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Ciencias de la Educación
Psicología
Con estos factores nos estamos refiriendo a aquellas circunstancias que rodean al niño en
su medio próximo y que condicionarán de forma importante su desarrollo. La importancia
de los factores ambientales es incuestionable.
Aunque son numerosas las variables que rodean al niño algunas contribuyen de manera
significativa al desarrollo cognitivo del sujeto, nos estamos refiriendo a los ambientes ricos
en estímulos que tendrán una incidencia positiva sobre las capacidades cognitivas. De
forma similar ocurre con el lenguaje, de manera que podemos encontrar mayores niveles
y habilidades de comunicación en sujetos rodeados de estímulos lingüísticos.
Ya Anastasi (1957) señalaba que cuando se suministran estímulos intelectuales mediante
el contacto con libros, música, arte...hay efectos positivos sobre la motivación, los
intereses y un nivel de logro más alto.
La alimentación es un factor externo muy importante, determinante no sólo en el
desarrollo general del niño sino también en su crecimiento.
Herencia y ambiente son igualmente importantes en el desarrollo humano. Jamás hay
herencia sin ambiente, y viceversa. Toda herencia influye del modo que lo hace porque el
ambiente en que tiene lugar es como es. Y todo ambiente produce el efecto que logra
porque incide sobre un proceso genéticamente codificado.
Lo más importante es la interacción entre ambos factores.
El proceso de atribuir un sentido personal a aquello que aprendemos pasa por una
dimensión más afectiva y emocional que la que solemos relacionar con el aprendizaje
De la teoría a la práctica...
En el mundo educativo es habitual encontrarse con numerosos estudios que describen
situaciones escolares desde una teoría pedagógica determinada, son estudios externos
"para la escuela". Otras veces se exponen experiencias aisladas de casos de profesores y
alumnos en aulas concretas, que difícilmente rompen el marco subjetivo. Resulta más
difícil encontrarse con estudios que se hagan desde y en la práctica escolar desde una
reflexión teórica.
La vida de las aulas y los centros difícilmente podemos señalarla como objetiva, pues lo
que ocurre en ella es interpretada por los diferentes agentes implicados en la misma. La
representación que se tiene de lo que allí ocurre (construida por profesores, alumnos,
equipos directivos, padres y personal que tiene que ver con estas Instituciones
Educativas), ni es homogénea en su conjunto, ni en cada una de los agentes implicados.
Sin embargo, individual y grupalmente, por una parte guía las actuaciones de todos ellos
de acuerdo con su responsabilidad y compromiso y, por otra, proyecta una imagen social
de lo que allí ocurre nada desdeñable para el prestigio de las instituciones. Acceder a
esas representaciones, construidas no solamente en los centros, sino en la historia
personal y social de cada uno de los agentes y por todos ellos en su conjunto, es, sin
ninguna duda, una dimensión a explorar por el alcance y la naturaleza de lo que se
interpreta.
Un marco que tal vez pueda quedar oculto son los sentimientos de los docentes de
primaria que, desde un punto de vista objetivo , sugieren y aportan datos significativos a
cualquier investigación de ese mundo donde estos autores viven y construyen sus
representaciones. Más concretamente me estoy refiriendo a las relaciones que hacen
desde su experiencia, a las continuas referencias implícitas o explícitas de ese mundo
velado y poco conocido en las investigaciones que son las opiniones de los docentes en
contextos no formales (pasillos, cafés, patios, medio de desplazamiento para llegar al
centro, etc.), e incluso las referencias no escritas pero existentes, que hacen de los
sentimientos de los docentes en contextos formales tales como departamentos, claustros
y comisiones de evaluación. Es cierto que no se aspira a una representación generalizada
de los mismos, pero además de permitirnos entrar en el pensamiento que se construye en
ellos, sin lugar a dudas, presentan parte de ese mundo que de una manera espontánea y
ante problemas concretos configuran la realidad mas o menos desnuda, de lo que
piensan los docentes.
Así pues esas son las coordenadas en torno a las cuales hay que entender esta
propuesta que nace desde la práctica, no ciega, y pretende elaborar categorías de
reflexión sobre la misma que les permita conocer, comprender y orientar mejor aquello
que hacen.
Por otro lado, Howard Gardner señala que existen casos claros en los que personas
presentan unas habilidades cognitivas extremadamente desarrolladas, y otras muy poco
desarrolladas: es el caso de los savants. Un ejemplo de savants fue Kim Peek , que a
pesar de que en general tenía poca habilidad para razonar, era capaz de memorizar
mapas y libros enteros, en prácticamente todos sus detalles.
Estos casos excepcionales hicieron que Gardner pensase que la inteligencia no existe,
sino que en realidad hay muchas inteligencias independientes.
• Inteligencia lingüística
Quienes mejor dominan esta capacidad de comunicar tienen una inteligencia lingüística
superior. Profesiones en las cuales destaca este tipo de inteligencia podrían ser políticos,
escritores, poetas, periodistas, actores.
• Inteligencia lógico-matemática
Como su propio nombre indica, este tipo de inteligencia se vincula a la capacidad para el
razonamiento lógico y la resolución de problemas matemáticos. La rapidez para
solucionar este tipo de problemas es el indicador que determina cuánta inteligencia lógico-
matemática se tiene.
Los célebres test de cociente intelectual (IQ) se fundamentan en este tipo de inteligencia
y, en menor medida, en la inteligencia lingüística. Los científicos, economistas,
académicos, ingenieros y matemáticos suelen destacar en esta clase de inteligencia.
Asimismo, los ajedrecistas también requieren de capacidad lógica para desarrollar
estrategias de juego mejores a las de su oponente, y a su vez anticipar sus movimientos.
• Inteligencia espacial
Las personas que destacan en este tipo de inteligencia suelen tener capacidades que les
permiten idear imágenes mentales, dibujar y detectar detalles, además de un sentido
personal por la estética. En esta inteligencia encontramos pintores, fotógrafos,
diseñadores, publicistas, arquitectos, creativos
• Inteligencia intrapersonal
La inteligencia intrapersonal refiere a aquella inteligencia que nos faculta para comprender
y controlar el ámbito interno de uno mismo en lo que se refiere a la regulación de las
emociones y del foco atencional.
Las personas que destacan en la inteligencia intrapersonal son capaces de acceder a sus
sentimientos y emociones y reflexionar sobre estos elementos. Según Gardner, esta
inteligencia también permite ahondar en su introspección y entender las razones por las
cuales uno es de la manera que es.
Por otro lado, tanto saber distanciarse de la situación para desdramatizar eventos con un
impacto emocional negativo como saber identificar los propios sesgos de pensamiento
son herramientas muy útiles tanto para mantener un buen nivel de bienestar como para
rendir mejor en diferentes aspectos de la vida.
• Inteligencia interpersonal
La inteligencia interpersonal nos faculta para poder advertir cosas de las otras personas
más allá de lo que nuestros sentidos logran captar. Se trata de una inteligencia que
permite interpretar las palabras o gestos, o los objetivos y metas de cada discurso. Más
allá de el contínuum Introversión-Extraversión, la inteligencia interpersonal evalúa la
capacidad para empatizar con las demás personas.
Es una inteligencia muy valiosa para las personas que trabajan con grupos numerosos.
Su habilidad para detectar y entender las circunstancias y problemas de los demás resulta
más sencillo si se posee (y se desarrolla) la inteligencia interpersonal. Profesores,
psicólogos, terapeutas, abogados y pedagogos son perfiles que suelen puntuar muy alto
en este tipo de inteligencia descrita en la Teoría de las Inteligencias Múltiples
• Inteligencia naturalista
Según Gardner, la inteligencia naturalista permite detectar, diferenciar y categorizar los
aspectos vinculados al entorno, como por ejemplo las especies animales y vegetales o
fenómenos relacionados con el clima, la geografía o los fenómenos de la naturaleza.
Esta clase de inteligencia fue añadida posteriormente al estudio original sobre las
Inteligencias Múltiples de Gardner, concretamente en el año 1995. Gardner consideró
necesario incluir esta categoría por tratarse de una de las inteligencias esenciales para la
supervivencia del ser humano (o cualquier otra especie) y que ha redundado en la
evolución.
• Inteligencia musical
La música es un arte universal. Todas las culturas tienen algún tipo de música, más o
menos elaborada, lo cual lleva a Gardner y sus colaboradores a entender que existe una
inteligencia musical latente en todas las personas.
Las habilidades corporales y motrices que se requieren para manejar herramientas o para
manejar ciertas emociones representan un aspecto esencial en el desarrollo de todas las
culturas de la historia.
Hay que señalar que aunque para Gardner este tipo de inteligencia se desarrolló para
facilitar el uso creativo de los recursos que nos brinda la naturaleza, actualmente su uso
no solo se limita a los entornos en los que no hay construcciones humanas, sino que
estos últimos también podrían ser "explorados" de la misma forma.
Gardner afirma que todas las personas son dueñas de cada una de las ocho clases de
inteligencia, aunque cada cual destaca más en unas que en otras, no siendo ninguna de
las ocho más importantes o valiosas que las demás. Generalmente, se requiere dominar
gran parte de ellas para enfrentarnos a la vida, independientemente de la profesión que
se ejerza. A fin de cuentas, la mayoría de trabajos precisan del uso de la mayoría de tipos
de inteligencia.
Por otro lado, Howard Gardner ha señalado que lo importante de su teoría no son las 8
inteligencias que propone, sino la conceptualización de la cognición humana como
procesos paralelos y relativamente independientes los unos de los otros. Por ello, ha
señalado varias veces que posiblemente las inteligencias múltiples no son las que él
propuso, sino otras que no ha tenido en cuenta o que agrupa bajo el nombre de una sola
inteligencia.
Estrategias para desarrollar las inteligencias múltiples
Los seres humanos somos cualitativamente diferentes unos de otros, por lo tanto, cada
uno tenemos un estilo de aprender y enseñar; desde esta perspectiva, Armstrong (1999)
distingue cuatro puntos clave que se deben tener presente en toda tarea pedagógica:
•Toda persona posee las ocho inteligencias, aunque estas tengan un desarrollo
primitivo o extraordinario.
•La mayoría de la gente puede desarrollar cada una de las inteligencias hasta un
nivel adecuado de aptitud, aunque no con la misma magnitud.
•Las inteligencias funcionan juntas de manera compleja, no existe ninguna
inteligencia por sí sola.
•Existen muchas maneras de ser inteligente dentro de cada categoría, pues cada
inteligencia tiene muchas maneras de manifestarse.
Campbell et ál. (2000) señalan que las estrategias didácticas para desarrollar las
inteligencias múltiples deben partir de la siguiente premisa: en el aula cada alumno es
diferente, lo cual requiere del docente una amplia creatividad para seleccionar, combinar y
promover estrategias de trabajo que permitan a todos los estudiantes participar con
interés, agrado y sobre la base de sus inclinaciones y necesidades.
Bibliografía:
Introducción
A partir de las aportaciones recientes de la teoría del Estado moderno Dale consigue
desarrollar una teoría de la intervención del Estado en educación que supera las
limitaciones de la teoría de la correspondencia. Este autor no rechaza las funciones de
reproducción social que la teoría de la correspondencia asigna al sistema educativo, pero
introduce aspectos en el análisis que cuestionan las explicaciones reduccionistas sobre la
acción pública en educación. De sus aportaciones cabe destacar tres aspectos
fundamentales:
La reforma como discurso de regulación social: Una última línea de análisis teórico y
empírico se centra en el estudio del poder regulador de la reforma sobre las actitudes y
comportamientos de los individuos. El cambio educativo, en este sentido, no es solamente
una respuesta a las condiciones económicas y políticas sino también una forma de
estructuración de la experiencia de los sujetos. Esta es, por ejemplo, la línea de análisis
desarrollada por Popkewitz (1988 y 1994) o por Bernstein en sus últimos trabajos
(Bernstein, 1993 y 1996). El propio discurso educativo y sus recomendaciones
pedagógicas «tienen consecuencias significativas tanto para la legitimación como para la
estructuración del yo».(Popkewitz, 1994, p. 154). Popkewitz muestra, por ejemplo, la
importancia de las reformas curriculares de los años sesenta en la construcción del
«individualismo posesivo» (como conjunto de capacidades innatas de las que el individuo
es el único propietario), principio fundamental para garantizar la hegemonía del modelo
educativo meritocrático.
Bibliografía:
En esta realidad, se hace aún más importante, para el logro de objetivos comunes,
compartir pilares conceptuales de la Educación Especial que constituyen criterios
orientadores de nuestras decisiones e intervenciones.
Con este propósito es relevante partir de las conceptualizaciones de Inclusión e
Integración así como de segregación y exclusión en tanto son términos que con
frecuencia se confunden y definen posicionamientos y decisiones diferentes en la
práctica.
La integración se realiza mediante el ingreso de los grupos excluidos al sistema educativo
que mantiene el status quo. Los niños y niñas se tienen que adaptar al sistema educativo
disponible. A la Educación Especial le compete brindar los apoyos necesarios para que
sea efectiva la integración.
La Inclusión requiere la adaptación de los sistemas educativos y de la enseñanza para
dar respuesta a las necesidades de todas las personas y grupos. A la Educación Especial
le compete trabajar junto a la Educación común par adecuar, adaptar y desarrollar,
estrategias, dispositivos y apoyos que posibiliten los aprendizajes de los alumnos
incluidos.
La Exclusión supone estar fuera del sistema educativo o permanecer inscripto en una
institución educativa sin aprender, “estar pero no existir”, requerir hospitalidad, acogida,
adaptaciones, apoyo y no poseerlo.
La Segregación refiere al acceso de los excluidos a Escuelas o programas diferentes.
Nuestro país y el CEIP ha definido políticas educativas de inclusión las cuales se
enmarcan en la firma de declaraciones de derechos internacionales y para las personas
con Discapacidad, en la suscripción a la primera Convención de Derechos del siglo XXI.
En este proceso hemos venido trabajando con todas las áreas y programas con
importantes logros, pero la realidad indica que aún subsisten todas las prácticas, y la
continuidad en los avances hace imprescindible el trabajo conjunto y colaborativo de
todos los actores educativos.
En consideración de ello, es de suma importancia, interrogarnos respecto a:
¿Cuál es el lugar que ocupan las Escuelas Especiales en el marco de políticas de
inclusión? Si bien utilizan el programa único de todas las escuelas del país con
especificaciones y adaptaciones de acceso. ¿Son espacios de segregación en tanto se
constituyen como escuelas diferentes?
La Educación Especial se define “Una red de escuelas, aulas, proyectos, equipos,
docentes, dispositivos, estrategias, recursos y modalidades del sistema educativo, para
favorecer los aprendizajes de niños, niñas y adolescentes con discapacidad ,dificultades
para aprender y altas capacidades, desarrollada desde una perspectiva de derechos, en
el marco de una educación inclusiva y de una Escuela con todos, para todos y cada uno.”
Dentro de las modalidades de intervención educativa cuenta con:
Aulas en Escuelas Comunes con inclusión en los grupos de educación común (para
alumnos con discapacidad visual, motriz, retos múltiples y personas sordas).
Maestros de apoyo en Escuela Común.
Escolaridad compartida o doble escolaridad en escuela Común y Especial.
Apoyo en Escuela Especial.
Pasantías en Escuelas Especiales.
Aulas y maestros hospitalarios (con asistencia a domicilio cuando se requiere).
La figura del Maestro de Apoyo Itinerante en todas las Escuelas Especiales, estas se
constituyen en Centros para apoyar la inclusión educativa.
Sin embargo, cuentan con alumnos para quienes, esta escuela es el único lugar de
inserción educativa, cuya discapacidad requiere de una significativa adaptación de
formato escolar, estrategias, recursos y apoyos y cuya decisión de ingreso es tomada en
virtud del “interés superior del niño”.
¿Significa ello la renuncia al derecho a la inclusión?
Pensamos que en modo alguno, sino que implica garantizar al niño, niña o adolescente
con discapacidad su derecho primordial de inclusión al sistema educativo, así como a
recibir una enseñanza adaptada a sus posibilidades en el marco de una concepción del
aprendizaje como componente jerarquizado del desarrollo saludable, en tanto garantiza
la existencia de cada ser humano como aprendiente y sujeto relacional, para quien la
participación y la conformación del lazo social, apuntalado por la autoestima, el bienestar
y la posibilidad de aprendizaje y comunicación es imprescindible.
En la conformación de esta modalidad educativa el riesgo ha sido, y es, “la segregación”
que se instala cuando:
•La escuela especial no mantiene altas expectativas de aprendizaje respecto a sus
alumnos o se segrega no propiciando espacios posibles de participación y apertura a
proyectos de encuentros compartidos con otras Instituciones educativas y otros niños
y niñas
•Un niño, niña o adolescente, en virtud de avances en su proceso educativo y de
desarrollo, debiera retornar a la Escuela Común con alguna modalidad de apoyo y es
retenido en la Escuela Especial o no recibe acogida en la Escuela Común.
Hoy adquiere mayor importancia prevenir la problematización de la acogida, así como el
riesgo de segregación y exclusión, ante la irrupción en las escuelas especiales y comunes
de nuevas complejidades subjetivas en la infancia.
Estos reconocimientos nos demandan compartir saberes, repensar prácticas, pero en la
certeza de que muchas conclusiones son provisorias y podrán ser revisadas teniendo
presente que, “el saber se posee, pero el pensar se pone a trabajar” (Althusser).
En el horizonte está el compromiso de todos para hacer realidad una CULTURA
INCLUSIVA que es, simplemente un “modo de vida”, pero cada vez, social y
humanamente, más necesario.
Bibliografía:
Los cambios de la sociedad actual son rápidos y profundos, los sujetos no están
preparados para adaptarse a ellos en los diversos niveles: biológico, psicológico y social.
La complejidad, cada vez mayor, que la caracteriza, demanda una nueva visión
educadora de la familia y la escuela, lo que exige su compromiso para trabajar unidas en
un proyecto común.
El objetivo principal de esta aportación es crear un espacio de reflexión sobre la
necesidad de tomar conciencia de la importancia de la formación en Educación Familiar
para ayudar a:
➢ Los profesionales de la educación y a los padres a mejorar las relaciones Escuela-
Familia como una medida de calidad de la enseñanza y prevención del fracaso escolar.
➢ Los padres a tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos para
responder a las nuevas necesidades educativas que presentan.
Para ello, se ofrece el análisis de algunos de los contrastes y cambios
fundamentales que se están produciendo y repercuten en la familia y la escuela, y son
necesarios tener en cuenta en las prácticas educativas. También, se considera que una
intervención para la educación del futuro debe estar enmarcada en un enfoque interactivo,
ecológico y comunitario para responder a las necesidades afectivas, cognitivas y sociales
de todos los implicados.
Los avances científicos y tecnológicos han supuesto cambios muy rápidos. Se suceden de
forma vertiginosa, no dando lugar a que el hombre pueda interiorizarlos y adaptarse a las
nuevas exigencias que estas transformaciones van imponiendo al mundo de la cultura, mucho
más lento en su evolución.
Estos cambios, que afectan a la educación familiar, se sitúan en dos planos: interno
y externo:
1. Interno. La familia necesita un marco de referencia para guiar, orientar y educar a sus
hijos, porque sumergida en un mundo cambiante, cuya inestabilidad e incertidumbre
fomenta inseguridad y miedo, se encuentra confundida, las viejas creencias, los valores
vividos, en definitiva, la educación recibida no le sirve para educar a su generación actual.
2. Externo. La familia se encuentra en medio de contrastes ante los cuales se siente
sobrepasada y se pregunta cómo responder a las demandas de sus hijos que están fuera
de los esquemas de sus propias experiencias y vivencias.
En este contexto, la familia tradicional aparece desdibujada, ha perdido sus antiguos
puntos de sustentación, se han venido abajo los grandes pilares que sostenían sus
creencias y cimentaban los roles atribuidos a los diferentes miembros de la familia, por
ejemplo: el hombre, en la figura del padre, no representa la autoridad como pilar de fuerza
y poder; la mujer, en la figura de madre, no representa el amor como pilar de sumisión y
abnegación y la sexualidad, no representa lo puro y misterioso como pilar de
reproducción… Esta situación le impide saber plantear pautas educativas que respondan
a las necesidades actuales de sus hijos.
En definitiva, la familia se encuentra buscando nuevos pilares donde asentar una
nueva identidad.
Desde otra perspectiva, la escuela, también se encuentra en una situación similar.
Los viejos patrones educativos no le sirven para educar hoy. A merced de los vientos del
autoritarismo de ayer y del permisivismo actual, a veces, deja hacer… porque no sabe
qué hacer. Encerrada en una burocracia asfixiante, se le hace difícil vivir el sentido
comunitario que, proclaman los documentos que la rodean y le exigen los nuevos valores
democráticos. Siente la presión de las demandas que van más allá de su tradicional
función transmisora de conocimientos y no se siente preparada para afrontarlas.
¿Qué pueden hacer familia y escuela ante esta situación?. Sencillamente, aliarse y
emprender juntas un camino que les permita crear una nueva concepción de la
educación, desde una perspectiva comunitaria real dónde el verdadero protagonista sea
el niño. Este objetivo exige la elaboración de un proyecto educativo común entre familia y
escuela.
¿Cómo? Analizando y reflexionando la realidad sociohistórica en la que están
inmersas y tratando de responder al tipo de educación que quieren dar a las nuevas
generaciones y el tipo de hombre que quieren formar, así como en los medios e
instrumentos que han de utilizar para lograrlo. Este análisis implica tener en cuenta
algunos contrastes de la sociedad actual.
CONCLUSIONES
Introducción
Filosofía de la Educación; es la disciplina que estudia el comportamiento de la educación
a la luz de las leyes que regulan el desarrollo de la sociedad humana, desde que el
hombre apareció en la tierra, hasta el momento actual y de las que gobierna cada
formación económica-intermedio social en particular; disciplina que además, estudia las
diferentes concepciones del mundo y la formas como ellas conciben el hecho educativo,
en sus elementos y movimientos fundamentales. La Filosofía de la Educación puede
considerarse como el saber teleológico de la educación. La consideración de la finalidad
conforma nuestra disciplina, de manera que no sólo consta del estudio del fin de la
educación, sino también del estudio del sujeto y de la propia acción educativa, pero
contempladas desde la perspectiva de la finalidad. ¿Para qué se educa? Tal es la
cuestión última en la Filosofía de la Educación. La filosofía de la educación trata de
comprender o interpretar la educación en relación con la realidad sin perder el punto de
vista de esta realidad, reflexiona sobre su naturaleza, esencia y valores de la educación.
El hombre es el único ser educable. Este ser es simultáneamente biológico, psíquico y
social. Pero no lo es en forma pasiva sino activa. Está frente al mundo provisto de una
actividad espiritual, de una concepción de la vida. A través de esta idea básica encuentra
la explicación de muchos "por qué", aparte de la posibilidad de enfocar a la realidad como
a un todo.
En la actualidad, la Filosofía de la Educación posiciona a los docentes del siglo XXI como
intelectuales transformadores.
El debate gira en torno a dos aspectos fundamentales: primero, examinar las fuerzas
ideológicas y materiales que han contribuido a reducir a los docentes a la categoría de
técnicos ejecutores y de alguna manera especializados dentro de la burocracia escolar,
con la función de gestionar y cumplimentar programas curriculares. Este planteamiento es
fundamental, ya que el desempeño docente no puede limitarse sólo a un asunto de
didáctico, que implica sólo dar clases y hacer gestión escolar, sino al requerimiento de
una profunda implicación con la transformación curricular.
A este respecto es fundamental revisar el enfoque teórico que propone Henry Giroux, que
defiende la idea de repensar y reestructurar la naturaleza del trabajo docente y que
consiste en considerar a los profesores como intelectuales transformativos. (Giroux, Henry
A. Los docentes como intelectuales. España, 1990).
La categoría de intelectual resulta útil porque ofrece una base teórica para examinar el
trabajo docente como una tarea intelectual, en contraposición a una definición puramente
instrumental o técnica. Aclara además las condiciones ideológicas y prácticas necesarias
para que los maestros actúen como intelectuales, contribuyendo a aclarar el papel que
desempeñan en la producción y legitimación de los intereses políticos, económicos y
sociales, que a través de su pedagogía ellos mismos aprueban y utilizan.
Contemplarlos así aclara la importante idea de que toda actividad humana implica alguna
forma de pensamiento. Esto es crucial, al sostener que el uso de la mente es un
componente general de toda actividad humana, exaltando la capacidad de integrar
pensamiento y práctica.
Esto pone de relieve el núcleo de lo que significa contemplar a los docentes como
profesionales reflexivos de la enseñanza y no sólo como ejecutores profesionalmente
equipados para hacer efectiva cualquier meta que se les señale. "Deberían contemplarse
como hombres y mujeres libres, con una especial dedicación a los valores de la
inteligencia y el encarecimiento de la capacidad crítica de los jóvenes" (H. Giroux, 1990).
Esta visión proporciona, además una fuerte crítica teórica de las ideologías tecnocráticas
e instrumentales que subyacen en la teoría educativa que separa la conceptualización, la
planeación y el diseño curricular de los procesos de aplicación y ejecución.
Hay que insistir en que los docentes ejerzan activamente su responsabilidad de plantear
cuestiones serias acerca de lo que enseñan, cómo lo enseñan y qué objetivos persiguen
con lo que enseñan. Este punto tiene una dimensión normativa y política relevante para
los maestros y profesores, si creemos que el papel de la enseñanza no puede reducirse al
simple adiestramiento de habilidades prácticas sino que implica educar a intelectuales,
aspecto vital para el desarrollo de una sociedad libre.
Con esta perspectiva se concluye que si los docentes han de educar a los alumnos para
ser ciudadanos activos y críticos, deberán convertirse ellos mismos en sujetos que
piensan críticamente, es decir que transforman su entorno.
Un componente central de la categoría de intelectual transformador es la necesidad de
conseguir que lo pedagógico sea más político y lo político más pedagógico.
Bajo esta perspectiva, los necesitan docentes desarrollar un discurso que conjugue el
lenguaje de la crítica con el de la posibilidad, de tal forma que se reconozca la
probabilidad de introducir cambios, de pronunciarse contra las injusticias económicas,
políticas y sociales (dentro y fuera de la escuela) y de esforzarse por crear las condiciones
que permitan a los alumnos convertirse en ciudadanos con conocimientos y valores
adecuados para luchar, en donde la desesperanza resulte poco convincente y la
esperanza algo práctico.
Esta es la tarea que a los educadores sociales les espera, como una lucha que merece la
pena, para comprometerse y transformarse, para lograr una verdadera transformación de
los sistemas educativos, especialmente en el nivel superior; es necesario generar
procesos de formación permanente con el fin de privilegiar profesores innovadores que
actúen como verdaderos intelectuales transformadores, que sean profesionales de la
educación y no solo profesionistas de la misma, esto sólo se logra bajo un modelo
alternativo al que ha predominado hasta la fecha.
Como podemos apreciar, el multicitado enfoque nos invita a los docentes a transformar
todo nuestro desempeño: la didáctica que aplicamos, es decir la forma en que damos
clase, los aspectos curriculares, es decir los planes y programas de estudio que nos
impone la SEP, la manera de relacionarnos con nuestros alumnos, padres de familia y
comunidad; en fin que metamos no sólo las manos, sino el cuerpo entero a nuestro
trabajo.
Bibliografía:
Introducción
Siguen siendo momentos históricos donde desde el poder económico global se concibe
que el tiempo de los hombres debe ajustarse al sistema de producción. Foucault, en un
pasaje fundamental de su obra “La verdad y las formas jurídicas”, señala que “no puede
admitirse pura y simplemente el análisis tradicional del marxismo que supone que, siendo
el trabajo la esencia concreta del hombre, el sistema capitalista es el que transforma este
trabajo en ganancia, plus-ganancia o plus-valor. En efecto, el sistema capitalista penetra
mucho más profundamente en nuestra existencia. Tal como se instauró en el siglo XIX,
este régimen se vio obligado a elaborar un conjunto de técnicas políticas, técnicas de
poder, por las que el hombre se encuentra ligado al trabajo, por las que el cuerpo y el
tiempo de los hombres se convierten en tiempo de trabajo y fuerza de trabajo y pueden
ser efectivamente utilizados para transformarse en plus-ganancia. Pero para que haya
plus-ganancia es preciso que haya sub-poder, es preciso que al nivel de la existencia del
hombre se haya establecido una trama de poder político microscópico, capilar, capaz de
fijar a los hombres al aparato de producción, haciendo de ellos agentes productivos,
trabajadores. La ligazón del hombre con el trabajo es sintética, política; es una ligazón
operada por el poder. No hay plus-ganancia sin sub-poder. Cuando hablo de sub-poder
me refiero a ese poder que se ha descrito y no me refiero al que tradicionalmente se
conoce como poder político; no se trata de un aparato de Estado ni de la clase en el
poder, sino del conjunto de pequeños poderes e instituciones situadas en un nivel más
bajo. Si es verdad lo que digo, ni estos saberes ni estas formas de poder están por
encima de las relaciones de producción, no las expresan y tampoco permiten
reconducirlas. Estos saberes y estos poderes están firmemente arraigados no sólo en la
existencia de los hombres sino también en las relaciones de producción. Esto es así
porque para que existan las relaciones de producción que caracterizan a las sociedades
capitalistas, es preciso que existan, además de ciertas determinaciones económicas,
estas relaciones de poder y estas formas de funcionamiento de saber. Poder y saber
están sólidamente enraizados, no se superponen a las relaciones de producción pero
están mucho más arraigados en aquello que las constituye.”
Foucault huye del determinismo estructural para centrarse sobre todo en las formas de
subjetividades que se generan a partir de las relaciones saberes/poderes, a través de una
determinada red de prácticas de poder y de instituciones, entre las que se cuenta la
institución educativa.
El poder sólo existe en una relación marcada entre ese par inseparable que es, por un
lado, su ejercicio y, por el otro, la resistencia a ese mismo ejercicio. Par indisoluble,
siempre presente, par de fuerzas siempre en continua tensión. Y es en el marco de esas
tensiones donde se forja la vida institucional de los espacios educativos y la ética de los
educadores.
El cuestionamiento de las relaciones y las sutilezas del poder es una tarea política
incesante, pero es necesario ir más allá para ejercer una resistencia que logre
transformaciones radicales. La formación y la tarea docente debe ser uno de los ámbitos
que posibiliten esas transformaciones, capaces de anular la tarea histórica de la
educación como herramienta de reproducción al servicio de los intereses económicos.
Los espacios educativos deben ser entendidos como sitios sociales en donde para ejercer
la resistencia tiene mucho que ver la lógica de la moral, la lógica de la resistencia, la
perspectiva del cambio orientado por el humanismo. Se debe recuperar para la educación
su conexión fundamental con la idea de emancipación humana.
Bibliografía
Introducción
Las TICs engloban una gran gama de temáticas como “internet”, “redes”, “virtualidad”, etc,
temáticas de gran actualidad que, a su vez, ponen en jaque nociones clásicas como la
subjetividad, la identidad, el cuerpo, el placer, el goce, etc. Subjetividad y TICs, esos
serán los hilos conductores de un trabajo, que tendrá como finalidad, profundizar desde el
análisis y la discusión, desde la articulación y desde la crítica diferentes propuestas de
autores. Se piensa en un sujeto internauta alienado, como podemos serlo o padecerlo
todos, con sus contradicciones, sus flaquezas, sus angustias, etc., en un inconsciente que
produce y se produce en una máquina deseante, y en las TICs como pieza fundamental
de la máquina social, más allá de debates morales, en una propuesta de reflexión que
busca pensar y pensarnos.
Pensar a las Tecnologías de la información y la comunicación (de aquí en adelante TICs)
es pensar en una tecnología, pero ¿qué tecnología? Intentaré lograr un acercamiento a
ella, no como un espacio virtual ajeno a las prácticas sociales y por ende a la producción
de subjetividad, sino más bien como un fenómeno íntimamente ligado a la subjetividad.
Parte de este acercamiento tiene que ver con esta delimitación del objeto de estudio (si es
que ello es posible), es decir ¿qué son las TICs? y ¿cuál es su relación en la producción
de Subjetividades? Pero también resulta insoslayable abordar la otra parte del
cuestionamiento, ¿qué es la producción de subjetividad? para entonces preguntarnos
¿cuáles subjetividades? Abordaré el concepto de subjetividad entendido a priori no como
una mera interioridad contenido de lo pensado, sino desde la complejidad de un sujeto
constituido desde los procesos de producción hacia o desde el cual deviene como tal. Por
ello, resultaría al menos ingenuo suponer que hay un solo tipo de subjetividad. En este
sentido, resulta muy valioso el aporte. Lewkowicz y Corea (2004). Ellos enuncian al
menos tres tipos de subjetividades: subjetividad pedagógica, subjetividad mediática y
subjetividad informacional, que a su vez pujan en su lucha institucional generando
movilidades del orden de lo instituido y lo instituyente. (Castoriadis, 1975) Pensar la trama
de la producción de subjetividad resulta una tarea por demás compleja. Múltiples
lineamientos, lógicas, ideologías, temporalidades, que se ponen en juego producen,
codifican, reprimen etc. diferentes formas del deseo. Es entonces, que para intentar lograr
cierta visibilidad propongo realizar un recorte en la producción de subjetividad en la trama
de las TICs.
Las TICs no son ajenas al interés de la sociedad, son un tema que ocupa gran parte de
nuestro “quehacer” cotidiano, generando nuevas prácticas y nuevos agenciamientos, que
reconfiguran nuestra subjetividad. En este sentido, considero que los procesos de
naturalización (que explican de alguna manera esta invisibilidad de la que hablaba
anteriormente) constituyen una parte de la problemática. Es decir que no podemos pensar
el cómo influyen si no podemos visualizar algo que se ha transformado al orden de lo
natural (no en el sentido de un hecho natural biológico, “naturaleza”, sino de lo común y
cotidiano en el cual su repetición deviene al orden de lo invisible). Las TICs se despliegan
en un entramado, generando territorializaciones, desterritorializaciones y
reterritorializaciones. (Deleuze, y Guattarí, 1997). La tecnología se territorializa como
espacio de la hipermodernidad donde la tradición ocupaba un valor de la modernidad, si
no accedes a ella estas “por fuera”. A su vez, estas territorialidades desterritorializan
formas hegemónicas de comunicación e información, generando nuevas formas de
vínculos, donde la virtualidad media el encuentro, para reterritorializarse en un nuevo
espacio transubjetivo, (Berenstein y Puget, 1997) a ser pensado y repensado. Estos
espacios, tiempos y circunstancias de fenómenos como la “cultura de masas”, la
globalización, la mediatización y por supuesto los entornos virtuales se presentan por un
lado, como un campo de estudio novedoso, pero también como un lugar de sensibilidad
donde la experiencia también es novedosa.
Los docentes del siglo XXI debemos estar preparados para enfrentar el desafío de
incorporar las TICs en nuestras prácticas diarias, de tal forma que motivemos a nuestros
alumnos y les propiciemos aprendizajes significativos aplicando las nuevas tecnologías en
las cuales ellos nacen inmersos.
Bibliografía
Introducción
El pedagogo debe poseer una visión amplia y pluralista; primero porque debe observar los
fenómenos educacionales desde diversas perspectivas, llámense sociales, políticas,
religiosas o psicológicas; se apela a que sea plural porque no debe hacer distinciones
raciales, debe resolver los conflictos con versatilidad y ser abierto en los procesos de
enseñanza.
En los orígenes.
Creación de la Universidad.
En el primer período en la historia de la universidad que se extiende entre su fundación
en 1849 y 1870, presenta un panorama relativamente homogéneo, caracterizado por una
extrema precariedad de recursos económicos y un estancamiento en su desarrollo. El
número de cátedras es escaso (la mayoría en los estudios preparatorios); de hecho, el
funcionamiento de una sola Facultad (Jurisprudencia) significaba una limitación muy
grande en la oferta académica. Por otra parte, el equipamiento totalmente insuficiente (sin
laboratorios de ciencias ni locales adecuados, con pocos libros en su biblioteca, etc.)
conformaba esa precariedad que caracterizó a nuestra "Universidad Mayor", que de tal,
poco tenía.
Aún con estas limitaciones la institución marcó su presencia en la sociedad,
fundamentalmente por la actitud de sus autoridades, que mostraron independencia frente
al Gobierno, reclamando de continuo mejoras en los planes de estudio y en los recursos,
enfrentando los desbordes y arbitrariedades de aquel y difundiendo una filosofía liberal en
lo político y en lo económico, en la que jugó importante papel la cátedra de Economía
Política creada en 1860.
El carácter oneroso de los estudios universitarios, no permitía por cierto una apertura
social de sus aulas y su pobre oferta curricular tampoco estimulaba una afluencia
importante de alumnos; de hecho solamente se formaban en ella los futuros "doctores",
que luego se desempeñarían en el foro, en la prensa y en los grupos políticos.
La Reforma Escolar.
El proceso de la Reforma Escolar fue sin duda un elemento fundamental en la
estructuración de nuestro sistema educacional. Hasta su concreción, el país no contaba
con un verdadero sistema escolar; las escasas escuelas públicas carecían de una
adecuada coordinación -en planes, en métodos, etc.- a pesar de algunos esfuerzos
encarados poco antes de iniciarse el proceso, por quien fuera uno de sus mentores: José
Ma. Montero.
En esta reforma confluyeron por un lado, la inteligencia y dinamismo de una figura muy
joven (José Pedro Varela, de 31 años). Por el otro lado la fuerza y determinación de otra
figura también joven (el Coronel Latorre, gobernante de facto desde 1875). Detrás de
ellos, una clase social alta -con distintos motivos- reclamaba una educación que
posibilitase una modernización del país: tecnología agraria, tecnología industrial, obreros
disciplinados y con conocimientos básicos: lectura, escritura, cálculo. Estaba también el
grueso de la población -con gran proporción de inmigrantes europeos- que no desdeñaba
la escuela y que -sobre la base de una ideología de justicia social e igualdad- influiría en
el apoyo alcanzado por la Reforma Escolar entre los sectores populares.
Esta reforma -a partir de un proyecto de Varela más removedor- se concretó en una
estructura centralizada con un Inspector Nacional de Instrucción Primaria, una Dirección
general de 7 miembros y autoridades departamentales. La escuela pública sería gratuita,
obligatoria y con enseñanza de la religión católica, excepto para los niños cuyos padres
se opusiesen. La metodología pedagógica no sólo descartó todo castigo físico, sino que
instituyó nuevas formas -las "lecciones sobre objetos"- acordes con los avances a nivel
mundial.
La Universidad se moderniza.
La Universidad, que a mediados de siglo era -como vimos- una "cuna de doctores",
comenzó a modernizarse en las últimas décadas del pasado siglo. Las nuevas Facultades
de Medicina (en 1875) y de Matemáticas (en 1885) abrieron a los jóvenes de la clase
media y alta, la posibilidad de encarar otra preparación que la tradicional de
jurisprudencia. La dificultades, con todo, eran grandes: la corriente liberal que impregnaba
el medio universitario se contraponía frecuentemente al autoritarismo de los gobiernos
autocráticos, que -sin embargo- eran los que estaban posibilitando la modernización
social; hubo destitución de autoridades, reclamos violentos, renuncias.
Los resultados no fueron -sin embargo- de despreciar; se llegó a fines de siglo con una
enseñanza secundaria -o "preparatoria"- más amplia y moderna, con un estudio de las
ciencias mejor fundamentado (por influencia de la corriente positivista que dominaba por
entonces) y con tres facultades que ofrecían un amplio marco de carreras profesionales.
La Ley Orgánica de 1885 -elaborada por el rector Vázquez Acevedo- dió una mayor
concentración de poder al rectorado y una mayor operatividad.
La enseñanza media.
La doble función que la Ley Universitaria de 1885 dió a la enseñanza llamada
"secundaria" (ampliación de la enseñanza primaria y preparación para los estudios
superiores) le crearía serias dificultades para su eficaz cumplimiento: unos reclamaban
mejor preparación para los estudios superiores - que conducirían al codiciado título de
"doctor"- y otros que la enseñanza brindase una "cultura general" no especializada ni
utilitaria, que formase para una vida social integral, para las responsabilidades ciudadanas
o familiares.
En los hechos, puede decirse que nunca se logró que esta rama de la enseñanza
cumpliera adecuadamente ninguno de sus objetivos: la Universidad siempre encontró que
la capacitación previa de los jóvenes no era adecuada: los médicos reclamaban más
ciencias naturales, los ingenieros más matemáticas, etc. y por otro lado, la supuesta
"cultura general" no funcionó tampoco, quizás porque constituía un mero repertorio de
conocimientos variados y dispersos (historia, geografía, biología, matemáticas, idiomas,
literatura, música, dibujo, etc.etc.) que apuntaban fundamentalmente al ejercicio
intelectual, descuidando toda referencia a las habilidades manuales, al conocimiento
práctico, al desarrollo del espíritu crítico.
A pesar de ese fracaso, la enseñanza secundaria creció en forma acelerada, ampliando
su cobertura social hasta alcanzar -a mediados del siglo XX- a casi una cuarta parte de
los jóvenes en edad liceal. Esta expansión estuvo ligada a cierta imagen formada en las
clases medias nacionales respecto al valor de los estudios secundarios; ellos permitirían
al joven escapar a la suerte del trabajo manual o del empleo no calificado, acceder al
plano de ocupaciones más distinguidas: auxiliar administrativo, empleado bancario... o
quizás jefe de compras, gerente.
La expansión escolar.
El objetivo de universalizar la enseñanza primaria, parecía estar alcanzándose a
mediados de este siglo: un altísimo porcentaje de los niños accedían al sistema escolar.
Unido a esto, un gran dinamismo metodológico, la creación de centros especializados,
congresos de maestros, destacaron el sistema escolar uruguayo en el concierto
latinoamericano, en concordancia con una sociedad en la que se vivía una expansión
económica y un crecimiento de las clases medias (que comenzaron a percibir la escuela
como un medio de ascenso social).
Por debajo de esa realidad se escondían -sin embargo- aspectos negativos: alta
deserción y repetición en ciertos sectores sociales, educación rural casi nula que no
alcanzaba a miles de niños de los rancheríos rurales, deficiencias que no lograban,
empero, quitar brillo a la imagen que había alcanzado la escuela uruguaya.
La Universidad se desarrolla.
La primera mitad de este siglo constituyó para la Universidad una verdadera "prueba de
fuego", ya que se vió enfrentada a continuos embates del poder político, a la presión
surgida de los movimientos estudiantiles -con la impronta del movimiento reformista de
Córdoba y a la necesidad de responder a una sociedad cambiante, con nuevas exigencias
culturales.
El primer embate se suscitó con el proyecto de Ley Orgánica que el Poder Ejecutivo
presentó al Parlamento y que quitó de su ámbito la enseñanza de las ciencias agrarias y
económicas, restringiendo los poderes centrales de la Universidad y su autonomía. El
segundo embate gubernativo promovió el surgimiento de un proyecto totalmente
renovador -el Estatuto Universitario de 1935- que pretendía para la Universidad una
función rectora y coordinadora de la cultura nacional, yendo mucho más allá de la mera
formación profesional. Si bien no pudo realizarse este ambicioso proyecto, ya desde las
primeras décadas del siglo la Universidad había ido generándose una nueva estructura;
nuevas facultades y sobre el final de esta etapa, la aparición de algunos rasgos que
insinúan la Universidad contemporánea: servicios de bienestar estudiantil, actividades de
extensión - misiones socio-pedagógicas, semana médico-cultural-, etc.
La segregación de la enseñanza secundaria hecha por ley en 1935, significó una merma
importante en la matrícula universitaria.
Introducción
El pedagogo debe poseer una visión amplia y pluralista; primero porque debe observar los
fenómenos educacionales desde diversas perspectivas, llámense sociales, políticas,
religiosas o psicológicas; se apela a que sea plural porque no debe hacer distinciones
raciales, debe resolver los conflictos con versatilidad y ser abierto en los procesos de
enseñanza.
Bibliografía
GARCÍA PUENTE, Ma. Jimena (2003). “La evaluación de políticas públicas y sociales”
Introducción
El pedagogo debe poseer una visión amplia y pluralista; primero porque debe observar los
fenómenos educacionales desde diversas perspectivas, llámense sociales, políticas,
religiosas o psicológicas; se apela a que sea plural porque no debe hacer distinciones
raciales, debe resolver los conflictos con versatilidad y ser abierto en los procesos de
enseñanza.
Ese proceso de largo y duro enfrentamiento entre el Estado naciente y la Iglesia Católica
tuvo entre algunas de sus etapas más importantes las siguientes: en la segunda mitad del
siglo XIX el primer obispo católico de Uruguay desarrolló una tarea de unificación interna
asumiendo los postulados romanos y en seguimiento de Pío IX y de su Syllabus. Dicha
unificación tuvo lugar sobre la base de la primacía de la postura romana, y se expresó en
la expulsión del Uruguay de las corrientes católico-masónicas, encarnadas en Uruguay en
la expulsión de los franciscanos (aunque se trataba aquí de las corrientes más liberales).
Las realidades actuales del mundo globalizado, orientado por el pensamiento neoliberal,
muestran la desgarrante diferencia entre los países del primer mundo y los países
emergentes y, las diferencias en el seno mismo de cada país. Estas realidades que son
fruto de imposiciones del gran capital le llevaron a ahondar en un tema al que había
dedicado desde tiempo atrás mucha atención: la laicidad y su significado para la
construcción de una sociedad democrática de la cual todos los ciudadanos se sienten
partícipes. No ignorando el origen de este término en las discusiones relativas a la religión
y a sus relaciones con el Estado, Reina Reyes nos muestra la am plitud que alcanzará el
mismo en el desarrollo histórico ya que con el correr del tiempo hará referencia a otros
dominios como los de la filosofía , de la religión, de la política y del arte. Dice Reina:
laicidad es libertad en el orden del pensamiento y respeto a esa libertad en los otros. La
democracia como form a de vida implica necesariamente la laicidad. Pero la actitud laica
no es natural en el hombre que nace como ser egoísta y luego es alimentado p o r
intereses económicos, políticos, etc.
Unos de los pilares básicos de la educación en nuestro país el la laicidad. Los docentes
debemos ser objetivos y enseñar respetando las creencias tanto religiosas como políticas
sin inculcar ninguna de estas.
Por ende, la laicidad hace referencia a dos tipos de reivindicaciones que no son
contradictorias, pero que deben ser distinguidas. Por una parte, la institucionalidad de una
sociedad laica implica la separación de la Iglesia del Estado; y por otro lado, hace
referencia a la imparcialidad de los poderes públicos respecto de las concepciones
filosóficas y religiosas, como condiciones necesarias a toda democracia. Pues, la
impronta del laicismo se posiciona en el reconocimiento que hace una comunidad
filosófica no-confesional acerca de la igualdad de derechos y deberes de los libre
pensadores, agnósticos o ateos, que fundan sus concepciones de vida sobre los valores
del humanismo, el libre examen, la ciudadanía, la autonomía, la capacidad de exigencia
de la justicia y la búsqueda de la felicidad, con los cuales se construye una ética de vida
liberada de toda referencia extrahumana. Es decir, liberada de una ética dogmática que se
manifiesta en las formas de la intolerancia y la exclusión (Grolett, 2002).
La laicidad trata de evitar la coacción sobre personas e instituciones respecto de la
imposición de un tipo exclusivo de religión o de formas de conducta basadas en creencias
o códigos éticos exclusivos de una visión dogmática. Para esto el laicismo parte de la
base de la propia naturaleza humana y del humanismo, entendiéndose este último como
la esencia del laicismo, el cual tiene por objeto el desarrollo del ser humano. Tal
perspectiva garantiza el derecho a la diferencia y a la coexistencia pacífica entre las
personas, ya que defiende los derechos fundamentales de cada sujeto. El humanismo se
opone a la actitud, a veces violenta, de aquellos que afirman ser poseedores de la verdad,
puesto que el ser humano se construye a sí mismo, es responsable de su ser y de sus
actos; aprecia y crea valores y, puede interpretar el acontecer (Carvajal, 2001).
Los grandes valores e ideales que propugna tal corriente de pensamiento, son los
planteados históricamente por la modernidad. La laicidad constituye un ideario ético-
político que persigue la autonomía de la sociedad con respecto de cualquier legitimación
del mundo de carácter extra-social. En última instancia, el laicismo busca afianzar el ideal
de un modelo de sociedad plenamente auto-instituida, liberada de toda instancia
instituyente ajena a lo social. El fin último es conseguir una sociedad donde el individuo
pueda desarrollar su libertad sin ningún tipo de coacción o imperativo externo (Carretero,
2007).
Ahora bien, el laicismo no siempre ha sido entendido de la misma manera, toda vez que
para unos pudiera representar la negación y el rechazo a toda forma de religión, mientras
que para otros pudiera significar la aceptación e inclusión de las distintas creencias desde
el punto de vista del respeto y la tolerancia. Si bien, la segunda concepción es la forma
más auténtica de dicha corriente de pensamiento, la dificultad de entender su impronta se
debe menos a una dificultad explícita en la concepción del término que a un problema que
es propio de la posmodernidad. Es decir, existe una marcada sensibilidad nihilista que no
solo cuestiona los cimientos sobre los cuales se ha dirigido la historia teleológica, sus
valores y sistemas de creencias, problematizando incluso la posibilidad de todo sentido
último, sino que dicha forma ha devenido en una posición de indiferencia.
Ciertamente el laicismo constituye un metarrelato que sirve en la modernidad para
legitimar un sentido de la historia encaminado a plasmar un referente de sociedad, donde
toda persona logre su plenitud. Este es el imaginario nuclear que sirve como garantía de
sentido teleológico de la historia dirigida hacia el progreso y la libertad. Constituye uno de
los vértices centrales en la legitimación de la continuidad histórica de la modernidad, una
vez ya socavadas las instancias religiosas tradicionales. Pero la posmodernidad abre una
interrogante no menor, esto es, ¿cuál es la vigencia del metarrelato emancipador en la
legitimación de la dirección histórica propuesta en la modernidad? Pues, desde finales de
la década de los setenta del pasado siglo, se revela un modelo de sociedad emergente
caracterizado por el descrédito de todo metarrelato moderno. Pareciera ser que su
existencia no posee ya el arraigo, la credibilidad o la vitalidad necesaria para una historia
teleológica (Carretero, 2007).
En la sociedad se manifiesta un sentido de orden, que representa una forma de
“monotonía, regularidad, repetición y predecibilidad” (Bauman, 2002: 61). Asimismo, se
manifiesta una “cadena invisible” que une a las personas que se desenvuelven en los
diferentes, pero a su vez, les impide movilidad. De ahí que la consideración de ruptura de
esa cadena constituye un cambio decisivo, asociado a la decadencia y acelerada
desaparición de un determinado modelo sistémico. Por otro lado, el inminente triunfo de la
racionalidad instrumental, tiene que ver con una concepción del destino de la historia
humana como caso cerrado. Los fines de las acciones humanas parecieran encontrase
establecidos, y las preocupaciones futuras son casi únicamente por los medios. La
racionalización tiende exclusivamente hacia un ajuste y perfeccionamiento de los medios
(Bauman, 2002).
La tarea de elegir los fines se manifiesta como una situación problemática. Pues, desde la
individualidad se convierte en causa de agonías y vacilaciones, tiende a debilitar la
confianza y a generar un sentimiento de incertidumbre y angustia. La pregunta “¿qué
puedo hacer?” ha llegado a dominar la acción, pues el mundo se convierte en una
colección infinita de posibilidades que ante la finitud humana es imposible de ahondar
todas. La sociedad pareciera estar “condenada a navegar entre dos aguas, y ningún
marinero puede jactarse de haber encontrado un itinerario seguro ni libre de riesgos”
(Bauman, 2002: 69).
Ahora bien, la conciencia de seguir corriendo como condición de posibilidad se convierte
en una gratificante adicción que no se corresponde con el premio de la meta, sino con el
deseo convertido en su propio objetivo.
Bibliografía
Castro E., Peley, R. & Morillo, R. (2009) “La praxis educativa: una aproximación a la
realidad en el aula.