Está en la página 1de 3

1.

Manuel Jose y Ariana tienen 18 y 17 respectivamente y son amigos


desde la infancia y pertenecen al club de natación. Con el tiempo su
amistad ha cambiado y en los últimos meses pasan mucho tiempo
juntos (Manuel Jose se siente atraído por la belleza de su amiga). Una
tarde, después de la clase se natación, Manuel Jose se encontraba de
pie al borde de la piscina, cuando de repente, Ariana se acerca a su
espalda y le da un cariñoso abrazo cubriendolo al mismo tiempo con
una toalla para protegerlo del frio. De inmediato Manuel jose siente en
los brazos que la piel se le pone de gallina, se aceleren los latidos de su
corazón, comienza a sudar en exceso y la pupila se dilata. De acuerdo
con sus conocimientos en biología, las sensaciones que ha
experimentado Manuel Jose se originan como una respuesta de:
a) El sistema nervioso autónomo
b) El sistema nervioso somático
c) El miedo que Manuel le tiene a Ariana por el piensa que ella lo va a
lanzar a la piscina.
d) El cuerpo ante el frio de la piscina
2. Respuesta de emergencia

Estudios previos  habían demostrado que incluso los niños de tres años, que no tienen
ninguna experiencia con serpientes, son capaces de detectarlas con gran rapidez, mayor
que a cualquier otro objeto amenazante. Se trata de una respuesta ancestral, que
aseguran los expertos, ha debido quedar grabada en nuestro código genético. Este tema
ha sido objeto de estudio desde la psicología, antropología, primatología o incluso la
filosofía. Pero las aportaciones de la neurociencia han sido escasas y los mecanismos
neurobiológicos que hacen posible ese modo de respuesta, del que podría depender
nuestra vida, no se conocen apenas.

Sin embargo, todos hemos experimentado en alguna ocasión la alarma inmediata que


suscita la imagen de uno de estos reptiles o incluso las formas que nos los recuerdan.
Imagine que pasea por el campo y descubre una serpiente o simplemente una cuerda
enrollada que a primera vista se puede confundir con el reptil. La primera reacción es
apartarnos rápidamente. Es cuestión de segundos, pero es vital. El neurocientífico Joseph
Ledoux, autor del cerebro emocional, explica que esta respuesta de emergencia parte del
tálamo, una estructura del cerebro que se encarga de recibir la información que procede
de los sentidos, a excepción del olfato, y procesarla de forma muy rudimentaria.

Después, esta información poco detallada se envía a la amígdala, donde se guarda


guardan recuerdos emocionales relevantes, como el miedo a una serpiente. A la
amígdala le basta la “visión” borrosa del reptil o cualquier forma que se le asemeje para
poner en marcha una reacción de huida. Esta transmisión de información visual rápida,
aunque poco precisa, permite al cerebro responder ante un posible peligro incluso antes
de que seamos plenamente conscientes de él, lo que ocurre cuando la información llega a
la corteza cerebral.
Paralelamente, el tálamo envía la misma información a la corteza cerebral, que se toma
su tiempo para procesar la información que recibe y formar una imagen detallada que nos
permita distinguir si lo que estamos viendo es o no una serpiente. En caso afirmativo,
refuerza la respuesta de la amígdala, incrementando el ritmo cardiaco, la presión
sanguínea y la contracción muscular, para asegurar la huida.
De acuerdo a la anterior información, la reacción de alerta que
experimentamos cuando vemos una serpiente, se da porque:
a) El tálamo de nuestro cerebro detecta el olor a serpiente y activa la
alerta.
b) La información que el tálamo envía simultáneamente a la corteza
cerebral y a la amígdala.
c) Nuestro ADN contiene información sobre el peligro que representan las
serpientes.
d) El sistema nervioso autónomo nos hace responder ante cualquier
objeto parecido a una serpiente, de manera inmediata.

También podría gustarte