La forma tradicional de enseñanza de la historia universal en las aulas
de educación básica, media y superior, así como el conocimiento popular que de los procesos históricos tenemos, se caracteriza por abarcar de manera general eventos cuyo desarrollo se ha dado principalmente en Tierra Firme, aunque es justo señalar que existen en muchos casos referencias a las actividades que el hombre ha desarrollado en el mar. Sin embargo, no se da a las operaciones y procesos navales la importancia que debería concedérseles, a pesar de que las acciones humanas sobre unidades a flote han sido determinantes para la historia del mundo y han trascendido mucho más allá de los límites marítimos en los cuales se han llevado a cabo. En la Escuela Naval de Subofi ciales “ARC Barranquilla” (ENSB), un entorno de enseñanza en el que se prepara a los estudiantes para ser hombres y mujeres de mar, tiene particular relevancia el conocimiento de lo que han sido los procesos marítimos en la historia de la humanidad y su incidencia en la posteridad. En este sentido, los alumnos al estudiar la historia naval universal reconocen, por una parte, los orígenes de su profesión y el largo camino recorrido en la transformación y complejización de la misma, que se fundamenta en la acumulación de conocimientos y experiencias de sus ancestros en el mar; y por otra, la indiscutible trascendencia de los acontecimientos y procesos navales que desde la antigüedad han determinado el curso de la humanidad, en mucho mayor medida de lo que comúnmente se conoce.
Por todo lo anterior y con la intención de contar con un material de
trabajo que sirva de base para el estudio de la historia naval universal en la ENSB, se han seleccionado para este trabajo diez procesos, los cuales han sido sintetizados en sus rasgos más característicos y presentados de manera sencilla de tal manera que sirvan para ilustrar el largo proceso de desarrollo de la humanidad en el mar. Mencionemos entonces a manera de introducción y en un rápido recorrido por la historia de la navegación los diez procesos navales (cuyos títulos aparecen marcados en negrilla) a los cuales se hace referencia en este trabajo. El rio Nilo fue el escenario natural en el que se desarrolló una de las civilizaciones más complejas de la historia de la humanidad, la de Los Egipcios, que logró consolidar su posición en la región nororiental de África y parte del Cercano Oriente a partir de su adaptación a un medio fluvial y al aprovechamiento de sus recursos.
Los egipcios pasaron por un proceso de unificación que les
proporcionó las condiciones de estabilidad política interna que hicieron viable su contacto con el mundo externo y posterior expansión. La navegación por el río Nilo estuvo siempre en la esencia misma del proceso de desarrollo egipcio, lo que hace de la egipcia una civilización fluvial por excelencia. A pesar de su cercanía al Mediterráneo, los egipcios no fueron grandes navegantes marítimos. Quienes sí se relacionaron de manera estrecha con este mar fueron otros pueblos de la cuenca mediterránea. Sus aguas fueron el espacio en el cual se desarrolló la que se considera como la cultura más refinada de la antigüedad, la civilización minoica. Entre principios y mediados del tercer milenio AEC (Antes de la Era Común) pueblos primitivos, llegados muy probablemente desde Asia, se instalaron en la isla de Creta, pasando de formar estructuras tribales básicas a grandes urbes que con el tiempo entraron en contacto con las civilizaciones y pueblos del norte de África, el sur de Europa y Próximo Oriente, con los cuales llevaron a cabo un estrecho intercambio comercial y cultural que redundó en el enriquecimiento económico y de características culturales que se vio reflejado en sus manifestaciones artísticas. Su historia, como la de los egipcios, estuvo determinada por la navegación, aunque esta vez en el ámbito marítimo, y su lugar como una de las primeras civilizaciones que supo aprovechar su condición geográfica en el mar es innegable.
A pesar de la trascendencia -principalmente cultural- de los cretenses
en el mundo antiguo, son Los Fenicios quienes pueden ser considerados como los grandes navegantes de la edad antigua. Desde su ubicación, en el extremo oriental del mar Mediterráneo, las ciudades fenicias entre las cuales se destacaban Tiro, Sidon, Biblos y Ugarit, se convirtieron en los centros de intercambio comercial que conectaban Asía y el Mediterráneo. A partir de la estratégica posición de dichas ciudades y sobre todo de la habilidad en la navegación que desarrolló el pueblo fenicio, este último llegó a constituirse como la potencia marítima de la época, cuyo poder hizo posible que fundara colonias alrededor del Mediterráneo, tanto en Europa como en África. Una de dichas colonias llamada Cartago, que floreció en el territorio del actual Túnez, llegó a convertirse incluso en uno de los grandes poderes militares de la época, que rivalizó entre los siglos IV y II AEC con la cada vez más poderosa Roma. Por todo ello, fenicios en general y cartagineses en particular ocupan también un lugar especial en la historia de la navegación. La imagen estereotipada del poder de la República de Roma y del posterior Imperio ha consagrado a sus soldados como la principal arma de expansión. Sin embargo, la grandeza que llegó a alcanzar Roma no pudo llegar a ser tal si no hubiera adquirido dominio pleno del mar Mediterráneo, espacio sobre el cual logró establecer control absoluto luego de haber derrotado a la otra potencia naval de la época antigua y a la que ya hemos hecho referencia, Cartago. En este sentido, el desarrollo naval de Roma resulta ser un proceso de relevancia que explica en gran medida lo que fue el crecimiento y expansión de uno de los más vastos imperios de la historia de la humanidad. Sin la conquista del espacio marítimo y la consolidación de lo que los romanos llamaron el “Mare Nostrum”, Roma jamás habría llegado a ser lo que fue.
Durante la Edad Media el mar Mediterráneo continuó siendo el
principal escenario marítimo de la historia del mundo occidental. La caída del Imperio Romano de Occidente trajo un vacío de poder que fue inicialmente ocupado por tribus bárbaras que invadieron gran parte del territorio que anteriormente estaba en posesión de Roma, desde donde controlaron la parte occidental del Mediterráneo, pasando posteriormente al norte de África. Luego el Imperio Bizantino, heredero y vestigio a la vez del gran Imperio Romano, recuperó esta zona, para luego tener que defenderla del avance del Islam. Lo importante de todo este proceso es la dinámica mediterránea en un momento que se ha considerado tradicionalmente como estático en la historia de la humanidad. Así, el Mediterráneo en la Edad Media es un espacio de gran movilidad, siendo esta última la encargada de sentar las bases de lo que luego se va a conocer como la Era de los Descubrimientos.
Pero no se puede pasar de la Edad Media sin mencionar a un conjunto
de pueblos especialmente característicos en la historia de la navegación, los Vikingos. Emergiendo desde las frías tierras escandinavas, estos hombres del norte se encargaron de sembrar el terror en numerosas poblaciones de Europa entre los siglos VIII y XI. Pero esta imagen es incompleta, puesto que además de arrasar pequeñas poblaciones y de sitiar grandes ciudades como París o Constantinopla, también llevaron a cabo actividades de tipo comercial y de exploración. No es casual el hecho de que los vikingos hayan llegado a América casi 500 años antes que Colón. Por todo ello estos pueblos son protagonistas de un proceso marítimo que pone en evidencia la diversidad de actores que han participado en la historia de la humanidad.
Ahora bien, como ya se mencionó, los acontecimientos que tuvieron
como escenario al Mediterráneo durante la Edad Media, entre los cuales podemos destacar el intercambio cultural entre Oriente y Occidente, tuvieron como una de sus principales consecuencias la adquisición por parte de los europeos de los conocimientos que hicieron viable la Era de los Descubrimientos, que podemos definir como un periodo en el que las principales potencias europeas llevaron a cabo una labor de exploración a escala global, que significó una ampliación considerable del espacio geográfico hasta ese momento conocido y un replanteamiento de las concepciones largamente construidas por los europeos acerca de si mismos y del mundo. La trascendencia de los descubrimientos llevados a cabo por españoles, portugueses, franceses, holandeses e ingleses resulta a todas luces inconmensurable, puesto que sus efectos redefinieron el mundo. De ahí que se considere al conjunto de acciones y exploraciones de este periodo como una de las aventuras marítimas de mayor trascendencia en la historia de la humanidad.
El descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, una de las empresas
más importantes de la ya mencionada “Era de los Descubrimientos” representó para los europeos la posibilidad de acceso a recursos que, por lo menos inicialmente, parecieron ilimitados. La Corona española, principal beneficiaria de las riquezas de las tierras recién descubiertas, buscó establecer un sistema a través del cual se pudiera asegurar el benefi cio total que empezó a producir la explotación de las mismas. El celo y rigor con que España monopolizó el acceso a las Indias estimularon las prácticas ilegales en el Caribe: piratería y contrabando. A través de dichas prácticas otras potencias marítimas europeas, como Inglaterra y Francia, se insertaron en la dinámica de explotación de las tierras recién descubiertas. Para este momento el Mediterráneo había dejado de ser el escenario central de la navegación, y el océano Atlántico empezó a ocupar un lugar cada vez más importante en los intereses de los gobiernos europeos y de individuos que por iniciativa
propia se embarcaban en la aventura de atravesar el mar en busca de
riquezas. Con todo y los recursos a que tuvo acceso la Corona española, el protagonismo en el mar pasó a ser de Inglaterra, cuyos gobernantes empezaron desde principios del siglo XVI a enfocar gran parte de sus esfuerzos en aprovechar su posición geográfica insular. Así, se dio entonces el desarrollo naval inglés o la construcción de un Imperio en ultramar, que es como podemos denominar al proceso a través del cual se fue erigiendo el imperio ultramarino de Inglaterra, que llegó a ser la primera potencia naval del mundo, hasta el siglo XX, cuando la derrotada Europa que emergió de la Segunda Guerra Mundial se rezagó con respecto al crecimiento económico y militar norteamericano.
Precisamente en el marco de ese gran conflicto del siglo XX que fue la
Segunda Guerra Mundial, se desarrollaron dos de los episodios navales que determinaron en gran medida el fi n de la hegemonía inglesa en el mar y el posicionamiento de los Estados Unidos como la principal potencia mundial. Uno de ellos es el que conocemos como la Batalla del Atlántico, que más que una batalla fue una compleja serie de operaciones en el Océano Atlántico que tuvieron en la Marina de Guerra alemana (Kriegsmarine) y en la Real Armada británica (Royal Navy) a sus principales protagonistas y contendores. El resultado final de la misma, la derrota de Alemania en el mar, sirvió para que Inglaterra mantuviera la “piedra angular” de su capacidad bélica, es decir las vías de comunicación marítima, dejando en evidencia una vez más la importancia del aprovechamiento del mar. Sin embargo, las consecuencias económicas del conflicto fueron profundas aún en el bando vencedor. Desde entonces Inglaterra no fue la misma potencia naval.
El otro gran episodio de la Segunda Guerra Mundial que tuvo como
escenario al mar fue la Batalla del Pacífico. Enfrentó a Estados Unidos y a Japón, aunque los primeros no estuvieron solos, pues contaron con la ayuda de unidades y tropas australianas. Este episodio bélico tuvo, además de las operaciones de las unidades a flote, una gran actividad en numerosas islas del Pacífico sur de gran importancia estratégica para los bandos enfrentados, así como también se combatió en territorio continental del sudeste asiático, razón por la cual puede considerarse como un proceso anfibio. Se da como consecuencia de los deseos expansionistas japoneses en el Pacífico y Asia, que chocan con los intereses norteamericanos en la región. Al final el poderío norteamericano se impuso sobre Japón que solo se rindió ante la demostración máxima del potencial de destrucción norteamericano, la detonación de la bomba atómica en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, momento en que se inaugura la era atómica.
Una vez indicados los procesos de historia naval contenidos en este
trabajo solo queda señalar que la intención del autor no es otra que proporcionar una herramienta de apoyo para las clases, que permita a los estudiantes identificar el origen y desarrollo de su profesión como marinos y que les motive una reflexión acerca de la importancia del mar en el desarrollo de los diferentes pueblos y civilizaciones que han visto en el ámbito de lo marítimo una fuente de poder. Queda hecha entonces la invitación a la lectura del texto.
Introducción del texto “Procesos Navales en La historia Naval