El uso de los polinsaturados omega-3 es extenso, con alrededor de cuatro
décadas de investigación y especulación, empieza su historia con posibles beneficios terapéuticos en la prevención de una larga lista de patologías no transmisibles, enfermedades que a través del tiempo se han caracterizado por no solo encabezar sino repuntar las tasas de mortalidad, pero lentamente y con el surgimiento de evidencias contraproducentes se ponen en duda esas cualidades milagrosas del omega-3; Entonces nace imperiosa necesidad de tener una revisión exhaustiva de la literatura más relevante sobre el tema, precisamente el objetivo de este artículo. El grupo de ácidos grasos omega son básicamente largas cadenas de carbonadas apolares insaturados con más de un enlace doble, incluyen ácido alfa- linolénico, o ácido eicosapentaenoico ALA, o EPA, ácido docosahexaenoico o DHA, y EPA y DHA son fuentes marinas de omega-3. Son producidos por micro algas y terminan en los tejidos de peces como anchoas, caballas, salmones y sardinas. El ALA se encuentra en plantas como la linaza, las nueces y los aceites de canola y soja. Nuestros cuerpos pueden convertir ALA en EPA y DHA, pero es un proceso ineficiente que produce solo pequeñas cantidades, y es por eso que las recomendaciones dietéticas incluyen alimentos que tienen EPA y DHA. Discrepancia: dosis (dieta indv.) – estudios con placebo – cada cuerpo es diferente – ** Conclusión: Debe establecerse un tipo de escala o estándar para medir las dosis ingeridas, además corregir dicha escala con variables como absorción por el individuo, y entre otras que aun ni siquiera han sido exploradas, por lo que primero debemos tener claridad en todo el aspecto digestivo y absortivo del omega 3, para así tener la posibilidad de comparar con pruebas clínicas de control los efectos verdaderos de este ácido graso en todas las patologías anteriormente mencionadas