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ENSAYO SOBRE EL ANÁLISIS DE UNA PIEZA DISCURSIVA.

Nixon vs Kennedy, ¿el secreto está en el maquillaje?

Manuela García

Vanesa Carmargo

Gazy Pabón

Políticos y retórica Sofista.

Para analizar el discurso comúnmente utilizado en la política es de vital


importancia conocer las bases sobre las cuales se sienta este, es por ende
que se vuelve necesario indagar en la historia para comprender luego como
se da el fenómeno de definir la realidad a partir del lenguaje que es la técnica
utilizada por la mayor parte de los discursos políticos en los últimos 70 años.

Los sofistas, contrariamente a las viejas escuelas filosóficas, centraron sus


discusiones sobre el problema del hombre como ciudadano y como elemento
social que vive y que ha de relacionarse con otros hombres. De esta forma,
los sofistas ya no se cuestionaron sobre los grandes principios de la
naturaleza, sino que orientaron sus reflexiones hacia problemas más vivos y
más concretos.

Una de las prácticas llevadas a cabo por los sofistas era la de instruir a


grandes grupos de jóvenes para ayudarles a perfeccionar sus propias
capacidades. Esta práctica era completamente antagónica a la realizada por
otras escuelas filosóficas más antiguas, las cuales instruían a grupos muy
reducidos de jóvenes preparándolos de forma mucho más elitista.

Este nuevo tipo de enseñanza alcanzó un gran éxito, sobre todo, en la Atenas
de Pericles, donde se buscaba ardientemente la preparación de una nueva
clase dirigente que estuviera basada en nuevos elementos y en otras bases.
En este sentido, los sofistas, que eran unos grandes maestros de la
elocuencia, abrieron las puertas del éxito a muchos de los políticos de la
época.

Una de las novedades que introdujeron los sofistas en relación a las prácticas
existentes hasta entonces fue la de impartir clases remuneradas. Esto fue
posible gracias a su habilidad en la práctica y enseñanza de la elocuencia,
considerada como un arte y una necesidad por la sociedad de entonces. Por
otro lado, este hecho también nos muestra como la población de la época
apreciaba el valor de la cultura.

La época de los sofistas estuvo caracterizada, sobre todo, por una nueva
disciplina, la retórica, que colocaba al valor instrumental de la palabra en un
lugar de vital importancia. Para los sofistas, el término "retórica" no sólo
implicaba el hecho de hablar de forma atractiva y hermosa, sino también el
hecho de hacerlo de forma correcta, sabiendo componer un discurso
concluyente y lógico.

De esta forma, para los sofistas la utilización de la retórica debía servir,


fundamentalmente, para ayudar a exponer los discursos con un mayor rigor y
coherencia, además de con el atractivo que les otorga el cuidado estético y
formal. El paso del tiempo ha demostrado, también, que si los sofistas
mostraron un gran amor por la crítica y la paradoja lo hicieron con la clara
intención de profundizar en la investigación científica, y no para disminuir su
vigor.

Entendemos que la retórica sofista no estaba interesada en difundir hechos


que fueran verdaderos, sino en la belleza del lenguaje y lo que esta
proporcionaba, consideraban que la ambigüedad del lenguaje no resultaba
ser una desventaja sino que al contrario, proporcionaba al mundo una visión
más amplia, diversa y perceptiva de este.

Nos encontramos con dos características fundamentales de la retórica


sofista, capacidad de nombrar lo que no se ve, de manera que no se censura
todo lo que compone el mundo percibido. Entonces si tiene nombre en el
lenguaje, existe. Esto nos lleva a la segunda característica: ocultar y revelar
aspectos de la realidad, que se explicaría bajo el mismo concepto del
lenguaje nombrando la realidad que percibimos.
Llegamos al momento en que el campo en el cual se le ha sacado jugo a la
retórica sofista es en la política.

Nixon vs Kennedy, ¿el secreto está en el maquillaje?

Ahora bien, la retórica sofista nos hablaba específicamente sobre el lenguaje,


que podríamos entender se reduce al habla, sin embargo hemos de expandir
esta idea sofista hasta el desarrollo de nuestros tiempos donde podríamos
catalogar el lenguaje de todas las cosas y todo lo existente. Así que no solo
podríamos hablar del lenguaje del habla, o sea el lenguaje verbal sino
también del lenguaje no verbal, nos referimos al tono, a la intención, entre
otras cosas. También debemos resaltar que el mundo en general y nuestra
percepción de este ha incluido también otra forma de lenguaje, un lenguaje
más visual, y es que nuestra forma de habitar el mundo se ha reducido a la
acumulación de imágenes constantes que nos brindan información, sin
embargo no siempre fue así, pues los medios de comunicación o eran nulos o
no contaban con el desarrollo suficiente. Es a partir de la década de los
cuarenta que los medios adquieren una relevancia fundamental en el estilo
de vida de las personas, pues aparte de que les genera entretenimiento,
también brinda la posibilidad de estar en contacto con la información
constantemente. Los políticos utilizan estos medios para acercarse a las
familias y generar empatía, lo normal en cada casa de bien es que haya una
radio y esto significa difusión de información y por ende la posibilidad de
difundir un mensaje de manera más amplia. Así a los políticos se les facilito el
llegar con sus propuestas a las personas sin necesidad de convocarlas a
plazas o reuniones. Luego con la llegada de la televisión se cambia la manera
de pensar, por ende de actuar y por ende de comunicarnos entre sí, ya no se
trataba de imaginar quien había detrás de la voz convincente sino que se
podía ver su rostro e identificarse con el personaje en cuestión. El 8 de
noviembre de 1960 se dio el primer debate televisado en toda la historia del
discurso político entre los candidatos Richard Nixon y John F. Kennedy, punto
de fractura entre la forma en la que se venía haciendo campaña y la manera
que la que comenzó a hacerse política. Ahora las personas tenían la
posibilidad de interactuar de una manera diferente con los candidatos e
inconscientemente verse influenciadas por factores externos que serán
objetivo de análisis décadas después, como la influencia de la imagen en el
discurso político y los métodos extralingüísticos de persuasión.
¿Es posible que entre Nixon y Kennedy hubiese una diferencia de tan solo
unas pinceladas de maquillaje? La historia cuenta que Nixon, aún
convaleciente de una lesión de rodilla, insistió en participar en actos de
campaña hasta pocas horas antes del debate. Se presentó ante las cámaras
bajo de peso (había pasado dos semanas en el hospital), con aspecto
enfermizo y fatigado. También se negó a usar maquillaje para mejorar su
aspecto y evitar las maldades de las luces del plató. En cambio, Kennedy, que
había descansado antes del debate, lució un saludable bronceado y se
mostró relajado y confiado. Kennedy se aseguró una ventaja frente a Nixon
luego de ese debate. Los analistas políticos coinciden en que en términos
generales el debate estuvo a la par, y es por esta razón que quienes siguieron
el debate en la radio dieron a Nixon por ganador, de manera que caemos en
la cuenta sobre un hecho significativo: No es suficiente el tener un discurso
excepcional, es más, este discurso podría verse afectado por la falta de
pulcritud o fuerza en el aspecto o presencia de una persona, de manera que
argumentos válidos se ven arrojados al olvido cuando la apariencia no
coincide con lo dicho, y ni siquiera sería necesario contar con argumentos de
fuerza pues este aspecto visual pareciera actuar como soporte ante cualquier
falla en el discurso.

¿Por qué es tan fundamental que el aspecto de un político coincida con su


discurso? Sabemos que los políticos cuentan, en su mayoría con asesores
quienes diseñan sus discursos y estructuran las personalidades de estos
candidatos para que consigan recepciones positivas de sus públicos objetivos,
entonces en este orden de ideas, podríamos decir que no nos encontramos
frente a personas sino a personajes. Es posible que el John F. Kennedy usual,
no se broncee o utilice maquillaje, es posible que no fuese tan encantador ni
jovial, podríamos mencionar infinidad de cosas, pero para lograr su objetivo
era necesario adoptar esta caracterización del Kennedy encantador que sabe
va a agradar a las personas. Nixon por el contrario evitó esta caracterización,
ya fuera porque no se le daba bien o porque dentro de su estructura
moralista el uso del maquillaje era innecesario. Los medios jugaron un papel
determinante en este debate, pues expusieron varios puntos interesantes de
manera inconsciente, como por ejemplo, el hecho de que se sabía que Nixon
había estado convaleciente y sin embargo las personas no tomaron una
actitud comprensiva sino que descartaron inmediatamente la posibilidad de
un presidente de aspecto deplorable y que no estuviese saludable. Es esta
noción extraña de que los políticos no son personas sino personajes que
detalles como el aspecto saludable o no, son determinantes para ganar una
presidencia, porque de alguna manera representan aquello que el ciudadano
ejemplar no es y es conveniente alimentar esta noción ilusoria. Además nos
encontramos con una cuestión profunda y compleja: pensar que todo lo bello
es bueno, atribuir a una característica abstracta como la percepción de la
belleza características definitorias del comportamiento como la bondad.

En definitiva, un detalle insignificante como era el que Kennedy permitiera


que se le maquillara antes de salir en público, significó sin duda la ventaja de
obtener mejores resultados en las encuestas y por ende la presidencia.

Finalmente es imposible suponer qué habría pasado si Nixon hubiese


contemplado la idea de usar maquillaje antes del debate, pero sí cabe
resaltar que luego del debate Nixon estaba consciente de que un factor había
influido enormemente en los resultados posteriores, como lo menciona
discretamente en su discurso sobre que el fin no justifica los medios: “Sé lo
que significa ver a gente perder su empleo; sé que el senador Kennedy se
preocupa por este problema tan profundamente como lo hago yo, pero
nuestro desacuerdo no está en cuales son los objetivos para América, sino
sobre los medios para alcanzar dichos objetivos…” Porque es fácil adquirir un
comportamiento determinado cuando hay una máscara que le soporta.

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