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Tema 2:

De Olivera Marques “el mundo ibérico “:

Desde mediados del siglo XIV hasta finales del XV, la Península Ibérica estuvo repartida. En cinco Estados distintos: en el
occidente Portugal con fronteras no muy diferentes de las hoy, en el centro castilla, en el noreste el reino de navarra, al
oriente el reino de Aragón y al sur el reino musulmán de granada. Las tentativas de unificar la Península existieron desde
un pasado remoto. A fin del de la edad media los localismos de antaño elevados a la categoría de nacionalismo
comenzaron a representando su parte, dificultando y frustrando las tentativas de unificación. Estrategias matrimoniales o
pretensiones sucesorias, por un lado, y guerras por otro caracterizaron las relaciones entre los estados ibérico tendiendo
casi siempre a uniones duales y en ultimo análisis a la unificación total.

Los cinco momentos principales en el proceso de unificación ibérica que ocurrieron en 1383-1385 (Portugal – castilla),
1469-1479 (castilla con Aragón), 1474-1479 (Portugal con castilla), 1492 (España con granada) y 1497- 1500 (España con
Portugal), este último casi conduciendo a una unión total. Al comenzar el siglo XIV, la Península Ibérica tendría quizás unos
7 500000 habitantes entre todos sus Estados, cristianos o no cristianos. Pero la distribución de esa población se mostraba
poco regular. Las Coronas de Aragón y Navarra eran las menos pobladas, mientras Portugal, de todo el menos poblado.
Adviértase que las consecuencias demográficas de la Reconquista no habían terminado todo. En castilla y también en la
corona de Aragón, aunque menos interesante la corriente migratoria del norte a sur continuo hasta las primeras décadas
del siglo XVI.

La crisis demográfica de los siglos XIV y XV traducida por una reducción marcada y demorada de la población afecto a toda
la península ibérica. Las ciudades y los núcleos comunitarios fueron naturalmente los puntos más afectados. Pero la crisis
golpeó también las zonas rurales con pocas excepciones. La población se redistribuyó, aumentando al final el peso
específico de las gentes urbanas, pues muchos rurales emigraron a las ciudades donde las condiciones de trabajo y de
libertad individual parecían más favorables. La recuperación de la crisis empezó en unas regiones más pronto que en otras,
pero de manera general, es posible decir que la segunda mitad: del siglo fue cayendo demográfico en la mayor parte de la
Península. Las tres principales ciudades de la península son las ciudades de Lisboa, Sevilla y valencia que eran ciudades
portuarias dos de ella dirigidas al atlántico.

Siguiendo la tradición, la sociedad conservaba sus tres órdenes oficiales, el clero, la nobleza y el pueblo. Pero la realidad
social imponía otra clasificación que las infirmaba y la extendía. Ricos hombres, también llamados grandes y luego
distinguidos con títulos de duques, marqueses o condes, se alineaban con arzobispos, obispos y canónigos principales en la
construcción de una alta nobleza. Un sector más amplio y heterogéneo de caballeros, escuderos e hidalgos, influyentes a
nivel local y clientes, en su mayor parte, de los grandes. La nobleza vivía sobre todo de las rentas de sus tierras, la nobleza
se encontró en serias dificultades en los siglos XIV y XV, cuando la crisis hizo bajar sus rentas gradualmente, mientras los
gastos se mantenían e incluso aumenta. El sentimiento antijudío creció con la crisis, llevando a varios pogromos y a
migraciones a Granada, África y Portugal, donde fue con tolerados durante casi todo el siglo xv. Hasta el siglo xv los
esclavos eran muy pocos y se ocupaban de trabajos domésticos. Con la expansión marítima de Portugal y de Castilla, su
venida se intensificó después de 1450, oriundos del mundo negro y de Canarias. La crisis del siglo si trajo como
consecuencias, un proceso de señalización sin precedentes en la historia de las monarquías peninsulares y por otro lado
conflictos sociales de amplitud.

Bajo el punto de vista económico, el hecho más importante de los siglos finales de la Edad Media fue la «inserción de la
Península en el circuito comercial atlántico y en los itinerarios mercantiles internacionales». Hasta entonces, el comercio
internacional de mayor relieve se hacía con el mundo mediterráneo y la Corona de Aragón era el participante privilegiado.
Recibían de Europa sobre todo tejidos y productos manufacturados.

Pero Iberia tuvo otra función económica frente a Europa. Se convirtió cada vez más en espacio intermediario entre los
contactos con los mundos mediterráneo y africano. En todos sus Estados, el papel de los residentes extranjeros se hizo
más amplio y significativo. Lisboa y Sevilla en el comercio marítimo, luego. Burgos en el comercio terrestre, pasaron a
competir con Barcelona y con Valencia como centros internacionales. La ganadería trashumante de Castilla adquirió un
nuevo significado con el papel de la lana y de los cueros, no sólo en el comercio internacional sino. También en la industria
regional, sobre todo en León Castilla, la Vieja y Cataluña el vino, el aceite, la fruta, la sal, el pescado y el ganado
posibilitaron la reconstrucción agraria del siglo XV, permitiendo una agricultura rentable y la reconversión de muchas
rentas señoriales.
En todo este movimiento económico, los centros urbanos desempeñaban un papel de relieve, por su nueva función
productora, acumuladora y distribuidora, la ciudad se convirtió en un polo económico indispensable en cada una de las
monarquías ibéricas. Mirándolas bajo una perspectiva geográfica y ya no política, vemos que se repartían armoniosamente
del Norte al Sur y del occidente al oriente de la Península, con sus cinco grandes puertos marítimos —Bilbao, Lesbos,
Sevilla, Valencia y Barcelona—, sus numerosos puertos secos en las fronteras terrestres y sus centros interiores
provinciales y regionales. Pero no estará de más realzar el papel de Sevilla, ciudad internacional y una de las tres plazas
europeas —con Brujas y Londres— sobre las que se giraban letras de cambio desde Génova en el siglo XV.

El estado feudal se ve en decadencia en los siglos XIV y XV en donde las ciudades, teóricamente feudos directamente
dependientes de los monarcas o de los grandes señoríos violaban las reglas básicas de la sociedad feudal, gastaban y
tenían señor interno, mismas, sus habitantes gozaban independencia el concepto de mercado y el comercio a distancia
iban poniendo punto final a la autosuficiencia del dominio y cuestionaban la hegemonía absoluta de la pequeña unidad de
explotación. Cada Reino se expresaba de distinta manera. Lenguas y dialectos se mantenían vivos y difieren, aunque a
partir de los Reyes Católicos comenzó la gradual hegemonía del castellano en las partes central y oriental de la Península.
Otros medios de cultura fueron las cortes reales y señoriales, variables en su importancia según la personalidad de quienes
las habitaban.

El conocimiento geográfico estaba compartido y por partes partido entre científicos, navegantes y mercaderes. La misma
fuente testimoniaba sin duda posible, que tanto las Canarias como el archipiélago de Madeira habían sido visitados por
occidentales. El interior de África del Norte era descrito hasta el Sur del Sáhara, con profusión de detalles sobre sus oasis,
rutas de caravanas y reinos indígenas. Toda esta información, que derivaba de noticias dispersas, fue obtenida sobre todo
en el interior del continente africano y transmitida por el mundo cristiano y musulmán. El avance técnico y la mano de
obra especializada no basaban todavía para soportar un esfuerzo continuo tendiente al descubrimiento y la exploración
sistema matica del mundo desconocido. Durante los siglos XI y XIV hubo viajes de descubrimiento, pero esporádicos, sin
continuidad ni persistencia. Europa padecía de grave escasez de oro. Por todo el continente disminuyó continuamente la
producción de oro desde mediados del siglo XIV, mientras que las compras hechas al oriente aumentaron casi con la
misma continuidad.

Para obtenerlo, dos vías aparecieron como posibles o conquistar algunos apostaderos norteafricanos o intentar un
contacto directo con los con los pueblos de islam. Por otra parte, la devaluación monetaria tenía otras consecuencias;
reducía los ingresos, tanto del Rey como de los señores feudales, en una época la que los gastos van en aumento, las
soluciones obvias eran la guerra de conquista —existente en Casilla hasta 1492 en la propia Península Ibérica, la actividad
de corso y el saqueo. Otras motivaciones pueden haber influido. Por ejemplo: la escasez de trigo y por consiguiente, la
atracción de las fértiles tierras marroquíes; el surgimiento de las plantaciones de caña de azúcar en el Sur de la Península,
que despertaron el deseo de completarlas con otras, abundantes en Marruecos y otras posibles en los archipiélagos
recientemente «descubiertos»; el tráfico de esclavos, que estaban otra vez «de moda» a fines de la Edad Media,
redescubiertos como empresa rentable, ya para dedicarlos a tareas domésticas, ya para exportarlos; la obtención de
sustancias colorantes y de gomalaca para la industria textil; la búsqueda de cueros y pieles, etc. En el caso de la expansión
que ocurrió en el siglo XV, esas motivaciones consistían en un doble contexto religioso: la lucha contra el infiel y la sal
nación de las almas.

En el siglo XII el ideal de cruzada ganó la Península Ibérica, penetrando gradualmente en la mente de soberanos y
guerreros, la lucha común contra los almohades a comienzos del siglo XII y la empresa que llevó a los monarcas de
distintos Reinos de Iberia al Salado se parecían mucho a las Cruzadas, aunque con un colorido y sabor netamente ibéricos.
A principios del siglo xv los portugueses habían pensado conquistar Granada; lejos de ello, se lanzaron al ataque contra
Marruecos. Las élites peninsulares de entonces, más instruidas y más conocedoras del pasado, podían admitir
perfectamente que no sólo la conquista de tierras musulmanas constituía una cruzada por ser, así como también seguían
repeliendo al infiel y recobrando territorios que antes habían pertenecido a la cristiandad. Una cruzada, implicaba varios
aspectos, se podía expresar de diversas maneras y tendía a diferentes fines: defendía a la cristiandad contra posibles
ataques de no cristianos; atacaba al infiel con el objetivo de aniquilarlo e impedir que difundiese su «error» entre otros
pueblos; obtenía para los cristianos bases económicas que servían a la prosperidad de todo el mundo cristiano; salvaba las
almas de los no creyentes.

El expansionismo y el imperialismo político era medios legítimos de convertir al infiel, así como lo era reducirlo a cautiverio
de este modo sorprende que la iglesia aprobase la expansión portuguesa y castellana y le dice sus más calorosas
bendiciones. Nada semejante a una empresa nacional existió antes de finalizar el siglo XV cuando casi toda la expansión
fue como nacionalizada y monopolizada por la corona en su primera fase la expansión peninsular tiene que ser estudiada
como una suma de iniciativa de pequeños grupos. Eso no excluye el papel más importante y a veces decisivo de algunos
personajes.

Los factores de la expansión atlántica fueron mayormente de índole económico. Europa terminada la guerra de los cien
años y superada la crisis causada por la peste negra era escenario de cierto renacimiento lento que se inicia en el siglo 14
en el ámbito económico cultural. Una de las novedades de este renacimiento es el resurgir de las ciudades, el nacimiento
de ferias como nexo entre dichas ciudades con relaciones comerciales y como menciona Mauro, todas las expansiones
estuvieran sujetas a distintas fases del capitalismo, es decir, dicho auge económico europeo provocó mejoras económicas
tales como la acumulación de capital y el resurgir del comercio que causa o tiene como paso lógico a seguir la búsqueda de
mercados. En el caso de América, se buscan originariamente los mercados asiáticos, pero navegando hacia estos por las
aguas de occidente sostiene la teoría esférica del planeta.

Las innovaciones tecnológicas suman a dichos aspectos especialmente las innovaciones en cuanto a la navegación, traídas
principalmente por los expertos en navegación por causas comerciales que fueron los venecianos y genoveses, también
muchas novedades fueron gracias a la influencia en varios aspectos de los musulmanes.

Otro factor, que también devenido de la búsqueda de mercados en un principio, fue la gran escasez de oro y trigo. Dicho
fenómeno redujo los ingresos y encontró como soluciones obvias el saqueo, el método de corso y la guerra de conquista,
esto produjo, en los reinos una atracción por el mundo árabe y el norte africano que sostenía una fama prometedora en
cuanto a sus recursos. Este aspecto explica la fiebre del oro en los “conquistadores”, es decir, una obsesión no disimulada
por el metálico en personajes como Hernán Cortés, por ejemplo. Aspecto que también sirvió a Colón para incentivar a su
séquito de mercenarios a la travesía transatlántica, la obtención de oro.

En el siglo XV, tanto España como Portugal iniciaron una etapa de expansión de sus fronteras acompañada y favorecida
por el desarrollo de nuevas técnicas y conocimientos de navegación (el manejo del sistema de los vientos del Atlántico, la
determinación más o menos exacta de la posición de los barcos, la creencia de un océano universal), desconocidos
instrumentos (brújula, astrolabios, portulanos, el timón central) y mejores embarcaciones (carabela, la nao). Estas
adquisiciones tuvieron mucho que ver con la presencia de experimentados navegantes y piratas y los conocimientos
provenientes de los musulmanes.

Cuando Castilla en 1492, logro acabar con el último reducto musulmán al recuperar Granada, ambos reinos ya habían
comenzado a extender su dominio sobre el Mediterráneo, el océano Atlántico central y sus costas.

En 1415 los portugueses tomaron Ceuta, en 1418 las islas Madeira, en 1427 las Azores, las islas de Cabo Verde en 1456, las
islas del golfo de Guinea en 1472, y el cabo de Buena Esperanza en 1487. Por su lado, la Corona de Castilla había tomado
posesión de las Islas Canarias en 1402.

Estas expediciones fueron fomentadas por la búsqueda de acceso directo a las fuentes de oro y una vía marítima que
permitiera alcanzar por el oeste las codiciadas Indias. También jugaron un rol como alicientes de la expansión el ideal de
las Cruzadas: la lucha contra los infieles y la expansión del cristianismo, era un pensamiento que, sobre todo, para los
españoles que habían terminado su propia cruzada con la reconquista y la expulsión de los judíos.

Además, los ibéricos se encontraban geográficamente aventajados al estar situados en un punto en el que empiezan a
dominar los vientos del oeste para volver hacia la península y en donde se originan los vientos que soplan desde el
nordeste hacia el Atlántico meridional.

Hasta el descubrimiento de América, la corona española, había intervenido lacónicamente (escasamente) en estas
expediciones. Distinto fue el caso de la corona portuguesa que, desde 1480, establecido el Tratado de Toledo, tomo un
férreo control de las expediciones y contribuyo a mejorar los conocimientos en la navegación.

Este fue el contexto que propulso y beneficio el arribo de Colón a lo que él denomino Indias Occidentales. Cristóbal Colón
bajo los títulos de Don, Almirante, Virrey y Gobernador desembarco con sus tres carabelas en unas de las islas del
archipiélago de las Bahamas. El viaje duro tres meses (desde agosto julio a octubre), con buenas provisiones (lo que
cuestiona la repetida historia de amotinamientos de los marineros), con una tripulación constituida por navegantes y
marinos competentes y pocos delincuentes (lo que pone en duda otra extendida visión de la tripulación) y fue sin
sobresaltos.
Fréderic Mauro “La expansión europea desde los orígenes hasta finales del S. XV”:

A partir del siglo XV, el reducido espacio en que se había desarrollado la vida de la Europa medieval fue
sucesivamente ampliado por expediciones sistemáticas que descubrían nuevas tierras o abrían nuevas rutas. En poco
más de dos siglos, civilizaciones hasta entonces desconocidas, y otras con las que solamente se habían establecido
contactos a través de comerciantes y caravaneros, quedaron sólidamente unidas a Europa por mar. La demanda de
objetos de lujo -seda, marfil, joyas- y de costosas especias, así como de metales preciosos necesarios para la
creciente actividad mercantil, se acentuó con la recuperación económica de mediados del siglo XV. Pero estos
productos llegaban de Oriente a Europa a través de multitud de intermediarios que los encarecían fue la necesidad
de buscar nuevas rutas para conseguirlos, junto a los avances en navegación y en la elaboración de los mapas, los
que se combinaron para hacer posible la sucesión imparable de descubrimientos y conquistas.

Portugal y España lideraron esta búsqueda, cuyos éxitos más notorios fueron conseguidos por Vasco de Gama, al
alcanzar la India a través del mar, y por Cristóbal Colón, en pos del mismo objetivo, al encontrar por error un
continente desconocido en Europa. En la Edad Media el mundo era como un gran grupo de pequeños territorios
cerrados en ellos mismos y que se ignoraban entre sí. Cada civilización estaba separada de las demás por grandes
zonas deshabitadas o poco pobladas. Europa lo ignoraba casi todo de África más allá del Sahara, de China y de la
India, y ni siquiera sabía de la existencia de América. Posteriormente, las Cruzadas y los viajes de los grandes
mercaderes, como Marco Polo, permitieron contactar primero con el mundo islámico y luego, a través de este, con el
Lejano Oriente y el África Negra. En la época medieval, el comercio de Europa con el Lejano Oriente había alcanzado
un cierto desarrollo. Antes que nada, la expansión de Europa estaba ligada al desarrollo de las monarquías
centralizadas durante el Renacimiento. Aunque los historiadores discuten todavía el grado de esa centralización, la
verdad es que todo el proceso fue una empresa estatal. Hacia la segunda mitad del siglo XV, las monarquías
europeas habían incrementado su autoridad y recursos, y se hallaban en posición de volver sus energías a lo que
había más allá de sus fronteras. Para Francia, eso significaba la invasión de Italia; pero para Portugal, un estado sin
medios para pugnar por el poder en Europa, significaba incursionar hacia fuera. La monarquía española del siglo XVI
era lo suficientemente fuerte para perseguir el poder tanto dentro como fuera de Europa.

Los avances en cartografía facilitaron la exploración marítima; y contribuyeron a difundir la idea de que la Tierra era
redonda. En la Edad Media, se empleaba como referencia al Almagesto de Ptolomeo, una obra del siglo II que
describía a través de mapas, el mundo conocido. A finales del siglo XIII habían aparecido los mapas portulanos, que
alcanzaron su mayor desarrollo en el siglo XV. Eran mapas en los que se unían los puertos: mediante líneas trazadas
en forma de estrella. Estas líneas se trazaban en distintos colores para marcar los diferentes vientos. Puesto que su
función era representar la costa no se dibujaban en ellos los detalles del interior de los continentes, salvo aquellos
que pudieran servir de guía para los navegantes, como los ríos, las montañas y el emplazamiento de las ciudades.
Algunos portulanos se convirtieron en auténticas obras de arte.

Los portugueses inventaron la carabela, que come las velas cuadradas para la velocidad y las velas triangulares para
maniobrar. Como no utilizaba remeros, la bodega disponía de mucho espacio para almacenar mercancías. Estos
barcos permitían la navegación en cualquier época del año y eran caz de resistir las tempestades y los ataques
piratas, llevaban cañones. Expansión por el atlántico sur: Causas: intentos de ampliar zonas pesqueras, comercio con
África del Norte, colonización de algunas islas del Atlántico oriental. Estas empresas no hacían prever una expansión
mundial, pero en los últimos años del siglo XV varios factores incidieron para que se iniciara la época de los
descubrimientos. Entre ellos pueden señalarse como importantes: Proceso de desgaste en las relaciones entre
oriente y occidente. Al caer Constantinopla en 1453, el proceso iniciado en 1291 se aceleró muy rápidamente; por lo
tanto, era vital el hallazgo de nuevas rutas para llegar a las especias.

Comercio en el Mediterráneo. Las especias y la competencia portuguesa. La base normal de la prosperidad de los
países mediterráneos era el tráfico de productos alimenticios, materias primas y manufacturas. Parte de España e
Italia debían importar cereales de Sicilia y el sur de Italia, que eran zonas políticamente controladas por el reino de
Aragón. Florencia, principal núcleo textil del Mediterráneo, dependía de la lana española. Milán, centro metalúrgico
importante, recibía por tierra, desde Alemania, el cobre que, en gran parte, se reexportaba al Mediterráneo oriental
en barcos venecianos Y genoveses. Sicilia y Calabria, ya en el siglo XV, producían tejidos de seda que vendían al
exterior, pues la seda proveniente de China y Turkestán no llegaba en esa época con regularidad.

En el Mediterráneo, su comercio estaba manejado por genoveses y venecianos, que eran los últimos eslabones de
una larga y complicada cadena de intermediarios y centros de distribución. La entrada de barcos vascos, gallegos y
portugueses en el Mediterráneo no fue perjudicial para el comercio italiano hasta fines del siglo XV

El puerto de Lisboa. En este grabado del siglo XVI, de Theodore de Bry, se ilustra el puerto de Lisboa, donde se ven
varias carabelas. Éstas eran el caballo de batalla en la era de la exploración. Antes del siglo XV, la mayoría de los
navíos europeos era una embarcación pequeña con velas latinas, que se usaba en el Mediterráneo, o un tipo de
barco lento, difícil de manejar, con velas cuadradas que operaba en el Atlántico Norte. Uno de los hechos más
relevantes de la historia de los últimos 250 años ha sido la influencia de los europeos fuera de Europa. La expansión
de Europa no fue deliberadamente planeada ni fue voluntariamente aceptada por los no europeos; pero en los
Siglos. XVIII y XIX es un hecho político incontrovertible que produjo numerosos conflictos entre los diversos Estados
por la disputa de las zonas de influencia. Los cimientos de la preponderancia europea se prepararon en el Siglo XV y
se afianzaron sólidamente en los Siglos XVI y XVII. En sus expediciones, los europeos encontraron muchos pueblos,
unos primitivos y otros con un alto grado de civilización. Estos últimos eran más numerosos y aparentemente más
poderosos que sus invasores occidentales, Sin embargo, ninguno de ellos escapó a la influencia europea, fuera ésta
religiosos, comerciales, técnicos o culturales.

Causas de los descubrimientos geográficos: No se puede explicar adecuadamente el impulso que motivó los grandes
descubrimientos sin recurrir a los hechos históricos coetáneos cuya confluencia determinó la corriente exploradora.

Motivaciones económicas. - Se buscan nuevos campos de acción, nuevas fuentes de beneficios, y aumenta el deseo
de llegar directamente a los orígenes del oro africano y las especias orientales. La instauración en el S. XV del imperio
turco impulsó a encontrar un contacto más fácil con las Indias para obtener las telas preciosas, los perfumes, el
azúcar, las especias. Además, muchos mercaderes europeos deseaban desbaratar el casi-monopolio de la Serenísima
República (Venecia) para aprovecharse de los beneficios. Hay que tener en cuenta también la necesidad de esclavos
de la península itálica e ibérica. En conjunto de estos motivos económicos parecen ser los esenciales, aunque en
muchas empresas vayan asociados a otros, aunque los grandes mercaderes y capitalistas pocas veces financien los
descubrimientos y se limiten a beneficiarse de los ya efectuados. El oro fue el gran móvil de estas empresas.

Motivaciones políticas. - Estas explican el papel desempeñado por Portugal y España. En ambos casos se trataba de
Estados que se habían constituido en lucha contra los reinos islámicos y que conocían la amenaza que podrían
representar para su existencia los grandes Estados musulmanes de África, y más allá, el imperio turco en expansión.
En ambos casos, las poblaciones y los medios dirigentes respondían a la vocación religiosa, militar, de la Cruzada. En
ambos casos, también, el fin de la Reconquista proporcionó al país ambiciones y medios nuevos, mientras que los
soberanos, al reforzar su autoridad en el Estado, podían desear la gloria victoriosa.

Motivaciones religiosas. Al deseo de hacer retroceder al islam, se añade el de ganar nuevas tierras para la verdadera
fe y el de alcanzar los hogares de cristianismo en la India y el África Oriental, cuyo recuerdo había conservado la
tradición y los relatos de los viajeros.

Consecuencias de la expansión europea: Las consecuencias de la expansión europea fueron varias, en ambos casos
con ventajas y desventajas para ambos continentes. Aunque no es muy difícil notar que la mayoría de desventajas
fueron para el continente americano. Lo que sí es innegable es que el descubrimiento de América es un hecho que
marco la historia de la humanidad.

América: Entre las consecuencias políticas podemos mencionar la destrucción de las civilizaciones precolombinas y
por consecuencia sus formas de gobierno: aztecas, mayas e incas, principalmente. Los indios de las zonas más
inaccesibles, por ejemplo, el área de centro Caribe no sufre mucho de estas consecuencias. Entre las consecuencias
económicas para América cabe mencionar la introducción de nuevos cultivos como el café. Hoy el mejor café del
mundo se produce en América, de hecho, el café hondureño, por su calidad, se cotiza muy bien a nivel internacional
y es uno de los pocos productos que el país exporta. Las consecuencias socioculturales son las más dramáticas:
matanza indiscriminada de indígenas, introducción de dos nuevas razas (negros y criollos), y cruce masivo racial entre
indígenas y blancos: mestizos, entre negros y blancos: mulatos, entre negros e indígenas: zambos. Esta mezcla racial
es lo que nos caracteriza en la actualidad. También surgen clases sociales: colonizadores, criollos y por supuesto la
esclavitud de indios y negros. La cultura europea se introduce en todos los ámbitos de la vida, a veces incorporando
rasgos indígenas. La cultura indígena se ve relegada en los ámbitos religioso o lingüístico.

Las consecuencias de la expansión europea fueron varias, en ambos casos con ventajas y desventajas para ambos
continentes. Aunque no es muy difícil notar que la mayoría de desventajas fueron para el continente americano.

Lo que sí es innegable es que el descubrimiento de América es un hecho que marco la historia de la humanidad.

A) América: Entre las consecuencias políticas podemos mencionar la destrucción de las civilizaciones precolombinas y
por consecuencia sus formas de gobierno: aztecas, mayas e incas, principalmente. Los indios de las zonas más
inaccesibles, por ejemplo, el área de centro Caribe no sufre mucho de estas consecuencias.

Entre las consecuencias económicas para América cabe mencionar la introducción de nuevos cultivos como el café.
Hoy el mejor café del mundo se produce en América, de hecho, el café hondureño, por su calidad, se cotiza muy bien
a nivel internacional y es uno de los pocos productos que el país exporta.

Las consecuencias socioculturales son las más dramáticas: matanza indiscriminada de indígenas, introducción de dos
nuevas razas (negros y criollos), y cruce masivo racial entre indígenas y blancos: mestizos, entre negros y blancos:
mulatos, entre

negros e indígenas: zambos. Esta mezcla racial es lo que nos caracteriza en la actualidad. También surgen clases
sociales: colonizadores, criollos y por supuesto la esclavitud de indios y negros.

La cultura europea se introduce en todos los ámbitos de la vida, a veces incorporando rasgos indígenas. La cultura
indígena se ve relegada en los ámbitos religioso o lingüístico.

B) Europa: Consecuencias políticas: nacen los imperios europeos: españoles, portugueses, ingleses, franceses etc., y
comienzan las guerras entre ellos por el control de las riquezas de América.

Consecuencias económicas: Así como los europeos trajeron algunos cultivos a América, algunos cultivos americanos
se fueron a territorio europeo y cambiaron en cierta forma la alimentación del Viejo Continente: papas, maíz o
tomates, con esto lógicamente el comercio en ultramar se desarrolla de gran manera.

Consecuencias socioculturales: miles y miles de europeos emigran a tierras americanas durante más de cuatrocientos
años y nace una nueva clase social: La burguesía comercial europea, que se enriquece rápidamente con el comercio.
Aumento el conocimiento, con los viajes y expediciones geográficas, descubrimientos de nuevas especies de
animales, plantas y minerales.

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