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EL ESPÍRITU DE TRANSFORMACIÓN

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del
Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu
del Señor (2ª Cor. 3: 18).

 La obra transformadora del Espíritu Santo es una parte central de la santificación


del creyente.

La fábula infantil del patito feo ilustra maravillosamente la obra transformadora


del Espíritu Santo en los creyentes.
 La historia trata de un ave joven que no encajaba con ninguno de los animales.
Hasta que se encuentra con los cisnes, y ve que sus pies comienzan a cambiar.
 Los cisnes son una atracción irresistible para el “patito”; algo que no puede olvidar
después de que se van para el invierno.
 Finalmente, en la siguiente primavera, hace un descubrimiento asombroso – “que a
pesar de sus sentimientos de inferioridad, él no era un pato sino un cisne, justo
como esas criaturas que admiraba”.

Los días que siguen a nuestra conversión a Cristo son, generalmente, similares a la
experiencia del patito feo. Tenemos un gran sentido de indignidad pecaminosa y una
poderosa atracción a Jesucristo.
 Respondemos de esa manera porque ahora sabemos que en carácter Él representa
todo lo que fuimos creados para ser.
 Y pronto llegamos a darnos cuenta que, el ser transformados a la imagen de Cristo,
es un proceso tanto humilde como emocionante.

El verso de hoy (mi verso favorito), es una excelente y breve descripción de la obra
transformadora del Espíritu. No veremos la gloria del Señor perfectamente enseguida,
pero comenzamos a verla con más claridad una vez que conocemos a Cristo por fe.

El apóstol Pablo se refiere a nuestra santificación básica, la cual es un proceso progresivo


por medio del cual el Espíritu nos cambia de un nivel de semejanza a Cristo a otro.
 El resultado final será nuestra posición glorificada en el Cielo, que es la meta del
Espíritu Santo para nosotros y la razón de nuestra esperanza.

El Espíritu revela lo que seremos en Cristo –


 “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de
ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque
le veremos tal como Él es” (1ª Jn. 3: 2).
EL PROMETIDO ESPÍRITU SANTO

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce;
pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Jn. 14: 16,
17).

 Jesús ministró por el poder del Espíritu Santo, y Él ha prometido el mismo Espíritu
a todos los creyentes.

La economía fluctuante de los 90’s y su cambiante lugar de trabajo, ha dejado a muchos


trabajadores con el sentido de que probablemente tengan que cambiar de trabajo varias
veces durante sus carreras.
 Aunque las economías puedan entrar en nuevas fases y dejar gente con
incertidumbre, las promesas de Dios permanecen completamente confiables.
 Su promesa, hecha a través de Su Hijo, nuestro Señor y Salvador, de enviar al
Espíritu Santo, es tal promesa.
 Esta promesa bíblica tan importante fue dada en Juan 14: 16, 17 - donde Jesús
habla a sus discípulos durante la primera parte de su discurso en el Aposento Alto.
 Sus palabras, en la espera de Su muerte, dieron mucho consuelo a los discípulos,
pero la promesa es también parte del rico legado de Cristo a los cristianos de hoy.

Esta promesa consiste en cuatro elementos…

1. Jesús promete un Ayudador sobrenatural. Él lo llamó - “otro Consolador”, que


significa “otro que es idéntico”. Él nos está enviando exactamente el tipo de
“Ayudante” que Él era, excepto que el Espíritu vive en nosotros (Jn. 14: 17).

2. La promesa significa vida sobrenatural para nosotros. Cuando somos salvos


y tenemos al Espíritu Santo, nos volvemos sensibles a la obra de Cristo en el mundo,
y comenzamos a ver las cosas desde una perspectiva divina (Jn. 14: 19).

3. El Espíritu viene como un Maestro sobrenatural (Jn. 14: 26). Este es uno de los
aspectos más vitales del ministerio del Espíritu porque nos recuerda nuestra
completa dependencia en Cristo.

4. Finalmente, la promesa de Cristo del Espíritu Santo, trae una paz


sobrenatural (Jn. 14: 27). Esta es una paz que trata agresivamente y positivamente
con nuestros problemas diarios y los convierte en gozo (Fil. 4: 7).

Si conoces y amas al Señor Jesús y estás obedeciéndolo, la promesa del Espíritu, con
todas sus implicaciones, está disponible para que puedas reclamarla y disfrutarla (Jn. 14:
21 y, 15: 5). (Autor: John MacArthur).

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