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∗ Entrevista de Daniel Arcucci a César Luis Menotti, para El Gráfico® ed.

3785 (21- 04- 1992)


páginas: 26, 27, 28.

∗∗ Foto original publicada en la revista. Ph. Fabián Mauri

∗∗∗ Pies de página realizado por nosotros a modo de contextualizar la entrevista.

“Pienso que últimamente se ha perdido la jerarquía del entrenador. Por diferentes actitudes
nuestras, y me incluyo aunque no tenga nada que ver, nos hemos vuelto vulnerables.”

—Mirá, creo que si hay algo por lo que me he destacado —quizá lo único— es por haber sido un
profundo defensor de mis colegas, más allá del estilo y con las excepciones que se conocen… Pero
creo que he llegado un momento de reflexión: pienso que se ha perdido últimamente la jerarquía
del entrenador, y desde hace bastante tiempo… Por diferentes actitudes nuestras, y me voy a
incluir aunque no tenga nada que ver, estamos siendo cada vez más vulnerables: el hecho de
permitir un montón de cosas, de intromisiones, de comentarios, sin salir a discutir y a no permitir,
es inaceptable. Porque se puede hablar con un dirigente a puertas cerradas, cambiar ideas. Lo que
no se puede es deteriorar la imagen del entrenador con sugerencias que hacen vulnerable su
figura, su autoridad. Eso es algo que se había logrado en un tiempo no muy lejano…Y creo que a
través de un montón de actitudes, de un diálogo casi fraternal con el periodismo cuando estamos
en el éxito, hemos ido perdiendo el respeto a la figura del entrenador.

—¿Qué es lo que usted ve, puntualmente?

—Que los entrenadores confunden su rol. Están equivocando los enfoques. Están hablando de
táctica y estrategia y descuidan el primer análisis que tiene un partido de fútbol, que, para mí,
parte de dos premisas básicas: velocidad y precisión. Es decir, a medida que crece la velocidad y no
se pierde precisión, se verá el mejor fútbol. ¡Sin eso, no hay táctica ni nada! Entonces, a veces me
sorprendo… Esto es como una orquesta: empieza a sonar y todo el mundo se preocupa porque las
cuerdas no entraron a tiempo, pero resulta que nadie advierte lo fundamental, que hay un violín
que está desafinando. El asunto es parar: “Un momentito, primero afiná el violín”. Acá pasa lo
mismo, se está perdiendo el análisis que hace que el fútbol sea un juego diferente, que hace a la
distinción entre un jugador y otro…¿Por qué un joven se hace futbolista? Porque tiene técnica…
No porque salta alto, ni porque tiene fuerza, ni porque levanta quinientos kilos… Entonces, yo veo
un partido —como el otro día Español-River— donde hay un error de entrega del 45%. ¡Eso es
catastrófico! Pero no se discute esto, y sí táctica y estrategia. Hay un despilfarro dialéctico en los
entrenadores, se juntan carpetas, y resulta que después uno va a la cancha, y un tipo, de veinte
pelotas, le da quince a los contrarios… ¡Ah, no! Primero corrijamos esto, porque sin esto, lo otro
no existe.

—Ahora, esa vulnerabilidad de la que usted habla, ¿no es algo que se ha vuelto como un
boomerang sobre los discursos de los mismos técnicos?

—Eso estoy diciendo… Porque el técnico sale a buscar dialécticamente un montón de conceptos
en pos del modernismo. Por ejemplo, fijate en la tristeza de las contradicciones de Marchetta… A
mí me da mucha pena, de verdad. Primero, porque yo no tengo de qué enojarme: yo no soy amigo
de Marchettaº, yo nunca hablé de fútbol con él, nos habremos encontrado tres veces en la vida,
nunca cambié una idea ni lo vi trabajar ni me interesa… Pero vos fijate en las contradicciones que
entra un entrenador a los cincuenta años. Yo espero que no las tenga en el amor, en la amistad,
con los hijos, porque puede ser dramático; descubre ahora que hay que tirar tiros libres para
entrenar… Bueno, eso yo lo sé desde que tenía… 15 años. O hay un discurso tramposo en busca de
los favores de los poderes de turno o realmente hay contradicciones que se las va resolver sólo un
psicoanalista. Habla de un supuesto modernismo y resulta que en el mundo del fútbol
evolucionado es al revés. Se dice que hay que dejar la marca al hombre. Bueno, yo digo ahí están
el Real Madrid, el Barcelona, el Milan, el Parma, el Ajax, el Benfica, casi todos los finalistas de las
Copas. Ojo, esto no es ni bueno ni malo, solamente sucede… Si se habla de modernismo, entonces
estamos confundiendo a las nuevas generaciones: porque esto es muy viejo, ¿eh? Esto de ensayar
jugadas yo lo hacía cuando jugaba, a los 20 años… Todos estos discursos aumentan la
vulnerabilidad del técnico. En definitiva, son los tipos que no mantienen una línea de conducta,
que pasa por la ética, por la moral. Me molestaría más lo de Marchetta si se tratara de una
persona que yo haya tratado más, pero por suerte no tenemos nada que ver.

—Bueno, Alberto Fanesi también habló y lo criticó. Y él fue jugador suyo.

—Estuvo acá Fanesi¹, me llamó por teléfono, quería hablar conmigo respecto de esa nota. Me dijo
que la charla había durado una hora y media y que por ahí alguna declaración salió fuera de
contexto…, que no había sido esa su intención, sino decir que los futbolistas llegan a primera
división sin preparación… Pero la nota es ofensiva de la misma manera que es ofensivo el discurso
de los políticos cuando dicen que este país anda mal porque a la gente no le gusta laburar… Que se
trabaje mal o no en divisiones inferiores es una discusión que se puede hacer en otro marco, con
respeto, como tantas veces lo hice yo con Griguol. Trabajar no es tirar cien córners, trabajar es
levantarse todos los días a las cuatro de la mañana para ir a la fábrica, que quede claro… También
me pareció una falta de respeto que dijera que mi discusión con Bilardo pasaba por Serrat y Los
Wawancó…

—¿Usted leyó lo que dijo Bochini la semana pasada?


—No…

—Bueno, porque hablando de pasar por encima de historias, lo que sucedió con Independiente y
Bochini es patético.

—Yo te voy a contar algo que viví de un dirigente ejemplar, Santiago Bernabeu. Le pregunté una
vez qué había pasado con Di Stéfano… El me dijo que no quería que fuera entrenador, porque
había sido demasiado grande como jugador y dos partidos como técnico podían borrar de un
plumazo toda su historia… Entonces le pidió que fuera como un embajador del Real… Vos fijate la
diferencia: Bernabeu nunca quiso usar a Di Stéfano, pero ocurre que a veces otro dirigentes
intentan usar la historia de un hombre en una función para la que todavía no se ha preparado… Y
después, cuando lo usaron y les salió mal, le dan una patada en el c… y lo echan. Entonces, esta la
diferencia entre un dirigente que llegó a hacer un estadio que lleva su nombre y dirigentes que
están llenos de problemas… ¿Por qué Bochini técnico de Independiente, en primera división? ¿No
hubiera sido más prudente, después del homenaje, incorporarlo como asesor? Pero así hacemos
las cosas… Por eso digo: por ciertas actitudes, a veces malintencionadas, el director técnico en este
país se hace cada vez vulnerable, está perdiendo el respeto que supimos conseguir.

—¿Qué actitudes, por ejemplo?

—Y… Hay técnicos jóvenes que permiten un avasallamiento de su intimidad, es insólito. Es como si
vos dejaras entrar a todo el mundo en tu casa: y, un día no te podés acostar porque hay alguien en
tu cama… Entran a la cancha con carpetas, yo no entiendo nada… En un afán de popularidad a
algunos se les va la mano, se creen invulnerables, y por ahí se olvidan de que dependen que el
nueve la meta en vez de reventarla contra el palo… Empezamos a confundir los roles… Si vos
hablás de resultados, y a los dos partidos no vas primero, te tenés que ir, renunciar…

—Ahora, César, esa invulnerabilidad de la que usted habla, ¿no ha crecido de la mano de la
excesiva importancia de los técnicos? Y usted justamente encarnó durante mucho tiempo esa
importancia…

—Está bien, pero nunca vas a encontrar un discurso mío que esté ligado a asegurar éxitos. Mi
discurso puede ser vulnerable por resultados, pero nunca por complacencia o por obsecuencia…
Los entrenadores perdemos feo en la medida que no mantenemos una línea de conducta, si
cuando ganamos somos Napoleón y cuando perdemos el cuatro de copas… Ante la derrota, nos
escondemos y decimos, bueno, las cosas no salieron, los dirigentes son buenos. No vaya a ser cosa
que después no me contraten porque hablo, porque digo lo que pienso…

Yo me entero de cosas que me preocupan: antes, los barras bravas eran hinchas; después se
hicieron amigos de los dirigentes; después, pidieron cambios; después, después, después… pasa lo
que pasó con Yudica² cuando los resultados no se dan… A mí me sucedió una vez en la cancha de
Estudiantes de La Plata: todos sabían quiénes eran, pero todos, también, se preocuparon más por
determinar si yo estaba armado o no… Y te digo algo: yo lo admiro a Yudica. En la misma situación
del Piojo, si están golpeando a mi hijo, si tengo dieciséis balas, con puntería, hay dieciséis
muertos… Pero no se puede llegar a esto… En los últimos tiempos hay una locura por el éxito,
entonces cualquier entrenador piensa que si pierde River él puede ser el próximo técnico: así
hemos minimizado la función…

—La Selección está al margen de esta carrera.

—Sí, y esto ha sido un mérito de Julio Grondona. El presidente de la AFA tiene una gran virtud,
más allá de las diferencias que pueda tener yo con él: es muy fiel a sus grupos de trabajo. Eso se
nota en los éxitos de las Selecciones Nacionales. Lo que uno le exige, es que no descuide las
bases…

—Volvamos a los técnicos…

—Un entrenador gana cuatro partidos seguidos, uno por goleada, sale, grita, saluda; al otro
partido perdió, sale por abajo de la cama, responde tonterías… Claro, ¿por qué? Porque se metió
en un balurdo que no le corresponde. Si yo pudiera asegurar resultados, me voy, lo agarro a
Berlusconi y le digo: deme al Milan, que le voy a hacer ganar lo poco que le falta. ¿Y después cómo
salgo de ahí? Hay que ser prudente…

—Resulta Curioso que aquellos clubes con mayor presión en la Argentina, como Boca y River, han
quedado al margen de esta… explosión y han demostrado una coherencia notable en la
continuidad de sus técnicos.

—¡Por eso! ¡Te repito! Por ellos —Tabárez y Passarella— tienen una personalidad que hace a la
defensa de la jerarquía de su profesión. El señor Passarella sale a la cancha, con su corbata y su
saco, grita o no, se equivoca o no, pero con una línea. Y el uruguayo lo mismo; cuando todos
querían que dijera que era el número uno, el tipo mantuvo una línea. Porque son educados,
porque son señores, porque —más allá de si saben o no saben— ellos dos, a mi profesión, le
hacen bien… Hablo de las actitudes que hacen a la invulnerabilidad de un entrenador: no les
meten jugadores, no les venden jugadores… Quizás uno sea el campeón… y el otro no,
desgraciadamente, porque no pueden ganar los dos… ¿Y qué? ¿El que pierda va a ser un estúpido?
No, habrá demostrado una línea y una conducta. Lo mismo —hay que destacarlo, por favor— que
los dirigentes como Alegre y Heller, como Dávicce… Ellos no dicen públicamente si Apud tiene que
jugar de wing derecho o Higuaín³ de volante. Cada uno cumple con su rol. Passarella y Tabárez
dignifican la profesión. Igual que Griguol… Después, discutimos estilos. Pero hay actitudes que
están por encima de eso. Y otras que están por debajo… Por eso repito: cuidado con los discursos,
cuidado con los triunfalismos, el fútbol siempre da vueltas; y una goleada a favor hoy, es una
goleada en contra mañana.

º Ex- entrenador de fútbol. En 1992, años de la entrevista, se encontraba dirigiendo


Independiente. Menotti lo trae a propósito de su declaración “Que me perdone Menotti pero
cambié de vereda”.

¹ Alberto Fanesi, ex- jugador y entrenador de fútbol. Había declarado en El Gráfico que “En el
fútbol argentino no se trabaja”. Fue dirigido por Menotti en Huracán.

² En 1992, José Yudica (entrenador de fútbol) confrontó con barra bravas que le pedían
explicaciones. Ante esto, comenzaron a agredir a su hijo, que era su ayudante. Yudica respondió
disparando balazos al aire, para luego alejarse a las corridas.

³ Alegre, Antonio: Presidente de Boca Jrs desde 1985 hasta 1995; Heller, Carlos: Vicepresidente de
Boca Jrs. desde 1985 hasta 1995; Dávicce, Alfredo: Presidente de River Plate desde 1989 hasta
1997; Apud, Antonio: Centrocapista de Boca Jrs. entre 1990 y 1992; Higuaín, Jorge: Defensor de
River entre 1988 y 1992.

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