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Una estructura es la forma en que las partes de un algo concreto (un ser, una sociedad) se
relacionan entre sí y se organizan en una totalidad. Se refiere a un esquema o fenómeno
relativamente duradero a partir de cierta forma de ver la sociedad humana basada en la
elaboración de modelos conceptuales a partir del entendimiento que los fundamentos de
lo real no están en lo manifiesto, intentando superar la apariencia sensible para entender
lógicas de conjunto que suelen dar sentido. Ninguna parte puede explicarse en si misma,
sino como parte de un algo mas abarcador que la incluye y le da sentido.
1 Ficha introductoria preparada por el profesor titular Pablo Tavilla para la materia Estructura Económica Argentina y
Mundial del Depto. de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Moreno.
2 En definitiva, también se trata de tomar en serio lo que es tan oportuno recordar en estos tiempos de abusos de
descontextualización y miradas sobre partes aisladas: “que el todo es mucho más que la simple suma de sus partes”.
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salariales y de empleo considerados socialmente deseables. Una EPD, estructura
productiva desequilibrada.
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vestido, transporte) es clave para entender el desarrollo de las sociedades desde las
primeras aldeas con población asentada.
Así es que podemos agrupar en tres a las tipologías, aplicaciones o acepciones del análisis
de tipo estructural en nuestra disciplina:
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“INSTITUIÇÕES, ESTADO E MERCADO NO PROCESSO DO DESENVOLVIMENTO ECONÔMICO”, Río de Janeiro,
2001.
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nacionalidad del capital, evolución del stock de capital, datos sobre población y su
estructura, etc.
Vamos ahora por un breve racconto acerca de la citada aplicación o usos más conocidos
del enfoque estructural en economía política, si bien no fue esta disciplina el epicentro de
la movida estructuralista con auge en los 60s y 70s, en especial asociado a los nombres de
Levi-Strauss y de Foucault.
Lo definitorio del sentido del enfoque es la gran división ocurrida en el capitalismo desde
fines del siglo XVIII y su profundización y extensión desde y durante el siglo XIX: la
revolución industrial. Los procesos de industrialización y cambio tecnológico que
cambiaron radicalmente el panorama de las capacidades productivas humanas.
El inicio en Europa (Inglaterra y Francia primero, Alemania después, entre los principales),
su extensión a EEUU y Japón luego y, ya en el siglo XX, las “décadas de oro” luego de la
segunda guerra mundial (recuperación europea y japonesa, hegemonía de EEUU,
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contrapesos de Geurra Fría) y las oleadas del sudeste asiático (Corea del sur, Taiwán, y
más recientemente la revolución industrial china). El conocimiento de “sociedades de
crecimiento” ligado al cambio estructural, a diferencias de las otras sociedades “de
estancamiento”.
"La tesis central es que mientras el centro tiene una estructura diversificada, genera
progreso técnico y aumenta su productividad, la periferia tiene una estructura simple y se
beneficia de los avances tecnológicos sólo cuando el centro lo permite" (M. Svampa, 2016).
Aquí cobran especial relevancia las clasificaciones de bienes y ramas en relación con su
carácter de portadoras de capacidades y contenidos tecnológicos de distinta complejidad
(Lall, Pavitt). Es decir, de capacidades de mayores aumentos de la productividad global, de
empleos y progresividad en la distribución de ingresos y riqueza para mayor bienestar
material.
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productiva regional o local; identificar saltos productivos en alguna actividad económica;
composición sectorial y geográfica de la estructura productiva nacional, composición de la
canasta de exportaciones primarias (soja, maíz, trigo); etc.
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- El estructuralismo como método. Una alternativa al empirismo, al
positivismo y al individualismo metodológico (“no saben pero lo
hacen”4).
El enfoque “estructural” o “estructuralista” en ciencias sociales se refiere al peso de la
totalidad en la explicación de los fenómenos sociales, la influencia de las estructuras que
“producen“, condicionan, enmarcan, constriñen o influyen a los actores sociales y que, en
el caso del enfoque estructural en la economía política, se diferencia claramente de la
perspectiva tradicional hiper-subjetiva o individualista. Su programa implica alejarse de los
excesos de empirismo, reduccionismo y positivismo para concebir leyes de
funcionamiento y relaciones estructurantes de lo social.
En todo caso, no nos sentimos nada satisfechos en general frente a esa mirada
posmoderna de la realidad en tanto "veneradora de los fragmentos" (Harvey, 2007) y
negadora de toda posibilidad de principio rector universal o general.
“La realidad es siempre y necesariamente, tanto histórica (en el sentido de que la realidad
cambia inevitablemente en cada nanosegundo) como estructural (en el sentido de que la
acción social está regida por restricciones que se derivan del sistema social histórico dentro
del cual tiene lugar la actividad que se describe)” (Wallerstein, I., 2014, tomo IV.
“El cambio es eterno. Nada cambia jamás. Los dos tópicos son ciertos. Las estructuras son
los arrecifes de coral de las relaciones humanas, que tienen una exigencia estable durante
4 “(Los hombres)….No saben pero lo hacen. El valor, en consecuencia, no lleva escrito en la frente lo que es. Por el
contrario, transforma todo trabajo humano en un jeroglífico social…” (K. Marx, Cap. 1 La mercancía. 4. El carácter
fetichista de la mercancía y su secreto; Antología, 2014).
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un período relativamente largo de tiempo. Pero las estructuras también nacen, se
desarrollan y mueren” (Wallerstein, I. 2011, tomo I)
Es decir, se trasciende el análisis de las partes, de las segmentaciones con sus correlatos
de supuesta independencia y absolutización de aspectos parciales del todo social. El
bosque que da sentido y no sólo el árbol. Ninguna parte o “individuo” se puede explicar
en sí mismo como lo plantea el marginalismo con su individualismo metodológico o ciertas
versiones “psicologistas” que pretenden agotar la explicación de los comportamientos
humanos, como si fuera posible hacerlo fuera, previo o independientemente de la
sociedad y la historia.
En ese sentido, el legado teórico clásico y marxista constituyen una herramienta, vista en
clave estructuralista, sobre el funcionamiento de las economías capitalistas, sus leyes
centrales y fuerzas estructurantes. Si bien Louis Althusser en los años 60s es la referencia
obligada para relacionar marxismo con estructuralismo, especialmente sobre el Marx del
Capital; es innegable que este último fue en el siglo XIX un pionero en el uso de la idea de
estructura, con su propuesta de superar la simple descripción de los observable y de
entender lógicas globales y leyes sistémicas o generales. La economía política clásica en
general, con su enfoque que parte del excedente productivo o social, es el gran
antecedente de una mirada holista y estructural.
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Aquí postulamos una concepción “matizada” de estructuralismo en su relación
codeterminante con el sujeto humano histórico. La humanidad vista como producto social
histórico pero que, a la vez, puede alterar (y altera) los “datos” de su propia realidad. Es
decir, hombres y mujeres que hacen la historia "....pero no lo hacen a su libre arbitrio,
bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se
encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado" (K, Marx,
1851-1852, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Antologías, 2014).
También debemos contribuir al debate crítico respecto a esa otra versión de la mirada
estructuralista de “procesos sin sujetos” que conduce a una postura conservadora de
impotencia y de invitación a la resignación cínica y paralizante, basada en la negación,
“grotesquización” o reducción al mínimo de las posibilidades de protagonismo y acción de
los hombres y mujeres de carne y hueso en el curso de la historia, presentada como
inaprensible y a la que, más bien, sólo se está para padecer y mirarla pasar.
Nos referimos a una versión estructuralista bastante difundida que encaja bien con una
posición “centrista, ilusoriamente neutralista, liberal”, acorde incluso con un alma bella de
rápida fascinación estética, anhelante de majestuosidad y revulsiva a toda terrenalidad.
Sin negar sus limitaciones 5, nos parece que la mirada estructuralista en economía política
es un significativo progreso respecto del individualismo metodológico neoclásico y su
reduccionismo y “absolutización de la parte”, con su ilusoria pretensión de validez
universal de postulados.
5Al igual que la de cualquier pretensión de entender absolutamente la inabarcable realidad, como ya bien sabemos. Y
aún cuando no nos queda otra que intentar siempre entender y hacer.
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La realidad como conjunto de elementos, relaciones y componentes en que se diferencia
al ocupante de una posición y a la posición en sí misma, es decir, en ruptura respecto de la
predominante “confusión” de atribuir características de la posición social al individuo,
como si fuera explicable en sí mismo y no como parte de una trama más amplia.
En estos enfoques encuadrables como “estructuralistas” las mujeres y los hombres, las
personas, son consideradas también como portadores de la totalidad social, es decir, no
consideradas como si fueran el principio (u origen) irreductible de la misma. Se rompe con
la visión de los “individuos” como origen voluntario y consciente de la acción social, es
decir, con explicaciones finalistas basadas en las motivaciones de la conducta de esos
actores individuales, tal como en la tradición del pensamiento liberal weberiano (E. Laclau,
en Lukes, 2005).
Cobra vigencia la expresión del filósofo Baruch de Spinoza acerca de que los hombres nos
creemos libres porque, en realidad, ignoramos las determinaciones sociales que “nos
hacen”, que nos condicionan6.
Nos parece relevante esta mirada con pretensión de sensibilizar a los alumnos, tanto
sobre las fuerzas y condicionantes sociales como sobre las potencialidades derivadas a
partir de la comprensión crítica del funcionamiento colectivo y sus leyes, que no se
presentan claras en toda su dimensión a la primera vista y que se requiere reflexión
metódica y elaboración de conceptos. En la “era del totalitarismo mediático” con sus
efectismos y vaciamientos conceptuales, recuperar la capacidad de sistematización y
conceptualización debe ser parte de los propio del ámbito de la formación universitaria 7.
Una forma de ilustrar la propuesta es pensar críticamente los razonamientos más típicos
de la microeconomía neoclásica, de las elecciones de un consumidor con sus “gustos” o de
un empresario racional para derivar curvas de oferta y demanda en que no se toman en
cuenta decisivos factores estructurales en la explicación (ingresos derivados de relaciones
de poder y conflicto social y político, régimen de acumulación, etc.). Interesante también
es dimensionar cuestiones como el “emprendedurismo” de moda, casi siempre basado en
negar condicionantes estructurales.
“Pero aquí solo se trata de personas en la medida que son la personificación de categorías
económicas, portadores de determinadas relaciones e intereses de clase. Mi punto de
vista, con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural al desarrollo de la
formación económico-social, menos que ningún otro podría responsabilizar al individuo
por relaciones de las cuales él sigue siendo socialmente una criatura, aunque
6 “Los hombres se creen libres porque son conscientes de sus voluntades y deseos, pero son ignorantes de las causas
que los determinan al deseo y la esperanza” (Etica, Apéndice de la Primera parte, Baruch de Spinoza, ed.FCE, 1996)
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Un ejemplo del valor de estudiar las causas estructurales como alternativa: por más repudiable que sea, ¿puede la
corrupción de algunos pocos funcionarios explicar por sí sola la pobreza y la desigualdad, el subdesarrollo o el
endeudamiento crónico y las crisis financieras?. Si nos atenemos al tratamiento mediático hegemónico, pareciera que sí.
Lo cual constituye un claro ejemplo de “realidad recortada”, espectacularización con manipulación y, en definitiva,
contribución al embrutecimiento.
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subjetivamente pueda elevarse sobre ellas” (K. Marx, Prologo a la primera edición de El
Capital, en Antología, 2014)
Es decir, lleva a la identificación de fundamentos que están detrás de una superficie visible
con "fetiches" o máscaras, de regularidades y leyes que regulan los fenómenos
observados. Interviene la subjetividad y tiende en esa jerarquización a diferenciar (definir)
lo que son manifestaciones de superficie respecto de lo que son sus causas profundas y
que “no están directamente a la vista”. Como dijimos, temáticas como inflación; pobreza,
riqueza y desigualdad o inestabilidad cambiaria son vistas desde un ángulo que las concibe
ahora como manifestaciones de una problemática de raíz estructural.
Corolario:
Nos estamos alejando mucho aquí, y críticamente, de los métodos de análisis e inclusive
de valores culturales individualistas que son predominantes en la actualidad (la pérdida de
perspectiva global o de la dimensión colectiva, el deterioro de lazos sociales, el
alejamiento del otro visto más como objeto de desconfianza o miedo, la parcialización,
falta de contextualización, la historia explicada a través de héroes individuales, etc.). Nos
lleva a reflexionar, por ejemplo, a ideas o autopercepciones erróneas y distorsionadas de
cómo funciona la sociedad y confusiones acerca de las fuerzas que gravitan en nuestra
vida cotidiana. Van algunas ejemplos ilustrativos al respecto.
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Ilustrativo de esta confusión suelen ser valores o frases como: “todo depende de mi solo
esfuerzo personal”, “no necesito de nadie para concretar mis sueños”, “uno es pobre o
rico porque quiere” o “cada uno se forja solo como exitoso o fracasado”, “solo dependes
de ti mismo”.
Como alternativa al empirismo se parte de constatar que los hechos y la realidad nunca
hablan por sí solos, que la evidencia empírica no existe en y por sí sino que se construye
conceptualmente. En la línea de Bourdieu (2013) se denuncian los riesgos de ilusión que
puede dar la pura sumisión al dato crudo o a la medición sin mediación de teorías o
ideologías, valores u otras motivaciones siempre intervinientes.
Si la realidad no es algo dado y que para entenderla no alcanza con la mera observación o
la experiencia sensorial, ello habilita los esfuerzos de reflexión y conceptualización, de
instalación del sujeto cognoscente en una posición de cierta distancia respecto de la
inmediatez y de los hábitos e inercias en que estamos sumidos para lograr una mirada o
concepción más elaborada y menos ingenua8 en la apreciación de lo concreto y real.
El nivel de actividad económica ¿es conforme la Ley de Say o debe hacerse algo dada la
tendencia estructural capitalista a tener problemas de insuficiencia de demanda?. ¿Que
crezca la cantidad de dinero y, a la vez, el nivel general de precios: implica eso
necesariamente una relación de causalidad?. La teoría que está detrás importa y mucho,
desde ya.
8 Ingenua en el sentido que da Paulo Freire, “..en la diferencia y en la distancia entre la ingenuidad y la crítica, entre el
saber hecho de pura experiencia y el que resulta de procedimientos metodológicamente rigurosos, no hay para mí una
ruptura, sino una superación” (Pedagogía de la Autonomía, 2002, ed. Siglo XXI).
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vislumbró claramente un cambio de perspectiva que cuestionaba esa mirada
estigmatizante, reduccionista y errónea dado que la mayor cultura o educación se
adquieren, dependen de condiciones sociales y económicas y no de razas o genéticas.
En ese sentido, siempre estarán disponibles la sección del primer capítulo de El Capital de
Marx sobre el “fetichismo de las mercancías” y su propuesta metodológica en la
Introducción a la Crítica de la Economía Política para consultar y recordarnos la necesidad
de abordar lo concreto en “sus múltiples determinaciones”, como “unidad de lo diverso”
(el Marx de los Grundisse). Esa mirada “marxo-freiriana” como método de apropiación,
aprendizaje e inteligibilidad de lo real con interesantes implicancias también para la
enseñanza-aprendizaje universitarios (realidad cercana-teorización-realidad pensada ó
concreto-abstracto-concreto pensado).
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