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¿De qué forma se podría considerar el derecho como una herramienta para

la construcción de la verdad?

El derecho se ha erigido como una disciplina (o una ciencia; el debate está sobre
la mesa) tendiente a resolver los conflictos que surgen entre las personas, y como
una forma de regular la sociedad a través de normas de obligatorio cumplimiento,
que a diferencia de otros entes de control social (religión, moral, ética) cuenta con
una posibilidad de obligar a alguien a hacer, dar o no hacer algo. Estas normas
mencionadas no son de obligatorio cumplimiento, o ante su inobservancia, no
existe método alguno para hacerlas cumplir forzadamente, pero el derecho si
cuenta con esa herramienta y es precisamente ese detalle el que marca una
diferencia abismal.
No obstante, y ante esa situación, la exigencia para la búsqueda de la justicia
dentro del derecho ha sido una carga demasiado pesada de llevar, esto es, hay
multiplicidad de reproche social en cuanto a las dudas que surgen sobre si el
derecho efectivamente es un mecanismo de hacer justicia. Ahora bien, el tema de
la justicia es absolutamente relativo, toda vez que no todos concebimos esa
institución de igual manera.
En ese orden de ideas, los conflictos, los litigios y las controversias en las cuales
se esté discutiendo una pretensión, van a ser sometidas a un proceso, momento
en el cual se le debe llevar al juez el conocimiento del caso, esto es, el intento por
reconstruirle, de la mejor manera, los hechos que dieron lugar al conflicto y
extenderle los argumentos del porqué debe fallar de cierta manera y no de otra. Es
un ejercicio procesal del derecho sustancial. Es en realidad en el proceso en el
cual se busca llegar a la verdad formal, que a veces puede coincidir con la verdad
material, y a veces no. Es que el proceso penal no es per se, una materialización
de la verdad material, toda vez que en ocasiones incluso le es accidental, ya que
la reconstrucción de los hechos está en cabeza de los actores que participan en el
procedimiento, y dependiendo de los intereses que representen, llevaran sus
posiciones más beneficiosas al juez para que tome su decisión. Ahora bien, es
posible que los actores fallen en su tarea de mostrarle al juez las circunstancias en
las cuales ocurrieron las vicisitudes que los convocaron, en consecuencia, la
decisión posiblemente no se acomode a la realidad de la ocurrencia de los
hechos, sin embargo, al final del ejercicio, el juez debe de fallar. Y no es que esté
de brazos atados, por lo mismo se han concebido herramientas auxiliares en aras
de poder construir un proceso más transparente, garantista y justo: las pruebas de
oficio (con los límites evidentes que esto comporta). . La decisión justa tiene que
basarse en aquella que es coherente con las pruebas legalmente allegadas al
proceso, toda vez que han sido las pruebas las que han intentado reconstruir la
verdad y llevarle el conocimiento al juez, y con base en las mismas, es que el
togado debe de fallar

Es evidente que existe una relación entre la verdad y la justicia. No obstante


solamente se materializará la justicia cuando de verdad se pueda guiar el proceso
a través del camino de la verdad, ya que es la verdad la que va a desembocar en
una decisión justa. No obstante se dice que la verdad puede serle a veces
esquivar proceso y pasa a ser un elemento de contingencia ya que se puede
alcanzar o no durante el proceso. Otros sostienen la existencia de la verdad de
forma ajena al proceso y que en aras de hacer justicia, deber del Juez encontrar Y
reconstruir esa verdad. Ese es el concepto de la verdad formal Que es un
impedimento a que la verdad sea sometida a acuerdos consensuales o a
disposición de las partes.
Es precisamente a través de todo el debate probatorio de un proceso en el cual se
va construyendo la verdad, pero la verdad formal, la verdad procesal, aquella con
la cual el juez va a tomar una decisión: es inundar al juzgador con información
relevante para satisfacer una pretensión. Ahora, en ese discurrir procesal y en ese
debate adversarial, la verdad real (lo que realmente ocurrió), se puede
distorsionar, y es posible que no tenga forma el juez de saber nunca realmente
eso, precisamente porque nunca estuvo ahí, en el lugar y momento de los hechos,
para percatarse de ello, y es por eso que debe fallar conforme a las pruebas que
logren demostrar los hechos que se alegan. Por ello, la verdad en el proceso
atiende a una reconstrucción de los hechos que hagan las partes y de la firmeza
con la que probatoriamente se sustenten esas aseveraciones factuales. Es un
concepto, como se dice anteriormente, ligado al de la justicia, que aparentemente
se materializa con la decisión del juez, porque precisamente es su labor: hacer
justicia. Sin embargo, el debate no pasa por si la decisión es justa y es la
reconstrucción de la verdad, sino que pasa es por el hecho de lo que
procesalmente se logró, y de si hubo una coherencia total entre los datos
suministrados al juez y su decisión. Si la decisión del juzgador está conforme a
derecho, atiende a lo que probatoriamente se logra demostrar y existe una carga
argumentativa los suficientemente fuerte, se puede decir que hubo justicia y se
reconstruyó la verdad, mucho más allá de que sea una representación real de lo
que haya ocurrido previamente.

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