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AtlEMAC!ON Y fETlCH!SMO EH Cl
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GIUSEPPE BEDESCHI
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ALIENACION
Y FETICHIS-MO· EN
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E-L· PENSAMIENTO
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DE MARX-

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¡:...t¡c:..-· .. ~ ig;.-.11·~ ..-.. r- .-. r. r r r .
horenazlo11e e fellclsmo ncl pensléro ·di Marx
Dari, lalerza, 1972
Traducción: BENITO GOMEZ

·f' Casa edilrice Gius, Laterza & Figli. Oari, 1!JGO, 1972
<D De la edición en castellano, 1975

••Hn:s¡o coRA'ZON
Roble, 22. Madrid·20
ISBN: 84-7053-136·0
Depósito legal: M. 13.709·1975
Prinled in Spain. Impreso en España
Industrias FELMAR. Magnolias, 40. Madrid-29
Indica

Prefacio ................. . 7
..
. l. Alienación y objetividad en. la:·- .. Fenome-
.- nología del
'
. .
Espíritu", de Hegel ...........
.
'
. 11
11. El concepto de alienación en Feverbach
. y en los Escritos de Juvfnlud, de Marx ... 71
111. Alienación y fetichismo desde "La ideolo-
gía alemana" a "El capital" ........... . 131
' ! . 203
. Conclusión ................ .

Apéndice 1

Reificación y objelivida_tJ en "Historia y


consciencia de clase". ;de G. Lukacs .. . 223
1 . .
.: -~
Apóndiée 11 . . ¡- __...
Alienación. y felichismo:!·¿Qos teo~fas dis·
l" ..: ... .. .
tintas? . .. .. . .. . .. . .. . 257
PREFACIO'

• i

El presente trabajo consiste fundamentalmE;~~tG en


la recopilación y discusión de. una serie de text\·~ rela-
tivos al concepto de alienación en la Fenom: '·L;ogía
del espíritu de Hegel, de alienación y fetichisr-~o en
Marx y de reificación en la primer Lukács. Como f.l lec-
. tcir podrá darse. cuenta en seguida, la· elección ck tex-
tos no ha sido "neutra" en absoluto; se ha nec1o si-
guiendo criterios precisos y con el fin de desta•;ar al-
gunas líneas de desarrollo. El centro y núcleo esencial
de la investigación lo constituye el problema d ~ t:efinir
los orígenes, significado e implicaciones de las :eorías
marxianas de alienación y fetichismo. La forma p2rticu-
lar que ha cobrado el trabajo (por medio de ext·actos
se da· amplio lugar a los textos discutidos}. que quizá
pueda parecer dictada por excesiva precisión filotógica,
se ha elegido, por un lado, para reconstruir lo m..is fiel-
mente posible la génesis del concepto de alienación
en Marx y, por otro, para evitar -lás improvisacinn'3s de
tipo periodístico (que no sólo se encuentran en l:>s ar·
ticulos de Jos diarios} GOfl que a menudo se afrontan
los problemas de la "alienación". Este concepto. que
ha tenido mucho éxito a partir de la publicaciór. de Jos
Manuscritos de economía y filosofía de 1844 de Marx,
está comprometido ahora por el uso acrítico e incontro-
lado de gran parte de la publicistica. Además, e~ que
escribe tiene la convicción de que, a partir de Jos .:.ños
veinte, el concepto marxiano de alienación ha e> peri-
mentado un proceso de deformación progresiva ir:< uso
~n el ámbito del pensamiento filosófico y social má; ca-

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li ficado, con muy graves con~ocuencias para .el análisis


y la teorla de la sociedad. Creemos distinguir el -origen
de esa deformación en el célebre ensayo de Lukács
s·obre la Verdlngllchung, al que, por ello, dedicamos las
últimas páginas de este trabajo.
La inyestigación se articula en torno a los siguien-
tes puntos, que indicamos esquemática-mente para una
orientación 'más\nmediata del lector.
1. · El empleo, y significado del concepto de aliona-
ción:extrañamiento (EnUiusserung-Enlfremdung} en los
escritos de j~ventud _de Marx de 1843-1844.
2. La: teoría del "fetichismo de las mercanclas",
formulada por Marx en Contribución a la crítica de la
economía polítlca' y en El c~pi\~1.
· 3. Afinidad y)eHící~-s ~ntre la teorfa de juventud
de fa alienación·· y teoría del fetichismo (¿hay te orla
de la alienación en el_ pensamiento maduro de Marx?
1
¿IZ:s una teoría de 1a alienación el "fetichismo de las
• 1
mercancías'_'?). . _
En el curso del trabajo se han debido hacer am-
plias referencias a Hegel y a Feuerbach, sin las cuales,
evidentemente, el concepto marxiano de alienación que-
darla bastante ine-xplicado.- De _Hegel -el primer pen·
sador moderno que nos presenta una auténtica y pro-
pia teorla de la alienación, de la cual se sirve abundan-
temente en su representación dialéctica de la historia _
moderna- se examina casi exclusivamente la Fenomc-
nologfa del espíritu~ Por dos motivos: prime~o, porque
esa obra contiene la más amplia, coherente y profun-
da teorización· del, conceptó de alienación; segundo,
porque Marx la· con~cía bien (aunque no pudo conocer
los escritos de juventud de Hegel, donde ese concepto
juega con frecuencia un papel importante), y ejerció
una honda influencia sobre él, si bien "negativamente" r
por decirlo asf. Por cdnsiguiente, para discutir la acti·

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tucJ de Marx hocio el concepto hegeliano de alienación,
se debía hacer referencia a la Fenomenología.
Al profundizar en la relación Hegei-Feuerbach-Marx
en torno al concepto de alienación, me he valido· de
una interpretación del pensamiento de este último, quo
en .años recientes ha vuelto a plantear el problema de
la l:'ridad y ·organicidad de toda su obra, desde los es·
critos de juventud· a El capital. Esta interpretación, que
pone de manifiesto la importancia de los escritos meto·
dológicos de juventud de Marx. {en primer lugar, la
Critica .de. la filosofía hegeliana del derecho público)
para una adecuada comprensión de su método dialéc·
tico, no permite subsumir dentro del pensamiento mar·
xiano la dialéctica hegeliana tal como es, liberad.a tan'
sólo de la '"hipertrofia de su aspecto conservador" que
sofocaría su "aspecto revolucionario", según una céle-
bre afirmación d~ Engels. Por cuanto concierne .al pro-
blema afrontado en este libro. se ha tratado, en primer
lugar, de mostrar la profunda continuidad y la afinidad

-lógico-metodológica en Marx entre teoría de fuventud


de Entfremdung v teoría de la Yerdjnqlichung y_ del fe-
tichismo: en segun<;fo lugar, de descubrir lo que, en mi
opinión, discrimina auténtica y propiamente la teoría
hegeliana de alienación y la marxista: la distinción en-
_tre alienación y objetivación, y en tercer lugar, de de-
terminar las consecuencias que resultan de una insufi-
ciente ·comprensión del significado e impli~aciones de
tal distinción.

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~1."' c~~~~~c~, T. ~dJt:IÍViUAD EN LA "f-l:.i:~ .ü:I..¡Q.
LOGIA DEL ESPIRITU" DE HEGEL

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1. _E_n EIJ.ov~n H~ge_l, Lukacs observa que, a~ oor si,


las expresiones Entausserung (alienación) -y Enlfrem-
dung {extrañamiento) ya están presentes en el pensa·
miento filosórico-social alemán anterior a HegEL Son
. · ·srníplemenie.la trad_ucción alemana de la palabrc : iiena-
llon, que se utilizaba en la economía inglesa parn jesig-
nar la alienación de la mercancía. y en casi te• :..1s las
teoi-ias de derecho natural del contrato social p:.··:¡ de-
signar la pérdida de la libertad orjginarjí:l. la h\,1sfe-
rencia la alienación de ella en la sociedaG .3tJ.·c-.da me-
diante el· contrato. Lukács afirma ~osc:Jice::r-•ente,
la "alienación" ya está presente en~ en t:'Í :nntido
de que la posición del objeto es una alienaci.Jr. ·.1~1 su-
- jeto, y en el de que el objeto se cóncibiria cn:"o una
razón "alienada" (1). Lukács considera que taí. ~ ién en
un trabajo del joven~ Vom_lch als P.-:c'-::~' der
Phllosophic (1797). aparece este mismo problern·. aun-
que expresado, dice, con distinta terminología. fr 1· 3lling
llamaría "condicionar"! lo que Hegel llamaría n·,G.., tar-
de "alienación" (2). -....,

( 1 ) G. Lukács, El joven Hegel y los problemas de ca ~.1cladad


capitalista, Méjico. Ed. Grijalbo, 1963, p. 518. Par:a le> e-Y, signi·
licados de alienación en Fich!e, Lukács remite, respect·var :ente, a
Grundlagcn der gesamten Wisseschaftslehre, 1794 (We,~e, 1, pá-
gina 360). y a Darstellung desr Wissenschallslehre, 18C• (Werke,
IV, p. 73). _: .
- (2) El párrafo de Schelling a que alude Lukács, es e: siguien-
te: "Condicionar significa la acción por la cual al;¡o se :Os:;, cosa;
condicioncdo lo _que se ha hecho cosa. Lo ~ue a la Vt_': exP.Iica
que nada puede plantearse como cosa por sr misma¡ es c::·~ir, que
una cosa incondicionada es una contradicción. En efec:-:.,, lncon-

11
Desde luego, Lukács tiene razón cuando observa
que tanto en Fichte como en Schelling se trata de me-
ras experiencias terminológicas, de episodios que no
ejercen influencia alguna sobre los problemas funda-
mentales. de su sistema filosófico (3). No sólo es im-.
posible encontrar influencias de Fichte y de Schelling
en Hegel a propósito del concepto de alienación, sino
que Hegel está tan lejano de Schelling en este punto,
que en el célebre prólogo. a la Fenomenologí..a.. preci·
samente donde nos presenta !a primera teorización da
la Entfremdung, desarrolla una enérgica polémica con·
Ira él (4). De ese prólogo se debe partir para examinar
el papel y la ·estructura lpgica de la "alienación" en
la Fenomenología, obra en _la que, como dice Lukács,
ese concepto ya aparece a un nivel muy elevado de
generalización filos.óJjca · (5) .
..--·
Los términos de la de Hegel contra Ja·
cobi, Schleiermacher Scl1elling son conocidos: se
define a éstos coino "prole ?-q e, echando (una des·
precialiva mirada sobre la determinabilidad, "el boros"),
creen "estar en el centro y en lo profundo de la cues·
tión". ·En realidad, la suya, dice Hegel, es una "pro-
fundidad vacía", "una intensidad sin contenido que,
comportándose como la fuerza sin expansión, coinci-
de con la superficialidad". Según Hegel, en cambio,
hay gue buscar la fuerza del espíritu en su exterioriza-
cióo., y "su profundidad en la medida en que se arries-
gue a expandirse y perderse mientras se despliega a·

dlclonado es. lo que no se ha hecho cosa en atisoluto, que en abso-


luto puede hacerse cosa" (Werke, 1. p. 166). Para el ·problema de
IR alienación en Fichte y en Schelling el. también A. Massolo. LA
storl:~ della fllosolla come problema, Firenze, 1967, P.· 79 (y notas).
( 3) G. Lukács, o p. el!., p. 518.
(4) Y para la (elación. Hegei·Fichte. cr. N. Merker, Le origine
della loglca hegeliana, Milano, 1jj61, pp. 266·282. En la Dlllerenz,
Hegel dice que en la filosoffa lichliana "El Yo no lle¡ga a se~ de
por si objetivo", y _que el sujeto no logra alcanzar el objeto, la na·
tuwlez.a.
(5) G. Llikács, op. cit., p. 518.

12
sr mismo". En contra del irrecio:-.alisnw romántico, He-
gel reivindica como articulación eser:cic.l de lo absolu-
to el momento "de la medida y de ¡a ceterminación".
Mientras que el absoluto de Scheilinc es _"la_ repetición
de _lo idéntico carente de valo:es tor:nales", y, por
consiguiente. en él "asistimos a :a ::is0:ución de todo
lo que· está_ diferenciado y deteminado". "al precipit_ar
a estos valores en el a~ismo de ra vacuidad"; en cam-
bio, ~ reivir.::Jica "la riqueza que br::>ta de sí mis-
ma y de la auto-determinante cife:enc:a de las formas".
Esta polémica de Hegel c::>ni~a !os románticos es
demasiado célebre para ·que se insista ahora sobre
ella. El aspecto que queremos resaltar ~s más
bien la conce¡::¡ción de la sustancia qu~contra­
pone a los románticos. Escribe:~~ e?,
además, el se~. el cual es en verdad Sujeto o, lo que es
lo mism·o. es et ser que es en verdad real, pero sólo
en cuanto es el movimiento det ;¡onerse a sí misma,
o en cuanto q:..~e es la mediación del devenir-otro con-
sigo misma. Como sujeto es la ¡::.;:a y simple negati-
vidad y, precisarr.en:e por eso, es la escisión de lo
~le en dos partes. o ia dupEca.:;ór. que contrapone;
a su vez, ésta es la negación de ia ;:;:versidad indife-
rente y de su contraposición; lo verdadero es sola-
mente esta igualdad c;ue se res:at.::a e ic. reflexión en
el ser otro en s! mismo, y no Uiia u:1idad originaria
o una unidad inrr.edic.ta en cua:<tc :a:es" (6}.
En esta compleja caracteriza:::ié:<, r.egel rechaza la
concepción de (ja sus~pncia) corr.o üni::ad rígida e in-
móvil, gue no dé razón de los m~:t:::es da~os de la ex-
periencia A su vez ~rcoo;;e una c::::1ce::::ción fluida de
la sustancia. gi.!e deb<J escindirse en ;)roduc:os paJ-

(6) G. W. F. :--!cce!. Phl!nomenoloc:e .:es Geisles, Ham~urg.


Ed. llolfmeister. 19S2. E:ic;t:¡ casteitsna: F~:-:ome:-~o!::gta d11t npl-
rltu, Méjico, Ed. ;::. C. E.. 1935, ;;_:::¡. 15-1E. l:::·:a::-:s ,;.--:tre paréf1te-
sis las paginas c:e i:! e::! :ié~. ale'71a:-:~.

13
ticulares, o sea, que debe ser otro en sí misma. El mo-
. mento de la escisión permite a Hegel una articulación
de lo absoluto, en virtud de la cual se acoge un am-
plio contenido determinado, histórico-empírico, dentro
de lo absoluto mismo, y se concibe como expresión y .
producto de éste. El momento de la escisión. del ser
otro en sí mismo del espíritu. es precisamente el mo-
[ mento de su aljenacjóo (o extrañamiento). Efectiva-
mente, Hegel critica a Schelling porque éste concibe
la vida de Dios como "la intacta igualdad y unidad
consigo misma, que nunca está seriamente aplicada
a un ser-otro y al extrañarnier.to (Entfremdung)" (7} ..
Por ·consiguiente, la alienación es una tategór!a cen- .
tral de la dialéctica hegeliana: el momento de la esci-
sión, de la particularidad y de la determinación, del
[ ser-otro.
o·estacamos a continuación la primera y fundamen-
tal circunstancia: la alienación. como devenir·otro del
esplrúu. está constituida por la objelividad en genergj,
histórjca y empírica. En efeclo, Hegel dice que el sa-
crificio del espíritu "es la alienación (EnHiusserung),
en que el espíritu manifiesta su hacerse esplritu en la
forma de libre, accidental acontecer, intuyendo fuera
d~ él su puro Sí mismo como tiempo, y, de· la misma
manera, su ser como espacio" (8). En el espacio, la
alienación del espíritu es la naturaleza, en el tiempo
es la historia. Esta última presenta un "movimiento y
sucesión de espíritus, una galería de imágenes de las
que cada una (está) provista de toda la riqueza del
esplritu". La Fenomenología nos presenta precisamen-
te esa sucesión de esplritus, todo el conjunto· de la.
objetividad histórica, es decir, la sustan.cia,
.
en . la·
. que.

. (7) · lbld., p. 16 (20). Hegel añade: "y tampoco on. la supora~


ción de este Enllremduno".
(8) lbld., Q· 472 (563).

14
la autoconciencia debe "penetrar" y "digerir" su ri-
queza.
Aclarado este primer aspecto fundamental -'f. ai¡e-
nacjóo o extrañamiento lo constituye la objetiviof.~.· en
cuanto tal, ma:erial e histórica- surge otro aspecto
de la alienación hegelian_13. igualmente importante' el
de ser un momento necesariamente transitorio y, en
el fondo, aparente, porque está implícitamente d~sti­
nado a ser suprimido y superado. En la caracteriza.:ión
de la sustancia a que antes aludimos, el momentc de
la "escisión" {Trennung) o de la "duplicación" (Entz-
. welung), estó es,· el. momento del extrañamiento dsi ~s­
pfritu, se derihe efectivamente como "la negac;:i0n de
la diversidad indiferente y- de su ·contraposición". (en-
viene ahondar en este punto.
El_ movimiento del devenir-otro del Fsplrilu, de su
alienarse, lo define Hegel ·como el movimiento ~¿- la
mediación {9). Aludiendo a Schelling, dice _que "se
tiene un santo horror" de la mediación, ;Jera tal hoil or
-añade en seguida Hegel- sólo nace de la ign01 :lO·
cia d.e la naturaieza de la mediación. -En erecto la
mediación no es otra cosa que la igualdad cor! igo
misma en movimiento o la reflexióp- en si mism:. el
momento del Yo que es pará- Sí;,- (1 O): Resumiendc. se
trata de comprender, aclara Hegel algo más adelF-~e.
que si la alienación es "lo· que tiene refer~!t~i:. y i.. e-
terminabilidad, el ser-otro y el ser-para-sr, .:;¡r. em-
bargo, "en la determinabilidad o en s~ ser fuer~ e::: sí
(el esp!ritu) permanece en sf mismo· (11 ). Esh'l '.::m-
liere · al extrañamiento hegeliano un significado nny

(9) lbld., p. 17 {21): "un llegar e ser o:ro { ... ]. o S·., un!l.
mediación".
(10) lbld., p. 17 {21).
(11) lbld., p. 19 (24).

15
particular; por ,un lado, es algo aparente (12), porgue
e_o la objetividad el esp!rilu sale de sí mismo sólo apa-
rentemente. mientras q11e en realidad ha permanecido
. en sf mismo; por otro. la superación del extrañamien-
to está jmplfcita en las premisas a sea, el extrario-
miento es auto-supresión· como veremos.
Hegel expresa toda la ambigüedad de este proceso
con su acos_tumbrada coherencia metodológica, en el
capítulo de la Fenomenología sobre el "saber absolu-
. lo". Dice que la alienación "no sólo tiene una signi-
ficación negativa, sino también positiva". En efecto, en
la alienación la autoconciencia se "pone a sí mismn
como objeto", o "pone al objeto como sí misma". Pero
de. ese modo está -"cerca de sf en su ser-otro como tal",
/"
y sabe de la "nulidad del objeto", porque el objeto, en
cuanto que es su auto-alienación, sólo es una figura
provisional. Pero entonces, "en ese acto está conte-
nido el otro· momento en que ella ha perdido y recupe-
rado ·en sí misma la alienación (Entausserung) y la
objetividad (Gegenstandlichkeit)" (13). En otros tér-
minos, la autoconciencia se aliena en la objetividad,
pero en razón de la inescindible unidad consigo mis-
ma". en su ser-otro y cercn de sí. y, por tanto, la alie-
nación ya está implícitamente s11primida y superada.
Hegel aclara y conlirma la estructura lógica de este
proceso en distintos lugares. Nos limitaremos a. un
ejemplo que tomamos del capítulo del "saber· absolu- ·
to": "El Yo no debe alerrarse a In forma de la autocon-

(12) Véase la aguda crllicn de Feue~bnch n In teorln hegeliano


de In mediación dialéctica (y por tonto, impllcitamente, tnmblén al
extraf\amlento). "Mediación que, según él, es 'sólo formal', porque
la idea no se constituye solamente por obra de oigo que elecliv2·
mente es otra cosa, que podrla ser la intuición inloleclual con-
creta y emp_frlca, sino que Sil constituye por obra de un opuesto
suyo oporente y formal" ( Zur Krlllk der hegelschen Phllosophle).
( 13) G. W. F. Hegel. Fcnomenologl:~, p. 461 (5•19). Obsérve!:e
cómo Hegel. en este c::Jso, idenlilicn explicilomente Ent!!uuerung y
Geg rnsl:inclllchkelt. ·

16
ciencia en contraste con la forr.ta ce la sustancialidad
y de la objetividad, como si t:.;viera miedo a su aliena-
ción (EnUiusserung)". Que, en cambio, "el Yo tiene
un contenido que diferencia de sí"; pero "ese conte-
nido, en su diferencia, también es el Yo, porque es el
móvimíento_ de superarse a si m:smo, o la misma pura
negatividad que es el Yo" (1~)-
Las implicaciones más im¡:>o~tanies del mecanismo
de la alienación en Hegel, que hemos expuesto a gran-
des rasgos, pueden resumirse de este modo: 1) la alie-
nación es el momento de la es:isión y de la objetivi-
dad en general (histórica y empírica), ya que en la
alienación el espíritu se convierte en "objeto", se trans-
forma "a si mismo en otro, o sea, en objeto de sí mis-
mo"; 2) la superación de la alienación es la superación
o la supresión (Aufhebung} de ta objetividad (el "eli-
minar ese ser otro"), por lo que lo absoluto reconquis-
ta la unidad consigo mismo; 3) ~= superación de la alie-
nación es un movimiento que no puede no ser, porque
en ella el espíritu sale de si mismo sólo aparentemen-
te, ya que en realidad permanece en si mismo, y por
consiguiente no puede dejar de co:.stituir de nuevo la
primitiva unidad consigo mis:no.
La más completa (y la más grandiosa) realización
de este mecanismo lo constituye el propio fundamento
lógico-metodológico de la Fenomenología del espíritu.
Esta obra parte en realidad ~e :1na típica situación de
escisión: por u:1 lado, está la ;r.era conciencia inmedia·
ta; por otro, la o!Jjetividad :al cor:1o se ofrece. Dice
Hegel que, en ese comienzo. la ccnciencia es "saber
de cosas objetivas en contra¡:>osición a sf misma, y de
sí misma en contraposición a ellas" (15). Como se
sabe, el ller fe:lo:-:ienJ:ógico se recorre, porque no se
detiene en esa rígida co~tra;:Js::ió;-; (la objetividad ya

(14) lbld., pp. 471 y ~57 ;55i' > 555·5/).


(15) lbld., pp.-!57 \556·57).

17
consigue su transparencia dialéctica en la primera sec-
ción de la obra, mostrando progresivamente lo univer-
sal en general, es decir, lo indiferenciado, como su
propia, intrínseca verdad), y porque la conciencia esta-
blece una relación con la objetividad "mediante la lo:
talidad de sus determinaciones" (16} y la alcanza se-
gún cada una de ellas. Así se pasa de lo sensible, del
dato actual en su positividad inmediata (que se "des-
truye" o supera en su inmediatez}, a figuras históricas
e ideológicas, etc. Al final de ese camino, cuando se
ha recorrido la objetividad en la totalidad de sus de-
terminaciones empfricas e históricas, ésta se revela
como una totalidad espiritual en ·,a que cada figura- nÓ
es otra cosa que una alienación de sí mismo del espí-
ritu. En otros términos, la autoconciencia arrebata a la
sustancia su riqueza entera, toda !a estructura de sus
esencialidades; pero este comportami_ento negativo ha-
cia la objetividad es "igualmente positivo", o sea, es
·un "poner" (17). Todas las determinaciones de la sus-
tancia ño son sino "posiciones" de la propia autocon-
ciencia. La autoconciencia se habla alienado en ellas
y ahora se recupera de la alienación, porque en ellas
se reconoce a sí misma. Luego, en toda la construc-
ción lógica de la Fenomenología, siempre encontramos ·
la significación y el mecanismo de la alienación hege-
liana . .L. a cootraposjcjón sl!jeto-ohjeto 4 autoconcienc..ia-
~ustaacja es 11aa siiJ18Cióo de aljenació.Q. La contra-
posición existe porque la autoconciencia ha alienadÓ
su propia sustancialidad, convirtiéndola en existencia
(Dasein) y haciéndola pasar a través de cada existen-
cia. Por eso es por lo que la autoconciencia puede vol-
ver a encontrar en el objeto su misma estructura -cate:-.
gorial, y .por tanto apropiárselo en su totalidad. _Sin em-
bargo, d~ ese modo, volviendo a enconfrarse y· reco-

(16) lbld., p. 461 (550).


(17) lbld., p. 461 (549).

18
nocerse a mis misma en la objetividad, la autoconcien-
cia suprime la oposición y la alienación.
Por consiguiente, en el fundamento lógico gene-,d
de la Fenomenología, la alienación viene dada por 1a
objetividad material e histórica; la superación de la
alienación tiene lugar con la superación de la objeth·i-
dad; por último, tal superación no puede no ser, por-
que la obje_tivic!ad ~s algo "disperso", es una totahdé:d
espiritual implantada por la autoconciencia (u la ali 3·
nación [Entausserung] de la autoconciencia es la que
pone.la coseidad"). y en cuanto que la autoconciencia
·"sabe esa nulidad ·del objeto" (18), la alienación e~tá
implícitamente suprimida ·y superada. Hegel da la · ~i- ·
guiente· caracterización del proceso: "Pero el espi; i ·u
nos ha demostrado a nosotros que no es ni salame;,:~
el repliegue de la conciencia en su pura interiorida::,
ni el mero hundimiento de la autoconciencia en la SL :.;-
tancia y en el no-ser de su diferencia; más bien ha rrc:>-
trado ser ese movimiento del sí mismo que se alie· •a
de sí mismo (das si eh selbst entaussert) y se hur je
en su sustancia, que, como sujeto, se ha adentrado er
sí partiendo de ellas y la convierte en objete v c.:>riE.-
nido, al eliminar esa diferencia de la objetividra ~- del
contenido" (19). _.. ...-·
----
Como es sabido, la alienación también tiene ;_¡1 :Ja-
pel muy importante en la _ejecución de cada parte· C't.! 1a
Fenomenología. El espíritu extrañado de si mismo \'>ich
entíremdete) .(La cullura)es el título de la segunca ~3c­
ción del "espíritu". En esta caracterización de la cu:-
tura como extrañación del espíritu, volvemos a er.~ en-
trar puntualmente todas las características de la clie-
nación hegeliana que antes indicamos. En funcióP ·de
nuestro problema, resumiremos ahora las llnéas ge-

(16) lbld., p. 451 (549).


(19) lb!d., p. 470 (561) ..

19
nerales del proceso en el que se inscribe la dialéctica
d-e la cultura como extrañación del espfritu.
El primer momento viene dado por el "viviente mun-
do ético", que es el espíritu en su "verdad inmediata''.
En él, la sustancia ética vive en inmediata unidad con-
sigo misma; entre autoconciencia y sustancia no hay
oposición, están conciliadas. "La sustancia ética tiene
la oposición encerrada en su conciencia simple, cons~
tituyendo esta última una unidad inmediata con su esen-
cia" (20) .. La situación de extrañamiento se determina
porque el espíritu se escinde de tal modo que la auto-
conciencia se opone a la sustancia, esto es, al conjun-
to de instituciones ·sociales y políticas. De ese modo,
la autoconciencia tiene su contenido frente a sf, como
una dura reaíÍdad dada inmediatamente y extraña ( elne
unmittelbar vorhandne 1 lhm lremde Wlrkllchkelt) 1 en la
cual no se reconoce. Luego el Si (la autoconciencia)
y su esenciá (la sustancia) tienen la significación de
extrañamiento recfproco el uno con respecto al otro.
Es decir, se produce una oposición, un extrañamiento
entre conciencia pura y conciencia real (o sustancia
espiritual en la que se ha alienado la conciencia pura).
El espíritu se presenta nqui cama 11n mJindo doble, es-
cindido, separado y apqestQ: "El mundo de este espí-
ritu se esconde en un mundo doble; el primero es el
mundo de la realidad (Wirklichkeit) o mundo del ex~ra­
ñamiento (Entlremdung) del espíritu; el segundo es en ·
el que éste, elevándose sobre el primero, se constru-
ye en el éter de la pura conciencia. Este mundo, con-
trapuesto al extrañamiento (Entlremdung) 1 no por ello
está libre precisamente de él, sino que más bien sólo
es la otra forma de extrañamiento (Enllremdung)l for-
ma que consiste justamente en tener la conciencia
en dos mundos de distinta especie, abarcando am-

(20) lbld., p. 286 (347).

20
bos" (21). Los dos mundos en !os que e es;:íritJ se
encuentra escindido son el mur:jo de la cultura y el
de la fe: "El todo [ ... ] es una realidad extrañada de sr
(slch ent1remdung); se escinde en un :-eino donde la
autoconciencia [ ... ] es real (wirlich) [luego es sus-
t~n.cia], y en o~ro, el de la con.::encia pura, que, má~
allá del primero no tiene preser:cia real (wlrklich Ge·
genwart), sino que es en la fe" (22).
De momento, no nos interesa ver la dialéctica ex-
tremadamente compleja en f:1Ue se ·articula est~ oposi-
ción,. sino más bien _la etapa final ~ la c;ue debe llevar
el proceso dialéctico. La autoconciencia debe "apode-
_@rs~" del mundo extraño que se le contraoone: y ng
puede dejar de hacerlo, poroue ese mundo extraño, la
.sustancia, 9¡; a..b.r.a de la au¡oc;nciencia. es la aliena-
ción del espfrjtu. La realidac Q:.!e se opone a la· auto-
conciencia "recibe la exist:nc;a íilediante la propiél
alienación ( EnUiusserung) y :enu~cia a la esenci'\
(Entwesung) de la autoconc:er:::ra [ ... ]" (23). La sus:
tancia, la esfera de las jns:i:uc:on:i sociales y polfti-
~ o bien, como dice Hegel, del coíl!en;do del dere·
cho, es "obra·· de la autoconC:enr'a, QS !In prodpcto
suyo donde la autoconciencia <:e a!iena momentánea-
mente. Por eso, la sustancia es "esencia espiritual", y
la autoconciencia no podré. vc:ve~ a encontrarse en
ella porque. al ser la sus!anc:a ¡:rocuclo suyo, no podrá
no volver a encon!rarse ... e:-: s· m!sma. Hegel describe
el proceso de este modo: Ei ..-:::>V::nier:to de la· indivi-
dualidad que se" forma es [ ... : el devenir de la misma
entendida como esencia objet:·.-a ~niversal; o sea, e~
el deve:1ir del mundo real (wlr'rdlch). Este, aunque de·
venido a través de la individua'ida::!. ¡Jara la autocon-
ciencia es algo inmediatame:-1!e ext;-añado (ent1remdet}

(21) lbld., p. 289 {3!: ).


(22) lbld., p. 285 (3.! ¡_
( 23) lb! d., P.· 287 ( 3-e ) -

21
y tiene para ella la forma de la realiónd ( Wlrkllchkelt)
_inamovible. Pero cierta al mismo tiempo de que el mun-
do real es su sustancia, la aut:Jconciencia tiende a apo-
derarse de él" (24 ).
La superación de la oposición entre autoconcien-
. cia y sustancia consistirá en la superación del carác-
ter obJetivo de la sustancia mism....a. En realidad, la In-
telección pura (reine Einsicht) "reducirá lodo a con-
cepto" y "cancelará toda objetividad" (25). Operará
de tal modo que la realidad (Wirklichkeit) gerderá toda
sustancialidad Y., por tanto, los dos mundos en que es~
escindido el· esgíritu. el mundo real y el reino de la fe .
•§.~..:derrumbarán: "esa revolución -dice Hegel- pro-
duce la libertad absoluta; con_ lo que el espíritu antes
extrañado (enlfremdet) retorna completamente a .. sí
·mismo, abandona este terreno de la· cultura y pasa. a
otro: el de la conciencia moral" ·(26).
La estructura de este proceso en el que la autocon-
ciencia se extraña en la cultura y luego se recupera a
sí misma, nos confirma cómo Hegel, incluso en la eje-
cución concreta de la Fenomenología y en la aplica-
ción de la alienación a un estadio particular del iter
fenomenológico, reproduce las características·· genera-
les del proceso que indica en el prólogo y en el capí-
tulo sobre el "saber absoluto". También aquí el extra-
Q2.miento se produce a consecuencia de la ruptura d~
la unidad esoiritual originaria (en este caso a conse-

rcuencia de la disolución del viviente mundo ético).


§sta escisión provoca la oposición de dos elementos,
autocoocjeocia y sustancia, Que están dentro de la unj-
.Q.ad espjrit11al ~ue se ha roto (h1ego soc homogéneos
entre si). La recomposición de los dos elementos· nQ
ouede no tener lugar porque ambQ.t. tienen la· misma

(24) lbld., p. 291 (352).


(25) !bíd., p. 288 (349).
(26) !bid., p. 289 (350).

22
naturaleza espiritual. y el segundo es una alienac:ón
del primero. En electo, la autoconciencia ha origjotdo)
la sustancia objetivándose. alienándose en ella. Por
consiguiente, también en esto la alienación coir:,;id~
con la objetivación, es decir, en este caso, con la :>b·
jetividad histórica constituida por la esfera de la:. h-;-
tituciones sociales y políticas. "La fuerza del indh<duo
consiste· realmente en eso [ ... ]. que se aH en a de su si
mismo (es slch seines Selbsts eotaussert). y se pene
como la sustancia objetiva que es. Su cultura y su 'YO·
pia realidad (Wirklichkell} son,· por tanto, la _rea1•¡ n-
ción d~ la sustancia misma" ·{27). También aquí, ac"•r.
más, la superación de la alienación es la superaci.)n
de la objetividad en cuanto tal; en este caso, el aben-
dono de la perspectiva histórica y el paso a •otro te.'w-
no": la pura moralidad pensada, la ética kantiana.
Ya se ha observado justamente que -como .El ~a\

-Hegel la "obra objetiva" y "sustancial", o sea, la h:c..-


toria renl, siempre es una alienación del e5'ji;;•:.:, c.
cual debe recuperarse de ella en la auto-pcse::.0r. de
-
su espiritualidad- nunca podrá conseguirse la ::.·w ::-
ración de la alienación en la esfera de la objetiv.C: ;.u
"sustancial, porque ella misma es la esfera del ex,,·a·
ñamiento" (28). Por ello, al final.de la-¿ialéctica ó.: •a
cultura, el paso a la pura moralidad pensada, es dr · r.
el abandono de la perspectiva histórica objetiva es l• .a
conclusión ;,ecesaria. Así comQ es lógicamente n2";..~·
saria, y está prevista en las premisas, la supera::i,'-.n
del extrañamiento que se produce en la unidad esp:~i-
. tu al. En realidad, las dos términos en QUe so ha ese' n·
djdo el· espíritu. son homogéneos entre si, difere1r ia·
bies sólo lógicamente y por tanto apuestos sólo él~ ?.·
rentemen!e; no só!o constituyen dos aspectos ce. .)·.a

(27} lbld., p. 291 (353}.


(28) Cf. M. Rossi, Lo slorlclsmo mlsli!icalo della •Fenome; •.-,.
logla" hegeliana, en "Societa", XIII, 1957, p. 86-:.

.::-3
misma unidad, sino que ,el segundo (la sustancia} ~
· un modo de .ser del primero (la autoconciencia): :¡1
~uyo es un extrañamieo.lQ mamentárwQ.:

La estructura de la alienación que venimos indican-


do está totalr:nente condicionada por la concepción he-
geliana de 1.a.m.omo unidad-identidad de Jos opues-
12.§.. En uno de sus primeros grandes escritos teoréti-
cos, Dlfferen:i des Flchteschen und ScheJJlngschen Sys-
tems, Hegel dice _que "la escisión necesaria es un fac-
tor de la vid á, la cual se forma. a través de una eterna
oposición, y aO la .su.pre~a vUaHdad la Totalidad sólo 1
es posible a través del .re.stablecimiento de la suprema
rscisión" (29).. Pero, junto a esta vigorosa reivindica-
ción de la necesidad· y de la realidad objetiva ·de las
contradiccior(es, Hegel advierte en seguida que la ra-
zón se opone al acto a través del cual el intelecto cris-
taHza absolutamente la escisión; y ello porque "los tér·
minos absolutamente opuestos brotan ellos mismos de
la razón" (30). El elemento decisivo del proceso, su
presupuesto real, es este último. La oposición, la es-
cisión, siempre es oposición y escisión dentro de la
unidad, es la ruptura de esa unidad, la cual, incluso
en· la situación de escisión, es sf misma y lo otro, y, al
reconocerse a1 sf ·misma en lo otro, se recupera de la
escisión. Por tanto, ya en la DJtferenz, el proceso se con-
figura del siguiente modo. En la cultura de la época, lo
que es· manifestación de lo absoluto se aisla de· Jo ab-·
sOiuto mismo y se fija como algo autónomo. (Observe-
. m os que en esa obra, como más tarde en la Fenomeno·
· logta, la "cultura" se representa como una fase de es-
cisión del espfritu.) "Cuanto más se desarrolla la cultu-
ra, más varfan en su desarrollo las manifestaciones de
la vida en las que puede ·mezclarse la escisión, más

(29) En G. W. H. Hegel, Ersla Druckschrlften, Ed. Lasson,


Lelpzlg, 1928, p. 14.
(30) lbld., el subrayado es mío:
aumenta la po:encia de la esci:sión, más se consolida y
consagra su clima, y más extraños e insignificantes re-
sultan al lado de la cultura los esfuerzos de la vida por
recuperar la armonía" (31). Pe~o la manifestación que
. se:ai::;la de lo absolu~o y se fija como element9.autóno-
mo, no puede negar su origen y debe tender a constituir
la.' multiplicidad de su·s lirrlitacio:1es en un todo. Mientras
el intelecto es "fuerza limita~iva~ (32). que fija y crista-
liza los términos de las oposiciones. en cambio, el úni-
co interés de la razón es el de suprimir las oposicjone~
cristalizadas; ésta realiza la superación de la escisión y,
por tanto, de las oposiciones del intelecto. Las exigen-
cias que Hegel debe satisfacer en este caso son de dis-
tinto tipo: por un lado, la necesidad y la realidad de la
escisión. por otro. la superación de la escisión y la r~­
constitución de la unidad. Precisamente por eso, la ra-
zón no puede suprimir pura y simplemente el intelecto,
porque con esa aniquilación s~ despojaría a sí misma
de acto de oposición. Volveríamos así a la razón "rí-
gida", que no ofrece razón de las oposiciones y escisio-
nes de la realidad, eri cuanto que no las acoge en su
seno. Luego volveríamos a la ~azón como infinitud pu-
ramente subJetiva, que no se articula en la obJetividad,
que no se hace mundo e histc:ia: en una palabra, que
nó se aliena. Por eso, la razón debe absolutamente su-
primir la oposición, pero al m¡smo tiempo "conservar-
la". "El equilibrio del todo -escribirá más tarde He-
gel en la Fenomenología- no es la unidad que per-
manece en si misma ni su quietud que ha reformado
a si, sino que reposa en el extrañamiento (Enlfrem-
dung) de lo contrapuesto" (33}.
La solución hegeliana para conservar ambas sus-
tancias consiste. conforme a bs :Jíesupuestos lógico-

(31) lbld.
(32) lbid., p. 12.
(33) G. \V. :=. Hegel. Fcnomenolt';;ia, ;::'· 253 (349).

25
gnoseológicos de todo el proceso, en resaltar el ca-
rácter de la escisión, destinada necesariamente a re-
solverse en la unidad superior en cuyo seno se había
producido en un principio. O bien, como dice Hegel, la
escisión debe aniq11ilarse en Sil independencia Y oso
ocurre en cuanto la razón unifica los dos términos de
la oposición. Lo contrapuesto subsiste, dice Hegel, pero
no aparte, sino sólo .en la medida en que se pone en lo
absoluto.- es decir, como identidad. De esa manera, en
la infinita actividad del devenir, la razón unifica lo que
estaba ~eparado. "Esta identidad consciente de lo fi-
nito y lo ·infinito [ .. .-¡-constituye el saber" (34). _
En esta primera estructura, muy elemental, de la
lógica hegeliana, emergen claramente las lineas fUn-
damentales del mecanismo que condicionará más tar-
de la estructura lógica de la alienación. Aquí,- como
siempre será para Hegel en lo sucesivo, la escisión es
inherente n-la qnjdad es decir. es uno de los aspec-
tos de la unidad misma: un ai~iento provisional de
una manifestación suya·, de la unidad o de lo absoluto.
En ese "aislarse", el momento d.e__la es~l
momento de la objetiviclQ.il (es decir, como sabemos,
de la objetividad histórica, la cultura, que también aquí,
como más tarde en Fenomenología, tiene el amplio
significado de civilización). Pero se trata de una ob-
jetividad que no puede negar su origen, y que, corno
diversidad, debe volver a fundirse en la identidad. Por
tanto, el momento de la escisión-objetividad está implí-
citamente destinado a suprimirse. De ahí el carácter
de necesidad lógica que la superación de la escisión-
objetividad presenta en la concepción hegeliana. Si
~,~qel dice que "la necesidad de la filosofía· surge
r, Jclndo en la vida de los hombres desaparece el poder

ce unificación y los opuesios han perdido su intera~ión

(34) G. W. F. Hegel, Erstc Druckschrillen, cit., p. 19.


(35) lbíd., p. 14.
y relación viviente, y se convierten en autónomc::"' (3S}.
hay que entender esta sugestiva afirmación, GUe pé-
rece implantar una relación orgánica entre pensamie· •.
to humano y contradicciones reales, precisamente er
el sentido de necesidad lógica que no atribuye al hon
bre, como sujeto histórico, capaz de .intervenir con5
cientemente en la realidad, ningún papel en la super;l·
ción de l.as opesic·iones. Esto es t.an cierto que ya (! •
la Differenz, la superación de la escisión se realiza er
el saber, es decir, en una actitud especulativa, conten·.-
pla!iva .. del sujeto concebido como autoconcier:;ia: ~2-
ber, dice Hegel, como identidad consciente de ic f ·,i'.)
y lo infinito. Nada más lejos, pues, de. una actituc: cri- .
tico-práctica del hombre frente a las escisiones o -:,J~­
tradicciones de la totalidad histórica en que vive.
También en formulaciones más primitivas de la d·u-
léctica hegeliana se ve claramente que la superaci6:
de la escisión es un movimiento que no puede s..,•
porque, en ella, el espíritu ha salido de si sólo apaíP.:.·
ternente, ya que en realidad ha permanecido er. si m:·
mo. Por extensión, incluso en e! Fragmento sobre e;
amor encontramos la cultt.:ra (Bildung) como mor!en
lo en el que la "escisión" (Trennun
lo más profundo. He el define amor
"excluye toda oposición"; y continua, no es ir.tele~!o.
cuyas relaciones siempre dejan lo múltiple co:no m:!'-
liple, y cuya misma unidad son oposiciones"; er "a:nv
no es nada limitado, nada finito" (36). PeíO el amor
aun siendo poder de unificación-: no es la v!da susta · ·
cial abstracta, no desarrollada, sin articuiac:ón. "E;
amor -comenta fielmente el traductor italiano cel Fra~.­
mento, De Negri-, al ser unificación de seres vivos,
requiere la multiplicidad; pero, igualmente, el amor exl-
ge un vínculo de unificación; y coincide con ic ider::í

( 36) En 1 principi di Hegel, al cuidado de E. De Ne;;"i. F::en-


ze, 1949, p. 1B.

27
ficaclón de unidaq y multiplicidad, de unificado y sepa-
rado, que se llama el todo" (37). La vida, dice Hegel,
se libera, se dispersa en la multiplicidad de los senti-
mientos, y "se adentra en ellos para encontrarse a ·sí
misma en ese todo de la multiplicidad". De sólo la uni-
dad no desarrollada, la vida recorre el ciclo hacia una
unificación completa a través de la cultura. La cultura
cónstituye el trabajo de las múltiples determinaciones
del Intelecto, el momento de la elaboración intelectual
de los momentos particulares y separ_ados procedentes
de la sustancia. Pero ese todo de los momentos par-
ticulares, ese todo de la multiplicidad, "en el amor
..:........dice Hegel- no está Contenido como en la suma de
muchos part_l_culares, de muchos separados; en el amor
se encuentra la vida misma como una duplicación de
sf misma, y como una unificación de sí misma". Sí la
reflexión oponía al hombre el todo del hombre mismo,
en cambio,· el amor elimina la reflexión, "despoja a lo
contrapuesto de todo caráctP.r de extraño, y la vida se
encuentra a sí misma sin ulterior defecto. En el amor
concl!!y.a Hegel aún está lo separado, pero no ya
,como separado. sino como Unificado; y lo viva siente
lo vivo" (38).
A propósito de este primitivo esbozo de la dialécti-
ca hegeliana, N. Merker observa que ni el momento de
la "unidad no desarrollada", ni el de la "escisión". tie-
nen una propia problemática real que plantear; porque·
tanto uno como otro se mueven y se oponen en la ór-
bita de un tercer término mediador, que es la "unifica-
ción completa", la cual da lugar a la problemática da
l·a escisión mediante una "duplicación de sf misma".
En otros términos, puesto que la escisión, por pre-
supuesto inicial, es simplemente uno de los momentos
de la autoescisión del tercer término mediador, las

(37) lbld., p. 19.


(38) lbld.

28
oposiciones y esc1s1ones só:~ pJeden verse, concluye
Merker, como una señal o indjcio de la unidad, como
oposiciones necesariamente destinadas a conciliar-
se (39). El mundo y la con::ie:1cia, dice Hegel en el
Fragmento, sor. "el uno para e: OiíO, y por tanto tam-
• bi_~n _cada uno para sí mismo\ sólo_ por medio (je una
_poten.Q.ia ex.trañ_g,'' (40). "Peío esa po~e:~cia -comenta
Merker- sólo es ··extraña" :::.;n~en~eme:~te, sólo desde
que el homore está inmerso e:: ia oposición abstracta
entre mateíia y conciencia ::-;¡o ve más allá de esta
situación de escisión crista::za:a ce! intelecto; de la
abstracción, el tercé té ! l"v eri el qüe- ros ·
dos términos de la oposición encuentran su "unificación
completa". Unificación que es lógicamente necesar.m,
porQue la situación ce escisión no era sino una aula-
escisión de la unificación, una manifestación de ésra
bajo el ropaje de escisión" (41}-
Resumiendo, una vez -más,Jiiscis@!D .es un m<K
mento transitmia y aparente (u:1a defectuosa operación
del intelecto), implícitamente SJ¡;>erada en el momento
mismo en que se cowstittJye
Del. cuadro que venimos trc.::ar.:o, debería deducir-
se claramente que un análisis ée la concepción hegeli!l·
na de la escisión y det productc de esa escisión, la a§-
.nación, siempre es ta~biPo ,., "'láF,;s í!e la concepción
-hegeliana de la objetividad. r::l r.10tívo ce ello es eviden-
te: siempre concibe Hegel la o:;!e::v;dad maiorial e his-
tórica como objetivccióJl de_ s¡ ;-;s:;ctr"l espíritu como
su alienación. Incluso en el Hs¡stema", la filosofía del
derecho y la filosofía de la his~oria constituyen la filo-
sofía del espíritu obje:ivo, o sea, del espíritu extrañado.
Pero ese modo de concebir la objetividad tiene serias

(39) N. Me~ker, Le orlglnl della lo;lca he9ellana, cit., ~- 80.


( 40) Hegel's theologische Ju;¡en~sch:iflen. al cui~ado d 1:3 H.
Noh\, T!1::n¡;e1, 1907, ?· 378 (en 1 pf.nclpl di Hegel, De Negri no
he tra:::u::;:::o esta ;::re::oisc.;.
(.q) 'l. •.~er•.er, o¡¡. cll., :. E2.
consecuencias sobre el modo de tratarla. Como en rea-
lidad, en su ser fuera de si, el espíritu permanece en sí
mismo, la objetividad producida por la alienación es una
objetividad ldeal. Se trata de un tipo de obJetividad que,
en el mismo momento en que se pone, contiene la ins-
tancia de su supresión. Precisamente porque es una ob-
jetividad ideal, que no tiene nada autónomo que propo-
ner al pensamiento. Es alienación del pensamiento, que
en su ser fuera de sí permanece en sí mismo. ·
La concepción hegeliana de la objetividad material
como superación y supresión de la misma, emer e con
claridad en el modo de co'?cebir y tratar el trab.ajo en
la Fenomenología. Piénsese en la célebre dialéctica del
"señor y del siervo". Al comienzo de esta dialéctica,
Hegel define la confrontación de las ?os
auto~oncien­
cias como una duplicación de la -unidad_ ("esa unidad
espiritual en su duplicación"). Ese presupuesto en se-
guida hace bastante ambigüo y complicado el proceso
dialéctico, en el cual las autoconciencias existen fren-
te a otra, pero, en cuanto duplicación de la unidad,
cada una "se refleja" en la otra. Su diferencia, o su
consistenciá, sÓlo lo es aparentemente. "Para la auto-
conciencia :_dice Hegel- hay otra autoconciencia";
y añade: "ha salido fuera de sí". Esto tiene un doble
sentido: por un lado, "la autoconciencia se pierde a sí
misma como una .esencia distinta"; por otro lado, "de
ese modo ha superado lo otro, porque [ ... ) en lo otro
,~:· ve a sí misma". En todo ese movimiento, el objetivo
qt•e la. autoconciencia debe alcanzar consiste en "eli-
n:nar ese su ser-otro. Pero, seg·:m Hegel, esa elimina-
ción ti~ne un doble sentido en cuanto que, por un l~do,
"!a conciencia debe proceder a eliminar la otra esen-
ci :1 independiente y, mediante esto, a estar cierta de si
r.1isma como esencia"; pero, por otro lado, "debo dis-

30
ponerse con ello a eliminarse a sí misma, porque es-:
otro es ella mi silla" ( 42).
Como se ve. Hegel expresa con mucha eficacia tod:
la ambigüedad ínsita en la confrontación de las do~
auloconciencias: su ser distintas por un lado, pero só!:
lógicamente (formalmente) y no realmente. Luego 13.
superación de la oposición ya está implícita en las prtJ-
misas; está prevista desde el punto de partida, porqur:
"el medio es fa autoconciencia que se descompc.n;; m
los extremos, y cada extremo es la permutación ca
su determinación y transición· absoluta al extrc::l J
opuestó;~ (43}. _
·La exposición completa. en todos sus detalles, de
la dialéctica del "señor y del siervo (a menudo rr~'
entendida [ 44]) no es uno de los fines de nues!' 1
investigación; más bien nos interesa destacar algunos
de sus momentos fundamentales, que son plenamente
coherentes con los presupuestos lógicos que hemo::
indicado. A través def trabajo es cómo la conciencia '·lle-
ga a sí misma". El trabajo forma (bildet). dice Hegel,
confiere una forma al objeto. Por eso. la_concjencia c::g
exterioriza en el trabajo, o bien ~sale fu:ra de sí en ei
elemento del permane:;er". Pero así, •ta concier.cia
que trabaja alcanza la intuición_deLser inéependiente
como de si misma". En realidad, el ser ya no es inde-
pendiente, sino que está formado, plasmado en el t1 a-
bajo por la conciencia, y en él y~ se reconoce la con-
ciencia. Hegel deduce de esto que, al formar la cosó,
la conciencia "suprime la forma contrapuesta que es".
Al plasmar el objeto e:1 e: trabajo y conferirle forma
propia. fa conciencia se apiOpia del objeto, lo hace

(42) G. W. F. Hege:, Fenomenologla, pp. 113 y ss. (141 y ss.).


(43) lbid., ::>- 114 (i42).
( 44) En el curso de une agt:da r rig::rosa C:s::usión de las in-
IOrpretacicmes de HypP.O!ite y Kojeve. M. Rossi ca_ en mi opinló.-..
la única inlerpretación d: es:a c~!eb~;¡ d:aléc:!~ cf. P,t Rossi, tr-
liculo cll., pp. 656 y ss.

31
suyo. Y no solamente eso: Hegel ve el proceso de ob-
jeti\!ación que es el trabajo como un proc"eso de "des-
trucción" de la objetividad material. Dice que la con-
cíerícia "destruye (zcrstort) lo negativo, que es lo ex-
traño; se pone como tal negativo en el elemento de lo
permanente y, de ese modo, se convierte para sí misma
en algo que e~ para sí". En la forma exteriorizada, im-
puesta al objeto mediante el trabajo, la conciencia ser-
v[l se reconoce, o bien, "al formar el ser-para-si, se
convierte en su propio ser para ella, y llega al conoci-
miento de ser ella misma en sí y para si" ( 45).
. Para terminar con esta célebre. dialéctica, el aspec-
to que más nos interesa subrayar es que ..el proceso ..de
objelivacl.Q_n gue_ [epresenta el trabajo se toma· como
sfmbolo de I~Csuperación de la exterioridad o de la ob-
. ietividad materiaL (súperación a la que se debía llegar
·para recuperar la unidad, que era el presupuesto de
todo el proceso, originado por la unidad misma me-
diante su "duplicación")_ Hegel ve el aspecto por el
que el trabajo es h11rnanización de la oaturalezª-' en
cuanto que confiere a los materiales naturales una for-
ma adecuada a las necesidades humanas; además, ve
que en el trabajo la naturaleza deja de ser muerta ob-
jetividad extraña al hombre y se convierte en algo apro-
piado, humanizado, donde el hombre materializa su
propia actividad teórica y práctica, y por eso se reco-
noce en él. "Por el hecho de exteriorizarse la forma no.
s.e ·convierte para la conciencia servil en algo otro que
ella". y "precisamente en el trabajo, donde parecla
que era un sentido extraño, la conciencia, mediante ese
~.eencontrarse por si misma, se convierte en sentido
propio" ( 46). Pero, además, Hegel concibe la elabora-
ción del mundo externo, su humanización, como pura
y simple destr.ucción de la objetividad material. No pue-

. (45) G. W. F. Hegel, Fenomenofogf¡¡, p. 120 (140-49).


(46) fbfd., p. 120 ( 149).

32
de concebir la objetividad si no es en lo:s términos de
su supresión o de su superación. En este caso, la con-
cepción hegeliana de la objetividad hace que se conci-
ba la objetivación rel trabajo) como un procesa de su-
. presión o de reabsorción de la objetividad. donde el
f~mnar · (bilclen) del trabajo, más bien es un destruir
(zerstoren). Por consiguiente, el trabajo no tiene so-
lamente el signilicado, como Hegel se ve obligado a
admitir por un momento, del colocarse hacia afuera
de la conciencia en el elemento del permanecer, en
el sentido que la relación del siervo hacia el objeto "se
convierte .en algo que permanece; porque ante· e! tra-
bajador el objeto tiene independencia" (47); sino tam-
bién, ·y sobre todo, tiene la significación de "suprimir
( aufheben) la forma contrapuesta que es", de "des-
truir (zerstoren) ese negativo" extraño a la concien~
cia ( 48). De ese modo, Hegel llega a la autoconciencia
pensante o autoconciencia libre de lo estoico, que es
tal porque la "coseldad, que en el trabajo recibe for-
ma, no es en absoluto uno. sustancia distinta de la con-
ciencia" ( 49).
Sin ~mbargo, ~1 discurso no se acaba con esto. Has-
ta ahora hemos tratado de determ1nar y resaltar, en
sus conexiones, las caracterjsticas de la concepcióo
hegeliana de la alienación (en primer lugar: identifi-
cación de la alienación con la o~jetividad histórico-
empírica, y supresión de la alienación como supresión
de la obje:ividad). Ya hemos subrayado qué peculia-
res son estos aspectos en cuanto al fundamento lógi·
ca-metodológico general de la Fenomenología, donde

{47} lbld., p. 120 (149).


(48} lbld. ""1 ... 1 Hegel elaboca en Ji'na la estructura misma
del trabajo como actividad eor la cual el hor.:~re se libera de la
esclavitud de la cosa, al destrui~la { cE?str.::cibn del divorcio entre
el deseo, Beglerde, y el objeto en si} para satisfacer una necesl·
dad [ ... )" {A. Massolo, op. cll, p. 99}.
(49) lbld., p. 122 (151}.

33
la alienació.o. está constituida por todo el conjunto de
las formas objetivas, que en principio se manifiestan
como fuera del espíritu, hasta que en el "saber abso-
luto", en la reflexión sobre fa totalidad de los momen-
tos que éste recorre, aparecen como alienación de,l
espíritu, que retorna a sí mismo sin residuos de la alie-
nación. También hemos destacado el hecho de que
Hegel no se sirve de la categoría de la alienación sola-
mente en el fundamento lógico-metodológico general
de ·la Fenomenología, sino también en la eje~ución
concreta de cada parte de la obra: la alienación cons-
tituye el concepto centra.! de. una sección complet~,.
"Der 'slch entfremdcte' _Geist. Die Bildung": Antes de
ver algunos modos en que Hegel emplea la categorla
de la Entfremdung, en esa sección, detengámonos bre-
vemente sobre el significado de la concepción del ob-
jeto-sustancia como auto-alienaciÓn del espfritu, 'COn-
cepción que preside todo el fundam.ento lógico de la
Fenomenología.
Lukács observa que Hegel, "precisamente median-
te ese carácter procesal de fa "alienación", a través
de la concepción de que lo absoluto, el sujeto-objeto
idéntico, sólo es el resultado del proceso, consigue un
ancho margen para la elaboración de esenciales de-
terminaciones dialécticas de fa r'ealidad objetiva. y del
pensamiento" (50). Observación que puede parecer
. obvia, pero que en cambio es extremadamente impor-
tante valorar en todos sus aspectos. Hegel es el pti-
mer pensador que rejyjodic? para el hombre· (si bjen
concibiéndolo como "a!!toco1ciencia") la realidad his-
tórica. objetiva GOFflO un prod 11 clo del ho¡:¡::¡hre mism.Q;:
en consecuencia, concibe el m!Jodp histórico del· hom-
bre como creación de la actividad humana del. trabajo .
humano, y hace de elfo un motivo teórico central de su ·
'•
'
(50) G. Lukács, op. el!., Q- 518.

34
obra. Por ahora, pasamos por alto la consideración de
que en ese planteamiento está implícito, como diría
Marx, una "mixtificación" idealista, porque a los ind:-
viduos, lejos de ser considerados concretamente, en
realidad, dentro de la formáción económico-social, He-.
gel los transforma en "autoconciencia", y al mundo er-
"objeto", y por eso "la multiplicidad de la vida y de 1&.
historia se reduce a una variada actitud. de la {au:oj
conciencia hacia el sujeto" (51); afirmación que ex-
plica el apriorismo y la deformación especulativa ~on
que ..!;:l~gel reoresenta la histori.a, que él concipe fQU!.Q
mera historia· ideal. Sin embargo, queda el hecho de
que Hegel, mediante el concepto de alienación {~.n~ __
n

Uii.Jsserung-Enlfremdung), es el primero en tratar, i!L'H-


gue abstractamenle, la esencia del trabajo y en ca• -
cebir el mundo social como prodncto da ese trab&jo
Marx caracteriza así ese "descubrimiento" hegelianü.
Lo importante en la Fenomenología de Hegel y e•1
su resultado final -la dialéctica de la negatividad C•)rr.o
principio motor y generador- ~. por consig••icn-
te, ~ el hecho de que Hegel concibe la autoge l:!Ja·
ción del hombre como un proceso, la objetivación ccr•i:J
una contraposición, como alienación y supresión de
esta alienación; de que, ~!}-~consecuencia, aprehende
la esencja del trabajo y concibe el hombre objetiv:>,
el hombre auténtico en cuanto real. como resultado oe
su propio jrabajo. El comporta!lliento real, activo, -je(
hombre consigo mismo como ser genérico o la mani-
festación de si como ser genérico real, es decir, como
ser humano, sólo es posible cuando exterioriza '"'::o.l-
mente todas las iuerzas propias de su género -le c;t:e,
a su vez, sólo es posible a través de la obra cole~tin
del hombre, o sea, sólo como resultado de la t"l•.>lc-
ria-, y se relaciona con ellas como objetos, lo qu~. a

(51) K. Marx-F. Engels, La Ideología alemana, Ed. Grij1.i JO,


O~rcclona, 1970. pp. 52-53.

:15
-~~ 1 ~vei,:' sólo
es posible .en la forma del: ;~trañamien­
to ;(52}.: · · ·
1
·. . Resumiendo, Heg'el -este es, en nuestra opiniqn,
el sentido del discurso de Marx-, en virtud de su "dia-
léctica de la negatividad como principio motor y ge-
nerador,", ha concebido la auto-realización del hombre
(aunque, repetimos, esto sólo aparece en él en la fi-
gura de la autoconciencia} 1 como un proceso en el
que el hombre se objetiva, se contrapone a si mismo.
Por medio de esto,_ Hegel "aprehende la esencia del
trabajo", porque el trabajo del hombre es precisament¡¡
Un proceso de objetivación de sus fuerzas humanas
eseocja!e~ En efecto, lo que distingue al hombre de los
demás seres··es- ef trabajo consciente, la obj~tivación
de sus capacidades esenciales, genéricas y, por tanto,
~su desdoblarse en un mundo hecho por él, su objeti-
varse .. Luego Hegel, en la medida en gue concibe la
,objetjyacjóo como creación de un mundo social obje-
)ívo concibe ~;ti hombre objetivo como resultado de su
propio trabajo.' De este modo, Hegel entra en el mundo
t o . . . .

(52) K. Ma~x. Manuscritos de economla y lllosoffa de 1844,


. Madrid, Alianza Editorial, 1968, P.P.· 189·90. En este texto se ve
·muy bien cómo Marx no rechaza el Idealismo hegeliano en los mis-
mos términos abstractos y "sen5ualistas" de Feuerbach. A. Schmidt
observa que Marx ve en el hegelianismo "la verdad expresada en
forma mixtificada". El. idealismo desarrolla el "lado activo", au.nque
sólo de modo abstracto, y ve que el mu.ndo esté niediatizado por
el sujeto. Ma~x afirma -dice Schmldt- _gua este pensamiento sóto
se puede utilizar en todo su alcance, si se det¡¡rmina qué significa
el "producir" ( erzeugen) de Kant a Hegel: el creador de un mun-
do objetivo es E!i proceso histórico-social de la vida humana. El
hecho de que al comienzo de la Edad Moderna el ser natural ex-
trahumano siempre se degrade mAs respecto a las estructuras so-
ciales, se refleja filosóficamente en el desviar cada vez más las
determinaciones de la objetividad en el sujeto, hasta que, final-
mente, en la especulación post-kantiana, aquellas determinaciones
se resuelven el\ él sin residuos. Por tanto, en el pensamiento de
Hegel tenemos, por un lado, el reflejo real del proceso productivo;
sin embargo, por otro lado este último permanece en su totaliqad,
·a pesar de algunas extraordinarias intuiciones particulares: un. pro-
ceso completamente espir.itual ( Cf. A. Schmidt, Der Begrlff der
Natur In der Lehre von Marx, Frankfurt a. M., 1962, pp. 19-20.

36
de ·la historia, debe elaborar un vasto material históri-
coJ Aún más: al reivindicar para el hombre el mundo
social objetivo indica que la religión, la riqueza, la
propiedad privada, etc., sólo son la realidad alienada
de _la objetivación humana, de las fuerzas esenciales
humanás. Esto permite a Hegel intuiciones profundas
patá una crítica real de esferas completas, es decir, le
permite presentarlas y caracterizarlas como aspectos
de la alienación humana. Pero al mismo tiempo -y aquf
nos topamos con lo.limitado y unilateral de su concep-
ción- Em ·cuanto que ldenllfica alienación Y· objetiva-
ción, o -bien, en cuanto que concibe la objetivac!ón
como alienación de la que la autoconciencia debe re-
cuperarse, Hegel se cierra la posibilidad de elaborar
una- problemática de la alineación rigurosamente' hlst~­
rlca (relativa a una formación económico-social). En
resumen, para Hegel toda la nh!etiyidad en cuanto tal
es alienación: no aspectos aislados de ella y, por tan-
to, tampoco una condición determinada del hombre
dentro de la objetividad histórica. De ah[ toda la am-
bigüedad y la_ paradójica actitud de la conc_epción de
Hegel, que fue el primero en presentar las bases oara
una teor{a de la allenaciáR al concebir la Objetividad
social como un producto del trabajo humano-. pero
no se permitió un empleo eficaz (es decir, rigurosa-·
mente histórico) de esta teoría a causa de su intercam-
bio o identificación de la alienación con la objetividad
histórico-material. De ahí ef carácter "doble", por así
decir, del_ concepto hegeliano de alienación, que, por
un lado, permite a Hegel interpretar realmente algunos
aspectos alienados de la realidad social, pero que por
otro inutiliza en gran parte la importancia de ese des-
cubrimiento, porque identifica la alienación con toda
la realidad histórica en tanto que objetiva.
Volvamos a temar el hi!o de nuestro discurso y
tratemos de in~erpretar estos aspectos en la sección

37
relativa a la Bildung. Ahí nos presenta Hegel una am-
plia investigación dialéctica de la l~istoria moderna que
esta fundamentada metodológicamente en un comple·
jo procedimiento apriorista y mixtificado, pero que, sin
embargo, no sólo intuye, sino que a menudo formula
"exactamente y con gran agudeza algunos de los más
esenciales problemas del movimiento de la historia mo-
derna". "Ningún filósofo antes de Marx incluye en su
~istema el nacimiento del mundo burgués, el problema
del trabajo, el problema de la Riqueza como potencia
q':'e somete a sí el poder estatal, la Ilustración, la Re-
volución francesa, de tal manera que los hiciera part.es
_absol-utamente integrantes, ·miembros plenamente or-
gánicos del sistema mismo" (53).
· En general, para los fines de nuestro problema, se
debe subrayar que en la época moderna, pára cuya
i.-: Bgación dialéctica parte inmédiatamente después
c.r:l ocaso de la polis helénica, Hegel ve una época de
e-<trañamiento del espíritu. Y, de::.de luego, es signífí-
r;ativ·o que caracterice la primera oposición de esta
época extrañada entre Estado y Riqueza, es decir, en-
tre poder público o político y potencia privada o eco-
nómica. Indudablemente, "desde el punto de vista tiis·
tórico, pertenece a Hegel el grao mérito de haber iden-
tificado el nacimiento del m'lnc:lo b11rgué.s (decadencia
del feudalismo, etc.) con la separación de poder po·
lítico y poder económico" (54). Y, desde luego, la dia·
..
(53) Esta es fa conclusión a la que llega M. Rossi en su ejem·
piar reconstrucción de E:Sta secciór\ de la Fenomeno!ogla. En su
ensayo, Rossi documenta profusamente el apriorismo del proce-
dimien_to metodológico de Hegel.
(54) M. Ros si, o p. cit., p. 865. En torno al sentido de fa. dia-
léctica de fa riqueza, Ros si se pregunta si es Ql!e contiene una. crl·
tica de fa propiedad P.rivada burguesa: "¿Ha comp~endido Hegel
la diferencia sustancial entre estos dos modos históricos de mani-
festación de la propiedad, en la SOCiE¡dad antigua y feudal, y en
la sociedad burguesa? Creemos poder responder alirmativamente,
porque Hegel ha comprendido la relación real, o SE:a, de poder,
en.tre Ri.queza y Estado, y que precisamente en esa (elación de

38
léctica de la riqueza contiene una profunda critica de
la propiedad privada burguesa.
No pertenece a las tareas de la pres~nte investiga-
ción exponer, aunque fuera sumariamente .. las etapas
más importantes de la compleja indagación dialéctica
hegeliana de la historia moderna en la Fenomenología~
Nos ·limitaremos a indicar algunos puntos particular-
mente importantes y significativos~
He el resenta Estado Ri uez como alienación
de la autoconciencia. En a Riquez dice, la autocon-
ciencia ·"encuentra extraña su mismidad como· tal" .
. La Riqueza es el contenido "de la autoconciencia, pero
- no está en su poder, debe serie. concedida por otro:
en una palabra, la autoconciencia debe recibirse a si
misma a través de otro: "ve su personalidad como tal
dependiente de la personalidad accidental de otro, de
la contingencia de un instante, de una arbitrariedad, o
como quiera que sea, de la más indiferente circunstan-
cia". Lo que la conciencia experimenta hacia quien le
concede la riqueza "es tanto un sentimiento de pro-
funda abyección como el de !a rebelión más prof~n­
da". Si' el individuo,· que es expresión· de la autocon-
ciencia espiritual, recibe la propia susta~_pia de otro
en la riqueza, la riqueza también.es-consciente de ello:
"al mismo tiempo sabe que lo que ella dispensa es la
mismidad de otro". Luego la· _riqueza "comparte la ab·
yección con su cliente; pero a' la rebelión sucede la
arrogancia [ ... ]. En esa arrogancia que cree haber
conquistado con un pedazo de pan otro Yo mismo y
que supone haber obtenido con ello el sometimiento
de su esencia más íntima, en esa soberbia la riqueza
no tiene en cuenta la íntima indignación del otro; no
tiene en cuenta el completo sacudimiento de todas las

poder es la Rlqueu quien vence al Estad~, y no ,al conlrarlo [ .. ! ;


y guárdese el Estado que exprese su propia 'unidad orgá'ic~· e-1
la 'cumbre natural' del monarca" (pp. 679-60).

39
cadenas; no tiene en cuenta ese puro desgarramiento
.en el que [ .. ~) se desgarra toda igualdad, toda sub·
sistencia y, por consiguiente, desgarra, sobre todo, la
opinión y el punto ·de vista del benefactor" (55). No
hay que pasar por atto el hecho de que Hegel presente
el movimiento de la riqueza en la sociedad de la pro·
piedad privada como una situación de alienac_ión, que
envuelve tanto a quien da como a quien recibe la ri·
qu~za. Además, Hegel concibe esa relación como una
tensión dialéctica. basada en· la indignación y en la
rebelión. ·,
Poco después, al. presentar los argumentos de la
Ilustración contra la fe, Hegel introduce la caracteri-
zación de a e - trañamie to. Hegel dice de la
'fe: "Esa pura---conciencia de la esencia absoluta es una
conciencia extrañada ( entfremdetes). Hay que ver más
de cerca cómo se determina aquello de que es un otro;
y sólo debe· considerársela en relación con ese otro.
Ante todo, esa conciencia parece tener frente a si el
mundo de la realidad; pero, al ser ella la evasión de
ese mundo y, por tanto, la determlnab11ldad de la opo·
slclón, tiene eri si misma esta determinabilidad; luego
la pura conciencia está esencialmente extrañada en
ella-' misma y la fe sólo constituye uno de sus aspec·
tos~· (56).
Se ha observado que ésta_parece ser una lúci_dg
anticipación de la conocida teorfa feuerbachiana ds
la Esencia del cristianismo (57). Es diffcil decir si H~·
gel ejerció una influencia real sobre Feuerbach. Pero
·es indiscutible que, antes de Feuerbach, sólo Hegel
presenta apuntes para una concepción de la fe religio-
sa como alien~ción (58).

(55) G. W. F. Hegel, Fenomenologla, p. 306 (368-69).


(56) lbld., p. 313 (378).
(57) M. Rossi, op. cll., pp. 853-54.
(58) Un estudioso de Feuerbach, E. ambaldi ve una clara
influencia de Hegel sobre Feuerbach en las as de la Feno·

40
. Sin embargo, si es cierto que Hegel intuye algunos
aspectos "alienados" de la sociedad burguesa moder-
. na y•. más en general, concibe esa sociedad y su his-
toria 'como una época de extrañamiento, también es
verdad .que para él siempre se trata de 110 ex\rañamlen-
!2 del espíritu, que se identifica con la objetividad {hi§-
tóríc<!]. Es inútil volver sobre este problema, que ya
hemos tratado. Sólo nos interesa destacar que -cómo
ya se ha esbozado- la superación de la alienacióQ,
de IR cual recoge Hegel algunos aspectos importantes,
oara él no se sitúa en absoluto en el terreno de IM
relaciones sociales y políticas sjna que se realiza en
el abandono puro y sjrnple de la objetividad histórica,
en el _pasa a la "pma moralidad pensada". En esa "su-
peración" de la alienación, también está implícito el
positivismo acritico que Marx pone de manifiesto. Rossi
observa que la esfera real se fija en su alienación,
mientras que la superación meramente ideal pretende
ampliar inmediatamente su validez incluso a la esfera
real, reabsorbida en la esfera absoluta sin que ni si-
quiera la roce. una tentativa de transformación (59).

2. En este punto es oportuño aclarar algunos as-


pectos que, si bien no trata Hegel explicita y sistemá-
ticamente, están implícitos, sin embargo, en el fondo
de su discurso y en su modo de concebir la alienación:
la relación alienación-intelecto y la relación alienación-
ilustración.

menologla sobre la "conciencia desventurada·, que, como se sabe,


corresportde al judalsmo, al fin del mundo (Omano y al cristianis-
mo medieval, y que Hegel caracteriza como una síluación de esci-
sión. ~La misma temática de la alienación {dice Rimbaldl) y de su
superación por medio de la reducción a! verdadero sujeto, es total-
mente h egelia11a (remite ( ... ) a la 'conciencia desventurada')"
(La critica anllspeculallva di L A. Feuerbach, Firenze, 1966, p. 52).
Más adelante veremos la profunda translormación que el concepto
hegeliano c!e Enllremdung ex(:!erimenta e:1 su conjunto go( obra .de
Feuerbach.
(59) M. Rossi. op. cit., p. 881.

41
Por lo que concierne a la primera relación, encon-
tramos las formulaciones. más importantes y sugestivas
en la Dífferenz. Allí, como ya hemos tenido ocasión de
ver en parte, Hegel escribe: "La escisión ( Entzwelung) .
está presente en el origen de la necesidad de la filoso-
fía, y, como cultura (Bildung) de la época, viene dada
por la forma (Gestalt). En la cultura, lo que es mani-
festación (Erscheinung) del absoluto, se aisla del ab-
soluto mismo y se fija comü algo autónomo" (60).
"Cuanto más se desarrolla la cultura, más varlan en su
desarrollo lqs _manifestaciones de la vida. en las que.
pu-ede mezclarse· la escisión, más aumenta ·¡a potencia·
de la esdsión, más se consolida y consagra su· clima, ·
y más extraños e insignificantes resultan al todo de la
cultura los esfuerzos de la vida por_ recuper~r la a·rmo-
nía" (61). De ahí surge para los homb_res la necesidad
de la filosofía: del hecho de que ·"el poder de unifica-
ción desaparece de la vida de los hombres, y las opo-
si'ciones, al haber perdido su relación viviente y su ac-
ción' recíproca, adquieren independencia propia" (62) o

La cultura de las distintas épocas ha restablecido las


oposiciones en diversas formas: tales "oposiciones,
por ejemplo, entre espíritu y materia, cuerpo y alma,
intelecto y fe, libertad y necesidad, etc., y toda ~lase
de ellas en esferas más restringidas, importantes en
otro tiempo, y que atraían sobre si todo el peso· de los
intereses de los hombres, con el progreso de la cultura
van pasando a la forma de oposiciones entre razón y
sensibilidad, inteligencia y naturaleza, y para el con-
cepto de universal, a la forma de la oposición entre
subjetividad absoluta y objetividad absoluta'' (63). ·
Dice Hegel que el único interés de lá razón. es su-
primir esas oposiciones cristalizadas, en. cuant~ ·que

(60) G. W. F. Hegel, Erslc Druckschrlllcn, cit., p. 12.


(61) lbld., p. 14.
(62) lbid.
(63) lbid., p. 13.

42
los téJminos absolutamente opuestos brotan elles rn.s-
mos de la razón. "Esa identidad consciente de le .i:t:to
y lo infinito (la unificación en la conciencia de los dos
mundos, sensible e intelectual, necesario y libre) C<?ns-
tituyen el saber'' (64). Por consiguiente, para Hegel,
la tarea de la filosofía consiste en unificar estos pr3su-
puestos. El instrumento de_ esa unificación es la razón,
que aniquila la oposición· en su independencia, elimi-
nando los dos términos que la constituyen: finito e in-
finito, ser y pensamiento, materia y espíritu. ~Lo c¡:;!;es-
. to'. súbsiste, pero no aparte, sino sólo en la medida en ·
que está situado en lo absoluto, es decir, como iaenti-
dad" ·( 65). Luego la superación de la oposición y efe
la escisión viene dada por. la más alta forma de saber,
el "saber filosófico", que ·ve, sobrepasando las oposi-
ciones y escisiones, el término común de que han sa·
!ido éstas, la razón. Si en Jos elementos empíricos Jis·
lados, singulares, la especl!lación no reconoce "la iden-
tidad absoluta, la relación; con lo absoluto" (66). ~n­
tonces, dice Hegel, no hay "saber científico". Al fi ~al
de la Fenomenología, el saber filosófico se define de
modo completamente análogo, como una "aparente
inercia, la cual [ ... ] contempla cómo lo diferente se
mueve en él mismo y retorna -a·
sU"unidada. y por -~so
Hegel puede decir que "la fuerza del espíritu consiste
en permanecer igual a si mismo en su alienc.ci0:-~ ~En­
tausserung)" ( 67). Alienación-que, en realidad, y c. está
superada en su aspecto negativo de mera esci~1'>1· y
se mantiene en su aspecto positivo: ahora la aL•tü.-·::.n-
ciencia "sabe" que. a través de su propia aliena ~;ón,
ella misma ha- puesto la coseidad (Dingheit), y en .::..sa
coseidad se reconoce.

(64} lbld., p. 19.


(65) lbld.
(66} lbld., p. 21. .
(67) G. W. F. Hegel, Fenomenología, p. 471 (561).

:i3
El intelecto se opone a esa unificación, operada por
la razón y el saber absoluto, de los dos términos de la
oposición, y por eso lo define Hegel como "fuerza li-
mitativa" (Kraft dc:!s Beschrankens): "La fuerza limita- ·
fiva, el intelecto, reconoce en su construcción, que
pone entre el hombre y lo absoluto, todo lo que es pre-
cioso y sagrado para el hombre; esto la cons_olida a
través de todas las potencias de la naturaleza y de las
voluntades, y la amplfa al Infinito. En ella puede en-
. contrarse l_a completa totalidad de las limitaciones, ex-
cepto lo absoluto mismo; .di_sgregado· en las partes, lo
ab~oluto impulsa al intelecto a desarrollarse en una
multiplicidad infinita, pero, al esforzarse en extenderse
hasta lo abso~uto;-- el .. lritelecto no hace sino reprodu-
cirse sin fin· a. sí mismo [ ... ]. Cuanto más sólida y bri-
·lfante es la construcción del intelecto, la vida: que está
·aprisionada e!l él como parte, se hace tanto más in-
quieta y tanto más se esfuerza en evadirse de él para
entrar en la libertad" (68).
De ahf la crrtica y la polémica de Hegel, constan-
tes en toda su obra, contra el "llamado sano intelecto
humano" ( der sogennante gesunde Menschenverstand),
el cual no ve que ."lo que es inmediata certidumbre
púa él, para· ·la filosofía es nada", y se obstina 'en con-
ferir-;a lo inmediato sensible, a lo finito, la "consisten-
cia" y el "ser absoluto" que no tienen (69). Por eso,
el intelécto no sólo no comprende la especulacióñ, sino
que "la detesta y rechaza" (70). La diferencia entre
razón especulativa e intelecto consiste en el hecho de
que "la especulación lleva a la conciencia la identidad
de la cual no es consciente el sano intelecto humano,
o bien transforma en identidad consciente lo que en la

·:(68) G. W. H. Hegel, Ersle Druckschrlllen, pp. 12-13.


(69) lbld., p. 22.
(70) lbld.
(71) lbld., p. 23 ..

44
conciencia del intelecto común es necesariamente
opuesto [ ... ]" (71).
· Por consiguiente, el intelecto ("la actividad del se-
parar es la fuerza y la labor del intelecto, de la po-
tencia .más admirable y grande [ ... ]" (72), correspon-
de ~1 momento de la escisión y de la alienación. En
efecio, así como la alienación es el momento de la es-
cisión y de la objetividad emp(rica, el intelecto distin-
gue y separa finito e infinito, seí y pensamiento. Pero
el ·error del intelecto consiste justamente en cof'!side-.
rar dividido lo que no lo está, y en suponer autónomo
y consistente lo que no lo es. ·El intelecto determina
e inmoviliza las determinaciones·; "que abstrae y con
ello separa, y que persiste en sus separaciones" {73).
Ese "intelecto humano ordinario·, dice además Hegel.·
en la Ciencia de la lógica, no es otra cosa que el sen-
tido común, el cual "afirma su punto de vista de que
la verdad reposa en la realidad sensible" (74). El in·
!electo o sentido común no se da cuenta de que el ele-
mento empírico, material, es al~o inesencial, inconsis-
tente, puesto por el espíritu y su~rimido en su objetivi-
dad e independencia ·apenas el espíritu se recupera de
la alienación.
Este aspecto de la teorra hegeliana de ia alienación
-implícito, repetimos, en el discurso de Hegel- ha
sido recogido y desarrollado por L. Colletti, que escri-
be justamente:
Para Hegel, la condición típica de la alienación es
la del "sentido común". El sentido común es el "ordi-
nario intelecto humano", que cistingue entre "yo" y
"mundo", entre sujeto y objeto, pensamiento y cosa.
Dice Hegel que el "sentido COmÚnn identifica el ob-

(72) G. W. F. Hegel. Fenomenologia, p. 23 (29).


(73) G. W. H. Hegel, Ciencia de la lógica, Buenos Aires, Edi·
torial Hachette. 1955, ep. 36 y 60.
(74) lbld., p. 60.

45
jeto, que es esencialmente objetivación de sí mismo
.·del pensamiento, con algo externo y preexistente en
el pensamiento. El sentido común no ve que el objeto
es una proyección de sí mismo del pensamiento, una
forma en la que el pensamiento se "aliena" o se hace
"otro" distinto de sí para poderse "reflejar" y recono-
cerse, sino que toma el objeto por algo verdaderamen-
te distinto y original. En virtud de esa identificación, el
sentido común -es decir, el materialismo- se repre-
senta, dice. Hegel, la "realidad" a la inversa: el objeto,
que es algo secundario y derivado, lo toma por lo "pri-
mario"; mientras. que el pensamiento, que es lo prima-.
río auténtico, lo identifica con algo que depende de lo
que él mismo ha creado. La consecuencia que se de-
duce de ello es la alienación. El sentido común consi-
dera "otro", o sea, distinto de sí, lo _que es ét realmen-
te. Se mueve en el mundo natural o. de los objetos
como en un mundo extraño, sin darse cuenta de que la
"n~turaleza", que él considera como la auténtica rea- ·
lidad, es efectivamente una creación suya propia y
provisional (75).
La alienación es la condición típica del intelecto,
en la medida en que, al distinguir rigurosamente entre
finito e infinito, entre pensamiento y ser, confiere a lo
finito y a sus determinaciones una autonomla y con-
sistencia que no tienen, Y. obrando de ese modo posi-
tiviza y eterniza la escisión. Por tanto, el intelecto se
cierra el acceso· a la "identidad consciente de lo finito
y lo infinito", que hace posible superar todas las opo-
siciones, conocer el si mismo en el otro, y, por consi-
guiente, superar (en el sentido de reconocer como mo-
mento "positivo") la alienación. De ahl el contraste· en-·
tre intelecto y razón, entre conciencia sensible y cien-·

. ( 75) L. Collelli, M. Horkhelmer y T. W. Adorno: "Dialelllca .dell'


lllumlnlsmo", en "Problemi del Socialismo", a. IX (1967), n. 15, pá·
gina 234.

46
cia especulativa. Mientras que la conciencia sensit.le,
dice Hegel, es "saber de cosas objetivas en contraposi-
ción a aquéllas", la ciencia constituye, en cambio.- :o
inverso de la conciencia individual inmediata. y su td-
rreno es "el puro conocerse a si mismo en el absc.lu-
to ser-otro" (76). Ese puro conocerse a si mismo"
M

constituye la superación de la alienación. Efectivamen-


te, esto tiene lugar en cuanto sujeto y objeto dejan ce
aparecer en forma dualista en el elemento del saber,
cuando "no caen uno fuera del otro en la oposición
del ser y del saber" (77). En resumen, la superación
.de· lá · alienaci"ón, de la objetividad material, es la filo-
. solla, el ide~lismo, es decir, la liberación, 'al término del
proceso fenomenológico, "mediante el .. saber absolu-
to", del mundo exterior que, según Hegel, es la "a:>~­
riencia" o la "ficción" del sentido común y de la cien-
cia"" (78). El objeto se muestra a la conciencia como
"dispersador", se aniquila en su independencia y ob-
jetividad. Ahora la concienda "sabe esa nulidad d -31
objeto", porque se ha alienado a si misma en el obj3-
to. Pero, a causa de la inescindible unidad consigo mi.~­
ma, "en ese acto [que es su alienación] está conte li-
do el otro momento en el que la conciencia también ha
eliminado esa alienación y objetivid(id-·y ha retornado
a sí ·misma, encontrándose, por tañto, cerca de s; en
su ser-otro como tal" (79).
La época histórica en ·fa. _q_ue culmina el punto de
vista del intelecto es la ilustración. De hecho, también
en este caso Hegel proced~ a una interpretación his-
tórica de las categorías y, por consiguiente, a una !da'l-
tificación del intelecto con un conjunto de fenóme.-,os
histórico-culturales. El esquema de los periodos his~ó-

(76) G. W. F. Hegel, Fenomenología, p. 19 (2-'·25).


(77) lb(d., p. 26 (33).
( 70) l. Col!etti, art. cll, p. 235.
(79) G. W. F. Hegel Hege:, Fenomenologla (5-'9).

.!,7
ricos que Hegel 'nos Rresenta con más frecuencia es el
siguiente: "El primer mómento sustancial es la vida ar·
tlsticamente instintiva e irreflexiva del mundo ·griego y
en parte romano; el segundo momento, la cultura [ ... ]
va desde el Medievo (donde los valores de la fe emer:-
gen, se cultivan y refinan por sí mismos, en oposición
a los valores mundanos)
.
hasta la ilustración (donde.
. surgen, se cultivan y refinan los valores del intelecto y
del individuo); el tercer momento es el mundo de la
-edad de Hegel" mismo (80). En el prólogo a la Feno-
menología, al presentar un breve escorzo del proceso
histórico esbozado en las posiciones teoréticas de esa
obra, Hege"l hace que al mundo de la "fe" cristiana
-que, al poner la prese~Cia y la esencia de lo absolu-
to en un elemento situado más allá, vivfa la vida sus-
. tancial "en el elern_ento·del pensamiento"_, le suceda
el mundo de láéultura ilustrada que desemboca en el
criticismo. Dice)1egel de ese mundo: "el esplritu [ ... ]
pas.a al otro extremo de la reflexión carente de sustan·
cía sobre sí mismo [ ... ]. No sólo se pierde para él su
vida esencial; también es consciente de tal pérdida y
de lá finitud que ahora constituye su contenido" (81).
Por lo demás, es en ese marco donde Hegel inserta el
írrn~ionalismo romántico, concibiéndolo. como momen-
to inmediatamente ·posterior a la ilustración y como
reacción a la "pérdida de la vida esÉmcial" y a la "ri·
nitud" propias de la ilustración: "reaccionando a su
abyección, confesando su miseria e imprecando contra
ella, el esplritu ·pretende ahora de la lilosofla no· tahio ·
el,•saber lo que él es como recobrar, por medio de ella,
del[a' _sustancialidad perdida y la solidez del ser" (82).
·:En; toda la. obra de sú madurez, Hegel permanece
fiel a esta concepción de la ilustración como época del

(80) E. de Negri, 1 prlnclpl di Hegel, clt., p. 18.


·:.. (81) G. W. F. Hegel, Fenomenologla, Q. 10 (13).
(82) lbld.

48
intelecto, en la que el espíritu está inmerso en la finitud
y no sabe sobrepasarla. En un gran escrito teorético
del periodo de Jena, Glauben und Wissen, ya había
dicho que la razón de la ilustración no es sino el in-
telecto, que reivindica por saber positivo lo finito y lo
empírico y r~serva lo eterno para el puro más allá, .. y
este ·hecho, que en otro tiempo pasaba por la muerte
· de.la·filosofia, es decir, que la razón debía renunciar a
su ser en lo absoluto y, por tanto, debla excluirse com-
pletamente de él y comportarse respecto a' él sólo ne-
gativamente, se convierte en_ el punto_ más alto de la
filosofía~ y la nada de la ilustración, al hacerse cons-
ciente, se erige cqmo sistema" (63). Juicio que vuelve
puntualmente en la Filosofía de la Historia, donde se
dice que "la ilustración plantea el contenido como fini·
lo, y de todas las cosas divinas y humanas aleja y elimi-
na, destruyéndolo, todo elemento especulativo" (64).
Y más: as[ como en Glauben und Wissen la religión
(que tiene el carácter sublime de no estar ligada "a
intuición alguna ni a ninguna alegria pasajera, sino
de aspirar a una eterna belleza. a una eterna beati-
tud" [85]), se contrapone a la ilustración, que tiende
a tomar el objeto de la intuición por una cosa y que "en
la verdad del ser sófo ve finitud"~ del mismo modo, en
la Filosofía de la Historia Hegel dice que el intelecto en
cuanto ilustración se subleva con sus leyes contra la
religión, la cual, sin embargo, tiene respecto al intelec-.
· to· un contenido especulativo, es racional: "la razón es
precisamente ese comprender como uno concreto lo
que es diferente; en cambio, el intelecto mantiene las
distinciones. Este dice: lo finito no es infinito. Y he
ahí que todo el elemento misterioso, es decir, especu-

( 83) G. W. F. Hegel, Ersle DrucJcschrlrlen, Q- 224.


· ( 84) G. W. F. Hegel, lecciones sobre la filosofla de la Historia
Universal, Madrid. Ed. Revista de Occiden:e. i974, p. ·6BS.
( 85) G. W. F. H[!9el. Ersle Druckschrillen, p. 226.

49
. 'edvo, de la religión, para él se reduce a la nada" (86).
En resumen ,lo que Hegel reprocha a la ilustración,
E:.n cuanto época del intelecto, es el hecho de que no
realiza la "identidad consciente" de finito e infinito,
d~ ser y pensamiento, y de las demás oposiciones;
identidad que, sólo ella, constituye el "saber absolu-
~o", o sea, el saber filosófico. En este sentido, la ilus-
tración es la edad de la alienación, la época en la que
los hombres se aferran a un a posteriori absoluto, sin
que nunca vean que lo que se presenta como primario
~el mundo sensible- es en realidad secundario, es
decir, algo puesto, que rio tiene consistencia en si mis~
mo. La superación de la alienación no es Sino la supe~
ración de la objetividad, la destrucción de su indepen- ·
dencia y aparente consistencia; la demostración, por
último, de que la objetividad empírica no es. nada dife-
rente del espíritu: consta de· Úna serie de formas en
l9s que el espíritu se manifiesta, y que, por consiguien-
te, son productos del espíritu mismo, indeferenciables
de éste. En la objetividad histórica y empírica, "el es-
píritu presenta su devenir hacia el espíritu, bajo la for-
ma de libre acontecer accidental" (87), y en cuanto
que se hace consciente de esto, suprime la alienación,
para alcanzar finalmente "el puro elemento de su exis-
tencia, el concepto". "Luego, una vez que el espíritu
alcanza el concepto, despliega la existencia y el mo-
vimiento en ese éter de su vida, y es ciencia" (88}. En
la ciencia desaparece la distinción entre conciencia y
objetividad, entre espíritu y mundo, que constituye el
eje de todo el iter fenomenológico. El resultado es la
Identidad consciente de la oposición que. supera la
alienación reconociéndola como "pos:~ión" propia: pre-

(86) G. W. F. Hegel, lecciones sobra la lllosofla de la Hlsl~rl~


Universal, cit., p. 685.
(87) G. W. F. Hegel, Fenomenologla, P.· 472 (563).
(88) lbld., p. 471 (562).

50
císamente esa identidad consciente es lo que excluye
la ilustración, irremediablemente afeccionada al inte-
lecto y la finitud. Por eso se ha escrito justamente:
Según Hegel, la época histórica en que culmina la
alienación es la ilustración._ La ilustración destruye la
vieja metafísica espiritualista e impone en todas partes
el punto de vista del "sentido común". La ilustración es
naturalista, empirista, materialista. Y como esa distin-
ción (o "dualismo") de sujeto y objeto, que se deriva
del modo de ver del "o"rdinario intelecto humano", al-
canza su difusión más amplia con la afirmación del há-
bito mental característico de Já moderna ciencia expe-
rimental, Hegel asocia esta última a· su condena del
·materialismo. El reino de la alienación es la ilustracióP,
porque la ilustración es la difusión de las luces de la
razón cientlfica, la época de la técnica y de la ciencia
aplicada (89).

( 89) L. Collclli, art. cit., pp. 234·35. Acerca de la postura d~


Hegel hacia la ciencia moderna el. su juicio sobre Bacon, •· .!!
verdadero creador del malerialismo inglés y de toda la cienc.a
oxperimenlal moderna .. , lal como le definió Marx en La Sagradc;
Filmilia. "Ahora vemos el abandono del contenido transcender.
lo [ ... ] -escribe Hegel- expresado conscientemente, p.1r p:lmE·a
voz, en Francis Bacon". "Su punto de vista lo constituye e; feaóme-
no sensible, tal como se presenla al homb~e instruido, en cuanto
que ésle lo hace objeto de relleltión: lo que está de acue·do con
el p~incicipio de asumir como tal-lo finito -Y lo terre:tal." ~Aú11 se
ensalza hoy a Bacon como el que habria indicado al conoc:mie::~o
su verdadera fuenle: la experiencia; en realidad es el precw~c-r y
representante de lo que en lngl~terra suele denominarse lilosofla,
y sobre el que los ingleses aún ·na_ han logra<to elevarse. DE> he-
cho, parecen constituir en Europa el pueblo que. limitado a la
intelección de la 'realidad" está destinado, como los comer~•.:mtes
y artesanos en el Eslado. a vivir siempre inmerso en la m;:;.¡eria;
a tener por objelo la 'realidad" y no la razón.- -Lo que le :Jaca
ser lO· que representa, es una consideración del presentE! (!a de
Bacon); se observa lo que eltiste con los ojos abiertos, se óirige
la atención a esto como a lo prime~o. y esa intuición se alabs. y
reconoce." Resumiendo,. Bacon toma lo finito por lo priC'erc,; no
ve que, Hcuando la ciencia eslá consliluida, la idea debe ;:~ro~eder
por si misma; la ciencia en cuanto lal ya no parte qe lo ~mplri­
co·· (G. W. F. Hegel, lecciones sobre la historia de la lhosofla,
México, Ed. F. C. E., 1955). En estas Lecciones véase tJrnlJ:én el
· juicio do He oe' sobre locke. '"En loe k e [ ... ) tienen valer P' ~cisa-

51
1
3. En ei curso de nuesho anallsis hemos c¡;¡racte-.
rizado un aspecto central de· la teorla hegeliana de la
alienación en la ideptjficación de alienación con obje-
. tividad histórico-empírica. Sin embargo, no faltan ten~
tativas de demostrar lo infundado de tal identificación
(que, como veremos, constituye el núcleo central de la
·critica de Marx a Hegel en el último capitulo de los
Manuscritos de· economi filosofía de 1844. La más
,interesante es la d A. Massol que ha tratado de pro-
_bar en su libro Primeras lnvesligaclones de Hegel, ~
Q_ara el joven Hegel la~alienación es esencialmente alie-
nación política, lo cual co-nstituye también la base de
la alienación religiosa. gue para Hegel se expresa en
el cristianismo .. Precisamente la reflexión sobre el cris-
tianismo, que prosigue ininterrumpidamente en Berna y
Frankfurt, demuestra, según Massolo, que para el jo-
ven. Hegel la alienación no es un proceso natural o ne,
cesario, "no· forma parte de una historia ideal de la
conciencia en sí"; por el contrario, es "una alienación
que se puede producir y se produce en situaciones his-
·. téÍ~icas determinadas" (90). En Berna, Hegel indaga
sobre el problema de cómo fue posible la aceptación
del cristianismo, determina la raíz del" despotismo reli-
gioso en el despotismo polilico, y establece una estre-
. _.cha conexión entre cristianismo y Privalleben. Un pue-
blo, dice, abandonado de los propios dioses y de si
'mismo, incapaz ya de vivir en lo universal y reducido ..

mente los términos de la relación, las cosas y el sujeto, y se con·


· sidefan como. presupuestos vélidos. El razonamiento de Locke es
. muy supe(licial: sa atiene únicamenle a lo que aparece, a lo que
. es; y no a lo que es verdadero." " ( ... ] se renuncia completamente
n .la verdad en si y para si ( ... ] y de ese modo se renuncia en-
·teramente a los fines de la filosofla." "¿De qué modo supera el
.;pensamiento las dificultades que él mismo suscita? En Locke no se
·suscita ni se despierta ninguna. Antes de que pueda satisfacerse
la necesidad de conciliación, es preciso que· se despierte el dolor
de la escisión."
(90) A. Mossolo, L:1 s!orlo dclla lllosofla come problema. cito·
da, p. 09.

52
a una vida solitaria, privada, sólo puede volver a poner
la propia fe en un individuo. "He aquí por lo que la re-
ligión cristiana se acogió espontáneamente en ·el oca-.
so de toda virtud pública en los romanos y en el decli-
ve _de su grandeza exterior" (91 ). En conclusión, _Hegel
-:-aclara Massolo--- investiga y descubre la génesis de
la ·desmembración, de la íUptura que en determinado
momento se produce entre individuo y sociedad, entre
la realidad y la idea, entre la razón y lo real, en la situa·
ción histórica que determina el paso de la religión gre-
co-romana a la cristiana. Y así como el joven Hegel une
estrechamente el destino del cristianismo al_ interés por
lo individual, igualmente, según él, ese interés desapa-
rece cuando "todo lo que de hermoso hay ·en la natu-
raleza humana y que habíamos alienado de nosotros
mismos en el individuo extraño (Cristo) [ ... ]. lo reco-
nocemos de nuevo con alegria como obra nuestra, nos
lo volvemos a apropiar [ ... J" (92). A continuación,
Massolo indica que el joven Hegel no se limita simple-
mente a afirmar de modo general la conexión entre
cristianismo como religión de una alienación humana
y una situación ético-política determinada, sino que se
esfuerza en precisar el proceso social que lleva a esa
situación. Para Hegel, se trata de la disolución de la
eticidad del mundo griego, donde la religión era una
religión para hombres libres, Jos cuales "obedecían le-
yes que ellos mismos habían a:;ordado, y sacrificaban
su vida a una causa que era la suya" (93). Para cada
uno de ellos. la idea de patda, de Estado, era Jo más
elevado, y su individualidad desaparecía frente a esa
idea. Esa situación fue turbada por guerras afortuna-
das, por el aumento de la riqueza, por la aspiración a

(9 i) He!Jel"s lheologlsche Jugendschrfllen, o p. el l., en Ma sso·


lo, p. 73.
(92) (bid.
(93) lbld., p. 82.

53
un mayor bienestar individual; todo eso determinó el
'ascenso de una aristocracia guerrera y proletaria; la di-
rección de todo estuvo a cargo de uno solo o de pocos,
el gobierno de la máquina estatal se asignó a un res-
tringido número de ciudadanos. La imagen del Estado
como producto de la propia actividad desaparece del
ánimo de Jos ciudadanos, cuyo derecho, abolidas las
libertades políticas, sólo fue derecho a la seguridad
de la propiedad. El terror de la muerte sorprendió al
hombre en esta soledad. El cristianismo se impUso,
pues, a causa de esa separación entre el individuo y
su· r.e?lidad, y por la necesidad del individuo de o be-.
decer a una legislación y a una voluntad extrañas. "De
ese modo, el despotismo de los emperadores romanos,
que había exilado de la tierra el espíritu del hombre,
obligó a éste, al privarle de la liber!ad, para .salvar su
sentimiento de lo eterno y su absoluto, a alienarlo en
la divinidad" (94).
_Según Massolo, esta investigación iniciada por He-
gel en Berna, continuaría sustancialmente en Frankfurt.
En los escritos hegelianos de ese período, Massolo tam-
. bién ve la coincidencia en el plano histórico entre alie-
. nación política (el hombre se abstrae del Estado) y alie-
nación religiosa (el hombre vuelve a poner en el más
allá su propia totalidad) (95). Y por eso puede decirse
que la conclusión a la que llega Massolo, al examinar
los escritos de Berna a propósito de la relación Fichte-
Schelling-Hegel acerca del problema de la alienación,
es válida tanto para el período de Frankfurt como para
el de Jena. Es oportuno citarla ahora porque, como va-
mos a ver, Massolo también llega a ella a propósito de
la Fenomenología. Escribe Massolo: · .
El tema de la alienación puede compa~arse al .fich- .
tiano-schellinguiano de la objetividad, del no-Yo, por-

(94) lb[ d., p. 84.


(95) lbid., p. 93.

54
que Hegel también utiliza a veces estas expresionss;
pero en realidad no puede reducirse a una problemáti-
tica idéntica. En no-Yo tichtiano es una objetivaci6n
necesaria, a la que la conciencia común accede para
constituirse a sí misma. No es el objeto, sino la posibi- ..
lidad trascendental de serlo· de un mundo. ··
El tema de la alienación se presenta por primera
yez enCSchellioQ1 en relación @O el hombre totaL Pero
Schelling lo caracteriza en la ruptura que, en un mo-
mento ideal determinado, se produce con el surgimien-
to _de. la reflexión en el hombre:· En el fon"do, en el rr.¿s_
primitivo Schelling, el hombre alienado es el homb=-e _
teórjco en antltesjs con el-hombre práctico. Alienaci6:1
y objetividad coinciden.
En Hegel, el problema de la alienación no se pre-
senta en el plano de la conciencia común, abstraída de
la situación. Alienación y objetividad no coinciden. Cuan-
do, al obedecer la exigencia de la justificación hist"l-
rica en función de la reconciliación de pensamiento y
realidad que constituye la posibilidad mi~ma de un se.·
ber absoluto como filosofía de la historia, He::}~i pre-
senta su identidad de objetividad y alienación, síernp:-e
habrá que leer en ella algo radicalmente distimo. La
identificación siempre se llevará sobre .-el plano qe la
historia, sobre el plano, pues. concreto (96). ·
Esta afirmación de Massolo, que ~en los periodos
de Berna, Franklurt y también-los siguientes, ve u.1a
sustancial unidad teórica y ·problemática sus!ancial en
el pensamiento de Hegel a propósito del prcblema cie
la alienación, ha sido discutida por otro estudioso ita-
liano, M. Rossi. Este, en su amplia investigación sobre
Hegel y el Estado {97), dedica mucha atención al pro-

(96) lbld., p. 79.


(97) M. Rossi, Hegel e lo Slato, Roma, ·1960. Es la plmt:~a
parte de la amplia investigación sobre Marx e la dlaleWca hese-
llana.

-35
blema de la génesis de )as categorfas de alienación y
de reapropiación en el período de Berna, y a su pos-
'lerior desarrollo en el período de Frankfurt. En ge~eral,
;Rossi discute que se pueda ampliar la significación
que la alienación cobra 'en los textos berneses de He-
gel, al sentido general de la dialéctica hegeliana (que
se convertiría de ese modo en una dialéctica de la li·
bertad y de la supresión de cualquier forma de servi-
dtlmbre, política y religiosa. Es cierto, dice Rossi, que
el período de Berna _nace la idea de alienación, que
' inmediatamente reclama su reciproca, la reapropia-
• ción (98); .es cierto que Hegel concibe en Berna la his-
,, loria de la· sucesión· del .espíritu cristiano-burgués al
griego, como la historia de la pérdida de la posesión
de sr por parte del hombre, y considera la superación
de la alienación Gomo· uíía···exigencia deontológica, como
.J un deber ser--de realizarse por medio de la supresión

~de las condiciones que la han determinado. Pero según


nossi, en primer lugar, la alienación, en el significado
que tiene en· Berna para Hegel, no es un descubrimien·
to de Hegel: y en segundo lugar, no se puede ampliar
la significación berncsa del concepto de alienación a
IC\s posteriores formulaciones de la dialéctica -hege
liana.
~ '
' En cuanto al primer punto, Rossi sostiene que la
dialéctica de alienación-reapropiación la descubrieron
los ilustrados, y sobre todo Rousseau. "¿Qué otra cosa
propuso el pensamiento revolucionario ilustrado, .sirio
·lá constatación de una situación de sojuzgamiento de
la humanidad 'por las potencias extrañas del autorita-
rismo religioso y político, de la superstición y el des-

· (98) Sin embargo, los t~rminos Entiiusserung y Aulhobung no


aparec):ln. todavla; sólo aparecerán.n •. .Y raramente: en Fra_n.klurt; en
Berna. en cambio, Hegel vuelve a ulll12:ar los térmmos Verilusserung
• y slc:h anelgnon. Pero, dice justamente M. Rossi, al problema no
es de- o~igen terminológico; atañe más bien al contenido de tales
iucas:
56
potismo, y la necesidad de una liberación de la huma-
nidad por medio de la razón? Y, por otra parte, ¿acaso
no constituye el término mismo de alienación la ca-
tegoría principal de la concepción contractual, que
pr~cisamente implica la cesión, por parte del indivi-
dl!o. de una parle del ámbito de su libertad al cuerpo
.socia( allí· donde precisameilte la libertad del indivi-
duó sé· hace incompatible y ent~a en colisión con la
dol otro?" {99}. Por lo demas, la necesidad de revolu-
. ción de la ilustración tiene su propia base en el. ori-
gen contractual de toda sociedad y, por consiguien-
te, se justifica, dicé Rossi, a través de la constata-
ción de una imperfección en el contrato de la socie-
dad existente, donde los individuos ceden más de lo
que debieran, y lo ceden no al cuerpo social del que
son miembros orgánicos. sino a cuerpos no autorizados,
instituidos por derecho divino o hereditario, etc. Es ver-
dad que a Hegel, añade Rossi, no puede llamársele
contractual, pero es innegable que el concepto de alío-
nación le viene precisamente del susodicho ambiente
mental, "a través de la ética kan:rana que [ ... ] ya ha
traducido en términos. filosófico-morales la necesidad
de la reapropiación, transformándola en la de la auto-
nomía ética frente a la cual la alienación es heterono-
mfa, _tal como se nos presenta precisamente en los es-
. crilos berneses de HegeiM {100). Una vez precisado el
-origen ilustrado de la categoria de la alienación-reapro-
piación en el sentido de sojuz~amtento-emancipación,
¿es posible afirmar que tal concep.:ión bernesa de He-
gel, y que sustancialmente es ilustrada, sea la misma
del· pensamiento hegeliano majuro? La respuesta de
Rossi es rotundamente negativa: ·En Berna. la aliena-
ción es esclavitud constatada, y :a reapropiación es el

(99) !.A. Ro:;si. op. cil., p. 12'6.


(100) lbld., p. 127.

57
deber-ser de la supres10n de aquélla; y, como hemos
dicho, esa dialéctica no fue descubierta por Hegel, sino
por los ilustrados. sobre todo ¡:.·or Rousseau. En c~m­
bio, al final y a continuación dal período de Jena, la
aiienación es la salida de la totalidad fuera de si mis-
ma, que a la vez es su determinación, su particulariza-
ción; y la Aufhebung es la recuperación de si misma,
la auto-mediación lograda, In auto-articulación orgáni-
ca de la propia totalidad. Es el resultado del proceso
necesario de lo que es. Evidentemente, no puede tra-
tarse de la misma cosa" ( 101).
Rossi recona.ce que el camino de una formulación
a otra, no es en absoluto ni simple ni lineal. La nece-
sidad de articulación de la totalidad lo obstaculiza: En
Frankfurt es donde Hegel empieza a darse cuenta de
que para articular la totalidad puede servirse de los
conceptos de extrañamiento y reapropiación. En ese
sentido, Frankfurt reviste una importancia fundamental
para el posterior desarrollo de Hegel. El sentido de la
nueva metafísica que el joven Hegel construye en Frank-
furl consiste "en delinear una dialécticél de universali-
dad y particularidad [ ... ]. de totalidad y determinación,
que utilice y "absorba, en función de la articulación que
la metafísica del primer Schelling (incluso del segun-
do y del tercero) no logra justificar, la categoría de ex-
trañamiento. El sentido más profundo de la transición
del período de Bernél al de Frankfurt es { ... ] : en Berna,
la dialéctica de extrañamiento-reapropiación aún está
vinculada a sus orígenes ilustrados, mientras que en
Frankfurt se asume como articulación de la totali-
dad"· (102). En otros términos, en Frankfurt, Hegel ya ..
no atribuye al hombre la categoría de extrañamiento
en función de la constatación histórica de su sojuzga-

( 101) lb[ d., pp. 1 85·86.


(102) lbfd., p. 298.

58
111icnto, sino u la totalidad; en función de la articulaciór.
sistemática.
En nuestra opinión, este análisis de Rossi tiene el
mérito de estimular a una lectura más participante y
más atenta a los aspectos lógicos y sistemáticos tanto
de los escritos hegelianos de Frankfurt (es obvio que
no podemos deternos ahora sobre esto; simplemente
remitimos a la amplia sección del libro de Rossi sobre
el período de Frankfurt) como de Jena, y de "prepa-
rar" una auténtica comprensión de la problemática de
la alienación en la Fenome_nologia. Es -u~ hecho que,
si· se atribuye pura y simplemente el concepto hegelie.-
no de alienación del período bernés al periodo d~
Frankfurt, inevitablemente se está obligando a ampliar-
lo también al periodo de Jena; y por consiguiente .. en
la Fenomenología tampoco se daria de ningún modo
la identificación de alienación y objetividad que Mar>
pone de manifiesto. Precisamente, esto ha sido mante-
nido por Massolo, no sólo en los párrafos citados an·
teriormente de las Primeras investigaciones de H.::gel
("Cuando { ... ] Hegel presente su identidad á e o~:eti­
vidad y alienación, siempre habrá que leer en ella ái;JO
radicalmente distinto" 103}. sino también en un e"Siu-
dio dedicado a este problema: ."Entaú;serung"·"Ent·
frerndung" en la Fenomeliologia del espíritu (104).
El intento de Massolo se dirige a distinguir Jos ck.3
términos utilizados por Hegel en la Fenomenolog¡a
Entii.usserung y Enlfremdung (105). Como es evidemE..

( 103) Cl. nota 96.


( 104) En A. Mas solo. op. cil., p. 202 y ss.
( 105) Un estudio terminológico cuidadoso probarla que e:1 'a
Fenomenología no es posible distinguir rigurosamente entre Ei!!-
lremdung y Entausserung, que a veces H~gel empiea como sin~
nimos. Veamos dos ejemplos. En la página 348 de la edc:ó,..
HoHmeister, Hegel dice: "Pero tal opsrar y devenir, mediante los
cuales se realiza la sustancia, constituyen ol Enllremdung de la
personalidad, puesto que ~1 si mismo que es Inmediatamente, esto
es, sin Enllremdung, y que vale en sí y para si, es s!:1 st:slalro·
cía ( ... 1. Por consiguiente, s..s s~stancia es su Rro;:>ia Enti!usserunQ.
el problema no es sólo terminológico: se trata de pro-
bar que en Hegel alienación y objetividad histórico-
empfrica son distintas. "¿Hasta qué punto ~se pregun-
ta : Massolo- s.e identifica objetivación con extraña- ·
miento? La investigación podría declmarse cerrada in-
mediatamente, si fuese licita la identificación de Ent-
fremdung con la objetividad de la acción individual que
en uno de sus tres momentos alberga una existencia
inmediatamente externa, es decir, con la necesaria ex-
teriorización. de la voluntad (~rundlllnlen der Phllo·

y la EnUiusserung es lil sustanC:ia · ( ... ] ". Y en la página 351: "Por


tanto, eso por lo que, ~n este caso, el in.dividuo tiene validez y
efectualidad es la cultura. La verdadcm naturaleza y sustancia ori-
ginal del individuo es el -~splritu. del Entfremdung del ser natural.
Por eso, esta EnUiusscrung es igualmente fin y existencia del in-
dividuo ( ... ] ". Esta identificación sustancial de Entausserung y
Entfremdung tiene su histo~ia, que puede reconstruirse en los tex-
tos de juventud de Hegot. Originalmente, en efecto, uno de los dos
con.ceptos tiene un sentido ilustrado-contractual ( Entiiusserung),
y el otro uno religioso ( Entfremdung, opuesto a Vers1lhnung) (so-
bre esto, el. M. Ros si, op. cll., pp. 298·99). Deberla ser objeto de
una investigación particulnr el mostrar cómo se va constituyendo,
en los escritos hegelianos de Frankfun y luego, sobre todo, en los
de Jena, un sentido unitario, lógico-metaflsico, de la alienación,
por lo que se supera la dilercn.cia original de los dos conceptos.
Este proceso concluye con la identificación de Entiiusserung y
Entfremdung en el tercer sentido, lógico-me¡taffsico. De ese modo,
llegel puede emplear indiferentemente ~:~mbos términos, como en
los pasnjes do la f'cnorncnologla que hemos citado. Sin embargo,
esto no excluye que, incluso ert la Fenomenologla, pueda encon-
trarse a veces un matiz distinto en el uso de Entfremdung y Entl!us-
serung. Jean Hyppolile insiste sob~e esto: "El término extral\amlon-
to ( Entfremdung) dice más que el de alienación ( Entiiusserung);
110 :;olameqte implica q•Je el si misma nntural renuncie· a si, so
<1liene, sino que también se extral\a de si mismo. Para hablar
de lil oposición fundamental entre el bien y el mal, Hegel siempre
utiliza el término de extrat\amfcnto" (Génesis y estructura do la
''Fcnomenologla del esplrllu" de Henel, Barcelona, Ed. Penlnsula,
1974, p. 350, nota 24). En otras palabras, Hegel emplea prefe-
rentemente (no siemp~e) Entfremdung, cuando la· alienación al-
c¡¡nza el punto de mayor profundid11d y la escisión no se resuelve.
Respecto a esto, Entausserung define más bien el proceso de la
alienación en su asp.ecto de superación o de resolución de la
escisión (de ahf su preferencia en el capitulo sobre el "saber ab-
soluto"). Pero, repelimos, se trata de matices que no deben con.sl-
derarse como absolutos y que no alteran el significado general
iógico-metallsico del concepto de alienación en el pensamiento de
madurez de Hegel.

GO
sophle des Rechts, p. í 12). Tambié:-~ hay c¡ue rechazar
tal identificación, ya que no podíia justificar por qué
sólo una _época pueda y deba de~~rminarse como el
mundo del espíritu extrañado. La Entfremdung debe
encontrar su .significada en su disti~guirse de cualquier
categoría· antropoiógica y antológica" {1 06}. La época
que se determina corr;a ei estadio del espíritu extraña-
do es el mundo social y político que se constituye a
partir de la caída del im¡Jerio roma;,o hasta la Revolu-
ción francesa del 89. "¿Qué es ese ser natural del que.
el individuo se extraña porque ·aebe extrañarse? [ ... ].
Ya estamos en un mundo que proviene de la crisis y
disgregación del mundo ético. El ser natural es el ser
que ya no coincide con la conciencia que el hombre
nuevo tiene en sí" (: 07}. La concl'Jsión a la que llega
Massolo es que, al linal de la dialé:tica del espíritu ex-
trañado, que acaba con la Revo:i.!ción francesa, "la
conciencia de sí ya no procederá :::n una situación ex-
trañada: deberá cons:rui:se una realidad en la que se.
la reconocerá como rndividuo. De::erá alienarse, pero
esa alienación ya no se~;) un exl:añamiento, sino su
contrario, una Ent~usserung, o sea. una ex~eriorización.
El término EnUiusserung tier.e ind;lda~temente un sig-
nificado más rico, pero su riqueza no puede recono-
cerse s¡ na es diferenc:ándola rajica!:TJente del otro
término que desaparece con el mt::ldo que expresa, el
mundo de la Entwesung. LLI co:1c:encia que surge de
la acción revolucio;,a:ia será una cJnciencia que ya no
encontrará el objeto co:no una e:1tidad extraña (e in
Fremdes}. Un nuevo :nu•.do su:ge co:no su Entausse-
rung" (108}.
Ahora bien. es:a i:•teí¡Jre:aciór. .-:os parece ínsoste·
.nible. Primero, si;, in~:-avalorar el :-ech::J, que ya pusi-

(106) /1.. ~.~assolc. op. cit.. ;J. 2J3.


¡ 107) lbic., :. 2C!.
(108) lhd' ~- 2~5.

61
.nos de relieve, de que "sólo una época histórica pue-
da y deba determinarse como el rnundo del espíritu ex-
trañado", no debe olvidarse al mismo tiempo que en
este caso el extrañamiento coincide con la objetividad
"sustancial" y que la superación del extrañamiento no
viene dada por un nuevo mundo de relaciones socia-
les que sucede al burgués, sino que se determina por
la superación de la objetividad "sustancial", es decir,
por el abandono de la perspectiva histórica objetiva
(paso a la pura moralidad pensada). Segundo, nos pa-
rece que Massolo no profundiza suficientemente en la
actitud de. Hegel hacia _la Revolución francesa en la
Fenomenología. La "figura" de la Revolución tiene in-
dudablemente un papel muy importante en el espíritu
extrañado, porque realiza el paso al espíritu cierto. de
sí mismo. Pero es conveniente ver en qué consiste· su
importancia y por qué se realiza tal paso. Por ello re-
cordamos brevemente los momentos centrales de esa
".figura de la autoconciencia, la libertad absoluta", que
Hegel hace surgir de la dialéctica de la utilidad, y en
la cual la voluntad "es realmente universal, voluntad de
todos los individuos como tales". La universalidad de
ta voluntad implica el igualitarismo, y por consiguiente
la "desaparición" de las clases. "En la libertad absolu-
ta se cancelan [ ... ] todos los estamentos sociales, que
son las esencias espirituales en las que se estructura
la totalidad; la conci.;ncia singular que. pertenecía a
uno de los miembros y en él desarrollaba su voluntad
y operatividad, ha eliminado sus fronteras; su fin es el
fin universal; su lenguaje la ley universal y su obra la
obra universal". Veamos ahora cómo llega Hegel a esta
conclusión. Las "masas", o sea, las clases, exisl!an ·
antes de la Revolución porque el "concepto" ·entraba
en el "ser", es decir, se realizaba ("lo que hacia del
concepto un o·bjeto en el elemento del ser, era su dis-
tinción en mnsas que existían separadamente");. en

62
cambio, ahora, como e:1 ese particular estadio de la
Fenomenología se da la inmediata identificación de "eh-
jeto" y "conciencia" ("la conciencia individual recoge
el objeto de modo que éste no tenga ninguna otra esen-
cia fuera de la autoconciencia misma, o que sea ::!b-
solutamente el concepto"), y el objeto se convierte en
el concepto, "en él ya no hay nada subsistente, la ne·
gatividad ha penetrado todos sus movimientos", y, por
consiguiente, se cancelan los estamentos sociales y
las clases. Este presupuesto lógico condiciona toda
la actitud de Hegel hacia la Revolución. A la división
de la ;'sustancia" en "masas" sucede la ·oposición de
voluntad singular y voluntad universal. De aquélla dice
Hegel que es una acción mutua de la conciencia con·
sigo misma: "acción recíproca en la cual la concien-
cia no deja nada de sí en la figura de un objeto libre
enfrentado a ella. De donde se deduce que no puede
llegar a ninguna obra positiva, ni a obras universales
del lenguaje o de la realijad, ni a leyes 9 institucr.)n~s
universales de la libertad consciente, ni tampoco a EM-
presas y obras de la libertad volitiva". Despojada la Ro:!
volución francesa de todo contenido históricamen!.-!
positivo, su obra se redtxe a la negatividad absoluta.
"Por tanto, la libertad universal no R_u~de?producir ni'l
guna obra ni acto positivos; solañ1cnte le queda la ope-
ratividad negativa; sólo es la furia del desaparecer".
"Por eso, la única obra y el úni~o acto de la libertad
universal es ra muerte [ ... ]; esa muerte es [ ... ] !a más
Iría e insulsa muerte sin otra significación que la de
cortar una cabeza de col o beber un sorbo de agu:l".
Además, véase lo que Hegel dice a propósito de !a "li-
bertad absoluta" que quisiera intentar qbjetivarse Er:
la "sustancia" histórica: óe ese modo volvería a intro-
ducir la diferenciación en su absoluto indiferenciad'),
en particular "!as masas especializadas del trabajo,
que. ulteriormente se distir~guen como clases sociale3

63
particulares" (109). De donde se desprende que Hegel
ve la división en clases como la consecuencia. in~vita­
ble de una "objetivación" o "sustancialización" de la
libertad absoluta. Ahora bien, si se tienen presentes
estos juicios de Hegel sobre la Revolución, se ve cla·
ramente en qué sentido ,In ·conciencia, que en el "sa-
ber absoluto" instaura uha relación con la objetividad
radicalmente .nueva, es una "conciencia que· surge de
la acción revolucionaria": si surge de la Revolución,
sólo es en cuan_to que ésta. no se ve "como un giro
decisivo de la: historia, que instaura una realidad nue·
va, sino como la subversión y negación de toda reali-
dad existente: de donde la positlvldad de este aconte-
. cimiento histórico_ sólo-es· [ ... ] la posltlvldad de lo ne·
gativo, un súpr-erno y titánico esfuerzo "de la voluntad,
o sea, del pensamiento" por asimilarse, negándola,
cualquier posible "sustancia" o realidad" (110). Ese
esfuerzo no concluye nada en el plano de la realidad,
sólo sirve para que la conciencia dé el paso al supre-
mo abandono de la "objetividad", esto es, al mundo
económico, social y polftico ( 111). Tercero, al término
del camino fenomenológico, no surge ninguna "reali-
dad en la que (la conciencia) se reconozca como
singular" (y menos que nunca en sentido social y po·
litico). Se tiene la superación en vez de la Entausse·

(109) Las últimas citas de la Fenomenologfa, pp. 344 ·Y sf·


guientes (413 y ss.). .
(110) M. Rossi, en "Societa", cit., R· 858. A p~opósilo del
"comP.fejo y extrañado juicio hegeliano sobre la Revolución", Rossl
documenta la "tergiversación idealista que concluye con vaciar com·
pletarnente a la Revolución de toda vali.dez hl.slórica ~eal, para
convertirla simplemente en fa transición a un nuevo capflulo de la
' historia de la lilosofla" (p. 857). Hemos tomado algunos puntos
del análisis de Rossi.
( 111) Nos detenemos en este punto solamente sobre el slg·
nificado general de la "libertad absoluta", como punto final del
..-espfritu extrañaqo" y como momento de transición al "espfrilu
cier:to de sf mismo". Un examen más profundo de la dialéctica _de
Hegel !'Obre la Revolución francesa, probarla que en ella se da
cita un rico materinl histórico, y que Hegel capia -aunque dentro

64
rung, porque la conciencia ya no encuentra como ex·
traño el objeto en cuanto tal. La reconciliación con la
objetividad tiene el significado de que la objetividad
no es nada distinta de la autoconciencia, en cuanto que
aquélla es una posición de esta úitima. Luego ese reco·
noée.rse de .fa conciencia en la o~jetividad tiene, pues,
en· primer lugar, la significación de superar el carácter
ob]ellvo (material) de la objetividad. Por tanto, la su·
presión de ese carácter objetivo también tiene la sig·
nitica~ión de. superar la Entiiusserung .. "La conciencia
-dice Hegel- debe establecer una relación con ·el
objeto según la totalidad de sus determinaciones Y. cap·

de una perspectiva ·invertida" o extrañada que asume los procesos


reales como símbolos de un movimiento .de conceptos- algunos
aspectos fundamentales de la Revolución. Baste pensar que ·HQgel
ve la necesidad de que el igualilarismo abstracto de !§. revolución
burguesa se traquzca en la r:~instauración .de las clases en la so·
ciedad, y ~ue por tanto capta, ·aunque de forma abstracta, alegó·
rica, los elementos de una critica [ ... ) del universalismo abstracto
e igualitarismo de la revolución burguesa, y _que ésta dQbe P.ro-
ducir una nueva diferenciación de clases, contradictoria con su
principio" ( Rossi, en ·societA", cil, p. 862). Pero obsér:vese el
esquema en el ql!e Hegel sitúa esta intuición: es ~ico en indica·
clones acerca de la alienación y ·su superación como superación
de la objetividad -·sustancial". El efecto del Terror: sobre las con·
ciencias i_ndividuales. que ·se hablan salido _de la limitada ór.bila
asignada a cada una: se caracterjza de la siguiente manera: "Se
constlluye nuevamente la organización de las masas espirituales,
en las que se distribuye la multitud de las conciencias individuales.
Estas, que han experimentado el miedo qe su señor: absoluto, la
muerte, vuelven a· resignarse a la nepación y a las diferencia;,
se organizan bajo las masas y vuelven a una activida.d fracciona~a
y limitada, y, con ello, también a su erectualidad sustancial". De
este modo, el esp_lritu volverla a ser conducido a su punto de pa~­
llda, al espiri.tu inmediato y al esplritu de la cultl(ra, y la historia
recomenzarla eternamente una exQeriencia ciclica, que contarJa con
tres momentos en cada ciclo: e! es¡>lñtu inmediato, la cultura o Ql
momento de la separación y la libertad absoluta. El tercer mamen·
to volver.la a llevar al primero; esto sólo rejuvenecerla a la sustan·
cia espiritual. Pero --comenta a este (aspecto J. Hyppolite-- aun·
que el espíritu objeUvo ~ue renace e., una revolución no fuera
absolutamente idéntico al esplritu objeUvo que lo ha precedi_do,
siempre se volverla. sin embargo, a un esP.iritu objeUvo, a una vo-
luntad universal que renuncia a si r.;isma haciéndole objeto y
sustancia en el elemento del ser. de ah! nue;<~mente la alienación.
Hegel rechaza esta hipótesis. El espíril<J no es únicamente e! es·
plritu objetivo, sino también, y sobre :Jdo. esplritu cier:to de &1

65
tarlo .con arreglo a cada una de ellas. Esa totalidad de
sus determinaciones hace del objeto en sí esencia es-
piritual" (112). Después de esta transformación del
objeto en pura esencia espiritual, la conciencia puede
reconocerse finalmente en él, o mejor puede recono-
cer en él algo puesto por ella misma: "la alienación de
la autoconciencia es precisamente lo que pone la co-
seidad", o bien pone" al objeto como sí misma". Pero
en razón de la inescindible unidad de la conciencia
consigo misma, "en ese acto está contenido el otro
momento en el que (la conciencia) también ha elimi-
nado esa alienación (EnUiusserung) Y. objetividad, Y. ha
·retornado a si misma, encontrándose, por tanto, cerca
de sí en su ser-otro como tal" {113). Luego lo que
desaparece es el carácter extraño que la objetividad
tiene para la conciencia, porque la 9bjetivida9 no es
nada distinto de la conciencia misma. .
~también intenta distinguir en El joven Hegel
tres grados o significaciones del concepto de aliena-
c-ión en la Fenomenología. En primer lugar, alienación
significaría objetividad de la sociedad. de su desarro-
llo y de las leyes de éste. al ser la sociedad obra de
~los hombres. En segundo lugar, se trataría de la forma
específica capitalista de alienación. es decir, de lo que
Marx llama fetichismo {pero Lukács admite que Hegel
no tiene ideas claras a este respecto). En tercer lugar,
dice Lukács, se tiene una amplia generalización filo-
) sófica de este concepto; entonces, alienación significa
lo mismo que coseldad u objetividad { 114). Con ese

mismo. Y, precisamente. la libertad absoluta debe servir como tran-


sición de uno a otro. Sobre la· articulación concrota de este paso
hacia la pura intimidad moral, con s~ respectivo abandono de iá
perspectiva histórico obj~tiva, el. J. H¡ppolile, op. cll., pp. 448-49,
y M. Ros si, en "Societa". cit., pp. 863·'35. ·
(112) G. W. F. Hegel, Fenomenologla, p. 461 (550).
(113) !bid., p. 461 (549).
(114) G. Lukács, op. cit., [!. 519.

66
planteamiento del problema, Lukács no sólo tiende a
distinguir, sino a contraponer en alguna medida dos
significados fundamentales del concepto hegeliano de
alienación: alienación y objetivación (115). A nosotros
nos interesa mostrar ahora que, en la medida en que
Lukács coloca en segundo plano la identificación alie-
nación-objetividad (histórico-material). no está en si-
tiuación de ver que la identificación constituye la clave
de algunos importantes pasajes de la Fenomenología.
Por ejemplo, Lukács no ve que el abandono de la pers-
. pectiva .histórica objetiva en el paso del ·espíritu ex-
trañado" (la cultura) ar "espíritu cierto de sí misrr.o"
(la moralidad) es algo necesario que tiene su funda-
mento en el hecho da que. para 'Hegel, la superació;t
de la alienación siempre es superación de la objetividad
histórico-empírica, porque, para él, precisamente esta
última es la alienación. Al no ver esto, Lukács está obli-
gado a buscar el motivo de tal paso en el -atraso so-
cial y político de ta sociedad alemana", la cual, afirma,
constituía efectivamente la base histórica del nacimien-
to del "espíritu absoluto" (116). En conclusión, Hegel
haría seguir al capítulo sobre el "espíritu ext~añado" el
capítulo sobre la "moralidad", porqu~ ~a :a profunda y
esencial exposición del movimienla· en contradiccior.es
que se reproducen continuamente como tales. a la .::x
posición de la Ilustración, de la economía de la sacie~
dad capitalista, no puede hacer seguir, en el ámbito del
mundo social, la "conciliación" en una forma social po-
sitiva". De donde se deduce, opinamos, que Lukács se

( 115) G. Lukács muest;; ~~e ;; la Fenomenol~g!a alienació:l


y objetivación se considerañ diíluEñíes, y que la s~;mt1a. al (tr
sulla~ del positivismo de los escritos de juventud, tiene un carác-
ter histórico, económico y polflico muy concreto, e:.mg-..:s a veces
e~ estudioso manifieste intenciones de suparvalorar.o· ;::. R.ambai-
dl, op. el l., p. 58, p. 34).
(116) G. Lukács, op. cll., p. 49::1.

67
veo~bligado a hacer una refere11oiA Ü~'ll!asiado Inmediata
a las condiciones de atrasó polllloo, económico y so<?ial
cte.Aiemania (117), para explicar el abandono por parte
de· Hegel de la perspectiva histórica· objetiva; y ello a
causa de una insuficiente· utilización a nivel lógico de
la ecuación objetividad-alienación y su consiguiente su-
peración (118).
l
'
: ( 117) lbld., p. 490. Recordemos que la lesls de la lnfluen·
cia del al raso alemán en Hegel, eslá- complclomenle ausenla en
Marx, para el cual la lllosolla · hegeliana lambién es el "reflejo
lilosófico" de aquellas condiciones modernas del Es lado. y de la
so:cledaq burguesa qu.e, no_ habiendo madurado oún en Alemania,
ya: se hablan ~ealizado en oleos paises més avanzados (Franela
e ·lnglalerra). Por tan lo, para Marx, la filosolla de Hegel no es
tanlo el r.aflejo de las condiciones de Alemania, alrasadas lodavla
y preburguesas en. gran medida, como el esladio poslerlor de ellas,
es decir, como su. prolongación Ideal. "Asl como los pueblos anll-
guos vivieron su- prehlsloria en la imaginación, en la mllologfa, asl
nosolros, ·los alemanes, hemos vivldo nueslra hlslorla posterior
en el pensamienlo, en la filosofla. Somos los filósofos conlemporá-
neos de la época aclual, sin ser sus con.lemporáneos hislórlcos.
La filosofla aleman.a es la prolongación Ideal de la hlsloria alema-
na [ ... ]. La filosolla alemana del c!Elrecho y del Es lado es la única·
. hisloria alemana que va a la par con la aulénlica época aclUal"
· (K. Marx, Conlrlbucfón a la crfllcá de la fllosolla del derecho de
Hegel, en Los anales franco-alemanes, Barcelona, Morlfnez Roen,
1970, p. 107). .
( 11 O) Creemos que del conlexlo global de nueslra exposición
se _destacan con baslanle claridad las lineas generales de la con-
cepción hegeliana da la objetividad, y que, por con.siguiente, tam-
bién queda aclarado el signific:ldo de la superación de la alíe·
nación como superación qe la objetividad histórico-material. En
realidad, lal superación, no implica de ninguna manera lo conla-
min.ación del pensamiento de Hegel con cualquier filosollo de llpo
subjetivista, o la reducción __Qel método hegeliano a un simple es-
cepticismo negativo. Cuando decimos que en Hegel la superación
de ·ra alienación corresponde a la superación o a la supresión
de la objelividad, entendemos la objellvldad, material, hisló~ico-em­
plrica, corno enlidad distinla del pensamienlo, no sólo formalmenle,
sino lambién realmente. Luego Hegel reslablece, o mejor recupera,
la objelividad, en cuanlo objetividad Ideal, que no se dislingue
.. prha nada del esplrilu o auloconciencia, porque es su manifes-
.tación, su prod.ucto. De ese modo, al final de la Fenomenologla,
en el "saber absoluto", la autoconciencia reconoce como posicio-
nes suyas a todo el conjunto de las formas objetivas, que en cu.anto
tales no se diferencian de ella. Ahota la autoconciencia "sabe esta
nulidad del objelo" porque sabe que se ha alienado de si misma,
y que en. esa alienación se ha situado como objeto. Por consiguien-
te, la outoconciencia sabe que está junto a si en su ser-olro como
tal, esto es, sabe que el objeto es si misma, una osencia eseiri·

68
·.

tu al. La objelividad queda aniquilada en su independencia, o bien


en s~ consistencia material-o real ( = superación de la alienación),
y restablecida (o recuperada: de ahf el positivismo acrflico) como
objetividad esP.irilual, ideal, que no se distingue en nada de la
outoconciencin.
Dos son, pues, los movimientos que interesan a Hegel: el pri·
mero es la transición de lo finito a lo infinito, en el sentido de
r¡ue lo sensible debe mostrar a Jo unive¡:sal como su verdad pro-
ria: el segundo es el retorno de lo infinito a lo finito, es decir, la
"manilestación de lo universal en la realidad sensible", que equi-
vale a su producto. Es posible captar con claridad este doble mo·
vimíento en toda la lógica de Hegel. Véase. por ejemplo, la nota
sobre Spinoza en la Ciencia de la lógica. Dice Hegel que Spinoza
concibe la sustancia como sustancia ú:-~ica. como única totalidad
Inseparable. "No se da determinación alguna que no esté contenida
y resuella en este absoluto, y es bastante importante el que todo
lo que aparece y se P.resenla como independiente a la imaginaclón
natural o al intelecto determinante. se deg;_ade enteramente a un
r.imple ser puesto en aquel concepto." Omnts delermlnaHo est ne-
gallo; éste es en defini:íva t:l principio absoluto de la fllosolla de
Spinoza. su "visión verdadera y simple·. Pero si Spinoza tiene el
mérito de volver a llevar a lo absoluto toda cosa o determinación,
"no comprendo y no deduce de la sus:ancia lo que aparece como
finito~. no deduce sus determinaciones de lo absoluto. Luego, "en
Spirioza falta la necesidad de progresión de lo absoluto hasta la
inescncialidad", es decir. al mundo de la determinación y la fini·
tud (G. W. F. Hegel, Ciencia de la lógica, cit.. t. 11, pp. 197-200).
Tonto en el rcconocimie:1to como en la cr:llica de Hegel a Spi-
noza, surge claramente la c'ancepción hegeliana de la o~jetividad.
Objetividad que. C0:7IO ya lo hizo en la Fenomenologla, Hegel "su-
pera" en su independencia o consiste:~cia material, para recupe-
rarla más tarde co:no obje!ividad mera::-:en!e ideal, en la que se
trasluce o encama el es;>iritu.

69
1.
11. EL CONCEPTO DE ALIENACION EN FEUERBACH
Y EN LOS ESCRITOS DE JUVENTUD DE MARX

. .
..
;, l;, '\-! . ..,

..
1. La teoría de la alienación de Feuerbach consta
. esericíálmente de do.s aspectos: po~ un ~ado, concibe_ ·'ll-
religión, el cristianismo, como "alienación", t por otro,
la "filosoffa especulativa" (que Hegel "lleva a su con-
sumación" [1]) también es para él manifesta~ión de :a
misma alienación. La teoría feuerbachiana. de 1a religl·~n
como alienación es demasiádo conocida para que Sfa
necesario discutirla ahora en detalle. Por eso nos lirr:i-
taremos a resumir sus términos principales, tratando so-
bre todo de destacar los dos puntos más importantE' s
para nuestros fines: la crílic:a de la inversión de sujeto
y predicado y la nueva conc'epción de_l hombre quf. esa
crítica lleva implícita; concepción que permite a F~ue~­
bach servirse del concepto de alienación de un medo
totalmente nuevo con respecto a ""Heg-~1. A continuación
veremos la concepción feuerbachiana de la filosofía :es-
peculativa como Enlfremdung del ente humano.
A. Cornu observa justamente- que en La ese_ncla del
cristianismo Feuerbach estudia por primera vez la re-
ligión cristiana no desde un punto de vista filosófico
e histórico -como habían hecho Hegel, Strau~s y
1
( 1) L Feuerbat.:h, Tesl provvlsorte per una rtforma del!c. filo-
solla en L Feue(bach, Princlpl della filosofla dell'avvenlrc, Toriro,
1948, Q- 49. (Trad. castellana, Prln::IP.Ios de la ftlosofia del f~:u.o,
en Textos Escogidos, Caracas, U:l:ve(Sidad Central da Va,t.z' e-
la, 1964): "Spinoza es el verdadero fundador de la moderna fi o-
solla esP.eculaliva. Schelling es ~uien la restaura; Hegel qui<m la
lleva a su consumación".
Bauer-, sino desdo un punto de vista antropológi-
co: (2). Su problema no es, en definitiva, el de saber
si ,:~ay identidad entre reiigión y filosoffa (Feuerbach
afr<:>ntará este punto en otro sitio, en las VorUiuflge Thc·-
sen y en los Grundsatze, y dará, como veremos, una
solución extremadamente aguda y original), o de pro-
IJar que la religión se opone al desarrollo de la ciencin,
sino el de indagar el origen y carácter de la religión.
Como se sRbe, Feuerbach mostrará gue Dios es pro-
dudo del hombre. el cual, lejos de ser creado por Dios.
crea a Dios a su propia imagen. atribuyéndole su pro-
pia naturaleza idealizad<:~. Según Feucrbach, la religión
es la expresión mixtificada de las relaciones entre el
individuo y la/éSDéCTé~ El hombre crea en Dios al
me-
diador entre sfy los otros, haciéndole un ser ideal, do-
lAdo de todas las cualidad'?s eminentes de los indivi-
duos humanos. De ese modo, el hombre aliP.na su esen-
cia en Dios, el cual sólo es la imagen idealizada de la
especie humana separada de los hombres, abstrafda
de ellos. "La religión -dice Feuerbach-, al menos la
religión cristiana, es el conjunto de relaciones del hom-
bre consigo mismo. o mejor con el propio ser, poro
c:onsiderado como otro sor. El ser divino no es sino ser
rlel hombre liberado de los lfmites del individuo, de
·los limites de la corporeidad y de la realidad, y obJc-
livario, o sea. contemplado y venerado como otr~. ser
d.istinto de él. Todas la~ cualidadc~ del ser divino sor1
cu¡;¡ljdades del ser humano" (3). Esta alienación en
·oios de las cualidades esenciales de la especie huma-
na, alif?.nación que transforma Jos atributos del hom-
bre, tiene por consecuencia una auténtica y propia in-
.versión de las relacinnes entre suJeto y predicado, en-

(2) A. Cornu, K. Marx y F. Engels, Buenos Aires, Ed. Plalina-


Slilcograf, 1965, pp. 184 y ss.
(3) L. Feuerbacl1, L'essenza del crlallanealmo, Milano, 1960.
( Cxisle lrod. cuslellanu: Salamanca, Slgucme, 1975.)

72
¡ ..

tre hombre y Dios. El verdadero sujeto, el hombre, se


transforma en predicado de Dios, del ser creado por el i
hombre, mientras que Dios, que es creación del hom-
bre. se convierte en el sujeto, en elemento creador. "El
ho.mbre --:ése es el misterio de la religión_:_ proyecta
-su pro.pio ser fuera de si y luego se hace objeto de ese
.ser· transformado en sujeto, en persona; se piensa, pero
como objeto del pensamiento de otro ser, y ese ser es
Dios" ( 4). Esta alienación, donde la inversión entre
. sujeto y predic~do es fundamento a la vez, genera una
oposición entre hombre y realidad por un lado, y entre· .
hombre y especie por otro. Al no encontrar satisfac-
ción en la realidad, el hombre crea al margen de ella,
fuera del mundo concreto, una realidad sobrenatu-
ral. (5). Por otro lado, alienando en Dios la propia na-
turaleza, la propia esencia que se hace extraña en este
mundo, el hombre se separa de la especie y entra en
oposición con ésta. Esa alienación de la esencia huma-
na y esa inversión de relaciones entre Dios y hombre
-que de sujeto activo se convierte en objeto pasivo-
tiene por co~secuencia disminuir y humillar al hombre,
priván_dole de sus cualidades esenciales; por lo que,
dice Feuerbach, "para enriquecer a Dios, el hombre
del;>e empobrecerse; a fin de que Dios sea todo, el
hómbre debe ser nada" (6). Al mismo tiempo, el hom-
bre, separado de la especie (que. encarnada en Dios

( 4) lb! d., pp. 55·56.


(S) No fRitan en Feuerbach sugestivos esbozos para una teorla
del origen de la religión. en sentido social y polltico. Habla de la
incapacidad de los hombres para consolarse del dolor y la p~na
de la existencia humana; esa incapacidad hace qua se hipostasien
en un sujeto localizodo en el más allá, etc. Feuerbach especifica
el lund;::nenlo del dclor y de la pen01 en otro pasaje de la esencia,
donde se dice que ·bajo el impuiso de la vida, especialmente de la
vida civil y politica-. surge el deseo positivo de una vida mejor
después de la muerte, y la religión o~rece g<nan.tlas para ello. l?(!ro
sólo se !rala de esbozos. Sobre es:o cf. r. Ferscher, K. Man:: und
der marxlsmus, Münchcn. 1957, ¡::p. ~4-205.
(6) l. Feue~bac!l, o¡¡. cit.

73
ya sólo tiene una existencia ilusoria) y hect1o extraño
a su propia naturaleza, se abstrae de la comunidad hu-
mana y se convierte en un individuo aislado y egofsta.
En resumen, el defecto principal de la religión, y del
cristianismo en particular, es separar el hombre de la
especie humana y hacer esta separación eterna y ab-
soluta. Para devolver al hombre. su verdadero ser, que
es el ser de la especie, y permitirle llevar una vida con-
forme a su naturaleza verdadera, es preciso destruir
la ilusión religiosa, restituir al hombre las cualidades
de la especie alienadas en Dios y sustituir el amor de
Dios por el amor a la humanidad. Feuerbach resume de
este modo el resultado de- su investigación: "Hemos
probado que el contenido y el objeto de la religión son
absolutamente humanos, que eJ misterio de la teologla
y la antropología, que el misterio del ser divino es el
ser humano [ ... ]. Una nueva era de la historia del
mundo comienza inevitablemente con el abierto reco-
nocimiento de que la conciencia de Dios no es otra
cosa que la conciencia de la especie; que el hombre
puede y debe superar los límites de la propia individua-
lidad y personalidad, pero no las leyes y atributos esen-
ciales de la propia especie; que el hombre no puede
pensar, intuir, representar, sentir, creer, querer, ·amar
y venerar como ser absoluto y divino a ningún otro
ser que al ser humano [ ... ]. Hamo homini deüs est:
?.:.!e es el nuevo punto de vista, el supremo principio
prf:ctico que señalará un giro decisivo en la historia
del mundo" (7).
A. Cornu observa justamente :.¡ue a través de esta
radical crítica de la religión concebida como expresión
de la alienación de la esencia humana, como ·expresión
dei hombre hacia su propi3 naturnleza considerada
como una ,re~lidad diferente de sí mismo y extraña a

(7) lbld:

74
él, í-euerbe>cl1 transforma completamente el caráctet y
el sentido de la alienación. ··Esta ya no parece, co··n
en la religión y como en Hege! y Bauer, un acto creadr·r
en virtud del cual Dios, la Idea absoluta o la Concie ·-
cia individual crean el mundo exterior_izando su esen-
cia en él, sino como un acto que, despojando ~~ ':on-
bre de su verdadera naturaleza. le hace extrañe :. si
mismo". Cornu añade que, al invertir la relación ;ll·~<·­
lista entre el pensamiento y e! ser. Feuerbach reiviirf-
ca In existencia de una realiéad objetiva inde;:>endic:-~­
le. del ·espíritu, y convierte la naturaleza y el ho'mtJ;~
·considerados ·en su realidad concreta, en la ese~ci.t
misma del mundo. "Así, subordinando al mismo tiem
po ~concluye Cornu- Dios al hombre y la Idea a ~?.
naturaleza, Feuerbach rechaza. además de la religión,
el idealismo hegeliano, y lo -sustituye por una concep-
ción materialista del mundo" (8).
Debemos ahora indicar el presupuesto que Feue·-
bach desarrolla con más precisión en sus ob:as ¡:::r 3-
teriores. Tal presupuesto de este análisis feue:bachi.:t-
no de la religión como abstracción y persona:izacié>r]
de las cualidades esenciales del hombre, y, por tanio,
como inversión o intercambio del _sujeto por t:l predi-
cado, es una nueva concepción del hombre no ya como
"autoconciencia" o como encarnación provisional del
espíritu universal, sino como' t:om_bre real, como ente
racional pero también sensiále, capaz de activicad teó-
. rica pero también sujeto de necesidades prácticas, me::-
teriales (9} ._"Sólo el ente sujelo de necesidades -e~-

(6) A. Cornu, op. ciL, p. 186. Soj:-e esto cf. E. F..am!:aldi. La


critica anllspeculaliva di L A. Feuerbach, cit.. p. 53. Se!;::.~ R.am-
baldi, la primera edición de La esencia del cñs\iarusmo ( ¡ =~ 1) e~
sustancialmente una obra jove:vhe9eli:na. y l:nicame:1!e :as edi-
ciones poslerio~es ( 1e.;3 y 18~9) ptese::tan una p_ror;ia 'f v:·daé:ra
ruptura con Hegel. Cl. tamb!én. en el lib.-o de Ri:nbalci, !.as ;:;¡. 131-
139 ("Feuerbach y Engels") y 155-E8 ¡·f'e'.lerba;;h y M:::x·).
(9). M. Rossi deline mey b:en l?. in!drac:6n central :e ~ Esen-
cia del cristianismo: "Una fiiosofía :e :2 :c:::ic.:d, c;:.:e €:1 ;: h::-:1-
.
.- . . ~

cribirá más tarde Feuerbach- es necesario. Una exis-


.tencia sin necesidades es una existencia superflua: En
general, lo que está libre de necesidades, ni siquiera
tiene necesidad ~e la existencia (10). De ahf, una nue-
va concepción de la objetividad y de las relaciones
entre ésta y el sujeto, concepción que Feuerbach des-
arrollará, sobre todo, en los Grundsatze der Phllosophle
der Zukunfl. Como ser finito, sensible, dotado de nece-
sidades, el hombre, aun siendo capaz de actividad leo-
rética y, por tanto, de actividad universal infinita,. está
c,óndicionado por el ·mun!=fo· sensible objetivo que le
citcunda; él mismo es ente objetivo junto a otros entes
objetivos. "De hécho -escribe ~euerbach-, para exis-
tir, a un ser.,...sensible ·sólo le es preciso tener ·necesi-
dad de cosas que. están fuera de él. Yo necesito aire
:para respirar, agua para beber. luz para ver, sustan-
. cías vegetales y animales para comer [ ... ] " ( 11).
Feuerbach trata deexplicar el "error del idealismo, que
concibe al hombre como ente no sensible, espiritual,
con la particular naturaleza del pensamiento y de la
actividad teorética. en la cual, dice, no está Inmediata·
~ente condicionado por el mundo material y naturRI

..
como ocurre en los demás campos de su actividad .

bre ~sólo encuentra la propia conciencia como un.a especie de en-
carnación provisional, inmediatamente destinada a trascenderse en
In autoconciencia del todo, del esplrilu universal, a la qu.e el hom-
bre sólo pueqe adhe~irse mediante la condición de despojarse de·
todas las caraclerlsticas condicionadas, sen.slbles, "puramente sub-
jetivas" o pasionales de su naturaleza. se sustituye por una an-
tropologfa integral que no constituye su valor central de una
· Menschhelt abstracta quo ha perdido densidad con la única parti-
cipación dialéctica ¡¡r¡ el pensamiento del espfrilu universal, sino
del hombre real, sensibte-~acional, sujeto de actividad universal lnfi-
n[la 1... J y también objeto de pasión, de sensibilidad.• de necesi-
dades materiales" (La génesis del materialismo histórico, Madrid.
Alberto Corazón Editor. 1971. p. 156).
, (10) L. Feuerbach, Prlnclpl, p. 58. (Algunas veces hemos mo-
dificado la traducción para dar mayor relieve a ciertos aspectos
del texto alemAn 1e f. L. Feuerbach, Klelne Schrllten, Frankfurt a. M.,
19661.)
(11) lbld., P.· 74.

76
Efectivamente, yo "no tengo necesidad de nada, al me-
nos de modo inmediato, para pensar. No puedo pen-
sar un ser que respire sin aire, que vea sin luz, sino
que puedo pensar aisladamente y por si mismo el ser
ra~ional. El ser que respira tiene una relación necesa-
.ria con un. ser que reside fuera de él, que tiene fuera
de 'si el objeto esencial por el que es lo que es; al con-
trario, el ser pensante está en relación consigo mismo,
es objeto de sí mismo, tiene su esencia en si mismo, y
es l.o que es por obra de si mismo" (12). Por consi-
guiente, el error del idealismo ·consiste, según Feuer-
bach, en haber absolutizado la (relativa) independen-
cia del pensamiento, y sobre todo en no haber visto que.
el hombre que piensa no es en absoluto algo separado
del hombre real, sensible y condicionado por los obje~
to3 sensibles. El pensamiento de Feuerbach se mueve
en do:; direcciones distintas (pero que al final con-
vergen), y que destacamos de acuerdo con los fines
de nuestra investigación: una nueva concepción no
idealista tanto de la naturaleza como del hombre. Ha-
cemos notar en seguida que, mientras que en cuanto
al prim.er aspec\O Feuerbach está en condiciones de
rechazar la concepción hegeliana de la naturaleza
como alienación de la idea, en cuanto al segundo. con-
cibe el espíritu absoluto como un extrañamiento (Enl·
fremdung) del esplrilu de los hombres concretos. Lo.
que significa, en otros términos, que mientras, por un
lado, Feuerbach critica y rechaza los presupuestos de
la teorfa hegeliana de la alienación, por otro, él mismo
elabora una teoría propia de la alienación, que aplica
directamente al idealismo y que forma parte de su teo-
rla de la religión corno alienación.
Por comodidad exposiliva, empecemos por el se·
gundo aspecto: la crítica feuerbachiana de la concep·

(12) lbld.

77
ción del hombre como autoconciencia. Hemos visto
qúe •. si Feuerbach trata de caracterizar, en •la relativa
independencia del pensamiento respecto a las funcio-
nes y actividades sensibles, el motivo del "error" idea-
iis:~ de absolutizar el pensamiento, o bien de convertir-
jo en un sujeto separado de los sujetos sensibles rea-
les, a pesar de ello, para Feuerbach, el error del idea-
llsmo sigue siendo un error, o un3. pura y simple ilu-
.>ión que se despoja de su mixtificación en cuanto tal.
"La autoconciencia de la vieja filosofía -escribe-, en
cuanto que está separada del hombre, es una abstrae-
. éión sin realidad. El ·hombre ·es la autoconciencia". "La
filosofía espe'culativa ha fijado teoréticamente está se-
paración de las cualidades esenciales del hombre mis-
mo y, por tanto, ha terminado por divinizar cualidades
meramente abstractas como sí fueran . esencias- por si
mismas". Pero, concluye Feuerbaéh, "sólo el hombre
es el fundamento y sostén del Yo fichtiano, de las mó-
nadas leibnizianas, de lo absoluto" (13). Y con esto
crítica de la religión y crítica de fa filosofía se su~ldan
íntimamente en Feuerbach. Porque, así como la reli-
gión ha abstraído y separado del hombre sus cualida-
des esenciales, transformándolas en sujeto, Dios, de
quien el hombre llega a depender, y, por tanto, ha in-
vertido sujeto y predicado; del mismo modo la filoso-
fía especulativa ha producido la misma abstracción: ha
personalizado el pensamiento, el infinito, haciéndolo
sujeto Universal de quien todo el resto llega a depen-
der. "Lo absoluto o infinito de la filosofía especulativa
no es _:,dice Feuerbach- [ ... ] sino la falta de toda
determinación, lo indeterminado, o bien la abstracción
de toda determinación, impuesta como un ~er distinto_
de esta abstracción, pero al mismo tiempo identificadp
con ella. Si se considera históricamente, esto no. es

(13) lbld., pp. 66-67.

78
otra cosa que el v¡e¡o ser (que luego es un no-ser)
teológico-metafísico, no finito, no humano, no material,
no determinado, no creado; no es sino la nada que
precede al mundo como acto" (14). Por eso, según
Feuerbach, la lógica de Hegel es una teología raciona-
lizada y reducida a lógica. Porque, como "el ser de la
teologla es el ser trascendente, el ser del hombre si-
tuado fuera del hombre". así "el ser de la lógica del
hombre es el pensamiento trascendente, el pensamier~­
to de! hombre situado fuera de! hombre" {15}. Por cor,-
siguiente! al igual que la religión, la filosoffa especula-
. tiva· realiza "una inversión completa" {16)_ Esta des-
barata la relación de predicación, en el sentido de que,
al igual que la religión, abstrae del hombre las cuali-
dades esenciales {los atributos teoréticos y espiritua-
les) haciéndolas sujeto, de quien el hombre concreto
y el mundo finito llegan a depender. El predicado se
transforma en sujeto, y el hombre real, sensible, decae
a predicado del propio predicado. Para Feuerbach, fi-
losofía especulativa y religión se funden en el mismo
proceso de abstracción, en la misma alienáclón. "Abs-
traer quiere decir situar la esencia de la naturaleza, la
esencia del hombre, fuera del hombre y la esencia dP.I
pensamiento fuera del acto del pensamiento. La fi:'lsrr
lía de Hegel ha extrañado al hombre de sí mismo {"d~e ·
hegelsche Philosophie hat den Menschen sich selbst
entfremdet"), al haber apoyado· todo el sistema sobre,
esos actos de abstracción" (17). Y no se trata de una·
afirmación aislada: este motivo, según el cual la filo-
solía de Hegel, como la teología, "escinde { entzweit}
al hombre y lo aliena {enUiussert) de sr mismo· (18),
en el sentido de que "aliena (enUiussert) y extraña {ent-

(14) lbld., p. 51.


(15) lbld., pp. 51-52 .
. (16) lbld.
( 17) lbld., p. 53.
( 18) lbld., p. 52.

78
fremdet) del hombre su propia esencia, su propia acti-
vidad" (19), discurre tanto por las Vorlauflge Thesen
como por los Grundsatze der Philosophle. La tarea que
Fuerbach se propone, es la de una "identificación inme·
di ata, evidente, no ilusoria,· de la esencia humana, alíe·
nada (enHiussert) del hombre mediante la abstrac-
ción" (20), con el hombre mismo; identificación que
sólo es posible con una completa negación de la filo·
soiía hegeliana. En ese sentido, una vez más, combatir
la. religión signifjca combatir la filosofía especulativa, y
en particular la filosofí? de Hegel, que es "el último
apoyo racional de la teología" (21).
Según Hegel, el e~iritu absoluto se manifiesta o se
realiza en el arte,-en-ta·religión y en la filosoffa.· Lo que
en palabras pobres significa que el esplritu del arte, de
la religión y de la filosofía es el espfritu absoluto. Pero
el arte y la religión no pueden separarse de la sensa-
ción, de la· fantasía y de la intuición de los hombres,
como tampoco la filosofía del pensamiento o el espfritu
absoluto del espíritu o de la esencia subjetiva del hom-
bre, sin que nos situemos otra vez en el viejo punto
de vista de la teologla, sin que se nos haga aparecer al
espíritu absoluto como otro espíritu distinto del ser hu·
mano, como un fantasma de nosotros mismos existen·
te fuera de nosotros. El ;·espfritu absoluto" es el "es-
. píritu separado del mundo" de la teología que, como
un fantasma, todavla gira en torno a la filosoffn de.·He~
gel (22).
Si la religión cristiana es "alienación", la filosoffa
de Hegel también lo es, y se combate del mismo modo
que la primera, restituyendo al hombre lo que tal alie-
nación le ha arrebatado. Luego la alienación tiene aquf
,un significado diferente que en Hegel. Feuerbach trans-

( 19) lbld., p. 103.


(20) lbld.,p: 53.
(21) lbld., p. 63.
(22) lbld., p. 52.

80
forma completamente el carácter y significación de la
alienación. Ya no es, como en Hegel, objetivación, ob-
jetividad en cuanto tal, porque la objetividad, lejos de
ser algo "secundario", producido, en el sentido de:
"puesto", es lo primario real en el que el hombre se
inscribe en cuanto ente finito. Si Hegel había concebí-
. do Já objetividad natural, la naturaleza, como ur.a alie-
nación de la idea, en lo que, decía, "la naturaleza es
en el tiempo lo primero, pero el absoluto prlus es la
idea~ este absoluto prlus es lo ~ltimo, el verdadero
principio, el alta y el omega" (23): para Feuerbach, p-or
el contrario, "la doctrina hegeliana, según la cual la
idea porie la naturaleza o la realidad, no es sino la
expresión en términos Facionales de la doctrina teoló-
gica, según la cual Dios crea la naturaleza, un ser in·.
material, es decir, abstracto, crea al ser material" (24).
Para Feuerbach, la objetividad material y natural se
funda en si misma, es causa sui. "El ser -dice- es
por si mismo y por obra de sí mismo" (25). "Todas las
ciencias deben fundarse en la naturaleza. Una doctri-
na se queda e!l mera hipótesis, hasta que no se en·
cuentre su base natural" (26). Y al igual que la objeti-
vidad no es algo puesto, el hombre, en cuanto ente sen·
sible, también se funda en si mismo y no puede ser
escindido de ningún modo; es un ente racional pero
sensible, y su dimensión racional no puede separarse
de su dimensión sensible concreta.
Por tanto, la concepción feuerbachiana de la aliena-
ción se centra totalmente en esta nueva concepción
del hombre y de la objetividad mate~ial. Feuerbach de-
rriba desde sus cimientos la concepción de la aliena-
ción como objetividad, porque renuncia a la hipóstasis

(23) G. W. F. Hege~. Syslem der Phllosophle, JI, ;d. Glockner,


Zusalz, e11 el p¿rrefo 2-'8. p. 58.
( 24) L. Fe:;erbech. Principios, ;. 63.
¡25) lhld., p. 63.
(20) lbld., p. 67.

81
de la autoconciencia y a su EnUiusserung relativa que
constituye· el- motivo central de la Fenomenología; y
porque renuncia, pues, a la concepción de la objetivi-
dad como creación o posición de la idea. Por el con-
trario, lejos de estar constituida por la "coseidad"
(Dinghelt) y por el mundo de la finitud y la determina-
bilidad, la alienación consiste en la abstracción de ese
mundo. O bien consiste en ese conjunto de hipóstasis
que, tanto en la religión como en la filosoffa especula-
tiya, ..separan al hombre de su esencia. Como tiene
ocasión de observar A. Cornu (27), Feuerbach trans-
forma· radicalmente de ese modo, respecto a Hegel, .el
se~tidó y naturaleza de la- alienación. De hecho, ésta
no es ya un acto creador a través del cual Dios o el
espíritu absoluto exterioriza su sustancia en el mundo
para luego recuperarla y enriquecers~ con tod~ lo que
contenía en potencia. Por el co!ltrario, 1? alienación es
un acto destructor, en el sentido de que despoja al
:·,om.bre de su esencia, de su auténtica naturaleza, y lo
-.uelve extraño a si mismo. De ese modo, la alienación
pierde aquel carácter "positiv J" que tenia en Hegel
(por el cual "la Entiiusserung no sólo tiene significa-
ción negativa, sino también positiva", en cuanto que
"la EnUiusserung de la autoconciencia es precisamen-
te lo que pone la coseidad" [28]). debido al hecho
de que el espíritu absoluto no llega a la conciencia de
sí, si no es a través de la alienación u objetivación de
lo que constituye su esencia (y por tanto reconocién-
dose en la objetividad). En Feuerbach la alienación
adquiere únicamente carácter negativo, en cuanto que
tiene por consecuencia un profundo empobrecimiento
del hombre, debido a la. pérdida de sus propiedades
esenciales. Por consiguiente, la superación de .la ~líe-

(27) En el articulo L'ldée d'allénatlon chez Hc.odl, Feuerbacn


et Marx, en "La pensóe", 1948, pp. 65·75.
(28) G. W. F. Hegel, Phiinomenologlil, P.· (549).

82
nac10n se configura como un retorno del hombre a sí
mismo, y no como una superación o supresión de .ia
objetividad. Superación de la alienación como reapro-
piación (Wiederaneignung). Pero dentro de un proce-
so en el que los protagonistas son completamente dis·
tintos: porque, si al final de la Fenomenología, en ~¡
"saber absoluto", la autoconciencia se recupera de la
objetividad material, en Feuerbach, el hombre, en cuan-
to ser sensible finito, recupera sú propia esencia (sus
propias cualidades esenciales, genéricas), abstraída de
su ser. .finito,
• . .
hecha
.
extraña a él,
.
alienada.
1
Asi, la are-
·. nación y su superación se transforman en. categor 1as
antropológicas. Religión y filosofía especulativa cons-
tituyen la alienación por excelencia del ser humano.
Esta argumentación materialista del problema de la.
alienación ejercerá profunda influencia en el joven
Marx (29).

2. La actitud del joven Marx hacia las des teorlas


de la alienación (la hegeliana y la de Feuerbach), con
las que entra en contacto al comienzo de su actividad
de pensador, es de rigurosa y cerrada crítica hacia ia
teorla de Hegel, y de general aceptación (aunque Cl)n

(29) M. nossl define mLtY bien la radical transformación de


significodo _que los conceP-tos hegelianos .de alienación y r:.eapro-
piación experimentan en Feuerbach. •pa(a Feuerbach. al contrario
que para Hegel, lo particular determinado es lo I?Ositivo auténtico:
su alienación no es una alienación necesaria, destinada por su
misma intensidad a imprimir movimiento al sujeto, a llevarlo a un
nivel superior. Es una negación que no tiene nada de positivo, _quE
de ningún modo se resuelve en un enriquecimiento del sujeto ne·
gado, sino q4e constituye su empobrecimiento extremo. Y la misma
reapropiación, por parte del hombre, de su esencia univ~l a tr:.a-
vés de la supresión de la religión no es, como para Hegel, una
continuación de la función de lo negativo, sino solamente la necs-
saria eliminación de un obstáculo actual (como también. será para
Marx In SUP.eración del extrañamiento social): P.arB Feuerbach, e'
hombre del futuro no tendrá ninguna nr:cesidad de paser por e
o·xlrañamiento ~eligioso para auto-poseerse por medio de su supre-
sión, sino que se poseerá directamente en la concienc!a de su gé-
nero·~ ( Ln ucnes!s del mat~riilllsmo hlstorlco, cil, pp. 160-61 ).

s:
.... .... :···

desarrollos sustanciales drsde el principio) de la teo-


rla de Feuerbach. En parpcular de este último, Marx
hace suya la concepción de la filosofla de Hegel como
Entfremdung del ente humano. "La gran contribución
de Feuerbach -escribe Marx en los Manuscritos-
consiste en haber demostrado que la [vieja) filosofía
no es sino la religión reducida al pensamiento y des-
~rrollada con el pensamiento; y que, por tanto, hay
que condenarla: igualmente, y es una nueva forma, un
nuev.o modo de presentarse de la Enlfrem9ung del ser
humano" (30). Y poco _después, al ilustrar el esquema
con el que Feuerbach reconstruye la dialéctica de He·
gel, Marx dice que Hegel "parte de la Entfremdung
(lógicamente de. lo infinito, de lo universal abstracto)
de la sustaríéia, de la abstracción absoluta y fijada;
esto es, dicho en términos populares, parte de la reli-
gión y de la teología". (31). Marx define luego la lógi-
ca hegeliana como "el valor especulativo Ideal del hom-
bre .y de la naturaleza ~la esencia del hombre y de
la naturaleza se ha hecho completamente indiferente
a toda determinación real y es, por tanto, irreal-, el
pensamiento alienado (<::nttiussert), que por ello hace
al;lstracción de la naturale;:a y del hombre real" (32).
Marx recoge la ccncepción feuerbachiana de la lógica
de Hegel como pensamier.to humano escindido, alie-
nado del hombre y luego hipostasiado, hecho lógica.
En ese sentido, la lógica hegeliana es -dice Marx con.
una expresión bastante sugerente- "el dinero del es·
píritu" (33): en el sentido de que, como el dinero es

(30) K. Marx, Manuscrllos de economla y lllosolia de 1844,


citada; p. Hl4. (Para las citas d.e esta obra me he valido de la tra·
ducclón de Bobbio, que a veces he modilicado teniendo presente
el original alemán: K. Marx, Parlser Manuskrlple 1844, en Texle zu
Mclhode und Praxis, hrgg. von G. Hillmnn, München, 1966, y la Ira·
ducción de Delia Volpe, en K. Ma~x. Opere lllosollche glovonlll,
Roma, 1950.)
(31) lbíd., p. 184.
(32) lbld., p. 187.
(33) lbld., p. 187.

84
la expresión ;naterial, palpable, del valor de las cosas,
separado de ras cosas mismas, del mismo modo la ló-
gica es la esencia del hombre y de las cosas, separada
y abstraída de ellos. Luego, Marx cefine al filósofo como
"una forma abst~acta del hombre extrañado ( entfrem-
det)" (34);.más adelante se abunda en este concepto:
"el hombre extrañado de sí mismo (entfremdet) es el
pensador extrañado de su esencia. es decir, de la esen-
cia natural y humana. Por tanto, sus pensamientos son
espíritus !ijos. que habitan fuera de _la naturaleza y
del hombre" (35). y podrían continuar los ejemplos~
Como se ve, Marx recoge y desarrolla la valoración
feuerbachiana de la filosofía de Hegel, de su lógica,
etcétera, como Entfremdung del ente humano. Y pue-
de hacerlo desde que acepta el presupuesto de la con-
cepción feuerbachiana del hombre como ser sensible-
finito; lo que, al mismo tiempo, le permite rechazar y
criticar a fondo el concepto hegeliano de alienación.
Efectivamente. a la concepción hegeliana del hombre
c~mo autoconciencia, Marx opone una concepción del
hombre como ente natural, sensible-finito por un lado, y
como ente "genérico" por otro. En cuanto al primer as-
pecto, el hombre actúa en un mundo objetivo, que exis-
te independientemente de él, aunque modificado por su
actividad. Cuando "el hombre real, corpóreo, en pie so-
bre la tierra rirme, aspirando y exhalando todas las
fuerzas nat¡;rales, pone sus fuerzas esenciales, reales
y objetivas, como objetos extraños, el acto de poner no
es sujeto; es la subjetividad de fue~zas esenciales ob-
jetivas, cuya acción, por ello. ta;nblén debe ser objeti-
va'' (36). En cuanto ente objetivo, el hombre actúa ob-
jetivamente; po:1e objetos, en cuailto que él mismo
está compuesto por objetos, en cuanto que es elemen-

(3'-) lbld.
(35) lbid., í). 20-1.
(35J loid .. pp. 193-94.
(37) lbid., p. :94.

85
lo, junto a otros elementos, del mundo natural objeti-
vo: es "de por sí naturaleza" (37). Partiendo de esto,
Marx subraya que el trabajo humano (el poner obje-
tos), no es creación de los objetos, sino praxis objetiva
en el ámbito de un mundo natural ~bjetivo, praxis que
no podría darse sin el mundo natural. "Por consiguien-
te, en el acto de poner [el hombre]. no pasa de su
"actividad pura" a una creación del objeto, sino que su·
producto objetivo confirma simplemente su actividad ob·
)etlva, su actividad como actividad de ente natural ob-
jetivo" (38).
Para no hacer demasiado engorrosa nuestra expo~i­
ción, no es ocasión de que veamos ahora cómo Marx,
en los Manuscritos, precisa y desarrolla más adelante
la relación hombre-naturaleza como dialéctica interna
de la naturaleza; o cómo desarrolla el tema de lo "gené-
rico" del ente humano: donde se ·fija el origen feuerba-
chiano de la concepción del hombre como Gattungswe·
sen, Marx introduce, respecto a Eeuerbach. trn elementQ
completamente nuevo. porgue ve la realización de lo
genérico en el trabajo social y en la transformación so-
cial de la naturaleza.
· Ahora .nos interesa más bien ver cómo, partiendo
de una concepción del hombre c·omo ·ente sensible-
finito, sujeto de necesidades y de impulsos materiales,
sensibles, Marx critica a fondo el concepto de aliena-
ción desarrollado por Hegel en la Fenomenología.
El punto de partida de la critica de Marx consiste
en el relieve que Hegel "da" siempre al pensamiento
abstracto, al asumirlo como sujeto real de los proce-
[;OS que él caracteriza. Según Marx, esto se manifies-
ta de modo particularmente cla·v en la Fenomen9logía,·
"auté.ntico lugar de nacimientc y arcano dei la .fiioso-
fia de· Hegel". Cuando Hegel considera la riqueza, el

(38) lbld.

86
poder del Estado, etc., como el enlfremdete Wesen d ;1
hombre, dice Marx que siempre lo hace únicamen.e
como pensamientos y en forma de pensamientos. Es3
transformación de productos culturales y de las inst -
luciones' histórico-sociales en entes ideales o entes d€. ·
pensamiento, para Marx no es algo accidental ..eiLl..2.
fifosotra de Hegel, sino el necesario resultado de ur
procedi'!Jiento que lo presenta como Entfremdung d.:l
pensamiento filosófico puro, es decir, abstracto. Pe:
consiguiente, la totalidad del discurso no puede dej?.r
· de. desembocar finalmente en el "saber absoluto". "Es
precisamente del pensamiento· abstracto de donde es·
tos objetos están extrañados { entfremdet}, al que ~e
enfrentan con la pretensión de ser objetos reales" l3~~~ .
. y por-consiguiente "toda la historia de la alienación {En·
Uiusserung} y toda la reyocaclón de la alienación .-.. )
es sino la historia de la prodyccjón del pensamiep!o
abstracto" ( 40). Esto condiciona profunda y radkL 1•
mente la estructura lógica de la teoría hegeliana de ;a
alienación .. Marx hace hincapié en la ecuación aliena-
ción-objetividad que, a causa del presupuesto ideaL d·1l
proceso, acaba con estructurar la categoría hegel·a·•a
de la alienación. Y en el modo en 'que Marx sutraya
este aspecto fundamental de ·ra· ·aiiéñación hegel:aíl:..
está implícito que se aparte de él profunda y radi~&l­
mente. "Para Hegel pasa por esencia establecida, qüe
hay que superar, del extrañamieñto (Entfremdung}, no
ya el hecho de que el ser humano se objetive de forr.1a.
deshumanizada, en oposición a sí mismo, sino que 3e
. objetive ·diferenciándose y oponiéndose al pensamieJ~­
to abstracto". ( 41}. Luego está claro que para Mar;..:
la alienación no puede consistir en la objetivación ?·'

(39) lbld., p. 187.


(40) lbld., pp. 187-BB.
(41) lbíd., P.· 188.

87
. cuanto tal ·(y, por tanto, tampoco en la objetividad),
sino en una objetivación deshumani~.
. . . :
Tal como la caracteriza, en la teoría hegeliana de
,la alienación Marx también ve presente y latente "como
·germen, como potencia, como un secreto, el positivis·
mo acrltico y el igualmente acrítico idealismo de las
obras posteriores de Hegel, esa disolución y restaura·
ción filosóficas de la empiria existente" ( 42). De hecho,
las fuerzas sust,anciales humanas convertidas en obje·
tos ajenos (fremden), extrañad_as -riqueza, poder del.
Estado, etc.- en la medida en que para Hegel son pro·
duetos del pensamiento: entes del pensamiento o en·
tés ideales,· son recuperadas y apropiadas por el su·
jeto, porque, en_ cuanto formas de la conciencia abs·
tr-acta no tiérÍé nada peculiar que reivindicar contra
la autoconciencia y, por tonto, vuelven a fundirse en
ella; pero esa apropiación precisamente sólo ocurre
. en la conciencia, en el pensamiento puro, esto es, dice
Marx, en la abstracción. En la realidad, pues, las fuer-
zas extrañadas ~continúan existiendo; sólo que ahora
el sujeto ya no las considera como extrañadas, sino
·como reapropiadas. La realidad sigue_ extrañada, pero
la ciencia especulativa ya no la considera extrañada.
· En resumen, Hegel ~éste es el sentido último de la
cri.Uca de Marx- identifica (necesariamente. dados sus
presupuestos lógjco·gnoseológjcos) alienación con pb·
jetiyjdad material e hi8tórjca, y para suprimir la- aliena· ·
ción debe suprimir la. objetividad y, por tanto, ''trans·
ferir" a la autoconciencia, mediante el "saber absolu·
to", la objetividad tal como es, en su vulgaridad em·
pi rica (de ahí el positivismo acrítico).
Cierto es que en ese _punto Marx hace un importan·
te reconocimiento a Hegel, precisamente a propósito
de la alienación. Dice: "Por ello, la Fenomenologfa es

(42) lbld.

un
:'- :· .-
la critica escondida, oscura aur: para sí misma y mis-
tificadora; pero en la medida en que retiene el extraña-
miento (Enlfremdung) del homb~e -aunque el hombre
sólo aparece en la forma del es¡:>irilu-. se encuentran
o~ullos en ella todos :os elemen:os de la critica y con
frecuencia preparados y elaborados de una manera
qu'e supera ampliamente el pu;"lto de vista de Hegel.
Los capltulos sobre la "conciencia desventurada", la
"conciencia noble", la lucha entre conciencia noble y
concie!lcia .civil, etc., contienen los elementos. críticos
-aunque ·aún de forma ·extrañada- de complétas es-
-feras, como la religión, el Estado, la vida civil (bürger-
lich). etc." (43). (Y poco antes, siempre a propósito
de la Fenomenología, Marx habla de "aspecto comple-
tamente negativo y critico" y de critica realmente co_n-
tenida en él que con frecuencia se adelanta al des-
arrollo pos:erior" {44]). Pero, en nuestra opinión, ese
reconocimiento de Marx no disminuye en absoluto el
rigor ni modifica el sentido de su critica a la teoría
hegeliana de la a!ienación. La Fenomenología -éste
es el sentido del reconocimien:o marxiano- presenta
en su_ fundamel}to una "dialéctica de la negatividad
como principio motor y generador", en el sentido de
· que Hegel "concibe la at¡tn(;eneracjón del hombre
como un proceso. la ohjetivsció:'l como 110a contrapo-
sición, como alienación (Entausserung) y superación
de esta alienación: que en cc:-~se:::uencia capta la esen-
cia del trabajo y concibe el hombre objetivo, el hom-
bre auténtico en cuanto real, como resultado de su·
propio trabajo" ( 45). Ya her.ws tenido ocasión de dis-
cutir este punto (46). Lo que distingue al hombre de
todos los demás seres es el trabajo consciente, la ob-

(<3) lbld., p. 189.


(<.C) lbld., p. 188.
(45) lbld., pp. 18:.:·90.
( .t5) Cl. supra pp. 21 y ss.

89
jetivación de sus capacidades esenciales, gener1cas y,
por consiguiente, su oposición a sí mismo, su "exterio-
rización", en la medida en que la objetivación preci-
samente es también "oposición", es decir, un "distan-
ciamiento" de sí y una incorporación al mundo natural
(dljetivación) de las propias energías físicas y espiri-
~~'é.les. Luego, Hegel, en cuanto que concibe la aliena-
ción corno objetivación, como cposición, concibe el
'lOrnbre objetivo como resultado rle su propio trabajo.
Er. la Fenomenología, la conciencia, después de atra-
ve:lar estadios cada vez más altos de desarrollo y de
alcanzar la objetividad en ·la totalidad de sus determi-
naciones, "descubre" que la objetividad es algo pues-
to por ella misma, una alienación o autoposicíón suya,
algo que no es distinto de ella en absoluto y en lo
que se refleja y reconoce. En ese planteamiento está
implícita una concepción de la objetividad histórica
corno producto del hombre, aunque éste, dice Marx,
sólo t~parezca siempre en la forma de autoconciencia.
Esa concepción de la objetividad histórica corno objeti-
vación-alienación del espíritu humano permite a He-
gel reivindicar para el hombre el mundo objetivo, y
concebir religión, Estado, riqueza (propiedad privada),
etcétera, como "la realidad extrañada de la objetiva-
ción humana, de las fuerzas esenciales humanas".· Es
decir, le permite, por un lado, concebir el mundo so-
cial como una a!!lo-realizacióo del hombre mediante
el trabajo. como una objetivación de las fuerzas esen-
ciales humanas, y por otro lado, captar algunos aspec-
tos realmente "alienados" de esa objetivación. Pero en
el segundo caso sólo se trata de apuntes e intuiciones,
que, por otra parte, superan con mucho el punto· de
vista de Hegel, el cual no pudo elaborarlos amplia. y
conscientemente, porque le faltaba una distinción ri-
gurosa entre alienación y objetivación.
En resumen, según Marx, Hegel descubrió y mani-

90
restó (]Ue "el comportamiento real, activo, del hombe
consigo mismo como ser perteneciente a un génerc-,
o sea, como ser humano, sói:.J es posible cuando ex'P.-
rioriza realmente todas las fuerzas propias de su g~­
nero {Gattungskr~fte) ~lo que a su vez sólo es po!:>t-
ble a través de la obra colectiva del hombre, es deci[.
sólo como resullado de la historia-, y se refiere a
ellas como a objetos, lo que a su vez sólo es posib:e
de entrada en la forma del extrañamienlo (Enlfrcm-
dung)" { 47). Pero -y aquí reside su limitación- co'llc
Hegel s_iempre concibe el hombré solamente como 3iJ··
. toconciencia y no como hombre sensible-real, histori·
camente determinado, concibe la objetivación come
alienación, identifica absolutamente los dos conceptos. 1
y no ve que si la objetivación es una condición permr.
nente del obrar. la alienación es una forma particular
.§!!.Y.ª-.. { 48) gue se presenta en una sociedad determina-
da en r r e oderna. En otros términos, para
Marx la objetivación humana oo es necesariamente alie-
nación {no lo es en la sociedad comunista); la aliené!
cjón es tma desh:Jmanjzacjóo y una interpretación
errónea de la objetivación. En cambio, la concepción
hegeliana del hombre como autoconciencia hace que
la objetivación, el devenir del hombre en los oi:>ie~os.

( 47) Manuscrllos, p. 190. . .


( 48) M. Dal Pra ha expresado ilgurosamente las distintas ~­
racteristicas que la categoría de alienación tiene en Hegel y en
Marx: "Puede decirse, pues. que el punto de divergencia er,tre ~~
proceso dialéctico hegetiano y el marxismo consiste en que e'
primero. al tener como lundamen!o la autoconciencia. identifica Rlitt-
nación con objetivación y, por tanto, hace coincidir la superaci~"
de la alíehacíó11 con la superación QEI la objetivación, mientra~
que el segundo, al tener por base al hombre real sensible vinculado
a los objetos. distingue la objeti\·ación de la alienación, que es u1
modo especial suyo de manifestarse, y hace coincidir la superaci.)n
de la alienación con la superación del modo concreto y deshurna-
nizado en el que se expresa la relación entre el hombre y !os
objetos, y no con la superación de la objetivación que es condic;ón
permanente de la actividad humanaft (La dlalécUca en Marx, B'!r
celona. Ec!. Martinez Roca, 1971, p. 192).

.., .
tll
se conciba como una relación negativa, como una li-
mi,tación que debe superarse con la supresión de la
objetividad misma, concebida precisamonte como alie·
nación. ' ··
Como Hegel no distingue .entre alienación y obje-
tividad, sino ,que las ·identi~ica, naturalmente tampoco
distingue entre el trabajo "como esencia del hombre
que,-,se confirma a sí misma" y el trabajo "como hom·
bre.~'alienado" (enUiussert), y por tanto reconoce "so-
lamente ·el aspecto positivo' del .trabajo, no su aspecto
negativo"; por ello, dice Ma!X, Hegel "se coloca en el
punto de vista de la economfa politice moderna" (49).
: :Marx recoge y elabora más adelante toda esta pro·
blemática ~n eJ.-análisis ·éfel.último capftulo de la Feno·
nienología, el saber absoluto. Repite que todo el error
del procedimiento hegeliano arranca de su presupues-
to, la concepc_ión del hombre como autoconciencia. "El
ser bumano, el hombre, equivale para Hegel a autocon-
clencla. Luego todo extrañamiento (Enlfremdung) M
·ser- -humano no _es sino ex!rafjam!ento de la autocon·
cle!icla" (50). L~ primera consecuencia de tal presu-
puesio consiste en el hecho de que el. objeto se con-
cibe :como autoconciencia objetivada: la autoconciencia
comó objeto. "Se trata, pues, de superar el objeto de
la conciencia. La obJetividad como tal es una relación
liumana extrañada ( entfremdet), que no corresponde
·a la esencia humana, a la autoconciencia. La ·nueva
apropiación (Wiederanelgnung) de la esencia humano
ob)etiva, producida como extraña (fremd) bajo In de-
terminación del extrañamiento, no sólo tiene, pues, la
significación de, suprimir el extrañamiento (Entfrem·
dul)g), sino también la objetividad"; y eso porque el
hombre pasa por ser no objetivo, espiritualista (51).

( 49) Manuscrllos, p. 190.


(50) lbld., p. 191.
(51) lbfd.
Po·r otra parte, la Entrremdung de :a autoconciencia
tampoco pasa por una manifestación que se refleja en
el pensamiento del real (social) Entrremdung del hom-
bre, sino que sólo es justamen:e Enlfremdung de la
autoco_nciencia, y "toda reapropiación (Wiederanelg-
nung) del ser objetivo extrañado ( entfremdet) aparece
como una incorporación en la a~.;:oconciencia; el hom-
bre que se apodera de su propia esencia, no es sino
la autoconciencia que se apodera del ser objetivo" (52).
La ciencia que alberga esta Entfremdung es, pues, -la
filosolía, el "saber absoluto", eslo es. la liberación de
la objetividad material.
Tras describir la superación del objeto de la con-
ciencia formulada por Hegel en el capítulo sobre el
"saber absoluto" (53), Marx pone de relieve ante todo
dos puntos: primero, el carácter negativo de la obje-
tividad que constituye la aliena~ión y por tanto su
superación como algo implícito, que no puede no ser,
porque siendo la objetividad puramente espiritual, la
autoconciencia no puede ser algo distinto de ella; se-
gundo, el positivismo acrítico implícito en . esta con-
cepción .de la objetividad-alienac¡ón. En c:;ua_nto al pri-
mer aspecto, Marx observa que está ··claro que una
autoconciencia. es decir, su alienación (Entausserung),
sólo puede poner la coseldad, sólo puede poner una
cosa abstracta, una cosa de la abstracción y no una
cosa real". La coseidad, pues, 010 es ··absolutamente
nada por si misma, nada esencial frente a la autocon-
ciencia, sino una simple creación, algo puesto por la
autoconciencia"; y ese acto de poner confiere al pro-
ducto sólo en apariencia y tan sólo por un Instante
el papel de ente autónomo real (54). Como poner la
coseidad es sólo una apariencia. u:1 ac~o que contra-

(52) (bid., ?· 192.


(53) Jbld., ;:>. i91.
(54) lbld., ;:¡. 193.

93.
dice lá esencia de la actividad pura, no sólo debe su-
primirse, sin que ya está superado de hecho, porque
la coseidad no es nada real y objetivo, sino algo es-
piritual, ideal.
Marx insiste varias veces sobre esta concepción
, negativa o espiritual de fa objetividad, propia de He-
gel. Dice Marx que en Hegel la oposición sujeto-objeto
Stempre es "oposición, dentro del pensamiento mismo,
·je pensamiento abstracto y realidad sensible o sensi-
hilidad real". Pero precisamente i)Orque la oposición
~s interna al pensamiento y los dos términos opuestos
resultan del desdoblamiento del pensamiento mismo,
sólo se oponen formalmente; lógicamente y no real-
men"te. Así, si siempre se entiende el sujeto como auto·
conciencia, el objeto sólo se entiende a su vez co-
mo conciencia abstracta: y "la conciencia abstracta
-bajo la que se entiende el objeto- es simplemente
un momento de la diferenciación de la autoconcien-
cia [ .. :]" (55).
Si para Hegel la superación del Entfremdung sig-
nifica· fundamentalmente la superación de la objetivi-
dad, "porque lo chocante del extrañamiento para la
canciencia no es el carácter determinado del objeto,
sino su carácter objetivo"; por otro lado, el extraña-
miento está implícitamente superado al mismo tiempo,
porque el objeto es "algo negativo, algo que ·se su-
prime a sí mismo, una negalividad" (56). El objeto,
dice Marx, "sólo es la apariencia de· un objeto, un
valor ficticio, y esencialmente no es sino el saber
mismo que se opone a sí mismo y por ello se opone
una negatividad, algo que no tiene ninguna objetivi-
dad fuera del saber; o sea, el saber sabe qu_e al rela~
cionarse con un objeto, simplemente está fue.ra de -:sf,
que se aliena (sich entaussert): que él mismo sólo ·

(55) !bid., pp. 188·89.


(!.iC) lbld., p. 196.

94
aparece ante sí como objeto. o que lo que se le apa-
rece como objeto sólo es él mismo" (57}. La implfcita
superación de la alienación-objetividad está en el he-
cho de que,· como dice Hegel, la autoconciencia "en
su ser-otro como tal se encuentra cerca de sí". Por
eso, la negatividad del objeto ·no sólo tiene un signi-.
licado negativo, sino también positivo; porque la obje-
tividad no sólo es una auto-negación de la autocon-
ciencia, sino además una auto-posición; mediante e:
saber la autoconciencia llega a ser consciente de esto,
y supera también la apariencia de su objetividad-alie-
·naci6n·. - - ·
Según Marx, en ese procedimiento se reúnen to-
das las ilusiones de la especulación. El positivismo
acrítico emerge con claridad rápidamente si en lugar
de la autoconciencia ponemos al hombre; de hecho,
de acuerdo con el procedimiento hegeliano tenemos·
que el hombre, en su ser-otro como tal (es decir, en-
una condición .de extrañamiento, de oposición deshu-.
manizadora a si misma), está en realidad cerca de sf.
En otras palabras, se tiene que el hombre; tras supri-
mir la auto-alienación, esto es, la general existencia -
espiritual de su mundo, "confirma nuevamente, sin
embargo, el mismo mundo en es~ forma -álienada y la
presenta como su verdadera· existencia, la res~ó.ura,
pretende estar cerca de sí en su ser-otro como _tal, y
Iras suprimir, por ejemplo, la religién. tras haberla rec"~
nacido como un producto de la auto-alienación (Selb
stenUiusserung}, se encuentra, no obstante, confirmado
en la religión en cuanto religión" (58). Según Marx,
ésa es la ralz del "positivismo acrílico" de Hegel y de
su aparente criticismo. Si aplicáramos el procedimiento
. hegeliano al hombre real, sensible, tendrfamos que
éste, tras reconocer que ha llevado una vida alienada

(57) lbld., p. 197.


(56) . lbld., p. 196.
en el derecho, 'en la política, reconocerla luego que en
esa vida alienada reside su auténtica vida humana.
-. Para concluir, Jos puntos centrales de esta crftica
·de Marx a la concepción de la aH_epacjón conteojda en
·la Fenomenología de Hegel, pueden indicarse esque~
.máticamente de~ este modo: primero, identificación de
alienación con objetivación y objetividad; segundo, ca-
rácter aparente o formal de la alienación, debido al
hE?cho de qua la oposición autoconciencia-objetividad
. es una oposición aparente, en virtud de la naturaleza
negallva o Ideal de la .. objetividad; \ercero, impHcita su-
per,ación de la. alienaciÓn; porque (dado el carácter
espiritual de la objetividad) en su ser fuera de sf el
espíritu perman'ece en· si mismo; cuar\o, cons'ecuencia
de esa "supér-~ción": el "positivismo acrítico".
Como hemos dicho, el presupuesto de esta critica
.de Marx a Hegel, es la concepción reuerbachiana del
hombre como ser. sensible-finito, además de genérico.
Concepción que permite a Marx: a) rechazar la con-
cepción hegeliana del hombre como autoconciencia y,
en cambio, considerar la autoconciencia como Ent·
fremdung del ente humano (59); b) captar todas las
implicaciones de la concepción del hombre como auto-
conciencia, en primer lugar una concepción mistificada
de·. la objetividad, en cuanto objetividad ideal, como
prq~ucto de la autoconciencia, ·c~n su aparejado po-
sitivismo acr!tico. A su· vez, Marx reivindica una leórla . ·
de·la alienación rigurosamente histórica; es decir. ba-
sada no en el carácter obletivo·materlal de la historia
·humana y natural, sino sobre el carácter alienado de
una lorma social suya muy concreta: la burguesa mo-

- derna.

.' (59) Hegel hace del hombre el hombre de la autoconciencia,


en vez de hacer de la autoconciencia la autoconciencia del hom·
bre. de\ hombre real, que por tanto vive en un mundo objetivo real
y ·está condicionado por él" (La S<1grad<1 Familia, Buenos Aires, Edi-
torial Claridad, 1973, p. 210).

96
Ahora sólo nos queda seguir analitica~en.te el sur-
gimiento y desarrollo del concepto de Entfremdung en
la obra de juventud de Marx.
3. · El primer texto de Marx e~ ~~: encontramos el
término. Entfremdung es Ira Dokto dÍ rlation.\ Pero ahí·
. se _trata de· una utilización completamente hegeliana ·
de este concepto. Marx escribe: ·En Epicuro el fenó~
meno se concibe por primera vez como fenómeno, es'
decir, como un extrañamiento (Entfremdung) de 1a
· esencia que se realiza a sf misma en su realidad pre-
cisamente como extrañamiento (Entfremdung)" (60).
Por lo demás, todo el plantemiento de la Doktordlsser·
talior:' es hegelianó, aunque, como se ha mostrado,
· Marx tenga ya una propia posición original hacia la
dialéctica de Hegel, en el modo de interpretarla y apli-
carla (61 ). Desde luego es. significativo que la Dlsser·
tatlon, en la que Marx se sirve de la categoría de Ent·
fremdung, se resienta en gran medida de la influencia
de la Fenomenología del espíritu (62). Esta obra tam-
bién pudo inspirar a Marx el otro paso notable en el
que, aun_ no apar.eciendo el término Entfremdung, se
recoge y declara el carácter alienante de la religión.
De hecho, Marx caracteriza el meollo del mal esplrico
en el hecho de que "el individuo se cierra en su natu-
raleza emplrica contra su naturaleza eterna: ¿pero no
seria igual esto que si excluyera de sí su naturaleza
eterna y, en la forma de perseverar de la singularidad
en sf que contiene la empiria, la intuyera como un Dios
emplrico fuera de si?". Sin querer infravalorar el inte-
rés de- este párrafo, se trata de un esbozo y de nada

· (60) MEGA. 1. 1, 1. p. 42. Sobre es:o cf. M. Rossi, El Jov~n


Marx, Madrid, Alber.to Corazón Editor, 1971. pp. 3-4 y ss.
(61) Cl. M. Dal Pra. op. cit., pp. 25-55.
(62) Cl. M. Rossi, op. cit., pp. 29-lJ, y M. Del Pra, oe_. cit.,
páginas 34 y 36·37.

97
más (63). Unicamente en los escritos marxianos de
1843-44 encontramos un amplio uso, original y signi-
·~"""'"'_,...,....-"'-"'.¡.<.>.l.........::d::..::e~ al ien aci 6 n.
-==--==..::.:.:..::.:..:.~~::.u por ejemplo, el concepto de
:dianación discurre más veces, expresado terminológi-
camente de diversas maneras (V9rausserung, Enlfrem-
jung, Enti=iusserung). Marx dice que en la democracia
política moderna (burguesa), "cristiana" porque sólo
realiza la emancipación del "estado político" en el cie-
lo y no la .qe .la "sociedad civil" en la realidad terre-
na (64), IC?do hombre es un soberano. Pero se trata,
añade Marx a contin_uación, del hombre en su manifes-
tación salvaje y sin socializar, "la! como se ha ago-
tado, perdido, alienado (verausscrt) a través de toda
la organización de nuestra sociedad, bajo el dominio
da las relaciones y elementos inhumanos" (65). "La
representación fantástica -continua Marx~, el sueño,
el post4lado del cristianismo, el hombre soberano pero
en. cuanto ente extraño (als lremden Wesen), distinto
del hombre efectivo, llega a ser en fa democracia la

( 63) MEGA, 1, 1, 1, p. 111. Este esbozo marxiano para una


concepción de la religión como alienación ha sido puesto de re-
!ieve por M. Rossi, op. cll., el cual escribe juslamef\te: "El interés
de este P-asaje reside completamente en su lecha, que por o:ra
parte .es segura, el semestre estival de 1839. Por tanto, alredel.lor.
de dos años antes de la aparición de La esepc!a del qfs!laplsmo,
Marx int11ye y declara el carácter alienanle de la religión. Desde
luego, a partir de la Fenomenología, muchos textos de Hegel pue-
den haberle sugerido esta idea de la alienación religiosa. Sólo
que el carácter de fa alienación es negativo. no ambiguamente po·
sjtjyo como en Hegel [ ... ]" (p. 41).
(54) Como se sabe, Marx entiende por "sociedad civil", las
relaciones materiales de la existencia, "cuyo conjunto -escribe en
el prefacio a la Contribución a la crillca de la economla pollllca-
comp~ende Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses
del XVIII, bajo ~¡ término de 'sociedad civil'". .
(65) K. Marx, Scrllll pollllcl glovanlll, Torino, 1950, al cuida.do ·
do L. Fírpo, p. 373. La Judenfrage, el primar gran texto de filoso'
tía polfticá de Marx, aparece en el "Deulsch·franzoslsche Jahrb.ü-
cherr" en los primeros meses de 1844. A veces, en las ellas que
siguen, hemos modificado el texto de la traducción, teniendo pre-
sente el texto alemán de la Judenfrage ( on K. Ma~x. Ole FrUhschrll·
ten, Slultgar1, Ed. Landshut, 1964, pp. 171·206 ).

98
realidad palpable, el presente, la norma mundana" (66).
Observemos que lvlarx presenta aquí como -aliena-
dos", como situaciones de "alienación". los dos aspec-
tos gue resultan de la escisión o dualismo que divide
al hombre moderno. Si éste, en cuanto· miembro de la
sociedad civil, es el hombre "en su manifestación sal-
vaje y sin socializar", "tal. como se ha agotado, per-
dido, alienado (vediusserl) a través de toda la orga-
nización de nuestra sociedad", etc.; igualmente alie-
nado está el hombre "soberano", el cltoyen, po"rque
~o esa determinación es un ente extraño (ein fremdes
Wesen), distinto y separado, en una palabra, escindido
del hombre efectivo, real. En resumen, .el hombre está
alienado ya sea como miembro de la sociedad civil
o como miembro del Estado político. Por un lado es
"der Mensch sich selbst verloren, veraussert", y por
el otro es "e In fremdes Wesen". La alienación abarca
ambos lados de la escisión en la cual el hombre mo-
derno se encuentra dividido y contrapuesto a sí mis-
[!JQ; consiste en esa escisión, en ese dualismo entre
"la vida individual y la del género, entre la· vida de la
sociedad civil y la de la sociejad política", dcr:cA. el
hombre se comporta hacia la vida estatal como co.1
su verdadera vida", pero sólo tra~cendiendo su "ir•.:ii-
vidualidad real". En la sociedad burguesa moderna. ei
hombre es por un lado un individuo egoísta e jr;:iepeá::
diente. y por otro persona moraL abstracta La SUQe:
ración de esta alienación se p~ocrucirá con :a supera·
ción del dualjsmo o de la fScisjóo aue cor:stit:Jye s;,:
fundamento: es decjr cuapdo e! hombre re2: yuel\'a v
recupere en sí mismo al ciudadano abs~racto v orga-
nice sus propias tuerzas como fuerzas sociales. Sólo
entonces, dice Marx, el hombre ya no separará de sí
la fuerza social en la forma de la fuerza política. Luego

(66) lbld., p. 373.


aquí, la alienación o extra~amiento coincide -como
en toda la obra posterior de Marx- con la separación
o escisión de las fuerzas sociales, objetivadas por los
hombres mismos, y extrañas a ellos (67).
·Corno se deduce de los pasajes citados, el joven
.Marx ve en el crjsliBnjsmo ;la expresión teórjca de la
condición extrañada del hombre moderno. El cristia-
nismo, dice, ha consumado "teóricamente el auto-ex-
trañamiento humano (die menschllche Selbsentfrem-
dung)" (68). En efecto, en el cristianismo, el hombre
tal como es, en la miseria de su situación real, el hom-
bre alienado, es un ente sóberano en el cielo religioso.
En otros términos, Marx quiere subrayar la estrecha
funcjonaljdad del cr.istianismo respecto a la sociedad
moderna burguesa, es decir. a un tipo de sociedad en
la cual a . una igualdad formal corresponde una des.-
iqualdad real. En· la sociedad burguesa el hombre sólo
es libre en contradicción conr.igo mismo, sólo de mane-
ra abstracta, limitada, parcial: para trasladarse al ámbi-
to de la universalidad polftica, del Estado, debe prescin-

. (!>7) Con lo que se ve cuánto debe Marx a Feuerbech, y el


misnio tiempo qué lejos está de él. A propósito. de le Judonfraga,
se ha observado que "el dqaljsma entre hombre y Estado po!llico,
sobre el quo Marx besa su tc::!s antibauerionn, se Inspira c)ara-
rnente en el dualismo enlce hombre y divinidad de Feuerbacb." (E.
Rembaldi, op. cit., p. 168). Poro precisamente porque Ma(X critica
el divorcio entre el hombre renl, sociAl, y el hombre polflico, critica
"un' tipo de alienación o exlreñemiento que ya no es ten sólo im!l-
ginRrin, como en le religión, sino juslemente de fuerzas reales .(lo
que vendria e se~ los poderes del Estado)" (C. Luporinl, lnlrodu·
zione á l'ldeologla ledesca, Roma, 1967, p. L). Luego, cuando en
la ~udenlrage, Marx dice que el hombre real debe reabsorber en
si ni ciudadano abstracto·. pera llegar a ser efectivamente ente
. ocnérlco ( G:lttungwesen), pone una acción ya virtualmente revolu·
cionerie de recuperación social [ ... ) de fuerzas humanes extrañadas
bajo le forma de "fue~ze polltica" o poder estatal. " orizonte
· · · · r ai n
~ de la democrgcia como forme perfecta de consmucjón politice. sino
· !,¡¡_ ebolicjón misma del Es! a do en cuento forma de poder separada
de la sociedad. Un objetivo que cobrará nueva vida y seguirá sien·
do l_undamental en el marxismo med.uro" ( Luporinl, op. cit., pá·
glnas l-LI).
(68) lbld., p. 392.

100
dir de su condición real, de su puesto en la sociedad
civil. En resumen, con la liberación política el hombre
"se libera creando un circulo vicioso con ayuda de un
intermediario", esto es, a través del Esiado. Según
Marx,_ de ese modo el hombre está "religiosamente
vinculadá" (69), porque al igual que en la religión, sólo
-se reéonoce a si mismo a través de un circulo vicioso
con la ayuda de un intermediario. Así como Cristo es
el mediador a quien el hombre atribuye su propia divi-
nidad, del mismo modo el Estado político es el media-
dor en quien el hombre deposita la IÍbertad y la igual-
dad. Los miembros del Estado político son, pues, in-
trínseca y objetivamente religiosos (¡aunque proclamen
aleo al Estado!) "a causa del dualismo entre vida in-
dividual y la del género, entre vida de la sociedad civil
y la vida política; religiosos, en cuanto que el hombre
se comporta hacia la vida estatal como con su verda-
dera vida, trascendiendo su individualidad real" (70).
Marx deduce de esto que el cristianismo es la expre-
sión ideológica de la- aliepacjón considerada a nivel
socio-político. E~ la religión mas adecuada a la socie-
dad burguesa moderna,- en cuanto que unifica en Dios
a Jos hombres divididos entre sí, enfrentados unos a
otros como enemigos, y declara iguales en el cielo
· a horribres que son desiguales en la tierra. Por ese mo-
_tivo el ·cristianismo se convierte en "el espíritu de la
sociedad civil, de la esfera del egoísmo, del bellum om-
nlum contra omnes", es decir, de la separación del
hombre de los hombres. "Ya no es la esencia de la
comunión, sino la esencia de la diferenciación". Se ha
convertido en "la expresión de la separación del hom-
bre dé su comunidad, de si y de los otros hombres,
tal como era en sus principios". Por eso Marx sostiene
que "la sociedad burguesa sólo se realiza en el mundo

(69) lbid., p. 36~.


( 70) lbld., p¡>. 372·73.

101
cristiano", porque "sólo bajo el dominio del cristia-
nismo, que hace que sean ajenos al hombre todas las
relaciones nacionales, naturales, morales y teóricas,
podía la sociedad civil alejarse completamente de la
vida del Estado, cortar todas las relaciones del hom-
bre con el género, implantar el egoísmo, ia necesidad
individual en lugar de la relación con el género, y des-
componer el mundo de los hombres en un m"undo de
jndjyjduos atomizados enfrentados unos a otros como
enemigos" (71 }.

( 71) lb! d., p. 392. Nótese la alinidad de motivos, en esta allr-


mación de Marx, cpn el siguiente párrafo de Feuerbach: ~-El ( ... )
segundo origen (del cristianismo] es el temporal, histórico. La re-
ligión cristiana sólo pod~la aparecer en la época en que aparece,
en la época del hundimiento del munqo clásico, en la época de
las mayores calamidades, del hundimiento dEl todas las dilerenclas
nacionales, de todos los lazos éticos y nacionales, en resumen, de
todos los principios que sostenlan y m9vlan 'el mundo, desde que
hubo pueblos clásicos y tiempos clásicos" (de la monografla sobre
Plerre Bayle). Una religión "escindida" (es decir, basada en la
oposición entre "el más acá" y "el más allá"). só!o podla allrmar-
sc, dice también Feuerbach, en un mom~:~nto de crisis, en U11 mundo
en rÚinas (el. sobre todo E. Rambaldi, o p. cit., pp. 14-15). Y ro-
cuérdense los análisis de Hogel, en sus osc~itos de _juventud, sobre
la consolidación del cristianismo con la crisis del munqo clásico,
y sobre su relación con la Prlvatleben. Volvemos a encontrar, pues,
una rrnea objetiva de desarrollo CHegei-Fcuerbach-Marxl de !a pro-
blemática de la relación cristianismo-política. que merecerla estu-
diarse a fondo. (Sobre los antecedentes de esta p_roblemática en
Bayle, Voltai(e, Gibbon, y sobre todo en Rousseau, el. L. Coll(ltti,
Rousseau critico dclla "socleta clvile", en "De Homine", n. 24, pá·
gina 177 y ss.) Recordemos _que en el pensamien_to maduro de
Hegel se invierte la relación religión-polltica, en el sentido qe que
la aceptación de una cierta forma de religión determina la realiza-
ción de una forma correspondie11te de comunidad polllica: as! como
los pueblos se rep(esentan a Dios, as! "son" y plasman su Estado
conlorme a ello. "Del modo en que pueblo se representa a Dios,
·a si se representa también su relación con Dios o consigo mismo;
por tanto la religión también constituye el concepto que un pueblo
tiene qe si mismo. Un pueblo que ve a su_ propio .Dios en_ la natu-
raleza, no puede ser .un pueblo libre; solamente cuando ve- en
Dios a un esplritu que reside más allá de la naturaleza, llega a ser
t•n esplritu lib~e:· ( Phllosophle der Weltgeschlchte, Bd, 1, Hambu~g.
i--:::l. Hoffmeister, 1955, p. 125). Luego, para el Hegel de la madu-
r8z, la religión constituye la "base" sobre la cual se levanta una
superestructura polltica determinada '} caracterizada por aquélla
(el. sobre esto l. Fetscher, K. Marx ~ nd der Marxlsmus, cit., pá-
ginas 200-203). Por. el contrario, en l': joven Hegel la acep_tación

'i02
Además de estos aspectos. por los que el cristia-
nismo. constituye la expresión ideológica por excelen-
cia de la condición extrañada del hombre moderno,
Marx señala otro propiamente económico-social. Dice:
"La venta (Verausserung) es la praxis de la alienación
(EnUiusserung). Así como el hombre, desde que est~
condicionado por la religión, sólO' conoce su propia
esencia objetivándola, en cuanto que hace de ella una
fantasmagórica extraña ( einem frem ·den phantastis-
chen Wesen); del mismo modo, bajo el dominio de ia
necesi~!ld egolsta, sólo sabe obrar prácticamente, pro-
. ducir objetos _sólo. de modo práctico, en cuanto que
somete sus productos, al igual que su actividad, al do-"·
minio de una esencia extraña (elnes fremdes Wesr.r.)
y les da la significación de una esencia extraña: del
dinero" (72). El joven Marx define@ dineró:>como :·el
valor universal de todas las cosas, constituido por~ sí
mismo", que ha "despojado al mundo entero, al horr-
bre y la naturaleza, de su propio valor". Y añade: "E'
dinero es la esencia extrañada (das entfremdete Wt!
sen) del trabajo del hombre y de su existencia, y est:
esencia extraña le domina y él la venera" (73).
En este caso, para Marx, el cristinismo constituye
una vez más la expresión ideol(>gica .más completa de
la sociedad burguesa aliena~a. En realidad, ambos, so
ciedad burguesa y cristianismo;-se basan en una hip-Js-
tasis que se contrapone al 'ho_mbre 'como extrañ3 )'
enemiga: en el cristianismo el hombre objetiva su pro-
pía esencia y hace de ella una fantasmagó! ica esenl;:a
extraña· en la sociedad burguesa el hombre objeliyª
en el dinero su oropio trabajo, e igualmente hace de
. él una esencia extraña. En ese sentido, sólo en el mun-

de una ~eligión determinada (el cristianismo, como hemos visto,


·está conqicionada por ).!na deter:nlnada situación éticcrpollti_ca.
(72) ScrllU pollllcl glovanlli, cil, pp. 392-93.
·(73) lbld., ~- 390.

103
~o cristiano-burgués hombre y naturaleza podlan con·
vertirse en "objetos alienados ( enUiusserte) de com·
praventa, abandonados a la esclavitud de la necesidad
egolsta y al tráfico" (74).
La conclusión que . puede sacarse de este análisis
del empleo del concepto de alienación en la Judenfra·
ge es la siguiente: la alienación es un concepto socio-
.. polltico, utilizado en un contexto de filosoffa polltica;
·_designa una condición típica de la sociedad burguesa
·.moderna. Más propiamente,da alienacjórv(Entlremdung,
Entausserung, Veriiusserung) consiste: a} en una des-
. igualdad real y en una escisión atomista entre los indi-
. viduos a nivel de la ·sqciedad civil, y en la escisión en-
. tre condición real, material (social). y condición polí-
tica del hombre moderno; por consiguiente, se trata
dci la hipocresla de la _:Soberanía" y de la "igualdad".
La alienación. sé-prÓduce,· pues, por una situación de
'escisión y por los dos aspectos que resultan de tal es-
cisión: el hombre "material", "profano", que es miem·
'bro· de la sociedad civil, y el hombre "abstracto", que
es miembro del Estado polltico. b) Se localiza la alíe·
nación en la expresión ideológica más tlpic~ de la
escisión que desgarra <~1 hombre moderno: el cristia-
_·• (74) lbld., g. 392. Sobre la relación crislianlsmo-di.nero, cf. lo
C5crito por M. Hess, Uebcr das Geldwcsen, publicado on los "Rhel·
nlsche Jahrbücher zur gesellschaftllchen Reform", 1, Darmstadt,
1845 (esc~ito que. sin embargo, Ma~x conocla desde 1843). Hess
asimila la alienación· económica a la religiosa y especulativa, en el
sentido de que, al Igual que la divinidad acapara toda la esencia
humana, asl el dinero acapara toda la activiqad humana. "Lo que
Dios· es para la vida teórica. es ~¡1 dinero para la vida práctica
del mu11do Invertido: el patrimonio alienado de los hombres, su
acllvl.dad vital hech~ tráfico: El _dinero es el valor hu.mano expre-
sadoo,en cll~as; es el sello de nuestra esclavitud, la lnborrable marca
de nue~lra servidumbre: los hombres que pueden comprarse y ven·
darse. 'son esclavos:· (cf. E. Rambaldi, op. cit., pp. 141-42). En los
cuadern·os de apuntes de Marx de 1844, en las glosas a una obra
de M(ll_, (Cuadernos de París, México, Era, 1974, pp. 124 y ss.),
se encuentra una aplicación completa del concepto de "extraña·
miento" a las apariencias económicas d¡:l dinero, del valor, del
·crédilo, etc. (el. sobre es lo K. Korsch, Karl Marx, Frnnklurl a. M.,
1967, pp. 97·98).

10/f
. nismo. e) Por último, la alienación consiste en el dine-
: ro en cuanto expresión de la esencia del hombre, de
su trabajo, separada del hombre mismo, extrañada de
él y enfrentada como enemiga.
En ha Crítica ele la !i!osofia del Es! ado de H;gaUya se
presentaba un empleo del co:-~cepto de alienación aná-
'logo ·al de la Judenrrage. También ahi Marx define la
abstracCión (en el sentido de escisión, de dualismo,
etcétera, que antes vimos) del Estado político de la
sociedad civil como una situación de extrañamie.nto.
El Estado político, dice, "es una abstraéción de la fa-
milia y de la sociedad civil. Y a la inversa. Con expre-
sar el carácter extrañado de este fenómeno, Hegel no
ha superado el extrañamiento (Entlremdung)" (75) .
. En la Crítica, algÚn as formulaciones también dejan en·
'tender que Marx ve en la religión cristiana la expre-
. sión ideológica más consecuente de este extrañamien-
to. Por ejemplo, dice que la constitución polftica se ha
desarrollado "como la razón universal ante las demás
esferas, como un más allá de las mismas", como en
"la esfera religiosa, la religión de la vida del pueblo,
el cielo de SJ.! universalidad respecto a la existencia
terrestre de su realidád". Por eso, "la vida política en
el .sentido moderno es el escolasticismo de la vid~ del
pueblo", es "la vida en el·. aire, la etérea región de la
sociedad civil" (76). El acto político mediante el cual
la sociedad civil alcanza signHicación y activiaad po-
llticas, es, dice Marx. "una completa transustancia-
ción" (77); expresión que. una vez más, suscita la
analogía, más bien la unidad estructural entre aliena-
ción socio-política y alienación religiosa. Es la misma
transustanciación que debe realizar el hombre en cuan-

(75) K. Marx, Opere lllosonche glovaniH. trad. de G. D~lla Vol-


pe, Roma. 1950. p. 110.
(76) lbld., p. 111.
(77) lbld., p. 108.

105
lo .rniembro de la sociedad civil (el bourgeols) para
tra.;ladarse al cielo de la universRiidad polltica (para
h<:tcerse cltoyen). Al hablar de la~ clases: Marx dice
r,ue la Revolución francesa consuma la transformación
de las clases políticas en clases sociales, en el sentido
de· que de las diferencias de cla'se de la sociedad civil
sólo hacen diferencias sociales, diferencias de la vida
privada, carentes de significación para la vida polltica.
Con esto s.e r~aliza la separación entre vida pollljca y
sociedad civil.' "Es un progreso de la historia que. ha
transformado las clases políticas en clases sociales
---.comenta Marx-; de la misma· manera que los cris-
ti anos son iguales en el cielo y desiguales en la tie-
rra. asr todos los miembros del pueblo son IgUales· ·en
el cielo de su mundo polftjco y desiguales en la exis-

1
tencia terrestre de la sociedad" ·_(78); · :
Otro aspecto fundamental de la Crítica consiste en
el hecho de que la expresión id~ológica de la aliena-
ción o acrisia de la sociedad moderna, además de en
la religión cristiana, también aparece en el idealismo
hegeliano: en su método erróneo, que continuamente
·opera una inversión de sujeto y predicado. No es ne-
cecesario que nos detengamos mucho en este aspecto
de la crítica lógico-metodológica 'de Marx a Hegel,
~

puesto adecuadamente de relieve por toda una serie


d~ estudios en los últimos años. Nos limitaremos a
recordar el motivo central de la crítica: consiste en la
continua observación de que el método de Hegel tras-
~iende: lo finito en su especifico carácter material, real,
para en seguida concebirlo como predicado de lo In-
finito, de lo universal convertido en sujeto, . su~t¡mti- ·
vizado; la consecuencia es que lo finito; _lo ~~plric;:o
tal como es, en su vulgaridad, se concibe corrio ·pro-·.
dueto o manifestación de lo absoluto. Esto, dice Marx,

(78) lbld., p. 111.

106
1

es misticismo lógico, panteísta, que corno contraparti-


. da tiene un positivismo acrítico.
Ahora bien, Marx obse~va a este respecto que "la
acrisia,. el misticismo, es t~nto el misterio de la filoso-
Ha· hegeliana como el en_igma de las constiluciones
modernas". "Desde luego,: ese punto de vista es abs-
tracto ~dice a propósito :de Hegel-, pero, tal como
Hegel mismo lo deduce, es la "abstra'cción" propia del
Estado polltico: También ~s atomista, pero es el ato-
mismo de la sociedad mis'ma. El "punto de vista" no
puede .ser concreto cuando su ·"objeto" es .. abstrae-
fa"·" {79). Luego, según M!m,, el mecanismo de la di a-·
léctica hegeliana refleja el' mecanismo de la sociedad
misma. Crítica de la filosofía hegeliana y critica del Es-
tado moderno se unen intimamente. En el sentido de
que la sociedad burguesa' ha realizado la emancipa-
. ción política, en cuanto que ha suprimido a su modo
(es decir, declarándolas faltas de significación polil:-
ca) las diferencias de nacimiento, de medio, de edu-
cación, de profesión, y ha llamado a cada miembro
del pueblo a participar igualmente en la soberanía po-
pular, sin tener en cuenta esas dife'rencias; sin en~bar­
go, la sociedad burguesa no suprime de hecho :P.~as
diferencias, sino que, dice; Marx, _l(!s. presupone ~" co-
rrobora. En la sociedad bü~óuesa "el hombre lleva una
doble vida.· no sólo jdealm~nte. en la conciencia ""'no
en la realidad.· en la vjda: Uní( yjda celestial y otrc te-
rrena. la vida en la comunidad política, donde se r;orni-
fiesta como" socjedad y la vida en la sociedad ciyjl en
la que actúa como particuiar, considera a los demás
hombres como un medio, se 1
rebaja a si mismo cerno
instrumento de otro y_ se convierte en juguete de ~uer-
Í .
(79) lbld., p. 110. "Esa acri~la, ese mlsliclsmo, es el IU':<Jma
tanto de las constituciones modernas (katégoren de éstas por
estados) como el misterio d¡¡ la tilosotla hegeliana, de la lilosofla
del derecho y de la religión, ante~ que nada~ (p. 115). ·
l
1
107
i
~ (fremden M§chte)" (80). Ahora bien, si
en la filosotra de Hegel "la empirie vulgar tiene como
ley propia no su verdadero esplritu, sino uno extra-
ño" (81 ), es porque en la sociedad civil sólo adquiere
sig~ificación política cuando asume un espfritu dife·
rente del suyo. De hecho, en la vida real los hombres
son desiguales en la sociedad civil; "en cambio, .§..O.__§,]
Estado, donde el hombre equivale a especie, es miem-
bro imaginario de una presunta soberanfa, despojadq
de su real vida individual y lleno de una universalidad
irreal" {82). Luego es al .~ontrario; al igual que en la
sociedad burgu~·sa el Esta.dó, lejos dé eliminar las di-
ferencias reales (el craso materialismo de la sociedad
civil), las recon'?ce .y .sanciona, en la filosofía especu-
lativa la sustanéia mística justifica y santifica la empi·
rie tal como. es.
'En otros términos, la hipóstasis realizada por la filo-
sorra de Hegel y no sólo en la filosofla del derecho)
de la razón o universal abstracto -constituido al pres-
cindir o abstraer de lo emplrico particular- y que hace
que para que lo universal tenga una realidad cualquie-
ra deba encarn.arse o "manifestarse" ~n lo emplrico
particular tal como es, en su accidentalidad material;
esa hipóstasis la opera realmente cada dfa la sociedad
burguesa, en la cual la universalidad (la igualdad) po-
lftica '!/ jurfdica abstrae de la ·partjcularjdad o materiali~
dad de las condiciones. singulares {es decir, abstrae
de la sociedad civil), ·y, sin embargo, éstas, tal como
son, en su accidentalidad, constituyen el contenido real
de la universalidad, y encuentran su confirmación en
esta última. Una falsa composición o mediación entre
universal y particular es, pues, tanto el secreto de In

(80) Scrlltl pollllcl glovanlll, p. 366. Son palabras de la Jud11n·


fraga.
(81) K. Marx, Opere fllosoflche glovanlll, cit.. p. 17.
( 82) Scrllll poflllcl glovanlll, cit., p. 366.

108
sociedad. burguesa como el de :a filosoffa hegeliana,
y de la segunda en cuanto expresión ideológica de la
primera. Ese es el significado del paralelismo que Marx
hace entre sociedad civil y lo e~pirico de la filosoHa
hegeliana. Si en la sociedad bur;~esa ta sociedad civil
sólo adquiere significación política mediante una com-
plefa transustanciación o éxtasis, es decir, prescindien-
do o abstrayéndose completamente de si misma, de su
propio espfritu; de la misma manera, en la filosofía de
Hegel lo empfrico, lo finito, "tie~e como ley. propia no
su verdadero espíritu, sino uno ex~raño", esto es,. lo·
universal abstracto. En ambos casos, el resultado es
la santificación o aprobación de la realidad tal como
es. Y lo mismo ocurre, una vez más. en la religión: "El
Estado político se comporta hacia la sociedad civil de
forma tan espiritual como el cieto hacia la tierra. Está
en oposición con ella. y la supera del mismo modo en
que la religión vence la limi:ación del mundo profano,
o sea, debiendo al mismo tiem;Jo reconocerla, restau-
rarla y dejarse dominar por ella" (83).
Observemos q·ue en esta prcblemática se mantiene
y profundiza la concepción feLerbachiana de la reli-
gión y de la filosofía especula:iva como expresiones
de un mismo Entfremdung, aur.que aquí el punto de
vista de Marx es incompara!::lle:~~ente más rico y pro-
fundo respecto a Feuerbac:1, y está decididamente
orientado hacia el mundo s;:;cial y político. ~jos de 1
constituir una "ilusión" o un e~ror teorétic..Q (elimina-.
ble con una "reforma de la filosofía"). en este caso _g!
Entrremdung está constituido por un hecho social ob-
jetivo. y sólo puede e!iminarse ;:-or medio de una sub- j
versión del mundo social buroués.
Queremos decir. en conclusi:n. c;ue en estos escri-
tos de juve:;tud de Marx la a:;ena::ión también está

(83) lblú.

109
cc.nstituida, como e.n Feuerbach, por la religión y la
filosofía especulativa, que se basan en una inversión o
intercambio de sujeto y predicado, donde los hombres
llegan a depender de sus fuerzas esenciales abstractas
(alienadas), convertidas en sujetos independientes de
los propios hombres. Pero el esfuerzo de Marx está ,en-
caminado a caracterizar la base social de esa inversión
o intercambio. Una vez determinada tal base, el Ent·
fremdung se hace un hecho social en el sentido más
estricto y significativo de la palabra; porque, por un
lado, es la contradicción o escisión real entre sacie-
. dad civil y Esta9o político en el mundo burgués (y pre-
cisamente esa esGa alienacjóñ) en cuanto que .el hom-
bre separa de sí. o aliena, su propia fuerza social en
la forma de fuerza política); y porque, por otro lado,
esa contradicción nos permite notar otros fenómenos·
de escisión (religión, filosofía especulativa), que son
!a expresión ideológica y teórica de la escisión o alie-
nación fundamental, social, de la que se ha hablado.
De ese modo, la categoría de Entfremdung nos permi-
te reconstruir y comprender la socjedad burguesa en
su totalidad, en sus diversos njyeles (84).
Como se sabe, en la Contribución a la crítica de la

( 84) ·Véase, por ej~mplo, la crllica de Ma~x a(la burocracia)


a la que considera como el producto tlpico de la alienación, por-
que, en la medida en que la sociedad civil no ejerce directamente,
en cqanto tal. las funciones polflicas, sino que las delega, esta
''trascendencia" del Estado polltico no puede dejar de encarnarse
en la existencia de una categorla aparte. Esto permite a Marx ca·
racterizar tanto la situación social objetiva de la· burocraci.a, como
su esencia mo~al·espiritual. La burocracia hace del interés unlver·
sal su propio interés par!jc11!ar; su espíritu es "un esplritu jesultlco
hasta la médula, teológico. Los burócratas son los jesuitas del
Estado. La burocrac;;, es la républlque prétre". La burocracl& .es
el espiritualismo qel Estado. "Pero dentro de la bu~ocracla, el
espiritualismo es un. craso materialismo. El materialismo de· la obe-
::tiencia pasiva, de la fe en la autoridad, del mecanismo de una
~ú:tividad formal lija, de principios, ideas, tradiciones fijas. En cuan-
to al burócrata tomado en particular, los fines d¡¡l Estado se con-
vierten en sus fines privados, una ca"!a de los puestos más altos,
una carrera."

11 o
fllosofía del derecho de Hegel, Marx subraya vigorosa-
mente este planteamiento del problema de la aliena-
ción. Afirma que "el hombre no es un ser abstracto, ais-
lado del mundo", sino "el mundo del hombre, el Esta-
do, la sociedad". "Ese Estado, esa sociedad, producEn
la religión, una conciencia invertida del mundo, justa-
mente porque constituyen un mundo Invertido". La reli-
gión "es la realización fantástica de la esencia huma-
na, porque la esencia humana no posee auténtica rea··
lidad". Por eso, como la lucha contra la religión es la
lucha contra ·el mundo QUe produce la religión, pare ·
suprjrúfr el Entiremdunq humano en su forma sagrad 1, ·
hay que suprimirlo antes en sus formas profanas. úe,
ahl la transformación de la critica de la religión en cr!-
tica del derecho y la política, que el joven Marx caiJi-
ca como una de las tareas fundamentales del futu-
ro (85). , ,..
Esta orientación metodológica del análisis --<Ú~t~r­
minar, repetimos, las bases sociales. reales. de los Ent-
fremdungen ideológicos y teoréticos-- tiene import~:-a­
tes y fundamentales desarrollos en los Manuscrito:: '"!e
economía y filosofía de 1644.
La teoría de la alienación que Marx elabora en l.1s
1Manuscritos.) nace, por un lado, en- un ·t~rreno de aná-
lisis socio-económico (el análisis de la relación entre
hombre y hombre, entre hombre y objetos de tra:Jajo,
y entre hombre y naturaleza ·enJa sociedad capitalista
moderna). Por otro lado, se acentúa la propia dirne."'l-
sión rigurosa y conscientemente histórica, en cuanto
que se diferencia y se opone' al concepto hegeliano de
alienación. La crítica del joven Marx a este concepto
c.caba, pues, por constituir un element9 fundament&: y
metodológicamente decisivo de su teorfa de la aliena-
ción; es un elemento que define rigurosamente lo es-

(135} ScrllU pollllcl glovaniU, Q. 394 y ss •.

111
pacifico o la funcionalidad de la teorfa respecto a un
organismo social de producción, la sociedad capitalis-
ta moderna. Efectivamente, para Marx la alienación no
es un fenómeno común a todas las épocas históricas,
a todos los estadios de desarrollo económico y social;
es el producto de una sociedad, destinado a ser supe-
rado con la superación de ésta.
· Ya hemos examinado la crítica de Marx al concepto
hegeliano de alienación. Nos limitaremos ahora a des-
. t~car el hecho de que, al desarrollar su teorfa del tra-
bajo alienado, da corno .. supuesta tal critica, refiriéndo-
s~ a ella otras veces en el curso de la exposición y
recordando ante todo -~u. concepto central: ~-
- e·· ·enació. · b'e i i n. "El prodUcto del
·. trabajo -escribe Marx- es el trabajo que se ha li-
·jado en un objeto, que se ha hecho cosa; es la ob-
. jetivaclón d_el trabajo. La rea!jzacjóo del trabajo es
su objetjyacjóo. Esta realización del trabaJo ~garw
en el estadio de la economfa de la propiedad privada
como una anulación del obrero, la objetivación como
pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación
como extrañamiento (Entlremdung), . como alienación
(EnUiusserung)" (86). Como se ve, Marx indica cla-
ramente la distinción entre alienación y objetivación, y
que la objetivación sólo es alienación en las condi-
ciones descritas por la economfa polftica, es decir,. iW
la ·sociedad burguesa. La realización del trabajo se·
manifiesta como privación, la. objetivación como pér-
·_;dida del objeto·. "Consideremos más de cerca la obje--
·uvaclón -afirma Marx poco después~, la producción
del obrero, y en ella el extrañamiento, la pérdida del
objeto, de su producto". (87).
Además de esta rigurosa distinción entre alienación

(06) Manuscritos, cil., pp. 105·106.


(87) lbld., p. 106.

112
y objetivación, que permite concebir a Marx la aiiena·
ción como un producto histórico, típico solamente de
una época, señala varias veces explícitamente que .su
teoría del trabajo extrañado nace en el terreno de la
economfa polltica moderna, es decir, en el terreno de
fa sociedad burguesa moderna. ~Hemos partido de los
présupuestos de la economía política. Hemos acepta~
do su lenguaje y sus leyes" (88). Lo que, en primer
lugar, significa que Qa teorja del extrañamientQ) tiene
como objeto propio no el trabajo en abstracto, sino el
trabajo del obrero asalariado moderno, y, en segundo
lugar, que esta teoría es oarte de tos análisis de la
economía pal!!jca moderna y que entonces en el fon·
do es socjologla y no genéricamente antropológica.
"Partiendo de la misma economía política y valiéndo-
nos de sus mismas palabras, hemos demostrado que
el obrero queda rebajado a mercancía, a la más mise·
rabie mercancía, que la miseria del obrero está en
razón inversa de la potencia y magnitud de su produc-
ción [ ... ] " (89). El punto de partida de la teorla del
trabajo alienado lo constituyen, pues, un hecho eco-
nómico actual, como dice Marx, y un análisis "com-
pletamente experimental, basado en un concienzudo
estudio cr!tico de la economía política" (90).
Las páginas de los Manuscritos sobre el trabajo alie-
nado son demasiado conocidas para exponerlas ahora
en detalle. Nos limitaremos a indicar esquemáticamen-
te los puntos esenciales de la teoría del extrañamiento,
para luego añadir algunas observaciones. Marx consi-
dera el trabajo alienado (o, más exactamente, extraña-
do: die enlfremdete Arbell) desde cuatro puntos de
vista, que constituyen un contacto y una profundización
del mismo fenómeno.

(68) !bid., p. 103.


(69) !bid., pp. 103·10~.
(90) lb!d., p. <48.

113
1. Extrañamiento del trabajador del producto de
su actividad. Tiene como consecuencia que el produc-
to se consolida ante el trabajador como "una pqten-
cia independiente", y que '"cuanto más se vuelca el
:obrero en su trabajo, tanto más poderoso se hace
el mundo extraño, objetivo, que crea frente a si, tanto
más pobre es él mismo y tanto menos dueño es de su
mundo interior" (91). 1 i
2. Al mismo tiempo, visto desde la perspectiva de
la· actividad del trabajador, el extrañamiento del traba."
jador del producto de su actividad aparece como extra7
ñamjento de la actividad productiva mjsma. Esto no
es ya una manifestación esencial del hombre;· sino
"trabajo forzado", no voluntario, sino determinado ;por
la necesidad externa. Por eso el trabajo no es "la: sa-
tisfac~ión de una necesidad, sino sólo un medio pa.ra
satisfacer necesidades fuera de él [ ... ]'~ (92). El tra-
bajo ya no es una satisfactoria autoconfirmación, des·
arroll.o de una energía tísica libre y espiritual, sino auto·
sacrificio y mortificación .. La consecuencia es una pro·
funda degeneración de las formas de comportamiento
humano. "Resulta de esto, pues, que el hombre (el
obrero) sólo se siente libre en sus funciones animales,
en el comer, beber, procrear y todo lo más en habitar
una casa y vestirse; en cambio, en sus funciones huma·
nas se siente como animal. Lo animal se convierte en
humano, y lo humano en lo animal. Desde luego,, co·
mer, beber y procrear también son funciones auténti-
camente humanas. Pero en la abstracción que las' se-
p;..ra de las restantes esferas de la actividad humana y
léif· convierte en fines últimos y únicos, son funciones
e ni males" (93). f· ~
3. Con el extrañamiento de la actividad produc-
-·---- ! ·,
(91) lbld., p. 106.
(92) lbld., p. 109. ¡·:
(93) lbld., p. 109.
1

114
liva, el trabajo se extraña también del género humano.
La perversión que separa las funciones animales de
las demás actividades humanas y las conviertE! en la
. finalidad de la vida, trae consigo la completa pérdida
. de humanidad. El carácter espª-cífico del hombre es
· la libre actividad consciente; la vida genérica es la
· vida productiva. Pero en el trabajo extrañado la vida
~ misma sólo aparece como medio de vida {94). Ade-
¡· m6s, la superioridad del hombre sobre el animal --es
¡.decir, el que el hombre pueda hacer de toda la natu-
'. raleza ~~Ira-humana su propio "cúerpo inorgánico'"-,
¡. a causa de la Entfremdung se transforma en desve:r-
:. laja, porque al hombre; al obrero, cada vez se le e5-,
l capa más su "cuerpo inorgánico", tanto como alimen~~.
'.to del trabajo como alimentd inmediato, físico. ~
. 4. ·La "inmediata conse<?uencia" de ese extraña-
. miento del trabajador de la vida genérica, de la huma-
·. nidad, es el extrañamiento del hombre de su semejan-
. ill: "En general, la afirmación de que el hombre está
. extrañado de su ser en cuanto perteneciente a un gé-
nero, significa que un hombre está extrañado de otro,
como cada uno de ellos lo está en la esencia humé..-
na" (95). Ese reciproco extrañamiento .~e los hombres
se manifiesta más palpablemente en la -relación obrero-
capitalista. Efectivamente, "el ser extraño al que per-
tenecen. el trabajo y el producto del trabajo, que se
sirve de aquél y que goza cón'éste, sólo puede ser el.
hombre. Si el producto del : trabajo no pertenece a:
obrero, que se enfrenta a un poder extraño, eso sólo es
posible porque pertenece a' otro hombre extraño al
'
,~ obrero. Si su actividad es un tormentó para él, para el
• 1

¡ otro ha de ser un goce, la alegria de su vida~· {96).


1
:. · En este planteamiento del problema del Entfremdunu

1: . . (94) lbld., P.· 111.


\i: •'(05) lbld., p. 113.
~:'.: (!l6) lbíd., p. 1 H .
...... •115
·.~·
es evidente el empleo de categorlas e instrumentos teó-
ricos de derivación feuerbachiana. Marx recoge sustan-
cialmente el esquema feuerbachiano de la alienación
religiosa y lo adapta a la situación del obrero en la"
. sociedad burguesa moderna. El obrero transforma la
nall..i'raleza, pone su trabajo en los objetos, su inteligen-
cia,.'sus capacid~des esenciales. Pero cuantos más ob-
jetos produce, menos posee y se le enfrentan como
~ como potencias Independientes que, en
vez de ser poseldos y dominados por él, le dominan.
Así, a nivel de realidad soplo-económica volvemos a en-
contrar el mismo mecanismo de la alienación religiosa.
El. hombre, el obrero, abstrae de si, objetivándolas en
los pro(juctos _...de- trabajo, 'en los objetos, sus fuerzas
esenciales, péro en la medida en que los productos del
tr~bajo se convierten en sujetos independientes, incon-
trolables, que dominan al obrero en vez de ser domi-
nados por él,· el obrero se convierte o, mejor dicho, se
rebaja ·a predicado de sus propios predicados .
. Que en el análisis y definición de la alienación,
Marx fuese plenamente consciente de servirse de ins-
...trumentos teóricos feuerbachlanos, . me parece fuera
.de toda discusión. De hecho, pone explícitamente de
relieve la analogln entre alienación del trabajo y alie-
nación religiosa, tal como Feuerbach la caracteriza.
"Cuanto más se vuelca el obrero en su trabajo, tan.to
más poderoso se hace .el mundo extra~o. objetivo; que
crea frente a si, tanto más pobre es él mismo y tanto
. menos dueño es de su mundo interior. Lo mismo su-
cecfe en la . religión. Cuanto més pone el hombre en
Dic)s, tanto menos guarda en sf mismo" (97). Afirma-
ción que, aunque sólo sea literalmente,. recuerda a
Feuerbach, que en La esencia del cristianismo escribe:
"~ara enriquecer, a Dios, el hombre debe empobrecerse;

(97) lbld., p. 114.

116
para que Dios sea todo, el hombre debe ser nada ( ... ] .
En una palabra, el hombre niega su conocimiento, su
pensamiento, para poner su conocimiento y su pensa-
miento en Dios. El hombre renuncia a su personali-
daq [ ... ]. niega ia dignidad humana, el Yo huma-
no (98) ". Y. poco después Marx escribe: "Al igual que
en ·18. religión, la actividad propia de la fantasfa huma-
na, del cerebro y corazón humanos, influye en el indi-
viduo independientemente de él como una actividad
extraña, divina o diabólica, asi también la ~ctividad del.
obrero no es su propia actividad. Pertenece a otro; es
la pérdida de sr mismo" {99).
No es por mero escrúpulo filológico por lo que ci-
tamos y ponemos de relieve la sustancial afinidad en-
tre la teorfa feuerbachiana de la alienación religiosa y
la teorla marxiana del trabajo extrañado, en cuanto que
las dos teorías réconstruyen un proceso que presenta
el mismo "movimiento" y la misma estructura lógica
(separación del predicado y su transformación en su-
jeto: calda del sujeto real a predicado del propio pre-
dicado). Es importante que se vea que hay una autén-
tica y propia continuidad teórica, y que la teorfa del
trabajo extrañado contenida en los Manuscritos de eco-
nomía y filosofía no es de inmediata derivación hege-
liana, sino que modifica los instrumentos teóricos pro-
pios de Feuerbach. En los Manuscritos, en efecto, la
alienación ya no coincide al modo hegeliano con la
objetividad en cuanto tal, material e histórica -porque
"la alienación del obrero en su producto no sólo sig-
nifica, dice Marx. que su trabajo se convierte en un
objeto, en una existencia exterior, sino que existe fu e-
ra de él, independiente. extraño a él, y se convierte en
un~ io~ndieot~ frente a él" {100)-, sino que

(98) L. Feuerbach, op. cll


{99) Manuscrllos, p. 109.
{100) lbld., p. 106.

117
consiste en la inversión o intercambio de sujeto y pre-
_dicado que, descubierto por Feuerbach como el mo-
mento teórico central de la religión y de la filosofía es-
peculativa, Marx lo ve como la operación objetiva que
!9 sociedad burguesa realiza todos los días. Luego si
Marx se sirv.e de instrumentos teóricos feuerbachianos
en su análisis del trabajo extrañado (instrumentos que
Feuerbach aplica fundamentalmente a las categorlas
lógicas, morales y religiosas de la sociedad), en .se-
guida los adapta al examen de la estructura de la so-
ciedad moderna, y a este nivel descubre toda su fuer-
za y fecundidad. Pero hay que tener presente que,
cuando decimos que en la descripción del trabajo ex-
trañacto Marx se sirve de instrumentos teóricos toma-
dos de la teoría de la alienación de Feuerbach, no que-
. remos decir en absoluto que para Marx la teo(ia feuer-
bachía.na constituye el punto de partida .real en los Ma·
nuscritos, y que la aplique, por así decir, desde fuera
del proceso de trabajo de la sociedad capitalista. Por
el éontrario, el punto de partida de Marx lo constituye
el análisis de la economra polltjca (cfr., sobre todo, el
primer manuscrito) ;{la alienac1ófD la inversión de su-
jeto y predicado, es el dominio real del trabajo muerto
sobre el trabajo vivo, del capital sobre el obrero, que
Marx verifica en los análisis de la economía política.
Por tanto, Marx toma instrumentos teóricos de Feuer-
t-ach que !e ayudan a formular rigurosamente la inver-
sión real comprobada a nivel de la economía política.
Y, por otra parte, la inversión real, social, que la so-
ciedad burguesa realiza, tambien explica la inversión
teórica analizada por Feuerbach. En conclusión, Marx
confirma la afinidad y conexión profunda entre ·alie-
nación socio-económica y alienación religiosa. y teó-
rica ( 101 ) .

( 101) Tener claro este aspecto del problema ~¡s par.ticutarmen-


te importante, ya c¡ue no faltaln lenlalivas de considerar a la teorla

118
De ahf que el esfuerzo de Mnrx en los Manuscritos
tienda siempre a aclarar la base objetiva, material (es
decir, estructural) de los Enlfremdungen deducidos a
nivel teórico y religioso. En una página capital del ter-
cer manuscrito (capital porque en ella se expresa, como
observa Bobbio [102]. una tesis fundamental del mate-
rialismo histórico). Marx afirma que "religión, famiiia,
Estado, derecho, moral, ciencia, arte [y, podríamos ar.d-
dir perfectamente. filosofía especulativa]. etcétera, no
son sino formas parllculares de la producción y caen
.bajq su ley general". Ahora bien, asf como !a prop:_e-
- dad .privada és. "la expresi6n material y palpable de la
vida humana extrañada", asf también "la supresión pc-
sitiva de la propiedad privada como _apropiación de :a
vida humana es por ello la supresión positiva de todo

mnrxlana do la alienación en los Manuscritos como moramant&


Ideológica, es decir, como una aplicación pura y simple do la
leorla feuerbachiana, a diferencia de los analisis cientlficos oe El-
capital. Más adelante aclararemos este punto discutiendo las ~es;s
do J. Ranciére (cf. p. 167). Cf. además el libro de J. Davydr.v. 11
lavoro e la libertA, trAd. italiana, Torino, 1966, p. 57 y ss. Da1·ydo·¡
sostiene el carácter feuerbachiano, abstracto, de la teorfa do h
alienación d~ los Manuscritos, porque en ellos Marx presupondrla
ele modo apriorlslico el concepto de ·esencia genérica· del c~re­
ro, en lugar de deducirlo de la situación económico-social. En los
Milnuscrltos, la alienación consistirla, pues, e11_.la (~!ación entre
el trabajo del obrero y su esencia: qe ahl ·el· carácter ideológico
y "de conciencia· de todo el planteami&l"\tO. Oizermann respor.~e
indirectamente a Davydov en un articulo publicado en 1962, Le
"probl~me de l'allénaUon dans les travaux de jeunesse de Marx (en
a
"Recherches internationales la lumiére du marxisme·. 1962, n. 33·
34, pp. 63-82), donde dice: ·En efecto, si se consideran en toa a
su extensión expresiones tales como 'alienación de si', 'vuelta del
hombre a si mismo', independientemente del contenido real de los
Manuscritos del 44 (desarrollo de las contradicciones de la N:>·
piedad privada, esclavitud del trabajo hacia ~1 capital, etc.), es.
fácil llegar a la conclusión de que la doctrina comunista de Marx
no se basa en la generalización teórica qe una inmensa expE-rie'l~
cia histórica ni en un estudio escrupuloso del desarrollo economice
de la sociedad, si110 que solamente representa el desenlace lógico
de la teorla idealista de la alienación· (p. 66). Para un desarrol o
_más amplio de estos temas. el. el libro del autor Ole EnUremdung
als hlstorfsche Kategorfe, Berlin, 1965.
(102) Cf. la i_ntroducción a los ManoscrftU, p. XV, en la edición
itailana de Bobblo.

. 119
Entfremdung, esto ·es, la vuelta del hombre desde la
religión, la familia, el Estado [la filosofla especulati·
va]. etcétera, a su existencia humana, es decir, so·
cial" (103). El extrañamiento religioso y el de la filo·
sorr~ especulativa sólo tienen lugar en la esfera de la
conci~ncia, de la intimidad. humana, o sea, sólo son
expresiones teóricas e ideológicas del Enlfremdung;
"en ·cambio, el extrañamiento económico, dice. Marx,
es el extrañamiento de la vida real, por lo que su supe-
ración abarca ambos aspectos" (1 04) .
. Por consiguiente, para Marx -ésta es la conclu-
sión a que debfainos lleg<ir_:_ la fllosotra especulativa .
(y con ella la religión) no sólo es, como en Feuerbach,
un Entfremdung de. tipo teórico (en cuanto que, como
sabemos, alien~l pensamiento del hombre), sino que
es ~n Enlfremdung teórico en cuanto expresión de un
Entrremdung real (social.).. SI el hombre de la filosorra
especulativa es stfjeto abstracto, escindido, por tanto,
de sr. mismo, lo es porque el hombre de la sociedad
burguesa está realmente escindido, extrañado. Cuando
co'n la supresión positiva de la propiedad privada el
hombre se apropie su esencia extrañad~, también su-
perará todos los extrañamientos teóricos que a nivel
del pensamiento escinden· al hombre,· lo alienan de si
mi'smo. Y esa superación se producirá porque el hom-
bre realizará al hombre, se realizará a sr mismo y al_.
otro, porque superará su auto-extrañamiento a ·todos
los niveles y, por tanto; se apropiará de su esencia a
todo~ ios niveles; en una palabra, porque se resolverá
todo .antagonismo entre existencia y esencia .. Para el
joveQ.~ Marx, la solución de las oposiciones teóricas
"sólc(es posible de forma práctica, a través de la ener-
..gfa práctica del hombre" · (105); luego esa soiÚción

( 103} Manuscritos, cil., p. 144.


(104} lbld.
(105} lbfd., p. 151.

120
..
no es solamente tarea del conocimiento, sino "también
una tarea real de la vida que la filosofía no podla re-
solver porque la entendía únicamente como tarea teó-
rica. Por eso, la superación de la forma de alienación
"do_minante en Alemania", la autoconciencia (la filo-
solla· dé Hegel), sólo puede producirse con la supe-
ración de la oposición real entre hombre y género que,
según Marx, es típica de la sociedad burguesa: "mien-
tras que hoy en día la conciencia general es una abs-
tracción de la vida real. y como tal se le enf~enta de
forma hostil", en cambio, en la sociedad comunista "rni
conciencia general es sólo la forma teórica de aque-
llo cuya forma viva es la comunidad real, el ser so-
cial" (106). Concluye Marx que la solución de los enig-
mas teóricos es un problema de la práctica, y que la
auténtica práctica es la condición de una teorla real
positiva.
Antes de terminar con la problemática de la aliena-
ción en los Manuscritos, es necesario hacer algunas
observaciones sobre le postura de Marx ante la eco-
nomra política. _De ello podremos deducir útiles indica-
ciones e~ relación a la filosofía hegeliana.
Para el Marx de los Manuscritos (como más tarde
para el Marx de la madurez), la economla politice cons-
tituye la expreiión teórica de la sociedad burguesa y
. de sus ca!egor!as fundamentales v, por tanto, la critica ·
de la ecooorn!a pnlltica coincide con la critica de la so-
cjedad burguesa. "En la economla política -escribe-
siempre encontramos el contraste hostil de intereses,
la lucha, la guerra como fundamento de la organiza-
ción social" (107). Y en otro lado, Marx define la eco-
nomra política como la sociedad -fundada en el interés
privado" (108). Y entonces es natural que, como la

{106) lb! d., p. 146.


{1 07) lbl d., p. 69.
(108} lbld., p. 55.
( 109) lbld., p. 116.
sociedad burguesa es una sociedad alienada, la eco-
nomía polltica "no [haya] hecho otra cosa que expo-
ner las leyes del trabajo extrañado" (109}, aunque lue-
go trate de ocultarlas, o que más bien está inconscien-
temente envuelta en la alienación.
Pero quizá el apartado más notable en cuanto a la
postura de Marx hacia la economía polltica sea un frag-
mento del tercer manuscrito, que !leva el título de pro·
piedad privada y trabajo ..En él, Marx desarrolla un
discurso cuyo núcleo es el siguiente: la esencia obje-
tiva de la propiedad privada es el trabajo; luego hay
que considerar únicame~te a ·la economía polftica; que
reconoce el trabajo como principio propio (A. Smith)
y que ya no considera la propiedad privada como uria
situación externa al hombre, como un producto de la
energía y movimiento reales de la propiedad privada y
de la industria moderna. Por tanto, ante esa economla
polltica ilustrada, que ha descubierto la esencia subje-
tiva de la riqueza, aparecen como fetichistas, como
católicos, los partidarios del sistema monetario y mer-
cantilista que sólo consideran la propiedad privada
como una esencia objetiva para el hombre. Por eso
Engels, en sus Umrisse zu elner Kritik der Natlonaloko·
~omle llama con razón a A. Smith el Lutero de la eco-
,; )mía política; porque así como Lutero, al oponerse al
r·aganismo católico, superó la religiosidad externa, re-
. duciendo la. rel.igión a esencia íntima del hombre, asl
también Smi~ll supera la riqueza que se encuentra fue-
ra del hombre, incorporando al hombre mismo la pro-
piedad privada, esa objetividad suya exterior e irracio·
nal. El hombre mismo se reconoce como esencia de·
la propiedad. Pero de esto se deduce que, en la ·eco~
nomía política, el hombre está 1determinado por la pro-
piedad privada, como en Lutero lo está por la religión ..
Bajp la. apariencia de un reconocimiento del hombre,'

122
la economía política, cuyo princtpto es el trabajo, 1"10
es sino la consecuente realización de la negación del
hombre. Lo que antes era un ser-fuera-de-si, una alie-
nación real del hombre, se. ha convertido aho¡a an el
acto de la alienación,, esto ~s. en alienación como inl.
En resumen, los economistas reducen la propiedad pri-
vada en su forma activa al sujeto; por tanto, reducen
al llombre a la esencia de la propiedad privada y a.'-13
vez reducen a esta esencia al hombre privado de ~~
esencia.
En este discurso de Marx merecen destacarse <l-:s
·.relaciones (explÍcita la primera, implícita la segundc..; _
que· nos llevarán a conclusiones no faltas de interés.
a} La primera relación, explicita en el discurso de Marx,
es la que hay entre economía politica y cristianismo re:-.
formado (Smith es el Lutero de la economía política).
Lo que significa -en la medida en que jg ecanor.ua
política es la expresión teórica de la sociedad burqw:-
sa y en el fonda es la sociedad h'lrgqesa misma- re-
lación entre cristianismo reformado y sociedad burg~e­
sa. Este es un tema que Marx sólo esbozó en los Ma-
nuscritos, pero que tendrá importantes desarrollos er
su obra posterior. Desde los Grundrisse hasta El cari·
tal y las Teorías de la plusvalía, !~_relación sociedad
capitalista-cristianismo se reitera· y desarrolla constan-
temente. De vez en cuando esto nos dará -como ve·
remos- importantes indicaciones acerca de la con-
cepción marxiana de la alienaciÓn. (En otro lugar <le
los Manuscritos se lee: "La economía política, esa cien- .
cia de la riqueza, es al mismo tiempo la ciencia de la
renuncia,. de la privación, del ahorro [ ... ] . Esa ciencia
de la industria maravillosa es al mismo tiempo la cien-
cia del ascetismo, y su verdadero ideal es el avarc-
ascético pero usurero, y el esclavo ascético pero pro-
ductivo. Su ideal moral es el obrero que lleva a la caja
de ahorros
. .
una parte de su. salario [ .::,- .). Por eso la

123
.cconomfa polftica [ ... j es una ciencia realmente moral.
la más moral de todas las ciencias" [110]). b) Como
hemos dicho, la segunda relación sólo está implfcita
en el discurso de Marx: la relación entre Hegel y la
economfa polftica. Ya hemos visto esta afirmación de
Marx en los Manuscritos: "Hegel se coloca en el punto
de vista de la economía polftica moderna. Concibe el
trab.ajo como esencia, como la esencia del hombre;
sólo· ye el aspecto positivo del trabajo, no el negativo.
El trabajo es el d~venlr~para-sf del hornbre. en el ám-
bito de 1a alienación o como hombre alien.ado" ( 111) ·.
Ese· nexo o relación Heger'-economfa polftica se perfila
ahora con bastante claridad y consta esencialmente,
creemos, de dos aspectos ·que debemos explicar. En
primer lugar, áSÍ como la economfa polftica supera la
propiedad privada (pero sólo aparentemente) en su
objetividad exterior, y la reivindica y atribuye al hom-
bre, reconociendo en ella el producto del principio ac-
tivo del hombre, esencial, el trabajo; asf también Hegel
reivindica para el~·hombre el mundo histórico, el mundo
social objetivo: concibe este mundo como un producto
del trabajo del hombre (como autoconciencia). Luego,
tanto Hegel como la economla polltica sitúan en el cen·
tr.o de su concepción el~rabajo (aunque Hegel lo con-
cibe de un modo abstractamente espiritual, es decir,
con todas las limitaciones idealistas que conocemos,
en primer lugar las relativas a la objetividad). En se-
gundo lugar, tanto la economía polftica como Hegel
conciben el trabajo como el devenir del hombre, y la
objetividad como.creación suya: no ven los lfmites, las
contradicciones." fa deshumanización, en una palabra,
' o

.la negación que caracteriza ese devenir (como sabe-


~ mos, Hegel intuye algunos aspectos que frecuentemen-
te sobrepasan su propio conocimiento real; no puede

(110) lbld., p. 159.


( 111) lbld., p. 190.

124
llegar a más porque le lalta un criterio distintivo claro
para discernir entre alienación y objetivación, entre alie-
nación y objetividad). Por cons:guiente, lo que, tanto
en la economía política como en Hegel, parecla una
super~ción de la alienación merced al mismo principio,
el trabajo,- y de la reivindicacic:1 para el hombre del
mü'ndo social objetivo y de la í::;ueza, se revela en la
economía polrtica y en Hegel como una restauración
de la alienación, como una cor:.sagración de ella. Dice
Marx. que Hegel ·entiende los actos con los que el
hombre se extraña de sí mismo. aliena su propio ser,
se desobjetiviza y desrealiza, co.:no un acto con el que
se gana a sí mismo, transforma su ser y se hace ob-
jetivo y real" (112). (Y piénsese eil Hegel, en el "as-
pecto positivo" de la Entausserung y en su aparejado
positivismo acrítico, en cuanto q:1e en él, "la superación
de la alienación es una cGnfi~mación de la aliena-
ción" [113]).
La conclusión a la que este texto nos permite lle-
gar es que tanto la economia colítica como la filosofla
de Heoel constituven para el joven Marx la manifesta-
ción y- consagración ideolóaica de la alienación, en
cuanto que están completame::te envueltas en ella y
son incapaces de concebir al hombre de otra manera
que determinado por la alienacijn o como hombre alie-
nado. Este tema también tenc~á. como veremos, am-
plios y sugestivos desarrollos ~ ~ 14).

(112) lbfd., p. 20i.


(113) lbld.
( 11<1) El nexo filosofía hegeliana~conomla politice, estableci-
do por Marx, ha sido ?uesto de rl"::e...~ ;>ar K. Lowlth en De Hegel
a Nietzsche, Buenos Aires. Ed. Suéa~ericana. 1968, p. 381 y ss.
Habla de ·una d~ble crl:ica. diri;;:da co:¡:ra la economla pollllca
clásica y con:ra la filosofía hege¡ia;-¡a·. La economla politice "es
la expresión :eóri::a ce! movi;¡-¡ie.-¡:;: y de :a e:1e~gfa positiva del
capilal y de la in:iustria moderna. ?o7 ~\ro lado, tal teoría contri-
buye a acelerar y justificar el desa~~o:·: d¡; !a industria, haciéndola
consc:ente-. ?ero "la econor.~:a p:-:1~:..: i;-:ora lo que el trabaja-
dor es fuera c:e su lra::ajo: os:a ese ~e.: ::lL;:: ~u:-nano a los médicos

125
Para concluir, haremos una observación a lLa Sa-)
(grada Familia) Encontraremos una conlirmación sustan-
cial de los temas y planteamientos que ya hemos visto.
Marx afirma: "La clase poseedora y la clase proletaria
presentan el mismo auto-extrañamiento (Selbstenlfrem·
dung) humano. Pero la primera se. siente confirmada y
a sus anchas en ese auto-extrañamiento, sabe que el
exirañamiento es su propio poder y posee en ella la apa·
rlencia de una éxistencia humana; la segunda clase se
siente destruida en el extrañamiento, ve en ella su im-
potencia y la realidad de una existencia inhumana. Es,
para emplear una exp"resión_ de Hegel, en la ·abyección,
la sublevación contra la abyección, una sublevación a
que se ve empujada necesariamente por la contradic-
ción entre su naturaleza humana y su situación vital,
que es la negación franca, resuel!a y 'completa· de esa
naturaleza" (115). En esta oposición, el propietario pri-
vado es el partido conservador, y el proletariado el
partido -destructor. De hecho, la propiedad privada tie-
'1e su satisfacción en sí misma; en cambio, el proleta-
riado está obligado a superarse a sí mismo, y con ello
a eliminar el oponente que lo condiciona y hace prole-
t3.riado, la propiedad privada.
En La Sagrada Familia se critica la teoría hegeliana
de la alienación en los mismos términos de los Manus·
crilos: se define como "teoría especulativa de la crea·
ci6n", en la medida en que el mundo se concibe corno

y a los tribunales. a la religión y a la polllica. Las necesidades de


los trabajadores se reduce11 para ella únicamente n la necesidad
de mantenerlo hábil para el _trabajo, para que produzca mercan-
clas''. "Al concebir al homb~e como 'esplritu' y a la natural~za
como simple ser.-otro eje la idea, Hegel no ha podido hacer· -otra
cosa que determinar también el trabujo como comportamiento lor-·
mal y espiritual. A la abstracción idealista del hombre quQ trabaja
físicamente, corresponde por otro lado la abstracción materialista
de la economla política, que aisla en el hombre su simple realidad
como trabajador. Ambas ignoran la humanidad del hombre sqnsible
y natural."
( 115) K. Marx-F. Engels, La SaorDda FDmiii:J, cit., p. 50.

126
una exteriorización vital de la autoconciencia, la cual
debe extrañarse, "pero la diferenCia entre el mun~o ,1
la autoconciencia es sólo una diferencia aparente ..:..'~a
autoconciencia no distingue de si nada real. Más bien
el mundo sólo es una distinción metafísica, una quime-
ra de su etérea mente, una imaginación suya Por e~o.
la autoconciencia elimina la . apariencia de que al!;o
exista fuera de ella; apariencia que ha concedido por
un instante y, en su "producto", no reconoce ningún
objeto real que se distinga reallter de ella· (116).
_E~ la polémica con B. Bauer, Marx reivindica el ca-
rácter concreto, real, del extrañamiento en la sociedad
burguesa, en contraposición con el carácter abstracto,
espiritualista de los extrañamientos representados por
los eplgonos de Hegel, producidos en el pensamiento
y que hay que superar en el pensamiento. Los· trabó.·
¡adores de Manchester y Lvon, dice Marx, no créen
poder eliminar mediante el ·pensamiento puro" a los
patronos de sus fábricas y su degradación práctica.
"Se dan cuenta muy dolorosamente de la diferencia
entre ser y pensamiento, entre conciencia 'y vida. Saben
que la propiedad. el capital, el dinero, el trabajo ass.:a-
riado, etc., no son quimeras en absoluto, sino produc-'
tos muy prácticos y muy objetivos_ de· su auto-aliene_.·
ción. y que. por tanto, deberán superarse necesari&-
rnenle también de un modo práctico y objetivo_. para
que el hombre se convierta en_hombre no sólo en el
pensamiento, en la conciencia, sino también en el ser
real, en la vida" (117).
El auto-extrañamiento práctico de las masas exi_s-
te en el-mundo real de una manera externa, y por tanto
éstas deben combatido de modo externo. ~No pueden
pensar que esos productos. de su auto-extrañamien~o
sólo sean fantasmagorías Ideales, simples extrañamie'"'·

(116) lbld., p. 158.


( 117) lb! d., p. 67.

1~7
tos de la autoconciencia, y no pueden querer aniquilar
la alienación material con una acción puramente lnte·
rlor; espiritualista" ( 118). .
Según. Marx, 1~ ralz de ese abstractismo espiritua·
lista de la "crítica absoluta" hay que buscarla en la
Fenomenología hegeliana, que transforma "cadenas rea·
les, objetivas, que existen fuera de mi, en cadel')as pu·
ram·ente Ideales, sólo subJetivas, existentes sólo en mi",
y. que, asimismo, transforma "todas las luchas exterlo·
res¡ sensibles, en meras luchas del pensamiento" (119).
Por último, en La Sagrada Familia volvemos a encon·
trar una concepción de la alienación caracterizada en
la "vida civil" de la sociedad burguesa moderna y, al
mismo tiempo,;en-er cont-ra-~te entre la vida civil, '"ato·
mista y egolsta", y la universalidad polltica producida
por ,1? revolución burguesa. En la "vida civil" o "socie-
dad ~-~ivil" moderna, el hombre "ya no está vinculado
con._los. demás hombres ni siquiera por la apariencia de
'·l". .
lazOs generales; se cuenta con la guerra del "uno con·
Ira el otro, de todos los individuos, ya sólo delimitados
entre si ppr su Individualidad", "el movimiento general,
desenfrenado, de las potencias elementales de la vida
liberadas de las cadenas de los privilegios". "La es·
clavitud de la sÓcledad civil es aparentemente la llber·
tad más grande, porque representa la Independencia
aparentemente realizada del individuo, que conside~a
al inovimiento desenfrenado,· no vinculado ya pot ·nexos
generales ni por el hombre, de sus elementos vitales
alienados; por ejemplo, la propiedad, la industria, la re-
ligión, etc., ·como su propia libertad, mientras que
rÚás bien es su_ completa esclavitud y deshumaniza-
ción" (120). Corrio tal, la.sociedad civil se contrapone
al_ Estado. representativo democrático, y en e11a oposl-

(118) lbld., p. 98.


(119) lbld.
( 120) lb( d., p. 133.

128
ción Marx ve el término de la oposición clásica de co-
munidad pública y esclavitud. WEn el mundo moderno,
cada uno es al mismo tiempo miembro de la esclavitud
y de la comunidad" ( 121). Por consiguiente, el hom-
bre en t_anto que miembro de la sociedad civil es, para
usar las palabras de Marx, la individualidad natural y
espirítual alienada de si misma; pero también está alie-
nado en cuanto "escindido'" entre sociedad civil y Es-
tado polltico (Estado que, por otra parte, no es sin·o la
garanUa de la esclavitud de la sociedad _civil) ..

(121) lbld.

129
•1
111. ALIENACION Y FETICHISMO DESDE "LA IDEOLO·
GIA ALEMANA" A "EL CAPITAL"

¡
1
1
1
1.Según· una tesis frec'uentemente repetida en los
estudiÓs sobre -Marx, _la pr.~blemática ,de la aH~nac!ón
sería una problemática típic.amente de juventud, vincu-
lada a la experiencia feuerbachiana de Marx e inevi-
tablemente destinada a ser ·abandonada a partir de Le
1
Ideología alemana, obra en 1a que el fundador del Jl\a·
terialismo rompe definitivam~nte con Feuerbach y ha~e
un balance completo de su conciencia filosófica an-
terior (1).

( 1) Althusser y su escuela han hecho suya esta teorla ( e!'l el


capítulo IV ~isculiremos las argumentaciones de J. Ranciére -Lao
de los autores de Para leer "El capllal"- a este respecto). -A !ra·
vés de la aplicación del sistema conceptual de El capital al sistema
conceptual de los Manuscritos de 1844, la obra- _de juventud •ce
Marx, resulta visible la (U2tura teór~ca que ~xiste entre los dr.s
textos; es asl, precisamente. por la aplicación del concepto de \n-
bajo asalariado' (que figura en El capital) sobre el concepto t.tt
'trabajo alienado' (que figura en los Manuscritos del 44), co.r.o
sale a la luz el carácter ideológico, '110 cien tilico, del conceeto e o
'trabajo alienaqo' y, por tanto, del conceP.to de 'alienaci_ón' _q,,e
le sirve de base" (l. Allhusser, Sobre el trabajo teórico: dlftcura-
des y recursos, Barcelona, Ed. Anagrama, 1970, p. -47). Sobre este.
posición de Althusser el. C. Luporini, Jntroduzlone a l.larx-Engels,
L'ldeologla tedesca, cit., y N. Badaloni, Allenazlone e UbwA n~:l
penslero di Marx, en NCrilica marxlstaN, VI, 1968, pp. 143-ó4. Tr.nto
Luporini como Badaloni mantienen la presencia y una pro~la y
auténtica continuidad de la teoría de la alienación del traba;o en
loqa la obra de Marx. Después de indicar las P.rofundizaci_on~ ~u~
la problemática marxiana recibe en La ideologla alemana. res¡:¡e:::o
_a los Manuscrllos, Luporini escribe: wPero no hay acrobacias in·
lerp(elativas que puedan ocultar el hecho de que la alienación d'"l
trabajo, en los términos en que la hemos comentado sumariame .. :e
(correspondientes a los dos primeros 'aspectos' [el extraña:nit.:-·
Una de las tentativas más recientes de reducir la
problemática de la alienación a la obra de juventud de.
Marx es la de A. Schmidt, autor· de un estudio sobre
las teorías de la naturaleza de Marx y Engels (2). Se·
gún Schmidt, aunque no haya que dividir la obra de
conjunto de Mar~ en dos partes sin. relación entre si
(obra de juventud y. obra de madurez), no es una ca-
sualidad, dice, que los Manuscritos de economfa y filo·
sofí~ quedaran en forma de fragmentos y nunca se pu-
blicaran en vida de su autor. "A pesar de toda concre·
ción histó'rico·filosóli~a .del concepto hegeliano y feuer·
bachiano . de Entfremdung, Marx no se libera de los
[dolos feuerbachianos de "hombre" y "naturaleza", de-
bido a la falta de_ ~.n .. conocimiento más preciso de la
historia económica" (3). Cuando en La ldeologla ale-
~-
lo del obrero respecto a los objetos de su producción y por tanto
de si mismo en la actividad productiva]). se traslada Integralmente
y sigue viviendo en la nueva problemática (el dominio del capital
o 'trabajo muerto' sobre el 'trabajo vivo'), vinculada necesariamen·
te con el concepto del trabajo humano en su modo especifico
-que lo distingue del trabajo de cualquier sociedad animal-, al
que Ma~x permanecerá fiel, aclarándolo deflnitlvamento en El ca·
pll;~lq,~(p. !.XXIII). Y 'en cuan.lo a la orllica de In posición do Al·
tllussEi[ hacia los Manuscritos, el. p. LXXVI. En su estudio, Badalonl
discuto el problema. de la alienación en La Ideo lo¡¡! a al~mana, en
los .Grundrls!le y en El capital.
· :(2) A. Schmldt, op. cit.
(3) lbld., pp. 1b9-40. En mi opinión, es erróneo mantener
e 1 • • • r ente
mente feuerbachiann. Cierto es ·que en ellos el hombre es Gat·
.tungwe!lef!, ente genérico, y que este concepto l!ega a Mar)( a tra-
vés de Feuerbach. Pero --como ya hemos tenido ocnslón de ob-
servar (el. supra, PP.· 66-67)- en los Manuscrlios
elemento com letnmente nuevo res

social n la transformación social de la naturaleza. Luporinl ob-


serv,a justamente que en los M¡muscrltos os e amonios feuerba-
. chiarios utilizados obedecen a una elección particular y n un;t
transformación que depende de esa elección y de la p~oblemática
gen!!rnl que la condiciona··. Luporini caracterizo muy bien la elec-
. ción y transformación en tres puntos principales: "1) Marx perse-
vera [ ... ) en la noción del 'género· ( Gattung), equiparándola en
lo posible a la de sociedad. Pero dejflndola al mismo tiempo toda
la plenitud que aquélla adquiere en el último Feuerbach (que vol-
verá a tomarla exp_lícilamente en 1644, en la (éplica defensiva

132
mana y en el Manllleslo, Marx se burla de expresiones
como Entausserung y "realización de la esencia hu-
mana", usadas en los Manuscritos, en cierto modo se
está autocriticando. Marx renuncia a emplear expresio-
nes como Entausserung, Entrremdung, "retorno (Aück-
kehr) .dsl hombre a sí mismo", apenas se da cuenta
·da cfúe se convierten en parloteo ideológico en labios
de los autores pequeñoburgueses, y no en instrumen-
tos para un estudio empírico del mundo y de su trans-
formación (4). Sin _embargo, me parece que el párrafo
de La Ideología alemana que Schmidt cita para apoyar
su tesis demuestra precisamente lo contrario. El párra-
fo dice: ·
"P-recisamente porque los individuos sólo buscan su
interés particular, que no coincide con su interés co- .
lectivo, porque lo general es normalmente la forma ilu-
soria de la colectividad, se impone éste como interés
"general", a su vez también particular y específico, "ex-
traño" a ellos "independiente" de ellos, o bien los mis-

co111ra ol alac¡uo d~ Slirner). 2) Esa plenilud está vinculada a la


reivindicación integral de la sensibilidad (es decir, al sensualismo·
rnnlerlalismo). !al como la encontramos en la Alosofia del futuro.
Esto es, de tal modo .c~ue alcance a lodo lo humano (y no sola·
menle para conslituir un umbral teórico-cognoscitivo, cuya lrredu_c-
tibilidad al puro pensamiento 'lógico' sólo servla, como en el es·
crito de Feue~bach de 1639, Contribución a la crlllca de la fllosofla
hegeliana, para lener en jaque a la filosona especulativa). Sin em-
- bargo, en esa plenitud, la sensibilidad es!á desP.Qjada del elemento
del amor. entendido. al conlrario que en Feuerbach. como datar·
mlnanto. Esto dependo del siguiente punto. 3) Marx da une perticu-
1 r i f cxi n a la noción de • énero· acentua do randemente su
componente prAcllco, o mejor. por decirlo as, caraclenzándola
toda con éste; y, natu~almenle. dando a la praxis un contenido
soc'al actividad de los individuos en cuanto soc1ales o asociados;
~u ¡¡ctivid¡¡d en la sociedad). O sea, acerttuan o e e amento que
::icmpre fue ol más débil en Feuerbach. perift'rico y dudoso; y en
cu¡¡lc¡uior c¡¡so el mfls indclorminado. incluso en la üllima fase en
la cu¡¡l, bas<indose en la idenlificación de pr.axls y vida, querfa
transferir a ;~quélla el 'punlo de visla' de su ftlosofla~ (!nlroduzlo-
ne, cit., p. LXXVII).
( 4) !bid., p. 11 O. Tesis ¡m~loga e:-~ W. Ja!-101, Der 6konomlscha
lnhall de~ Be!Jrllles der Enllr~mdung der Arbelt In den FrOhsc::hrlflen
von K. Marx, en •Wirtschaf\swissenschal~~. 1957, 6, P.P· 848-65.

133
mas individuos deben enfrentarse en esta escisión
como en la democracia. Por otra parte, la lucha práctica
de estos intereses particulares que siempre se contra-
ponen realmente a los intereses colectivos e ilusoria-
mente colectivos, impone como necesaria la interven-
ción práctica y la consolidación por parte del interés
''general" ilusorio bajo la forma del Estado. El podru:
~ociill, es decir, la fuerza productiva multiplicada que
se crea a través de fa coopera:::ión de diversos indivi-
duos, determinada por la división del trabajo, se les
nresenta a estos individuos, puesto que la cooperación
misma no es voluntaria, sino natural; no como su pro-
pio poder unificado, sino como una potencjci extraña
puesta fuera de ellos, de la que no saben de dó"nde
viene ni adónde va, que por tanto ya no pueden domi-
nar y que, al contrario, trae como consecuencia una
propia sucesión de fases y grados de desarrollo que
es indepe·ndtente de la voluntad y de la actividad de
los hombres y en cambio dirige estas últimas. Esto [ es1
Entfremdung, por emplear un término comprensible a
los filósofos ... " (5).
Pero, ¿qué otra cosa nos presenta este párrafo sino
!a confirmación de la teoría de la alienación, en la me-
dida en que se manifiesta en la sociedad burguesa la
separación o escisión ge las hombres del "poder _§Q-
ciaf" .objetivado por ellos. tanto bajo la forma de fuerza
.eroductiva, como bajo la forma de Estado? Al igualque
la fuerza productiva de los hombres se convierte en
un "poder extraño, puesto fuera de ellos" que les diri-
ge y domina, "e · · s colectivo ado ta una conli u-
ra les
[!te reses particulares y generales" {6). Y también' Ém·
La ideología alemana, a propósito de la división del· tra-
bajo y de la consiguiente fijación de 'Por vida de la

(5) K. Marx·F. Engels. La ldeologla alemana, cit., pp. 35·36.


(6) lbíd.

134
actividad de los individuos en esferas determinadas 'f
exclusivas, se lee: "en tanto que la actividad [ ... ] no
se divide voluntariamente sino naturalmente, la acqión
propia del hombre se convierte en un poder extraño· a
él, que le supera y sojuzga, en lugar de ser dominc.co
por él". "Esa fijación de la actividad social, la consoli-
dación de nuestro propio producto en un poder ob;e-
tivo que .nos supera. que crece hasta escapar a nues-
tro control, que contradice nuestras expectativas y ani-
quila nuestros cálculos, ha· sido hasta hoy uno de los
momert!OS principales del desarrollo histórico ( ··: (7). r
¿Y qué define Marx con todo esto sino el fenómero
de la alienación, con su consiguiente ·)riversjón de suje-
to y predicado, donde los productos, en los que se O)~
jetiviza la actividad del hombre, domina a los produc-
tores en un mundo que da· ese modo acaba por est~r
completamente mistificado y trastornado? (8) _

(7) lbld., p. 35. Y méis adelante Marx dice _que en la so-?i~


dad burguesa ~las fuerzas productivas aparecen como comp!O!t:-
mente Independientes y separadas de los individuos. como un mu~­
do aparte junto a los individuos·. Tales fuerzas producli~...s. con tinca
Marx, han cobrado lorma de cosas [ elne sachUche Gestlll], y pa:.1
los Individuos ya no son sus fuerzas. sino fuerzas de la propiecad
privada (p. 78). Por tanto, los individuos llegan a depender je
una objetividad m"uerta que ellos mismos han m~terializado.
( 8). la superación de la alienación se- caracteriza ca esta ms;.-
ncra en la ldeologla alemana: ·En la comuníqad de los pro'r!ari:ls
revolu.cion.arios [ ... } que loman baJo su control sus pn ~!i!:> con-
diciones de existencia y las de todos los miembcos ée :a ~ie­
dad, ocurre precisamente todo lo contrarío; en ella. los in¡¡i~duos
participan como inqividuos {¡y no como miembros de una c13.sE>Ij.
Justamente la un(ón de tos individuos (en el ámbito, natura!m~,·•e.
del presupuesto de las fuerzas productivas actualmente q~r.·.J·
liadas) es lo _que coloca las condiciones del libre des2.rroUo y del
libro movimiento de los individuos bajo su control. condiciones
que hasta entonces se dejaban al azar y que se hablan hc>.:ho
autónomas frente a c;ada individuo. precisamente porqUe ;,e- ioJs
separaba como individuos, a través de su necesaria )Jnión que ve-
nia determirwd.a P.Or la división del trabajo pero que por su se.Ja-
raci_óll se habla hecho un vinculo edraño a ellos• (p. 67. la ntog•:ta
. es m la). Y también: •La dependencia universal { ... ) se transforr:¡a
po( esta r~voluc(ón comunista en el control y dominio c~cie.-;!e
de estas tuerzas que, producidas por el reciproco obrar: de 'os
hombres, se han impuesto hasta ahora a los hombres y 1~ do;ni-

~35
· Por lo demás, toda su obra posterior a los escritos
de juventud demuestra que. Marx nunca abandonó la
problemática de la alienación, sino que, al contrario, la
profundizó y desarrolló constantemente a la luz de sus
cad am lios rofundos descubrimientos.
En Traba o asalariado ca llal por ejemplo, publicado
por Marx en ·1849, volvemos a encontrar cabalmente,
1 o

dentro de un análisis extremadamente riguroso ·de las


causas sobre las que surge y se desarrolla el contras-
te h!stórico más importante del mundo burgués moder-
no, la teotfa de la alienación elaborada por Marx en
los Manuscritos (aunque no aparezcan los términos
Entfr~mdung o EnUiusserung, que en cambio vuelven
ampl'i"amente en IQs_ Grundrlsse o en El capllal). ·En
efec.to, después.-de observar que en la sociedad bur-
guesa la fuerza d.e trabajo es una mercancla que su

nRn como fuerzas ¡¡bsolut<~mente extrallas" (p. 39). Para la pro-


blemática de la alienación en La ldeologla alemana y ·su. con ti·
nuJdad con las obras de juventud de Marx, el. G. Delia Volpe, La
liberté· comunista, Milano, 193, P.· 66 y ss.
En el Manifiesto, al polemizar contra el "socialismo alemán"
o "ve~dadero socialismo". M<~rx escribe que éste se inspiraba en
In. literatura socialista y comunista· de Fre~ncla, olvidando sin em·
bargo que "junto a los escritos franceses no hablan pasado al
mismo tiempo las condiciones de la vida francesa". "En relación
con las condiciones alemanas, la literatura francesa pierde todo
significado práctico inmediato y cobra un aspecto puramente lite·
mrlo. Debla aparecer como una ociosa especulación sob~e la ver·
dader.á sociedad, sobre la realización de la esencia humana." Por
osto, .':el trabajo de lqs literatos alemanes consiste exclusivamente
en pót.(~r .de ncuerdd las nuevas iqeos francesas con su. vieJa
conciE!nCI<I lilosóflca o, más bien, en apropiarse las l.deas franca·
sas das de su punto de vista filosófico". De ese modo, los literatos
Alemáiies "escribieron sus incong~uenclas filosóficas al pie del
origin'ál francés". "Por ejemplo, bajo la critica francesa de ·las re-
l¡~ciones monetarias escribi.eron 'alienacl.ón de l<1 esencia humana',
ba"jo la critica del Estado burgués escribieron 'supE!raclón do la
rlomlnaciór¡ de lo universal abstracto', ele." (Marx-Engels, Manl·
flesto del partido comunista, en "Biograffa del maniflosto comu-
~ nísla", México, Cia. General de Ediciones, 1969, p. 100). Evlqen-
. temente, la polémica de Marx se dirige contra una traducción es-
peculativa de Jos problemas de la sociedad burguesa moderna por
problemas "de la conciencia" o puramente fllosóncos e Ideales.
De por si, esa polémica no excluye, dentro de una problemática
no o~pcculativa, el uso de la categorla de alienación.

136 .
poseedor, el obrero, vende al capitalista pero que el
trabajo es sin embargo la actividad vital propia del
obrero, la manifestación de su propia vida, Marx escri-
be que el obrero "vende a un tercero esta actividad
vilf!l _para asegurarse los medios de subsistencia nece-
sariás. ·Por -consigÜiente, su actividad vital es para él
sófÓ un ·medio par'a poder vivir. No concibe el trabajo
como parte de su vida, sino más bien como sacrificio
de su vida. Es una mercancla que adjudica a un ter-
cero. Trabaja para vivir. Por eso, el producto. de su ac- .
tividad tampoco es la finalidad de su actividad [ ... ). Lo
que produce para sí es el salario [ ... ). El significado
de las doce horas de trabajo no reside para él en el
tejer, hilar, taladrar. etc., sino solamente en el ganar
lo que le permite sentarse a la mesa, en el banco de
la tab~rna y acostarse. Si el gusano de seda tuviera
que tejer para sobrevivivr como larva, sería un perfec-
to asalariado" (9).
Ahí vuelve toda la problematica de los Manuscritos
relativa a la alienación del hombre en la actividad pro-
ductiva. La reducción del trabajo a mercancla hace que
la más elevada actividad del hombre, el trabajo, en el
qus se maniliestn la dimensión genérica del hombre,
su capacidad de transformar la naturaleza, no ciega-
me!lte como el animal sino por medio de una actividad
consciente, y de construirse un mundo hecho a su ima-
gen y semejanza en el cual puedan exteriorizarse cada
vez más sus cualidades genéricas; esa actividad, el tra-
bajo, deja de ser el momento más alto de autorreali-
zación o de autoconlirmación del hombre, y se reduce
simplemente a un medio de subsistencia flsica, al igual
que en el animal. De ese modo, las funciones más autéh·
ticamente humanas se convierteil en funciones anima-

(9) K. Marx. Tr;~hajo asalariado y capital, Madrid, Rica~do


Aguilera Editor, 19G5. p;¡. 26-27.

137
les, y el hombre sólo se siente lib1 e en esas funciones
animales.
En las páginas siguientes de ese opúsculo, Marx es-
cribe que una suma de mercancfas,' de valores de cam-
bio, se convierte en capital "por el hecho de que, como
fuerza social independiente, es decir, como fuerza de
una parte de la sociedad, se mantiene y aumenta a
tr;.1Vés del Intercambio con la tuerza de lrabajo viva,
inmediata". "Sólo el dominio del trabajo acumulado
---continúa Marx-, muerto, materializado, sobre el
t ·abajo inmediato, vivo, convierte el trabajo acumulado
en capital." Por tanto, la existencia de_ una clase que
no posee sino la capacidad de trabajar es, pues, una
premisa necesaria del capital. Pero la alienación de esa
clase también consiste en esto: mientras su fuerza de
trabajo puede intercambiarse por capital solamente a
condición de aumentar el capital mismo; de reforzar el
poder de quien es esclava, la condición más ventajosa
para esa clase, mejor dicho, la única situación sopor·
table es el aumento más rápido posible del capital pro-
ductivo. En efecto, sólo en ese caso hay industria flo-
reciente; el capitalista necesita obreros, y el obrero
puede venderse caro en el mercado del trabajo. Pero
aumento de capital productivo significa necesariamen-
te aumento del poder del trabajo acumulado sobre el
lrabajp vivo. "Cuando el trabajo asalariado produce la
riqueza extraña que le domina, el poder enemigo, el
capital, confluyen nuevamente en él los medios de ocu-
pación, es decir, los medios de subsistencia, a condi-
ción de que se transforme otra vez en una parte del
capital, en una palanca que vuelva a imprimir al capi-
tal un acelerado movimiento de desarrollo~· (10). 'Lue-
go la situación más favorable para el trabajo asalariado
es aquella en la que la clase obrera amplía y acrecien-

(10) lbíd., p. 43.

138
tn con más rapidez la fuerza que lo es ene111iga, 1< r;-
queza que le es extraña y le domina" {11).
Corno se ve, aunque no aparezcan ni el térninc
Enllremdung ni el de Entausserung, no hay duda de
que Marx vuelve a formular su teoría de la alienación,_
desarrollándola y precisándola en el marco de la re-
lación dinámica entre trabajo asalariado y capital. !::n
cuanto trabajo acumulado, muerto, y por tanto como
objetivación del hombre,¡ el capital domina el trabajo
vivo, al obrero. Una vez más tenemos la jnversjón de
2_Y.jeta y prerlic.ado: el h~bre se convierte en esclavo
.Q.e.. Slli propias f11erzas abjetiyadas, que se le pres&n-
tan como extrañas Y. enemigas.
La demostración de la continuidad del acercam:er,-
to de a la roblemática del Entfremdung, nos la
dan los Grundrisse el pri111er esbozo amplio de El capi·
tal. Se repiten temas y problemas de los escritos de
juventud de Marx, a la luz de un conocimiento m~ s
profundo de las teorías económicas y de la econon-.13
capitalista. Los términos Entfremdung y Entausserung
también aparecen varias ·veces. El proceso histórico
que conduce al extraña~ienlo extremo de los indiv:-
duos de las relaciones sociales que le~.condicionan, se
describe en los Grundrisse con ün·a· precisión infin:ta·
mente mayor de cuanto re: hubiera sido posible a Ma ·x
en 1844. Tal proceso histórico se analiza bajo dos c.s-
pectos: a) la separación ;del ·trabajador de las c~ndi·
ciones objetivas de su trabajo (por lo que, co.no étrá
Marx en El capital, en la sociedad burguesa e; .t~a­
bajad«:>r es libre en el doble sentido de estar liq:e o
expropiado de los medios de producción, y de sar
jurídicamente "libre" de yender su propia fuerzr.: de
trabajo}; por ese motivo la alieRación consiste e: la
separación o escisión poi la cual los medios de ::-·o-

(11) lbfd., pp. 51-52.

13!J
ducción se· enfrentan al trabajador como propiedad
e~traña, como capital, que se apropia de la fuerza ·de
trabajo convertida' en mercanclas, en el mismo momen-
to· en que ésta se exterioriza. b} El particular tipo de
coordinación social que se da en la sociedad burgue-
sa, por medio del movimiento de las cosas (los pro-
ductos del trabaJo) que dominan a los productores. Si-
gamos la exposición de Marx.
En las formas sociales precapitalistas ""7pequeña
propiedad libre de la tierra y propiedad colectiva de la
tlerra basada en la comu11idad orien.tal- el trabaJador
se comporta con las condiciones objetivas de su tra·
bajo como con cosas de su propiedad; hay unidad na-
tural entre el trabajo· y ·sus presupuestos materiales.
El 'individuo es. . . dueño de las condiciones de su reali-
dad y se relaciona con los otros como copropietarios,
COf110 enc~rnaciones al igual que él de la propiedad
(::Or:TiÚn, O como propietarios independientes junto a él.
"En· ambas formas los individuos no se comportan como
trabajadores, sino como propietarios y como miembros
de _una comunidad que a la vez trabajan. La finalidad
de :ese trabajo no es la creación de valor .:_aunque
pUdieran hacer un trabajo adicional para intercambiar·
s~ productos de otro asimismo excedentes-; su fina-
lidad es el mantenimiento del propietario particular y
ae su familia, como de toda la comunidad." En esas
formas de producción .la tierra es el gran laboratoiio,
el arsenal que ofrece los medios de trabajo y que al
mismo tiempo constituye la 'sede, la base de la comu·
nidad. Por otra parte, el individuo sólo se comporta
com~);, miembro de esa comunidad, como propietario o
poseédor. ·
L.uego en todas las formas en las cuales la propie-
dad de la tierra y la agricultura constituyen la base de
la organización económica y en las que el objetivo
económico es la producción de valores de uso, las re-

1<10
·raciones económico-sociales en las que se inscribe el
individuo son las siguientes: 1) el individuo se rela-
ciona con las condiciones objetivas del trabajo como
condiciones propias; la apropiación de la tierra "como
laboratorio o como almacén de materias primas", es
.c_ondicióil necesaria del trabajo, es su presupuesto.
2). Esa relación con la tierra. en cuanto propiedad· del
individuo que trabaja está mediatizada por la existencia
natural del individuo como miembro de una comunidad.
Ahora bien, dice Marx,· ·1o que nec.esita ·explica·
ción o es resultado de un proceso histórico, no es la
unidad de los hombres vivos y activos con las condi-
cione;> naturales inorgánicas de su intercambio mate-
rial con la naturaleza. y en consecuencia la apropia-
ción por su parle de la naturalez.a, sino la división entre
las condiciones inorgánicas de la existencia humana y
la existencia activa; es una división que por primera
vez se plantea completamente en la relación entre tra·
bajo asalariado y capital". El hecho de que el traba·
jador encuentre separadas de él las condiciones ob·
jetivas del trabajo en forma de capital, y que ·el capi-
talista- encuentre al trabajador como ser desposefdo,
como trabajador abstracto; en una palabra, el. trueque
que se produce entre valor y trabajo vivo, presupone
un proceso histórico que- justamente constituye la gé-
nesis del capital y del trabajo asalariado.
Los presupuestos históricos de este proceso son
los siguientes: a) disolución de la relación con la tierra
como condición natural de la producción y, en conse-
cuencia, disolución de la relación de propiedad con la
tierra; b) disolución de las reraciones .en. las cuales
los mismos trabajadores. los portadores vivos de capa-
cidad de trabajo, siguen perteneciendo directamente a
las condiciones objetivas de la producción y como ta-
les siguen siendo propiedad de un tercero (como es-
.clavos o siervos de la gleba). ·::stos son [ ... ] los pre-

141
supuestos históricos para que pueda reconocerse al
t;abajador como trabajador libre, como capacidad la-
boral carente de elementos objetivos, puramente sub-
je1iva, que se opone a las condiciones objetivas de
prodl.!cción como propiedad no suya, como propiedad
ajena, como valor existente por sí mismo, como capi-
tal." Luego se toman como presupuestos los procesos
históricos que han situado a una masa de individuos
de una nación en la condición si no inicialmente de
trabajadores efectivamente libres, al menos de traba-
jadores que lo son en potencia, cuya única propiedad
es la capacidad de tr(:\bajo y la. posibilidad de inter-
cambiarla por valores existentes; individuos a los que
las condiciones objetivas de producción se les entren-·
tan como propiedad extraña, como su no-propiedad,
pero que, al mismo tiempo, son intercambiables como
valores y por tanto apropiables medfante trabajo vivo.
El proceso histórico que ha situado a la masa como
trabajaderes libres frente a las condiciones objetivas
de trabajo, también ha fijado estas condiciones como
capital ante los trabajadores libres. Tal proceso con-
sistió en la separación de elementos que hasta enton-
ces· estaban unidos, el trabajador ·libre por un lado y
por otro el capital. La separación de las condiciones
objetivas de trabajo ante las clases que se han trans-
formado en trabajadores libres, debe presentarse como
una independización de esas mismas condiciones en
el polo opuesto. Por otra parte, la riqueza existente
bajo forma de dinero puede permutarse con las con-
diciones objetivas de trabajo únicamente si éstas están
separadas del trabajo. De ese modo, el valor existente
como patrimonio monetario puede comprar las condl~·
ciones objetivas del trabajo por un lado, y por otro
cambiar por dinero el trabajo vivo de los obreros libres.
Este proceso, que se basa en el trueque de trabajo
ajeno, objetivado y apropiado por el capital sin que

14?
éste dé algo equivalente, y en el que el obrero crea
constantemente un doble fondo para el capitalista bajo
forma de capital, del que una parte hace estables las
condiciones de existencia del obrero mismo y otra las
condiciones de existencia del capital, permite que el
dinero se transforme en capital. En realidad, el patri-
monio monetario no ha inventado ni fabricado la hilan-
dera ni el telar. Sino que, . arrancados de_ su tierra,
hilanderos y tejedores cayeron bajo el poder del pa-
trimonio monetario. Se pone así en movimiento un
proces_o. qe producción social que se basa en la apro-
piación d.e otro sin intercambio pero bajo .apariencia
de Intercambio, y en la completa separp.ción entre tra-
bajo y propiedad. Es inhere_nte al concepto de capi-
tal el hecho de que las condiciones objetivas de tra-
bajo, que son su propio producto, cobren personalidad
ante el trabajo o, lo que es: Jo mismo, que se sitúen
como propiedad de una personalidad extraña al traba-
jador, del mismo modo que el trabajo ya no pertenece_
!11 trabajador, sino que, desde el mismo momento eri ·
que se exterioriza. es mercancía que pertenece al ca-
pitalista. -··
Esa separación o escisión entre trabajador y con:
diciones objetivas de trabajo que ~e le enfrentan como
entidades extrañas y enemigas. aun siendo producida~
por él -separación que sólo es típica de la sociedad
capitalista-, es definida por Mar~. en los Grundrisse,
como Entfremdung-EnUiusserung. "La producción ba-
sada en el valor de cambio, en cuya superficie se
desarrolla el trueque 'libre' e 'igual' de coss.s equiva-
lentes, es fundamentalmente intercambio da trabajo
obJetivado en cuanto valor de cambio por trabajo vi•1o
en cuanto valor de USO O, como también puede decir-
se, relación del trabajo con sus condiciones objetivas·
~·y por tanto con la objetividad creada por él-- como'
con una propiedad extraña -alienación (Enlausse-

·143
rung)- del trabajo." En la relación capital-trabajo asa-.
' .
lariado, escribe Marx algo 'más adelante, el trabajo,. la
actividad productiva, apar~ce respecto a sus mismas
condiciones y a su producto, como la fornia extrema·
.de ·extrañamiento ( Enlfremdung}. Y también: "En la
economla burguesa, y en la época de producción· a la
que corresponde, esa completa exteriorización (Verge-
.genstandllchung} de la naturaleza Intima del ·hombre
aparece como un completo vaciarse; el proceso gene-
ral de objetivación se presenta como extrañamiento
( Enlfremdung} total, y la eliminación de todos los fines ·
de(errninados y unilateral~s 'como sacrificio del 'fin inde-
pendiente a una fjnalidad completamente externa" (12).
Además, comb_ ~e ..ha ·dicho, la prueba del continuo
acercamiento de Marx al problema del Entfremdung se
presenta en los Grundrlsse en un grupo de páginas fun-
damentales sobre la organización social burguesa (13).
La reciproca y general dependencia de los individuos,
aunqt.;e sean indiferentes lós unos para los otros, es,
. die~ Marx, caracterlstica de los lazos sociales en la
sociedad burguesa. Esos lazos sociales se expresan.en
el valor de cambio, porque sólo gracias a éste es como
la actividad o producto de cada individuo se convierte
par'~ él en actividad y producto; el individuo débe crear
ese'~·~roducto general que es el valqr de cambio, o, en
su ..forma autónoma e individualizada, el dinero. Sólo
. en··:-buanto propietario de dinero un individuo. puede
ejercer su poder sobre· la actividad de otro individuo
o sobre la riqueza social. "Lleva en el bolsillo su fuer-
za social y su conexión con la sociedad." El carácter
social .de la actividad y la forma social del producto,
asr ·como ·la participación del individuo en la produc-
. .
. ·( 12) K. Marx, Formaciones económicas precapllalltlaa, Ma·
drid, Ed. Ciencia Nueva, 1967, p. 136.
( 13) K. Marx, Grundrlsse der Krlllk der poiiUschan Oekonomle,
1857·58, Berlln, 1953 [Ed. casi.: Los fundamentos de la critica de
la economla polltlca, Madrid. Albetlo Corazón Editor, 19721.

144
:ción, aparecen como algo extraño (Fremdes), "cosi-
ficado" (Sachllches) ante los individuos. De hecho, su
comportamiento es una subordinación a relaciones que
existen independientemente de ellos y surgen del con- .
tra~te entre individuos que son indiferentes entre ·si.
El intúcambio general de actividades y productos, que
se ·na convertido en condición de vida y relación recl- .
proca de todos Jos individuos particulares, se les pre-
senta como una cosa (als elne Sache), extraña (fremd)
e independiente qe ellos. En el valor de cambio, las
relaciones sociales de las personas se transforman en
relaciones sociales de las cosas (der Sachen); el po-
der personal se transforma en poder de las cosas
(sachllches). Los individuos poseen la fuerza social
bajo forma de cosa.
Si las relaciones de dependencia personal caracte-
rizaban a las sociedades precapitalistas, en cambio,
en la sociedad burguesa encontramos la independen-
cia personal, basada sin embargo en la dependencia
hacia las cosas {auf sachlicher Abhanglgkelt gegrün·
det). El trueque realizado a través del valor de ca m·
bio y del dinero impliéa una dependencia general entre
los productores, al mismo tiempo que el completo ais-
lamiento de sus intereses privados y una división bas-
tante avanzada del trabajo social, cuya unidad y reci-
proca integración existen como una relación natural
fuera de los individuos, independiente de ellos. La ne-
cesidad de transformar el producto o la actividad de
los individuos en valor de cambio. en dinero, para que
puedan adquirir y confirmar su fuerza social en esa
forma "objeta!" {in dleser sachllchen Form), se debe
a que la producción de los individuos aún no es direc-
tamente social ni fruto de la asociación, y que el tra-
bajo no está distribuido de modo comunitario. Los in-
dividuos están sometidos al !ra~ajo social. que pesa
sobre ellos como una latalidad: ~a producción social

145
aún no está subordinada a los individuos, que no pue-
den tratarla como fuerza y capacidad comunes. Sólo
cuando .el dinero reviste la forma de medio de cambio,
los economistas se dan cuenta de que implica la rei-
ficación (Versachlichung) de las relaciones sociales.
Se da una relación reificada ;mtre las personas, las
cuales se han extrañado (sich entfremdete) de su re-
lación social, que ha cobrado iorma de objeto.
Como se ve, Marx desarrolla con esto su teorfa de
la alienación en el cauce del fetichismo de las mer-
cancfas.: Destaca la peculiaridad de las relaciones so-
ciales, capitalistas respecto a las precapitalistas .. Estas
ült.irria~ son relaciones generales de dependencia:· en la
' eociedad feudal los individuos sólo entran· en relación
mutua· bajo una forma determinada, como señores y
vasallos, propietarios de la tierra y siervos de la gleba,
miembros de una casta o de un· estado (Stand). Más
tarde, Marx escribe en El capital: "Transportémonos
ahora [ ... ] al tenebroso Medievo europeo. En vez del
hombr~ 'independiente, encontramos que todos son de-
pendientes: siervos· de la gleba y amos, vasallos y se-
ñores feudales, sacerdotes y laicos. La dependencia
personal caracteriza tanto las relaciones sociales de la
producción material, como las esferas vitales edifica-
das sobre ellas" (14). Por el contrario, en las relacio-
nes capitalistas, es decir, en un sistema de intercambio
altament'e desarrollado, se rompen los lazos de depen-
dencia personal, al igual que las diferencias raciales,

( 14) K. Marx, El capital, México. Ed. F.C.E., 1971, libro 1, sec-


ción 1.•, cap. l. p. 42. En los Grundrlsse, en un pasnje en el que
Marx c~itica el método de los economistas, también aparecE! el
concepto de fetichismo, que igualmente define como ~'idealismo
vulga('. "Der grobe Malerialismus der Oekonomen, diE! gesellschalt•
lichen Produktionsverhaltnisse de~ Menschen und die Bestimmungen,
die Shachen erhallen, afs unter diese Verh:illnlsse subsumler,t,
als natürliche Eigenschalten der Dinge zu betrachten, ist eln eben.so
grober ldealismus, ja Felischismus, der den Dingen gesellschallllche
Beziehl!ngen als inhen immanen\e Beslimmungon zuschr.eibl und
sie so mysliliziert" (op. cit., P.· 579).

146 1-SK-f> ~ cLt. ~cú-.C... ~


~Sft<e. t<.~ c:W-...~ · ·
culturales, etc. Los latos personales se convierten en
un asunto meramente personal, privado. Los individuos
son libres de entrar en contacto recíproco y de inter-
cambiar en un clima de libertad (y la. democracia, c_ice
Marx, refuerza esa apariencia). Sin embargo, sólo ~a-.
recen independientes; la independencia no es sino una·
ilusión y, según Marx, es más bien una lndlferel"'cl¡t.
Y no sólo eso. La independencia general que a Wi-
mera vista parece la característica fundamental del
sistema burgués, en realidad es una dependencia ge-
neral produCida por el intercambio, por el m~rcado, es
. ~écir, ·por las· cosas (mercancías). Por .tanto se trata
de una nueva ;arma de dependencia. de· servidumbre:
los hombres sólo se relacionan los unos con los otr'Js,
sólo se conectan entre si, por medio del intercambio
de sus productos. Y como no controlan los movimien-
tos y las leyes de la producción y del mercado (que
se les imponen ciegamente, como leyes naturales), :Jos
individuos humanos están completamente dominados
por el movimiento de las cosas, de las mercanc:as.
A una servidumbre antinatural hacia los hombres, ha
seguido otra igualmente antinatural hacia las cosas, :'a-
cia los productos del trabajo. Y g>mo los prod•Jcta;¡ del
trabajo no son sino ahjetivacjanes de los propjcs .nom-
bres: en realidad éstos están. (fómfnados V op¡;,--njc11)S
_oor el mundo social objetivo QUe ellos mismos ~i~'ln.
Según Marx, esto constituye_ precisamente un Entfrem-
dung general que, como más -tarde en El capital, ahf
ya coincide con una Versachllchung o Verdlngllch.t,g
de las relaciones sociales (15).

p.
( 15) Cf., por ejemplo, Grundrlsse, cit., 78 ("die Existenz des
Geldes die Versachlichung qes gesellschaftlichen Zusammenhangs
vorausssetzl"; "eine gesellschaltliche Eigenschaft k.enn es (das
Geld) nu~ besitzen, weil die Individuen ihre eigne ges~Jsct:aftl:che
Beziehung als Gegensland si eh entfremdet haben"), p. 7': ( •dar:
Grod und die Universalilat der Entwicklung dar Vermógert, ~orin
diese lndividualitat moglich wird, selzt eben cfie Produklion au: der
a·!l:>is des Tnuschwerto vornus, . die mil der Allgemeinheit dl& -=nt-

·147
En, los Grundrlsse también encontramos las dos di-
recciones en las que se articula la teorfa de Enlfrem-
dung en toda la obra de Marx, la filosofla idealista y la
religión. El que la sociedad capitalista reproduzca un
sistema general de dependencia (que es dependencia
bacia las cosas en vez de dependencia hacia las per-
sonas), no debe hacemos olvidar las peculiaridades
que distinguen a esta sociedad de las formaciones
sociales anteriores. Si antes los individuos depeodfan
directamente unos de otros, es decir, de personas, aho-
ra dependen del iniercambio de mercancra·s y de las
leyes del mismo, de las relaciones sociales que se han
hecho extrañas e independientes. Dependen de abs-
tracciones (Abstraktlonen) .. Estas relaciones cosifica-
das (sachllcheri) de dependencia -,dice Marx- en
contraste con las personales, aparecen de modo que
los individuos están dominados ahora por abstraccio-
nes, mientras que antes dependían unos de otros." "La
re·lación cosificada (sachliches) de dependencia no es
otra cosa que sus reciprocas relaciones productivas in-
dependizadas (verselbstandigten) de sí mismos." Ahora
bien, dice Marx, si los filósofos hao concebido corno
caracterfstica de la Edad Moderna el que esté domi·
nada por ideas, es porque' realmente está dominada
por ~bstracciones. "La abstracción o la idea constitu·
yen fa expresión teórica de las relaciones materiales.
dominantes." "Desde el punto de vista ideológico _:_:aña·
de- el error era tanto más fácil, en cuanto que el
dominio de las relaciones (la dependencia cosificada
[s~chllche], que por lo demás se invierte nuevamente
en determinadas relaciones personales de dependen·
cía, despojadas de toda ilusión) aparece en la concien-
..
fremdung der lndivlduums von sich und von andren. aber auch die
Allgemeinheit und Allseitigkeit seiner Bez.iehuf1gen und Fahlgkolten
erst p~oduz.ierl"), ele. y ef. El capltill, cit., lomo 111, sección 1.•, en·
pltulo 11, pp. 59·60.

148
cia de los individuos como domin:o de las ideas. v las
clases dominantes refuerzan, alim:mtan y meten en la
cabeza de todas las formas posi~les la fe en la eter-
nidad de esas ideas, es decir, de esas relaciones co-
sificadas, (sachlichen) de dependencia."
: El discurso de Marx es basta;1te sugerente. Volve-
mos' a-encontrar en él: a) una concepcióñ de la filo-
sofía especulativa --especialmente de la hegeliana,
incluida la lógica- en tanto que basada en la sepa-
ración del hombre de su pensamiento, donde nos pre-
,sen la a un .conjunto de abstracciones convertidas . en
independientes, SU?talltificadas, como esencias reales,
como ·sujett>s verdaderos (la -tógica, dice Hegel, tiene
por objeto las "puras esencias", •tal como son en sí y
para sí". "antes de la creación de la naturaleza y de
un espíritu finito") (16). b) Una concepción por la que
esta independización o extrañamiento que opera la fi-
losofía especulativa (especialmente fa hegeliana) al
transformar el pensamiento humano en un conjunto de
abstracciones independientes, constituye el reflejo teó·
rico de un extrañamiento real, propio de la sociedad
burguesa, en el que los hombres están dominados real-
mente por abstracciones, por las relaciones sociales
b.f!chas autónomas y abstraldas de los individuos, rei-
ficadas en el intercambio de me;cancras. Para esclare-
cer la afirmación de Marx antes citada, según la cual
los rilósoros han concebido como característica de l_a
edad moderna el que esté domiilada por ideas, recor-
demos lo que el propio Marx observa a este respecto
en La Ideología alemana. Hegel, dice, al rinal de su filo-
solfa de la historia llega a confesar que ha "conside-
rado solamente el proceso del concepto'', y que. ha··
expuesto en la historia la "verdadera teodicea". En
realidad, su procedimiento se basa en estos tres mo-
mentos: 1) se deben separar las róeas de aquellos que

( 16) G. W. r-. Hege:. Ciencia de la l:glca, ci:., t. 1, p¡:>. 39 y 66.

H9
dominan por razones ernp1ncas, bajo condiciones elll-
pfricas y como individuos materiales, de estos domi-
nadores, y reconocer con ello el dominio de ideas en
la historia; 2) hay que poner un orden en ese dominio
de las ideas, demostrar un nexo mfstico entre las su-.
cesivas ideas dominantes, a lo que se llega conside-
rándolas como "autodeterminaciones del concepto"
(eso es posible, dice Marx, porque entre las ideas
existe realmente un nexo, y porque concebidas como
ideas "puras", se convierten en autodistinciones del
pensamiento); 3) para eliminar el aspecto mfstico de
este "concepto autodeterminante", se le transforma en
u~a persona; la ;,autoconciencia", etc. Como ya sabe-
mos, todo este procedimiento no es para Marx algo
·simplemente ''éaprichoso" y "arbitrario", sino que se
basa en el dominio real de las abstracciones en la so-
ciedad capitalista moderna, de lo que hablamos an-
tes (17).
Por último, Marx dice a propósito deCTa7e'iiQióñ)''EI
culto de la moneda implica el ascet1smo ~ción
de sí, el propio sacrificio~, la moderación y la fruga-
lidad, desprecio por las satisfacciones mundanas pa-
sajeras y temporales; implica la lucha por un tesoro
eterno. De ahí la conexión del puritanismo inglés y
también del 'holandés con el hacer dinero" (18). Como
veremos, en más apartados de El capital, Marx desarro-
llará la relación cristianismo-capitalismo. Pero la im-
portancia de este pasaje de los Grundrlsse reside en
que más claramente que en otro sitio Marx establece
una relación, que Max Weber subrayará y desarrollará
más tarde, entre la "ascesis intramundana" y" el "espí-
ritu" del capitalismo (19). En El capital Marx recalcará··

(17) Cf. K. Marx-F. Engels, La ldeologla alemana, cit., p.p. 54-


5!: .
. ( 18) K. Marx, Los fundamentos de la critica de la economla
polltlca, cit., 1, p. 121.
(19) "Cuanto más se incrementa la propiedad, tanto más gra-

150
que el capitalista "considera el propio co:-;sumo priva-
do como un robo cometido contra la acumulación de
su capital, del mismo modo que en la contabilidad ita-
liana los gastos privados figuran en la página del 'cebe'
del capitalista a favor del capital" (20). En el pasaje
de los Grundrlsse que antes citamos, Marx señ&:a la
profunda afinidad entre esta actitud objetiva del capi-
talista, que "condena el consumo indh·idual corPo un
pecado cometido contra su-función y como yr. 'abste-
nerse' de la acumulación" (21) (a cuyas leyas está es-
trechamente condicionado) (22}, y las carac!eristicas
·éticas y sociales del puritanismo. en el que .._la i,r,pul-
siva alegria de vivir que distrae tanto del trabap pro-
lesiona! como de la religiosidad, era en cuanto tal ene-
miga de la ascesis racional"; y en el que, además: como
administrador de los bienes que la gracia de !~:os le
asignó, el hombre debfa, en cuanto siervo de la .:-;blia,
rendir cuentas hasta del último céntimo que se :e: con-
fió, y era peligroso gastar una parte para en fin que sir-
viese al propio goce en vez de a la gloria de Dios (23).
Por lo demás, esta conexión entre purita:1ismo y. "es-
píritu" del capitalismo no es para Marx sine, .;n as-

ve se hace -si la disposición· ascética supera la pcueba-- el sen-


timiento de !a responsabilidad de mantenerla in:;::ta para gloria
de· Dios y de seguir aumenténdola· con un trabajo sin treg;.aa [ ... J.
Este estilo de vida ( ... 1 sólo en la ética del protestantismC' ascé-
tico encontró su consiguiente funéamento mo~al. Su impoJ:tancia
para el desarrollo del capitalismo es evidente_ la asces:s laica
protestante ( ... 1 actuó con gran \-~olencia cor.:ra el goce despro-
juiciado de la propiedad, y restringió s:.J cons:1mo. Qspecialmente
el consumo de ll.(jo"" (M. Weber, la éUca protestante y el esplrllu
del capitalismo, Barcelona. Ed. Pe::fnsula).
(20) El capital, libro 1. sección J.&, cap. XXII (3). p. 499.
Y ct. las páginas que Marx de:!ica a la •teorla de la abstin~ncla".
(21) lb! d., p. 500.
(22) "¡Acumu!ad, acumulad! ¡Esa es la ley )" eso ~;cen los
profetas! ( ... ]. Po~ tanto, ¡ahorrad, ahorrad; es cecir, convertir nue-
vamente en capital la mayor parte posible de p!:.JSYalla e producto
excede11te! Acumular por acum:1lar, producir pcr producir: tm esta
fórmula la economla clásica expresa la misión his:5rica del perlo-
do burgués"" (lbld., p. 501 ).
(23) M. Weber, op. ciL

151
pecto de. la relación más general entre cristia.nismo y
cá~italismo. Para' entender ·plenamente esta relación es
necesario examinar el análisis de la estructura de la
me/canda, elaborada por Marx en Contribución a la ·
crrnrta de la economía políllca y en El capital, estruc-
tura;; que contiene In nuce toda la mistilicación y la
"religiosidad" de la sociedad capitalista moderna.
. --- 1 •

2. Las formas en las ue ue stituirse una


comunidad productiva -dice R. Hilferdin en Das Fl·
nanzkapltal- son esencialmente dos. a primera. es
que la comunidad esté regulada Coñ'Scientemente. Ya
se base en la economía autónoma de la familia patriar-
caL o en la tribu comunitaria, o que se trate de una
sociedad socialista,-uil.so~Íedad crea los organismos
que, como expresión de la' conciencia social, lijan el
modo y la magnitud de la producción y distribuyen a
los miembros. de la colectividad lo que ella produc.e.
El.pater ramillas o los comisarios de la sociedad socia-
lista deciden cómo, dónde, ·en qué medida y con cuá-
l~s medios deben producirse nuevos productos a ba.se
de las condiciones productivas existentes. Y lo hacen
según una visión de conjunto de las exigencias de la
sociedad. A través de prudentes previsiones (basadas
en la experiencia directa, en estudios sobre la produc-
cióll y el consur:no. etc.) or.ganizan la vida económica
segun las exigencias de la comunidad que consciente·
·mente
.
representan y gulan.'1 En una colectividad
.
·orga-
nizada de ese modo -prosigue Hilferding-, donde la
ofg~nización del -trabajo y la distribución de bienes es-
tán subordinádos al control central, los individuos se
relacionan conscientemente: como partes de una co·
munldad productiva. Las relaciones de producción apa·
.,recen como relaciones Inmediatamente sociales, y se
e·ntienden inmediatamente, en cuanto que la comuni·
dad las ha instituido y querido conscientemente. Com-
pletamente distinto es el caso de una sociedad a la

'152
que le falte esa organizac1on consciente. Tal sociedad
se organiza en una pluralidad de individuos interdepen-
dientes, cuya producción ya no aparece como hecho
social sino como hecho privado. Los individuos apa-
rec_en como sujetos aislados e independientes y cada
une persigue su propio interés. ¿Cómo se crea la co-
hosíón en una sociedad como ésta, atomizada por la
propiedad privada y la división del trabajo? ¿Cómo se
logra la unificación social en una sociedad caracteri·
zada por una división molecular {reciproca indepen-
dencia de los productores: carácter privado ·d-e ros
trabajos, etc.)? ¿O de qué manera consigue afirmarse
ol trabajo privado como momento de la articulación
social en conjunto? Solamente a través del intercambio
se realiza la unificación en el todo de una sociedad
desarticulada por la división del trabajo y la propiedad
privada. Sólo allí donde el intercambio constituye el
fundamento mismo de la organización social -es de-
cir, sólo en una sociedad donde los individuos, a causa
de la propiedad privada y de la división del trabajo,
están aislados_ por un lado y por otro son interdepen-
dienles--:-, éste a9quiere determinación social; es decir,
debe servir a la función de hacer posible el proceso
vital de la sociedad. Del conjunto de todos los actos
posibles de interca~bio en esa sociedad, deberé. resul-
tar Jo que en una sociedad comunista conscientemente
regulada está determinado por el órgano centrai de la
sociedad misma: qué y en qué medida, dónde y por
quién se debe producir (24). En otros términos, "el
nexo materialmente social de trabajos privados ejecu-
tados independientemente unos de otros no es sino
indirecto, es decir, sólo se realiza a través del lnter·
cambio de sus productos~ (25). ¿PeíO en qué se basa

(24) R. Hilferding. El capital finandero, Mad~id. Ed. Tecnos,


1973, pp. 15·16.
( 25) K. M<Hx, Scrllll lnedlli di ecor.omia pollllca, Roma._ 1963,
página 145.

153
In relación de intercambio? En un elemento objetivo
de naturaleza social: el tiempo de trabajo social. incor-
porado en el objeto cambiado. Lo que requiere una
aclaración minuciosa en relación al análisis marxiano
de la mercancía.
Marx enuncia su teoría del fetichismo al linal del

"En su ensayo sobre la "reilicación" ukács señala jus-


tamente que las dos grandes obras teóricas de Marx,
Contribución a la crítica de la economía política y El
capital, que se proponen representar la sociedad capi-
talista en su conjunto y mostrar sus caracteres funda-
mentales, no comienzan por casualidad con el análisis
de la mercancía. "De hecho, ·no existe problema de
este estadio de desarrollo de la humanidad que no se
re!iera en úllimo análisis a esta cuestión y cuya solu-
ción no deba buscarse en la del enigma de la estruc-
tura de la mercancía." El problema de la mercancla
"no aparece sólo como problema particular, ni tam-
poco simplemente como problema central de la eco-
nomla entendida como ciencia particular, sino como
problema estructural central de la sociedad capitalista
en todas sus manilestacione~ vitales" (26).
Hay que buscar el "misticismo" y la "metafísica"
de la sociedad burguesa en la estructura de la mercan-
cía. Esto lo expresa Marx muy eficazmente. "A primera
vista -dice- parece que la mercancía es algo trivial,
evidente. Pero de su análisis resulla que es algo muy
intrincado, lleno de sutileza metafísica y. resabios· teo-
lógicos. Como valor de uso no encierra nada de. mis-
terioso [ ... ] . Está claro como la luz del día que la ac-

(26) G. Lukács, Historia y consciencia de clase, México, Edi·


lorial Grijalbo, 1969, 1?· 69.

154
lividad del 110mb re cambia las formas de las mate1 ias
naturales, para serivrse de ellas. Por ejemplo, la forma
de la madera cambia al hacer una mesa. No obstante,
la mesa sigue siendo madera, un objeto sensible y co-
rriente. Pero en cuanto se presenta como mercancía,
In mesa se convierte en un objeto sensiblemente sypra-
sensible. No sólo se incorpora con sus patas e1~cima
del suelo, sino que se pone de cabeza frente a {odas
las demás mercancías y de su cabeza de madera em-
piezan a salir antojos mucho más increíbles que sí se
pus¡ era a bailar espontáneamente" (27). Subraye1:10s
algunas oe las expresiones. que Marx utiliza: ·sut1!eza
metafísica", "resabios teológicos", "objeto sensible-
mente suprasensible" (e in sinnlich überslnliches Dln~).
Y poco después, "carácter místico de la mercancía".
"carácter misterioso", etc. El análisis de la mert;ancla
nos aclarará el significado de estas expresiones.
[a mercaocta\ constituye la célula elemental de la
,riqueza burguesa. que a primera vista aparece p.·ecisa-
mente como una gran reunión de mercancías. Toda
mercancfa se presenta bajo el ~de valor
de uso y de valor de cambio. El valor de uso coi~cide
con la existencia natural palpable de la mercancía; sólo
tiene valor para el uso y ~o! amente- ~se realiza e11 el
proceso de consumo. El valor de uso escaoa del c3m-
po de observación de la economla política porque, aun-
que es objeto de necesidades sociales y por tanto está
inmerso en una organización social, no expresa sin
embargo una relación social de producción ... Al probar
el trigo -dice Marx~ no se ~abe quién lo ha cJ;ti-
vado, ·si un siervo de la gleba ruso, un modesto c3m-
pesino francés o un capitalista inglés" (28). En el pla-
no metodológico, la excl~sión del valor de uso del

(27) El capllal, lipro 1, sección 1.•, cap. 1, pp. 35-37.


(26) K. Marx, Contribución a la critica de la e::onomfa ;¡olf·
llca, Madrid, Alberto Corazón Editor, 1970, p. 45.

i55
1
campo de observación de ia economfa política tiene un
significado fundamental. Tal exclusión se debe a _que
. Marx no analizá~ la socied~d en general, sino esta so-
' cledad, la .sociedad capitalista moderna y sus leyes
de desarrollo. De allf que en el análisis se excluyan los
elementos que no son tlpicos de esa sociedad y de su
estructura, que también son comunes a otras formacio-
nes sociales. "Los valores de uso constituyen el con·
tenido material de la riqueza, cualquiera que sea la
forma social de ésta." Por eso están excluidos del cam-
po_ ~de investigación de la economfa polltica y más bien
suministran "materiales·, péra una disciplina especial,
la-: del conoclrillnlo pericial de las mercanclas'' (29).
,~.!'su vez, lo que:l~ }Qteresa· a la economfa polltica es la
relación económica determinada que tiene su base ma-
terial en el valor de uso, e~ el cuerpo de la mercancla,
pero que no se confund~ con él: el valor de cam-
bio (30). Este se presenta en primer lugar como una
·relación puramente t:nanJIIaJiva en la que se cambian
distintos valores de uso, prescindiendo completamente
de sus cualidades sensibles. "De ese modo, un volu-
men de. Propercio y ocho onzas de rapé pueden tener
el mismo valor de cambio, a pesar de la disparidad de
valores de uso del tabaco y de la elegfa" (31). Pero si
se analiza atentamente esa relación cuantitativa, se
llega a la conclusión de que el valor de cambio sólo
puede. ser el modo de expresión, la forma fenoménica.
·de un contenido diférenciable de él. Tomemos dos
· mercancfas, por ejemplo, trigo y hierro. Cualquiera que
.Ssea la proporción en que :se cambien, siempre podrá
representarse por una ecuación en la que una deter-
minada cantidad de trigo e'quivalga a una determinada

·- (29} El capital, libro f, sección 1.•, cap. 1 (1}. p. -4.


(30} "En la forma de sociedad que debemos estudiar, los va-
lores de uso son, además, el soporte mate~lal del valor da cam-
bio_'' (lb[ d.}. '
-~ (31} Contribución a la critica, P.· 46.

156
cantidad de hierro, p. e., un quarter de trigo = un quin·
tal de hierro. ¿Qué nos dice esta igualdad? Que en dos
objetos distintos, o sea, en un quarter de trigo y en un
quintal de hierro, hay un algo común de magnitud igual.
Por. tanto, ambas cosas son iguales a una tercera, que
. no es· de suyo ni lo uno ni lo o:ro. En cuanto valor de
cambio, cada una de ellas debe poder reducirse a este
tercer término· (32). Naturalmente, ese algo común
no puede ser una cualidad natural (geométrica, trsica,
qulmica, etc.) de las mercancías. Las propiedades na-
turales· corpóreas, son las" que hacen útilizabl~s . las
mercanclas, es decir, las convierten en valores de uso;
pero lo que caracteriza evidentemente la relaci~n de
cambio de las mercancías es justamente, comd sabe-
mos, la abstracción de sus valores de uso. En efecto,
el intercambio es una relación meramente cuantitativa;
en tal relación un valor de cambio equivale a otro, con
tal de que esté en proporción suficiente. Lo que cuenta
no es su cualidad (valor de uso), sino su cantidad.
"Pero si se prescinde del valor de uso de las mercan-
eras, sólo les. queda una cualidad: la de ser· productos
del tra~ajo" (33).
Sin embargo, en este punto la mercancla se nos
presenta bajo una luz completamente nueva y se nos
transforma, por decirlo así, ent:e las manos. "Si hace-
mos abstracción de su valor de uso, prescindimos tam-
bién de las partes constitutivas y formas materiales
que la convierten en valor de uso. Dejarán de ser unu
mesa, una casa, una madeja de hilo o ·un objeto útil
· cualquiera. Todas sus cualidades senslbl~·s habrán des·
aparecido" ( 34). Por medio de la aniquilación de las
cualidades sensib!es de la mercancía, de su vulgar
materialidad, nos acercamos a su ~alma". a su "esen-

(32) El capllal. li~ro l. secci6:-: 1.'. ca;¡. l. pp. 4·5.


( 33) lb! d., p. 5.
( 3.C) lbld. Fl subrayad;> es m:.J.

157
cia suprasensible". En efecto, ¿qué nos queda después
de esa aniquilación? "No queda nada [ ... J, sino la
misma espectral objetividad, una simple concreción
de trabajo humano indistinto, es decir, de empleo de
fuerza humana de trabajo sin atender a la forma en
que se emplee" (35). Ya tenemos en qué consiste la
"esencia suprasensible" de la mercancía, su "espec-
tral objetividad": en la fuerza humana de trabajo, en el ·
trabajo humano que se acumula en las mercanclas, que
se "encarna" en su cuerpo, de tal modo que ya no
constituyen sino "cristalizaciones de esa sustancia so-
cial". •"Por tanto, un valor de uso, un bien,. sólo en-
cierra valor por ser objetivación o materialización .del
tra_bajo humano abstracto" (36). y la magnitud del va-
lor de la mercancía se mide "mediante la cantidad de
sustancia creadora de valor", es decir,, de trabajo, ·que
"encierra"; cantidad que, a su vez,· se mide por el tiem-
po de duración (hora, día, etc.) (37).
Por el análisis de la sustancia social que Marx de-
iine como "trabajo humano abstracto", se aclara pos-
teriormente el carácter de "esper.tral objetividad" de la
mercancía como coágulo de lue;za humana de trabajo.
~t trabajo que forma fa sustancia de los valores, dice
Marx, es trabajo humano igual, inversión de la misma
fL:erza humana de trabajo. Sin embargo, el producto
de trabajo en cuanto valor de uso siempre es obra de
un tipo de trabajo concreto y determinado, diferencia-
do de los demás tipos de trabajo concretos y deter-
minados: la mesa es producto del trabajo de carpin-
terla, la tela del trabajo de hilandería, etc. Pero en el
curso del análisis hemos prescindido del valor de uso
de las mercanclas, o sea, 'de su carácter de t.itilid.ád ..
"Ahora bien, dice Marx, con el carácter de utilidad: de
., .
(35) lbld., p. 6.
(36) lbld.
(37) lbld.

158
los productos de trabajo, [también] desaparece el ca-
rácter de utilidad de los trabajos que representán. y
por tanto desaparecen también las diversas formas con-
cretas de estos trabajos, que ya no se distinguen, sino
que se reducen todos ellos al mismo trabajo humar:o,
a trabajo humano abstracto." "Toda la fuerza de tra-
bajo de la sociedad, que se presenta en los valores
que forman el mundo de las mercandas, se manifiesta
[por consiguiente] como única e idéntica fuerza de·
trabajo, aunque consista de; innumerables fuerzas indi-
o vi dual!:!~ .de trab~jo" (38). ¡ .
. Pero hay que observar-. que esta· a.bstracción, .. tra-
bajo humano en general", ·no es una- mera hipótes:s
carente de correspondencia ·objetiva, o una abstracción
en el sentido de una generalización mental. Al contra-
rio, "el trabajo humano· en general"', o "trabajo gen~
ralmente humano", o "trab?io sans phrase", es una
abstracción real, creada por _primera vez en la sacie·
dad capitalista moderna. Los dos presupuestos, UpicÓs
exclusivamente de la sociedad capitalista,_ que hacen
posible el surgimiento de esa abstracción real, y aue
en el rondo se identifican,· son el carácter libre del.
trabajo (el trabajador ''libre") y la movilidad del tra- ..
bajo. Por. .
cuanto respecta a(1·car~_cter- ·~libre" del traba-
jo, téngase presente que en la sociedad burguesa el
individuo aparece por primera vez como tal. es decir,
como persona independiente;· sin ~star sometida al pro-
pietario privado a través de ~n vinculo político y. coer-
citivo directo, y que la fuerza de trabajo se "libera··
del vinculo que la une al medio de producción y al
propietari·o, para incluirse en el mercado como "mer-
cancla" libre (39). La aparición del trabajador jurfdi-
camente libre es un grandioso proceso realizado po:-

. (38) I!Jid., pp. 5-ii. .


(39) Cf. U. Cerroni, La pro9pelllva del comunlamo. Roma, 1960.
pOginns 15·1 G. .

. "i59
primera vez con el asce~dimiento histórico de la bur-
guesla. Con el desarrollq capitalista, el trabajador se
libera de los vínculos de las "artes"· u "oficios" medie-
v·ales y se convierte en una persona libre, capaz por
'gerecho de cambiar de trabajo y de ir a donde quie(a.
Esta condición del trabajador en la sociedad moderna,
su existencia de trabajador libre, constituye la base
. indispensable del otro aspecto del trabajo en esta so-
ciedad: su movilidad.
La sociedad capitalista -escribe el economista
; P. M. Sweezy se caracteriza por ·un grado de movilidad
del trabajo mucho m~yor: del que se ha dado· en cua(-
quier otra sociedad anted?r· Los trabajadores no sólo
cambian de ocupación coh relativa frecuencia, sino que
la afluencia de ¡nuevos trabajadores que aparecen en el
mercado se de~vla. ráplaa·mente de las ocupaciones en
'd~~censo a las que van en ascenso (40}. Marx carac-
teriza este fenómeno del siguiente modo: "La eviden-
d~, nos enseña [ ... ] que; a consecuencia de las fluc-
tuáciones de· la demanda de trabajo, una cantidad de·
terminada de trabajo humano se aporta alternativamen·
te en forma de trabajo dé sastrerfa o de trabajo textil.
Es posible que estas transformaciones del trabajo no
se produzcan sin resistencia, pero deben producir-
se" (41}. Luego, cuando se abstrae de las formas con-
cretas, especlfi.~as, de los varios tipos de trabajo y se
habla de "trabajo humano en general" es porque las
diferencias entre Jos distintos tipos de trabajo son práé-
_llcamente, realmente, de. lmport.ancia secundaria: Marx
expresa esto del siguiente modo: "Esta abstracción del
trabajo en general no es sólo el resultado· mental de una
totalidad concreta de trabajos. La indiferencia hacia un
trabajo determinado corresponde a una forma de so-
. .

~-· (40) P. M. Sweety, Teorfa del desarrollo capllallata, México,


:Editorial F.C.E., 1964, p. 41.
· (41) El capital, !ibro 1, sección 1.•, cae. 1 (2), p. 11.

160
ciedad en la cual los individuos pasan· fácilmente de
un trabajo a otro y en la que el género determinado
de trabajo es lortuito y, por consiguiente, les es indife·
rente. En ese caso, el trabajo se ha convertido no sólo
categórica, sino también realmente en un medio de pro·
ducir riqueza en. general, y ha dejado de confundirse
con el individuo como su destino particular. Tal esta·
do de cosas es el más desarrollado en la más moder·
na forma de existencia de la sociedad burguesa, los
Estados Unidos. Por tanto. en este caso la abstracción
de la categorla "trabajo". '"trabajo en general". trabajo
sans phrase, que e·s el punto de partida de la econa·
mía moderna, por primera vez resulta prácticamente
cierta" (42).
Esa abstracción del trabajo humano general existe,
dice Marx, en el trabajo medio que todo individuo me-
dio de una sociedad dada puede realizar, es una de·
·terminada inversión productiva de músculos, nervios y
cerebro humanos. Es trabajo simple, para el que cada
individuo medio puede ser adiestrado y que debe rea·
!izar bajo una forma u otra '"Que A produzca hierro
durante seis h_oras y tela durante seis horas, y que 8
praduzc~ también hierro durante seis horas y tela du-
rante otras seis, o que A produzca hierro durante doce
horas y B tela durante otras doce, no cambia, eviden·
lemente, el que se trate de un empleo distinto de un
mismo tiempo de trabajo" (43).
Por consiguiente. la abstracción trabajo no es una
abstracción arbitraria, una mera hipótesis empleada por
el investigador según fines concretos def análisis, sino
una abstracción reel, propia de la esencia del capita·
lis mo ( 44). Marx define el trabajo que crea valor de

(-42} Conlrlbuclón a la criUca, p. 2i.C.


(-43) lbld., pp. ~9-50.
(-4-4) Es;to lo ve Luk3cs f!";] Hlllol1a y C1)nsclencla de clan, cil.,
pégina 9~.

161
cambio como "general abstracto" porque en él des-
aparecen todas las características de los trabajos con-
cretos y la individualidad del trabajador. Como tal, el
"trabajo general abstracto" constituye una hipóstasis,
un sujeto real en el que los distintos individuos que
trabajan aparecen como simples órganos. En realidad,
el trabajo asr medido mediante el tiempo no aparece
como trabajo de individuos diferentes, sino que los di-
ferentes. individuos que trabajan aparecen como sim-
ples órganos del trabajo" (45). .
En cuanto valores, las mercancías son sólo cristali-
zaciones oel trabajo simple, uniforme, indistir:~to, al que
l-: es tan "indiferente manifestarse en el oro, en el hie-
rrt), en el trigo y en la seda, como al oxigeno hallarse
~m el óxido de hierro, en la atmósfera, en el zumo de
uva o en la sangre del hombre" { 46). Concebidas corno
valores de cambio, la diferencia de las mercancfas sólo
puede ser, pues, de tipo cuantitativo: albergan una mag-
nitud. mayor o menor de esa sustancia creadora de va-
lor que es el trabajo humano general. Marx siempre hace
hincapié sobre el ·carácter real de la hipóstasis que
constituye el trabajo abstracto. Dice que para medir
l~s Vf:ilores de cambio de las mercancías mediante el
tiempo· de trabajo incorporado a ellas, los diferentes
trabajos deberán reducirse ellos mismos a trabajo sim-
ple, no diferenciado y uniforme, en una palabra, al
trabajo que cualitativamente siempre es idéntico y sólo
se distingue por la cantidad. "Esta reducción. parece
una abstracción -continúa Marx-, pero es una abs-
tracción que tiene lugar todos los dlas en el proceso
social de producción. La reducción de todas las mer-
cancfas a tiempo de trabajo no supone una abstracción .
mayor ni menos real, al mismo tiempo, que la reducción
de todos los cuerpos orgánicos a aire" (47).
(45) Contribución a la critica, p. 49.
(46) lbld., P.· 47.
(47) lbld., p. 49.

162
Ahora ya resulta bastanle claro el problema de ca·
rácter místico de la mercancía, su esencia de algo sen·
siblemente suprasensible (y como la mercancía consti·
tuye la célula elemental de los dominios de la riqueza
burguesa, su misticismo es el de la realidad misma, su
metaffsica es Ja de toda sociedad burguesa). En reali-
dad, el análisis de la mercancfa muestra que ésta es
algo doble: valor de uso y valor. El valor (una cantid&d
determinada de trabajo humano general) se encari'la
en la materia de la mercancfa (hierro, tela, etc.) efec-
túa "su manifiesta forma sensible de existencia". La
forma .·n-atural de la mercan~cía (el valor de uso) es la
"forma· fenoménica" de una "espectral objetividad", o
de una cantidad determinada de trabajo abstracto. En
resumen, la mercancía est~ constituida por una "vul-
gar objetividad sensible" qa materia de la mercancla.
su forma natural, su valor <;1e uso), que es la manifes-
tación fenoménica, sensible, del otro elemento de la
mercancfa, la materialización de valor. Si la "vulga.-
objetividad sensible" es algo tangible y concreto, la
materialización de valor es algo abstracto que "no se
sabe dónde encontrar"; podemos dar las vu=ltas que
queramos a una mercancía determinada cuantas veces
queramos y su valor seguirá siendo inapreciable" ( 48).
Por eso la mercancía es. algó "s~~siblemente supl~-
. sensible", porque es un cuerpo (algo sensible) que ~:;;
expresión de una espectr_al. objetividad (suprasenk-
ble), que ha encontrado su forma fenoménica en e~c
cuerpo. Por eso la mercancía es algo "místico": es '!i
misterio de la encarnación' revelado, lo abstracto q~e
se hacé concreto, lo infini~o qt:e se materializa en lo
finito. Esta metafísica, este' misticismo son propios de
cada mercancía, de todas nas mercancías, de toda la
. riqueza burguesa, de la soéiedad misma. La estru9:ura
i

· ( 4 O) El copila! y Scrittl lnediU di e::onoml11 polltica, cit. p. ; ~3.


de la mercanci!l nos revela la metaflsica de la socie-
dad, porque descubre la hipóstasis real (el trabajo hu-
mano general) que constituye una abstracción que se
expresa en muchas determinaciones particulares, lás
mercancfas, y de las que cada trabajo no es sino sim- .
•.pie órgano o articulación ( 49).
' · En varias ocasiones Marx destaca el carácter de
r.ealidad y .objetividad de; la abstracción trabaJo, que
es especifico de la sociedad burguesa y. sólo de· ella·
(en cuanto que las . formaciones económico-sociales
precapitalistas desconocfan el trabajo "libre", condi-
ción esencial d.e la apaiiclón del "trabajo humano abs-
tracto". Y también señala que, precisamente porque la
: abstracción es real y objetiva, constituye el sujeto de
un proceso:féal que es la metatrsica de la sociedad
· burguesa misma. Conviene poner un ejemplo. En El ca·
pltal, Marx observa que Aristóteles dice claramente que
la forma-dinero de la mercancfa es la forma posterior·
mente
t ..
desarrollada de la forma simple de valor, es de-
ciG la expresión de valor de una mercancla en otra
cualquiera. Añade Marx, que Aristóteles advierte, ade-
. m,~s. que si, por ejemplo, la casa puede equipararse
'cúálitativamente al lecho, tales magnitudes, muy dife-
: rentes en cuanto al sentido, no serian referibles la una
·a la otra como magnitudes conmensurables sin tener
:una identidad sustancial. Pero al llegar a este punto
Aristóteles se détíene y renuncia a seguir analizando ·
la forma del valor. Dice que es imposible que cosas tan
.. ~ . .

{49) El ca~ácler ffslca~enle metaffslco do la mercencra es


uno de los puntos del ané!Jsls marxista más descuidado por los
estudiosos. C. Luporinl lo ha pasado por alto. "Esta expresión
-dice- no es la designación de una pareJa, sino de una s!nlasls
y' en cierto moqo { ef\ cuanto a un aspecto) de una 'slntesls
a prlo~i' " (Reallla e storlcllA; economfa e dlalettlca nel marxismo,
en "Critica marxista", IV, 1966, p. 91). Nosotros no comparlfmos
esta referencia a Kant; de hecho. si la mercancf::l es ffslcamente
metallslca porque es el receptéculo material de lo abstracto que es
el trabajo, entonces hay que hacer referencia a las hipótesis de la
. filosof{a de Hegel. Volveremos sobre esto: cf. p. 159 y ss.

164
distintas sean cualitativamente iguales, y la equipará-
ción tiene que ser algo ajeno a su verdadera natura-
leza y por tanto un "simple recurso ante las necesida-
des de la práctica". "El propio Aristóteles nos dice,
pues. -comenta Marx-, por qué tropieza su análisis:
por la carencia del concepto valor. ¿Qué es lo Igual,
la·· susiancia común que, en la expresión de valor del
lecho, representa la casa respecto al lecho? Aristóteles
·oeclara qüe, "en rigor, no puede existir" algo por el
estilo. ¿Por qué? La casa representa respecto a los
lechos un algo igual, en la medida en que representa,
aquello que es realmente Igual en los lechos y en la
casa: el trabaJo humano. Pero analizando la forma del
valor, Aristóteles no podfa descifrar el hecho de .que
en ·la forma de los valores de niercancfas todos los
trabajos se expresan como trabajo humano igual, y
por tanto como equivalentes, porque la sociedad grle·
ga se basaba en el trabajo de los esclavos, y por tanto
tenia como base natural la desigualdad de Jos hombres
y de sus fuerzas de trabajo" (50). En otros términos,
Aristóteles no pod_fa darse cuenta que equiparar cuan-
titativamente magnitudes de objetos diferentes sólo es
posible reduciéndolas a la misma unidad; y que ·ade-
más esa reducción no es .un mero expediente con fines
prácticos, sino que es posible en la medida en que
son objetos diferentes, distintos valores de uso, y en
cuanto valores sólo son expresiones de la misma uni-
dad. En realidad, esa unidad -el trabajo humano abs-
tracto- uniforme y homogénea sólo es producto de la
.sociedad burguesa (de la que es fundamento al mis-
mo tiempo); solamente es una entidad real en esta so-
ciedad. En cambio, la sociedad griega, que se basaba
en el trabajo de esclavos, y que por tanto no conocf a
el trabajo libre, no podía tener por fundamento el tra-

(SO) Ef capllal, l:bro 1, sección 1.', cap. 1, pp. 25-26.

165
bajo abstracto, uniforme y general. El genio de Aristó-
-teles no podfa, naturalmente, sobrepasar esa "limita-
ción histórica" y no podia descubrir en la realidad so-
cial lo que realmen\e no estaba {51).
Pero una vez aclarado el misticismo de la mercan-
cía y el carácter de abstracción real y no de simple
generalización mental (52) que el trabajo abstracto o
generalmente humano tiene en la sociedad burguesa,
5Urge el problema de saber de qué modo este trabajo
· que crea valor de cambio y que, por tanto, produce
mercancías, constituye trabajo social. En realidad, las
condiciones del trabajo que cr€a valor de cambio son
··1eterminaciones sociales del trabajo, o bien, determi-
r,aciones del trabajo social, pero ~dice Marx- "no
\

(51) Cf. \en las Tcorlas de la plusvalía (Madrid, Alberlo Co~a­


zón Editor, 1974), la áspera polémica ·de Marx. contra Bailey, ol
cual "no [ha] comprendido nada ni del valor ni de la esencia dol
dinero, si [ conside~a J la sustantivación del valor como una in-
vención escolástica qe economistas". Todas las contradicciones
que sa derivan de esa sustanlivación son, dice Marx, "inherentes
a la realidad, no 'a la expresión escolástica de la realidad" op. cll.,
temo 11, p. 178). Por tanto, esta respuesta de Marx a Bailey vale
también para todos los estudiosos posteriores que consideraban
impllcilo en la teorla del valor-trabajo una especie de realismo
conceptual, de escolasticismo o de "ontologismo metaflsico" (ex-
presión utilizada po~ G. Calogero, en La crlllca dell'economla e 11
marxismo, Firenze, 1944, !?· 49), ele. La teorla del valor-trabajo
seria una mara hipótesis sin correspondencia objetiva, y expresarla
un ideal de justicia de un tipo de derecho natural. Para Myrdal, por
ejemplo, el valor (eal es valor metallsico po( excelencia, originado
por las doctrinas de derecho natu.ral. Electivamenle, manllene el
origen lockiano de la teoda clásica del valor (el. G. Myrdat, El
elemento polltlco en el desarrollo de la leorla económica, Madrl.d,
Editorial Gredas, 1967, caps. 111 y IV}. Su argumenlación la· ha re-
cogiqo G. H. Sabine, Historia de las doctrinas po\lllcas, y otros.
Para un tratamiento más profundo de este problema, remitimos a
G. Pietranera, La leorla del valore e dello svlluppo capllallsllco
In A. Smllh, Milano. 1963, p. 20 y ss. Al carácter do abstracción
real del trabajo humano general (y no de mer.a hipótesis, o de
gen1ualización mental, o de invención escolástica} se conecta la
posibilidad misma de una teorla del fetichismo de las mercanclas.
(52) Este ca(ácter de abstracción real del trabajo, propl.o de
la esencia del capitalismo, y no de simple generalización mental,
lo ha puesto ele relieve L. Colletti, en la Introducción a Socialismo
e soclaldemocrazia de E. Bernstein, Bari, 1968, p. XLVI y ss.

1G6
son simplemente sociales, lo son de un modo especial".
"Se trata de un modo específico de socialided" (53).
En la sociedad burguesa,' el carácter social dal trana:o
lo confiere el hecho de que el trabajo individual cobra
la forma abstracta de lo general, o que su producto¡_re·-
viste la forma de equivalente· general. Según Marx.: en·
esto hay que buscar tanto la diferencia fundame:t' al
entre sociedad burguesa: y fonnas sociales preburgue-
sas, como la rafz del fenómeno que Marx denomina
fetichismo. Tratemos de descubrir el nexo de esios
. probl.emas.
La simplicidad indiferen_ciada ·del trabaJo en la so-
ciedad burguesa es igu~ldad de los. trabajos reaiiza·
dos por individuos dilere,ntes, ·una reciproca· relación
de sus trabaJos los unos con los otros en cuanto tra·
bajo igual" (54}. En otros términos, el tiempo de tra·
bajo representado en el :valor de cambio ·es el tiem-
po de trabajo del individuo, pero del individuo no :H-
ferenciado de los otros individuos. en la medida nn
que realizan un trabajo idéntico" (55). Luego el tiem·
po de trabajo necesario 'para· que un obrero produzca
una determinada mercancla, es el mismo tiempo ;de
trabajo que emplearía cualquier otro ~~ra que la pro·
ducción de la misma mercancía.· .!'Es el tiempo de. tra·
. bajo del individuo, pero; no es su tiempo de trabájo,
dado que es el tiempo de trabajo común a todos, ;..'or
lo que es indiferente que sea-el tiempo de trabajo de
tal o cual individuo" (56). En esa Jgualdad o !nd~stln­
clón de los trabajos individuales, eñ la que los diferen-
tes trabajos concretos sólo son momentos o articula-
ciones de !trabajo general abstracto, y como tales,' por
tantó, reducidos o reducibles a la misma unidad ~por
1
(53) Contribución a la critica. p. 51.
(54) lbld. !
(55) lb! d. .
(56) lbld.

-.67
eso son indistinios-, residen la posibilidad y las ca-
r_acterlsticas del intercambio en la sociedad burguesa
rl)Oderna. Para aclarar el problema, valga este ejemplo
aportado por el propio Marx. Supongamos que Igual ·
c:anlfdad de tiempo de trabajo de un obrero que hila
y' de un tejedor se objetivice o "cristalice", respecti-
v'éimente, en 100 libras de hilo de lino y en 100 varas
de tela. Las 100 libras de hilo de lino y las 10Ó varas
de _tela son equivalentes y, por tanto, intercambiables,
puesto que ambos productos representan un "quan-
tum" igual de tie.mpo de trabajo general y son equiva-
lente_s, pues, de· todo valor· de uso que contenga un
tiempo de trabajo de igual duraclón. "Por la sola ra-
7órt:-comenta M.a~)<-- de que el tiempo de trabajo
del que hila y -al tiempo de 'trabajo del tejedor se pre-
sentan como tiempo de trabCtjo general, y que sus pro-
ductos, por tanto, representan equivalentes generales,
el 'trabajo del tejedor y el del que hila realizan en
este coso el trabnjo del uno 'para el trabajo del otro; es
decir. realizan para ambos la existencia social de su
trabajo" (57). Lo que significa que en el valor de cam-
bio de una mercancía el tiempo de trabajo encerrado
en él es tiempo de trabajo del individuo tomado aisla-
damente, pero, al ser el trabajo del individuo no dife-
renciado respecto al trabajo de otro cualquiera, es de-
cir, $1 ser expresión o articula~ión del trabajo general_
igua!Fo trabajo general abstracto, se presenta inmedia-
tam:e-nte como tiempo dé trabajo general, y ese carác·
ter .general del trabajo individual aparece como ol ca·
rácter social de este último _(58). Luego: "para que el
trabajo del individuo resulte valor de cambio, debe
constituirse un equivalente general, o sea, representa-
,.. ción del trabajo tiempo de individual como tiempo de
~ •trabajo gel}eral". Lo que de nuevo significa que el

('57) lbld., p. 52.


(~8) lbld., p. 51.

168
trabajo que se expresa en el valor de cambio (y que
es trabajo individual) sólo "se convierte en social al
adoptar la forma de su inmediato opuesto, la fornia
de la generalidad abstracta" (59).
-Como se ha dicho, ese carácter socialmente me-dia-
to _del trabajo y de sus productos en la sociedad bur-
guesa -donde, repetimos, el tiempo de trabajo del
indivi~uo se presenta como tiempo de trabajo general
y su producto como equivalente general, o sea, que
el trabajo del uno solo tiene existencia sociál para el .
trabajo del otro en la medida en que adopta "fa for-
ma de su inmediato opuesto", la forma de la genera·
lidad abstracta"-, ese carácter distingue especifica-
mente el trabajo en la sociedad burguesa del trabajo
de las épocas preburguesas. Respecto a esto, Marx
nos da la siguiente caracterización:
Por el contrario, en la industria patriarcal rural, en
la que el que hilaba y el tejedor vivían bajo el mismo
techo, en la que los componentes femeninos de la fa-
milia hilaban y los masculinos tejían, únicamente para
las necesidades fAmiliares, el hilo y la tela eran pro-
ductos sociales, hilar y tejer eran trabajos sociales en
el seno de la familia. Pero su carácter social no· con·
sislía en el hecho de que el hilo, como equivalente ge·
neral, se cambiara por la tela como equivalente. gene-
ral, o que ambos se cambiasen recíprocamente como
expresiones indistintas y equivalentes del mismo tiem·
po de trabajo general. Era la organización familiar, con
su espontánea y natural división del trabajo, la que im·
primla al producto del trabajo su sello peculiar. O bien,
consideremos los tributos naturales y en especie de la
Edad Media. En ésta, lo que constiluian los. lazos so·
cíales, eran los determinados :rabajos de los individuos
en su forma natural y espontánea: la particularidad, y

{59) lbld., pp. 51·53.

169
no la generalidad del trabajo. O, por t.'Jitirno, considere-
mos el trabajo en comCm bajo su formo natural y es-
pontánea, tal como lo encontramos en el umbral de la
historia de todos los pueblos civilizados. En este caso,
el carácter social del trabajo no lo imprime evidente-
mente el hecho de que el trabajo del individuo adopte
la forma abstracta de la generalidad, o de que su pro-
ducto revista la forma de equi·1alente general. La co-
munidad, el presupuesto de la producción, esa que im-
pide que el trabajo del individuo sea trabajo privado,
la que hace aparecer el trabajo individual como fun-
ción directa de un miembro del organismo social (60).
En cambio, en la sociedad burguesa, toda la cohe-
sión o unidad social se obtiene a través del intercam-
bio de los productos del trabajo como mercancías. En
realidad, en esta sociedad, el presupuesto de la pro-
ducción ya no es la comunidad, que organiza la divi-
sión del trabajo y distribuye directamente los produc-
tos .del trabajo entre sus distintos miembros. En un
tipo de organización como el que cita Marx de la co-
munidad rural, la relación entre los individuos es inme-
diatamente social. En cambio, en la sociedad burgue-
sa, la conexión social se produce a espaldas de los in-
dividuos, sin que ellos la dirijan conscientemente. En
ella los hombres son productores independientes, se-
parados unos de otros, y sólo se relacionan entre sí
a través de los productos de su trabajo; es decir, que
se relacionan no inmediata y conscientemente, sino
Inmediata e Inconscientemente, a través del intercam-
bio o el mercado. Marx explica la manera en que esto
ocurre con la descripción de la operación real según
la cual el tiempo de trabajo del individuo se presente\
como tiempo de trabajo general y su producto coino
equivalente general. Y Crnicamenle porque el trabajo

( 60) lbi d., pp. 52-53.

170
del individuo odorla la forma do su inmediato opuo~to.
es decir, la forma de la generalidad abstracta, es ;::or
lo que el trabajo de uno tiene existencia social para el
trabajo del otro. . .
Con esto hemos encontrado la respuesta a la cues-
tión planteada al comienzo:' cómo se crea la cohesión
social en una sociedad, a ·la que propiedad privada y
división del trabajo han aiomizado; donde la prú(h;c·
ción ya no aparece como hecho social, sino como acto
privado de productores aislados; en la que, en general,
todos. actúan como sujetos aislados e independientes
Y' cada uno persigue su pFOpio interés: El anterior ará-
lisis nos ha dado todos los .útiles para responder a esta
cuestión: se trata del inter'?ambio y del carácter es¡:e-
cffico que asume en esta S?ciedad. En ella los objetes
de uso se convierten en me~cancías, en cuanto que son
productos de trabajos privados, realizados indepen-
dientemente los unos de los otros. El conjunto de tra-
bajos privados constituye 'el trabajo social coleclho.
Pero, ''como los productores sólo entran en contac'o
social al cambiar los productos de su trabajo, el C3·
rácter especiricamente social de sus trabajos privados
asimismo sólo se manifiesta dentro de este intarca:n-
bio. O lo que es lo mismo, lo~ trabajos privados scio
expresan realmente su cualid~d de eslabones del,lr3-
bajo colectivo de la sociedad mediante las relacibr.rs
que el intercambio establece e_ntre los productos ·cel
trabajo y, a través de ellos, entre los productores". Y ¡:-:-r
eso, ante los productores, las· relaciones sociales .:'e
sus trabajos privados "aparecen como lo que son; ~s
decir, no como relaciones· directamente sociales ce
las personas en sus trabajos, sino como relaciones de
cosas entre personas y relaciones sociales entre co-
sas'.' (61).

(61) El capital, libro l. sección 1.•, cap. 1, p. 38. A coniÍm a-


ción damos el texto alemán de este párrafo: "Den letzteren :a
IC'::;

1 71
:. ···.1
1

En el carácter social; lndlreclo del trabalo en la


sociedad burguesa se encierra. pues. el fenómeno· que
, Marx llama fetichismo; e~to es, el hecho de que "la
relación· social de las pers'onas se presenta, por decirio
asf, invertida, como relación social de las cosas" (62).
Para Marx,(i! letichjs'mRJ es el fenómeno especifico
de un tipo de sociedad, la burguesa, en la que los pro·
duetos del trabaJo adoptan la forma de mercanclas, don-
d.e el trabajo mismo es mercancla, y donde el nexo
social colectivo, la cohesión social entre los individuos
'ij: sus trabajos privados; se da mediante el cambio de
mercanclas. Como el trabajo y su producto no son di-
rectamente sedales! .sino~ que sólo Jo son cuando co-
bran; respectiva-m-ente,· el 'uno la forma de la generali-
.dad abstracta y el otro la de equivalente general; del
· mismo modo, la cohesión social de los trabajos aislados
y de los individuos que los realizan nó es directa, sino
Indirecta, es decir, producida e conseguida por m~dio
del cambio de los produbros del trabajo. "Ese nexo
materialmente social de trabajos privados independien·
les los unos de los otros -dice Marx- tan sólo es
indirecto; es decir, que Sólo se realiza a través del
c:amblo de sus productos. Por consiguiente, el pro-
dú~to del trabajo sólo tiene forma social en cuanto que
tiene forma de valor, o sea, forma cambiable por otros
·~reductos de trabajo" (63). Por tanto, el proceso·so·
cial . éonsla de tres momentos inseparables -~nire sr,.
que forman .un lodo únicó: a) la igualdad de los tra-
. bajos humanos asume la forma real de una materializa-
ción igual de valor de Jos· productos del trabajo; b) la

productores J erschcil"\en dnher die gesellschaftllchen Beziehungen


.lhrer Privatarbeilen als das was sle sind, d. h. nlcht als unmlllelbar
'gesellschaftliche Verhiiltnisse dar Pernen in ihren Arbeiten selbst.
'sondern vielmehr als sachlich e Verháflnisse der Personen un geseiJ·
·schaflliche Verhállnisse der Sachen".
(62) lbld.
(63) K. Marx, Scrllll Jncdlll di economla pollllca, cil. p. 145.

172
magnitud del despliegue de la fuerza humana de tra-
bajo, medida por el tiempo de su duración, reviste la
forma de magnitud de valor de los productos del tra-
bajo; e) y finalmente las relaciones entre los produc-
tores. cobran la forma de una relación· sociaf de los
~~oductos del trabajo (64). De ahí lo que Marx llama
el "misterio" de la forma mercancía. que consiste sim-
plemente en que tal forma "proyecta ante los hombres
como en un espejo el carácter social de su propio
transformado en el carácter material de los productos
de su trabajo, propiedad social natural de . estos obje-
tos, y, por tanto, también refleja la relación social entre
productores y trabajo colectivo como uria relación sep.
cial entre objetos que se diera al margen de los pr~··
.
duetos mismos" (65). Pero puesto que sabemos que ·
como las mercanclas según la idéntica cantidad d
sustancia creadora de valor o trabajo abstracto qu~
contienen, y como, por otra parte, las magnitudes d~
valor varlan constantemente, ~independientemente dé.
la voluntad, del conocimiento previo y de la acción ~d
l~s personas. entre quienes se realiza el cambio", par9:
éstas .últimas, "su propio movimiento social cobra la
forma de un movimiento de cosas bajo cuyo control.
están, en vez de ser ellos quienes las controlen" ( 66)-
Esta es, en lineas generales, la teoría marxiana del
fetichismo de las mercanclas. tal como se desprende
de las dos grandes obras· de madurez de Marx.
Hay un aspecto de esta teoría particularmente deli-
cado, y que queda esclarecido en todas sus implica-,
ciones. En un pasaje que ya hemos citado, Marx dice
que en la sociedad burguesa las relaciones sociales
de los trabajos privados "aparecen (ante los produc-
tores] como lo que son; es decir, no como relaciones

(64) El capital, lib:o l. secciór¡ t.•. :ap. ;, ;:¡. 37.


(65) lbld.
(G6) lbld .• p. ~o.

173
directamente sociales entre personas [ ... ]. sino como
relaciones sociales entre cosas". Asf, pues, Marx dis-
tingue entre un aparecer o apariencia y el ser. la rea-
lidad. Pero no se trata de una auténtica y verdadera
oposición, porque Marx dice que las relaciones socia·
les aparecen (erschelnen) tal como son (slnd) en rea-
lidad: por ese motivo, apariencia y realidad coinciden.
Sin embargo, en ese aparecer está· implícita de algún
modo 'una referencia a una falsa conciencia'. o concien-
. cia invertida de la realidad; conciencia que, por otra
parte,_.·está justificada por la realidad misma y que,
por tanto, es auténtica en cierto sentido. Marx resuelve
estos problemas en una página fundamental del Capi-
tal.. En ella dice que los hombres equiparan unos con
otros sus diferentes trabajos como trabajo humano, al
equiparar unos con otros en el cambjo, como valores,
sus diversos productos. No lo saben, pero lo hacen.
Sabemos que de ese modo es como el valor transfor-
ma lodo producto del trabajo en un "jeroglífico social".
"Luego, dice Marx, los hombres tratan de descifrar el
sentido del jeroglífico y descubrir el secreto de su
propio producto social, ya que la determinación de los
objetos de uso como valores es su producto social,
tanto como el lenguaje. El tardío descubrimiento cien·
tffico de que los productos del trabajo, considerados
como valores, sólo son expresiones materiales del tra-
bajo humano invertido en su producción, es un descu-
brimiento que hace época en la historia del progreso
humano, pero que no disipa en absoluto la apariencia
objetiva del carácter social del trabajo". La caracte-
rística de esta particular forma de producción que es
la producción de mercancías, esto es, que el carácter
especfficamente social de los trabajos privados inde-
pendientes los unos de los otros reside en su igualdad
como trabajo humano y adopta In forma del carácter de
valor de los productos del trabajo, se presento como

174
algo definitivo, tanto antes como después de aquel des-
cubrimiento, a los que están cautivos en las relaciones
de producción de mercancfas: "algo tan definitivo como
el hecho de que la descomposición ci~ntlfica del aira
en sus elementos deja indemne la forma Hsica del aire
como forma material" (67). Por otra parte, sólo en una
producción de mercancías; completamente desarrolla-
da puede hacerse el descu.brimiento cientifico de qüe
la determinación de la magf\itud de valor por medio del
tiempo de trabajo es "un t~abaJo oculto bajo las osci-
laciones aparentes de los valores-relativos de las mer-
c~nc(as''. Ese déscubrimiento eÍimina la. "apariencia de
·la determinación puramente casual de las magnitudes
de valor de Jos productos del- trabajo, pero no destru-
ye de ninguna manera su f~rma objetiva" (68).
1
Ya está claro en qué s~ntido el fetichismo es una
falsa conciencia, que, sin embargo, tiene su base y
justificación en la realidad social del capitalismo (lue-
go no es una pura ilusión}. Es una falsa conciencia e!l
la medida en que los hombres no logran sobrepasar
esn realidad y esas relncion~s de cosas, bajo cuyo con-
trol se encuentran; es decir,: no logran que las relacio·
1 : j
- •• ' 1
(67) lbid., pp. 39·40. /
(68) . lbld., 1?· 40. Evidentemenle, este descubri.miento cienlill·
co es de gran importancia, no sólo desde el punto de vista de 'ht
cioncia, sino también para la conciencia revolucionaria .da la ctast>-
obrero. Se ha. observado justamente ,a es le respecto que, Plt~SI:l
c¡ue el "valo(' se considera como la materialización ~e la fuer'J&
humana de trabajo, el discurso crilico-cienlffico o antilelichls!a
t.lc El capllal coincide con la ~utoconclencla misma de la tlas'!
obrera. "En el sentido de que, como el trabajo asalariado, al c·>-
nocer In esencia del 'capilal' y del 'valor', ·Jos r:econoce como ti
propio 'si'. objetivado (por lo que, al conocer: esos objetos. ~ t!l.
vez adquiere conciencia de si); de ese modo, al conocerse, la cie-
se obrora lambién realiza ..:...al ser la ganancia y la renta formas
resultantes dQ la r.lusvalfa- el conocimiento del lugar da origer;
t.le lu5 otras clases y, a partir qe esto, de toda la sociedad- (L.
C elti, lntroduzlone, cil., p. LX). En su e11sayo sobr:e la r&ificaclón
lukflc ha sido el primero en subrayar este motivo de la cclnc:.
~nc a en la clase obrera del conocimiento de si y da tod;~ •a
sociedad.
nes indirectas de las cosas son relaciones sociales
entre las personas. Por btra parte, como en la 'socie-
dad burguesa las relaciones entre las personas, las re-
laciones sociales, son realmente relaciones entre co-
sas (productos del trabajo considerados como valo- .
res), el pensamiento social que se construye los ins-
. trumentos de análisis para disolver el halo ~fstico del
· fetichismo, sólo puede hacerlo, justamente, a nivel de
conciencia, a nivel de conciencia social e información
subjetiva, pero no· de realidad. Además, la dificultad de
superar ese halo mfstico se debe precisamente a la
base real que le determina. Según Marx, los economis-
tas modernos, por ejemplo, en prirT)er lugares los "vul-
gares", se quedan-·atrápados en la apariencia ·relichis-
ta, sobre tod-o cuando tratan de categorfas económicas
s_~periores. Esto lo afirma Marx en no pocos lugares.
¡;:¡, la Contribución a la crítica de la economla polltlca,
por ejempló, tras aludir a la "mixtificación de la mer-
cancia", ·en la que el valor de cambio aparece como
determinación natural social de los valores de uso,
como determinación que corresponde a éstos en cuan-
'
lo cosas, escribe: .
Unicamente el hábito de la vida puede hacer apare-
cer como algo.. banal y corriente el hecho de que una
relación de producción social adopte la forma de un
objeto, de manera que las relaciones laborales de las
. personas se manifiesten más bien como relaciones recf- .
procas entre cosas y entre personas y cosas. En la mer-
cancfa, esta mixtificación es aún más simple. Más o
ni~nos vagamente, todo el mundo entiende que la rela-
ciÓn entre mercancfas como valores de cambio, más
tilen es una relación entre las personas en su reciproca
actividad productiva. En las relaciones de producción
más elevadas, esta aparfencia de simplicidad desapa-
rece. Todas la~ ilusiones del sistema monetario provie·
nen de que del aspecto del dinero no se desprende que

176
represente una relación de producción social, aunque
lo haga bajo la forma de un objeto natural y de deter-
minadas propiedades. La misma ilusión se desprende
entre los economistas modernos que se ríen desdeño-
sa~ente de. las ilusiones del sistema monetario, en se-
guida· qüe se ocupan de categorías económicas supe-
riores, por ejemplo, el capital. La descubren al confesar
cándidamente su asombro cuando tan pronto aparece
como una relación social lo que torpemente considera-
ban
. como
. un objeto,
. . . . como
. les !nquieta
.
nuevamente
.

como objeto lo que apenas acabaoan de considerRr


como relación social (69).
En el tomo 111 de El capital, en el capítulo sobre la
.{Fórmula trlnllarlii] Marx señala cómo la economla vul-
' gar se siente particularmente cómoda en la "forma fe-
noménica extrañada" de las relaciones económicas.
Estas relaciones, dice Marx, se les aparecen tanto más
evidentes cuanto más escondida les sigue siendo su
trabazón interna. Según Marx. en la -fórmula trinitaria"
se ve precisamente: cómo la economía vulgar no logra
alcanzar la esencia de las cosas --esto es, las relacio-
nes sociales reales~·y sigue apegada a la pura apa-
riencia, a la realidad en su forma extrañada, cosifica-
da. Merece la pena que profundicemos sobre este pun-
to, del que podremos deducir precisas indicaciones
acerca de la relación entre apariencia (es decir, re-
flejo ideológico mixtificado de las relaciones sociales).
Sigamos, pues, la argumentación de Marx.
En la sociedad capitalista, la plusvalía o pluspro-
ducto se distribuye entre los capitalistas como un divi-
dendo en proporción a la cantidad de capital social
que cada uno posea. Pero esta apropiación y distribu-
ción de la plusvalía o plusproducto por parte del ca-
pital, encuentra su barrera en la propiedad privada del

(59) Conlribuc:lón a In critica ..., p;:. 5<4-55.

177
suelo. Así como el capitalista, en forma de ganancia,
estruja al obrero trabajo sobrante, y con él plusvalfa y
producto sobrante, el terrateniente arranca a su vez
al capitalista una parte de esta plusvalfa o producto
. sobrante en forma de renta. Luego la ganancia del ca-.
pita! y la renta del suelo no son sino elementos espe-
ciales o partes de la plusvalfa, categorfas en las que la
plusvalía se distingue o d.istribuye según corresponda
al capital o a la propiedad territorial. Por lo demás,
esta distinción o distribución de la plusvalfa no altera
su naturaleza: la adición de ambos elementos consti- ·
luye la su~a de la plusvalía social. .
Pasemos al salarlo. La propiedad territorial no tie-
ne nada que ver con el proceso real de producción, en
cuanto que su papel se limita a trasladar una parte de
la plusvalía producida del bolsillo ,del capital al suyo
propio.- El obrero, en cambio, como propietario y 'ven·
dedor de su fuerza de trabajo recibe bajo el nombre
de salario una parte del producto, que repre·senta la
parte de su trabajo que Marx llama necesario, es· de-
cir, el trabajo· necesario para la conservación y- repro-
ducción de esta fuerza de trabajo.
Pero por dispares que estas relaciones· puedan pa-
recer: el. c~pital rinde año tras año al capitalista una
ganancia, la tierra al terrateniente una renta y la fuerza
de trabajo un salario al obrero. Estas tres partes del
valor total producido anualmente aparecen, dice Marx,
como los frutos consumibles anualmente de un árbol
perenne, o mejor de tres árboles; en otras palabras,
aparecen como tres fuentes distintas de sus respecti-
vos beneficios (ganancia, renta del suelo, salario). "Lo
son realmente, dice Marx, en el sentido de que el ca-·
·pi tal 'constituye para el capitalista una máquina paren-·
ne de arrancar trabajo sobrante, la \ierra para el te-
rrateniente un imán perenne para. atraer una parte de
la plusvalfa estrujada por el capital y, por último, el

178
trabajo la condición y el medio constantemente reno-
vados para adquirir en concepto de salario una parte
del valor creado por el obrero y, por tanto, una parte
del producto social medida por esta parte de valor, que
son los medios necesarios de subsistencia". Pero ca-
pital, tierra y trabajo son fu~ntes de sus beneficios res-
pectivos, no porque creen la sustancia que se trans-
forma en estas distintas categorías; al contrario, la d!s-
tribución presupone la exislencia de esa sustancia, el
valor global del producto a~ual, que no es otra cosa
que trabajo social materializado: "Sin embargo, la cosa
no" se "presenta de esta forma a
los agentes de· la pro-
ducción, a los exponentes ide las distintas· funciones
del proceso de producción, :sino bajo una forma inver-
tida [ ... J. El capital, la propiedad de la tierra y el tra-
bajo aparecen ante los age11tes de la producción como
tres fuentes distintas e independientes de las que re-
sultan las tres distintas parles constitutivas del valor
producido anualmente y, por tanto. del producto en
que este valor existe. Por consiguiente, de estas fuen-
tes brotan no sólo las distintas formas de este valor.
como beneficios que corresponden a cada fac.or ::if-1
proceso social de produccipn, sino este factor mismo
y, en consecuencia, la sustancia de estas formas de
renta" (70). '
Por tanto, ~r opera un cambio de
posición, una completa inversión de la realidad eco-
nómica y social: lo que está en ~primer término se co;;-
sidera como secundario, y. viceversa. Los tres modos
en los que se distribuye el valor total del producto
anual constituyen tres formas distinta~ e independien-
tes, como si originaran la ~us~ncia creadora de valor
que, en cambio, se distribuye en ellas, y de la que no
son sino manifestaciones. l,Por qué incurre la econo-

· (70) El capital, libro 111, secc~ón 7.a, cap. XLVIII, p. 761.

179
1

..;mra vulgar en esta Inversión de la realidad social? Por-


. que concibe las categorrf.s económico-sociales del ca-
pitalismo no como categdrras históricas, sino como ca-
tegorfas naturales, valederos en cualquier época· y ·lu·
gar. En una palabra, la economía vulgar no sobrepa-sa
Ja apariencia míxtiticada,: cristalizada en "cosas", de
·las relaciones . sociales capitalistas. En nuestro caso,·
· si el trabajo as\:ilariado no se considera. como una for·
· ma de trabajo socialmente determinada, sino que todo
trabajo aparece por su naturaleza como trabajo asa·
lariado (y asf, dice Marx ·se presenta ante los que es·
tán cautivos en las relaciones capitalistas de produc-
: ción). entonces, las f_s>rmas sociales· especrricas, de ter·
: minadas, que las condiciones materiales del trabajo
:·(los medios de producción y la tierra) revisten ante el
trabajo asalariado, coinciden sin más con la existencia
. ··material de estas -co-ndiciones de trabajo. "Por tanto,
'"'si el trabajo se identifica. con el trabajo asalariado, la
forma social concreta en: que las condiciones de tra-
bajo se enfrentan a éste también se identificará con su
existencia material. Entonces, los medios de' trabajo
como tales serán capital, y la tierra, como tal, propie-
dad sobre la tierra" (.71) .: La autonomfa, propia de las
cO.ridiciones
. .
de trabajo en la sociedad capitalista ante
el ·trabajo asalariado se convierte entonces en una cua·
lidad inseparable de ellas'.' en cuanto cosas, en cuanto
condiciones materiales de producción, en ~n carácter
idéntico e inmanente a el_las, que les corresponde n~~
cesariamente como elemenlos de producción" (72). Su
carácter· social, producto de una época histórica deter-
minada, se convierte en "un carácter objetivo inheren-
te a ellas por naturaleza' y para toda una eternidad,
pcir decirlo. asf" (73). Asf _.como el trabajo se Identifica

- '(71) lbfd.,p. 764.


.. (7_2.) lbld. t
. ' (73) lbld.

180 .
con el trabajo asalariado (dado que el economista vul-
gar no logra ver la determinación histórica de esta ca-
tegorla, de la misma manera el capital y la tierra apa-
recen necesariamente como forma natural de \as con-
diciones de trabajo frente al trabajo en general. "El ser
capital aparece, pues, como forma natural de los me-
dios de tr?bajo y, por tanto, como carácter puramente
· material derivado de su función en el proceso de tra-
bajo en general. De este modo, capital y medios de
producción producidos resullan expresiones idénticas.
Y asimismo se identifican las expresiones tierra y tierra
· monopolizada por la propiedad privada. Los medios. de
trabajo como tales, que son capital por naturaleza, se
convierten, pues, en fuentes de ganancia y la tierra
como tal en fuente de renta~ (74}. Así se consuma en-
teramente la inversión: propiedad de la tierra, capital
y trabajo asalariado se transforman en fuentes por las
que el producto global se distribuye en las tres formas
de ganancia, renta del suelo y salario, "en fuentes rea-
les de donde brotan estas partes de valor y las partes
respectivas del producto en el que existen o por ·las
que pueden cambiarse, de las que brota, por tanto,
como fuente úllima, el valor mismo del producto" {75).
La economla vulgar, pues, es víctima de la apariencia
fetichista en tanto que considera como cosas (y en
consecuencia concibe las características de estas co·
sas como propiedades naturales, ahistóricas} a las re·
laclones sociales gue constituyen el capital y la tierra
monooolizada por la propiedad prjvada. Luego el capi·
tal se identifica con las cosas que son los medios de
producción. y la tierra monopolizada por la propiedad
privada con la tieha en cuanto tal (rudls lndlgestaque
moles). La reducción de estas relaciones sociales a
cosas hace que se consideren naturales y eternas. (Por

( 74) lbl d., p. 763.


[75) lbld., p. 765.

181
ejemplo, como para producir siornpre ha sido necesa-
rio un medio de producción, por rudimentario que fue-
se, entonces siempre ha existido el capital.) La eco-
nomla vulgar no puede superar esta apariencia fetichis-
ta; no logra ver encubiertas las relaciones sociales
tras las cosas. Por otra parte, esta ilusión ideológica
no es algo caprichoso, como tampoco un error teórico
ni nada parecido. Se basa en esa operación real, pro-
ducida por la sociedad capitalista, en la cual las rela-
ciones sociales se independizan realmente frente los
individuos, las condiciones de trabajo se enfrentan
realmente a éste y ·adquieren la forma de cosa, de ma·
terla muerta que domina el-proceso de trabajo. De ahl
las confusiones y las continuas identificaciones que
opera la economía vulgar, que no logra "calar" en .el
aspecto de cosas que revisten las relaciones sociales.
Las concibe, pues, como naturales, no ve su historici-
dad; por eso tampoco capta la trabazón profunda que
une estas categorías en el interior del todo social, por-
·que, en el fondo, no son categorías en absoluto, sino
datos naturales (76).

3. En este punto convendrfa echar una mirada re-


trospectiva a cuanto hemos visto hasta ahora. Marx
presenta Qa sociedad capitalista\ como una sociedad
"invertida". "encantada", en el sentido de que realiza
abstracciones a todos los niveles, que al mismo tiempo

(76) La división de la ganancia en ganancia de emprosarlo


e interés, completa, según Marx, la sustantivación de la forma d.e la
plusvalla, la solidificación de su forma respecto a su sustancia,
a su esencia. Una parte d¡¡l caeital, en cont~aposlción a la otra,
se desprende completamente de la relación del capital como, tal,
y parece provenir no de la explotación del trabajo asalariado d¡¡l
obrero, sino del trabajo del capitalista. Por eso, djce Marx,. la
f(:rmula capital-interés, después de las de tierra-renta del suelo y
trabajo-salario, alberga más fetichismo que la de capital-ganancia,
porque en la ganancia siempre queq<· un recuerdo de su origen,
mientras que en el interés no solamen.e desaparece ¡¡se recuerdo,
sino que hay incluso una fórmula sólida 11ente o¡Juesta a ese origen.

182
constituyen sus fundamentos, y de las que el hombre
jermjna dependiendo, En todos los campos de su ac-
tividad, el hombre está reducido a cosa, a materia
muerta, y las cosas. productos de la actividad social
del hombre, se personifican, convirtiéndose en @strac-
ciones que le domjnan. Para emplear algunas sugeren-
tes expresiones de Marx, se trata de una "sustantivación
y cristalización de los distintos elementos sociales de _
la riqueza", de una "personificación de las cosas, [de .
una) cosificación de las relaciones de producción• y:
de una "religión de la vida cotidiana" (77) (a su tiem-
1 po . c~mprenderemos todo el significado e implicaci<>:"
nes de esta metáfora). Los fenómenos sociales anali-
zados por Marx que hasta ahora hemos descrito ex-
presan "la personificación de la cosa y la cosificacio:-.·
de la persona (Versachllchung)". En realidad. hemos
partido del misticismo de la mercancía, de su carácter
de cosa "sensible suprasensible ... Como cosa o va~r
de uso constituye el receptáculo material, sensible, del
valor. Hemos visto el carácter de abstracción reaJ, de
sujeto real que el trabajo humano abstracto tiene en
esta sociedad: así como las' mercancí_as son sus pro-
ductos o encarnaciones, los individuos privados que
trabajan y, por tanto, sus trabajos sólo _son momentos
y articulaciones de ese sujeto rear, -el trabajo abstrae--.
to. Por tanto, en este caso también tenemos una hi¡:ó5- ·
tasis, una inversión de sujeto y predicado (78).

(77) lbld., p. 768.


(78) Reciente~~~
ma de t:!lrabajo ab
sy ha destacado que en la defln.icjóo mis-J
1p= está impllcHo que también ~ea trabaJo
alienado, es decir, separado e;trañado respecto al hqmbre rn~­
mo. Cl. L Collelti, tnlroduzlone, ciL, p. Lit y ss. De hecho, rec.elca
CoTielli, las capacidades de trabajo o de fuerzas de trabajo &e'\
distintas unas de otras, son <!esiguales entre sf; en cambio. en la
realidad del mundo de las mercanclas, las fuerzas de trabajo St3
igualan, precisamente porque se loman abslfllcta o separadamente
de los individuos emplrico-materiales a que P.er:tenecen. Es _decir,
precisamente porque se tratan como una ~fuerza• o e;¡tidad ·en
si", prescindiendo de los individu:ls a. quienes la fuerza pertenece.
Y tras cilar la afirmación qe Marx, según la cual ·el tiemP<- ris

1é3
-.:.::-f\demás, hemos visto el carácter Indirecto propio de
la conexión social en la sociedad capitalista (a dife-
reh"cia de las formas sociales precapitalistas). Indirec-
to' debido a que la conexión social sólo se obtiene a
través del cambio de los productos del trabajo cqnsi-
derados como _mercancía .. Como la comunidad ni quie-
re, ni programa, ni distribuye conscientemente los tra-
bf']os de cada individuo, al ser trabajos autónomos, in-
dependientes los unos de los otros, sólo realizan su
propiedad de ·momentos o articulaciones del conjunto
social a través· del cambio de los productos del traba-
jo, es decir, únicamente a·· través del mercado. Hemos
visto las características de este cambio, que es posi-
ble debido a que_ ~!..trabajo del individuo reviste· la for-
ma de generalidad abstracta o que su producto adop-
ta la de equivalente general. Por tanto, se trata de una
.conexión social que se da, por decirlo asf, a espaldas
de los individuos, que sólo se expresan como poseedo-
..
ras . de mercancfas, como "máscaras económicas", como
'determinaciones' del producto del trabaJo de las cosas.

lr~bajo ~eprescntado en el valor do cambl.o os el !lempo de trabajo


, do! individuo, pero del Individuo no diferenciado del ot(o Indivi-
duo, de lodos los Individuos en cuanto que llevan a cabo Idéntico
lrabajo [ ... )"', ele. Colletll observa agudamente: "Lo _que significa
JrOcisRmenle que se consiqera el trabajo como un proceso en sf,
I ni;Jependlenlemenle del hombre que lo realiza: porque lo ~ue lnle-
re~a no es el hombre determinado que ~eal\za el lrabajo o el !~a­
hajo delermlnado que realiza, sino la fuerza .de trabajo distribuida
da ese modo, prescindiendo de 'a qué Individuo pertenece' y en
qué tipo de lrabajo concreto se invierte; o porque; por úlllmo, lo
que Interesa es la energla humana como tal, la fuerza qe t~ablajo
·tal. como es, al margen e independientemente del hombre que la
Invierte: como si. el sujeto real no fuese el hombre, sino la fuerza
.misma de trabnjo y al hombre sólo le quedase hacer las funciones
de vohfculo o medio, para que aquélla se manlllesle. En olros
lérminos. la fuerza de trabajo -que es una propiedad, determl·
nación o ~tributo dE!I hombre- se transforma en un sujeto Inde-
pendiente o se representa a si misma como 'valor' de 'cosas';
mientras que los individuos humanos, que son los au.lénlicos suje·
tos reales, se convierten en determinaciones de esa determinación
suya~ es decir, en eslabones o apéndices de su común fuerza de
trobajo, suslantivizada de ese modo"'.

í!34
Los individuos se relacionan entre si por medio de las
cosas; están dominados por ellas y por las leyes ob~
jclivas del cambio. del mercado. El movimiento social
representa la for~a de un movimiento de cosas, bajo
c1,1yo .control están los individuos humanos, en vez de
. tenerlas ellos bajo su propio co;-¡!roL Por este motivo,
el hombre también está dominado por sus propias crea-
ciones, por los productos de su propia mano, en los
que. ha materializado sus energias físicas y su capaci- ¡
dad intelectual. En resumen, de sujeto real se ha de-
gradado a predicado de sus proj?ios_predicados, que se
han convertido en sujetos reales (79). ·
Por último, hemos visto las influencias Ideológicas
del fetichismo que, al ser una mixtificación real, tam-
bién produce una mixtificación teórica. una falsa con·
ciencia en la cual lo que es primario, el trabajo, se con-
vierte en secundario, o bien está producido por lo que
éste, en realidad, produce. En efecto, en la "fórmula
trinitaria", el producto total que se distribuye en ganan-
cia, renta del suelo y salario, aparece como creado
por el capital, por la propiedad de la tierra y por el
trabajo, en cuanto entidades Independientes, distintas
y diferentes. Para resumir, diremos que es la misma

{79) Se entiende que si esta alienaci6Q alcanza al obrero (el


cual sólo· vale en la sociedad burgue..q como depositario y ven·
dador de esn morcanciil que es la fus.:u de trabajo. y po~ tanto
oslá reducido a "máscara económica-). alcanza también a los
capilalisras.. Esle punlo está claro ~, el cuadro que hemos venido
trazan.do y no necesita particulares e:~1ones. -Ese desdo-
blamiento de la personalidad -escobe ukAcs , esa división del
hombre en un elemento del movimien::> e as mercanclas y en
un espectador (objetivamente impotente) de ese movimiento. !am-
blen exisle para el capilalisla. Pero ante su conciencia cobra nectr
~Mi<~menlc la form¡¡ de una obje!ivi~ad :::a!erialmen_le aparente, Oe
un despliega aclivo de su sujeto. Es:a C!?ariencia le oculta la ver-
dadera condición real; en cambio. para el obrero, al que le está
negado ese margen inte:io~ de una acrnidad aparente, la división
de su sujeto conserva la forma b:utal de una servidumbre ilimitada
en pote:1cia. Por eso está obligad.::~ a t?xp.erimental como objeto
del proceso la propia mercanlilizació:-:. :.a propia reducción a pura
c<~nlidad" (Hislorla y consciencia de ctzse, cit.. p. 184).

185
mixtificación, el mismo engaño, la misma alienación:
la objetivida..d_s.ocjal. los productos que constituyen la
objetividad social, creados por el hombre. se enfren-
tan hostilmente a éste. se convierten en entes sustanti-
vados, autónomos e jndependientes, en sujetos reales
gue dominan al hombre. en vez de ser poseldos y do-
minadas por ..él.
Esta inversión, de la que hasta ahora hemos esbo-
zado algunos aspectos, en virtud de la cual, repetimos,
el hombre está dominado por sus propios productos
o se convierte en predicado de sus propios predica-
dos no constituye para Marx una simple caracterfst.ica.
de la sociedad burguesa, sino su estructura rundamen-j
'tal y su inconfundible signo distintivo. Luego la teorfa
de la alienación se consolida verdaderamente en Marx
iy en el fondo se identifica con la critica de la socie-
dad capitalista y de su expresión teórica, la economfa
-polftica. Orientada en esta dirección, una lectura aten-
.ta d.e El capital y de las Teorías de la plusvalía nos
ofrece innumerables testimonios de ello. Nos limitare-
mos a algunos ejemplcs.
Comencemos por la determinación del trabajo en
:la sociedad burguesa, la de ser trabajo asalariado, tra-
bajo vendido "libremente" en el mercado y pagado con
un salario; en una palabra, el trabajo es una mercancfa.
"La inversión -comenla fielmente a nuestro propósito
un intérprete de Marx-, el completo cambio de posi-
ción por el que el trabajo ya no es una manifestación
·1el hombre, sino el hombre una manifestación del tm-
Qill.Q. adquiere existencia palpable e inmediata. El asa-
lariado es el propietario de st= capacidad de trabalo,
de su fuerza de trabajo, esto es, de sus energlas 'físi-
cas e intelectuales. Estas energías, inseParables da la
personalidad viviente, se abstraen (o separan) del
hombre hasta tal punto, que se presentan como mec-
cancías, es decir, como un "valor" que tiene por "cuer-

186
po" (o "valor de uso") al hombre. El asalariado es si·'1-
plemente el vehlculo, el portador de la mercancía fuer-
za de trabajo. Por tanto, el sujeto es la mercancla, la
propiedad privada: y el predicado es el hombre. No
es que la fuerza de trabajo sea propiedad del hombre"
sino que el hombre es una propiedad o modo de exis-
tencia de la propiedad ~privada" (80). Marx dice:
"Para el hombre, que no es nada más que obrero ~n
cuanto tal, sus cualidade~ humanas sólo existen en
cuanto representan para :él capital extranjero" (8:).
Y además: "en el mercado de las mercanclas, al iro-
seedor de. dinero no se -le presenta directamen<e P.l
trabajo, sino el trabajador.: Lo que éste último vende ~s
su propia fuerza de trabajq. Apenas comienza realr":'len-
te su trabajo, deja de perten_ecerle" (82).
Y considérese el proceso de división y mecaniLa-
ción progresiva del trabajo, propio de la sociedad bur-
guesa desde sus comienzos. progreso que Marx a'13-
liza y describe en algunos capitulas de la sección cuar-
ta del primer libro de El capital: "cooperación", "divi-
sión del trabajo y manufactura", "maquinaria y g•an
industria". En la cooperación de los obreros asalaíia-
dos, la coordinación de sus funciones y su unidad como
cuerpo productivo colectivo radic-añ, dice Marx, fuera
de los obreros asalariados,' en el capital, que los r~úne
y cohesiona. Luego, idealmente, la coordinación de sus
trabajos se presenta ante los obreros como plan; y
prácticamente como la autoridad del capitalista, como
el poder de yna yolyntad ajena que somete su activi-
dad a los fines de aquélla· (83). La cooperación er:.re
los obreros asalariados sólo comienza en el procf~O
de trabajo, pero antes han .dejado de pertenecerse a si

(80) L. Colletti, lntroduzlone, cit., p. LIV.


(81) K. Marx, Teorlas di! la plusvalía, cil
(82) El capital, libro 1, secció:1 6.•, cap._:XVIJ, p. ~~9.
(83) El capital, libro 1, secció:1 4.•, cap. :xl, p. 257.
• 1
m1smos: al entrar en el proceso de trabajo son absor·
bldos por el capital, y_cortlO obreros que cooperan· no
son sino un modo especial de existencia del capi-
tal (84). La fuerza productiva desarrollada por el obre~
ro, como obrero social, es fuerza productiva del capi-
tai·/Y como el obrero sólo desarrolla la fuerza pro-
ductiva social del trabajo después de que sl,l propio
trabajo pertenezca al capital, esa fuerza, de manera fe-
tichista se presenta como fuerza productiva que el ca-
pital posee por naturaleza, c~mo su fuerza produ<;:tiva.
Inmanente (85). , .
La cooperación, basad~ en la división del trabajo,
toma su forma clásica en. la manufacturé\. Cualquiera
que sea el punto-espeéial de partida de la manufactura,
su forma final siempre es la misma: un mecanismo de
producción cuyos órganos· son hombres (86). Y ante
todo, el obrero está reducido a ejecutar de por vida
una función parcial (87). "En la manufactura, al igual
que en la cooperación simple, el cuerpo de trabajo en
funciones es un~ forma de existencia del capital. El me-
canismo social de producción, compuesto por muchos
obreros parciales individuales, pertenece al capitalista.
La fuerza productiva resultante de la combinación de
. los trabajos se presenta, pues, como fuerza productiva
del capital" {88). La manufactura revoluciona el modo
de trabajar aisladamente, y muerde en la ralz de. la
fuerza ·de trabajo individual. "Deformá al obrero y le
convierte en un monstruo·. fomentando, como en un
compartimiento estanco, una de sus· habilidades par-
ciales, a costa .de suprimir todo un mundo de fecun-
dos impulsos y ~disposiciones [ ... ]" (89). "Incapacita-

(84) lbld., p. 269.


( 85) lb! d., p. 269.
( 86) lbid., cap. XII (1), p. 274.
(87) lbld. (2), p. 274.
(88) !bid. (5), p. 293.
(89) lbld., p. 294.

11313
do por su propia constitución natural para hacer algo
por su cuenta, el obrero manufacturero sólo desarrolla
una actividad productiva como accesorio del taller del
capitalista. Al igual que el pue!:Jio elegido llevaba es-
crito ~n la frente que pertenecía a Jehová, la división
. del trabajo estampa al obrero manufacturero un sello
qué le marca como propiedad del capital" (90). Lo
que los obreros parciales piercen se concentra en el
capital, enfrentándose a ellos. ::1 resultado de la divi-
sión manufacturera del trabajo es enfrentar a los obre-
r"os las potencias espirituales del p:oceso material de
producción, como propiedad ajena y como poder do·
minador (91). En la manufactura, el enriquecimiento de
la fuerza productiva social del obrero colectivo y, por
tanto, del capital,. es consecuencia del empobrecimien-
to de las fuerzas_ productivas del obrero relegado a
una función cada vez más unilateral y abstracta (92).
Si en la manufactura la articulación del proceso so-
cial de trabajo es puramente subjetiva, en el sen !ido
de que es una combinación d= obreros parciales; en
el sistema basado en la maquinaria, la gran industria
posee . un organismo de proéucctón completamente
objetivo, que el obrero encuentra ante si como una con-
dición material de producción establecida y dispues-
ta (93). En la artesanía y en la manufactl!ra el obrero
se sirve de la herramienta. en ía fábrica el obrero es
quien sirve a la máquina. En aquéllas el moyjmjen!o
pel medio de trabajo parle de: obrero en ésta es él
guien debe seguir el moyjmie:1to. En la manufactura
los obreros constituyen las ani-qlariones de un meca-
nismo vjvo, en la fábrica hay un mecanismo muerto
independiente de ellos. al que les obreros están in-

(90) lbld., p. 294.


(91) lbld.
(92) lbld.
(93) Jbld .. ca2. x:11 (~). 2· 3i5.

18()
corporados como apéndices humanos {94). Fenómeno
-común a toda la producción capitalista, considerada
no sólo como proceso de trabajo, sino también como
proceso de valorización del capital, es que en vez de
ser el obrero quien maneje las condiciones de traba-
jo, son éstas las que le manejan a él; pero esta inver-
sión sólo llega a tener una realidad técnicamente tan-
gible con el advenimiento de las máquinas. "Al conver-
tirse en máquina automática, el medio de trabajo se
enfrenta como capital con el obrero durante el proceso
de trabajo, como trabajo muerto que domina y absorbe
la fuerza ·de. trabajo viva" {95). En la gran industria,
erigida sobre la base de las máquinas, se consuma la
escisión . entre las potencias espirituales. del proceso
de producción y el trabajo manual, y la transformación
de aquéllas en poderes del capital, sobre el trabajo.
"La habilidad parcial del obrero mecánico individual,
despojada de todo contenido, desaparece como un In-
fimo accesorio ante la ciencia, ante las inconmesura-
bles fuerzas naturales y el trabajo social de masa que
.se ~anifiestan en el sistema de la maquinaria" {96).
Aquf ..J.ª ma.,s~ir¡é!ri~. dice Marx, es como aquella forma
!ndependiente y extrañada ( enttremdete) que el modo
de producción capitalista otorga en general a las con-
diciones de trabajo y al producto del trabajo respecto
al obrero, se . desarrolla en un antagonismo comple-
to (97).
Este extrañamiento de las condiciones y productos
del trabajo respecto a los productores, caracteriza,
pues, el proceso capitalista de producción tanto en
sus aspectos particulares como en su conjunto. De
hecho, la condición indispensable de es·t~ proce·so es ·

(94) lbld. (4). p. 349.


(95) lbld., p. 350.
(96) lbld.
(97) lbld.

190
que se encuentra frente a frente como comprador y
vendedor; por un lado, el poseedor de valor, o sea, el
dinero, y por otro, el propietario de la sustancia crea-
dora de valor; uno como poseedor de los metiío3 de
producción y subsistencia, otro como propietario":.so•,
lamente de su fuerza de traoajo. Por tanto, el funda-
mento materialmente dado, el punto de partida det-'pro-
ceso de producción caplialista es el divorcio entre el
producto del trabajo y el ·trabajo mismo, entre las cJn-
diciones objetivas del trabajo y la fuerza de trat.ajo
subl~¡iva (98). Como antes de su entrada ~n el pro-
·ceso su propio trabajo le ha sido alienado~ apropaado
por el capitalista e incorporado al capital, durante el
proceso su trabajo se objetiviza constantemente on
productos de otro. Lueg<;> el producto del trabaJO se
convierte en capital: "valor que absorbe la fuerza crea-
dora de valor, los medios de subsistencia que adquie-
ren las personas, los medios de producción que mane-
jan al productor. Luego el obrero mismo produce cons-
tantemente la riqueza objetiva en forma de cnpltal; un
~~ a él que le domina y explota [ ... r (99).
En nuestra opinión, con su análisis del misticismo
de la mercancía y del fetichismo, de las consecuena_ias
de la división y mecanización_ del traoajo en la socie-
dad· burguesa, de la relaciéiñ entre trabajao asalariado
y capital, etc., Marx nos ha dado una auténtica y pcopia
teoría de la alienación; te"oría _que en su núcleo fundá-
mental (ia inversión de Sujeto y predicado producida
en los distintos niveles de la sociedad capitalista) está
en plena continuidad lógico-metodológica con la teo-
r!a da la alienación formulada en sus escritos de ju-
ventud. Por lo demás, esto nos lo confirma también el
análisis de la terminologfa que emplea en El capital,
en la parte donde examina los fenómenos más impor-

(98) lbld.
(99) lbld.

191
tantes de fetichismo en la sociedad burguesa. No hace
·diferencia entre los términos VerselbsUindlng, Entfrem-
dung, Versachllchung, Verdinglichung. Tomemos algu-
nos ejemplos del capítulo sobre la "fórmula trinitaria";
Marx escribe que el capital lo constituyen los medios
de producción monopolizados por una parte determi-
nada de la sociedad, por los productos y las condicio·
nes de actividad de la fuerza de trabajo viva, ·"sustan-
tivizados (verselbsHindigten)" respecto a la fuerza de
_trabajo viva, que mediante esa contraposición se per-
sonifican en e.l capitai:-:-L!_n poco rnás adelante dice que
lao-economía vulgar se siente especialmente cómoda
"en esta forma fenoménica extrañada (In der entfrem-
deten Erschelnungsform)" de las relaciones económi-
cas. En la soéiedad burguesa, la lorma de las condicio-
nes de trabajo está "extrañada (enfremde\e) del traba-
jo, independizada (verselbstandigte) de él"; de ese
modo, los medios de producción producidos se con-
vierten en capital y la tierra en propiedad territorial.
Ahora bien, como se ve en estos pasajes, la autonomi-
zación (Verselbstandlgung) de las condiciones de tra·
bajo respecto a éste, que Marx analiza en todas sus
implicaciones, para él no es otra cosa que el extraña·
miento (Entfremdung) o reificación. Para esto, Marx
no 11ace diferencia entre los términos Versnchllchung
y Verselbstlindlgung ("al exponer la Versachllchung de
las relaciones de pro~ucción y su Verselbstandlgung .
, respecto a los agentes de producción"); entre Entfrem-
dung (como en la renta del suelo una parte de la plus-
valla no aparece directamente ligada a las relaciones
sociales sino a un elemento natural, a la tierra, "la for-
ma de Enttremdung y la cristalizución de las distintas
partes de In plusvalía, respectivamente, termina de con-
figurarse"; en la:forma del capital productivo de inte·
rés, el capital fe.tiche se presenta "en su forma más
extrañnble [enlfremdete]"); y entre Verdlngllchung ("la

192
mixtificación del modo capitslis~a de producción, la
Verdlngllchung de las relaciones sociales") (100), et-
cétera.
Pero, naturalmenle, el problema no es sólo de or-
den terminológico. Más bien se trata de que la teoría
de .Juventud del Entlremdung \"Jelve en su totalidad
~como demuestra todo lo que hemos desarrollado has-
ta ahora- en la obra de madurez de Marx, si bien en-
riquecida y profundizando en el ;¡lana del análisis eco-
nómico y social (reificación,. fetichismo, etc.). El fe-
nómeno del Entlremdung siempre es el mismo:· el do-
minio de los objetos y de las instituciones sociales pro-
ducidos por los hombres sobre los propios hombres,
esclavos de sus mismas fuerzas materializadas. "La
esencia de la producción capitalista -escribe Marx
en las Teorías de la plusvalía-. o, si se prefiere, del
trabajo asalariado, del trabajo extrañado [entfremdet]
de si mismo", consiste en que a este último "la rique-
. za que él mismo crea se le enfrenta como riqueza aje-
na, su propia fuerza productiva como la fuerza produc-
tiva de su producto, su enriquecimiento como empo-
brecimiento de sí mismo, su fuerza social como fuer-
za de la sociedad sobre él" (101). El que no se vea,
como algunos hacen (102). es:a continuidad entre la
teoría de la alienación expuesta en las obras de madu-
rez de Marx y la de los escritos de juventud significa
que tampoco se ve la constante repetición y profundi-

(100) Por tanto, In alirmación de P. Naville es errónea (De


l'allénatlon l! la Joulssance, París, 1957. P.· -433}: "en El capital, loa
términos Enllremdung y Enl!ius5erung, ~omados por Marx de Hegel,
ya no se encuentran". Una afirmación a:táloga ya estaba en P. Sigo,
Marxlsme el humanlsme, Pa~ls. 1952: "en El capital [Marx] ha re-
nunciado a ciertas expresiones de:71as.·ado caracterlslicas del len·
guaje hegeliano, por e,em¡¡!o, a la ·a::,;;¡aciór¡' "; "el término 'alie-
nación', normalmente empleado pcr th.:x en sus obras de juven-
tud, especialmente en sus céle~res Manuscritos, nunca se encuan-
lrJn en los tres libros de El capital e:: su se;¡!ido filosófico".
(101) K. \larx. Teorlas de la t'lus-~·alfa, cit., 11, p. 254.
( 102) M.\s acelar.:e c.s:u::rerr.:s =.;unas tesis al resp&cto ..

193
zación de algunos temas fundamentales, que se entre-
, lazan íntimamente con la teorfa de la alienación. Pen-
semos en la relación entre religión cristiana y .sociedad
burguesa por un lado, y entre filosofla idealista y so-
ciedad burguesa por otro.
En cuanto a la primera relación, se trata de un des-
arrollo y una profundización en el tema, expuesto am-
pliamente por Marx en La cuestión judía, en la Contri·
buclón a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel,
en los Manuscritos y en los Grundrlsse (103). donde se
ve la estrecha conexión y complementariedad entre so-
ciedad burguesa (alienada, porque reáliza a todos los .
. niveles engañosos procesos de "cambio de posición"
entre hombre y objetos sociales) y relig.ión cristiana.
Algunas de las formulaciones más sugestivas las en-
contramos en el primer libro de El capital, en el capi-
tulo sobre el fetichismo: "Para· una sociedad de pro-
ductores de mercancfas, cuyo régimen de producción
soc_ial general consiste en comportarse frente a los pro-
pios productos como mercancías y, por tanto, como
valores, y en relacionar sus trabajos privados en .esta
forma objetiva como trabajo humano Igual, el crlstlanls·
mo, con su culto al hombre abstracto y especialmente
en su desarrollo burgués, en el protestantismo, defsmo, .
etcétera, es la forma religiosa más idónea" (104). Cree-
. mos que el sentido de esta afirmación de Marx es el
siguiente: el cristianismo, con su culto al hombre abs-
tracto (es decir, al hombre presocial o asocial 1 es la
forma religiosa más idónea para un tipo de sociedad
como la capitalista, en la que la conexión social no es
directa, sino Indirecta; donde, en una palabra, los hom-
bres no es~án conectados unitariamente, sino· que· es- ·
tán fraccion.ados, escindidos, divididos; son átomos re- .
cfprocam.ente independientes y enfrentados entre sf

(1 03) Cf. supra, PP.· 79 y ss., 66, 91·92, 11 6-19.


(104} · El capital, libro 1, sección 1.•, cap. 1, pp. 43-44.

19-4
(cada uno persigue su propio interés y produce inde-
pendientemente de los otros). En esta sociedad la úni-
dad social se produce, por decirlo, asr, a espaldas· de
los hombres, o sea, al margen de su conciencia y 'de
su voluntad, a través del cambio o el mercado. Ya he-
mos tocado varias veces este aspecto de la organiza-
ción social en la sociedad capitalista, y no es necesa-
rio que volvamos ahora sobre ello. Pero debemos acla- .
rar por qué el cristianismo, con sui culto al hombre
abstracto, presocial o asocial, es tan adecuado para
esta. socied aél. Para captar esta afinidad ideológico-·
estruc·t~ral, establecida po[ Marx, entr~ sociedad bur-_ ·
guesa y cristianismo, hay que tener presente este pro-
fundo pensamiento de Hegel. La idea de la libertad,
escribe éste, "ha venido al mundo por obra del cris-
tianismo, para el que el in~ividuo como tal tiene valer
infinito, y al ser objeto y !fin del amor de Dios, está
· destinado a tener relación 'absoluta con Dios como e-3-
pfritu, y hacer que este espíritu habite en él; es decir.
el hombre está destinado¡ en si a la suma libertad".
En cambio, dice también Hegel,
1
los griegos y romanos, .
Platón y Aristóteles, sólo sabían que el hombre es real-
mente libre en virtud del nacimiento, como ciudadano
ateniense, espartano, etc., o gr~c_ias a la~ fuerza del ca-·
rácter o a la cultura, etc. (105). Muy agudamente, He-
gel ve cómo para el cristianismo el hombre no se haca
libre merced a la relación social, sino que es libre por
1 -
su relación con Dios (es decir, en cuanto que recibe
de Dios aquella espiritualidad que es la libertad misma).
En resumen, para el cristianismo la relación con la so-
ciedad ·no es constitutiva y
esencial. del hombre, sino
algo que viene después de¡su relación con Dios (106);
1. .
(105) G. W. F. Hegel, Enciclopedia de laa ciencias Oloaónc.u,
. México, Juan Pablos Editor, 1974, p. 336.
( 106) Para una discusión del concepto de ·hombre abstracto•
en relación con el problema social, cf. G. Delia Volpe, La Uberl
comunista, Milano, 1946, y A. Del Noce, La. "no-lllosofta" di Ma•x

1~5
Justamente en virtud de esta concepción del hombre
como ente abstracto, presocial o asocial, en la que la
· r~tación con la sociedad no es constitutiva y esencial,
.: sfno que se produce tras su relación con Dios; precisa-
. m;ente a causa de eso, el: cristianismo es la religión
más idónea para un tipo de sociedad como la burgue-
sa, donde Jos hombres no; tienen lazos unitar.ios, sino
que están escindidos, divididos, y sólo se relacionan
. :los unos con los otros indirectamente, a través del
mercado. .
La esfera del cambio .de~ mercanclas, dice un pasaje
de El capital que nos aclara posteriormente el concep-
to de "hombre abstracto" del que, según Marx, el cris-
tianismo hace objeto de cJito, constituye un auténtico
y propio Edéñ.-de los derectios Innatos (es decir, aprio-
. ri~Úcos, abstractos, presoclales) del hombre. En esta
esfera "sólo reinan Libertad, Igualdad, Propiedad y
Bi:mtham" (107) ,; En las l!neas siguientes, Marx da una
caracteriación sarcástica y mordaz de la verdadera sig-
!
e 11 comunismo come re aMil poli ti ca ( 1940). "La sociedad Insti-
tuida por la caritas, o por el amo~ al prójimo -escribe Delia Vol·
po-, es P.recisamente una sociedad gue sólo surge en fun.ción
de una preexistente -y trascendente-- constitución de la persona
(o sea, del individuo Investido de un[versalidad o valor) mediante
la unión originaria -es decir, directamente dogmállca, gratulla-
del lnvididuo o de Jo particular con Jo universal (que es Dios).
en la que efectivamente se dice que es 'por amor de Dios, del Pa-
dre cÓmún, por lo que se ama al prójimo, a los hermanos' (como
. a nosotros mismos), por Jo que se nos une con ellos; en· una pa-
lab~a. es una sociedad de personas preconstituldas como tales
en' su congregación o asociación; .una sociedad que es algo secun-
darlo, posterior; se ha dicho que sólo es primario la persona". La
cual "es ese .Individuo abstracto; solitario, presocl.al, que consti-
tuye la persona 'primaria' respecto a la sociedad, la persona crls-
liana", "es decir, es el individuo: investido de lo universal (o vn-
. lor), ante~ior e independientemente de la sociedad que se formar{!"
(op. cll., Milano, 1963, pp. 14·15 y 21). Del Noca escribe: "En. el
pensamiento platónico cristiano el hombre está en necesaria re-
lación con Dios, contingente con la sociedad (la relación necesaria
con Dios es la que fundamenta su trascendencia a la sociedad,
la contingen_cia de su relación con ello)" (ahora en A. Del Nocc,
11 problema dell'atelsmo, Bologna, 1964, p. 41).
( 107) El capllal, libro 1, sección 2.•, cap. IV, p. 128.

196
niricación que los llamados derechos innatos del hom-
bre asumen para el. obrero en la realidad social de
todos los días (la libertad de venderse, de no pertene-
cerse a sí mismo), y de la estrecha complementarie-
dad en _la sociedad burguesa entre igualdad jurídica o
formal de las personas y explotación (·como compra-
y
dor vendedor de una mercancía, por ejemplo, de la
fuerza de trabajo, sólo están determinados por su libre
voluntad. Estipulan su contrato como personas libres,
iguales jurídicamente.· El conlíalo es el resultado final
en el cual sus voluntades se dan una expresión jurldi-
ca común'•). Pero, además, ¿qué significa para el hom-
bre en general (incluido el burgués) los derechos in-
natos? La libertad es la libertad ·del hombre en cuan-
to mónada aislada y cerrada en si misma"; la propie-
dad es "el derecho de disfrutar de los propios bienes
y de utilizarlos según se quiera, sin tener en cuenta a
los otros hombres, independientemente de la sociedad,
o sea, el derecho al egoísmo"'; la igualdad es la igual-
dad de la susodicha libertad, ·es decir [ ... ]. cada hom-
bre considera a su igual como tal mónada abandonada
a sf misma". Son· palabras de la Judenfrage, en la que
Marx terminaba, a propósito de los derechos Innatos
del hombre proclamados por la revolución burguesa,
con que ninguno de ellos super2 al hombre egoísta, al
hombre en cuanto miembro de ra sociedad . civil bur-.
guesa, encerrado en si mismo, en su propio interés y
en su propio deseo privados. separado de la comuni-
dad. "Muy lejos de estar concebido en ellos como
miembro del género humano. más bien resulta que la
propia vida del género, la sociedad, es un marco ex-
terno a los individuos. una limitación de su libertad
originaria. Los únicos lazos que les unen son la nece-
sidad natural, la necesidad y el interés. privado, el
mantenimiento de la propiedad y de la persona egols-

197
la" (108). Sociedad que, por tanto, no es comunitaria
.fundamentalmente, porque está escindida, dividida, y
e·s resultado del encuentro de átomos aislados e indi-
ferentes dotados de derechos Innatos ( = presociales);
resultado, por consiguiente, del encuentro de indivi-
duos humanos abstractos, prehistóricos, reconocidos y
sancionados como tales por el cristianismo.
Hay otros motivos de afinidad entre cristianismo y
sociedad burguesa alienada. Como sabemos, la esen-
cia del fenómeno que Marx llama fetichismo consiste
en que el movimiento social de los hombres ~obra la
forma de un movimiento de cosas, bajó cuyo control
están, en vez de ser ellos quienes lo cpntrolen y do-
minen. "Por consiguiente ~dice Marx___:_, para en-con-
trar una analogía debemos remontarnos a la nebulosa
región del mundo religioso. Allf, los productos del ce-
rebro humano parecen formas in-dependientes dotadas
de vida· propia, que se relacionan entre si y también
con ·los hombres. Así ocurre en el mundo de las mer-
can el as con los objetos producidos por la mano del
hombre". (109). De ahí la unidad estructural, orgánica,
entre religión y sociedad burguesa, cuyo mecanismo
mueve constantemente, realmente, una religión de la
vida cotidiana. "Así como el hombre está dominado
en la religión por obra de su propia cabeza, de igual
modo está dominado en la producción capitalista por
obra de su propia mano" (110). Por eso, Marx puede
afirmar que, "en general, el reflejo religioso del mundo
real sólo podrá desaparecer, cuando las relaciones de
la vida práctica cotidiana presenten a los hombres día
tras día relaciones claramente racionales entre si y
entre ellos y la naturaleza humana. La forma del próée-.
so vital social, es decir, del proceso material de pro-

( 108) K. Marx, Scrlltl pollllcl glovanlll, cit.. pp. 377·79.


( 109) El capital, libro !. sección U, cap. 1, p. 38.
(110) lbíd., libro 1, sección 1.,, cap. l.

198
ducción, sólo se despojará tde su halo místico cuandCl,
como producto de hombres libremente unidos en so-
ciedad, esté bajo su control consciente y se lleve a
cabo según un plan" (111). En esta concepción del
cristianismo como religión especifica del capitaiis-
rno (112) volvemos a encontrar, elaborados y desairo-
liados, todos los temas de_ las obras de juventud: la
alienación religiosa (113) como expresión teórica dE:
1

la alienación económico-social; la religión como expm-


'
( 111) lbld., libro 1, sección 1.a. cap. 1, p. .C4 •
. ( 112)" En El capital y en las Teorlas de la pluS'r.llla hay mu- -
chlsimas ~elerencias al <;ristianismo. Cl., por ejemp:o, Teorlas, !: .
página 364: "Con el desarrollo de la producción capitalista se crl3a
en los distintos pueblos un nivel1 medio de la sociedad burgull.:ia
y, ~n col)socuencia, de los temperamentos y disposic:l_ones.. EstA
modo de producción es esencialmente cosmopolita, como el cris-
tianismo. Por tanto, l cristianismo reli Ión fi
Jllal. Para · En s o paJ::a si un hom~r"'
vale tanto como otro. f¡lra uno todo depende de. si tiene fe p.>.@ •.
el otro de sj tiene créd.Wl. Ademés, al primero se aJ\ade la grecia, ·.
al segundo el hecho de si ha nacido rico o no". Y el. El caplla;,
libro 1, sección 4.•, p. 336, y libro 1, sección 2.·. cap. VIII (5). pt-
giqa 217 (nota sobre el protestantismo). Y, d~de luego, tam¡;oco
puoden tomarse por inocentes, metáforas como ésta: "Conside-
rando como velo( de uso, la tela es algo sensible y diferente dEl
\raje, pero considerado como valor es algo 'igual al traje' y txr
lanto tiene aspecto de traje. De este modo recibe una lorma ds
valor distinta de su forma natural. En su identidad con el traje se
revela su verdadera naturaleza como valor, del Jllismo modo qus
la natur.aleza carneril del crislia11o se_ revela- en su identidad cor.
el cordero de Dios" (libro 1, sección 1.&, cap. 1, p. 19). Téngase
en cuenla que, en esta ocasión, Marx está definiendo el "miMi·
cismo" de la mercancla, o sea, su carácter "llsicame."''te metaflsico".
Sobre el cristianismo cf. también esta afirmación: ·pero para pre-
dicar la esclavitud do las masas, para-que unos cuantos parvenus
zalios o SEimicullos se convierta11 en eminentes spinners., extensl"l~
sausage e lnnuenllal shoeblaclc dcaler$, les faltaba tod.avla ese 6:-
gano especifico del cristianismo" (libro 1,. sección ·P, cap. X•ll
1
(3). b), p. 336).
( 113) .- Las analoglas que acabamos de ver. estabteddas por
Marx entrE¡ el fenómeno del fetichismo y la religión, se encuentran
casi todas en el apartado de El capllat que lleva P.OC tit':llo "t:l IEti-
chismo de la mercancía y su secreto·. Secreto es Gehelronls, as
decir, como se ha observado, -no por casualidad una llp;cá e.x·
. presió'11 de la crlli.ce feuer:bachiana de la alienación relifOiosa, en. la
primera parle dQ La esencia del cristianismo (cf. C. Lu~r\,,
Reallll e storlcllb; economla e dlalelllca nel marxismo, en ·cn¡jca
marxista", cif., p. 90).
sión ideológica do la sepa'racJOn del hombre de si, do
los otros hombres y de la· comunidad; la afinidad. en-
tre las hipóstasis de la religión (inversión de la rela-
ción entre sujeto y predicado, etc.) y las hipóstasis de
la vida real.
. Además del cristianismo, la filosofía idealista de
Hegel ·constituye una manifestación ideológica de In
sociedad burguesa alienad~. En una página capital de
la Wertform, donde se analiza la completa inversión que
:se realiza en la sociedad burguesa con el lrabajo ab-s-
tracto, autén.tico sujeto real. hipóstasis que se enfrenta
a los hombres, que se encarna en las mercancfas, don-
de los trabajos aislados!. úJiles y concretos no son más
que momentos o ariictJiaciones ("por tanto, este traba·
jo determinado, útil, concreto [ ... ] debe equivaler ne-
cesariamente [ ... .] como forma fenoménica de trabajo
humano abstracto") Marx escribe: "En la relación de
va_l~:>r y de la expresión de: valor que se manifiesta en
oli~( lo universal~ abstracto 'no actúa como cualidad de
lo concreto sensiblemente: real, sino al contrario, lo
cci~creto sensible Actúa como simple Y. pura forma fe-
noménica o formR determinada de realización de lo
universal abstracto [ ... ] . Esta total Inversión, por la
que lo concreto sensible sólo cuenta como forma fe-
noménica de lo universal abstrRclo, y no al contrario,
lo universal élbstracto-com'o cualidad de lo concreto ..
caracteriza la expresión de valor. Y esto es lo que di-
fiCulta su comprensión. Si digo que el derecho romano
y el derecho ala.m{m son derechos, es natural. Si, en
carnbio, digo que el derecho. abstracto, se renllza en
el derecho romano y en el derecho alemim, en esos
derechos concretos, se deduce de ello una conexión
. (Zusammenhang) mística" ( 114). En la última parte

( 1H) K. Marx, Scrilll lnedlll di economla pollllca, cit., p. 144.

2GO
de este texto es evidente la referencia a los procesos
de hipóstasis de la filosofía idealista hegeliana ... Pense-
mos, antes que nada, en el planteamiento de la Crí-
tica de la filosofía del Estado de Hegel, en. la cri-
tica c;fe la "construcción especJiativa". o bien, de la
co.nstrucción hegeliana en La Sagrada Familia. Según
Marx, esta construcción consiste en abstraer el géne-
ro de las especies particulares. sensible y aisladamen-
te existe·ntes, por ejemplo, de manzanas, peras, almen-
dras, etc., abstraemos el fruto. De ese modo, el fruto
se convierte en una categorfa abstracta, en una esen-
cia que existe Rl margen de los entes 1initos. Luego
aquellos entes se convierten en simples modos de exis-
tencia, en modos ;'del fruto". En una palabra. para el
filósofo especulativo el fruto no es una esencia muerta.
indistinta, inmóvil. sino una esencia viva, con persona-
lidad, en movimiento. Los distintos frutos profanos son
distintas exteriorizaciones vitales del fruto. son crista-
lizRciones que el fruto conforma (115).
Ahora bien. esta hipóstasis que la filosoffa especu-
lativa realiza constantemente. por la que lo concreto
sensible se concibe como un modo o manifestación
de lo universal abstracto (los frutos reales. manifesta-
ciones del fruto: los derechos concretos. romano. ale-
mán. etc., manife~taciones del derecho), esta continua
inversión o intercambio que la filosofía especulativa
hF~ce de lo concreto con lo abstracto para luego recu-
perar lo concreto como una determinación de lo abs·
tracto, según Marx no es simplemente un "error" me-
tódico, sino el reflejo teórico de ur.a mixtificación ope-
rada por la realidad misma. La sociedad capitalista es
la que realiza diariamente esa abs:racción o hipóstasis

(: 15) Cf. K. '.la:.,·F. :0-:ge:s, La Sa;raca Familia, cit., pp. 72 y.ss.

201
que constituye el trai.Jajo abstracto, auténtico sujeto real
en el que lo concreto-sensible (los trabajos privados)
no es sino simple forma fenoménica. La lógica inverti-
da de la filosofía especulativa no es otra cosa, pues,
que la expresión teórica de la lógica invertida de la
sociedad burguesa (116). '

( 116) Esta profunda continuidad y afinidad lógico-metodoló·


gica entre critica marxiana _de juventud de Jos p~ocesos de hipos-
lación de Hegel y crilica marxiana de la sociedaq burguesa en El
capilar,· la ha visto muy bien L. Collell[ ·que, entre otras cosas, es-
cribe: "Asf como Hegel separa el pensamiento humano ·del hombre
mismo, convirtiéndolo en. 'sujeto independiente' bajo el nombre
da Idea, de tal manera que para él ya no es el individuo humano
el que piensa, sino la Idea o Logos quien, a través del hombre,
se piensa a sf mismo; y como, en eso caso, 'abstraar' slgnl.flca
poner { ... ] la esencia humana fue(a del hÓmbre, la esencia del
pensamiento fuera del 'acto del pensar', con lo que 'la fllosofla
especulativa', dice Feuerbach, 'fija teóricamente esta escisión de
las cualidades esenciales humanas del hombre mismo, y por tanto
llega. a divinizar cualidades meramente ab::;tractas como sf fueran-
esencias independientes'; así opera el mundo de las mercancfas
sobre el hombre real. Este anula, separa o abstrae del hombre su
'subjetividaq', es decir, sus enc~gfas 'flsicas e l11telectuales', su
'capacidad' de trabajo, y la transforma en una esencia en si; fija
la energfa humana como tal en esa 'cristalización' o 'coágulo' de
trabajo que es el valor, convirtiéndolo as! en un ser distinto, es
decir, no sólo un ser avtónomo e independiente del hombre, sino
que domina al hombre mismo" (lnlroduzione, cit., p. LV). Y tam·
bién: "Mientras Hegel considera a las instituciones burguesas como
la ·encarnación de la Idea, Marx caracteriza-la naturaleza burguesa
da esas instituciones precisamente e11 su 'forma de manifestarse
como la encarnación de un universal independiente [ ... ]. Para él,
el cap1tal es una 'fuerza social' universal fndependiente de la so-
ciedad, que se le enfrenta como una entidad enemiga; es el tra·
bajo del hombre el que domina al trabajador, es el trabajo 'muerto'
el que explota el trabajo 'vivo'. El estado moderno es 'el Interés
general' separado de la generalidad de los interesados (las clases
trabajaqoras); la filosolla es el pensamiento o Idea que se maní·
fiesta como un sujeto en si, en lugar de los reales sujetos. pen-
santes. En una palabra, do11de Hegel calebra la entrada del Esplrltu
en el mundo, la encarnación del Logos cristiano, Marx ve, por el
contrario, el fetichismo, la reificación (Verdlnglichung), esto es,
el carácter de abstracciones sustantivadas que señala a todas las
in.stiluciones del mundo· burgués como a sus categorlas lógicas y
morales" (recensión a Marxismo e fllosofla de K. Korsch, en "Pro-
blemi del socialismo", a. VIII [1966]. n. 10, pp. 779-80).

202
CONCLUSION

1. La reconstrucción ,que hemos tratado de hacer


1
hasta. ahora del concepto de alienación en los escritos
de ·juventud de Marx y del concepto del fetichismo en
las obras de madurez no~ ha permitido precisar tres
puntos fundamentales que pueden indicarse de este
modo: 1) rigurosa distincipn lógico-metodológica entre
la teorra de alienación hegeliana y la marxiana; 2) pro-
funda influencia de Feuerbach sobre esta última; 3) con-
tinuidad y afinidad entre 1~ teoría de juventud del Ent· _
fremdung y teoría de la jVersachlichung (o Verdtíog·
lichung) y del fetichismo., En cuanto a! primer punto,
ya hemos visto la profundf y radical crítica de Marx a
la concepción hegeliana de la alienación-objetivación.
Marx reconoce a Hegel toda la importancia del descu-
brimiento y de la fundación_ .de -la--cátegoña de ~nt·
fremdung-Entausserung, q4e, por prin:tera vez en la t'is-
toria del pensamiento, fue posible porque Hegel rei-
vindicó para el hombre (concebido como autoconcier.-
cia) la objetividad del mundo histórico y social. HEgel
utilizó la teoría de Enlfremdung-EnUiusserung pa~a de-
finir la relación de la autoconciencia con su pr~ué:to,
el mundo histórico-social creado por ella (Estado,. re-
ligión, riqueza, etc.). En cuanto formación del espíritu,
1 .
ese mundo se enfrenta a este último como entidao in-
dependiente, extraña, aunque sea el producto de su
actividad. Recorriéndolo y alcanzándolo a través de
todas sus determinaciones' objetivas, _la autoconciencia
\

~ú3
elirnina o supera aquella objetividad o extrañamiento:
toda forma del m ndo material e histórico-social se re-
vela como algo "puesto" pór la autoconciencia y, por
ranto, como algo que se funde en ella totalmente. LR ·
. autoconciencia se reconoce en la objetividad, o bien
sabe que la objetividad. no es nada distinto de ella, y
ton ello supera la objetividad en cuanto tal, el extra-
ñamiento de aquel mundo, la alienación. Marx declara
que en este modo de concebir la relación autoconcien-
cia-objetividad, o' en esta reivindicación de _la objetivi-
dad· para la autoconciencia, Hegel sitúa en el centro
de su argumentación el concepto de trabajo, de ma-
terialización. de las fuerzas· esenciales humanas, aun-
qué lo hiciera· en -rórñi'S" extremadamente abstracta y
espiritualista. Como ya hemos tenido ocasión de ver,
Marx dice que lo importante de la Fenomenologla y de
su resultado.final, la dialéctica de la negatividad como
principio motor y creador,: es que Hegel concibe la
• autorrealización del hombre como un proceso, la ob-
' jetivación como enfrentamiento, como alienación y su-
·peración de esta alienación, y, por tanto, concibe la
esencia del trabajo y del hombre concreto en tanto
que real como resultado de su propio trabajo. En resu-
. men, Hegel pudo fundar la categoría de la alienación
porque concibió el mundo social objetivo como pro-
. dueto o materialización de ·las fuerzas esenciales hu-
manas, de la actividad social del hombre, del ·trabajo ..
oB.; ah! las intuiciones y representaciones reales (que
. superan con mucho, dice Marx, el punto de vista de
·Hegel) de. los fenómenos sociales extrañados como
. propiedad privada (alienación de la riqueza), Estado,
religión, etc.
El punto débil de Hegel, que permite criticar y re-
chazar su teorla de la alienación. reside en la condición
idealista de su planteamiento, en su concepción del
hombre como autoconciencia, como ente no-material,

204
espiritual. Según esta concepción, la relación de la
autoconciencia con la objetividad equivale a alienación.
En otros términos, Hegel tiene el mérito, al reivindicar
la objetividad para la autoconciencia y al concebir la
objet~vidad como creación de la autoconciencia, de
situar en el centro de su discu:so el proceso de obje-
tivación, el trabajo (aunque de modo muy abstracto,
especulativo, como acto espiritual); pero justamente
en cuanto que concibe al hombre como autoconcien-
cia, como ente no objetivo, espiritual, para él la obje-
tivación es igual que alienación, ·el escándalo es que·
haya un mundo", la objetividad en cuanto tal equivale
a una relación extrañada, inadecuada a la esencia hu-
mana, a la autoconciencia. Luego la superación de la
alienación tiene fundamentalmente el significado de su-
perar la objetividad histórico-empírica. Por tanto, nada
más erróneo que identificar el concepto hegeliano de
Entfremdung con el de Marx (1). Si se hace tal identi-
ficación, se tiende inevitablemente a transformar la cri-
tica marxiana de la alienación burguesa y, por tanto,
de las relaci_ones sociales burguesas, en una critica de

( 1) Incluso un estudioso marxista como M. Rossi, que ldenll·


llca el célebre ·núcleo rilcionat· de la dialéctica hegeliana con la
calegorla de la alienación, reconoce y destaca claramente los llml·
tes y ambigüedad c;ue esta categoña hegeliana tiene para Marx.
La realidad, dice Rossi. coincide en Hegel con el momento de la
alienación y precisamente como ·re:tlidad alienada, extcai'lada, es
como Marx considera siemP.re a la sociedad y a las estructuras
históricas que Hegel quiere convalidar, -deducir-. representar como
un momento de la historia del Absoluto. Ahora bien, continúa Rossi,
el reconocimiento de la sociedad burguesa como realidad aliena-
da ( "lla alienación de la Riqueza!-) p¡:esupone precisamente la
categorla da aDenadón, cuyo descubrimiento es auténtico mérito
de Hegel. Sin emba~go, es cierto que e., él --continúa Rossi- el
concreto funcionamiento de esta ca:ego(la no puede escapar a la
situación alienada en que él se encuentra como idealista e ideó-
logo de la sociedad burguesa. El\ defini:iw-a, el mérito de Hegel es .
siempre paradójico: el de dar una i::tas;eo invertida de la ~ealidad,
aplicando, creando, més bieo, para tal fin un instrumento que de
po~ si puede servir para volver a enderezar la figura. Ese instru-
mento es e: concep:o de alienación (Lo storlclsmo mlstlncato dtlla
"Fenomenologl;t~ hegeliana, cit.. pp. Se~).

205
la intelección y el pensamiento científicos. "Lo que [la]
t~c~ía hegeliana de la alienación tiene en común con
'a teoría de la alienación elaborada por Marx, es que,
~n ambos casos, la alienación implica separación. Lo
que a su vez distingue las dos teorías es la clase de
~eparación de que tratan. Para Hegel, la separación
alienante es la separación o distinción de. sujeto y ob-
jeto, de pensamiento y ser, de teoría y realidad emp!ri-
co-material; para Marx, por el contrario, la separación
que produce alienación es la separación de los pro-
ductores de los medios de producción, el divorcio en-
tre trabajo asalariado y capital.· Para Hegel, la crítica
de la alienación significa crítica del materialismo y de
la ciencia; para Marx, en cambio, la crítica de la alie-
nación es la critica de la sociedad burguesa" (2}. !den-.
tificar la escisión entre trabajo asalariado y capital, en-
tre trabajo y condiciones objetivas "del trabajo, con la
escisión de autoconciencia y objetividad, de sujeto y
objeto, ·trae consigo inevitablemente la transformación
de un problema histórico-social en un problema onto-
lógico. Hemos tratado de ilustrar las principales ~en­
secuencias de esta identificación analizando el célebre
ensayo de Lukács sobre la Verdinglichung; para este
aspecto del.problema remitimos directamente al Apén-
dice.
La gran contribución de Feuerbach a la teorfa de la
alienación consiste en que no sólo posee todos los
instrumentos para rechazar el intercambio o la identifi-
cación de alienación con objetividad, sino que también
nos ofrece un análisis de la filosofía especulativa como
basada en un Entfremdung, y por tanto como expresión
del extrañamiento o como ·filosofía extrañada. En ·er
sentido de que la filosofla especulativa extraña el ·pen·
samíento. del hombre concreto y sensible, haciéndolo

(2) L. Collotti, M. Horkhelmer a T. W. Adorno: "Dialettlca dell'


lllumlnlsmo", en "Problemi del socialismo", cit., p. 235.

2 6
una esencia autónoma, hipostasiada. De ahí la afinidad
entre alienación religiosa y alienación "especulativa";.
en uno y otro caso se abstraen y separan del hombre·
sus cualidades esenciales (intelectuales, espirituales),
que se convierten en sujetos reales o hipóstasis. Luego
la alienación corresponde a una inversión de la rela-
ción de predicación, por la que el predicado se trans-
forma en sujeto y el sujeto se rebaja a predicado de
su propio predicado. La alienación se convierte asr en ·
un fenómeno esencialmente destructivo que empobre-
ce al hombre, arrebatándole su realidad esencial, ge-
. nérka. "be ah[ se produce una representación invertida
y mixtificada de la realidad,. donde lo que es primario
se convierte en secundario y el hombre queda domina-
do por sJs propios predicados.
El joven Marx hace suya esta concepción reuerba-
chiana de la religión y de la filosofía especulativa come
Entfremdungen del ente humano (3}. Como justamen-
te manifiesta K. Lowith ( 4}, Marx combate como extra-
ñamiento del hombre de si mismo lo que en Hegel to-
davla es un momento positivo de toda actividad i"'cr:~a­
na, consistente en la alienación de si mismo. La !n- .,
fluencia de Feuerbach sobre esta concepción de Ja
alienación como expropiación de! ~ombre; como inv~r­
sión o intercambio de sujeto y predicado (y no come.
algo ambiguamente positivo, el hegeliano "devenir-igua'-
a-s[-en-el-ser-otro"}, es indudabl~mente determinante.
Sin embargo, lo que caracteriza desde el principio la
investigación de Marx sobre el Enlfremdung es que
trata de determinar la base real de la alienación religio·
.
'!
(3) Cl. W. Heise, Ueber die EnUremdung und lhre Ueber.tln-
duny, en ."Deutsche Zeitschrifl lür Philosophie·, 1965, p. 686: es
erróneo, escriba este autor, r:educir el concepto marxle.no de e>.lnl-
i'lamicnto al hegeliano. Marx concibe y c(itica el idealismo de H'lgel
como una conciencia extrañada y como producto de una praxi~
extrai'lada. 1
( 4) K. Lowith, Dn Heocl a IJielzsche, cit., p. 217.

207
sa y especulativa en el mundo social y polltico. De ese
modo, si feuerbachlanamente la autoconciencia es una
f~rma de Entfre!'"dung, en' cuanto abstracción de los
individuos
1
concretos y sensibles (la autoconciencia,
dice Marx, es la formn predominante de alienación en
Aiemania), ésta tiene su base en el hecho de que fa
sociedad burguesa no realiza una comunidad real, sino
que en ella el hombre está realmente enfrentado (ex-
. trañado) a si mismo y a los otros l10mbres, a la comu-
. nidad; por eso, a nivel teórico, la abstracción que cons-
, fituye la autoconciencia.. se enfrenta al hombre como
..'extraña y enemiga. A su tlebido tiempo hemos tratado
_,de documentar esta constante investigación marxiana
de la base realr social,· de los Entfremdungen ·eviden-
ciables a nivél teórico.
. 1

; Acerca de la relación· entre el análisis del joven


Marx en torno a fa alienación y los análisis de madu-
rez de la Versacllchung o Verdlngllchung de las rela-
ciones sociales y el fetichismo, observamos una pro-
funda continuidad de temas y planteamientos. Desde
· luego, no se puede identilicar directamente la teorla
del fetichismo. Se diferencian sensiblemente por lo que
_toca a la madurez y profundidad del análisis económi-
co y social. La teorfa del fetichismo supone la teorfa
·.del valor-trabajo (que Marx no pose la en 1844) y for-
; r:na un todo con ella. Sin embargo, puede afirmarse ~on
_1<. Korsch que lo que Marx define como "fetichismo del·
mundo de las mercanclas" sólo es la expresión clenti-
. rtca del mismo fenómeno que, anteriormente, en el pe-
rlpdo hegeliano·f~uerbachiano de su formación intelec·
, t!Jal, llamó "mensllche Selbstenfremdung" (5). En este
· ;,'~ntido nos parece excesiva la reciente afirmación de
,,~.

· Lúi<ács,
.., según la cual el fenómeno de la reificación (es
de.~ir, el de la Verdlngllchung de las relacionales so·

(5) K. Korsch, Karl Marx, cil .. p. 97.

208
cial~s y del fetichismo), pese a su profunda afinidad
con el extrañamiento, no seria idéntico a éste ni so-
cial ni conceptualmente (6). Por el contrario, el he-
cho. es que la autonomización de los productos de la
nc~iv)tlatl humana que llega a dominar a los hombres
misri1os, analizada por Marx en los escritos de 1843-44,
la· (nversión de sujeto y predicado que Feuerbach OQ·
serva por primera vez y que Marx investiga en el mun-
do social y político, En el desarrollo posterior (cada
vez más amplio y profundo en el plano del análisis
económico-social), de. este ültimo se manifiesta como:
un fenómeno extremadamente importante y "resisten-
te.", que recibe sucesivas confirmaciones y se enrique~:
ce con nuevas ·rormas~. Como hemos tratado de mas-·
trar, la teoría de la alienación y la teoría del fetichismo.
reconstruyen el mismo fenómeno, aunque a diferente
escala de análisis de la realidad: el dominio, especfli-
camente capitalista, de las relaciones sociales y de
las cosas sobre los hombres, de los productos del tra-
bajo sobre el !1 abajo, del trabajo muerto sobre el tra-
bajo vivo. Incluso en el plano terminológico, hemos
visto que en los análisis marxianos de la madurez, jun-
to a los términos Versachlichung, Verdinglichung y
Fellschismus, Enlfremdung aparece constantemente.
Por tanto, como justamente observa K. Korsch, se puede
decir que la más importante cilerencia de contenido
entre la crítica de la filosofía del Selbstenfremdung eco-
nómico y la posterior caracterización científica de este
mismo problema consiste en que Marx, en El capital,
como antes en Contribución a la cñllca, da a su aná-
lisis económico un significado más profundo y general
mediante la reducción de todas las categorías extraña-
das de la econorr.1a al caracte: fetichista de la mer-

(6) G. Lukács. lnlroduccl6n a la <-d. espal"tola de Hlaloria y


cousclencla de clase, ::il.. ¡¡. XXVI.

209
cancía (7). A partir de La Ideología alemana, pasando
por los Grundrisse, hasta ·las Teorías de la plusva-
lía y El capital, siempre nos encontramos la constante
profundización del mismo fenómeno que Marx analiza-
ba en La cuestión judía y en los Manuscritos: la inde-
'pendización de las relaciones socia'les, producidas por
la actividad práctica del hombre, ante los productores,
hasta llegar a dominarlos y dirigirlos. La separación
"del trabajador de su fuerza de trabajo vendida como
mercancía, y del producto de su trabajo; su relación de
extrañamiento respecto a las condiciones materiales de
. producción; la inv.ersión de la relación entre trabajo
vivo y trabajo muerto (este último, en cuanto capital,
1
maneja y domina al primero); la transformación· del
obrero en un apéndice de la maquinaria; la autonomi-
.zación del capital "como fuerza social, cuyo funciona-
rio es el capitalista, y que [ ... ] éomo fuerza social ex-
trañada, sustantivada, se enfrenta a la sociedad como
.cosrr y como fuerza del capitalista a través de esa
cosa (8); la sustantivación, por último, de la coordina·
ción conjunta del proceso social de producción res-
,pecto a los productores de ·mercancías como inver-
,sión de su independencia y, por tanto, el dominio del
proceso de producción sobre los hombres: éstos son
los fenómenos que constituyen el Entfremdung. En el
¡curso de la investigación hemos tratado de sacar a la
luz el elemento fundamental de continuidad entre lo
teorfa de la juventud de la alienación y la de la madu-
rez en cuanto al problema de la alienación, que es el
análisis marxiano de la relación entre las sustantiva-
ciones o hipóstasis reales consumadas por la so.cie-

(7) K. Korsch, op. cll., p. 99. Esta continuidad también la ven


'N. Heis11, op. cit., PP.· 684-719, y l. F&t:;..:her, K. Marx: Das Ver-
nliltnls von Frilhwerk und "Kapllal", en "K. Marx und dQr Marxls·
r:1US", cit., p. 16 y SS.
(8) ·El capital, libro 111.· secc[ón 1.·, cae. V, p. 98.

210
dad capitalista y las hipóstasis de la religión y de ;a
filosofía especulativa.
La objeción que algunos hacen a la tesis de la pro·
funda continuidad teórica y problemática entre obra
de juventud y obra de madurez de Marx en relación
con el problema de la alienación, reside en que infra-
valoran la ruptura con Feuerbach, que tiene su pu~to
crftico culminante en La Ideología alemana. Hemos tra-
tado de demostrar que est~ es un falso problema. Arya-
dimos ahora alguna observación más. Es importante
darse_ puenta de que la "ruptura· de Marx con Feuer-
bach (sin que pierda validez -la fundamental aporta~
ción de éste), o mejor la· ."superación" de Feuerbach.
se da ya en Jos primeros fi!SCritos marxianos. como La
cuestión judfa y los Manuscritos, donde el iundador
del materia:Jismo histórico determina, cosa que no .pizo
el_ otro, la base social y económica de los Enlfremd~:19
teóricos, dándonos con ello los primeros esbozo~S.., de
una sociología materialista, científica, de las superes-
tructuras. Si esto pasa desapercibido, no se captará
la unidad y profunda continuidad teórica de toda :a
obra de Marx, y se acabará reduciendo a Feuerbach la
obra de juventud de Marx, infravalorándola o silen·
ciando Jos fundamentales elem_entos.de·novedad, inc!u-
so por Jo que toca a la critiCa del método lógico-hipos-
tático de Hegel (9). En esta dirección, una tenta~iva

(9) Po~ lo _que respecta al discu'i-so sobre el métóJdo y la cri-


tica de Marx a Hegel, véase lo que Delia Volpe escribe polemi-
zando con Althusser: el Marx critico de las hi_2Óslas!s no puede
reducirse a Feuerbach, porque éste no logró ver el términ:> últi-
mo, el electivo resultado erróneo, de k>s procesos hegeJianos:idea-
listas de hiP.ostación. etc. (G. Delia Vol2e. CrfUca de la ldeologla
contemp_oránea, Madrid, Alberto Co(azón Ectitor, 1970, p. -44,' nota
16). En su lib_ro de 1946, u Ubertad comunista. oeaa Volpt ya
observaba, a proP.ósito de los escritos de juventud de Marx. que
"en las aplicaciones a la filosofla po!itica y económica que t-,ace
la crftica materialista marxiana, las fórmulas feu_erbachianas co-
bran una profundización y alcance general que las tra:;slorma bas-
tante. Este deberla se{ el criterio general a tener presaote al juz-
oar las relaciones entre Feurbc~h y Marx~. Y también: ·oesdo~ el

211
, articulada es el ensayó deG[""?anc~ Le concep\ de
· critique el la critique de l'économle polllque des ~'Ma­
~ n uscrits de 1844" au "Capital" ( 1O). En 1o relativo al
joven Marx, la argumentación del autor se reduce esen-
cialmente a esto: en los_ Manuscritos, la economfa no
· tendrla carácter de fundamento o de última instancia;
no se tratarla del enfoque de una estructura económica
de la sociedad en el sentido en que Marx lo _entenderá
a partir de La Ideología alemana. Sustancialmente, se-
gún nanciére, tras todos los conceptos aparentemen-
te "económicos'; de los que Marx se sirve en los Ma-
nuscritos, habrla conceptos "antropológicos" (feuer-
bachianos), sobre los que Marx pasaría de uno a otro
constantemente- (obrero= hombre, trabajo= actividad
/

genérica, producto = objeto, capital = esencia extraña,


etcétera). "Este~ procedimiento, que permite que la ley
económica se transforme en ley antropológica (forma
general de Ía contradicción), nosotros lo llamamos anfi-
bología" (11). De ahl el abismo que existir! a entre el
discurso antropológico e ideológico de los Manuscri-
tos y el científico de El capital y también, por tanto, en-
ti.E~ la teorfa de la alienación y la del fetichismo. Ahora
bien, me parece que incluso una lectúra sumaria de los
Manuscritos, nos muestra lo infundado de esta tesis.
La obra de Feuerbach no da el punto de partida ni el
fundamento de la teoría de la alienación en los Manus-
critos (por muy importante que sea para Marx .la· crf,
tica de éste a la religión y a la filosofía especulativa);

principio, desde los Manuscritos do economla y fllosofla, Marx so·


brepasa a Eeucrhach y a su angosta problemática en la gye úni·
cemente so consideraba la oliennción roligiosg" (o p. el!., pp. 79
y 75). . 1
. · (10) En L. Althusser, E. Balibar, J. Rar)ciére, P. Macherey,
Llre le Capllale, 1, Parls, 1967, pp. 102·210. (La edición española,
Para leer "El capital", México, Ed. Siglo XXI, 1969, no conliP.nc
los·_ ·texlos do Rancié re, Macherey y Estable!, y ::~lounng (le In.~
páginas do Balibar eran inéditas on frnncés.) ·
( 1.1) lbld., p. 107.

212
lo da el análisis económico de la sociedad que Mar~
.deduce de la economía política clásica. En los Manus-
critos, como en El capital, la alienación radica en el
dominio del trabajo muerto, el capital, sobre el trabajo
vivo, sobre el obrero; consiste en el divorcio entre el
trabajador y su fuerza de trabajo vendida como mer-
cancía. Véase a este respecto todo el primer manus-
crito, donde, entre otras cosas, ya se encierra el es-
bozo de la relación entre trabajo asalariado y capital
que Marx desarrollará más _tarde. en su opúsculo de
1849, Lohnarbel! und Kapital. En efecto, Marx examina
los dos estados posibles de la sociedad:. aquel en el
que mengua la riqueza social, y aquel en el que aumen-
ta. En el segundo caso, el único favorable al obrero,
aumentan los capitales y renta de un país, pero_ eso
sólo es posible "por el hecho de que se acumula mu-
cho trabajo, al ser el capital trabajo acumulado [ ... ] y,
asimismo, porque al obrero [ ... ] su trabajo se le en-
frenta cada vez más como propiedad ajena". El aumen-
to de salario supone y lleva consigo la acumulación
de capital y. por tanto, dice Marx, el trabajo se pre-
senta más extrañado cada vez ante el obrero (12).
/\1 no descubrir este presupuesto real·de·la teoría de
la alienación, en los Manuscritos, Ranciere incurre en
una serie de contradicciones y forzamientos del texto
muy significativ0s. Merece la per.a observar alguna de
ellas. Dice el autor que e01 los Manuscritos la econo-
mía no aparece como el terreno de la alienación fun-
damental, a la que se reducen las demás alienaciones.
Las distintas alienaciones se presentan todas a la mis·
ma escala. "Luego, en una primera determinación -es-
cribe este autor-. podemos definir la economía políti-
ca, el derec:10, la moral y la poiitica como diferentes
esferas de la experiencia hu:-71ana [ ... ]. Por tanto, la

( 12) Manuscritos, c:t.. ¡:;. 52 y ss.

213
realidad económica sólo aparece como una de las
t>sferas que expresan, cada una a su modo, el desarro-
llo y la alienación de la esencia humana" (13). Pero
esta tesis se contradice sustancial y formalmente con
aquel pasaje de los Manuscritos en el que Marx afirma,
como dice justamente Bobbio ( 14 L que la alienación
económica o social no es una forma de alienación com-
parable a la religiosa, sino que es la alienación que
está en la base de cualquier otra alienación, sin la cual
la alienación religiosa misma no puede ser explicada
teóricamente; por eso, solamente la superación de la
alienación económica, es decir, la apropiación del hom-
bre práctico, social, conducirá a la superación de la
alienación religiosa, o sea, también a la apropiación
del hombre teórico. En realidad, la afirmación de Marx
suena exactamente así: "El extrañamiento religioso
como tal sólo se opera en la esfera de .la conciencia,
de la intimidad humana; en cambio, el extrañamiento
económico es el extrañamiento de la vida real, por lo
que su superación abarca ambos aspectos" (15).
Naturalmente, Ranciére no puede ignorar este tex-
to. ¿Cómo sale de la dificultad? "Tenemos con esto
-dice- tal ampliación del concepto de economfa, que
éste termina por abarca todas las relaciones del hom-
bre con la naturaleza (en los conceptos de producción
y de consumo) y todas las relaciones de los hombres
entre sí (en el concepto del cambio). La economfa
cubre entonces todo el campo de la experiencia huma-
na [ ... ] ". Según Ranciére, de ese modo, la definición
de la realidad económica peca por exceso; pero, en
cualquier caso, el resultado. siempre es el mismo: "M_arx
no establece un campo de economía política" (16).

( 13) J. Rancié re, o p. cit., p. 102.


( 14) lntroduzlone a los Manoscrl\\1, trad. it. de Bobbio, p. XIV.
(15) Manuscritos, cit., p. 144. El subrayado es mio.
(16) J. Ranciare, op. cit., P.· 103.

214
Afirmación que nos parece errónea, puesto que este
autor no capta la unidad, presente tanto en los Manus-
critos como en la obra de madurez de Marx, entre las
relaciones de producción .-..:.es decir, las relaciones d~l
hombre con la naturaleza- y las relaciones sociales
-las relaciones de los hombres entre si-; unidad de-
bida a que determinadas relaciones de los hombres con
la naturaleza también constituyen a su vez determina·
das relaciones de. los hombres en~re si (el extrañamien-

to del hombre de la producción y del producto del tra-
bajo, también es un extrañamiento del hombre de l~s
. otros hombre-s). Por consiguiente, se trata de una uni-
dad que no excluye lo especifico ni la diferencia. Den-
tro de esta ·unidad es donde Marx puede establecer una
conexión íntima entre los distintos Entfremdungen.
Igualmente i'nfundada nos parece otra tesis ·de Ran-
ciere, según la cual en los Manuscritos ·no se cri_t:ca
ningún concepto económico en cuanto tal. Todos estos
conceptos son válidos a nivel de la economía politJca.
Expresan los hechos de ma:-~era adecuada, pero sim-
plemente no los comprenden" (17). En realidad, la po-
sición de Marx en los Manuscritos ante la econornia
política es más compleja; cuando acusa. a la economia
política de no comprender los -hechos, critica tambien
sus conceptos que, implícitamente, experimentan una
translormación radical en el discurso de Marx. "La eco-
nomía política -dice- parte del hecho de la propie-
dad privada. Pero no lo explica Capta el proceso ma-
terial de la propiedad privada tal como se manifiesta
en la realidad, pero lo hace en fórmulas generales, abs-
tractas, que para ella tienen vaor de ley. Pero no las
comprende, esto es, no refleja ce qué modo proceden
de la esencia de la propiedad pr¡vada. La economla po-
lítica no nos da ninguna expfi:::ación sobre el funda-

(17) lb!d., p. 104.

215
mbrito de .la división de c~pitnl y trabajo, de capital y
tierra. Cuando, por ejemplo', determina la relación entre
b.~n-eficio del capital y sala.rio, acepta como fundamen-
to último el interés del capitalista; es decir, parle. do
_lo que deberla explicar. Otro tanto ocurre siempre con
la. competencia. Esta se explica R base de Circunstan-
cias externas. La economía política no nos ens~ña nada
s_obre que estas circunstancias externas y aparente-
mente casuales, no son sino la expresión de un des-
arrollo necesario" ( 18). Y ese "desarrollo necesario",
o la "coherencia deJ·movi~iento his.tórico", es. lo-que
.
Marx quiere reconstruir; d'en\ro de esa coherencia las
catcgorlas de la economfa política no pueden dejar de
experimentar una Jransfotrriación, no pueden dejar de
concebirse dé' modo "difer-ente" (19).
Por medio del· concepto de "trabajo extrañado"
·Marx trata 'de descubrir el ·"desarrollo neces~rio" y la
"coherencia· histórica". En contraste con la economía
pol[tica burguesa, Marx investiga la "relación directa
entre trabajador (el trabajo) y producción" (20) en la
producción capitalista. En este caso, el trabajo es al
mismo tiempo objetivación· y extrariación, pérdida del
!
( 18) M;~riuscrllos, cit .. p. 10-1.
( 19) "'La energla del discurso de Marx -escribo justamente
· Luro~ini- resido ~n adopiRr ese 'presupuesto' fuerte [el concep·
lo~,rle lrRbajo humRnoJ de la economfa polltica (en la que IR
r•úic más relevanle ,sigue correspondiendo 11 Smlth, precisamente
por el peso especlliéo e~signRdo a este punto de partida) -lo que ·
no hizo Engets en sus anlerlores escrllos-. mostrando cómo se
· queda aislado y sin desarrollo en el contexto tradicional de la eco-
-nomla pollllca mismR. y contraslándolo con su presupuesto débil,
.es· decir. con la noción dQ propiedad privada no estudiada en su
'rréncsis' y por. tanto no explicada conceptualmente. (Con la con·
~secuencia de que en la economla pollllcó\ l<ls calegorl<ls económl·
,c;~s solamente se describen -de manera positivista, podrlamos
'decir- y se yuxtaponen entre si: no arllculadas slslem61lcamente)"
·( lntroduzlone a L'ldeologla lcdesca, cll., p. LXX; el último subrayado
es mio). Añade Luporinl ( pp. LXX-LXXI) que "esa Instancia gené-
tica, en el discurso de Marx, no es marginal sino central"', y que
en los Manuscrllos enconlramos, "'aunque sólo In nuce, un plan-
lcamlenlo conceptual que regirá dospués la posterior ·c~ltica de la
cconomln polilica', incluido El capllal".
objeto para el trabajador. El análisis del trabajo extra-
.. ñado se transforma para Marx en la clave para recqns-
truir la génesis y la trabazón interna de toda la es-
tructura capitalista. Ya hemos visto los distintos grados
y. niveles del extrañamiento en los Manuscritos, y por
· ta~lo. serfa innecesario repetirlos. El resultado más im- ·
pÓrtante de este análisis de Marx es que, por un lado,
la economía, las relaciones de producción, no están
fijadas como una esfera especial junto a las demás es-
feras, sino .como el terreno y el lugar de origen _de
todas las relaciones sociaies ~extrañadas"; y que .. por
otro lado, las determinaciones ·rijas", "rígidas" (ahis-
tóricas) de la economía política se manifiestan como
expresiones ideológicas de la sociedad burguesa ex-
trañada. como productos del trabajo extrañado y en
cuanto tales, por tanto, íntimamente contradictorias, es
décir, que se basan en el contraste entre fuerzas pro-
ductivas y relaciones de producción, entre trabajo asa-
lariado. y capital {21). La teoría del trabajo extrañado
permite a Marx "comprender la conexión esencial que
hay entre propiedad privada. la codicia del dinero, la
separación de trabajo, capital y propiedad de la tierra,
la de intercambio y competencia, valor y desvaloriza-
ción del hombre. monopolio y competencia, etc.; tene-
mós que comprender la conexión de todo este proceso
de extrañamiento con el sistema monetario" (22). Por
consiguiente, la teoría del trabajo extrañado constituye
a la vez la critica de la sociedad capitalista y de sus
contradicciones internas. y la crHica de la economfa
política, que es la expresión teórica de dicha sociedad.
La economía proporciona a Marx valiosas e indispen-
sables contribuciones para describir y analizar la socie-

(20) Manuscritos. cit. p. 107.


(21) W. Heise. et.,.mina y desar:v:a este problema en el ar-
ticulo cit.
(22) Manuscritos, cit.. p. 105.

217
dad, pero al mismo tiernpo no compr~nde la profun-
da interrelación que existe entre las categorías que
analiza y "oculta el ·extrañamiento esencial del traba-
jo" (23). En lo que se ve, creemos, la afinidad, al
menos en el plano metodológico, entre esta actitud de
'Marx ante la economla política en los Manuscritos y
'su actitud posterior. "Indudablemente, la economla po-
'lítica -escribe en El capital- ha analizado, aunque
de modo imperfecto, el valor y su magnitud, descubrien-
,do el contenido que se escondía bajo estas estas for-
·mas. Pero nunca se ha planteado el problema de por
'qué ese contenido reviste aqu~lla forma y,. en -conse-
'cuencia, por QUé el trabajo es represen.tación de si mis-
'mo en el valor, y por qué el trabajo medido según el
:tiempo de. su duración se traduce en la magnitud -de
'valor del producto del trabajo" (24). Y por tanto, como
'se ha observado a este respectó, lo que distingue a
'Marx de toda la economía política clásica, es preci-
;samente la teoría de la alienación y del fetichismo: "al
considerar la existencia de la mercancía como un he-
cho 'n?tural' y, por tanto, no problemático, la economfa.
'p'olítiéa clásica se limita a investigar las proporciones
'en que se intercambian las mercancías, centrando su
exa.meri sobre el valor de cambio en vez de sobre el
:valor propiamente dicho ('el análisis de la magnitud
ide valor -dice Marx- absorbe completamente la
atención de Smith y de Ricardo'); para Marx, por el
contrario, el problema esencial -antes que el de las
rnzones de cambio de las mercancías- consiste en
nxplicar por qué el producto del trabajo toma la forma
de mercancía, es decir, por qué el 'trabajo humano'
se presenta como 'valor' de 'cosas'. De ahí lá impar-.
tancia decisiva que cobra en él el análisis del 'fétichis-
mo', 'alienación' o 'reificación' (Verdinglichung), o sea,

(23) lbld., p. 107.


(24) El capital, libro 1, sección 1.•. cap. 1. pp. 44-45.
1

218
dol proceso por el cual, mientras el trabajo subJetivo
humano o social se presenta en la forma de una pro-
piedad intrínseca de las cosas mismas, estas últimas
-dotadas de cualidades subJetivas o sociales propias-
aparecen, a su vez, por decirlo asf, 'personHicadas' y
'animadas', como si fueran suje(os autónomos" (25).
El significado y función que el fetichsimo -como au-
téntico y profundo discriminante entre el análisis mar-
xiano de la sociedad capitalista y el de los economistas
clásicos- reviste en el pe-nsamiento maduro de Marx,
son. del todo semejantes ai significado y función dada
teoría de Entfremdung en ·el pensamiento de juventud,
donde constituye a la vez: una critica de la sociedad
capitalista y critica de la e·xpresión teórica de esta so-
ciedad, la economía politi~a. Incluso esto nos parece
un importante elemento de continuidad entre teoría de
Entfremdung y teoría de Verdinglichung o del fetichis-
mo y, de modo más general, entre obra de juventud y
obra de madurez. ·
En la segund~ parte de su estudio, conforme al
planteamiento general del ,autor, que ve "una ruptura
epistemológica" entre las obras marxianas de 1643-4<1
y El capital, Ranciére impugna la continuidad y pro-
fundización de la critica de las hipóstasis en la obra de
madurez de Marx, respecto a la obra de juventud, aun-
que los textos lo exijan en~ esta dirección ... En la pro-
ducción del traje -dice Marx -en El capital-, se ha
invertido efectivamente, bajo la fornia de trabajo de
sastrería, fuerza humana d~ trabajo. Por consiguiente,
en él s~ acumula trabajo hl!mano. Por ese lado, el traje
es "representación de valor" (Werttrager), aunque esta
propiedad suya no se traslGzca ni cuando, a fuerza de
llevarlo, llegue el traje a ser transparente [ ... ] . Sin em-
. bargo, para que el traje desempeñe respecto a la tela
i
· (25) l. Collelli, lnlroduzlone! ciL, p. XLV.

213
el papel de valor, es imprescindible que el valor revis-
ta ante la tela la forma de traje. De ese modo, el indi-
viq:uo A no se puede comportar con el individuo 8 como
si, estuviera ante una majestad, sin que al mismo tiemp'o
la majestad revista para A la figura corpórea de B" (26).
Vale la pena citar el comentario de Ranciere a este
párrafo: "Volvemos a encontrar el concepto de apoya-
tura que habíamos observado en el esquema de la crí-
tica antropológica a la especulación, y lo volvemos a
encontrar con una función que corresponde en ese
~ismo esquema a la función de la encarnación. El ob-
jeto empírico (el traje) se convierte en el soporte
qe la abstracción metafísica valor, del mismo modo
que la existe_ncia emplricá del monarca era para Hegel
la encarnación de la categoría abstracta de sobera-
nía". "No es sólo porque en este caso -continúa Ran-
ciére- se trata de majestad y en el mani.Jscrito de 1843
[Crítica de ia filos0lia del Estado de Hegel} de sobera-
nía, por lo que podemos afirmar la homología entre
la estructura de la manifestación del valor. y la estruc-
tura de la encarnación que, en el texto de 1843, cons-
titula un elemento de la estructura general de la espe-
culación. El valor se encarna en la existencia empfrica
del hábito, al igual que la soberanla en la del monar-
ca hegeliano. Por tanto, vemos que aparece una figura
idéntica a la del manuscrito de 1843" (27). Pero en
El, capital, dice Rancié re, esa figura no tiene la misma·
fq~ción critica que tenfa en In crítica nntropológica.
"La unión de lo físico y de lo metafísico expresa ahí
(en El capital] la forma misma de manifestación del
valor y no su traducción especulativa. En el manuscri-
,to de 1843, esta unión se presentaba como una ope-
ración especulativa. Hegel trnnslormaba lo sensible (lo
empfrico) ( ... ] en una abstracción metaflsica que lue-

(26) El capital, libro l. sección 1.•, cap. 1, p. 18.


(27) J. Ranciére, op. cll., pp. 136·37.

220
go encarnaba en una existencia física que daba cuer-
po a la abstracción. Eso significa que la figura que
en la critica antropológica designaba el procedimiento
de la especulación, designa en este caso el proceso
que se desarrolla e:-1 el pro;:¡io campo de la reali-
dad". (28). Ahora bien, en mi opinión, es importante
qúe se entienda que ambas cosas, lejos de ser incon-
ciliables o cualitativamente distintas, constituyen la
profundización en un mismo proceso que, de la crlticR
de las hipó\esis a nivel· de categorías lógicas y mora-
les, pasa a la crítica de las hipós:asis reales, cuyo re-
flejo constituyen las primeras; como lo demuestra el
importante pasaje de la Werlform, que ya hemos co-
mentado (29), en el cual Marx establece una estrecha
conexión entre "la inversión total por la que lo con-
creto sensible sólo cuenta como forma fenoménica de
lo universal abstracto" y el procedimiento especulativo,
por el que "el derecho, abstracto, se realiza en el de-
recho romano y en el derecho alemán. en los derechos
concretos". Esta última es una "conexión mística" que
constituye el reflejo ideológico de la mixtificación o in-
versión que la realidad capitalista opera todos los dlas.
Conforme a su tesis, a propósito de la teorla del
fetichismo, Ranciére afirma q~,;e ésta no es una teorfa
de la alienación en absoluto, en el sentido de la obra
de juventud de Marx. Las dos teorías serian completa-
mente distintas. Pero. como e:-~ el curso de su análisis
este autor se encuentra en figuras arines a la teorfa
rnarxiana de juventud de la Enlfremdung, llega nece-
sariamente a dos resultados: 1 ~ a ver en El capital una
continua "confusión" entre dos teorías distintas ("Marx
tiende constantemente a ccnbndir dos estructuras di-
ferentes, a concebir el Entfremdung de la relación ca-
pitalista sobre el modelo de :a alienación del sujeto

(28) lbfd., p. 137.


(29) Cf. surra, ~?- 159-{)CJ.

221
sustancial") {30), falla de rigor, ele.; 2) a no com·
prender los nexos entre religión y fetichismo (por lo
que la analogía establecida por Marx en el primer ca-
pitulo de El capital entre alienación religiosa y fetichis-
mo serfa una analogía "no rigurosa") (31). Decidida·
mente, este último nos parece el resultado más grave
del tipo de sistematización de Ranciére, porque con-
duce a excluir dal análisis cientffico del Capital uno
de los temas más sugestivos de la obra de Marx: la
relación entre bürgerllche Gesellschaft y cristianismo.

:,. .

(30) J. Ranciilre, op. cit., p. 194.


(31) lbld., P.· 196. .

222
APENDICE 1

REIFICACION Y OBJETIVIDAD EN "HISTORIA


Y CONSCIENCIA DE CLASE", DE G. LUKACS

1
El conocido ensayo de Lukács sobre la Verdlngll-
chung (1) está dividido en tres secciones. En la pri-
mera parte Lukács define y analiza el fenómeno de ia
reificación; en la segunda trata de .. descubñ,.- la co-
nexión entre las cuestiones más profundas de la filo-
sorra moderna y el fundamento de ser (la socieda•j
burguesa cada vez más cosificada), de las cuale~; se
desprenden y a las que intentan volver en un esfuarzo
de comprensión; por último, eñ la tercera seccitn el
autor expone lo que en su opinión es la postura del
proletariado ante el fenómeno de la reificación. ._
. Comencemos por la seqció~ _prLm_era-y veamos _;pe
qué manera caracteriza LuRács el fenómeno de la rEi-...,
ficación. Según este autor, l!J carácter fundamental de
.!_~.. ~ociedad burguesa Jo co,nstjt~ye la escísi?ñ:fl!~­
rpización ,..de_,Jfl .. reáligacLsócial en sjs.tewas parcialeª-
-~bstractos¡ aislados y aislantes. cªdª-_yR..!!'ás •ra8fl:.
· nales" "racionalizado " ·

ante esa realidad social fragmentada y está adscritv


a: sus sistemas parciales ~bstractos; po~ tanto, parti-
cipa en un proceso en el cual. tanto a njvel de la reE.-
. . 1
( 1 ) La reificación y la conciencia del prolel.ariado, en Hli·
!orla y consciencia de clase, ciL ~

223.
Jjdad como del p_ensamiento. ya perdjeodo s·u tola-
lidad cada vez más. El proceso de trabalo, desde el
artesanal a la industria mecanizada, se caracteriza por
una progresiva mecanización; cada vez va dividiéndose
más en operaciones parciales racionalmente abstrae~.
tas. De ese modo se rompe la referencia del trabaJador
hacia el producto como un lodo. y su trabajo se re-
duce a una función especializada que se repite mecá-
nicamente. Esta mecanización se introduce también
dentro qel ·~alma" del trabajador· con el ·moderno frac-
cionamiento "psicológico" del proceso de trabajo (tay-
lorismo, etc.). "Como objeto del proceso de trabajo,
el producto ·unitario desaparece. El proceso se trans-J
forma en una reunión objetiva de sistemas parciales
racionalizados, cuya unidad sólo está determinada por
medio del cálculo y que, por tanto, deben presentarse
r.eciprocamente casuales" · (2). Lukács hace hincap.ié
en el principio general que va afirmándose con la pro-
gresiva mecanización Y. división del trabajo y que, con-
siguientemente, se afirma también en los sectores ais-
lados y en los procesos qada vez más independientes,
autónomos y racionales: el principio de la racionalidad
,.. basada en el cálculo, en lo calculable. La progresi',la

¡ división y racionalización del proceso de trabajo, por


un lado trae consigo una progresiva escisión del Indi-
viduo, y por otro una actitud contemplativa del indi-
viduo ante el proceso de trabajo. El segundo aspecto
es especialmente importante. "A causa de la raciona~
lización del proceso de trabajo, las propiedades y cua- ~
. (2) lbld., p. 96.
(3) · Ante allrmaciones de Lukács como ésta, y a su lnsls·
tencia sobre !!1 problema de la "parcelación", "disgregación", etc.,
del individuo en. el capitalismo, és dificil Sl!Straerse a. la Impresión
e que, sobre las huellas de la tesis de Web¡¡r, Identifica sin más
"reificación" con la "división del trabajo". Por lo demás, esto
arece muy claramente en los trabajos influenciados po~ Historia
y conciencia de clase. Véase, por ejemplo, el conocido· ensayo de
K. Lowilh, Max Weber und Karl Marx, da 1932. (ahora en K. L.,
Critica dell'enlstenza storlca, Napoll, 1967) .. En su inteligente re-

224
lidades humanas del trabajador se presentan cada vez
más como meras fuentes de errores ante el funciona-
miento, calculado con anticipación. de leyes parciales
ex~ctas. El hombre no se muestra como el auténtico
gestor de este proceso: como parte. mecanizada. está
adscrito a un sistema mecánico, a un sistema que de
buenas a primeras encuentra ante sr y que funciona
con completa Independencia de él, según leves a las
.que debe adaptarse sJn que intervenga su voluntad.
Esa ausencia de volición se acentúa wr el hecho de
que, con la progresiva racionalización y mecanización
del proceso de trabajo, la actividad del trabaJador va
'perdiendo su carácter de actividad. transformAndose en
comportamiento contemplativo¡ ( 4).

225
·El resultado de todo esto es una progresiva esci·
· sión y enfrentamiento entre el hombre y su mundo so-
cial. El trabajo parcial mecanizada, la materialización
de la fuerza de trabajo ante la personalidad global del
trabajador, materialización que ya se ·ha llevado a cabo
a través de la venta de la fuerza de trabajo como mer-
. canela, se transforma en realidad cotidiana permanen-
te e insuperable. de tal modo que también en este caso
la· persona se convierte en un espectador incapaz de
influir en lo que ocurre en su existencia, partlcula ais-
lada e inscrita eri un sistema extraño.
- En la forma organizativa interna de la empresa In-
dustrial se. manifiesta en síntesis la estructura de 18 .so-
ciedad capitalista en su conjunto. A este respecto Lu-
. kács cita el siguiente pasaje de Max. Weber:
· Ante todo, la sociedad capitalista se basa Intima·
mente en el cálculo. Para existir, necesita un aparato
judicial y administrativo cuyo funcionamiento, al me·
nos de modo general, se pueda calcular racionalmente
a base de normas generales estables, al igual que se
calcula el rendimiento previsible de una máquina. Pero
no puede limitarse ni [ ... ] a una manera da adminis-
trar justicia según la sensibilidad y buen sentido del
fuei· en cada caso particular o según otros principios
y medios irracionales de actuación jurfdica ( ... ], ni a
un mC?dO de administrar justicia de naturaleza patriar-
cal, basado por un lado en el criterio y clemencia del
fuei y por otro en una tradición sagrada imposible de
anular, pero también irracional [ ... ]. El elemento espe-
cifico del capitalismo moderno frente a las formas más
antiguas· de actividad capitalista es la organización ri-
QUrosamente racional del trabajo en el campo de la
técnica racional; nunca aparece y nunca habría podido
darse en una estructura estatal tan irracional. Efectiva-
mente, las formas empresariales modernas, con su ca-
pital fijo y su cálculo exacto, son demasiado sensibles

226
a !a irracionalid del derecho y la administración. Sólo
pueden surgir allí donde [ ... ] el juez, como en el Es-
tado burocrático con leyes racionales, es poco más o
menos una máquina burocrática dividida en parágrafos,
en la que se introducen desde arriba los pasos del pro-
ceso, junto a los gastos y honorarios, para que en la
base se reciba la sentencia con sus motivaciones más
o menos plausibles. En cualquier caso, es una máquina
cuyo funcionamiento es calculable, al menos aproxima-
damente .(5).
F~r;~?~sig~i~nte, el· cálculo racional, y la previsión_,
~Y ·brganJiación: resultante . de. él; .es, a todos los niva.
~-~·~,·._lo·:_qúé .caracte-riza a_l _sociedad .capitalista. S& re.:.-
Jieja con P,articular, evidedcia en el derecho. Encontra~
mos en éste una sistematización racional de todas las
normas jurídicas de la vida que, al menos tendencia~
samente, forma un sistema completo, relacionable con
todos Jos casos posibles y pensables de algún modo.
Una caracterfstica esencial del sistema jurídico es que.
• ' ,. • .. i •• . • - •
·sea · relaCionable· ·en su generalidad formal con todos
~- ............ - ,. . . -
~)os acontec1m1entos pos1bles de la v1da y que sea calcu-
lable. y previsible en su. posibilidad.- de referenci~:· Por
otra parte, las categorías puramente sistemáticas a tra-
vés de las cuales se realiza la universalidad de las
normas jurídicas que conciernen igualmente a todas
las cosas, únicamente han surgido con el desarrollo
moderno. Esta necesidad de sistem~_tización, de ab~
dono: de o·~empfrico, ·de Llá' tradición, del vinculo- co!Y
Wmateria; responde a -u"'a exigencia de cálculo exa-c"i
_t?.:¡:L~ká~~(obse~~...a_~J~. ~~-;pe~~o: ;"En _é_l se maryi·
•. fl~s~aJ.ig!a~~-'-q~m~ ,ta _.l.u~.; ~e~ d1~ 1~, .naturalez~ _~~~~~~--
. platlvaAeLc~mporta~t~!!~'L~~~~d!..YJduo en el cap1tahs~·
ni o.: En·. última instancia, la esencia. del_ cálculo racionar
,;s~. apoya en el fiecho .9~Jue_J~'- curs_o a~ determinados-
{5) M. Weber, Gesammelte pollUsche Schrllten, München, 1921,
P.áglnas HQ-.41.

227
acontecimientos,· se conoóé~ )t" ca~cula ségun· layas~ n~
ce~arias e independientes del 'criterio' Individual.' Por
tanto, el comportamiento humano se acaba con el cálcu-
lo correcto de las ocasiones de ese acontecer {cuyas
'leyes' encuentra 'dispuestas' ante s!), con evitar há-
bilmente los 'elementos accidentales' perturbadores
mediante el empleo de adecuados instrumentos protec-
tores y disposiciones defensivas {que también depen-
den del conocimiento y aplicación' de 'l.eyes' análogas):
muy frecuentemente se détiene en el cálculo de pro-
babilidades del posible efecto de tales 'leyes' semejan-
tes, sin intentar siquiera intervenir en el curso de los
acontecimientos aplicando otras 'leyes' {confirm~cio-
- nes, etc.). C~anfo.. iná~f sel cons~llda···esta"·sit~-~9!6~;:,1~~
dependlentemente de las leyendas burguesas sobre lá
. "creatividad, ela!Joradas p·ar·los portavo'ce~i~de hi"'épo~
. ca capitalista, tanto más c)aramente saüa a· primer p~a:
no· la analogfa estructural! de· c~alqule~. co_rl]¡)~~~~-~~~_.
to de esta clase· con el cocrportamlento d.el- obrero ante
la máquina, a cuyo servidio se. encueritr·a-y .. la" a... qua.
vigila, controlando · conte\-nplativamenta·:: su..~-fuñc1oii·a~­
·mien~o:- [.":.]·Paró;' de ·as· ..
tnodo"' ~ · ....... · · ....... ----
gue existiendo , entre· el · · lná~".. et
empresar o-ante ·ün ·ciert . tipo dé·-·avolución···aé· las
-:mai~as,· el técuico antd la ~=l~n ~¡:~le~

a
reo tlidad de• su .
aplicadión..:..t;~é
• . dlferen.-
1 .
cia de grado, puramente uantitatlva no.l e -
;mente una diferencia cual tatlva. en· la estructura de la.
conciencia" (6). · .
tPerÓ esta' ,¡racÍonalizac16ñH qÜa·c·ar8cteriza?a"'fódo·s.
~ásJivel~s a la sociedad:_ ~apifaljsta .. tropieza co~. -~ii
trractona!Jdad del conjunto, es decir, con la recfproca .
accidentalidad. en ue se: encuentran Jos·· sectoreis de
a socte a capitalista. En· otros términos; toda ·la·, es-
. . .
(6) G. Lukács. o~. cit., pp. 106-107.

228
.· {E_sfos: ~Q!l'Tc>?pu~"f?s~d!iffien~es~de-la;te~
tmccióñ qua-· lía ca· Liilcáes~et ;'Jenómeno~e"tlr!fiifiZ"
-:c~1lcl6h ;T seg-ún: ~ñ':"'oñgíñ·ar;~~m_OñtÁ)e~d"e" BÍameñtoi -~sa:
cadtis--aé-.
-... . .
El-: - .. . "~arXJ y~Ce'la-obra' .de>::~
. é"ápltar,,..ae -

(7} lbfd., p. 109.

229
(8)@ toma de Ma14 ·el concepto según 111 cual en la
sociedad capitalista, a la "exactitud" y "racionalización" crecientes
de los sectores producidos por la división del trabajo, correspon~e
una creciente irracionalidad .de la totalidad (El caplla~ lib(O 1,
sección 4.•, cap. XII ( 4), pp. 289-90: "La norma que se sigue
a pñorl en la división del trabajo dentro del· taller, de acuerdo
con un plan, en la división. del t~aba)o dentro de la sociedad sólo
rige a posteñori, como una necesidad natural interna, muda, per-
CeP.Iibl!l en los cambios barométricos de Jos pr.ecios del mercado,
que se impone al capricho y arbitrari.edad de los productores "de
mercanclas"; y cf. passlm). Lukécs toma de Weber la Insistencia
sobre el lema del c6Jculo exacto como caracterlslica fundamental
del caP.ilalismo. ("Su racionalidad [la del capitalismo) esté hoy
muy condicionada por la calcu.labílidad de los factores técnlcos
decisivos; en u.na palabr:a, por las bases de un 'cálculo exacto; lo
que en. r:ealidad ~uiere decirJ condicionada P.Or el partícula~ carác-
ter de la ciencia europea, especialmente de las ciencias naturales
con fundamento racional, experimental y matemático". En M. We-
ber, La éUca protestante y el esplrilu del capitalismo, cit.)

230
;ticfi_y_:de ~~-~geom~~rla,_el~rriétodo construdivo, de ~~­
creación~ del obJeto a par 1r de los presupuestos_ Jor-.
L~~~s i~~>fñaobjetiViO'áct ~fn 9enenil y:·más tarde _los~
·,}~éto.~~~~9.(~_ffsi~a mat_er¡t~tica, se co_nvier1e~ ~sf_ ~n,
.~!~..!}~~e~~ncia_l~s. )n2.~(t_to~.. ~gu~_j ryd ican _el camin<?..l'
ia2J_9~~1~~~~--ra· filos~ra;·'<!t~~~~~~~~~-t<;J__ del mundo...
como· totaliaad" (9)-: Incluso en el caso de los filóso-
l(losmás ,;é~mcó-;", ·¡a identificación ingenua y dogmá-
tica del conocimiento racional matemático-formal con
el conocimiento en general por un lado y, por otro,
con "nuestro'' conocimiento, se manifiesta, segün Lu-
kács. como el elemento distintivo más característico
de nuestra época en su integridad. Todo ~st~ _desarro-
,I_I.~J.i!?~óficó· !!~_p_~~i~á~~-t- 90_nstBil!e: ~~emcción CO!l\
.la·'év61uclón-- de. .·las
.___..._~-. . .. ciencia
~ -
.. _,. _____ exactas,
-- .... -- ---
nan progresado en fecunda interacción con la técnica
.
las-.. que a su - vez -
;~~~C?.o~~~-~~a ·--~~.~ionalizaci~b _}i_:9p~n---la:..experienCia :_de.f-
;.tr~Q.~Jo~eo.:.er _plano~ de_ ~a_pJo~.':!~.c~~n,..-Por tanto, lo qu
.caracteriza: al racionalismo_ moderno es que cada vez
saca más a relucir la pretensión de haber descubierto
el principio de la conexión de todos Jos fenómenos
que se e~frentan a la vida del hombre en la naturaleza
y en la sociedad, mientras que en cambio todo raci
nalismo anterior sólo· habria sido un sistema parcial.
iSI·.en:-el-conjunto de sus formalizaciones y en la
,;·,~(~~~~c1f~~;~é)>PJ~téi~~~li>.a'rui- d-~ _dei~@in~das_-~o!-:·.
}r,ia~ YjP..rJ~:~J~i~_~j,~~s!El.~Ci~oalism~--r~~~J~-~~~-s!_l~_p_rEr·
,yl~~?~ ~-~~.sa.~!~~!i-~!__ ~~~iE!C?~"'J..~_l!.!.~P.~l!v!!·_ a~
,titúd ~·~contemplativa·. de los individuos en la sociedaq.-
~~p'lté.H~~-~~~~pi~ij -~~eJaJ§Jfl:embár~.J~ pé.i:didi Ci~,­
la ,totalidad: da esta sociedad, del conjunto· en ste-:-
. ,~L-·----~------·- .
rac10na · o, que -.con a ~retensión de representar e_l·
ínétodo úniversal 'para éionoclmrento del ser en su'
totéllcfá<Gi;:-cuesuóñ'
m; .ag l g ;gé:; i
-dé.~- neceSa.rtacÓrrelación del
m ._.,. ,.
e e , • 1 .... , -,

(9j G. Lukács, op_. ciL, PE- 121-22.

231
,. pririctpto irracional cobra' ·una· signifiéaclón-:-:"'décísiva:'
~que disgrega y disuelve todo el sis :-:'A:"éste resp'ec:··
to, . U CS lnSIS e en e coñcepio. kantiaño--Cfe "la':éosii"
....Jtn sr, al que varias veces se le han atribuido funciones
absolutamente distintas dentro- del sistema kantiano;
pero según Lukács, el aspecto común de estas fun-
ciones c~siste en que cada una de ellas representa
un limite o un freno de la facultad "humana" del co-
nocimiento abstracto, formal-racionalista. "Es posible
reducir estos problemas a dos grandes grupos que· en
·apariencia son enteramente distintos uno de otro, por
no decir recrprocamente opuestos; primeramente el pro-
blema de la materia (en sentido lógico-metodológico),
la cuestión del conhmldo de las to'rmas ~ través de las
.que "nosotros" tonocemos y podemos conocer, por-
que las hemos cre·ado nosotros mismos; en segundo
. lugar al problema, del todo y de la sustancia última del
conocimiento, a la cuestión de los objetos "últimos"
del conocimiento que, al aprehenderlos, son los úni-
cos que permiten captar los distintos sistemas parcia-
les de tal modo que formen una totalidad, un sistema
del mundo tomado en su integridad. Sabemos que la
Crítica de la razón pura niega rotundamente que pue-
da darse una respuesta al segundo grupo de cuestio-
nes, y que en la "dialéctica trascendental" trata de ale-
jarlas de la ciencia en general como ·problemas mal
planteados. Pero el hecho de que en la dialéctica tras-
¡cendental se gravite en torno a la cuestión de la tota-
l lidad, no necesita, desde luego, mayor explicación·.
' Dios, el alma, etc., sólo son expresiones mitológico-
conceptuales para indicar el sujeto o el objeto unitario
de la totalidad, pensada como completa (y plenamente r:::_,..:--
conocida), de todos los objetos del conocimiento.· Con
sü ·;;aia~·sé-pai-ac'fón··-entre· los fenó'menos ..¡ los rioúme-
rios,· la dialéctica trascendental rechazá toda--preteñ:
sión de 'nuestra' razón ar: conocimiento del· segundo

232
~~~~P.?JJ!r:~tiJ~!oS:~~!oS:~ñ~~~:~o~~osa~~
j~p~est~~ a_;}~s~ f~nóme~o~~c;og~~¿c~f!l~~~
· #ndacr.fSegun' LukácSTrambaS1füpc•o_n~~ J~l~llll!n."!Ot!r
~~:-~1~~sa !.~}1. ~~~n ~~!sb¿i!~~al¡!~UfW
1.9oncep!u!l')i
ti~n~!~'fCde_ la. totalidad- por1parte5i?a Cooirucctón~
·la· rfrBC?ronaliéiacJ"':"de-:roS!;'C01.1l_.&p_l!!~ar--
ttJcüla!es· ~~] --~~~~P~~t·- ~!-~r!pres~q_~-~C!§~~fiB:!,QB
,l~fU~. !f!lsmo · ~ · idé!:!!i?_~ _P_;?_blema.. En totrás.-pihilira~
&ómo;en Kant la existencia,-~ei:Ser-as{:de"l~~@.!f!]fdp,­
%ensit51es':fseroqueda ·en '"819o:dado;_que_¡no-,so~~~sel"'
~~lsueitó" "en"ábsóluto ~c·ta facultad sensible de la intui-
ción -dice Kant- [que da los contenidos a las formas
del intelecto] sólo es propiamente una receptividad. en
cierto modo al ser susceptible de representación [ ... ].
La causa no sensible de estas representaciones nos es
completamente desconocida, y por eso no la podemos
intuir como objeto [ ... ).Al poder llamar objeto trascen-
dental a la causa meramente inteligible de los fenóme-
nos en general, sólo obtenemos algo que corresponde
a la sensibilidad en cuanto receptividad'"; y Kant dice
que "se da en sr mismo antes de cualquier experien-
cia"} ( 11); pafalélaménté-y del mismo iiñOdo
reñüñcla'
Kanr arco~-ocimieñto' de· ia;·tota.Íidad.l' -
_! R~nu~tlir_ a; l&:'"~ota)ida_a !e i.u:rip~1611Iaao_~cfe'2sOR!!!J"
y"''alsolver lá datelda<J;'" constitüYeñ:.!para'"tukáes~p\ie:,;­
; dos aspectos de un ~is"'!'q :~ü~~11tlci~P.~l~m~ef.,.,
1tárreno. filoSófico,' dice,· se 'iñanifieSbi-ua~·dobr:.' - en:-~
( cui. que· caracteriza· e · desarrollo-' e:~ a'-~iJ)tJr-·
rguesa:-.-si·• por'. un~ lado" la~soaeaaCi=':büfQ'ltesa'tdomlffa"
¡. • .
·cada vez máS los momentosjparticulii(és?i d~":su~eXI&-....
'1encia SOCial some'ttenaolos' á:Ja~fomu\:.-a;;Süs"i_nece~l"
aades, por otro va perdieñ"do'prog"resiiÍamante:ifa"Sposl:"
~ilidad de llegar. a do.minar. a _la 'sOCiéOa~'ómlflóta?

(10) lbld.., p. 125.


( 11) l. Kanl Critica da la razón pura. Bu enes Aires, Ed. Lo-
sada, 1960.
Es necesario detener aquí nuestra exposición (que
se refiere a las líneas generales der planteamiento del
ensayo de Lukács, sin pretender agotar la riqueza y •
complejidad de las referencias filosóficas y cu1turales),
para poner al descubierto las primeras y fundamenta-

234
les irnplicaciuncs. En realidad, en este punto (;S donde
se manifiesta muy bien el núCleo central de la- Úgu-
• . '· .. . .· . 1 . . •
. .mentación· y· el "giro" que{ respecto. .a Marx, .impnme
~!J9.v~bfu.ká~~- al proble"la· de la alienación y de_ la
_¡,~elfi~acióf!: _E~ta úUima, a Tli·~eL q~Ja .. r~alidad. y. de l_a.
i)~o.~fa~~~~L~nq~Jm.iejito,~ ••st. concibe en la oposición .
.{~jeto-objeto,.-. pensamiento-ser; e:¡ gecjr. en el_ ~ech.Q_.
de Ue ·según ·el pensamie 'to do mátlco le es: ma _e-
rialista, ...: e m insta),· existe umi : "reá. . ramente
¡C:I~dái~r aJena ?al sujeto";; vlgó('t~Qtg.. .ant~rior a ~si~ .
.·ci:.bJ~il..exist~n\e, fuera ·de é. Por consiguiente, el pen-
sam arito· re 10 · - F ón ideoló ica d la

alienacíó_r(~i( P-Qr:jjerilp!p~~l p~n_~a:mien~o__ kantiano. em .


'la. jpedtda ·en' que distin u entre ser ensamiento,·'
,.en.t(fi_Réilli~JJj[ent~_y' COS~;..Iil.• 9~C_i!:,.. liln..Ja. medida en qUB;.·
JlO Bbjciüila ni ·disuelve la dateidad. ·De ese modo._ LU:.
..kac~:vlielve ~.una concepcil)n,de ia-aiiéña-~-i.ón que es
jr¡)jq~m~o}~~h~g~li.ªn~;~~l ~_:.ª(i~rí~9}q[l_~~ Ja--'. objetividad
. ~r(.c::u~~~-~o: t~l;: ·el e~cánda.1<?!l.(?_9:r_a_: cte_ci ri?.·-B~". (?~l_a}?ras ·
. de Marx.- es que· haya un m~ndo/Y en realtdad, la ten-
tafiV"atíe!g~i~na 'éf-e' s-Úperar1a' 'd'ateidad, .,a realidad ex-
terna al sujeto, considerándola como producto del su~
jeto-objeto idéntico y concibiendo toda dualidad como
caso particular derivado de esta unidad originaria, o
sea, como dualidad ya superada y disuelta; esta ten~
;~;a,t~~~~·~.~9~H~~-~: de ~upera~
\a dateidad_ a~~~e~~ ~n. Lu-·
.Rács•como·ta¡tentativa 'más. vigorosa ·uevada a cabo·
,poPté¡;
~pen~é'miento burgué~ 1 ; de ·süperar la· alienación
~i:J~~~-,~~¡~~9·~I;6.n? a_- niv~l ti.l?.:~~co:_L~~_(v_~i .. de _la_ ~~rf~ ·
él el conocimiento (12). Ua escisión y oposición que se
e(ect'ú;, seg ¿-ñ ~Marx, .e-n.....,la_s_o_c~le-d..-a:....drc-a-p-:-;-ita-:1:-:-is-:-t-a.;..e_n-:t:-re-
( 12) De ese moqo Lukács hace suya toda la critica de Hegel
a Kant. Sob(e el sentido de esa critica y sobre el carAcler ajeno
al núcleo fundamental del pensamiento de Matx, cf. L Colletti,
lntroduzlone a los Quaderni lilosofid de Lenin, Milano. 1958. pá-
gina XLVII y ss., y N. Merker, Le orlglnl deDa logica hegeliana, ci-
tada, p. 218 y ss.

235
la realidad social que el hombre produce y el hombre
mismo (escisión que tiene por base la oposición entre
trabajo· asalariado y capital), en la gua la raalldad so-
cial se presenta ante 'el . ombre como una naturalezá
ue e ex rana en su ·e . ..
dominado, es entendida or Lukács como o
entre subjetividad y objetividad Jrio-·especriic-tuñentei
social, sino en cuanto tal): eritre· ser y-pensamiento .
. Según este unto de '·artida, Lukács in ter re.ta~·lá ·
~xigencia ·de He el de s erar la escisión e
9enda de superar. la reif cación burguesa.· "La nece-
r sidad de la filosoffa ~dice un célebre pasaje de Hegel
que ya citamos y comentamos en otros contextos (13)-
surge cuando desaparece de la vida de los hombres
l ~1 poder de unificación y .los opuestos pierden su in-
Lieracción y su relación viva, independizándose." Ahora
bien, en esta afirmación Lukács ve la presentación en
la conciencia, con toda su fuerza, de la problemática
del ser social del hombre capitalista. En· esta-·caso· sé·
apuntarfa . el principio se~ún el cual .debe"" volver' a
crearse al hombre sociálniente aniquilado, d_isperso, di~
vid ido entre sistemas parciales. ·:~"Para. superar· .est~
disposición del sujeto "en partes que. se han. independi-
zado -dispersión a la qye el propio Hegel no.. podrfa
negar realidad empfrica, como tampoco su necesidad- ·
no hay· otro procedimientb que el de crear· ésta. cHvi_-
sión, esta dispersión, a partir dei un sujeto. concreto y
·total" (14) .. "La recuperación de la unidad del sujetq,
la salvación intelectual del hombre recorre conscien-
temente el camind _que lleva más allá de _la división y
l
·la dis~ersión. Las· formas de la ruptura se fijan ·com9
etapas necesarias .hacia la re-creación del hom_bre, y
al mismo tiempo se disuel,ven en la nada de la inesen~
cialidad, entrando en su JÚsta relación con la totalidad·

( 13) Cfr. supra, cap. l.


( 14) G. Lukács, o p. el\., p. 155.

236
apren:en~a~~ ·na9Jen~ose~OIB.féaj~a~~1S,>~

f
do· surge una lógica~ de la·. totalldadJ' Se supera toda
oposición: dentro de todos los distintos elementos re-
v_~Ian-.-:_~ !!_~d ~z _c!~~l!ct~:_ay~~~sp~~J!l!A1~~~ea_t[J
Ji,?fflPr?~Y :mund~;-~e~IB ~~~~~d;-;~4~uj~~~;~~~
f ·e_n el· objeto: no hay.:ya _una ~:segunda: natur8léza:"teXt¡
y
braf'la~ -enemiga· det. hombre:'··
¡srrr-srnb"Brgo:;--~un -[ilkács~'~-~éQet
e supéra~: dlalécticB.mente :.la~ dualidad •'dé~ ·en:Sblre:nr-
0 ·y:ser:~ se la r · · em
resui a· fallida" "o~ ü"e' tritS.1 de' 'efecruar"ltr"süpeí'áclóñ
.-~en el; pensamiento liberado- de toda' retaclón ?coneieta ·
f con el ser: en a lógica'"~~· n·: ; a· tC'ura~
.es platónica; es p'eñsámlerito:se¡iaraéfófdef-seCjriDS.do
¡en esta '_separación. :unicame'nte én ·.lá; medlda;;&n qiie 4

, el· pensamiento a arece --comb' realtd81f;=comQfrño-rñeñ1


r_ Ó: del· proceso globál:--pueéfe~ésTe--:sUperár-;·cnaléC~Ic·a~
.'mente ··su propia rigidez y ás~Jnf("j(1qrác-te.r del !'de~e:
hir" (16). Según Lukács,: Mari supenirfa "!deñfiffivirrien•
'te este Clü"alismo,-· en~ tantorque -pára~~l" (:?en~léhto7y
/s~r no~ son' ld~nticós'·en ~el¡se.~tjdo!d~~u~-~~c_orr~­
/ponden"-.- recfprocamente; sa~·~·"refléjan~- ~1 ~iipo',-: eñ\_~
;'Otró-;'actúañ~"paralelámeñta .. ·a.:~Irégan!a.colnCidf?.ffi?
¡presión~-~ ~~tlas-:-que ,_esc.?~9~n- un rigor()j0fc1~1rfmOJt­
!Para Man(~u _identi~~d ~on_sf~~~lt'js~1~~'l~U!C'al~j
dad de momentos de un mismo 'pro_ceso diáléctico~hl!t 1
;ióricO-i-eal.. · · · ...
¡'Sinéñioargó.-·a-pes&X ·ds~su ~fracaso;:- Megel:·prop9r·
élona a Márx,. según: Lukács,-;-algunÓs~inst'riiiñentÓs:od~
( cisivo~ para plantear. cor'rect~merite'efpfoblerrla~d~ja~
:"realidad": y de la reificá-ci6n~ Sobre1<ido 1el:cóncepto..
'd~ totalidad concreta ...: ·Sól6sl:~erectua....,.[linaT•1:oñe-_:
-xlón en la que los hechos aislados de·la vida" ·soclai:se-
:Integren en una totalidad corñc)"rñoiíientos·del'"desar~ ·

(15) lbld., p. 156.


(16) lbld., p. 226.

237
) §. bªJQ;~g_orf_(_~~Ja Jqta~~
· er~~.UQ.S ;~.Q!i'!~~!t~s~:Jn~
__ ,,....... ·és .~ecir,;l~f!l9gn_~u~á_c~.r
.Qªpj~![Stf!.!
· Asr, hemos reconstruido la estructura del discurso
de Lukács sobre la reificación en sus_ elementos esen-
uestos·.y:el·secreto de toda la cons_:,
... ~,.~.,.,·-··. -~el'.hecho ~~·que J~~!~~liE_a·~~f[C?~J·
~~~~~~~~ slción, tfP.Ica~" ~e;¡I~:.P~()d~~~~~tl
1.,~~~~~~~~~~~~!·-~~;'ft.J~~~Iq~:J!]!?P.}Q,::. ~~tnv
tári.tC? ¡,el., tip~ p~~i~u.lar ~ 9~/
~i~~~~~~~~¡~;y~~~~~s_t~tr:.é1.$.4ru~tJv.lC!ªcL.Y~.obJet!vJ'
.. AbJeJM;.~99~~ .....11J~r..C?ª!JQ!~T
·Lo equivale·a .<!e.~ir
. I~:~.(~liia!L~!> · '
~;;;:¡~~~~~~~..p~::re::.s:-;e~n:~ta. un i planteam~~.nto-•
~ .~.1l~~:.!!í:>.9.Jl~g~l}8r19:J ~~-v
,~~~~ti~~~~~~ a··y. aclara Lukács :en· la In··
11 ·. i~ry: e-~~~~pJ~L~!i_-~-,~~~~J~·: ,¡;
as el, el"problema del extra-·
'p"o.r;¡pr mera ~ez:'Corño·iprob)~ma·~fu~:Y
ai~~~r¡fi~B:st~f.~~ñ~~~--~6tnb~P'l~QC~L..m~IJ9.9.ir~~!·
~rétf~~~'táiWi 'em~~r:_go,!~~ ~~!~.a~~~~fl!?_ E~~~~ ..
re tArrmlr•n ·alienación' (EnUiusserung),' al~
¡¿¡ó.ñ"d~ToCi"ii :~'b)etividad; ·EÓr
·¡ érito~si '5e~·ñcib;-coii-¡(9ñ._,
.::.:~~~~~~:::::.~:;-~¡~·:.u_i~:J~ ~~~i~t_tyl_di!d. _.fü~;¿
(17) lb[d., pp. 10 y 15.

238
go .el. su¡eto-oo¡eto taenuco, en ta meuiUa en 4u:= ~u­
. pera_ el extranamiento, ali mismo tiempo debe superar
. la. o JStiVI ad. · No obstad te. puesto Que el objeto, la
cosa: en Hegel, sólo existé como alienación de la auto-
._,coñ~T~~-~a';, su recuperacrón -~ñ
-~ . l. .•
ei.
su·eto re resentarra
. • . ...

eUin):l~tla rea 1 a o eti a, de la realidad en eneral.


¿I"LC?!ª _b,len, lstorJa_y-~r:tsci.en~fade clase sigue a He-,
:·9.~1 ~~-~- Utt.~m.~dida en __ q~~ba~_b!~.~en-eSfe .libroef. ex~.·
~~~~~~~:~l~n~~ ¡_Se -~9ne_,_e~ ~~~!~~- p_l~~2 ..~e.la --~bjetiva;.·
·.:cr~~ .: par~j_91lJPIE!Bf _la Jenpmologfa. de lo~_ ManuscrHos
.'d_!;jCO'lº!!!!~Y_fil9BOfiª--d~J_ -~~!?') .:._ (18) ._..·
t. }u.~_~c~7 :~:co~?_ce_- qule."este vulgar y fu~dament~1
.er,~~r:i18.+~ -~ g~_s~yo :d~. j~ nt~~ sobre_ la Verdlngllchung
.ha: mf!u.E:mclado sob~e tfei ~gg~r•.s:omo,..Goldrriann. (19). ·
. • • • '. -·- . . 1 .
;_yJtjuy_QJ>casión.....de_ o~.§~~ar/ Lukács escñbe a este
respecto: "Para la critica filosófico-burguesa de la cul-
tura ~baste pensar en Heictegger-, era completamen-
te natural la sublimación de la critica social en una
crftica puramente filosófica, así como hacer del extra-
ñamiento una eterna 'condición humana' por su esen-
cia social, para emplear un término que más tarde se
invalidó. Está claro que ese modo de presentar las
cosas en Historia y conciencia de clase, aunque apun-
tase a un .aspecto diferente, más bien al opuesto, favo-_
rece actitudes de este género. El extrañamiento iden-
tificado con la objetivación entendía más bien como
una categoría social -justamente, el socialismo habría
debido superarla- y, sin embargo, la insuperabilidad
de su existencia en las sociedades clasistas y sobre
todo su. fundamenlo filosófico la acercaban a la 'con-
dición humana' .. {20).
(18) Jbrd., p. xxv.
(19) ·El libro de Heideggec: (Seln und Zelt) e5 una discusión
con el de Lukács, qesde el punto de vista de una filosofia de la
angustia y de la muerte•, L Goldmann. Mensch, Gemelnschafl und
Welt In der Phllo.sophle 1. Kants. Zurich, 1945, p. 245..
(20) G. Lukécs, op. cll, Introducción a la edición espollola,
pégina XXV.

239
, Pero- en·· su- ensayo;· Lukács- no·· plantea· aT6ndo-·la ·
hgurosa distinción··entra···ali'enación y objetivación que)
:constituye la base de la crrüca de Marx a Régel.~ Efeé"!. ·
·trvamente, a o etrvac1 e una orma nsu era e
ex enorrzac1 n en la vida social de los nombres, ··es
. una condición permanente ae la actividad humana (21):
tCa alienaclónl es un caso especial ·de .,a abJeftvaclón,.
una deformación o alteración su a. En la medid á en
que el joven Lukács deja eScapar esta. estructuración, ·
transforma un. problema hlstórlco~sociaf"eri. ün.,..proble-'
a ontológica:· Dé" ese. riiódp -caefpo{ su-peso-lo.,;.espe-
crflco de la· alienación respecto
• a la sociedad' capita-.
lista, que Lukács· reivindicaba· ("la. cuestión del' feti-
chismo de las mercimcras 'es un problem'a e'specroco
. 1 • . .. _.. - ·-·
de nuestra época, del capitalismo moderno"') "(¿2)Tt:'ás-·
consecuencias de la identihcaC:ión .. dé .. alierfácló·n-:- con
.objetivación que se da e'n ·,a: argumentación general del
ensayo de Lukác-s, son mu{ graves: En·efecto~-: ap·enas.
sale de las enunciaciones ·t~óricas ge.ruilrales y afronta
de modo concreto el problema de la reificación; nos
presenta una critica de la . i. ciencia mode'ri1a:· Lo que
sorprende -dice Lukács- en el método de las cien-

(21) "Si se considera _que toda materialización en la P.rlllds,


y por tanto el trabajo sobre todo, es una objetivación, que cual·
quier modo de exp(eslón humana, y por tanto también el lenguaje,
los pensamien.tos y sentimientos humanos, se manifiestan objeti-
vamente, etc., entonces es evidente que nos enfrentamos con una
forma universal humana de las relaciones reciprocas entre los
hombres. Com.o tal, la objetivación ca~ece eor: naturaleza .de lndlce
de valor; lo verdadero es una objetivación, de la misma. manera
que lo falso; la liberación no lo es menos que la eaclavl,tu~. Unl·
camente si las formas objetivadas en la socleda_d reciben funclo- ·
nes pa(a contrastar la esencia del hombre con su existencia, ao-
mellendo, deformando y dividiendo la esencia humana a través dQJ
ser social, surge la relación objetivamente social _de elCtralla-
mtento y, como su consecuencia necesaria, el extranamlento In-
terno en todas sus caracterlsticas subjet~vas. Esta dualidad no ae
reconoce en. Historia y consciencia de clase. De ahl la falsedad
y la desviación aa su concepción hlslórlco·tflosOflca fundamental''
·(lbld., p. XXVI).
(22) lbld., p. 90.

240
cias de la naturaleza, en el modo en que investigan
los hechos y justirican sus conexiones por medio de
la abstracción, experimentación. etc., es que el propio
desarrollo capitalista tiende a producir una estructura
de la sociedad que· secunda ampliamente· una pareci-
da estructuración mental. CoS:naclio?i}:;pur:os:~1:Je;Jas·
/cíen~ ías. éfe-"li1' ñ~ru-rB.Jéza su rge'n :. tr'a~iQEá5C!9 ~j9ef~~q': 1
f.faeafm.eñte· un. fenómeno: determiñaéio~da· Ja-.vida~n...
f crr~Únstañc1asreri ~ lis-·que·;sus·:·éaractertsticis--:Sú}etas"':
1,~J.r_eyfis}púeden~ iriaa~a~~ ,~~~?ñd~}~ i la-! iñfervenél6r1"
¡pertürbaaófá.-:- éfé~ ·atros~_-.tenóménos.' ~EsteTProceso !J'saT.'
f~Oéntúii-:-rnnch6 máS"en 791' rñótñéñlo_ 'en;.que ffiS:fl!llOme-"
fno~:·sa· 'reducen .a .s._u e~eñda1'PP~'B:l!\t~~t;q~fffattvé;·
.expresada: en ·;números' y relac:lqh~! :jJ~méncas~9fa'
t:~l~n-:-~es p'rop19 -de-iaeseiiCi~~e.(:capjliiiismoiJ.ffiXIacJr
.•lós' fE~nómenos ·de. esta :forrriaJ tr éarách~r""fBlicnlsfá:-dtr=
j.J as'. formas'~écon"ómicaSi: 18. reJficac16ñ;$fe;fó"áai~r~
.~latlories..,. humanas~:.- el: constanttf:á.üifiéfJlpr.:'dl:"íe.1lCJUdiP
;~aclórf ~df:~ñ·á~dív1siórl~dellíiibafcr~cru~omp~lf~-é.t::
.prqt;:eso · d~ ·p~oqucciórCde:un:¡moao-;_raclonat;atmtilé::~
-to~r-prescindiendo- de ·ias·· posu):llid&.Hes·:nifmans.s!:Yldé"
":ias capaci~acfEis de~ios p~Ód_uq~Óte~~lrec.to,sS'ew;:grans;t
forman:
.• . .•
fos''teñ'óm.an·o_s· d~ la;soqi~a.a-y~
• • .
ftTnláñiañrff'~on~
• -11..-.r .. · -
;eUo~;:.s~
~" 'l: 1-.
ape,rC?ep·ct~n.:
p. ..
1 ·- . ,...
S~

pres~ñ._táñ'
.......... ,
h.~ños~--aisfados~-~
!~conjuntos aislf!.dos de hechos;~secfores pareiáJesififécrJ
·- . - - ~- .. • . - . ... . ~ .. l . J
! nomfa,.· derecho;retc.)· eón ·léyes-;propTas,": qüe :p~!'ét:en· ·
,.;·asti:i{ -ampliamente predispuesro§-~eii ~sus 'foinlas-;·reno?
.mén icas :irimédiata:s· .a"'-:-una :'j~~esiígaéí&ñ ·-~cr~tiñca"
~ . •. •.
~ .. =·· -·-·.t ·~ -...---
:.según el método de las ciencias. natUrales_ De ese mo-
do, dice Lukács, desarrollar consecuentemente esta
: tendencia. que reside en las cosas mismas, elevándola
a ciencia, cobra un valor particularmente ·cientrfico".
[E;V,ré5um9il:~güh...,.LU~c·s7'~ar:.una:-ori~nt~.­
:astructura de la: soc1e a cap1taJista: ·acia! :·-

241
Además, en la estructura de su objetividad, Jos he-
chos son producto de una época histórica determina-
da:.- el capitalismo. En consecuencia, dice Lukács, en·
la medida en que las ciencias reconocen el modo en
que los hechos se dan directamente como base de la
factualidad cientfficamente considerante, y su forma
objetiva como premisa de la formación cientrfica del
concepto, se disponen simple y dogmáticamente en el
terreno de la sociedad capitalista, asumiendo su esen-
cia acrfticamenté, su estructura objetiva, su legalidad,
como base inmodificable de_ la ciencia.
1
Ukác§ 11~ ~i;.,~1~~W~.m~~.tafL6n!: ~~s~a ;s,us _c~m~e;;;
Miiihr.ftr.t.·x~tre~rfias~~~-tt 1 ~iei'lcJa,~~d1ce;i.-dlylde.i;_en_~ frag~1
~~-.~-r- S . O á!ldáct1ce! [a' realidad, 'peraj~ndo.. 'da~vist~
~ ··-'J ti' tó;:_9X;sqbr~P~!l!r ~.§.'-LP.r.opi.q.samp_p..!..~spec!ai:-1
Cuanto más se desarrolla una ciencia, alcanzando
·mayor claridad metodológica en sr misma, más resuel-
tamente se aleja de los problemas vitales de su esfera,
excfuyéndolos del campo de inteligibilidad que ha ela-
borado. A medida que evoluciona, haciéndose cada
vez más científica, se transforma en un sistema formal-
mente completo de leyes especiales parciales, para el
cual el mundo que se encuentra fuera de su campo y
también, en primer lugar, su materia de conocimiento,
su auténtico y concreto sustrato de realidad, resulta
incomprensible, tanto por razones metodológicas como
de principio" (23). {~~~ún_,~~~~J~~is, ~u k~~~; .ve,~~~:'-~­
l!!~JW-itlt!aclo_~-~s,t~;:_~~~de;:Hamann_.[ba!)ta_._Serg~onj'
·q~8!,t~~'t~ci~_pgnoQirni!mt.9_.9ientffico__ a_nt~, 1~,.,:
~~~A_m~n;!.~.t-~~tg~:?~. :?P~slción a-_la re.i[icacló_ ~:e~;;:
~il!&~1),~T.~9.Q¡[e_s_t_9...._es.,..p_~_r1~_cJam.J~fl.t.~ ...coh~rente ·
!Con a~-J~rémlsas;~_Una·¡vez ue se· identifica_ la aUen& .
· i1S1~cÍsi6fr:.~su et<robJE!.to~~con_._la_:..ob etlvida9 ·
L!!t.~t!!!,~al~pue~qillg-~~--'-ª-ª~ll!i_ción SJ!Jrans.fprm~-

(23) lb!d., p. 113.


(24) lb! d., 2· 119.

242
..Inevitablemente en una crítica de la. objetividad y, pu1
.'@.11Q...eo un_a_cr[tfca deliints!ecto; así como en primer
J_l~gar •. en.. una crítica de !a ciencia en cuanto que ésta
:~cti.~tíog l.l~~Y- "-"_d ívíd e"_,_(.anE;Iila}_ la. realidad, la datei-
1.~_a.-9.~0.....v_~z.;;, q~ __a~_iqu_ílarl~ y destruirla mediante un es~.
cepticismo. negativo (25) •. ---.... .. - ... -
...... ~ ....... ·---.-....... -· - ,4::.:...-. ~ ...
E~
conocido libro de Marcuse Reason and Revolu·
tlon. Hegel and the Ríse of Social Theory (26) nos con-

(25) Este P.lanteamiento del ensayo ,de Lukács sobre la. reifi-
cación, a.sl como sl(s implicaciones con la crrt¡ca de la ciencia
y da la filosofla lrracionaJista de Becgson, han sido puestas de
relievQ por: L Colletti: MEI B.llAiisis del fetichismo capitalista se eK-
pone [en Historia y consciencia d~ clase] en los términos de la
c'rltlca hegeliana al mateñalismo del sen!l.do común y de la men-
talidad cjentlflca. La sel?flración _quQ el catital introquce entre el
trabajador: y las Cónalclol'íés ob¡eüvas de trabajo, se idenhlica
~ la djs!i@óñgUe- el 'intelecto' realíza entre sujeto y oojeto [ ... ).
De se modo, la, "rqificación' ca~italista se convierte en producto
de la mentalidad materialista e la Cftif'iBa u a VJsií5n anaiiUca
de a rea 1 enuncia como 'positivista bu uesa · m1e
gue o 1 a raz n 1o 1ca , es decir,
con. la 'razón' ue unific 'lo · ' como oy o que
e mte eclo y el se11tido comün procuran 1slmgmr anam .
L1Is cunsecüenc¡as de esta argumentación sarran grotescas; SI. no
fueran engañosas. Pero la realidad es ~ue, identificando a Marx
con Hegel, Hlstorf.a y consciencia dP clase, trata!)a de presentar,
bajo la forma 'revolucionaría' de una critica de la soci9dad bur-
guesa, los contenidos oscurantistas de la qitica idealista de la
cia11cia. Proveniente de la escuela de Rickert y Lask. e lnrluenciac:!o
no P.OCO por: la Filosofía del dinero del vitalista Simme: í el Bergson
alemán), _.Lukács tennina P.Or inscribir en su obra al marxismo

~~s e~e eb;,@rS:w7. 8


efff Í~lftoYi: jgfl~.'a ei'~~~~1;~~~~~~a~
investigado eor la ci~nc1a. la 'reificación' o, como decla Ba.rgson,
·re chosslsme, es el roduclo dé la memaiiCad ci
co~ta y desmenuza ¡e amaso morce aga a fluida y viva unidad
ae lo leal M QS[rucluras 'ficticias· da oo·a o er
e en serVIr a a ae 1vtaa pr ctico-tecnica~ (en MPaes&-Sera-libri",
4 de ma~zo de 1966). .
(26) H. Marcuse. Razón y Revolución, Caracas, Instituto de
Estudios Pollticos, l967. [Existe edición española en Alianza Edi·
torial.) Me ocupo ahora de Marcuse no porque sea el único, des·
pués eje LukAcs, que revisa la conlusión entre alienación y obje-
tividad (baste pQnsar, por ejemplo, en el celebre libr:o da Hor-
kheimer y Adorno, Dialéctica de la Jluslraclón; cf. L. Collalli, sr-
tfculo cit.), sino porque en él emergen con mas fuena y evtdencia
las consecuencias úiHmas ~e tal argumentación: le. critica del ma-
quinismo y la tQcnologla. Como precis!lmente trataremos de mos-
trar. A proP.ósito de la influencia cultura! ejercida P.Or el ensayo

243
rma que la identificación de alienación con objetiva-
ión transforma inevitablemente la crítica de la aliena-
G ión en una crítica del intelecto y de la ciencia. En las
tres primeras secciones de la Fenomenologfa del espf·
ritu de Hegel, Marpuse ve "una crítica al positivismo",
es decir, a toda fiiosofia basada en la experiencia del
"sentido común", y en mayor medida, añade, a la "rei-
ficación". "Utilizamos el término "reificación", propio
de la teoría marxista, porque denota el hecho .de. que
todas las relaéiones entre los hombres en el mundo ca-
pitalista aparecen como relaciones entre cosas, o bien
que aquellas que en el mund~ social parecen. ser las
relaciones de las cosas y de las leyes naturales que
regulan su movimiento, en realidad son relaciones en-
tre hombres y fuerzas históricas" · (27). Recordemos
que las tres primeras secciones de la Fenomenología,
a· las que ahf alude Marcuse, contienen, entre otras.
cosas, la dialéctica de la "certeza sensible", en la cual
esta certeza queda destruida en su singularidad y
muestra lo universal como su verdad. A la pregunta:
¿qué es el ahora?, respondemos, por eJemplo, dice He-
gel, que el ahora es la noche. Si ahora, a mediodfa,
volvemos sobre aquella verdad, habremos de decir que
ha perdido su lozanía. "Aquel ahora que es la noche
se conserva, es decir, se trata como aquello por lo que
se hace pasar: como algo que es; pero se manifiesta

lukacsiano sobre la reilicación, el. también C. Vasoli, Luk~cs tra '


11 1923 e 11 1967, en "11 Ponte", XXV, 1 (en publicación): "Las
consecuencias de esta actitud (de Lukács: la idenlilicaclón dE! elle-
nación con objetivación) son por eso muy graves; y no se puede
negar que han cont~ibuido, aun en contra de los propósitos de
Luk6cs, a justificar y favorec¡¡r singulares confusiones Ideológicas
como las que indujeron a un grupo de filósofos y técnicos dl~ec­
tarnenle influido por Geschlchte und Klassenbewusslseln (Adorno,
Horkheimer, Marcuse) a identificar la critica clel 'fetichismo' y dE! la
'reilicación' en la sociedad burguesa con el proceso de 'objeti-
vación' debido a la ciencia, a la técnica, a la organización indus-
tr_ial del mundo moderno".
(27) lbld., p. 110.

244
ás bien como algo que no es. lndudablerñenie el aho-
ra se conserva. pero como tal ahora que no es noche;
del mismo modo, respecto al dfa que ahora es. el ahora
se mantiene como tal ahora que tampoco es dfa, o se
onserva como Ur:"~_ algo negativo en g~_neral·. El ahora,
..9ue podla parecer algo iñmediato. es en cambio algo
mediato: "es indiferente hacia todo lo qus 19 rgdaa·. Sin
,;._mbargo, es un algo tan simple, por vía negativa. que
~.no es ni esto ni aquello: a un no esto, lo llamamos
un umversa • Luego lo universal, concluye Hegel, es,
en efecto, lo verdadero de la certeza sensible" (28).
A propósito de este párrafo de la dialéctica de la
certeza sensible ,también es válido todo lo que de ella
se ha observado en conjunto; esto es, que si el carác·
ter fundamental del punto de vista simplemente sensi·
ble es permanecer en todo contenido aislado que se le
presenta, mediante el "movimiento" que Hegel le atri·
buye en este caso, no es tanto conocido como destruí·
do en su propia naturaleza (29) .l~ora'_:bufu1éáta!'des-
.~t~eclón;:de~·1o-_emprric-o,Tf d~J9~fi~1~~~-iff~~Jó
;"défla
1
-lib.e'ració-n:

de-"ra-ól:iJetiViCiatt'ifm~terf8riñediA}itA4Jn
-- - - - . •
~~~~ptlq!~~o ;-~~~~~!YP· _,~~-~sa~ló~fnJ~ipr!~~~!!"
¡n~;o~:: ~~~~~~-~~_emu:str~: q~e )~fJía!nJ'~Io- pu~¡f e~
·_ 'nocer Ja·vei"daa si supera· su muni:Jo:-~reJficado~I~T-
,.Lúego,- una· véz más;lá -reificacióñ""'"~s ·Ja ~ oo étJV
1 , e e 1c e es a cosa, ·el· objeto ·natür-ak Lá ~érftica..

.
--de:· la alienación -·no" "es 1- -- .... ,~ -
/. :

t o' asaláfiB.d~iipitaT;:-ñ1!"de-rá-·esCíST6n~entnr'er.tfab
j _or. y las· condiciones ·ooJeti~~:amt~}~lf!lro-.
le pertenecen y que·s~·-le preseñtañ:cnmo-,mañas:r
enemigas. ~: srno:lif"rñúe1ta"'OOfe11Vida~fi1tü-;Bf;tgmljorr
.a la''conCie.ncla deJ--hombre:·y en la medida en gue el

(28) G. W. F. Hegel, Fenomenología (casl, pp. 6-HS).


(29) E Cassirer, Slorla della lllosona moderna, Torino, 1961,
volumen 111, p. 398.
(30) H. Marcuse, op. cit., p. 110.

245
¿entido común y la ciencia asumen aquella objetividad
en su exterioridad para hacerla objeto de investigación,
constrtuyen la expresión por excelenyla de la aliena-
ción. Marcuse se adentra en este camino sin dudar.
"El sentido común y el pensamiento científico tradicio-
nal -dice- conciben el mundo como una totalidad
de cosas existentes más o menos de por sí, y buscan
la verdad e nobjetos que se consideran independien-
tes del sujeto cognoscente. Esta posición es más que
una simple orientación epistemológica; se ocupa de
toda actividad humana y conduce a los hombres a
aceptar el sentimiento de estar seguros solamente cuan-
do cono~ca(l hechos objetivos que actúen sobre ellos·:.:_
Pero, continúa Marcuse, "el mundo sigue siendo ajeno
e inauténtico hasta que el hombre no destruye la muer-
ta objetividad y se reconoce a sf mismo y a su propia
vida más allá de las cosas y de las leyes en su forma
estáti?a" .(31) ._;D,ad~~~~~~~~P.~e~~sa~,i !1~--~~rpr_en?e, p~esp
,Q~~~~L~_ft~-~rJa; ~~.rxlana"pe, !a•. _ah.~n~~JónJ'
~~aqr~~~~f~~~4~.Q .de~~$.tlLcat~go.du~l~g!9n.ª'
.e al ~~;pol'lé-!lliR?~-~aD~d~.o.n::~IJª~ºa~~Q9r:.f~;·f~~~
a . f e· a frlos.2!J.a.Ji.b~.~lUl!Ja~L32};Lsrru.esp~rfV
~31}é~;· ~~s.·.I~M~i~:~s.~}~~Jera; l.imita~9_aj'a.p liGar.:..:
.!!W.~ .. ~~ ~~$2~~e:~~fJ.a_;..~_e¡a~......w.~n~Qló..n,_._e!!ªPo.r_a_dl;l·
..egr.~~~"e!,t_aJ: ~~~~lsi8_Leqp_n~~l~~~ . . .
r S~t~~ j.~~-s~i~~~~~~~~.: ~de,~ti,f~c~cr_ó"'_ d~> ~.hen~~~~.9 ·
po;iQ.l{~ tfvr a~IliliJettYJ~Q.L9fl1Jth.La...:...qy~¡;..r~rt~tlmQ~i
:!{i!{fJ .. ·· . r ~~~ré&~JF.~~Yi-~.~s.§!ll.!f!9~.2R~!!k-9~.~J !!~y·
~~®J~t~!~f..~~iCC?m?L8.!.9~l~d a~o; ~-e~ mo~.P.re.s.upue~,.,
tb~ af~P.~~In.~e~!lQ_~g!ón, ,.~~-P-~P.I~~~L9.0fT19 _la_ rnª-·
· -~ _'e · ·ré~i~~~!~~~~~~aJ!~~~~~ILQ~eifLr;acl~o-~.ell.;.~.n~ ·
.C~ . :--;: ;~,~q~~Y~-:;~arc~~~~~'?..~~-;p~_r.~o!ll_S~Jrr
~]]:! ,J.~~~~Jr~(s.a:,~e !~_;ah~n_agJQ!h..9.1 ~~~f!ca~~c?n
~hillQ~fu!cáJ9(L~i!l€1..9.H!6.a~!ª-.YJ~~~~lqgf~~·.~~•.t~~:i
(31) Jb(d., p. 111.
(32) lbld., P.· 263.

246
.. DOiogla. se ha. co~vertid~ f-:-<i_tce:-::_ en el. .mayqr. ve~~culo
J ~_:_r~ffl9_acló_f1;· de reificación en su forma más madura
y eficaz. La posición social del individuo y su relación
con los demás parece estar determinada no sólo por
cualidades y leyes objetivas, sino que éstas parecen
perder su carácter misterioso e incontrolable; aparecen
como manifestaciones calculables da la racionalidad
cientffica. EL mundo tien~e a convertirse en materia de.
"-~-d~j~l~~r.~·ció"~-¡.tbtat.qué .iili$prbé. ~-ncluso _a_ los _S:dmJ~
lhlstr'adores.:~La'J~Ia .d~- r_aóa_d~Ldominio_ se_ ha_ con-
LYettlg~'1l_l!._t~l~_de ~~· R~ón rnis~a¡_y ja:__sa:ci~da~_ ac-:-.
, tual.~estáifatalmente en_rddada e.n.._ ....ella"
&1-.-· -~-~~- ........ ..-- -····h• -·· - - - . ·---·
(33). Si en la.
_ .. ____ - - · ----·-- -~·
prlmeraYpárttf de esta· aprmación .-:-"la tecnotogra se.
tiá~~DY~tUdo~an~eLrriaY.or_vehicuio_ de i-elncaCión":....::.:
:.. .....- - - •., :
en,· alguna-: medid a pa~Q~rf_~. ~~~a;_ huplf9J~a-una_ di_~tin::-
y__
:~tói:t~ñtre: ie!fic~ción t~cnoi!J9ra, en la__ segun~ a. _pa~­
J!3.~c!e:_,~lla_ ~arc.use par~~- afirmar_ una concepci~n di:_
), ferente;·:.l!~~ujili~ª~!~IL.. i?~f1igular_ de.41a_ tecnologra .y_..·
~la ~~quin~~a. d~ntro: dej un· determinado contexto so:-·
_c_l al) ~~p ltaHst~} ~o. ha_c, que. se ~onvia rtar: _en_ve~fc~­
. losJLe~r_elfi~~cJpn;...smo_que_la. pos1cl6n _soc1al pel_ mdt-
"viduo ·'y- sus· relaciones ieificadas_,con ios demás son
y
r.produ'ctos: ·manifestaéiÓnes_de.da.. racionalidad_ ~i~n~
J!!!9!.L~e~uml~!'ldo, _la utilización capitalista de la ma:·
qulnaria y de la tecnqlogf~ _no. serta .lo. que las transfor~
marta ~!l. vehf~t:~Jo~ _a~~-~H.i~J~.ció!'l,_. sino_ que la ma ui-
_.r;~~i_!i~-_Y..,_ ~.·te~!) __ og_ a, eq cuanto Jales .?onstituirfan_ia
. reificación y determinarf~n las relacion~ -~iales rei:-
ficádás/
.._e-El' fundamento teórico sobre el que se estructura
uno de los capftulos más importantes de El hombre
unidimensional, Del pensamiento negativo al positivo:
La racionalidad tecnológica y la lógica de la domina-
ción, nos prueba que éste es efectivamente el pensa-

(33) H. Marcuse, El hombre unldlmenslonal, Bar...elona, 1969,


Selx-Ban:al, p. 196.

247
miento de Marcuse. Al ilustrar la "lógica de la domina-
ción", dice que su dinámica es propia "de una realidad
en la cual el pensamiento científico tiene una parte
decisiva en la tarea de conjugar la razón teórica y la
razón práctica". '.'La sociedad se reproduce a sf misma
en un creciente· ordenamiento técnico de cosas y re-
laciones que incluye la utilización técnica de los hom-
bres; en otras palabras, la lucha por la existencia y .la
explotación del hombre y la naturaleza se hace cada
Vez máS c1entihca. y racional. _El doble significado- de
• .. racionalización" es relevante en este contexto. La ges-
fíon c1enutlca y la alvis1on C1enbf1ca del trabajo aumen-
~an ampliamente la productiyjdad de las empresas eco-
nómicas, políticas y culturales. El resultado es un ma-
yor nivel de vida. Al mismo tiempo, y por las mismas
razones, esta empresa racional produce un modo de
mentalidad y conducta que justifica y absue!ye jnc!uso
los más funestos y opresivos aspectos . que_ revela. La
racionalidad c1entif1co-técnica y la manipulación se unen
en nuevas formas de control social" (34). ¿Puede uno
descansar tranquilo -se pregunta Marcuse- con la
suposición de que tal resultado anticientrfico es el pro-
ducto de una aplicación especifica de la ciencia por
parte de la sociedad? ¿Puede distinguirse entre cien-
cia y mentalidad científica por un lado y, por otro, en-
tre utilización y aplicación de la ciencia en la realidad
social? ¿Acaso es indiferente la maquinaria en cuanto
tal a Jos usos sociales que se le asignan? "Creo -r~s­
ponde Marcuse- que la dirección en que [la ciencia]
se aplica generalmente era inherente en la ciencia
pura, incluso donde no se planteaban fines prácticos,
y que puede identificarse el punto en el que la Razón

rteórica se transforma en práctica social" (35). Y tam-


bién: "una relación más estrecha parece prevalecer

(34) lbid., p. 173.


(35) lbld.

248
entre el pensamiento cientlfico y su aplicación, entre
el universo del discurso cientffico y el del discurso y
la conducta ordinarios; una relación que parece sub-
sumir a ambos bajo la misma lógica y racionalidad de
la dominación" (36). En otros términos, ·hoy, la dorili•
nación se perpetúa se difunde no sólo or medio de
a ecno ogia, sino como tecnología, y esta última pro-
porciona una legitimación superior del poder polrtico
que se expande hasta absorber todas. las esferas de
la cultura" (37). "Lo que estoy tratando de decir
==ielara Marcuse más adelanté- es que la ciencia,
grac1as a su propto método y sus conce to ha ro-
yecfa o y promovido un universo en el que el dominio
CJé la naturaleza ha permanecido ligado a la domina-
~~~n del hombre; un lazo que tiende a ser fatal para el
universo en su totalidad" (38). .
El sentido de la argumentación está claro y no re-
quiere especiales dilucidaciones. Pero merece la pena
subrayar el nexo entre esta conclusión de Marcuse -la
reificación identificada con la tecnología en cuanto lal.
prescindiendo del contexto económico-social, porque
precisamente este contexto es más bien producto de la
tecnologla-, y la estructuración lógico-metodológica
del problema de la reificación que este autor describe
.en Razón· y Revolución. :·Qry~fy~~~q~.~~~.T~!~~!lt:.~!'­
,reWéációñ~·co;, · ·obj~HiYación···ü~qbjéliVidad ~en·'·lo~ que:'
..c~ll)o he.n:10~. visto,_ Ma~cus~- pe_Hn~ta ta=:-cnt_lca·fjeg·~!!a:..·
{.n~ de 1~ ·certeza s~nsi~lé en: Ia:;FenOfñenoíoirr~~sp~. .
l~ti( po(.ú.~a ·~rn~~.~a-~ ~'! ·r~!~~~l~r1J,~~~~ifá1Sf~fqu~
se_ldent1f1que con _el mundo oe la técntea ·y~fraoáJo~
'y ton el· pensamiento 'cientffico-fntfinañi"e-ñte~ligadó ·a.~·
'elíós: o"e. ese~'modo;:la- éritica··de-ra: ·remcacíón-sé' rrans-·
forrt:~a~ no eh ~rui critica· de his· relaclo~es ·sociiles capl=.....
(36) lbid., p. 182.
(37) lbld., p. 166.
(38) lbíd., p. 193. El subrayado es mio.

249
en·crftica de la maquinaria y de la técni_c~
• • •.......:.O.. · · · - · · - - · , ... __ ..,. _ • ..J- •. ·--~- •• - ••

uestos .como. en sus·-. conclusjo;::


..•• .. 1 ... . .. -. .. .
.d~. ~~~~-~ocjeq_ad.~ está m.uy_..
Pci.Y.h.e.sto ~se ~pu~e~_ ve!'/
tiª-J?Í8Jl~)Jl~~UII')aria_;...
que Marx analiza las funcio- ¡
nes de maquinaria en el proceso de trabajo, distin-
. gue rigurosamente entre empleo capitalista de la ma-
. quinaria y maquinaria en cuanto tal. En El capital, por

(39) Por lo demás, Marcuse no dislingue rigurosamenle entre


r&laclones sociales capitalistas y no capitalistas, ent(e capitalismo
y soclaHsmo; sólo analiza, como sugiere. el subtitulo de El hombre
unidimensional, la "sociedad Industrial avanzada". Sobre J:l hom-
bre unidimensional, el. la intervención ·.de L Collettl en "Monthly
Review·-, ed. ir., 1968, n. 5-6, pp. 29-30. Y cf. las Interesantes
Respuestas a Marcuse [Barcelona, Anagrama, 1969], reunidas por
J. Habermas: C. Olla escrib.e en su ensayo Técnica y unldlmen·
slonaRdad. ¿Una variante de la teala tacnocr6Uca?: "La c~lllca que
Marcuse dirige contra el ~aclonallsmo técnico no se basa, pües,
principalmente, en s~ contexto <te utilización capitalista, stno dlrec·
lamente ~;~n una c~ltica del formalismo c{entlfico del que se de~iva
la tecnofogfa. Es un racionalismo formal y por eso neutro ante la
adquisición Inmediata, estética o reg{da por la necesidad, Cle los
objetos de la naturaleza exterior. El racionalismo clentfflco se
convierte por si mismo en Instancia de reP.resión, por la bJ:Utall·
dad con que el cientiOsmo instrumentaliza todo, crea un diagrama
entre el homb~e y la importancia práctica de Jos objetos de la
naturaleza; por su desinterés hacia ur¡a pacificación de la lucha
po~ la existencia; y, finalmente, por Sll Incapacidad de considerar a
Jos objetos propios como matada de necesldadE!s. Del mismo moi:lo
en que el cálculo formalista-racional del capital explota la posibi-
lidad ~e amenaza~ directamente la existencia flsica _de los prole-
tarios desocupándolos y abandonándolos a si mi.smos, también el
general racionalismo cientlfico inclt.~ye en sus cé.lcu,los la anlqui·
Jación de la vida". y cf. en op. cll., el ensayo de J. Bergman, Ra·.
clonalltmo tecnológico y economla capitalista avanzada: •c(ee
Marcuse que el conocimiento científico, por su 'carácter lnstrumen·
tal Interno', _deberla llegar. a la 'tecnologla como forma de control
y qominio social'. Pero no está claro po( qué la sola fo~ma tec-
nológica del conocimiento de la natur..aleza determina Jos modos
y finalidades· de Sll aP.Iicación: la aplicación productlva y la des·
tructiva no .se • diferencian en el senti_do social del a priori pel
conocimiento previsor. La construcción y mantenimiento de 'ja~di.·
nes, parques y n~servas', que Marcuse cita. como ejemelo de una
'transformación liberadora', se basan en el mismo ti_Qo .de cono-
cimiento de la naturaleza que también lleva a la destrucción de
los atrozales con productos qulmicos". ·

250
ejemplo, critica a los economistas burgueses porque
no hacen esa distinción. ''Puesto que la maquinaria,
considerada en sí, acorta el tiempo de trabajo, mien-
tras que empleada por el capitalista aumenta su in-
tensidad; puesto que de suyo es un triunfo del hombre
sobre las fuerzas de la naturaleza, pero al usarla el ca-
pitalista el hombre queda sojuzgado por las fuerzas na-
turales; puesto que d~ por sí incrementa la riqueza del
proáuctor, pero empleada por el capitalista lo empo-
brece, et~ .• el economista burgués declara simplemen-
te que el examen de la maquinaria en sí demuestra con
la mayor precisión que todas aquellas contradicciones
palpables son una pu~a_ y simple apariencia de la .rea-
lidad ordinaria, pero que no existen de por sí. nr por
tanto tampoco en la teorfa. Asf evita el seguir rompién-
dose la cabeza, y además achaca al adversario la ne-
cedad de no combatir el empleo capitalista de la ma-
quinaria, sino la maquinaria misma'" ( 40}. Y poco an-
tes, al hablar del movimiento ludista, Marx dice que
"se necesita tiempo y experiencia hasta que el obrero
sepa· distinguir la maquinaria de su empleo capitalista,
y por tan~o aprenda a desviar sus ataques de los me-
dios materiales de producción para dirigirlos contra su
forma social de explotación" ( 41}. El discurso de Marx·
no.- odr • • - · ·· · · ... · • •
··que~s61o~·se. "produce con a .ma uin.arúi •. •
<.. . • •

J!clo~s_;_c~pl~~~.!~!.~~- ~e p_rqdu~ción. /'


En los Grundrisse ( 42), Marx destaca estos dos as-
pectos diferentes, el carácter alienante de la maquina-

(40) El cap_ltal, lib~o 1, sección 4.". cap._ XIII (6), pp. 36&67.
(41) lbfd. (5). p. 355.
(42) K Mai)C, Los fundamentos de la critica de la economia
politica, cit., 11, pp. 193 y ss. ·

251
-
ría en su uso capitalista y la maquinaria misma, consi-
derada fuera e independientemente de su empleo. En
el proceso de producción capitalisÚi -observa- la
máquina no aparece en absoluto como medio de tra-
bajo del obrero. ·~su diferencia espéciflca de ningún
modo es, como en el medio de trabajo, la de mediar
la actividad del obrero. respecto al objeto; la actividad
misma del obrero se plantea ahora de modo que se
limita a mediar el trabajo de la maquina, la· acción de
fa máquina sobre la. m,ateria prima, a vigilar esa acción
y ev1tar perturbaciones ... 9J.ando trabajaba con la he-
•rram1enta, el obrero la animaba como un órgano de
su prop1a hab!11dad y pericia, la manejaba con sus ca-
pacidades; pero la máquina, en cambio, posee habili-
dad y eficacia en vez del obrero; ella sólo es el virtuoso
.que tiene alma propia en las leyes mecánicas por las
,gue funciona. Así, dice Marx, la actividad del obrero,
reducida a una simple abstracción de actividad, está
determinada y regulada por todas las partes del movi-
miento de la maquinaria, y no al contrario. "La ciencia,
que obliga a los miembros inanimados de la maquina-
ria -gracias a la construcción de la que forman par-
te- a funcionar como un autómata, no existe en la
conciencia del obrero, sino que, por medio de la má-
quina, actúa como un poder ajeno a él, como el poder
de la máquina misma". "La apropiación del trabajo
,vivo._ continúa Marx,· a través del trabajo objetivado
-de la fuerza o actividad creadora de valor por obra·
del valor dotado de existencia propia-, que está en
el concepto mismo del capital, _se extiende en la pro-
ducción basada en la maquinaria como la caracteristi-
. ca del proceso productivo mismo, incluso en sus ele-
mentos materiales y en su movimiento material. El pro-
ceso productivo ha dejado de ser proceso de trabajo
en el sentido de que el trabajo lo supere y comprenda
como unidad que lo domina: El trabajo, por el contra·

252
.río, aparece sólo como órgano consciente en varios
puntos del ~istema mecánico en la forma de obreros
vivos: disperso, subsumido en el proceso global de la
.maquinaria, sólo es un miembro, un eslabón del siste-
ma cuya unidad no reside en los obreros vivos, sino·
en la maquinaria viva (activa). que se presenta ante
el obrero como un poderoso organismo respecto a su
actividad individual e insignificante. En la maquinaria,
el trabajo objetivado se contrapone al trabajo vivo; en
el mismo proceso de trabajo, como el poder que lo do-
mina, que el capital mismo es --en su forma- como
apropiación del trabajo vivo". El hecho de que en la
sociedad capitalista se tome el proceso de trabajo
como simple momento del proceso de valorización del
capital, se manifiesta materialmente en la transforma-
ción del medio de trabajo en maquinaria. y del trabajo
vivo en mero ·accesorio vivo de ésta, en instrumento
de su actividad. "En la maquinaria, el trabajo objeti-
vado se contrapone materialmente al trabajo vivo como
el poder que lo domina y como sometimiento activo
de éste, no sólo en cuanto que se apropia de él, sino
en el mismo proceso productivo real". Además, Em la
maquinaria, el valor objetivado aparece como una pre-
misa respecto a ·la cual la fuerza creadora de valor de
cada capacidad de trabajo desaparece como algo in-
finitamente pequeño. De igual modo, con la produc-
ción masiva que se obtiene con la maquinaria, .en el
producto también desaparece toda relación con la ne-
cesidad inmediata del productor y, por tanto, con el
valor de uso inmediato.
. Seg.úñ ;Ma?¡,~er"pasa~·a!T lOs~ medíOs-;cJenrlbaJo~ ¡-
.ñi.áq.ulnarla !_n·o¡ es algo ~~slía(fP_a~~-~h:~l~·~!~!~~~~~~
transformación' y ·adaptactón histónca:de:los -meatos de·
trabaJo tierédaCias ·par la-traaicfóii¡éñ •romíB:aaécUa.Cia'..
al capital. "La 'acumulación de'ia=·_clencia~Y., dirla·;habi~.
lidad·,· de las fúeras productiVas· 9eñeráles~ de( -cerebro"·
253
~~tl~~ifi~~::~~Fii~l:i~·~;~~~::~~·:
~-w.J.)~,~~~p!~~~nLeL. pJpc_e~o_ .P~C>ducUvo .. como'"
ilr~l!U~$~ rOOU~f.l~\~U!!~~ tJ~?~ y .J!~O~I~¡~~- ;~~ry ~ l_a~ ~8:?'_
tn ·. ·s ·} ~-~~H~.&~~~.iYn~-..!?~!:>-~r . aJ~nor
- e _ ae
·_p..@'~V~t~]:1 !.~~b~J.cLY!~.o ap~!e.~~-a.~~r.bi;~~
. ~~~1-tpbJ~_,t!~~~gu:_qy~~.act!Ja .~y.J.funcioná .de· .m9..d9'
[~Uro:fcfoJplfElÉ9Pl~~j!~~~qa :P9'1l.c?~ alQC?.•~superfluo, :,erv
l
~~·~éd~l&¡dga~'-re~n~-:·¡¡~iF_:~~~~,ti.~idad :; n.~.L~~~~L~9!:l~!c_i~n~_d~'
..Y.tr~W!CiQf!pU~I l ·:-1
El capital solamente emplea la maquinaria en tanto
que permite que el obrero trabaje para el capital du-
rante una porción mayor de su tiempo, como tiempo
que no le pertenece; porque permite que trabaje más
tiempo para otro. ,c~mú~h empl~o. de. la .--~aquinaria, i !f! ·
E~ttr.!~aJoT~:~~e_sario- :para la p_rodu_cción__de
]ñ{d"é}jlíñiff~[Q'..:.Qi?l~t_QjiSS:.reduce .al.;mfnlmo,.. pero sólo
Jl.Sr. ~- ·o if'e_tv~Ló~-~~~{~~~Y.oxJrf!~_ajqi_eri .Ja..:mayor .canti.-
AJ · etQ!ilWC>tli.i'cfqos:_; Por eso, dice Marx,. forma
. ; -~~~-~T~!~~T~~p(tar~el .q~e. ta.• pr.oquctlvidad_
~ ~ -·· .,!~da:~r~lktr_~,b.~J~( ~~ .t~nga ·· co~_<?" ~~me_nto.c~~­
~Q-~~f~I-~~q1ü ~-sJ~J.Y;.; como..9.e.s.Ylf~~~I.Jz~cJ_ón! deJ'
~bª-Jq!'m}~ii!21;1]9.]~~-~ig91~n.te,·. en -la ,maquinaria es·
~C?,nd~Uia,:aprop~ácl~n· ~e_l_:trabaJ? vivo po_~,parte. del ca•·
R~ter~:_U_iitf.~~,!~_a~LnJl:'~diata: El análisis y apli-
caCión deíeyes mec·anicas y químicas, deducidas por
la ciencia, permiten que la máquina lleve a cabo el
mismo trabajo· que antes realizaba el obrero. De ese
modo, dice Marx, al obrero se le presenta en la ma-
quinaria, de forma palpable materialmente, la apropia-
ción del trabajo por parte del .capital: el capital, que
absorbe el trabajo vivo como si fuera capaz de amar.
o··-¡Ma)Jt~~st~-~~~~~ f. la~ ~ca.~~c~~r[7t1c_a~ ~ gen_~ra¡-•
.p -~.aphalista 1:1e las. máquil)_~s
en· relaciórV
fWII~~~"""i·~ñj~trrcM~sJ> .. ~E!L~Il~Ls;.MB:.~ •. d!ª~'r.tl
254
gua entre empleo capitalista de las máquinas y máqui-
··nas en'~cüanto tales. Por el hecho de que la maquina-
. ria ~~ice--!:· sea la ior-;,.;~- 1más adecuada del __ valor de
:.~sci~del_jªpi!a:1_ .fijo,· no se º~u~~. en~ absoluto. que .. . la
:absorción bajo el'régimen social del capital sea el ré-
..
7Q_i~~-n~- ~~l~l de _produ-Céi?~----ú~-tTmg_-f~~~~- adecuado
.P.~~i_~_!¿!!\pJeo d~--!~. ~_agY.!_~~r~i:i-···Lo Importante de la
maquinaria es que reduce ~1 mfnimo el trabajo humano
(el despligue de fuerza de trabajo). Será útil, dice
Marx, al trabajo emancipado; más bien es la condición
de su emancipación. De hecho, la maquinaria detenni-
na profundas y radicales transformaciones en el pro-
ceso _de trabajo y en _la r~laciqn del h9mbre con la na-
. tu raleza. Ya no es el obrero el que incluye el objeto
natural modificado como miembro intermedio entre sf
mismo y la objetividad; sino que incluye el proceso
natural, que él transforma en proceso industrial, como
intermediario entre sf mismo y la naturaleza inorgáni-
ca, de la que se hace amo y señor. Se sitúa al lado del
proceso productivo, en vez de ser su agente principal.
En esta transformación, dice Marx, la apropiación por
parte del hombre de la fuerza productiva general, su
comprensión de la naturaleza y el dominio sobre ésta
por medio de su existencia de cuerpo social, en una
palabra, el desarrollo del individuo social, aparece
como una base miserable respacto a esa nueva base
que se ha desarrollado en este período y que la gran
industria ha forjado. "En cuanto·_ el trabajo ha dejado·
'f
:~~ -~~r:,de for_ma inme~iata_ gran fuent~ de. riquez~ el -'
.t1empo de trabajo deja y d$e dejar de ser__ su me<hda, ·
~(~n.·corisééüen~ia el val~~(. de ca~?_io___deja de_ ser la·
med1da del --valor ...
.......... __ ........ 1-- trabajo·
de -uso. .. excedente de las
_masa~ .h~ dejado de ser la _pon~icióf! del_ desarrollo de
¡la._r_!quez~ g~ne-~al, a~f._CC?~~l~~ n,_o-~rab_aj~ de ~nos cuan-..
tos_ ha d_ejªdo~~"~~r la con~ición deL ~ª~rrollo de las
P.é>tencias.
. . . . . . . . . . -._;
generales
- - - · · .-..
de fa rriente
1~--
·-· • . - .. ·-·-
humana.
. -
Asf entra en,

255
! crisis' la produc"Ciqn ~~sad~·-sobre. el valor_ dS:.;camb_iC?·:·
.·y .el proceso productiv·o
. • . •
m~terial inmediato termin~i''por'
1 •••. ' . • • ••
. perder incluso. la forma dé la escasez i.j -~oe' lá- oposF
ción". De este. modo: ia.maq~inaríS: n·o ·servffá"para:--re.:
ducir el tiemp·?·
cie.. traba!~Í neces-ario: p·a~a·;~ c~1l~r:t~~b~t
. Jo. ·excedente,. sino,
·. . .
en
. ..general,
; ' para· reducir, al mfmmo·
.... ~-- :. ·.-· '·~·.::...,·~·: ... ~~".
el trabaJo necesarro de.: 1~ socredad, · a. quren.• corres.:
. ponderá éi ·libre desarrollo¡ ·de la· indivld~atldad: ia· :¡;;¡.~·
mació~ artf~tic~~ ?ien.tffica~¡ etc.,
de lo~ ·--!~~i~i_du?~·.:_gr~­
cias al tiempo, ya libre, y a los medros creados :para-
•• • • 1 • '·

-ellos.
APENDICE JI

ALIENACION Y FETICHISMO: ¿DOS TEORIAS


DISTINTAS?

Como se sabe, Althusser es uno de los más deci-


didos defensores de la teorra según la cual los "'con-
ceptos de alienación, escisión, fetichismo. hombre to-
tal, etc.", "pertenecen al perfodo de juventud de Marx,
a su filosotra del hombre". El filósofo francés no se ex-
plica "por qué tantos filósofos marxistas parecen expe-
rimentar la necesidad de recurrir al concepto ideológi-
co premarxista de alienación para dar la impresión de
de pensar y resolver [ ... ] problemas históricos con-
cretos" (1) .. "Toda la teoría, actualmente muy de moda,
de la reificación se basa en la proyección de la teoría
de la alienación de los textos de juventud (y particu-
larmente de Jos Manuscritos del 44) y sobre la teorfa
del fetichismo de El capital" (2).
Este argumento de Althusser no ha pasado desaper-
cibido ni entre nosotros, y ha inducido. por ejemplo, a
. ün estudioso de Lukács, Vacatello, a afirmar· que la teo-
rfa de la reificación es, sustancialmente. una creación
no ya de Marx, sino del filósofo húngaro {en Historia y
conciencia de clase y en obras posteriores). en cuan-
to que éste habría confundido y unificado elementos

(1) L Allhusser, La revolución teórica de M!rx, México," Ed. Si-


glo XXI, 1967, p. 199.
{2) lbld., p. 190, nota 7.

257
distintos de la concepc1on de Marx, pertenecientes,
además, a distintas fases de la reflexión de este último.
"La teoría de la reificación -.-escribe Vacatello-- es, en
nuestra opinión, obra de Lukács. Resulta de hacer con-
fluir en una doctrina orgánica tres componentes con-
cretos del pensamiento marxiano: la teorfa de la aliena-
ción, la del fetichismo de las mercancfas y la de la
apariencia necesaria (de la que la anterior es una .apli-
cación particular). La primera se formula plenamente
en los Manuscritos; .la segunda se expone en un céle-
bre párrafo de El capital. Y en El capital, un poco por
todas parte, siempre está presente la tercera. Sólo es-
. tas indicaciones deben hacernos reflexionar. En reall·
dad, los tres componentes que he Indicado no han sido
aportados directamente por Marx (aunque entre ellos·
existan lazos importantes). Esto nos autoriza a consi·
derar a Lukács como autor de la teoría de la reifica-
ción" (3). ·
En ~esumen, Luk~cs habría reunido tres teorfas di·
ferentes: teorfa de la alienación (perteneciente a la re-
flexión de juventud de Marx), teorfa del fetichismo de
las mercancfas y teorfa de la apariencia necesaria { 4) .-
Por· el contrario, nosotros estamos convencidos de
que en la obra de juventud de Marx no sólo hay una
sustancial identidad entre las dos primeras teorías
(alienación y fetichismo). sino que justamente esa iden-
tidad es la que da un sentido preciso y riguroso a la
· teoria rnarxiana de la apariencia necesaria, de la falsa
conciencia, de la ideología, etc. En otras palabras, si
no se ve que la teorfa del fetichismo es una teorfa de
la alienación, tampoco se está a la altura de compren-
der en todas sus implicaciones la teorfa de la aparien-
cia necesaria. Veamos.

(3) M. Vacatello, Da "Storfa a colclenza di clasae" al gludlzlo


5UIIa cultura borghese, Firenze, 1968, p. 56. El subrayado es mio.
( 4) lb! d., p. 63-66.

258
Pnra Marx, el fetichismo de las mercancías es un
fenómeno peculiar de la sociédad capitalista; es :a for-
ma absolutamente original en !a que se realizé. la ::cor-
dinación entre los hombres en esta sociedad. Efectiva-
mente, en las formas de producción preburguesas, des-
de fas primitivas comuni~ades naturales basadas en
la explotación colectiva de la tierra hasta el feudalis-
mo, las relaciones sociales eran infinitamente más sim-
ples. "Las viejas organizaciones sociales de produc-
ción eran extraordinariamente más simples y claras que
en la organización burguesa"; SP basaban "o en la
inmadurez del hombre individual,. que todavía no se
hatiia desprendido der cordón umbilical de los· lazos
naturales de especie con los otros hombres, o en re-
laciones directas de señorío y esclavitud" (5). En cual-
quier caso, las relaciones aparecen ahí como lo que
efectivamente son, es decir, relaciones directas entre
personas~ En la sociedad burguesa la situación es com-
pletamente distinta; los hombres ya no entran en re-
lación directamente, sino indi;ectamente, a tra·:és del
intercambio, del mercado. En esta sociedad "los pro-
ductores sólo traban. contacto social poi madio del in-
tercambio de los productos de su trabajo", y por tanto
los caracteres específicamente sociales de sus traba-
jos privados solamente aparece~ dentro de tal inter-
cambio" {6). En la sociedad burguesa, todos los obje-
tos de_uso se cQDvjerten en mer~ncias Predsarnente
por eso, en el análisis de esta_so_cie.Qad deba partirse
de la mercancía, de esa forma específicamente social
del producto, que constjt!Jye.J;¡ hase y el presupuesto
~ producción ~apila lista 1 7}. En las formas de pro-
duc~ión precapitali5tas, una gran parte de la ;Jroduc-

(5) El capllal, libro 1, secciór. 1.~. cap. 1, p. ~4.


(ó) lbld., p. 38.
(7) K. Marx, El capllal: Ubro '. capllulo VI (lnéd 1!o), M.adrid,
Sigb XXI, 1973, p. 108.

259
. ' ' 1! l'.·. ,, : .. : '.. •J ;. • J
eIón no. se producía como mercancra; asr como una
gran cantida·d ·de productos' que formaba parte del p_ro-
ceso de producción no era mercancra, como tal no
formaba· parte de él. Además, "la transformación de·
los. productos en mercanclas sólo tiene lugar en pun-
tqs· aislados, sólo se extiende al excedente de la pro-
ducción o a esferas particulares de la misma" (8) .Y al
no formar parte del procesÓ los productos en s"u totali-
dad en cuanto artrculos comerciales no sallan de- él
en cuanto tales en toda su extensión. "Unicamente
sobre la base de la prod~,Jccióri capitalista [ .... ] es" como
el ser mercancra se ha·c·e ·la forma general del pro-
ducto, y cuanto más se désarrolla la producción ca-
pita_lfsta, tanto más forman parte del proceso los
co'mponentes de la producción bajo forma de mercan-
eras" (9). Por consiguiente, la mercancra no sólo es
el élemento más .simple de la producción capitalista,
sino que también es el presupuesto y el resultado de la
producción capitalista misma (de ahr la importancia
de analizar sus determinaciones formales: el carácter
''sensiblemente suprasensible" de la mercancla, por
. ejemplo,. no es algo que atañe ·solamente a la mercan-
era,. sino que en cuanto determinación de ésta caracte-
riz"a a toda la ·sociedad burguesa en su conjunto).
Por otra parte, los objetos de uso se transforman
en· mercancías "sólo P<?rque son productos de traba·
. jos privados, realizados. Independientemente unos. de
otros" (1 O). Pero jos trábajos p.rivados sólo pueden ha·
cer valer su cualfd'ad de eslabones del trabajo total so-
cial ."gracias ·a las relacione·s que el cambio establece
entre los productos del trabajo y, a través de los produc-
tos mismos, entre los productores". "Por tonto, con- :
, cluye Marx, ante estos últimos las relaciones sociales
.;:.~

(8) lb(d., p. 108.


(9) lbld., p_. 109.
(10) El capital, libro 1, s~¡cclón 1.•, cap. 1, p. 38.

260
de sus trabajos privados se presentan como lo que son,
esto es, no como relaciones directamente sociales entre
personas en sus mismos trabajos, sino como relacio-
nes de cosas !Sachliche Verhaltnlsse] entre personas
y_ relaciones sociales entre cosas" (11). De ahí la "co-
sificación·~ (Versachllchung) o reificación·: (Verdlng-
M

Héhung) de las relaciones scciales en la organiza·


ción productiva burguesa.
En este planteamiento marxiano del problema del
fetichismo hay dos aspectos que conviene _tener cla-
ros y considerar atentamente. El primero es el predomi·
nio de ,la cosa sobre el hombre; el segundo es la ilu-
sión o apariencia que el fetichjsmo origina. En· cuan-
to al primer aspecto, puesto que en la sociedad bur-
guesa "las magnitudes de valor cambian constante-
mente, independientemente de la voluntad, del cono-
cimiento previo y de los actos de las personas entre
quienes se realiza el cambio", para éstas "su propio
movimiento social cobra la forma de un movimiento
de cosas, b~jo cuyo control están, en vez de ser ellos
quienes las controlen· {12). En cuanto al segundo as-
pecto, ''la relación_ social determinada entre los hom·
bres", cobra a los ojos de éstos ·1a forma fantasmagó·
rica de una relación entre cosas". que, "como es un
espeJo, proyecta ante los hombres el carácter social
del trabaJo de éstos, transformado en carácter mate·
rial de los productos de su trabajo en un don natural
social de estos objetos", y. por último. la relación so-
cial se presenta como "una relación física entre obje-
tos ffsicos", mientras que, ·en cambio, la forma mer·
canela y la relación de valor de los productos del tra-
bajo en la que se manifiesta, no tiene absolutamente

( 11) lb! d.
(12) lbld., libro l. sección i.'. ca,;:. l. p . .:¡¡_

261
nada que ver con ~u carácteT físico ni con lus relacio-
nes materiales que de él se derivan"· (13).
El' primer aspecto corresponde más exactamente· al
concepto de alienaciQ!}: el hombre crea los productos,
pero escapan a su control; se hacen entes y fuerzas
autónomas, que dominan al hombre en vez de ser do-
minadas por él. En una palabra, los individuos se con-
vierten en esclavos de sus propias criaturas, de sus
propias fuerzas objetivadas.
El segundo aspecto es "la apariencia necesaria"
(como algunos Jo llaman). En la sociedad_ burguesa,
las relaciones entre los hombres "aparecen :como lo
que son", es decir, relaciones de cosas,· relaciones. en-
tre cosas. En la distinción, explícitamente ·subrayada
por Marx, entre aparecer (erscheinen) y ser (seln)
(~.dá implícita una diferenciación. entré realidaci y apa-
~ic:ncia, entre hecho (social) e ilusión (ideológica). Es
l;na realidad que en la sociedaci burguesa las relacio-
.18S sociales entre los hombres :,e presentan como re-
laciones entre cosas; es real que las relaciones socia-
les,· aun siendo relaciones entre personas funcionan a
través de las cosas. Por ese motivo no hay "toma do
conciencia" que pueda suprimir esta realidad. Pero,
· por otro lado, nunca hay que olv¡da~ que esas relacio-
nes de cosas son la manifestación de determinadas re-
laciones sociales entre personas, y que si el doble
carácter social del trabajo se transforma en el carác-
ter objetivo ·de los productos del trabajo y, por tanto,
se convierten en algo material, "objeta!"; sin embargo,
no son propiedades naturales de cosas naturales, .no
resultan de "una relación ffsica entre cosas físicas''..y,
en una palabra, no tienen nada que ver con el _carác- ·
ter físico de las cosas. Sólo un cierto tipo de coordi-
nación social, la que se realiza en la soc_iedad burgue-

(13) Jbíd., pp. 37-38.

262
so, es la que transforma e.l carácter social del lrab.ajo
en carácter objetivo de los productos del trabajo, en
don natural social de las cosas. Si no se levanta ese
caparazón fetichista, nos haremos eternos prisioneros
de su ilusión; en otras palabras, se atribuyen deter¡pi-
nados caracteres sociales: (históricos) a las cosas en
cuanto tales, y, por tanto, esos caracteres sociales de-
jan de ser históricos para ~hacerse eternos. ·La· aburri-
da e insfpida discusión acerca de la función de la na·
tu raleza en la· formación 1del valor de cambio prue-
ba . [ ... ], dice Marx, hastk qué punto engaña a w;a
párte. ··de los economistas el fetichismo inherente al
mundo de las mercancfas: o sea. la apariencia mate·
rlal de las condiciones ~oclales del trabajo. Puesto
que el valor de cambio es :una determinada manera 50-
cial de expresar el trabajo invertido, en los objetos, no
puede albergar más elementos naturales de los que
contenga, por ejemplo, la cotización camblaña" {14).
Las ilusiones del sistema monetario provienen de es~o.
"Este sistema no ha visto· en el oro y la plata, consi-
dérados como dinero, manifestaciones de unas relac~o­
nes sociales de producción, sino bajo el aspecto de
objetos naturales dolados; de insólitas virtudes socia-
les" (15). Asr, el fetichista Bailey, in9luso cuando con-
sidera el valor como una :propie.la·a del objeto, consi-
derado aisladamente, "lo concibe como relación entre
las cosas, mientras que sólo es una manifestación en
las cosas, una expresión material de una relación enl:-e
hombres, de una relación: social, la relación entre los
hombres y su reciproca a~lividad productiva· (16). De
ese modo, Bailey se ha apropiado del lenguaje de las
mercancías que, si pudiesen hablar, diñan: .. es posi-
ble que nuestro valor de .uso interese a los hombres.

(14) lbld., p. 46.


ps¡ Ibrd., p. 47.
(16) K. Ma(X, Teorlas de la plusvalla, ciL, tomo 11, p. 17:>.

. '
A nosotras, comq cosas, ~o nos atañe. Lo que, como
tales cosas, nos atañe es ruestro valor. Nuestras pro-
pias relaciones de mercancías lo demuestran. Sólo nos
relacionamos unas con ot.ras como valores de cam:
bio" (17). Así es como la Vulgarokonomle cae en la
ilusión de creer que e! valor de tos objetos (mercan-
eras) les atañe en cuanto cosas, . sin ver que las
1 ; .
cosas
sólo tienen valor en la medida en que incorporan un
quantum de trabajo humaho abstracto, es decir, en
. 1 .
tanto que expresan una relación. social. Por otra parte,
e~ta ilüsión tiene, cierta ... base real: se debe al hecho
de que en la sociedad burguesa las relaciones socia-
les se presentan efectivamente como relaciones entre
c~~ias. : ~-·------- ---~
··:Pero volvamos al punto' de partida, y observemos
inmediatamente que los dos aspectos que hemos di-
fere.nciado en la teoría del letichismo ..:.....,el del concep-
to de alienación y el de la "apariencia necesaria" o
• 1
"falsa conciencia" (que, sin embargo, tiene un funda·
mento efectivo en la realida~)- son precisamente dos
aspectos de la teoría del fetichismo, inherentes, por
tanto a ésta. Sin embargo, si es posible distinguir es-
tos dos aspectos, no es posible enfrentarlos, en cuan-
to que· son elementos de una misma teoría, o bien en
cuanto que son implicaciones de un mismo. fenómeno .
. Pero ésta sólo seria una solución parcial y, en el fo"n-
do, insuficiente. Lo qué intentamos probar es que los
dos aspectos que provisionalmente hemos distinguido
coinciden perfectamente uno con otro en El capital, es
'decir, que se identifican. Eri otras palabras, la aliena-
~ión {ese proceso en el cual el hombre se convierte
en esclavo de sus propios productos. de sus propias
[.uerzas !SOCiales objetivadas} también implica la "apa-

( 17) El capllal, libro 1, sección 1.•. cap. l. p. 47.

2G4
riencin necesaria" y la "falsa conciencia" y forma .llil
todo con ésta.
Pero hacemos notar que el primer aspecto de la
teorfa del fetichismo, el dominio de las cosas sobre el
ho~bre, también tiene una serie de implicaciones ideo-
lÓgicas, esto es, provoca una conciencia invertida de
la· realidad, al igual que el segundo aspecto. -En efec-
to; dice Marx a propósito de la "forma fantasmagórica
de una relación entre cosas·· que revisten las relacio-
nes entre los hombres: "luego, para encontrar una ana-
logia, tenemos que remontarnos a las regiones nebu-
losas del mundo religioso. Ahí los productos de la men-
te humana parecen formas independientes dotadas de
vida propia, relacionadas entre sí y con los hombres.
Asf ocurre en el mundo de las mercancías con los pro-
ductos de la mano del hombre- (18). En otros térmi-
nos, justamente porque el fetichismo es el dominio de
las cosas sobre el hombre. en el sentido de que el
hombre llega a depender de un movimiento de cosas,
de objetos que él mismo ha producido, constituye el
fundamento de la ideología religiosa: de hecho, en la
~ el hombre ·también depende de sus propios
atributos sustantificados, de sus propias energías esen-
ciales concebidas como entes autónomos. Por este
motivo, aquella "falsa conciencia·· o "conciencia in-
vertida" de la realidad que es la religión, no es una
mera ilusión, porque tiene sólidas bases en la realidad
social capitalista, donde constantemente el hombre es
esclavo de sí mismo, de sus propias fuerzas objetiva-
das e incorporadas al capital. Por consiguiente, "el re-

¡lejo religioso del mundo real sólo podrá desaparecer,


en general, cuando las relaciones de la vida práctica
cotidiana representen diariamente para los hombres
elaciones claras y racionales entre si y respecto a la

( 18) lbld., p. 36.

265
naturaleza. La forma del proceso social de vida, o sea,
<lel proceso material de producción. sólo se despojará
de su halo místico cuando, como obra de hombres li·
bramante socializados, ese proceso esté bajo su con·
trol consciente y se lleve a cabo seg(m un plan" (19).
Pero la alienación, el dominio del objeto sobre el
hombre, del producto sobre el productor, no implica
solamente esa falsa conciencia de la realidad que es
la religión; también explica la metafísica de la econo·
mía política, las continuas identificaciones en las que
ésta incurre, por ·las que a los ojos del economista
"los elementos materiales del .proceso de trabajo apa·
recen por sUs propiedades materiales como·. capl·
ial (20). Una vez más el carácter social del trabajo
se transforma en carácter obJetivo de los elementos
: materiales, en propiedades naturales. de las cosas. Por
: tanto, alienación y fetichismo ·coinciden, conslilllye.o
: dos caras de un mismo fenómenoJ Este es el punto
que se prueba y profundiza.
·En cierto lugar de las páginas en las que Marx tra-
ta lo que llama "proceso de alienación del trabajo",
se lee: "El proceso de producción es unidad inmedia-
ta de proceso de trabajo y proceso de valorización;
así como su resultado directo, la mercancía, es unidad
Inmediata de valor de uso y valor de cambio. Pero
el proceso de trabajo sólo es un medio para los fines
del proceso de valorización, y el proceso de valoriza·
ción en cuanto tal es esencialmente proceso de pro-
ducción de plusvalía, proceso de objetivación de tra·
bajo no pagado. Específicamente, esto es lo que de·
termina el carácter total del proceso de producción
[capitalista]" (21). ·•.
Vale la pena detenerse sobre esta unidad ·de pro·

(19) El capital, libro 1, sección 1!, cap. 1, p. 44.


(20) Capflulo VI, p. 40, subrayado mío.
(21) lbíd., p. 21.

266
ceso de trubajo y proceso de valorización. En la 'Jro-
ducción capitalista no se trata de dos procesos dis-
tintos, sino de un solo proceso, de "un único e indi·
visible proceso de trabajo". En realidad, "no se tra-
baja dos veces: una para crear un ·producto útil; un.
valor de uso, para transfÓrmar los ~edios de produc- ·
clón en productos y otra 1 para producir valor y plus·
valía, para valorizar el valor" (22). Sin embargo, los
dos procesos se consideran distintos. Esa distinción
1 •
es histórica: mientras qu~ en realidad el proceso de
trabajo puede y debe ser: considerado .. al margen de
to.da · fuerza social deter~ináda". en cuanto ·que "es
un proceso que se desarrolla entre el hombre y la
naturaleza en el que, por: medio de su propia activi-
dad, produce, regula y controla el intercambio :>rgá-
t
nico entre si mismo y la naturaleza" (23); en cani-
'
bio, el proceso de yaloriz?ción sólo- es propio de una
formación económico-social, la capitalista. Naturalmen-
te, el proceso de trabajo no desaparece en ella; est.á
presente en sus distintas: formas concretas y especí-
ficas, como actividad ·útil_ que transforma los med'os
de producción en determinado producto. Sólo que, en
la sociedad capitalista, et proceso de trabajo se ha
hecho inherente al proceso de valorización, es decir,
se ha convertido en su ~edio--é-Í~strumento. El ~ro-
ceso de trabajo se convierte en proceso de valoriza- '
ción, y eso altera profun~amente sus característic~~-.
En efecto, "en el· proceso de trabajo real el obre•o
en cuanto tal entra en rel,ación normal activa con bs
medios de producción, determinado por los fines ¡
naturaleza del trabajo mismo"; o lo que es ic;uci, el
obrero hace suyos los m~dios de producción y "'los
trata como pura y simple 1 materia y medio de sL tra-
bajo; las condiciones objetivas del trabajo van ; a~ a-
¡
1
1
(22) lbld. 1
. (23) El capilal, libro 1, sec~ión 3.a. cap. V, p. 130.
!
1
1
Lu7
1
rEJjadas con éste, como ;simples materias y órganos
de su actividad creadora\'. La situación cambia radi·
calmente cuando el proceso de trabajo se convierte
en medio del proceso de valorización. Ya no es el
obrero el que u\iliza los medios de producción "como
puros y simples medios de vida del trabajo; sino. la
materia prima, el objeto del trabajo en general, quien
absorbe el trabajo del obrero: "la herramienta de tra-
~ajo sólo sirve de conductor, de vehlculo a este pro-
ceso de absorción". El capital "consume la capaci-
dad laboral del obrero, o lo que es lo mismo, se apo-
~era del trabajo vivo como de la sangre que da vida
al capital";. ''.al incorporar .la fuerza viva de trabajo·
a sus componentes ..objetivos, el capital se hace un
monstruo animado, y comienza a comportarse como
si «fuese capaz de amor," (24).
Por tanto, dice Marx, 'esa dominación del capital
sobre el obrero es dominación de la cosa sobre el
hombre, del producto sob're el productor, puesto que
las mercancías que llegan a ser medios de domina-
ción "sólo son 'a su vez: resultados del proceso de
producción, sus productos" (25). "No es el obrero
quien conquista los medio:s de subsistencia y los me-
dios de producción; son los medios de subsistencia
los que compran al obrero para incorporarlo a los
medios de producción" (26). Los productos del obre-
ro se Qonvierteo en "potencias auJ.6nomas" "aie.llill>
jl él". "fetiches dotados J de voluntad y alma pro-
~· (27). !
Ahora bien, este proce,so, que no es sino la alie-
nación, es la base material, real, de las ilusiones de
los economistas, de su co'nciencia fetichista. Efectiva-
.,t
( 24) Capitulo ' 35 y 40.
Yl, cit., pp. 18,
(25) lbld., p. 19. 1
(26) lbld., p. 17. 1
(27) lbld., p. 36.

2GB
mente, puesto que el capital sólo p~ede absorber !re-
bajo vivo si aquél reviste la ~orma de los medios de
producción específicos exigidos en determinad os pro-
cesos de trabajo. por eso el economista "sólo puede
concebir el proceso de trabajo como proceso de tra-
bajo del que el capital se ha apropiado", y a ojos del
economista "los eleínentos materiales del proceso de
trabajo aparecen como capital por sus características
materiales" (28). En resumen, el economista no logra
distinguir entre existencia material de los medios de
producción en cuan:o facto~es del proceso de trabajo
y la propiedad social que los convierte en capital.
Con ello eterniza las relaciones burguesas de produc-
ción; por su car¡kter material. los medios de produc-
ción ya constituyen capital de por sí. De ese modo,
una relación social se transforma en una cosa, y ei
economista no logra atravesar este caparazón fetichis-
ta. ¿De dónde proviene esa "iiusión"? "De la misma
naturaleza del proceso de producción capitalista" (29).
El economista es incapaz de d¡stinguir entre . cosa y
propiedad social, entre relaciones burguesas de pro-
ducción y medios de producción. "porque el mismo
proceso de trabajo a! que sirvt!n los medios de. pro-
ducción por sus prop:edades maleíiales como meros
medios de vida cel trabajo. t:ansforma los mismos
medios de producc:ón en puros y simples medios para
absorber trabajo. En el proceso óe trabajo tomado
en sr mismo, el· obrero emplea los medíos de produc-
ción; en el proceso de trabaia ::;ue al mismo tiempo
es proceso de producción ca;>i:alis:a. los medios de
producción empiean al obrero. de :al manera que el
trabajo aparece solame;1te como un medio en virtud
del cual una determinada magnitud de valor, o sea,
una determinada mc:sa ée tra~ajo objetivado, absorbe

(28) lbld., p. 40.


(29) lbld., p. 29.

259"
trabajo vivo para mantenerse e incrementarse, y el pro-
ceso de trabajo aparece como proceso de autovalo-
rlaclón del trabajo objetivado, gracias ·al trabajo vi-
vo" (30). En una palabra, el fetjcbismo del economis-
t!!. es una ilusión, pero que tienQ 1m ''lll.damento en
la realidad en el proceso de alienación del trabalo:
de hecho·, en cuanto el proceso de trabajo se con-
vierte en instrumento y medio del proceso de valo-
rización, el capital emplea al obrero, y cama el capital
lh.-nbién está constituida por iostwmentos de produc-
t.:ión, son las cosas las q11e emplean al obrero al te-
'ler una existencia autónoma. En virtud de esta in-
ver.sión, una determinada relación social de produc-
ción, que ·se manifiesta en objetos, en cosas y ·que
las transforma en sujetos reales, se identifica con una
propiedad material natural de esos mismos objetos y
cosas. De este modo se consuma el proceso fetichls·
ta; el capital se convierte en un elemento natural in-
mutable de la existencia humana (31).
¿Qué oonclusión puede deducirse de todo esto?
Que, en Marx teoría de la alienación y teorla deJ
fetichismo se identifican y, particularmente, en las pá-
ginas de El capital que hemos examinado; que ~­
ción de El capital sobre el fe(ichismo encierra tanto una
teoría de la alienación (la dominación del hombre por
Ja cosa. del prad,,ctor por el producto), como Lioa
teoría de la "apariencia necesaria", de la ilusión ideo-
lógica. y gue, fiiándose, la primera explica la seqtm·
da, en su fundamento. La alienación del trabajo ex-
plica la ideología fetichista de los economistas.
La tentativa de Althusser de distinguir alienación
y fetichismo está, pues,· necesariamente destina<;la al.
fracaso. Pero, sobre todo, obiiga a su auto~ ~ des-

(30) lbld., p. 41.


(31) lbi}:J., p. 29. Marx remile, cnlre otros, n John Sluart Mili,
Principies o! Pollllcnl Economy.

270
pajar al fetichismo de su interpretación t1istCIIcu ..• é.·
te respecto, se ha observado justamente que, "en Al-
thusser, el concepto de alienación en cuanto forma de
dominación creada por fas relaciones capitalistas de
producción, se sustituye -y éste es el único ra~trc­
que queda de ella- por fa concepción de que los
hombres son meros funcionarios o portadores (Tdiger)
de las relaciones áe producción que determinan su
puesto y su función. Lo que Marx considera como
carácter especifico de las relaciones capitalistas ée
producción, lo transforma Al\husser .en una propos:-
ción universal del materialismo histórico. Al desprer:-
der. el. ·concepto . de alienación de su interp·retación
histórica de un modo bastante insólito para un mar-
xista [ ... ]. se cierra el camino para comprender aque-
llos pasajes en los que Marx anticipa una formación
social futura, en la cual los hombres controlan sus
relaciones de producción, .en vez de ser dominados
por ellas [ ... ]" (32). A este aspecto del argumento
de Althusser hay que añadir otro, que constituye su
pendan!: fa tesis de fa et~rnidad de la ideologra F:n
el sentido marxiano de falsa conciencia. Dice Alth·H-
sor a este respecto: Sólo ~na concepción ideológ·ca
del mundo ha podido imaginar una sociedad sin ld~.r
logias, y aceptar fa utópica idea de. un mundo cuya
ideologfa (y no ésta o aquélla. forma histórica suya)
desaparece sin dejar rastro, para ser sustituida po• la
ciencia". "Y para no eludir el problema más cander.te,
para el materialismo histórico. una sociedad comun!s-
ta tampoco puede prescindir de Ideología { ... ]" (3T¡.
Una vez que se despoja al fetichismo de su car~cter
de alienación, propio de las relaciones capitalis•ss de
' .

(32) N. Geras. Essonce and ·appearance: aspecls of fat&sh:sm


In Marx's Capital, en "New Lel! Review.. , n.. 65, 1971, pp. 19-35.
Y el. L. Althusser, "El objeto de 'El capital' ~, en Para le~ •El
Cólplt¡¡l", cit., pp. 156 y SS. y 17 4y SS. :
(33) L. Althusser, La revolución le6rlca ·~e Marx, cit.. ¡;. 192..

271
.producción, desaparece el, nexo entre alienación y fal-
sa conciencia y la ideologfa se hace necesaria e· in-
dispensable en toda sociedad, incluso en la comunis-
ta (34).
En realidad -y con esto volvemos al punto de
partida-, no sólo en El capital hay una teorfa de la
alienación que fprma cuerpo con el fetichismo, sino
que presenta importantes elementos de continuidad
con el concepto de alienación de las obras marxianas
d~.: juventud. "La dominación del capitalista sobre el
o~.rero, dice Marx, es dominación de la cosa sobre el
hombre, del producto sob.re el productor, ya que las
mercancfas que se convierten en medios de -domina-
ción (pero ú_nic~mente. como instrumentos de· .domi-
.. nación del éapital mismo 'sobre el obrero) no son a
su vez sino resultados del proceso de producción, sus •
·productos. En el plano de la producción material, del
auténtico proceso vital -porque el proceso de pro-
ducción no es otra cosa-', hay la misma relación que
la que se manifiesta en la religión, en el plano ideo-
lógico: inversión del sujeto en el objeto y vicever-
sa [ ... ]. Es necesario pasar por esta forma contra-
d~ctoria del mismo modo en que, en una primera ela-
pir{: el hombre qebe dar a sus propias fuerzas inle-
IE~c'tivas la forma·':religiosa de potencias ·independientes
d~·: sf mismo. Este es el ·proceso ·de ·alienación .del
trabaJo" (35). Y en las Notas de lectura de ·1844, ·
··Marx escribe: "En el dinero, la total indiferencia tan-
lo hacia la naturaleza de lo material, hacia la natu-
1
. raleza específica de la pro piedad privada, como hacia
1
; (34) N. Geras. op. cit., sub~oya justamente esle punto: "In
thls connexlon 11 ls not irrelevant lo observe thol, in much !he
sama way as he de-historlcizes the concepl of allenatlon, Althusser
obliterates the historical specificlty of capilalist opaclty In hls thesls
that, lo~ Marx, even a communist socíety would not be wlthout lis
·ldeology (ond ideology in !he Mnrxisl scnse, l.e., lnvolvlng relsa
consciousness) ".
(35) Capllulo VI, cit., pp. 19-20.

272
la personalidad del propietario, se manifiesta como la
completa dominación de la cosa extrañada sobre el
hombre. Lo que ~ra la dominación de la persona so::
bre la persona, ahora es el dominio universar de la
cosa. sobre la persona, del productq sobre el produc-'
tor"
. . (36): "Si originalmente Cristo representa: 1} el
.

hombre frente a Dios, 2) Dios frente al hombre, 3} el


tlombre frente al hombre. En su ámbito, el dinero re·
'\>resenta orlgmalmentc: 1} la propiedad privada ante
'il sociedad, 2) la sociedad. ante la propiedad priva-
da, 3) la propiedad privada ante la propiedad p.riva-
~a" (37). "El hombre mismo debería· ser el interme-
diario externo; el hombre observa su voluntad, su com-
portamiento, su relación con los demás, como poten-
cias independientes de él y de los otros" {38). .
Como se ve, en los textos que hemos citado no
sólo se describe el mismo proceso {el dominio de 1a
cosa sobre el hombre, del producto sobre el produc-
tor). sino que las implicaciones ideológicas de la alie-
nación son las mismas, como lo demuestran (las con-1
ftinuas referencias del cristianismd Que sobre este
punto; en Marx. nunca se eche de menos un contacto
profundo con la obra de Feuerbach. tal vez sea su-
Pyrfluo advertirlo; pero igualmente obvio es que Marx
es completamente original cuando muestra el procesQ
gwitalista de producción como el fundamento y la ra:
zón de ser de la ideología religiosa (terreno en el que
Feuerbach nunca se aventuró}.

( 36) K. Marx. Cuadernos de Parfs, México, Era, 197 4, pági·


nas 145-146.
(37) lbld., p. 128.
(38) lbld., p. 127. Sobre esos a;mntes de Ma~x. el. P. A. Ro·
valli. Feúchlsmo e anenazlone nelle ·Note di leUura 1844-45" di
Marx, en "Aul-aul", n. 123-2-4, 1971, p. -47 y ss. Sob~e la Influencia
que se atribuye a Hess en estos e.;critos mar:xianos (lnfl uencla
supervalorada por diversos esludiosos de Hess, como E. Sllberner
y G. M. Bravo, además del cileéo Rova::i), el. el buen articulo
de L. Parinel!o, Karl Marx e Mosn Hus, e:"! "Utopia", n. 9·10, 1971,
páginas 11 y ss. · ·

273
A propósito de toda esta problemática, querrfamos
concluir con algunas observaciones sobre Hegel, que
n~s p_rQporcionarán indicaciones útiles.
Ha una afirmación en la Filosofía de la historia
.. eJe ~e el que en su formulación literal ofrece algunas
, ct.riosas ·analogías con la teorfa marxiana de la afie-
ración en su versión más madura. la del Capital. Al
. polemizar contra ~~riSJrid..a§' d~l~j91J!¡iWJ_Q, dice
~egel que reduce lo divino o infinito a "cosa". "Lo
que es sagrado en cuanto cosa, tiene carácter de ex-
terioridad, y en cuanto tal es susceptible de ser to-
. mado y poseído por alguien distinto a mi: puede en-
contrarse en manos extrañas, porque el proceso no
se da en el espíritu, sino que está mediatizado por· el
mundo propio de las cosas" (39). En este caso, se
marca un proceso en el cual lo que atañe al hombre
en cuanto intimidad o idealidad, o sea, lo sagrado,
cobra la forma de cosa, y por tanto se aparta irreme-
diablemente del hombre, cae en manos extrañas (por
ejemplo, en las de una casta aparte, el clero); de ese
modo, el hombre se pierde a sí mismo y entra bajo
la dominación de algo sagrado que ya no es tal, por-
que sólo es una cosa, un fetiche: el hombre, como
dice Hegel, "está mediatizado por el mundo propio de
las cosas~·.
Al describir1 el fenómeno que él llama fetichismo,
~dice en El capital (como ya hemos visto varias
veces): "El capital no es algo más que el dinero. Tan-
to en uno como en otro, determinadas relaciones so-
ciales de producción entre personas aparecen como
relaciones entre cosas y personas, o lo que es lo mis-
~o. determinadas relaciones sociales aparecen como .
prop!edades naturales sociales de cosas" ( 40) .·

. pgf Hegel, Lecciones sobre la lllosolla de la hlalorla univer-


sal;. cit., pp. 617-18.
(40} Capitulo VI, cil., p. 38.

274
La semejanza formal entre estos dos textos es ca·
paz de lisonjear a los que, como Marcuse, ven en la·
teoría marxiana de la alienación y del fetichismo una
teoría que, en sus lineas generales, ya habría esbo-
zado Hegel.
Ahora bien, aparte de las semejanzas formales y
del hecho macroscópico de que en los textos citados
Hegel y Marx describen dos procesos totalmente dis·
tintos (el primero habla de la "cosificación· de lo in-
finito en la sociedad cristiana medieval: el segundo
de •
la
"cosificación" de las relaciones sociales en la
#. • • •

sociedad burguesa), puede ser útil detenerse breve-


mente sobre las dos concepciones, hegeliana y mnr-
xiana, de Entfremdung. ·
En seguida, la primera diferencia que salta a los
ojos es ·que, gara Hegel el Enlfremdung consiste eo
la . objetjyjdad material, y por tanto en el hecho de
{;¡11e lo sagrado cobra la forma de cosa, y el hombré
gueda dominado por lo finito, mediatizado por les co-
sas. Hegel dice, a propósito de la sociedad católic&
medieval, que él define como sociedad e·najenada: ·u.
iglesia del Medievo se nos presenta en si misma comu
una contradicción múltiple. Ante todo, la contradicción
reside en la autoconciencia. E~ efecto;~él espiri!u sub-
jetivo, aun siendo testimonio de lo absoluto, al misrr.o
tiempo, sin embargo, es espíritu finito de e~istenc·a
terrenal, en cuanto inteligencif! y voluntad. Su finít!.;d
comienza al manifestarse e~ esta distinción, y a la \lez
empiezan la contradicción :Y el fenómeno del extra 1"1-
miento [Entfremdung (41)]. puesto que la intelige:1cia
y la vo"luntad no están penetradas por la verdad, que
para ellas es un dato. Esta exterioridad del contenido

1
( 41) Sobre los conceptos da Enllremdung y Enliuuen~ng, tan
importantes en toda la obra de Hegel, véase M. D'A!>bi.:io, "A.Dena·
zlone" lri Hegel. Usi e slgnlllcaU dJ Entiuaserung, EnUremdung. ·Va-
rlíusscruno, Roma, 1970. -

2.75
1

absoluto está determinada por la conciencia de tal


modo que aparece como algo sensible y exterior, co-
mo vulgar existeñcia extrlnseca que, sin embargo, in-
cluso de ese modo, debe equivaler a lo absoluto: en·
este caso, ésta es la única exigencia que se presen-
. ta al esplritu" ( 42). De este párrafo se desprende
:perfectamente el porgué de que Hegel considere a la
sociedad cristiana medieval como una época de uni-
versal Entfremdung: en ella, el esplritu subjetivo da
>testimonio de lo absoluto :o
de Dios, pero al mismo
tiempo es espfritu finito, afecto a la existencia 1erre-
nal; porque la conciencia 'determina a lo absoluto, a
Dios, como un dato, es decir, como algo sensible y
ext.erno. En otros- términos;· la gran conquista del cris-
tianismo, lo absoluto comó infinita intimidad o espi-
ritualidad, se empaña con el catolicismo 1 que una vez
más concibe lo infinito como finito: como algo finito
que queda, 'que permanece, que no se suprime, y
qJe por tanto limita y corroe lo infinito. Mientras que,
:según Hegel, lo que hace ¡falta es que el hombre, a
semejanza d_e Cristo, "se libere de sus naturales im-
pulsos sensibles, se purifique de sus peculiaridades
naturales y haga de sr mismo un yo puro y universal",
o que tome conciencia de ser "alma inmortal, átomo
absoluto" ( 43). Dios es a.bsoluta intimidad y espiri-
tualidad, por tanto no puede mezclarse con elementos
na\:yrales y externos._ . . 1 .....
. · !?asamos por alto qué aspectos sociales y polfti·
cosc_deja traslucir en realidad la caracterización hege-
li~~a (sin dud~ perspicaz); de la sociedad medieval,
y vayamos a los:~ puntos que más nos interesan de
1
este discurso. ,Ea ra Hegel, pues, alienación no es re-
ligión (que en el cristianismo reformado culmina la
justa concepción de la idealidad de lo finito y de la
--,~~-
. '

. (~2) Hegel, lecciones sobre lllosolla do la hl1\orla, el\., p. 621.


: (43) lbld., p. 616.
1

276
espiritualidad humana). sino ese tipo de religión ( cª,-
tolicjsmo) que no está en condiciones de concebir
t~decuadameote lo infinito o Ojos. v lo contamina con
elementos sensibles y externos. confiriendo de esté
m_odo a lo finito cierta consistencia y un fundamento
. sólido·. Asl. la objetividad material sofoca al hombre;
lo 'finito corroe a lo infinito. la cosa domina al hom-

-bre (44).
Para Marx, la alienación también es la dominación
de la cqsa sobre el hombre; pero el mal no reside en
· el predominio de la objetividad material sobre el hom"
bre. sino en la dominación de la objetividad social,
de los productos sociales creados por el hombre (el
capital) sobre el hombre mismo. "El acento no cae
en el hecho de que el enorme poder objetivo, que
el trabajo social mismo se enfrenta como uno de sus
momentos, sea objetivado, sino en el hecho de que
sea alienado, expropiado, enajenado, que no pertenez-

( 44) La identificación de alienación con objetividad es .una


constante de todo el pensamiento de Hegel. Incluso el concepto
de posilividad elaborado por Hegel en Berna, no carece de suges-
tivos esboz:os y precisas innuencias ilustradas (el. supra, pp. 44-46),
se presenta con ambigüedad y grandes dudas, hasta identifitfcse
con la objetividad en cuanto tal. Eso Jo reconoce el propio([ÜóS'l
aunque siempre tienda a supervalorar la deuQa de Marx. a Hegel, en
relación con el problema de la alienación. Cf. a este respecto
las páginas finales de El Joven He9el Después de señalar que en
el periodo de Berna el proceso h•slórico consist~t para Hegel en
una amplia construcción triádica (lihertad y espontaneidad. origi-
naria de la sociedad humana: sociedad griega; pérdida de esta
libertad bajo la dominación de la positividad: sociedad medieval
cristiana; recupe~ación de la lit>erted perdida), Lukács observa:
-Este P.roceso de p~rdida y recuperación de la libertad se centra
para el joven Hegel en el pro!:lle:na de la religión. El carácter muer-
lo, extraño y hosli.l al hombre ce la objetividad, de la posilividad, .
por un lado, para el joven He;;el alcanza su suprema expresión
on la (Biigi6ll cristiana. mie:-~!ras que. po~ otra parle -y· a pesar
de todas las tentativas del jJYe., Hegel de aducir causas económi-
cas y sociales de esta lranslo:r.aación-. ·esa misma religión es,
a su modo de ver, la causa ül:i:na de este estado social indigno,
de esta indigna relación entre el hombre y su mundo. Por lo que
la comprensión y eliminación cel yugo despótico sig11ilica sobre
todo, para el joven Hegel, la lib:!rac:ón ~e esta posilividad: la libe-
ración de los hombres de u:-:::. re::gión cuyos objetos son. para

277
Cél al obrero sino a las condiciones de· producción
personificadas. es decir, al capital" (45).
Por consiguiente, úa alienacióñ\ es pata Marx un
fe!lómeno social que se da en un estadio muy con·
~::.to de la evolución humana. en la sociedad hurgue·
''1 moderna. y que no indica ninguna situación "an·
t·opológica" o metal1istórica. Corsiste en que los ele-
mentos que componen el capital "se alzan como po·
tenclas autónomas personificadas en sus propietarios
an!e la fuerza de trabajo despojada de toda riqueza
.material; en que las condiciones necesarias materia·
les para la. realización del trabajo están enajenadas
del obrero, se le aparecen como fetiches dotados· de
voluntad y alma propias" ( 46). ó, como Marx dice en
otra parte, las condiciones objetivas del trabajo se
presentan ante el trabajo mismo como. potencias autó-
nomas, propiedad ajena, valor que exisl~ por sr mis-
mo y encerrado en sí mismo; en una palabra, como
capital. . De ese modo, el capital se convierte en un
monstruo animado, y comienza a actuar. como si fuera
capaz.de a.mor: (47); etc.
Por tanto. para Marx el proceso de alienación del
trabajo es dominación de las cosas sobre el hombre
("son las cosas las que emplean al obrero, dice, y

ollas trascendentes y supramundanos. Por eso. el joven Hegel exi-


JO de la filosofía el desanmasca~amiento y aniquilación teórica
~o la objetividad trascendente, dQ la positiviqad, la reconversión
Je toda objetividad en Sl.1bjalividad activa". Dice Lukács qua en
·so ya estaba implícita una concepción por la cual "la verdadera
bjellvidad dEl las cosas dol mundo externo, y la pseudo-objeliví-
ad, falsa y engañosa. de las ideas religiosas, se ponen {' ... ) en
·1 solo y mismo plano"; por lo que el propósito do "disolver los
1jetos da la religión, deba disolver también la objetividad del
:·o
Jndo real, y reabsorberla en cierta 'subjelividad creadora'". e
e modo, la positividad se convierte on un concepto cambiante.
ambiguo." Y, para terminar. "la concepción de la positivid.ad _se
.nsforma en una teoría de la objetividad en general".
(45) K. Marx, Los fundamentos de la ·crlllca de la economfa
'ltlca, cit.
(46) Capftulo VI, cit., pp. 35-36.
( 4 7) lbl d., pp. 38 y 40.
por eso tienen existencia autónoma"). (·Hl): .Qero el
mal no reside en que las cosas sean materiales o finl-
!.sJs, y por taato limiten la infinitud. intimidad o espi·
ritualidad del hombre mismo. Según Marx, no hay que
buscar el mal en la obJetividad material, sino en un
Droceso de inversión social, por el cual el hombre es
.c.sclaya del capital ~ por l~oto de su nropio trabajo.
( de sus progios productos, de si mismo.
Lue o no ha que maravillarse de que si para·
Hege a su eración de la~ alienación consiste en la·
religión (luterana), en la índustriosidad burguesa y en
el. Estado (49); para ~en cambio, la religión, léi;
industriosidad burguesa y el Estado sean precisamer·
te esas hipóstasis o fetiche~ que, creados por el horr-..
bre, lo alienan de sí misrrio. Dejando a un lado las
analogías formales, hay q~e admitir que también en
este punto el fundamento lógico-histórico es totalmen-
te diferente en Hegel y en Marx {SO).

{4!l) lbld., p. 41.


(49) Cf. el importante apartado 552 de la Enciclopedia.
(50) P.~ observa justamente, a p_ropósilo del concep,o
de nlienación~egel y en Marx, que "es verdad que Marx Q"05
de Hegel, pero es igualmente cierto que. desde el oriodgio, ve er.
'ª leerla hogeliana de la aljenación un producto de la aj;e¡.. a::iéD
~" {CI. P. Chiodi, Sartre e 11 marxismo, Milano. 1965, F· 1€4).
Adamas, Chio?i ve bast~nlo claramenle que lanto el he~li:!r;~o
como el mnrx~smo conc1ben (ii:alieq¡¡¡;j{)¡:¡: 69~0 su?e•a!:l.l.d 1a ~a
vez. para simepre. "Pero ~ la alienació:·~· se! J
pueda desaparecer al eliminar la objetivación, es éecir, ha::.:e;:t:'~
desaparecer la existencia misma . como finitud ~elacional; y e3o
porque es la relación con lo finito como ser alien_ante [ ... ). [ ::n
cambio, .J2ll.UL el maQ5.iSI!l2.1 In alienación es sólo una determir.:!::fa
disposición histórica de esa relación, y por tanto puede elim!nJ. ~e
aun conservando la relación. En otras palabras, para el mar..c<;: lO
(no as una característica ontológica de la exístencja, sjno 56! o .::1
¡momento de su hjstorj~" (op. ciL, pp. 191-92). ¿Cómo se mani!.~t:
sobre esto punto la no~luca e~lenci~? En el ex.istenciali~lll'J.
responde Chiodi, "fa alienación conserva ( ... ) e! carActer d.~ ~e­
cesidad ontológica que poseía en el hegelianismo·. Es cierto que
mientras en el hegelial\ismo a lt necesidad ontol6gica de le: .il:e-
nación correspondfa una posterior necesidad ontológica dE das-
alienación, en el existencialismo la necesidad de la d~salier atiór.
se convierte en su declarada lmpo,ibilidad"; pe~o es igua 1mé:lle
cierto qtte "el exlslencialismo primitivo continúa moviéndosE en e:

279
marco· del hegellsrno" (o p. cll., p. 203), y que el exls!enclallsrno
también Identifica alienación con ob etlvaclón, con la relacló a lo
.Jl!!Q, e c. uan o art(e sost.ene que a a IQnacJ o está ligada
a la alteridad, en la medida en que ·la alle~ldad equivale a la ob·
jetlvaclón, lmpllcllamen!e el discurso se transmite en clave hege-
liana, y la alteridad se transforma de fundamento posibllllador en
·elemento que necesita de la alienación Qn lo objetivo·· (o p. cit., pA·
. ginas 131-32). De ahl la critica existencialista al mundo de la pro-
ducción, de la técnica, ele la organización industrial del mundo
moderno. "El mundo de la técnica como tal, dice Chlodl, y por
'tánto cualquie~ sistema de producción, son alienación en si mis·
.. mos" (op. cll., p. 198). Conio lo demuestra 1!1 profunda devalua-
blón qu.e el pensamiento de Sarl~e lleva consigo p_ara todo lo
·que es colectividad, multiplicidad, serialídad, es qeclr, para lodo
lo que tiene la dimensión de ser objeto, de exterlo~ldad; por lo
que la superación de 11;1 alienación viene a coincidir eón la supe-
ración de la objetivación, es oecir, de la multiplicidad (o p. el\., pA·
ginas 138-39). . ; .
Y para un ejemplo de esta espiritualismo sedlcenle rnarxls·
la, el. F. Fergnanl,' Allenazlone a oggelllvllil, en "11 corpo", 1966,
número 3, p. 1966 y ss. ·según Fergnani, el conceP.IO d.e alienación
no puedQ utilizarse en una significación incondlclonadamente ne-
. ga!iva, po~que la objetivación .siempre ti en o una naturaleza pro-
: blemática, y po~ tanto hay mucho _que aceptar de la concepción
sartrian.a. (En una posición de esto tipo cae Incluso C.. Napoleonl.
~cuando escribe: "En el fondo . de la concepción marxlana de la
alienación reside ( ... ] la Idea de que la aclivldad dirigida a fines
determinados y necesarios eslá lntrlnsecamente alienada [ ... ). Efec-
tivamente, dentro de esta argumentación, la realización del hom·
bre comienza únicamente con el reino de lo incondicionado, por·
que está separado de si mismo desde que trabaja". Cl. C. Napo·
leonl, Smllh, Ricardo, Marx, Torino, 1970, p. 166. (Existe edición
española: Flslocracla, Smllh, Ricardo, Marx, Barcelona, Ed. Olkos-
Tau, 1974, pero presenta variaciones con respecto a la anterior,
entre ellas el cambio del capitulo sobre Marx.] Sin embargo, Na·
poleonl rechaza estas posiciones en un ~eciente escrito suyo,
Lezfonf sul Capl\olo scsto lnedllo di Marx, Torino, 1972, pp. 18·19,
-11, ele.). Y el. también T. Pe~llnl, Ulopla e prospelllva In G. Lukács,
Bar!, 1968, pp. 374·75, el cual no quiere "aceptar la superada con·
traposición Hegel-Marx", y piensa quEl "el problema de la aliena·
ción sólo puede aclararse totalmente si se lo remite a la matriz
¡·hegeliana"; pero que, para Perlinl, la con!raposlció!1~dea-
·llsmo y materialismo sea "ociosa", es significativo. S Avlnen (11
penslero polltlco e soclale di Marx, \(ad. it., Bologna, ve
bastante claramente, en cambio, que ".§.n Marx, teor!a de la alie-
nación y materialismo son Inseparables" (p. 125). Y véase el exce-
TO~te tratamiento que Avinerl da de este tema en el capitulo IV
de su libro, que demuestra gyé central es el concepto de alienaclóo
'n l1 ca Ita!: sin ese
concepto, "su sistema es ininteligible". Cf. también. F. Par man,
JI fellclsmo delle rnercl. Sagglo su Marx e la critica dell'economla
polllica, Milano, 1972. .
Seda necesa~io recordar a muchos otros que, en Mar.x, nunca 1
hay una critica de la maquinaria en cuanto tal, sino de su empleo

280
capilali:~ta. Sobre esto el. ol ra ci:ado Capitulo VI, donde. a· prca,
pÓsrto del d_esarrollo del maquinismo en la sociedad capi\allata;
so lee: ·En este proceso. donde !as caracterfslicas aoclalea .del
trabajo separan a los obreros en ~anto c¡ue, por decino asl, capt,
lallzados -del modo en que. por ejemplo en el maquinismo, Jos
productos visibles del trabajo P.ilrecen domina( al trabajo-, 1~
. mismo les sucede a las fuerzas na:urales y a la ciencia (ese pro-
duelo del desarrollo histórico gw.eral en su quintaesencia abe:
, lracla). ·que se alzan ante eJ;os como potencias del capllal, se
·.apartan de la habilidad y del saber de cada obre~o y, aun t~lendo
. ellas mismas productos del lra:Jajo. api!recen --desde el morenlo
en que entran a formar: parte del proceso de t"rabajo- como y~cor·
paradas al capital. El capitalista que emplea una máquina nt>)lena
necesidad de entenderla (el. Ure); y sin embargo, en la m~ulna
la ciencia materializada se presenta ante los ob~eros como pltal.'
En realidad, ante el trabajo, toda esta aplicación -fundaqa obre'
el trabajo asociado- de la cie:tcia.. de las. fuerzas de la nattleza
y de los productos masivos del trabajo, aparece como me dt
explotación del trabajo, como medio para apropiar.;e plusv fa, y
por tanto como fuerza pertenecieq-;:e de por si al capifal [ ._._,_. Asf'
es como el desarrollo de las fueaas productivas soclale3 del Ira-
bajo y las condiciones de este desarrollo toman el asp_ecto ds una
obra del capital. y respecto a e."tas el obrero se encuentra no
sólo en una relación pasiva sino a:1tagónica· (o p. cit., p. 97). Por
tanto. nada m~s l~cil para cualq~:ier: partidario convencido de la
naturaleza de la objetivación. s.ierr.pre y en cualquer caso proble-
mática (prescindiendo de contextos sociales), que d¡¡ducir qe todo
esto una eterna oposición entre e: hombre y la ciencia materiali·
zada. entre hombre y m~quina. P>;~ ~~ contrario, según Marx esta
conclusión es absurda, porque tzno de lqs resul!ado; históricos más
Importantes .del capitalismo es hacer posible la reducclón "del
tiempo de !@bajo al mínimo-, p::-oer en movimiento "todas las
luerias de la ciencia y de la m:urateza. tanto como las de la
combinación social y del comerci;¡ social oara independizar' Cre-
lativ mente la creación de la · ueza del tiem o de trabajo inver·
·ti do para ello-. Eso permili~á efectivamente (una vez su pera a'
1 las relaciones capitalistas de pro&.Icción. que únicamente reducen
r el tiempo de trabajo necesario ~ra crear trabajo excedente) el
libre desarrollo de la individu;;f:da:f. la formación artlslica, cienll·
fica. etc., de los hombres. grt!:::ias al ::em?O libre y a los mejios
creados par:a lodos (como se dice en los Grundrisse). Pero IAarx
también caracteñza la miz de lo c;ue podriamos delini_r como un
Judismo ideológico. filosófico. -la transformación -dics-- de· las
fuerzas sociales produ:tivas dei lre.~ajo en propiedades mate~iales
del capital está. e."lraizada de tal r:1oéo e:1 la imaginación { NB),
que las ventajas del maquini~. de la aplicación da la ciencia,
de los inventos. e<c.. s~ ccncit~ ce igual modo en ésta su forma
alienada que en su forma necese~:ia, y por consiguiente se con·
sideian co:no propiedad del ca;-o!tal- En realidad, la forma alienada
del empleo de la ciencia y de ~ lé::rrica no es su forma necesaria.
Y si se Ca!l en ese error es só:o porque -este desarrollo, en anll·
tesis con los enteriores modos de ;::roé:.:cció:1, tiene lugar; por pri-
mera vez e:1 e: medo capilalisla é~ ;:¡reducción, de tal man_e~ÍI que

..,...
281
al carácter antagónico da aste desarrollo so prosonta [en la con·
ciencia de los que están inmersos en él J como inmanento a éste"
( Cap_ltulo VI, p. 101}. "los economistas burgueses están aprisio·
nadas hasta . tal punto po~ Jos esquemas de 4n dolermlnado nivel
de desarrollo histórico de la sociedad, que la necesidad de la
obJetivación de las fuerzas sociales del trabajo Jos parece lose·
parab/e de /a n_ecesidaq de la alienación de esas mismas fuerzas
.. en conlraslo con el trabajo vivo" (Grundrlsse). Luego hay que es·
folzarso en superar ese error, que también es una lorma do alle·
nación y de falsa conciencia: ':Se necesila !lempo y experiencia .
a ue el obrero <! sr i " ulnarla de su em·
ploo capitalista, y por tanto a desviar sus alagues de medio ma·
· terjal de producción a· su forma social de explotación" (E( capllal,
-libro 1, sección 4.~ cap. XIII). El problema reside completamente
. en esto: hay que liberar a la maquinar.ia, a la utilización de las
dnbrglas naturales y de la ciencia, de ~u empleo caP.ilalista. (Por
o\f~rito, no se t~ata de "emplea~ la ciencia cientllicamenle", según
ta banal proposición que. nos atribuye P. A. Rovalll en "Aul-aut",
número 123·24, 1971, ·p. 148). Sobre el tema qe la maquinaria cl."laa
inler,;:;,;nles observaciones do C. Napoleoni, lozlonl aul Capl\olo
sesto in edito di Marx, cit., p. 89 y ss. ··

'.

.. ·,
···

~ •,

282
Indica

Prefacio ................. . 7
. l. Alienación y objetividad en. la:·- .. Fenome-
.- nología del
'
. .
Espíritu" 1 de Hegel ...........
. .
'
11
11. El concepto de alienación en Feverbach
. y en los Escritos de Juvfnlud, de Marx ... 71
111. Alienación y fetichismo desde "La ideolo-
gía alemana" a "El capital" ........... . 131
.. Conclusión ... ... ... ... ... ! . 203
. .

Apéndice 1

Reificación y objelivida_tJ en "Historia y


consciencia de clase". ;de G. Lukacs ... 223
1 . .
.: -~
Apóndiée 11 . ¡- __...
.
Al renacr'ó n y felrc "1 D~s teor. ias d.rs·
. h.rsmo:,-¿
tintas? ......... i" 1
257

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