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HISTÓRICA Y LITERARIA DE LA
ANTIGÜEDAD CLÁSICA Y DEL MEDIEVO
MIGUEL LUQUE TALAVÁN*
4 Se entiende por cartografía histórica (= mapa) la representación en imágenes de una realidad geo-
gráfica; mientras que por cartografía literaria, se entiende la descripción de un espacio en un texto,
pero sin que haya una imagen del mismo.
5 Para ello nos iremos deteniendo en el análisis de algunas de las joyas cartográficas del periodo estu-
diado, debiendo advertir que se trata tan sólo de una selección no exhaustiva de todo el material exis-
tente.
6 CRESPO TOBARRA, 2001a, p. 44-47.
LA LLAMADA DEL ORIENTE EN LA CARTOGRAFÍA 155
7 “(…); este tipo de mapa-disco, que enlaza con la tradición babilónica, tuvo una larga descendencia
en las representaciones del “orbis terrarum” en el mundo clásico” (LÍTER; SANCHÍS; HERRERO, 1992,
pp. 8-12. Ibídem, p. 10).
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10 Biblioteca Vaticana (Roma). Vat. MS gr.699, fol. 40v. Reproducido en: EDSON, 1999, p. 146, figu-
ra 8.1. Ibídem, pp. 145-149.
11 LECOQ, 1989, pp. 9-31.
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12 Así figura, junto a la imagen de un león, en el mapa sajón (c. 1050), conservado en The British
Library (Londres). BL Cotton MS Tiberius B.V.1., fol. 56v. Reproducido en: EDSON, 1999, p. 8, figu-
ra 1.5.
13 “El tipo de mapamundi romano sigue el modelo circular de los geógrafos jonios, que
habían usado Anaxágoras y Hecateo de Mileto, y que fue común en la Edad Antigua, sin
incorporar ninguna de las aportaciones cartográficas de los alejandrinos” (LÍTER; SANCHÍS;
HERRERO, 1992, p. 12).
14 Ibídem, p. 12.
LA LLAMADA DEL ORIENTE EN LA CARTOGRAFÍA 159
15 “La imagen se delinea, pues, en la forma perfecta y sin fin del círculo, reflejo de la eternidad y de
la perfección divinas: Terrarum orbis, con cuya sigla, TO, se designa este tipo de carta universal.
Dentro del círculo representado por la letra O está la tripartición del mundo, correspondiente a la
Trinidad, además de a la división antigua de la ecúmene por los tres hijos de Noé (para Sem Asia, para
Cam África y para Jafet Europa), descrita en el Génesis (IX, 9). Estas síntesis concluye en una armo-
nía escatológica, mediante la asimilación de la T al símbolo de la tau de la Cruz salvadora de Cristo y
a través de la organización del espacio habitado en torno a un centro teológico, elegido como tal a par-
tir del siglo XI, Jerusalén. El Mediterráneo antiguo, predestinado a la difusión del Evangelio, funcio-
na como eje de toda la construcción” (MAPAMUNDI CATALÁN ESTENSE, [1996], pp. 26-27).
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tamaño, caso del que figura en el Libro XIV.2, de las citadas Etymologiae,
conservado éste en The British Library (Londres)16. De la época clásica se
heredó la toponimia y parte del catálogo de seres fantásticos que van a per-
vivir hasta la Era de los Descubrimientos.
Este tipo de mapa, denominado tripartito por incluir los tres conti-
nentes, convivió con el denominado cuatripartito. En ellos, en la parte
superior se sitúa Asia y abajo, separada por el Don y el Nilo, Europa y
África, éstas a su vez divididas por el Mediterráneo. A la derecha del espec-
tador, y separado de Asia y África por una masa de agua oceánica, se sitúa
la Terra Incognita o Terra australis. Todo el conjunto de tierras emergidas
aparece rodeado por un océano17.
De especial interés son los mapas denominados zonales, donde lo que
16 The British Library (Londres). BL MS Harl. 2660, fol. 123v. Reproducido en: EDSON, 1999, p.
5, figura 1.2.
17 No fue hasta los primeros años del siglo XVII, momento en el que la España de los Austrias
llegaba a los límites de su auge imperial, cuando se llevó a cabo una última, y fallida, expedición his-
pánica a los confines del Mar del Sur en busca del cuarto continente austral. El responsable de esta
expedición era un navegante luso de nombre Pedro Fernández de Quirós (1565 aprox. - 1615). En
términos de proeza marítima, su mayor hazaña durante el viaje fue haber llevado sus tres barcos
hasta la gran bahía de una isla conocida desde entonces como Espíritu Santo -hoy esta isla forma
parte del archipiélago de Vanuatu-. No obstante, en términos de su legado histórico, el mayor apor-
te de Fernández de Quirós fue una larga serie de memoriales en los que plasmó, post facto, una
visión utópica de aquella tierra austral. De aquella nueva Arcadia. El viaje que emprendió
Fernández de Quirós por el océano Pacífico al principio del siglo diecisiete tuvo como principal
propósito el develar, por vez primera, la cuarta pars incognita, el gran continente austral, cuya exis-
tencia era dada por incontrovertible por parte de una mayoría de cosmógrafos renacentistas -quie-
nes, a su vez, se alimentaban de la imaginación geográfica de la Antigüedad-. Véase, por ejemplo, el
Mappa Mundi de 1566 de Giovanni Cimmerlino, que está fundamentado, a su vez, en un Cartulano
de Oronce Finé, fechado en 1534. Asimismo, es interesante detenerse en el Theatrum orbis terra-
rum de Abraham Ortelius (1570). Su firme creencia en la existencia del continente austral nos la
confirman las especulaciones que éste profirió con respecto de los orígenes prehistóricos de los habi-
tantes autóctonos de las islas marquesas y el archipiélago de Tuamotu -en la Polinesia oriental-. En
estas circunstancias, el deseo mayor del navegante luso era poder reclamar la gloria y honor inmor-
tales que resultarían de ser identificado como el descubridor de la mítica Terra australis nondum cog-
nita. Varios autores han trazado varias rutas a seguir en la investigación sobre este personaje y su
entorno. Entre ellos podemos citar las valiosas contribuciones de Annie Baert, José Manuel
Gómez-Tabanera o Francisco Mellén Blanco. De igual forma pueden consultarse: LUQUE
TALAVÁN; MONDRAGÓN [PÉREZ-GROVAS], 2005, pp. 133-148. LUQUE TALAVÁN; MONDRAGÓN
PÉREZ-GROVAS, 2006, pp. 351-380.
LA LLAMADA DEL ORIENTE EN LA CARTOGRAFÍA 161
se representa son las regiones climáticas del globo, desde la zona fría, a la
tórrida, pasando por la templada. Estos mapas, legados de la Antigüedad,
fueron incorporados al acervo cultural medieval a través de la obra de
Macrobio, Commentary on the Dream of Scipio (siglo IX). En la carta 9, del
Libro II, puede verse su magnífico mapa, actualmente conservado en The
British Library (Londres)18.
Otros mapas medievales muy importantes son los que aparecen ilu-
minando los beatos. En ellos, Asia continúa apareciendo en la parte supe-
rior de la representación y, como decoración, figuran escenas de Adán y
Eva tentados por la serpiente en el Paraíso Terrenal, así como de Jerusalén.
Es el caso del mapamundi que se halla en el Comentario al Apocalipsis, de
Beato -siglo XI-, conservado igualmente en la Biblioteca Nacional
(Madrid)19.
De gran belleza y riqueza descriptiva son los mapas de Asia -orienta-
do con el este en la parte superior, mostrando el océano Índico- y de
Palestina que ilustran el Liber locorum de San Jerónimo, hecho en el siglo
XII. Ambos ejemplares están repletos de alusiones a lugares mencionados en
la Biblia20.
Ocurre esto también en el mapamundi de Hereford, del siglo XIII,
donde -entre sus cerca de 500 imágenes- aparecen pintadas numerosas refe-
rencias a personajes y sucesos bíblicos. Tanto es así, que el área de Palestina
está a mayor tamaño que el resto de la composición para resaltar su impor-
tancia. Verdadera enciclopedia de la imagen del mundo en el medievo, en él,
podemos ver -entre otros-: el Jardín del Edén, a la mujer de Lot mirando las
ciudades de Sodoma y Gomorra, el arca de Noé -ubicada según la tradición
en el monte Ararat-, la Torre de Babel, etc… De igual forma tiene imágenes
de animales del bestiario medieval, de animales verdaderos y de animales
18 The British Library (Londres). BL MS Harl. 2772, fol. 70v. Reproducido en: EDSON, 1999, p. 6, figu-
ra 1.4.
19 LÍTER; SANCHÍS; HERRERO, 1992, pp. 12-13.
20 The British Library (Londres). BL Add. MS 10049, fols 64 r-v. Reproducido en: EDSON, 1999, p.
6, figura 2.3. Ibídem, pp. 26-30.
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Detalle del Extremo Oriente en el Atlas de Abraham y Jafuda Cresques de 1375 (Bibliothèque
nationale de France. París)
China, realizó su viaje entre 1316 ó 1318 y 1330. Conti entre 1415 y 1439.
Y los Adorno en 1491, llegando hasta Sumatra. Todos ellos describieron
costumbres, ritos, paisajes, producciones y naturaleza de los lugares visita-
dos25.
Personaje de singular inte-
rés, por su vida y por su itinera-
rio, es el judío Benjamín b. Yonah
de Tudela (segunda mitad del siglo
XII). De enigmática vida y buena
formación, decidió emprender un
viaje con una finalidad que se des-
conoce -tal vez fuera comerciante
de piedras preciosas-. El inicio del
mismo se sitúa entre 1159 y 1167,
mientras que el retorno debió
hacerse entre 1172-1173. Tudela
llegó a visitar 190 ciudades euro-
peas y orientales, dejando una cró-
nica de su viaje, en la que el autor
presta una especial atención a la
vida de las comunidades judías
asentadas en las mismas. Visitó el
sur de Francia, Italia, Grecia,
Constantinopla, Chipre, Tierra
Santa, Bagdad, Egipto y Sicilia; y
es posible que también viajara por
Yu Ji Tu, mapa chino grabado en una piedra, 1137, las tierras de Mesopotamia y de
arriba, e interpretación del mismo, izda. Persia26. El caudal de datos conte-
Parte oriental del Mapamundi árabe de Al Idrisí (Bodleian Library. Oxford, Reino Unido)
27 TUDELA, 1918. Existen otras ediciones de la obra, como por ejemplo: TUDELA 1989.
28 El Seminario Iberoamericano de Descubrimientos y Cartografía (Instituto
Interuniversitario de Estudios de Iberoamérica y Portugal. Universidad de Valladolid)
editó en 2004 este mapamundi, en una edición facsimilar y numerada a tamaño real.
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En la antigua China se
hicieron tanto mapas de uso32,
como mapamundis. De éstos
últimos, los más antiguos datan
del siglo V a.C. y van acompa-
ñados de textos búdicos -al
parecer son de origen indio-.
En mapamundis posteriores,
ya totalmente chinos, China
aparece en el centro de un gran
continente rodeado de un gran
océano, que tiene numerosas
islas con nombres imaginarios.
Mapa realizado en las islas Marshall El mapa más antiguo conocido
es el denominado Yu Ji Tu.
Grabado en una roca en 1137, muestra los ríos, prefecturas y condados de
China, así como una buena y precisa representación de su línea de costa33.
Texto de singular belleza y complejidad es el Shanhai Jing, compues-
to entre los siglos VIII al III a.C., y que es algo más que un compendio de
la geografía china: “(…): es el espacio físico lo que se describe, pero también,
y sobre todo, los seres mitológicos que habitan en ese espacio, los sacrifi-
cios y ritos que se les ofrecen, las leyendas de las que son artífices o prota-
gonistas. Es, en definitiva, una descripción del mundo físico y cultural en
el que se desenvuelven los personajes mitológicos y fantásticos de la tradi-
ción china más profunda”34.
32 “El mapa-instrumento (…) tiene en China, desde tiempos muy antiguos un gran desarrollo, pro-
movido por la propia administración imperial, tanto para fines administrativos como militares. De
tal manera que cuando los misioneros jesuitas, en el siglo XVI, iniciaron la publicación del mapa de
China, encontraron un material abundante para su preparación. De los mapas antiguos no se ha con-
servado ninguno, pero hay una curiosa cita que data del año 227 antes de J. C., en un documento, en
la que se ensalza la utilidad y el uso de los mapas.” (LÍTER; SANCHÍS; HERRERO, 1992, p. 8).
33 PARRY, 2005, p. 22.
34 Libro de los Montes y los Mares, 2000, p. 13.
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Meca-, y con dos grandes superficies de agua -una a cada lado-, el Mediterráneo
y el Índico, que están comunicadas con un océano circular exterior. También
hay presencia de mapas de regiones concretas en diversos manuscritos, donde
puede observarse que hay un mayor gusto en la decoración que en atender a la
realidad del terreno.
Entre los cartógrafos árabes, al servicio de las cortes cristianas, desta-
ca sobremanera Abu Abdallah Muhammad Al Idrisí, cuya influencia se
dejó sentir entre los cartógrafos musulmanes de los siglos siguientes. Autor
de un famoso mapamundi, encargado por el rey Roger II de Sicilia y fina-
lizado en 1154, su trabajo es un ejemplo de la fusión de la tradición carto-
gráfica griega y árabe36.
Otro de sus trabajos conocidos, aparte de un manual de geografía, fue
otro mapamundi, circular y centrado en La Meca, preparado para el hijo
de Roger II, el futuro Guillermo II de Sicilia. Mapamundi que sí se conser-
va en la Bodleian Library (Oxford. Reino Unido). Orientado hacia el Sur,
este ejemplar representa Europa, África y Asia, desde Escandinavia hasta
las fuentes del Nilo, y desde Marruecos hasta la costa de China37.
Por último no queremos dejar de mencionar los bien conocidos mapas
de las islas Marshall, hechos con un armazón de cañas atadas con fibras de
palma, usando conchas para señalizar las islas, y cañas curvas para indicar las
corrientes marinas y los frentes de olas. Estos mapas sirvieron a sus fabrican-
tes para cubrir navegando grandes distancias a lo largo del océano Pacífico38.
Hecho que desmiente la idea, bastante extendida aun hoy, de que las islas del
Pacífico y sus habitantes permanecieron aislados de su entorno39.
36 LÍTER; SANCHÍS; HERRERO, 1992, pp. 8 y 15. Grabado en una lámina de plata de 3,50 metros
de longitud, fue destruido; conservándose copias parciales manuscritas. DUBLER, 1954, pp. 465-519.
TIBBETS, 1969.
37 LÍTER; SANCHÍS; HERRERO, 1992, p. 15. CRESPO TOBARRA, 2001b, p. 50.
38 El Museo de las Culturas de la Ciudad de México expone entre sus colecciones oceánicas un bello
ejemplar de este tipo de mapas.
39 La Cuenca del Pacífico es la región con más diversidad y riqueza étnica y natural del Mundo, lo
que la convierte en un área de estudio prácticamente inagotable. Sólo en la Micronesia, cuyo territo-
rio insular abarca 2.706, 31 Km2, pueden distinguirse en la actualidad hasta 8 áreas culturales y 12 len-
guas distintas.
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40 ÁLVAREZ, 1998, pp. 62-63. En este interesante artículo, su autor analiza la forma en que se trató
de ajustar la representación del Nuevo Mundo en la geografía asiática trazada por Ptolomeo.
41 Ibídem, pp. 62-63, y 76-77. SANZ, 1961, pp. 25-31. En relación a la “Propagación a Occidente de
la “Geographia” de Ptolomeo”, veánse las páginas 29-31.
LA LLAMADA DEL ORIENTE EN LA CARTOGRAFÍA 171
COLOFÓN
a sureste, pero sin llegar a topar con la tierra incógnita austral: un espacio marítimo se abría entonces
al sur de esa península. Esta apertura del Índico sobre el oriente desconocido, esto es, sobre el
Atlántico, significaba ya en sí misma una cierta fractura al interior del sistema cosmográfico ptolemai-
co que, sin embargo, le comunicaría una gran vitalidad al esquema cartográfico derivado de la
Geografía, al facilitar la inserción de elementos nuevos en el mismo. Todo indica, por ejemplo, que al
influjo de la carta de Martellus, Colón y sus sucesores se hicieron a la mar ya con la idea de que era,
quizá, posible transitar por vía marítima de uno al otro de los dos grandes océanos del mundo cono-
cido y alcanzar así, las Indias con sus riquezas” (Ibídem, pp. 66-67). En relación al mapa universal de
Enrico Martellus Germanus (hecho entre 1489-1492), conservado en The British Museum (Londres),
véase: SANZ, 1961, p. 34.
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que Occidente siempre soñó. Y nada mejor que las palabras que abren el
Libro de viajes de Benjamín b. Yonah de Tudela, alusivas a la curiosidad
como motivación del viaje, para cerrar este capítulo:
“[Éste es el libro de viajes que redactó R. Benjamín bar
Jonas, del país de Navarra. R. Benjamín salió de su lugar, de la
ciudad de Tudela, y marchó y fue a muchos países lejanos, tal
como relata en su libro; en cada lugar que entró escribió todas
las cosas que vio y oyó de boca de hombres veraces, (cosas) que
no habían sido oídas en tierras de España. De este modo hace
mención de algunos sabios y príncipes (judíos) de cada lugar. Y
trájose consigo este libro a su regreso a tierras de Castilla en el
año cuatro mil novecientos treinta y tres. (…) -bendito sea su
recuerdo-”53
53 TUDELA, 1989, p. 55. El año aludido está expresado según el calendario hebreo -que contabiliza
desde el momento de la Creación-, lo que corresponde al año 1173 del calendario juliano.