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Pontificia Universidad Católica del Ecuador

Ética
Gabriel Andrés Ilvay
30 de mayo de 2020

Resumen Crítico:
“Ética de la comunicación" y "Pragmatistas, comunitaristas y republicanos"
Camps V. (2014). Breve historia de la ética.

En este resumen abordara corrientes que se fueron gestando a lo largo del siglo XX y que
significaron un giro dentro de las concepciones de la ética pasadas. Es interesante entender cómo las
relaciones histórico- sociales influyeron de manera directa al momento de comprender la
complejidad cada vez más grande al tratar de abordar al hombre y su relación con sus semejantes en
un espacio en concreto.

Ética de la comunicación:
Dentro de los avances de la ética, como filosofía moral, surgen nuevas visiones que se acoplan a
una complejidad del mundo y al avance la historia. En el siglo XX, la importancia del lenguaje se
vuelve sustancial dentro de los ámbitos de estudios filosóficos, derivando en una filosofía de
interacción lingüística. El lenguaje se vuelve el nuevo objeto de estudio, y se lo entiende como un
instrumento que cumple múltiples funciones cuyo significado o sentido no está determinado, sino
que sufre variaciones de acuerdo con la forma de utilizarlo de los hablantes. (Camps, 2013). El
lenguaje no es visto como un conjunto de signos lógicamente situados, sino como un texto en un
contexto portador de una intención determinada.

La pragmática del lenguaje (Wittgenstein) junto con la hermenéutica desempeña un papel


fundamental para la construcción de un pensamiento ético que encuentra en la capacidad lingüística
del hombre, la explicación y el fundamento de la moralidad. Luego de los sucesos históricos más
crueles dentro de la historia moderna, la filosofía y la ética debían transformarse y emprender un
nuevo camino de compromiso radical con la historia misma. Dentro de la idea lingüística, como
parte constitutiva del ser humano, se propone una comprensión más rica de la realidad y al mismo
tiempo pone en evidencia una esfera común: el espacio lingüístico. En este espacio es donde el
hombre se encuentra con sus semejantes y se desenvuelve.

Habermas y Apel aportan detalles fundamentales para comprender el rol del lenguaje en el
mundo social, y más aún en el mundo ético. El primero de estos filósofos, muy cerca de la escuela
de Frankfurt posee el legado marxista y asume el rol de la teoría crítica en la que la emancipación
forma parte importante de la teoría. El detalle comunitario del lenguaje permite hablar de un
conjunto social basado en el compartir (jamás el lenguaje será individual), por lo que el diálogo y la
deliberación llevan a la idea misma de recabar acuerdos. (Camps, 2013) En este contexto, surge el
ideal del diálogo (Tipo ideal), en este es respetado el presupuesto fundamental de la comunicación,
el reconocimiento de los participantes en el diálogo como seres igualmente libres y dignos. Fuera de
este tipo ideal, es fundamental destacar las comunicaciones distorsionadas, las que se producen en
el mundo real, en el que no todos los interlocutores gozan del mismo derecho a hablar y donde la
dominación, el engaño y la manipulación son constantes.

El acto lingüístico presupone una ética en el uso del lenguaje, donde la persona puede llegar
a realizarse y ser reconocida como persona. En este caso, se vuelve a una ética que desea
fundamentar la universalidad de las normas, pero ya no se justifica desde la conciencia del sujeto,
sino desde la pragmática del lenguaje. Es de este modo que se va de una subjetividad hacia una
intersubjetividad. El formular una situación o tipo ideal de lingüística, esta actúa como criterio
necesario para validar la comunicación real concreta. Es fundamental plantear que todo acto
comunicativo debe tener en cuenta la verdad, la libertad y la justicia, así mismo el acto de habla
debe ser veraz, libre y justo para ser racional o ético. (Camps, 2013)

La crítica desde la teoría lingüística en el campo de la ética hacia las pasadas experiencias es
la poca claridad de las normas. Es en este campo en el que el lenguaje y la acción comunicativa
permiten que, en común acuerdo los participantes, se coordinen planes de acción, lo que da validez
a las normas es que ganen el reconocimiento de todos los afectados. La propuesta desde la ética
discursiva no son contenidos morales, sino un procedimiento para determinar la validez de los
acuerdos normativos. El imperativo ético recae en el fin de la acción comunicativa, detalle que
viene a corregir la idea de Kant, la cual entendía como lo único que es moralmente bueno es la
buena voluntad. La formación de las voluntades es vista como el resultado de una comunicación
pública orientada al mutuo entendimiento, porque la auto- legislación no debe ser el mercado (como
proponen los liberales), sino el diálogo.

Dentro de mi postura sociológica, es de gran importancia el aporte de Habermas no sólo a


las ciencias sociales, sino a la ética. La importancia de la construcción lingüística es tal dentro del
desarrollo de la vida humana- social, que la propia visión de mundo es generada desde el lenguaje.
Es interesante plasmar la idea de la emancipación desde el dialogo, el cual pretende una igualdad
que sería, a la larga, una puerta también a una paridad emancipatoria dentro de un sistema en el que
los discursos no pueden convertirse en diálogos por la unidireccionalidad y la verticalidad de
muchos de estos. Es innegable ver la dominación que condiciona de manera negativa la reacción de
un diálogo que permita la dignidad y la libertad humana.

Pragmatistas, comunitaristas y republicanos:


Partiendo desde los posmodernos, quienes piensan que, si hay que salvar a la filosofía, habrá que
aprender a filosofar de otra manera. Presentan una alternativa cuestionadora en un contexto en el
que las promesas de la democracia liberal no parecen poder cumplirse (escuela de Frankfurt) luego
de la primera mitad del siglo XX con 2 guerras mundiales y gobiernos autoritarios. Junto con esto la
idea de poner parámetros que pretenden valer para todos (de cierta forma la universalidad de las
normas), se ve debilitada con el hecho histórico de la descolonización y los contextos dispares que
se van reflejando en el mundo.

A la luz de muchas tendencias, el pragmatismo de Rorty mira a la verdad de una afirmación


o una creencia si esta se demuestra en la práctica, y además funciona. La postura pos-filosofica de
Rorty se propone no buscar absolutos ni criterios últimos, el hecho de las verdades inmortales no
existen para el filósofo, por lo que se pretende renunciar al confort metafísico con principios
universales que ofrecen seguridad porque hablan en nombre de la “verdad”. Es de este modo que la
idea de la contingencia debe ir acompañada de solidaridad. Para Rorty, es imposible postular una
naturaleza humana, una ley natural o una razón que sirvan de fundamento para una concepción
natural de la justicia. Se convierte en un detalle fundamental el hecho de poner a la democracia por
delante de la filosofía, por el hecho de que ambos deben ser un experimento de cooperación que
recuerde los fracasos del pasado, y no un intento de realizar un orden social ahistórico y utópico.

Desde otra tendencia de pensamiento, MacIntyre es de los exponentes más relevantes del
comunitarismo de manera extrema. Para el filósofo, los “restos” de las éticas pasadas dejaron una
mezcla caótica e irreconocible por lo que la única ética posible en nuestro mundo sea la emotivista.
Es esta última propuesta la que acepta como bueno o justo lo que siente que es bueno o justo, es así
que no existe manera de fundamentar que una concepción vale más que otra. De cierta manera se
toma a Nietzsche al momento de descubrir la falsedad intrínseca de las valoraciones morales, por lo
que MacIntyre entiende que se debe contraponer la concepción aristotélica y la liberal.
La corriente comunitarista desconfía de que el liberalismo, partiendo desde el
individualismo, puede fundamentar una concepción una visión de la justicia aceptable para todos.
Contrario a esto se propone un sujeto moral integrado en la comunidad, y como tal conocedor de
sus fines. (Camps, 2013). Otro filósofo, Sandel, propone que pensar al individuo como
autosuficiente es un error, pues todo individuo vive en una comunidad y forma sus convicciones
morales en un diálogo con los demás con quienes comparte unos fines y una determinada
concepción del bien común. (Camps, 2013) Para Sandel, la democracia y la justicia precisa de
personas que cooperen en un sentido de pertenencia a la comunidad. En esta concepción ética, es
fundamental pensar el “Yo” desde un “Nosotros”, siempre bajo el presupuesto que la comunidad es
parte integrante de la identidad del sujeto. Sandel constata la debilidad y pobreza moral del
constitucionalismo político (caso EEUU), la que es caracterizada por liberalismo moderno en la que
se detalla la inhibición estatal respecto a las distintas formas de vida buena, el hecho de que la
religión y la moral se han privatizado y es un asunto subjetivo.

Tylor propone que la construcción del “Yo” se da en medida en que se relaciona con los
otros, conversa con ellos y comparte las percepciones del bien (Camps, 2013). Las concepciones del
bien son fundamentales para la moralidad, porque son las que articulan otras nociones como la del
deber. En el entender de Tylor, la ética no puede dar prioridad a los derechos individuales. Es así
que el filósofo trata de articular el reconocimiento de las distintas culturas con una identidad moral
que debe ser compartida, por que es fruto de nuestra civilización lo que no es obstáculo para que
permanezca abierta a nuevas interpretaciones. Es Kymlicka quien se enfrenta al pluralismo cultural
que se encuentra en muchas sociedades. Para este autor los derechos colectivos pueden entenderse
de dos maneras: primero como restricciones internas por las que el grupo limita ciertas libertades de
sus miembros en nombre de un bien colectivo. Y segundo, como protecciones externas por las que
la mayoría debe procurar que los recursos e instituciones de las minorías no se vean vulneradas por
las decisiones de la mayoría. (Camps, 2013). A su vez es importante destacar que se proponen dos
tipos de moral, las minimalistas y maximalistas. Las minimalistas comprenden a grandes palabras
como justicia, de cierta forma palabras ineficaces si no se inscriben en una moral más gruesa que
determine el significado adscrita a un momento histórico concreto.

Es en este punto que el comunitarismo y sus múltiples alusiones hacia la “comunidad”,


permite que esta última se la plantee como una forma de organización social tradicional donde los
individuos están unidos por lazos de afectividad que se caracteriza por el particularismo y por una
orientación colectiva; que a su vez se puede contraponer a el sentido de sociedad, que se refiere a la
agrupación contemporánea de individuos libres poco vinculados entre sí y que aspira a la
universalidad.

En este contexto de discusiones filosóficas, la propuesta republicana propone una idea en la


que, la libertad debe ir acompañada de compromiso, el autogobierno debe ser compartido. Por lo
que, los republicanos buscan sobre todo dos cosas: una concepción de la libertad más generosa y
ambiciosa que la libertad liberal y una recuperación de las virtudes como sustento de la república.
(Camps, 2013). El rol que posee el ciudadano es fundamental para la construcción ética, es así que,
ser ciudadano implica poseer unos hábitos, disposiciones y actitudes, una preocupación por el bien
común. Bajo este mismo hilo filosófico, la república necesita un individuo virtuoso comprometido
con el bien público.

La libertad para los republicanos tiene un papel fundamental y logran diferenciar dos, las
cuales las nombran como libertad negativa y positiva, comprendiendo a la primera como la libertad
liberal en la que solo se entiende como una ausencia por parte del estado en los asuntos privados o
individuales. Por otro lado, la libertad positiva que se entiende como auto gobierno, es una voluntad
de las personas de no dejarse dominar por nada ni nadie, siendo dueña de su vida y destino. La
plenitud humana se vuelve un aspecto angular para la concepción de libertad positiva. El ideal
político del Estado republicano es procurar que los ciudadanos sean libres de denominaciones
arbitrarias. En la república se cultivan las virtudes públicas propiciando el bien común y evitando la
corrupción, virtudes que no se desmarcan del todo y que deriva del valor de la justicia liberal.

La propuesta del comunitarismo tiene puntos muy valiosos que logran leer de manera más
crítica la realidad del mundo. De cierta manera se aborda la complejidad de la sociedad y cómo el
individuo no puede entenderse sin su contexto comunitario. Las libertades individuales no pueden
leerse por fuera de que estas existen junto con el de una comunidad en su conjunto. Los vacíos de la
ideología liberal, en la realidad, se pueden ver históricamente y, desde una propuesta de desarrollo
ético se idean propuestas más acordes a los retos actuales. Es aquí donde el republicanismo busca
una hibridación de los mismos valores liberales junto con concepciones que piensen más en el bien
común. Detalle que no es menor ya que para una plenitud ética es fundamental comprender la
importancia del conjunto por sobre el individuo desde mi entender.

Referencias
Camps, V. (2013). Breve historia de la ética. Barcelona: RBA.

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