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Covet - Vivian Wood
Covet - Vivian Wood
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¡A disfrutar de la lectura!
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Argumento
Se suponía que sería una sola noche... una buena noche caliente,
sudorosa y de las que encogen los dedos de los pies. Conocer al Sr. Alto,
Moreno y Guapo en el bar, y llevarle a casa. Comprobado y comprobado.
Pero nunca había sido tomada de esa manera, poseída como... nunca.
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Noches tardías, largas horas y nosotros dos siendo forzados dentro de
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estrechos confines... El mismo sexo asombrosamente caliente y de gritar-
mi-nombre nos está llamando a los dos. Estamos lo suficientemente cerca
como para rasgar la ropa del otro, con los únicos “y-si” conteniéndonos.
Eran las 10:10. Liz estaba retrasada, como de costumbre. Cam miró
a su alrededor a la multitud de personas en la habitación y deseó que
estuviera en algún lugar.
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que Cam llamara a Liz.
Uno de los chicos se movió. Cam tuvo que mirar dos veces cuando vio
al hombre que tomó su lugar.
Maldita sea.
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puro músculo. Vestido con una chaqueta de cuero negro y pantalones
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vaqueros negros. Cabello oscuro, ojos azul oscuro, tatuajes arriba y abajo
de sus brazos. El estilo de su corte de pelo era Peaky Blinders, largo en la
parte superior peinado hacia atrás y afeitado en los lados.
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su alrededor. Pagó las bebidas y se giró hacia Cam con la bebida colgando
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de sus dedos.
—Así que… —dijo ella, reclamando su mano—. ¿Estás aquí para ver
a la banda?
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Ella no sabía que decir, así que en lugar de eso llenó el silencio con
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tomar otro gran trago de su bebida. A la velocidad a la que iba, se pondría
borracha antes de darse cuenta.
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antes de comenzar algo nuevo. Trabajó duro, y se merecía cada pedazo de
él.
Por otra parte, no estaba diciendo mucho. Tal vez su truco era ser
guapo y misterioso, entonces. Sin duda, estaba acostumbrado a que las
chicas se pusieran nerviosas a su lado, mirándolo con los ojos muy abiertos
como había hecho.
Tal vez era hora de que ella tomara el control, de hacer sus
movimientos con él. Tenía un vago deseo de borrar la sonrisa de su rostro.
¿Quién iba a decir que no podía hacer eso con su boca?
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pudiera dudar o retirarse, alargó la mano y agarró la solapa de su chaqueta.
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Se mordió el labio, tratando de no sonreír. Lo miró bajo sus pestañas.
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Algo sobre él gritaba LLEVAME A CASA. Era un perfecto extraño, pero sintió
de alguna manera que podía confiar en él.
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Ella saltó por la media docena de pasos hacia su apartamento, con la
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intención de que sus manos no temblaran mientras abría la puerta. Sintió
sus ojos por todo su cuerpo cuando abrió la puerta.
—Puedo pensar en cosas que quiero más —dijo él, sonriendo mientras
extendía la mano para agarrarle la cintura. Se inclinó, buscando su boca.
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Cerró los ojos, oyendo su respiración cuando la vio así.
Abrió los ojos y lo miró, dándose cuenta de que sus ojos eran de color
azul oscuro. Él palmeó ambos pechos, pesándolos en sus manos.
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retorciéndose.
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Se retorció para quitarse el tanga, sin querer nada entre ella y su pene.
Volvió a la vida con ese pequeño dolor, empujando hacia atrás contra
cada empuje, gritando mientras trabajaba su pene dentro y fuera. Él gruñó
mientras empujaba, deslizando su mano alrededor y entre sus piernas.
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Su cuerpo se convulsionó mientras se corría, con la mente en blanco
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cuando fue superada por el placer, resbalando. Se puso rígido y se acercó
con un gemido que se clavó en ella.
¿No estaba acostumbrado a escapar de las chicas con las que se había
metido? Habría puesto los ojos en blanco si no fingiera estar dormida.
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Cerró los ojos, sonriendo. Esta noche fue divertida, si no fue nada
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más. Una buena manera de desahogarse antes de su nueva asignación.
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—¿Experiencia en contabilidad? Tomé como cuatro clases de
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contabilidad, después cambié de carrera —dijo con irritación.
—Sí, bueno. Me escogiste para este trabajo. Vas a tener que confiar
en mí un poco más si esperas que encuentre algo.
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financieros, así que no creen que vayas a encontrar nada.
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—Lo sé —dijo Cam, parándose en la calle delante de Calloway Plaza—
. Es un gran problema para mí, también. Mi primer trabajo real, incluso si
es poco convencional. Hay gato encerrado, sin embargo. Puedo sentirlo.
Estoy segura de que el dinero está siendo objeto de apropiación indebida.
—Cameron…
—Vale.
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Se echó a reír, un sonido débil. Sacudió la ansiedad acumulada en
sus brazos y piernas, una vieja costumbre de sus días de haber crecido en
el sistema de adopción.
Faltaban un par de minutos para las diez mientras subía hasta los
ascensores. Se bajó en la quinta planta y mantuvo la cabeza alta. Podía
hacer esto.
—Hola, soy Cameron Turner, ¿estoy aquí para ver a Stephanie? —dijo.
Casi se tropezó con el falso apellido que estaba usando para el trabajo.
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—Puede sentarse —dijo la rubia.
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—¿El señor Calloway? ¿En serio?
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—Sí, en serio. Vamos, voy ayudarte a establecerte —dijo Stephanie,
yendo a los ascensores—. Normalmente no pondríamos a un nuevo
empleado en una posición tan importante, pero tienes un currículum
realmente excelente. Además, el señor Calloway no puede estar
absolutamente sin un asistente ejecutivo.
Algo hizo clic en la cabeza de Cam mientras entraban en el ascensor.
Stephanie pulsó el botón correspondiente a la vigésimo primera planta, una
planta debajo de la más alta.
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La morena se puso de pie.
—¿Ya?
—¿Preferiría que el señor Calloway estuviera sin asistente, Lucy?
—No, señora.
—Sí, señora.
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—Aquí está tu escritorio —dijo, con el ceño fruncido—. Ahí está la
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oficina del señor Calloway. Mantiene su puerta cerrada cuando está en una
reunión o no quiere que le molesten. Aquí está el calendario en papel del
señor Calloway. Probablemente deberías tomarte unos minutos para
familiarizarte con su calendario online, también.
Cam sonrió, fingiendo que no darse cuenta del tono de la otra mujer.
—Sí, he trabajado con tres directores ejecutivos de alto nivel, así que
probablemente estemos bien.
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Lucy empezó a decir algo, pero en ese momento la puerta detrás de
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ellas se abrió.
Cam tuvo unos tres segundos para pasar el nombre en su mente antes
de que su propietario saliera de la oficina. Sólo se dio cuenta justo medio
segundo antes de que él estuviera en su rostro.
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Su boca se abrió con sorpresa.
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—Hola… —dijo él, y luego se detuvo. La miró, viendo su vestido negro
de negocios. Vio el momento del reconocimiento, entonces vio como lo pasó
por alto—. Eh... ¿cuál era tu nombre?
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Él frunció el ceño.
—¿Por qué?
—¿Y qué? Puedes tener este trabajo y trabajar para otra persona —
dijo. Ese acento británico era tan suave, que le dio escalofríos.
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noche contra ella, ¿verdad?
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—Una semana —dijo al fin—. Estarás aquí cuando esté yo, ¿no?
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Capítulo Tres
Maldición, pero Smith estaba en problemas.
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Era sólo que... desde que accedió a dejar el ejército hacia un año y
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unirse al negocio familiar, había estado caminando en una línea fina. El
mundo de privilegios en el que había crecido, de yates y escuelas privadas,
parecía tan lejos de en quien se había convertido durante su tiempo en el
ejército. Dar un paso atrás al papel del hijo pródigo era difícil.
Pero cuando llegó a la oficina esa mañana, y vio ese pelo de color rojo
brillante cuando se bajó del ascensor, no había estado excitado. Estaba
enfadado.
—Joder —dijo en voz alta—. ¿Cómo diablos se supone que debo hacer
frente a esto?
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en tamaño y había costado una cantidad ridícula. Se sentó en su silla, con
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los dedos presionando sus sienes.
—No sabía cómo te gusta —dijo, poniéndolo sobre la mesa—. Así que
traje un poco de crema y azúcar.
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Se dio la vuelta y salió de su oficina. Tuvo que apartar sus ojos para
no mirar fijamente su culo.
Suspiró y se levantó.
—Vámonos.
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—¿Nosotros?
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Su frente se elevó.
Ella se sonrojó.
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la exuberancia de su padre.
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—Estoy aquí.
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no ayudaba a las cosas. Siguió mirando por encima a Cameron, pensando
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en las cosas ilícitas de la otra noche, y luego forzando su mirada lejos.
—¿Sí?
—Adelante.
—Padre —dijo.
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—Sólo llamaba para ver cómo está haciéndolo la nueva asistente
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ejecutiva —dijo su padre—. Una hermosa pequeña cosa, ¿verdad?
Apretó sus dientes. Por supuesto que su padre tendría una opinión
sobre su asistente. Sus propias asistentes cambiaban cada pocos meses
porque no podía evitar dormir con ellas.
—No hay nada contra lo que resistirse —dijo. Nada ahora, de todos
modos.
Smith vaciló. A pesar de que venía por completo de donde no era, las
palabras de su padre tenían mérito. Podía dejar que su padre se ocupase de
Cameron. Nunca tendría que verla de nuevo.
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A pesar de que no puedo dejar de mirar su culo cuando se aleja, o
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pensar en lo que está justo por debajo de su falda, pensó.
Cam no estaba segura de qué decir ante eso. Debería ponerse roja y
balbucear acerca de cómo Smith nunca vería sus bragas, pero él ya lo había
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hecho. No estaba segura de lo lejos que podía ir con su mentira acerca de si
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se habían ido o no juntos a casa, así que se mordió la lengua y lo dejó pasar.
Su estómago había gruñido toda la tarde ese día, hasta que pudo
escaparse por un par de mordiscos rápidos para su comida. Smith Calloway
era un poco más que especial, eso seguro.
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El teléfono sonó en su escritorio, y contestó.
—¿Hola?
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—Vale. Diles que ahora subimos —dijo, cerrando su portátil.
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Cam asintió, apresurándose a salir para informar a la secretaria.
Cuando colgó, Smith estaba en la puerta, su expresión hosca.
Se aclaró la garganta.
—Sentaos, sentaos.
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—Disculpa a mi hijo —le dijo Spencer a Cam—. Por supuesto, siendo
su asistente ejecutiva, sin duda, conoces sobre su mal genio.
—Muy agradable. Ahora, ¿te importaría decirnos por qué nos has
llamado aquí?
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—Obviamente implicará algo de viajes —dijo Spencer—. De hecho,
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esperaba que os fuerais los dos mañana para la oficina en París. Supervisad
un poco, que sepan que todavía estamos prestándoles atención. Y ver las
vistas, por supuesto.
Sentía los ojos de Smith sobre ella, exigiéndole algo, pero no tenía idea
de qué podría ser. Spencer se echó atrás en su asiento y sonrió.
—Muy bien, eso es todo. Mejor que vayáis a casa y comencéis a hacer
a hacer las maletas.
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—Gracias —dijo ella de nuevo, levantándose y siguiendo a Smith.
—¿Y?
—Y yo, por mi parte, quiero que este viaje sea totalmente profesional.
—Está todo muy bien para que puedas correr por aquí con tus medias
—dijo, inmovilizándola con su mirada—. Sí, jodidamente las he visto, muy
bien hecho. Pero mi padre me acaba de poner a cargo de Europa, de lo cual
él no había hablado nunca antes. No le voy a decepcionar por estar
mirándote a ti en vez de trabajar.
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que trabajemos juntos —dijo Cameron, entrecerrando sus ojos—. ¡Fue una
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noche! Sólo una noche. Seguramente puedes olvidarla.
—¿Cómo crees exactamente que quiero que vaya? —dijo entre dientes.
Él frunció el ceño, y ella no dijo nada más. Cuando las puertas del
ascensor se abrieron, se bajó, pero él no lo hizo.
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—Nos vemos mañana —dijo.
Página
Él simplemente levantó una ceja y apretó el botón. Las puertas se
cerraron en su cara.
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camiseta azul oscura. Nadie dijo que tuviera que ir bien vestida, sin
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embargo.
El problema, en esencia, era que cada vez que ella abría la boca, no
dejaba de pensar en cómo sabría su piel, en cómo gritaría mientras la follara.
Ella podría estar preguntándole si quería un poco de café, pero su cerebro
estaba destellando imágenes de ella debajo de su cuerpo, de la forma en que
su fantástico culo se movía un poco mientras él la follaba por detrás.
Y por supuesto que ella tenía razón ayer cuando dijo que él quería que
se fuera porque estar cerca le pondría incómodo. Bueno, no exactamente
incómodo, pero pasaría cada momento reviviendo la forma precisa en que
ella lo había hecho correrse.
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Él la miró de arriba abajo mientras iba a preguntarle lo mismo a
Página
Cameron, pensando. No podía con buena conciencia despedir a Cameron,
pero eso no quería decir que no pudiera alejarla.
—No, señor.
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por un minuto.
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Cameron se dio cuenta cuando ella se sentó. Puso su libro a un lado
y frunció el ceño. Bien.
—¿Es eso cierto? —dijo, acercándose más—. Así que París no es nada
importante para ti.
Andrea sonrió.
Ella abrió la boca para responder, pero uno de los pilotos asomó su
cabeza por la puerta de la cocina.
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—Tengo que ir a conseguirle lo que necesita —dijo en tono de disculpa,
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y salió corriendo.
—Es sólo... es agradable ver que incluso a las personas hermosas les
dan calabazas de vez en cuando —dijo, volteando algunas páginas de su
guía.
Observó mientras ella iba a la cocina. Volvió unos minutos más tarde
con su bebida y un par de auriculares. Antes de que pudiera decir nada,
conectó sus auriculares en un iPod y cerró sus ojos.
Reclinó su asiento, dejando claro que ella no quería bromear más con
Smith.
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estar mirándola, ni siquiera debería estar notándola, pero no podía evitarlo.
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Su problema no era que se preguntara qué habría debajo de esa falda.
Su problema era que ya lo sabía. Sabía lo que vería si ella levantaba su
vestido, sabía cómo se sentía hundirse entre sus muslos de miel.
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copa. Un momento antes de que lo hiciera, sin embargo, Cameron entró por
Página
la puerta de la cocina y los baños. Se dirigió de nuevo a su asiento cuando
la turbulencia golpeó de nuevo.
—¡Mierda! —exclamó.
Antes de que pudiera decir o hacer algo, su boca estaba sobre la suya.
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Ella le dio un beso, su sabor como de canela dulce. Su lengua jugaba
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con la suya, burlándose. Él gimió y hundió ambas manos en su pelo, su
cuerpo endureciéndose.
Ella se sentó allí, sin mirarlo. Smith encontró eso más allá de
frustrante. Parecía que toda la cabina estaba llena de su tensión, y no había
escapatoria.
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limusina con ella.
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—¿Es nuestra? —preguntó ella, señalando a la limusina mientras
bajaba por las escaleras del avión.
Cameron miraba por la ventana, con los ojos abiertos. Él sabía que
era su primera vez en París, pero cualquier persona podía suponer por su
reacción que todo era nuevo para ella. Era casi entrañable de ver, tenía que
admitirlo.
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Cuando llegaron al hotel, Smith salió de la limusina y fue al edificio
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de ladrillo gris. El gran vestíbulo de mármol les esperaba, con su lámpara
de araña de lujo y muchos arreglos florales. Detrás de un escritorio de
mármol con elaborada decoración había dos hermosas mujeres parisinas,
listas para llevarlos a sus habitaciones.
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¿Dónde lo llevo?
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Four Seasons, por favor.
—Dos habitaciones, bajo el nombre de Calloway —dijo.
—Sí señor. Está justo en el pasillo del primer piso. Haré que uno de
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los botones les lleve.
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—Gracias. ¿Son éstas las llaves?
—Oui, monsieur5.
Se dio la vuelta y vio a Cameron tomando una foto con su móvil a una
escultura de bailarinas bailando. Él no tenía ninguna duda de que era
famosa, pero no tenía tiempo para el arte en este momento.
5
Sí, señor.
—Cameron, vamos —la reprendió—. Estamos al final del pasillo.
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Página
Capítulo Seis
Cam se quitó sus zapatos de tacón en su habitación. Habían estado
en París durante tres días, y no había visto ni uno de los lugares de interés.
No es que ella hubiera esperado relajarse y hacer turismo todo el tiempo,
pero había estado tan ocupada los últimos días que un descanso sería
bienvenido.
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enviada al extranjero, a lo que ella llamaba la ciudad más romántica de todos
Página
los tiempos. Su editora le había instado a gastar su tiempo en seducir a
Smith, porque decía que los mejores informantes eran los incautos.
Cam sospechaba que Spencer Calloway les había enviado aquí por la
misma razón, por lo que una pequeña parte de ella estaba contenta de que
ella y Smith hubieran estado demasiado ocupados como para pasar tiempo
juntos.
Recogió el collar de su mesita de noche, sosteniendo el medallón con
cuidado. La cadena había sido sustituida tres veces, por lo que el relicario
era la única pieza original que quedaba.
Ella presionó los lados lisos de oro del medallón, liberando el cierre y
abriéndolo con cuidado. Ya casi nunca abría el relicario, porque los dos
pequeños cuadros llenos en el interior estaban empezando a desvanecerse.
A Cam le dolía pensarlo, pero la joven en la foto podría ser más joven
que la propia Cam ahora.
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París.
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Tomó su bolso y su guía, planeando visitar el Arco del Triunfo y la
Torre Eiffel. Al menos si veía esas dos cosas, podía decir que su viaje no era
un desperdicio.
—¿Ah sí?
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Ella guardó silencio por un segundo, mientras pasaba junto a ella y
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desaparecía en su habitación. Cuando regresó, llevaba su chaqueta de
cuero.
—¿Lista? —preguntó.
—Sí —dijo, sonrojándose un poco ante sus pensamientos—. Dirige el
camino.
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Ella se rio y negó de nuevo.
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—Eres tan malo —dijo.
—¿Destinado?
—¿Pero?
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Él sonrió, pero era una sonrisa sin humor esta vez. Ella digirió esa
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información. Por primera vez, consideró quién era él como persona, aparte
de la empresa.
Ambos salieron, Cam maravillándose por el gran tamaño del Arco del
Triunfo. Era un arco de cemento gris, al menos de 46 metros de alto y casi
igual de ancho. Estaba cubierto de figuras elaboradas de los soldados que
celebraban las guerras revolucionarias y napoleónicas francesas, o eso decía
su guía.
—Sí.
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—Tenemos que ir a un museo esta noche, en lugar de a la Torre Eiffel
Página
—dijo.
—Estoy de acuerdo con lo que sugieras —dijo ella con una sonrisa.
Cam hizo ooh y aah durante otra media hora. Smith era perfectamente
paciente con ella, consiguiendo un taxi cuando estuvo lista para irse. Le dio
al conductor una larga serie de instrucciones, y luego asintió hacia ella.
—Eso es muy cierto —dijo él—. Mucho más que cualquier lugar en los
Estados Unidos, de todos modos.
Ella se echó hacia atrás, deslumbrada por todo. La torre era mucho
más alta de lo que se había imaginado, cada viga de acero decorada con
luces. Era precioso en realidad, todo lo que alguna vez esperó que fuera.
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Página
Se movieron más allá de ella, y Cam se dio cuenta de que había estado
conteniendo el aliento. Exhaló lentamente y vio que la ciudad se deslizaba
por la ventana del taxi.
Smith dijo algo en francés al conductor del taxi. El conductor los dejó
en frente de un restaurante llamado Le Rose, un café un poco pintoresco
con asientos en la terraza.
—Es muy bonito por fuera. ¿Deberíamos comer aquí fuera? —le
preguntó Smith a Cam.
—Claro —dijo.
—Parece un lugar donde hay que ir a pedir. ¿Qué tal si voy adentro y
nos consigo algunos aperitivos? Puedes quedarte aquí y sentarte.
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champán y dos copas—. ¡¡Ta-da!!
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—¡Bien! —dijo ella, inclinándose hacia delante para inspeccionar la
bandeja de comida mientras él abría la botella—. ¿Qué es todo esto?
—Oh, Dios mío —dijo entre mordiscos—. ¡Está tan bueno! El brie es
realmente cremoso.
Ella rio.
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Página
—¡Estás tratando de engordarme!
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A tu salud.
Él se rio.
—Ha sido muy difícil trabajar contigo esta semana —dijo ella, dando
otro mordisco a su barra de pan.
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que acercarnos más es una buena idea.
Página
Smith asintió lentamente.
Parecía triste.
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Él asintió. Ella sintió un momento de inspiración.
Página
—Oye. ¿Qué tal si sólo... empezamos de nuevo? —preguntó—. Como
si fuera la primera vez que nos vemos.
—¿Sí?
—Sí —dijo ella—. Aquí. Hola, soy Cam. Cameron. Soy originaria de
Massachusetts. Y me gusta el punk rock y trabajar para hacer mi
apartamento más habitable.
Él extendió su mano y tomó la suya. La fisión de energía se deslizó por
su piel, pero ella la ignoró.
Sonrió, su cabello oscuro cayendo sobre sus ojos. No iba quedarse con
la boca abierto por eso, sin embargo. Se levantó de un salto.
—¿Listo? —preguntó.
—Por supuesto.
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—¿Hacia dónde está la pirámide de cristal que veo cada vez que
Página
alguien menciona el Louvre?
Sabía que no debería estar haciendo esto, pero una parte de ella
susurró ¿Y qué? Sé mala por una vez en tu vida.
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Página
—Esa es una manera de decirlo.
Ella lo miró por un momento, de pie tan alto y guapo. Había dicho que
su padre la había escogido a ella, le había tendido una trampa. Ella no sería
la que le hiciera entrar en la trampa.
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Página
Capítulo Siete
Cuanto menos, Smith estaba en conflicto.
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molesto consigo mismo.
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Él y Cameron acababan de volver de París por la mañana. Después de
haber zanjado el resto de sus negocios allí el día después de visitar el Louvre,
gratamente se habían separado en la pista después de un viaje en avión
relativamente tranquilo a casa, que es donde Smith se encontraba ahora de
mal humor solo en su estudio.
Las cosas entre ellos habían sido mucho más cordiales después de su
charla fuera de la cafetería, y el beso improvisado que le siguió. Smith había
estado sorprendido al encontrar que, dejando las interacciones sexuales a
un lado, más bien disfrutaba de la compañía de Cameron.
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Página
Los ojos de Smith se abrieron de golpe cuando fue golpeado con una
idea repentina. Se puso de pie, tomándose el resto del whisky del vaso
mientras se metía la mano en el bolsillo buscando su teléfono.
Jake estaba hablando en voz alta, para poder ser escuchado por
encima de lo que sonaba como música de club en el fondo, lo que Smith
tomó como una buena señal.
—Claro amigo. Ven al Ninth Circle. Acabo de llegar, y tengo que decir
que el lugar está lleno de coños calientes esta noche.
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de cuero donde la había tirado antes. Se la puso y se dirigió a las puertas
Página
del ascensor de su ático, dispuesto a hacer todo lo necesario para conseguir
sacar a Cameron de su cabeza, aunque sólo fuera por una noche.
****
Ella asintió, sus ojos viajando arriba y abajo por su cuerpo, dejando
poco a la imaginación sobre cuáles eran sus intenciones con él a su regreso.
72
apenas velado de atraparlo, y se apartó de ella sin decir nada mientras se
Página
abría camino hacia la barra en la parte delantera del club.
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¿Quería que fuera ella? ¿No había salido y se había emborrachado
Página
expresamente para poder olvidarse de ella, para empezar?
—¿Señor?
—Nunca te tomé por un tipo que mira con nostalgia a las mujeres
desde el otro lado de la barra —bromeó Jake mientras el camarero traía sus
bebidas, dejándolas en silencio y yendo a servir a otros clientes. Jake levantó
uno de los vasos, tomando un sorbo mientras miraba a la mujer a la que
había atrapado a Smith mirando—. ¿Tienes una cosa por las pelirrojas
ahora o algo?
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Cuando te dejé antes, tenías a una chica caliente envuelta a tu alrededor
Página
como una jodida pitón. ¿Se fue sin ti o qué?
Smith negó, con los ojos estudiando los granos de la barra de madera.
Pero cuanto más bebía, más oscuro parecía ser el estado de ánimo de
Smith. Borracho o sobrio, los pensamientos de Cameron continuaron
tirando de él, como si fuera una especie de masoquista que disfrutaba
torturándose a sí mismo con cosas que no podía tener.
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regla estúpida. ¿Y qué si la rompes?
Página
Smith ponderó el atractivo de esa posibilidad por un momento,
haciendo girar distraídamente su vaso vacío en la barra mientras imágenes
mentales del cuerpo desnudo de Cameron retorciéndose le asaltaron.
Y qué, de hecho.
Smith se deslizó fuera del Ninth Circle y hacia la calle, donde otra
gente ebria del club merodeaba, fumaba o simplemente hablaba. Sacó su
teléfono de nuevo, intentando llamar a un conductor de Uber, antes de
repentinamente cambiar de idea y meter ambas manos en los bolsillos de
su chaqueta mientras miraba alrededor, pensando.
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única vez que había estado allí. Podría fácilmente llegar a pie desde aquí...
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¿Y hacer qué? ¿Llamar a su puerta en mitad de la noche, borracho y
fuera de horas de trabajo? ¿Pedirle que le explique donde, exactamente, se
encontraban en su relación ahora?
¿O tal vez sólo necesita saber si Cameron pensaba tanto sobre follarlo
de nuevo, como él hacía con ella?
Pero, aun así, ya estoy aquí. ¿Qué hay de malo en sólo ver si todavía
está despierta?
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Smith nunca sabría con certeza qué lado del razonamiento hubiera
Página
ganado al final.
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había estado soltera, para empezar.
Página
Incluso si sólo se había liado con este tipo después de que él la conoció
por primera vez en el Circle Bar, ella había estado coqueteando con él fuera
de ese café, todavía le había devuelto el beso cuando la había besado en el
puente.
Infiernos, ella había sido la que lo había besado primero cuando había
caído sobre su regazo en el viaje en avión a París.
Smith sacudió su cabeza bruscamente, sacando su teléfono de nuevo
para que poder llamar a un Uber que le llevara a casa, esta vez de verdad.
Había acabado con cualquiera que fuera el juego que había estado
jugando con Cameron durante las últimas dos semanas. Jodidamente
acabado.
79
Página
Capítulo Ocho
Cameron cerró la puerta del archivador y salió de la sala de archivos,
girando la esquina para ir a su escritorio. Se sentó en su silla, considerando
lo que debía hacer a continuación. Giró su silla hacia el ventanal, mirando
hacia la ciudad.
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Cameron frunció el ceño. Sabía que The Daily News tenía múltiples
Página
fuentes investigando en la empresa, pero no tenía ni idea de quién eran esas
fuentes. Ni tenía idea de quién podía ser el responsable de la falta de dinero.
81
Página
Tamborileó con los dedos sobre su escritorio, sus pensamientos
cambiando a lo que debía hacer a continuación. Si no encontraba nada
específico en las siguientes dos carpetas, ¿qué haría entonces?
—¿Dónde está el resto? —dijo, mirando hacia arriba—. Esto son sólo
la mitad de los papeles.
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cabeza, horrorizada.
Página
Luego enderezó su espalda, mirando hacia la puerta cerrada de la
oficina. No tenía simplemente que preguntárselo. Él era el que había
arrastrado sus supuestos datos personales en la conversación. Tenía
derecho a hacer algunas preguntas, ¿verdad?
—No estoy enfadado por París, estoy enfadado porque pillé a tu novio
yendo a tu casa anoche. Puedes ver cómo podría estar enfadado, dado que
te estuve besando ni siquiera dos días antes de eso. Sin mencionar haberte
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follado hasta dejarte sin sentido hace sólo unas semanas —dijo, acechando
Página
hacia ella.
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Página
—No —dijo, con mayor firmeza.
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Smith le dio una palmada en su culo, duro.
Página
—No —advirtió.
Se dejó caer de rodillas mientras sus dedos ágiles deshacían sus ligas.
Tiró hacia abajo sus bragas y abrió bien sus muslos. Ella gritó cuando él
usó dos dedos para separar los labios de su vulva, después la lamió justo
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en el centro.
Página
—¡Joder! —gimió ella.
Metió sus dedos dentro y fuera y lamió su coño, mientras ella gritaba,
más y más fuerte.
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latía en su pecho.
Página
—Mierda —dijo, mirando su reloj—. Eso es Bangkok.
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Se sonrojó y se mordió el labio cuando tuvo que caminar por al lado
Página
de varias personas al salir del edificio. Lógicamente, sabía que no podían
saber lo que había estado haciendo, pero todavía se apresuró por pasar por
su lado.
—¿Hola? —respondió.
—¿Qué?
—Lo sé.
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lágrimas formándose en sus ojos.
Página
—Bueno, chica, si fuera tú, utilizaría cualquier tipo de influencia que
tengas para obtener alguna información. Chantaje, sexo... cualquier cosa.
—Cameron, puedes hacer esto —dijo Erika—. Hay una razón por la
que te defendí, en lugar de a las dos otras editoras femeninas que tenemos.
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Plaza, comenzó su vuelta a casa.
Página
Capítulo Nueve
Smith tamborileó sus dedos sobre la barra, mirando a la pareja junto
a él. Estaban besándose con pasión, realmente puestos en ello.
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decidirse a estar arrepentido. No cuando Cameron había estado gimiendo
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sobre su mesa, jadeando con la misma necesidad que él había sentido tan
fuertemente desde ese beso en París.
Smith nunca había hecho algo así antes. No sabía qué esperar, y eso
no iba bien con su inclinación por el control.
—¿Señor Calloway?
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delicada siendo una, nunca.
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Que es probablemente por lo que venía tan altamente recomendada.
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si lo prefiere —dijo Smith, optando por la misma brusquedad que ella usaba.
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Ella levantó una ceja delgada, intrigada.
Smith negó.
—No. Sé que tiene que ser una de esas personas —dijo, sacando una
lista del bolsillo de su chaqueta y entregándosela por encima de la mesa—.
Estas son las personas con acceso directo al dinero. Verá que estoy en la
lista, como mi padre, sólo para que pueda tener una idea de la estructura
de la empresa.
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y seguiré a partir de ahí.
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—Perfecto —dijo, saliendo de la mesa y poniéndose de pie mientras
ella también lo hacía, su reunión había acabado tan rápido como había
comenzado—. Espero que averigüe quién es rápidamente.
Smith salió del restaurante, mirando la hora de nuevo. Tan sólo había
pasado un cuarto de hora, lo que sólo contribuyó a reafirmar su
reconocimiento por la eficiencia de la investigadora privada.
No como su cita, per se. Más bien como una… invitada, o una
compañera conocida.
La verdad era que no había hablado con Cameron desde que ella se
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había escurrido fuera de su oficina ayer por la noche cuando habían sido
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interrumpidos por la llamada telefónica de Bangkok. Necesitaba verla,
aunque sólo fuera para calibrar por sí mismo su reacción a lo que había
sucedido. La mujer era tan callada como él cuando se trataba de... lo que
sea que esto fuera que estaba pasando entre ellos, y se sorprendió al
descubrir lo mucho que lo frustraba.
—Oye. Vístete. Ven conmigo a por unas bebidas en Haro en una hora
—dijo sin preámbulos, metiéndose en el amplio asiento trasero del coche.
—No hay cosas raras, lo prometo. —A menos que eso fuera lo que estás
esperando—. He quedado con mis amigos, por lo que habrá un montón de
gente interesante allí. Nunca se sabe, podrías hacer alguna una conexión
importante —reflexionó con facilidad, moviendo la perspectiva de una
promoción profesional frente a ella.
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Ella se quedó en silencio por un momento, pero se tragó el cebo como
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sabía que haría.
—Está bien —dijo Smith casualmente, sin querer sonar tan contento
como de repente se sentía—. Te veré allí.
Smith puso sus ojos en blanco, pero se volvió hacia la mesa de todos
modos. James estaba sonriendo como un idiota, mientras que Thomas y
Charlie se rieron a expensas de Smith. Les dejó reírse, imperturbable ante
su broma.
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trago de su bebida y dejando el vaso vacío de nuevo sobre la mesa.
Página
Miró hacia arriba, sintiendo todos sus ojos todavía sobre él, mirándolo
con curiosidad. Smith puso sus ojos en blanco otra vez, cediendo a sus
preguntas tácitas con un suspiro.
Smith señaló al camarero por otra bebida mientras los otros tres
hombres de la mesa compartían una mirada de complicidad entre sí.
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él les llamó la atención.
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O alguien, más bien.
Charlie sonrió.
—¿Por qué quisiera una chica como esa mirar dos veces en tu cara
fea, cuando hay opciones mucho más atractivas en esta mesa?
—Si, como yo —intervino Thomas, sus ojos también clavados en quien
fuera que se estuvieran comiendo con los ojos.
Él y sus amigos no eran los únicos cuya atención había ganado. Smith
vio que casi todas las cabezas de sexo masculino en su proximidad se
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volvieron hacia ella, como polillas atraídas por una llama irresistible. El
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darse cuenta hizo que Smith se sintiera al instante posesivo sobre ella. Tuvo
que luchar contra el impulso irracional de ponerse todo neandertal pisando
fuerte para poner su reclamo sobre ella con una demostración inadecuada
de afecto.
—Me temo que los dos estáis equivocados —dijo Smith sin darse la
vuelta, sus ojos sólo para Cameron.
—Hola —murmuró contra su piel, en voz tan baja que sólo ella pudo
oírlo—. Me alegro de que hayas decidido venir.
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rubor tiñó sus mejillas, Smith tuvo que reprimir su propio escalofrío de
emoción al recordar una vez más lo que había sucedido entre ellos la última
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vez que la vio.
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izquierda. Miró a James desde el otro lado de la mesa—. Se cree que es
mucho más ingenioso de lo que realmente es.
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—Uno no requiere de ingenio para anunciar estas verdades —bromeó
James, su mirada todavía sobre Cameron—. Sólo ojos.
Cameron se rio una vez más. Smith se limitó a negar con exasperación
hacia James, quien le dio a Smith una amplia sonrisa, sin complejos.
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—No te preocupes por Charlie, aquí —susurró Thomas con
complicidad a Cameron cuando se giró de nuevo hacia la mesa—. Acaba de
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decir eso porque está casado y no tiene nada más que esperar en su vida.
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así? —bromeó Charlie, metiéndose con avidez en el nuevo tema.
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A Smith le hubiera gustado estrangularlo por eso, pero Cameron sólo
se rio.
—Oh, estoy seguro de que lo era —dijo con timidez, tomando un sorbo
de su bebida mientras le daba a Smith una sonrisa burlona que hizo que
los otros tres hombres se rieran.
Smith puso sus ojos en blanco, pero en silencio estuvo satisfecho
porque Cameron parecía estar a gusto con sus amigos, pese a lo jodidamente
idiotas que eran.
Cada uno pasó a explicar sus reinos separados de trabajo, pero Smith
perdió el hilo de la conversación pronto después de eso, demasiado
preocupado en observar a Cameron como para seguirla.
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su cabeza atrás cuando se reía.
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Deseaba tanto tocarla en este momento. Fácilmente podía tocarla, su
mano oculta por el mantel mientras la deslizaba hacia su muslo hasta el
dobladillo de su vestido, y hasta más allá, sin que nadie lo supiera.
Smith podía sentir los ojos de los otros hombres sobre él cuando
finalmente apartó la vista de ella, y cometió el error lamentable de
encontrarse con la mirada de James desde el otro lado de la mesa. El
bastardo sólo sonrió con conocimiento hacia él, con las cejas levantadas.
Tal vez llevarla a conocerles fue una mala idea, pensó Smith
tardíamente, anulando la necesidad de moverse en su asiento, que de
repente era incómodo para él por el evidente escrutinio de James.
Lo que él tenía, o no tenía, con Cameron era tan nuevo y crudo, que
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ni siquiera sabía cómo tomarlo él mismo, por no hablar de otras personas.
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Y tampoco ayudaba que sus supuestos amigos fueran unos
desvergonzados de mierda con iniciativa.
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Hubo un momento de silencio de asombro entre los hombres de la
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mesa, incluido Smith, mientras Cameron terminaba su argumento de venta
falso mediante un fuerte trago de su bebida.
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—Desafortunadamente, estaré trabajando exclusivamente con
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Calloway Corp en el futuro próximo —dijo, dándole a James una sonrisa de
disculpa—. Pero si estás realmente interesado, estaría más que feliz de darte
la información de contacto de uno de mis compañeros consultores. Su
nombre es Dave, y estoy segura de que podría satisfacer tus necesidades
tan bien como yo.
Sí, no es probable.
En vista de que ahora era un momento tan bueno como cualquier otro
para hacer una salida, Smith hizo una demostración de mirar su reloj para
mirar la hora.
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Smith se apartó de la mesa y se puso de pie, ayudando a Cameron a
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salir de su propia silla.
Cameron se rio.
Por tanto, siendo el caballero que por lo general no era, Smith decidió
caballerosamente acompañarla con seguridad hasta allí.
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Smith negó, pero él se rio de todos modos.
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—Si los llamas a que jadeen tras de ti como escolares enamorados
agradable, entonces sí, supongo que lo son.
Cameron lo miró.
—¿Eso te molestó?
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Smith la miró en la oscuridad.
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—¿Qué quieres decir?
7
Servicio Aéreo Especial.
—En su mayor parte, sí —admitió Smith a regañadientes.
—Está bien. Fue hace mucho tiempo —dijo con una sonrisa triste.
—Aun así, es una mierda de todos modos —dijo ella, sus ojos serios
mientras le miraba.
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—Lo es —dijo, señalando de acuerdo—. Luché por superar su muerte
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por un largo tiempo. Pero mi padre... —Smith dejó escapar un gran suspiro
mientras cerraba sus ojos y negaba con su cabeza—. Mi padre pareció
saltarse el proceso de duelo por completo. Después de que ella se fue, era
casi como si nunca hubiera existido en primer lugar, al menos para él. Todo
lo que le importaba era usar su riqueza y poder para follar a cualquier mujer
que quisiera, la mayoría de ellas bajo su servicio personal, y lo odiaba por
eso.
Smith tomó un momento para controlar sus emociones. Estaba
sorprendido por lo mucho que estaba respirando. Hablar de esto no era algo
que hubiese hecho antes, y eso hizo que todo se sintiera tan crudo y podrido.
—Prometí que haría cualquier cosa para evitar llegar a ser como él —
dijo Smith con más calma de la que sentía. Finalmente abrió de nuevo sus
ojos para poder ver su rostro—. Pero entonces tú simplemente apareciste de
la nada y...
Cameron bajó la mirada hacia sus manos unidas, sin hablar durante
un largo momento.
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Esa ha sido la pregunta desde el primer momento, ¿verdad?
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—Lo que debería hacer es caminar lejos de ti en este momento, antes
de que las cosas se pongan más desordenadas de lo que ya están —dijo
Smith con veracidad.
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—He estado pensando en hacer esto desde el primer momento en que
te vi esta noche —murmuró Smith en su oído, sus labios rozando ligeros
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como una pluma contra su piel.
Smith tuvo que contener un gemido mientras ella se movía contra él,
sus cuerpos encajaban tan perfectamente, era como si hubieran sido
puestos en esta tierra con el único propósito de follarse.
Smith separó sus piernas con una de sus rodillas, sus labios
encontrando los suyos mientras la besaba, con fuerza. Sus manos
recorrieron su cuerpo, indeciso sobre dónde tocarla por primera vez
mientras las pasaba sobre el encaje de su vestido, antes de dejarlas en sus
tetas.
Smith se alejó lo suficiente como para poder mirar hacia abajo entre
ellos, admirando la vista.
Nunca se cansaría de verla así. Las jodidas medias eran una gran
debilidad para él, algo que sospechaba que ella sabía, pero ya no le importa
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nada en este punto. No si eso significaba que él era el único que llegaba a
Página
verlas.
Con ese objetivo final en mente, Smith redobló sus esfuerzos. Muy
pronto, el sonido de los jadeos de Cameron en su oreja se mantenía con el
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ritmo que él establecía para ella con la mano.
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—Oh, Dios —gimió mientras sus rodillas empezaban a temblar
ligeramente—. Oh Dios. Me voy a correr.
Smith levantó la vista hacia ella, sus cejas elevadas en pregunta, pero
ella se limitó a mover su cabeza, sin mirarlo a los ojos.
—Lo dudo mucho —se burló Smith, aunque no sentía nada el humor
en la situación. Su polla estaba tan dura, que temía que antes irrumpiría a
través de sus pantalones que ser contenida por ellos durante mucho más
tiempo.
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—No. Nuestros trabajos son importantes para los dos. No puedo poner
Página
en peligro el mío todavía más, y tú tampoco. Los dos necesitamos tiempo
para pensar en esto antes de que lo llevemos más lejos.
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Capítulo Once
Cam caminaba por un pasillo lateral en el décimo piso del edificio
Calloway, escuchando los pasos de otros. Estaba muy adentro del laberinto
del área de almacenamiento de archivos del edificio, entrando a hurtadillas
en las salas de archivos. Encontró esas salas hacía dos días, cuando estaba
en la sala de descanso.
Una de las secretarias discutió con otra sobre el lugar donde podrían
estar algunos papeles viejos. La primera secretaria había dicho que podían
encontrar la ubicación del archivo a través de la red informática, que cada
archivo estaba etiquetado con su ubicación real.
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referencia. Miró los números de las puertas, contándolos hasta que alcanzó
el treinta y dos.
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Se detuvo frente a la puerta, mirando en ambas direcciones antes de
intentar girar el pomo de la puerta. La puerta se abrió con facilidad, y entró
en la habitación.
Todo sin arrugas. Se dio cuenta de que tal vez esta sala estaba llena
de copias de documentos, que por tanto se verían como si no hubieran sido
tocadas. Fue al final del documento y vio que había sido firmado por Spencer
Calloway. Pasó los dedos por la firma, sintiendo la forma en que la pluma
había hundido el papel.
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Cerró el cajón y fue al siguiente gabinete al lado. Información
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Financiera - Smith Calloway, decía. Abrió el cajón más obvio, y sacó el fajo
de papeles más reciente.
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—Señorita Turner —dijo, sacudiéndose su impecable traje oscuro—.
¿Qué está haciendo aquí?
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Ella podría hacerle la misma pregunta.
—Yo…
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Su razón de ser en este piso era tan mala como cualquier cosa que
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Cam se podría haber inventado, pero ella se quedó en silencio. Smith esperó
hasta que estuvieron lo suficientemente lejos del oído de su padre antes de
decirle nada a Cameron.
—¿Y bien? —exigió—. Estoy en esta planta para una reunión. ¿Cuál
es tu excusa?
—Sólo estoy tratando de aprender más sobre el negocio —dijo
mientras iban hacia el final del pasillo—. No es muy diferente a lo que le
dijiste a tu padre.
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—Tengo otra reunión en el cuarto piso. ¿Te importaría ir en el
ascensor hasta allí primero, y luego subes al piso veintiuno?
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Ella sonrió, presionando el botón de la cuarta planta.
—Sin problema.
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Por otro lado, ya había estado mintiendo durante un mes. Si se
retiraba ahora, no tendría la primicia. Además, no tenía ni idea de si ella y
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Smith siquiera eran algo. Probablemente la tensión entre ellos se apagaría
y ella se quedaría sin nada.
—¿Vas a hacerlo?
—¿Qué?
—Sí —dijo.
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Ella frunció el ceño y tomó su mochila del asiento de atrás. Sacó un
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par de zapatillas de deporte, junto con una camiseta negra, leggins negros,
una sudadera con capucha de color rosa y calcetines. Él se había negado a
especificar lo que harían, aparte del hecho de que sería atlético y que les
proporcionarían el equipo.
—A menos que puedas pensar en algún otro lugar que esté entre aquí
y nuestro destino, que está a unos dieciséis kilómetros de distancia.
—¿Qué?
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—Hemos tenido que aprender a adaptarnos.
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Él se limitó a sonreír y siguió conduciendo. Ella metió todo en su
mochila y la dejó en el asiento trasero.
—¡Ey! Por fin llegasteis, ¿eh? —dijo mientras Cameron y Smith salían
de la camioneta.
—Hola —dijo Smith, chocando los puños con James—. ¿Está todo
listo?
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—Bien. Vamos a introducir a Cameron para el desafío de hoy —dijo,
guiñándole el ojo a Cameron.
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—Realmente necesito comenzar a hacer más preguntas —murmuró
mientras James los conducía hacia el grupo.
—No puedo creer que Smith consiguiera que hagas esto —dijo Charlie.
—No puedo creer que el señor Licenciado invitó a una chica —dijo
Thomas, negando.
—Bueno ... vamos a hacer una caminata —dijo Smith—. Aquí, ponte
esto.
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la misma mochila. No similar, la misma.
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¿Qué demonios pasaba?
—Supongo.
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tratando de recuperar su aliento. Smith le dio unas palmaditas en su
espalda, moviéndose alrededor de ella y yendo a hablar con Charlie.
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Se dio cuenta de que no había mirado realmente por el otro lado.
Literalmente no había ningún punto de estar aquí si ni siquiera admiraba
el paisaje. Se acercó a un lado y encontró que era una caída en picado,
bajando a un lago azul brillante.
Abrió la boca y dio varios pasos hacia atrás. Realmente nadie más
parecía demasiado preocupado por el hecho de que una fuerte brisa podía
tirarles por el precipicio.
Corrió hacia Smith, quien le pasó una botella de agua sin abrir.
—¡Estoy tan nerviosa! —Se rio ella, sonriendo a Smith—. ¿Has hecho
esto antes?
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—¿No sabías que esto era un grupo de salto? —Cam y Smith ambos
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la fulminaron con la mirada.
8
Salto BASE es un deporte extremo donde las personas se lanzan al vacío desde lugares
estáticos como edificios, puentes o acantilados, y eso es la diferencia que tiene con el
paracaidismo, aparte de la altura. Al tirarse desde lugares estáticos y no desde el cielo en
un avión, la distancia de caída es menor y por tanto el deporte es más peligroso.
—El salto BASE es una de las actividades de unión que hicimos en el
Servicio Aéreo Espacial —continuó—, y es una emoción increíble, casi la
mejor aparte de… —se detuvo.
—¿Salto BASE? Por supuesto que no. ¡No haré eso! El senderismo es
una cosa, ¿pero saltar desde un acantilado con nada más que esto? —Hizo
un gesto hacia su mochila—. ¡De ninguna manera!
Uno de los líderes del grupo había empezado a gritar las instrucciones.
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Smith la tomó de la mano.
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—Confía en mí, ¿por favor?
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Página
Capítulo Trece
Unos minutos más tarde, Cam estaba reconsiderando su confianza en
Smith. Trató de abrir la boca para gritarle esto, pero se dio cuenta de que
ya estaba abierta y lleno de un flujo incesante de oxígeno; la corriente de
aire mientras caía por el cielo estaba llenando sus pulmones sin ningún
esfuerzo por su parte.
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Cayeron chapoteando suavemente en el lago. Smith sacó el
Página
paracaídas y sonrió a Cam.
—¿Sin arrepentimientos?
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Capítulo Catorce
Smith miró a través del parabrisas a la carretera delante, que había
disminuido durante el viaje en coche de dos horas de una autopista de
cuatro carriles a una autopista de dos, hasta la carretera llena de baches
por donde conducían ahora. La finca de la familia estaba muy aislada en
comparación con su ático en la ciudad, escondido cerca de un pequeño
pueblo silencioso por el que acababan de pasar hacía cinco minutos.
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A decir verdad, no tenía ni idea. Se aclaró la garganta.
Página
—Definitivamente no.
¿Eso quiere decir para los dos juntos, o para los dos en individual?
pensó, frustrado, confundido y totalmente inseguro sobre qué hacer al
respecto.
Cinco días habían pasado desde la noche que habían salido a beber a
Haro. Y en el transcurso de esos cinco días, él y Cameron había continuado
pretendiendo como si nada hubiera pasado entre ellos, justo como antes.
La verdad era que Smith estaba ansioso por hablar de lo que estaba
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pasando entre ellos, pero no estaba seguro de cómo hacer para sacarle el
tema, o si ella siquiera estaba dispuesta a hablar de ello si de alguna manera
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se las arreglaba para abordarlo. Después de que ella lo dejó en la estacada
en el callejón el pasado sábado por la noche, Smith ya no sabía cómo ella
iba a reaccionar.
—¿Qué pasa?
Smith salió de sus reflexiones sobre ella, mientras miró al lado para
ver a Cameron mirándolo, con la frente fruncida por arrugas de
preocupación.
—¿Qué? —preguntó Smith, confundido por su pregunta.
—No lo hacía.
—Nunca he hecho una cara como esa en mi vida —se burló, negando.
—Estaba pensando acerca de lo mal que va a ser tener que pasar las
próximas cuarenta y ocho horas más o menos atrapados en la casa con mi
padre. —Smith cubrió sin problemas.
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esperándolo con ganas era una gran subestimación.
Página
—Oh —dijo Cameron, aparentemente apaciguada por su respuesta
mientras se relajaba en su asiento.
Sólo para sentarse de nuevo hacia delante tan pronto como llegaron a
la cima de una colina, y vio la totalidad de la finca Calloway extendiéndose
ante ellos por primera vez.
—No estoy tan segura de que lo haga, señor Cuchara de Plata —dijo
ella, poniendo sus ojos en blanco antes de girarse para mirar sorprendido
por la ventana—. Nunca he visto una casa tan grande en persona antes, y
mucho menos me he alojado en una.
—Bueno, es como estar en cualquier otra casa, sólo que mucho más
incómodo.
Miró a la casa mientras salía del coche. Era una vieja mansión de
estilo victoriano de ladrillo, con un tejado de dos aguas magnífico y ubicada
137
entre los árboles. Era de tres pisos de alto, con quince habitaciones. Arrugó
Página
la nariz brevemente, y luego fue al maletero para tomar sus bolsas.
Llevó las bolsas al porche, Cameron iba detrás de él con los ojos
abiertos. Él consideró la puerta principal tallada por un momento antes de
llegar y tocar el timbre.
La puerta se abrió. Smith miró. El hombre vestido de esmoquin detrás
de la puerta era desconocido para él, pero eso no era inusual con los
empleados de su padre.
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—Haré que lleven sus maletas a su habitación. ¿Necesita algo más,
Página
señor?
—Oh, eres tú, Smith. Ven. —Hizo un gesto a su hijo para que tomase
asiento. En su lugar, Smith se acercó a la mesa y cogió el teléfono de las
manos de su padre.
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—¿Irlanda? ¿Cuánto tiempo has estado planeando esto a mis
Página
espaldas?
Spencer suspiró.
Smith apretó sus puños hasta que sus uñas se clavaron en sus
palmas. Estaba a punto de reprender a su padre cuando un pequeño timbre
sonó, indicando que la cena sería en treinta minutos. Forzó una sonrisa.
—Otra vez será. ¡Oh! Hice que O'Donnell pusiera tu habitación justo
al otro lado de la de ella...
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Smith abandonó el estudio antes de que su padre pudiera decir nada
Página
más. Mientras se dirigía a su habitación, se topó con el ama de llaves, que
llevaba una bolsa larga de ropa a la habitación de Cameron. El ama de llaves
evitó su mirada mientras tocaba a la puerta de Cam.
¿Me pregunto si todos los criados aquí piensan que me follo a mis
empleadas como mi padre? Y malditos sean, no están equivocados.
Spencer sonrió.
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Uno entró con una jarra de plata de agua caliente, que vertió en cuencos
pequeños para limpiarse los dedos por persona. Otro camarero en silencio
Página
sirvió un Borgoña blanco frío, y otro sirvió la sopa desde una sopera
humeante.
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saborearlo mejor.
Página
—Dios mío —dijo alegremente—¡este vino es increíble!
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inescrutable, la sostuvo por un segundo demasiado largo, y luego salió en
un destello de seda verde.
Página
Smith se levantó sin decir una palabra a su padre y salió del comedor.
Decidió ir a la biblioteca por un tiempo. Leer. Tomar unas copas. Apenas
había tocado el vino en la cena.
****
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Página
Capítulo Quince
Mierda. ¿Qué demonios acababa de pillarla haciendo? Ella tiró de las
mantas, pero había visto suficiente para saber que había estado tocándose.
—Qué se supone que tengo que hacer contigo ahora, ¿eh? —dijo
Smith, viéndola tendida en la cama—. ¿Informar sobre ti a recursos
humanos?
Cam se quedó sin aliento, tirando más hacia arriba de las sábanas.
—¡Sal!
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—Juro que voy a gritar —amenazó con voz temblorosa.
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—Grita tanto como malditamente quieras —dijo, parando para
sacarse sus zapatos—. Somos los únicos alojados en este ala. Nadie te
escuchará aquí. Y, de todos modos, ¿por qué mentir? Te quiero tanto como
tú a mí. Estuve pensando en todo esto durante la cena.
Parecía vacilante, pero llevó las dos manos a tocar sus pechos,
rodando y pellizcando sus pezones. Él vio sus ojos cerrarse, mientras tiraba
de sus pezones, pellizcando con fuerza.
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apartamento, la forma en que había querido darle una palmada, atarla.
Página
No habría funcionado entonces, pero aquí... no eran desconocidos, y
tenían toda la noche. Tiempo de sobra para lo que desearan.
—Cariño…
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Fue a sus tetas. Se veían como orbes pálidos deliciosos y perfectos con
pezones de color rosa brillante. Él lamió una de las empinadas puntas,
Página
conteniendo un gemido con esfuerzo. Ella abrió la boca, retorciéndose.
Joder, sabía tan bien.
Se levantó, y luego se quitó la camisa. Ella lo miraba con los ojos muy
abiertos, viendo su musculatura. Se puso de pie, sacándose sus pantalones,
quedándose totalmente desnudo.
El hecho de que sus ojos se abrieron al verle así lo hizo sonreír, sólo
un poco.
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besaba más abajo.
Página
Él se movió un paso atrás mientras ella se deslizaba al suelo, con su
boca dejando un rastro caliente por su cuerpo. Besó la gruesa V del músculo
en sus caderas, luego agarró su polla y la movió experimentando.
Él apretó sus dientes y dejó escapar un silbido bajo. Ella hizo una
pausa, mirándole. Era perfecta de esa manera, un ángel pelirrojo hermoso
en sus rodillas.
Ella gimió, aumentando su ritmo. Dios, podía correrse sólo con esto.
Sólo que tenía algo que demostrarle. Él quería... no, necesitaba, darle el
mejor orgasmo de su puta vida. Mejor que el que habría tenido aquí en la
cama sola. Mejor que el que había tenido la primera vez que estuvieron
juntos, tan caliente como eso había sido.
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—Te lo dije, Cameron. Tu boca es increíble, casi demasiado buena.
Pero quiero más que eso esta noche.
Página
—Hablas mucho... —dijo ella, burlándose.
Ella sabía tan bien. Tenía que saborearla, sin embargo, ella apartó su
cabeza, forzando su cuerpo a seguirla.
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—Un segundo... —dijo, retirando. Agarró sus pantalones, buscando,
Página
y fue recompensado con una arruga delatora.
Su piel brillaba con una fina capa de sudor mientras se movía dentro
de ella, decidido a hacerla explotar. Pensó en sus uñas contra su espalda;
tal vez necesitaba el mismo empuje, un empujón sobre el borde.
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Envolvió una mano alrededor de la parte delantera de su cuello. Sus
Página
ojos se abrieron, pero ella no lo desanimó. Él apretó suavemente, sintiendo
el poder bruto de tener su vida en sus manos. Nunca se había sentido tan
dominante, tan vivo.
Era intoxicante.
152
Página
Capítulo Dieciséis
Cameron podía admitirlo: definitivamente, estaba escuchando a
escondidas. Se paró en el umbral del cuarto de baño al lado de la oficina de
Spencer, después de haber seguido silenciosamente a Spencer y a Smith por
la casa.
Ahora podía oír a Spencer hablando del negocio, aunque no era una
información muy útil. La mayor parte de eso era tan aburrido como para
ponerse a dormir.
—¿Qué te parece esa chica que trabaja para ti? ¿Cuál es su nombre?
—dijo Spencer.
153
—¿Te gusta?
Página
Hubo una larga pausa.
—¡Vete al cuerno!
—¡No! —dijo Smith—. No. Solo estoy feliz de tenerla como mi asistente
ejecutiva.
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Cam oyó el crujido del cuero.
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—Me voy a la cama —dijo Smith.
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mi culo por un tiempo. —Hizo una pausa—. Sí. Voy a renunciar
Página
públicamente, lo que bajará la cotización. Vamos a comprar un montón de
acciones en una compañía fantasma, venderlas rápidamente, y nos
retiraremos a Luxemburgo.
—Mi hijo se hará cargo de la empresa —dijo Spencer—. Deja que los
empleados se enfaden con él.
De repente, Spencer salió de su despacho y se dirigió al pasillo.
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Estoy de acuerdo, Cam respondió. Me estoy volviendo loca por decirle
a Smith.
Página
¿Qué? ¡No no no! ¡No le digas nada a Smith hasta que estemos listos
para publicar! Me respondió. ¡Trabaja en encontrar pruebas que lo
corroboren!
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papeleo que había mencionado a Stacey, lo que tenía que arreglar. Su
corazón latía al doble, pensando cómo Spencer podía ser tan descuidado
Página
sobre su robo a los fondos de la compañía.
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Página
Capítulo Diecisiete
Cameron se recostó en su asiento, observando a Smith a través de sus
pestañas mientras regresaban a la ciudad. Estaba en silencio, con los ojos
en el camino. Se suponía que estaba dormida, pero cuando regresaron a la
ciudad, las luces la habían despertado.
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—Pensé que podíamos quedarnos aquí esta noche —dijo, mirando
Página
hacia otro lado.
Frunció el ceño.
Podía ver la definición de sus brazos y pecho desde aquí, y era casi
demasiado para manejar. El ascensor resonó, las puertas se abrieron.
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Smith se movió alrededor de ella para llegar a la puerta primero,
Página
dejando caer las maletas en el suelo. Sacó las llaves del bolsillo y abrió.
—No es como si todos los días estuviera en un lugar como este —le
dijo—. No todo el mundo tiene este lujo.
161
preguntó cuándo habría sido la última vez que había dormido en ella.
Página
—Se parece a ti —le dijo entrando. Una estantería alta contenía
muchos libros con estilo, mientras que la pared a la izquierda tenía un
Renoir muy pequeño.
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—Definitivamente no —dijo, deslizando su mano en su cabello y
Página
bajándola para encontrarse con sus labios.
9
Michael Chabon es un escritor estadounidense de ascendencia judía. Su novela Las
asombrosas aventuras de Kavalier y Clay fue galardonada con el Premio Pulitzer en 2001
Ella balanceó sus caderas contra las suyas, deseando su toque allí.
Él tomó un aliento, mientras su mano se deslizaba entre sus cuerpos.
—No tan rápido —dijo él, retirando la cabeza—. Quiero que salgas de
mi regazo y te desnudes.
Cam empujó su diminuto tanga por sus piernas, dando un paso fuera
de ella. Se movió al borde de la cama, sentándose.
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Él sonrió. Tiró el pepino sobre la cama, sacando su camiseta por
Página
encima de su cabeza. Miró con aprecio su cuerpo desnudo, sus pezones a
alerta.
10
Un helado de hielo, no de crema. En otros países se llama paleta.
Se arrodilló entre sus rodillas, chupando el polo. Ella no pudo evitar
mirarlo fijamente, por la forma en que su boca y garganta funcionaban
mientras chupaba el helado.
—Es dulce —él dijo, con los ojos oscuros—. Pero no tan dulce como
tú.
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Su excitado cerebro la hizo sentarse y mirarle como un idiota.
Página
—¿No fui claro? —dijo.
165
húmeda que se deslizó parcialmente sin resistencia. Dios, la presión del
Página
pepino se sentía bien, como un consolador.
Él se retiró, besando su clítoris una vez más. No podía callar, así que
protestó suavemente. Smith no hizo una pausa, solo movió el pepino
nuevamente, lamiendo su clítoris.
Ella agarró las sábanas, sabiendo que se correría pronto. Sintió que
sus muslos temblaban cuando le dio un beso francés. Mientras movía la
lengua, él suavemente sacó el pepino de ella, y lo llevó a su culo.
Ella se sorprendió lo suficiente como para hacer un ruido, pero por
suerte esta vez no dejó de lamer. Aumentó la velocidad de su beso francés
mientras presionaba suavemente el pepino contra su entrada trasera.
Eso fue suficiente para Cam, sus ojos se pusieron en blanco mientras
se apretaba y sacudía. Se sentía extasiada, pero mientras iba a la deriva, él
se estaba preparando para más. Se despojó de sus vaqueros, su expresión
intensa.
166
Ambos gruñeron. Él envolvió su largo cabello rojo en su puño, se retiró
ligeramente, y luego martilló a casa.
Página
Cam gritó, el placer bordeando el dolor. Era tan grande, llenaba cada
centímetro de ella, tocando cada lugar secreto.
—¿Te gusta eso? —gruñó—. Quiero que te corras muy duro. Quiero
sentirte apretando alrededor de mi polla.
Gimió mientras golpeaba su punto G una y otra vez, sus empujes tan
rápidos como disparos. Todo dentro de su cuerpo se tensó.
167
Ella se echó a reír y asintió, luego se movió para tirar del edredón
Página
sobre su piel sudorosa. Él le dio un rápido beso, luego se levantó.
168
dijo—. Esto confirma que tiene que ser uno de los cinco mejores gerentes.
Ellos son los únicos con acceso para mover dinero de este modo.
Página
Ella guardó silencio, imaginando que sería mejor dejar que él lo
solucionara por sí mismo. Smith suspiró, cerrando el portátil y colocándola
sobre la mesita de noche.
Sus ojos brillaban de humor cuando se inclinó y tiró del edredón. Ella
tragó saliva.
169
Página
Capítulo Dieciocho
Cameron entró en la cafetería, mirando por encima del hombro para
ver si no la seguían. Nadie estaba en el estacionamiento, así que se quitó las
gafas de sol de gran tamaño y miró a su alrededor. Había unas cuantas
personas dispersas entre las mesas, y dos baristas aburridos detrás del
mostrador.
170
—Bueno... creo que tengo pruebas realmente condenatorias —dijo.
Página
—Eso es lo que dijiste cuando hablamos por teléfono antes.
Cam alcanzó su bolso y tocó los papeles que había robado del
escritorio de Spencer Calloway, pero dudó. Si los entregaba, era todo. El
periódico se encargaría de la historia, Smith se arruinaría, y Cam no se
quedaría para recoger las piezas.
—¿Estás bien?
171
considerando... bueno, lo malo que es.
Página
—Sí... —dijo Erika—. Es osado. Y apesta absolutamente a corrupción.
—¿¿Qué??
Cam estaba sorprendida. Se sentó allí con las manos en el regazo, sin
palabras.
—¿No les dijiste nada sobre mí? ¿Dónde creen que he estado? —
172
preguntó Cam.
Página
—Errr... Podría haberles dejado pensar que no viniste, y te despedí.
173
saliendo, incrédula. ¿Ya ni siquiera trabajaba para el periódico? Cerró los
puños.
Página
Eso la molestaba, pero por supuesto tenía sentido. Erika había
establecido un escenario en el que Cameron no podía retroceder en el último
momento; literalmente tenía que publicar, o se encontraría buscando un
nuevo trabajo.
Recorrió los doce bloques con la cabeza entre las nubes. Para cuando
giró en la esquina de su bloque, sus pies dolían de los tacones altos que
llevaba.
174
Se veía tan bien allí de pie, con su camiseta oscura y pantalones
Página
vaqueros. Levantó la bolsa de la compra, sacudiéndola para que las botellas
chocaran juntas y levantó una ceja interrogadora.
—Gracias.
175
—¿Qué? —preguntó Smith.
Página
—Yo... —ella empezó, luego se sonrojó—. Nada.
—No lo sabría.
Él sonrió.
—Puaj.
—Uh-huuuh.
176
—No. Todavía no se ha determinado. Lo que sigue es traer a contables
Página
externos, personas que no están conectadas a la empresa. Solo tengo que
conseguir el visto bueno de mi padre.
—Bueno, tal vez tenga cosas que no quiere que sepas —dijo,
encogiéndose de hombros y haciéndose la tonta.
—¿Cómo qué? Al viejo pueden gustarle los coches de carreras, los
yates y las mujeres, pero tiene toneladas de esas cosas. —Inclinó la cabeza—
. Una pregunta mejor es, ¿por qué estamos hablando de trabajo?
Cam lo tiró hacia abajo con ella, sabiendo muy bien que la burbuja
podría estallar en cualquier momento. Más pronto que tarde, Smith iba a
saber la verdad sobre ella y su padre.
177
Página
Capítulo Diecinueve
Cam se despertó a la mañana siguiente enredada en los brazos de
Smith. No era una mala manera de despertar. Consultó el teléfono. Mierda.
Eran las 10 y había accedido a reunirse con sus amigas para almorzar a las
11.
178
—Llama a mi chofer.
Página
—¿Para qué me deje en un almuerzo de chicas?
Cam sonrió.
179
rastro.
Página
Cam levantó las manos en señal de advertencia mientras se sentaba.
—Es solo un tipo con el que me enrollé. Pasó la noche conmigo, nos
dormimos, me trajo para que no llegara tarde. Solo eso.
—¿Dónde lo conociste?
180
—-¿Estaba conduciendo un Tesla?
Página
Cam gimió.
—¡No es posible que hayas visto qué tipo de traje llevaba! —Cam se
rió.
Liz cogió un puñado de patatas fritas del plato de Cam y las agitó
acusatoriamente contra ella.
—Podría haber llevado esto un poco más allá de un rollo, pero voy a
terminar pronto. No va a salir bien. En realidad, es imposible.
181
Cam refrenó las lágrimas.
Página
—Estoy escribiendo un artículo sobre su familia, él va a averiguarlo
pronto y me odiará cuando lo haga. —Miró a Liz—. En serio, va a odiarme.
—No lo creo, chica. Tengo la sensación de que estás atrapada con éste,
te guste o no. ¡Anímate y come tu hamburguesa!
Ella respondió:
182
Página
Capítulo Veinte
—¿Adónde vamos? —le preguntó Smith a Cameron por centésima vez,
levantando las cejas.
Miró hacia fuera por la ventana, protegiéndose los ojos del mortecino
sol. El terreno se había nivelado y el suelo se había vuelto arenoso. Subieron
una larga pendiente y pasaron largos tramos de matorrales.
Ella agitó juguetona esa brillante melena de pelo rojo. Llevaba un top
183
negro y un par de pantalones vaqueros cortos. Él la miró con lujuria. El sexo
estaba en su mente más a menudo que nunca en estos días, y Cameron
Página
estaba en el centro de sus fantasías.
Ambos salieron del coche. Ella se quitó los zapatos y le hizo un gesto
para que hiciera lo mismo.
184
Se arrodilló y se desató los zapatos, luego se los quitó. Metió los
Página
calcetines y los cordones dentro de sus zapatos. Cameron ya estaba
caminando por el corto sendero que conducía a la playa. Él la siguió.
—Sabes, crecí en esa ciudad por la que pasamos de camino hasta aquí
—dijo ella suavemente—. En una casa hogar.
—Oh. Lo siento.
185
detrás de ellos—. No creo que jamás se lo haya contado a nadie. Fue un
Página
momento mágico. No quería que los otros chicos de la casa se rieran de mí.
—Cuando estaba…
—Tú primero.
Cameron resopló.
—¡No, mierda!
Smith le sonrió.
186
—Creo que mi infancia fue mayormente solitaria. Mi madre murió
Página
cuando yo tenía diez años, como sabes. Mi padre estaba ocupado en los
Estados Unidos, dirigiendo la compañía. Así que fui criado en su mayoría
por niñeras, hasta que me llevaron al internado. Siempre sentí celos de los
niños cuyos padres les enviaban preciosos paquetes, o insistían para que
regresaran a sus casas para pasar las vacaciones.
Por otra parte, podría estar equivocado. ¿Qué pasa si estoy siendo
paranoico con todo esto? O tal vez estos son sólo... errores.
187
—¿Algo va mal? —preguntó.
Página
—No lo sé. Sí. Encontré algunas inexactitudes en las cuentas de la
empresa. Me estoy preguntando si estoy recibiendo toda la información
correcta.
188
Página
Capítulo Veintiuno
Cuando vuelvas de Tokio, nos reuniremos para discutir si vamos a
publicar contigo... o sin ti. No creo que a tu nuevo jefe le guste averiguar que
su asistente trabaja para The Daily News.
189
cenar por Smith.
Página
Se quedó mirando los coloridos letreros de neón, preguntándose que
decían. Todos estaban en japonés, así que era como tratar de leer griego
para Cam.
Ella sonrió. Estaba helada con tan solo la camiseta y las bragas, pero
se lo tomó a broma.
Él le mostró esos hoyuelos, los que ella pensaba que eran tan injustos.
Cuando Smith fue creado, le habían dado una porción extra de Increíble.
190
apoyándose en los codos.
Página
—No lo sé —dijo, apartando la cara—. Supongo... que estaba
pensando... si me hubieses dicho hace tres meses que estaría aquí ahora,
me habría reído.
—¿Aquí en Tokio?
—Bueno, no estoy segura —dijo. Ella tenía que andarse con pies de
plomo en esto; revelar demasiado delataría su juego, pero no decir lo
suficiente significaría que era una mentirosa—. Supongo... que me veía
siendo una mujer de carrera.
—¿Tú?
191
Él la evaluó con una mirada de consideración.
Página
—No tenía ni idea. Quiero decir, sé que mencionaste la casa de
acogida, pero no me había dado cuenta del alcance que tenía.
—Bueno, fui a terapia. Fui a la universidad. Hice todas las cosas que
se supone que debes hacer —dijo, sintiéndose incómoda.
—¿No?
—Lo sé. Solo... aprendí pronto en mi vida que debería luchar con
fuerza por lo que quiero. ¿Ese apartamento en el que vivo? Soy dueña de él.
Trabajé en dos empleos a tiempo completo, encontré el lugar más barato
192
que tuviera una buena estructura. Ahorré cada centavo para arreglarlo.
Página
Todo lo que hay es de segunda mano y usado.
Él frunció el ceño.
—¿Necesitas dinero?
193
—Eso no suena mal.
Página
—Era sencillo —dijo con un encogimiento de hombros—. Pero
aparentemente la vida tenía algo más guardado para mí.
Él sonrió.
Ella se rió.
194
—Puedo pensar en algo más que prefiero comer...
Página
Smith sonrió, luego se agachó bajo las sábanas, besando su cuerpo.
Cerró los ojos y se aferró a las sábanas, todos los pensamientos olvidados
por el momento.
Capítulo Veintidós
Smith se levantó temprano, tomándose un momento para empaparse
del horizonte de Tokio. Era justo antes del amanecer, lo cual significaba que
todo estaba todavía iluminado, toda la ciudad empapada en luz de neón.
Smith:
Con admiración,
195
Sir Charles DuPointer
Página
Smith dejó la carta a un lado y cogió el periódico, ojeando la portada.
Charles era un viejo amigo de la familia, de hecho había sido socio de
negocios de su abuelo. Un multimillonario con mucho tiempo libre, Charles
se había retirado en Tokio. Smith no había pensado en él en años, pero
parecía un momento tan bueno como cualquier otro para verlo de nuevo.
196
rodeaban todo el espacio, haciéndolo parecer incluso más grande de lo que
Página
era.
Tuvo un más que fugaz recuerdo del encuentro, pero seguía ahí.
197
sofás.
Página
Charles se sentó en un extremo de un sofá, así que Smith lo hizo en
el otro extremo. Charles tardó unos minutos en instalarse y poner el bastón
a un lado, pero a Smith no le importó.
—Tal vez.
198
—¿Supongo que el negocio está funcionando sin problemas?
Página
Smith vaciló.
11
En español en el original.
Smith asintió. Miró por la ventana hacia el tráfico matutino.
—¡Ah! Sí, ¿verdad? Pensé que la firma de bienes raíces estaba loca
cuando lo sugirieron en los años noventa. Pero tenían razón, la zona se ha
vuelto bastante elitista. Cerca de Akasaka, el distrito de negocios. Eso es
todo lo que me importa.
199
—Oh vamos. ¡Has viajado por todo el mundo! Vendiste tu negocio por
más de mil millones de dólares. Te retiraste aquí —dijo Smith, agitando la
Página
mano hacia la ventana.
—Podría pagar por tenerlos aquí, sí. Pero hay muy pocas personas que
se quedarían, no sin esperar una remuneración una vez que me vaya. No,
he vivido mi vida durante noventa y seis años, haciendo lo que quería. Ahora
desearía haber hecho tiempo para el amor.
Smith estaba sorprendido.
—¿Amor?
—Sí. Cuanto más viejo me hago, y soy bastante viejo, más me doy
cuenta de que el sol se levanta y se pone para los que están enamorados. Es
lo único que hace que la tierra siga girando.
—¡Ah! Sabía que habría alguien para ti. Eres mucho más sabio que yo
cuando tenía a tu edad —dijo Charles, palmeando el sofá—. Bien hecho.
200
—Es... no es una gran cosa —dijo.
Página
—¡Bueno, por supuesto que lo es! Escucha. Cuando yo era joven, más
joven que tú, había una chica que captó mi atención. Y yo la suya, creo.
Pero pensé, ¿qué pasa si aparece algo mejor? ¿Y si alguien que me atrae más
está a la vuelta de la esquina? Así que no aproveché la oportunidad y la
chica se casó con otro. Creo que si me hubiera dado cuenta entonces de que
todavía estaría vivito y coleando a los noventa y seis, me habría declarado,
en lugar de vivir arrepintiéndome.
—No, no. No hay nada que tú o cualquier otra persona pueda arreglar
—dijo Charles—. Solo me he cansado un poco.
—Solo piensa en lo que te dije —insistió Charles—. ¿Qué tal una taza
de té?
201
Página
Capítulo Veintitrés
Cam se sentía agradablemente llena mientras ella y Smith salían del
restaurante. El cielo estaba oscureciendo, las nubes estaban llenas de
lluvia, pero Cam no podía quejarse.
Después de todo, estaba caminando por las calles de Tokio con Smith.
Él parecía estar de buen humor, insistiendo en detenerse en cualquier
tienda que a ella le llamara la atención, comprando cualquier cosa que le
apeteciera y enviándola al hotel.
Sobre todo, tenía los ojos como platos, contemplando la colorida serie
de carteles que lo cubrían todo, declarando lo que vendían en japonés. Cam
no hablaba ni una sola palabra de japonés, pero hasta el momento sólo
había conocido a gente de aquí que hablaba inglés.
202
Ella lo miró, con su camisa oscura de marca, sus pantalones oscuros
Página
y su chaqueta de cuero negro. Le gustaba cómo se veía en conjunto. Ella
llevaba un corto vestido verde, pero su nueva chaqueta de cuero era oscura
como la de él.
—¿Especial?
—Sí. Hay una razón por la que vinimos a este lado de Tokio para
comer. Vamos.
203
Cuando Cam entró, todo a su alrededor pareció transformarse. Los
Página
rascacielos todavía los rodeaban, pero dentro de las paredes había un
exuberante jardín verde hecho en estilo tradicional japonés.
—¿Vamos?
204
pétalos de lilas y cerezos—. Deben hacer esto cada dos días para mantenerlo
Página
fresco.
205
familiar ola de anhelo se elevó, de querer a alguien que ella tenía… por
Página
ahora. Sin embargo, una vez que él la descubriera…
—¿Qué? ¿Dónde?
—Es una sorpresa —dijo, con esa sonrisa que hacía que sus rodillas
206
se sintieran débiles—. Vamos.
Página
Salieron del jardín y regresaron a las calles de Tokio. Cam estaba
silenciosa mientras Smith paraba un taxi, dándole vueltas y perdida en sus
pensamientos. Cuando llegaron, descendieron a una mugrienta zona
industrial. Todo era almacenes de cemento y montones de pallets rotos.
Un rock punk de aspecto extremo los pasó, con una cresta con un
estampado de leopardo púrpura y el rostro cubierto de piercings. Llevaba
unos ajustados pantalones de cuero rosa y una camiseta que decía The
Kinks12.
Mirando a los almacenes sin señalizar que los rodeaban, ella siguió al
chico punk a una puerta aparentemente al azar. El chico no parecía
sorprendido ni alarmado de que fueran a ir al mismo lugar, y cuando golpeó
la puerta, Cam descubrió por qué.
207
Entró, asombrada no sólo de la gente, sino del espacio. Era una
fábrica abandonada y limpia con un escenario construido en un extremo. A
Página
todas partes que miraba había algo que ver.
Una chica con el pelo largo de color malva, llevaba lo que parecía una
cinta de precaución sobre sus pechos. Un tipo en el escenario vestido como
un extra de la Matrix, giraba cadenas con fuego en los extremos. Una
persona andrógina y alta que llevaba una bata de laboratorio y ropa interior,
bailaba en la parte superior de la pila de pallets que parecía ser una barra.
12
The Kinks, Los pervertidos.
Los dos camareros no le prestaban ninguna atención al bailarín,
sirviendo bebidas encima de la pila de pallets que se desmoronaban,
moviendo la cabeza al ritmo de la música.
Vio que él tomaba la misma bebida que ella y sonrió. Abrió la boca
para decir algo, tal vez para decirle lo mucho que le gustaba, pero las luces
se apagaron.
La banda se lanzó a una canción en inglés, y algo hizo clic. Cam miró
a Smith.
208
—¿Esta es la banda de la primera noche que estuvimos juntos? —le
gritó al oído.
Página
—¡Sí! —le respondió.
La miró con una sonrisa y tiró de él hacia abajo para darle un beso, y
él la obedeció, saboreando el whisky.
Pero esos eran problemas para otra ocasión. Ahora, todo lo que
existía era este momento, este hombre.
209
Página
Capítulo Veinticuatro
Mientras Cameron aun dormía, Smith salió de la habitación del hotel.
Después del día que habían pasado juntos ayer, habían vuelto al hotel y
tuvieron una noche de sexo apasionado.
Una vez que hubiésemos terminado, dijo una pequeña voz en la parte
210
posterior de su cabeza.
Página
Sacudió su cabeza, reacio a pensar en ello. Frunció el ceño mientras
caminaba por la calle, la dirección de su destino en mente. Casi se pasó,
pero vio el número de la calle.
—Estoy aquí para ver al señor Liu —dijo él, inclinándose cerca del
intercomunicador.
211
—Hola señor Liu. Soy Smith Calloway —dijo Smith, devolviendo la
reverencia—. Gracias por atenderme.
Página
—Por supuesto. ¿Puede decirme qué es lo que le gustaría ver? —dijo
en un titubeante inglés.
No estaba tan seguro de que esto fuera cierto, pero era más fácil
ignorar ese pensamiento por el momento.
212
—Muy bien, Señor.
Página
El señor Liu recogió las bandejas y cuidadosamente las guardó. Luego
desapareció con el collar y la tarjeta de crédito. Cuando reapareció, tenía la
tarjeta, el recibo y el collar envuelto en una caja.
Era una linda fantasía, lo admitía. Él sobre una rodilla, ella llorando
y tratando de encontrar las palabras... En verdad no quería casarse, pero si
tenía que hacerlo, pensó que querría a alguien como ella. Alguien con quien
compartía gran química, mucha pasión y...
Bueno, podía ser honesto con ella. No bajó la guardia con nadie, pero
alrededor de ella encontró que sus paredes se derrumbaban.
213
—Solo a la vuelta de la esquina —dijo sentándose en la cama junto a
ella.
Página
—¿Sí? —dijo, mirándolo.
—¿Lo odias?
—S…sí…
214
excepto el collar y la sabana.
Página
Y la mirada en sus ojos... nadie jamás lo había mirado de esa manera.
—Sí. Definitivamente.
Ella sonrió.
215
El golpe llegó de nuevo, más insistente.
Página
—Muy bien, bien —dijo hacia la puerta principal.
Observó los platos con cubiertas plateadas. Abrió el primer plato, Pan
Con Tomate y Huevos 13, con una sonrisa. Gruesas rodajas de tostadas con
13 En español original.
mermelada de tomate y huevos escalfados hacían un interesante desayuno
Español.
Descubrió el otro plato, que resultó ser huevos Benedict y una tortilla
vegetariana. No era tan interesante, pero tenía pocas opciones en un hotel
japonés. Puso dos platos vacíos y dos rollos de cubiertos donde se sentarían.
—Te ves bien —dijo mientras ella miraba el festín que él había
presentado ante los dos.
216
—Es una tostada con mermelada de tomate y huevos —dijo, tirando
Página
de su silla para ella—. Es un tradicional desayuno español.
—¿Bueno?
217
—Era... complicada —dijo—. Cuando estaba feliz, era la luz más
Página
brillante del universo. Bueno, para mí de todos modos. Pero cuando estaba
triste...
—¿Qué? —preguntó.
—Su depresión fue algo que nunca pudo superar. Así que solo la
conocí cuando era joven.
—Aun así.
Ella cogió el tenedor otra vez, pero se limitó a empujar los últimos
trozos de su tortilla de un lado al otro. Él se dio cuenta de que también había
perdido el apetito. Se limpió la boca con su servilleta y la tiró sobre su plato.
218
—No es... no es nada que hayas hecho. Solo vámonos, ¿de acuerdo?
Página
Vaciló, y entonces asintió. Ambos se tomaron unos minutos para
recoger sus cosas. Sus maletas ya estaban empacadas, y las dejaron en la
habitación para que los botones las bajasen.
Ella no dijo nada, pero le recompensó con una sonrisa que le hizo
saber que las cosas estaban bien entre ellos. Se metieron en la limusina que
los esperaba abajo, Smith pasando un brazo alrededor de la cintura de
Cameron.
Ella sacó su teléfono móvil y llamó para asegurarse de que todos los
detalles estaban perfectamente arreglados para su vuelo.
219
—Como cualquiera lo tendría en su sano juicio —le aseguró él.
Página
Ella le dedicó una sonrisa satisfecha, entonces se acurrucó en su
pecho. No pudo evitar oler su cabello, esa combinación picante-dulce que
era exclusivamente suya.
—No lo estarías —dijo con firmeza—. Solo estarías con alguien menos
impresionante que yo.
Lindsay Wu.
220
Página
Capítulo Veinticinco
Al segundo que Cameron salió del avión desde Tokio y le dio a Smith
las buenas noches, recibió una llamada de Erika. Le hizo una mueca a su
teléfono móvil, pero respondió mientras se deslizaba en su Uber.
—Espero que sea bueno —dijo, tratando de sonar tan imperiosa como
Smith cuando respondía a las llamadas—. Estoy llegando después de un
vuelo de trece horas.
—¿Qué, ahora?
Cam se mordió el labio. Sabía que este momento estaba por llegar.
Demonios, lo había deseado durante más tiempo de lo que podía imaginar.
221
Solo ahora que estaba lo suficientemente cerca como para probarlo, tenía
que preocuparse por Smith.
Página
Smith, y el hecho de que estaba bastante segura de que estaba
enamorada de él...
Erika colgó, sin darle otra opción a Cameron que decirle al conductor
que cambiaría su destino. Cuando el coche giró para dirigirse hacia la
oficina y la llevó hacia su destino, se quedó sentada en el asiento trasero,
mirando por las ventanillas.
Excepto que entonces Erika le diría a Smith que Cam era una perra
traicionera, y él de todas maneras la dejaría. Sintió una oleada de emociones
comenzando a crecer en ella, y las empujó hacia abajo. Aun así, tuvo que
obligarse a salir del coche.
222
Se acomodó el cabello largo y rojo mientras bajaba del ascensor, de
repente contenta por sus medias y tacones. La hacían sentirse poderosa.
Página
Pasó a la secretaria en el mostrador de recepción y se dirigió
directamente a la sala donde se realizaba la junta. Las paredes de la sala de
redacción eran de vidrio, por lo que vio la junta editorial antes de que la
vieran.
223
Otro editor continuó, éste en un suéter oscuro. Parecía más amistoso.
Página
—No podemos seguir apoyándote a menos que aceptes sentarte con
un reportero —dijo—. Erika ha venido discutiendo con nosotros tu trabajo
para Calloway, que... bueno. No sería de nuestra elección. Tener un
reportero de trabajo encubierto en la empresa es arriesgado, por decir algo.
Erika miró a los editores. El más agradable de los dos hombres habló.
224
—Está bien —dijo él, suspirando—. Te llevaremos como reportera.
Página
Pero ahora tienes que entregar toda tu evidencia.
—Oh, ¿eso es todo? Exiges todo esto, ¿entonces dices que necesita
veinticuatro horas?
225
Cada uno de los escenarios a los que podía llegar lo tenía a él
maldiciéndola o a ella saliendo de su vida para siempre. Lo único en lo que
Página
podía pensar sería el dejar que el periódico publicara su historia sin que se
le adjuntara su nombre... pero eso significaría mentir indefinidamente a
Smith.
Dejó escapar un suspiro. Tenía que aclararlo con Smith. Sabía que
estaría furioso, incluso podría nunca volver a hablar con ella. Pero si
pensaba que estaba enamorada de él, le debía al menos eso.
Se levantó, inestable en sus pies, y miró a su alrededor buscando un
taxi.
226
Página
Capítulo Veintiséis
Smith se sentó en el bar. Ordenó un whisky, se quitó las gafas de sol
y las puso sobre la barra. Se suponía que debía reunirse en unos minutos
con Lindsay Wu para averiguar lo que había descubierto.
Tal vez le pediría que llevase ese vestido esta noche, cuando salieran
a cenar.
227
Su sonrisa fue efímera.
Página
—Preferiría simplemente hablar de negocios.
—¿Y?
—Parece que... —hizo una pausa—. Parece que su padre fue quien lo
hizo. Usó su ordenador personal para mover dinero de una cuenta a otra
dentro de la compañía. Utilizó una dirección de correo electrónico que es
trazable hasta él para ordenar las transacciones. Utilizó el mismo correo
electrónico para coordinar su encubrimiento, usando a alguien de Calloway
Corp, a quien él llama Stacey.
228
—No puede ser —dijo—. Eso no es posible.
Página
—Lo siento, señor Calloway. Y me temo que eso no es todo. Hay más.
—Mi madre está muerta, así que si está buscando a alguien más para
pintar con el mismo pincel, va a tener que buscar otro lugar —dijo,
apretando los dientes.
—¿Qué es esto?
229
—¿Qué mierda?
Página
—Aparentemente, la señora Parker fue asignada a presentarse como
secretaria y observar sus prácticas comerciales. Hay unos pocos correos
electrónicos registrando su historia y algunos comprobándola, pero no
pensé que valiera la pena imprimirlos.
Asintió.
Haciendo una pausa para echar algo de dinero sobre la barra, salió.
Tenía los puños apretados mientras caminaba por la concurrida calle,
ignorando su coche que le esperaba.
230
absoluto, eso estaba claro. Al parecer, ni siquiera sabía su verdadero
apellido. Cualquier sentimiento positivo que hubiera tenido por ella,
Página
especialmente desde que empezaron a dormir juntos, era falso.
Sin saber qué hacer, Smith caminó durante casi una hora. Necesitaba
lidiar con Cameron y con su padre, más pronto que tarde. Tendría que
despedir a los dos.
231
Página
Capítulo Veintisiete
Cameron lo tenía todo resuelto en su cabeza. Iba a explicar lo que
había sucedido a Smith, tan tranquila como fuera posible. Probablemente
gritaría, o al menos haría esa cosa de callado pero furioso, pero simplemente
lidiaría con lo que sea que le arrojara.
232
tarjeta emitió un molesto ruido de boing. Miró su tarjeta, y la pasó de nuevo.
Página
Boing.
Voy bajando.
Inhaló y exhaló lentamente, intentando enfocarse a sí misma.
Jugueteó con su vestido. Era súper corto, hecho por completo con encaje.
Había pasado toda una hora eligiéndolo, intentando lucir tan sexy y aun así
tan inocente como fuera posible.
233
—Bueno… —dijo, mordiendo su labio—. Hay algo de lo que quiero
hablarte.
Página
—¿En serio? ¿Tiene algo que ver con el hecho de que trabajas para el
Daily News? —preguntó, desafiándola.
—Yo…
—¿Quieres saber algo? —preguntó, sacudiendo su cabeza—. No puedo
creer que fuera tan estúpido. La noche que te vi entrando a tu apartamento
con un tipo…
—Smith, yo…
—Iba a decirte.
234
Dejó de caminar a unos metros de ella. La miró, con su rostro
Página
contorsionado de rabia.
—¿Y QUÉ?
235
matrimonio.
Página
Cerró la caja de golpe. Lo miró, insegura.
—¡Lo dices como si no tuviera toda una compañía que dirigir! Mañana,
vuelves al Daily News, pero yo regreso con todas las personas que confiaban
en mi padre, que lo admiraban. Debo de implorar perdón, ¡por algo que ni
siquiera hice!
—Smith…
—¿Sabes qué? Puede que sea un jefe exigente. Puede que necesitara
demasiado. Pero la única cosa que alguna vez te pedí fuera de la oficina fue
honestidad. —Hizo una mueca, yendo para poner su llave en el escáner. Los
elevadores se abrieron—. Aparentemente, esa única cosa fue demasiado.
Entró al elevador.
236
Él se cruzó de brazos, y las puertas del elevador se cerraron. La puerta
Página
principal se abrió tras Cameron, y se dio vuelta para ver a dos guardias de
seguridad yendo en su dirección.
—¡No! —aulló.
—Si tan solo puedo ver a Smith, hablar con él… —dijo.
—¡Déjenme ir!
Ella le mostró el dedo medio y corrió a su auto. Una vez dentro, dejó
que sus pobres emociones salieran, sollozando y golpeando el volante.
Abrió el paquete que el guardia le dio con los dedos temblorosos. Era
un aviso legal, terminando su posición en la Corporación Calloway.
237
Página
Capítulo Veintiocho
Al día siguiente en el trabajo, Smith era un completo desastre. No solo
su chica resultó ser una reportera, sino que su padre era quien estaba
jodiendo con las finanzas de la compañía. Y lo había hecho metiéndose con
las pensiones de los empleados, ni mucho menos.
Fue al trabajo tarde. Pasó al lado del puesto vacío de Cameron como
si nada hubiera pasado, pero sintió un golpe físico en las entrañas. Una vez
entró en su oficina, cerró la puerta y apoyó su espalda en esta.
Cerró sus ojos por un minuto, tratando de centrarse. Tenía cosas más
importantes por las que preocuparse que Cameron. Tendría que confrontar
a su padre sobre el dinero perdido hoy.
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cómo podría haberlo hecho ella. Parecía genuinamente preocupada por todo.
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Tal vez era solo una actuación, pero sí lo era, era una buena.
—Necesito que bajes al quinto piso ahora. Dile a Stephanie que dije
que debe hacerte compañía —dijo Smith—. No puedo decirte más, excepto
decir que no estás en problemas.
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Smith fue a la puerta de su padre, dudando. Se ajustó su corbata. Su
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padre giraba en su silla. Estaba sosteniendo el teléfono de su escritorio en
su oído. Alzó un dedo, haciéndole señas a Smith de que esperara.
—¿Qué?
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—¡No es sobre pagarle a la gente! —gritó—. Cameron, a quién
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seleccionaste solo para mí, trabaja para el Daily News. ¡Acabo de enterarme
de que harán una revelación sobre la Corporación Calloway!
—Estás bromeando.
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puedo retirar veinte mil al mes. ¿Puedes creerlo? ¡Yo!
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Smith entrecerró los ojos.
—Solo espera. Solo espera a que tengas mi edad. Te he visto con las
mujeres, eres un jodido incompetente. No podrías elegir a una mujer ni
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aunque tu vida dependiera de eso.
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Smith simplemente miró a su padre, enfurecido. El anciano le sonrió
con burla a Smith.
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Capítulo Veintinueve
Smith se sentó en su convertible clásico Mustang azul claro sin saber
dónde debía ir. Apoyó su cabeza contra el volante, totalmente agotado.
Los últimos días habían sido de mierda, por decir lo menos. Había
llamado a la policía para que arrastraran a su propio padre, pero cuando
llegaron... había abierto la puerta del despacho de su padre, solo para
descubrir que estaba vacío.
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rápidamente captaron la historia que el Daily News había escrito, y lo
convirtieron en un torbellino.
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Los reporteros habían aparecido a cada momento de tiempo de
inactividad en un sitio. Él estaba escapándose de la prensa, yendo de su
edificio al Escalade en un torbellino de gente gritando y destellos de las
cámaras. Las cosas llegaron hasta el punto en que tuvo que alojarse en un
hotel, en lugar de en su ático.
Smith colgó, sin saber qué sentir. La muerte de Charles era solo un
palo más en la pira funeraria que era su vida.
Salir del hotel sin que le vieran fue complicado, pero se las arregló
para hacerlo. Llamó a su servicio de coches y les pidió que llevaran su coche
a un bloque más allá de donde estaba, saltando dentro en el momento en
que vio su coche distintivo. Dejó caer el paquete en el asiento trasero.
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coche, su cabeza hacia abajo. Sin ideas, sin inspiración.
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Pensó en la última vez que estuvo tan lejos fuera de la ciudad, cuando
estuvo con Cameron. Habían ido a la playa, a su lugar privado. Consideró ir
allí; después de todo, él los había llevado la última vez. Recordaba a la
perfección cómo llegar.
Se bajó del coche y fue hacia la playa, mirando las olas. El agua era
fascinante. Se sentó cerca del lugar donde la marea chocaba contra la tierra,
protegiéndose los ojos del sol.
Abrió sus ojos, sacándose esa visión de delante. Las olas seguían
llegando, resplandecientes mientras el sol que las golpeaba.
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En algún lugar en el fondo, sabía que sus palabras eran ciertas. Pero
en el momento estaba tan enfadado que no importaba. Enfadado con ella,
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enfadado con su padre, incluso enfadado con Charles por poner ideas
fantasiosas en su cabeza.
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Cogió la carta, abriéndola.
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Smith,
Su nombre era Eloise. Guapa, ¿verdad? Ella hacía que las estrellas
brillasen más débilmente, así de hermosa era Eloise. Ojalá hubiera sabido
entonces que sentía amor, no algo efímero.
Nunca te conté el final de nuestra historia, porque soy algo así como un
cobarde. Mira, Eloise era tu abuela. Tu abuelo sabía que había dejado a
Eloise, y me la arrebató. ¡Hombre astuto!
No fue hasta que ella se fue, hasta que leí su esquela en el periódico,
que me atreví a ir a ver a tu abuelo de nuevo. Nos hicimos amigos, una vez
más, juntos por haber perdido a la única mujer que habíamos amado.
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No te digo esto para que me compadezcas. Me conoces, quiero mucho
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más que eso. No, quiero animarte a encontrar lo que no pude. Quiero que
encuentres el amor, y te aferres a él con todo lo que tienes.
Charles DuPointer
Smith dejó la carta a un lado y abrió la caja del anillo. Dentro había
un anillo de diamante brillante, engastado con zafiros que brillaban a cada
lado. Los zafiros eran del color exacto de los ojos de Cameron.
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Se preocupaba por ella. Infiernos, la amaba, si se permitía admitirlo.
Pero lo había traicionado, traicionado su confianza.
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¿Esa sensación solo desaparecería? ¿O Smith pasaría el resto de su
vida pensando en Cameron como la que se le escapó?
En los diez días desde que la historia había salido a la luz, parecía que
todo había sucedido a toda velocidad. Dimitió del The Daily News el día
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después de ser despedida de Calloway Corp, desvinculándose de las
apariencias sobre la historia por encima de las objeciones gritadas por
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Erika. Después dejó de responder a las llamadas del The Daily News por
completo.
—¡Cameron! Soy Russ, del The Boston Chronicle. Nos conocimos hace
un par de años, ¿cuándo los dos éramos internos? De todos modos, vi tu
trabajo en la historia de Calloway. ¡Un trabajo increíble! Si estás buscando
mudarte en algún momento pronto, llámame…
Dejó su número y colgó. Cam se movió para estar tendida boca abajo.
Parecía que se trataba de la única actividad para la que tenía la energía para
estos días.
Ella había hecho eso. Quizás no el fraude masivo, eso fue cosa de su
padre. Pero los enjambres de medios, eso era algo por lo que se sentía
responsable. Tuvo que cambiar de canal a otra cosa para no llorar.
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Había cometido un error tras otro con Smith. Había sido estúpida,
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pensando que su perdón era algo que podía ganarse.
Ahora, tumbada en su sofá sola, sabía que había sido más que
estúpida. Tan, tan estúpida. En realidad, solo había pensado en sí misma,
y esperó que él estuviera bien con eso, por alguna razón insondable.
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—Yo… traté de llamarte —dijo ella, sorprendida.
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—Lo sé —reconoció, agachando su cabeza—. Estaba enfadado. No
podía entender qué estaba ocurriendo, lo que… lo que había hecho mi padre,
así que dirigí toda mi ira contra ti.
—Te traicioné —dejó ir, después puso sus manos sobre su boca.
Comenzó a llorar, las lágrimas cayendo libres por su rostro.
—Vamos... ¿podemos entrar? —dijo, mirando por encima de su
hombro. Él no lo dijo, pero Cam pensó que estaba buscando los reporteros
que probablemente le seguían a todas partes.
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. No volverá a pasar. Siempre serás mi primera prioridad. Siempre.
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La miró con anhelo, sus ojos oscuros.
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Besó su ombligo, sus caderas, la parte más alta de su monte de Venus.
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Ella gritó ante eso, sacudiendo sus caderas, su coño empapado.
—¡Sí! ¡Sí! —le animó. Ella besó y chupó su cuello, a sabiendas de que
iba a dejarle marcas.
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Él se movió en su lugar. Ella sintió sus vaqueros raspar contra el
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interior de sus muslos. Le encantaba todo lo que Smith le estaba haciendo,
pero quería más.
—Cameron…
—¿Vas a follarme o no? —preguntó, rodando sobre su estómago y
poniéndose a cuatro patas.
—Cualquier cosa.
Ella puso sus dedos en sus labios, incapaz de hablar. Él abrió la caja
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del anillo, mostrando el anillo de diamantes deslumbrando dentro. Era una
gran piedra de corte esmeralda, con magníficos zafiros flanqueándolo por
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ambos lados.
—Sé que los dos hemos cometido errores. Pero quiero pasar mi vida
contigo. Quiero que resolvamos las cosas juntos. —Se detuvo y tomó un
gran aliento—. Cameron, te amo. ¿Te casarías conmigo?
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Ella sonrió y asintió, poniendo su mano en su pecho.
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—Mañana, haremos todas las cosas serias. Esta noche... jugamos.
—Oh, sí —afirmó.
Debido a que tenía razón... tenían todo el tiempo del mundo para
entender las cosas. Echando su cabeza hacia atrás, Cameron sonrió.
Fin
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Staff
Moderadoras
Traductoras
Leluli
Marisaruiz
Debysg
Kath1517
Lvic15
Neera
Correctoras
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Leluli
Página
Valquiria
Pily1
Neera
Lectura final
Laavic
Diseño
Daniela Herondale
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Acerca de la autora
Vivian es una escritora de romance erótico y la
autora de Alpha Guardians, Red Lodge Bears,
Werewolf's Harem, y Lousiana Shifters series.
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Vivian realmente disfruta su trabajo, y siempre está emocionada de ver
lo que está en la tienda a continuación para sus queridos personajes.
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