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Introducción
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Objetivos
➢ Repensar la evaluación como parte de la enseñanza y como práctica que
enlaza con la cultura común.
➢ Explorar los recursos que permiten producir información en Moodle para
evaluar la enseñanza y orientar los aprendizajes.
➢ Construir criterios e instrumentos de registro y acompañamiento
cuantitativos y cualitativos en medios digitales para el fortalecimiento de
las trayectorias de las y los estudiantes.
Contenidos
La cuestión de la evaluación
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Pero, tal vez, la dificultad más concreta para interrogar la evaluación como
práctica escolar resida en que, en ella, se ponen en juego imaginarios propios
del ámbito de las escuelas que, en su origen, son imaginarios sociales que
atraviesan a los sujetos. Hay sentidos en la sociedad que equiparan evaluación y
calificación (sobre este punto volveremos luego). En esta lógica, la “evaluación
escolar” funcionaría como un dispositivo que distribuye –y condensa– éxitos y
fracasos que parecieran decir quiénes somos y quiénes seremos en la escuela y,
a veces, fuera de ella. Necesitamos deconstruir estas ideas, ya que en la escuela
no evaluamos personas, sino procesos de enseñanza y de aprendizaje.
En esta dirección, queremos pensar la evaluación como una parte más del
encuentro entre generaciones que se produce en las escuelas, como otra
instancia del entramado que enlaza (o desenlaza) a los nuevos y las nuevas con
una comunidad y con la cultura común. Es muy probable que, en estas líneas (o
en este curso o en estos tiempos), no podamos resolver todos los problemas de
la evaluación escolar, aunque sí podamos construir algunos acuerdos que nos
permitan transitar mejor el territorio de la virtualidad en los extraños días de
pandemia.
Pero ¿por qué evaluamos? Una respuesta rápida, no por ello menos atenta,
podría ser que lo hacemos porque lo exige el marco normativo a partir de una
arquitectura administrativa que nos pide cierto número de calificaciones por
estudiante en distintos momentos de cada ciclo lectivo como parte de un plan de
evaluación. O sea que evaluaríamos porque la escuela acredita saberes y porque
la gradualidad y progresión de la organización curricular de la escuela así lo
requiere. Si bien son dos verdades indiscutibles, en realidad aquí estamos
respondiendo más bien por qué calificamos y por qué acreditamos, pero la
evaluación es mucho más que eso.
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docente. También es una cuestión de igualdad en tanto una práctica puede
reproducir desigualdades o agregarse como un modo típicamente escolar de
exclusión cuando funciona de puente, sin escalas, entre el origen de los y las
estudiantes y su destino, cuando transforma las desigualdades distributivas en
desigualdades educativas. Finalmente (el recuento no es exhaustivo), la
evaluación, así entendida, puede ser un ejercicio de poder, la renovación de una
distancia entre quien decide y quien no puede hacerlo, un pilar –no siempre
voluntario– de la autoridad docente tal y como la viven unos y otros.
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propia marcha. Y vemos emerger aquí el verdadero sentido de toda
evaluación que pretenda ser auténticamente educativa: permitir a quien
ha aprendido ‘saber que sabe’ y proseguir sus propios aprendizajes”
(Meirieu, 2016, p. 57)
Evaluar en la emergencia
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(Subsecretaría de Educación, 12/05/2020)
Uno de los motivos para no calificar ni acreditar –por el momento– tiene que ver
con que no están dadas las condiciones para hacerlo. La escuela en la virtualidad
no es igual a la escuela presencial; no hay un espejo que reproduce, lo que hay
es un territorio que se propone alternativo para sostener el aprendizaje, aunque
lo que se aprenda no sea lo mismo que en situaciones normales. Tampoco es la
misma porque esa mínima condición de igualdad que ofrece el aula (ese tiempo
suspendido de otras obligaciones, del trabajo productivo y las lógicas del capital
y que es igual para todos y todas cuando nos encontramos ahí) no puede ser
garantizada de la misma manera. Correríamos el riesgo, entonces, de estar
evaluando las condiciones de vida y de infraestructura de las comunidades en las
que viven los y las estudiantes –si tienen conectividad, estabilidad en la
conexión de luz; si cuentan con dispositivos, cuáles y de qué manera (¿es suyo o
comparten?, ¿hay adulto/a que pueda acompañar, apoyar, explicar?)– más que
sus aprendizajes. La calificación como tal, en este contexto, puede llevarnos a
penalizar las situación de desigualdad en vez de evaluar el desempeño de las
chicas y los chicos.
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Proponemos, por lo tanto, ampliar todavía más lo que entendemos por
evaluación y generar una temporalidad más larga a partir de mayores plazos
para los registros que se irán enhebrando en la trayectoria, con la intención de
darles tiempo a los y las estudiantes –y a sus familias–, de dar lugar a las
conexiones y las desconexiones. Una temporalidad que le dé información
importante tanto al/a la docente que registra que los chicos y las chicas pudieron
hacer la tarea como a aquel o aquella que encuentra que, aunque no pudo
enlazarlos en un primer momento, finalmente lo logró. Una temporalidad que
nos va a permitir acompañar a los y las estudiantes y ajustar nuestras
propuestas sin castigos por las condiciones de vida.
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recrear la enseñanza que son válidas para otras aulas también:
Para esa tarea tan importante, que nos permite identificar tanto una ausencia
prolongada como la falta de lectura o de participación en el aula, contamos con
los Reportes de la plataforma.
¿Qué uso hacemos de esa información precisa que nos brinda Moodle? ¿Qué me
dice ese dato sobre cada estudiante? Creemos que los reportes son una
herramienta muy eficaz si la pensamos en clave de instrumento que nos asiste a
la hora de garantizar el acceso y la permanencia de los y las estudiantes en la
escuela. También cuando la escuela se hace presente por otros medios.
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Pero ¿es suficiente la información sobre la periodicidad de accesos de cada
estudiante para tomar decisiones sobre la enseñanza en el aula virtual? Sin
duda, las características técnicas de Moodle nos facilitan el acceso a datos duros
(que se detallan más adelante cuando describimos los tipos de informe por aula
y por estudiante que podemos generar) que echan luz sobre la huella que va
dejando el/la estudiante en su paso por la plataforma. Aunque amplios, esos
datos no son suficientes para conocer en qué medida y de qué modo los y las
estudiantes han logrado implicarse en el proceso de aprendizaje.
¿Y el aprendizaje?
Como dijimos, Moodle nos ofrece una serie de datos como el acceso de cada
participante al aula. De modo preciso, podemos identificar con algunos clics qué
secciones (clases, foros, mensajería interna) han visitado o qué materiales se
han descargado; además, es posible determinar la frecuencia de ese acceso (en
qué momento del día y qué días de la semana ingresan las y los estudiantes,
etc.). ¿Cómo pueden ser útiles estos datos al/a la docente? Sirven para conocer
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cuáles son los temas, recursos y espacios que convocan la atención de los y las
estudiantes, por ejemplo; además, para reconocer cuál es el mejor momento
para subir un material nuevo o para intervenir en un foro; en el mismo sentido,
nos ayuda a pensar cuál es el formato más adecuado para ese material o
intervención y esos y esas estudiantes.
Sin embargo, ¿nos dice algo sobre la enseñanza y el aprendizaje? Podría darse la
situación de estudiantes que ingresan regularmente al aula virtual, revisan y
descargan los materiales, pero no interactúan con el resto de sus compañeras y
compañeros de manera frecuente o no presentan los trabajos planteados. Así
como en el aula de la escuela la asistencia regular a clase no garantiza un
proceso de aprendizaje rico, en el aula virtual tampoco los datos de acceso o
frecuencia nos dirán mucho sobre ese proceso. ¿Dónde buscamos esa
información, entonces? ¿Con qué indicadores contamos para conocer el progreso
de los aprendizajes de nuestros y nuestras estudiantes?
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La escucha (¿lectura?) atenta de la participación de niños, niñas, adolescentes y
jóvenes en las aulas virtuales será la que nos permitirá construir esos
indicadores. La entrega de una actividad o la resolución de un ejercicio nos dirán
mucho más que el informe de Moodle acerca de esos avances. Estaremos
atentos a las participaciones en los foros, a sus preguntas, a la expresión de una
duda o de una sensación. Esas posibles interacciones sucederán gracias a la
intervención del o de la docente, quien habilita, recupera y registra los
intercambios en el aula virtual.
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collage de fotos) contribuye a la consolidación de esa autonomía progresiva que
más arriba consignamos como condición de una enseñanza emancipadora.
Los informes en Moodle son un tipo de consulta que el/la administrador/a (en
este caso, el/la docente) le hace a la plataforma y que genera un reporte en
formato de planilla de cálculo para mostrar distintos movimientos que usuarios y
usuarias hacen dentro de la plataforma. Permiten contar con datos
cuantitativos que pueden resultar útiles, como señalamos, para el
reconocimiento de las posibilidades y hábitos de trabajo de nuestras y nuestros
estudiantes (horas en las que se conectan, documentos accedidos, cantidad de
accesos al aula, etc.). Estos datos duros, en diálogo con otros registros que irá
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tomando el/la docente, se transforman en insumos valiosos para acompañar y
orientar el recorrido de los y las estudiantes en un aula virtual.
Por ejemplo, puede ocurrir que un/a estudiante ingrese al aula, pero no participe
en los foros o que no haya completado la lectura de algún material que
consideramos central para la comprensión de un tema o la realización de
determinada actividad. Conocer ese dato nos ayudará a orientar de manera
específica y personalizada a ese/a estudiante para que conozca qué le falta
revisar, dónde le falta participar, cómo o cuándo sumarse a una tarea grupal.
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Acerca de las calificaciones
Aunque no sea tiempo de calificar, no deja de ser relevante que abordemos una
funcionalidad de Moodle que está orientada específicamente a esa tarea, ya que
es parte integrante del proceso de educación escolar en contexto de normalidad
y un recurso técnico que ofrece la plataforma y que debe ser tenido en cuenta.
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discutimos en el Módulo 2). Desde lo tecnológico, porque esa configuración de
indicadores de desempeño puede ser creada por el administrador del campus
escolar y, de este modo, hacerla disponible al mismo tiempo para todas las
aulas.
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estudiante lee más en línea, o sea, puede significar un modo de trabajo con los
materiales y, quizás, buenas condiciones de conectividad. Ingresos esporádicos
sin duración de la conexión pueden mostrar que el/la estudiante prefiere
descargar el material para leerlo fuera de línea (incluso imprimirlo); sin
embargo, en muchos casos, más que una elección puede ser una necesidad por
la precariedad de la conectividad disponible. En síntesis, es importante
interpretar con relatividad la información cuantitativa y considerar siempre el
contexto personal de cada estudiante y de cada comunidad.
Mientras más detallado sea ese registro, mayor utilidad tendrá cuando se lo
consulte. Pero, también es cierto, mayor detalle implica mayor esfuerzo y tiempo
en su preparación. El justo equilibrio entre ambos extremos es un punto que
cada equipo docente irá determinando en base a su experiencia, especialmente
en este contexto de pandemia donde cuidar y cuidarnos, evitando la sobrecarga
tanto para nosotros y nosotras como para los y las estudiantes, se vuelve tan
necesario.
Las herramientas para construir esos registros en medios digitales pueden ser
muy diversas y de mayor o menor complejidad. Una herramienta intermedia y
muy flexible es la Hoja de cálculo de Google, que permite confeccionar planillas
agregando pequeños comentarios combinados con códigos de colores y
expresiones cuantitativas y/o cualitativas de observación.
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➢ Porque se almacena en la web, lo que permite acceder a las hojas
incluso si se perdieran los datos de nuestras computadoras.
➢ Porque permiten trabajar con funciones que pueden ser muy útiles al
momento de sistematizar datos para analizar.
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través de los intercambios. Entonces, si un estudiante mencionó que en la zona
donde vive tiene dificultades de acceso a Internet, debemos tenerlo presente
porque tendrá una correlación directa con la posibilidad de participación efectiva
y cumplimiento de plazos, en caso de que los hubiera.
Manos a la obra
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Actividades
Les proponemos:
1. Ingresar al aula de práctica y probar el acceso y/o
descarga de diversos informes sobre la “huella digital”
propia registrada en ese espacio.
Objetivos de la actividad
La modalidad de participación
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colectivo en la institución y qué aspectos de complejidad
deberían sortear?
Objetivos de la actividad
Criterios de evaluación
➢ Participación en tiempo y forma.
➢ Integración de conceptos desarrollados a lo largo de
los cuatro módulos con análisis reflexivo en torno a su
aplicación en el contexto institucional.
➢ Claridad y síntesis de aportes en colaboración entre los
y las integrantes del grupo.
➢ Envío de la síntesis grupal, según los criterios
establecidos.
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(opcional)
Referencias
Buenos Aires. Subsecretaría de Educación. DGCyE. (2020, 12
de mayo). Enseñanza y evaluación. Tercera etapa de
cuarentena [Documento Base].
Buenos Aires. DGCyE. Dirección Provincial de Educación
Primaria. (2020). Circular Técnica N.° 2/2020.
Buenos Aires. DGCyE. Dirección Provincial de Educación
Secundaria. (2020). Circular Técnica N.° 2/2020.
Meirieu, P. (2016). Recuperar la pedagogía. De lugares
comunes a conceptos claves. Buenos Aires: Editorial
Paidós.
Southwell, M. (2013). Destinos y salidas: escuelas medias
frente a la desigualdad. En M. Southwell y A. Romano
(Comps.), La escuela y lo justo. Ensayos acerca de la
medida de lo posible. Gonnet: UNIPE Editorial
Universitaria.
Páginas Web
Moodle. Disponible en https://docs.moodle.org/
Imágenes
Argentina. Ministerio de Educación de la Nación (2015)
Presente. Retratos de la educación argentina. CABA:
Ministerio de Educación de la Nación.
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