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El manuscrito: la biblioteca
moná stica y catedrá tica
Wendy Betancourt
Reynaldo Valecillos
Luis Quiame
Jesús Molina
Caracas, 08 de noviembre
Introducción
Los monasterios se regían por reglas u órdenes que dieron grandes aportes a la
educación, entre ellas se pueden mencionar:
Con la llegada del monasterio se dio origen a una nueva sociedad llamada la
burguesía o ciudadanos, quienes optaban por un sistema de gobierno libre y elegido
por ellos mismo.
Para finalizar, tenemos uno de los aspectos más importantes del monasterio,
como lo fue la transmisión de cultura, pues los monjes no se dedicaban solo a la
oración, sino también al resguardo y copiado de libros. Para ello contaban con todo
un equipo de copistas, iluminadores y ligadores, que celosamente dedicaban hasta un
año a la reproducción de un manuscrito. Es esta transmisión cultural más la demanda
de educación formal a la que se enfrentaban las escuelas episcopales, lo que dieron
origen a las universidades y es allí donde radica toda la importancia del monasterio,
pues los estudiante ya no se conformaban solo con cantos y lecturas simples, ellos
querían mas información y por ende mayor conocimiento, lo que poco a poco va
abriendo camino a nuevas formas de vida y mejor calidad en la misma.
El monasterio
Es una casa o convento, ordinariamente fuera del poblado, donde habita una
comunidad de monjes. También se denomina de esta manera a cualquier casa de
religiosas o religiosos. Se dice que el monasterio se origino en el Oriente,
principalmente en los desiertos de Egipto, durante el siglo IV, con los núcleos de
ermitas que habitaban en pequeñas cabañas aisladas o en grutas naturales. Un siglo
después, estos monasterios comenzaron a tener habitaciones de uso común, como lo
eran las salas de rezos.
El monasterio y la educación
Por otro lado, Santo Domingo de Guzmán deduciría que una de las razones
importantes que alimentaba la herejía y la rebelión contra la Iglesia era la frecuente
inmoralidad y el lujo de riquezas con que vivían parte de las autoridades eclesiásticas,
lo que le convencería de que la predicación, para ser efectiva, debía ira acompañada
de su ejemplo de austeridad y pobreza, como fue el caso de los primeros apóstoles.
En 1215 Domingo solicitó del Papa la autorización para fundar una nueva orden,
hecho que consiguió un año después y que fue concedido por Honorio III.
Cuando Domingo muere en el año en 1221, existían ya más de sesenta conventos.
Aunque las enseñanzas de San Francisco son complejas, podemos resumir que
se basaban en la idea de la pobreza como virtud. Si en la Edad Media fueron
frecuentes los movimientos que trataban de ensalzar la pobreza como medida de
precaución ante el pecado o incluso como penitencia, Francisco entendía la pobreza
como una virtud que necesariamente debía generar alegría. Su ideal de extrema
austeridad se apoyaba en que Dios proveería de lo necesario a sus hijos.
Además, la pobreza debía ir unida al amor por los prójimos y al respeto de la
naturaleza.
Lo mismo que los libros de las bibliotecas monásticas, los de las bibliotecas
de los colegios solían ser utilizados in situ y estaban fijos por medio de cadenas; en
caso de préstamo, se debía de entregar otro libro en prenda. Sus existencias eran
incrementadas en gran parte por donativos de personas reales o aristócratas, altos
dignatarios eclesiásticos o profesores; especialmente la Haute-École de París fue
dotada espléndidamente. Poco a poco, a medida que fueron fundándose
Universidades a lo largo del siglo XIV, en Oxford y Cambridge, en Praga, etc., fueron
creciendo paralelamente las bibliotecas en ellas.
El monasterio y el manuscrito
El manuscrito
Tablillas
Entre los romanos eran muy conocidas; servianse de ellas para el aprendizaje
por los niños de la escritura para las primeras anotaciones en los contratos, para
cuentas, borradores, cartas y sobre todo, testamentos. Su disposición material era la
misma que en Grecia. Las había de una sola hoja y con un asa para colgarlas; pero
generalmente constaban de dos tablillas reunidas (Codex dúplex o “díptico“), de tres
(“tríptico“) de cinco (quintuplex) o de mas (Codex múltiple o “políptico”). Cada
tablilla se llamaba “cera” las más pequeñas recibían el nombre de codicillus o
pugilares se las usaba principalmente para la correspondencia. La ventaja de poderse
borrar lo escrito en ellas explica su empleo frecuente.
El papiro
Es una planta del orden de las ciperáceas, con tallo delgado, de sección
triangular y varios metros de altura; al henderlo se halla en su interior una serie de
filamentos que rodeados de una substancia pegajosa, se pueden extraer intactos en
toda su longitud. Estos hilos dispuestos en dos series la primera llamada scheda
sobrepuestas en Angulo recto entre si y convenientemente prensadas y puestas a secar
al sol, formaban el papel del papiro. La planta en cuestión crecía en lugares cálidos y
pantanosos, como las lagunas egipcias, las orillas de anapo, en Siracusa, etc.
Las hojas se cortaban en tiras del mismo formato, las cuales se pegaban unas a
otras, de izquierda a derecha y por el lado más ancho para obtener el rollo o
“volumen”. La página, que recibía generalmente dos columnas, tenia, por lo común,
la altura del tallo de la planta; el largo del rollo era más arbitrario; hay rollos que
contienen en su totalidad setenta y hasta cien columnas de escritura. Estas columnas
eran de diversa anchura, según los tiempos y lugares, frecuentemente con una ligera
inclinación a la izquierda. El rollo o volumen se guardaba en un estuche de
pergamino teñido a veces de rojo con el jugo del arandano .Un trozo de pergamino se
unía al rollo y llevaba escrito, en ocasiones con tinta roja, el título de la obra en el
mismo contenida.El lector sujetaba el volumen con su mano derecha, y lo iba
desenvolviendo con la izquierda; esta misma le servía para enrollar la parte del libro
ya leído.
Pergamino
Con anterioridad al siglo XIII la fabricación del pergamino fue tarea casi
exclusiva de los monasterios, donde los monjes realizaban en sus granjas todas las
operaciones necesarias para obtenerlo.
Papel
Llevado a España por los musulmanes, no parece haber sido usado entre los
cristianos antes de los siglos XIII y XIV sino excepcionalmente.
El primitivo papel fabricado por los musulmanes era una pasta homogénea
resultante de la trituración o molturación de trapos de lino y cuerdas de cáñamo.
Materiales que se reducían a delgadas laminas por medio de la presión y se desecaban
luego. Para rellenar los huecos, uniformar las irregularidades de su contextura y
satinar bien su superficie se recubría la pasta con una ligera capa glutinosa. Más tarde
se perfecciono la fabricación del modo siguiente: triturados los trapos en agua de
jabona, cuidadosamente dosificada, se obtenía una pasta más o menos espesa, la cual
se introducía en una cuba llena de agua, a una temperatura determinada.
Instrumentos Gráficos
Tintas
La usada por los antiguos para escribir en el papiro era la tinta negra, estaba
compuesta de negro humo mezclado con goma, en proporción según Dioscórides de
75 partes de la primera substancia y 25 de la segunda.
La tinta roja usada desde muy antiguo, se aplicó principalmente a la escritura
de iniciales y título, ora combinada con la negra con la de otros colores.
El Códice
El formato del rollo de papiro fue útil a los egipcios durante tres largos
milenios y durante uno a la cultura clásica. Permitía recoger textos de cierta extensión
en la garantía de integridad de la obra, tenia buena apariencia, resultaba grato al tacto,
se podía escribir fácilmente en él con tinta, borrar con agua lo escrito y embellecerlo
con ilustraciones en color. Además, no pesaba mucho, se sostenía en la mano y se
transportaba con facilidad. Es decir, poseía cualidades que le hacían superior a las
tabletas de arcilla usadas por los mesopotámicos y por los pueblos influidos por ellos.
Un gran inconveniente tenia para los que hoy trabajamos con libros, el tiempo
empleado en localizar un pasaje completo. Pero esta dificultad no era un problema tan
grande para los antiguos, pues las citas, muy frecuentes entre ellos, les hacían de
memoria, y naturalmente no solían ser exactas. Otros inconvenientes eran su
fragilidad, al desgarrarse fácilmente, la necesidad de utilizar las dos manos durante la
lectura, el riesgo de que se embrollara y la precisión de ser enrollado de nuevo al
terminar la lectura o para iniciarla. Además, su capacidad era limitada si se quería que
fuera manejable. Por ello la adopción, al final del Imperio romano de un nuevo
formato de libro, el códice de pergamino.
Esta fecha y este hecho pueden considerarse el inicio de la Edad Media, pues
el cambio del paganismo al cristianismo patrocinado por Constantino, justifica una
división histórica. La nueva religión, el cristianismo va a tener una intervención más
activa que el paganismo en la sociedad y va a tratar de dar a la vida de los hombres un
sentido religioso profundo.
Dividido en Imperio a la muerte de Teodosio (395 d.C.) en dos grandes
estados, el occidental, dirigido desde Roma, y el oriental, con capital en
Constantinopla, el primero desapareció a lo largo del siglo V como consecuencia de
las invasiones y asentamientos de pueblos barbaros en su territorio. El segundo fue
más afortunado y perduro durante un largo milenio, toda la Edad Media, hasta que la
capital y último resto de lo que fuera un gran imperio cayó en poder de los turcos
otomanos en 1453.
El copiado
El códice permitió a los escribas a utilizar una mesa o pupitre con el tablero
inclinado, para escribir en vez de poner la piel o el papiro, como se venía haciendo
desde los primeros tiempos, sobre las rodillas. Así pudieron copiar cuidadosamente,
sin prisa, los originales.
La letra utilizada en los códices durante los primeros tiempos continuó siendo
la uncial, pero en el siglo VIII se impuso un nuevo tipo, denominado minúscula,
quedando la uncial reservada para documentos solemnes, libros de la biblioteca
imperial, textos litúrgicos y libros destinados a la lectura en público y en voz alta. La
minúscula, por ser las letras de menor tamaño e ir unidas, así como por utilizar
frecuentes abreviaturas, es una escritura compacta, que ocupa menos espacio y que se
escribía con más facilidad y rapidez porque no había que dibujar cada una de las
letras por separado, como en la uncial.
Encuadernación e ilustración
El estilo predominante en el arte del libro de la baja Edad Media fue, como en
la escritura, el gótico. Su característica, entre otras, es el frecuente empleo de motivos
tomados de la arquitectura gótica, con su arco de ojiva. Las figuras no quedan
confundidas con los fondos, como era el caso en la ilustración románica, sino que se
destacan plásticamente de ellos, y las figuras humanas son, en el período más antiguo,
como podemos contemplar en las vidrieras de las iglesias góticas, altas y delgadas, de
hombros estrechos y largas manos y pies; más tarde se vuelven cada vez más
realistas. Lo mismo se aplica a las piedras preciosas, follaje, insectos y aves que sobre
un fondo de oro mate decoran los márgenes y que no ofrecen relación con las
iniciales, sino que forman amplias orlas independientes.
La biblioteca monástica
A pesar del arduo trabajo que se hacía con la copia de los manuscritos, es
importante mencionar que estas, no son copias fieles, contienen error o cambios
voluntarios debido a la eliminación de contenido profano. A más copias tenía un
manuscrito, mayor era la cantidad de errores que presentaba. Los más comunes eran:
Repetición (ditografía y duplografía) de letras, sílabas o palabras
enteras, por error involuntario.
Supresión (haplografía o homoioteleuton) de letras, palabras o párrafos
enteros, ya sea por despiste en la copia o por no considerarse pertinentes o adecuados.
Alteración, se cambia el orden de sílabas o palabras.
Sustitución, el copista cambia una palabra o frase por falta de
comprensión o por considerar que así resulta más clara.
La reforma cisterciense (1098) impone una nueva austeridad, por la cual los
libros no deben adoptar un excesivo lujo ni caer en el uso del oro o de las tintas de
colores.
A partir del siglo XI, la influencia de Cluny sobre los monasterios españoles
es apoyada por los monarcas (los navarros en primer lugar) para fomentar la unidad
religiosa, lo que marca el fin del rito mozárabe en el norte de la península.
La colección
Estos tomos solían poseer un valor material además del cultural y, si habían
pertenecido a algún santo, solían guardarse en los altares como si fueran reliquias.
También se usaban las compilaciones sueltas de algunos libros de la Biblia y las
versiones sencillas de las vidas de santos, ya que estos libros eran más cómodos y
útiles para la consulta cotidiana.
Entre los sabios bizantinos cuyo nombre haya llegado a nosotros se encuentra
Photios, que vivió en el siglo IX y nos ha dejado una valiosa imagen de la literatura
clásica en su bibliografía, Myriobiblon, en la que describe el contenido de unas 280
obras que componían su colección.
Conclusión
El monasterio, más que una edificación fue toda una característica de la edad
media, a pesar de originarse en pleno feudalismo, no se rigió por señoríos o vasallos sin que
esto significara inestabilidad económica para el monasterio.
Durante la época medieval se dio el auge de las doctrinas de muchos padres del
cristianismo, pues la mayoría de estos realizaban grandes aportes a la educación y la
convivencia de los monjes. San Benito de Nursia, por ejemplo, otorgo su orden benedictina,
la cual fue basada en la orden de San Agustín y durante el imperio de Carlomagno fue la
única orden que siguieron los monasterios. Otro personaje fue Santo Domingo de Guzmán,
quien fomento la teología en las universidades; o Cluny con la profundización, oposición y
modificación de la orden benedictina.
No se puede cerrar esta investigación sin resaltar el valor que el monasterio le dio a
libros, pues gracias a su dedicación y la orden benedictina, se dirigieron incontables horas al
copiado de libros, para que otros monasterios también pudiesen tener acceso a la
información expuesta en los manuscritos, y aunque este trabajo no dio origen al negocio de
la librería (como si lo hizo la llegada de las universidades), si le dio la bienvenida a las
grandes bibliotecas, pues cada vez era mayor el volumen de libros que se manejaba.
Fuentes consultadas