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BARROCO
IBEROAMERICANO:
identidades
culturales
de un imperio
Andavira Editora
Barroco iberoamericano:
identidades culturales de un imperio
Vol. II
Carme López Calderón
María de los Ángeles Fernández Valle
María Inmaculada Rodríguez Moya
(coords.)
Barroco iberoamericano:
identidades culturales de un imperio
Vol. II
Andavira Editora
Santiago de Compostela, 2013
López Calderón, C., Fernández Valle, Mª. A., Rodríguez Moya, Mª. I. (coords.)
Barroco iberoamericano: identidades culturales de un imperio, Vol. II, Santiago de Compostela,
Andavira Editora, 2013.
ISBN: 978-84-8408-743-4
Depósito Legal: C 2371-2013
Imagen de cubierta:
Entrada del Virrey Morcillo en Potosí, Melchor Pérez de Holguín, 1716. Museo de América, Madrid
Agradecemos la cesión de la imagen
Organizan:
CEIBA. Centro de Estudios del Barroco Iberoamericano
Grupo de Investigación Iacobus (GI-1907). Universidad de Santiago de Compostela
Iconografia i Història de l´Art. Universidad Jaume I (Castellón)
Área Historia del Arte. Universidad Pablo de Olavide (Sevilla)
Colabora:
Escuela de Estudios Hispano- Americanos (CSIC)
Proyectos de Investigación:
HAR20011-22899. Encuentros, intercambios y presencias en Galicia entre los siglos XVI y XX
GRC2013-036. Programa de Consolidación e Estruturación de Unidades de Investigación Competitivas
A3-041329-11. Red de Arquitectura Vernácula Iberoamericana (Red-Avi)
P09-HUM-4523. Visibilia. Red de Patrimonio Artístico de Andalucía
HAR2012-30989. Las siete maravillas. Evocaciones y reedificaciones del mito en la Edad Moderna
Volumen i
I. Mística ciudad de Dios
165 Sor Mariana de la Cruz y Sor Ana Dorotea de Austria: el poder de las
Religiosas Habsburgo de las Descalzas Reales de Madrid.
Rocío Martínez López
181 Estoy crucificada con Cristo: en torno a la representación de la Religiosa
mortificada del Monasterio de la Concepción de Riobamba (Ecuador).
Ángel Peña Martín
251 Imágenes del barroco colonial en el Archivo Fotográfico del CSIC: legados
Angulo, Marco Dorta y Sebastián. Un Proyecto de Investigación.
Wifredo Rincón García
335 D. Manuel Antonio Rojo del Río Lafuente Lubían y Vieyra: su labor de
mecenas en Filipinas y Nueva España durante el siglo XVIII.
Ana Ruiz Gutiérrez
425 El Padre Anton Sepp y su impronta en la fundación del pueblo de San Juan
Bautista.
Pablo Ruiz Martínez-Cañavate
441 Uma nova visualidade na pintura colonial paulista: o restauro das obras do
Padre Jesuíno do Monte Carmelo.
Myriam Salomão
465 Imágenes del barroco mexicano en el legado fotográfico de Diego Angulo al CSIC.
Álvaro Pascual Chenel y Fernando Villaseñor Sebastián
Volumen ii
IV. El gran teatro del mundo
189 A Casa Nobre no Vale do Côa: um olhar sobre a estética barroca no final do
século XVIII.
Ana Celeste Glória
207 Análisis formal comparativo del retablo con soportes de tipo salomónico en la
la región Puebla Tlaxcala. Un acercamiento.
Agustín René Solano Andrade
257 Abril para morir. Colecciones artísticas sevillanas en el año de la peste (1649).
Fernando Quiles García
305 Elementos para una gramática sensorial del barroco novohispano: análisis de
Los Sirgueros de la Virgen (1620).
Beatriz Barrera Parrilla
367 Nota de las maderas finas que podrán hacerse conducir de La Habana, para
muebles y otros adornos del Real Palacio Nuevo.
Ana Amigo Requejo
381 Barrocofagia.
Luis Vives-Ferrándiz Sánchez
397 Recepción y asimilación en América del traje y los textiles europeos. Mestizaje
y moda en la nueva imagen de la sociedad Novohispana.
David Martínez Bonanad
567 Vínculos a través del océano: la presencia de la patria de origen en las últimas
voluntades del colectivo portugués en Lima en el siglo XVII.
Gleydi Sullón Barreto
593 Viaje por mar y tierra del marqués de Villena, virrey novohispano (1640-1642).
Isabel Sáinz Bariáin
Preludio
Las ceremonias de juras de los monarcas hispanos en el virreinato novohispano
han sido estudiadas desde perspectivas muy completas al respecto de su
ceremonial, arquitectura e iconografía1. Este estudio pretende aportar algunos
datos y conclusiones al respecto, fundamentalmente aquellos relacionados con
los elementos suntuarios de la fiesta, como los proyectos y arquitecturas efímeras
finalmente construidas, los ricos tejidos y elementos de adorno, y los gastos
ocasionados por dichas festividades.
El ceremonial para las juras de los monarcas es bien conocido, como “acto
político de adhesión a la monarquía”2. Se iniciaba con la llegada del bando
real, y el consiguiente anuncio, salvas, repiques de campanas y luminarias. A
continuación era el Ayuntamiento el que organizaba los festejos, procediendo a
nombrar a los comisarios, quienes debían organizar el ritual de juramento en los
tres tablados de la Plaza Mayor, frente al Palacio Real, las Casas Consistoriales y el
Arzobispado, en el caso de la ciudad de México, y en la plaza mayor u otras plazas
de importancia en las demás ciudades del virreinato. Para lo cual se organizaba
un recorrido, en el que el protagonista principal era el Alférez Real, al que iba a
[1] Los trabajos más importantes son los de Morales Folguera, José Miguel. Cultura simbólica y arte
efímero en la Nueva España. Sevilla, Junta de Andalucía, 1991; y Mínguez, Víctor. Los reyes distantes,
Castellón, Diputación de Castellón, Universitat Jaume I, 1995. Asimismo las fiestas en los virrei-
natos americanos han sido estudiadas de forma global y con un importante aporte iconográfico por
Mínguez, Víctor et al. La fiesta barroca. Los virreinatos americanos, 1560-1808. Castellón, Universi-
tat Jaume I, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 2012.
[2] Mínguez, Víctor. “Reyes absolutos y ciudades leales. Las proclamaciones de Fernando VI en la Nue-
va España”, Tiempos de América, nº 2, 1995, p. 19.
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buscar el Cabildo en solemne procesión hasta su casa, para que trajera el Pendón
Real hasta el tablado principal, el situado frente al Palacio Real. Allí se procedía
al acto de juramento, descubrimiento del retrato regio y reparto de monedas, para
repetir la escena en los otros dos tablados, y finalmente subir el pendón real —que
debía ser vigilado por el propio Alférez— hasta el balcón principal del Palacio
Real o Cabildo. Como se ha destacado, esta secuencia ceremonial constituía un
gesto de ciega lealtad a la monarquía reinante, de reconocimiento físico del rey
y de multiplicación de su imagen y manifestación de prosperidad con el reparto
de monedas3. Todo ello condimentado con salvas, repiques, castillos de fuego y
luminarias por la noche, Te deum en la catedral, desfiles de carros, teatro, saraos,
banquetes, músicas, corridas de toros, y otros entretenimientos y espectáculos
durante varios días. Así la población novohispana renovaba el pacto colonial
con su monarca, manifestando su lealtad y devoción. Los Borbones pusieron
además mayor interés en solemnizar estas juras, dada la necesidad de realizar el
amplio programa de reformas proyectadas y recordar la condición colonial de los
americanos. Ante la ausencia del monarca, eran su retrato, el Pendón Real y todos
los adornos relacionados con la cultura visual —como jeroglíficos, alegorías,
escudos, esculturas y pinturas— los que personificaban y materializaban ese acto
de sumisión. Además, como señalara Jaime Cuadriello, a partir de la dinastía
borbónica ese pacto quedaba “plasmado de forma perenne con la erección en las
plazas mayores de edículos columnarios u obeliscos memoriosos”4. Si bien, desde
la metrópoli se tendió a limitar el derroche de dinero y de recursos y el tiempo de
duración de las mismas, siguiendo las ideas Gaspar de Jovellanos, en ningún caso
se renunció a seguir utilizando estas fiestas como medio de propaganda política y
de instrucción de los nuevos valores ilustrados y absolutistas. En el virreinato de
la Nueva España las reformas con respecto a las fiestas comenzaron con la visita
de José de Gálvez, aunque afectaron fundamentalmente a las fiestas religiosas
periódicas, y no a las juras de los monarcas5.
Uno de los primeros testimonios de juras de monarcas hispanos en el virreinato
de la Nueva España data de 1599 cuando el Cabildo del Ayuntamiento de México
recoge en sus actas que se realizaron los festejos habituales. En esta ocasión y
como era lo tradicional, se levantó un tablado en Plaza Mayor, justo enfrente
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Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto
[6] Historia, Juras y funerales de Reyes, Expediente 1, folios 1-4. Archivo Histórico del Distrito Federal,
en adelante AHDF. Una vara equivalía a 0,835 m.
[7] No obstante, también para esta ocasión el lujo de tejidos desplegados debió de ser espectacular, pues
en la descripción del combate entre turcos y cristianos, y el castillo de fuegos realizado, las referen-
cias a los tejidos más lujosos como tafetanes y sedas de la China son constantes.
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monarca, recurriendo a los mejores tejidos y a los adornos más suntuosos que
puede encontrar. Tampoco sabemos que se realizaran espectáculos e invenciones
especiales o al menos no conocemos ninguna relación o descripción.
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Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto
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Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto
[14] Ramillete compuesto de las más hermosas fragantes flores ..., op. cit.
[15] Historia, Juras y funerales de Reyes, Expediente 3, folios 49-56. AHDF.
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Francisco. El retrato del joven monarca se situó en medio del tablado, cubierto
con una cortina de vistosa tela. Al día siguiente de la proclamación tuvo lugar
el Te deum en la catedral, al que acudió el virrey en una carroza con el fondo
de terciopelo azul turquesa, guarnecida de galones de oro de Milán, tableros de
pinturas y todo lo demás pintado y dorado, y tirada la carroza por seis caballos.
Le seguía una carroza de respeto forrada de terciopelo carmesí y también con
tallas de madera doradas y de color coral. Por la tarde se realizó una mascarada,
en la que participaron los gremios y se construyó un carro. Durante nueve días
se prolongó la fiesta con la participación de los gremios, universidad, seminarios
y colegios de niños, celebrándose danzas, saraos, luminarias y fuegos de artificio
el día de la proclamación. Según Tovar de Teresa citando al bibliófilo Medina, se
construyó además un obelisco o pirámide, se organizó un certamen poético por
la Universidad y se pasearon carros alegóricos16.
[16] GuillermoTovar de Teresa. “Arquitectura efímera y fiestas reales. La jura de Carlos IV en la ciudad
de México, 1789”, Artes de México, nº 1 , 1988, p. 36.
[17] Historia, Juras y funerales de Reyes, Expediente 5, folios 103-104. AHDF.
[18] Para el listado de relaciones festivas remito a Mínguez. “Reyes absolutos y ciudades leales...”, op. cit.
[19] José Mariano de Abarca, El Sol en León. Solemnes aplausos conque, el Rey Nuestro Señor D. Fernando
VI. Sol de las Españas, Fue celebrado el dia 1 de Febrero del año de 1747.En que se proclamó su Mages-
tad exaltada al Solio de dos Mundos por la muy noble y muy leal imperial ciudad de México, quien lo
dedica a la Reyna N. Señora Dª Maria Barbara Xavier. México, Imprenta de Nuevo Rezado, 1748.
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Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto
[20] Maza, Francisco de la. La mitología clásica en el arte colonial en México, México, UNAM, 1968,
p. 192.
[21] Mínguez. “Reyes absolutos y ciudades leales...”, op. cit., p. 29, y especialmente en Mínguez, Víctor.
“El rey sanador: meteorología y medicina en los jeroglíficos de la jura de Fernando VI”, en Cuadrie-
llo, Jaime (dir.). Juegos de ingenio y agudeza. La pintura emblemática de la Nueva España, México,
Museo Nacional de Arte, 1994, pp. 182-192. El Iris, diadema inmortal. Descripción de los festivos
aplausos con que celebró la feliz elevación al trono de Nro. Rey, y Señor El Sr. D. Fernando Sexto, Catho-
lico Monarca de las Hespañas, y Augusto Emperador de las Indias. El Real Tribunal el Protomedicato de
esta Nueva Hespaña: a dirección del Fidelissimo Zeño del Dr. D. Nicolás Joseph de Torres….escribíala el
Dr. Don Juan Gregorio de Campos y Martínez. México, Imprenta de la Viuda de Joseph Bernardo
de Hogal, 1748.
[22] Maza. La mitología clásica..., op. cit., p. 194.
[23] Actas del Archivo de la Catedral de México, 1747, folio 159.
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[24] Castro, Agustín. Explicación de el arco erigido en la Puerta del Palacio Arzobispal de México, a la
gloria de el rey N. Señor D. Carlos III. En el día de su solemne proclamación 25 de junio de 1760. Por
la lealtad de nuestro Ilustrissimo Señor Arzobispo El Sr. Dr. D. Manuel Joseph Rubio y Salinas, de el
Consejo de Su Majuestad. México, Imprenta del Colegio Real de San Ildefonso, 1760.
[25] Actas del Cabildo de la Catedral de México, 1760, folio 170 (v).
[26] Velázquez de León, Joaquín. Explicación breve de los arcos y aparatos festivos que para celebrar la
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Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto
exaltación al trono de España del Señor Carlos III erigieron los profesores de la platería y artes de tirar y
batir el oro y la plata México, Imprenta de la Biblioteca Mexicana, 1761.
[27] Para un estudio detallado de la galería y el programa iconográfico véase Morales Folguera. Cultura
simbólica y arte efímero ..., op. cit., p. 65-78.
[28] Tovar de Teresa. “Arquitectura efímera y fiestas reales...”, op. cit., p. 38.
[29] Fueron estudiadas por Estrada de Gerlero, Elena Isabel. “El obelisco de Carlos III en la Plaza
Mayor de Puebla”, en Pérez Martínez, Herón et al. (eds.). Esplendor y ocaso de la cultura simbólica.
México, El Colegio de Michoacán, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2002, pp. 97-
110.
[30] Plateros de Puebla. Obelisco, que en la ciudad de la Puebla de los Ángeles, celebrado la jura de nuestro
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Rey, y Sr. D. Carlos III Erigió el Nobilifsimo, y Leal Gremio de sus Plateros, quienes en esta estampa lo
dedican y consagran a su Magestad, por mano de su nobillissima Ciudad. Puebla, Impreso en el Real
Colegio de San Ignacio, 1763.
[31] Obelisco que en la ciudad de la Puebla de los Ángeles, celebrando la jura de nuestro rey, y Sr. D. Carlos
III. Erigió el Nobilissimo y Leal Gremio de sus plateros, quienes en esta estampa lo dedican, y consagran a
su magestad, por mano de su nobilissima ciudad. Impreso en el Real Colegio de San Ignacio de dicha
ciudad. Año de 1763.
[32] Historia, Juras y funerales de Reyes, Expediente 13, folios 158-192. AHDF.
[33] Historia, Juras y funerales de Reyes, Expediente 21, folios 193-206. AHDF.
[34] Tovar de Teresa. “Arquitectura efímera y fiestas reales...”, op. cit.
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Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto
Figura 2
Proyecto de adorno de
las casas capitulares
para la jura de
Carlos IV,
Ignacio Castera,
dibujo, 1789.
Archivo Histórico
del Distrito Federal,
México
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Figura 3
Fachada de las Casas
Capitulares para la
Jura de Carlos IV,
José Joaquín
Fabregat, 1789.
Instituto de
Investigaciones
Estéticas, UNAM,
México
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Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto
[35] Chiva Beltrán, Juan. “Los metales perdidos del Caballito. Problemas comerciales en la confección
de una obra de arte”, en Feliu, Joan et al. (coords.). Caminos Encontrados. Itinerarios históricos, cul-
turales y comerciales de América Latina, Castellón, Universitat Jaume I, 2009, pp. 213-226.
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María Inmaculada RODRÍGUEZ MOYA
En total, calcula Castera que toda la fiesta, más sus adornos efímeros,
permanentes y espectáculos ascendería a la suma de 40.000 pesos, que al fin y
al cabo, considera ajustado, por cuanto como vimos sólo el Alférez Real se gastó
eso en la última proclamación. Propone además que las fiestas se realicen en
noviembre, desde el día 12 hasta el 26, para evitar las lluvias de octubre típicas de
la ciudad y porque además se dedicaría un mes a realizar varias fiestas seguidas:
proclamación y cumpleaños de Carlos IV, fiestas de toros y entrada del virrey.
Como vemos los costes eran muy elevados y el tiempo limitado, y el propio
Castera, cuatro meses después admite que estos tablados no se podían construir
en su totalidad de bulto, de tal manera que para conservar la elegancia de los
dibujos, ha decidido hacerlos en perspectiva sobre lienzos. Las festividades del
cabildo de la ciudad de México por la jura de Carlos fueron espléndidas, a tenor
de lo elevado de los costes totales: 108.571,29 pesos36. No sabemos con exactitud
qué se organizó, pero el listado de gastos nos permite hacernos una idea. De estos
datos económicos también podemos extraer conclusiones interesantes, como
por ejemplo el mayor gasto en el tablado del Ayuntamiento, frente a las juras
Figura 4
Adorno de la calle de
los plateros para la
jura de Carlos IV, en
Breve relación de las
funciones que hicieron
en los días 31 de
enero, 2 y 7 de febrero
de 1790... México,
Imprenta de Felipe de
Zúñiga y Ontiveros,
1790. Biblioteca
Nacional de México
[36] Historia, Juras y funerales de Reyes, Expediente 30, folios 232-262. AHDF.
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Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto
anteriores en las que se gastaba más en el del Palacio Real. Además del excesivo
gasto en los adornos de las propias casas, que triplica incluso el del propio tablado,
suponemos que en tejidos, aunque no se explicitan. Siguen en importancia los
gastos en medallas e iluminaciones. El elevado dispendio al Alférez Real para sus
gastos y los refrescos que ofrecía, así como para los participantes en el paseo del
Pendón. Pero sobre todo destaca un gasto del que hasta el momento no teníamos
referencia, los gastos en los toros que se celebraron a finales de enero y febrero
en los propios toros y adornos de la plaza, adornos de los plateros, iluminación,
música, refrescos y diversiones en la plaza, entre las que se encontraba un Monte
Parnaso y un Templo. Recordemos que las festividades taurinas habían sido
prohibidas por Carlos III, con poco éxito en los virreinatos.
También los plateros decidieron homenajear a su nuevo monarca y durante el
31 de enero, 2 y 7 de febrero de 1790, celebraron los festejos por su proclamación,
los mismos días que los toros37. Contaron para ello con la ejecución de una
magnífica perspectiva formada por dos arcos
de triunfos, unidos por dos galerías porticadas
con arcos de orden corintio, de forma muy
semejante a la construida para su padre38 [fig.
4]. La galería estaba adornada con festones de
flores y jeroglíficos sobre las pilastras con los
siete planetas en las figuras de los dioses y los
metales que los dominan en un lado, y los signos
y las piedras preciosas que les corresponden. En
el centro de la arquería se situó un arco doble
en forma de templo cuadrado de orden dórico,
con una estatua de Carlos IV. El arquitecto
encargado de construirla fue Antonio González
Velázquez, académico y director de la Academia Figura 5
de de San Carlos. Aunque los plateros pretendía Jura de Carlos IV por
poner una estatua del dios Saturno encima de la Bartolomé Ramírez,
1789. Archivo
del rey, éste les rectificó, indicándoles que sería General de Indias
[37] Morales Folguera. Cultura simbólica y arte efímero..., op. cit., pp. 82-85.
[38] Breve relación de las funciones que hicieron en los días 31 de enero, 2 y 7 de febrero de 1790. Los
patrones del noble arte de platería en debida demostración de su amor y lealtad por la Exaltación a el
Trono de nuestro amado soberano el Sr. Don Carlos IV. Baxo la dirección del Sr. D. Modesto de Salcedo
y Somo devilla, Caballero de la Orden de San Juan, y Oydor de esta Real Audiencia, comisionado para
este efecto por el Exmo. Sr. Virrey Conde de Revilla Gigedo, dada a luz por los Patrones del mismo Noble
Arte, México, Imprenta de Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1790.
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María Inmaculada RODRÍGUEZ MOYA
más propio poner una de la Obediencia filial en su lugar. Durante las noches de
las festividades, los días 31 de enero, 2 y 7 de febrero, se iluminaron con luces,
velas en arañas y pantallas de plata, acompañado de música de orquesta y tres
castillos de fuego y dos “mongibelos”.
Otras ciudades celebraron la jura del monarca, pero entre ellas debemos destacar
la dos. La primera es la de San Miguel el Grande, de la que se conserva un precioso
dibujo con el tablado real construido para realizar la jura por parte del Alférez
Real D. Felipe Bartolomé Hernández Ramírez [fig. 5]. El tablado es sencillo con
un zócalo, de un cuerpo sostenido por cuatro columnas y entablamento rematado
por un frontón. Dentro de la balaustrada vemos al propio Alférez realizando la
proclamación ritual, acompañado de sus reyes de armas y otras autoridades. Tras
él, una mesa con las insignias, y los retratos de los monarcas. Decoran zócalo y
frontón, festones, leones soportando orbes, trofeos y lo que parecen imágenes
religiosas. Pero quizá lo más interesante sea el propio paseo, en el que vemos
carros, con un personaje leyendo una loa (3) y acompañado de personificaciones
indias y un genio, con el gobernador de indios y su república (4), los tres reyes
magos (5), andas de Moctezuma (7), el rey Olindes con Malinche (8), Cupido,
los indios naturales con sus danzas, atabaleros y trompeteros39.
Otra relación festiva interesante conservada sobre la proclamación de Carlos
IV es la de la ciudad de Granada en Nicaragua, que tras las exequias de Carlos III,
se aprestó a jurar a su nuevo monarca40. Se encargaron de organizar los festejos el
Alférez Real, don Joaquín Solórzano, y el Regidor, don Ubaldo Pasos, y dado que
no poseían de buenos artistas en la ciudad, llamaron a José Palavicini, limeño.
Costearon los festejos el Ayuntamiento y el Batallón de Milicia, para lo cual
se confeccionaron ochenta nuevos uniformes para los soldados. Las festividades
tuvieron lugar del 11 al 15 de abril de 1790. Para el primer día se levantó frente
al Ayuntamiento una perspectiva de once varas de alto, con seis columnas según
el dibujo, decoradas con pinturas que simulaban molduras, colgaduras, espejos y
cornucopias. En los pedestales de las columnas se colocaron jeroglíficos: los orbes
coronados con el sol y la luna, dos soles en el oriente y en el ocaso, y en la tercera
y cuarta dos globos, uno con un corona y otro con una granada, en la quinta
se dibujó la ciudad de Granada, y en la sexta la laguna y el castillo que está a
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“Enseñanza en los jeroglíficos y emblemas: Igualdad y lealtad en Guatemala por Fernando Séptimo
(1810)”, Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. conmemorativo, México, Instituto
Mora, 2008, pp. 75-102.
[50] Guatemala por Fernando VII..., op. cit., p. 46.
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Las Juras Borbónicas en la Nueva España. Arquitecturas efímeras, suntuosidad y gasto
Conclusiones
Toda esta profusión de datos económicos, de adornos y tejidos empleados, de
organización de actos, saraos y espectáculos de las relaciones festivas nos permite
extraer algunas conclusiones interesantes, al respecto fundamentalmente de
la organización festiva y de las preferencias suntuarias y artísticas. En primer
lugar, en todos los casos, con la excepción de la restitución en el trono de
Fernando VII es la ciudad y los ciudadanos, los súbditos los que deben realizar
y organizar el principal acto de juramento, y secundariamente las propias
autoridades virreinales y eclesiásticas. De hecho, es el ayuntamiento el que paga
todos los gastos, junto con los gremios. Si bien, hasta Carlos IV el tablado más
importante es siempre el que se sitúa frente a la fachada del Palacio Real, pasando
a ser con este monarca el de la fachada del Cabildo. Tanto en tamaño como en
coste, el tablado principal duplica o triplica la proporción de los otros dos. Las
arquitecturas son generalmente los tablados, adornados con arquerías, tejidos,
así como arcos de triunfo, perspectivas fingidas, galerías porticadas, esculturas
efímeras, y obeliscos conmemorativos. En cuanto al gasto suntuario, y a pesar
de que apenas contamos con datos para los siglos XVI y XVII, es evidente que
los adornos más importantes fueron los tejidos empleados en los tablados y en
las indumentarias de los miembros del cabildo. A partir de Felipe V los gastos
en tejidos y luminarias van a la par, hasta que la situación se revierte en los
reinados finales, los de Carlos IV y Fernando VII, donde los gastos en luminarias
y pantallas son notables, no contando con apenas datos sobre gastos en tejidos
ricos. En contrapartida, a partir de Fernando VI y Carlos III son muy importantes
los adornos en forma de imágenes simbólicas, como jeroglíficos, alusivos a temas
astrológicos y médicos, mitológicos, virtudes del rey y esperanzas puestas en el
nuevo monarca. Es sin duda con Carlos IV cuando las reformas borbónicas y la
Ilustración, a nivel ideológico, educativo y artístico está plenamente asumido,
como demuestran las afirmaciones del arquitecto Castera. Los gastos de Carlos
IV son los más elevados, destacando los del Alférez Real y su cortejo, las casas del
Cabildo, medallas e iluminaciones, así como gastos en saraos y especialmente en
toros. Sin embargo, en las ciudades provincianas los paseos fueron más populares
y divertidos, como muestran algunas imágenes. En todos los casos, los gastos en
fuegos de artificio son notables y elevados, y también en todos, aunque el retrato
del monarca concentra y personifica todo este ritual, es sin embargo el gasto
más ridículamente bajo. En todos, también, y a pesar de los continuos intentos
de las autoridades por dotar de decencia al acto, la participación de los naturales
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