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El Templo del Rey Salomón

  «El primer Templo»


 

«El Templo retuvo su original esplendor por sólo treinta y tres años. En el año del mundo 3033,
Shishak, Rey de Egipto, habiendo hecho la guerra contra Rehoboam, Rey de Judea, tomó Jerusalén y
se llevó los más escogidos tesoros. Desde ese tiempo hasta el período de su final destrucción, la
historia del Templo no es sino la historia de alternos despojos y de restauraciones, de profanaciones
a idolatrías y subsecuentes restauraciones de la pureza del culto. "(Y todas las fundaciones de mi
obra crujirán y mis huesos se separarán. El Cuerpo del Maestro ha sido humillado y ultrajado…)".»

De acuerdo con la tradición masónica recogida por el H.·. Albert G. Mackey: «El


Templo de Salomón, el "Primer Templo" de los judíos, fue llamado Hekal Jehová
para indicar su esplendor y magnificencia, y que había sido destinado para ser la
perpetua morada del Señor. Fue el Rey David quien primero propuso sustituir el
Tabernáculo nómada por un lugar permanente de adoración para su pueblo; pero
aunque él había hecho los arreglos necesarios, y hasta reunido muchos de los
materiales, no le fue permitido comenzar la empresa, y la ejecución de la tarea fue
dejada a su hijo y sucesor Salomón.
En efecto, dicho monarca colocó las fundaciones del edificio en el cuarto año de
su reino, 1012 A.C. (480 años después de la salida de los israelitas de Egipto, en
el mes de ziv, que es el segundo mes). De acuerdo con los modernos conceptos
del tiempo, sería un 21 de abril, y su terminación, un 23 de octubre. Con la
asistencia de su amigo y aliado Hiram, Rey de Tyro, lo completó en cerca de siete
años y medio, dedicándolo al servicio del altísimo en 1004 A.C. Éste fue el año del
mundo 3000, de acuerdo con la cronología hebrea; y aunque ha habido mucha
diferencia entre los cronologistas en relación con la fecha precisa, ésta es la que
ha sido generalmente aceptada, y ha sido por lo tanto adoptada por los Masones
en sus cálculos de diferentes épocas. El Templo estaba colocado sobre el Monte
Moriah, una de las alturas de la Cordillera conocida como Monte Sión, y la cual fue
originalmente propiedad de Ornán el Jebusita, quien lo usó como terreno de
trilladura, y de quien la adquirió por compra el Rey David con el propósito de erigir
un altar sobre él (ver I Crónicas 21, 15-25 y Samuel 24, 16-24).
El Templo retuvo su original esplendor por sólo treinta y tres años. En el año del
mundo 3033, Shishak, Rey de Egipto, habiendo hecho la guerra contra
Rehoboam, Rey de Judea, tomó Jerusalén y se llevó los más escogidos tesoros.
Desde ese tiempo hasta el período de su final destrucción, la historia del Templo
no es sino la historia de alternos despojos y de restauraciones, de profanaciones a
idolatrías y subsecuentes restauraciones de la pureza del culto. "(Y todas las
fundaciones de mi obra crujirán y mis huesos se separarán. El Cuerpo del Maestro
ha sido humillado y ultrajado…)".
Ciento trece años después de la conquista del Rey Shishak, Joash, Rey de Judea,
recaudó plata para las reparaciones del Templo, y lo restauró a su anterior
condición, en el año del mundo 3148.
En el año 3264, Ahaz, Rey de Judea, robó las riquezas del Templo, y se las dio a
Tiglath-Pileser, Rey de Asiria, quien se había unido con él en una guerra contra los
reyes de Israel y Damasco. Ahaz también profanó el Templo en el culto a ídolos.
En el año 3276, Hezekiah, el hijo y sucesor de Ahaz, reparó las porciones del
Templo que su padre había destruido y restauró el Culto en su pureza. Pero
quince años después fue compelido a entregar los Tesoros del Templo como
rescate a Sennacherib, Rey de Asiria, quien había invadido la tierra de Judea.
Pero Hezekiah se supone que restauró el Templo después que su enemigo se
retiró.
Manasseh, el hijo y sucesor de Hezekiah, cayó en el culto del Sabianismo, y
profanó el Templo con la erección de altares a las huestes del cielo, en el año
3306. Manasseh fue luego conquistado por el Rey de Babilonia, quien en el año
3328 lo condujo más allá del Eúfrates. Pero subsecuentemente, arrepintiéndose
de sus pecados fue puesto en libertad y habiendo regresado a Jerusalén destruyó
los ídolos y restauró el altar de las ofrendas. En el año 3398, en el reino de
Jehoiakim, el rey de Caldea, Nabucodonosor, se llevó una parte de los Vasos
Sagrados a Babilonia. Siete años después, en el reinado de Jechoniah, éste tomó
consigo otra porción y, finalmente en el año 3416, onceavo año del reinado de
Zedekiah, éste tomó la ciudad de Jerusalén y destruyó el Templo por completo,
llevándose a muchos de sus habitantes como cautivos a Babilonia. El Templo fue
originalmente construido sobre una roca muy dura, rodeada de espantosos
precipicios. Las fundaciones fueron apostadas muy profundamente, con inmenso
trabajo y gastos. Fue rodeado de una pared de gran altura, excedente en su parte
más baja 150 pies, construido enteramente de mármol blanco. El cuerpo del
Templo era en tamaño mucho menor que muchas de las Iglesias Parroquiales
modernas, pues su largo era de 90 pies, incluyendo el Porche 105 pies, y su
anchura 30 pies. Su patio exterior, sus numerosas terrazas y la magnificencia de
sus decoraciones externas e internas, junto con su elevada posición sobre las
casas circunvecinas, era lo que producía esa apariencia de esplendor que atrajo la
admiración de todos cuantos los contemplaron, y da un calor de probabilidad a la
leyenda que nos dice cómo la Reina de Saba exclamó con admiración cuando el
Templo apareció ante sus ojos: "un muy excelente maestro debe haber hecho
esto".
El Templo en sí, que consistía en el Porche, el Santuario y el Santo de los Santos,
no fue sino una pequeña parte del edificio sobre el Monte Moriah. Estaba rodeado
de espaciosos patios, y la entera estructura ocupaba por lo menos media milla de
circunferencia.
Al pasar la pared externa se llegaba al primer patio, llamado "el Patio de los
Gentiles" porque los Gentiles eran admitidos en él, pero se les prohibía pasar más
adelante. Estaba rodeado por una hilera de Pórticos o Claustros, encima de los
cuales había galerías o apartamentos sostenidos por pilares de mármol blanco.
Pasando a través del Patio de los Gentiles se entraba al "Patio de los Hijos de
Israel", el cual estaba separado por una baja pared de piedra y una subida de
quince escalones en dos divisiones: la externa, ocupada por las mujeres; y la
interna, por los hombres. Aquí los judíos tenían la costumbre de acudir
diariamente para hacer las plegarias.
Dentro del Patio de los Israelitas, y separado de él por una pared de un cúbito de
alto, está "el Patio de los Sacerdotes". En el centro de este patio estaba el Altar de
las Ofrendas, al cual las personas traían sus ablaciones y sacrificios, pero a nadie
más que a los Sacerdotes les era permitido entre en él. Desde este patio, doce
escalones ascendían hacia el templo estrictamente así llamado, el cual, como ya
dijimos, estaba dividido en tres partes: el Porche, el Santuario y el Santo de los
Santos. El Porche del Templo era de 20 cúbitos de largo y lo mismo de ancho. A
su entrada estaba un Pórtico hecho enteramente de bronce corintio, el más
preciado metal conocido de los antiguos. Junto a este Pórtico estaban los dos
pilares Jakin y Boaz, que habían sido construidos por Hiram Abiff, el Arquitecto
que el Rey de Tyro había enviado a Salomón.
Desde el Pórtico se entraba al Santuario por un Portal, el cual, en lugar de puertas
plegadizas, estaba equipado con un magnífico Velo de muchos colores que,
místicamente, representaba al Universo. El ancho del Santuario era de 20 cúbitos
y su largo de 40, justo el doble del porche, y el Santo de los Santos ocupaba por lo
tanto la mitad del cuerpo del Templo. En el Santuario estaban colocados los varios
utensilios necesarios para el culto diario del Templo, tales como el Altar de los
Perfumes, sobre el cual diariamente quemaban incienso los Sacerdotes oficiantes;
los Diez Candelabros decorados y las Diez Mesas sobre las cuales eran puestas
antes del sacrificio. El Santo de los Santos o Cámara Intima, estaba separado del
santuario por puertas de madera de olivo, ricamente esculpida y embutida con oro,
cubierta con velos de azul, púrpura, escarlata y el más fino género de lino. El
tamaño del Santo de los Santos era el mismo del porche: 20 cúbitos (20 codos de
largo, 20 codos de alto y 20 codos de ancho) Contenía el Arca de la Alianza, que
había sido transferida desde el Tabernáculo con sus cubrientes Querubines y su
Propiciatorio. En el más Sagrado Lugar, el "Debhir" o "Santo de los Santos", el
Gran Sacerdote sólo podía entrar (y ello únicamente una vez al año) e día de
Expiación.
El Templo así construido debe haber sido una de las más espléndidas estructuras
del mundo antiguo. Para su erección David había recaudado lo que hoy día serían
aproximadamente cuatro millones de dólares, y ciento ochenta y cuatro mil
seiscientos hombres estuvieron ocupados en su construcción por más de siete
años. Después de su terminación fue dedicado por Salomón con plegaria solemne
y siete días de fiesta, durante los cuales, una ofrenda de paz de veinte mil bueyes
y seis veces ese número de ovejas fue hecha; para consumirla, el Fuego Sagrado
descendió del Cielo.
En Masonería, el Templo de Salomón ha jugado una parte sumamente importante,
de tal manera que hoy casi todo su simbolismo descansa sobre él, o es derivado
de "la casa del Señor" de Jerusalén. Debemos recibir los Mitos y Leyendas que
conectan a la Masonería con el Templo, no ya como hechos históricos, sino como
Símbolos; y debemos aceptar estas Alegorías y estos Símbolos, porque lo que sus
inventores quieren dar realmente a entender y lo que ellos realmente son
constituye los fundamentos de una Ciencia y de una Moral trascendentes».

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