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razones, primero porque no hay un solo rasgo descriptivo que compartan las formas de
conducta anormal. Segundo porque no existe un criterio de anormalidad que sea
suficiente. Y tercero porque no hay un límite claro entre la conducta normal y la
anormal, cómo se mencionó con anterioridad. A pesar de todo esto, la conducta que se
desvía de lo típico en un cierto contexto social se considera anormal, pese a que este
enfoque tiene en cuenta el entorno de la persona, es dependiente de las actitudes
morales y sociales dominantes. Teniendo en cuenta lo aclarado entre normalidad y
anormalidad, algunos autores desarrollan los siguientes términos:
• Autonormal: persona que es vista como normal por su propia sociedad.
• Autopatológico: persona que es vista como anormal por su propia sociedad.
• Heteronormal: persona que es vista como normal por los miembros de otra sociedad
que la observa.
• Heteropatológica: persona que es vista como inusual o patológica por los miembros
de otra sociedad que la observa.
Para concluir, la anormalidad y la normalidad sólo se pueden definir en términos de la
conformidad con la voluntad y el bienestar del grupo y en la capacidad de autogestión.
La gran problemática en definir una conducta normal y anormal se centra en determinar
cuáles son las características de cada una para tratar de hacer un diagnóstico correcto
dentro de los parámetros psicológicos. Una de las posibles dicotomías en el muchos
casos en el estudio de las conductas normales y anormales en la sociedad en la que
vivimos, es que la conducta que es aceptada tiene la cualidad de ser vista como
normal, a lo que esta fuera de los parámetros establecidos se le señala como anormal,
sin embargo hay que evaluar si hay anormalidades en la normalidad de las cosas.