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Ramiro Alberdi
RESUMEN
ABSTRACT
This paper develops a bibliographic comparison between Traditional Mapping and Social
Mapping literature, inquiring the relevance of the latter as a contribution to a systemic cartographic
vision of reality. Our interest in this branch of the discipline is related to the lack of critical analysis to
which cartographic material is subjected, which graduates of careers related to cartography produce.
Also, because we find in Social Mapping a way to enrich our academic training and thus, the
representation of territory. The subject is approached from a comparative analysis, focused on points
that are considered central in the construction of cartographic knowledge. These elements allow us to
infer what information appears and which does not on the maps that cartographers produce. Finally,
this paper identifies those theoretical, methodological and technical elements of Social Mapping that
enrich the construction of cartographic knowledge.
“Si en verdad nos preocupan las consecuencias sociales de lo que pasa cuando hacemos un mapa,
también podemos decidir que la cartografía es demasiado importante como para quedar totalmente
en manos de los cartógrafos”
J. B. Harley
INTRODUCCIÓN
El interés por esta rama de la disciplina se relaciona con la escasez de análisis críticos del
tipo de productos cartográficos que producimos los egresados de las carreras afines a la cartografía.
Asimismo, porque encontramos en la cartografía social una manera de enriquecer nuestra formación
académica y, por ende, la representación del territorio.
Así como puede reconocerse una relación entre la génesis, propósitos y metodología
desarrollada por la cartografía tradicional, la cartografía social presenta características ancladas en su
contexto de surgimiento. Esta corriente, que se inicia en la década de 1980 en Colombia, responde a
la necesidad de apropiación del espacio de diversas comunidades minoritarias, dada la particular
configuración político-territorial del Estado colombiano. Surge, entonces, como una forma de
construcción colectiva del territorio. La diferencia esencial que presenta con respecto a la cartografía
estatal es la ponderación que hace del componente vivencial colectivo en la construcción de mapas,
basada en el conocimiento socialmente construido. Este se funda en procesos de relación,
convivencia e intercambio. Por esto, considera fundamental la participación de todos los actores
sociales entendidos como sujetos críticos de la realidad (Andrade, 2000). Por lo antedicho, la
Cartografía Social permite a las comunidades construir un conocimiento de su territorio para que
puedan elegir la mejor manera de utilizarlo.
Resulta interesante señalar la escasez de bibliografía referida a teorías críticas en los planes
de estudio de las carreras universitarias afines a la producción cartográfica, ausencia que alimenta lo
que Harley enuncia como el riesgo que corre el cartógrafo de convertirse en el “brazo robótico” de
aquellos que encargan las interpretaciones (Harley, 2005). Se concibe, entonces, la presente
comparación crítica como un ejercicio que permita, a futuro, explorar otras formas de entender y
construir el conocimiento cartográfico.
estudio de la conformación del Instituto Geográfico Militar y sus fines, cuya consulta ha sido de gran
utilidad para este trabajo. Por esto, resulta apropiado destacar que quienes efectúan la mayoría de
las críticas no provienen específicamente de la cartografía sino del campo más general de la
geografía. De hecho, el objetivo trazado en los planes de estudio de las carreras universitarias, al
menos en nuestro país, no promueve la crítica cartográfica, puesto que se inscribe en corrientes que
la suponen como una ciencia objetiva y técnica, en la que no tiene lugar la subjetividad1. En
contrapartida, en otros países2 se registran experiencias críticas con comprobado valor académico
que conciben el territorio sistémicamente; que han demostrado que al hábitat no sólo lo conforman las
vertientes, los valles, las mesetas, las calles, los edificios, sino también el significado que le dan a
éstos sus ocupantes. Desde esta perspectiva la realidad es un sistema compuesto por el espacio y
por las relaciones que en él se establecen. De aquí se desprende que las representaciones de dicho
territorio deben ser también sistémicas, integrando tanto lo espacial, lo topográfico, como lo vivencial
fundado en la propia experiencia y concepción de aquellos mismos que construyen y ocupan ese
territorio.
Como se expuso anteriormente, entendemos por cartografía tradicional aquella que nace de
la mano del Estado-nación argentino, vehiculizada por agencias estatales destinadas al relevamiento
y control del territorio nacional en conformación. Definimos lo tradicional según la categoría de
tradición inventada que Lois retoma de Hobsbawn, a saber “un conjunto de prácticas normalmente
regidas por reglas aceptadas abierta o implícitamente y de naturaleza simbólica o ritual que buscan
inculcar ciertos valores y normas de comportamiento por repetición, lo cual automáticamente implica
una continuidad con el pasado”.
1
En la descripción del perfil profesional del egresado, se enumeran los conocimientos que éste adquiere: a) sobre factores,
elementos y procesos que intervienen en la construcción y/o forman parte del territorio; b) de las diferentes formas y métodos
de representación de la superficie terrestre, de sus componentes territoriales y ambientales; c) las diferentes metodologías de
recolección de datos del terreno; d) la modelación de los diversos datos en una única estructura de información; y d) las
diferentes formas y metodologías de representación del espacio usando las herramientas tecnológicas disponibles.
(http://fich.unl.edu.ar/pagina.php?ID=69&IDCar=10).
2
En Brasil, el proyecto Nova Cartografia Social da Amazônia es una prolífica experiencia avalada por instituciones como el
Instituto Amazônico de Planejamento e Gestão Urbana e Ambiental – IAGUA, la Asociação de Pesquisadores da Amazônia –
ASPA, la Associação de Universidades Amazônicas – UNAMAZ, entre otras (http://www.novacartografiasocial.com)
QUINTO CONGRESO DE LA CIENCIA CARTOGRÁFICA Sante Fe, 28 de junio – 2 de julio de 2010
Primero, desde el punto de vista del conocimiento geográfico, la progresión del saber
cartográfico era inseparable de las acciones comprendidas por el Estado para administrar el territorio
nacional: la información geográfica era útil no sólo para la planificación militar sino también para el
catastro, para desarrollar redes de infraestructura y comunicaciones, organizar formas de gobierno y
para inventariar, sistematizar y clasificar información geográfica territorial.
Tercero, a lo largo del siglo XX se dictaron leyes y decretos que fueron determinando la
imagen gráfica del territorio estatal, siendo los mapas con fines didácticos los primeros afectados por
las normas jurídicas, en 1935. Dos años más tarde, el PEN a través de su decreto número 114.428
ordenaba quitar de circulación todos los mapas en los que el territorio nacional apareciera en parte
para reemplazarlo por aquellos en los que éste aparecía en toda su extensión. Ya en 1940, se
promulgó el decreto Nº 75.014 el cual establecía que todas las producciones que pretendieran
inscribirse en el Registro Nacional de la Propiedad Intelectual debían ser evaluadas y aprobadas por
el IGM (medida que puede considerarse un hito en la construcción del discurso territorial legítimo) y
subsiguientes decretos y leyes fortalecieron este discurso territorial. Como afirma Lois, “con estas
disposiciones legales se construía una imagen del territorio estatal, de formas predeterminadas,
reguladas y controladas, aparentemente determinadas sólo por cuestiones técnicas.” Así se
contribuyó, por ejemplo, a lograr la soberanía sobre territorios que aún estaban en litigio. El desenlace
de este proceso, según Lois, “determinó la estandarización de la imagen del territorio y ello contribuyó
a que esa imagen se transformara en un símbolo y funcionara como un mapa logotipo […] que tiene
la potencia intelectual para ordenar nuestra experiencia del territorio estatal y nos permite imaginar
nuestra posición y la de los otros en un sistema de relaciones”. Claro que esta estandarización debe
sostenerse en el tiempo y por eso Lois continúa: “la eficacia simbólica y mítica de la figura
cartográfica fue sostenida por la lectura aprendida e internalizada en el aprendizaje escolar que ha
garantizado la sedimentación de nuestras concepciones del territorio” (Lois, 2004).
Las consecuencias de este proceso fueron dos: por un lado, se limitó el conocimiento
cartográfico, y consecuentemente su enseñanza, a las cuestiones exclusivamente técnicas como ser
las mediciones, proyecciones, métodos y herramientas de dibujo, etc3. El cartógrafo, hasta hoy en día
es quien mide y dibuja el territorio únicamente en función de parámetros topográficos. Por otra parte,
esta cartografía topográfica es considerada a menudo como “de base”, es decir, sobre la cual se
efectuarían los trabajos de cartografía temática. Esta concepción de la cartografía le otorga el
carácter de incuestionable, imbuye en los mapas “la idea de un territorio homogéneo, científico,
ahistórico y no problemático, resultado de indiscutibles procedimientos matemáticos y técnicos, y
pasible de ser llenado” (Lois, 2004).
3
Al respecto, en nuestro país, sólo en dos instituciones estatales existen carreras de grado que otorgan el título de Licenciado
en Cartografía (Instituto Universitario Naval y Universidad Nacional del Litoral) y dos carreras de pregrado o tecnicaturas
(Universidad Nacional del Litoral y Universidad Nacional de Cuyo). En el ámbito privado, en la Facultad de Ingeniería de la
Universidad Juan Agustín Mazza existe la tecnicatura en Cartografía y Teledetección.
QUINTO CONGRESO DE LA CIENCIA CARTOGRÁFICA Sante Fe, 28 de junio – 2 de julio de 2010
No resulta casual que la aparición de esta metodología haya sido en Colombia. En este país
las comunidades indígenas y negras “cuentan con territorios colectivos inenajenables,
imprescriptibles e inembargables, bajo la autoridad de un órgano elegido al interior de la comunidad,
de acuerdo a sus usos y costumbres, o la ley vigente. El territorio y la autoridad sobre éste
(incluyendo sus habitantes) es entonces una condición especial, que ha permitido promover procesos
de construcción de autonomías locales para el caso tanto de los pueblos indígenas como de las
comunidades negras” (Andrade, 2000).
En este contexto, la cartografía social surge a través del acercamiento a los mapas por parte
de los movimientos sociales oriundos de estas comunidades, como una herramienta para la
construcción del territorio, su planificación y desarrollo. La primera organización fue La Minga4
alrededor del año 1986, dentro de lo que se llamó “Plan Solidario Para Recuperar la Vida”. Los
mapas, en esta primera experiencia, fueron utilizados para dar una mirada de “expertos” sobre el
territorio, con el objetivo de enriquecer la organización comunitaria.
El primer aspecto considerado para el análisis comparativo es quién encarga los productos
cartográficos. En el caso de la cartografía estatal, y en el marco de la creación del Estado argentino,
se crearon las oficinas encargadas de confeccionar de determinada manera los mapas necesarios
para la legitimación del territorio del Estado nacional. Este territorio, bajo esta perspectiva
cartográfica, se supone atemporal. Sus medidas, elementos, accidentes, ubicaciones, se muestran
como si siempre hubieran estado allí, por fuerzas naturales. También se lo concibe como eterno,
porque la cartografía estatal no supone la evolución del territorio sino que permanece estático.
El segundo punto a cotejar entre una y otra cartografía es el motivo por el cual tanto el Estado
como las comunidades generan su propia manera de representar el territorio. Por parte del Estado,
éste necesita de un territorio en el cual ejercer su soberanía. Para llevar adelante un ejercicio de
territorialidad precisa que dicho territorio sea internalizado por sus ocupantes tal cual lo necesita el
Estado: el territorio estatal homogéneo, científico, ahistórico y no problemático permite. Esto facilita
que los ocupantes, al estar dentro del territorio estatal, se identifiquen y sientan parte de ese Estado.
4
Es sumamente ilustrativo el concepto de “minga” ya que se trata de una palabra quechua que describe la manera en que los
habitantes de las comunidades andinas colaboraban aportando lo que cada quien pudiera, a favor del que más lo necesitaba,
en tareas específicas como la cosecha, la siembra o la construcción de una vivienda.
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El motivo principal del Estado por realizar una Cartografía lo más “objetiva” posible es evitar el
cuestionamiento a dicho territorio y, por ende, su soberanía. Las comunidades minoritarias, en
cambio, elaboran una cartografía que primero diagnostica la situación territorial para luego realizar
una planificación. El motivo que impulsa esta forma de representar el territorio es el de la construcción
colectiva del hábitat de la comunidad, el reconocimiento de los límites territoriales como así también
las relaciones que éste tiene con los demás. Para la confección de mapas se parte de que todos los
integrantes de la comunidad tienen un saber para aportar sobre el espacio que se habita, y que la
suma de esos aportes construye una visión integral de la realidad, uniendo lo espacial con lo
experiencial.
El último punto se centra en cotejar las formas y herramientas de que cada metodología se
vale para la construcción de la imagen territorial particular a cada una. Por el lado del Estado, se
contemplan exclusivamente las herramientas técnicas en base a un tipo estándar de mapa. En este
marco, el cartógrafo es quien se torna una herramienta más en la construcción de mapas, al
contemplar sólo métodos cuantitativos para la representación del territorio. A su vez, el Estado debe
asegurarse que los cartógrafos sean reconocidos como profesionales especializados en la cuestión, y
que nadie más que ellos puede realizar este trabajo, para lo cual su formación se limita a la
incorporación de los avances tecnológicos y metodológicos en la medición topográfica del espacio.
Los cartógrafos no obtienen herramientas teóricas que permitan una visión crítica de los tipos de
mapas que producen, ni de sus efectos en las concepciones e internalización que hacemos del
territorio Estatal. En definitiva, ellos plasman en el producto cartográfico aquellos aspectos físicos
naturales y los naturalizados (límites políticos) valiéndose de la topografía, la geometría, el dibujo
técnico, las herramientas informáticas como los sistemas CAD y GIS para la edición, creación y
administración de datos espaciales cuantitativos y, según Habbeger y Mancila, “este tipo de mapas
son ejemplos del lenguaje oficial que están al uso del poder político para conservar y propagar sus
ideas”. Asimismo, estos autores afirman que las producciones cartográficas “son aceptadas como
representaciones de la realidad, sin que los mecanismos del pensamiento crítico del lector sean
activados” (Habegger, y otros, 2006).
a) Los mapas de conflicto, en los que se expongan situaciones problematizadas como por
ejemplo la relación entre frontera e inmigración.
b) Los mapas de redes, en los que se representan las relaciones entre actores
(instituciones, personas, organizaciones, etc) con el fin de determinar qué vínculo
establecen las partes de la comunidad de cara a los diferentes conflictos.
c) Los mapas de recursos, que representan los medios materiales o humanos que se
consideran como potenciales a través de los cuales empezar a afrontar los conflictos y
plantear la intervención.
Estos mapas, además, deben considerar la multitemporalidad del territorio, por lo que a través
de los talleres también se elaboran mapas de pasado histórico (cómo era el territorio), de presente
(situación actual) y de futuro deseado (cómo queremos que sea y qué debemos hacer al respecto).
Las herramientas técnicas de las que se vale la Cartografía Social son los Sistemas de
Información Geográficos Participativos. Estos programas permiten relacionar tanto la información
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CONCLUSIONES
Como el sentido de este trabajo es comenzar con la labor crítica de la cartografía que
producimos, resulta interesante impulsar el debate con una serie de preguntas que pongan en
cuestión nuestra forma de representar el mundo, de construirlo socialmente y del impacto que esto
puede tener en la sociedad, preguntándonos qué otras maneras existen y de qué modo poder
vincularlas para alcanzar los resultados que más se ajusten a las necesidades de la sociedad. En
este sentido cabe preguntarnos, ¿por qué nuestra educación como profesionales no incluye un
análisis crítico de nuestra práctica? ¿A qué objetivos responde este tipo de formación exclusivamente
técnica? ¿Cuándo es “verdadero” un mapa y cuándo no? Y, en este sentido, “¿Puede existir una ética
cartográfica?”5 (Harley, 2005).
Aquí tomamos como pregunta el título de uno de los capítulos de la obra de Harley.
5
QUINTO CONGRESO DE LA CIENCIA CARTOGRÁFICA Sante Fe, 28 de junio – 2 de julio de 2010
BIBLIOGRAFÍA