1 DESIGUALDAD SOCIAL Desde la misma aparición de la humanidad la desigualdad ha sido de
diferentes formas, por ejemplo en la época de la caza la desigualdad no era muy significativa ya que la sociedad de esta época no era mayor a los recursos de la tierra, adicional se presentaba una especie de diversificación de las actividades que realizaba cada individuo de la tribu y por lo tanto la diferencia radicaba más en el poder o en el status de las familias de las tribus. Con el incremento en la población y la evolución de las sociedades se hizo necesario la implementación de nuevas formas de vida y sistemas de sociedades, pasando de una etapa nómada a una en donde predomina la agricultura, aunque comienzan a parecer nuevas formas de trabajo como comerciantes, artesanos etc., y aunque el cambio es notable la desigualdad se sigue presentando como una diferenciación de status o niveles de poder jerárquico dentro de la sociedad. La diferencia de poder y status se hizo más predominante no solo dentro de las sociedades sino también entre las mismas civilizaciones, dándose nuevas formas de desigualdad ya con un mayor impacto en lo social, pues se comienza a dar una estratificación de la población, la cual comenzó inicialmente como algo cultural, y más adelante se relaciona con riqueza, situación que se hace más notoria a través de la evolución de la sociedad y la tecnificación de las civilizaciones observándose cada vez más la desigualdad social. Desde mediados del siglo XIX, el tema de la desigualdad social ha sido un tema de estudio no solo de las ciencias sociales sino que se ha vuelto un tema en las políticas de cada sociedad. Por lo que para entender que es la desigualdad y cual es realmente su impacto y si las medidas tomadas son efectivas es importante definir la desigualdad. 1.2 LA POBREZA EN LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO La pobreza ha estado presente en el pensamiento económico desde sus orígenes, si bien no siempre de manera explícita. La preocupación inicial de Adam Smith no era lograr una explicación coherente acerca del funcionamiento del sistema económico, sino responder la pregunta que ya se había planteado en su primer libro. La teoría de los sentimientos morales, y que podríamos resumir de la siguiente manera: ¿Cómo puede alcanzarse el mayor bienestar para la sociedad, confiando en un poder (el Estado) que organice sus actividades en beneficio de la 16 colectividad, o dejando a cada individuo en libertad para tratar de incrementar su propio bienestar? La respuesta que argumentó extensamente en su libro clásico y fundacional, Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de la naciones, no podía ser más paradójico a simple vista: reconociendo como principal característica de la naturaleza humana el egoísmo y, por consiguiente, el desinterés del hombre en el bien común, o en el mejor de los casos la subordinación del mismo a su interés individual, Smith concluyó que el mejor camino para lograr el máximo bienestar social era dejar a los hombres perseguir su propio beneficio. Las primeras ideas de los economistas clásicos parecían sugerir que la pobreza era resultado de al menos tres factores principales: 1. Restricciones al libre funcionamiento de los mercados, que ocasionalmente limitaban las posibilidades de expansión de la economía. 2. La supervivencia de privilegios feudales que limitaban la movilidad de la mano de obra y, con ello, la posibilidad de que los trabajadores pudieran desplazarse hacia actividades mejor remuneradas. 3. Una actitud paternalista hacia los pobres por parte de la Iglesia y el Estado, que no discriminaba entre aquellos que a todas luces estaban impedidos para llevar a cabo actividades productivas y quienes pudiendo hacerlo preferían vivir en la caridad”. 1 El adecuado funcionamiento de los mercados era la solución para la pobreza que se desprendería del análisis de Smith. Smith no estaba interesado en hacer apología del mercado, sino en explicar bajo qué circunstancias puede ser el mejor mecanismos de asignación de los recursos escasos con que cuenta la sociedad para satisfacer las necesidades de los individuos. En este sentido, la obra de Smith debe leerse con cuidado, ya que está escrita como una crítica frente a los excesos de la intervención estatal propio de las políticas mercantilistas, pero reconoce también que el egoísmo de los individuos solamente puede dar buenos resultados bajo ciertas condiciones, las que corresponden a los mercados competitivos, sin las cuales el Estado tiene un papel muy importante que cumplir en la regulación de los mercados y en la protección de la sociedad. “Smith se debe interpretar como una defensa liberal de un mecanismo interpersonal de asignación de los recursos que puede ser eficiente cuando ninguna de las partes que participa en las transacciones tiene poder para fijar un precio por encima del costo marginal de producir un bien o proporcionar un 1 CORDERA, Rolando, RAMÍREZ KURI, Patricia y ZICCARDI, Alicia. Pobreza, desigualdad y exclusión social en la ciudad del siglo XXI. México: Siglo XXI, 2008, p. 52. 17 servicio”. 2 Cuando existen factores económicos o políticos que no permiten que el intercambio se dé en un ambiente competitivo entre productores y con pleno respeto a la soberanía de los consumidores, los mercados fallan, y como reconoce el propio Smith, los empresarios continuamente conspiran para coludirse (pacto ilícito), por lo que el Estado ocupa un lugar importante, aunque muy diferente al que le adjudicaban los mercantilistas, como regulador de la actividad económica. La visión promisoria que se desprendería de la obra de Smith no tardaría en desvanecerse. En unas cuantas décadas, que van de la publicación de La riqueza de las naciones de Smith en 1776 a la del Ensayo sobre el principio de la población de Malthus en 1798, “la economía política pasó de ser la nueva disciplina nacida en la aurora del capitalismo y que anunciaba sus bienaventuranzas, a la ciencia lúgubre, calificativo con el que se le conoció durante la mayor parte del siglo XIX”. 3 La razón era muy simple: los razonamientos de Malthus sobre el crecimiento de la población y su relación con el crecimiento de la producción y con el stock de recursos naturales disponible lo llevaban a la conclusión de que el crecimiento económico estaba limitado, lo que a su vez implicaba que la población no podía crecer indefinidamente y que la clase trabajadora tendría que vivir en el largo plazo con salarios de subsistencia. La población, decía Malthus, crece geométricamente, mientras que la producción lo hace aritméticamente, hasta llegar a un punto en el cual no es posible continuar creciendo porque los recursos naturales son fijos. En consecuencia, los salarios podrán crecer mientras la producción lo haga, pero una vez que se llega a la frontera de posibilidades de producción de la economía los salarios convergen al nivel del salario de subsistencia y el hambre y el miedo a la miseria actúan como frenos naturales de la población. Se plantea el problema que la pobreza no se podía erradicar por la vía del simple crecimiento económico. Más aún, existía el problema de que desde la lógica malthusiana, la pobreza era un freno natural al crecimiento demográfico, y en esa medida muchos encontraron en esta afirmación una justificación que estaba ausente del pensamiento original de Malthus, que en su debate con Ricardo sobre las leyes de granos demostró que estaba a favor de un incremento de los salarios reales, aunque su lógica indicaba que dicho incremento sólo podía ser transitorio. La preocupación fundamental de la economía como disciplina, el análisis de los mejores mecanismos para promover el bienestar social por la vía de la más eficiente asignación de los recursos, incluía un componente ético que a lo largo de los dos últimos siglos ha dado lugar a nuevas aportaciones para tratar de comprender la permanencia y, en algunos casos, la agudización de la pobre