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La disputa
Agregó que también obtenía otros ingresos en efectivo al comienzo de cada ruta
para subvencionar los gastos de viaje, que no constituían salario por acuerdo
entre las partes; que en su cuenta de ahorros no se consignó sumas destinadas a
cubrir gastos de viaje, combustible, tasas de uso o parqueadero, y que, conforme
a ello, su salario real ascendía a la suma de $1.846.346.
Al fallar el caso, el juzgado concluyó que los rubros que la empresa demandada
pagó al demandante a título de gastos de viaje, en realidad, constituían salario
por retribuir directamente sus servicios. Razón por la cual el pago final al
trabajador debía ser mayor a lo inicialmente pagado por la demandada.
¿Qué es el salario?
Chucho siguió en pie de lucha por sus derechos y, por medio de un apoderado,
interpuso un recurso de casación ante la Sala Civil de la Corte Suprema de
Justicia para anular el fallo del tribunal y obtener una indemnización tasada no en
el salario básico acordado sino en el salario que, decía, devengaba mensualmente:
$1.846.346.
La Corte comenzó por esclarecer qué es el salario y qué lo constituye. Por regla
general, en los términos de los artículos 127 del Código Sustantivo del Trabajo es
salario “todo lo que recibe el trabajador en dinero o en especie como
contraprestación directa del servicio, sea cualquiera la forma o denominación que
se adopte”.
¿Qué no es salario?
“(…) no son salario las sumas que entrega el empleador por causa distinta a la
puesta a disposición de la capacidad de trabajo. De esta forma, no son tal, (i) las
sumas recibidas por el trabajador en dinero o en especie, no para su beneficio
personal o enriquecer su patrimonio sino para desempeñar a cabalidad sus
funciones, tales como gastos de representación, medios de transporte, elementos
de trabajo y otros semejantes; (ii) las prestaciones sociales; (iii) el subsidio
familiar, las indemnizaciones, los viáticos accidentales y permanentes, estos
últimos en la parte destinada al transporte y representación; (iv) las sumas
ocasionales y entregadas por mera liberalidad del empleador que, desde luego, no
oculten o disimulen un propósito retributivo del trabajo”.
Asimismo, anotó la sentencia, es ajeno a la naturaleza de esos costos que sean las
propias partes –empleador y trabajador– las que “acuerden libremente” la
cuantía de los mismos, como se dejó fijado en el contrato laboral, pues esos
costos son fijos, determinables y ajenos a la voluntad de las partes, ya que ellos
no son los que definen la cantidad y precio del combustible requerido, el valor de
los peajes que se transitan y en general el monto de los costos que demanda la
conducción del vehículo.
Se demostró, además, que las tasas de uso o terminal, peajes o aseo del vehículo
eran pagados mediante “anticipo”, en efectivo, al inicio de cada viaje y
dependiendo de la naturaleza y distancia de la ruta correspondiente; y que otros
costos como el del combustible eran manejados por estaciones de servicio con las
que se tenía convenio, a través de la suscripción de vales, de modo que nunca
recibían dinero para tales efectos.
Al final, el disfrazar como gastos de viaje una parte del salario de su trabajador le
salió muy caro a la empresa. La Corte reajustó los valores fijados por el juzgado
y la condenó a pagarle al conductor $67.524.412 por conceptos de cesantía,
intereses de cesantía, vacaciones, primas de servicio, reliquidación de la
indemnización por despido sin justa causa, indemnización moratoria e
indemnización por no consignación de cesantía.