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Por qué llegan los Reyes Magos el 6 de enero?

Los Reyes Magos, en referencia a la celebración del Día de Reyes, “llegan” el 6 de enero
porque, según la tradición de la Iglesia católica, después del nacimiento de Jesús de
Nazaret, tres reyes viajaron desde Oriente y siguieron una estrella para llegar hasta Belén,
rendirle homenaje y llevarle presentes simbólicos al niño Dios: oro, incienso y mirra.

El 6 de enero se entregan los regalos, debido a la celebración católica de la epifanía, la cual


significa en griego "manifestación", en este caso es la del Niño Dios. El domingo que cae
entre el 2 y 8 de enero, es cuando se lleva a cabo la misa de la "epifanía del señor".

La celebración de Reyes Magos (el 6 de enero) no viene sola; de hecho, muchas personas
acostumbran comer, la noche del 5 de enero, la Rosca de Reyes; en el Día de Reyes se
obsequian regalos a nombre de Melchor, Gaspar y Baltasar, los tres reyes magos que
montados en un caballo, camello y elefante llevaron llevan obsequios a los niños que le
escribieron una carta para pedirles juguetes.
Así, desde hace más de 2 mil años, se volvió tradición que los pequeños de las casas cada
6 de enero se levanten con la ilusión de comprobar si los Reyes Magos han dejado en casa
los regalos encargados.
Sin embargo, la celebración no tuvo siempre la misma connotación; en un principio y antes
de que la tradición llegara a México, la celebración no hacía referencia precisamente a los
personajes que ahora identificamos como reyes y durante mucho tiempo no se atribuyó
que tuvieran poderes mágicos.

Los nombres actuales de los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, aparecieron por
primera vez en el conocido mosaico de San Apolinar el Nuevo, que data del siglo VI d. C.,
en el que se distingue a los tres magos ataviados al modo persa con sus nombres escritos
encima y representando distintas edades.
En varios países de Hispanoamérica existe la costumbre adoptada de los españoles de que
los niños reciban regalos de los Reyes Magos, bien en la víspera, es decir, a la medianoche
del 5 de enero para la mañana del 6 de enero.
¿En qué países se celebra el Día de Reyes?
El día 6 de enero es festivo en:
•       Cuba
•       España
•       México
•       Puerto Rico
•       República Dominicana
•       Paraguay
•       Uruguay
•       Colombia
•       Venezuela

Incienso sacersocio
Oro rey
Mirra la gloria del espiritu
A pesar de que la historia de la Navidad sucedió hace mucho tiempo, sus lecciones son
siempre oportunas. Los reyes magos vinieron a adorar al Mesías, inclinándose
humildemente ante Él en el pesebre de Belén. Le honraron como Redentor, Sumo
Sacerdote y Rey.

¿Pensó usted alguna vez dar un regalo a Dios durante la época de Navidad? Tal vez da
regalos a sus seres queridos, amigos y vecinos, pero ¿ha considerado cómo puede
bendecir al Señor Todopoderoso? Después de todo, la Navidad es un tiempo para
adorar a Jesucristo, quien se despojó a sí mismo y tomó la forma de un siervo a favor
nuestro (Fil 2.7).
Podemos aprender mucho de los magos que fueron a visitarlo en Belén. Desde
nuestra perspectiva, sus regalos de oro, incienso y mirra pueden parecer raros para un
bebé, pero Jesús no era un niño común y corriente. Estos regalos simbolizaban quién
era Él, y qué había venido a hacer.
Aunque la historia de los magos en Mateo 2.1-16 es muy conocida, todos sacaríamos
provecho al verla con nuevos ojos. Dios tiene algo especial para nosotros en este
asombroso relato cuando contemplamos el significado de los regalos, y cómo
debemos responder a Cristo en adoración.
Los magos
Los magos eran líderes del oriente, probablemente de algún lugar de Mesopotamia
cercano a la ciudad de Babilonia. Lo más probable es que fueran astrónomos que
descubrieron una rara estrella que indicaba el tan largamente esperado nacimiento del
rey judío. Pero, ¿cómo tuvieron conocimiento estos hombres acerca del Mesías?
Después de todo, eran de distantes tierras paganas. ¿Por qué ese interés?

La Biblia nos ayuda a desentrañar este misterio. En el libro de Daniel, en el Antiguo


Testamento, encontramos una vinculación entre el imperio babilónico e Israel. Cuando
Daniel estaba en su adolescencia, los babilonios dominaron la nación de Judá, y fue
llevado, junto con muchos otros judíos a Babilonia (Dn 1.1-6). Allí creció, y fue
preparado para el servicio al rey junto con otros jóvenes hebreos.
Debido a que el Señor le dio a Daniel el don de interpretar sueños, ascendió a
posiciones de liderazgo en los imperios babilónico y persa. A lo largo de toda su
vida, fue honrado y respetado por los reyes de ambos imperios. Muy probablemente,
los magos eran descendientes de quienes se enteraron por Daniel y otros judíos del
Dios de Israel y del Mesías prometido.
Generaciones más tarde, cuando apareció en el cielo la señal del rey judío, los magos
reconocieron su significado. Hoy no solemos pensar en las estrellas como un medio de
dirección divina. Sin embargo, cuando Dios hizo el sol, la luna y las estrellas, los creó
no solo para alumbrar la tierra, sino demás con otros tres propósitos —“sirvan de
señales para las estaciones, para días y años” (Gn 1.14). Por eso, la utilización de una
estrella como señal para guiar a dirigentes gentiles al Mesías, no debería
sorprendernos.
Un contraste
Los magos hicieron el largo viaje después de ver la estrella en su país de origen. Al
entrar en Jerusalén, preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos? Porque su
estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (Mt 2.2). Es de imaginar
que su pregunta causara un gran revuelo en la ciudad. ¿Qué rey? ¿De qué están
hablando? Estos visitantes extranjeros parecían suponer que todo el mundo sabía de
su nacimiento, pero la gente no tenía conocimiento de que el Mesías había nacido. En
vez de estar llenos de admiración, tanto ellos como el rey Herodes se inquietaron por
este inesperado grupo de viajeros, y por su extraño anuncio (v. 3).
En cambio, las acciones de los magos estaban enfocadas generosamente en la
exaltación del recién nacido Rey de los judíos. Eran hombres de fe que creyeron la
señal que Dios les había dado. A lo largo de su viaje, habían dependido de su gracia
divina al seguir la estrella (v. 9). Cuando llegaron a la casa donde estaba
Jesús, “postrándose, lo adoraron” con temor reverente y humildad (v. 11).
Entonces le ofrecieron presentes dignos de un rey. Aunque no sabemos si ellos
entendieron el significado trascendental de estos regalos, cada uno de ellos fue
apropiado y profético para el Hijo de Dios.
Los obsequios
La mirra era un perfume costoso que se utilizaba principalmente en los
sepelios. En el antiguo Oriente, los cuerpos de los muertos eran envueltos en sábanas
rociadas con mirra. Este regalo hablaba proféticamente de la muerte de Jesús y de su
papel como nuestro Redentor.
Él no vino a vivir, sino a morir por la humanidad pecadora, entregando su vida para
que nosotros pudiéramos ser librados de la separación eterna de Dios. El simbolismo
profético se cumplió cuando Nicodemo bajó el cuerpo de Jesús de la cruz, y lo
envolvió en un lienzo con un compuesto de cien libras de mirra y de áloe (Jn 19.38-40).
El incienso tenía un papel importante en el culto judío que se hacía en el templo.
Cuando los sacerdotes lo rociaban sobre los carbones encendidos del altar de oro, el
fragante humo ascendía hacia arriba, simbolizando la ofrenda de sus oraciones.
El incienso apuntaba proféticamente al papel de Cristo como nuestro Sumo
Sacerdote. En latín, la palabra traducida como sacerdote es pontiface, que significa
“constructor de puentes”, y eso es exactamente lo que Jesús es para nosotros. Jesús es
el único mediador entre el hombre pecador y un Dios santo (1 Ti 2.5). El Señor
Jesús ofreció su sangre para expiar el pecado de una sola vez y para siempre (He 9.11-
14). Pero el sacerdocio de Cristo no termina allí; Él está sentado a la diestra del Padre
celestial, intercediendo por nosotros (7.25).
El oro puede parecer un regalo no apropiado para un niño nacido en el hogar de
un humilde carpintero. Pero el simbolismo de este presente revela el porqué era tan
adecuado. En el mundo antiguo se regalaba oro como demostración de honra y alta
estima. Era un regalo digno de un rey, y eso es exactamente lo que es Jesucristo. A lo
largo de su ministerio, afirmó tener un reino. De hecho, cuando Pilato le preguntó si Él
era el Rey de los judíos, Cristo respondió: “Tú dices que yo soy rey. Para esto he
nacido, y para esto he venido al mundo” (Jn 18.37). Además, aclaró el asunto al
decir: “Mi reino no es de este mundo” (v. 36).
Si usted ha puesto su fe en Cristo como su Salvador, es parte de su reino aunque no
pueda ver ninguna manifestación física del mismo. En el momento que usted fue salvo,
fue trasladado del reino de las tinieblas al reino del Hijo de Dios (Col 1.13, 14). Pero un
día, este reino espiritual se hará visible cuando Cristo regrese a la tierra para reinar
como Rey de reyes y Señor de señores (Ap 19.11-16).
La respuesta
A pesar de que la historia de la Navidad sucedió hace mucho tiempo, sus lecciones
son siempre oportunas. Los magos vinieron a adorar al Mesías, inclinándose
humildemente ante Él. Le honraron como Redentor, Sumo Sacerdote y Rey. Si usted
quiere imitar su ejemplo, también puede festejar al Salvador y deleitarse en lo
maravilloso que Él es.
Cristo vino a andar entre los hombres para que nosotros pudiéramos andar con Él
para siempre. Si usted lo acepta como su Rey, Redentor y Sumo Sacerdote, descubrirá
el gozo y las insondables riquezas de su maravilloso reino.

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