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Introducción a EEyAM: Estructuras, estructuralismo y

sus aplicaciones en economía política1


La idea de método o enfoque estructural, en ciencias sociales en general y en economía
política en particular, remite a una visión con pretensión totalizadora, sistémica y holista2,
que en nuestra cursada tomamos en el intento de sensibilizar en cuanto a evitar cegueras
empiristas, reduccionismos y parcelaciones sin contextos.

Una estructura es la forma en que las partes de un algo concreto (un ser, una sociedad) se
relacionan entre sí y se organizan en una totalidad. Se refiere a un esquema o fenómeno
relativamente duradero a partir de cierta forma de ver la sociedad humana basada en la
elaboración de modelos conceptuales a partir del entendimiento que los fundamentos de
lo real no están en lo manifiesto, intentando superar la apariencia sensible para entender
lógicas de conjunto que suelen dar sentido. Ninguna parte puede explicarse en si misma,
sino como parte de un algo mas abarcador que la incluye y le da sentido.

No obstante, se trata también de evitar caer en determinismosy, en lo que hace


específicamente a la economía política, es salir del individualismo metodológico de un
individuo o sujeto como si estuviera libre de constricciones estructurales, pero también
evitar la trampa de la pura estructura y los “procesos sociales sin sujetos”.

La asignatura está atravesada por el propósito central de reflexionar en torno al mediano


y largo plazo del funcionamiento económico nacional, otra manera de defrinir los
problemas económicos y sociales que condicionantes el crecimiento y el bienestar
material y la calidad de vida. Focalizar en las características de una estructura económica
capitalista periférica y de su (in)capacidad para sustentar mejores condiciones materiales
de vida para las más amplias mayorías.

Más específicamente, el problema económico que se define y coloca en el centro de la


escena es el de la insuficiencia de desarrollo y su expresión en la estructura productiva y
social. Nos referimos a la situación de escasez de sectores y actividades productivas con
contenido de “tecnología media y alta” y niveles de productividad “de frontera”, en la
conocida clasificación de S. Lall (2000).

En este tipo de análisis se jerarquiza el problema “estructural” conocido como de


“restricción externa” (insuficiencia estructural de divisas, “problemas de balanza de
pagos”) como límite al crecimiento sostenido a partir de impulsos a la demanda agregada.
Una oferta de bienes insuficiente en relación con una demanda asociada a ciertos niveles

1 Ficha introductoria preparada por el profesor titular Pablo Tavilla para la materia Estructura Económica Argentina y
Mundial del Depto. de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Moreno.
2 En definitiva, también se trata de tomar en serio lo que es tan oportuno recordar en estos tiempos de abusos de

descontextualización y miradas sobre partes aisladas: “que el todo es mucho más que la simple suma de sus partes”.

1
salariales y de empleo considerados socialmente deseables. Una EPD, estructura
productiva desequilibrada.

De modo más amplio, se refiere a la especificidad del proceso histórico de acumulación de


capital en Argentina y a su relación problemática respecto del desarrollo, a partir de la
brecha o diferencia en comparación con los estándares de productividad y nivel de vida de
las formaciones capitalistas más avanzadas, asumiendo que la acumulación de capital, en
su versión reproducción ampliada, es un proceso de carácter esencialmente mundial.

En un plano más concreto, los análisis de estructura económica se justifican


históricamente a partir de dar valoración positiva a la mayor diversificación productiva en
ramas (primarias, secundarias y terciarias), sectores y actividades, a partir de referenciarse
en los procesos de industrialización iniciados en Europa hacia fines del siglo XVIII, que se
consolidan y extienden durante el siglo XIX, despegando y diferenciando un grupo de
centros capitalistas industriales de otras geografías “subdesarrolladas” (revoluciones
industriales). Una diferenciación o divergencia de un tipo naciente de “economías de
crecimiento” respecto de una mayoría de economías agrarias o mineras “de
estancamiento”, un momento de salto en cuanto a las capacidades productivas humanas
(tecnologías, maquinización, aplicación de enetgía).

Nociones como EPD (estructura productiva desequilibrada) o Estructura Productiva


Heterogénea son muy útiles para dar cuenta de la realidad de una economía periférica
como la argentina. No resulta neutra la composición en ramas y sectores productivos, es
decir, su mayor complejidad o densidad, en tanto define mayores posibilidades de
crecimiento sostenido en el tiempo y una mejor distribución de ingresos y riqueza
(estructura social, estructura ocupacional, mayor capitalización). No casualmente suelen
usarse “industrialización” y “desarrollo” como sinónimos.

Más aún, temáticas como inflación, pobreza y desigualdad, desempleo, inestabilidad


cambiaria o situaciones de crisis periódicas, son vistas desde un ángulo que las concibe
como manifestaciones de problemáticas de raíz estructural.

La visión materialista consistente en colocar en el centro de los procesos civilizatorios


históricos a la actividad humana creadora de su entorno, proporciona un marco teórico
adecuado. La relevancia de la actividad humana aplicada a la naturaleza reconoce un hito
clave en las primeras agrupaciones humanas sedentarias, hace unos 11 o 12 mil años, a
partir de la domesticación de ciertos vegetales y animales, posibilitando una mayor
producción y excedentes alimentarios.

Nos referimos a la superación de la recolección y caza por las primeras actividades


agrícolas y de cría de animales que constituyen la base posibilitante del aumento
poblacional y del desarrollo de las sociedades en cuanto a su complejidad (ciudades,
aparato de gobierno, división del trabajo social, organización jurídica, religiones oficiales,
fuerzas armadas). El otro hito histórico en cuanto a las capacidades humanas para
disponer de mayores cantidades de bienes y servicios es la revolución industrial desde
segunda mitad del siglo XVIII. La base material para la subsistencia humana (alimentos,

2
vestido, transporte) es clave para entender el desarrollo de las sociedades desde las
primeras aldeas con población asentada.

No obstante, la búsqueda humana de poder y riqueza, competencia económica y poder


político, lógicas de acumulación de capital y de poder, campos de la política y la economía,
hacen referencia a lo que proponemos tratar como dos polos en permanente tensión y
combinación a la hora de estudiar y explicar los procesos históricos civilizatorios y de
transformación social, en que ninguno se puede disolver totalmente en el otro (C. Aguiar
de Medeiros, 2001)3. Es decir, no se trata tampoco de la reducción a “razones
económicas”, como en muchas lecturas mecanicistas desde el marxismo, en torno a la
célebre relación entre una estructura (económica) determinante de una superestructura
(cultura, religión, instituciones, normas, política).

Así es que podemos agrupar en tres a las tipologías, aplicaciones o acepciones del análisis
de tipo estructural en nuestra disciplina:

- Estructuralismo como enfoque en el análisis de la problemática del capitalismo en


la periferia, que reconoce origen en las perspectivas del estructuralismo
latinoamericano (CEPAL) y ciertas versiones de “desarrollismos” de países
centrales. Básicamente, se refiere a diferencias en la “estructura productiva”, el
entramado de ramas y sectores productivos en relación con el cual se definen
problemas como la brecha entre una situación deseable (industrialización, mayor
cobertura de demanda interna, sectores productivos con mayor contenido
científico y tecnológico y más asociados a derrame de innovaciones y
“fertilizaciones cruzadas”, mayor stock de capital per cápita, mayor productividad
y disponibilidad de bienes y servicios, mayor densidad en eslabonamientos
productivos, estándares de vida de países centrales) y una situación real
(estructuras heterogéneas o desequilibradas, predominio de ramas de producción
primaria en PIB y exportaciones), que se traduce en límites al crecimiento
sostenido y a la incorporación de las mayorías de la población al circuito formal de
producción y consumo para generalizar bienestar material (heterogeneidad en
mercado de trabajo, restricción externa, ciclos e inestabilidad).

- Un uso más instrumental o empírico, siendo el más común el análisis o descripción


de la estructura productiva de una economía nacional, regional o local, es decir,
del perfil de ramas y sectores productivos que la componen, de eslabonamientos.
A partir de información cuantitativa de mediano o largo plazo, identificar cambios
perdurables. En nuestro curso, se trata de familiarizarnos con algunos rasgos
actuales de la estructura productiva nacional. Se refiere generalmente al análisis
de transformaciones en aspectos estructurales como la distribución del ingreso y la
riqueza; los patrones de consumo; las relaciones económicas con el exterior,
composición de la producción, concentración de la propiedad del capital,

3
“INSTITUIÇÕES, ESTADO E MERCADO NO PROCESSO DO DESENVOLVIMENTO ECONÔMICO”, Río de Janeiro,
2001.

3
nacionalidad del capital, evolución del stock de capital, datos sobre población y su
estructura, etc.

- “Estructuralismo” como enfoque metodológico proveniente de otras ciencias


sociales que enriquece la economía política en la tradición crítica y alternativa al
individualismo metodológico. La importancia del “sistema”, de la relación entre las
partes del mismo. Salir de las fragmentaciones dado que ninguna parte se puede
explicar en sí misma, sino como parte de un sistema o estructura definida
conceptualmente. Nos servirá para incorporar una necesaria reflexión y racconto
sobre el capitalismo, su despliegue histórico a partir del siglo XVI (con revolución
industrial en siglo XIX) y ciertas leyes y fuerzas que son estructurantes de
economías nacionales y de la subjetividad humana (ver frase de Spinoza).

Vamos ahora por un breve racconto acerca de la citada aplicación o usos más conocidos
del enfoque estructural en economía política, si bien no fue esta disciplina el epicentro de
la movida estructuralista con auge en los 60s y 70s, en especial asociado a los nombres de
Levi-Strauss y de Foucault.

- El estructuralismo en el análisis de la problemática del capitalismo


periférico latinoamericano: el desarrollo nacional como superación
de problemas de la estructura económica y social (diversificación
productiva).
Trabajamos en base a los aportes de la pionera tradición estructuralista latinoamericana
(Prebisch) que propuso jerarquizar el análisis de las estructuras económicas nacionales
vistas como el entramado de actividades, ramas y/o sectores y que, por sus insuficiencias
y ausencias, conducen a problemas que impiden el crecimiento sostenido en el largo
plazo. Nos permite diferenciar las nociones de crecimiento (tasas del PBI) y de desarrollo
(diversificación productiva).

En la explicación de sus características se apunta más (teoría de la dependencia) o menos


(CEPAL) enfáticamente al cuestionamiento del lugar que se tiene en el ámbito del sistema
capitalista mundial de poder. Su correlato es de EPD (estructura productiva
desequilibrada) con predominio de producciones primarias.

Lo definitorio del sentido del enfoque es la gran división ocurrida en el capitalismo desde
fines del siglo XVIII y su profundización y extensión desde y durante el siglo XIX: la
revolución industrial. Los procesos de industrialización y cambio tecnológico que
cambiaron radicalmente el panorama de las capacidades productivas humanas.

El inicio en Europa (Inglaterra y Francia primero, Alemania después, entre los principales),
su extensión a EEUU y Japón luego y, ya en el siglo XX, las “décadas de oro” luego de la
segunda guerra mundial (recuperación europea y japonesa, hegemonía de EEUU,

4
contrapesos de Geurra Fría) y las oleadas del sudeste asiático (Corea del sur, Taiwán, y
más recientemente la revolución industrial china). El conocimiento de “sociedades de
crecimiento” ligado al cambio estructural, a diferencias de las otras sociedades “de
estancamiento”.

"La tesis central es que mientras el centro tiene una estructura diversificada, genera
progreso técnico y aumenta su productividad, la periferia tiene una estructura simple y se
beneficia de los avances tecnológicos sólo cuando el centro lo permite" (M. Svampa, 2016).
Aquí cobran especial relevancia las clasificaciones de bienes y ramas en relación con su
carácter de portadoras de capacidades y contenidos tecnológicos de distinta complejidad
(Lall, Pavitt). Es decir, de capacidades de mayores aumentos de la productividad global, de
empleos y progresividad en la distribución de ingresos y riqueza para mayor bienestar
material.

El eje del análisis está en identificar problemas de configuración de la “estructura


productiva” (y social) de un país. La difusión y apropiación desigual de progreso
tecnológico, tanto en lo que hace a modos de consumo como de producción, genera
problemas específicos en las formaciones sociales periféricas que se traducen en o asocian
a inestabilidad macroeconómica, problemas para generar suficientes empleo de calidad,
reproducción y profundización de desigualdad de oportunidades sociales, dificultades
para lograr tasas de crecimiento económico sostenido, gran déficit comercial en productos
con más alto agregado tecnológico, industrialización trunca, vulnerabilidad y fragilidad en
economía financiera global.

Para economías como la de Argentina, la problemática de la conocida como restricción


externa al crecimiento adquiere prioridad y trasciende largamente al problema
identificado por la conocida como tesis Prebisch-Singer (tendencia al deterioro de los
términos del intercambio de países exportadores de productos primarios).

- Un uso más instrumental, estudios diferenciando cambios de


tendencia o “estructurales” (contrastando cambios coyunturales y
estructurales); diferenciar cambios cíclicos y de tendencia,
generalmente a partir de información cuantitativa.
El más usual caso de análisis o descripción de una “estructura productiva”, es decir, de
sectores, ramas y eslabonamientos productivos que la componen. Son estudios sobre
composición de un objeto de estudio en función de criterios clasificatorios.

Se refieren a análisis estructural como indagaciones que hacen a los movimientos de


mediano y largo plazo, a rasgos duraderos que se van adquiriendo, flujos que se
convierten en stocks. Es común también referirse al estudio de aquellos tipos de
transformaciones “que vinieron para quedarse” y modifican la morfología del objeto que
se analiza, como ejemplos: estructura de la balanza de pagos, de gasto público o del PBI
en términos de sectores que se expanden o decrecen; cambios en una estructura

5
productiva regional o local; identificar saltos productivos en alguna actividad económica;
composición sectorial y geográfica de la estructura productiva nacional, composición de la
canasta de exportaciones primarias (soja, maíz, trigo); etc.

En la línea del trabajo de Barrios y Hopenhayn (2001), analizando los cambios en la


ganadería vacuna argentina entre 1970 y 1995, generalmente se refiere a un tipo de
análisis de información cuantitativa que busca identificar cambios significativos o de
“composición que no se espera que cambien fácilmente”.

La recurrencia de importaciones de bienes de capital es por un rasgo estructural de la


economía argentina, como también lo es la situación de déficits crónicos en las cuentas de
“intereses” y “remisión de utilidades”, en la Cu Co de la Balnza de Pagos.

En nuestra materia, partimos de una decisión teórica: no es indiferente la importancia


relativa de las ramas o sectores que componen una estructura productiva a los fines de
considerar más o menos desarrollada una economía o con más o menos posibilidades de
difundir bienestar.

En cuanto a potenciales de crecimiento, bienestar material difundido y vulnerabilidad


externa, no es lo mismo una estructura productiva con el 50% de producción primaria,
35% de terciaria o servicios y apenas 15% de industria y construcción que otra estructura
en la que los valores de esos mismos sectores son, respectivamente, con 40, 10 y 50% de
industria o sector secundario.

Intimamente relacionado con la acepción anterior (enfoque estructuralista) y más allá de


la necesidad de resignificar y adecuar al actual contexto histórico, la valorización positiva y
la preocupación por industrializarse y contar con sectores mas “complejos”
tecnológicamente, y en términos de más y mejores empleos, suele contar con el análisis
estructural como punto de partida.

Mas industria o “diversificación productiva” en estructuras productivas heterogéneas,


desequilibradas o subdesarrolladas y con fuerte relevancia de las ramas productoras de
productos primarios o de bienes poco elaborados, suele ser un objetivo de ciertas visiones
desarrollistas o neodesarrollistas.

A tales efectos, resultan útiles las clasificaciones de sectores y ramas productoras de


bienes según su contenido tecnológico (alto, medio o bajo) o en función de otros criterios
(“ïndustrias de punta”, “industrias obsoletas”, “industrias industrializantes” generadoras
de eslabonamientos, etc.). Un concepto interesante es el de “densidad nacional” del
economista argentino Aldo Ferrer, que hace referencia a los actores, las relaciones
sociales y los sectores productivos que favorecen o no el desarrollo.

Analizar la estructura de exportaciones o importaciones de un país (importancia de


productos primarios, de commodities, de bienes de alto contenido tecnológico) o la
conformación de estructuras de propiedad del capital (concentrado, difundido,
nacionalidad) son ejemplos de análisis de composición o estructura.

6
- El estructuralismo como método. Una alternativa al empirismo, al
positivismo y al individualismo metodológico (“no saben pero lo
hacen”4).
El enfoque “estructural” o “estructuralista” en ciencias sociales se refiere al peso de la
totalidad en la explicación de los fenómenos sociales, la influencia de las estructuras que
“producen“, condicionan, enmarcan, constriñen o influyen a los actores sociales y que, en
el caso del enfoque estructural en la economía política, se diferencia claramente de la
perspectiva tradicional hiper-subjetiva o individualista. Su programa implica alejarse de los
excesos de empirismo, reduccionismo y positivismo para concebir leyes de
funcionamiento y relaciones estructurantes de lo social.

No desconocemos el debate y las críticas en relación con el enfoque estructuralista en y


de las ciencias sociales: la crítica posmoderna a toda pretensión de totalidad "totalitaria"
por imposible, los angostos desfiladeros transitables para evitar caer en determinismos o
en la negación de toda posibilidad transformadora a cargo de la voluntad humana, el
abuso de las abstracciones y su lejanía de la realidad del “hombre de la calle”, el camino
fértil para el elitismo de los que acceden a saberes elaborados y las insuficiencias
señaladas por los autores del paradigma de la complejidad (Coq Huelva, 20014).

No obstante, no profundizaremos aquí en esa línea de críticas, en tanto el propósito


principal es reafirmar su valor como método o principio orientador de la indagación sobre
los fenómenos económicos y sociales y como superador del reduccionismo tan frecuente
en la disciplina económica.

En todo caso, no nos sentimos nada satisfechos en general frente a esa mirada
posmoderna de la realidad en tanto "veneradora de los fragmentos" (Harvey, 2007) y
negadora de toda posibilidad de principio rector universal o general.

Una totalidad configurada como unidad estructurada, una complejidad elaborada


conceptualmente. La idea de que hay estructuras que son independientes de la conciencia
cotidiana, que existen más allá de ella y que este enfoque en ciencias sociales se basa en
entender que, en la acción humana cotidiana, hay una especie de coproducción de las
partes y del todo, a la vez.

“La realidad es siempre y necesariamente, tanto histórica (en el sentido de que la realidad
cambia inevitablemente en cada nanosegundo) como estructural (en el sentido de que la
acción social está regida por restricciones que se derivan del sistema social histórico dentro
del cual tiene lugar la actividad que se describe)” (Wallerstein, I., 2014, tomo IV.

“El cambio es eterno. Nada cambia jamás. Los dos tópicos son ciertos. Las estructuras son
los arrecifes de coral de las relaciones humanas, que tienen una exigencia estable durante

4 “(Los hombres)….No saben pero lo hacen. El valor, en consecuencia, no lleva escrito en la frente lo que es. Por el
contrario, transforma todo trabajo humano en un jeroglífico social…” (K. Marx, Cap. 1 La mercancía. 4. El carácter
fetichista de la mercancía y su secreto; Antología, 2014).

7
un período relativamente largo de tiempo. Pero las estructuras también nacen, se
desarrollan y mueren” (Wallerstein, I. 2011, tomo I)

El estructuralismo en la tradición de economía política busca la identificación de un orden,


entendido como dominado por leyes abstractas y que cuenta con posibilidades de
autoproducción y autotransformación a partir de reconocer tensiones y contradicciones,
leyes de transformación del sistema mismo a partir de la dialéctica entre partes o
componentes enfrentadas. (Coq Huelva, 2004)

Como metodología de abordaje de la realidad, y sin ánimo de abundar en un debate


intenso y de larga data respecto de los límites de todo método, nos referimos al
estructuralismo como concepción o método de investigación y análisis que toma como
objetos las relaciones de las partes de un todo pensado como estructurado y no el estudio
de ellas en forma aislada.

Partimos de entender como necesario participar de la discusión metodológica con el


propósito de recuperar visiones “totalizadoras”, aún con sus limitaciones (riesgos
deterministas, críticas “posmodernas”), en tanto el estructuralismo ha sido fecundo en la
tradición de la economía política y su crítica, en el sentido de una alternativa superadora
de la ciencia económica (“a secas”) constitutiva del mainstream neoclásico (tradiciones
diferentes de economía y de economía política) y su foco en la parte, lo micro para
explicar la macro y el todo (p.e. “microfundamentos de la macroeconomía”).

Es decir, se trasciende el análisis de las partes, de las segmentaciones con sus correlatos
de supuesta independencia y absolutización de aspectos parciales del todo social. El
bosque que da sentido y no sólo el árbol. Ninguna parte o “individuo” se puede explicar
en sí mismo como lo plantea el marginalismo con su individualismo metodológico o ciertas
versiones “psicologistas” que pretenden agotar la explicación de los comportamientos
humanos, como si fuera posible hacerlo fuera, previo o independientemente de la
sociedad y la historia.

Por el contrario, destacamos la lógica “universalista” de lo que consideraremos como uno


de los ejes centrales para pensar nuestro campo disciplinar específico (“lo económico”): el
proceso de acumulación de capital y su despliegue, esa fuerza productora (y destructora)
de riquezas y realidades diferentes; de impulso al desarrollo de fuerzas productivas;
subordinante y creadora de desigualdades y “multiplicidades” sociales y geográficas.

En ese sentido, el legado teórico clásico y marxista constituyen una herramienta, vista en
clave estructuralista, sobre el funcionamiento de las economías capitalistas, sus leyes
centrales y fuerzas estructurantes. Si bien Louis Althusser en los años 60s es la referencia
obligada para relacionar marxismo con estructuralismo, especialmente sobre el Marx del
Capital; es innegable que este último fue en el siglo XIX un pionero en el uso de la idea de
estructura, con su propuesta de superar la simple descripción de los observable y de
entender lógicas globales y leyes sistémicas o generales. La economía política clásica en
general, con su enfoque que parte del excedente productivo o social, es el gran
antecedente de una mirada holista y estructural.

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Aquí postulamos una concepción “matizada” de estructuralismo en su relación
codeterminante con el sujeto humano histórico. La humanidad vista como producto social
histórico pero que, a la vez, puede alterar (y altera) los “datos” de su propia realidad. Es
decir, hombres y mujeres que hacen la historia "....pero no lo hacen a su libre arbitrio,
bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se
encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado" (K, Marx,
1851-1852, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Antologías, 2014).

Los actores sociales operan dentro de la materialidad social. Esa materialidad de la


sociedad que se refiere a su estructura económica y social: estructura productiva, recursos
naturales, capital físico, progreso tecnológico, demografía y recursos humanos,
características de la estructura social.

Aquí decimos, se hace historia y se producen cambios sociales pero en un marco


condicionado por esas "estructuras" vistas como entramado de relaciones sociales
(jerárquicas) generadas por nosotros mismos como legados, hábitos, instituciones,
rituales, leyes, valores, lenguajes, inconsciente, paradigmas. Somos personas
condicionadas, pero en tanto humanos, nos distinguimos por nuestras capacidades de
trascender ese mundo en que estamos inmersos.

También debemos contribuir al debate crítico respecto a esa otra versión de la mirada
estructuralista de “procesos sin sujetos” que conduce a una postura conservadora de
impotencia y de invitación a la resignación cínica y paralizante, basada en la negación,
“grotesquización” o reducción al mínimo de las posibilidades de protagonismo y acción de
los hombres y mujeres de carne y hueso en el curso de la historia, presentada como
inaprensible y a la que, más bien, sólo se está para padecer y mirarla pasar.

Nos referimos a una versión estructuralista bastante difundida que encaja bien con una
posición “centrista, ilusoriamente neutralista, liberal”, acorde incluso con un alma bella de
rápida fascinación estética, anhelante de majestuosidad y revulsiva a toda terrenalidad.

Sin negar sus limitaciones 5, nos parece que la mirada estructuralista en economía política
es un significativo progreso respecto del individualismo metodológico neoclásico y su
reduccionismo y “absolutización de la parte”, con su ilusoria pretensión de validez
universal de postulados.

Problemáticas como inflación, desempleo o déficits en cuentas públicas o externas,


devaluaciones, endeudamiento e inestabilidad macroeconómica y crisis son visualizadas
como efectos, manifestaciones que, para comprenderse, remiten a causas que arraigan en
cuestiones estructurales o de fondo (inflación por lucha de clases o “pujas distributivas”,
restricción externa y devaluaciones, etc.).

Superar enfoques individualistas y reduccionistas

5Al igual que la de cualquier pretensión de entender absolutamente la inabarcable realidad, como ya bien sabemos. Y
aún cuando no nos queda otra que intentar siempre entender y hacer.

9
La realidad como conjunto de elementos, relaciones y componentes en que se diferencia
al ocupante de una posición y a la posición en sí misma, es decir, en ruptura respecto de la
predominante “confusión” de atribuir características de la posición social al individuo,
como si fuera explicable en sí mismo y no como parte de una trama más amplia.

En estos enfoques encuadrables como “estructuralistas” las mujeres y los hombres, las
personas, son consideradas también como portadores de la totalidad social, es decir, no
consideradas como si fueran el principio (u origen) irreductible de la misma. Se rompe con
la visión de los “individuos” como origen voluntario y consciente de la acción social, es
decir, con explicaciones finalistas basadas en las motivaciones de la conducta de esos
actores individuales, tal como en la tradición del pensamiento liberal weberiano (E. Laclau,
en Lukes, 2005).

Cobra vigencia la expresión del filósofo Baruch de Spinoza acerca de que los hombres nos
creemos libres porque, en realidad, ignoramos las determinaciones sociales que “nos
hacen”, que nos condicionan6.

Nos parece relevante esta mirada con pretensión de sensibilizar a los alumnos, tanto
sobre las fuerzas y condicionantes sociales como sobre las potencialidades derivadas a
partir de la comprensión crítica del funcionamiento colectivo y sus leyes, que no se
presentan claras en toda su dimensión a la primera vista y que se requiere reflexión
metódica y elaboración de conceptos. En la “era del totalitarismo mediático” con sus
efectismos y vaciamientos conceptuales, recuperar la capacidad de sistematización y
conceptualización debe ser parte de los propio del ámbito de la formación universitaria 7.

Una forma de ilustrar la propuesta es pensar críticamente los razonamientos más típicos
de la microeconomía neoclásica, de las elecciones de un consumidor con sus “gustos” o de
un empresario racional para derivar curvas de oferta y demanda en que no se toman en
cuenta decisivos factores estructurales en la explicación (ingresos derivados de relaciones
de poder y conflicto social y político, régimen de acumulación, etc.). Interesante también
es dimensionar cuestiones como el “emprendedurismo” de moda, casi siempre basado en
negar condicionantes estructurales.

“Pero aquí solo se trata de personas en la medida que son la personificación de categorías
económicas, portadores de determinadas relaciones e intereses de clase. Mi punto de
vista, con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural al desarrollo de la
formación económico-social, menos que ningún otro podría responsabilizar al individuo
por relaciones de las cuales él sigue siendo socialmente una criatura, aunque

6 “Los hombres se creen libres porque son conscientes de sus voluntades y deseos, pero son ignorantes de las causas
que los determinan al deseo y la esperanza” (Etica, Apéndice de la Primera parte, Baruch de Spinoza, ed.FCE, 1996)
7
Un ejemplo del valor de estudiar las causas estructurales como alternativa: por más repudiable que sea, ¿puede la
corrupción de algunos pocos funcionarios explicar por sí sola la pobreza y la desigualdad, el subdesarrollo o el
endeudamiento crónico y las crisis financieras?. Si nos atenemos al tratamiento mediático hegemónico, pareciera que sí.
Lo cual constituye un claro ejemplo de “realidad recortada”, espectacularización con manipulación y, en definitiva,
contribución al embrutecimiento.

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subjetivamente pueda elevarse sobre ellas” (K. Marx, Prologo a la primera edición de El
Capital, en Antología, 2014)

El análisis estructural refiere a que se pueden hacer inteligibles regularidades, tendencias


y leyes que permanecen y se reproducen, si bien se trata también de un enfoque histórico
que las concibe como “procesos” y como productos de la misma creación humana en
distintos momentos y circunstancias y, en consecuencia, son también transformables (y
nunca eternas). Nos parece interesante remarcar la idea de verlo a la vez como aquello
que define el marco de posibilidades de la acción humana en un momento histórico dado.

Desde ya, y a los fines de la praxis, el énfasis en la existencia de condicionantes


estructurales se plantea también como antídoto frente a los voluntarismos ciegos o
negadores de los mismos, lo cual no implica negar la relevancia clave de la voluntad
política transformadora por parte de colectivos sociales.

En esta versión metodológica de abordaje de la realidad se parte de la observación y se


recurre a la inducción para jerarquizar los elementos y captar la dinámica general.

Es decir, lleva a la identificación de fundamentos que están detrás de una superficie visible
con "fetiches" o máscaras, de regularidades y leyes que regulan los fenómenos
observados. Interviene la subjetividad y tiende en esa jerarquización a diferenciar (definir)
lo que son manifestaciones de superficie respecto de lo que son sus causas profundas y
que “no están directamente a la vista”. Como dijimos, temáticas como inflación; pobreza,
riqueza y desigualdad o inestabilidad cambiaria son vistas desde un ángulo que las concibe
ahora como manifestaciones de una problemática de raíz estructural.

Asimismo, se favorece la integración superadora de aspectos tales como práctica y teoría,


acción y reflexión, sujeto y objeto, actores y estructura, voluntad sin ceguera. Grandes
nombres se asociaron a esta mirada más dialéctica con intento superador de las
dicotomías (K. Marx, M. Foucault, P. Bourdieu, J.P. Sartre).

Temática relevante a la hora de pensar proyectos de desarrollo en sus múltiples


dimensiones. Cómo actuar contextuando en el marco de un sistema capitalista mundial
que impone sus leyes, sus lógicas, sus condicionantes, con sus reglas de aprovechamiento
minoritario de ventajas y privilegios y de relaciones de dominación en todo el planeta.

Corolario:

Nos estamos alejando mucho aquí, y críticamente, de los métodos de análisis e inclusive
de valores culturales individualistas que son predominantes en la actualidad (la pérdida de
perspectiva global o de la dimensión colectiva, el deterioro de lazos sociales, el
alejamiento del otro visto más como objeto de desconfianza o miedo, la parcialización,
falta de contextualización, la historia explicada a través de héroes individuales, etc.). Nos
lleva a reflexionar, por ejemplo, a ideas o autopercepciones erróneas y distorsionadas de
cómo funciona la sociedad y confusiones acerca de las fuerzas que gravitan en nuestra
vida cotidiana. Van algunas ejemplos ilustrativos al respecto.

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Ilustrativo de esta confusión suelen ser valores o frases como: “todo depende de mi solo
esfuerzo personal”, “no necesito de nadie para concretar mis sueños”, “uno es pobre o
rico porque quiere” o “cada uno se forja solo como exitoso o fracasado”, “solo dependes
de ti mismo”.

¿Cómo pensar “emprendedurismo” sin otorgar relevancia a la necesidad de capital y los


condicionantes estructurales al respecto?, cómo pensar el éxito en estrategias
comerciales sin considerar las políticas macroeconómicas (recesivas o pro crecimiento)?
¿Cómo evitar caer en el voluntarismo ciego y negador de limitaciones? ¿Cómo evitar la
cultura de auto-inculpación por fracasos negando los determinantes sociales que escapan
al control individual? ¿Cómo explicar pobreza sin entender los macro-mecanismos
políticos, económicos y sociales que funcionan en la apropiación de los ingresos y riquezas
por los distintos grupos o clases sociales? ¿Cómo enriquecer la discusión sobre desarrollo
trascendiendo la reducción a meras consignas estéticas efectistas ?

Relativizando el alcance del empirismo

Como alternativa al empirismo se parte de constatar que los hechos y la realidad nunca
hablan por sí solos, que la evidencia empírica no existe en y por sí sino que se construye
conceptualmente. En la línea de Bourdieu (2013) se denuncian los riesgos de ilusión que
puede dar la pura sumisión al dato crudo o a la medición sin mediación de teorías o
ideologías, valores u otras motivaciones siempre intervinientes.

Si la realidad no es algo dado y que para entenderla no alcanza con la mera observación o
la experiencia sensorial, ello habilita los esfuerzos de reflexión y conceptualización, de
instalación del sujeto cognoscente en una posición de cierta distancia respecto de la
inmediatez y de los hábitos e inercias en que estamos sumidos para lograr una mirada o
concepción más elaborada y menos ingenua8 en la apreciación de lo concreto y real.

Necesitamos también teoría para entender y explotar el dato crudo. Relaciones de


causalidad en interacción con los datos de la realidad. Interpretar contextualizando
histórica y socialmente. Teoría en el sentido de producción de conocimiento sistematizado
bajo las reglas de la ciencia (argumentación y fundamentación de relaciones causales).

El nivel de actividad económica ¿es conforme la Ley de Say o debe hacerse algo dada la
tendencia estructural capitalista a tener problemas de insuficiencia de demanda?. ¿Que
crezca la cantidad de dinero y, a la vez, el nivel general de precios: implica eso
necesariamente una relación de causalidad?. La teoría que está detrás importa y mucho,
desde ya.

Está el ejemplo nefasto de asociar estáticamente el menor coeficiente intelectual a la


condición genética de ciertas minorías (p.e. la negra en EEUU) en un momento dado. En la
medida en que crecieron las oportunidades sociales y mejoraron su condición material se

8 Ingenua en el sentido que da Paulo Freire, “..en la diferencia y en la distancia entre la ingenuidad y la crítica, entre el
saber hecho de pura experiencia y el que resulta de procedimientos metodológicamente rigurosos, no hay para mí una
ruptura, sino una superación” (Pedagogía de la Autonomía, 2002, ed. Siglo XXI).

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vislumbró claramente un cambio de perspectiva que cuestionaba esa mirada
estigmatizante, reduccionista y errónea dado que la mayor cultura o educación se
adquieren, dependen de condiciones sociales y económicas y no de razas o genéticas.

Entender de estructuras sociales y materiales, de sus leyes y configuraciones, permite


cuestionar determinismos y cosificaciones erróneas como los genéticos u otras miradas
que naturalizan causas del orden de las relaciones sociales o eternizan algo que es propio
de un contexto histórico (por ejemplo pobreza y riqueza, subdesarrollo o inflación).

Marx es una referencia obligada en su concepción superadora de actividad humana


"total", a la vez crítica y práctica, que supone una dialéctica y posible síntesis entre
conocimiento y acción, teoría y práctica, objeto y sujeto.

"La realidad humana, social, es desencializada, concebida en su carácter relacional


(“conjunto de relaciones sociales”). En la praxis humana transformadora, coinciden el
cambio de las circunstancias y el cambio en la conciencia humana (tesis III): sólo desde su
perspectiva se disuelven las formas reificadas de lo social en tanto mera Objetividad
(determinando los sujetos) o pura Subjetividad (la conciencia produciendo lo real)"(H.
Tarcus, 2014 en Karl Marx, Antología, comentando las “Tesis sobre Feuerbach”)

El sentido de la introducción metodológica que se aparta del mero empirismo y del


individualismo metodológico (“robinsonadas neoclásicas”), nos remite a una noción de
estructura como la desarrollada anteriormente, en el entendimiento de que “las ciencias
resultan necesarias cuando no todo se presenta tan claro a los ojos”.

De ahí el valor de las ciencias sociales frente a la complejidad de lo social y su “opacidad”.


No podemos prescindir de la construcción de conocimiento, de teorías que son
interpretaciones de la realidad: sólo así podemos entender para transformar y
transformando, entender.

En ese sentido, siempre estarán disponibles la sección del primer capítulo de El Capital de
Marx sobre el “fetichismo de las mercancías” y su propuesta metodológica en la
Introducción a la Crítica de la Economía Política para consultar y recordarnos la necesidad
de abordar lo concreto en “sus múltiples determinaciones”, como “unidad de lo diverso”
(el Marx de los Grundisse). Esa mirada “marxo-freiriana” como método de apropiación,
aprendizaje e inteligibilidad de lo real con interesantes implicancias también para la
enseñanza-aprendizaje universitarios (realidad cercana-teorización-realidad pensada ó
concreto-abstracto-concreto pensado).

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