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Ante esta pandemia del COVID-19, la respuesta ha sido mandar a la población a

una cuarentena como mejor herramienta para combatirla; y es que durante mucho
tiempo atrás se viene utilizando la cuarentena como herramienta para prevenir la
posible propagación de enfermedades trasmisibles entre la población. Sin
embargo, es preciso considerar también si los beneficios que se obtendrían con
esta obligatoriedad en la cuarentena van a compensar el posible costo psicológico
durante este periodo. Durante el periodo en que las personas se encuentran en
cuarentena en su hogar, se pueden apreciar dos formas de reacciones de estas
personas, por un lado unas pueden sacar lo mejor de sí mismos y otro pueden
presentar estrés, agobio y otros desordenes psicológicos. El afrontamiento de esta
pandemia está poniendo a prueba nuestra capacidad de adaptación individual y
colectiva. Existe gran preocupación en cómo puede afectar esta situación en la
población infantil y adolecentes como bien se sabe si les afecta ya que este grupo
de edad son especialmente vulnerables porque se ve afectada su entorno en los
que viven y donde se desarrollan.se ven reflejadas estos niños y adolecentes
Ante una situación de estrés, pueden reaccionar de forma intensa o forma
diferente, como por ejemplo tristeza, enfado, miedo, así como también
problemas de sueño o de apetito, y es posible que la preocupación de los padres o
cuidadores afecte a su capacidad para reconocer señales de ansiedad de los
niños. Cuando los problemas descritos requieren intervención durante la
cuarentena los profesionales deben seguir las recomendaciones específicas para
la intervención telepsicologica.

Por tal motivo es necesaria la evaluación psicológica infantil y tener en cuenta la


calidad de los procedimientos y técnicas este proceso de evaluación es similar en
niños, adolescentes y adultos. Así mismo, es importante considerar que las
autoridades de salud tanto a nivel nacional como regional, deben de considerar a
equipos multidisciplinarios de salud mental incluidos psiquiatras, psicólogos
clínicos y otros trabajadores de salud mental para trabajar en su abordaje. Las
acciones preventivas que se han de implementar son la adecuada detección de
casos de riesgo mediante instrumentos fiables, la integración de la evaluación en
el contexto escolar, familiar y clínico, la coordinación entre padres, profesionales
de la psicología.

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