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INSTITUTO BIBLICO VALENCIA

METODOLOGIA BIBLICA

ESTUDIANTES: LEONARD NOGUERA

ROSA HEREDIA

CI 24.462.104

PROFESOR: Joel Díaz

SECCION: SABATINO A
DISPOSICIONES NECESARIAS PARA EL
ESTUDIO DE LA BIBLIA

Así como para apreciar debidamente la poesía, la música, la


pintura o el arte se requiere poseer un sentimiento especial
hacia lo bello, lo poético y lo artístico, también es muy
importante tener una disposición, aprecio y actitud especial
para el estudio provechoso de la Biblia. Una persona
irreverente, ligera, impaciente e imprudente, jamás podrá
estudiar y entender un libro tan profundo y espiritual como la
Biblia. Una persona así juzgará el contenido de la escritura
como un ciego distingue los colores; equivocadamente. Para
estudiar y comprender la Biblia se necesita, por lo menos las
siguientes disposiciones:

1) Espíritu respetuoso. El principio de la sabiduría es el


temor de Jehová. Prov 1: 7

Temer a Dios significa honrarlo, reverenciar a Dios, darle el


lugar que le corresponde, tener un conocimiento correcto
acerca de Dios y actuar conforme a ese concepto, en todo lo
que tenga que ver con él. Solo conociendo a Dios
personalmente es que se le puede honrar o temer; Quien
conoce a Dios tiene temor de Dios, y quien tiene temor de
Dios tiene abiertas las puertas de la sabiduría y el
entendimiento, para así, comprender su Palabra.

La Biblia es la revelación del Omnipotente (todo poderoso),


es el milagro permanente de Dios, es el código divino por el
cual seremos juzgados algún día, es el Testamento firmado
con la sangre de Cristo. Con todo lo que contiene y significa
la Biblia, el hombre irreverente se hallara como el ciego ante
el más bello paisaje, no lo apreciara ni valorará. Estudie la
Biblia con un sentido de humildad y reverencia, tenga siempre
presente que lo que esta leyendo no es cualquier libro, es la
misma Palabra del Dios que lo creo a usted y le da el aliento
para vivir.

Dice Jehová; miraré a aquel que es pobre y humilde de


espíritu, y que tiembla a mi palabra. Is 66: 2

2) Espíritu dócil
La persona que es obstinada y terca nunca aprende; cuando
alguien no esta dispuesto a hacer a un lado sus ideas
personales o preferidas, dejar lo que antes le enseñaron, o
piensa que sabe mucho, jamás aprenderá algo de la palabra de
Dios. Cuando usted lea la Escritura, mantenga su mente
abierta y libre de prejuicios, para recibir y aprender algo
nuevo que tal vez usted entendía de otro modo; disponga su
corazón a aceptar la enseñanza y la corrección haciendo a un
lado cualquier idea que usted tenga contraria a lo que lee en la
Biblia.

Antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como


está escrito... Romanos 3: 4 El hombre animal no percibe las
cosas que son del Espíritu de Dios... 1 Corintios 2: 14

3) Pasión por la verdad


El hombre por naturaleza no posee esa pasión, carece de un
corazón deseoso de conocer la verdad al contrario huye de la
verdad espiritual y abrasa con ansia la mentira y el error.
Quien se acerca a la Biblia debe tener este deseo inmenso de
conocer la verdad, aún cuando esta duela.

Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía,


envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién
nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación. 1 Pedro 2:1,2

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,


porque ellos serán saciados. Mateo 5: 6

4) Prudencia y sentido común


Tener una mente sana y libre de prejuicios e ideas
extravagantes, es indispensable para todo el que quiera
entender la Biblia. De vez en cuando en nuestro recorrido por
las paginas de la Biblia, nos encontraremos con pasajes
obscuros, textos difíciles de entender o simbólicos; el lector
que tiene una mente fantasiosa o sin escrúpulos, llegara a las
más ridículas conclusiones; distorsionando, torciendo,
desviando y mal interpretando las Escrituras, dando rienda
suelta a su imaginación o buscando respaldar con la Biblia sus
propias ideas y conceptos personales. Es capaz hasta de forzar
las Escrituras para que estas apoyen su manera de pensar, sus
enseñanzas, o sus doctrinas. Un ejemplo de esta clase de
personas son los testigos de Jehová, los mormones, los
aronistas, y uno que otro despistado de los que nunca faltan.

5) Ser disciplinado en el estudio


Jesús nos dejo el mandamiento de “escudriñar las escrituras”.
La palabra escudriñar significa: estudiar con mucho cuidado,
investigar con detalle, examinar minuciosamente; Buscar con
mucho empeño, investigar con inmenso interés y deseo de
aprender y alcanzar conocimiento. Utilizando nuestro
lenguaje común, y expresado en términos conocidos para
nosotros, este mandamiento de “escudriñar las escrituras”,
según el significado de la palabra “escudriñar”, pudiera
interpretarse de la siguiente manera:

<>
La lectura constituye el fundamento de todo aprendizaje; se
dice que: “si sabes leer, puedes aprender cualquier cosa”. Por
esto, quien quiera estudiar la Biblia, tendrá que adquirir la
capacidad de leer bastante, y la disciplina de hacerlo
constantemente. El estudio Bíblico es esencial para crecer en
conocimiento y aprender mas de Dios, y todo lo que tenga que
ver con él. La practica de leer en forma regular las escrituras
es lo que lleva al lector a convertirse en estudiante; que es
precisamente lo que Cristo quiso decir con eso de “escudriñad
las escrituras”. La lectura diaria de la Biblia es para la vida
espiritual, lo que el alimento diario para la vida física. Así
como necesitamos comer diariamente para mantener el nivel
de energía, también el hombre espiritual ha de alimentarse en
forma regular con la Palabra de Dios. Fijar una hora
determinada para estudiar todos los días y sujetarse a ella
fielmente es un requisito indispensable, ya que las buenas
intenciones por si solas muy pocas veces se realizan; el ser
disciplinado en la lectura y estudio de la Biblia nos evitara de
ser lectores ocasionales, lo cual trae muy pocos beneficios.
Principios para el estudio bíblico
Examine (Jn. 5:39)
Existen muchas formas de lectura descuidada y desatenta.
Coleridge clasificó a los lectores en cuatro clases. «La
primera clase fue comparada a un reloj de arena, siendo su
lectura como la arena que atraviesa de un lado para otro y no
deja ningún vestigio tras sí. La segunda clase se asemeja a una
esponja que empapa todas las cosas y las devuelve
prácticamente de la misma manera. La tercera clase es como
un colador, que deja pasar todo lo que es puro y retiene sólo el
desperdicio y los sedimentos. La cuarta clase es como el
esclavo de Golconda, que deja de lado todo lo que es sin
valor, conservando sólo las piedras preciosas». O tal vez
debiésemos comparar la cuarta clase con una batea de minero
usada para retener el metal puro mientras la escoria es
rechazada.

La única lectura provechosa de la palabra de Dios es una


lectura minuciosa. La palabra traducida como «escudriñad»
en el quinto capítulo del Evangelio de Juan es enfática e
intensa: ella significa literalmente «mirar cuidadosamente»,
como un animal salvaje examina la arena para encontrar las
pisadas de un cachorro perdido. La Biblia está llena de tesoros
escondidos para ser buscados como el mercader que buscaba
perlas de gran precio. Ellos no son revelados a lectores
indiferentes y superficiales.
La verdadera belleza de un pasaje de las Escrituras no se
encuentra en la superficie, ni se revela al mirar
descuidadamente. Un fragmento de cristal, al principio sin
brillo y sin interés, al ser girado en la mano y alcanzado por
un haz de luz revela diversos colores y un brillo maravilloso.
Un fragmento de las Escrituras que es monótono y muerto
para un lector superficial, en las manos de un estudiante
devoto se vuelve maravilloso y bello. Él lo mirará y lo volverá
a mirar, inspeccionándolo bajo todos los ángulos, hasta que la
luz de Dios penetre, haciendo relucir la belleza de los
atributos divinos. Miguel Ángel, examinando el trabajo de
uno de sus estudiantes, tomó un lápiz y escribió en él una
palabra: «amplius» – ampliar. Aquella palabra necesita ser
escrita sobre todos nuestros estudios de las Escrituras.

Medite (Sal. 1:2)


El proceso de reflexión en actitud de oración –pensamiento
prolongado y concentrado– es el secreto para el verdadero
conocimiento de la Palabra. Debe haber un proceso de
inspiración, inundación, transfusión de todo nuestro ser con la
Palabra divina, y eso consiste en meditación piadosa. Todo
nuestro ser debe estar inmerso en las Escrituras hasta que ella
penetre y permee la totalidad de nuestra vida; hasta que la
mente sea saturada con pensamientos santos, el corazón con
sentimientos santos, la memoria con asociaciones santas. Eso
nos capacita para vencer el mal con el bien.

El Dr. Chalmers, viajando en una diligencia al lado del


conductor, dice: «John, ¿por qué usted azuza aquel caballo de
guía con el chasquido de su látigo?». «Muy sencillo», dice él,
«hay una roca blanca, que el caballo teme. Con el chasquido
de mi látigo y el dolor en sus patas quiero distraerlo de ese
temor». Cuando Chalmers llegó a casa, trabajó con la idea, y
escribió «El Poder Expulsivo de un Nuevo Afecto».2

Grande es el poder expansivo y expulsivo de la palabra de


Dios cuando ella habita en un alma. La absorción mental es la
verdadera ley de posesión y conquista. En la mente permeada
con la propia Verdad de Dios no hay lugar para pensamientos
bajos y, especialmente, corrompidos. La tentación no halla
lugar en un corazón ya cautivado por las cosas divinas. La
meditación en la Palabra de Dios produce aquella mente
espiritual que es exactamente lo opuesto de la mente carnal, y
es el secreto de la vida y la paz.

Compare (1 Co. 2:13)


El Dr. A. J. Gordon compara las enseñanzas de la Escritura
con un rompecabezas cuyas piezas están diseminadas por toda
la Palabra, que necesitan ser colocadas juntas, lado a lado,
ajustadas y unidas, para que puedan presentar una única y
completa visión de la verdad. Al aplicar este método, el
estudiante cuidadoso alcanzará, no sólo el más elevado placer,
sino también el más alto provecho. Casi toda herejía puede
apropiarse de textos aislados de las Escrituras y, así «hasta el
mismo diablo puede citar las Escrituras para sus intereses»;
pero cuando las cosas espirituales son comparadas con las
espirituales ellas se complementan, sustentándose e
ilustrándose mutuamente.

Tome, por ejemplo, la «vida eterna» como es expuesta en el


evangelio de Juan. Comience con la primera mención de vida
en el cuarto versículo del primer capítulo y siga el proceso y
desarrollo de este gran pensamiento y tema hasta llegar al
vigésimo capítulo, versículo treinta y uno, donde todas las
enseñanzas de este evangelio sublime están resumidas en una
sentencia. Serán descubiertas, en cada etapa, nuevos y bellos
aspectos de la verdad completa. Acuérdese de la historia de
Miguel Ángel y del «Cupido adormecido», cuyos varios
miembros separados y enterrados, pero posteriormente
restaurados, vinieron a formar la bella estatua.

Algunos métodos
Estos son los principios generales sobre los cuales la Palabra
de Dios aconseja al lector sincero a proseguir su estudio.
Además de esos tres, hay algunos métodos obvios para hojear
de forma provechosa el contenido de la Biblia, que deben ser
observados cuidadosamente.

Entre todos ellos, ninguno es más importante que descubrir el


propósito exacto y finalidad de cada libro. Saber quién lo
escribió, dónde y cuándo fue escrito, en qué circunstancias y
para qué finalidad, es como lanzar un torrente de luz sobre
cada capítulo y versículo. Por lo tanto, el obispo Percy dice
que «entender el propósito específico de cada libro es el mejor
comentario, y eso convierte cualquiera otro en innecesario».
Es comparable al auxilio que un mapa ofrece al viajero.

Habiendo encontrado el significado de cada libro como un


todo, estamos preparados para examinar cada detalle,
examinar cada versículo y determinar su relación con el gran
propósito general para el cual el libro fue escrito y las
circunstancias en las cuales fue compuesto. Saber que Pablo
escribió en Éfeso la primera epístola a los Corintios puede
ayudarnos a entender aquel tercer capítulo, donde oro, plata y
piedras preciosas de la gran celebridad de Diana son
contrastados con la madera, el heno y la hojarasca de las
cabañas del pobre despreciable. En la Epístola a los Hebreos
esperamos encontrar muchas referencias a las maneras, las
costumbres, ritos y ceremonias judías; y algunas cosas que en
él podrían ser piedras de tropiezo a los lectores gentiles, se
tornan marcos para los creyentes hebreos.
No debemos olvidar que cada paso en el estudio bíblico debe
ser seguido inteligentemente. No debemos ir más rápido o
más allá de lo que comprendemos. «¿Entiendes lo que lees?».
De la misma manera que en la alimentación, lo que determina
el valor nutritivo no es la cantidad ni siquiera la calidad de la
comida sino nuestro poder y capacidad de apropiarla y
asimilarla. Así también el provecho del estudio de la Biblia no
depende de cuánto leemos, sino de cuánto entendemos,
recibimos e incorporamos en nosotros mismos. Un versículo
plenamente comprendido, que sea el agente que abrigue un
nuevo pensamiento en la mente, un nuevo gozo en el corazón,
un nuevo propósito de vida, vale más que cien capítulos leídos
apresuradamente, inconscientemente, que no dejan ninguna
marca. Es recompensador hacer todo de manera intensa y
profunda, especialmente el estudio bíblico.

Este libro debe ser juzgado por su objetivo. Él es el resultado


de la búsqueda del autor de las claves que abran la Palabra de
Dios. Palabras-clave y el texto correspondiente son
presentados como un índice general para el contenido de cada
libro, los aspectos principales aparecen en el primer párrafo,
al paso que los detalles menores y divisiones son presentados
en párrafos siguientes.3
Antes de concluir esta introducción, llamamos la atención de
nuestro lector los doce símbolos principales escogidos en la
Palabra de Dios para representar su utilidad y amplitud de
aplicación en todas nuestras necesidades. Nosotros los
clasificamos en siete divisiones:

1. El espejo, para mostrarnos cómo somos y podemos ser


(Stgo. 1:25)
2. El lavatorio, para lavar nuestros pecados e impurezas (Ef.
5:26)
3. La lámpara y la luz, para guiarnos en el camino recto (Sal.
119:105)
4. La leche, el pan, alimento sólido y miel – dando sustento y
satisfacción al creyente en todas las etapas del desarrollo
espiritual (Heb. 5:12-14; Sal. 19:10, etc.)
5. El oro purificado, para enriquecernos con tesoros
celestiales (Sal. 19:10)
6. El fuego, martillo, espada, para ser usados en el trabajo y
batalla de la vida (Jer. 23:29; Heb. 4:12; Ef. 6:17).
7. La simiente, para engendrar almas a imagen de Dios y
plantar campos para la cosecha de Dios (Stgo. 1:18; 1 P. 1:23;
Mt. 13).

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