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Bernard AUCOUTURIER André LAPIERRE LA EDUCACON PIICOMOTRIZ como TERAPIA “Bruno” Prélogo de André Michelet Versién espafiola por Francisco T. Vera Fisioterapeuta Ser padres de un nifio minusvalido es algo muy dificil. Bruno fue un nifio deseado al que querremos siempre. Las graves circunstancias que obligaron a separarnos momentaneamente de él, quizas hayan ayudado a pertur- barlo mas atin, a pesar de que en todas partes donde ha es- tado ha sido tratado siempre con el mayor afecto. Aunque lo mas grave ha sido la falta de una reeducacién apropiada debido a la insuficiencia de medios. Luego, el sefior Aucouturier acepté tomarlo en su cen- tro dos veces por semana. Hemos visto a Bruno aceptar y posteriormente desear esas sesiones. Hemos visto volver la sonrisa a su rostro. Ha pasado dos ajfios dificiles en un esta- blecimiento que él rechazaba con todas sus fuerzas, siendo sus tinicos momentos de alegria las sesiones en compafila del sefior Aucouturier y el logopeda. Siempre agradeceremos al sefior Aucouturier su ayuda al ‘‘desbloqueo”’ de nuestro Bruno. Y deseamos que la te- rapia que él ha puesto en practica con nuestro hijo pueda ayudar a todos los nifios en esas condiciones a desarrollarse y convertirse en nifios felices. Los padres de Bruno PROLOGO El conocimiento del ser representa una profunda bus- queda, un largo, arduo y paciente camino, en el que en oca- siones surge algo que nos revela un progreso evidente. Esa revolucién aparece de manera clara en una de nuestras mas nobles empresas: la reeducacién. Esta movili- za todas las energias y todo el saber, con la intencién de re- modelar a un ser con deficiencias psicofisicas para hacer de él lo que a nuestra imagen es un hombre libre. La lectura de este tipo de terapia evoca inmediatamen- te en mi aquella memoria que escribié Itard en 1802 “Sobre los primeros desarrollos del joven salvaje de I’Aveyron’’. Se trata en este caso de otro nifio salvaje —hay mu- chos entre nosotros—, si admitimos con los autores que, extrafio en nuestro mundo, en que sin embargo ha nacido y crecido, ‘a los 7 1/2 afios su marcha era muy insegura, no jugaba, no hablaba y proferia gritos inarticulados, diciendo solamente: Pa y Ma’. Como hace 175 afios, la obra empieza por un balance “recogiendo con atenci6n la historia de un ser tan sorpren- dente’’. Pero en esta ocasi6n, el educador, lejos de tratar de determinar lo que le falta al nifio y de intentar rellenar las la- gunas de aspectos negativos, centra su atencién sobre las 8 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA potencialidades, sobre el ‘‘nucleo psicoafectivo escondido en las profundidades de su inconsciente’’. Las vertientes a través de las cuales inicia su reeduca- cién han perdido toda reflexion didactica. Se dirigen “a lo mas profundo de las experiencias corporales, a la carga afectiva inducida por el movimiento y la situaci6n del cuer- po enrelaci6n con elotro y con el objeto”’. Van a intentar, en primer lugar, volver a dar una capacidad de “‘investidura’”’ de las conquistas lentamente propuestas. Y uno se lanza sobre “Bruno”, al igual como otras ge- neraciones de educadores se volcaron sobre el manuscrito de Itard. gHablaraé Bruno? El Salvaje continué mudo, pero Bruno hablara. He aqui como, a través de una terapia ‘‘de una gran desnudez, pero de una gran riqueza simbdlica, que da a esa relacion profundidad y simplicidad’’, se constata la evolu- cién de las técnicas educativas desde la época asociacionis- ta, que ha permitido la primera intervencién no verbal; ya que con Itard se entreveia por primera vez la posibilidad de alcanzar una inteligencia por otro camino distinto al del len- guaje. Se intento entonces a través de la experiencia senso- rial que procuran los objetos —las ideas vienen de los senti- dos— como ensefiaba la filosofia de entonces. Hoy encontramos el origen, o al menos la condicién, mas profundamente, en las primeras experiencias existen- ciales y las primeras tensiones afectivas. Hemos pasado la era de la sensorialidad y nos interna- mos en la era de la psicomotricidad. No es que ésta deba excluir las experiencias anteriores, como quizaé una deduc- cién demasiado simplista podria hacer creer, sino que las aclara considerablemente. PROLOGO cS) En este seguir de cerca, de internarse en el estudio de los comportamientos, el terapeuta se capacita cada vez mas para remontarse hacia las estructuras mas arcaicas. Durante mucho tiempo se situé a la educacién senso- motriz en el origen de cualquier tipo de reeducacion posible. Hoy descubrimos una intervencién que sitta al individuo, en su totalidad psiquica, en condiciones de sentir y comuni- car. Y acontinuaci6n, una vez franqueadas las barreras fun- damentales entre él y el mundo, es cuando sera posible pro- ponerle actividades de concienciacién sobre las cosas y el analisis de su entorno, que son lo propio del hombre. Se ha escrito ya mucho —e intentada la intervencién— sobre las razones del autismo y la debilidad. Este libro es —resultados cantan— la primera respuesta al ‘‘desblo- queo”’ de esos enfermos a nuestro mundo. Este método, reflexionado y elaborado, va mucho mas lejos que las tentativas de acercamiento y comunicacién a través de materias diversas, etc., propuestos por aqui y por alla. Es la demostraci6n, habida cuenta de nuestros actuales conocimientos, de lo que es una intervencién a nivel del handicap: un intercambio que deja muy atras a la dialéctica verbal e implica, an mas que en la consulta del psiquiatra o del reeducador, la persona del terapeuta al mismo nivel que el del reeducado. Evidentemente, y como bien dicen los autores, ‘‘noso- tros no hacemos milagros’’. En Bruno existe una alteracion organica, irreversible; por otro lado y de tratarse de un mila- gro, seria incomprensible. Bruno sera, como anteriormente lo fue Victor, la clave, durante mucho tiempo, de nuevos descubrimientos. Plantea cuestiones sobre la complejidad de la evolucién del ser normal y hace experimentalmente la sin- 10 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA tesis del camino que no han podido recorrer ciertos nifos emparedados en su imposibilidad de recibir y comunicar. Con esto se ha abierto quizas un camino que conduce a su curaci6n. A. Michelet INDICE GENERAL PROLOGO eccrine erase ey eee ae 7 INTRODUGGION ccmnocinesnaetae ma saw acmains enn entasni 13 EL|PASADO/ DE BRUNOmnccsntiniwisde ses riesavanecewemen 19 Antecedentes médicos y desarrollo motor . a) Evolucion del comportamiento 24 REGAUCACIONGS! es siitiesina:scosctiesicina crane isan maida 27 PRIMER CONTACTO Y OBSERVACION ...... 0000.0 ee seee eee 31 TERAPIA PSICOMOTRIZ 18 fase: El contacto corporal : 2° fase: El objeto transicional - El grito . 3? fase: El objeto, medio de comunicacién 4* fase: El objeto sonoro - Aparicién del lenguaje 58 5? fase: Comunicacion indirecta grafo-sonora 63 6* fase: La cooperaciOn constructiva .............-- 70 7° fase: Las manchas - Pintura y liberaci6n fobica Las diferentes etapas y su cronologia EVOLUCION POSTERIOR ......... Situaci6n actual del nifio ioe , Definicion y analisis del comportamiento actual Reflexiones FUERA DE TEXTO: 8 fotografias en color pertenecientes al film ‘‘BRUNO” (Véase Presentacién del film, pag. 32) INTRODUCCION Hace ya varios afios que Bernard Aucouturier y yo trabajamos en colaboracién, poniendo en comtn nuestras experiencias, comparando nuestros puntos de vista, inten- tando estructurar nuestras concepciones... y reestructuran- dolas una vez y otra, ya que nuestras investigaciones nos llevan a una constante evolucién. Nuestra proximidad es una proximidad dialéctica; una dialéctica constante entre pensamiento y accién; nuestras concepciones tedricas se esbozan durante el mismo curso de la accion, en la relacién con el nifio, con el adulto, o con el grupo, para irse luego estructurando con la comparacion de multiples y variadas experiencias. Nuestra colaboracion se establece a nivel de esta estructuracién, con eventuales interferencias de aportaciones externas o de diferentes co- rrientes de pensamiento. La estructura construida de esta manera es nuevamente confrontada con la practica, que la sanciona o modifica. Estas nuevas experiencias remodela- ran a su vez la teoria. En esta construcci6n dialéctica nada termina nunca, ni nada es jamas definitivo. No obstante, esta construcci6n ter- mina por ordenarse alrededor de un nucleo construido por todo aquello que ha resistido tanto a la confrontacién con 14 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA nuestra practica individual, como al andlisis tedrico que hacemos en comtn. Este nucleo, 0 mejor dicho, este eje dinamico, es el ar- mazon de nuestro trabajo. A partir de ahi, podemos ya cada uno diversificar nues- tra accién, de acuerdo con nuestra personalidad, nuestros intereses 0 nuestro campo profesional, en esas sesiones 0 cursos a los que se ha convenido denominar ‘‘de Psicomotri- cidad’’, con toda la ambigiiedad que comporta ese nombre. Para algunos, esa diversificacién de las experiencias, pueda aparecer acaso como dispersion. Sin embargo, para nosotros es de concentracion. Al explorar nuestras posibi- lidades de accién psicomotriz en terrenos muy diferentes, es cuando podemos extraer los puntos comunes, que to- man entonces un valor general. Del nacimiento a la vejez, de lo ‘normal’ a la mas gra- ve patologia (psicosis, espasticidad, etc.), de la rela- cin individual a la relacion de grupo y de la educaci6n a la terapia, tratamos de entresacar una unidad de concepcio- nes, basada en esa nocién de unidad y de globalidad del ser humano que trasciende las acciones parciales y las tecnicas especializadas. Las diversas bUsquedas hechas nos llevan a pensar que el nucleo fundamental, alrededor del cual todo se orde- na y organiza, el que permite o altera el desarrollo de la per- sonalidad es, en todos los casos, mas 0 menos oculto, hundido en las profundidades del inconsciente, el ntcleo psico-afectivo de cada ser. Dicho nucleo psico-afectivo, al que podriamos llamar el “Yo-profundo”, se halla intimamente unido a las experien- cias corporales, a las modulaciones tdnicas de las vivencias INTRODUCCION 15 del cuerpo, ala carga afectiva inducida por el movimiento y la situaci6n del cuerpo en relacién con el otro y con el obje- to. Nos hallamos asi en el gozne de lo bioldgico y lo psico- légico. Precisamente en este terreno es en el que nos propone- mos intervenir. A ese nivel se sitia la terapia psicomotriz de Bruno. Tiene para nosotros un valor de experiencia demos- trativa, aunque se inserta en un proyecto mucho mas vasto. Se trataba de poner a prueba, como terapia, los conceptos que habiamos extraido de nuestras experiencias educativas y “reeducativas”’. Estas concepciones elaboradas en comutn, trato por mi parte de expresarlas por escrito, ya que es mi modo mejor de expresi6n. Bernard Aucouturier, por su parte, lo hace mejor a través de la imagen; imagen comentada en el transcurso del film, que permite asociar al mismo tiempo la percepcién de una practica y la emergencia de las concepciones tedricas que la sustentan. Asi se llevé a cabo el film de “BRUNO” (1). Film que hemos presentado a muy diversos publicos: psicoanalistas, psiquiatras, psicdlogos, educadores y reedu- cadores, y que plantea algunos de los problemas fundamen- tales de la educaci6n y la terapia. Ha sido motivo de enco- nadas controversias entre los partidarios de diversas teorias y diferentes escuelas —psicoanalitica, psicogenética, filo- genética, Rogeriana, Behaviorista, etc.— tratando cada uno de ellos de enmarcar la evolucién del nifio y de la tera- pia en su propia forma de pensar. 1. Véase Presentaci6n del film, pag. 32. 16 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA Estos duelos oratorios nos han interesado muchisimo; en cualquier caso prueban que una misma secuencia de acciones puede ser interpretada de manera muy diferente, de acuerdo con las teorias de la escuela en que cada uno se ha formado. Lo que vamos a exponer aqui es nuestra propia interpre- tacion, elaborada en comtin en funcion de las imagenes del film, asi como del anilisis de la vivencia del mismo terapeu- ta y de las grabaciones de las declaraciones de los padres, hechas en diferentes épocas de la evolucién del nifio. Este andlisis racional, que los documentos antes cita- dos nos han permitido establecer posteriormente, no debe enmascarar el papel preponderante que en esta relacién ocupa la persona del terapeuta. En esta relaciOn el terapeuta se halla profundamente implicado; entabla con el nifio un auténtico dialogo infraver- bal en el que cada uno vivencia el cuerpo del otro. En una comunicacién de nivel tan primitivo con un nifio tan seriamente perturbado, todo son matices; una posici6n, una mirada, una infima tensién, una sonrisa, una inmovili- dad 0 un gesto. Todo esto es necesariamente “‘vivenciado” y no puede ser racionalmente controlado, so pena de perder toda autenticidad. Y el nifio siente la autenticidad y no la teoria. El terapeuta debe, pues, confiar en su espontaneidad. Y s0lo lo puede hacer con provecho cuando domine perfecta- mente sus propias funciones y haya integrado profunda- mente sus conocimientos y sus objetivos en el punto en que forman parte de su ser y se integran inmediatamente en sus actos. Entonces es cuando puede estar enteramente disponi- INTRODUCCION id: ble para el nifio y establecer con él ese dialogo de demandas y respuestas motrices que requieren, a cada instante, las necesidades de su evoluci6n. Se trata en este caso de una especie de actitud de ‘‘em: patia’’ a nivel corporal, a nivel psicoténico. Autenticidad, disponibilidad y empatia, son nociones fundamentales de la psicologia Rogeriana que subrayan la importancia que damos a la persona en cualquier relacion psicomotriz que se pretenda como relacién de ayuda. Estas son, al menos para nosotros, las cualidades esenciales del educador, reeducador o terapeuta. Ello nos lleva a hablar de su formaci6n y del papel que nosotros asumimos en tanto que formadores. Los conoci- mientos tedricos, tales como fisiologia, psicologia, psicope- dagogia, psicopatologia... etc., son evidentemente necesa- rios, pero permanecerian inutilizables en una relacién psi- comotriz mientras no hubiesen sido vivenciadas a nivel cor- poral e integradas a nivel de la persona global. Es necesario que el practico viva, en condiciones de una comunicaci6n infraverbal, su relaci6n con su propio cuerpo, con el objeto, con el espacio, con el otro y con el grupo, que se enfrente a esas situaciones, no solamente para comprender lo que vive el nifio, sino ademas para encontrar su propia autenticidad y tomar consciencia de sus pulsio- nes, de sus prohibiciones y de sus defensas, y desarrollar su disponibilidad. He aqui el por qué nos interesamos en la formaci6n de la persona del educador, de la misma manera que nos interesamos en la persona del nifio. Estas notas preliminares nos han parecido indispensa- bles antes de empezar la redaccion de este libro. El caso de Bruno, la evolucién de su ‘‘terapia psicomotriz’’, nos ha pa- 18 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA recido que ilustraban concretamente un buen ntimero de nuestros conceptos relativos a la relacién psicomotriz, tanto si es terapéutica como educativa. Pero estos conceptos, ne- cesariamente intelectualizados para poder ser transcritos en lenguaje verbal, son ideas abstractas en tanto no tomen cuerpo en una relacién auténtica. A. Lapierre EL PASADO DE BRUNO Bruno tenia 7 1/2 afios cuando fue presentado a Ber- nard. Tenia tras él un largo pasado del cual su estado pre- sente era la consecuencia. Bruno no hablaba. Unicamente a través de las explicaciones de los padres, en especial de la madre, pudimos reconstituir su historia. Tuvimos necesi- dad, a través de la subjetividad de la narracion, de tratar de entresacar los hechos objetivos y la forma en la que los pa- dres los habian vivenciado, siendo quiza este Ultimo aspecto tan importante como el primero, para el nifio. Antecedentes médicos y desarrollo motor La exposici6n la hace el padre, que es médico y mues- tra los hechos con gran rigor clinico. El embarazo fue dificil; tuvo una serie de hemorragias que fueron tratadas con hormonoterapia. El parto, que se retrasO quince dias de la fecha prevista, fue provocado por perfusion. La madre puntualiza que por haber padecido una grave enfermedad pulmonar tuvo que pasarse varios meses en ca- ma, encontrandose muy débil en el momento del parto. Du- 20 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA rante el perfodo de los ‘‘dolores’’ tuvo varios conatos de sin- cope que requirieron el uso de cardioténicos. Considera que con todo eso el nifio debié sufrir. La presentacion, segtin el padre, era en occipito-sacra, pero el tocdlogo, segtin la madre, rechazé la idea de practi- car una cesarea. Hubo que hacer una rotacién, con ayuda de férceps y anestesia general, a occipito-pubiana. Parece que hubo cianosis de la madre bajo la mascara. Esta nos in- dica que el nifio tenia una lesion profunda en la sien dere- cha, cuya costra tardé ocho meses en desprenderse. El padre no consigui6é encontrar, al nacer el nifio, los re- flejos arcaicos (en especial el de la marcha); no obstante, el reflejo de succién se establecié normalmente. El bebé tomd sus biberones y se chupé el pulgar desde el dia siguiente al del nacimiento. Los reflejos osteo-tendinosos y cutaneo- plantares se encontraron siempre normales. Hubo un retraso, no obstante, en el desarrollo motor. Bruno se mantuvo sentado hacia los 12 meses, pero hubo que esperar hasta los 19 meses para que consiguiese sentar- se solo. Dio sus primeros pasos hacia los 20 meses, pero hasta los 2 afios no pudo andar solo y hasta los 34 meses no pudo ponerse en pie solo, Estas dificultades motrices estan evidentemente rela- cionadas con la lesién cerebral organica. Pero ges ésta la unica causa?. Algunos hechos contados por los padres nos hacen ponerlo en duda. Hubo en el comportamiento de Bruno tres episodios de evidente rechazo a andar. Rechazos deliberados, agresivos y prolongados, bastante mas alla del simple capricho. Veamos uno de los episodios, contado por la madre y que se sittia alrededor de los 2 1/2 afios: ‘Ful a buscar un EL PASADO DE BRUNO 21 cochecito de nifios para F... (hermana de Bruno que conta- ba entonces sobre 1 afio de edad y no andaba todavia muy bien). Cuando el nifio vio a su hermana metida en el coche- cito, se negé a andar y empezo a chillar y gritar de mala ma- nera. Durante 8 dias se negé en redondo a andar y, a pesar de que todos los dias intentamos ayudarle, no obtuvimosnin- gun resultado.” Esa obstinacion en un nifio de 2 1/2 afios, causa perple- jidad... En el transcurso de las explicaciones de los padres en- contramos muchos ejemplos de esos comportamientos de oposicién violenta y prolongada, alternando con fases de apatia. Bruno caja con frecuencia y pesadamente. A los 4 afios se fracturé la clavicula derecha, por lo que tuvo que pasar 1 mes con el brazo inmovilizado. No desarrollo ningUn proce- so de adaptacion a aquella situacion, es decir, no utilizé la mano izquierda para nada, empezando a utilizar inmediata- mente la derecha desde el momento en que la tuvo libre. “Cuando se caia, dice la madre, se quedaba totalmente inmovil. Fue necesario provocar todos los reflejos... rehusa- ba incluso cerrar la boca para beber’’ (1). Esta negativa ha persistido. Hacia los 4 1/2 afios, Bruno hizo unas crisis de ‘‘ausen- cias’’; caia con los ojos desorbitados... y se levantaba una vez pasado el episodio’. El electroencefalograma revelé sig- nos difusos de epilepsia. Los medicamentos prescritos 1, Esta negativa de la prehensién labial y bucal ha sido observada por Be. ttelheim en algunos nifios psicoticos. 22 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA hicieron desaparecer esas ausencias y en el E.E.G. practica- do un afio mas tarde se noto una sensible mejoria. Parte de la medicacién hubo que abandonarla porque “Bruno oponia una gran resistencia a ingerirla’”’. La salud fisica del nifio parecia normal. Resfriados en- tre los 3 y 5 afios, sarampién bastante serio a los 4 y varicela a los 5 afios. Hay un hecho que merece destacarse y fue una reten- cién de orina hacia los 3 afios, o mejor dicho, “para ser exactos fueron unas micciones muy espaciadas, a veces hasta 36 horas..."’. La exploracién de las vias urinarias y la urografia practicada revelaron solamente una distension de la vejiga. La adquisicién de habitos de limpieza planteé también problemas. Ante el W.C. todo eran gritos, crisis ““convulsi- vas’’, en sintesis, una oposicién violenta. Esta actitud daba por fin paso a la pasividad “‘y alli podia quedarse durante horas”. En la escuela maternal, se retenia. Sus dificultades eran, por tanto, mas del orden de re- tencion (1) que de incontinencia, lo que explica de manera plausible la distensién de la vejiga. Aqui también podriamos avanzar una explicacién orga- nica: “‘evacuaci6n anormal de la vejiga por un mal reflejo”” Pero ‘si hubiese hablado, nos dice la madre, habria si- do limpio mucho antes’’. Bruno comia, en parte, solo. Un aprendizaje laborioso 1, ¢Podemos relacionar esta retencién con la retencién de la palabra? EL PASADO DE BRUNO 23 permitio el condicionamiento de los gestos, aunque sin nin- guna investidura libidinal. Esto hacia decir a su madre que, ante la comida, quedaba “‘inerte’’ la mayoria de las veces, sin manifestar preferencia o disgusto alguno. Unicamente, tras la terapia psicomotriz, empezo a salir de su pasividad, manifestando sus gustos y oposiciones, intentando servirse él solo y poniendo asi de relieve su gusto personal. Bruno no se mostraba muy interesado por los objetos, a los que, por otra parte, tenia dificultades para manejar, debido a sus alteraciones motrices, resultando por tanto que no jugaba con los objetos, tal como hacen normalmen- te los nifios. No manifestaba ninguna actividad estructuran- te. Esta pasividad de accién contrastaba con su interés por la accién de los demas, aunque sin participar ni implicarse jamas, sin adoptar nunca ningUn papel. Y asi vemos que se interesaba por los espectaculos y los juegos de los demas, de manera muy particular en el juego de petanca. Debido a ello, y hacia los 5 afios de edad, estuvo a punto de ser atro- pellado por un coche al atravesar la calle para ir a ver a los jugadores de petanca. Bruno observaba, pero nunca traté de imitar. Rechaza- ba de plano el papel de actor, quedandose con el de simple espectador. Esto lo diferenciaba de los nifios encerrados to- talmente en el autismo, que niegan incluso la existencia del mundo exterior. Esto es probablemente lo que permitiria la aparicién del lenguaje. El nifio no emitia (ya que emitir es actuar), pero continuaba, al menos en parte, recibiendo. Lo que se hallaba bloqueado en Bruno era el 24 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA “actuar’’. Sin ‘‘actuar’’ no se puede establecer una comuni- cacion, toda vez que ésta requiere un intercambio dialéctico entre dos acciones que se responden mutuamente. La im- plicacién afectiva del yo en esa relacién en la que mi accién provoca la respuesta del otro iba a permitir el nacimiento de la nocién de causalidad. Podemos, por tanto, decir que cualquier relacion que reduzca al otro al mero papel de receptor pasivo, encerrado en la imposibilidad de actuar sobre el emisor, es una rela- cién alienante. Desgraciadamente, tenemos demasiados ejemplos de ello en la ensefianza.... y en la sociedad con- temporanea. Evolucién del comportamiento Es la madre quien mas particularmente lo expone y co- menta. A través de sus palabras aparece la forma en que ella vivid los problemas de Bruno. Reproduciremos textual- mente algunas de sus declaraciones. Bruno permanecié solamente ocho dias con sus pa- dres; su madre, muy agotada por su operacion y su enfer- medad pulmonar, lo confid a una nodriza, recogiéndolo por las tardes. “No lloraba jamas, excepto cuando volvia a casa”. Cuenta una anécdota de cuando Bruno tenia 1 mes. Se sentia muy débil y mando a su cufiada a buscar a Bruno a casa de la nodriza. ‘‘Habia estado llorando todo el dia, pero paré de hacerlo en el momento en que llegaron al por- tal de la casa de la nodriza... tenia un sentido muy agudo de la orientaci6n’’. EL PASADO DE BRUNO 25 A los 2 meses, al volver a casa de su madre, Bruno ya no lloraba. Le placia estar acostado. A la madre no le gusta- ba ‘‘cogerlo en brazos”’ ya que ‘‘sus padres habian mimado demasiado a sus hermanos y hermanas’’. Sin embargo, to- das las tardes “‘intentaba interesarlo sobre sus rodillas, aun- que él no podia todavia permanecer sentado’’. “Las palabras papa y mama no acababan de salirle, aunque él estaba pendiente de nuestros labios. Tenia unos breves movimientos de alegria... pero que no aportaban na- da a su boca.” A los 7 meses pesaba 10 kilos, ‘estaba magnifico”’. Cuando Bruno rondaba los 7 1/2 a 8 meses su madre se hallaba de nuevo “‘encinta de una nifia’’.... de 1 1/2 mes. Sufrié un sincope que la tuvo sin conocimiento en el suelo de la cocina, desde las 10 a las 11 y diez minutos. Bruno volvié durante una semana a casa de su nodriza y posteriormente a casa de sus tios maternos —‘’Mi herma- no y mi cufiada lo adoraban... el nifio refa mucho... Fije- se, Bruno tuvo tres hogares en dos meses... Bruno iba también a casa de su abuela materna. Hacia los 10 meses volvid con su madre. “‘No habia manera de te- nerlo sentado... no tenia ningtn reflejo... Unicamente sus ojos vivian’’. Un pediatra tuvo sus dudas de que el nifio fue- se o no sordo... “Cuando lo poniamos derecho en su parque, empezaba agritar. Siendo el primero, yo no tenia un punto de compara- cién y no pensé que pudiese sufrir un retraso.... Yo tenia mu- chas preocupaciones con mi salud... estaba al borde de una septicemia. Era una bendicién del cielo que Bruno diese tan poca guerra”. “Mas tarde, un dia mi cufiado, que es médico, me dijo: 26 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA “Tu hijo esta retrasado... y se encuentra bastante mal’’. Ha- cia los 15 meses lo vio un pediatra, que dijo: ‘pues no tiene aire de idiota’’. A los 18 meses llevamos a Bruno a un especialista de Pa- ris, que nos pidié radiografias del craneo, mufiecas y cade- ras, para determinar la edad Osea. “‘Jamas hubiese creido que mi hijo no fuese como los demas”. Al darse cuenta de la situacién, la madre se asusto. In- cluso hizo hacer una foto “para poder conservar un recuerdo de Bruno”. Mas tarde se tranquilizo un tanto: ‘No se nota nada en absoluto que el nifio no esté bien’ y se esforz6 en afrontar la situacién. ‘‘Empecé su reeducacién ensefiandole los pequefio gestos mas corrientes... coger la cuchara, mo- ver el interruptor... fueron necesarios varios meses antes de que fuese capaz de encender la luz’. A lo 19 meses un nuevo pediatra afirmé que “no tenia nada” y lo “atiborré de medicamentos”, aconsejando sim- plemente “‘esperar’’... lo que no aporto nada. El lenguaje no acababa de aparecer. Mas tarde un psiquiatra hablaria de psicosis. A los 3 afios y con las tribulaciones escolares, empeza- ron las dificultades de insercién social. Bruno iba a la maternal en donde, segtin su madre, se adapto bien, mostrandose feliz de encontrarse en medio de otros nifios; nada de lloros ni de agresividad. Hacia progre- ‘os, ‘se sentaba ya bien él solo’... pero le negaron el pase a la clase superior. Empez6 un segundo afio con otra maestra ‘‘que no lo aceptaba’’. ‘‘Incompatibilidad’’ dijo el padre, lo que dejaba suponer una no-aceptacion reciproca..... EL PASADO DE BRUNO 27 Sacado de la escuela maternal a mitad de curso, fue a otro colegio en donde se encontrd, en la clase maternal, con su hermana, 15 meses més joven. ‘Bruno aceptaba ir de buen grado”. No obstante, los padres hicieron gestiones para que entrara en un establecimiento especializado (Instituto Médi- co-Pedagogico). Su peticién fue rechazada. Esta solucion, entrevista un momento por los padres, no acababa de con- vencerles: ‘No me hacia ninguna gracia meterlo en un esta- blecimiento dedicado a débiles profundos y medios, pues no estaba dispuesta a que llevase ninguna etiqueta’’. Fue por fin a un centro privado ‘donde lo acogieron muy bien y lo trataron con gran competencia.... en 3 dias iba ya al lavabo, mientras que en casa se ponia a gritar fren- te a /a puerta’. Permanecié durante un afio. Mas tarde, el Inspector Especializado de la Educaci6n Nacional le hizo entrar en un establecimiento especializado. Tenia 7 afios y medio. “El primer afio se /o pasé en los bra- zos de la maestra desde la mariana a la tarde. Yo no estaba de acuerdo, ya que lo que debia hacer era aprender... Se negaba a comer y beber en dicho establecimiento, con lo que tampoco estaba yo de acuerdo”. En este momento se inicié la terapia psicomotriz. Era el mes de octubre de 1971. Reeducaciones Desde los 5 1/2 0 6 afios, Bruno estuvo sometido a se- siones de kinesiterapia. La madre estima que, al principio, experimenté un gran progreso. 28 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA Las sesiones de logopedia se empezaron a la misma edad y fueron llevadas por dos logopedas diferentes. La madre de Bruno ayudaba con frecuencia en aquel trabajo. Bruno era incapaz de pronunciar espontaneamente ninguna silaba articulada, limitandose su vocabulario a ‘’Pa’’, ‘“Ma’’ y’’no”’. Estas sesiones de logopedia prosiguieron durante to- do el tiempo de la terapia, habiendo intentado Bernard cola- borar, en ocasiones, con la especialista, pero sin obtener re- sultado alguno. Tales son, brevemente resumidos, los antecedentes de Bruno en ei momento en que se iba a iniciar la terapia psico- motriz. No es nuestro propésito, ni de nuestra incumbencia, el analizar esos hechos, ni los términos en los que los padres nos lo han contado. Los hemos expuesto solamente para si- tuar a Bruno en el marco de la nosologia médica y de la di- namica familiar y social. El lector podra formarse su propia opinion personal. Es evidente que este nifio sufrié un traumatismo obsté- trico, con lesiones organicas. Pero nos parece que no es menos evidente que, a causa de las alteraciones ocasionadas por dicha lesion, se desarrollé, en funcidn de la psicologia propia de cada uno de los protagonistas, una dinamica psi- co-afectiva particular que entra también en juego en las di- ficultades del nifio. Se trata, por otro lado, y tal como bien lo ha demostra- do Maud Manoni (“L ‘enfant arriéré et sa mére”’), de un fe- némeno constante e inevitable en este tipo de situacién. Es dificil decir qué tanto por ciento corresponde a lo “‘or- ganico” y a lo “psicolégico’’, y afirmar, como hizo un neu- EL PASADO DE BRUNO 29 rélogo, que Bruno no hablaria jamas “por tener destruido el centro del lenguaje’’; nos parece una afirmacién bas- tante gratuita... que los hechos posteriores se encargaron de desmentir. No se trata de negar la organicidad, pero tampoco de- bemos “‘hipervalorarla’’. El nifio esta ahi, con sus proble- mas, sus “‘deficiencias” y sus ‘‘fallos’’, pero también con sus potencialidades y nos negamos a fijar a priori y sin mas los limites de esas potencialidades. Yendo hasta el extremo —y para llevar las cosas hasta la paradoja— querriamos ignorar todos los diagndésticos y todas las estructuras con las que se ha definido (y encerra- do) al nifio, para establecer con él una relacién totalmente nueva, despojada de cualquier idea preconcebida, una rela- cién existencial, no mediatizada por preocupaciones noso- légicas. PRIMER CONTACTO Y OBSERVACION Bruno se halla desnudo, lleva Gnicamente un slip de bafio. Muestra un desarrollo fisico normal para su edad. Sus gestos torpes, incoordinados, con algtin atisbo de atetosis, evocan inmediatamente una pardlisis cerebral infantil, relati- vamente ligera. La marcha esta alterada, es pesada, dando la impresién de alcanzar un precario equilibrio a cada paso. La marcha no provoca el balanceo normal de los bra- ZS, pero si tensiones tonicas mal dominadas, que tienden a separar los miembros superiores, con los codos flexionados y las manos en pronaci6n forzada. Se observa ademas, en ocasiones de descargas emocionales, esos movimientos de brazos en ‘‘batido de alas’, con las manos bailando, tan fre- cuentes en este tipo de nifios. Otras veces son movimientos convulsivos de torsion de brazos, movimientos espontaneos, de gran amplitud, que parecen estar también relacionados con tensiones emocio- nales. A pesar de haber adquirido ya la posicién erecta y la marcha, Bruno prefiere todavia desplazarse a gatas, en lo que parece encontrar un cierto placer. 32 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA Se desplaza por la sala, sin objetivo aparente. Los obje- tos no parecen atraerle, no los toca ni los coge. Su mirada se dirige a veces hacia Bernard 0 hacia el operador. El sintoma mas acusado es, sin duda, la ausencia de lenguaje. Bruno no habla, lanza solamente algunos gritos inarticulados, sin ninguna organizaci6n fonética. Los padres no asisten a este primer contacto, ni asisti- ran tampoco a las otras sesiones, a pesar de habérseles invi- tado a ello. Prefieren esperar al nifio en un sala contigua. éQué podemos pensar de esta observacién?, ¢y como, a partir de ahi, iniciar y orientar la terapia? Presentaci6n del film “BRUNO” es un film de aficionado, tomado en super-8. Rodado entre oc- tubre de 1971 y junio de 1972, Jean-Michel Dubray, reeducador en psicomo- tricidad, ha tenido a su cargo la camara y el monaje. Condiciones de la filmacién: presencia permanente del operador en todas las sesiones. lluminacién total de la sala (sin focos proyectados sobre el nifio) Neutralidad absoluta del filmador, asi como de algunos espectadores (reeduca- dores en formacién) que han asistido al rodaje. Duracién de la cinta: 40 minutos. Distribucién: esta produccién no ha sido ni sera comercializada. Para evitar cualquier error de interpretacién de las imagenes, los autores presentan y comentan ellos mismos las secuencias de esta pelicula muda, discutiéndolas a continuacién con el puiblico. Las fotos que ilustran este libro estin sacadas del film. La defectuosa cali- dad de algunas secuencias no nos ha permitido —sintiéndolo mucho— la repro- duccién en papel de documentos relativos a la primera y segunda fases de la terapia, Foto n® 1: Bruno coge una cuerda, la saca del montén y se la tiende a Bernard. Repetiré muchas veces ese gesto de “‘dar’”. (3* fase, pag. 54) Foto n° 2: Bernard intenta entonces invertir el sentido de la comunicacion: ofrece una cuerda. (3° fase, pag 54) PRIMER CONTACTO Y OBSERVACION 33 Los conceptos “‘clasicos’’ de reeducaci6n habrian teni- do en cuenta los aspectos negativos, es decir, la incoordi- naci6n motriz, las dificultades de equilibrio y de la deambu- lacién, la mudez.... y se habrian orientado hacia una tenta- tiva de reduccion de esos déficits, por medio de ejercicios de coordinacion, equilibracion estatica y dinamica, lengua- je, etc., que es lo que se habia hecho hasta ahora con Bru- no.... y que es lo que nosotros habriamos hecho segura- mente algunos afios antes. Pero nuestra experiencia nos ha ensefiado que ese tipo de reeducaci6n instrumental, centrada sobre los “‘déficits’”’ del nifio, y esos “‘fallos’’ aparentes, tiene unas perspectivas muy limitadas, por diversas razones que hemos tratado de analizar: —Por un lado, ese tipo de reeducacién esta sélo desti- nado a nivel de los comportamientos, sin modificar las es- tructuras profundas de la personalidad que los originan. Cuando esas estructuras profundas, inconscientes, estan muy alteradas, no hay reeducaci6n sintomatica que pueda tener éxito. —Por otra parte, crea un conflicto, consciente o in- consciente con el nifio, que ‘’defiende’’ sus sintomas, a tra- vés de los cuales se expresa. Todo ello no conduce mas que a valorizar y estructurar la deficiencia institucionalizandola. Y no permite, por otro lado, establecer la relacién abierta y confiada con el nifio, que es la condicién esencial de su evolucién. El lugar de centrarnos en los aspectos negativos, deci- dimos trabajar con lo que habia de positivo en el nifio, par- 34 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA tiendo de lo que él hacia espontaneamente, de lo que sabia hacer y de lo que le gustaba hacer, toda vez que lo que un nifio hace espontaneamente corresponde siempre a sus mo- tivaciones profundas. Nuestro problema estribaba en com- prender lo que realmente se expresaba por medio de su ac- cién.... y en responder con la nuestra propia. Bruno tenia dificultades en la posicién erecta y se in- tentaba obligarle a una marcha coordenada. Bruno no sentia ningun interés por los objetos y se pre- tendia hacerle vivir con los objetos. Bruno no hablaba y se insistia en hacerle hablar. Era necesario, en primer lugar, liberarle de esos conflic- tos. El que éstos sean internos (conflicto entre su deseo consciente y su deseo inconsciente) o externos (conflicto con el deseo del adulto), en principio, importa poco (1). Bernard propuso, pues, trabajar cerca del suelo, no emplear objetos de momento y no utilizar el lenguaje verbal. Se situaba asi a nivel del nifio, con lo que abolia sus conflic- tos. gQué teniamos de positivo en el comportamiento de Bruno? —La posicién a gatas — que fue la que adopté Bernard en las primeras sesiones, indicando asi corporalmente, por imitacion, su aceptaci6n. 1, Hay que darse cuenta de que el deseo consciente es muy a menudo la proyeccidn, la interiorizacién del deseo adulto. PRIMER CONTACTO Y OBSERVACION 35 —El interés de Bruno por el cuerpo del otro, su deseo de tocar, de establecer contactos corporales (recordemos lo que dijo la madre de que ‘‘se pasaba de la mafiana a la tarde en los brazos de la educadora’’). Bernard presté su cuerpo y, para que esos Contactos fuesen atin mas proximos, mas primitivos, aparte de un ligero slip, ofrecié su cuerpo desnu- do, el contacto de su piel. —Los gritos de Bruno... y a través de gritos analogos, se establecieron las primeras comunicaciones sonoras con el nifio. Debemos hacer también referencia a otros dos princi- pios que constituyen asimismo las bases fundamentales de nuestro trabajo: a) El principio de imitacion, que deriva de nuestras pro- pias experiencias y del que hemos encontrado confirmacién en las investigaciones experimentales de Montagner en el jardin de infancia: Cuando un nifio quiere entrar en comuni- cacion con otro, empieza por imitar los gestos de éste. Tras este signo, ‘‘ritual’’ lo llama Montagner, en el sentido etold- gico del término, empiezan a establecer entre ellos otros ti- pos de comunicaci6n, tales como intercambio de objetos, de palabras, contactos corporales, etc. Este es un procedimiento que utilizamos inicialmente con nifios muy perturbados que rechazan cualquier tipo de comunicacion. Imitar el gesto del otro es decirle que se le acepta. Es entrar dentro de su dinamica y situarlo como “conductor del juego’. Es afirmar simbdélicamente que uno no pretende imponerse, sino someterse al deseo del ctro. Todo esto, claro esta, se sitta a un nivel inconsciente. Y ello se incluye, por otro lado, en un principio mas ge- 36 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA neral que guia asimismo nuestra actuaci6n tanto pedagogi- ca como terapéutica: Dejar la iniciativa al nifio, dejarle ex- presar espontaneamente su deseo y entrar luego en su juego para, de forma progresiva, hacerle evolucionar, con nues- tros aportes sucesivos, en el interior mo de su dinamica. Lo que bloquea con més frecuencia la dinamica de la evolucién del nifio, es su dependencia, consciente o incons- ciente, del deseo del adulto: dependencia pasiva (sumisién) © dependencia agresiva (oposicién). Una vez el nifio en- cuentre la dinamica de su propio deseo, la evolucién es muy rapida. b) El segundo principio que sirve la linea directriz a la terapia, es la nocién de ‘‘comunicacion” y de su evolucién psicogenética. Para nosotros, el lenguaje verbal es la forma mas evolu- cionada, 0 al menos, la mas estructurada, la mas codificada de la comunicaci6n. El acceso al lenguaje verbal requiere el pase previo por los medios de comunicacién mas primitivos y su asimilacion y superaci6n progresivos. La experiencia nos ha demostrado que un nifio con di- ficultades en el lenguaje tiene asimismo dificultades de ex- presion y comunicacién a otros niveles. Un nifio como Bruno que presentaba un déficit total de la expresion verbal, forzosamente debia tener una perturba- cion profunda y muy primitiva de la comunicacién. Esta es la hipotesis basica que orient6 toda la terapia y que qued6 confirmada por la aparicién del lenguaje. Vamos a resumir brevemente las diferentes etapas de la comunicacién, ya que las encontraremos en el transcurso de todas las sesiones: PRIMER CONTACTO Y OBSERVACION 37 Contactos corporales y en especial “‘intercambios té- nicos’’ con la madre o quien la sustituya. Distanciacion a través de ‘‘objeto transicional’’. Intercambios a través de los sonidos vocales (el grito). Intercambios a través de los objetos. Intercambios a través de los sonidos instrumentales (como intermediarios, los objetos sonoros 0 los gestos so- noros). Intercambios graficos (intermediarios: el sonido unido al grafismo). —Estructuraci6n del lenguaje. Es evidente que existen interferencias y recubrimientos entre esas distintas etapas, pero no modifican en nada la Ii- nea general. Afiadamos que lo verdaderamente esencial, a través de esos diversos modos de comunicacién, es la carga afectiva que les anima. Esta carga afectiva nace, se desarrolla y se estructura en el transcurso de la fase inicial. Esta vinculada con el placer corporal, es decir, con la sexualidad (1) difusa y primitiva del nifio. Se halla relacionada, fisiologicamente, con las tensiones ténicas, con el sistema de regulaci6n téni- co subcortical, sistema arcaico, ‘‘animal’’, que escapa en gran parte al control cortical consciente, con su papel de frenador, inhibidor. El desarrollo ulterior de los otros modos de comunica- cién, su corticalizacién y su intelectualizacion progresivas son, creemos nosotros, procedimientos de sustitucién, de “sublimaci6n’’ podriamos decir, utilizando el lenguaje Freu- diano. 1. En el sentido freudiano del término. 38 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA Cualquier comunicacién verdadera, profunda y autén- tica, por racionalizada e intelectualizada que sea, despierta en nosotros ese placer primitivo y hace renacer al menos un esbozo referencial de esas tensiones tdnicas. Una de las ideas dominantes que animan nuestras in- tervenciones educativas, reeducativas o terapéuticas, es la de encontrar esa carga afectiva que permitira el desarrollo y la evolucién de la comunicacién. Necesitamos para ello utilizar y favorecer las fases re- gresivas de nivel infraverbal mas o menos profundo. En el caso de Bruno, apenas podemos hablar de regre- sién; su evolucién quedé ‘’bloqueada”’ a nivel primitivo y to- das sus pseudoadquisiciones fueron adquiridas penosamen- te por un proceso de condicionamiento y adiestramiento. Las solicitaciones del adulto, condicionadas por su edad y su aspecto fisico, quedaban muy por encima de su alcance para que él pudiera responder, con el resultado de encerrar- lo ain mas en lo que podriamos llamar su “‘autismo”’. Una comunicaci6n real con él sdlo podia establecerse a un nivel en el que él pudiera dar una respuesta, es decir, al nivel mas primitivo. Y es lo que intento Bernard Aucouturier. Se acordo con los padres que Bruno iria un par de ve- ces por semana. En cuanto a la duracion de las sesiones, no qued6 determinada; el nifio era libre de romper la relacion cuando él quisiera. Y asi, mientras algunas sesiones apenas llegaron al cuarto de hora, otras sobrepasaron la hora. La duracién media se cifré alrededor de los tres cuartos de hora. TERAPIA PSICOMOTRIZ 1? fase: El contacto corporal Esta terapia ha durado tres afios, aunque aqui no des- cribiremos mas que lo hecho en el primero, por dos razones: en primer lugar, porque ha sido en ese periodo cuando se ha hecho el trabajo principal, el “desbloqueo”’ de la relacién, y en segundo, porque es el tinico que ha podido ser filmado —lo que nos ha permitido, a posteriori, relatar y analizar todos /os detalles. En la sala, de suelo liso, se hallan frente a frente Ber- nard y Bruno. Bernard con un ligero slip, Bruno con slip y camiseta. No se ha pronunciado una sola palabra y no se hara en tanto Bruno no lo haga por si mismo, espontaneamente, lo que ocurrira meses mas tarde. La relacién sera estrictamen- te infraverbal. Bruno recorre la sala libremente, explorando este espa- cio desconocido. Bernard observa; se ha prohibido toda in- tervencion verbal. gCOmo empezar la relacion? Unicamente por una solicitud corporal y motriz, la mas primitiva y la menos “‘cultural’’ posible. Bernard escoge el gateo y empieza a desplazarse muy 40 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA lentamente. Se trata de una llamada a un modo de regre- sién, al que podriamos llamar, en una perspectiva filogenéti- ca, de “‘animal’’. Luego Bernard se inmoviliza hacia el centro de la sala. Esta inmovilidad total (1) es una llamada muda (en el pleno sentido del téermino, puesto que existe también un ‘‘mutis- mo gestual’’). Es la solicitacion mas neutra ya que deja libertad total de iniciativa al otro. Bruno responde y se entabla inmediatamente una rela- cién de contacto corporal. Aborda la relacién deslizandose entre las piernas (por detras), en busca del contacto con la cabeza y las manos. Desde el principio ya, sitia su cuerpo en el mismo eje del cuerpo del otro, situacién que se repetira con mucha frecuencia y durante mucho tiempo, en posicio- nes diversas, en el transcurso de las numerosas sesiones de contacto corporal. Esta bUsqueda espontanea de la concor- dancia de ejes, o al menos de los planos de simetria corpo- ral, confirma toda la importancia concedida por Wallon a la noci6n de eje corporal. Quizé para Bruno es una busqueda inconsciente de identificaci6n con el otro. Esta situacién se prosigue cuando Bruno hace entrar todo su cuerpo en contacto, muy estrecho, echandose so- bre la espalda de Bernard. Y continua cuando éste se tiende 1. La inmovilidad total en el centro de un espacio vacfo es siempre sentida como una llamada. Lo hemos constatado a menudo en el comportamiento de los grupos. Cada vez que un participante se inmoviliza de esta manera, invaria- blemente atrae la atencién de los demas, centrando sobre él la actividad de los otros. El placer que él siente muestra claramente que ese interés responde a su deseo inconsciente, manifestado por esa actitud de espera. Nosotros utilizamos muy a conciencia esta forma de llamada en nuestro lenguaje gestual. TERAPIA PSICOMOTRIZ 41 cara al suelo. Conservando el contacto que le confiere se- guridad, sobre la espalda de Bernard, Bruno busca el con- tacto ahora de sus manos, su cara y su boca en el dorso de Bernard. A partir de ahi, empieza a interesarse en la cara del otro, a contemplar esa cara, a buscar su mirada. En toda esta fase, el contacto se ha hecho por la espal- da, lo que ha permitido a Bruno no entablar de golpe /a rela- cién frente a frente. Bernard ha permanecido muy pasivo; ha “prestado” su cuerpo, dejando a Bruno tomar todas las iniciativas. Unicamente cuando Bruno se interesa por su ca- ra, le responde con la mirada y la sonrisa. Bruno experimen- tara sobre el rostro de Bernard todos los contactos de su cuerpo, incluso el de sus pies. Manifiesta una cierta alegria y sonrie. Tras estas primeras sesiones, Bernard va a intentar un primer alejamiento de Bruno de su cuerpo; con unos bancos construye un espacio cerrado, que ofrezca seguridad y lo reviste de alfombras de colores, de contacto muy suave. Bruno se instala durante unos instantes, pero lo abandona para buscar de nuevo el contacto del cuerpo, a pesar de que Bernard se ha alejado un tanto, permaneciendo de pie, junto a la pared. Pero es atin demasiado pronto para que Bruno pueda distanciarse. No ha agotado todavia el placer y el de- seo primitivo del contacto corporal que acaba de encontrar. Es necesario que lo vivencie mas y mas profundamente. Se requeriran varias etapas intermedias antes de que sea capaz de transferir su carga afectiva sobre los objetos. Bernard lo comprende y no insiste. Toma de nuevo la 42 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA posicién a gatas. Bruno lo aborda lateralmente y se interesa inmediatamente por su cara. Rompe y restablece varias ve- ces el contacto, alejandose y volviendo, jugando con las distancias y encontrando de nuevo cada vez el placer del contacto corporal. Podriamos pensar que Bruno juega ahi con su deseo, que mantiene y amplia con esas minifrustraciones, o bien que quiere cerciorarse de la seguridad de un placer que pue- de volver a encontrar cuando lo desee. Bernard aprovecha esas rupturas intermitentes para modificar su posicién. Se sienta ahora en un banco. El nifio se le acerca, siempre por detras, y reproduce las situaciones axiales. Se cambia la posicién a arrodillado, sentado sobre los talones. En este momento Bernard empieza a responder con gestos, tocando al nifio con la mano en la cabeza, con un gesto afectuoso y tranquilizador. Este gesto despierta en Bruno una reaccién agresiva primaria (1); pellizca varias veces el muslo de Bernard. Este acepta la agresién sin modificar en nada su actitud. Bruno se levanta entonces y establece el contacto cara a cara; su agresividad es ahora oral y muerde repetidas veces el pecho de Bernard. Este lo desprende suavemente aunque persis- tiendo en su actitud de aceptacién. Bruno manifiesta su alegria gritando con la boca abierta. Es curioso que el grito haya aparecido espontaneamen- te en la relacién tras esa agresi6n oral. 1. La mayoria de los nifios psicéticos muestran su agresividad de forma pri- mitiva, es decir, no golpean, sino que pellizcan, arafian y muerden, reaccién més cercana a la animalidad que los "golpes’’, que son modelos mas “huma- nizados”. TERAPIA PSICOMOTRIZ 43 Prosigue el dialogo corporal. Bernard de nuevo a gatas. Bruno frente a él, echado sobre la espalda y en su mismo eje. Con sus pies y luego con las piernas, juega con el cuello, los hombros, la cabeza, la cara de Bernard, lo que al mismo tiempo permite un intercambio de miradas. El contacto de los pies es el mas distal, es el que permi- te el minimo de contacto en la relacion corporal. Esto es algo que se comprueba constantemente en los grupos. Para Bru- no es sin duda una aproximacion tranquilizadora en la rela- cién frente a frente. Un deslizamiento progresivo le permite acercarse mas, situandose bajo el cuerpo de Bernard, conti- nuando su exploracién de contacto con las manos, alrede- dor del cuello, y luego de la cara. En este momento se establece el primer dialogo sono- ro. Bruno lanza gritos inarticulados, pero su rostro expresa alegria. Bernard, sonriendo, le contesta con gritos analo- gos. El didlogo cesa con el contacto. Bruno vuelve a encaramarse sobre la espalda de Ber- nard, establece un contacto lateral, puntuado con gritos, y se echa de nuevo sobre la espalda de Bernard, con las pier- nas colgando y su cabeza muy cerca de la cara de Bernard, quien empieza a desplazarse lentamente, a gatas. Ahora Bruno inicia ya el contacto con su terapeuta de frente, incluso cuando éste se halla de pie. Estos intercambios corporales debian durar cerca de tres meses. Si por ciertos aspectos pueden recordarnos a Jos contactos maternales, atin mas evocan una relaci6n pu- ramente animal; nos hacen pensar en el cachorro jugando con su madre, lo que, en una perspectiva filogenética, situa la regresién en un estado todavia mas primitivo. 44 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA Este dialogo ha creado, entre Bruno y Bernard, una fuerte carga afectiva, lo que los psicoanalistas lNamarian un “transfert”, pero el terapeuta ha sabido permanecer domi- nando su “‘contra-transfert’’. Su objetivo es ahora desviar de si esa carga afectiva para proyectarla hacia el mundo, hacia el exterior, para poder dar al nifio su autonomia. Este es uno de Jos principios fundamentales ae nues- tras intervenciones (tanto si son educativas, formativas o terapéuticas), es decir, la de crear esa carga afectiva posi- tiva (1) para desviarla a continuacién y de manera progre- siva hacia otras investiduras. Esa carga afectiva constitu- ye, creemos nosotros, la base primaria de todo el dinamis- mo de la persona. A partir de ahi, nace el deseo de comuni- cacion que permitiré el desarrollo de todas las posibilidades de expresi6n, incluido el lenguaje. 1. Se trata en este caso de una carga afectiva hacia “el otro”, en tanto que persona humana, es decir, més o menos sustituta maternal. En la relacion dual, del tipo de esta terapia, la carga se dirige forzosamente hacia el terapeuta, unica persona presente, pero en una relacién de grupo, la carga afectiva puede pro- yectarse hacia otros participantes, en una relacion mutua, mas o menos difusa en el grupo. Esta carga afectiva es la que crea la cohesion y el “placer del gru- po", bien conocido en la dinamica de grupo. Dicha carga es la condicion basica de cualquier posibilidad de evolucién. TERAPIA PSICOMOTRIZ 45 2? fase: El objeto transicional — El grito Para desviar de él una parte de la afectividad del nifio y mediatizar su relacion, Bernard introduce un objeto. Vamos a recrear el estado bien conocido del “objeto transicional’’ (1), que constituye una etapa importante en la evolucién del nifio normal. Este es el objeto que la madre da al nifio, objeto cargado de su presencia afectiva, sobre el cual podra el nifio transferir una parte de su afectividad. Ese objeto que el nifio transporta por todas partes y sin el cual no puede dormirse; el simbolo de la madre que compensa su ausencia. Este objeto es el que permitira al nifio iniciar su distanciacién, dandole seguridad en una primera toma de distancia afectiva, primer paso hacia su autonomia. Es necesario que el objeto sea suave, de contacto agra- dable. Bernard utiliza unas pequefias alfombras (2) de las que hemos hablado ya anteriormente, en ocasi6n de un pri- mer intento infructuoso. Esta vez, con la experiencia ante- rior, asegurara una transiciOn interponiendo progresivamen- te ese objeto en su relacién, ya bien establecida, tratando de darle toda su significacion afectiva (simbdlica e incons- ciente). Estan echados ambos sobre una alfombra y Bruno, acaso poco seguro atin por la presencia del objeto, empieza 1, Véase Winnicott: “Jeu et Réalité”, N.R.F. 2. La alfombra o tapiz tiene otra ventaja y es la de permitir envolverse en ella, con toda su significacién simbdlica y un amplio contacto con el cuerpo. 46 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA a morder las piernas de Bernard... viene luego un contacto mas proximo, cara a cara, con didlogo de gritos. El rostro de Bruno expresa su alegria, esta sonriendo. Esa cara ha cambiado ya, se ha hecho mas expresiva, ha perdido los es- tigmas de “‘debilidad’’ que mostraba al principio de las se- siones. Sus gritos parecen ahora menos disonantes, mas car- gados de significacién afectiva, a pesar de que contintan siendo inarticulados y sin consonancias fonéticas. Se hallan atin sobre los tapices, pero esos objetos no han podido ser intercalados todavia en la relacién. Se pro- pone, pues, un objeto de madera al que Bruno transfiere sus mordiscos. Se instauran nuevos didlogos de gritos, siempre en la posicién cara a cara, con contacto corporal de arropamien- to, estando Bruno echado sobre la espalda. Emite gritos ite- rativos, que Bernard reproduce. Finalmente el dialogo sonoro puede establecerse a dis- tancia, sin contacto corporal e incluso cada vez mas distan- ciados con intercambio solamente de miradas. A través de esos gritos, el “‘lenguaje’’ monosilabico de Bruno va evolucionando poco a poco para convertirse en bi- silabico por repeticion, y asi ‘‘pa’’ se troca en “‘papa’’, ‘‘ma’’ en“’mama’’ y “‘ton’’ en ‘‘tonton’’. Estas palabras no son pro- nunciadas, sino gritadas, ‘‘lanzadas” literalmente de Bruno a Bernard, que se las reenvia en eco, con diferentes modu- laciones e incrementadas con otros sonidos espontaneos y risas. El grito se ha trocado en ‘objeto’ proyectado al espa- cio, saliendo del interior de uno para ir hacia el otro (foto de /a portada). Se trata acaso de la significacién simbdlica pri- mitiva del lenguaje, significacién que Bruno debe encontrar. TERAPIA PSICOMOTRIZ 47 Bernard devuelve los sonidos como se devuelve una pe- lota. Solicita luego, con esos mismo sonidos, el eco de Bru- no. Son, incansablemente, esas tres ‘‘palabras’’ que consti- tuyen el vocabulario primitivo de Bruno, vinculado a reso- nancias afectivas. A éstas ha venido a sumarse el sonido “grand’’, que el nifio pronuncié una vez (segtin su madre) ala edad de 6 meses, cuando estaba solo en su silla. En cuanto al origen del sonido ‘‘ton’’, su madre nos aclara que Bruno tiene un tio que es jefe de cabina en una compafiia aérea y un dia le llevé a visitar el avion. ¢Fue un re- cuerdo emocional que dejé una huella profunda en el nifio y provocé la aparicién del sonido “‘ton’’, a pesar de que, se- gun dice la madre, jamas se utiliz6 delante de Bruno la pala- bra “‘oncle’’...? Esta primera mediaci6n de la relacion a través del grito ha precedido a la mediacién del objeto. E/ terapeuta ha se- guido al nifio por este camino, explotando Ias situaciones que se presentaban. Queremos insistir sobre ese respeto de Jas motivaciones del nifio, que nos permite utilizar todo el dinamismo de su deseo. Quizds, después de todo, “sepa él” mejor que nosotros lo que conviene a su desarrollo psicoge- nético. Y, en el caso presente, la mediacién del grito, intro- ducido esponténeamente por Bruno, debia sin duda prece- der, en su evolucién, a la mediacién por el objeto. Lo que desde una perspectiva ontogénica es perfectamente légico. Todo ello no impide a Bernard seguir con su objetivo, una vez superada esa etapa. Propone ahora una pila de tapi- ces, de colores diversos, que hay en el suelo. Se acercan 48 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA ambos y Bernard, para atraer su atencién, imprime movi- miento a esos objetos. Tras una breve fase de contacto corporal para adquirir seguridad, Bruno responde a esa solicitud gestual. No coge los tapices, como ha visto hacer a Bernard, pero busca el contacto de esos objetos con la cabeza y hombros, como lo haria un animal joven. Bernard se aleja una vez establecido el contacto con el objeto. Poco mas tarde, Bruno tiene un solo tapiz; lo coge y empieza a jugar torpemente con él, después, muy deprisa, lo lleva hasta Bernard y se echa en sus brazos — Bernard lo acepta y empieza de nuevo un dialogo de gritos. Bruno no puede atin prescindir del contacto directo, pero el hecho de que haya llevado el tapiz situa ya a éste en su relacion. Esta escena se repite varias veces. De manera cada vez mas consciente, Bruno lleva el tapiz y se precipita en los brazos de Bernard, pero abandonando el tapiz. Se hace preciso introducir el objeto mas intimamente en la relacién. Bernard, sentado en el suelo, toma el tapiz que acaba de entregarle Bruno y envuelve a éste en él, apre- tandolo luego contra si. Bruno se estrecha contra él y se in- moviliza. Este arropamiento por el objeto, fue preparado, en la fase anterior, por el arropamiento del nifio con el cuerpo del terapeuta. El objeto, intercalado ahora en el contacto directo, se convierte realmente en mediador del contacto. Esta mediacién se ve favorecida por el envolvimiento y su significacién simbélica, que solemos encontrar, incluso Beko ils : Foto n° 3: ...Bruno debe experimentar también la frustracién: el rechazo del otro a recibir, le obligaré a una accién autonoma... (3° fase, pag. 56) Foto n° 4: En este momento pronuncia Bruno su primera palabra: “tambor’... (4? fase, pag. 59) TERAPIA PSICOMOTRIZ 49 en e/ adulto, en el transcurso de nuestros stages de forma- ci6n. Es la seguridad (estar escondido), e/ calor, e/ placer re- gresivo relacionado quizas a /a reviviscencia lejana, difusa, e inconsciente de la vida intrauterina. Y cuando este arropa- miento es realizado por el otro, se mezcla ahi un aspecto de la maternidad. Estas situaciones originan siempre un estado emocional de bienestar afectivo, que induce al silencio, a la inmovilidad y muy a menudo al repliegue del cuerpo. A partir de ahi, Bruno busca ya ese arropamiento, lo solicita, aunque siempre en el contacto mediatizado del cuerpo del terapeuta. Le acaricia y esconde la cara a conti- nuacién, situandose en posicion fetal. Hete aqui que ahora son ya dos los tapices que lleva a Bernard, pero éste, que anda gateando, ignora la solicitud y prosigue su paseo. Este rechazo deliberado introduce la pri- mera de las frustraciones, que seran necesarias para liquidar el ‘transfert’. Bruno reacciona inmediatamente buscando por si solo el contacto de los tapices, sobre los que se inmoviliza, a ga- tas y apoyando los brazos, la parte alta del torax y la mejilla. Vemos ya que el tapiz ha tomado la significacién de un sus- tituto afectivo que le permite aceptar el rechazo de Bernard. Bruno reinicia ahora el dialogo de gritos a distancia con Bernard, pero buscando el coniacto de su cuerpo con el tapiz, al que no abandona. Otro objetivo suave propuesto al nifio es a continua- cién inmediatamente investido. Se trata de un cojin, con el que Bruno renueva sus contactos, siempre a gatas y con la cabeza muy inclinada, como si fuese a dar una voltereta. 50 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA Cojin que lleva a continuacién a Bernard, antes de apretarlo contra su pecho, palpandolo largamente con las manos, que se abren y cierran ritmicamente, a la manera de los gatos. Son exactamente los mismos movimientos con que al principio palpé el cuello de Bernard. Este ha subrayado la distanciaci6n corporal presentan- dose vestido. Bruno trae ahora el tapiz y el cojin, que Bernard, son- riendo, tira lejos de él. Bruno los trae una vez y otra, hasta que por fin, e interponiendo el cojin entre ambos, se echa en los brazos de Bernard, al tiempo que esconde la cara. 1 Bernard empieza ahora a alejarse para obligar a Bruno a acentuar y proseguir sus solicitaciones. Crea asi un margen entre el deseo y su realizacién, una especie de semifrustra- cién que prolonga la duracién del deseo y que quizas le ayu- de a “‘intelectualizarlo”. Se propone ahora un nuevo material: cuerdas de algo- don, suaves al tacto y de colores vivos. Bruno se interesa enseguida por estos nuevos objetos. Bernard, sentado en el suelo, se arrastra hacia atras, con un paquete de cuerdas entre las manos. El nifio le sigue a gatas conservando el contacto con las cuerdas, que son como un lazo entre ellos. Se acuesta luego sobre las cuer- das, enroscado entre las piernas de Bernard y se queda muy quieto. Bernard responde a esa llamada, cubriéndolo con las cuerdas. Se trata de un ‘‘arropamiento’’ mas simbdlico que el del tapiz, ya que la superficie envolvente es muy dis- continua; sin embargo Bruno es ahora capaz de esa simboli- zacion inconsciente; permanece asi mucho rato, inmévil y silencioso. TERAPIA PSICOMOTRIZ 51 Hay que haber vivenciado, en tanto que adulto, esas situaciones de repliegue sobre si mismo para comprender to- da la profundidad de la vivencia emocional que provocan. Es una experiencia que marca siempre muy profundamente a los adultos que lo han vivenciado en nuestros cursillos de formaci6n. Bruno levanta un momento la cabeza, mira a la cara de Bernard, le sonrie y se instala de nuevo, con la mgjilla sobre el muslo del terapeuta. Sigue sonriendo y su cara denota dis- tensi6n, placer, felicidad. Se levanta por fin, enredado entre las cuerdas y reem- prende su gateo, siguiendo a Bernard. Este hace una tentativa para superar esa masiva investi- dura afectiva. Saca una cuerda sola y se la tiende. Bruno le mira y lanza algunos gritos, pero no responde a la solicita- cién. Vuelve a acurrucarse entre las piernas de Bernard y pi- de de nuevo el arropamiento, en el cual se instala, en con- tacto muy estrecho con el terapeuta; se lleva el pulgar a la boca, pero lo introduce muy ligeramente y por muy poco tiempo entre sus labios. Tenemos la impresién de que no se “‘atreve’’... grestos de una prohibicién de su infancia? Alareinvestidura afectiva del cuerpo ha sucedido un lar- go periodo de investidura afectiva del objeto, a través del ta- piz, del cojin y de las cuerdas que han tenido la funcién de ob- jetos transicionales. Esta etapa es muy importante, no solamente para los nifios muy perturbados como Bruno, sino también para todos los nifios que presentan dificultades de adaptacién, aunque sean solamente escolares (dislexia, disortografia, alteraciones del lenguaje, etc.) e incluso para los llamados 52 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA “normales”, durante sus primeros afios de “educacién”. Eladulto, si es padre o mas si es educador, tiene siem- pre prisa por obtener del nifio una utilizacién racional, “inte- ligente”’, de los objetos. En su ansia por hacer evolucionar al nifio hacia el modelo adulto, tiende a descuidar, a acortar, incluso a culpabilizar ese periodo de vivencia afectiva del objeto, de cuya utilidad no se percata. La primera relacién del nifio con el mundo es una rela- cién afectiva que pasa a través del contacto y las tensiones ténicas de su cuerpo, con el otro y con el objeto, contactos y tensiones generadoras de placer o disgustos. Ahi reside la primera “‘comunicaci6n”, la mas profunda y primitiva. Y de ahi nace el interés de/ nifio por el otro y por el objeto. La evolucién psicogenética no es ahora mas que una evolucién de ese “interés” hacia formas de satisfaccion cada vez mas simbélicas, cada vez mas abstractas, que no son otra cosa que placeres sustitutivos. Siesa primera comunicacionse halla alterada, sobreven- dra una alteracién en cadena de todas las posibilidades de comunicaci6n ulteriores y por tanto de las diversas formas de expresion. Cualquier reeducacién especifica dirigida a un nivel de organizaci6n superior de la comunicacién, no con- seguiré nada. Hay que remontarse a las fuentes para poder remover el obstaculo. Es a lo que los psiquiatras Iamarian sin duda “regre- sién”’. Esas actitudes regresivas son espontaneas en el nifio —e incluso en e/ adulto. Corresponden a un deseo incons- ciente. Es la prohibicién, la culpabilizacion y Ia falta de per- misividad lo que no les permite expresarse y desarrollarse. No se trata por tanto de “hacer regresar’’, sino de “‘de- TERAPIA PSICOMOTRIZ 53 jar regresar” por una actitud de aceptacién permisiva y des- culpabilizante, todo lo mas incitadora. Esa necesidad inconsciente de regresién nace induda- blemente de /a necesidad de vivir o revivir etapas de evolu- cién que han sido mal o insuficientemente vivenciadas. Una vez han sido simbélicamente revividas, con toda la duraci6n e intensidad imprescindibles, la evolucién puede ya reemprender su curso, liberada de los obstaculos que se lo impedian. De esta manera, Bruno ha revivido simbdlicamente su primera infancia, cosa que no se le habia permitido hasta entonces so pretexto de una reeducacién concebida como “‘normal’’ para su edad cronoldgica. Lo ha hecho, por fin ahora, espontaneamente, franqueando por si mismo las etapas, con un guia que le ha comprendido. Bernard le ha permitido ese regreso, pero no termina ahi su papel. No debe dejarle que se encierre en ese placer regresivo, sino ayudarle progresivamente a ‘’re-evolucio- nar’’, a distanciarse respecto a esa efectividad primaria en la que él ha encontrado de nuevo la carga positiva, pero que ahora debe reinvestir en actividades mas estructuradas, en una relacion diferente con los objetos. 54 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA 3° fase: El objeto, medio de comunicaci6n Bruno no busca ya el arropamiento; se halla de pie, agi- tando las cuerdas, desplazandose y arrastrandolas tras de si. Su marcha es ya mas segura y han desaparecido los es- pasmos que agitaban sus brazos. Bernard, de pie en un angulo de la sala y con una cuer- da en la mano, le atrae con su inmovilidad. Bruno se dirige hacia él y, tras un breve contacto corporal, le entrega las cuerdas. Bernard se pasea lentamente por la sala, arrastran- do una cuerda. Bruno le sigue, recoge las cuerdas y se es- fuerza por metérselas todas en la mano; Bernard acepta, sin hacer ninguna manifestacién y continua su paseo. Remarca asi su distancia afectiva. Bruno termina al fin por imitarle, arrastrando también sus Cuerdas tras él. Es la primera vez que Bruno adopta ese comportamiento imitativo, que es, como hemos visto, uno de los primeros rituales de comunicaci6n socializada. Luego, del montén de cuerdas que se hallan en el suelo, entre ambos, Bruno coge una, la desenreda y se la tiende a Bernard. Este la acepta, hace una bola con ella y la deja en el suelo, a su lado. Bruno repite varias veces ese gesto de “dar” (foto n° 71). La comunicacion se hace a distancia, a brazo tendido. Bruno, muy seriamente, escoge las cuerdas con gran cuidado. Bernard intenta ahora invertir el sentido de la comuni- caci6n y tiende una cuerda a Bruno (foto n° 2), pero éste no responde, duda y termina ofreciendo él otra. El nifio re- TERAPIA PSICOMOTRIZ 55 produce aqui su acuerdo de imitacién. Le hace falta superar ese nivel primario de comunicacion para alcanzar el acuerdo de complementariedad que le permita una dinamica de evo- lucién del intercambio. Bernard coge la cuerda y repite su gesto de ‘‘entrega’’. Esta vez Bruno la toma sin dudar, pero la conserva en la ma- no... y al cabo de un instante la devuelve. El mismo proceso se repite varias veces antes de que se establezca un inter- cambio real en el que Bruno acepte no solamente ‘‘dar’’ sino también “recibir” y “‘conservar’ (1), lo que indica una nueva etapa en la toma de autonomia del nifio. La secuen- cia motriz toma entonces una continuidad dinamica no in- terrumpida por el paso de un actor al otro. Esto es lo que lla- mamos acuerdo de complementariedad, del que aqui en- contramos una de las formas mas primitivas. De este acuer- do naceran las posibilidades de cooperaci6n. Esta primera comunicacién ha tenido como mediador un objeto cargado ya anteriormente de afectividad. Era una etapa necesaria, pero que hay que intentar superar genera- lizandola a otros objetos afectivamente neutros. Con esa intencién, Bernard propone unas pelotas, pe- quefias y relativamente duras, frias al contacto. Dichas pe- lotas se hallan en una papelera, al lado del terapeuta, que se halla sentado en el suelo y tiende sus manos formando un cuenco. Se trata siempre de una demanda gestual, dentro 1. No son solamente esos términos (no pronunciados nunca delante del ni- fio) los que tienen una siginificacion simbdlica, sino la accion en si misma. En esto nosotros estamos en contra de una interpretacién demasiado estrictamen- te lingiiistica de las concepciones de Lacan. 56 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA de la inmovilidad. Bruno saca dos pelotas de la papelera, pero las tira lejos, en una de las primeras reacciones del be- bé que lanza los objetos para investir el espacio que él no puede alcanzar. Saca luego una tercera pelota, inicia el ges- to de lanzarla, pero cambia de parecer y va a depositarla suavemente en las manos de Bernard. Tras algunas indeci- siones, se establece la comunicacién de forma estable; Bruno toma y da sucesivamente varias pelotas, con una sola mano. Bernard coge ahora el cojin en sus brazos y situa las pelotas entre éste y su pecho. El objeto entregado es el sus- tituto simbdlico del yo (es toda la significacién del regalo). Con ese gesto el terapeuta remarca esa significacién simb6- lica; es Bruno, representado por el objeto dado, el que es reemplazado, a nivel simbdlico, en la relacién afectiva pre- cedentemente vivenciada a nivel real. gPueden considerarse las dificultades de Bruno para dar como un rechazo incons- ciente de “‘darse’’?... Pero ahora que Bruno ha reaprendido a dar, debe asi- mismo experimentar la frustracién, la negacién del otro a recibir, que le obligara, para poder satisfacer su deseo de hacer, a una accién auténoma (foto n° 3). Bernard se cruza de brazos y mira a lo lejos. Bruno lanza entonces las pelotas por la sala. A partir de ese momento, el nifio empieza a jugar solo con las pelotas, manosedndolas y haciéndolas rodar por el suelo. Es el principio de una cierta autonomia. Autonomia que afirmara, en la siguiente sesidn, por la oposicién, el rechazo. Se niega a dar las pelotas, a recibirlas, las tira por la sala, en todas direcciones, las TERAPIA PSICOMOTRIZ 57 rechaza desdefiosamente con el pie. Agita los brazos, con aquel ‘“‘batido de alas” de las primeras sesiones y rostro ca- riacontecido. Esta crisis de oposicién corresponde exactamente en su evoluci6n a la crisis del “‘no” en el nifio normal, crisis que puede durar muchos meses con la consiguiente desespera- cién de los padres y educadores de escuelas maternales, pero que es una etapa imprescindible en el cambio de la autonomia. Lejos de decepcionar al terapeuta, esta fase de oposicién es para él un signo positivo y se guarda muy bien de culpabilizarse o de culpabilizar al nifio. En las sesiones siguientes empieza de nuevo una rela- cién mas cooperativa, con el intercambio de pelotas a dis- tancia. A pesar de que sus gestos sean atin torpones, “apunta’’ ya mas concienzudamente. Se halla ahora en el camino de adquirir la nocién de direccién, que deriva ini- cialmente de los primeros intercambios afectivos; hacia mi, hacia el otro, recibir, dar (1). 1. Sobre este aspecto, véase nuestro libro: Los Contrastes, Editorial Cienti- fico-Médica, Barcelona. 58 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA 4° fase: El objeto sonoro — Aparicién del lenguaje Se propone ahora un nuevo objeto que permitira relacionar el sonido con el movimiento. Se trata de una pelota de ping-pong que Bernard y Bruno se lanzan y devuelven por el suelo. El sonido de esta pelota place sobre- manera a Bruno, de tal forma que, cuando se pierde por cualquier rincén, se pone a buscarla afanosamente, pres- cindiendo de las demas pelotas que hay por alli, con gran aplicacién, explorando metédicamente cada metro cuadra- do de superficie. Una vez la ha encontrado, se la lleva a Bernard y se echa en sus brazos. Esta busqueda de un contacto corporal, que le da seguridad, aparece ahora raramente, sdlo en las situaciones emocionales. A partir del ruido de esa pelota, Bruno empieza a inte- resarse por los sonidos. Golpea con un mazo los platillos (1), los examina a continuacién detenidamente, bajo todos los 4ngulos, como si se preguntase sobre el origen del sonido que producen. Es la primera vez que Bruno “golpea’’, que como hemos visto al hablar de la agresividad, es un gesto tipica- mente humano. Luego, habiéndose alejado Bernard, le lleva el tambor y empieza a golpear en él con un mazo. 1. Platillos con pie-soporte. TERAPIA PSICOMOTRIZ 59 En este momento pronuncia Bruno su primera palabra: “Tambor”, sin que dicha palabra haya sido nunca pronun- ciada por Bernard (foto n° 4), y la articula casi perfec- tamente. Es éste un hecho sorprendente que ha originado miulti- ples discusiones entre los distintos especialistas que han visto el film: psiquiatras, psicdlogos, psicoanalistas, ortofo- nistas, educadores y reeducadores diversos. Bruno no ha seguido fa progresién que preside habi- tualmente /a evoluci6n del lenguaje en el nifio; produccién y luego seleccién de sonidos progresivamente articulados, mas tarde iterativos y progresivamente asociados para formar las silabas y las palabras, mds 0 menos deformadas inicialmente. Bruno ha pasado, de golpe, de los gritos inarti- culados a la pronunciacién de una palabra estructurada y significante. Es evidente que Bruno ha vivido, desde su nacimiento, enun “bafio de lenguaje”’. A pesar de no haber manifestado apenas, por no decir ninguna, comprension del lenguaje de los demas, algunas palabras quedaron inscritas en su memo- ria, con su significaci6n. El lenguaje existia en él, pero sin em- bargo é/ no podia disponer de ese lenguaje. Acaso —y ésta es la hipotesis mas verosimil— por un rechazo inconscien- te, debido a una alteracién profunda de la comunicacién, alteracién seguramente relacionada con su enfermedad ce- rebral, aunque también a /a dificil vivencia de su primera infancia. Fl restablecimiento, por /a terapia psicomotriz, de la corriente afectiva, que permite la comunicacién de base, el respeto de las etapas de /a evolucién de esa comunicacién, 60 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA que han permitido “‘revivirla” sobre un modo simbélico mas satisfactorio, todo ello, en suma, ha permitido la aparicién del lenguaje verbal. Puede quizds ser también el “olvido” del “problema”; el olvido de ese mutismo sobre el que se habia polarizado todo el mundo, tratando de vencerlo. Toda esa “polariza- cién” sobre un “déficit’” no hace més que cristalizarlo, estructurarlo, institucionalizarlo y, a fin de cuentas, reforzar Jas defensas inconscientes que mantienen el rechazo. Bernard, por el contrario, ignoré voluntariamente el déficit y no traté nunca de hacer hablar al nifio. Bruno quedo asi liberado del deseo del adulto y, por ende, liberado de la ansiedad, de la angustia que provocaba en él ese deseo, que no podia satisfacer, aunque existiera acaso un deseo consciente, por la prevalencia de su rechazo inconsciente. Liberado de esa ambivalencia conflictual, libe- rado de la necesidad de defender su sintoma contra la vo- Juntad del adulto, el nifio ha podido reencontrar la autono- mia de su propio deseo. Ha podido expresarlo con una per- sona que lo ha aceptado, respondiéndole en el mismo len- guaje, en el mismo nivel primitivo de comunicacion. Bruno ha encontrado /a libertad y el dominio de su deseo. Al pronunciar su primera palabra, lo hace esponté- neamente, sin solicitacién exterior alguna, porque en ese momento preciso, eso corresponde a la evolucién de su propio deseo. Esto corrobora muchas de nuestras observa- ciones, en las que vemos a nifios conseguir hacer alguna cosa precisamente en el momento en que se ha cesado de solicitarles, pero que al mismo tiempo y de forma paralela, se les ha permitido desarrollar sus potencialidades en las esferas en donde deseaban realmente expresarse. TERAPIA PSICOMOTRIZ 61 Esto pone sobre el tapete de nuevo /a concepcién de las “reeducaciones” tradicionales, cuya actividad se centra siempre sobre el “‘déficit”, la “falta”, es decir, lo negativo del nifio. Y esto nos lleva a pensar en la cuestion de fa educacién tradicional, en tanto que condicionamiento del nifio al deseo del adulto... Pero volvamos a Bruno. Bruno ha hablado. Ha pronunciado una sola palabra, pero ha hablado, probando que habia en él, a pesar de la afirmacioén del neurdlogo, la posibilidad de acceder al lenguaje, y probablemente hay a su disposici6én, en algun lugar, un lenguaje ya estructurado. Esa novedad, ese descubrimiento, ¢modificara la orien- tacién de la terapia? Evidentemente no. Podemos conside- rar que esa palabra se le ha ‘‘escapado”’ a Bruno, en un momento de levantamiento de la inhibicién, pero muy fugaz. Precipitarse en seguida sobre esa nueva posibilidad, seria crear de nuevo el problema y como consecuencia hacer renacer el bloqueo. Hay por tanto que abstenerse de hacer modificacion alguna y mucho menos dar importancia a esa adquisicion (1). Bernard adopta, por tanto, una actitud neu- tra, como si aquello fuese lo mas natural del mundo. Se li- mitaré, cada vez que Bruno pronuncie una nueva palabra, a utilizarla a su vez en la relacion con el nifio. Encontramos aqui de nuevo, a nivel de lenguaje, la 1. Con esto nos situamos en las antipodas de las técnicas behavioristas. Nada de gratificaciones ni de esfuerzos positivos. 62 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA utilizacién de la relacién de imitacién, que permite estable- cer una comunicacién sin obstaculos ya que es el nifio mismo quien dirige el juego. La sesi6n prosigue cogiendo Bernard una pandereta, que ensefia de lejos a Bruno. Este responde a la solicitud acudiendo y poniéndose a golpear con su baqueta en la pandereta que sostiene el terapeuta. Lo que se trata de crear ahora, es una relacién muy primitiva de cooperacién, de complementariedad, poseyen- do cada uno de los participantes uno de los elementos de la comunicaci6n. La relacién emisor-receptor esta mediatiza- da por dos objetos, la pandereta y la baqueta, asociados a un tercero, que es el sonido. Esta nueva etapa requiere una seguridad, por lo que Bruno, tras haber suprimido ya un intermediario (golpea directamente con la mano en la pandereta), se precipita de nuevo en los brazos de Bernard. TERAPIA PSICOMOTRIZ 63 5? fase: Comunicacion indirecta grafo-sonora Para mediatizar ain mas la comunicacién vamos a introducir un objeto fijo, neutro, que servira simplemente de “reflector” entre Bruno y Bernard. Se trata de un encerado, encerado sonoro, hecho de madera, que va a permitir igualmente asociar el sonido al trazo grafico dejado por el gesto. Ese gran encerado se fija verticalmente a la espaldera. Bernard y Bruno disponen cada uno de un trozo de tiza en la mano. Bernard traza lineas cortas, en todos los sentidos, al azar, golpeando con la tiza. Bruno parece muy interesado y le imita muy pronto. Rapidamente se establece una alter- nancia regular, una especie de ritmo. Tras cada raya, Bruno mira a Bernard, como para asegurarse que el mensaje ha llegado bien a su destino y luego sonrie. Parece contento. A consecuencia de su enfermedad motriz, tiene algunas dificultades para mantener la tiza, pero que no parece preo- cuparle, tan absorbido se halla en la accion. Cuando la tiza se le cae, Bernard la recoge y se la pone de nuevo en la mano, con lo que Bruno reanuda su actividad, como si no hubiese pasado nada. No da ninguna importancia al incidente. Este enfrascamiento total en la accién nos parece mucho mas eficaz que todas las ‘‘reeducaciones de la mo- tricidad fina’’ racionalmente estructuradas e impuestas por el adulto. De hecho, Bruno esta dominando rapidamente, y por si mismo, sus dificultades 64 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA En el encerado, los trazos de ambos se cruzan y super- ponen. Estan compartiendo un espacio grafico que les une simbdlicamente (foto n° 5), como les unié, a un nivel mu- cho mas primitivo, el contacto corporal. El trazo grafico es simbolo de su presencia y el cruzar el trazo del otro reviste una significacién simbolica, que, a pesar de ser inconscien- te, no por ello esta menos cargada en el plano afectivo. Bernard introduce entonces otra situacién, que supera a la imitaci6n; va borrando, con una esponja himeda, los trazos de Bruno. Hace, con esto, desaparecer la huella dejada por el nifio, originando en él una reaccién de afirma- cién. Efectivamente, Bruno hace inmediatamente un nuevo trazo, en el mismo lugar y cada vez mas deprisa, a medida que Bernard lo borra. Pone en ello un real empefio que demuestra su voluntad de existir. Bernard intenta entonces invertir la situacién; Bruno debe afirmarse también borrando lo de Bernard. En la superficie aun hGmeda, traza una raya y tiende a continuaci6n la esponja al nifio. Este coge la esponja, pero borra en otro sitio... con un solo gesto, devuelve la esponja a Bernard y se pone a trazar rayas él solo, rapidamente. Bernard le deja hacer, traza a su vez y le vuelve a dar la esponja, obteniendo la misma reaccién. Borra entonces Bernard todo el encerado y traza una raya, bien marcada, en medio de la superficie humeda. Esto es una provocacién. Pero cuando vuelve a entregar la es- ponja a Bruno, éste se limita a pasarla timidamente por el lado de la raya, sin tocarla, es decir, respetando el trazo de Bernard. Este no insiste mas. Se continua jugando con los Foto n® 5: Sus trazos se cruzan, se superponen. Comparten un espacio grafico comin, que les une simbolicamente... (5° fase, pag 64) Foto n® 6: Se nota que colabora conscientemente, “intelectualmente”’ (6° fase, pag. 72) TERAPIA PSICOMOTRIZ 65 sonidos y los trazos. Bruno descubre ahora el punto (sonido breve) y la raya (sonido largo). Aparece luego espontanea- mente una estructura, hecha por Bruno; se trata de una raya y dos puntos (— ..). Bernard la reproduce enseguida en el encerado y progresivamente se va entablando un dia- logo de respuestas complementarias centrado en aquella estructura: Bruno traza una raya, Bernard responde con dos puntos. Bernard marca dos puntos, Bruno responde con una raya... etc. Se producen algunos errores, pero ello no obsta para poder ver que el nifio ha comprendido el sistema de comunicaci6n que se le ha propuesto. Ha alcanzado asi a una primera codificacién. Ha sobrepasado el estadio de la imitacién para acceder al de la complementariedad estruc- tural. Esto indica una evolucién importante. En la siguiente sesién, algunos dias mas tarde, Bruno recuerda lo hecho anteriormente y espontaneamente abre de nuevo el didlogo, sobre la misma estructura, afirmando mejor sus respuestas. El juego dura mucho rato, pero el nifio no lleva trazas de cansarse, concentrado por completo en el encerado y ha dejado de mirar a Bernard, con lo que la mediacién ha quedado asegurada. Cuando éste se aleja, dejandole solo frente al encerado, Bruno continua a su aire, buscando solamente con la mirada, y de tarde en tarde, la aprobacion de Bernard. Continuando sobre esta motivacién, vamos a intentar pasar de la linea a la superficie. Es, al principio, la mano desnuda de Bruno que, imitando a Bernard, pasa por el en- cerado. Bernard materializa luego ese trazo cogiendo un trozo de tiza roja y pasandolo, de lado, por el encerado, con el fin de colorear una superficie. Bruno se contenta con 66 LA EDUCACION PSICOMOTRIZ COMO TERAPIA responderle con dos puntos... y vuelve al dialogo anterior, al que Bernard se presta de buen grado. Este se propone entonces utilizar otro material, la esponja himeda, que deja una huella en dos dimensiones sobre la pizarra. Pero Bruno parece temerle al agua. De pe- quefio le gustaba el agua, pero luego, durante un largo pe- riodo se nego a entrar en el bafio o la ducha. Bernard pone en el suelo un cubo de agua. Bruno se acerca, la toca prudentemente y se aleja mirando a Bernard. Este le dirige una sonrisa tranquilizado- ra, con lo que el nifio se enardece, acercandose al cubo, se agacha y contempla durante un buen rato la superficie. El encerado se halla ahora sobre el suelo, plano. Bernard lo limpia con la esponja himeda y hace una gran mancha con tiza verde. Bruno acepta ahora la esponja...y borra. Juega durante bastante tiempo con la esponja, familia- rizandose con la humedad y luego, esponténeamente, traza una raya y la borra luego. A su vez, Bernard traza otra raya... y en esta ocasiOn Bruno acepta hacer desaparecer la raya. Le ha costado mucho tiempo aceptar este acto sim- bdlico. Durante toda esta fase, el sonido y el grafismo, produ- cidos simultaneamente, han estado estrechamente asocia- dos. éSe puede intentar disociarlos para crear una transpo- sicién diferida: sonido — grafismo, o grafismo — sonido? Bernard /o va a probar proponiendo asociar la pandereta al encerado. El encerado permanece en el suelo. Bernard esta sen- TERAPIA PSICOMOTRIZ 67 tado al lado y Bruno, sentado un poco mas lejos, tiene en la mano una baqueta y delante una pandereta. Da 3 golpes espaciados regularmente. Bernard traza, golpeando, 3 rayas cortas. Bruno lo observa largamente. Bernard da un golpe, al que Bruno no responde, pero, tras un momento, da dos golpes... y espera lo que hara Ber- nard. Este responde y Bruno sonrie; ha comprendido y ese juego le divierte mucho. El dialogo prosigue, esperando cada vez el nifio que el terapeuta le devuelva su eco. Luego Bernard se acerca y ambos golpean conjunta- mente, simultaneamente, uno sobre el encerado y el otro sobre su pandereta, con mucho entusiasmo. En esta simultaneidad del gesto existe una comunicacién de acuerdo tdnico con el otro, como una sensacién de comu- nidn, que nosotros utilizamos a menudo como busqueda inicial de acuerdo en adultos. Se cambian los papeles. Bernard toma la pandereta y Bruno la tiza. Pero éste rechaza esta situaci6én y agita las manos en signo de oposicidn. Ese “‘batido de alas’’, que era tan frecuente al principio, denota siempre en él una situa- cién de rechazo por inseguridad. Hay que acudir pues de nuevo a la situaci6n inicial — Bernard en la pizarra y Bruno con la pandereta. En principio es Bruno el que ‘‘manda”’ y Bernard imita; pero Bernard opta ahora por tomar él la iniciativa. Bruno acepta responder, pero dilatando el tiempo de espera, con morosidad y una cierta mala gana, reproduciendo mas o menos las estructuras propuestas y sin prestar gran atencion al numero. Quizas la “‘distanciacién’’ ha sido demasiado precipita- da, o bien causas externas han venido a perturbar al nifio, el

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