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De La Obediencia a Dios
La obediencia a Dios es el mandato más importante en la vida del
creyente. La obediencia no sucede de manera espontánea, se aprende y
ejerce mediante nuestras actitudes y acciones. En Hebreos 5.8 se nos
recuerda que incluso Jesús “por lo que padeció aprendió la obediencia”,
lo cual no significa que aprendió como consecuencia de haber sido
desobediente. Lo que la Biblia nos dice es que en todo momento el
Señor hizo la voluntad de su Padre celestial, y pagó el precio de ser
obediente al ir a la cruz (Jn 6.38).
La Obediencia a Dios
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¿Que es la Obediencia?
El término obediencia (con origen en el latín oboedientĭa), está
relacionado con el acto de obedecer, es decir, de respetar, acatar y
cumplir la voluntad de la autoridad o de quien manda.
Todo ser humano ha fallado ante esta misma prueba, pues nuestra
naturaleza nos impulsa a hacer lo que es de nuestro agrado. El Señor
nos ha dado muchas bendiciones, pero cada vez que nos pide que nos
despojemos de aquello que no le gusta, tratamos de encontrar excusas
para no hacerlo. Hay ocasiones en que hasta las usamos para justificar
nuestras rebeliones.
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Es decir, que afirma que el obedecer a su Padre celestial era lo que traía
satisfacción a su vida. No buscaba la aprobación de las multitudes que
venían a escucharle, sino que su alma se sentía satisfecha al complacer
al Padre celestial.
Es al obedecer a Dios que sentimos más gozo, pero en ocasiones
creemos que es mejor hacer lo que es de nuestro agrado. Puede que,
como consecuencia de nuestra obediencia, seamos malinterpretados,
perdamos nuestro empleo o seamos rechazados. Sin embargo, si le
obedecemos, disfrutaremos de sus bendiciones y sentiremos la
satisfacción de poder hacer la voluntad de Dios.
El ser obedientes también nos permite ser llenos con el Espíritu Santo.
Cuando estamos llenos del Espíritu, estamos en condiciones de poder
alcanzar a los no creyentes y ser un ejemplo para los que observan
como vivimos.
Alguien dirá: “Yo voy al templo. ¿No es eso suficiente? Primera Samuel
15:22 dice: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios”. El
ritual nunca puede reemplazar a la obediencia. En 1 Pedro 1 el apóstol
dice:”Ceñid los lomos de vuestro entendimiento” (v.13).