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Universidad Nacional De Colombia

Departamento de Historia
Daniel Andres Cabrera Losada

Reseña de: Allen W. Johnson y Timothy Earle. La evolución de las sociedades humanas.
Ariel Prehistoria, Barcelona (España). 2003, 451 páginas.

Allen W. Johnson es un estadounidense nacido en octubre del año 1946, quien hoy en día
ejerce como profesor de antropología y psiquiatría en la Universidad de California en Los
Ángeles, Estados Unidos. Antropólogo de la Universidad de California, cuenta con un
doctorado en Antropología de la Universidad de Stanford y uno en Psicoanálisis del Instituto
de Psicoanálisis del Sur de California. Cuenta con experiencia docente de la Universidad de
Stanford, la Universidad de Columbia y la Universidad de California, en donde labora
actualmente.

Timothy Earle es un estadounidense nacido en la ciudad de New Beadford en agosto de 1946.


Antropólogo de la Universidad de Harvard y doctor en la misma área de la Universidad de
Michigan, se especializa en antropología económica siendo los primeros estados y los
cacicazgos su área predominante. Fue presidente de la División de Arqueología de la
Asociación Americana de Antropología y actualmente se encuentra vinculado como profesor
a la Universidad de Northwestern en Illinois, Estados Unidos.

Las dos personas anteriormente mencionadas son los autores del libro “La evolución de las
sociedades humanas”, siendo este el texto que se abordará en el presente escrito. Este libro
cuenta con tres partes divididas en catorce capítulos que a su vez se dividen en múltiples
secciones. En su contenido, el texto intenta desarrollar la tesis de que la conformación
socioeconómica de las sociedades humanas depende de tres factores fundamentales, a saber:
la intensificación de la subsistencia, la integración política y la estratificación social, siendo
guiadas a su vez por el evolucionismo multilineal y la ecología cultural.

El texto aborda en su primer capítulo el desarrollo teórico y metodológico de todo el libro,


realizando un marco teórico orientado por los argumentos que expone para sustentar sus
desacuerdos con la evolución unilineal, abarcando para ello términos como progreso,
relativismo, antiprogreso, economía de subsistencia, economía política, etc. De acuerdo con
esto, se abarca también la extracción de recursos a gran escala, tanto en el pasado como en el
presente, los cambios culturales producto de la extracción intensiva de recursos y delimita la
clasificación en la que se divide el libro, a saber: el grupo de nivel familiar, el grupo local y la
entidad política regional.

En el capítulo dos se desarrolla la forma de organización familiar, siendo esta la más básica
de la organización socioeconómica humana. Allí se explican las dinámicas y consecuencias
de la cooperación y competitividad, estando estas sujetas a factores como la disponibilidad de
recursos y la agregación o dispersión de la población humana; se alude también a las
características básicas en cuanto a convivencia familiar, siendo una de las principales la
reciprocidad y sus tres ejemplificaciones, a saber: reciprocidad generalizada, reciprocidad
equilibrada y reciprocidad negativa.

El tercer capítulo aborda los casos de los Shoshon y los !Kung, clasificándolos como grupos
cazadores recolectores. Para su estudio, se realiza una descripción del medio ambiente en el
que se encuentran y de la dieta de cada uno de estos grupos, afirmando con ello que la
organización de estos y su semisedentarismo y/o nomadismo dependen de la disponibilidad
de recursos. Se habla también de la densidad poblacional de ambos grupos, advirtiendo con
ello los espacios natalicios, las causas de la baja densidad poblacional y la interdependencia
hombre-mujer a nivel familiar. Por último, se lanza la afirmación de que a pesar de que los
primeros grupos humanos eran realmente carroñeros, su organización social era similar a la
de los cazadores recolectores y que conforme pasó el tiempo evolucionaron a formas de
organización similar a la de los Shoshon y los !Kung.

El cuarto capítulo nos habla de los casos de los Machiguenga y de los Nganasan, para los
cuales también se cuenta con una descripción detallada del medio en el que habitan y de su
dieta, la cual es totalmente dependiente de su forma de organización. Así, se menciona las
especies de plantas que se cultivan en los huertos Machiguenga y del uso dado por los
Nganasan a los renos de la tundra siberiana, de tal modo que en el primero de los casos se
habla de una condición medioambiental extrema causada por la excesiva extracción de
recursos y la agrupación de gran población en un solo punto, mientras que en el caso de los
Nganasan se habla de su paso a la vida sedentaria de pastores debido a la introducción de un
comercio de renos. Este capítulo intenta mostrar cómo la domesticación de la fauna o de la
flora no significa necesariamente la evolución hacia formas de organización social más
complejas.
El quinto capítulo se encarga de analizar el medio en el cual habitan los grupos locales,
siendo característico porque los recursos abundan en una parte específica del año o, en su
defecto, se puede intensificar su extracción; con esto se deja a los grupos del nivel familiar.
En estos grupos aparecen líderes que ya no son solo momentáneos y para distintas tareas, sino
que luchan por el prestigio creando consigo lazos intergrupales. Así, se habla de cómo la
territorialidad y la guerra, las cuales eran poco frecuentes y casi que inexistentes en los
grupos del nivel familiar, se vuelven algo común entre los grupos locales. De este modo, se
habla de la tecnología marcada por el uso de herramientas personales y de la propiedad
comunal del grupo, siendo esta delimitada con gran cuidado para evitar invasiones de otros
grupos.

El capítulo número seis aborda a la comunidad de los Yanomami, la cual es muestra, como se
dice en el texto, de los resultados de la intensificación en la extracción de recursos. En este
caso, se habla de que los Yanomami están en el medio de los grupos de nivel familiar y los
grupos locales, siendo uno de los factores que determinan esto la densidad poblacional. Así,
se menciona cómo un aumento de esta junto a la innovación tecnológica causa una mayor
intensificación en la extracción de recursos, lo cual causa a su vez algunos problemas en la
subsistencia que son capaces de resolverse en grupos mayores. De este modo, se abarca la
aparición algo incipiente de algunas formas de organización institucional producto de
ceremonias rituales con mayor importancia y representatividad dentro de la población, a la
vez que la aparición de un liderazgo provoca acciones que siguen motivaciones individuales
y que también provocan algunas primeras contiendas bélicas por recursos.

En el capítulo número siete, los autores nos hablan de tres grupos distintos, a saber: los
Esquimales (Alaska), los Tsembaga Maring (Nueva Guinea) y los Turkana (Kenia). A partir
de estos tres grupos, el texto intenta mostrar cómo se crea una interdependencia económica
entre la población de cada uno de estos, siendo en este caso actividades como el pastoreo, la
caza y la defensa del territorio lo que motiva la cooperación. Del mismo modo, el capítulo
nos habla también de la forma en que la intensificación en la extracción de recursos sigue
siendo el motor de cambio, estando a su vez acompañada de la innovación tecnológica y el
aumento de la densidad poblacional; queda planteada, una vez más, la tesis de que la
evolución de las sociedades humanas se desarrolla de forma multilineal.

El capítulo número ocho nos expone el caso de los grupos del “Gran Hombre”, que pese a
estar dentro de la categoría de grupo local, se diferencia de los anteriores ejemplos dado que
en este caso se cuenta con un líder en dichos grupos, dejando así de ser acéfalos. De este
modo, se exploran tres casos diferentes, a saber: los indios pescadores (con una organización
cazadora-recolectora) de la costa noroeste de Norteamérica, los grupos centrales de la
cordillera de Nueva Guinea y los Kirguises del noreste de Afganistán. De este modo, se deja
entrever cómo la colectividad del “Gran Hombre” socava la autonomía de la unidad familiar
y organiza al grupo en torno a unos intereses colectivos.

En el capítulo número nueve se pasa del grupo local a la entidad política regional, la cual
abarca desde los cacicazgos hasta los imperios o, en su defecto, hastas las unidades políticas
independientes y soberanas como los son hoy en día los países. Así, este capítulo explora la
evolución social en cuanto a su organización socioeconómica, por lo que se aventura a dar
una primera mirada a las bases de subsistencia económica en este tipo de organizaciones, así
como también a las formaciones culturales y algunos de sus cambios en comparación con los
casos antes vistos.

Llegados al capítulo diez, encontramos el estudio de la organización política, social y


económica de los cacicazgos simples, resaltando con ello la relación de beneficios entre la
élite y la población que deja de estar agrupada en grupos locales y unidades familiares. De
este modo, se habla también de las jerarquías y de las heterarquías, a la vez que se mencionan
sus formas de evolución. Así, se aborda el caso de los isleños de las Islas Trobriand para
ejemplificar el caso de un cacicazgo simple con una relativa importancia en su producción
agrícola.

El capítulo once, por su parte, nos habla del desarrollo de los cacicazgos más complejos y de
su organización, tomando para esto a los isleños de las islas Hawaii y a los Basseri de Irán.
Así, se estudian aspectos como la organización política al interior de las élites gobernantes y
la genealogía inmersa en ello, igual que la organización económica y social, tocando la
incorporación de grupos más pequeños o de la población en general con el cacicazgo.

El capítulo doce, ya centrado en la aparición del Estado Arcaico, nos habla de tres ejemplos,
a saber: Francia y Japón de la época medieval y el imperio Inca. A través del capítulo, los
autores exploran algunas explicaciones antropológicas del surgimiento del Estado, así como
también exploran la influencia de organizaciones políticas externas a los casos de estudio; se
reinterpreta, de algún modo, algunas terminologías típicamente usadas para la interpretación
de la época en cuestión. Así, se estudia el surgimiento del Estado y los vestigios de las formas
de organización socioeconómica que le precedieron y su relación con el poder sobre los
medios de producción, a la vez que se desarrolla la organización de este, su economía y la
relación de las élites gobernantes con la población gobernada.

El capítulo número trece hace uso de tres casos que sirven para ejemplificar la economía
agraria, a saber: los aparceros de una fazenda en Brasil, los pobladores chinos de Taitou y los
pobladores javaneses de Kali Loro. Este apartado del texto se centra en las relaciones
económicas enfocadas hacia el campesinado y su relación con el estado y una economía de
mercado, por lo que el capítulo está más orientado hacia el estudio de las relaciones
económicas existentes entre las poblaciones que viven de la economía agraria, los
propietarios de la tierra y la economía de mercado en relación con el Estado.

Y, por último, el capítulo número catorce desarrolla un estudio del cambio en las sociedades
modernas (tomando como parte de esto la revolución industrial y su posterior efecto en la
globalización del mercado) con relación a la tesis inicial del libro. Para esto, los autores se
apoyan de un amplio espectro de fuentes secundarias con miras a entender este cambio y su
influjo sobre las sociedades, por lo que se hace una revisión de la historia reciente y de su
relación con las formas de organización socioeconómica arcaicas, poniendo nuevamente
sobre la mesa los tres factores básicos e inherentes a la evolución social: intensificación de la
subsistencia, integración política y estratificación social; se llega así a la conclusión de que
los cambios dentro de nuestra sociedad siguen marcados por los mismos factores que antaño
marcaron la evolución de las sociedades humanas, siendo, de algún modo, un peldaño más en
la evolución de la sociedad humana.

Pese a que el libro ejemplifica de forma consistente la evolución en los modelos de


organización de la especie humana y a pesar de que defiende satisfactoriamente la tesis
propuesta al principio del texto, desde el punto de vista personal, es válido afirmar que la
lectura del mismo se hace demasiado densa, limitando su difusión. Si bien es cierto que la
escritura en sí misma no es compleja y que realmente la tesis central, así como los temas
secundarios del libro, se exponen de forma explícita en vez de tácita, los apartados y los
estudios de caso son reiterativos en el modo en que se abordan, por lo que conforme se
avanza en la exploración del libro se vuelve algo agotador y desmotivante.

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