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Peter Paret Creadores de la Estrategia Moderna Desde Maquiavelo a la Era Nuclear Obra coordinada por Peter Paret Ministerio de Defensa (“> CATALOGACION DEL CENTRO DE PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DE DEFENSA CREADORES de Ia estrategia moderna : desde Maquiavelo a la era nuclear / obra coordinada por Peter Paret ; [traduccién, Rebecca |. Pace, Joaquin Sanchez Diaz]. — [Madrid] : Ministe- rio de Defensa, Secretaria General Técnica, D.L. 1992. 969 p. ; 30 cm. — (Defensa) Traduecién de: Makers of modem strategy: from Machiavelli to the nuclear age. Bibliogratia: p. 905-969. NIPO 076-91-078-9 — D.L. M, 14891-1992. ISBN 84-7823-180-3. |. Paret, Peter, coord. Il. Pace, Rebecca |., tr. Ill. Sanchez Diaz, Joaquin, tr. IV. Espafia. Ministerio de Defensa. Secreta- ria General Técnica, ed. La responsabilidad por las opiniones emitidas en esta publica- ci6n corresponde exclusivamente al autor de la misma. Titulo original: Makers of modern strategy: from Machiavelli to the nuclear age © En lengua inglesa: Princeton University Press, 1986 © En lengua espafiola: Traductores y Editor, 1991 Edita: MINISTERIO DE DEFENSA Secretaria General Técnica Traducci6n: Rebecca |. Pace y Joaquin Sanchez Diaz NIPO: 076-91-078-9 ISBN: 84-7823-180-3 Depésito Legal: M-14891-1992 Diserio: América Sanchez Imprime: V.A. Impresores, S. A Reservados todos los derechos. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni transmitida Por ningin sistema mecénico 0 electronico, incluidas fotocopias, cinta magnética o cualquier otro sistema de almacenamiento y recuperacién de informacion, sin la autorizacién por escrito del editor. Agradecimientos Indice 9 Agradecimientos 13 Introduccién, Peter Paret al PRIMERA PARTE. Los origenes de la guerra moderna 23. 1. Maquiavelo: El renacimiento del arte de la guerra. Félix Gilbert 43, 2. Matiricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Monteccucoli y la “Revolucién Militar” del Siglo XVIL Gunther E. Rothenberg 7 3. Vauban: El impacto de la ciencia en la guerra. Henry Guerlac 101 4. Federico el Grande, Guibert, Billow: De las guerras dindsticas a las nacionales. R. R. Palmer SEGUNDA PARTE. La expansién de la guerra 5. Napoleén y la Revolucién en la guerra. Peter Paret jomini. John Shy wusewitz. Peter Paret 271 293 343 371 TERCERA PARTE. De la Revolucién Francesa a la Primera Guerra Mundial 8. Adam Smith, Alexander Hamilton, Friedrich List: Las bases econémicas del poder militar. Edward Mead Earle 9. Engels y Marx sobre la revolucion, la guerra y el ejército en la sociedad. Sigmund Neumann y Mark von Hagen 10, La escuela Pruso-Alemana: Moltke y el auge del Estado Mayor General. Hajo Holborn 11. Moltke, Schlieffen y la Doctrina del Envolvimiento Estratégico. Gunther E. Rothenberg 12. Delbritck: El historiador militar. Gordon A. Craig 13. El pensamiento militar ruso: El modelo occidental y la sombra de Suvorov. Walter Pintner Creadores de la Estrategia Moderna 393 14. Bugeaud, Gallieni, Lyautey: E] desarrollo de las guerras coloniales francesas. Douglas Porch 425 La estrategia americana desde sus comienzos hasta la Primera Guerra Mundial. Russell F. Weigley 461 16. Alfred Thayer Mahan: El historiador naval. Philip A. Crowl 495 CUARTA PARTE. De la Primera a la Segunda Guerra Mundial 497 17. Ellider politico como estratega. Gordon A. Craig 525 18. Los hombres contra el fuego: La Doctrina de la Ofensiva en 1914. Michael Howard 543, 19. La estrategia alemana en la era de la guerra mecanizada, 1914-1945. Michael Geyer 613 20. Liddell Hart y De Gaulle: Las Doctrinas del Riesgo Limitado y de la Defensa Mévil. Brian Band y Martin Alexander 639 21. Voces desde el azul del cielo: Los teéricos del Poder Aéreo. David Maclsace 665 22. La creaci6n de la estrategia soviética. Condoleezza Rice 695 23, La estrategia aliada en Europa, 1939-1945. Maurice Matloff 723 24, Las estrategias americana y japonesa en la Guerra del Pacifico. D. Clayton James 755 QUINTA PARTE. Desde 1945 787 25. Las dos primeras generaciones de estrategas nucleares. Lawrence Freedman 801 26. La Guerra Convencional en la era nuclear. Michael Carver 839 27. La Guerra Reyolucionaria. John Shy y Thomas W. Collier 887 28. Reflexiones sobre estrategia en el presente y en el futuro, Gordon A. Craig y Félix Gilbert 899 Colaboradores 905 Bibliografia Introduccion Carl von Clausewitz definié la estrategia como la utilizacién del combate, 0 la amenaza del mismo, para los propésitos de la guerra. Esta definicién, que un historiador moderno ha calificado de revolucionaria y tremendamente simplis- ta, puede ser modificada o ampliada sin ninguna dificultad (1). El propio Clau- sewitz, poco dado a las definiciones absolutas, variaba el significado de estrate- gia segtin el tema que estaba tratando en cada momento. La estrategia es el uso de la fuerza armada para lograr los objetivos militares y, por tanto, el propésito politico de la guerra. Para aquellos que estan involucrados en la direccién y conduccién de la guerra, estrategia es a menudo algo mis sencillo y, segiin la frase de Moltke, es un sistema de oportunidades. Pero la estrategia se basa tam- bién, o puede incluir, la explotacién y correcta utilizacién de todos los recursos del Estado con el fin de favorecer su politica en la guerra. Es en estos dos senti- dos en los que el término estrategia aparece en este volumen. El pensamiento estratégico es inevitablemente pragmitico. Depende de realidades como la geografia, sociedad, economia y politica, asi como de aque- los otros factores pasajeros que provocan situaciones y conflictos que requie- ren una solucién bélica. El historiador de estrategia no puede ignorar estas fuerzas. Debe analizar el amplio contexto de la estrategia y la forma en la que las situaciones y las ideas se influyen mutuamente, mientras que rastrea el largo camino desde la idea inicial a la doctrina de aplicacién, un proceso que a menudo le hard descubrir nuevas ideas. La historia del pensamiento estratégi- co es una historia del razonamiento aplicado. Por todo ello, los ensayos que componen este volumen van mas alld de la teorfa y se ocupan de otros muchos factores, tanto militares como no militares, que ayudan a configurar la guerra. De formas muy distintas, todos ellos demuestran la intima relacién entre la paz y la guerra, y los lazos entre la sociedad y sus instituciones militares y politicas; la marafia del pensamiento estratégico esté inmersa a través de todas ellas. Estos ensayos exploran las ideas de los soldados y civiles desde el Renacimiento sobre la forma mas eficaz de aplicar los recursos militares de su sociedad: ¢Cual es la mejor manera de utilizar la potencia combatiente disponible, o la poten- cialmente disponible? Teniendo en cuenta estas ideas, los ensayos van mas lejos: Qué impacto ha tenido la teoria estratégica en las guerras y en los perio- dos de paz posteriores? 16 Greadores de la Estrategia Moderna El concepto general de este libro se deriva de un trabajo anterior. En 1941, Edward Mead Earle, organiz6 un seminario sobre politica exterior americana y seguridad, por encargo del Instituto de Estudios Avanzados y la Universidad de Princeton. Fruto de este seminario fueron veintitin ensayos sobre “el pensa- miento estratégico desde Maquiavelo a Hitler”, con los que Earle, contando con la colaboracién de Gordon A. Craig y Félix Gilbert, public6 dos afios mas tarde un libro con el titulo Makers of Modern Strategy (Creadores de la estrategia moderna). Uno de los aspectos mas sorprendentes de este libro fue la convic- ci6n de sus editores y autores de que, en medio de una guerra mundial, la histo- ria del pensamiento estratégico merecia una seria y detenida atencién. En su opini6n, las atrocidades del presente, no hacian disminuir la importancia del pasado. Por el contrario, la historia parecia particularmente reveladora. En su introduccién, Earle declaraba que el propésito del libro era “explicar como se habja ido desarrollando la estrategia de la guerra moderna, con el convenci miento de que un mejor conocimiento del pensamiento militar permitira a los lectores comprender las verdaderas causas de la guerra y de los principios fun- damentales que gobiernan su conducta”. Poco después afiadia: “Estamos con- vencidos de que la constante vigilancia de estos asuntos es el precio de la liber- tad. Creemos, ademas, que si vamos a tener una paz duradera, debemos tener un claro conocimiento del papel que van a desempeiar las fuerzas armadas en la sociedad internacional. Y esto no lo hemos tenido siempre claro” (2). Es evidente que las circunstancias en las que fueron escritas estas palabras tuvieron un impacto en las mismas. Una sociedad que hasta muy recientemente habja prestado poca atencién a los acontecimientos que se desarrollaban fuera de sus fronteras, se vefa ahora envuelta en la mayor guerra de todos los tiempos. De repente, habia un nuevo interés por aprender cosas acerca de la guerra y sobre todo aquello que habia sido ignorado, pero que ahora dominaba a la vida publica; incluso se despert6 interés por obtener una cierta perspectiva histérica, no slo sobre los aspectos politicos e ideolégicos del conflicto, sino también por las cuestiones militares del mismo. En cuanto a la atmésfera en la que fueron escritos los ensayos, existia el convencimiento, no sélo de la conveniencia, sino también de la necesidad de que los ciudadanos pudieran comprender las realidades determinantes de la guerra, Makers of Modern Strategy fue una contribucién mis del arsenal demo- cratico en el mejor sentido de ese término; constituyé una respuesta seria y fundamentalmente optimista a las importantes necesidades intelectuales de Estados Unidos para la guerra en los umbrales de convertirse en una potencia mundial. Otro aspecto importante de ese libro fue que, a pesar de que nacié durante la guerra, su objetividad no sufrié menoscabo. La calidad de su contenido varia- Introducci6n, 17 ba de unos ensayos a otros, aunque el nivel general era muy alto, pero ninguno de ellos pecaba de chauvinismo, ni denigraba a los actuales enemigos; incluso ensayos como La estrategia naval japonesa y El concepto nazi de la guerra, mantenian una ejemplar honestidad intelectual. Esto es, sin duda, una de las razones por las que varias décadas después de aquella guerra, la coleccién ha mantenido su éxito. El libro ha proporcionado una vasta perspectiva y un profundo conoci- a miento a dos generaciones de lectores; muy probablemente, para algunos ha sido su tinico contacto con un completo estudio sobre la guerra. Makers of Modern Strategy se ha convertido en un clésico moderno. Aunque los ensayos relacionados con la Segunda Guerra Mundial fueron pronto supera- dos por los acontecimientos posteriores a la misma, lo cierto es que su impor- tancia global no ha disminuido. Ningiin libro de este tipo puede estar constan- temente actualizado; mas importante fue el hecho de haber definido perfecta- mente las etapas iniciales del pensamiento estratégico, mostrando su conexién con la historia general, cosa que muchos historiadores pretenden ignorar, y situando los acontecimientos bélicos y los periodos de paz dentro de una amplia perspectiva hist6rica. Pero, inevitablemente, con el paso del tiempo el volumen en su conjunto fue perdiendo actualizacin. Desde la derrota de Ale- mania y Jap6n y con la legada de la era nuclear, el analisis estratégico ha toma- do nuevas direcciones, mientras que la investigacién histérica ha continuado profundizando en el conocimiento del pasado mas remoto. Por ello, parecia conveniente la sustitucin del libro Makers of Modern Strategy. Al preparar el nuevo volumen los editores no han querido abandonar el modelo anterior. No se ha forzado a los colaboradores a emplear ningtin esque- ma, sino que cada uno ha abordado su tema siguiendo tinicamente su punto de vista. Algunos episodios importantes para la historia de la estrategia han tenido que ser eliminados para que al volumen pudiera mantener un tamaiio razona- ble. No obstante, los ensayos seleccionados (dispuestos cronolégicamente y, a menudo, enlazados también por su tematica), ofrecen al lector una guia para la teorfa estratégica y para las ideas sobre el uso de la violencia organizada, desde que Maquiavelo escribié su Arte de la guerra hasta nuestros dias. El nuevo Makers of Modern Strategy contiene ocho ensayos mas que su prede- cesor. S6lo unos pocos ensayos de la primera versin han sido eliminados, la mayoria contintian en ésta (3). Tres ensayos de la edicién de 1943 permanecen sin modificar, excepto con algunas correcciones de estilo: el de Henry Guerlac sobre Vauban y el impacto de la ciencia en la guerra; el de Robert R. Palmer sobre Federico el Grande y el cambio de las guerras dinasticas a las nacionales y cl de Edward Mead Earle sobre las bases econémicas del poder militar. Cierta- mente se podria decir mucho acerca de estas personalidades y sus trabajos, pero basta con expresar nuestra admiracion por ser unas piezas maestras en su géne- ro. Las notas bibliograficas de estos ensayos han sido actualizadas. Otros dos 18, Creadores de la Estrategia Moderna ensayos han sido modificados en gran parte de su contenido, y otros dos, revi dos (4). Los otros veintidés de este volumen son nuevos. Para concluir esta breve comparacién de los dos libros conviene tener en cuenta algunas de las diferencias tematicas mas importantes entre ellos. El nuevo posee un mayor contenido que el primero acerca de la estrategia ame- ricana. Contiene cuatro ensayos relacionados con el periodo desde 1945, que pertenecian al futuro para Earle y sus colaboradores. En términos generales, el nuevo Makers of Modern Strategy contempla una perspectiva mas amplia. Earle hubiera preferido limitarse al andlisis de los principales teéricos, pero la propia naturaleza del tema le impuls6 a ir mas alla. Como los Estados Unidos no habian “producido un Clausewitz ni un Vauban”, los tinicos militares trata- dos en el primer libro fueron Mahan y Mitchell. No se incluyeron owas figuras relevantes americanas y europeas porque “o bien eran mas tacticos que estra- tegas, o porque su legado a la doctrina estratégica no constitufa un conjunto de ideas coherente”. Esta tiltima consideraci6n explica también la ausencia de un ensayo sobre Napoleén. En su introduccién, Earle escribia que “contem- plaba la estrategia de Napole6n sobre el campo de batalla; por lo tanto, él esta representado aqui por sus intérpretes Clausewitz y Jomini” (5). Desde Inego, este punto de vista parece ser demasiado exclusivista. Consideramos que merece la pena conservar las diferencias entre estrategia y tactica; pero estra- tegia no es exclusivamente (ni siquiera fundamentalmente), el trabajo de las grandes mentes, interesadas en difundir sus teorfas. Aunque Napoleén no escribié un tratado general sobre sus ideas acerca de la guerra y de la estrate- gia, merece la pena estudiarlas y no sélo a través de las interpretaciones que sobre las mismas dieron Clausewitz y Jomini. En este volumen aparece un ensayo sobre Napoleon. Pero es preciso tener en cuenta que la estrategia napoleénica no fue creada solamente por el Emperador. Fue posible porque 41 posefa el genio y el empuje para combinar y explotar las ideas y las politicas de otros. Pero muchas de ellas no pueden identificarse con un individuo en particular, sino que pertenecen al estudio de la estrategia y son tratadas en esta obra, Como coment6 en cierta ocasién uno de los colaboradores, dado el punto de vista histérico mas amplio de este nuevo libro, hubiera sido mas apropiado titularlo The Creation of Modern Strategy. stg Los problemas y conflictos de la época en que aparece el nuevo Makers of Modern Strategy, from Machiavelli to the Nuclear Age, son muy diferentes de los que existian cuando se publicé el primero. Pero la necesidad de comprender la gue- rra es incluso mayor ahora que en 1943. La gran amplitud de los temas a consi- derar ha inhibido su estudio a unos y ha incentivado a otros. Mucha gente ha reaccionado ante el poder destructor de las armas nucleares, rechazando el Introduccion 19 concepto de la guerra en general y, consecuentemente, consideran que la natu- raleza de la misma ya no requiere ninguna investigacién, Se alega incluso que las armas nucleares han hecho a la guerra irracional ¢ imposible, es decir, se intenta negar una realidad, como un reflejo de la ansiedad que ocupa una buena parte de la vida actual. Hasta ahora la era nuclear ha producido todo tipo de guerras no nucleares, desde operaciones de gran componente terrorista y de guerrilla, hasta los bombardeos aéreos a gran escala y campafas con vehiculos acorazados. La guerra no ha desaparecido, simplemente se ha hecho mis peligrosa. Incluso teorfas tan impensables como la de la disuasién nuclear, demuestran la necesidad del estudio de la estrategia. Desde el comienzo de la era nuclear ha existido una constante, aunque intermitente, similitud entre las estrategias anteriores a 1945 y las de la guerra convencional a partir de esa fecha. El vinculo es mas ambiguo entre la estrate- gia prenuclear y la nuclear. Se ha pretendido que, al menos en lo que se refiere al conflicto nuclear, todo aquello que afecta al terreno nuclear es nuevo. La tec- nologia es ciertamente nueva; pero el hombre y sus ideas sociales y politicas, asi como las estructuras en las que vive, han cambiado muy poco. Los gobiernos y fuerzas armadas que disponen de arsenales nucleares, estin formados por hom- bres y mujeres que no son muy diferentes de sus padres y abuelos. Bajo estas condiciones de crisis y discontinuidad parcial, el nuevo Makers of Modern Strategy parece que es atin mas oportuno que su predecesor. Edward. Mead Earle estaba convencido de que un buen conocimiento de la guerra a lo largo de la historia ayudaria al lector a comprender la guerra en los momentos actuales. No todo el mundo (y menos los historiadores) compartirian su fe en la actual conexién de la Historia. No s6lo cada era es Gnica en su combinacion de condicionantes, aspectos y personalidades, sino que, ocasionalmente, una pro- funda revolucién tecnolégica, en las creencias 0 en la organizacion social y poli tica, parece apartarnos de la Historia, aunque para algunos su importancia pueda quedar reducida a una absurda ficcion. Depende sobre todo de lo que cada uno entienda por “importante”. El pasado, incluso si estuviéramos seguros de poderlo interpretar con exactitud, raramente ofrece lecciones directas. Pero la historia de todo aquello que nos ha precedido, es una fuente de conocimien- tos digna de tener muy en cuenta. En los acontecimientos de una nacién y en las relaciones entre estados, como en la vida de un individuo, el presente tiene siempre una dimension de pasado, y es mejor conocerla que ignorarla o incluso negarla. Incluso en el caso de que sélo podamos ver el presente en términos superficiales, siempre tenemos a nuestra disposicién la Historia como la gran maestra que, al clarificar y dar sentido a acontecimientos del pasado, nos puede ayudar a entender el presente y pensar sobre el futuro. La mejor forma de entender el fenémeno de la guerra es estudiar su pasa- do. Ese es uno de los mensajes de este libro. Pero la historia de la guerra debe estudiarse también para comprender su propio pasado. A veces los historiado- 20 Creadores de la Estrategia Moderna, res han sido reacios a reconocer esta necesidad. Aunque no pueden negar que la guerra ha sido una realidad fundamental de la existencia politica y social, desde los estadios mas elementales de organizaci6n politica hasta nuestros dias, resulta tan tragica y tan perturbadora, tanto intelectual como emocionalmente, que han tendido siempre a dejarla de lado en sus investigaciones. Particular- mente en los Estados Unidos, en la ensefianza de la Historia y en la tarea coti- diana de los historiadores, la guerra no ha sido nunca uno de los temas favori- tos. Uno de los resultados ha sido la proliferacién de una literatura popular sobre la guerra, esencialmente romantica, que no explica nada, pero que res- ponde crudamente a la fascinaci6n que las guerras pasadas y presentes ejercen en nuestra imaginacién y en nuestro deseo de llegar a comprenderla, Este volu- men intenta demostrar Ia utilidad de integrar la historia del pensamiento mili- tar y de la politica, con la Historia General. Los ensayos que componen esta obra tratan de analizar el papel desemperia- do por la fuerza en las relaciones entre estados. Todos reconocen que la guerra no ha sido nunca, ni es hoy en dia, un fenémeno basicamente militar, ni tampo- co solamente militar, sino que es la combinacién de muchos elementos que abarcan desde la politica y la tecnologia, a las emociones humanas sometidas a tensiones extremas. La estrategia es solamente uno de los elementos, aunque a veces sea muy importante. Veinticuatro de estos ensayos hacen un seguimiento de las ideas y acciones de las anteriores generaciones y de cémo utilizaron 0 no la guerra; los otros cuatro analizan el pensamiento militar y la politica en el pasado mis reciente y en la actualidad. La obra es fundamentalmente hist6rica; pero, como en la primera edicién, esti dedicada a la causa intemporal de “un mejor conocimiento de la guerra y de la paz”. NOTAS: 1. Foreign Affairs de Michael Howard (Verano de 1979); reeditado por el mismo autor en su libro ‘The Causes of War (Cambridge, Mass, 1984), 101 > 2. Makers of Modern Strategy-Introduction de Edward Mead Earle, editado por el autor (Princeton, 1943), VIIL 3. Algunos de los ensayos que han sido eliminados se ha debido a que no encajan en esta nueva distribucién de la obra, como por ejemplo, el estudio sobre geopolitica de Derwent Whittlesey y el resumen de doctrinas europeas del poder naval de Theodore Ropp. Otros fueron escritos cuando atin no se disponia de la documentacién precisa y, aunque tuvieron un gran mérito en. su tiempo, en la actualidad, resulta aconsejable su eliminacién. Uno 0 dos, como el ensayo sobre Ja linea Maginot y Liddell Hart, escrito por un autor cuyo pseud6nimo era Irving M. Gilson, no tenian la calidad del resto. 4. Félix Gilbert ha vuelto a escribir su ensayo sobre Maquiavelo, de la misma manera que Mark von Hagen el ensayo sobre Marx y Engels. Gordon Craig ha introducido algunos cambios en el ensa- yo sobre Delbriick, y Peter Paret ha revisado la primera parte del ensayo de Hajo Holborn sobre Moltke, y la segunda parte que ha sido totalmente cambiada. “Introduction” de Earle, IX. PRIMERA PARTE LOS ORIGENES DE LA GUERRA MODERNA Félix Gilbert 1. Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra 1. Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra Si las numerosas campaiias y sublevaciones que se sucedieron en la Italia del Renacimiento produjeron la sensacién de que la habilidad y la técnica militar habian desaparecido, la verdadera razén de este vacio fue que los métodos anti- guos de hacer la guerra no eran adecuados y nadie era capaz de encontrar otros nuevos. “Un hombre que acceda al poder no puede adquirir mayor reputacién mas que descubriendo nuevas reglas y métodos”. Con estas palabras Maquiavelo expresé una idea que solfa repetir en sus escritos: la necesidad més urgente y fundamental en aquella época era la creacién de nuevas instituciones militares y procedimientos para la guerra. Maquiavelo introdujo una nueva era, la Era Moderna, en el pensamiento politico; detras de todas sus reflexiones sobre el mundo de la politica estaba su conviccién de que la organizacién militar de la Italia contemporanea necesitaba cambios profundos. Se puede decir que Maquiavelo lleg6 a ser un pensador politico porque antes fue un pensador mili- tar. Su visién de los problemas militares de su tiempo orientaron totalmente su punto de vista politico. Maquiavelo ocupa una posicién singular en el campo del pensamiento mili tar debido a que sus ideas estaban basadas en el reconocimiento del enlace exis- tente entre los cambios que ocurrieron en la organizacién militar y los mov mientos revolucionarios que se produjeron en la esfera politica y social. Para un observador, la conexién entre la causa y el efecto del desarrollo militar parecia obvia. El descubrimiento de la pélvora y la invencién de las armas de fuego y la artillerfa hicieron inevitable un colapso en la organizacién militar de la Edad Media, en la que los caballeros jugaban un papel decisivo. Ariosto, contempora- neo y compatriota de Maquiavelo, en su Orlando Furioso (1516), narra cémo el protagonista de la obra, su héroe y personificacién de todas las virtudes de un caballero, se vio obligado a enfrentarse a un enemigo con un arma de fuego: “Tan pronto como se ven los fogonazos, la tierra se estremece. Los baluartes tiemblan al eco de sus sonidos. La peste, que nunca consume sus fuerzas en vano, 26 Creadores de la Estrategia Moderna ino que despedaza todo lo que encuentra en su camino, Pasando como un rayo en su vuelo con el viento”. Cuando el invencible Orlando abatié a su temible enemigo y pudo elegir entre el rico botin: ... nada ganaria el vencedor Si de todos los despojos de este dia victorioso Salvara ese artefacto, cuya fuerza irresistible Se asemeja al Trueno en su rapida carrera.” Después, al navegar por el mar para lanzar el arma al agua, exclam Oh, maldito ingenio! jfundamento de la muerte! jInventado en las tinieblas de los reinos tartaros! Disefiado por el maligno arte de Belcebti Para ser la ruina del genero humano. Por tu culpa, nunca mas los caballeros tendran arrojo. Ingenio que ayuda a los cobardes en la guerra. Que da ventaja ante un mas noble enemigo, jYace aqui para siempre en el profundo abismo!” (1) En resumen, pretendia achacar a las armas de fuego todos los males, Ile gando a la conclusién de que si no se hubieran inventado o pudieran desapa- recer, el mundo de los caballeros se mantendria vivo para siempre con todo su esplendor. Esta explicacién del declinar del poder de los caballeros no corresponde a la realidad. La historia de las instituciones militares de un periodo no puede separarse de la historia de la sociedad en la que estan inmersas. La organizacion militar de la Edad Media era una parte integrante del mundo medieval y decli- né cuando la estructura social se desintegr6. Tanto espiritual como econémica- mente, el caballero presentaba unas caracteristicas propias de su época. En una sociedad en la que Dios estaba considerado como la cabeza de la jerarquia y de donde emanaban todos los poderes, el significado religioso se extendia a toda actividad social. La tarea principal de la Caballeria era proteger y defender a su pueblo; haciendo la guerra, el caballero servia a Dios. Al mismo tiempo, esos servicios militares estaban a disposicién de su sefior que, a su vez, tenia confiada por la Iglesia la supervision y control de sus actividades. Ademas de los aspectos religiosos-spirituales, el compromiso militar entre el vasallo y el sefior tenia un aspecto legal y econémico. El sefor proporcionaba al caballero unas tierras, el feudo, y al aceptarlas, el caballero asumia la obligacién de prestar servicio mili- tar al sefior en caso de guerra. Era un cambio de bienes por servicios que se ajustaba a la estructura agricola y al sistema seforial de la Edad Media. El concepto religioso de la guerra como acto de hacer justicia, la restricci6n del servicio militar a la clase social de los caballeros que poseian tierras y sus criados, y un cédigo legal-moral que actuaba como verdadero lazo de unién Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra 27 entre todas las fuerzas, eran los factores determinantes de la organizacién m tar y de los métodos de la guerra de la Edad Media. Los ejércitos medievales se formaban s6lo cuando habia una necesidad, es decir, para una campaiia defini- da y permanecian juntos mientras duraba aquella, El caracter temporal del ser- vicio militar hacia muy dificil la adaptacién de los soldados al nuevo medio, por lo que el mantenimiento de la disciplina era muy dificil de lograr, si no imposi- ble. El objetivo principal de una batalla consistia, a menudo, en abatir a los jefes de los bandos respectivos, ¢ incluso combatian ‘inicamente los jefes entre si, siendo definitivo para ambas partes el resultado del lance. Como la guerra representaba el sentimiento de un deber moral y religioso, habia una fuerte inclinacién a conducir la guerra y las batallas de acuerdo con reglas fijas y a un cédigo establecido. La organizacién militar era un producto tipico del sistema social general de la Edad Media y cualquier cambio en los fundamentos de ese sistema tenia repercusiones inevitables en el campo militar. Cuando se produjo una rapida expansi6n de la economia de mercado, las bases de la agricultura medieval se derrumbaron y sus efectos sobre las instituciones militares fueron inmediatos. En el terreno militar, los que eran los protagonistas del nuevo desarrollo econé- mico, las ciudades y los grandes comerciantes, podrian hacer uso de las nuevas oportunidades, es decir, aceptar pagar un dinero a cambio de unos servicios, 0 recibir un servicio de seguridad a cambio de recompensas en metalico y unos salarios. De esta manera, el nuevo sefior deberia pagar a aquellos que conside- rara mas idéneos durante un periodo mayor mediante promesas de pagos regu- lares. O, por el contrario, aceptar dinero de aquellos que no deseaban cumplir con sus obligaciones militares. Con este tipo de acuerdos se conjugaba un ejér- cito permanente y profesional con una libertad por parte del sefior para no depender de sus vasallos. La transformacién de un ejército feudal en un ejército profesional, de un estado feudal a otro burocratico y absolutista, fue lenta y alcanzé su maximo desarrollo en el siglo XVIII, aunque el verdadero espiritu caballeresco de los ejércitos feudales murié mucho antes. Hay una ilustracién de este cambio en una balada del siglo XV que describe la vida en el ejército de Carlos el Temerario de Borgoita (2). En esa época, Borgoiia era una reciente formacién politica y las demas potencias la consideraban como una advenediza. Por ello, Carlos el Temerario se esforz6 en legitimar la existencia de su estado a través de la estricta observancia de las viejas tradiciones y costumbres, y llegé a tener el carisma de un rey al estilo del pasado romantic. Sin embargo, detras de esa fachada caballeresca, toda la obra esté dominada por un pensamiento, “zcuando llegara el pagador de Ia soldada?”; la prosaica realidad del interés material se impone a la romantica hidalgufa del caballero. En los ejércitos de las mayores potencias (Arag6n, Francia e Inglaterra) exis- tian elementos antiguos y modernos, profesionales junto con reclutas eventua- les. Sin embargo, debido al importante poderio econémico de las ciudades ita- lianas, se impuso la transformaci6n hacia un ejército puramente profesional. 28 Creadores de la Estrategia Moderna Desde el siglo XIV, Italia habia sido la tierra “prometida” para los caballeros que veian en la guerra el tinico medio para hacer fortuna. Las compagnie di ven- tura estaban pagadas por los condottieri que ofrecian sus servicios a cualquier potencia que les pagara. Por lo que en Italia, ser soldado se convirtié en una profesién, al margen de cualquier otra actividad civil El nuevo sistema econémico dio mayores oportunidades para reclutar ejérci- tos. Nuevos hombres, despojados de las tradiciones militares precedentes, entra- ban al servicio de las armas motivados tinicamente por el dinero, y con ellos se empezaron a introducir nuevas armas y formas de lucha. de arqueros e infanteria aparecieron en Francia e Inglaterra durante la Guerra de los Cien Afios. La tendencia a crear nuevos métodos obtuvo su impulso defi- nitivo al producirse la derrota de Carlos el Temerario a manos de los suizos a finales del siglo XV. En las batallas de Morat y Nancy (1476), los caballeros de Borgojia fueron incapaces de romper las escuadras de infanteria de los suizos y fueron derrotados. La noticia causé sensacién en toda Europa y como conse- cuencia, la infanterfa habia ganado un puesto en la organizacién militar de la época. La importancia de las armas de fuego no debe evaluarse s6lo en el campo militar y es preciso contemplarla en el contexto de varios acontecimientos: p mero, la naciente economia de mercado; en segundo lugar, los deseos del sefhior feudal de liberarse de su dependencia en los vasallos y establecer una fuerza permanente; y, por tiltimo, la tendencia a cambiar la organizaci6n militar medieval a la vista de la debilidad de los compromisos feudales. Nuevas formaciones Las armas de fuego y la artillerfa no fueron la causa de esos cambios sino que fueron un factor acelerador de esa evolucién. Ante todo, fortalecieron la posicién del sefior respecto a sus vasallos al disponer de unas armas a las que, légicamente, ellos no podian tener acceso. El empleo de la artillerfa en una campaia suponia una tarea compleja; eran necesarios muchos vehiculos para transportar los pesados cafiones y equipos, asi como mecanicos y especialistas en el manejo de las armas. Todo ello suponia unos gastos desconocides hasta entonces, y los que correspondian a la artilleria eran muy superiores a todos los demas componentes que intervenian en una campaiia (3). S6lo los mas podian permitirse la artilleria, El principal efecto militar de la artilleria fue favo- recer a las grandes potencias contra los pequefios estados y focos locales de independencia. En la Edad Media, el seiior se sentia relativamente inmune a los ataques enemigos mientras estaba en su castillo. Ello provocé el culto del arte de la fortificacién (4). Los pequeiios estados se protegian con fortalezas en sus Iineas de frontera que los mantenian a salvo frente a fuerzas superiores. Con la aparicién de la artilleria, las fortificaciones pasaron a ser vulnerables y la ten- dencia militar del momento se centré en la ofensiv: ‘os . Francesco di Giorgio Mar- tini, arquitecto italiano del siglo XV, encargado de construir una serie de forta- lezas para el Duque de Urbino, se quejaba en su tratado sobre arquitectura mili- Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra 29 tar de que “el hombre que fuera capaz de resistir ante un ataque, serfa mas un dios que un ser humano” (5). Los cambios en la composicién de los ejércitos y de la técnica militar trans- formaron el espiritu de la organizaci6n militar (6). El c6digo moral, las tradicio- nes y las costumbres de la época feudal no tenfan significado para los nuevos hombres que formaban parte de los ejércitos. Aventureros y rufianes en busca de riqueza y pillaje, hombres que no tenfan nada que perder y casi todo que ganar en la guerra, constituyeron el grueso de los ejércitos. Como resultado de una situacién en que la guerra no era considerada como un deber religioso, el propésito del servicio militar pasé a ser puramente econémico. Inmediatamen- te surgié el problema moral de si era pecado una profesién cuya finalidad era matar a otras personas. En las naciones mis civilizadas de Europa, y por supues- to en Italia, la gente miraba con desprecio a los soldados ae Las circunstancias que rodearon la vida de Maquiavelo fueron un factor cru- cial para situarle en una posicién desde la que pudiera darse cuenta de los cam- bios en las situaciones y de los problemas que se produjeron en su época. Su carrera como escritor politico comenz6 cuando los Medici regresaron a Florencia en 1512, y le expulsaron de su cargo en la Cancillerfa, donde habia servido a la Republica durante 14 aiios. Sus escritos reflejan todo lo que él habia aprendido a través de su “larga experiencia en los asuntos de su poca” (7). En realidad se trataba de una recopilaci6n de los decretos, reglas y leyes, asi como de sus observaciones de la escena politica, realizadas a lo largo de su trabajo en Ia Cancillerfa florentina. En las ciudades italianas del Renacimiento, los oficiales de las Cancillerias solfan ser funcionarios frios que se limitaban a llevar a cabo las medidas toma- das por el circulo en el poder. Maquiavelo fue una excepci6n; se convirtié en un personaje politico importante en la Reptiblica de Florencia entre 1498 y 1512. Guicciardini, cuando cay6 Maquiavelo en desgracia y acepté una ridicula misién en una orden franciscana, le escribié irénicamente: “en otros tiempos, vos negociabais con muchos reyes, duques y principes” (8). Habia muchos motivos por los que Maquiavelo habia desempefiado una labor politica importante hasta 1512. Su familia era de las més antiguas y respe- tadas, hasta el punto de que entre ellos habia 12 Gonfalonieri y 66 altos magis- trados. Nicolis Maquiavelo era descendiente de una rama ilegitima de la familia y por esa raz6n tenfa vetado su acceso a la Magistratura y a los Consejos Regula dores, pero su nombre y su amistad con Nicolas de Alejandro Maquiavelo, uno de los lideres politicos, le permitié acceder a las cancillerias (9) 30 Creadores de la Estrategia Moderna La raz6n principal de la importancia politica de Maquiavelo fue su estrecha relacin con Piero Soderini, que ocupaba el cargo de Gonfaloniero en Floren- cia (10). El puesto de Gonfaloniero habia sido creado en 1502 por un grupo de patricios florentinos que confiaban en que reduciria la influencia del Gran Consejo, donde la clase media tenfa mayor poder. Pero Soderini no escuché a los patricios porque consideraba que la labor de su cargo debia orientarse a mantener y estabilizar el régimen popular. Soderini favorecié a Maquiavelo y le encargé diversas tareas gubernamentales; consideraba que seria titil tener a su servicio un hombre que dependiese de él por completo en su lucha contra la aristocracia, Ademas de esto, Maquiavelo tenia una personalidad relevante que le sirvié para extender sus actividades y responsabilidades mas alla de las que le corres- pondian por su cargo. No existen retratos de Maquiavelo. Los dibujos y bustos que pretenden representarle, muestran a un hombre con rostro enigmatico, inteligente y con sonrisa ambiciosa, pero son obras que corresponden a artistas del siglo XVI, cuando Maquiavelo se habia convertido en Ia personificacién de la amoralidad y el mal. Pero no sélo era la encarnacién de la racionalidad y de la inteligencia; a menudo era emocional y en momentos de ira podia olvidar toda precaucién. Le gustaba gastar bromas a los demis y a si mismo. Fortalecer los lazos entre él y los hombres de estado de Florencia (Guicciardini, Filippo Strozzi, Francesco Vettori) fue una de sus obsesiones principales, hasta el punto de que Ilegé a ser imprescindible para esos hombres que estudiaban con sumo interés los analisis de Maquiavelo sobre los problemas y situaciones politicas del momento. Pero Maquiavelo les servia también en otras muchas funciones: podia encargarse de las negociaciones para las condiciones de las bodas de las hijas de su amigo Guicciardini, hasta organizar suntuosas comidas en honor de algtin hombre de estado. Maquiavelo sabia muy bien que actuando a veces como maitre de plaisir podria mantener la amistad de los hombres poderosos. Maquiavelo estuvo profundamente inmerso en el mundo politico, pero al mismo tiempo lo observaba desde una atalaya. Ninguno de sus contemporaneos habia tenido la habilidad de combinar la agudeza y la perspectiva, moviéndose continuamente entre lo que era y lo que deberfa ser (11). Maquiavelo era cons- ciente de la tensién que Ievaba consigo la ambigiiedad de su posicién. En el prélogo de su obra Mandragola dice de su autor que “en toda Italia no reconoce a nadie superior a él, pero que se inclinarfa ante cualquiera que llevara mejores vestidos” (12) Una de las funciones de Maquiavelo en Ia Cancilleria era la de Secretario del Consejo de los Diez que era un comité encargado de los asuntos militares y de la guerra (13). De esta manera, Maquiavelo entr6 en contacto con los pro- blemas para la recuperacién de Pisa, y la guerra contra esa ciudad fue una con- tinua preocupacién durante 10 afios, hasta su rendicién en 1509. En su prime- ra misién gubernamental fuera de Florencia fue encargado de negociar el sala- rio de un condottiero que exigia unas cantidades desorbitadas del gobierno de la Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra 31 ciudad. Poco después Maquiavelo se ocupé del caso de otro condottier, Paolo Vitelli, que prestaba sus servicios a Florencia; las tropas de Vitelli habfan toma- do uno de los baluartes de Pisa, por lo que la ciudad estaba a su merced, pero dudé en ordenar a sus tropas el ataque final y se perdié la oportunidad de tomar la ciudad. Vitelli fue acusado de traicién, encarcelado y finalmente deca- pitado. La mayor parte de este tipo de asuntos pasaba por las manos de Maquiavelo. Esto hizo que surgieran dudas sobre la utilidad de los servicios prestados por los condoitieri en la mente de Maquiavelo cuando en un campa- mento florentino en las puertas de Pisa presencié el comportamiento de los gascones enviados por el Rey de Francia, aliado de Florencia, como promesa para reestablecer el reinado de ésta sobre Pisa; se negaban a avanzar contra la ciudad, se quejaban de la paga y de la comida, se amotinaban y desaparecian del campamento. Una de las misiones mas famosas y discutidas de Maquiavelo fue la que levé a cabo con Cesar Borgia a finales de 1502. El estaba presente en Sinigaglia cuando César Borgia habia persuadido a un cierto ntimero de condottier’ enemi: gos suyos para que se reunieran con él, y entonces ordené a sus hombres que los mataran. La estupidez de aquellos condottieri al caer tan facilmente en la trampa de Borgia desperté definitivamente el desprecio de Maquiavelo por ellos y por todo lo que representaban. Su falta de vision, indecision y timidez le afectaron profundamente, sobre todo al compararlos con César Borgia que, al menos aparentemente, poseia todas las virtudes de un gran capitan: ambicién, constancia, capacidad para el planeamiento detallado, decisién, prudencia, rapidez en la accién y, si era preciso, dureza. Aunque el sentimiento de Maquia- velo hacia César Borgia cambiaria con los aiios, la experiencia de Sinigaglia fue crucial para llegar al convencimiento de que era necesario un nuevo tipo de jefes militares. La contribucién més importante de Maquiavelo en cuanto a temas militares fue la redacci6n de la ley de diciembre de 1505, por la que se ordenaba la crea- cién de una milicia florentina (14). Fue redactada por Maquiavelo, y la intro- duccién ya anunciaba algunas de sus ideas favoritas: la base de una repiiblica es “justicia y armas” y que la larga experiencia, los grandes gastos financieros y los peligros han demostrado que los ejércitos de mercenarios son de una utilidad dudosa. La ley, llamada la Ordinanza, prevei 10.000 hombres comprendidos entre los 18 y 50 afios, y que habrian de ser ele- gidos por un comité especial; ademas, los elegidos deberian vivir en los distritos rurales de Toscana, que pertenecia a Florencia. La milicia estarfa dividida en compaiiias de 300 hombres cada una. La posibilidad de enrolarse estaba limi da a los distritos rurales ya que dar la posibilidad de acceder a las armas a los habitantes de las ciudades del territorio de Florencia hubiera facilitado que éstas sc revelasen. Tampoco se esperaba que los ciudadanos de Florencia se sin- ticran persuadidos en aceptar los sacrificios del servicio militar, aunque Maquia- velo confiaba que en el futuro cambiaran de parecer. Maquiavelo consideraba a 32 Greadores de la Estrategia Moderna la Ordinanza s6lo como un comienzo. Trabajé, aunque sin éxito, para aftadir unidades de caballeria a las de infanterfa, Su objetivo final era un ejército com- puesto por hombres de la ciudad de Florencia, del resto de las poblaciones de su territorio y de los distritos rurales, bajo un mando tinico. La inseguridad de los condottieri y de los mercenarios era s6lo una de las razones por las que Maquiavelo mostraba un apasionado interés por la creacién de un ejército regular. Confiaba en que tendrfa consecuenéias muy importantes para Florencia, tanto en su politica exterior como la interior. Maquiavelo habia aprendido en sus numerosas misiones diplomaticas que el depender de merce- narios o de tropas extranjeras limitaba la libertad de accién y originaba una dependencia respecto a otras potencias. Anteriormente, se habia visto obligado a solicitar los servicios de condottieri y mercenarios a otros gobernadores italia nos; en una misién en Francia, su tarea consistié en implorar al rey francés para que enviase sus tropas para ayudar a mantener la autoridad de Florencia en algunas zonas que se habian sublevado. Todo ello derivé en una marcada del lidad militar y los peligros que acarre6 fueron particularmente importantes en las primeras décadas del siglo XVI. La caida del poder italiano debido a la inva sién francesa en 1494, seguido del alzamiento de César Borgia apoyado por el Papa y el rey francés, trajeron consigo una situaci6n inestable en la que todas las potencias mayores se veian tentadas a absorber a sus yecinos mediante el empleo de la fuerza. En su primer escrito politico, Maquiavelo establece que un estado s6lo tiene dos caminos para alcanzar sus objetivos: “o por la fuerza o por el amor” (15), inmediatamente explica que las negociaciones y los acuerdos (que es lo que él entendia por “amor”) nunca conducirian a esos objetivos; los gobiernos, por tanto, deben basarse en la fuerza. Maquiavelo sabia demasiado bien que el contratar los servicios de un condot- tiero, la determinacién de su salario y los calculos sobre el ntimero de topas necesarias para una determinada operaci6n militar, aumentaban siempre la tension interna. Las cantidades necesarias para satisfacer esos gastos se conse- guian principalmente por medio de préstamos e impuestos a los ciudadanos mis ricos; por ello, las clases sociales mas altas estaban interesadas en que esos gastos se redujeran al minimo. En un escrito al Gonfaloniero, Maquiavelo se quejaba amargamente de que los ciudadanos acaudalados ponian las maximas dificultades en lugar de hacer ciertos sacrificios (16). En la Ordinanza, Maquia- velo dio énfasis a los aspectos financieros. Establecié que el aparato administra- tivo deberia asegurar el pago regular a los soldados, ya que éstos sdlo necesita- ban unas pocas horas al mes de entrenamiento y si no recibirian su salario Gni- camente durante el tiempo de guerra, que es cuando tendrian que ausentarse de sus hogares; de esta manera, los gastos previstos por la Ordinanza no serian excesivos y se podria atender a ellos mediante impuestos regulares. El resultado concreto serfa una disminucién del poder de las élites adineradas, hostiles a Soderini, y evitar la influencia extranjera en la politica exterior. Con las armas en poder del pueblo, la influencia de las clases ricas disminuiria y el régimen Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra 33 popular se estabilizaria. Maquiavelo mostré un enorme interés en la formacion de la milicia. En algunos distritos, é1 mismo seleccioné a los hombres. Organiz6 una parada militar en la Plaza de la Signoria en Florencia e incluso estuvo al mando de varias compaiiias durante la guerra para conquistar Pisa, a finales del sitio. La rendicién de la ciudad fue la confirmacién de que sus ideas militares eran correctas. Incluso tras el regreso de los Médici, después de la desastrosa derrota de la milicia frente a Prato, sus convicciones se mantuvieron firmes. En su obra Historia de Florencia hizo particular hincapié al descubrir las bata- las libradas por los condottieri en territorio italiano durante el siglo XV. En 1423, en la batalla de Zagonara, una victoria “renombrada en toda Italia donde nadie resulté muerto excepto Lodovico degli Obizzi, porque junto con dos de sus hombres, se cayé de su caballo y se ahogé en el barro”. En la batalla de Anghiari que “duré desde Ia hora 20 hasta la 24, s6lo un hombre result6 muerto, y no fue herido ni matado por un valiente, sino que cay6 de su caballo y fue pisoteado hasta morir”. Esta presentacin grotesca de la labor de los condottieri no era, naturalmente, exacta; algunos fueron soldados competentes, valientes y con un fuerte sentido del honor y de la reputacién (17). Pero Maquiavelo no pretendia dar un relato real y objetivo. Durante su cargo se libraron tres batallas que cau- saron admiracién y temor en toda Italia: la de Cerignola, donde las tropas de Gonzalo de Cordoba arrasaron magistralmente a los franceses expulsindoles de Napoles; la victoria francesa de Agnadello, donde el desacuerdo entre sus con- doltieri cost6 a los venecianos la invasion de la ciudad; y Ravena, donde Gaston de Foix trajo la victoria de los franceses sobre las tropas espanolas y papales, siendo Ia batalla mas sangrienta de todo el siglo. Lo que Maquiavelo pretendia poner en evidencia ante sus compatriotas es que una nueva forma de hacer la guerra habia comenzado. i En Fl Principe, Maquiavelo prometia fama a un nuevo legistador siempre que introdujera nuevas leyes sobre la guerra; el lector no puede dudar que Maquia- velo era el hombre que conocia todas estas reglas. Ademis, escribié un libro titulado El Arte de la Guerra en el que pretendié presentar toda una nueva doct na revolucionaria. Pero cualquiera que lea el libro se sentira a veces desorienta- do al comprobar que no hay nada de “nueva” teoria en él. El problema esta en Ia acepcion de la palabra “nueva”. Para nosotros, el futuro debe ser mejor que el pasado y el presente; “nuevo” significa lo opuesto a “viejo”. Pero en aquella época y antes de que la idea de progreso entrara en las mentes de los europeos, lo nuevo representaba el declinar desde una situaci6n dlgida que se habia dado en el pasado. El ideal para los humanistas del Renacimiento era que el mundo perfecto habia existido en los tiempos clisicos. 34 Creadores de la Estrategia Moderna Maquiavelo era un hombre educado humanisticamente; creia profunda- mente que Roma habia demostrado la posibilidad de que una ciudad-repdiblica alcanzara la conquista del mundo y, ademas, representaba para él el ideal de reptiblica. Un ejemplo caracteristico de su profunda creencia en todo el siste- ma creado por Roma fue un memorandum que escribié como Secretario del Consejo de los Diez en respuesta a la pregunta de cémo deberia ser tratado el pueblo de Arezzo que se habia sublevado, una vez que fuera sometido de nuevo a la ley florentina. El memorandum comenzaba con una explicacién segtin Livy de lo que Lucio Furio Camillo habia hecho cuando el pueblo de Latium se rebelé (18). Las “nuevas” leyes de la guerra que Maquiavelo queria introducir en Italia eran las “viejas” leyes de las milicias romanas. Sin embargo, hay que tener pre- sente que no pretendia una reconstruccién exacta y total de esas leyes, sino s6lo aplicar aquellas que tenian vigencia en el presente. La idea de Maquiavelo sobre Roma era utépica y s6lo se quedaba en cada momento con lo que le inte- resaba para conformar la idea que tenia en su mente. Como consecuencia de los profundos estudios que tuvo que realizar y del gran esfuerzo que suponia el intentar descubrir una regla general detras de cada suceso 0 accién en particu- lar, logré penetrar en los secretos del arte de la guerra y del orden militar. EL Ante de la Guerra fue el tinico libro publicado durante su vida. Escribié este libro pensando en que producirfa en el ptiblico de la época un fuerte impacto. De alguna manera marcé Ia literatura y los métodos didacticos de su tiem- po (19). En el libro, las ideas estén presentadas en forma de diiilogos entre patricios florentinos y el condottiero Fabrizio Colonna (20). La organizacién de los ejércitos romanos y sus métodos de hacer la guerra se describen basindose en fuentes antiguas, especialmente de Vegetius, Frontinus y Polybius, de cuy: obras traduce largos pasajes ocasionalmente (21). Segtin el condottiero de la obra, los soldados romanos eran seleccionados cuidadosamente entre los jéve- nes que procedian de las zonas rurales. El Ejército Romano era relativamente reducido, siendo su infanteria la base; el valor de la caballeria en una batalla era muy limitado, aunque se utilizaba en misiones de reconocimiento y para impe- que llegasen suministros al enemigo. El énfasis que Maquiavelo da a la infanteria como alma de los ejércitos, lleva implicita la critica y el rechazo hacia los condottieri, cuyo grueso estaba formado por caballeria pesada; es mas, debido aque la Ordinanza habia demostrado que las ciudades italianas podian organi- zar una milicia, la imitacién del ejemplo romano era totalmente posible. Para Maquiavelo la posibilidad de resucitar el sistema militar romano justificaba una descripeién detallada del comportamiento del ejército romano. Describié las distintas unidades en las que se dividia el ejército, la cadena de mando, su actuacién durante la batalla y en sus operaciones, la seleccién de campamentos y el ataque y defensa de las fortificaciones. Sus descripciones precisas sobre el comportamiento romano junto con la admiracién renacentista por todo lo pro- cedente del mundo clasico ayudaron a atraer el interés de sus lectores del Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra 35 siglo XVI. Pero para el estudiante actual de Maquiavelo, Fl Arte de la Guerra no ¢s su mejor obra. Para la implantaci6n total del sistema militar romano en los tiempos de Maquiavelo habia un serio inconveniente: la invenci6n de la artilleria, que con sus nuevas posibilidades, parecia que los métodos romanos estaban obsoletos. En el libro apenas se aborda este tema ya que se trata con detalle en otros sitios (hace alusién al capitulo 17 del segundo libro de Maquiavelo, Discursos) Fabrizio responde a esa objecién diciendo que la artilleria no era precisa. Era lenta y dificil de mover: en una batalla, la decisi6n la da el combate cara a cara y entonces no hay espacio para que actue la artilleri argumento, Fabrizio sostiene que “la artilleria tiene un mayor uso para el ata~ cante que para el defensor y como las milicias romanas tenfan una gran capaci- dad de ataque, la artilleria podria haberse utilizado para reforzar los métodos romanos de hacer la guerra en lugar de invalidarlos” (22). . Para finalizar su Pero esta discusién, 0 mas correctamente, el rechazo al efecto revoluciona- rio de la invencién de la pélvora, hacia que segtin Maquiavelo, el mundo moderno siguiera estando totalmente inmerso en lo que constituia su ideal, es decir, Roma. Maquiavelo afirmaba que el objetivo de la guerra debia ser enfren- tarse a un enemigo en el campo de batalla y derrotarle alli; este era el tinico camino de “llegar a una solucién adecuada” (23). El Arte de la Guerra de Maquia- velo esta dividido en siete libros y una buena parte del tercero esta dedicado a explicar la destruccién producida durante una batalla imaginaria. Esta batalla ituada en el presente y es narrada por un testigo. “ ria... Mira con qué impetu cargan nuestros hombres... Ve como nuestro general da animos a sus hombres y les asegura la victoria... Contempla los estragos que producen nuestros hombres en el enemigo... Qué carniceria! ;Cudntos hom- bres heridos! Comienzan a huir... La batalla ha finalizado; hemos logrado una gloriosa victoria” (24). Aunque el resto de El Arte de la Guerra esta orientado a los aspectos técnicos de la organizaci6n militar (armamento, orden de marcha, linea de mando, fortificaciones), la seccién dedicada a la batalla se centra en las cualidades humanas que son necesarias para la guerra: coraje, obediencia, entu- siasmo y arrojo. esti ‘0 oyes nuestra artille- En el prefacio del libro se refiere a los dirigentes de la antigtiedad en el sen- tido de que se preocupaban de inspirar a todos sus hombres, y particularmente a los soldados, la fidelidad, el amor a la paz y el temor a Dios. “:Quién puede amar mis Ia paz que los soldados, cuyas vidas estén en peligro durante la gue- rra?” (25). Los lectores de El Principe y Los Discursos dudaran que frases como la anterior reflejen el verdadero sentimiento de Maquiavelo. Esos dos libros tratan de las reglas y del comportamiento politico en general y no sobre organizacién militar y guerra; sin embargo, cuando se quiere profundizar en las ideas que Maquiavelo tenia sobre la guerra, es preciso estudiarlas. En ambos libros no existe nada sobre la conveniencia de la paz, sino que la guerra consiste en una 36 Greadores de la Estrategia Moderna fuerza grandiosa, terrorifica e irremediable. En ellos el mundo aparece en con tinuo cambio. Maquiavelo no comparte la creencia general de su época de que el hombre esta por completo en manos del destino, sino que él creia que ese hombre debe conocer la fuerza del destino para tratar de dominarlo; “s6lo cuando los pueblos y los estados sean fuertes podran resistirse al destino y éste aparecera como un simple juguete en sus manos”. La guerra es la actividad mas importante de la vida politica. Las guerras deben acabarse lo mas rapidamente posible, pero siempre que se alcance un resultado definitivo: la derrota total del enemigo. Las guerras deben ser cortas y decisivas (26). Sin embargo, las decisiones precipitadas s6lo deben tomarse en una batalla. Puesto que todo depende del resultado de la batalla, es preciso hacer todo aquello que asegure la victoria; por ello, hay que utilizar todas las fuerzas, incluso cuando el enemigo parezca inferior. El momento y lugar para llevar a cabo la batalla es una decisién crucial para toda la campaiia militar, por lo que debe ser planeada y coordinada concienzuda- mente. El mando debe estar en manos de un solo hombre. Si el estado es una arquia, el propio rey debe ostentar el mando supremo. En el caso de las repitblicas, en tiempo de guerra deben confiar su ejército a un comandante con autoridad ilimitada; por eso, “los romanos dejaban todos los detalles de una campaiia en manos de un cénsul” (27) mor Maquiavelo reconocia que una guerra corta y decisiva como él deseaba precisaba contar con una actitud apasionada de los soldados y, por tanto, seria una guerra feroz. Para Maquiavelo la brutalidad inherente a la guerra tenia sus peligros pero también sus ventajas. Los peligros consistian en que las gran des masas de soldados, en el ardor de la batalla, no quisieran obedecer las érdenes de sus jefes y s6lo pensaran en su propia salvacién. En ese caso los ejércitos se desintegrarian. La importancia de la disciplina y del entrenamien- to es recaleada una y otra vez en los dos libros. El éxito militar depende del orden y de la disciplina. El valor no es suficiente. Maquiavelo observé con admiracién que las ciudades alemanas tenian “gran estima por los ejercicios militares y todos ellos estaban perfectamente reglamentados” (28). El entre- namiento no se puede considerar completo nunca. Todo lider debe tener en mente la necesidad del entrenamiento, tanto en paz como en guerra. Pero incluso los vinculos que crea el entrenamiento y la disciplina no pueden garantizar la obediencia, por lo que es preciso que exista también miedo a sufrir severos castigos. La severidad y dureza son necesarios para mantener al cuerpo politico unido (29). “A un principe no debe preocuparle que lo acu- sen de cruel si su propésito es mantener a sus stibditos unidos y esperanza- dos”; “resulta mucho més seguro ser temido que amado”. Segtin Maquiavelo, esta regla general de politica es particularmente apropiada para el comandan- te de un ejército, La crueldad inhumana de Anibal era necesaria para mante- ner la unidad de sus fuerzas, “compuestas por hombres de todas las razas y luchando en paises extranjeros”; los historiadores que consideran a Anibal Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra 37 como a un héroe, pero que le acusan por su crueldad, son unos insensatos; su crueldad era la causa principal de sus éxitos. Sin embargo, la coercién necesita complementarse con medidas de cardcter muy diverso, Se deben crear lazos espirituales entre los soldados de un ejército que inspiren acciones heroicas. Tales lazos seran mas fuertes si se producen por necesidad; incluso cuando Ia situacién no sea desesperada, el jefe debe exage- rar advirtiendo que los peligros de la derrota son grandes, para que los soldados combatan con el coraje de la desesperaci6n. Para aumentar atin més el valor y el entusiasmo hay que orientar la situacién hacia una obligacién moral. El servi cio en la guerra debe considerarse como el cumplimiento de un deber religioso (30). Maquiavelo creia que en el mundo antiguo, la pompa de las ceremonias religiosas, intoxicaban a los hombres con fanatismo belicoso. La religién cristiana ha creado dificultades para el desarrollo de las virtudes gue- rreras porque “identifica la felicidad suprema con la humildad y con el despre- cio por las cosas mundanas”; esto ha hecho a los hombres débiles. Sin embargo, aunque existia en el mundo antiguo no puede repetirse, la religién cristiana es compatible con el amor a la patria y el sacrificio de la vida por ella se puede comparar con el martirio de los santos. En el pensamiento de Maquiavelo ape- lar al patriotismo deberia ser uno de los resortes mas importantes para inspirar en un ejército los actos heroicos. Por otra parte, el entusiasmo patridtico s6lo se puede esperar de un ejército cuando esti compuesto por hombres que luchan por su propio pais. La tesis mis importante de Maquiavelo, puesta de relieve en todos sus escritos, es que un ejército debe estar compuesto por nativos del estado que tienen que defen- der, “La actual desgracia de Italia es el resultado de haber depositado toda la confianza en los mercenarios” (31). “Estén desarraigados, son ambiciosos, sin disciplina, desleales, fanfarrones con los amigos y cobardes con los enemigos; no tienen temor a Dios, ni lealtad a los hombres”. Los requisitos basicos para ganar una guerra son confianza y disciplina, y ambos “slo pueden existir cuan- do las tropas son nativas del pais donde tienen que luchar y han vivido juntos durante un tiempo”. El primer paso importante en la reforma militar que Maquiavelo deseaba era que el estado formase un ejército compuesto por sus propios ciudadanos (32). Maquiavelo estaba convencido de que los ciudadanos estarian dispuestos a combatir y morir por su pais siempre que estuvieran satisfechos en a sociedad en la que viven. “Hay una gran diferencia entre un ejército que est contento y com- bate por su propia reputaci6n y otro con la moral baja y que tiene que combatir para defender los intereses de otros”, Las tesis sobre la estrecha relacién entre las instituciones politicas y militares es la mas importante de Maquiavelo, y también su argumento mis revolucionario (33). En El Principe, escribié que “debe haber buenas leyes donde hay buenos ejércitos, y donde hay buenos ejércitos debe haber buenas leyes” (34); y al final de Los Discursos dio su punto de vista sobre la 38 Greadores de la Estrategia Moderna interdependencia de la organizacién militar y la politica, en sus mas categéricos términos: “Aunque siempre he mantenido que el fundamento de un estado es poseer una buena organizaci6n militar, me parece conveniente insistir aqui que, sin tal organizaci6n, un estado no puede tener buenas leyes, ni nada bueno” (35). Iv El Arte de la Guerra tuvo una gran éxito; durante el siglo XVI se hicieron 21 ediciones y se tradujo al francés, aleman, inglés y latin (36). El mérito de Maquiavelo en este libro fue que se adelanté a su tiempo (37), ¢ incluso en el siglo XVI, cuando los métodos militares cambiaron profundamente, a menudo eran utilizadas frase suyas por los estudiosos de la época (38). Al igual que a muchas personas interesadas en asuntos militares, Jefferson tenia un ejemplar de Bl Arie de la Guerra de Maquiavelo en su biblioteca (39) y cuando a partir de la guerra de 1812 aumenté el interés americano por los problemas de la guerra, este libro merecié una edici6n especial en Estados Unidos (40). El interés por Maquiavelo como pensador militar no es debido sélo a la fama de su nombre; algunas de las recomendaciones que hacia en El Arte de la guerra (entrenamiento y disciplina entre otras) adquirieron toda su importancia en la practica cuando en Europa los ejércitos empezaron a estar compuestos por profesionales procedentes de los mas diferentes estratos sociales. Desde luego, el progreso del arte militar durante el siglo XVI no fue debido a la influencia de Maquiavelo, pero si contribuy6 de forma decisiva a dar a conocer la organizacién militar de Roma como un modelo valido para los ejércitos de su época. Por otra parte, es preciso admitir que Maquiavelo se equivocé en sus juicios sobre lo que era posible en su tiempo. En el pasado, y a veces incluso hoy dia, Maquiavelo ha tenido un puesto destacado en el desarrollo del pensamiento militar por su defensa del ejército de reclutamiento; en ese sentido, su forma de pensar era absolutamente visceral. Aunque achacar a las ideas militares de Maquiavelo un caracter profético podria agradar a sus estudiosos y admirado- res, se podria incurrir en error si se le atribuyera demasiada importancia a su defensa del ejército de reclutamiento. En realidad, su idea se limitaba a las mili- cias de las ciudades-estado y se basaba en el modelo antiguo de las ciudades repiiblicas, pero con ciertas demandas que imponia el estado territorial de su tiempo. Sin embargo, al menos en los dos o tres siglos siguientes a Maquiavelo, la realidad ha demostrado que los ejércitos han estado formados por aquellos soldados que él despreciaba y ridiculizaba: los mercenarios, los profesionales. Un factor al que Maquiavelo no dio la importancia que posteriormente iba a tener fue la dotacin de los soldados con armas de fuego y el papel fundamen- tal de la artilleria. El resultado de esta nueva dimension fue que el personal Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra 39 especializado y los destacamentos militares permanentes formaron el alma necesaria de un ejército. Los gastos, particularmente los debidos a Ia artilleria, aumentaron. Aunque Maquiavelo habia previsto las necesidades financieras de una organizaci6n militar, no consideré en su verdadera dimensién los gastos provocados por los fusiles, le todo el equipo auxiliar necesario, A partir de entonces, slo las naciones mas poderosas podrian tener un ejército moderno y, de esa manera, los vecinos mas pequefios estarfan bajo su control. El absolutismo debia apoyarse en ejércitos permanentes y bien equipados. cafiones. La influencia del pensamiento militar de Maquiavelo fue mas alla de la esfe- ra técnico-militar. Si por una parte, su vision del caracter ejemplar de la organi- zacion militar romana le habia hecho cometer el error de no dar importancia al impacto de las nuevas armas y la influencia de la economia en todos los temas militares, por otra, su admiracién por Roma fue decisiva para hacerle compren- der el papel de la guerra en los tiempos modernos. Durante la Edad Media, la conduccién de la guerra habia sido funcién de una determinada clase social y se habia conducido con arreglo a sus propias normas y a un cédigo del honor. La primera y crucial leccién que Maquiavelo obtuvo de sus estudios del mundo antiguo fue que la defensa de un estado no era una tarea de un grupo de priv legiados sino que concernia a todos los que viven en esa sociedad. El estudio de los historiadores romanos ayudé a Maquiavelo a comprender el sistema internacional de su época. Los estados crecian rapidamente y se expandian; estaban permanentemente en guerra, intentando aumentar su poder y sus territorios, 0 luchando por su existencia, defendiéndose de otros que intentaban subyugarlos, Maquiavelo fue uno de los primeros hombres que comprendieron la competitividad natural del sistema estatal moderno. Un admirador suyo, Federico II de Prusia, escribié: “Engrandecerse es el principio permanente de la politica de un estado. La existencia de un estado depende de su capacidad para la guerra”. Como la vida de un estado depende de la eficacia de su ejército, las institu- ciones politicas deben estar organizadas de tal manera que creen unas condicio- nes favorables para el funcionamiento de la organizacién militar. Esta es una de las tesis que impregna todo el pensamiento de Maquiavelo. Otra de sus constan- tes es que el objetivo de una guerra es someter al enemigo a la voluntad propia: una campaiia militar debe ser una operacién planeada por un mando ‘nico, culminando en una batalla decisiva. Cudles seran los medios apropiados para evar a cabo este objetivo depender de las circunstancias particulares bajo las que se conduce una campaiia. La idea de Maquiavelo sobre la naturaleza de la guerra y el papel de la orga nizacion militar en la estructura de la sociedad es el fundamento de su pensa- miento militar; estos temas no estan limitados a un periodo hist6rico particular. Asi, cuando Napoleén accedié al poder a raiz de la Revolucién Francesa, y la 40 Creadores de la Estrategia Moderna organizacion militar y las formas de hacer la guerra sufrieron grandes cambios, las ideas de Maquiavelo al respecto permanecian con toda su vitalidad. El pensamiento militar desde el siglo XVI est sorprendentemente influen- ciado por el de Maquiavelo. Esto no quiere decir que sus recomendaciones hayan sido adoptadas como verdades indiscutibles, pero cuanto mas se ha pro- fundizado en ellas, mas aplicacién y actualidad se les ha encontrado. Por ejem- plo, al analizar la idea de Maquiavelo sobre la capacidad de decision de una batalla, resulta evidente que es preciso hacer un anilisis de todas las cuestiones que lleva anejas. La teoria militar no se puede contentar con tener en cuenta una serie de reglas para establecer un orden de batalla adecuado porque tam- bién necesita de un andlisis continuo de los acontecimientos durante su desa~ rrollo. Por otra parte, si la batalla constituye el punto algido de una guerra, es l6gico que una campaia tiene que ser planeada y analizada con respecto a la batalla decisiva. Estas consideraciones confirman que el papel que desempefan la preparaci6n y la direccién planeada de la accién militar en la guerra moder- na es tan grande como preveia Maquiavelo. De la misma manera, él habia hecho una premonicién del papel del general y slo habia defendido que debia tener conocimientos de historia y de geografia. Los problemas de la capacidad de planeamiento y de la preparaci6n técnica de los generales es uno de los pro- blemas centrales del pensamiento militar que surgié después. En el desarrollo de estos problemas, el pensamiento militar dejé atras a Maquiavelo, pero estas conclusiones mas modernas eran la continuaci6n légica de las preguntas que él se hacia. No obstante, hay un aspecto en el pensamiento militar moderno que con- trasta fuertemente con el de Maquiavelo. Este pretendia dar unas normas vali- das para las organizaciones militares de todos los estados y de todos los tiempos; por el contrario, el pensamiento militar moderno sostiene que las acciones deben ser distintas dependiendo de las circunstancias histéricas y que las insti tuciones militares son adecuadas s6lo cuando se ajustan a las condiciones parti- culares de un estado concreto. Sin embargo, el énfasis de Maquiavelo para que tanto las instituciones militares como la conduccién de la guerra se rigieran de acuerdo con reglas racionales ha dado un gran peso especifico a todos los temas militares. Como la guerra esta determinada por leyes racionales, no es légico dejar nada al azar, ni por tanto esperar que el adversario esté en buenas condi- ciones para lanzar su ataque, ya que entonces la guerra estarfa perdida. El resul- tado de considerar Ia guerra como una ciencia, 0 al menos como el producto de un proceso racional, es que se llega facilmente a ta conclusion de que ésta puede decidirse tanto sobre papel como sobre el campo de batalla. Esta claramente comprobado que la guerra no es slo una ciencia sino tam- bién un arte. Al finalizar el siglo XVIII hubo un rapido reconocimiento de la importancia de otros factores ademas de los puramente racionales. El cardcter especifico y particular de cada caso, fue considerado de una importancia capi- Maquiavelo: El Renacimiento del Arte de la Guerra 41 tal, de manera que existian ciertos factores imponderables que tenian tanta influencia como los previsibles y racionales. En el campo de la teoria militar, el advenimiento de estas nuevas tendencias intelectuales, es decir, el reconocimiento de la importancia de la individualidad € irrepetibilidad de cada caso, asi como de los factores creativos ¢ intuitivos junto con los cientificos, llegé de la mano de Clausewitz. Es digno de mencio- nar que siendo Clausewitz extremadamente critico con otros escritores milita- res, se mostré muy cauteloso al examinar las sugerencias de Maquiavelo y reco- nocié que “tenia buen sentido para analizar los temas militares” (41). Esto es la confirmacién de que a pesar de que Clausewitz introdujo nuevos elementos en la teoria militar que estin por completo fuera del contexto presentado por Maquiavelo, estaba de acuerdo con éste en los puntos basicos. Ambos estaban convencidos de que la validez de los anilisis especificos de los problemas milita- res se basaba en un concepto correcto de la naturaleza de la guerra. Todas las doctrinas de Clausewitz tienen su origen en un anilisis de la naturaleza global de la guerra. De esta manera, incluso este gran revolucionario del pensamiento militar del siglo XIX no desprecié las ideas fundamentales de Maquiavelo, sino que las incorporé a las suyas, dandoles una nueva dimensién. NOTAS: 1. Orlando Furioso de Ludovico Ariosto, traduccién de John Hoole (London, 1783; Philadelphia, 1816), libro 1, canto 9. 2. *Quand viendra le trésorier?” de las Orwores complétes de Emile Deschamps, editado por Saint Hilaire (Paris, 1884), 4: 289 3. Comparese con Ordine dell Esercito Ducale Sforzesco, 1472-1474 del Archivio Storico Lombardo, Vol 3 (1876), 44 4, Compérese con A History of the Art of War in the Middle Ages de Charles Oman (London, 1924), 1: 358. 5. Trattato di architettura civile ¢ militare de Francesco di Giorgio Martini, editado por Carlo Promis (Torino, 1841), 131. 6. I Rinascimento ¢ la crisi militare italiana de Piero Pieri (Torino, 1952). Ver también los capitulos “Military Development and Fighting Potential” y “Soldiers and the State” de M.E. Mallett y J.R. Hale en The Military Organization of a Renaissance State de J.R. Hale (Cambridge, 1984), 65-100, 181-98, 7. De la dedicatoria de Maquiavelo en El Principe a Lorenzo de Medici: “gran experiencia de las cosas modernas’. 8, Francesco Guicciardini a Niccold Machiavelli, 18 de Mayo de 1521. 9. The life of Niccolo Machiavelli de Roberto Ridolfi, traduccién de Cecil Grayson (London, 1963), 29; este es el mejor trabajo que existe sobre la vida de Maquiavelo. 10. Sobre la posicién de Maquiavelo en la época de Soderini, ver Machiavelli and Guicciardini (Prin- ceton 1965), capitulo 2 11, El Principe de Maquiavelo, capitulo 15. 12. *.. in ogni parte del mondo dove el si sona, non istima persona, ancor che faci el sergieri a colui che pud portar miglior mantel di lui”. 42 Greadores de Ia Estrategia Moderna 13, Sobre las actividades de Maquiavelo en la Cancilleria, ver Niccolo Machiavelli: I primi seriti politii (499.1512) de Jean-Jacques Marchand. (Padua 1975). 14. Ver Niccolé Machiavelli de Marchand, 450-61. La milicia no era algo nuevo en Florencia, sino que tenfa una larga tadicion; ver War and Society in Renaissance Florence de Charles Calvert Bay- ley (Toronto, 1961). 15. Niccold Machiavelli de Marchand, 403. 16. Ibid, 412-16. 17. “Battle of Zagonara: Florentine History”, libro 4, capitulo 6; “Battle of Anghiari” ibid, libro 5, capitulo 33. Para una completa evaluacin de los condottieros ver Mercenaries and Their Masters de Michael E. Mallett (London, 1974) 18. Niccolé Machiavelli de Marchand, 427. 19. The Machiavellian Moment dle J.G.A. Pocock (Princeton, 1975) y The Foundations of Modem Poiti- al Thought de Quentin Skinner, volumen 1 (Cambridge, 1978) 20, La edicién de The Art of War de BobbsMerrill Company (Indianapolis, 1965), contiene una excelente introduecién por Neal Wood y una bibliografia muy bien seleccionada. 21. Ver “Le fonti letterarie di Machiavelli nell’ Arte della Guerra” de L. Arthur Bird en Atti della Aca- demia dei Lincei vol 4 (1896) 187-261 22. Esta discusidn sigue a la descripcin de una batalla en el libro 3 de 23. *.. nunca mas tendra lugar una guerra de honor” del libro 1 24. Del libro 3. 15. “In quale debbe essere pitt amore di pace, che in quello che solo dalla guerra puote essere offeso?”, 26. “Fare le guerre, como dicono i Franciosi, corte e grosse” de Discorsi, I, 6. 27. Discors, 33. 28. El Principe, capitulo 10. Principe, capitulo 17: “An sit melius amari quam timeri, vel € contra”. EL Arte de la Guerra. 30, Diseorsi, Il, 2. Acerca del patriotismo como deber religioso ver Selected Studies de Ernst Kantoro- wicz (New York, 1965), 308-24. 31. El Principe, capitulo 12. 82. Discorsi, 1, 43. 88. Ibid. A veces es muy dificil para Maquiavelo separar la utilidad de las medidas militares de su impacto en la politica doméstica. Maquiavelo es muy escéptico sobre el valor de las fortalezas, pero la cuestién de si sirven para fortalecer o debilitar a un régimen juega un papel crucial en estas discusiones. Ver “Renaissance War Studies” de ].R. Hale (London, 1983), 189-200. 34, ELPrincipe, capitulo 12. Discorsi Ul, 31. Bibliografia Machiaveliana de Se 37. Essais de Montaigne, libro 2, capitulo 34. encia militae del Segretario Fiorentino dle Francesco Algarotti (Venice, Bertelli y Piero Innocenti (Verona, 1979). 39. Catalogue of the Library of Congress, 1815. 40. The Art of War in Seven Books Written by Nicholas Machiavelli... to Which is added hints relative to War “fare by a gentleman of the State of New York (Albany, 1815). 41. Strategie de Carl von Clausewitz, editado por Eberhard Kessel (Hamburg, 1987), 41. Ver tam- bien la respuesta de Clausewitz al ensayo de Fichte sobre Maquiavelo en Clausewitz and the State de Peter Paret (Oxford y New York, 1976; reeditado por Princeton, 1985), 169-79. Gunther E. Rothenberg 2. Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucion Militar” del siglo XVII 2. Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucién Militar” del siglo XVII Al principio de la Era Moderna se produjo en Europa lo que se ha dado en Hamar la “revolucién militar”. Aunque no hay acuerdo entre los estudiosos del tema acerca del momento exacto de este acontecimiento, tradicionalmente se considera al ejército de Carlos VII, que tomé Italia en 1496, como el primer ejército moderno, ya que “su composicién era muy parecida a la de los ejércitos napoleénicos, asi como su forma de actuar en el campo de batalla” (1). Por otra parte, mientras hay acuerdo en que muchos de los elementos de esa revolucién militar, tales como la creacin de la infanteria, el empleo masivo de las armas de fuego y la rapida evolucién de las fortificaciones para contrarrestar a la nueva artilleria, existian ya a finales del siglo XV, algunos historiadores sostie- nen que el componente mas importante de esta revolucién fue la creacion de los ejércitos profesionales permanentes, que tuvo lugar mas tarde, entre 1560 y 1660 (2). Antes de este periodo, la guerra en Europa era cada vez mas estatica e inde- cisa. Tacticamente, la combinacién del fuego de las armas y la rapidez de maniobra habian desaparecido para dar paso a las grandes formaciones de mos- queteros y soldados con picas. Aunque estas formaciones obligaron a la caballe- ria a abandonar sus tradicionales cargas contra ellas, la profundidad de esas uni- dades de infanteria, que a menudo constaban de doce o mas lineas de hombres, impedia la accién ofensiva. A la pesadez tactica habia que aiiadir los factores logisticos y estratégicos. Pocas zonas eran capaces de sostener a un ejército durante periodos prolongados, por lo que las tropas dependian de puntos fijos para su aprovisionamiento; estos puntos eran generalmente almacenes situados en las fortalezas. Pero esos puntos vitales, con sus grandes edificaciones se vie- ron, de repente, vulnerables ante la artilleria enemiga. No obstante, era necesa- rio establecer formalmente el sitio a la fortaleza o ciudad, lo cual suponia un proceso lento al tener que utilizar artillerfa pesada, una gran cantidad de muni- cin y aprovisionamientos de todo tipo. Frecuentemente las vian con los mpaiias se resol- tios, considerados mas importantes que las propias batallas, por lo que cada vez eran mas numerosos. En este estado de cosas “el arte de la guerra estaba estrictamente sometido a la inmovilidad, con una pérdida casi total de la concepcién estratégica como forma de contemplar Ia accién militar” (3). 46 Greadores de la Estrategia Moderna Sin embargo, el cambio posterior que hemos denominado “revolucién mili- tar” no se produjo como consecuencia de los tremendos problemas logisticos que planteaba la guerra de sitios. Quizas el mayor obstaculo que se present6 para la conduccién de las operaciones militares hay que buscarlo en las carac- teristicas sociales de la mayoria de los ejércitos. Aunque durante el siglo XVI existian ya algunas unidades permanentes, eran una minoria respecto al con- junto del ejército que una naci6n necesitaba en caso de guerra, por lo que era necesario complementarlas. Aunque algunos paises mantenfan atin reliquias de las instituciones medievales, como el servicio de los caballeros feudales y cierto tipo de milicias, eran muy poco eficaces y la mayor parte de su ejército estaba compuesta por mercenarios (4). Estos eran competentes en el combate, pero al mismo tiempo mostraban muchas reticencias con sus patronos e inclu- so resultaban peligrosos. Si no se les pagaba puntualmente o no disponfan de los suministros que necesitaban, podian amotinarse o desertar, paralizando las operaciones (5). La superioridad de la defensa frente al ataque, la creacién de nuevas fortificaciones menos vulnerables al ataque de la artilleria y el caracter eminentemente mercenario de las tropas, da explicaci6n al por qué la guerra en Europa habia Ilegado a ser tan estatica ya tener un caracter tan indeciso. EI problema de cémo organizar un ejército efectivo, capaz de ser un instru- mento al servicio de la politica del Estado, fue reconocido a finales del siglo XV, y el nuevo interés por la civilizaci6n clasica produjo un impacto distinto en la teoria y en la practica militar. El estudio de los métodos militares de Roma se convirtié en una fuente de inspiracién para los reformadores y El Arte de la Gue- rva de Maquiavelo es el mas importante de una larga lista de tratados en los que se descubrian las virtudes del sistema militar greco-romano y recomendaba vol- ver a él, Aunque a veces eran menospreciados, estos “neoclasicistas” contaban con algunos soldados de relevancia como Lazarus von Schwendi y el Capitan La Noue, a pesar de que algunas de sus sugerencias sobre el armamento y las tacti- cas eran a menudo inviables. No obstante, Maquiavelo y otros humanistas coin- cidfan en su idea central de la necesidad de la disciplina y de que la sociedad tenfa una obligacién militar. Haciendo los primeros ensayos en Florencia, muchos de estos escritores estaban convencidos de que las tropas nativas eran superiores y mas fiables que los mercenarios. A pesar de todo, los dirigentes de la época dudaban acerca de la conveniencia de armar a sus vasallos y, quiz lo que era mas importante, crefan que s6lo los mercenarios expertos podian manejar las complicadas armas de la época y Hevar a cabo con exactitud las tic ticas. Tanto en la Europa occidental como en la central el rendimiento de las tropas que estaban en régimen de dedicacin parcial dejaba mucho que desear. Lentos y torpes para evolucionar en el campo de batalla, fueron utilizadas prin- cipalmente para la defensa de las ciudades, pero resultaron inadecuadas para operaciones complejas y prolongadas (6). El énfasis de Maquiavelo en la disciplina, basada en una cadena de mando jerarquizada, en los destinos de caracter funcional y en la competencia militar Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucién Militar” 47 alcanzada por el entrenamiento constante, todo ello implicito en su defensa de la legion romana, tuvo una considerable influencia en el surgimiento de las fuer- zas controladas y también eficaces en combate en la Guerra de los Ochenta Afios en los Paises Bajos. La oligarquia dirigente holandesa hizo que sus comandantes, los Principes de la casa de Orange-Nassau, adoptaran la nueva organizacién del ejército. Como otros soldados cultos de la época, los Principes de Orange habian tenido contacto con los textos militares antiguos, pero también estaban interesa- dos en obtener el mayor beneficio posible de la combinacién de mosquetes y picas que exigian un nuevo grado de control de la situacién, combinado con un nuevo estilo de liderazgo durante el combate y mucho mas entrenamiento. Para lograr la mayor capacidad de fuego y movilidad, la infanterfa ya no podia desple- garse en grandes formaciones, sino que debia disgregarse en pequefias unida- des, lo que exigia de los oficiales y de los propios soldados un mayor grado de iniciativa y formaci6n tactica, para mantenerse al mismo tiempo en el marco del plan general de la batalla. Una imitacin puramente mecanica del modelo roma- no no era suficiente; debia ser complementada por una nueva ética militar, dife- rente del coraje individual temerario de los caballeros feudales y de la tipica acti- tud egoista que propiciaba el enriquecimiento personal de los mercenarios. Al resolver estos problemas, los reformadores de Orange crearon un nuevo tipo de soldado profesional y de lider en el combate, que combinaba una experiencia militar con ciertos valores sociales y espirituales. Uno de los grandes artifices de esta reforma fue Justus Lipsius, un filésofo neoestoico, historiador y fildlogo de la Universidad de Leiden entre 1571 y 1591, quien ejercié una influencia directa en Mauricio de Nassau. En sus escri- tos, Lipsius, admirador de Maquiavelo, al que equiparaba con Plat6n y Aristéte- les, hizo hincapié en las doctrinas de la obediencia, lealtad y servicio al estado. Su Politicorum libri six, publicado en 1589 y del cual dio una copia a Mauricio, esta considerado como Ia base intelectual de las reformas holandesas. Segtin Lipsius, la guerra no era un acto de violencia incontrolada, sino una aplicacién ordenada de la fuerza, dirigida por una autoridad competente y legitima, en interés del estado. Su oficial ideal no estaba motivado por el deseo de gloria individual, sino que debia estar ensefiado tanto para mandar como para obede- cer, asi como para considerar su misién como un servicio a la comunidad. Paciente y sobrio, sin rastro de sucia violencia en su comportamiento, ese oficial no sélo debia ser un ejemplo para sus hombres, sino también su instructor para hacer de ellos unos combatientes eficaces y disciplinados. En opinién de Lip- sius, estas cualidades habian sido los factores principales que permitieron a los ciudadanos-soldados romanos vencer a enemigos numéricamente superiores, pero menos disciplinados (7). La disciplina se convirtié en el elemento clave y, aunque debido a ciertas cir- cunstancias, los reformadores orangistas se vieron obligados a descartar la idea de un ejército de ciudadanos en favor de una fuerza mercenaria profesional, mantuvieron el énfasis en la disciplina, inculcada por oficiales profesionales, la 48 Creadores de la Estrategia Moderna instrucci6n y el entrenamiento. Esto fue suficiente para transformar las relacio- nes entre los soldados y el estado, asi como para aumentar considerablemente la potencia del ejército holandés. Max Weber afirmé que “era la disciplina y no la pélvora la responsable de la transformaci6n... la pélvora y todas las técnicas de guerra adquirieron significado solamente a partir del momento en que comenz6 a haber disciplina” (8). La dimensién social y moral, mas que la tecnologia, fueron las que propor- cionaron los parametros fundamentales para el nuevo estamento militar en los comienzos de la nueva era, y los métodos puestos en practica por Mauricio y sus primos se convirtieron, unos afios después, en una normativa estandar para todos los ejércitos europeos. Aunque si se las comparaba con el ideal estableci- do por Lipsius, las fuerzas profesionales existentes en general en Europa, tenfan graves deficiencias respecto a los mercenarios del periodo anterior, resultaban ser un instrumento razonablemente eficaz al servicio de la politica del estado, respondiendo con la obediencia debida a las 6rdenes emanadas por una cadena de mando politico-militar perfectamente definida Estos acontecimientos tuvieron una influencia sustancial en Ia estrategia y en la tactica. Aunque ambas continuaron adoleciendo de unas comunicaciones muy pobres y de un ambiente dominado por la existencia de numerosas fortale- zas, asi como que la division entre la estrategia y la tactica, sigui6 siendo poco nitida hasta finales del siglo XVIII, la disciplina imperante en los ejércitos per- miti6 a los comandantes planificar y llevar a cabo operaciones de gran enverga- dura. Tanto Gustavo Adolfo como Montecuccoli eran “discipulos de los refor- madores holandeses”, especialmente por su conviccién de que unas tropas bien organizadas era un requisito basico de la guerra moderna (9). A pesar de todo, es preciso tener en cuenta que la evolucin de los ejércitos permanentes euro- peos tuvo lugar a partir de dos Iineas de desarrollo independientes. Sin duda, el modelo holandés fue el mas extendido, pero también existié el modelo “impe- rial” que se origin6 durante las largas guerras contra los turcos. En el Sacro Imperio Romano, humanistas como Aventinus y comandantes como Fronsper- ger y Schwendi, admiraron la organizaci6n militar del Imperio Otomano e insi tieron en la adopcién de un sistema similar (10). Montecuccoli mezclé a menu- do en sus escritos la experiencia en combate de los suecos y los turcos, lo que se convirtié en el primer intento de los tiempos modernos de analizar el fenéme- no de la guerra en todas sus dimensiones: estrategia, tactica, administrativa, politica y social. Fue de esta forma como se transmitié la herencia de los holan- deses, suecos y austriacos a Eugene, Marlborough, Federico el Grande y poste- riormente a la época de la Revoluci6n Francesa. Scharnhorst, asesor de Clause- witz, sentfa una gran admiracién por Montecuccoli y le consideraba como una guia imprescindible para el andlisis de la naturaleza de la guerra (11). Entonces, si el término “revolucién militar” significa mas que una adopcién de nuevas armas y formaciones tacticas y esta disefada para abarcar un cambio Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoliy la “Revolucién Militar” 49 fundamental en la naturaleza de los ejércitos y de la guerra, éste tuvo lugar a partir de 1560, en la era de Mauricio, Gustavo Adolfo y Montecuccoli. Fue entonces cuando los ejércitos modernos, fundados en los principios de Ia subor- dinacién jerarquica, la disciplina y la obligacién social, se configuraron en la forma que tienen actualmente. Esta transformaci6n, debida en gran parte a los esfuerzos, practicas y teorias de estos tres comandantes, constituyé una verdade- ra “revoluci6n militar”. El nombre de Mauricio de Nassau, el segundo hijo de Guillermo el Tacitur- no, est asociado con la organizacién del ejército profesional holandés. Aunque se distinguié por sus conocimientos como administrador tactico y su maestria en la guerra de sitios, nunca se le consideré como un gran estratega. Extrema- damente cauteloso, evitaba que su ejército corriera ningtin riesgo y en veinte afios s6lo luché en una batalla importante. Logré su objetivo estratégico, que era asegurar la independencia de los Paises Bajos Unidos, pero su cautela le situaba a veces en desventaja frente a adversarios mas combativos y menos met6- dicos (12). Aiin asi, su éxito en transformar a un grupo de mercenarios y de milicias temporales fue suficiente para situarle en un lugar de honor en cuanto ala evoluci6n de la guerra moderna. En las reformas militares que levé a cabo entre 1589 y 1609 conté con la colaboracién de personas importantes; para los temas relacionados con las finanzas tuvo el apoyo de Johan van Oldenbaarneveldt, fiscal general de Holan- da y durante tres décadas la persona mas influyente en los Estados Generales, que era la asamblea de las siete provincias que formaban los Paises Bajos Uni- dos. En el terreno tactico y administrativo fue asistido por dos primos suyos, William Louis y Johann de Nassau-Siegen (13). Finalmente, en todo lo que se referia a tecnologia militar y su aplicacién a la guerra de sitios, conté con Ia ayuda de Simon Stevin, su tutor en matemiticas y estudios militares, que lleg6 a ser Ingeniero Jefe del Ejército, dirigié la mayorfa de los sitios y ayudé a estable- cer el cuerpo de ingenieros militares (14). La estrategia que seguia Mauricio de Nassau junto con su excesiva pruden- cia eran un reflejo de la compleja situacién politica y militar de la Reptiblica de Holanda. Al contrario que Gustavo Adolfo, Federico el Grande o Napoleén, fue un hombre dedicado a la guerra, pero siempre estuvo sujeto a un fuerte control civil. En 1588, cuando tenia 21 aitos, fue nombrado Almirante General de los Paises Bajos Unidos y Capitén General de las tropas de Bravantia y Flandes, el ejército prin- cipal de las provincias. Ademas, ostentaba el cargo de Gobernador de Holanda y Zelanda, y a partir de 1591 de Giteldres, Overijsel y Utrecht. Al mismo tiempo, su primo William Louis era el gobernador de Frisia y desde 1594, de Groningen y de Drenthe (15). Pero todos estos cargos no significaban mas poder. Como 50 Creadores de la Estrategia Moderna Comandante naval estaba en realidad a merced de los Almirantes de cinco dis- tritos maritimos distintos, y atin siendo el Capitan General de los Ejércitos, nunca ejercié el mando de las tropas holandesas. Los particularismos provincia- les impedian la formaci6n de fuerzas importantes y, a veces, incluso la realiza- cién de operaciones; un comité especial de los Estados Generales, el Consejo de Estado, coordinaba todos los asuntos militares y controlaba las operaciones a través de unos diputados especialmente nombrados al efecto. Un historiador ha descrito la figura de Mauricio como la de un “técnico experto, un hombre ope- rativo y un asesor militar para los estados” (16). A pesar del conflicto potencial inherente a esta situacién, Mauricio se desen- volvi6 bien entre sus diferentes organismos. Tenia poca ambicién politica, pero las oligarquias mercantiles que emergian habian perdido su inclinacién por todas las tradiciones marciales y por la carrera militar, por lo que dejaron esa labor a los gobernadores de las provincias. A pesar de todo, la friecién no pod evitarse. Cuando las presiones politicas obligaron a Mauricio a emprender una ambiciosa campaiia en Flandes en 1600, los oficiales manifestaron su descon- tento hacia los politicos por su falta de interés hacia el ejército (17). En otra ‘ocasién, como consecuencia de un conflicto politico entre partidos, Oldenbaar- neveldt intent6 reducir el protagonismo del ejército mediante la creacién de unas fuerzas paramilitares pagadas por cada ciudad; Mauricio le arrest6, juzg6 y mand6 ejecutar en 1619. Pero ni siquiera esta demostracion de fuerza a través de ese desafortunado suceso entre antiguos amigos fue suficiente para que dis- minuyera el control civil sobre el ejército. Esto atin no habia sucedido cuando Mauricio fue nombrado Comandante en Jefe en 1588, en aquella época los politicos y los militares coincidian en la necesidad de wansformar Ia ineficaz mezcla de mercenarios y milicias en una fuerza capaz de repeler al Ejército Espanol de Flandes, mandado por el habil Alejandro de Farnesio, Duque de Parma, y cuyo objetivo era completar la recon- quista de los Paises Bajos del norte. El largo conflicto en los Paises Bajos tenia las caracteristicas de una guerra civil y de una guerra de liberacion. Los holan- deses habian sobrevivido gracias a sus extraordinarios esfuerzos y, principal- mente, a su geografia que impedia a las fuerzas espafiolas realizar operaciones a gran escala durante largos periodos de tiempo. En 1566, los territorios de la zona de Flandes en poder de los ejércitos espa- Aoles consistian de diecisiete provincias, con alrededor de tres millones de habi- tantes, Los sistemas fluviales del Rin, Mosa y Escalda dividian las diez provincias del sur, con una agricultura préspera, con las ciudades mas importantes del norte, con habitantes mas pobres. El Sur habia sido el foco original de la revuel- ta de 1566, pero en 1579, como consecuencia de las continuas derrotas que sufrian sus improvisados ejércitos, asi como la propia division de las familias aristécratas, volvieron a pasar bajo la dominacién espafiola. Mientras tanto, las siete provincias del norte se unieron para socorrer a las del sur, pero cuando Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucién Militar” 51 Guillermo el Taciturno fue asesinado en 1584, sus esfuerzos en el campo militar fueron inttiles. Divididas por rivalidades locales no fueron capaces de unir sus esfuerzos y sus mercenarios “pedian dinero cada vez que se les ordenaba com- batir” (18). Todas las ciudades sucumbieron a las tropas del Duque de Parma. Algunas, sobre todo Amberes, ofrecieron una tenaz resistencia, pero la mayoria se entregaron sin combatir. Al continuar el Duque hacia el norte, quedé abierto un segundo frente en el este atravesando Frisia, Groningen y Giteldres hasta el rio Ijsel, amenazando Utrecht, Holanda y Zelanda. El miedo a una nueva victo- ria espafiola impulsé a Isabel de Inglaterra a proporcionar apoyo a los insurgen- tes con el envio de tropas. La intervenci6n inglesa fue totalmente ineficaz. Su comandante, el Conde de Leicester, se enfrent6 con los Estados y algunos de sus hombres traspasaron una gran cantidad de material, procedente de los ingleses, al Duque de Parma. En 1587 la ofensiva espafiola alcanzaba el rio Zui- der Zee y enlazaba con el frente sur, reduciendo el despliegue de su enemigo a Holanda, Zelanda, Utrecht, algunos puntos aislados en Overijsel, Giieldres y Fri- sia, asi como Ostend y Bergen-op-Zoom que se encontraban al sur de los gran- des rios. El Duque de Parma no pudo completar la maniobra emprendida en 1587-88 porque la intervencién inglesa habia originado que el rey Felipe II enviara contra Inglaterra a la Armada Invencible y al Duque se le ordené diri- girse a Dunquerque para preparar el embarque de su ejército. Después del fra- caso de la Armada Invencible las tropas del Duque se encargaron de apoyar a los catélicos en las guerras de religion francesas (19). Esta serie se sucesos dieron tiempo a Mauricio para reconstruir el ejército, recuperar una gran parte del area noreste y reforzar las defensas. El estableci- miento de esa reducida zona estratégica (que se defendié contra los franceses en 1672, pero cayé en manos alemanas en 1940) fue un hecho vital. Protegidos por el norte y oeste por el mar del Norte y el Zuider Zee, al sur por los grandes rios y al este por el Ijsen y por las marismas, ese pequeiio territorio consistia de un terreno cortado por canales, diques, estuarios, pantanos y jalonado por pequeiias ciudades fortificadas (20). Los holandeses tenian la posibilidad de inundar grandes extensiones de terreno gracias a su control sobre las esclusas y los diques, una maniobra utilizada anteriormente en 1572 y 1574 para frenar la penetraci6n espaiiola. Es mas, desde entonces los holandeses mantenfan el con- trol de las aguas de las costas y del interior. Si Espaia hubiera concentrado una flota superior a la que tenia en esos momentos en la zona, podria haber obteni- do la victoria, pero su intervencién en Francia, sus compromisos en el Medite- rraneo y las necesidades de seguridad en su imperio americano, impidieron tal medida. Por otra parte, las dificultades financieras del ejército espaiiol provoca- ron motines en el seno de Flandes y, ademés, al haber perdido el control del Canal de la Mancha, los refuerzos debian realizar un largo y penoso recorrido, desde Espaiia a Italia por mar y de alli hasta Flandes por tierra: la Ruta Espanola (21). 52 Creadores de la Estrategia Moderna La maestria de los holandeses en el control de las aguas de las esclusas les permitié hacer rapidos avances por los grandes rios y realizar cortas incursiones en Brabante y Flandes. Por otra parte, ese crecimiento les permitié acceder al control de los mares adyacentes y expandir rapidamente su comercio maritimo, por lo que su economia prosperé (22). Como dijo el alcalde de Amsterdam: “Cuando generalmente la guerra suele arruinar la tierra y al pueblo, estos paises han mejorado mucho gracias a ella”. Este fortalecimiento financiero proporcio- 1né los recursos para cl establecimiento de un ejército profesional, evar a cabo una guerra de sitios a gran escala y construir nuevas lineas fortificadas a lo largo de sus fronteras. a La inspiracion para las reformas del ejército procedia de los modelos clasi cos asi como de las necesidades practicas que imponfan las caracteristicas de la guerra del siglo XVI (23). Aunque los acontecimientos mas recientes habian demostrado que las fuerzas mercenarias no eran fiables, y aunque Lipsius habia defendido el empleo de ciudadanos-soldados leales, los reformadores se vieron obligados a utilizar profesionales contratados por periodos. Aunque los holan- deses servian con distincién en el mar, “era muy raro que se enfrentasen al ene- migo... ya que la lucha se cedia a las tropas reclutadas en el extranjero”, Duran- te los primeros sitios que se establecieron en los Paises Bajos las milicias de las ciudades habian combatido con bravura, pero el comercio maritimo en expan- sién y el correspondiente aumento del ntimero de navios necesitaba una gran cantidad de hombres y se preferia que fueran nativos. Por ello y a pesar de que la defensa local de las ciudades y guarniciones se reservaba a tropas nativas (los waardgelder), los reformistas, mostrandose mis realistas que puros doctrinarios neoclasicos, reclutaron a un selecto cuerpo de mercenarios; como dijo Miche- let: “no muchos hombres, pero bien elegidos, bien alimentados y muy bien pagados” (24). Las caracteristicas que distinguian a esta nueva fuerza eran: su incuestiona- ble obediencia, lealtad, dominio de los despliegues ticticos y de los movimien- tos y unos jefes inteligentes. La reforma comenzé con una reduccién en el niimero total de las tropas, lo que provocé una disminucién en los gastos. En 1600, las fuerzas holandesas no superaban los 12.000 hombres, de los cuales unos 2.000 iban a caballo y el resto a pie, apoyados por una artillerfa compuesta por 42 piezas en 1595, pero s6lo seis piezas de campaiia (25). La mayoria de los mandos intermedios y los soldados eran extranjeros: franceses, alemanes, ingle- ses y escoceses, y unos pocos suizos y daneses. Los contratos renovables cada aiio y los gastos puntuales hacian que esos hombres aceptaran de buen grado una férrea disciplina. Aunque Mauricio establecié un severo cédigo de conduc- ta, redescubrié también la instruccién como método para inculcar la disciplina. Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucion Militar” 53 Siguiendo las sugerencias de Wiliam Louis, las tropas hacian instruccién todos los dias con ejercicios tomados directamente de los modelos romanos descritos por Aelian y Leo, traduciendo las érdenes al holandés, al inglés y al aleman (26). En cuanto a los especialistas en alguna materia y los que manejaban las armas pesadas, su entrenamiento se orientaba, casi exclusivamente, a obtener la mayor eficacia en su cometido. El adecuado cumplimiento de los manuales de entrenamiento se convirtié en una manifestacién externa de disciplina. La vuel- ta a la practica de la instruccién en el ejército fue un elemento crucial de la reforma orangista y una contribucién basica al sistema militar moderno (27). Lipsius escribié: “La naturaleza nos proporciona hombres valientes, pero el buen orden conseguido con la instruccién les mejora” (28). Los ejercicios dia- rios con las armas permitian unas evoluciones mis precisas, mejoraban la coor- dinacién de los fuegos y el aumento de Ia cadencia de los mismos mediante la adopcién de una nueva forma de contramarcha, recomendada a Mauricio por William Louis en 1594 (29). Esta tendencia general hacia unidades mas peque- fas afecté también a los Tercios espafioles que quedaron reducidos a unos 1.500 hombres cada uno después de 1584 y Mauricio redujo las compaiias hasta dejarlas con 130 hombres en total. Los holandeses no establecieron gran- des formaciones tacticas permanentes, pero en las batallas las compaiiias se combinaban en batallones de unos 800 hombres al principio y posteriormente de 550, adoptando una formacién similar a la del juego de damas, que era un despliegue tipico de las legiones romanas (30). El constante entrenamiento asi como una mayor libertad de las pequefias unidades en combate, exigia un mayor nitmero de oficiales jévenes y estos debian tener una buena preparacién. Mauricio creé las escuelas para la forma- cidn de oficiales y por ese motivo es considerado como el creador de los moder- nos cuerpos de oficiales europeos. Pero su contribucién mas importante fue que cambié la ética basica de la profesion. Influido por su educacién calvinista y los maestros neoclasicos, consideraba el acto de mandar como un servicio al pueblo y la autoridad no podia derivarse de un noble nacimiento sino que era una comisién requerida por el estado, Estas ideas junto con una obediencia incondicional dentro de una jerarquia establecida, fueron las fundamentos de la estructura moderna del mando. En la practica, naturalmente, existian discre- pancias; la mayoria de los puestos de responsabilidad fueron adjudicados a familiares de los gobernadores y los nobles abundaban entre los altos mandos. Muchos estranjeros fueron contratados como oficiales mayores ya que reunfan la experiencia necesaria, pero hasta 1618 no se introdujeron los criterios que regulaban el sistema de escalafonamiento, ascensos y competencias de cada empleo (31) EI nuevo sistema tactico ha sido criticado a veces. Un conocido historiador sostiene que el nuevo orden fracas6 “al restaurar, tanto a caballo como a pie, la capacidad de una ofensiva téctica para ganar las batallas”. Las nuevas formacio- b4 Creadores de la Estrategia Moderna nes eran demasiado rigidas, demasiado pequenias para asaltos decisivos y, gene- ralmente, s6lo eran adecuadas para la defensiva (32). Pero estas criticas no se apoyaban en los hechos, ya que en los Paises Bajos los holandeses actuaron de forma ejemplar en sus dos tinicas intervenciones importantes: el encuentro en Tournhout en 1597 y la batalla de Nieupoort en 1600, En Tournhout la caballe- ria expuls6 a la espaitola del campo de batalla destrozando posteriormente a la infanteria; en Nieupoort la carga de los holandeses derrot6 primero a la caba- lleria enemiga y después, apoyados por la infanteria, rompié el frente espa- ol (33). Las aportaciones de Mauricio a la guerra de sitios son innegables. Comenz6 por asignar una misién definida a la artilleria y a los ingenieros y organiz6 los suministros. Ademas, consiguié una mayor eficacia en la operaciones al introdu- cir el uso de “las tropas de trabajo” (34). Hasta entonces, los soldados considera- ban que realizar tareas tales como cavar, levantar murallas, construir caminos, etc., no eran dignas de su condici6n y los ejércitos tenian que alquilar o reclutar mano de obra para ese tipo de trabajos. Conscientes de que tal practica no era adecuada, algunos jefes tomaban un pico y una pala para animar a sus hombres a seguir su ejemplo. Lipsius habia recomendado que “los oficiales portasen tablas y palancas para ensefiarles, no mandarles” (35). Pero Mauricio fue mas lejos. Hizo que las palas fueran un elemento mis del equipo de Ia infanteria y regul6 los incentivos econémicos que correspondian a los que hicieran esos tra- bajos. Durante el largo sitio a Gertruidenberg en 1593, “tres mil zapadores tra- bajaron dia y noche, y cada dia recibian puntualmente su paga, que Megaba a triplicar la de un soldado que no hiciese ese trabajo” (36). Con mano de obra disciplinada, Mauricio pudo establecer rapidamente sitios a las ciudades o bien emprender trabajos en el terreno cuando era necesario. Desde el punto de vista estratégico, siguiendo los deseos de los Estados Generales y sus propias inclinaciones, limité sus objetivos a recuperar el territo- rio de las Siete Provincias. Para ello, su plan no era intentar derrotar en batalla al grueso de la fuerza enemiga. Entre 1589 y 1609, capturé mas de 29 fortalezas y establecié tres sitios, pero solamente combatié en una batalla importante, Nieupoort. Utiliz6 los canales y grandes rios para trasladar a su ejército del fren- te sur al este, lo que dio a su pequeiio ejército una fuerza sorprendente con relacién a su tamaiio. Si no hubiese sido por el transporte fluvial, la campaita hubiese sido mucho mis dificil que la de 1602 cuando intenté Iegar a Brabant. No obstante, la eficacia de sus fuerzas se vio a veces perjudicada por las peculia- ridades de las provincias y por la negativa de los Estados Generales para mante- ner unas fuerzas mayores que las absolutamente necesarias. Las operaciones durante el periodo entre 1590 a 1594 son un ejemplo del estilo de guerra que caracterizaba a Mauricio de Nassau. El fraccionamiento de los ejércitos espaiioles para atender a las guerras contra Francia ¢ Inglaterra proporcioné una excelente oportunidad y el Consejo de Estado declaré que oe & Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revoluci6n Militar” era “el momento de atacar...para hacer dafio al enemigo”. Pero los Estados Generales se opusieron a cualquier accin ofensiva, alegando que era preferi- ble aprovechar ese periodo de calma para fortalecer las defensas; la accion ofensiva “alertaria al perro dormido, atrayendo de nuevo la guerra sobre si mis- mos” (37). Después de turbulentas reuniones, Mauricio fue autorizado a llevar a cabo acciones limitadas para recuperar las ciudades mas importantes del norte. En 1590, comenzando con el golpe contra Breda, el Ejército de los Esta- dos expuls6 a los ejércitos espaioles de la zona norte de los grandes rios y cru- zaron el Waal para, a continuacién, dirigirse contra las pequeiias fortificacio- nes de Brabante y Flandes. Durante el aio siguiente, Mauricio Ianz6 una gran ofensiva, capturando cuatro importantes fortalezas durante la campaiia desde mayo a octubre. Comenzando en el este, se apoder6, en dos semanas entre mayo y junio de 1591, de Zutphen y Deventer, situadas sobre la linea Ijsel; a continuacién dirigié sus fuerzas para capturar Hulst, cerca de Amberes, en cinco dias durante el mes de septiembre y después retrocedi6 hasta Dordrecht para desde alli marchar sobre Nijmegen, que se rindié tras seis dias de asedio, en octubre. Estos espectaculares resultados se lograron debido a la sorpresa de las operaciones y la rapidez en el establecimiento de los asedios, ademas de por las condiciones favorables que se ofrecian a las guarniciones de las plazas sitiadas para su rendicién. En 1592 Mauricio continué las operaciones en el noreste apoderandose de Steenwijk y Coevorden, Pero los particularismos de las provincias supusieron un grave inconveniente para el avance de los ejércitos. Frisia habia apoyado la cam- paiia en Overijsel y Giieldres, pero cuando la presién por parte de Zelanda obli- g6 a Maurico a volverse contra Gertruidenberg en el sureste, los Estados de Fri- sia prohibieron a William Louis y a sus tropas participar en la operacién. Tras una demora considerable y un sitio prolongado, Gertruidenberg cayé en junio de 1593 y al aito siguiente Mauricio regres6 al este y conquisté Groningen en junio de 1594. Después de estos acontecimientos, con los objetivos inmediatos alcanzados, las provincias recortaron sus contribuciones al ejército, lo que obli- g6 a suspender temporalmente las acciones (38). Mauricio aprovech6 esa pausa para reorganizar sus fuerzas y en 1597, coinci- diendo con que parte de las fuerzas espaftolas se habian desplazado a luchar contra Francia, atacé y recuperé algunas fortalezas y nudos de comunicaciones importantes. En 1598 la paz entre Espaiia y Francia cambié la situaci6n. Al con- tar con refuerzos, los ejércitos espaiioles expulsaron a los holandeses de los territorios al sur de los grandes rios, pero pero fueron repelidos a comienzos de 1599. Ante esto, las tropas espafiolas se amotinaron, lo que animé a los Estados Generales a autorizar a Mauricio a avanzar de nuevo hacia el sur por la costa fla- menca contra las bases corsarias en Nieupoort y en Dunquerque. El 2 de Julio de 1600 derrotaron a los espaiioles cerca de Nieupoort, lo que constituyé una victoria tactica pero no estratégica porque, al contrario de lo que sucedia en 56 Greadores de la Estrategia Moderna otros sitios, el ejército holandés tuvo que ser evacuado por mar a principios de agosto. Después de esta derrota, el Archiduque Alberto, que mandaba los ejércitos espaiioles, decidié tomar Ostende. Mauricio intent6 levantar el sitio levando a cabo su operacién mas ambiciosa, con un ejército de 5.442 jinetes y casi 19.000 infantes. Pretendia penetrar en Brabante y de alli desviarse hacia Flandes para derrotar a los espaiioles. La operacién fallé cuando, tras cruzar el Mosa los holandeses no pudieron dar suficiente forraje a sus caballos y se vieron obliga- dos a retroceder siguiendo el rio (39). Los Estados Generales le ordenaron que adoptase una posicién defensiva; la iniciativa pas6 a Espaiia y al recién legado Ambrosio de Espinola, que era el mejor general espaiiol de la guerra. Durante los tres afios que duré el sitio de Ostende, que era una fortificacién poderosa y abastecida desde el mar, los Estados comenzaron a construir una amplia linea de terraplenes para reforzar el vulnerable frente este. A pesar de esto, Espinola logré llevar su ejército principal hasta alli en 1609 y consiguié grandes progre- sos en Overijsel y Giieldres antes de que las lluvias de otono detw ce. Espinola, siendo consciente de la catastréfiea situacion financiera de Espa- fia, decidié poner fin a las hostilidades y se concluyé una tregua en abril de 1607, de doce afios de duracién, a contar desde finales de 1608. Ello result6 ser el final de la lucha de la Repiiblica de Holandesa. Cuando se reanud6 la lucha en 1621, lo hizo como parte de un conflicto mas amplio cuyo centro de grave dad estaba en Alemania (40). jesen su avan- mL Tras la batalla de Nieupoort el sistema tactico holandés atrajo la atencion mundial. El Ejército de los Estados se consideraba el mejor de Europa y como dijo un escritor: “para lo bueno o para lo malo” los Paises Bajos se convirtieron “en las Escuelas Militares donde la mayoria de la juventud de Europa aprendio sus ejercicios militares” (41). Ese tipo de reformas fueron mejor aceptadas en los estados protestantes. En Suecia, Gustavo Adolfo “adopté los métodos crea- dos por Mauricio de Nassau”, pero con ciertas modificaciones para darles mayor capacidad ofensiva (42). El fue el primero en comprender perfectamen- te el valor de la combinacién del movimiento con el fuego y aumenté los efec- tos de ambos con nuevos métodos de combate y con el perfeccionamiento de las armas. Desde el punto de vista administrativo, el rey Gustavo reinstauré el ejército de reclutamiento en toda la nacién, aunque sus mayores campaiias las Mev6 a cabo con fuerzas mercenarias a las que él habia disciplinado y ensefiado sus ticticas. Estaba asistido por oficiales que habian aprendido su profesi6n en los Paises Bajos, como Jacobo de la Gardie, quien es considerado respecto a Gustavo Adolfo “lo que Schwerin fue para Federico el Grande 0 Parmenio para Alejandro Magno” (43). g Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la *Revolucién Militar” Aunque era mas decidido a la hora de emprender batalla, el rey Gustavo, como Mauricio, ha pasado a la historia por sus innovaciones tacticas y adminis- trativas. Por lo que se refiere a sus conceptos estratégicos no pudo escapar de las limitaciones de su tiempo. Aunque realizaba sus planes a una escala mucho mayor que Mauricio, él también tenia una norma de conducta cautelosa de manera que “evaluaba con sumo cuidado cada paso que daba y no se arriesgaba sin necesidad”, lo que le hacia un estratega metédico (44). Sus famosas campa- fas en Alemania se caracterizaron por su habilidad para establecer y mantener plazas fuertes, controlando los nudos de comunicaciones y las zonas de abasteci- mientos. Naturalmente, esto limitaba su capacidad para legar a una situacion decisiva con rapidez, pero le proporcionaba seguridad; por esta raz6n se le ha considerado como un exponente de la guerra de posiciones y un precursor de las tendencias del siglo XVII. Reaccionando contra esta tendencia, Clausewitz juzgé muy duramente a Gustavo Adolfo de Suecia, acusindole de “no haber sido un conquistador osado sino un aprendiz lleno de temores que practicaba un estilo de guerra indeterminado y artificial” (45). Cuando Gustavo Adolfo accedié al trono de Suecia, apenas cumplidos los diecisiete afios, encontré un ejército “mal entrenado, indisciplinado y muy mal organizado” (46). Los origenes de esto hay que buscarlos cincuenta aiios antes, cuando Gustavo Vasa y Erik XIV, anticipandose a las reformas de los holande- ses, convirtieron el servicio feudal y los mercenarios extranjeros contratados al servicio de la Corona en un ejército nacional. Al principio estaba bien organiz: do en pequefis batallones, pero esas innovaciones habian tenido lugar dema- siado lejos de las principales corrientes ideolégicas europeas como para sentir su influencia y mantenerse vivas, por lo tanto, estaban condenadas a tener una vida muy corta. Durante el reinado de los sucesivos monarcas suecos, la situ: cidn del ejército fue empeorando y su falta de eficacia qued6 patente en sus sucesivas guerras contra Dinamarca, Polonia y Rusia. Johann de Nassau-Siegen que lo observé en Polonia en 1605, se desilusion6. En esta situacién, el ejército sueco no era un instrumento adecuado para las ambiciones de su joven rey. Aunque poseia una educacién militar muy superficial y un ligero conocimiento de Ia literatura clasica y de los escritores humanistas, tenfa nocién de las refor- mas holandesas y dandose cuenta de las deficiencias de su ejército emprendié la tarea de su reconstruccién comenzando por las necesidades mas urgentes (47). Entre sus primeras acciones figuran la firma del armisticio con Polonia y, en 1613, la finalizacién de la guerra contra Dinamarca, aunque en unas condi nes muy desventajosas para Suecia. A continuaci6n, acomparado por La Gardie como segundo jefe, realiz6 una campaiia en Finlandia con el fin de llegar a con- seguir una paz favorable con Rusia en 1917. Tres aftos después, y una vez conse- guidas ciertas mejoras en su ejército, invadié Polonia que se encontraba en gue- rra contra el Imperio Otomano y Rusia. Pero sus esperanzas de realizar una campaiia rapida no se materializaron. Por el contrario, fue una larga guerra de desgaste en la que el joven rey aprendié lecciones muy titiles sobre logistica, io- 58. Greadores de la Estrategia Moderna movilidad, utilizacién de la caballeria y establecimiento de sitios (48). Interrum- pida slo durante dos afios gracias a una tregua, la guerra se prolongé hasta 1629, llegandose a la paz mediante otro armisticio. Entonces, dandose cuenta de que la situacion alemana representaba una seria amenaza para Suecia y, al mismo tiempo, una buena oportunidad para intervenir, Gustavo Adolfo Hevé a cabo con toda rapidez los cambios mas importantes en el seno de su ejército. Comenz6 en 1625 modificando el método de reclutamiento. Se introdujo un sistema en el que cada autoridad cantonal mantenia un registro de los hom- bres comprendidos entre los 18 y 40 aiios. El servicio militar duraba 20 aiios, pero normalmente s6lo un hombre de cada diez era alistado, ademas de existir exenciones por cargos o por familias. Al no estar remunerados mientras no estuviesen en acto de servicio, se les mantenia ofreciéndoles terrenos; la caballe- ria se reclutaba entre la nobleza y los agricultores mas ricos. Al resto del pueblo se les impusieron unos impuestos para proveer el equipamiento necesario. Este sistema produjo un ejército nacional de servicio prolongado muy grande, ya que disponfa de unos 40.000 hombres; el primero de Europa (49). EI sistema fue disefiado fundamentalmente para la defensa nacional. Las campaiias en el extranjero eran dificiles de afrontar por un pais cuya poblacién era de un millén y medio de habitantes. Aunque el Rey Gustavo siempre consi- deré que el estado estaba mejor defendido por nativos y describia a los merce- narios extranjeros como “faltos de fe, peligrosos y caros”, comenzé reclutando a regimientos ingleses, escoceses y alemanes incluso antes de emprender la mar- cha hacia Pomerania. En 1631, las tropas extranjeras constitufan el grueso prin- cipal de su ejército y fueron las que afrontaron la mayor parte de las batallas. Existia la politica de que incluso si el ejército era derrotado, las unidades dota- das con nativos podrian garantizar la defensa del territorio nacional (50). Por ese motivo se las mantenia a modo de reserva estratégica en puntos claves y guardando las lineas de comunicaciones. Montecuccoli dijo: que “todos los puertos estin protegidos por los comandantes y guarniciones suecos; no confi- an ni en los finlandeses ni en los alemanes” (51). A pesar de todo, cuando el Rey Gustavo murié en 1632, de los 120.000 hombres bajo su mando, sélo una décima parte eran suecos. El resto eran tropas extranjeras, incluidas algunas de los estados aliados, como las de los principes alemanes. La mayoria de estas tro- pas estaban entrenadas en las tacticas suecas y demostraron su eficacia en la batalla de Breitenfeld en 1631, que ha sido descrita como “una victoria de la movilidad y la potencia de fuego sobre los niimeros y las picas”. Esta batalla obli- g6 a todos los ejércitos europeos a revisar sus métodos de combate (52). El sistema tactico de Gustavo Adolfo era eminentemente ofensivo y se basa- ba en la combinacién de las distintas armas aunque, debido a las frecuentes improvisaciones, “no habia ningiin momento ... obtenido gracias a un método universal” (53). La unidad basica, tanto tactica como administrativa era el regi- miento de infanteria, formado por dos escuadrones u ocho compaiiias; para el Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revoluci6n Militar” 59 combate se combinaban dos o tres regimientos formando una brigada. Cada regimiento contaba con alrededor de 800 hombres, mas unos 100 mosqueteros para misiones especiales. El despliegue lo realizaban en formaciones poco pro- fundas de seis hombres de fondo, intercalndose los hombres con armas de fuego y picas, de manera que las brigadas continuaban avanzando incluso durante la contramarcha, mientras que las picas, consideradas por Gustavo Adolfo como un arma ofensiva, contribuian al impacto final (54). El tiempo entre dos descargas sucesivas, era aprovechado por los mosqueteros para dispa- rar las suyas, por lo que se producfa un efecto de fuego muy intenso y continua- do, ademas de ser muy eficaz (55). La caballeria, entrenada para cargar al galo- pe y apoyada por los mosqueteros, normalmente actuaba contra los flancos ene- migos, mientras que la artilleria abria el ataque con fuego desde posiciones fijas que solian formar una linea en un punto elevado del terreno o de gran visibili- dad. Después de Breitenfeld, se adopt6 una nueva pieza de tipo regimental, muy ligera y mévil que proporcionaba apoyo de fuego directo a la infanteria. Las reservas de caballerfa ¢ infanteria se mantenfan al margen de la batalla para utilizarlas segiin las necesidades. Era un sistema efectivo aunque complicado, hasta tal punto que incluso Gustavo, que habia probado ser un gran comandan- te en combate, con fuerza de voluntad, decision y originalidad, encontraba difi- cil a veces mantener el control de la batalla. No obstante, el modelo sueco se convirtié en un prototipo para todos los comandantes del siglo siguiente. El nuevo Ejército Sueco no tenia caracter estratégico. Gustavo reconocia que la movilidad en el campo de batalla se basaba en la disciplina, y ésta a su vez, en una administracién eficaz, pero ambos aspectos seguian siendo los pun- tos débiles del ejército sueco. El entrenamiento alcanz6 un alto grado en la mayoria de las unidades suecas y uno aceptable en los regimientos de mercena- rios, pero éste no era siempre el caso de los contingentes aliados. Intentando mejorar la disciplina, el Rey introdujo un estricto reglamento en 1621, respalda- do por los capellanes del ejército, las oraciones diarias y de sanciones de tipo moral. No dio el resultado apetecido entre aquellas tropas rudas y con pocos valores morales en su forma de actuar, por lo que la disciplina fue erosionando- se cada vez mas, Ello se debié no sélo al predominio de las unidades de merce- narios, sino a la falta de autoridad para controlar y mantener al ejército. Aun- que Gustavo habia elaborado planes logisticos muy detallados, los abastecimien- tos suecos no eran capaces de suministrar los recursos necesarios al ejército que operaba en Alemania. Como dijo un diplomatico sueco: “otras naciones se embarcaron en la guerra porque eran ricas, Suecia porque era pobre” (56). La ayuda francesa y holandesa no podian cambiar esto. Es mas, cuando habia fon- dos disponibles, las dificultades permanecian como consecuencia de los trans- portes. Para la primavera de 1631 las tropas suecas arrasaron los pueblos protes- tantes, y ese verano Gustavo Adolfo se quejé de que sus fuerzas hambrientas y no remuneradas estaban despojndole de su base regional de abastecimien- to (57). Aunque la disciplina en el combate se intentaba mantener a toda costa, 60 Greadores de la Estrategia Moderna el ejército sueco, como todos los ejércitos de aquella época, tenia que mante- nerse de la tierra que ocupaba. Incluso en zonas ricas, la necesidad de alimen- tar a los hombres y a los caballos era mas importante que las consideraciones operativas y dictaba sus movimientos, hasta el punto de que “los grandes esque- mas estratégicos del Rey no eran mas que esquemas sobre papel” (58) Iv Cuando Gustavo egé a la desembocadura de rio Oder, en el verano de 1630, la Guerra de los Treinta Afios, que habia comenzado como un conflicto entre catélicos y protestantes, pas6 a ser una disputa por el control de Alemania y se habia internacionalizado. Después de las victorias iniciales de los Habsbur- go, se formé una débil coalicién de Francia, Inglaterra, Dinamarca y algunos principes protestantes alemanes para oponerse al resurgimiento del imperio Pero esta alianza fue pronto deshecha por las fuerzas imperiales bajo el mando de Albrecht von Wallenstein, el formidable organizador militar, y Johann Tilly, el competente general al mando de las fuerzas de la Liga Catélica. En 1627 el Emperador habia vuelto a tener el control de la mayor parte de la costa sur del Baltico. Solamente unos cuantos puertos permanecian fuera de su dominio; entre ellos, el de Stralsund que estaba reforzado por fuerzas danesas y suecas. Ain asi, la idea de una hegemonia imperial en el Baltico preocupaba al rey sueco, por lo que decidié enviar sus tropas a Alemania porque pensaba que era mejor combatir alli que en la propia Suecia. En 1629 estaban preparados para una intervenci6n a gran escala en Aleman La situacién estratégica parecia favorable. Greyendo que la guerra en Ale- mania estaba practicamente acabada, el Emperador Fernando II se dirigié a combatir a los franceses en Italia, por lo que dejé s6lo unos pocos regimientos en la zona norte. Entonces Gustavo entré en juego. Su fuerza expedicionari inicial era de unos 13.000 hombres, pero posteriormente recluté a cierto ntime- ro de escoceses y daneses y, ademas, confiaba en una importante ayuda por parte de los principes alemanes. Pero se equivocé en sus espectativas. Los dos principes mas importantes del norte de Alemania, el de Brandemburgo y el de Sajonia, habian decidido mantenerse al margen del conflicto, por lo que Gusta- vo tuvo que adoptar una estrategia que le conduciria a una guerra Ilena de pos- traciones y desencantos. Las necesidades logisticas y el mantenimiento de las comunicaciones con la metrépoli, junto con las preocupaciones que imponia la amenaza potencial de Dinamarca y Rusia, impusieron también fuertes restric- ciones a su estrategia. Al emprender la campaiia tenia dos alternativas. La pri- mera consistia en seguir los rios para asegurar las plazas fuertes en sus cuencas; la segunda era establecer y fortificar zonas en el norte de Alemania dentro de las cuales su ejército podria replegarse, reteniendo la mayor parte de sus fuerzas de nativos para la defensa de Suecia (59). Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucién Militar” 61 Gustavo no comenz6 su campaiia en Stralsund, sino mas al este, en la desembocadura del Oder. Aqui encontré una buena posicién estratégica para flanquear las guarniciones de Tilly en Mecklenburg y en el oeste de Pomerania, y desde ese lugar podia presionar a Brandemburgo y a Sajonia para que se alia- sen con él. A principos de 1630, después de un desembarco sin oposicién, pene- 6 en Stettin, unas 40 millas a lo largo del rio Oder, y el resto del aiié lo dedicé a establecer su Cuartel General. Durante los primeros meses se dedicé a con- quistar algunas pequefias poblaciones préximas, mientras que continuaba reci- biendo nuevas tropas. Quizis Gustavo perdié entonces una buena oportunidad al no haber atacado desde el primer momento en vez de esperar esos meses para establecer una plaza fuerte y aumentar al niimero de sus tropas. Si bien su ejército era reducido, el de su adversario Tilly, también lo era y, ademas, en aquellos meses tuvo que atender a una revuelta en Magdeburgo, una rica y estratégica ciudad a orillas del Elba. Si Gustavo hubiese avanzado rapidamente por el Elba, habria obligado a Tilly a entablar batalla antes de que las fuerzas imperiales se le hubiesen incorporado, y obtenido una victoria inicial, supuesto el apoyo de los principes protestantes que permanecian neutrales. Por el con trario, con la llegada del invierno los suecos tuvieron que replegarse a Pomera- nia y Mecklenburg. Durante ese tiempo, Gustavo concibié un nuevo plan para el afio siguiente. Se trataba de emplear unos 100.000 hombres para avanzar a lo largo de los rios, de forma convergente, hasta el centro de Alemania. Pero el Rey no tenfa ni una posicién estratégica lo suficientemente fuerte ni las tropas necesarias. Sobresti- m6 su habilidad para atraerse nuevas fuerzas y se equivocé en su apreciacién de Jas distancias, los medios de comunicaci6n, los suministros necesarios y en la capacidad operativa de su ejército (60). La falta de suministros le obligaron a abandonar pronto sus cuarteles de invierno y de nuevo erré al no enfrentarse en ese momento con Tilly. Por el contrario, confiando en que Tilly abandonaria su refugio de Magdeburgo, lev6 a cabo una serie de pequefias acciones a lo largo del Oder. En Marzo de 1681, Tilly decidi6 presentarle batalla con unos 12.000 hombres, pero Gustavo evité la lucha a pesar de que disponia de 18.000. Este fue uno de los mayores desatinos que cometié en todo su reinado y Clausewitz lo describié irénicamente como “un nuevo método de intentar ganar una guerra mediante maniobras estratégi- cas” (61). Gustavo continué subiendo por el Oder, capturando pequeias pobla ciones y atacando Frankfurt el 3 de abril, cuya guarnicién fue masacrada y a continuacién saqueé la ciudad. Mientras Gustavo continuaba moviéndose lenta- mente y con muchas precauciones, el Ejército Imperial habia hecho una manio- bra envolvente, formando una gran bolsa que pas6 a ser un ejemplo para todos los ejércitos del siglo XVII. Unas 25.000 personas murieron y todos los edificios, excepto la catedral, fueron incendiados. Esto supuso una contrariedad para la pretensiones de Gustavo y le forz6 a entrar en accién, Logré presionar al princi- pe de Brandeburgo para que pusiese dos grandes fortificaciones a su disposi- 62 Greadores de la Estrategia Moderna ci6n, las de Kiistrin y Spandau. Una vez que tenia la retaguardia mejor protegi- da, gir hacia el Elba. Pero seguia moviéndose con demasiada cautela. Las fuer- zas imperiales estaban esperando refuerzos procedentes de Italia y cuando estas llegaron entraron en Sajonia y pidieron al Elector John George que declarase su posicién. Esto hizo decidir al Elector el apoyar a Gustavo Adolfo. A partir de entonces el choque era inevitable. Gustavo marchaba hacia Sajo- nia y el 17 de Septiembre de 1631 su ejército se enfrenté a las fuerzas imperiales en Breitenfeld. A pesar de que las fuerzas de Sajonia huyeron nada mas empe- zar la batalla, Gustavo consiguié la victoria en s6lo cinco horas de lucha. Pero no exploté esa victoria, ya que no persiguié a las fuerzas de Tilly que se volvie- ron a reagrupar pocos dias después a pesar de haber sufrido muchas bajas. Des- pués de esa batalla el rey sueco tenia dos opciones: dirigirse a través de Bohe- mia contra Viena o girar al suroeste hacia el Bajo Palatinado y la cuenca del Rin. Ir contra Viena suponia atacar el mismo coraz6n del Imperio, pero Gusta- vo lo consideré demasiado arriesgado ya que el invierno se aproximaba y s6lo disponia de las débiles fuerzas sajonas a retaguardia. Por esa razén opté por dirigirse hacia el suroeste, situando a sus fuerzas en una zona rica que, al mismo tiempo, proporcionaba una buena posicin estratégica. Para asegurar sus comu- nicaciones con el norte, situé destacamentos de fuerzas suecas cerca de Magde- burgo y Erfunt, que constituian dos importantes nudos de comunicaciones en Alemania; mientras tanto, las fuerzas sajonas se desplazaron hacia Bohemia y Silesia (62). La mayoria de los historiadores han acusado a Gustavo por no haber explo- tado su victoria. E] verdadero objetivo del rey sueco no era la cuenca del Rin, ni siquiera Viena, sino el ejército de Tilly. Por este error, Tilly y su lugarteniente Pappemheim, pudieron obtener nuevas fuerzas durante el invierno, mientras que el Emperador intentaba presionar a Wallensteim para formar un nuevo ejército en Bohemia. Gustavo continuaba con su obsesién de establecer una base segura. Durante su marcha hacia el Rin, evité enfrentarse a las pequefias guarniciones de bavaros y espaiioles; una vez que llegé al Rin, pronto su cuenca estuvo bajo su control. Durante el otofio de 1631 preparé de nuevo un ambicio- so plan para el afio siguiente. Este consistia en hacer una gran bolsa con siete ejércitos actuando coordinadamente y maniobrando en un frente en forma de hoz, extendiéndose desde el Vistula al Brener y desde Glogau al lago Constanza (63). El ejército principal, mandado por el Rey, invadiria Baviera y seguiria por el Danubio hasta Viena, mientras que los sajones, en Bohemia y Silesia, realiza- rian una maniobra de bisagra. Sin tener en cuenta a los sajones, el Rey esperaba disponer de 170.000 hombres al final de la siguiente primavera. Mientras tanto, siempre cauteloso, intenté formar una gran zona que sirviera de base defensiva entre el Danubio, el Lech y las colinas alpinas, por si su gran plan fracasa- ba (64). Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucion Militar” 63 En marzo de 1632, Gustavo emprendié de nuevo la marcha y conquist6 Donauworth, la fortaleza més importante al oeste de Baviera, el 10 de abril poco después atravesé el Lech, Pero de nuevo fue lento en tomar una decisi6n. A pesar de que el ejército de Tilly estaba muy debilitado, se replegé al sur y cuando Gustavo leg6 ante la fortaleza de Ingolstadt, se encontré con que no podia conquistarla con sus métodos habituales. Renunci6 a conquistar esta for taleza y emprendié la conquista de algunas poblaciones de Baviera y Suevia, pero perdié la iniciativa estratégica La raz6n principal residia en que habia perdido fuerza para continuar su avance hacia Viena. Todavia tenia un niimero importante de fuerzas, pero ya no disponia de medios para reclutar mas y sus ejércitos estaban demasiado dis- persos para emprender una accién coordinada. El error de no aniquilar a las fuerzas de Tilly después de Breitenfeld, habia permitido a este tltimo recupe- rarse y los suecos tenfan que hacer frente ahora a nuevos ejércitos, sobre todo a las fuerzas que Wallenstein estaba reagrupando con sorprendente rapidez en Moravia. Ademis, las ambiciones del rey sueco alarmaron a sus aliados. Sus acciones en el Rin le habian dado una posicién ventajosa respecto a Francia que era su principal valedor financiero; por otra parte, sus intentos de controlar los pasos alpinos habian alertado a los cantones suizos. Por si eso fuera poco, los Principes de Brandemburgo y Sajonia empezaron a inclinarse por Wallenstein, ya que por encima de todas las demas consideraciones, su objetivo principal era expulsar de Alemania a cualquier invasor extranjero. Mientras Gustavo intentaba obligar a Wallenstein a dirigirse hacia Baviera, éste tiltimo se dio cuenta de cual era la raz6n principal de la debilidad del ejér- cito sueco. Se trataba de su alianza con Sajonia. Si los sajones fueran derrot: dos, Gustavo tendria cortadas sus comunicaciones con Suecia y esto no podria permitirlo, Por lo tanto, Wallenstein se desplaz6 hacia Bohemia, derroté faci mente a los sajones y, entonces, moviéndose muy répidamente, se dirigié hacia el sur para enlazar con los bavaros cerca de Eger. Desde Suecia, el canciller Oxenstierna intent6 convencer al Rey para que continuase por el Danubio, pero no le hizo caso porque pensaba que perderia todo el norte de Alemania mientras avanzaba hacia Viena. Una vez mas, Gustavo no quiso arriesgar- se (65). Al no haber tomado medidas para evitar que Wallenstein se uniera a los bavaros, tuvo que detenerse cerca de Nuremberg. Wallenstein habia anali- zado los métodos de combate suecos y llegé a la conclusion de que su sistema tactico estaba basado en la movilidad en el campo, y su sistema estratégico con- sistia en combatir manteniendo a retaguardia unas bases y unas comunicacio- nes seguras. Por tanto maniobré sus fuerzas para obligar a Gustavo a detenerse en un punto y dejarle alli inmovilizado. Los dos ejércitos hicieron su desplie~ gue uno enfrente del otro y permanecieron en una tensa espera durante seis semanas. El hambre y las enfermedades comenzaron a aparecer en ambos lados y Gustavo se vio forzado el 3-4 de septiembre a realizar un ataque deses- 4 Greadores de la Estrategia Moderna perado contra las lineas de Wallenstein, quién rechaz6 el ataque, produciendo graves pérdidas a los suecos. La situacién del Rey comenzé6 a ser critica. Wallenstein estaba demasiado cerca del territorio protestante y con el fin de forzarlo hacia el sur, Gustavo vol- vid a dirigirse hacia Viena. Wallenstein le ignor6é, emprendiendo la marcha hacia Sajonia y conquistando Leipzig (66). Como Gustavo no podia correr el riesgo de que los sajones fueran derrotados, se dirigié rapidamente hacia el norte, recorriendo 270 millas en 20 dias. Sus fuerzas estaban formadas por unos 18.000 hombres, pero las dificultades en los abastecimientos y la necesidad de establecer guarniciones en muchos puntos para defenderse de las incursiones del enemigo, las habian reducido. El ejército del Duque Bernard de Saxe-Wei- mar se le unid, pero el Principe de Sajonia retiré el suyo a Torgau, no haciendo caso a las stiplicas de que se uniera a los suecos. Era ya noviembre y Wallenstein intenté retirar sus tropas para pasar el invierno. Entonces, Gustavo decidié ata- car y dijo: “Ahora, creo verdaderamente que Dios le ha enviado a mis manos” (67). E1 6 de noviembre de 1632, sin el apoyo de los sajones, combati6 en su altima batalla en Liitzen, al suroeste de Leipzig. Fue una lucha desespera- da y aunque Wallenstein recibi6 refuerzos durante el combate, Gustavo consi- guié la victoria, pero murié mientras realizaba una carga con su caballeria Fue un final digno de su espectacular carrera militar a pesar de que sélo contaba con 37 aiios. A raiz de Liitzen, sus planes para que Suecia tuviera en Alemania una base de operaciones habian fracasado. Incluso si no hubiera muerto y hubiera podido mantener la lealtad de sus aliados, esa victoria no hubiera supuesto el fin de la guerra. Las comunicaciones y la situacion agricola en Europa Central habian complicado la situacién hasta hacerla insostenible. Los abastecimientos no legaban a tiempo y pocas zonas podian mantener a un gran ejército durante un largo periodo, por lo que los movimientos estaban impuestos mis por la logistica que por consideraciones estratégicas. demas, los movimientos eran lentos, especialmente cuando el equipo pesado tenia que moverse por tierra en vez de utilizar las vias fluviales. Aunque Gustavo intenté vencer sos inconvenientes con todos los medios a su alcance, en la practica los sufiié gravemente. Su estrategia no transcendié a generaciones futuras sino que fue un ejemplo tipico de las limitaciones de su tiempo (68). A pesar de todo, fue un excelente comandante de la Guerra de los Treinta Ajios. Su estrategia de posicién y maniobra, junto con su idea de entrar en com- bate s6lo cuando la posicién era ventajosa, prevalecié hasta la Revolucién Fran- cesa y Napoleén. Gustavo realizé grandes mejoras desde el punto de vista tacti- co; aumenté extraordinariamente el radio de accién de su ejército y aunque fue inmovilizado por Wallenstein en 1632, nunca fue derrotado en el campo de batalla. Sus procedimientos administrativos y tacticos fueron muy imitados y dirigié con maestria a las distintas armas que componian su ejército. Fue un gran capitén para sus hombres, imponiendo su voluntad al ejército al que incul- Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucién Militar” 65 c6 la idea de que no habia nada que no fuera capaz de hacer. A pesar de sus errores fue un gran jefe, un practico de la guerra mas que un te6rico, el “ante- pasado militar” de Turenne y Montecuccoli, de Eugenio de Saboya y de Marlbo- rough. Napoleén reconocié sus méritos cuando le incluyé en su lista de grandes generales (69). ¥ Raimondo Montecuccoli, Teniente General y Mariscal de Campo del ejérci- to austriaco de los Habsburgo, vencedor en la batalla de St. Gotthard en 1664 y victorioso sobre Turenne en 1673, habil administrador, experto en la guerra de maniobra y con ambiciones de convertirse en una pieza imprescindible dentro del ejército austriaco, es quizas mas conocido por su faceta de militar intelec- tual. Atin mayor que su victoria en St. Gottard fue derrotar a los turcos ante Viena en 1683 y su éxito contra Turenne no se repitié durante la campaiia dos aiios después. Por eso sus innovaciones en la administracién, tecnologia y las tacticas fueron limitadas. Como administrador, Montecuccoli nunca pudo ven- cer la innata pereza de la burocracia de los Habsburgo. Sus tacticas, como las de todos los ejércitos europeos de su época, estaban inspiradas en el modelo sueco, Su importancia y su gran aportaci6n al desarrollo del pensamiento estra- tégico se debe a sus escritos. Fue el primer terico moderno que hizo un anali- sis sobre la guerra en todos sus aspectos. Montecuccoli buscé una integracion de todo el conocimiento cientifico, militar y politico a base de hechos confirma- dos, pero manteniéndose siempre dentro de un profundo concepto catélico. El confiaba en que jones a las que habia llegado se aplicaban adecua- damente, podria resultar mas predecible la conduccién de las operaciones, eli- minando las incertidumbres y reduciendo los costes. Naturalmente, la experien- cia ha demostrado que esto es imposible y sus concepciones adolecian de un rigido dogmatismo sin contener nada realmente nuevo, que como dijo un histo- riador: “era un esfuerzo por aprovechar lo maximo de un glorioso pero anticua- do arte de la guerra” (70). A pesar de todo, sus escritos, publicados después de su muerte, se convirtieron en los més estudiados desde Maquiavelo (71). i las conclu Fueron aceptados por su reputacién como uno de los mayores experts de la guerra. Sus campafias contra Turenne eran admiradas. Incluso Clausewitz, que no era muy partidario de la estrategia de maniobra, reconocié que a veces era necesaria y que las acciones Ilevadas a cabo por Montecuccoli en 1673 y 1675 estaban “entre los ejemplos mas brillantes” (72). En vida, se le achacaba a menudo el ser un comandante timido, pero ese tipo de acusaciones no le tur- baban. En una ocasién escribi6:”Todo el mundo quiere ser jefe y critico militar al mismo tiempo, pero los buenos generales no pueden guiarse por la opinién voluble de la gente”. Siempre se declaré partidiario de que habia que “estudiar al dictador Fabio para aprender que después de una serie de derrotas es nece- 66 Greadores de la Estrategia Moderna sario cambiar los métodos de combate y, mientras tanto, adoptar una estrategia de desgaste” (73). Pero el desgaste no era su tinico tipo de estrategia. En con- diciones favorables aceptaba la lucha. En uno de sus escritos se expresaba asi:”Hay quienes se engafian a si mismos creyendo que la guerra se puede desa- rrollar sin batallas, pero las conquistas y las grandes decisiones s6lo se pueden llevar a cabo a través del combate, y creer otra cosa es de ilusos”. El siempre se referia a grandes batallas, no a escaramuzas. Las incursiones, emboscadz tipo de acciones las asociaba a los jefes hiingaros de los que tenia amargos recuerdos de cuando tuvo que unirse a ellos en la guerra contra los turcos y aseguraba que nunca decidirian una campaiia. Aviso que: “si alguien quiere hacer la guerra de esta manera, esta buscando entre sombras y pierde la sus- tancia”. Pero como las batallas eran decisivas, “ya que legan los juicios mas importantes de un Principe a otro, hacen que finalicen las guerras, ¢ inmortali- zan a sus jefes” no debian tomarse a la ligera (74). Montecuccoli reconocid que la guerra tenia dos polos opuestos, el desgaste y la destruccién, e intent6 compaginar ambas en sus teorias. sy ese Montecuccoli nacié en 1609, en el seno de una familia noble de Médena. Comenzé su carrera militar como simple soldado cuando tenfa 16 aiios; a los 23, era Teniente Coronel y al acabar la Guerra de los Treinta Aitos era ya General. Participé en muchas batallas importantes, siendo herido en Breitenfeld y hecho prisionero; puesto en libertad seis meses después, se distinguié en la batalla de Nérdlingen en 1632 y también dirigiendo de forma excelente la retirada del Ejército Imperial después de la derrota de Wittstock en 1636. Herido de nuevo en 1639, durante la batalla de Melnik, estuvo tres afios prisionero en Suecia. Cuando fue liberado renuncié al titulo de Mariscal General de los Ejércitos Imperiales para hacerse cargo del conflicto entre el Ducado de Médena y el Papa. Regresé al Ejército Imperial en 1643 y se distingui como un gran jefe de caballeria durante los afios decadentes de la guerra tras la Paz de Westfalia; lev6 a cabo diversas misiones diplomaticas y desde 1656 a 1658 mand6é las fuer- zas austriacas que apoyaron a Polonia contra Suecia. Ante la ofensiva turca de 1663 tom6 el mando del ejército combinado austriaco-francés, derrotando a su enemigo, muy superior en ntimero, en la batalla de St. Gotthard en 1664. Como prueba de agradecimiento el Emperador le nombré Teniente General del Ejér- cito y, en 1668 también fue nombrado presidente del Hofkriegsrat, teniendo asi en stt poder los dos cargos militares mas altos. Durante la guerra contra Francia entre 1672 y 1678 lev6 a cabo una campaiia ejemplar, sobresaliendo la derrota del General Turenne en 1673. Una vez finalizada esta guerra, agobiado por las criticas y con una salud muy precaria, volvié a Austria, muriendo en 1680 (75). El estilo de guerra de Montecuccoli cambié a lo largo de su carrera. Hasta 1648 fue un gran jefe de combate de la caballeria, siguiendo el modelo de Baner y Tortensson, Como obtuvo un mando independiente, se volvié cautelo- so. Conociendo que el ejército austriaco s6lo estaba compuesto de nueve regi- mientos de infanteria y diez de caballeria, y que los refuerzos entrenados eran 67 de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucién Mi dificiles de obtener, apoyaba en todo momento a sus hombres. Ademas, su rela- cin con los hiingaros, en especial con los magnates como Miklos Zrinyi, era tensa, Escribiendo sobre las dificultades de gobernar Hungria, Montecuccoli concluyé que los magiares eran “inestables, testarudos, desagradecidos e indisci- plinados” y requerfan de una mano firme (76). Como consecuencia de esto se gané el eterno odio de los patriotas hiingaros y de los historiadores del siglo XIX, quienes denigraron su generalato ¢ incluso le llamaron metodizmus por su estrategia de maniobra (77). Pero fue este tipo de estrategia la que le dio su victoria sobre Turenne. En 1673 la misién del general francés era impedir que el ejército imperial cruzara el Rin para que no invadiera Alsacia y evitar asi que se uniera al ejército holan- dés en los Paises Bajos. Intentando tomar la iniciativa, Turenne cruz6 el Rin dirigiéndose a Wiirzburg, donde Montecuccoli le engaiié haciéndole creer que iba a aceptar la batalla, pero posteriormente la rehuyé. Moviéndose con rapidez a lo largo del Main hasta el Rin, capturé gran cantidad de abastecimientos de Turenne. Volvié a engaiiar a los franceses, haciéndoles creer que se dirigia a Alsacia, pero una vez alcanzado el rio, embarcé a su ejército en lanchas y siguié su curso hasta unirse a los holandeses. Mientras que Turenne estaba intentando organizar la defensa de Alsacia, el ejército combinado de Montecuccoli expuls6 a los franceses de Holanda. El desarrollo de la campaiia no resulté tan facil como parecia en un principio ya que Turenne, en 1675, contrarresté habilmen- te los movimientos de Montecuccoli, pero la muerte del general francés duran- te una de las batallas anulé la ventaja conseguida. En 1675 la posicién de Montecuccoli era cada vez mas comprometida y dijo: “estos hombres han tardado un afio en conseguir lo que se debia haber hecho en una hora” (78). A las preocupaciones légicas de las operaciones tenia que afiadir sus continuas luchas contra todo el sistema burocratico imperial para conseguir fondos y nuevas armas. Montecuccoli estaba convencido de que un ejército bien preparado era el tinico vencedor de un estado; en cierta ocasién, escribié:"bajo su proteccién, las artes y el comercio floreceran, mientras que si el ejército desapareciera, no habria seguridad, ni fuerza, ni honor”. Esto era particularmente importante para Austria, porque segtin sus palabras, “ningtin otro pais de Europa tiene que hacer frente a tantos enemigos” (79). Montecuc- coli se opuso a la practica de mantener los regimientos permanentes en cuadro para después completarlos apresuradamente cuando se rompian las hostilida- des. Pero sus recomendaciones no fueron atendidas. Dijo que las tropas vetera- nas, “bien entrenadas” constitufan un instrumento fiable, pero que las nuevas tropas eran “s6lo un montén de hombres sin experiencia ni disciplina, slo un ejército de palabra” (80). Después del Tratado de Nijmwegen en 1679, los aus- trfacos redujeron considerablemente sus fuerzas lo que provocé que en 1683 los turcos arrasaran al débil ejército imperial en Hungria y a continuacién sitiaron Viena (81). El establecimiento de un sitio a una ciudad importante fortificada, aunque no fuera una gran fortaleza, demostr6 ser un error estratégico. Actuan- 68 Creadores de la Estrategia Moderna do en el limite de sus capacidades logisticas, los turcos no eran Io suficiente- mente fuertes como para tomar la ciudad y Viena resistié hasta que una fuerza internacional consiguié levantar el sitio (82). Durante el mismo, las fuerzas regulares habian demostrado ser la columna vertebral de la defensa y también cran regulares las que actuaron de punta de lanza para expulsar a los turcos de Hungria en 1683, aunque no lo consiguieron. Montecuccoli estaba en lo cierto, pero a pesar de sus esfuerzos, no aumenté el ntimero de los efectivos perma- nentes en el ejército de los Habsburgo. VI La obra literaria de Montecuccoli abarca treinta aiios y se puede dividir en tres periodos: el primero desde 1640 a 1642, el segundo desde 1649 a 1654, y el tiltimo de 1665 a 1670. Durante el primer periodo escribié Sule battagtie y Trattato della guerra. Durante el segundo, Dell’Arte militare que es un compen- dio de matemiticas, logistica, organizacién y fortificacién. Su obra mas cono- cida es Aforismi dell’arte bellica que contiene sus ideas sobre cémo deberia reali- zarse una futura campajia contra los turcos; esta obra la finaliz6 en 1670. Los escritos de Montecuccoli se lefan en los cfrculos militares y politicos de Viena en forma de manuscritos ya que no se publicé nada suyo hasta después de su muerte. Durante el siglo XVIII, la altima obra de las aqui mencionadas tuvo un rotundo éxito en toda Europa, traduciéndose al espaiiol, francés, ruso y aleman, con lo que se afianz6 su reputaci6n internacional como tratadista militar (83). El método de anilisis de Montecuccoli era inductivo. Segiin escribié en el prefacio del Trattato della guerra: “me he sentido muy cémodo siguiendo los métodos de Lipsius y he lefdo con mucho cuidado a la mayoria de los historia- dores antiguos, asi como a los autores modernos. A todos ellos he afiadido ejemplos derivados de mi experiencia de 50 afios de servicio”. No ofrece ningu- na lista de autores en este libro, pero las cuidadosas citas de pie de pagina indi- can que sus fuentes incluyen quince autores antiguos, cinco medievales y del Renacimiento y veintidés contemporaneos. Los antiguos incluyen tanto griegos como romanos. Los medievales s6lo contribuyeron con algunos detalles hist6ri- cos, pero los escritos de Maquiavelo influyeron claramente en su pensamiento politico del arte de la guerra. Naturalmente, se citan mas a menudo los autores y ejemplos modernos, pero Montecuccoli expresaba que él era mas prictico y comprensivo que sus predecesores. Mas adelante, en el mismo libro, advierte: “Se ha escrito mucho sobre la guerra. La mayoria de los autores no han traspa- sado los limites de la teorfa. Otros han combinado la practica con la especula- cién, por lo que s6lo se han ocupado de una parte o se han restringido a las generalidades sin entrar en los detalles de los casos especificos” (84). Su andlisis Mauricio de Nassau, Gustavo Adolfo, Raimundo Montecuccoli y la “Revolucién Militar” 69 es global y todos sus escritos son profindamente consecuentes unos con otros, por lo que se puede considerar que forman un solo cuerpo. Su visién del mundo, de la politica y de Ia guerra fue realista. Consideraba a la guerra como un gran mal, pero formando parte del orden natural:"Los fil6é- sofos pueden debatir si en la naturaleza existe un permanente estado de guerra, pero los hombres de estado no pueden dudar de que no es posible una verda- dera paz entre estados poderosos y con los mismos intereses; uno debe suprimir al otro, o ser suprimido; uno debe matar o perecer” (85). En el Tratado de la Guerra establece diferentes niveles de conflicto, distinguiendo entre guerras interestatales y civiles, guerras ofensivas o defensivas y aquellas hostilidades diri- gidas por medios indirectos. En este mismo libro también advertia que un esta- do podria verse envuelto en un ataque subversivo, pero apostaba por solu socio-politicas en vez de acciones militares. En lo que se puede considerar como un adelanto a Clausewitz, definié la guerra como “el uso de la fuerza o de las armas contra un pueblo o principe extranjero”, y al arte de Ia guerra,como “la habilidad para combatir bien y ganar”. No obstante, insistia en que era preciso una preparacién previa tanto del material como de los hombres y de la organi- zacién que los alberga. Su obsesién por recaudar fondos para sus campaiias le impuls6 a decir, “el dinero es el verdadero sistema nervioso de la guerra”. Como él consideraba a la guerra como una cuestién de vida o muerte para el pais, aconsejaba que “los principes y las mas altas jerarquias de la nacién debe- rian dar a sus jefes militares la necesaria libertad para poder actuar con rapidez y explotar las oportunidades” (86). nes Las frases mas renombradas de Montecuccoli pertenecen al libro Aforismi dell'arte bellica, también conocido con el titulo Della guerra vol Turco in Ungheria. En él mantiene que la guerra es “una actividad en la que los adversarios inten- tan infringirse dafio mutuamente por todos los medios posibles; el objetivo de la guerra es la victoria”. Independientemente de la naturaleza y nivel de la gue- rra, la victoria dependera de la preparacion, del planeamiento de las operacio- nes y del desarrollo de las mismas. La preparaci6n incluye a los hombres, al material y a las finanzas. El planeamiento depende de la relacién entre las fuer- zas de ambos lados, del teatro de operaciones y de los objetivos que se preten- dan alcanzar. En cualquier circunstancia las operaciones deben Ievarse a cabo en secreto y con decisién. (87). A pesar de que intentaba por todos los medios conseguir un alto grado de prediccién en el desarrollo de las campaiias, reco- nocia que era posible calcular asi todos los factores con anticipacién, pero algu- nos detalles “deberian dejarse en manos de la fortuna, porque quien se preocu- pe por todo, nunca lograra nada y quien no se preocupe por nada, ira al desas- tre” (88). El comandante ideal para Montecuccoli debia ser “ guerrero marcial y con buena salud, ademas de poseer una moral fuerte, ser prudente y, por enci- ma de todo, poseer fortaleza, que es la cualidad que engloba al coraje, energia y determinacién”. Muy similar a lo que Maquiavelo Iamaba virti y la constantia que defendia Lipsius. 70 Creadores de la Estrategia Moderna Montecuccoli no hacfa una clara distincién entre estrategia, operaciones y tactica, sino que todo lo consideraba unido de forma indivisible. Su principio basico era mantener siempre unas fuerzas de reserva porque, “el que al final posea mayores fuerzas intactas ganaré la batalla”. En sus despliegues tacticos adopté cl sistema de armas combinadas desarrollado por Gustavo Adolfo, pero solamente hacia uso del grueso principal de sus fuerzas para el contraataque decisivo, después de que una defensa férrea habia debilitado al enemigo. “Los restos de un ejército vencido deben ser buscados y aniquilados” (89). Llegé a la conclusién de que el tamafio de un ejército estaba limitado por las fuerzas que un solo hombre podia mandar de forma adecuada y por lo que el sistema logis- tico establecido era capaz de mantener. Aunque el tamaio de los ejércitos aumenté rapidamente a lo largo del siglo, Montecuccoli recomendaba la cifra de 50.000 hombres por ejército (90). En cuanto a la composicién que deberia tener, fue cambiando de parecer a lo largo de su carrera, mostrando al final de la misma una clara predileccién por la caballeria. Montecuccoli fue un extraor- dinario comandante en el campo de batalla y quedaron bien patentes sus dotes de logista (91). Por supuesto, sus ideas no eran tinicas y reflejaban el estado contemporaneo del pensamiento militar en Europa Central y Occidental Montecuccoli fue un renombrado comandante y administrador militar, aun- que se discute que era demasiado cauteloso y prudente, puede que debido a que era consciente de los limitados recursos de los que disponia. No en vano fue bien considerado por los mas grandes de la Historia, incluso Napole6n conside- r6 a su campaiia de 1673 como una pieza maestra de la estrategia de manio- bra (92). La mas importante contribucién fue en el campo del pensamiento mili- tar. Aunque sus ideas se han presentado a menudo con caracter puramente didactico, nunca pretendié ser un simple profesor de estrategia. Mantenia que el arte de mandar s6lo podia aprenderse con la prictica, “con las armas en la mano, en el campo de batalla, sudando y pasando frio” (93). En su introduccién en Dell’Arte militare escribié: “He intentado, dentro de un ambito definido, com- paginar las distintas grandes a estado y he hecho todo lo que he podido por descubrir las reglas basicas sobre las que se apoya dicha ciencia, analizando los acontecimientos ocurridos a lo largo de toda la historia y me atreveria a decir que no he encontrado un solo militar importante que no se haya guiado por estas reglas” (94). Sus investigacio- nes no se limitaron a los aspectos puramente mecanicos de la guerra, sino que abarcaron consideraciones de tipo moral, psicolégico, social y econémico. eas que constituyen la tinica ciencia vital para un EI legado de Montecuccoli tiene aspectos cientificos y humanisticos con la ventaja de que plasmé en sus escritos la experiencia de un veterano soldado. Un. historiador aleman lo describié como “una atalaya por encima del pensamiento militar de la segunda mitad del siglo XVII"; mas adelante, afiadié:"Lo que Bodian represent6 para la politica o Bacon para la filosofia, Montecuccoli lo fue para la ciencia de la guerra” (95). Quizas esto resulte demasiado pretencioso, pero Montecuccoli fue a Ia vez un impresionante prictico y un imaginativo te6-

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