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Votaban todos y votaban todo. Cada voto valía por uno. El del crack y el del
suplente, el del DT y el del dirigente. Votaban todo lo que fuera colectivo. Si era
necesario concentrarse antes de los partidos. A qué hora viajar. Qué refuerzos
comprar. Qué jugadores debían irse. Se llegó a votar si se autorizaba a Walter
Casagrande a dejar el plantel en plena gira por Japón porque el delantero
extrañaba mucho a su novia. Los jugadores llegaron a designar a su propio
entrenador, Zé María. "Discutir y votar era casi un vicio. Votábamos hasta si el
autobús debía parar porque alguien quería hacer pis", ironizó una vez Sócrates,
líder de la "Democracia Corintiana" (sin la h). Así se llamó el fenómeno que impuso
el Corinthians, uno de los equipos más populares de Brasil, donde este domingo
se vota por un nuevo presidente. En 1982, Brasil llevaba casi dos décadas sin
democracia. "Cuando nadie podía votar -escribió el sociólogo Emir Sader-, los
jugadores de Corinthians conquistaron el derecho de decidir sobre sus rumbos."
Paulo Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, así se llama, debe
su primer nombre al filósofo griego. Su padre, que venía de una familia pobre y no
pudo estudiar de niño, era un autodidacta que, según Sócrates, "vivía en una
biblioteca". Leyendo La República, de Platón, llamó Sócrates a su hijo mayor. A los
siguientes les puso Sófocles y Sóstenes. Sócrates, doctor en Medicina, fue capitán
del formidable Brasil de España 82. En México 86, lucía en sus vinchas
inscripciones que decían "Paz" o "Reagan es un asesino". Falló un penal en la
definición de un inolvidable partido ante Francia. Fumador desde los trece años,
gran bebedor de cerveza, Sócrates, de pie pequeño (41) para su estatura (1,91),
fumaba en público y tampoco ocultaba su bohemia. "Héroe civilizador", lo
homenajeó en una canción Zé Miguel Wisnik. Afiliado al flamante PT, "Magrão",
como le decían de pequeño por su delgadez, compensaba su pobre estado físico
con un toque rápido y preciso. Tras su retiro, a los 33 años, se ofreció como
médico residente en un hospital público de Río de Janeiro. A los 50 años volvió a
jugar fútbol para un equipo de un barrio minero de Inglaterra (Garforth Town).
Escribe, está en la TV, produjo películas, tiene un Cineclub y un laboratorio de
análisis clínicos. El "mayor pensador" del fútbol brasileño, como fue llamado,
afirmó en 1984, ante más de un millón de personas, que si no había elecciones
directas se iría de Brasil. No las hubo. "O Doutor", como también le decían, se fue
a Fiorentina.