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La familia es un sistema.

Todo lo que afecta a uno de sus integrantes, por fuerza afectará a


los otros.
No existe una familia en la que todo sea armonía y no existan problemas. Ese es un ideal que
no solo es falso sino dañino porque favorece la negación, el rechazo y el ocultamiento de
dificultades y, en consecuencia, nos aleja de la posibilidad de hacer algo al respecto. Además
de enviar mensajes equivocados que deterioran los vínculos y afectan la autoestima.
Una familia funcional es aquella que desarrolla capacidades para lidiar entre sus integrantes.
La forma de tratar con las dificultades y los enojos en el entorno familiar no es intentando
minimizarlos o ignorarlos, sino por el contrario, reconociendo su existencia e identificando las
situaciones adversas que generan.
El conflicto es recurrente en las familias que tienen algún integrante con TDAH, ya que la
persona que tienen esta particularidad tiene disminuido el control inhibitorio de sus acciones
por lo que buscar una solución puede ser un proceso complicado, exagerado, agresivo e
incluso infantil.
Cuando se trata de un niño o adolescente que presenta algún conflicto, los padres deben de
ser comprensivos y tratar de modificar la conducta a través de estrategias proactivas para que
el comportamiento de su hijo con TDAH no sea motivo de juicio, crítica o enjuiciamiento entre
los padres. En este sentido, en muchos ocasiones el manejo inadecuado del conflicto entre la
pareja o entre miembros de la familia lleva a un deterioro de la relación o a tensión en el
hogar.
Como padres debemos asumir la responsabilidad de generar dentro de nuestra familia un
clima de apertura hacia el planteamiento y resolución de dificultades. Igualmente debemos
estar abiertos y receptivos a las dificultades que están padeciendo los otros integrantes de la
familia, aun cuando lo que vayamos a escuchar no nos agrade del todo. La empatía y la
escucha reflexiva son excelentes herramientas que podemos utilizar.
Cuando alguien nos cuenta sus problemas, por nuestra propia naturaleza tendemos a externar
soluciones que tal vez no sean pertinentes para todos los casos, y no consideramos que las
necesidades de esa persona probablemente sólo sean la búsqueda de comprensión, consuelo
y acompañamiento.
Es difícil tolerar el dolor de aquellos a los que amamos, pero si nos precipitamos en un intento
de “arreglar las cosas” estaremos atendiendo más nuestra propia angustia que la de quien
tiene el problema.
En este entendido, a los niños hay que darles la seguridad del amor de papá y mamá. Así
también, es necesario fortalecer las relaciones que se forman hacia los otros, nuestro modo
de compartir, de competir, de ayudar, de defendernos y de cooperar requiere de un proceso
de socialización con hermanos, amigos, familiares, etcétera.
Es así que la relación con un hermano es el primer modelo que tenemos en la vida de una
relación entre pares.
Por tal motivo, las relaciones más cercanas, ya sea entre padres e hijos o entre los propios
hermanos requieren de nuestro cuidado, y exige que pongamos de nuestra parte para
mantenerlas saludables.
Estás situaciones naturalmente son complicadas, más aún cuando alguno padece TDAH y
otro u otros no lo tienen. Ellos pueden percibir diferencias en el trato y en las exigencias que
hay hacia ellos y eso crea rivalidad y sentido de inequidad.
Algunas herramientas para resolver el conflicto son:
- Reconocer y acepatar las diferencias.
- Establecimiento de reglas en el hogar
- Comunicación asertiva como voz baja y calmada, no interrumpir, respeto, mismas
oportunidades para hablar.
- Enfocarse en la solución del problema mas que en buscar un culpable.
- Hablar desde uno mismo, desde los sentimientos y necesidades.

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