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8 ney ° rece oe pe -¥ él nivel a ins El mera’ A . * L ; Antes de seguir con la segunda parte del _andlisis dela curva de oferta y considerar las repercusiones de un cam- Na pausa para estudiar un tipo muy particular de coste, cu- a naturaleza no esta clara. mamente ligado al concepto de «dones libres de Ja naturale- *za». De todos los dones libres de la naturaleza —cuya arapteristica_esencial _est4 en que no deben su origen a “ningun _esfuerzo humano—, el principal es el espacio, y por esta raz6n muchos se F en a ellos Haméandoles implemente «tierra», bien entendido entonces que la tierra omprende todos los demas «dones libres» aparte dei simple spacio. En consecuencia, el término renta, que en el lengua- je comtin designa las sumas pagadas por el alquiler de Ja ierra, fue tomado prestado por los economistas para desig- ar_un tipo particular de ingresos excedentarios: el obteni- Ja curva de oferta de los factores constituye una simple“Teduccién en Ja_escala _del4 mapa, mediante la cual sacrificamos fa precisién en bien dew la_utilidad.’ Pero esto no entrafia ninguna diferencia funda4 tental-de opinién con, Shove. é ‘ Las diferencias con Sraffa_son de otra clase: Er. eltinun do de Sraffa lo normal es qu er _unidad de"! imilar a sus vecinas, tanto en lo que se reficre a su efi lea, como en ‘lo que cacia_en Ja-rama_indi strial_que.la Tespecta a su eficacia en Jas ramas_industriales yecinas, La: oferta-perfectamente eldstica de los factores para cada rama es, por tanto, Ja regla. Pero en ese mar de factores de ‘pro ae luccién homogéneos flotan, aqui y alla, manchones de he terogeneidad, como, por ejemplo, terrenos con yacimientos carboniferos o zonas especialmente adecuadas para cierto cultiyos.’ Cada ‘uno-de esos manchones es homogénco en sq mismo, pero heterogéneo respecto a las restantes unidades' productivas. Con ello Sraffa incluye en su sistema tinicamen: te dos de-todos los tipos posibles de condiciones de ofert de los factores aue integran el rompecabezas de Shove. Sraffa formulé su famoso dilema precisamente en relay} cién.con esos manchones. Algunos eran absorbidos por unalg sola rama’ de la industria y no creaban problemas. Pero, otros,.como ya hemos visto, eran utilizados por varias rama: a la:vez. Supongamos que la superficie de tierra apta par: el cultivo de tubérculos es limitada. Supongamos que los cultivadores de nabos, nabos suecos v remolacha forrajera' necesitan esa tierra, y que la rentabilidad de la misma''para’ otros cultivos es muy pequefia. En estas condiciones; si la industria de los nabos. es un decir, emplea una pronarcién 4 muy peauefia de esa oferta limitada de tierra, podia | pany, dirse sin provocar aumentos perceptibles del precio}\le las tierra. Pero si esté empleando una gran proporcién ‘det d tie: tra disnonible, sh exnansién dard lugar a un aumento deli precio de la tierra.:La produccién dé los otros tubércul se reducir4 y los precios de los nabos suecos y la remolacha forrajera ‘subirdn. Ahora bien, es bastante probable —aun que no. tiene por qué ocurrir necesariamente—aue las mei cancfas ‘que necesitan factores ‘de produccién altamenite~ es; pecializados e idénticos tengan luego usos muy similares. En huestro empleo, esto es. cierto para los nabos.y los nabos4 suecos. Si los precios de los nabos'suecos.'y de laxremolache' Escaneado con CamScanner Hforrajera su __., se alzard Ja curva de demanda de su sustitu- (0, los nabos. La curva de demanda de los nabos quebranta, pues, Ja primera norma de comportamiento de cualquier Kcurva de demanda. No es independiente de Ja curva de ofer- ia,de su propia mercancfa. Y éste es el dilema de Sraffa. Si wos Ocupamos de una rama industrial Jo bastante pequefa para emplear sdlo una reducida proporcién del manchén ide. factor especializado, el factor no escaseard. Y si la rama es lo bastante grande para que el factor escasee, las herra- Rmientas del andlisis se nos romperdn entre las manos. g, El dafio provocado a Ja curva de demanda por el segundo Ecuerno de] dilema de Sraffa no es tan grande como parece wea primera Vista. No es aplicable a todos los casos y, aunque plo fuera, el dao tampoco seria irremediable. Siempre po- dremos volver a dibujar la curva de demanda para la squeva escala de produccién de la industria, cualquiera que sca,esa escala, con tal que conozcamos cudl es el ca- Mmino mds probable que seguirdn las variaciones en las con- iciones de oferta de las restantes ramas como consecuencia de un cambio en la produccién de Ja rama que estamos con- we siderando, y con tal de que después podamos determinar el desplazamiento de la curva de demanda provocado por los cambios operados en los precios de las otras mercancias. Es decir que, si tenemos un conocimiento lo bastante profundo Ede las condiciones en que se situa el problema, podremos restafiar Ja herida producida en la curva de demanda por la comada del dilema de Sraffa." Pero, a pesar de ello, son muy claras las diferencias exis- ) plentes entre los cuadros que Shove y Sraffa trazan.del-mun Mo que estan mirando. § Parece innegable que el complicado) 4, O Jo que es Jo mismo, que cuando se introduce en un problema una in- febgnita adicional, el problema pucde resolverse introduciendo una ecuacién adi- ional o (en representacién geométrica) una dimensidn adicional. 15. El profesor Pigou imagina un mundo diferente de ambos. Sus factores de luccién son siempre perfectamente homogéneos en s{ mismos, pero escasean n frecuencia para las ramas de la indus' Podrfan acoplarse al mundo de ‘Sraffa si modificamos el cuadro en el sentido de permitir un mayor nimero fe manchones, y despreciamos su dilema. Algunos de los ejemplos del profesor pigou sugicren —al menos al Iector incauto— el concepta de un factor homogéneo Emuy grande, toda la tierra, por ejemplo; y de una industria, el cultivo de trigo, ue, absorbe una produccidn tan considerable de ese factor que el precio de la fierra sube al expandirse el cultivo triguero (véase Economic of Welfare, p. 805). fero tal concepto es errénco. La expansién de cualquier rama de la industria debe ir a causa de un cambio en Jas demandas relativas —a menos que estemos con- Rilderando un cambio en la produccidn total, lo,cual no pertenece al reino del mnilisis del valor. Si hay una mayor demanda de trigo, y una menor demanda Escaneado con CamScanner ’ ‘0.dg Shove concucrda mas cop cl mundo _real_que la Sis ata MRI To ce una cueatTbn hie resulta absurdo discutir con métodos aprioristicos. ates. Pucste debe venir de Wipes aoe fon estaiotica da Tus actores reales de produccién. Sraffa, sin duda, se sentird Muy contento por tener que esperar el veredicto de los es- tadisticos, pues él no pretend{a defender ninguna opinién particular sobre cl mundo real. Su propésito era completa- mente distinto. Queria_demostrar_que los economistas_que utilizan el andlisis del valor en condiciones de competencia tenen una fuerte ¢ inconsciente propensién a subir y bajar .Jos precios de oferta y esto por una razon muy sencilla: si los precios de oferta fueran siempre constantes, su andlisis no tendria nada interesante que decir. El andlisis del valor en monopolio, iniciado por cl misma Sraffa, no tiene ningin fin interesado en el asunto. Si las estad{sticas le aseguran a Sraffa que estaba en lo cierto, que casi todas las industrias trabajan a’ costes-constantes, el andlisis del ‘monopolio verd muy simplificada-su-tarea. No perder4 nada en validez y ga- nar4 mucho en atractivos. de otras mercancfas, la produccién de éstas se contrac, La tierra abandonada por esas industrias queda disponible para el trigo y, como esta terra es similar al resto, no hay ningun garanitfa de que suba el precio del trigo. Pero tampoco hay rax6n para atribuir- 4” “profesor Pigou el crror del lucauto lector, Y sus concli- slones son completacente indcpendientes de esa imagen particular del mundo que, estaba observando cuando llegé a ellas. Escaneado con CamScanner

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