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RESUMEN
El presente trabajo procura, desde la perspectiva filosófica, política y sociológica de Zygmunt
Bauman, profundizar en la relación entre la problemática de la identidad, tanto individual como
colectiva, o si se quiere, de las identidades, en el proceso de modernización y globalización de la
sociedad presente, incluyendo la incidencia del medio digital, y la ética como disciplina de pensa-
miento y como ámbito de acción humana.
ABSTRACT
The present work seeks, from a philosophical, political and sociological perspective of Zygmunt
Bauman, to deepen the relationship between the problem of identity, both individual and collective
of identities, in the process of modernization and Globalization of the present society, including the
incidence of the digital medium, and ethics as a discipline of thought and as a field of human action.
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proceso identitario una responsabilidad del sujeto código, de conjunto de normas que prefigura, para
frente a sí mismo y frente al otro, su otredad, los tiempos actuales, problemas que trascienden,
o bien, su alteridad. Es en esa responsabilidad aunque la desafían constantemente, la responsa-
donde radica, en parte, el problema ético de la bilidad individual, a saber, calentamiento global
elección de identidades. y cambio climático, derechos humanos, justicia
Las identidades no son congénitas, no social, conflictos migratorios, multiculturalismo,
operan como regalos de nacimiento impregna- mundialización de la economía y la cultura, coo-
dos de certeza. En tanto que tareas inacabadas peración internacional, derechos de la mujer, entre
y en permanente recomienzo, las identidades no otros. Estos desafíos éticos van más allá de los
aspiran a la inamovilidad o al ingenuo y un tanto problemas morales del sujeto actual concernien-
mítico estado del para siempre. La presunción tes, por ejemplo, a la vida familiar y de vecindad,
de fijeza en la identidad o en la cultura podría las relaciones de pareja, las identidades sexuales,
resultar decepcionante y engañosa. Se trata, más laborales, ideológicas, religiosas y profesionales.
bien, de proyectos, de tareas a encarar indivi- Ambos bloques de problemas inciden sobre el
dual y colectivamente, de elecciones efectuadas proceso de elección de identidades.
con prolijidad y con diligencia hasta el final de Uno de los mayores problemas éticos del
la vida, por remoto y complejo que sea ese final. sujeto posmoderno, y de ahí su grave ambi-
Es ese final, precisamente, entendido como es- güedad y paradoja existencial, estriba en que si
trategia de vida o destino del individuo, el que bien tiene la responsabilidad frente a sí mismo
será matizado por sus propias y autónomas de construirse una individualidad y elegir una
acciones morales en armonía o contraste con o más identidades, la fragilidad del sistema de
una serie de reglas generales y coercitivas que valores imperante, la acelerada mutabilidad
aspirarán a imponer un sistema ético determina- en su estilo de vida y la volatilidad de su propia
do. El hecho de vivir en sociedad y de cumplir identidad, tan cambiante como el carácter de ca-
con sus leyes y mandatos éticos está supeditado ducidad programado de los bienes y servicios que
a la condición de que los individuos sean, desde consume y la tiranía que la comunicación digital
su más íntima responsabilidad, entes morales. ejerce sobre él, lo colocan ante una riesgosa y
La cuestión aporética, contradictoria o para- abismal neutralidad valorativa, una adiaforiza-
dójica de la responsabilidad moral, esa que me ción, que paraliza su compromiso y su toma de
identifica como sujeto moral y como existente conciencia. Una neutralidad que, en ocasiones,
ético, que me es incondicional e infinita estriba se reviste de inhumana carencia de conciencia.
en que, si bien es mi mayor posesión, mi más pre- O dicho con palabras de Nietzsche, dé lugar a la
ciado derecho, que no puedo ceder ni empeñar, se «mala conciencia», en tanto que dolencia profun-
va a manifestar en mí y en mi relación con el otro da a la que debía sucumbir el hombre moderno
como angustia constante «de no manifestarse producto de la presión que sobre él ejerció la
lo suficiente». Esa responsabilidad existe, indi- modificación que tuvo lugar cuando, alejadas
ca Bauman, «antes que cualquier reafirmación o del espíritu la jovialidad pensante, la fuerza
prueba, y después de cualquier excusa o absolu- activa de sus instintos y la voluntad de poder, el
ción» (Bauman, 2013, p.285). Esa responsabilidad hombre se encontró encerrado, definitivamen-
constituye parte esencial de mi identidad; es decir, te, en el sortilegio de la sociedad y de la paz
de mi elección y estrategia de vida. (Nietzsche, 1980, p.99).2
Desde una perspectiva ética, la elección de La acción individualizadora atribuida a la
identidades remite a la cuestión de definir la pos- sociedad moderna es producto de su propia trans-
tura del sujeto posmoderno, en tanto que yo moral, formación y de la degradación de estamentos
frente a la complejidad de la ética, en su calidad de que en la premodernidad se daban por seguros
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llevar a cabo un estudio de la perspectiva pos- De esta forma configura Bauman, todavía
moderna en sí relativa a la moralidad. El ensayo en la introducción al ensayo (Ibíd., pp.17-22),
plantea, principalmente, que como resultado de lo que entiende por «perspectiva posmoderna de
que la era moderna llegó a su etapa autocrítica, la moralidad», a la que, desde el punto de vis-
autodenigrante y autodesmanteladora, los diver- ta identitario, corresponderá un sujeto, cuyo ser
sos caminos seguidos por las teorías éticas, si moral será infinitamente complejo, ambiguo
bien no las preocupaciones morales de esa era, e incierto, acorde con rasgos societales de la
acabaron convertidos en una suerte de callejón posmodernidad misma. Se trata, pues, de una
sin salida. Esa coyuntura crítica, hay que sub- urdimbre cognitiva y existencialmente compleja,
rayarlo, también creó las condiciones para una cuyo desmadejamiento exigirá de un enfoque
comprensión radicalmente novedosa de los fe- crítico multidisciplinar y abarcador, que bien
nómenos morales.3 Se da, pues, una fractura podría confrontar el discurso ético con la acción
radical entre modernidad y posmodernidad, así moral de los individuos en la vida concreta;
como en la forma en que los dos períodos de justo lo que Habermas (1991), en su ética del
la sociedad conciben la moralización, asumida discurso, ha llamado «mundo de la vida», en
como diseño y construcción, de la vida social y cuanto que, mundos socioculturales del acto de
el funcionamiento de los sistemas éticos. vivir.4
La moral moderna, en base a reglas éticas Esa perspectiva posmoderna de la mora-
rígidas, incontrovertibles, unívocas, pretendida- lidad responde a un conjunto de reglas éticas,
mente fundamentales y universales, establecía entre cuyas características prevalentes han de
la distinción entre lo correcto y lo incorrecto, figurar, primero, que sean reglas previamente
entre lo pecaminoso y lo sagrado. Mientras que acordadas y comúnmente observadas; además,
la posmodernidad coloca en tela de incredulidad se trata de reglas que pueden guiar nuestra
aquellas pretensiones, estableciendo sus propias conducta con los otros o frente a ellos, pero,
marcas de la condición moral, entre las que también, y simultáneamente deben guiar la con-
destacan: a) la naturaleza ambigua, aporética o ducta de aquellos frente a nosotros. Esas reglas
contradictoria de las convicciones morales; b) la son puestas a prueba en la sociedad posmoderna
irracionalidad de los fenómenos morales, que al porque, conforme son guías para la vida de los
distanciarse de lo predecible, monótono y repe- sujetos, no pueden permanecer inmutables en el
titivo se resisten al ajuste forzado de un código tiempo y el espacio frente a las transformacio-
ético; c) la no universalidad de lo moral, que, nes que van experimentando la sociedad y los
en su versión contraria, se prestó a argumentos individuos mismos. Esas transformaciones, si
de dominio en sociedades y culturas, excluyen- bien implican progresos tecnológicos y científi-
do la distorsión local inherente a la moralidad cos, que han dado a la humanidad un mayor po-
misma; d) la irracionalidad de la moral subje- der en su relación de dominio de la naturaleza,
tiva frente al orden racional del sistema ético, no es menos cierto que también encierran una
dado que el yo moral tiende a ser autónomo y de mayor incertidumbre y un mayor riesgo. Ese
ahí las dificultades en la convivencia social; e) que Ulrich Beck (2008) llamó «riesgo global»,
el establecimiento de la responsabilidad moral el cual nos fuerza a pensar, desde una óptica
como primera realidad del ser, punto de partida kantiana, en los límites críticos de la ética y
y no producto de la sociedad –responsabilidad de la identidad de los sujetos que la ponen en
vinculada al ser para el otro, antes que estar con acción. Bauman sustenta que la «crisis ética de
el otro–, y f) demuestra la relatividad de los có- la posmodernidad», o si se quiere, «crisis ética de
digos éticos y de las prácticas morales, contrario la época moderna» (Ibíd., p.24) estriba en la dis-
a las pretensiones universalistas modernas. crepancia, que ya había establecido Hans Jonas
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(1995), entre oferta de poder tecnológico y de- En base a la noción de sujeto moral solitario
manda de necesidad de conocimiento, en tanto y al amparo de la ética inherente al pensamiento
que guía moral, para usar ese poder. de Emmanuel Levinas, Bauman coloca la res-
Sin embargo, el escenario posmoderno nos ponsabilidad moral del sujeto en contraste con la
ofrece una complejidad todavía mayor, por- universalidad o, al menos, el espíritu comunitario,
que a la abierta y libre posibilidad de elección que impera en las reglas éticas, en cuya esencia
subjetiva le sale al frente un mundo de ambiva- descansan el consenso y la convencionalidad.
lencias, que convierte en múltiples, flexibles o Existe un antagonismo entre el deber colectivo
plurales las que fueran reglas éticas o acciones y la responsabilidad individual. «Únicamente las
morales rígidas. Este hecho provoca un estado reglas pueden ser universales. Podemos legislar
de incertidumbre sin precedentes y una angustia deberes a partir de reglas universales, pero
patológica, en términos sociales. El fenómeno la responsabilidad moral solo existe y puede
es tipificado por Bauman como vivir en tiempos realizarse a título individual. Los deberes sue-
de una «fuerte ambigüedad moral» o un esta- len hacer similares a las personas, pero es la
do de incertidumbre propio de la «crisis moral responsabilidad lo que las convierte en indi-
posmoderna» (Bauman, 2013, p.28). Lo mismo viduos» afirma (Bauman, 2013, p.65). Subraya
ocurre en el ámbito de los procesos de elección la resistencia propia de la moral, en cuanto que
de identidad que, en un contexto de pluralismo responsabilidad individual, frente a las codi-
de reglas, dará como resultado unos individuos ficaciones, formalizaciones, socializaciones o
éticamente ambivalentes, presa de ambigüeda- pretensiones de universalización de la ética. «La
des morales y de identidades temporales que moral permanece cuando la labor de la ética, de
diluyen el peso de la responsabilidad individual la Gleichschaltung, ha terminado» (Ibídem).
y del compromiso del sujeto consigo mismo y Atribuye, pues, al llamado moral, como forma
frente al otro. de acción del individuo en la sociedad, un sig-
En la elección identitaria no debemos nificado radicalmente personal, en la medida en
confundir la responsabilidad que recae sobre que deriva de la responsabilidad del sujeto fren-
nuestro yo verdadero y nuestros propios actos te a la necesidad de hacer el bien a favor de los
con la función multifacética de la identidad, demás, independientemente de que los demás lo
propia de una sociedad en la que el rendimien- hagan o no por él.
to laboral y la autoexplotación (Han, 2014) Las normas codificables pueden regir el
marcan el acelerado paso por la vida, sometién- hecho de estar con los otros, pero, muy poco o
donos a asumir roles o papeles circunstanciales nada tendrían que hacer ante la necesidad mo-
y con seña de caducidad, haciéndonos deve- ral de ser para el Otro. De ahí que establezca
nir actores parciales, generalmente extras, del categóricamente que ser moral signifique «estar
drama de la vida posmoderna. Son papeles abandonado a mi propia libertad» (Ibíd., p.72).
vinculados a la condición de sujeto de rendi- Ese abandono a la libertad propia es consustan-
miento,5 es decir, al rol asignado por el trabajo cial a la soledad individual como base del acto
en una sociedad de consumidores, al que se moral, en tanto que ser para el otro. Se trata, eso
acomoda una identidad palimpsesto,6 aquella sí, de una soledad que habita en el corazón de la
que se comporta como un manuscrito antiguo, sociabilidad, a sabiendas de que a la sociedad
porque aun siendo distinta preserva sobre sí las anteceden los individuos. «No somos mora-
huellas de una escritura anterior, que fue bo- les gracias a la sociedad (solo somos éticos o
rrada de manera artificial, metamorfoseándose cumplidores de la ley gracias a ella); vivimos en
en algo indescifrable, temporal, múltiples en sociedad, somos la sociedad, gracias a ser mora-
perpetuo cambio. les» (Ibídem, cursivas del autor).
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He aquí la expresión máxima de la convicción consumista posmoderna. Aun así, y por cuanto,
en Bauman de que la moralidad es, fundamental- desde la perspectiva de Levinas, la moralidad
mente, una cuestión de responsabilidad individual, resulta trascendente ante la ética, porque la pri-
es mi responsabilidad como individuo. Hago de mera tiene la identidad del yo, mientras que la
ella, como también de mi identidad, una elección segunda carece de ella. A la identidad del yo
responsable, aunque esa responsabilidad se vea moral posmoderno le es implícita la incerti-
amenazada, constantemente tentada por el rela- dumbre que caracteriza el mundo posmoderno.
tivismo y las ambivalencias de las normas éticas Esto se traduce en descontento o insatisfac-
actuales, como también por las identidades de ción, dado que ese yo moral «es un yo siempre
quita y pon, efímeras y superficiales con que la perseguido por la sospecha de que no es lo bas-
vida de consumo nos seduce, atrapa, explota y tante moral» (Ibíd., p.94). El aserto dista, es de
deprime. suponer, de cualquier pretensión de santidad. Lo
Las identidades no se eligen ni se construyen que está en juego aquí es la captación del sen-
de la nada. Los procesos de elección y cons- tido de que, si bien la responsabilidad moral es
trucción de identidades están condicionados, una posesión personal inalienable en el individuo,
constreñidos y son individual y socialmente como la lengua o el idioma en Pedro Salinas, re-
posibles en función de «prácticas y creencias sulta paradójico, aunque demasiado real en la
existentes», aunque en modo alguno esto sig- vida misma, que la forma de manifestación de
nifique que siempre «tomemos las cosas como esa posesión radique en la angustia constante
vienen» (Appiah, Ibíd., p.173) o partamos de de no manifestarse lo suficiente, no manifestar-
la premisa de que son dadas, y, consecuente- se contundentemente. Cabe aquí la advertencia
mente, verdaderas o irrefutables. Esto así, en ética de Jonas que reza: «Solamente sabemos
función de que, de acuerdo con esta perspec- qué está en juego, cuando sabemos que está en
tiva de pensamiento, una ética de la identidad juego» (Jonas, 1995, p.65, cursivas del autor).7
tiene que afrontar, por un lado, la cuestión de Y sabemos que está en juego la «apuesta» (Ibíd.,
cómo deberían ser tratadas las identidades de p.77) íntegramente humana por una ética que
grupos sociales o de individuos, y por el otro, garantice la continuidad de la vida de los indivi-
qué clase de identidades deberían existir. duos y del planeta; una apuesta pertinente a un
Bauman se apoya en Levinas, tomando de nosotros, porque, al hallarse incluida en ella mi
este su idea de la no reciprocidad, de la asime- visión del otro, en esa responsabilidad no tendrá
tría en la relación del yo con el otro. La asime- lugar ninguna ligereza.
tría que Levinas asigna a la relación con «el Bauman subsume su concepto de ética pos-
Rostro». Esa asimetría descansa en el siguiente moderna a la idea de la ética en Levinas, en
principio: «en el punto de partida me importa cuanto que pensamiento centrado en el otro, para
poco lo que otro sea con respecto a mí, es asun- dar lugar a una intersubjetividad. De esta forma,
to suyo; para mí, él es ante todo aquel de quien el yo construye, como tarea de responsabilidad,
yo soy responsable». La moralidad será, pues, el una identidad que trasciende la autoafirmación
encuentro del otro con un «Rostro» en el que la narcisista del ego. El yo emanado de esta ética
reciprocidad queda descartada, porque la misión de la responsabilidad para el otro, responsabi-
moral del individuo será la de ser para el otro. El lidad que se asume como «una medida a priori
yo moral, y, por tanto, la identidad moral agota de cualquier compromiso, más que algo medido
en el sacrificio no recíproco de la entrega al otro por éste a posteriori» (Ibíd., p.99, cursivas del
su existencia, porque solo así se podría aportar autor) es un yo humanitario que arbitrará la vida
«la gota que rebalse el vaso de la indiferencia moral y que deja atrás el yo egocéntrico de la
moral» (Ibíd., p.62) prevaleciente en la sociedad modernidad; que superará el «Yo es odioso» de
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Pascal, que al ocupar, como yo, «mi» lugar bajo quizás, como «la única libertad libre de la conti-
el sol, usurpa los lugares de otros «ya oprimidos nua sombra de la independencia» (Ibídem).
por mí, depauperados, expulsados en un tercer No obstante, y de aquí deriva la función
mundo: un rechazar, un excluir, un exiliar, un social del sistema de normas éticas, hay que
despojar, un matar» (Levinas, 2014, p.4). evitar a toda costa, y a favor de la convivencia
Es importante notar que en la relación inter- humana y del estado de derechos, que la respon-
subjetiva del yo con el otro, del cual soy previa- sabilidad se convierta en poder opresivo de un
mente responsable, en la relación del yo-tú tiene yo egocéntrico sobre un tú vulnerable; como
lugar una asimetría. Bauman cita a Levinas y evitar también, que la pretensión singularista e
recoge esta idea: «La relación intersubjetiva no ilusoriamente destinística de identidad, asumida
es simétrica. En este sentido, soy responsable como responsabilidad ideológica o religiosa, se
por el Otro sin esperar reciprocidad, aun cuando degrade en fanatismo comunitarista o en vio-
ello significara arriesgar mi vida. La reciproci- lencia sectaria. Esta sería una responsabilidad
dad es su problema… yo soy responsable por degradada en poder, en dominio del otro, por-
una responsabilidad total, que responde por to- que el poder, por ser jerárquico, es asimétrico.
dos los demás y por todo en los otros, aun por su El respeto, en cambio, es simétrico y recíproco.
responsabilidad. El yo tiene siempre una respon- Existe un temor que proviene, según Le-
sabilidad más que los otros» (Ibíd., pp.99-100). vinas, «del rostro del otro»; ese rostro que ya
Este yo de Levinas se inclina hacia el otro sin ha experimentado una proximidad a mi ser en
que importe o tenga relevancia que ese otro se el mundo y a quien no puedo dejar solo «en su
mueva o no hacia ese yo. En la no reciprocidad, soledad mortal», porque mi responsabilidad
que como condición a priori excede el existente, «mediante el rostro que me asigna», es decir,
es decir, la vida concreta del yo moral, es que mediante mi identidad como ente responsable y
radica la asimetría de la responsabilidad. como ser en el mundo, me reclama estar atento
Asimetría o disimetría, que estructura la y responder, incluso, ante su muerte como otro.
proximidad no recíproca al otro, porque «mi re- En la dilución del «Yo es odioso» de Pascal en-
lación con respecto al prójimo no es nunca la contramos el mismo significado que da Amartya
recíproca de la que va de él a mí, pues nunca Sen a su lucha contra el singularismo identitario
estoy libre en relación con el otro. La relación y contra la visión narcótica de la ilusión del
es irreversible» (Levinas, 2006, p.13). Ve en ese destino, que cultiva el sectarismo y siembra la
proceso una «des-neutralización» del ser que semilla de la violencia en el individuo posmo-
deja entrever la significación ética relevante de derno; tendencias de la conciencia del mal que
la palabra bien. Es de esa relación intersubjeti- trata de combatir con la noción de identidad glo-
va, en la que entra en juego el rostro del otro, bal, apostando a que esta pudiera inducir en los
como nace la trascendencia, para Levinas. individuos y grupos sociales actuales alguna for-
En la intersubjetividad, en la responsabili- ma de fuerza moral, capaz de conducir el mundo
dad por el otro, en la proximidad que entabla la hacia una forma, necesariamente primitiva, de
relación del yo-tú no tiene cabida una «fusión de «democracia global» (Ibíd., pp.166-167).
identidades» (Bauman, 2013, p.101) ni un extra- En un sentido todavía más amplio, Kauf-
ñamiento o desparpajo de la responsabilidad del mann advierte que no hay que confundir la his-
yo sobre sí mismo y su proceso de construcción toria de un país con la llamada identidad nacional.
identitaria. No se trata de subsumir una entidad «La confusión es la misma que con la identidad
en otra. No se trata de poseerse el uno al otro. individual: la identidad (ya sea individual o nacio-
Se trata de que la responsabilidad ética alcance nal) no está nunca en los orígenes, las raíces o la
el significado de la libertad, de mí libertad ética, memoria, sino que es un producto de sentido en el
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de eliminarla» (Ibíd., p.132). Esa confianza y juegue un papel determinante. Una responsabili-
su necesidad derivan de la moralidad heredada dad de orden moral, colocada, si fuere necesario,
de los tiempos premodernos, caracterizada por más allá de los límites que imponen los sistemas
la voluntad de proximidad al otro. Pero, en una éticos racionales; una responsabilidad como valor
sociedad en la que imperan el individualismo y posesión humana inalienable; una responsa-
rampante y el delirio consumista como goce del bilidad moral «incondicional e infinita» (Ibíd.,
yo, esa actitud moral podría resultar, o parecer, al p.284), por ilusoria y paradójica que parezca. Pro-
menos, inadecuada, en cuanto la moral individual bablemente, el alcance de esta actitud moral, que
como la colectiva se mueven hoy en un mar de conlleva implícita una ética de la identidad, nos
incertidumbre; ese mismo mar que contextualiza coloque ante el reto nietzscheano de exigir cuen-
y complejiza el proceso de elección identitaria en tas y someter a despiadado juicio nuestro propio
una sociedad en cuyo horizonte solo se aprecia mundo, un mundo que nos llama a la cautela:
un enorme riesgo. De ahí que la responsabilidad «¡Seamos, pues, cautos!» (Nietzsche, Ibíd., p.59).
Referencias
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Notas
1
Artículo basado en la ponencia presentada en la Flensburg/Flensburg University of Applied Sciences, Ger-
Konferenz/Conference CULTMEDIA, 11–13 September many.
2017, Sicherheit und Risiko – Vermittlung, Verständnis 2
Aunque válida sea aquí la sospecha, para Nietzsche
und Verwirklichung der Kulturen, Safety and Risk–
Cultu- resulta dudosa, cuando no infundada, la expresión fenó-
ral Provision, Comprehension and Realization, Hochschule menos morales, por cuanto considera que no existen, que
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lo que sí hay es «una interpretación moral de fenómenos» identidad palimpsesto». Bauman, La posmodernidad y sus
Más allá del bien y del mal, España, Alianza Editorial, descontentos, España, Akal, 2001, p.36.
1980, p.99. 6
Citado por Bauman, Emmanuel Lévinas, «Filosofía,
3
La ética del discurso de Habermas, que recupera plan- justicia y amor», Entre nosotros: ensayos para pensar en
teamientos de Kant y de Hegel, descansa sobre dos formas otros, Valencia, Pre-Textos, 2001, p.130.
de eticidad. La ética deontológica, que rige sobre el deber ser 7
Es de esta manera como Bauman diferencia la actitud
de mandatos y normas de acción. La ética cognitivista, que egocéntrica del sujeto de la modernidad frente a la superado-
pretende asumir la validez normativa como un principio de ra «autoafirmación del ego», ya no como obstáculo o resis-
verdad. Ver Escritos sobre moralidad y eticidad, España, tencia narcisista, sino, como un yo pleno, capaz de interac-
Paidós, 1991. tuar con el otro. «Si la posmodernidad representa un refugio
4
Ver la sección «Responsabilidad moral, reglas éticas» de los callejos sin salida a los que llevaron las ambiciones
en Bauman, Ética posmoderna, México, Siglo XXI, 2013, de la modernidad, buscadas a ultranza, la ética posmoderna
pp.23-46. readmitirá al Otro como vecino –como aquel que está cerca
5
En el ámbito de las incertidumbres posmodernas, la del cuerpo y de la mente– en lo más profundo del yo moral,
imagen del individuo se desintegra en una suerte de «co- en su retorno del erial de los intereses calculados al que había
lección de instantáneas», cuyos significados no remiten ne- sido exiliado. Dicha ética restablecería el significado moral
cesariamente a otras instantáneas. «En lugar de construirse autónomo de la proximidad; volvería a forjar al Otro como
la propia identidad gradual y pacientemente, tal y como se el personaje central del proceso mediante el cual el yo moral
construye una casa –a través de la lenta suma de techos, llega a serlo», Bauman, Ibíd., p.98.
suelos, habitaciones y pasillos comunicantes–, tenemos una 8
Merejo, A. (2015), La era del cibermundo, República
serie de ´nuevos comienzos´, una experimentación con for- Dominicana, Editora Nacional. También, en su más reciente
mas ensambladas instantáneamente, pero también fácilmen- ensayo La dominicanidad transida. Entre lo virtual y lo real,
te desmanteladas, pintadas unas sobre otras; tenemos una República Dominicana, Editora Búho, 2017.
José Mármol
Doctor en Filosofía, Cum Laude, por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
Profesor Honorario de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de
Santo Domingo (2013) y Doctor Honoris Causa por la Universidad Tecnológica de
Santiago (UTESA), Recinto Principal (2017). Premio Casa de América de Poesía
Americana, Madrid (2012). Premio Nacional de Literatura (2013). Ha publicado
diversas obras de poesía, ensayos literarios y trabajos filosóficos en República
Dominicana y España.
38 o
V l.66, número 1,
2020 ISSN:0254-7597
enero-junio