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Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amas a los hombres, que les
diste en tu Hijo la prenda de Tu amor, para que hecho hombre en las
entrañas de una Virgen naciera en un pesebre para nuestra salud y remedio;
yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan
soberano beneficio.
Reflexión del día: Obtener el Reino, ganarlo, nos compromete con una lucha
sin descanso, el evangelio de Mateo dice que requiere violencia, es decir
una lucha fuerte como es morir a nosotros mismos, a los caprichos y
apetencias, tengamos claro, el Reino lo ganan los valientes, los santos, los
justos, los misericordiosos, los orantes, los esforzados: todo eso lo notamos en
el Pesebre al ver a María Santísima y a San José, fueron perseguidos,
enfrentaron la privación, la incomodidad. San Juan Pablo II nos enseñó: “Los
testigos de la cruz y de la resurrección estaban convencidos de que “por
muchas tribulaciones es preciso pasar para entrar en el reino de Dios”. (Hch
14, 22). Y san Pablo, escribiendo a los Tesalonicenses, dice: “Nos gloriamos
nosotros mismos de vosotros… por vuestra paciencia y vuestra fe en todas
vuestras persecuciones y en las tribulaciones que soportáis. Todo esto es
prueba del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino
de Dios, por el cuál padecéis” (2 Tes 1, 4 - -4). (Salvifici Doloris # 21).