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Era una hermosa tarde, fui hasta tu casa, toque tu puerta y saliste a atenderme, te

ve�as muy hermosa, un �ngel te envidiar�a.


Tome tu mano y te di un c�lido abrazo, sent� tu olor, penetr� hasta lo m�s profundo
de mi ser mir� tus ojos fijamente y te dije dulcemente al o�do ��qu� hermosa estas!

Despu�s te invite a mi para�so, nos dirigimos a una playa paradisiaca en una isla
solitaria, rodeada de palmeras bailarinas, lleg� la noche, nos instalamos en una
c�lida caba�a de palma y madera, te guie con mi mano, hasta la habitaci�n, te bese
muy apasionadamente y te tumb� en el lecho de blancas sabanas, mis manos
acariciaban tu cabello, tu cara.
Nos besamos muy apasionadamente, mientras tus manos me despojaban de mi ropa y yo
de la tuya, mis ojos se deleitaban con tan hermoso espect�culo, tu piel desnuda
brillaba con la luz de la luna, mientras temblaba al sentir el paso de mis curiosos
dedos sigilosamente como un gato.
Explor� con mi boca todo tu cuerpo, viaj� por valles y monta�as, llanuras y grutas
y me detuve en tu manantial de amor en donde beb�, hasta embriagarme.
Unimos nuestros cuerpos, nos fusionamos en una sola carne, alma y coraz�n, el sudor
refrigeraba la pasi�n desbordada, y mis labios cortaban tu agitada respiraci�n, me
ancle a tus caderas y me quede en tu puerto, refugio y descanso.
Nuestros cuerpos malabaristas, tomaron muchas poses, cada una m�s atrevida que la
anterior, desafiando las leyes de la f�sica y la gravedad, buscando la ideal para
desencadenar nuestro amor vital para as� llegar al cl�max total.
Me transportaste al cielo, con turbulentas sacudidas de caderas y humedad, para
caer despu�s en un �xtasis, atrapado en la m�s grande felicidad.

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