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La importancia de su obra radica en haber propuesto una forma de hacer literatura totalmente

diferente de la que se hacía en esa época, sin respeto por los tiempos lineales o por la lógica, y con
un énfasis en el carácter psicológico de sus personajes.
Historias de Cronopios y de Famas es un libro de muchos cuentos cortísimos donde los cronopios y
famas ocupan apenas la quinta parte final del libro, contrariamente a lo que la celebridad de su título
pudiera indicar. La obra está dividida en cuatro partes: Manual de instrucciones; Ocupaciones;
Material Plástico e Historias de Cronopios y Famas. El libro, en general, rompe con lo rutinario de la
realidad, presentando una visión donde se rescata el asombro ante las maravillas del mundo, el
humor con el que se puede ver la vida y la observación de rasgos psicosociales de los seres
humanos.  El autor utiliza un tono jocoso, metafórico y absurdo, donde lo racional y objetivo son
puestos de lado para dar lugar a la libertad de pensamiento y de expresividad. Por ello, podríamos
considerarla como una obra surrealista (ej. una mosca empuja un vidrio con su cabeza y lo
atraviesa; un hombre decapitado camina y se da cuenta que todavía tiene sus sentidos).
El Manual de instrucciones nos enseñará, por ejemplo, a dar cuerda a un reloj, a subir las
escaleras, cómo matar hormigas en Roma, cómo interpretar ciertas obras de arte; atraerá nuestra
atención hacia una nube, hacia el movimiento de una polilla; pero en todo caso será insensato y
disparatado, muchas veces difícil de entender. La sección Ocupaciones hablará de quehaceres
libres, acciones que no sirven para nada, atacando así al pragmatismo y a la necesidad de que
nuestros actos tengan un fin útil. En este capítulo Cortázar inventará historias de su familia de una
manera absolutamente cómica.  Material Plástico es un grupo de historias heterogéneas donde el
autor hace volar su imaginación. Allí podremos encontrarnos con gotas de agua que toman formas
humanas, un camello que no puede pasar la frontera por haber sido declarado indeseable, un
mundo que se llena de libros al punto de hacer desaparecer los mares, etc. El autor nos muestra
que la fantasía no tiene límites, y aprovecha para lanzar algunas protestas o mensajes velados.
Historias de Cronopios y de Famas es el capítulo más célebre del libro. En él se hace abstracción
de tres tipos de personalidades las cuales pasarán a formar sendos tipos de seres: los cronopios,
los famas y las esperanzas. El lector se sentirá impactado con estos seres y tendrá el sentimiento
de querer identificarse con alguno de ellos o separarse de los otros, sin que esa sea tarea fácil. El
autor toca fibras psicológicas importantes para el ser humano; de allí la importancia de la obra. El
fama es un ser organizado al extremo, meticuloso, prefiere el silencio, es exitoso económicamente,
es filantrópico pero  puede destruir a otros por su codicia. El cronopio es un ser emotivo,
desordenado, no previsor, vive rodeado de la bulla, puede estallar de alegría, de cólera o de
tristeza. Los cronopios son sociables, generosos, artísticos, y tienen una superioridad moral
respecto a los famas. Las esperanzas son seres apáticos, sedentarios que no tienen mayores
anhelos ni menos luchan por conseguirlos.

Se ha aventurado también una interpretación sociológica de estos tres personajes identificando a


los famas con la clase alta, a los cronopios con la clase media y a las esperanzas con los pobres;
clasificación que no es descabellada si se lee con atención algunas de esas historias. Por ejemplo,
los cronopios alborotan una fábrica donde trabajan las esperanzas, algunas de estas siguen a los
cronopios. Los famas ─dueños de la fábrica─ harán en represalia una fiesta de donde excluirán a
los cronopios y a las esperanzas que los apoyaron.

En temas tan ambiguos como estos no se puede recomendar o dejar de recomendar el libro. Si nos
interesa saber o experimentar, solo queda leerlo, dejar que ese mundo desvariado entre en nuestro
complejo ser, y nos hable a su manera al oído o al inconsciente. Y descubrir lo que nos dice el
cronopio, el fama y la esperanza que viven dentro de nosotros.

Desde la publicación de Rayuela en el año 1963, la obra de Julio Cortázar ha sido objeto de estudio por parte de numerosos
críticos, que se han acercado a ella desde las perspectivas más diversas, de tal modo que puede decirse que la mayor parte de las
corrientes de crítica literaria de nuestro siglo han encontrado un desarrollo práctico en el análisis de la obra de Cortázar. Esta
multiplicación de los ensayos, hasta el punto de resultar prácticamente inabarcables, y la pluralidad y diversidad de enfoques, han
enriquecido enormemente el análisis de la obra del autor argentino, tanto de su cuentística como de su novElística. Sin embargo,
este impresionante crecimiento no se ha visto acompañado -en términos generales- de una reflexión sobre la propia crítica, de un
análisis de los diferentes métodos aplicados y de confrontación y valoración de los resultados, sino que dicha crítica ha seguido
un proceso de generación espontánea, llegando a tal volumen, que, consciente o incoscientemente, se está viendo abocada -en
alguna medida- a la repetición y, de seguir la progresión, quizá a la esterilidad. Por todo ello, hemos creído interesante -ante la
tentación de volver a exponer una crítica más- recapitular lo realizado hasta ahora. Es decir, este trabajo se propone, recordando
un título de Todorov, realizar una "crítica de la crítica", un análisis de la interpretaciones críticas de una parte importante de la
obra de Julio Cortázar, de sus relatos. El análisis de los diferentes modelos interpretativos aplicados a los relatos de Julio Cortázar
constituye la base y el punto de partida de este trabajo. Sin embargo, no ha sido nuestra intención detenernos únicamente en este
nivel descriptivo, sino que, a partir de él, hemos intentado una proyección posterior, de carácter más teórico, hacia algunos
problemas fundamentales de la hermenéutica literaria, como la dificultad de fijar y "clausurar"

Un escritor es, ante todo, un lector y Julio Cortázarlo era de una forma
"ávida", una faceta del escritor en la que se centra una exposición homenaje
organizada en Madrid con motivo del centenario de su nacimiento y que ha
reunido además objetos personales del autor de Rayuela.
Desde el Cortázar niño en Suiza, donde vivió con su familia en la Primera
Guerra Mundial, hasta el Cortázar enfermo de sus últimos meses en París,
donde falleció en 1984, la exposición Cortázar. Lector del mundo ofrece
diversas miradas sobre la vida y la prolífica carrera del escritor en Argentina
y Francia, donde residió más de treinta años.
Alejandro Dumas y Julio Verne fueron algunos de los autores presentes en la
infancia de Cortázar, y por ello sus obras tienen un hueco en la exposición
que se inaugura mañana en la Casa del Lector y cuyos comisarios, Claudio
Pérez y Raúl Manrique, han montado con fondos del Museo del Escritor de
Madrid.

Melómano, comprometido políticamente, artista plástico y lector crítico, Julio


Cortázar no publicó demasiado joven y, como otros muchos escritores,
recurrió a la traducción para ganarse la vida y eso le sirvió para conocer
mejor a algunos de sus escritores preferidos.
Su primer cuento, La casa tomada, aparece en 1946 en la revista
literaria Anales de Buenos Aires, que dirigía Jorge Luis Borges, que puede
contemplarse en esta exposición, a la que acompaña una selección de
ediciones de las obras de este pionero del gran boom de la literatura
iberoamericana.
Julio Cortázar fue un melómano toda su vida y, aunque desde 1928 estuvo
acompañado por el jazz, indudablemente el tipo de música que más le gustó,
no abandonó el tango o la música clásica, han explicado los comisarios de la
exposición.
Muchos de sus relatos y novelas contienen música y músicos, como
en Rayuela, donde se escucha y se discute sobre ella. También el personaje
principal de su cuento El perseguidor está inspirado en el músico de jazz
Charlie Parker.
La lectura plástica y artística es otra de las facetas de este autor, que
compara en ocasiones a sus personajes con obras de arte: "Sí, vos sos más
bien un Mondrian, y yo un Viera da Silva" asegura uno de ellos en Rayuela.
Prueba de ello es la carpeta Les cahiers de l'espace, que puede
contemplarse en la exposición, en la que junto a textos de Cortázar aparecen
grabados de Tàpies, Antonio Saura y Roberto Matta.
La vuelta al día en ochenta mundos o Último round son algunos de los
ejemplos de este escritor multidisciplinar, que también escribió textos para
catálogos de exposiciones de pintura, escultura o fotografía.
Pero también Cortázar fue un lector de la realidad a través de
su compromiso político, especialmente con la realidad latinoamericana.
Aunque fue un compromiso tardío, pues en su juventud no mostró especial
interés por cuestiones políticas, recuerdan los comisarios, se desarrolló de
forma muy rápida e intensa: colaboraciones en periódicos, donación de
derechos de autor, presencia en actos... Su lucha contra las dictaduras
latinoamericanas ocupó gran parte de sus últimos años.
También existió un Julio Cortázar lector crítico, como lo demuestra su labor
en diversas revistas.

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