“Mejorar la expresión oral de los alumnos y la comprensión e
interpreta-ción de distintos tipos de mensajes orales” ha sido, desde siempre, uno delos objetivos primordiales de la enseñanza de la lengua en la escuela; sinembargo, raramente los usos y formas de la comunicación oral se constitu-yeron en objeto de una enseñanza sistematizada, que tuviera en cuenta lasdiferencias entre lengua hablada y lengua escrita, como dos modos distin-tos de comunicación a partirde un mismo sistema lingüístico.
Las actividades específicas en torno de la lengua oral tenían, por lo ge-neral –y
siguen teniendo en muchas de nuestras aulas–, un carácter subsi-diario la escritura, marginal y esporádicos.
La escue-la concentra su atención sobre el aprendizaje formal de la lengua
escrita,porque es suresponsabilidad ineludible (y, con frecuencia, pone tanto celoen el cumplimiento de este compromiso que deja en el olvido, durante elproceso de enseñanza de la lecto-escritura, los conocimientos que los niñoshan adquirido, antes y fuera de ella, acerca del sistema de escritura y de lalengua escrita).
¿Para qué “enseñar”a hablaren la escuela?
El niño, cuando ingresa a la escuela, ya sabe ha-blar (como miembro de la
especie humana po-see una competencia lingüística que le permite,salvo en el caso de graves patologías, entendery producir distintos enunciados); puede interac-tuar con relativo éxito en distintos contextos decomunicación y ha aprendido, en forma espon-tánea, algunas de las normas que rigen los usosde la lengua oral habituales en su entorno fami-liar y social.
“Reconoce y cons-truye” distintos tipos de textos orales: cuentos,adivinanzas,
rimas, canciones. “Sabe” que losrelatos cotidianos deben contener, al menos, untema que interese al interlocutor para atrapar suatención (van Dijk, 1983: 154).
Los chicos adquieren, de modo espontáneo,estos “saberes lingüísticos,
textuales y pragmá-ticos”, fragmentados y rudimentarios, en los in-tercambios lingüísticos con el medio. Gracias aellos se pueden desempeñar oralmente, concierta eficacia, antes de concurrir a la escuela,en la escuela, fuera y a pesar de la escuela.
Es obvio que existen grandes diferenciasentre los niños provenientes de
distintos entor-nos socioculturales en lo que atañe a los saberesque hemos mencionado. Las diferencias entresus repertorios comunicativos se manifiestan enla interacción lingüística que tiene lugar en laescuela, influyendo en la socialización de losalumnos y en los logros que éstos habrán de al-canzar en los aprendizajes escolares.
No todos losniños han podido en-contrar los recursos lin-güísticos adecuados
para expresar sus intencio-nes fuera del entorno más cercano (familia, ve- cindario).
El habla es la carta de presentación queabre o cierra puertas.
No subestimar lalengua del alumno no quiere decir que dejemosde lado la intervención pedagógica en este cam-po. Significa promover la capacidad de refle-xión de los niños sobre el lenguaje como unaforma de actuación social y dejar de lado latendencia prescriptivista que consiste en deciral alumno lo que es correcto y lo que no lo es,para mostrarle lo que es adecuado y lo que no loes según el contexto de comunicación.
¿Porqué y para qué “hablar” en la escue-la? Porquela escuela es un ámbito
privilegiadodonde los niños pueden adquirir y desarrollarlos recursos y las estrategias lingüísticas nece-sarias para superarla desigualdad comunica-tiva2y es responsable de la enseñanza de losgéneros más formales, como la exposición, eldebate, la entrevista, etc., géneros que no seaprenden espontáneamente sino que requierenuna práctica organizada.
“El lenguaje proveeel medio a través del cual el pensamiento puedeser
expresado y el propio uso del lenguaje y lacontinua experiencia de estar entre usuarios delmismo influye no sólo en la forma en que el ni-ño utilizará el lenguaje sino, lo que es más im-portante, en la forma en que pensará y el tipo deinterpretación que hará de su experiencia”( Tough, 1987, cit. por Reyzábal, 1993:18).
El simple juego oral pregunta/respuesta esuna de las formas principales de
interaccióncognitiva, que ayuda a comprender adecuada-mente lo que dice el otro y a hablar con claridady precisión para uno y para los demás.
El aprendi-zaje lingüístico implica un proceso de elabora-ción
progresiva de conceptos, destrezas y acti-tudes discursivas. ¿Cómo “enseñar”a hablaren la escuela?
Algunas de las respuestas a este in-terrogante encuentran sus
funda-mentos teóricos en disciplinas peri-féricas de la lingüística, tales comola sociolingüística, la pragmática yla etnografía del habla.
Es de crucial importancia brindara losestudiantes muchas
oportunidades de ha-blar, a distintas audiencias y con diversospropósitos(Staab, 1992) y crearestrategiasde abordaje de la lengua oral apoyadas entres pilares básicos:
la observaciónde los usos orales quetienen lugar en distintos
entornos de lacomunidad (familia, clubes, iglesias,supermercados, etc.), en los medios decomunicación, etc.;
la producción e interpretación de unaamplia variedad de textos
orales, y
la reflexiónacerca de los variados re-cursos que ofrece la lengua
(fónicos,morfosintácticos, léxicos y semánticos)para alcanzar distintas metas comunica-tivas (Abascal, 1993, 1995; NussbaumCapdevilla, 1995). PRINCIPALES DIFERENCIAS ENTRE LENGUAHABLADAY LENGUAESCRITA
Lengua hablada El uso de la oralidad es universal y su aprendizajeespontáneo
En el acto de habla los interlocutores comparten elmismo entorno
(salvo las comunicaciones a dis-tancia por medios tecnológicos: teléfono, graba-ciones, radio, etc.). La cooperación del receptor esmuy importante para construir el mensaje, hacercambios durante el proceso, bucear en la memoriapara precisar contenidos, mantener la meta de lacomunicación y para otros aspectos que inciden enla eficacia de la emisión.
Lengua escrita El uso de la escritura no es universal y se aprende,principalmente, en la escuela.
Los lectores no comparten (estrictamente) con el es-critor el espacio de
producción del texto escrito. Elescritor supone y “crea” un destinatario para su es-critura y lo tiene de alguna manera presente cuandoselecciona los recursos lingüísticos (palabras, cons-trucciones, oraciones), los tipos de texto, los regis-tros, los estilos, al construir el texto de acuerdo consus intencionalidades comunicativas. Pero, no se daen el acto de escribir el estímulo-respuesta inmedia-to ni el reajuste espontáneo que garantiza la presen-cia y la actuación del interlocutor.
Las diferencias entre lengua hablada y len-gua escrita enunciadas
anteriormente son gene-rales y admiten distintos matices de acuerdocon las tipologías de los textos. Hay textos ora-les (exposiciones) que manifiestan característi-cas de los escritos y hay otros cuyas normas di-fieren en gran medida de las que rigen la escri-tura (conversación).
La multiplicidad de usos comunicativos alos que debe responder
una lengua no puedenser abarcados por la gramática que hemos veni-do usando, y quizá no puedan ser abarcados porninguna gramática científica en sentido estricto. Pero, a nuestro entender, esto no es relevantedesde la perspectiva de la enseñanza de la len-gua en la escuela. Lo que sí interesa es que losconocimientos gramaticales que se impartan(gramática sometida a consideraciones pedagó-gicas y adaptaciones didácticas) sean pertinen-tes para la adquisición y desarrollo de saberesprácticos que permitan la organización del pen-samiento, el desarrollo de esquemas cogniti-vos, la trasmisión de ideas, la producción e in-terpretación de mensajes, en una amplia diver-sidad de situaciones comunicacionales. En el nivel de la f o r m a, se toman en cuentalas estructuras y reglas que constituyen el sistemade la lengua (gramática y vocabulario) no parahacer que los chicos memoricen definiciones os-curas, ambiguas y a veces incorrectas, o descri- ban estructuras, sino para que reflexionen acercade cuáles son las opciones que ofrecen los distin-tos recursos del sistema lingüístico, para expresa-mos de manera adecuada y eficaz. P.e. advertir laimportancia que tienen las distintas clases de ver-bos (verbos de eventos, verbos declarativos, ver-bos intencionales), los distintos tiempos (perfec-tos simples, imperfectos, presentes, futuros), losdistintos aspectos (puntuales, durativos) en el te-jido de una trama narrativa tanto de un relato co-tidiano como de un cuento de alta calidad litera-ria (Tolchinsky Landsmann, 1993).
Aprendizaje cooperativo. Trabajo en pe-queños grupos
heterogéneos con el fin de pro-ducir aprendizajes individuales. Se compartenlas metas y las recompensas, pero se dividen las tareas y los roles, lo que da lugar al aprendizajede habilidades interpersonales y sociales para eldesarrollo del repertorio lingüístico oral de losparticipantes: orientar el trabajo del grupo; reci-bir órdenes; escuchar opiniones, ideas; sinteti-zar propuestas; criticar ideas, opiniones, sindescalificar a las personas que las emiten; alen-tar a otros; pedir justificaciones, dar razones;defender puntos de vista, etc. “La palabra humana es más que simple vo-cabulario. Es palabra y...acción. Hablar no es unacto verdadero si no está al mismo tiempo aso-ciado con el derecho a la autoexpresión y a laexpresión de la realidad, de crear y de recrear,de decidir y elegir, y en última instancia partici-par del proceso histórico de la sociedad. En lasculturas del silencio, las masas son mudas, esdecir se les prohibe participar creativamente enlas transformaciones de su sociedad, y por endese les prohibe ser” (Freire, 1990:70).