Las evoluciones culturales y de consumo ha llevado al mercado a tomar nuevas direcciones y establecerse en “ecosistemas” que eran desconocidos e inimaginables hace 15 años. Estos nuevos espacios (tanto físicos como digitales) han obligado a los identificadores de marca como logosímbolos, isologos etc., a convertirse en marcas flexibles que se distancian de la imagen estática de marca tradicional.
Ahora, una marca no solo es la imagen que
acompaña su producto para ser identificado, sino un universo que habla con lenguaje propio y es capaz de habitar diversos espacios como una oficina, una pared, un producto, una placa, una hoja de papel o una pantalla de un celular.