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ISFD N° 21

Profesorado en Lengua y Literatura


Historia Social y Cultural de la literatura III (HSCL III)
Curso: 3ero 1era. Turno vespertino
Cursada 2018
Plan de Continuidad Pedagógica

CLASE: Un lugar de enunciación: Juan Bautista Alberdi, Esteban Echeverría y Domingo


F​. Sarmiento
Parte 3

Prof. Julia Muzzopappa

1. Inicio

En esta tercera parte de la clase centrada en el texto de Andrea Pagni, vamos a


concentrarnos en el ​lugar de enunciación de Esteban Echeverría (1805- 1851).
Tengamos en cuenta que contamos con las lecturas y análisis del relato “El matadero”,
que en su momento pusimos en relación con el cuento homónimo de Martín Kohan y
con estudios críticos del mismo autor, Fermín Rodríguez y Gabriel Giorgi. A su vez,
difundimos clases escritas sobre Echeverría.

Otros textos importantes son las novelas ​Los cautivos​, también de Kohan, y ​Bajo este
sol tremendo de Carlos Busqued, casos abordados en el libro Giorgi, conjuntamente,
con el relato de Echeverría, desde una perspectiva biopolítica. Recuerdo estas lecturas
porque me parece necesario tenerlas a mano a la hora de interpretar el texto de Pagni.

2. El viaje de Echeverría

La parte dedicada al lugar de enunciación de Echeverría está dividida en tres


parágrafos. La primera lleva por título “Un curioso silencio: El viaje a Francia (1825-
1830). Las ideas de Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano --en un capítulo de ​Ensayos
argentinos (1983) que forma parte de la bibliografía del programa de estudio y que
comentamos en las clases del primer cuatrimestre—son retomadas por la autora,
quien hace evidente el cruce entre viajeros europeos al Río de la Plata,
específicamente el del francés Alcides d’ Orbigny, y los sudamericanos, como
Echeverría, a Europa.

Mientras los primeros viajan en misiones sustentadas por sus gobiernos y en calidad
de naturalistas, Echeverría lo hace solo y por su cuenta. Se compara, entonces, el
viaje organizado de los europeos con la soledad del poeta rioplatense, quien para ese
entonces cuenta con veinte años y muy pocas pertenencias.

Otra diferencia consiste en que el francés viene a probar sus conocimientos a América,
mientras que el rioplatense va a París a aprender. Echeverría va a estudiar. ¿Qué
estudia? De todo un poco, pero, en especial, se prepara en doctrina y filosofía política
que viene de la mano del romanticismo. Lee a Montesquieu, Leroux, asiste a clases de

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Guizot y Cousin, lee a Shakespeare, Victor Hugo, Chateaubriand, Lamartine y a Byron,
entre otros autores.

El viaje de Echeverría, de acuerdo con Sarlo y Altamirano, es de los más silenciosos


que se conocen. Casi nada escribe sobre esa experiencia. Pagni se pregunta por los
motivos. Uno de ellos ya está anunciado en el texto de Sarlo y Altamirano:

Pensar la escritura de un viaje a Europa en momentos en que el espacio de


enunciación propio se reducía a la conjunción de ​La lira argentina ​y
un mapa en el que un par de topónimos no hacían sino resaltar los
espacios en blanco, era, imagino, poco menos que imposible. La
tarea clave y paradójica con la que se enfrentaría Echeverría a su
regreso, era justamente la de “expresar literariamente una cultura y
una sociedad que se juzga necesario fundar”(Altamirano y Sarlo
“Prólogo”).

Es decir, solo un periódico, una mapa que se parece más a un croquis del territorio,
que todavía no es un Estado, un mapa con contornos, pero que en su interior no tiene,
casi, referencias geográficas son, en verdad, muy escasos recursos para configurar un
lugar de enunciación.
Pagni acuerda con los autores y propone otros motivos para el silencio del poeta que
se relacionan con el contexto internacional: Echeverría sale en 1825, una vez
concluidas las batallas por la Independencia. Si bien Gran Bretaña había reconocido a
las Provincias Unidas como estado independiente, la monarquía borbónica francesa
no lo hace hasta 1830. Aún más, cuando llega a Francia, “las fuerzas más
conservadoras de la aristocracia y la Iglesia dictaban la orientación ultrarrealista de la
monarquía restauradora bajo Carlos X.”
Durante todo el período en que Echeverría estuvo en París, gobernó la monarquía más
conservadora de los Borbones, para quien la Independencia de las Provincias Unidas
no tenía entidad legal. ​Por eso, el rioplatense seguía siendo un súbdito de la corono
borbónica en ese contexto​. ​Por eso, la independencia americana era un acto de
insubordinación contra el poder colonial de España​. Ante este panorama, el silencio
del viaje se explica por la imposibilidad de construir un lugar de enunciación a partir del
cual poder hablar.
Estas circunstancias también explican que en julio de 1830, a su regreso, y ya en
Buenos Aires, publique un poema escrito poco tiempo antes en plena travesía. Se trata
de un poema que contiene una queja, como establece Pagni: “[e]l viejo continente
[que] tan sólo desengaños me ha mostrado”.

Europa descentra la mirada que los sudamericanos tienen organizada, los frustra. Los
ideales de libertad no los encontrarán en el Viejo Mundo, sino en el suelo americano.
Les recomiendo que lean los versos del poema que incluye Pagni en su artículo. ​Ese
rechazo de lo europeo es clave para constituir una identidad sudamericana desde la
cual enunciar.
Ahora: ​cuando Echeverría sale rumbo a Europa, gobierna Bernardino Rivadavia,
cuando regresa, está Juan Manuel de Rosas en el poder. Este es otro cambio para
tener en cuenta con respecto al lugar de enunciación que no obedece al contexto

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internacional, sino al local. Entonces​, esa libertad fugitiva que los letrados americanos
perciben en Europa, también la encuentra magullada en su propio territorio.

“La aventuras de un hombre oscuro” es el título del segundo parágrafo del artículo de
Pagni. En esta parte la autora se centra en algunos textos de Echeverría. ​Prueba
ineludible de que a pesar de Rosas, el poeta publica y constituye un lugar de
enunciación que se caracteriza por esta tensión.
Echeverría publica poemas en la prensa de Buenos Aires. Varios de esos poemas
fueron escritos en Europa, algunos durante la travesía marítima. Algo escribió,
entonces. ​De algún modo, la forma que elige para dar cuenta del viaje responde a la
lírica y no al relato de viaje o a la carta, ​un género clásico que, por ejemplo, eligió
Domingo F. Sarmiento para su libro ​Viajes…, constituido por muchas cartas escritas a
distintos interlocutores en esa misma situación.
“Huellas del viaje a Europa”, dice Pagni con respecto a Echeverría​, quedaron sin
publicar en ese momento porque se trataba de proyectos inconclusos. “Peregrinaje de
Gualpo” tiene mayor relevancia que otros, en este sentido. Se trata de algunas
estrofas de un poema épico. El narrador se propone cantar “las aventuras de un
hombre oscurso” para que aparezca algo así como un hombre luminoso que se
encontraría en el Nuevo Mundo.
Esa inscripción del lector europeo en los textos americanos, nota Pagni, es una
constante, tal vez por necesidad de reconocimiento. En ese poema, Echeverría se
define como peregrino. Una idea que toma de Byron, específicamente de su héroe
Childe Harold, quien hastiado, luego de las guerras europeas posrevolucionarias,
abandona su tierra para buscar nuevos rumbos. Pero, en cambio, Gualpo, el personaje
de Echeverría, no se aleja por hastío de su tierra, sino que la abandona para pronto
regresar, algo muy semejante a los que le ocurre no solo a su autor, sino a los
hombres de la Generación del 37 que viajan a Europa. Todos quieren volver, viajan
para regresar e intervenir en el gobierno, viajan para formar una Nación. Es un viaje,
siempre, de aprendizaje, para pensar la Patria. Es un viaje de formación política.
Por extensión, todos los hombres de esa Generación son peregrinos. ​Es una imagen
de ellos mismos, ​una ​autofiguración colectiva​. Pretenden enmendar el error de
Rivadavia, que sin duda fue, desde su perspectiva, ​la desatención de la realidad
local.
Era necesario “tener los ojos puestos no sólo en el espíritu de las naciones europeas,
sino también en las entrañas de la patria.” ​Esta certeza es un lugar común de los
textos doctrinarios de la época. ​El ​Dogma socialista,​ por ejemplo, la desarrolla. (Para
saber más sobre el ​Dogma..​ les dejaré otra clase específica.)

Si bien las tendencias del romanticismo ejercen su poder de atracción en los hombres
de quienes nos ocupamos, no menos cierto es que la experiencia de la monarquía
francesa los vuelve cautos con respecto a la cultura europea de su tiempo.

El tercer parágrafo del texto que comento lleva por título “Nuestro más pingue
patrimonio”: Esteban Echeverría y Alexander von Humboldt”. En esta parte hay una
hipótesis de la autora que hay que comprender junto con otros textos que analizó, por
ejemplo la “Memoria…” de Alberdi. La hipótesis es la siguiente:

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Si Alberdi opone en su descripción de Tucumán una mirada estética a la mirada
utilitaria de los viajeros ingleses, Echeverría formula en La Cautiva la
narración alternativa a la huída romántica de la civilización y al
refugio en la naturaleza exótica, pero propone también una versión
del desierto diferente a la de los viajeros naturalistas.

Como ya analizamos en las clases del primer cuatrimestre, “La Cautiva” es un poema
narrativo extenso con muchos rasgos románticos y otros iluministas. Existe una
combinación de elementos estéticos con diversa procedencia. ​Queda claro que el
desierto es lo propio, aquello que nos permite reconocernos y recortarnos de otros
pueblos y naciones, pero no menos cierto que el desierto impone su paradoja, porque
es necesario volverlo civilización, institucionalizarlo, para conformar una nación. ​Por
ese motivo, Pagni afirma que: “La topografía de La Cautiva es la zona de contacto y de
conflicto entre la naciente civilización, representada por Brián y María, la pareja blanca,
y las fuerzas salvajes del desierto, representadas por los indios.”

Pensemos que los tópicos del romanticismo se invierten en este poema (y en muchos
otros textos del período). Si para un romántico europeo la naturaleza es lugar donde
encontrar el refugio que las ciudades ya no ofrecen, para un sudamericano es lo
opuesto. La naturaleza es peligro, es desierto, es el indio. También es belleza que solo
pueden captar los ojos de los locales. Hay que saber mirar en la noche del desierto
para advertir su inconmensurable vida y variedad. También es lo propio. Es todo a la
vez. Nuestro más pingue patrimonio y el lugar amenazante. Es aquello que tiene que
desaparecer para fundar una nación, pero constituye el primer ideologema de la
literatura nacional.
Por otra parte, es muy interesante ​el modo en que los americanos se niegan a ser
imaginados como sujetos exóticos. El poema de Echeverría establece esa negación
porque bloquea el lugar común del exotismo europeo y romántico. Lo lejano --reclama
todo el tiempo “La Cautiva”-- no es lo exótico deleitoso. Lo lejano y, por eso, pensado
como exótico para un europeo, no se identifica con lo placentero, sino con el peligro.
Se puede perder la vida en el desierto. Eso es lo que dejan en claro una y mil veces
los textos de los letrados de los que nos ocupamos.

Echeverría también desautoriza (como Alberdi hizo con el texto de Andrews) la lectura
del paisaje de otros viajeros (Humboldt, Head) que representaron la llanura como un
espacio inconmensurable y vacío, “un escenario salvaje de la vida animal y vegetal en
libertad” (Humboldt). Esa representación europea de nuestro paisaje no solo no toma
en cuenta las maravillas “sublimes y a la par sencillas” y los ocultos misterios de ese
paisaje, sino que no percibe a sus habitantes, que, como bien recuerda Pagni, para
Humboldt son “linajes desaparecidos”. Echeverría los percibe y crea un ​imaginario
alternativo al de la desolación. Hay habitantes. La pampa no está desolada y es
peligrosa. Esta visión de la pampa también se opone a la de Rivadavia que
desconocía la realidad local, condición desfavorable que condujo a Rosas, según el
autor.

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El Desierto es la base simbólica de la identidad nacional, aunque deba desaparecer
para construir la Nación moderna.

3. Hacia el cierre

En esta clase examinamos el silencio del viaje de Echeverría. Retomamos ideas que
ya estaban presentes en el texto de Sarlo y Altamirano. Avanzamos con el análisis de
otra propuesta para los motivos de ese silencio a cargo de Pagni. Son motivos que
atañen a la realidad internacional y local. Eso nos permitió pensar que esa falta de
registro escrito del viaje del poeta, se compensa con la publicación de algunos poemas
a su regreso donde es posible hallar huellas de la experiencia del viaje. Pero, también,
en otros poemas más fragmentarios, proyectos inconclusos, que no se publicaron en
ese momento, como ocurre con “Peregrinaje de Gualpo”, poema que ofrece una
imagen para reflexionar sobre el modo en que percibieron los letrados de la
Generación del 37. La autora prosigue con el análisis de “La Cautiva”. Examina la
disrupción de algunos tópicos del romanticismo, los modos en que Echeverría
interpreta la relación con la naturaleza y el exotismo americano en su extenso poema
narrativo. Asimismo, comprueba casos en los que las ideas del autor desautorizan el
relato de los viajeros naturalista sobre los territorios americanos, uno de ellos con
respecto a la falta de habitantes de la pampa.

En la última clase sobre el texto de Pagni nos dedicaremos a Sarmiento. Les


recomiendo la lectura de ​Facundo que ya habíamos iniciado. Les iré acercando una
clase introductoria sobre ese texto.

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