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Adolfo Calero Orozco

(Managua, 1899 - 1980) Escritor nicaragüense recordado especialmente como autor de la novela
Sangre santa (1944) y por su maestría en el relato breve. Estudió bachillerato en la Escuela Normal,
se tituló como maestro en el Instituto de Pedagogía y ejerció brevemente la docencia antes de partir
a Estados Unidos, donde prosiguió su formación en la Academia Militar de Claxon Roint y, más tarde,
en la Universidad Católica de Washington.

Adolfo Calero Orozco

De regreso a su país, fue profesor del Instituto Pedagógico y de la Escuela Normal de Institutoras,
dedicado a la formación de maestras de enseñanza primaria. En la década de 1920 empezó a ejercer
como periodista, publicando diversos artículos, crónicas y entrevistas en publicaciones de la capital.
Dirigió la revista Faces y Facetas y un programa de radio, escribió una columna diaria en La Prensa y
fue el único periodista que entrevistó a Sandino (en 1933).

Ejerció también como traductor en Estados Unidos y como publicista. Desde 1938 trabajó en la
compañía Hetch, Levis & Kahm, dedicada a la recogida y explotación de caucho, empleo que le
permitiría conocer a fondo la región noreste de Nicaragua, siguiendo el curso del río Coco.
Paralelamente cultivaba la creación literaria: publicó Sangre santa (1944) y numerosos relatos breves
que había ido escribiendo desde 1926. Elegido miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua,
fue enviado como representante de esta institución a Madrid en 1956, para tomar parte en el
Segundo Congreso de las Academias de Habla Hispana.

Adolfo Calero Orozco emprendió en la narrativa nicaragüense una renovación análoga a la que
protagonizaron en la poesía José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra. Figura destacada del
regionalismo, pobló sus cuentos con una galería de tipos humanos de la clase media nicaragüense
(tenderos, artesanos, maestros, oficinistas, costureras, empleados domésticos) y supo dotar a sus
relatos breves de un aliento de oralidad que hizo posible la inmediata identificación del lector
popular con su narrativa breve. A lo largo de su trayectoria fue reuniendo sus narraciones cortas en
Recortes varios (1926), Cuentos Pinoleros (1944), Cuentos nicaragüenses (1957) y Cuentos de aquí
no más (1964), que lo convirtieron en uno de los más destacados cultivadores del género en
Nicaragua.

Calero reflejó en sus relatos las formas de vida, los tipos humanos y el paisaje urbano o rural,
partiendo en ocasiones recuerdos de infancia, adolescencia y juventud, y logró manejar con
indudable pericia todo tipo de registros (desde el humorístico hasta el crítico, pasando por el
psicológico), con lo que sus escritos no presentan la plana irrelevancia de otras narraciones
regionalistas ancladas en el tipismo o el costumbrismo.
Su novela Sangre santa (1944) es uno de los primeros textos literarios nicaragüenses donde la guerra
no es contemplada como gloria o quintaesencia del heroísmo y otros valores patrios, sino como un
penoso testimonio de las miserias de la condición humana. El protagonista de la obra, Luis Castrillo,
evoluciona drásticamente a lo largo de la novela a medida que se va viendo implicado en esa guerra
civil que Adolfo Calero presenta como un episodio lamentable en la reciente historia de su pueblo.

Calero volvería a la novela con Éramos cuatro (publicada en una primera versión en 1977, y ampliada
notablemente en 1978). En plena vejez, ya a punto de alcanzar los ochenta años de edad, evocó en
esta obra la Managua de su juventud, en la que sitúa la peripecia de un grupo de amigos allá por los
años veinte. Escribió también algunas piezas teatrales y otros libros como Correrías líricas (1974) y
Así es Nicaragua (1976).

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