3 Fm

ta ansiedad que lo invité a comérsela. e incapacitados. De verdad las brechas sos como sus árboles. Para sus bailes pesos el gramo.
28 # 113 # 113 29

Salir en hombros
Karoty
La de un tal Baltasar Ochoa es también logró obtener “lucidamente el título de Parafernalia
la historia del huérfano aguerrido Doctor de la Facultad Nacional en el año para fumadores
que logra ser alzado en hombros por de 1888”, cuando rondaba ya la treintena.
En el Centro comercial
las multitudes. Pero no en versión de “Ejerció por varios años en Fredonia
Medellín, contiguo a la
superhéroe o de alcalde... sino de médico. y allí sentó las bases de una modesta Plaza Minorista
Y en este caso, y a propósito de la más fortuna, en el negocio del café”. Tanto Calle 54 Nº57 60 Local 197
concurrida de estas fotos, cuando ya que, alrededor de sus 36, pudo darse el Celular: 311 634 21 85
había atendido al último paciente. lujo de irse a Europa en “viaje de estudio”
Para haber tenido la despedida masiva y volver un par de años más tarde a
que aquí vemos, es curioso que ya nadie radicarse en Medellín.
cuente su historia. Y que para medio Se cuenta que ejerció “brillantemente su
recomponerla un poco toque reunir profesión”, que fue profesor “de varias
retazos dispersos por ahí, entre párrafos asignaturas en la Facultad de Medicina”
sueltos en libros viejos, pies de foto o y redactor de los Anales de la Academia
secciones de “Páginas Olvidadas” en de Medicina de Medellín, en tiempos en
volúmenes sobre médicos antioqueños,
que ni siquiera lo incluyen en el índice.
que la granalla, el ántrax difuso o las
histerectomías desvelaban al gremio. Y UN HOGAR,
Y si no existe libro ni folleto dedicado a su
memoria, menos todavía un monumento:
fue, además, médico personal de familias
poderosas, como la de Ricardo Olano.
UN PLANETA.
el que había lo demolieron a martillo y Pero no fueron sus éxitos, títulos o 2 Martes a sábado de 4:30 a 11:00 p.m.
pica los constructores de la avenida La relaciones con la alta sociedad lo que lo Calle 57 (Argentina) # 41-57 MAVU 02

Playa a mediados del siglo pasado. Porque hicieron célebre. Sino su “benevolencia Reservas: 254 45 10
a esta historia se puede llegar también y nobleza de corazón”, si creemos en las
sobre un puente. Uno con nombre de rey palabras que acompañan, insistentes,
mago y apellido vernáculo, que unía las las escasas menciones de su nombre.
dos orillas de una quebrada que ahora es Según parece, al médico rico nunca
Nuestra comida es un acto de amor y sanación.
invisible: el Puente Baltasar Ochoa, que lo traicionó la memoria y se entregó a
Es un momento de conexión con el otro,
sobrevoló por años la quebrada Santa aliviar los pesares de cuantos pobres
por medio del cual tenemos la posibilidad
Elena (hoy avenida La Playa), en el cruce le cabían en la agenda. Y se terminaría de recordar que la vida, con toda
con la calle de Carúpano (hoy carrera de convertir en leyenda después de su magia y creatividad
Sucre) y que fue bautizado en homenaje a que la muerte lo sorprendiera en pleno es INFINITA
este famoso médico olvidado. servicio: falleció “prematuramente en la
Esquirlas de historia como esas cuentan casa de un paciente pobre”, “cumpliendo Carrera 64C # 48-188
que nació en febrero de 1859, en una finca con su deber de honrado médico al Suramericana 5 local 101
“entre los distritos de Santa Bárbara y El frente del lecho de la enferma confiada a
su cuidado”.
Músicas del mundo, arte, bebidas y cafés
Retiro”. Y que para llegar a ser “uno de Calle 54 # 42-07 Centro • Tel: 216 8302 Teléfono: 2302522
los hombres más queridos y populares Su entierro fue multitudinario, y el Fb: @CasadeAsterion
de esta capital” no la tuvo nada fácil. cortejo colmó las orillas de la quebrada
“Huérfano de padre a los cuatro años, la Santa Elena —que quedó retratada aquí
mala situación pecuniaria de su familia también— una mañana (¿o una tarde?) de
lo obligó dedicarse a labores agrícolas y 1914. No era cualquiera, en todo caso. Era

Bebop bar
pecuarias hasta la edad de 17”. “el médico más democrático que tuvo la
Cuando pudo deshacerse del azadón y el Villa”. O eso decían. Porque ya nadie se
zurriago, el joven Baltasar, temerario, acuerda. Y de todo eso ya no queda nada,
emigró a Bogotá a estudiar literatura salvo algunos retazos y tres negativos de Rock & blues
“en el Colegio de San Bartolomé, donde la Fotografía Rodríguez, resguardados
obtuvo el título de bachiller”. Y luego, en el Archivo Fotográfico de la Biblioteca
“luchando brazo a brazo con la miseria”, Pública Piloto. Carrera 71# 44a-04 Florida nueva
Una cuadra arriba de la bomba
1 3 de San Juan con la 70
Abierto de martes a sábado
de 5 de la tarde a 2 de la mañana

1. Puente Baltasar Ochoa. Foto de “Obando” en


Figuras significativas en el tricentenario de NUESTROS Música en
Medellín, de Arturo Puerta y Olimpo Gómez.
SERVICIOS vivo viernes
2.

3.
Baltasar Ochoa. Fotografía Rodríguez, 1914.

Entierro del doctor Baltasar Ochoa.


• Esterilización
• Exámanes de sangre
y sábado
• Microchip
Fotografía Rodríguez, 1914. • Desparasitación
• Vacunación Cll 47 #42-48 Local 104
Red de Ayuda a los Animales • Limpieza dental Torres de Bomboná
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¿De dónde salen los plunetas?


De planetas muy lejanos (exoplanetas),
gigantes e hirvientes llamados
“Júpiters calientes”.

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