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DEFINICIÓN
Las fracturas es una discontinuidad en los huesos, a consecuencia de golpes, fuerzas o tracciones
cuyas intensidades superen la elasticidad del hueso. Es el caso de algunas enfermedades orgánicas y
del debilitamiento óseo propio de la vejez. Si se aplica más presión sobre un hueso de la que puede
soportar, éste se parte o se rompe. Una ruptura de cualquier tamaño se denomina fractura y si el hueso
fracturado rompe la piel, se denomina fractura abierta (fractura compuesta).
La fractura por estrés o sobrecarga es una fisura delgada en el hueso que se desarrolla por la
aplicación prolongada o repetitiva de fuerza sobre el mismo.
CAUSAS
Accidentes automovilísticos
Golpe directo
Fuerzas repetitivas, como las que se presentan cuando una persona corre, pueden ocasionar
fracturas por estrés en los pies, los tobillos, la tibia o la cadera.
CLASIFICACIÓN
Existen varios tipos de fractura, que se pueden clasificar atendiendo a los siguientes factores: estado
de la piel, localización de la fractura en el propio hueso, trazo de la fractura, tipo de desviación de los
fragmentos y mecanismo de acción del agente traumático.
Según su localización
Los huesos largos se pueden dividir anatómicamente en tres partes principales: la diáfisis, las epífisis
y las metáfisis.
La diáfisis es la parte más extensa del hueso, que corresponde a su zona media.
Las epífisis son los dos extremos, más gruesos, en los que se encuentran las superficies articulares del
hueso. En ellas se insertan gran cantidad de ligamentos y tendones, que refuerzan la articulación.
Las metáfisis son unas pequeñas zonas rectangulares comprendidas entre las epífisis y la diáfisis.
Sobre ellas se encuentra el cartílago de crecimiento de los niños.
Así, las fracturas pueden ser, según su localización:
Oblicuas: la línea de fractura forma un ángulo mayor o menor de 90 grados con el eje
longitudinal del hueso.
En «ala de mariposa»: existen dos líneas de fractura oblicuas, que forman ángulo entre si y
delimitan un fragmento de forma triangular.
En «tallo verde»: el hueso está incurvado y en su parte convexa se observa una línea de
fractura que no llega a afectar todo el espesor del hueso.
Acabalgadas: uno de los fragmentos queda situado sobre el otro, con lo cual se produce un
acortamiento del hueso afectado.
CLASIFICACION AO
Es una clasificación integrada de las fracturas de huesos largos y se encarga de establecer su
gravedad, determinar la orientación terapéutica y el pronóstico, además de servir para la
investigación.
Nombra cada fractura asignando un elemento alfanumérico a cada una de sus características
(hueso en el que se localiza, segmento óseo, tipo de fractura, etc.)
Nombra cada fractura asignando un elemento alfanumérico a cada una de sus características (hueso en
el que se localiza, segmento óseo, tipo de fractura, etc.), de modo que cada lesión puede ser descrita
por un código que, en su forma más completa, está constituida por 5 caracteres.
1 = humero;
2 = cubito y radio;
3 = fémur;
4 = tibia y peroné.
Cada hueso largo tiene 3 segmentos óseos:
1 = segmento proximal;
2 = segmento medio o diafisario;
3 = segmento distal.
Exploración radiológica
En caso de dudas puede ser necesario el uso de otras proyecciones, radiografías en estrés o
recurrir a técnicas de imagen como TAC, ganmagrafías o tomografías. Pueden ser necesario
radiografías de los dos miembros para comparación, como ocurre en la infancia, solicitar
radiografías en ocasiones sucesivas.
DIAGNOSTICO Y PRONOSTICO
Los datos clínicos y radiográficos deben servir para diagnosticar la lesión y poder un
pronóstico. La siguiente tabla refleja los factores favorables y desfavorables que se pueden
encontrar.
Importante
No deben retirarse los fragmentos óseos en el área de urgencias, aunque por su aspecto
parezcan no viables.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
Lavado y desbridamiento
…SIQUIENTE DIAPO………..
Es preciso proceder al lavado, con o sin solución antibiótica (actúa como surfactante).
Algunos autores son partidarios de realizar un lavado pulsátil. Cada vez hay más
evidencia que apoya que el lavado a baja presión y gran volumen podría lesionar
menos los tejidos adyacentes con el mismo efecto. La adición de antibióticos a la
solución de lavado no ha demostrado ser eficaz.
Debe mantenerse una meticulosa hemostasia porque la pérdida de sangre ya puede ser
importante y porque la formación del coágulo puede contribuir al espacio muerto y a
la desvitalización de los tejidos.
Si preocupa la posibilidad de un síndrome compartimental, en especial en los
pacientes obnubilados o embotados, debe realizarse una fasciotomía.
Históricamente se recomendaba que las heridas traumáticas no debían cerrarse. Se
cerraba sólo la ampliación de la herida quirúrgica. Más recientemente, en la mayoría
de los centros se recomienda cerrar la herida tras desbridarla y colocar un sistema de
vacío (VAC, vacuumassisted closure), vigilando minuciosamente la aparición de
signos o síntomas de sepsis
Si la herida se deja abierta, debe vendarse con gasas estériles empapadas en suero
fisiológico, un vendaje sintético, un sistema VAC o un apósito con antibióticos. Es
preciso realizar uno o varios desbridamientos seriados cada 24 h a 48 h, según sea
necesario, hasta que no haya partes blandas ni hueso necróti-cos, seguido de un cierre
de la herida diferido primario o secundario
Cobertura de partes blandas e injerto óseo
Una vez comprobado que no hay zonas de necrosis, se procede a la cobertura de la herida.
El tipo de cobertura (cierre primario diferido, injerto cutáneo de espesor parcial, colgajos
musculares locales o libres) depende de la gravedad y de la localización de las lesiones de
partes blandas.
Podrá realizarse un injerto óseo cuando la herida esté limpia, cerrada y seca. El momento
para el injerto óseo después de implantar un colgajo libre es controvertido. Algunos autores
son partidarios de realizarlo al mismo tiempo que la cobertura; otros prefieren esperar hasta
que el colgajo haya cicatrizado (normalmente 6 semanas).
TRATAMIENTO DEFINITIVO
1. REDUCCIÓN
2. INMOVILIZACIÓN
3. TRATAMIENTO FUNCIONAL
Reducción cuando la fractura está desplazada debe ser perfecta y precoz, corrigiendo todas
las desviaciones; para ello requiere hacerse bajo anestesia que puede ser local, regional o
general, lo cual suprime el reflejo de la hipertonia, produciendo relajación muscular al colocar
las articulaciones en posición media; las maniobras de reducción que suelen ser de tracción y
contratracción deben ser suaves, potentes y continuas. La reducción puede ser abierta o
cerrada; una vez reducida la fractura, pasamos a:
Inmovilización que debe ser absoluta, adecuada, prolongada e ininterrumpida; en los casos
de reducción cerrada es a base de vendajes de tela, elásticos, elasticoadhesivos, yeso, acrílico,
férulas y tracción continua; en los casos de reducción abierta, la fractura se fija con un
material generalmente metálico, llamándose esto OSTEOSÍNTESIS; como materiales
tenemos: alambres, clavos, tornillos, placas, etc.
Tratamiento funcional debe ser precoz para prevenir la atrofia muscular, la osteoporosis y
las rigideces articulares y tenosinoviales; se hará a base de una movilización activa de todas
las articulaciones que no están inmovilizadas e inmediatamente después de la inmovilización;
se proscriben las movilizaciones pasivas y los masajes. La movilización se hará de un modo
repetido (por ej. 5 minutos cada hora); ningún ejercicio debe causar dolor.
Preparación
Triage
Revisión primaria (ABCDE) con la inmediata reanimación de pacientes con lesiones
que amenazan la vida
Anexos a la revisión primaria y reanimación
Consideración de la necesidad de traslado del paciente
Revisión secundaria (evaluación de la cabeza a los pies e historia del paciente)
Anexos a la revisión secundaria
Post-reanimación, monitoreo y reevaluación continua
Tratamiento definitivo
PREPARACIÓN
La preparación para la atención de pacientes traumatizados ocurre en dos situaciones clínicas
distintas: en el lugar del incidente y en el hospital. En el primero, durante la fase pre
hospitalaria, los eventos son coordinados con los médicos receptores en el hospital. En el
segundo, durante la fase hospitalaria, la preparación apunta a facilitar una reanimación
rápida.
Fase pre hospitalaria
La coordinación con los organismos y el personal pre hospitalario puede acelerar el
tratamiento en el lugar del incidente. El sistema pre hospitalario está idealmente diseñado
para notificar al hospital receptor antes que el paciente sea trasladado de la escena. Esto
permitirá la movilización de los miembros del equipo de trauma de tal manera que el personal
y los recursos estén presentes en el departamento de urgencias al momento de la llegada del
paciente.
Durante la fase pre hospitalaria, la atención enfatiza el mantenimiento de la vía aérea, el
control de sangrado externo y el shock, la inmovilización del paciente y su inmediato traslado
al centro más cercano, preferentemente un centro de trauma verificado.
Se enfatiza la obtención y presentación de información necesaria para realizar el triage en el
hospital, incluyendo el tiempo desde la lesión, los eventos relacionados con la lesión y la
historia clínica del paciente. El mecanismo de trauma puede sugerir el grado de lesión, así
como las lesiones específicas que deben ser evaluadas y tratadas en el paciente.
Fase hospitalaria
El área de urgencias debe disponer de un sitio especial para la atención de pacientes
traumatizados, en el cual se disponga de inmediato de los elementos y el personal necesarios para
su atención. Estos elementos son realmente cosas sencillas y se encuentran disponibles en
cualquier hospital: Elementos necesarios en un servicio de urgencias para la atención inicial del
trauma
MEDIDAS DE PROTECCIÓN
Todo paciente que ingrese a un servicio de urgencias debe ser considerado portador potencial de
enfermedades transmisibles y por tanto todo el personal debe observar las Medidas Universales
de Protección:
1. Uso de guantes, mascarilla (tapabocas), anteojos, polainas y ropa impermeable, para proteger
la piel y las mucosas de cualquier contacto con sangre o líquidos corporales.
2. Manejo cuidadoso de los elementos cortopunzantes (agujas, hojas de bisturí y otros elementos
cortantes). Las agujas no deben reenfundarse, doblarse ni desprenderse de las jeringas. Todos
estos elementos, una vez utilizados, deben depositarse en recipientes especialmente diseñados
para ese propósito.
3. Manejo adecuado de sangre, líquidos corporales y tejidos. Incluye no sólo el manejo de las
muestras en el área de urgencias, sino también su transporte y manipulación en el laboratorio.
4. Lavado inmediato de las manos y superficies corporales si se contaminaron con sangre u otros
fluidos corporales, antes y después del contacto con los pacientes y siempre después de retirarse
los guantes.
TRIAGE
El triage involucra la selección de pacientes basada en los recursos requeridos para el tratamiento
y los recursos disponibles. La secuencia de tratamiento está basada en las prioridades del ABC
(vía aérea con control de la columna cervical, respiración y circulación con control de la
hemorragia). Otros factores que pueden afectar el triage y la prioridad en la atención incluyen la
severidad de las lesiones, la probabilidad de sobrevida y los recursos disponibles.
Incidentes con múltiples víctimas
Los incidentes con múltiples víctimas son aquellos en donde el número de pacientes y la
severidad de sus lesiones no exceden la capacidad de brindar atención. En esta situación, los
pacientes con lesiones que amenazan la vida y aquellos con lesiones múltiples sistemas son
atendidos primero.
Eventos con saldo masivo de víctimas
En los eventos con saldo masivo de víctimas, el número de pacientes y la severidad de sus
lesiones exceden la capacidad del hospital y del personal. En estos casos los pacientes con la
mejor probabilidad de sobrevida, que requieran el menor tiempo posible de atención por el
personal, equipamiento y recursos son los atendidos primero.
REVISION PRIMARIA CON REANIMACION SIMULTANEA
Los pacientes son evaluados y sus prioridades de atención se establecen basadas en su lesión, los
signos vitales y el mecanismo del trauma. Las prioridades de tratamiento siguen un orden lógico
y secuencial basadas en la evaluación general del paciente. Los signos vitales del paciente deben
ser obtenidos en una forma rápida y eficiente. El manejo consiste en una revisión primaria rápida
con reanimación simultanea de las funciones vitales, una revisión secundaria detallada y el inicio
del tratamiento definitivo
Su objetivo es evaluar de una forma rápida y precisa las funciones vitales y de inmediato
proceder al tratamiento de cualquier lesión que amenace la vida.
B. Respiración y Ventilación.
Para el diagnóstico de compromiso de la vía aérea hay que tener en cuenta dos situaciones: los
pacientes que presentan obstrucción ya establecida, con la sintomatología correspondiente, y
aquellos que tienen el riesgo de desarrollarla. En ambas circunstancias debe procederse a la
corrección inmediata.
• Agitación.
• Alteración de la conciencia.
• Respiración ruidosa: estridor o ronquidos. Hacer al paciente una pregunta sencilla, por ejemplo
su nombre, permite evaluar el estado de conciencia, el esfuerzo respiratorio, la calidad de la voz y
la presencia de ruidos respiratorios anormales. En un paciente que habla claramente puede decirse
que la vía aérea no está comprometida.
• Trauma cervical.
• Trauma torácico.
Vía Aérea Definitiva: el establecimiento de una vía aérea definitiva consiste en colocar un tubo
dentro de la tráquea, inflar el balón para prevenir la aspiración de contenido gástrico, asegurarlo
debidamente y conectarlo a una fuente de oxígeno.
Existen tres formas de conseguirla y la escogencia de una u otra depende de cada situación
clínica particular:
3. Vía aérea quirúrgica: cuando no ha sido posible establecer una vía aérea por los métodos anteriores,
cuando existe un traumatismo facial extenso o sangrado orofaríngeo profuso, es necesario instaurar
una vía aérea por métodos quirúrgicos. Inicialmente puede practicarse punción con aguja de la
membrana cricotiroidea para administrar oxígeno, y posteriormente realizar cricotiroidotomía
quirúrgica. La traqueostomía es un procedimiento complejo, con alta incidencia de complicaciones;
por esta razón su empleo durante la fase inicial de manejo del paciente traumatizado ha sido
abandonado.
B. VENTILACIÓN
La permeabilidad de la vía aérea no asegura el adecuado suministro de oxígeno a los tejidos. También
es necesario que exista intercambio gaseoso normal, lo cual implica la integridad funcional del
aparato respiratorio.
DIAGNÓSTICO DE LA VENTILACIÓN Para evaluar la ventilación se debe exponer
completamente el tórax; inspeccionar la simetría de la caja torácica, la amplitud de movimientos de
ambos hemitórax, buscar heridas y distensión de las venas del cuello; palpar el tórax para identificar
fracturas, dolor, o enfisema subcutáneo, y el cuello para establecer la posición de la traquea; percutir
para evaluar la matidez o hiperresonancia del tórax; auscultar la calidad y simetría de los ruidos
respiratorios.
En esta fase el esfuerzo del médico debe dirigirse a excluir el diagnóstico de tres lesiones que ponen
en riesgo la vida del paciente traumatizado:
• Neumotórax a tensión.
• Neumotórax abierto.
MANEJO DE LA VENTILACIÓN
Entre las causas de muerte precoz del paciente traumatizado en el servicio de urgencias se destaca la
hemorragia, la cual puede responder al tratamiento. Debe suponerse que cualquier grado de
hipotensión en un paciente traumatizado es secundario a hemorragia, hasta que se demuestre lo
contrario. Asegurada la vía aérea y la ventilación, se procede con la evaluación del estado
hemodinámico.
DIAGNÓSTICO DE LA CIRCULACIÓN
La evaluación del estado circulatorio del paciente traumatizado se basa en cuatro elementos sencillos:
2. Color de la piel: después del trauma, una piel rosada, especialmente en la cara y las extremidades,
prácticamente excluye hipovolemia crítica. En contraste, una piel pálida, fría, sudorosa y de color
cenizo es signo inequívoco de hipovolemia severa.
3. Examen de las venas del cuello: la ingurgitación de las venas del cuello sugiere que el colapso
circulatorio se debe a taponamiento cardíaco o a neumotórax a tensión; por el contrario, unas venas
vacías indican hipovolemia.
4. Pulsos: se deben palpar los pulsos centrales (femorales y carotídeos) y establecer su amplitud,
ritmo y frecuencia. Unos pulsos amplios, regulares y de frecuencia normal indican volemia normal.
Por el contrario la disminución de la amplitud y el aumento de la frecuencia son signos de
hipovolemia.
MANEJO DE LA CIRCULACIÓN
El manejo del compromiso circulatorio del paciente traumatizado tiene dos componentes esenciales:
Restitución de la volemia: se deben canalizar al menos dos venas periféricas con catéteres plásticos
cortos y de grueso calibre (No. 14 ó 16 Fr). Se prefieren en general las venas de los miembros
superiores, evitando canalizar las venas que crucen los sitios lesionados. En caso de tener dificultades
para canalizar una vena por punción percutánea, se debe recurrir a la disección de las venas de los
miembros superiores o de la safena en la región premaleolar o inguinal. La safena debe evitarse en
pacientes con traumatismo abdominal penetrante en quienes pueda suponerse lesión de la vena cava
inferior. El cateterismo de las venas centrales, subclavias o yugulares internas, debe evitarse en el
paciente con trauma por el riesgo de agravar las lesiones existentes con las complicaciones propias de
este procedimiento. Una vez canalizadas las venas, se toman muestras para hemoclasificación y
pruebas cruzadas, estudios de laboratorio clínico y toxicológico y prueba de embarazo en las mujeres
en edad fértil. Inicialmente se infunden 2 litros de solución electrolítica balanceada (Lactato de Ringer
o Solución Salina Normal) y se observa la respuesta clínica: mejoría del estado de conciencia,
disminución de la frecuencia y mayor amplitud del pulso, mejoría de la coloración de la piel y del
gasto urinario. Si la respuesta es favorable se puede disminuir la infusión de líquidos; si es transitoria
o no existe, debe continuarse la administración de líquidos.
• Hemorragia externa.
• Tórax.
• Abdomen.
• Pelvis.
• Fracturas de huesos largos.
El control de la hemorragia externa debe hacerse por presión directa con la mano; el uso de
torniquetes causa isquemia y lesiona los tejidos; el empleo a ciegas de pinzas hemostáticas
usualmente es infructuoso, toma tiempo y puede agravar el daño existente en las estructuras
neurovasculares. El manejo de la hemorragia intratorácica e intraabdominal requiere cirugía
inmediata.
Sonda vesical: la colocación de sonda vesical tiene como objetivo principal facilitar la medición de la
diuresis, que es el mejor parámetro indicador de la volemia. En los hombres con trauma cerrado no
debe colocarse sonda uretral mientras no se haya inspeccionado el meato urinario en búsqueda de
sangre, examinado el periné para determinar la presencia de equimosis y practicado tacto rectal para
evaluar la ubicación normal de la próstata.
Sonda gástrica: la sonda nasogástrica se coloca para disminuir la distensión del estómago y el riesgo
de broncoaspiración. La presencia de equimosis periorbitaria debe alertar sobre la existencia de
fractura de la lámina cribosa y contraindica el paso de la sonda por la nariz pues hay riesgo de
introducirla en la cavidad craneana.
D. DAÑO NEUROLÓGICO
La Revisión Primaria termina con una rápida evaluación neurológica, cuyo objetivo es establecer el
estado de conciencia, el tamaño y la reacción de las pupilas. Debe comprobarse si el paciente está
alerta, si hay respuesta a estímulos verbales o solamente a estímulos dolorosos o si está inconsciente.
La calificación en la Escala de Coma de Glasgow se lleva a cabo durante la evaluación secundaria. La
alteración de la conciencia puede ser debida a hipoxia cerebral o ser consecuencia de traumatismo
craneoencefálico. Por esta razón, ante un paciente con cambios de conciencia deben reevaluarse
frecuentemente el estado de la vía aérea, la ventilación y el compromiso hemodinámico.
El paciente debe desvestirse completamente, cortando la ropa en caso necesario para facilitar su
evaluación completa. Una vez desnudo debe cubrirse con mantas secas y tibias para prevenir la
hipotermia. Lo ideal, y tal vez la mejor medida en la prevención de la hipotermia, es la administración
de las soluciones electrolíticas tibias (39°C). Para ello puede ultilizarse un horno microondas que
permita calentar los líquidos hasta alcanzar esta temperatura. La sangre y sus derivados no se deben
calentar por este sistema. REVISION SECUNDARIA Cuando está completa la Revisión Primaria,
iniciada la Resucitación y los parámetros del ABC se encuentran controlados, se comienza la Revisión
Secundaria.
ANAMNESIS
Durante la evaluación secundaria, todos los aspectos relacionados con los mecanismos del trauma, la
escena del accidente, el estado inicial, la evolución y los antecedentes se averiguan interrogando al
paciente, a sus familiares o al personal que prestó la atención prehospitalaria. En el registro de los
antecedentes deben incluirse las alergias, el empleo de medicamentos, las enfermedades sufridas con
anterioridad al trauma, la hora de la última comida y la ingestión de alcohol o el consumo de otras
substancias psicoactivas.
EXAMEN FÍSICO
La revisión secundaria incluye el examen completo y detallado del paciente, desde la cabeza hasta los
pies, por delante y por detrás, pasando por todos y cada uno de los segmentos corporales.
Escala de Coma de Glasgow: permite establecer una medida del estado de conciencia.
La respuesta a la luz se evalúa por la rapidez. Una respuesta lenta es anormal. Déficit motor
lateralizado: inicialmente se observa el movimiento espontáneo de las extremidades o en su defecto
ante un estímulo doloroso. Un movimiento retardado, disminuido o que requiere mayor estímulo se
considera anormal. El examen neurológico no sólo se practica inicialmente sino debe repetirse y
registrarse frecuentemente durante la evaluación inicial.
Columna cervical que incluya las siete vértebras cervicales y la primera torácica. Una radiografía
de columna cervical normal no excluye ninguna lesión y, por lo tanto, la inmovilización cervical debe
mantenerse hasta tener una valoración especializada del paciente. El médico de urgencias coloca
collares cervicales, no los retira.
Tórax: ante la evidencia de neumotórax a tensión, neumotórax abierto o tórax inestable, la prioridad
es lograr óptimo intercambio gaseoso mediante una adecuada expansión pulmonar. La radiografía se
realiza una vez que se haya completado este objetivo durante la resucitación.
Pelvis: es de gran ayuda para comprobar la existencia de lesión traumática de la pelvis en paciente
víctima de trauma cerrado, especialmente en aquellos casos que no es posible establecer el origen de
un estado hipovolémico o cuando el examen de la pelvis es equívoco.
ECOGRAFÍA ABDOMINAL
Es un método rápido, portátil, no invasor, poco costoso y fácil de repetir en la sala de urgencias. Por
estas razones su uso se ha extendido y ha llegado a sustituir en la práctica diaria al lavado peritoneal
diagnóstico.
Ningún estudio paraclínico reemplaza las etapas antes mencionadas y menos aún el buen juicio.
Implica todas las lesiones traumáticas que dañan los huesos, ligamentos, músculos, cartílagos,
estructuras vasculares, radiculares o meníngeas a cualquier nivel de la médula espinal.
Frecuentemente se asocia con politraumatismos, lesionando el cráneo, tórax, pelvis u otros huesos. En
algunos pacientes, especialmente aquellos con alteración del estado de conciencia, el diagnóstico
precoz es difícil, por lo que se debe tener en cuenta una alta sospecha clínica en estos casos.
Se abordarán inicialmente las terapias con mayor evidencia tanto del manejo prehospitalario como del
hospitalario. Y posteriormente, las terapias emergentes, relacionadas directamente con la
fisiopatología para comprender los mecanismos moleculares y biomecánicos de trauma, incluyendo
sus complicaciones. En este sentido, es necesario destacar que en el tratamiento médico, se distinguen
los agentes neuroprotectores y los neurorregenerativos. Los agentes neuroprotectores actúan en el
proceso de lesión secundaria disminuyendo el grado de daño nervioso. La terapia neurorregenerativa
permite el re-crecimiento neuronal a través de diversos mecanismos.
Prehospitalario El manejo debe iniciarse en la escena del accidente. Identificar rápidamente, todas
las condiciones que amenazan la vida del paciente, valorando el ABCDE del trauma. La prioridad
principal es la correcta y precoz inmovilización cervical con un collar semirrígido, que por anterior
mantenga una ventana libre, para permitir una vía aérea quirúrgica de emergencia en caso que sea
necesaria. Para la extricación se debe ser muy cuidadoso, y la movilización siempre debe ser en
bloque, en caso de vómitos se debe aspirar con sonda nasogástrica, no rotar el cuello. Otro punto
importante es el manejo temprano de la hipotensión y la hipoxia para prevenir el daño secundario.
En el amplio campo de la rehabilitación de los pacientes con padecimiento de un tipo de lesión a nivel
de la medula espinal o cualquier otro tipo de afección clínica que su cuadro de presentación,
que curse con un perdida de la movilidad voluntaria de dos miembros homólogos, existe una gran
variedad de formas de evaluarlo, para facilitar de esta forma el trabajo y la dispensarización de estos
pacientes.
En la mayor parte de nuestros servicios Integrales de Rehabilitación se lleva a cabo un proceso de
identificación y clasificación de los tipos de discapacidades o minusvalías presente en la población. A
pesar de ser los lesionados medulares un grupo de prevalencia no significativa, debemos tener estos
pacientes controlado para un mejor optimización del proceso de rehabilitación y prevención de otros
problemas de salud asociado a esta entidad, que pueden aparecer más tardíamente.
Entre las escalas más empleada está la llamada:
1. Escala Funcional topográfica de ASIA.
2. Escala Funcional Topográfica de Frenkel.
Descripción de la Escala de ASIA.
Es un instrumento destinado a la evolución de los lesionados medulares en dependencia del nivel de
integración de centro sacro de la micción y defecación. Su resultados se expresan en un nivel de
complejidad integradora de las funciones neurovegetativas a nivel del centro sacro y cono medular.
Es empleada con mayor frecuencia por el aporte de una información más completa del estado
funcional del paciente. Se subdivide en 5 aspectos o niveles
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA: